PRIMEROS DATOS SOBRE EL NEOLÍTICO EN CIUDAD REAL: LA TUMBA DE VILLAMAYOR DE CALATRAVA. Juan Manuel Rojas Rodríguez-Malo J. Ramón Villa González

PRIMEROS DATOS SOBRE EL NEOLÍTICO EN CIUDAD REAL: LA TUMBA DE VILLAMAYOR DE CALATRAVA Juan Manuel Rojas Rodríguez-Malo J. Ramón Villa González Pala

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PRIMEROS DATOS SOBRE EL NEOLÍTICO EN CIUDAD REAL: LA TUMBA DE VILLAMAYOR DE CALATRAVA

Juan Manuel Rojas Rodríguez-Malo J. Ramón Villa González

Palabras clave: Neolítico, Neolítico de Ciudad Real, Villamayor de Calatrava, tumba neolítica, cerámica neolítica.

LOCALIZACIÓN Y DESCRIPCIÓN Esta intervención arqueológica fue realizada en 1990, al igual que la de Huerta Plaza (Poblete), con motivo del seguimiento arqueológico del gasoducto Sevilla-Madrid 1. Brevemente diremos que esta tumba fue descubierta tras abrirse la zanja para instalación de la tubería del gasoducto a su paso por una zona con paisaje de dehesa perteneciente al término municipal de Villamayor de Calatrava (fig. 1). La imagen que presentaba la tumba al descubrirse era la de una fosa con forma de pera rellena de tierra gris oscura de unos 2 metros de profundidad que destacaba del resto del terreno al ser este de composición caliza (foto 1). Durante la excavación se pudo documentar la presencia de parte de un esqueleto humano colocado en decúbito lateral izquierdo flexionado, ocupando la zona de mayor diámetro de la fosa (fig. 2; foto 2). El inhumado fue depositado sobre un lecho de tierra gris oscura con mezcla de piedrecitas calizas, escasos restos de fauna y algunos fragmentos de vasijas de cerámica y útiles líticos. Así mismo, fue cubierto con tierra y restos antrópicos de similares características a los del relleno inferior, llegando hasta el borde de la fosa excavada en el substrato calizo, ya que sobre este se encontraba el estrato de la tierra de cultivo con un color pardo-rojizo. La tumba fue cortada dejando, aproximadamente, dos tercios de su volumen original. En esta misma proporción fue afectado el esqueleto humano, cuyos restos extraídos apenas pudieron ser recuperados entre la terraza de la zanja; al igual que sucedió con los restos de piezas arqueológicas de las que, tan solo, se recuperaron varios fragmentos de vasijas de cerámica. Así como por la posición del esqueleto humano este parecía haber sido deliberadamente colocado de esa forma y en ese nivel de profundidad, las piezas arqueológicas, fragmentadas en su mayoría, se encontraban completamente revueltas entre la tierra y sin ninguna aparente ubicación premeditada.

Los resultados y un primer estudio de esta excavación en Villamayor de Calatrava fueron presentados en el I Congreso del Neolítico en la Península Ibérica celebrado en Gavá-Bellaterra (Barcelona) en marzo de 1995. Las actas se publicaron en la revista Rubricatum del museo de Gavá (Rojas y Villa, 1994), razón por la que en estas páginas haremos una exposición resumida de los datos ya publicados complementados con otros aspectos que rodean a esta intervención arqueológica. 1

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En la prospección superficial de la traza del gasoducto, realizada con anterioridad a la apertura de la zanja, no se encontró ningún resto arqueológico que hiciera pensar en la existencia de ningún yacimiento. Por esta razón tras el hallazgo de la tumba se llevó a cabo una nueva prospección superficial en el entorno, localizándose una zona con una determinada concentración de materiales, en su mayor parte líticos, con tipologías similares a los hallados dentro de la tumba. El conjunto de los materiales recuperados en la tumba está formado, básicamente, por restos cerámicos y por utillaje lítico; a lo que hay que añadir otro tipo de pieza que, en principio, se pueden considerar como más raras e incluso exóticas. En este último grupo incluimos una cuentecita de collar con forma discoidal (fig. 4-5) y una pequeña lúnula (fig. 4-4), fabricadas, ambas, con conchas de moluscos marinos. También se encontró un solo útil de hueso fabricado con forma de punta, aparentemente de flecha más que de punzón. Entre las piezas de cerámica se documentaron cerca de cien fragmentos de vasijas, de los que 17 estaban decorados, tanto con líneas lisas incisas e impresas, como con bandas de pequeñas impresiones y con cordones, lisos y con impresiones transversales (fig. 3 y 4 ). También existen fragmentos pertenecientes a cuatro vasijas con asas de distinta tipología; en tres de ellos situados junto al borde (fig. 33, 8 y 11). Las escasas dimensiones de los fragmentos hacen difícil saber cuales eran sus formas, aunque sí se puede hablar de cuencos, de pequeñas ollas globulares y de vasijas con amplio diámetro de boca y bordes y cuellos rectos. Por su parte, el material lítico lo integran distinto tipo de piezas con diversidad de materias primas. Las más abundantes son las fabricadas en sílex, si bien, están presentes los útiles de cuarcita, cristal de roca, el granito y el basalto. En estas dos últimas materias primas están fabricados, respectivamente, un trozo de mano de molino y un fragmento de mortero, muy abierto, con restos de ocre en su cara interna y dos suaves acanaladuras talladas en la externa (fig. 4-1 ). Entre el sílex el mayor porcentaje de útiles corresponde a las lascas, seguido de las láminas o fragmentos de estas, además de una hoja de dorso abatido, un segmento, etc. (fig. 4-7 y 8). En algunas de estas piezas se aprecia lustre y pequeños levantamientos en los bordes, como claras señales de huellas de uso. No quisiéramos pasar por alto la presencia de varios microlitos de cristal de roca en los que también se ven este tipo de huellas.

