PROGRAMA ARQUEOLÓGICO SAN JOSÉ DE MORO TEMPORADA 2007

PROGRAMA ARQUEOLÓGICO SAN JOSÉ DE MORO TEMPORADA 2007 Pontificia Universidad Católica del Perú Luis Jaime Castillo Butters, Director PROGRAMA ARQU

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PROGRAMA ARQUEOLÓGICO SAN JOSÉ DE MORO TEMPORADA 2007

Pontificia Universidad Católica del Perú

Luis Jaime Castillo Butters, Director

PROGRAMA ARQUEOLÓGICO SAN JOSÉ DE MORO

DIRECTOR:

AGRADECIMIENTOS

Luis Jaime Castillo Butters Pontificia Universidad Católica del EQUIPO DE INVESTIGACIÓN:

Perú

Julio Rucabado Yong Carlos E. Rengifo Chunga Gabriel Prieto Burméster

Dirección Académica de Investigación de la PUCP

Karim Ruiz Rosell Ana Cecilia Mauricio Llonto Agnès Rohfritsch

Dirección de Relaciones Internacionales y Cooperación de la PUCP

Carole Fraresso Solsiré Cusicanqui Marsano

Fundación Backus

Luis Muro Ynoñán Patronato Huacas del Valle de Moche ILUSTRACIÓN Y FOTOGRAFÍA: Archivo Gráfico del Programa Arqueológico San José de Moro

EDITORES: Luis Jaime Castillo Butters Carlos E. Rengifo Chunga

DISEÑO Y DIAGRAMACIÓN Carlos E. Rengifo Chunga Carmen Javier

Proyecto Arqueológico Huacas del Sol y de la Luna

University of California, Los Angeles

Copyright ©2008 Programa Arqueológico San José de Moro, Pontificia Universidad Católica del Perú. Av. Universitaria 1801, San Miguel. Apartado 1761, Lima, Perú. Telf.: 626-2000, Anexo 4501 e-mail: [email protected] [email protected] Todos los derechos reservados Prohibida la reproducción parcial o total de las características gráficas de este libro. Ningún Párrafo o imagen contenidos en esta edición puede ser reproducido, copiado o transmitido sin autorización expresa del Programa Arqueológico San José de Moro. Cualquier acto ilícito cometido contra los derechos de propiedad intelectual que corresponden a esta publicación será denunciado de acuerdo al D.L. 822 (Ley sobre el derecho de Autor) y con las leyes que protegen internacionalmente la propiedad intelectual.

Programa Arqueológico San José de Moro, Temporada 2007

CONTENIDO

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Prefacio Luis Jaime Castillo Butters

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Secuencia ocupacional en el Área 35 durante la temporada de investigaciones 2007 O. Gabriel Prieto y Solsiré Cusicanqui

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Excavaciones en el Área 38. Tumbas Mochica Medio Karim Ruiz, Julio Rucabado y Roxana Barrazueta

66

La última Sacerdotisa Mochica de San José de Moro. Excavaciones en el Área 42 Ana Cecilia Mauricio y Jessica Castro

118

Excavaciones en las Áreas 28, 33, 34, 40 y 43. La ocupación Mochica en el sector norte de SJM Carlos E. Rengifo, Daniela Zevallos y Luis Muro

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Estudio de la cerámica Cajamarca Tardía y de la cerámica de estilos Huari del Área 35. San José de Moro, valle de Jequetepeque O. Gabriel Prieto, Solsiré Cusicanqui y Francesca Fernandini 5

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Anexos

Programa Arqueológico San José de Moro, Temporada 2007

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Programa Arqueológico San José de Moro, Temporada 2007

Prefacio La temporada de excavaciones 2007 en San José de Moro nos ha brindado importantes resultados, tanto a nivel de hallazgos arqueológicos como de formación de estudiantes, hechos que serán recordados de manera especial por quienes participamos directamente de estos estudios que hoy compartimos con ustedes. Como desde hace algunos años no ocurría, este año nos retomamos las excavaciones de contextos del periodo Mochica en las unidades que ya veníamos trabajando desde hace 3 años y al mismo tiempo decidimos abrir una nueva unidad, la cual nos puso frente a una nueva Sacerdotisa, cosa que no ocurría desde 1992. Por otra parte, el programa ha crecido en número de investigadores y en número de alumnos en formación, tanto pre graduados como candidatos doctorales, hecho que nos compromete aun más con este objetivo. Desde hace 4 temporadas hemos puesto en práctica el exponer el proceso y los resultados parciales y finales de nuestra investigación, puesto que estamos convencidos de la necesidad de compartir y conocimiento con colegas y gente relacionada con nuestra disciplina con el fin de enriquecer la discusión, y por supuesto también con el público en general que siempre está interesado en conocer sobre su pasado. En la presente edición, presentamos los trabajos y resultados preliminares de las excavaciones realizadas en 4 unidades durante la temporada 2007 en San José de Moro, así como avances de los análisis que se realizan sobre materiales obtenidos en temporadas pasadas que buscan aportar al conocimiento de nuestra historia.

Luis Jaime Castillo Butters I. Tumba M-U1525. Máscara de metal que formaba parte de uno de los ataudes hallados en la cámara funeraria. Mochica Tardío.

Director, Programa Arqueológico San José de Moro

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Programa Arqueológico San José de Moro, Temporada 2007

Secuencia ocupacional en el Área 35 durante la temporada de investigaciones 2007

O. Gabriel Prieto Burméster Solsiré Cusicanqui Marsano

El 2007 se lograron excavar 4 capas ocupacionales correspondientes a los periodos Lambayeque Temprano, Transicional Tardío, Transicional Temprano y Mochica Tardío C. En este proceso, se terminó de excavar un conjunto arquitectónico del periodo Lambayeque descubierto durante la temporada de investigaciones 2006, el cual funcionó como una residencia de elite (Prieto y Pastor 2007). De esta manera se tenía por primera vez en San José de Moro (SJM) un contexto arqueológico que indicaba ocupación residencial permanente en el sitio. Al asociar las capas ocupacionales Lambayeque de la zona norte del sitio con la residencia mencionada, pudimos determinar que ambas superficies ocupacionales fueron contemporáneas. Este hecho nos está permitiendo manejar una serie de hipótesis en torno a la naturaleza de la ocupación Lambayeque en SJM. San José de Moro fue un cementerio de las elites locales desde el periodo Mochica Medio (400-600 d.C.) hasta el periodo Transicional Tardío (950-1000 d.C.). Un hecho particular es que la mayoría de las tumbas más ricas excavadas hasta la fecha, fueron de individuos femeninos, como la famosa Sacerdotisa de San José de Moro (Donnan y Castillo 1994). Sin embargo, para el periodo Lambayeque parecería que su importancia como centro ceremonial y como lugar de enterramiento II. Área 35. Vista de la Capa 19.

