PROBLEMAS DE LA DEHESA: LA SECA DE LA ENCINA

PROBLEMAS DE LA DEHESA: LA SECA DE LA ENCINA 1.- INTRODUCCIÓN La palabra “dehesa” viene de la palabra latina “def fesa”, que era el nombre que se le d

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PROBLEMAS DE LA DEHESA: LA SECA DE LA ENCINA 1.- INTRODUCCIÓN La palabra “dehesa” viene de la palabra latina “def fesa”, que era el nombre que se le daba a una zona reservada para el pastoreo y sesteo del ganado doméstico, evitando que animales salvajes tuvieran acceso a ella, evitando que pasten en ella. Actualmente, podemos definir dehesa como un bosque aclarado y abierto de árboles del género quercus, con estrato inferior de matorrales y pastizales, destinada al mantenimiento del ganado, aprovechamiento de productos forestales (leña, corcho, picón....) y al aprovechamiento cinegético. Además, constituyen el hábitat de numerosas especies y comunidades amenazadas de flora y fauna y, es por ello, que la dehesa está incluida, como hábitat protegido, en la Directiva 92/43/EEC formando parte de la Red Natura 2000.

Las dehesas se han creado y mantenido gracias a la actividad humana que se ha desarrollado en ellas, favoreciendo conjuntamente producción y conservación. Desempeñan un importante papel económico, ecológico y social y son numerosos los aprovechamientos que se desarrollan dentro de este sistema, siendo el aprovechamiento ganadero el que cobra mayor importancia . El clima de las zonas en donde se desarrolla la dehesa, es de tipo mediterráneo, con veranos secos y calurosos y unos inviernos fríos. Las lluvias son muy irregulares, predominando en otoño y en ocasiones se producen periodos de sequía que pueden llegar a durar varios meses. Los suelos en los que se desarrollan suelen ser de carácter ácido, poco estructurados y pobres en nutrientes. Uno de los problemas actuales que tiene la dehesa el aumento progresivo de el deterioro y muerte de encinas y alcornoques que se está produciendo a lo largo de los últimos años, denominada seca o decaimiento de los quercus.

2.- SECA O DECAIMIENTO DE LAS ENCINAS Y ALCORNOQUES

Uno de los problemas es determinar qué es el decaimiento de las encinas, ya que se tiende a nombrar como tal a cualquier desviación del estado vegetativo normal de las encinas y alcornoques, independientemente de los agentes causantes como de los síntomas que presente el árbol. Se tiende a considerar como un único problema situaciones tan diferentes como las derivadas de los efectos negativos de la climatología, la actividad de plagas y enfermedades infecciosas o una gestión de la dehesa inadecuada (podas, descorches, desbroces, laboreo del suelo y, en las dehesas, realización de cultivos, la gestión de los pastos y el pastoreo). Algunos autores definen la “seca” como un grupo de procesos en los que intervienen, conjuntamente o por separado, distintos elementos abióticos (temperatura, humedad, ph...) y bióticos (insectos, hongos....) y antrópicos (provocados por el hombre), que provocan en los árboles una pérdida de vigor (decaimiento), defoliación (caída de hojas) y cómo consecuencia final, la muerte del árbol. No parece razonable, en el estado actual de conocimiento del problema, admitir un término como el de Seca que englobe a cualquier factor que actúe deteriorando el arbolado; desde una sequía hasta el ataque de insectos defoliadores o un verdadero decaimiento forestal. Se deben diferenciar las situaciones en que el estado sanitario del arbolado se asocia a la presencia de una enfermedad o plaga, frente a otras propias de un decaimiento forestal complejo, entendido éste como una enfermedad de etiología compleja, con múltiples factores intercambiables en el tiempo y el espacio. Es importante recordar que una plaga o enfermedad siempre va a depender de la existencia de condiciones ambientales favorables, presentes en todo proceso de decaimiento. 3.- TIPOS DE MUERTES Las muertes de las encinas y alcornoques se pueden producir de dos formas diferentes atendiendo al criterio temporal, pueden morir de una manera súbita, en la que el árbol muere en menos de dos meses, produciéndose sobre todo en primavera o en verano y en cualquier tipología de árbol en cuanto a edad y estado sanitario del mismo. Además, no están asociadas a ningún tipo de ambiente, manejo o características morfológicas del árbol. El otro tipo de muertes se produce de una manera paulatina y gradual, con una duración de unos dos o cuatro años, en árboles aislados o agrupados. En éste tipo de muertes, suelen estar asociados ciertos fenómenos que producen una aceleración del proceso, debido a la presencia de hongos, líquenes, chancros o el ataque de insectos defoliadores. Junto a estas muertes súbitas y paulatinas, se producen algunos sucesos y fenómenos relacionados con la meteorología, patógenos o prácticas selvícolas inadecuadas, que también provocan el decaimiento de los árboles que finalmente tienen como consecuencia la muerte del árbol, pero que