ESTADO DE LA CUESTIÓN DEL NEOLÍTICO EN CIUDAD REAL Hablar sobre el Neolítico en Ciudad Real puede resultar casi anecdótico a juzgar por el grado de conocimiento y de las investigaciones llevadas a cabo sobre él. No obstante, esta situación es compartida, en mayor o menor medida, por el resto de las provincias de la Meseta Sur.

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En 1979, Martí Oliver (Martí, 1979: 59-98) publicaba un resumen de su tesis doctoral, en el que hacía un recorrido por las distintas regiones naturales de la Península y, curiosamente, la Meseta Sur no aparecía. En 1988 se editó un libro en el que varios investigadores hacían una amplia revisión del estado del neolítico en España (López (Coord.), 1988) y aunque existía un capítulo dedicado a la Meseta Central (Municio, 1988: 299-327), tan solo se mencionaban tres yacimientos de la provincia de Madrid y uno de la de Cuenca, correspondiendo la mayor parte a provincias de la Meseta Superior. Asimismo, podríamos calificar de muy significativo que en el multitudinario I Congreso del Neolítico en la Península Ibérica solo se presentaran dos comunicaciones referidas a sendos yacimientos de Castilla-La Mancha (Rojas y Villa, 1994: 509-518; Villa y Rojas, 1994: 707-714). En la provincia de Ciudad Real, tal y como hemos apuntado anteriormente hasta el descubrimiento de este yacimiento de Villamayor de Calatrava, las únicas noticias sobre dos posibles yacimientos de Alcázar de San Juan con restos pertenecientes al Neolítico las publicaba Deogracias Estavillo en 1950, apoyándose en varios fragmentos de vasijas de cerámica recogidas en superficie (Estavillo, 1950: 37-50). Atendiendo a esta publicación los dos yacimientos fueron incluidos en el Catálogo de Bibliografía Arqueológica de la Provincia de Ciudad Real, adscritos al período Neolítico (Caballero y otros, 1983: 23). Pocos años después, con motivo de la realización de la Carta Arqueológica de la provincia de Ciudad Real por parte de la Universidad de Castilla-La Mancha, a través del Departamento de Historia de Ciudad Real, se vuelven a prospectar esos dos yacimientos y como resultado se readscriben a la Edad del Bronce (García Huerta y otros, 1994: 29) con el correspondiente vacío total que quedó a partir de ese momento en el Neolítico de la provincia (García Huerta y otros, 1994: 33).

INTERPRETACIÓN ARQUEOLÓGICA Y ADSCRIPCIÓN CRONOLÓGICO-CULTURAL Son bastantes las preguntas que nos podemos hacer al analizar los resultados obtenidos de la excavación de esta tumba, pero, tal vez, entre esas cuestiones se encuentren, por ejemplo, el por qué se habilita un fosa con esa forma y esas dimensiones, o ¿por qué se coloca al inhumado en esa postura y a esa profundidad?, o ¿por qué no tiene ningún objeto específico colocado claramente como supuesto ajuar funerario y, sin embargo, está envuelto con tierra gris oscura, supuestamente, con abundante contenido de materia orgánica descompuesta, junto con diverso tipo de objetos, en su mayoría fragmentados, asociados a la vida cotidiana de esa época?. Entendemos que, teniendo en cuenta el tipo de utillaje con que contaban, se podría haber construido con mucho menor esfuerzo una fosa de planta rectangular y menor profundidad, haber colocado al individuo en decúbito supino y cubierto con las mismas tierras extraídas de la fosa o las de la superficie del entorno en vez de las, supuestamente, aportadas desde el poblado ubicado este a más de cien metros de distancia.