para individuos de clases sociales altas decae significativamente. Esto quiere decir que su importancia y poder como centro ceremonial se vió disminuido. No obstante, como veremos mas adelante

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su prestigio pareció mantenerse incorrupto. Así, encontramos que las tumbas del periodo Lambayeque reflejan la presencia de individuos pertenecientes a las clases bajas y a una clase media o media alta, pero jamás a los individuos enterrados en las tumbas de Batán Grande (Shimada 1995), Íllimo (Martínez ms) (en la región de Lambayeque) o Huaca La Mesa en el valle de Jequetepeque (Donnan y Cock 1997). Una característica de los entierros Lambayeque es que de los 60 contextos funerarios excavados las dos tumbas más ricas pertenecieron a individuos femeninos. Esto último señala entonces una continuidad con la tradición de enterrar mujeres poderosas en SJM desde el periodo Mochica Medio (ver Ruiz et al., en este volumen) hasta el periodo Intermedio Tardío. En los últimos años uno de los objetivos principales del Proyecto Arqueológico San José de Moro (PASJM) ha sido estudiar el periodo «Transicional» (Rucabado y Castillo 2003), el cual ha sido identificado como un momento estratigráficamente definido en el que las sociedades locales del valle de Jequetepeque interactuaron con grupos foráneos (o con los artefactos producidos por ellos) provenientes de la selva norte, sierra sur y norte y de la costa central. Este conjunto de interacciones propició un estilo cerámico propio y definido (Castillo y Rengifo 1997) donde la constante fue la hibridación de temas y estilos decorativos, aspectos formales y tecnológicos. Se trata del puente que unió al periodo Mochica Tardío y al periodo Lambayeque. Así para el caso de la región de Lambayeque el momento ocupacional denominado por Shimada «Sicán Temprano» (Shimada 1990) comparte elementos estilísticos muy similares a los registrados para el periodo Transicional de San José de Moro, los cuales están cubiertos por estructuras, tumbas y superficies ocupacionales Lambayeque. Es probable entonces que el Sicán Temprano de Batán Grande y el Transicional 10

de SJM sean contemporáneos y hasta se trate de la misma concepción social, religiosa e ideológica durante el lapso de tiempo que va entre el 850-950 d.C. Probablemente el periodo Transicional sea geográficamente mas amplio de lo que habíamos supuesto en un comienzo, extendiéndose por el norte hasta el valle de la Leche (Batán Grande) y por el sur hasta el sitio del Brujo en el valle de

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Chicama1. Esto quiere decir que existió un espacio de tiempo previo entre los extremos MocheLambayeque de amplia difusión en la zona ocupada por los actuales valles de La Leche y Chicama, los cuales compartieron una ideología común que permitió hasta cierto punto la cohesión, control y orden social. Bajo esta perspectiva creemos que existen dos escalas de preguntas por resolver: ¿se trata de una deriva cultural?, ¿se trata de un origen común y simultáneo producto de lo antes mencionado?, ¿o hubo un origen y por lo tanto un centro de difusión?, por otro lado cabe preguntarse: ¿en qué momento los pobladores transicionales (Sicán Temprano) del valle de la Leche dan el gran salto y se convierten en el estado expansivo político y religioso de Lambayeque?, ¿los Transicionales del valle de Jequetepeque estaban en ese proceso?, ¿hubo enfrentamientos bélicos entre ambos grupos por un dominio absoluto?, ¿hubo negociación e intereses «estatales» por controlar el Jequetepeque? Si bien es cierto el conjunto de datos que presentaremos a continuación no resolverá al seleccionar la pregunta mas acertada y por ende la respuesta mas próxima a la realidad, al menos nos permitirá acercarnos al momento en que los Lambayeque incursionan en la zona norte del valle de Jequetepeque y al conjunto de estrategias adoptadas para ejercer, controlar y detentar el poder en esa zona. Finalmente, el periodo Mochica constituye uno de los periodos más conspicuos y más representativos en el sitio de SJM. De esta manera, durante la temporada de excavaciones 2007 registramos la primera capa ocupacional Mochica Tardío del Área 35 la cual mostró suficientes elementos asociados para identificarla como la «Capa de Fiestas» (Castillo 2001), un momento ocupacional definido así por la gran cantidad de ollas, cántaros y paicas para producir chicha que fueron abandonadas o enterradas intencionalmente a lo largo de su etapa de uso. Castillo (2001, 2002) propone que se trata de la evidencia material de los festines rituales que acompañaban los funerales de los miembros de la elite y de las fiestas anuales que se celebraban para enterrar a los pobladores comunes durante el periodo Mochica Tardío. Nuestras excavaciones han confirmado la

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presencia de estas superficies ocupacionales en la zona sur del sitio así como su horizontalidad en todo SJM. Uno de los contextos funerarios resgistrados (M-U1522) nos ha permitido identificar que la superficie en cuestión podría tratarse del Mochica Tardío C (Castillo 2002). Futuras excavaciones en este sector podrán confirmar la secuencia propuesta por Castillo (2002) para ese lapso de la historia Mochica. A continuación presentaremos un resumen de los contextos registrados en las capas excavadas el 2007 con el objetivo de entender en conjunto la sucesión ocupacional en el Área 35 de SJM. El lector podrá advertir que la presentación de la secuencia de las superficies ocupacionales excavadas es inversa al proceso de las excavaciones: empezaremos por la más antigua (Mochica Tardío C) para concluir con la ocupación Lambayeque Temprano. Celebrando con los Ancestros: La Capa 19 Sobre una superficie conformada por rellenos de tierra suelta mezclada con basura (fragmentos de vasijas domésticas, huesos de animales, restos orgánicos, etc.) se establecieron pequeños centros para la preparación-almacenamiento-consumo/expendio de chicha (Fig. 01). Estos conjuntos estuvieron delimitados por empalizadas o «ramadas»2 dentro de las cuales se colocaron paicas, ollas de diversos tamaños y cántaros con diseños antropomorfos y zoomorfos (Fig. 02). Cerca de las empalizadas se registraron fogones de tamaño y forma irregular (Fig. 03). En ellos se preparó no solo chicha, sino también alimentos para se consumidos en festividades rituales asociadas al culto de los ancestros (Castillo 2001, 2003). Esto se puede advertir por la gran cantidad de 12

huesos quemados y con huellas de cortes de camélidos, roedores (cuyes) y pescados. Adicionalmente aparecen quemas superficiales y hoyos pequeños rellenos de ceniza y con evidencia de haber funcionado por un corto espacio de tiempo3 (Fig. 04). Un hecho peculiar es que por lo general estos hoyos con quemas presentaron evidencia de haber estado protegidos por corta vien-