no suele ocurrir hasta pasados unos diez años, cuando insectos perforadores, hongos y líquenes hacen que el árbol pierda vigor y acabe muriendo. Ésto ha provocado que exista mucha confusión con la enfermedad de la “seca” o decaimiento de las encinas y alcornoques. Entre las confusiones más abundantes suelen estar aquellas muertes producidas por debilitamientos producidos tras la saca del corcho, podas inadecuadas, defoliaciones por efecto de la sequía, ataque de insectos defoliadores, de escarabajos cerabícidos (perforadores), pastoreo intensivo, desbroces masivos y profundos y encharcamientos en zonas próximas a balsas ganaderas o llanuras de inundación de ríos. 4.- SÍNTOMAS DE LOS ÁRBOLES Los síntomas que podemos observar en los árboles son de distinta índole, van desde los más evidentes y aparentes hasta los microscópicos y de tipos fisiológico que pasan más desapercibidos a simple vista.

Hojas “atabacadas” de le encina enferma

Uno de los síntomas más evidentes que podemos observar es la pérdida de vigor del árbol, asociada a pérdida de color de la hoja, que pasa del verde azulado al verde grisáceo, entrenudos de las hojas más cortos y crecimientos periódicos mínimos. Otros síntomas observables fácilmente son la aparición de grietas en las ramas en los periodos de mayor actividad vegetativa (grietas que son aprovechadas por organismos patógenos) y la producción de rebrotes en las raíces aéreas y base del tronco parcialmente muertos, seguramente favorecidos por un sistema radicular que no tiene que nutrir a la copa del árbol, desaparecida con anterioridad (aunque esos rebrotes no se suelen consolidarse y mueren). En los árboles que están sufriendo la seca, también podemos observar al corte de su tronco con una motosierra zonas necrosadas de color negro que no se corresponden con el duramen del árbol sino con zonas que se han muerto como consecuencia de un hongo. Curiosamente, la producción de bellotas durante el primer año de afección se incrementa, seguramente el árbol enfermo destina parte de sus recursos acumulados en la producción de semillas para la formación de nuevos individuos.

Entre los síntomas menos evidentes podemos destacar la necrosis radicular producida por el hongo fitoftora (Phytophthora cinnamomi) presente en focos de seca entre un 30% y un 80% de los casos, que afecta a las raíces más finas del árbol, lo que provoca que tenga problemas de abastecimiento. Todos los síntomas descritos anteriormente, se producen mientras el árbol está vivo, sin embargo, cuando éste muere, pierde mucha información que nos podría orientar sobre las causas que han producido su decaimiento y muerte. Sin embargo, sí que se puede saber si la muerte del árbol ha sido súbita o paulatina, ya que los arboles que han muerto de una manera paulatina presentan la corteza firme al leño y sin grietas profundas en las ramas, además suelen estar provistos de líquenes y muy defoliados. Sin embargo, los árboles que mueren de una manera súbita, no se han defoliado en abundancia, las hojas que le quedan tienen unas coloraciones “atabacadas” y presentan grandes grietas en las ramas y/o en el tronco. 5.- ENFERMEDADES ASOCIADAS A LA SECA DE LAS ENCINAS Y ALCORNOQUES 5.1.- Podredumbre radical provocada por la Phytophthora cinnamomi Phytophthora cinnamomi es uno de los hongos patógenos de plantas leñosas más destructivos del mundo. Causa la muerte masiva de las raíces absorbentes, reduciendo la capacidad del árbol para absorber agua y nutrientes y ocasionando síntomas foliares parecidos a los de la sequía. En ocasiones, los árboles infectados se colapsan repentinamente (síndrome de muerte súbita o apoplejía), aunque en otros casos sobreviven durante varios años (síndrome de muerte lenta)