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No podemos dejar de expresar lo que nos sugiere esa imagen (foto 2) con los restos óseos de un individuo colocados dentro de una profunda fosa, en la misma posición que un feto en el seno del útero materno. En tal caso ¿podríamos hablar de que nos hallamos ante gentes cuyas creencias en el más allá incluyen el procurar el renacimiento de los muertos dándoles cobijo en el seno de la Madre Tierra?. Entendemos que se trataría de un tipo de creencias generalizable a la mayoría de las distintas culturas agrarias, tanto del Neolítico, como de las edades del Cobre y Bronce, con independencia de que en cada región expresen el ritual con unas características peculiares. En el caso de Villamayor es posible que se haya producido este tipo de enterramiento debido a la ausencia de cuevas o covachas en las inmediaciones del lugar de asentamiento de estas gentes, tal y como se da en el Neolítico de Cataluña (Bosch, 1994: 62 y 63), en la región valenciana (Martí y Juan, 1987: 36 y 37) o en Andalucía (Acosta, 1986: 144-147). Tampoco se debería pensar que este tipo de enterramientos en cueva es privativo de estas regiones mencionadas, ni que sea la única fórmula funeraria utilizada sino, más bien que ésta sea minoritaria frente a las necrópolis al aire libre con enterramientos como el de Villamayor. Decimos esto basándonos en lo que nos aportan elementos de la cultura material como son las piezas de cerámica descubiertas en el relleno de la tumba paralelizables con materiales del Neolítico Antiguo y Medio de regiones limítrofes con la Submeseta Sur, como la Submeseta Norte (Iglesias y otros, 1994: 721-734) y, sobre todo, Andalucía (Acosta, 1986: 138140; Asquerino, 1987: 80 y 81; Vicent y Muñoz, 1973: 72-80 y 109). Otros tipos de materiales más exóticos, como las cuentas de collar y la pequeña lúnula fabricadas en concha marina , también nos establecen paralelos con regiones limítrofes como Andalucía (Asquerino y López, 1981: 126) y Valencia (Asquerino, 1978: 141 y 144) al tiempo que nos hablan de un claro contacto cultural desde el interior de la Península con otras gentes de zonas costeras. Por su parte, los materiales de la industria lítica con una tipología más caracterizable, entre los que se encuentran el segmento, la hojita de dorso abatido y las laminitas de sílex, aunque su presencia está más generalizada entre la mayor parte de las culturas neolíticas peninsulares, igualmente está muy presente en los distintos yacimientos del Neolítico Antiguo y Medio de Andalucía Occidental (Acosta, 1986: 143).

CONCLUSIÓN Al observar el panorama de la carencia de restos arqueológicos relacionados con el Neolítico en la provincia de Ciudad Real, podría dar pie para pensar que el hallazgo de la tumba de Villamayor fue una auténtica casualidad y que, en el conjunto del territorio provincial, puede resultar un caso anecdótico. Desde nuestro punto de vista, después de haber prospectado el entorno inmediato de la tumba y de haber encontrado restos de un posible asentamiento, tal vez lo que resultara una casualidad fuera que la apertura de la zanja no afectara a más enterramientos. Sin duda, el descubrimiento de esta tumba forzó la prospección intensiva de ese lugar, con los consiguientes resultados positivos que ya hemos comentado 5

pero, después de esto, ¿dónde se han iniciado proyectos de investigación sobre el Neolítico?. Independientemente de los escasos recursos que hasta ahora se han dedicado a la prehistoria de Ciudad Real, observamos una abrumadora descompensación de excavación y prospección entre los múltiples proyectos, junto con tesis doctorales, tesinas, publicaciones, etc. que se vienen llevando a cabo sobre la Edad del Bronce, frente a los cero proyectos de investigación sobre el Neolítico. Teniendo en cuenta esta situación, a nadie debería extrañar que esta provincia parezca un desierto neolítico mientras se habla del Bronce Manchego o de la Cultura de Las Motillas. Algo parecido a lo que sucede con el Neolítico es lo que pasaba hasta hace pocos años con la Edad del Cobre que, tal y como hemos apuntado en el artículo de Huerta Plaza, gracias a varios trabajos arqueológicos en obras públicas y a algunos proyectos de investigación se está empezando a conocer un importante conjunto de yacimientos que vienen a explicar las relaciones existentes en esa época entre esta zona de la Submeseta Sur y las cuencas bajas de los ríos Guadiana y Guadalquivir. En el yacimiento de Villamayor todavía se pueden hacer importantes trabajos de investigación encaminados a conocer si existen más tumbas, de qué tipo y cuál sería la extensión de la necrópolis, además de los correspondientes estudios y análisis, tanto de las distintas muestras de las tierras que envolvían el esqueleto, como de los huesos humanos 2, de fauna, etc. Consideramos que la prospección intensiva de zonas relativamente llanas y próximas a fuentes y pequeños arroyuelos de escorrentía lenta podrían dar resultados positivos en la detección de nuevos yacimientos neolíticos.

En 1994 ya se realizó un primer estudio paleopatológico publicado en las actas del I Congreso del Neolítico en la Península Ibérica, si bien se puede profundizar en el mismo además de hacer otro tipo de análisis como C-14 y colágeno, encaminados a la obtención de fechas absolutas. 2

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