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tos hechos con materiales perecederos. Asimismo, cabe destacar que se hallan cerca de los contextos funerarios (Fig. 05). Por ello, creemos que los contextos aludidos no cumplieron el rol de fogones, sino pudieron haber tenido otra función. Nuestras investigaciones etnográficas en el pueblo de Huanchaco4 nos han permitido identificar una peculiar práctica ceremonial que se realiza el día de los muertos en el mes de noviembre (Prieto ms). Desde tempranas horas de la mañana mujeres adultas acuden a los cementerios, se ubican junto a las tumbas de sus parientes y sitúan un cortaviento de totora en forma semicircular en la cabecera, a los pies o al costado de la tumba. Finalmente colocan velas encendidas dentro del paraviento. A este acto se le denomina «Velar a los muertos» y se prolonga hasta el ocaso (Fig. 06). Esta tradición definida por los pobladores costeños como originaria y característica de las poblaciones no serranas, se diferencian de estas últimas por no ofrendar bebidas, alimentos y acompañar con música el día de la festividad. Un aspecto interesante es que el acto de «Velar a los Muertos» deja al término de su ejecución concentraciones de quemas alrededor de las tumbas. A finales del siglo XIX, Brünning documentó en el cementerio de Puerto Éten la misma práctica (Fig. 07) por lo que es factible que haya tenido amplia difusión en la costa norte (Schaedel 1989). Así es probable que las pequeñas quemas observadas cerca de las tumbas Mochica Tardío C de la Capa 19 sean el resultado de prácticas ceremoniales para conmemorar la memoria de los fallecidos. En el sector suroeste del área se registraron dos contextos funerarios, uno de ellos con claras asociaciones Mochica Tardío C (Fig. 08). Una característica de ambos contextos es que presentaron «marcadores» los cuales fueron cántaros antropomorfos u ollas de cerámica ubicados cerca de la cabecera de las tumbas (Fig. 09). Castillo (2001, 2003) ha reconocido un conjunto de vasijas diagnósticas para el periodo Mochica Tardío. Una de ellas es el popular cántaro con gollete antropomorfo tipo «Rey Asiria». Cerca de la tumba M-U1522 se registró como marcador uno de estos cántaros junto con una olla de cuello carenado alto. Según la propuesta de Castillo (2001) los cántaros cara gollete «Rey Asiria» son exclusivos del periodo Mochica Tardío B, no obstante el

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ejemplar registrado presenta rasgos que no son comunes. Es probable entonces que este tipo de cántaros haya continuado en uso durante el periodo Mochica Tardío C pero con ligeras variaciones estilísticas en la forma del rostro del personaje (Fig. 10). En este sector también se registraron paicas con anillos de adobes sobre sus bordes, lo cual indica la intención de seguir utilizando dichos contenedores durante un espacio prolongado de tiempo (Fig. 11). En el sector sureste se concentraron huellas de quema y en los rellenos se registró una cantidad considerable de huesos de camélidos, pescados y cuyes. Al norte de este sector, destacó la presencia de 3 paicas colocadas en forma invertida. Es interesante que en el Área 42 Mauricio (ms) haya documentado el mismo tipo de vasija y con la misma disposición, marcando una sincronía entre ambas superficies ocupacionales reconocidas como Mochica Tardío C. Al realizar los trabajos de limpieza pudimos advertir que se encontraban rellenas de carbón vegetal y ceniza. Al parecer se abandonaron y se hizo algún tipo de ofrenda al momento de su entierro. Finalmente en el sector noroeste se registraron restos de muros de adobes y pisos arquitectónicos de barro. La gran cantidad de paicas que según nuestros cálculos tuvieron un promedio de almacenaje de 100 litros de chicha cada una, excede el total de personas que pudieron haber estado consumiendo dicha bebida en un área de 450 metros cuadrados. Coincidimos entonces con Castillo (2000, 2001, 2003) que los eventos funerarios Mochica Tardío en SJM debieron ser masivos, generando una alta demanda de bebidas y alimentos. La ausencia de pisos de barro en las superficies ocupacionales es un indicador de la alta frecuencia de tránsito por esa zona. No cabe duda entonces que la «Capa de Fiesta» es un horizonte en todo SJM y que en el futuro deberá estudiarse por sectores y subsectores para comprender su dinámica interna y su relación con los clusters de 14

tumbas del periodo Mochica Tardío.

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Se acaban las grandes fiestas, evidencia del abandono de las prácticas festivas: La Capa 18 Si en la Capa 19 tuvimos numerosos contextos funerarios relacionados a la preparación, expendio y consumo de bebidas y alimentos, en la Capa 18 no se registró prácticamente nada (Fig. 12). La superficie ocupacional estuvo conformada por un apisonado de tierra semi compacta mezclada con basura orgánica y restos de fragmentos de cerámica. En algunos sectores se identificaron concentraciones de quemas circulares. Varios sectores del área estuvieron cubiertos por delgadas capas de tierra marrón mezclada con pajillas y semillas. La composición de estas superficies fue muy similar a las que se forman debajo de los árboles locales, como el Algarrobo, Espino, Lúcumo y/o Vichayo. Es probable que durante este periodo de abandono y cese de actividades, SJM se haya cubierto parcialmente de vegetación. Fotografías aéreas del sitio tomadas por la Mision Shippie-Johnson y utilizadas por Paul Kosok (1965) muestran que SJM antes de la presencia del asentamiento humano actual estuvo parcialmente cubierto de vegetación durante la primera mitad del siglo XX. Es muy posible entonces que al no realizarse actividades en este sector, se haya cubierto parcialmente de arbustos, generando las capas de tierra orgánica registrada. Castillo (2003) indica que en la zona central y norte de SJM se registraron superficies ocupacionales muy similares, proponiendo que durante finales del periodo Mochica Tardío e inicios del Transicional Temprano, SJM estuvo cubierto de vegetación endémica. ¿Qué sucedió para que ocurra tal abandono? Tras el colapso político e ideológico de las elites Mochicas que regentaban sectores del valle, se produjo un cese en las actividades rituales en SJM, especialmente las ceremonias vinculadas al culto a los muertos y a los ancestros que implicaban el consumo de bebidas y alimentos. Las investigaciones realizadas por el PASJM indican que las actividades se concentraron en la zona norte del sitio, donde se construyeron cercaduras con muros de adobes dentro de las cuales se estuvieron enterrando a las autoridades y a los personajes más representativos de la sociedad durante el periodo