5.2.- Chancros causados por Botryosphaeria Botryosphaeria corticola Phillips es un hongo ascomiceto causante de chancros. Se ha descrito como el principal agente fúngico asociado al decaimiento de Quercus en Italia, Marruecos y nordeste español. Los chancros, si se localizan en las ramillas, provocan síntomas foliares tales como amarillez, “empardecimiento” y marchitez. Estas lesiones aparecen como zonas alargadas necróticas, que se hacen más visibles al retirar la corteza externa. 5.3.- Chancro carbonoso provocado por Biscogniauxia mediterranea (De Not.) Kuntze ( Hypoxylon mediterraneum) El chancro carbonoso, causado por Biscogniauxia mediterranea ( Hypoxylon mediterraneum), es

una enfermedad ampliamente distribuida en toda la cuenca mediterránea. El síntoma característico es la aparición de placas carbonosas visibles a través de grietas de la corteza. Las placas aparecen en ramas y zonas muertas del tronco y en leñas. La infección, tradicionalmente, se ha asociado a la presencia de heridas de poda y descorche. Sin embargo, en la actualidad, se considera a este hongo como un endofito habitual en Quercus.

Se atribuye a B. mediterranea la capacidad de degradar el leño y producir la rotura de la rama afectada. En la actualidad se considera que, si bien el estroma de B. mediterranea puede encontrarse sobre madera en descomposición, cuando el leño no ha sufrido aún los procesos de degradación de hongos de podredumbre, permanece inalterado aún después de la formación del carbón . 5.4.- Insectos xilófagos asociados a la seca de encinas y alcornoques Los cerambícidos xilófagos son perforadores de gran tamaño que disminuyen la resistencia estructural del árbol al horadar galerías en troncos y ramas principales. Su implicación en la transmisión de enfermedades al actuar como vectores parece completamente descartada. Las especies de cerambícidos xilófagos más comunes en las dehesas son Cerambyx cerdo L. (especie protegida por diversas figuras normativas) y Cerambyx welensii, lo que ocurre es que diferenciar entre estas dos especies genera problemas porque la mayoría de caracteres son susceptibles de interpretación subjetiva, este error de identificación ha generado muchos problemas a la hora de controlar las plagas por fumigación debido a la protección del Cerambyx cerdo. A esta confusión contribuye, además, una gran variabilidad morfológica . La presencia de éstos insectos en los árboles ha sido relacionada con la degeneración y la decrepitud de los mismos, atacando siempre a los árboles más viejos y enfermos y produciendo un mayor nivel de daño, aunque no se descarta la posibilidad de que ataquen (sobre todo Cerambyx welensii) a árboles jóvenes y a priori sanos.