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Transicional Temprano y Tardío. Bajo nuestra perspectiva, el hecho de realizar dichas ceremonias funerarias al interior de las cercaduras, provocó el desuso de la tradición de venir poblaciones enteras a SJM a celebrar con bebidas y alimentos los entierros de las autoridades y personajes considerados semi divinos. Esto se debió probablemente a que las prácticas de la elite se volvieron más privadas. Así, ya no se convocó de manera pública a los entierros de personajes importantes, debido probablemente a la falta de recursos para subsidiar y mantener dichas celebraciones, que según Castillo (2003) durante el periodo Mochica Tardío debieron prolongarse varias semanas. Este hecho marcó el fin de dichas ceremonias y por ende el súbito abandono de los espacios que por años habían servido para recepcionar grupos de chicheros, cocineros, músicos y poblaciones enteras que se reunían para establecer redes de contacto, intercambiar productos, realizar alianzas estratégicas y hasta para crean nuevas familias (Castillo 2001, ms, Castillo et al ms). De esta manera, el espacio fue paulatinamente cubriéndose de vegetación, generando las superficies que ahora describimos. No obstante, al interior de las cercaduras, un reducido grupo siguió celebrando a una escala muy reducida los festines y libaciones asociadas a los entierros de personajes importantes. Esto último se puede observar en los objetos registrados en los rellenos al interior de las cercaduras. Un hecho particular es que destaca la ausencia de paicas, cántaros y ollas, por lo que se asume que la chicha venía ya preparada en cántaros que luego se volvían a llevar o que se rompían durante las celebraciones. Otra diferencia sustancial con el periodo Mochica es que se registraron gran cantidad de vasos y keros de cerámica, lo cual afirma el consumo de bebidas pero influenciada por las prácticas de las sociedades de la sierra central y sur (Fig. 13). Un descubrimiento significativo fue el registro de un conjunto de fragmentos de cerámica de estilos Huari, imitaciones locales y hasta un 16

probable estilo local derivado de las múltiples mezclas estilísticas que caracterizan al periodo Transicional Temprano (Fig. 14) (Prieto et al en este volumen).

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Se construye un Conjunto Arquitectónico durante el Transicional Tardío: La Capa 17B A diferencia del periodo Transicional Temprano, durante el Transicional Tardío parece que se da una explosión arquitectónica en la zona norte de SJM ligada a las prácticas funerarias al interior de las cercaduras, que según Rucabado (ms) se alineaban con la Huaca Chodoff, un montículo arquitectónico en el que se pudieron estar desarrollando prácticas rituales. Castillo y Rengifo (2007) proponen que al interior de las cercaduras se estuvieron construyendo subdivisiones, ambientes, corredores y pequeños patios ligados a zonas específicas en las que se construyeron cámaras funerarias semi subterráneas simples y múltiples, éstas últimas a manera de mausoleos. Al parecer la zona sur del sitio no fue ajena a dicho horizonte arquitectónico y se decide construir un conjunto arquitectónico donde destaca la presencia de espacios arquitectónicos amplios en la zona central y más pequeños hacia la zona centro este (Fig. 15). Sin embargo no se utilizó como espacio funerario. Así se trae un relleno de tierra compacta en la que estuvo mezclado materiales provenientes de la zona norte. Sobre esta superficie se construyeron muros con adobes de barro utilizando la técnica de «cabeza» para los muros ejes y de «soga» para los muros separadores de los ambientes. Los pisos se hicieron también de barro fino. La presencia de algunas banquetas y de hoyos para postes indican que el espacio sirvió para actividades de reposo. No obstante, no hemos registrado un fogón que indique preparación de alimentos y por ende una residencia constante y permanente. Es probable que haya servido como una estructura destinada a administrar las actividades funerarias realizadas en la cercadura de la zona norte. Esto último podría confirmarse por la presencia de un acceso que lo comunicaba directamente con el sector norte del sitio (Fig. 16). Presenta buenos acabados y se ha podido determinar que se estuvo produciendo textiles a partir de varios implementos hechos de madera abandonados sobre los pisos (Fig. 17). Asimismo, destaca una gran cantidad de platos de estilos Cajamarca Cursivo Floral y Satelital con evidencia de haber sido utilizados para consumir alimentos y para quemar sustancias inflamables (ver Prieto et al en este

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volumen). La presencia de esta estructura y las estructuras arquitectónicas de la zona norte indican que hubo una reorganización durante el periodo Transicional Tardío y que se tuvo la intención de formalizar ciertos aspectos rituales relacionados al culto a los muertos y al ejercicio de ceremonias ligadas al ejercicio del poder. Sin embargo en el valle de Lambayeque un grupo se hacía cada vez mas poderoso y tenía intenciones de adueñarse de las fértiles tierras de la zona norte del valle de Jequetepeque y porque no, de todo el valle. Una Remodelación Necesaria, los Lambayeque han llegado: La Capa 17A Antes del 975 d.C.5 SJM ya había sido asimilado por el estado expansivo Lambayeque y muchas prácticas funerarias habían cambiado. La tradición de utilizar tumbas de cámara subterráneas y/o semisubterráneas, había desaparecido por completo al igual que el uso de muchas piezas importadas o llegadas vía Cajamarca de la costa central y sierra sur. Al parecer los Lambayeque habían desacralizado muchos de los mausoleos Transicionales Tardíos (Castillo y Rucabado 2003; Castillo y Rengifo 2007) y en algunos casos se habían enterrado en ellos (Rengifo 2007). Nuestras excavaciones en la zona sur del sitio nos han permitido documentar una ocupación Lambayeque en el conjunto residencial Transicional Tardío descrito anteriormente (Fig. 18). Uno de los aspectos mas relevantes de esta ocupación, que implicó remodelaciones arquitectónicas al interior del conjunto, fue la habilitación de una cocina (Fig. 19). Esta evidencia sugiere que hubo un cambio en el tipo de ocupación, tornándose de una estructura de tipo ceremonial-administrativa a un rol residen18

cial-ceremonial, probablemente con funciones administrativas. El conjunto de materiales registrados al interior de la residencia indica que hubo una habitación permanente en esta estructura durante el periodo Lambayeque Temprano y Medio. Así, por primera vez se ocupa residencialmente y permanentemente en SJM. Los cambios arquitectónicos mencionados implicaron la construcción

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de habitaciones en el sector central asociadas a zonas de depósitos. Así mismo se habilitaron patios y corredores para interconectar los ambientes de la residencia. Del mismo modo, se debieron hacer remodelaciones hacia la zona oeste, lo cual está actualmente cubierto por la denominada «Huaca Alta», de ocupación Lambayeque Tardío y Chimú. Es probable entonces que el edificio excavado sea parte de un complejo arquitectónico más grande y sofisticado. La nueva residencia fue subdividida en dos sectores: el sector norte y el sector sur. El sector norte parece ser el mas sofisticado de todos, pues en uno de los muros exteriores se pintaron murales polícromos con diseños geométricos. Dicho mural sigue la tradición Lambayeque de usar fondos rojos y sobre éste definir elementos geométricos con líneas negras rellenas de colores blanco y amarillo (Fig. 20). Comparativamente este mural es similar en técnica y estilo a los de Úcupe (Alva y Alva 1986), Chotuna y Chornancap (Bonavia 1985). No obstante, no se utilizó el color verde, evidencia que se trata de un sitio de estatus medio en la escala jerárquica Lambayeque6. Asimismo, en el proceso de excavación se registró restos del cielo raso del techo que debió cubrir ese sector, el cual presentó diseños polícromos (Fig. 21). El sector norte pudo ser una de las fachadas del conjunto de cara al cementerio, pues durante el periodo Lambayeque se enterraron en ese sector. No obstante se ha registrado otro acceso principal en el sector este. Hacia el lado oeste del sector norte se registró un conjunto de depósitos con evidencia de haber contenido paicas de regular tamaño. El Sector Sur, estuvo subdividido en tres zonas. La zona oeste durante la capa que estamos describiendo fue un área vacía que posteriormente (en la Capa 16) sirvió como una cocina de grandes proporciones. La zona central tuvo un patio articulador y ambientes espaciados con banquetas, probablemente fue un área de interacción para los residentes del conjunto. Finalmente en la zona este se ubicaron las habitaciones con pequeños depósitos para pertenencias y la cocina con un pequeño vestíbulo y banquetas para el consumo de alimentos (Fig. 22). El hecho de reutilizar el cementerio de SJM para albergar tumbas de clase baja y media/ media alta Lambayeque, indica que se tuvo la intención de generar una continuidad en el uso del

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espacio. Asimismo, la presencia de tumbas importantes de personajes femeninos, indica una continuidad no solo funcional sino también simbólica. No obstante la presencia de la residencia de elite marca la intención de ejercer cierto control sobre las prácticas funerarias y al mismo tiempo de adscribirse al prestigio político e ideológico que debió significar SJM desde el periodo Mochica Medio. Así, los Lambayeque utilizaron efectivamente la tradición de un antiguo centro de poder para establecer su dominio en el valle. Bajo esta perspectiva Huaca Las Estacas, el centro ceremonial más importante del valle durante el Lambayeque Temprano y Medio, estuvo articulado con un conjunto de sitios menores que le permitió la estabilidad política y religiosa para detentar y ejercer el poder en la zona norte del Jequetepeque. Síntesis: sinopsis de una excavación Como hemos podido observar, las excavaciones en el Área 35 nos han permitido documentar la secuencia entre finales del Transicional e inicios de Lambayeque. Una línea de evidencia que podrá ayudar en el futuro para estudiar este momento es que no hemos registrado ningún indicador de violencia en el conjunto arquitectónico descrito, lo cual no coincide con las alteraciones observadas en las tumbas de cámara del periodo Transicional Tardío. Bajo esta perspectiva es probable que haya habido una forma de «desacralización y desautorización» simbólica por parte de los norteños hacia los locales. El hecho de irrumpir en las tumbas de sus ancestros es claramente un mensaje de desestructurar su continuidad y ejercicio del poder en el valle. De esta manera habría que replantearse la forma en que las sociedades andinas negociaban, desautorizaban y controlaban 20

el poder. El periodo Lambayeque en SJM revela una serie de pistas que en el futuro deberemos analizar de cara a afrontar fenómenos mas complejos ligados a la formas y mecanismos de control social durante los inicios del intermedio tardío en la costa norte del Perú.

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Notas 1

Régulo Franco y su equipo de investigación registró un conjunto de tumbas, algunas de ellas de cámara

con material cerámico estilísticamente asociado al Transicional de San José de Moro. Así, Franco ha reconocido el término y lo ha utilizado para identificar a esos contextos como «Transicionales», indicando que «…se encuentra entre el final de Moche y la llegada de los Lambayeque al valle.« (Franco et al. 2005). 2

«Ramada» es una estructura hecha a base de cuatro horcones o palos que sostienen una estera de

carricillo o totora. Actualmente se les utiliza en los mercados como puestos estacionales de venta o como área de descanso en los campos de cultivo. 3

Para el caso del Núcleo Urbano Moche ya habíamos identificado este tipo de quemas como parte de

rituales asociados a eventos de remodelaciones arquitectónicas ( ver Prieto msA) 4

Huanchaco es una caleta de mariscadoras y pescadores ubicado a 12 kilometros al norte de la ciudad

de Trujillo, valle de Moche. 5

Fecha obtenida en una tumba Lambayeque Medio (M-U508) de la zona norte de SJM (Nelson et al 2000)

6

Numerosos investigadores (Bonavia 1985; Shimada 1990, 1995; Alva y Alva 1986) han aludido la impor-

tancia del uso del color verde (hecha en base de sulfuros de cobre) en la arquitectura Lambayeque como símbolo de poder y de la presencia de las elites supremas.