La actividad de estos insectos es fundamental para el mantenimiento del equilibrio natural del ecosistema. Su control únicamente deberá llevarse a cabo en el caso de que su población supere un cierto umbral de daño. Además, cualquier iniciativa debe partir de la corfirmación de la presencia o ausencia del Cerambyx cerdo, especie protegida por el Convenio de Berna, en las zonas con infestación por cerambícidos. La manera en que los hospedadores determinan el árbol que van a colonizar y que sea óptimo para su reproducción es debido a los estímulos olfativos que producen los árboles debido a los componentes volátiles que generan (terpenos), lo que puede ser utilizado en el futuro para controlar las plagas si se llegan a identificar los compuestos volátiles que actúan como repelentes o atrayentes de los cerambícidos para realizar un control de plagas. Como medidas encaminadas a reducir la población de estos insectos deben ser prácticas frecuentes la retirada de leñas y árboles caídos. Controlar las prácticas silvícolas, ya que las heridas en tronco y ramas principales, producidas por podas o aperos, cuando no se tratan adecuadamente, facilitan la puesta de huevos. El descorche de árboles debilitados puede perjudicar su estado vegetativo, predisponiéndolos a una eventual colonización por estos insectos. 6.- SOLUCIONES AL PROBLEMA DE LA SECA La solución al problema de la seca de la encina y del alcornoque es difícil de encontrar. Normalmente, en el contexto de sanidad vegetal, se tratan de encontrar soluciones generales que permitan una solución rápida, pero en el caso de la seca, no se ha definido una solución generalizada que solucione el problema. Existen aplicaciones particulares con un coste muchas veces excesivo y que no genera resultados concluyentes en las zonas donde una gran parte de los árboles están afectados. Las soluciones que se han utilizado en algunas zonas con cierto éxito son las siguientes: – Aplicación de fosfanatos: se trata de recuperar el árbol con vigorizantes, aunque en ocasiones no se ha detectado una vigorización del árbol y en las zonas dónde se ha observado una recuperación del árbol, no se ha producido de una manera total. – Técnicas tradicionales silvícolas: roturaciones, podas y desbroces, que han servido para aumentar el vigor de los árboles, aunque no han sido unos resultado muy concluyentes ni extrapolables a la totalidad de árboles afectados. – Saneamiento de los suelos: en algunas zonas se han utilizado técnicas de saneamiento de los cinco primeros centímetros de suelo, con el objetivo de eliminar o reducir al máximo los hongos patógenos que afectan a los árboles. – Modificación del ph del suelo: se intenta controlar la cantidad de organismos patógenos que afectan a la masa arbórea modificando uno de los factores limitantes como es el ph. Por último, otra solución que se ha probado con éxito es la replantación de los árboles que han muerto como consecuencia de la seca. Se ha comprobado que con repoblaciones con plántulas micorrizadas es prácticamente del 100%. Evidentemente, esta técnica sólo permite la restauración del arbolado y no la solución a los árboles afectados por la seca. La solución general es difícil de encontrar, hay que realizar planes de gestión sanitaria forestal, fomentar la investigación, mejorar la difusión de resultados sobre todos los conocimientos adquiridos y una mejora en la gestión del manejo del arbolado. Todo tiene que ir encaminado para evitar la pérdida de masa forestal que afecta sobre todo a la zona sur de la Península Ibérica, en zonas con explotaciones ganaderas extensivas.

BIBLIOGRAFÍA Doncel, E. y Balbuena, E. “La dehesa en el suroeste de la Península Ibérica: Origen y manejo”. REVISTA FORESTA Nº 27 2004, 32 pp. Cardillo, E. y Acedo, A. “Fitoftora: la pudrición de raíces que seca alcornoques y encinas”. Instituto del Corcho, la Madera y el Carbón Vegetal Consejería de Economía, Comercio e Innovación . Junta de Extremadura . Mérida 2009. Carrasco, A. y cols. 2009. Procesos de Decaimiento Forestal (la Seca), Situación del Conocimiento. Consejería de Medio Ambiente, Junta de Andalucía, 112 pp. Córdoba. Vázquez Pardo, Francisco M. El decaimiento y muerte del arbolado de la dehesa: aspectos sobre su sintomatología, dimensión y problemática . REVISTA FORESTA Nº 27 2004, 177 pp. Fernández Cancio, A. y cols. “La Seca en las especies mediterráneas del género Quercus L”. Consejería de Medio Ambiente. Junta de Extremadura. Badajoz 2001.

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