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01. Área 35. Capa 19. Vista general de capa con pequeños centros para la preparación-almacenamientoconsumo/expendio de chicha. 02. Área 35. Vista de un cántaro cara gollete. 02. Área 35. Vista de un fogón para cocinar chicha o alimentos.

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04. Área 35. Vistas de algunas quemas cerca de las Tumbas Mochica Tardío. 05. Área 35. Detalle de quema junto a tumba M-U1524.

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06. Estera de totora junto a tumba en la celebración del Dia de los Muertos en Huanchaco.

25 07. Fotografía captada por Brunning en la cual se observa la misma práctica en el siglo XIX.

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08. M-U1522, Tumba Mochica Tardío C. 09. M-U1522. Detalle de vasijas como marcadores para la tumba.

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10. Área 35. Rey Asiria con variaciones en el rostro, capa 19, Mochica Tardío C. 11. Área 35. Vista de paicas con anillos de adobes.

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12. Área 35. Vista general de Capa 18. 13. Área 35. Bases de queros registrados en la Capa 18.

29 14. Área 35. Fragmentos de estilo Huari registrados en la Capa 18.

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15. Área 35. Vista del sector central de la residencia, Capa 17B. 16. Área 35. Acceso de la zona norte, conjunto Transicional Tardio.

31 17. Área 35. Detalle de estaca de madera registrada en el piso de la Capa 17b.

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18. Área 35. Residencia de elite Lambayeque, Capa 17A. 19. Área 35. Cocina de la residencia Lambayeque Temprano.

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20. Área 35. Mural policromo registrado en el sector norte de la residencia de elite.

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Área 35. Detalle de fragmentos de cielo raso con pinturas polícromas y diseños geométricos.

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22. Área 35. Sector central de la residencia Lambayeque Temprano.

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Excavaciones en el Área 38. Tumbas Mochica Medio

Karim Ruiz Rosell Julio Rucabado Yong Roxana Barrazueta Pino

Introducción El Área 38 se ubica en el sector nordeste de la Cancha de Fútbol de San José de Moro (SJM), al oeste de las Áreas 31 y 34, excavadas durante las temporadas 2003 y 2004 (Manrique 2003, 2004 Del Carpio y Delibes 2004, respectivamente) con la finalidad de completar la información sobre el núcleo de cámaras transicionales que habían sido halladas en esta zona. Las dimensiones del área en la temporada 2005 eran de 10 m (este-oeste) por 12m (norte-sur), orientada con el norte magnético; durante la temporada 2006 se excavó en la esquina sur-oeste del área una extensión de 3 m (este-oeste) por 7 m (norte-sur) debido a que en esta zona se registró una cámara transicional que discurría más allá del límite oeste del área original. Durante la presente temporada se realizó una segunda extensión de 2.50 m (este-oeste) por 3.50 m (norte-sur) en la esquina sur-este, ya que la cámara lateral de una tumba de bota Mochica Medio (M-U1515) se extendía en dirección sureste. Ambas extensiones han sido excavadas hasta alcanzar la misma profundidad que en el resto del III. Tumba M-U1515. Conjunto de figurinas de cerámica halladas al interior de la bóveda. Mochica Medio.

área.

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Hasta la temporada 2006 se habían excavado 13 capas con los trabajos de gabinete respectivos. Durante esta temporada se registraron dos capas más hasta llegar a un nivel estéril, es decir, a un nivel sin restos de ocupación cultural. Se desarmaron las dos cámaras transicionales (MU1312 –M-U1405) y luego se registraron los contextos de camélidos que se encontraron por debajo de estas cámaras, los cuales se denominaron Rasgo 5 y Rasgo 6 de la capas 10 y 11. En la temporada 2006 habían sido reportadas 3 matrices de tumbas de bota del Periodo Mochica Medio que han sido excavadas durante la temporada actual, comenzando por sus respectivos pozos y realizando luego las ampliaciones necesarias para excavar las cámaras laterales. Las últimas capas excavadas en el Área 38 (Fig.1) reportaron fragmentería cerámica del Periodo Mochica Medio y en ellas se encontraron tres estructuras, dos de ellas con restos de quema y la tercera construida con adobes. Las dos estructuras con restos de quema no habían sido construidas sino que habían sido excavadas en las capas más duras de arcilla de los niveles estériles. Presentaban restos de quema en su interior así como abundantes fragmentos de madera carbonizada en la ubicación original, es decir, dispuestas para el proceso de quema. La tercera estructura fue un pequeño recinto de adobes con algunos fragmentos de huesos desarticulados de camélido. Su función no queda clara puesto que ni el material encontrado en su interior ni la ubicación de la propia estructura ayudan a esclarecer el tipo de actividad que se habría realizado en ese contexto, sin embargo, dada la proximidad con las ofrendas de llamas y el hecho de que hubiera funcionado como espacio semisubterráneo (por sus características constructivas), se puede pensar que hubiera funcionado a modo de pequeño depósito para alguno de los elementos de desecho producto del sacrificio de las llamas. En San José de Moro ya se han 38

reportado con anterioridad estructuras de este tipo asociadas precisamente a los contextos funerarios del Periodo Mochica Medio (Bernuy, 2000).

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Las tumbas de cámara M-U1312 y M-U1405 En la temporada de excavación 2007 del Área 38 (Fig.2) se empezó desmantelando las tumbas de cámara de adobes del Periodo Transicional, M-U1312 y M-U1405 (Fig.3), así como con la excavación de una extensión en la esquina sur-oeste para llevarla al mismo nivel alcanzado la temporada anterior en el resto del área (Capa 13). En primer lugar se procedió a desmantelar la tumba M-U1312 dibujando cada hilada de adobes hasta llegar a la base de los muros, momento en el que constatamos que no había ningún tipo de estructura de sustento y que el piso de la cámara estaba formado únicamente por una capa de barro. Esto significa que la tumba M-U1312 se apoyaba directamente sobre la capa de tierra suelta y blanda producto de descomposición orgánica, de modo que no gozaba de una gran estabilidad, como se refleja en el hecho de que el piso de barro hubiera terminado hundiéndose al interior de la misma. La estructura de la tumba de cámara M-U1405 presentó un mayor grado de complejidad puesto que constó de varios elementos que reforzaban la estructura básica de la cámara. En primer lugar, y supuestamente para evitar el problema de asentar una estructura tan pesada sobre una superficie de tierra tan suelta, construyeron una plataforma de adobes sobre la que asentaron no sólo la base sino también los muros de la cámara; además, encima de esta base de adobes echaron una capa de cantos rodados pequeños y una capa de barro líquido que terminó formando el piso de la cámara. En segundo lugar, rellenaron el espacio entre la cara externa de las paredes de la cámara y el foso funerario (matriz) de la misma con barro líquido, creando así un «segundo» muro que daba solidez a la estructura. Un elemento peculiar del foso funerario en el que estaba la cámara es que, a pesar de que esta estaba alineada con el muro de la esquina sur-oeste del área, no pareció preocupar demasiado a sus constructores puesto que fue cortado en parte para insertar la estructura de adobes de la cámara. Finalmente, en el nivel de ocupación asociado a la tumba MU1405 se encontró un apisonado de barro que constó de varias remociones y en el que se encontra-

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ron abundantes restos de quema con fragmentos de cerámica y semillas carbonizadas. Lo que parece haber sido una práctica común en ambas cámaras, y de una forma más acentuada en la M-U1405, es el uso de barro líquido para rellenar los espacios entre el los límites del foso funerario y los muros de la cámara y los intersticios entre cada uno de los adobes; el barro también sirvió para formar el piso interior de las cámaras. Esta práctica se extendió también a los muros creando una suerte de enlucido para la parte interior de las paredes de la cámara. Durante la excavación, esta práctica dificultó la identificación y la distinción entre cada uno de los adobes y de estos con el barro que los cubría. La concentración de huesos de llama Una vez terminado este proceso de excavación y registro de las tumbas de cámara de adobes, constatamos que, bajo las mismas, se extendía una peculiar concentración de ofrendas de llamas (Fig.4) que habíamos venido observando en las capas 10, 11 y 12 excavadas durante la temporada 2006. Esto significa que, a la muestra original de 78 individuos (cantidad mínima estimada durante la temporada 2006) se le sumaron 81 conjuntos de huesos más alcanzando los 159 individuos. Este conjunto ha resultado ser, sin duda, una de las mayores concentraciones de huesos de llamas, fuera de un contexto directamente funerario, más extensas de toda la costa norte del Perú para el Periodo Mochica Medio. Si bien habían sido reportados contextos funerarios con huesos de llamas (Donnan, 1995), llegando incluso a incluir un número elevado de especímenes, como fue el caso de Sipán (Alva y Donnan, 1993), nunca antes se había encontrado un número de indivi40

duos, en presentaciones tan complejas, que no estuvieran directamente asociados con un contexto funerario. El patrón de presentación de estas ofrendas siguió siendo el mismo que habíamos venido observando en la temporada anterior y que se ha venido registrando como ritual recurrente en varios

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contextos funerarios durante las temporadas de excavación pasadas (Castillo y Donnan, 1994): el cráneo, la mandíbula y la parte inferior de las extremidades de los individuos, cruzando generalmente una trasera con una delantera (Goepfert, 2006). Aunque también se registraron algunas vértebras dispersas, sólo en un caso se encontraron varias de estas vértebras articuladas. La gran mayoría de los individuos continuaron siendo llamas muy jóvenes, la mayoría de ellas incluidas en la categoría de crías, lo que significa que se trataba de llamas de entre 3 y 9 meses. En cuanto a la disposición en el espacio de este conjunto de ofrendas hay que mencionar que su extensión horizontal abarca aproximadamente 12m2 mientras que su extensión vertical tiene una potencia de 60cm. Si bien su disposición horizontal hace difícil determinar si se produjo en un solo momento o tuvo varias fases de deposición, sí que hemos podido identificar hasta 3 momentos de deposición superpuesta. A pesar de que el corte en el que se encuentran las ofrendas esta constituido por una tierra muy suelta producto de la descomposición de materia orgánica, los rastros de quema y ciertas zonas de tierra más compacta (posible producto de la mezcla de esa tierra con algún tipo de líquido) nos ofrecen elementos para esta posible división. Todas estas ofrendas, sin embargo, mantienen el mismo patrón y no se pueden distinguir cambios en la presentación de los huesos. Uno de los aspectos más interesantes del conjunto de huesos de llama, aparte de la presencia de tan elevado número de individuos, es la variedad de elementos que acompañaban a cada uno de los conjuntos de huesos, los cuales se fueron volviendo más complejos a medida que nos acercábamos a los niveles inferiores del contexto general. Si bien ya habíamos encontrado materiales tales como fragmentos de cerámica, restos orgánicos quemados (semillas y carbones), improntas de textiles y algunas miniaturas, no es hasta los Rasgos 5 y 6 de las Capas 10, 11 y 12 que encontramos verdaderos patrones complejos de asociaciones de ofrendas con el elemento principal que son los huesos de llama en sí mismos. En varios casos no sólo encontramos cerámica asociada a las llamas ofrendadas sino que los fragmentos realizan un papel concreto en la estruc-

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tura de la ofrenda, funcionando ya sea como base o como cobertura de los huesos de la llama o de las miniaturas o crisoles. En la mayoría de los casos se trata de grandes fragmentos de la parte central del cuerpo de paicas o de la parte del cuello cercana al borde. En otros casos encontramos varios crisoles dispuestos encima de los huesos de las llamas o encima de grandes fragmentos de cerámica; en una de estas concentraciones se encontraron casi un centenar de crisoles, parte de ellos sobre los huesos de la llama y parte de ellos sobre un gran fragmento de paica (Fig.5). El buen estado de conservación de la mayoría de los crisoles ha permitido sacar muestras de tierra de su interior para averiguar si contenían algún tipo de líquido o sólido en el momento que fueron ofrendados (análisis posteriores en laboratorios especializados nos ayudarán a aclarar alguna de estas incógnitas). Otro tipo de asociaciones encontradas junto a los huesos de llama son las ofrendas orgánicas. Si bien el estado de conservación de los materiales orgánicos en San José de Moro no es óptimo, en los casos en los que estos materiales han sido quemados suelen conservarse carbonizados en las zonas cercanas a fogones u otro tipo de zonas de quema; de este modo hemos podido registrar algunas semillas, entre las que destacan varios granos de maíz e incluso huesos de palta. De igual modo, se tomaron muestras de suelos significativas en las zonas que presentaban mayor presencia de quema para posteriores análisis con microscopio en el laboratorio con el objetivo de obtener información de otros restos orgánicos que no eran perceptibles en el campo. Finalmente, aunque no de una forma generalizada sino en casos concretos, encontramos un hueso trabajado, en forma de aguja o prendedor, y un piruro de piedra, cada uno de ellos asociado a un grupo de huesos de llama formado por el cráneo y las extremidades. Este tipo de asociaciones, 42

junto con la cerámica, los crisoles y el patrón en que se presentan los huesos, refuerzan la idea de que fuera una zona de ofrenda y no un basural o zona de descarte de restos de camélidos. Estos conjuntos de huesos podrían haber sido presentados individualmente, en grupos de más de un individuo o acompañados de alguno de los elementos mencionados.

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Los contextos funerarios del Área 38 excavados durante la temporada 2007 Los contextos funerarios excavados en el Área 38 durante la temporada 2007 han resultado de un interés y complejidad remarcable, tanto por su distribución espacial como por su contenido y asociaciones. Se distinguieron dos claras zonas con concentraciones de tumbas, una de ellas asociada a los niveles Mochica Medio en los que se constató la presencia de tres tumbas de bota: M-U1513, M-U1514 y M-U1515 (que se tratarán en la siguiente sección). La otra zona se ubicó en la extensión realizada en la esquina sur-este, precisamente para poder excavar la tumba de bota MU1515, correspondiente al Periodo Mochica Medio, donde se encontraron varios contextos funerarios, tres de ellos Transicionales (M-U1527, M-U1537 y M-U1538) y uno de ellos Lambayeque (MU1528), aunque todos ellos fueron contextos muy pobres en sus asociaciones. La tumba Lambayeque, M-U1528 (Fig.6), era una fosa circular de un metro de diámetro y unos 90cm de profundidad en la que el individuo estaba sentado con las piernas cruzadas y los brazos apoyados sobre las rodillas. Este tipo de entierro es muy común para el Periodo Lambayeque en San José de Moro, sin embargo suelen ser entierros que llevan cerámica y metales asociados, a diferencia de este contexto en el que apareció exclusivamente el esqueleto (que según los análisis antropológico físicos perteneció a un hombre de 25 a 34 años) sin ningún tipo de ofrenda asociada (Maria del Carmen Vega, comunicación personal, 2007). En cuanto a las tumbas transicionales (Fig.6), todas ellas fueron tumbas de fosa alargadas con los individuos extendidos, sin embargo dos de ellas tuvieron un sólo individuo (M-U1527 y M-U1537) mientras que la otra (M-U1538) tuvo varios huesos desarticulados pertenecientes, al menos, a dos individuos diferentes, ambos adultos masculinos. Este patrón de huesos removidos implica que hubo una reapertura de la fosa, probablemente como resultado de un evento de disturbamiento; si bien este tipo de evento ha sido registrado en contextos funerarios contemporáneos, dos ellos en el Área 38, en todos los casos está relacionado con tumbas del tipo cámara de

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adobes. A pesar del fuerte grado de desarticulación se puede observar que los cuerpos estuvieron dispuestos en posición «decúbito ventral» siguiendo el eje de orientación suroeste-noreste, con la cabeza hacia el suroeste. Como parte de las asociaciones funerarias destaca la fragmentería cerámica y un plato, el cual parece haber sido depositado en el fondo de la fosa; también se registró una pieza de cobre cuya forma parece indicarnos una función punzo cortante. Conjunto de tumbas de élite Mochica Medio: M-U1513, M-U1514, M-U1515 y M-U1411 La presencia de una gran tumba de bota del Periodo Mochica Medio, M-U1515 vino a confirmar la hipótesis de que existía una concentración de tumbas de élite para ese periodo en la zona del Área 38 y alrededores. Aparte de la tumba M-U1411 excavada la temporada anterior, que resultó ser la más grande encontrada en SJM para ese periodo, durante la temporada 2007 se reportaron otras dos tumbas de bota con tamaños y características más ajustadas al patrón conocido hasta este momento (M-U1513 y M-U1514), si bien las ofrendas asociadas a los individuos enterrados resultaron ser de gran calidad (aunque tampoco muy abundantes). Estas dos tumbas de menor tamaño se ubicaron entre la M-U1411 y la M-U1515, compartiendo características en cuanto a ubicación, orientación y contenido con cada una de ellas. Uno de los elementos comunes entre ellas, así como con el patrón típico de las tumbas de bota Mochica Medio en San José de Moro, es la presencia de fragmentos de cobre en ambas manos y en la boca de cada uno de los individuos; sin embargo, los elementos más interesantes, que veremos a continuación, son los que precisamente las distinguen del común de las tumbas de ese tipo y también entre cada una de ellas. 44

La primera de las tumbas Mochica Medio, M-U1513 (Fig.7), presentó las características constructivas clásicas para las tumbas de bota Mochica Medio (Castillo y Donnan, 1994; del Carpio, 2004; Donnan, 1995). Aunque el pozo de acceso era un poco más largo de lo habitual, tanto la forma como las dimensiones generales eran muy similares a las encontradas hasta el momento en tem-

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poradas anteriores. La estructura de la tumba, así como sus asociaciones, era bien sencilla puesto que contaba con un pozo de acceso y una cámara lateral cerrada por un pequeño sello de adobes que habría colapsado hacia el interior de la cámara como consecuencia del peso de la tierra de las capas superiores y del poz de acceso una vez que fue rellenado. La orientación de la tumba era prácticamente este-oeste, con la cámara hacia el este. Al interior de la cámara se encontró un solo individuo en posición «decúbito dorsal», con la cabeza hacia el este, cuyo análisis antropológico físico preliminar determinó que debió ser un hombre adulto de entre 21 y 46 años. Asociadas a este individuo se encontraron dos vasijas de cerámica de gran calidad (Fig.8). La primera de ellas, ubicada a la izquierda del cráneo, era una botella de asa estribo de color negro y pulida, con el cuerpo achatado y con decoración en forma de sogas cruzadas sobre la parte superior del cuerpo. La segunda vasija también era una botella de asa estribo de color negro y pulida, pero en este caso era una vasija escultórica con la representación de un guerrero sedente con los brazos cruzados y apoyados sobre sus rodillas; su boca muestra una expresión de angustia (con la comisura de los labios curvada hacia abajo) y sus ojos están entrecerrados (el tipo de representación en forma de grano de café). Como ajuar, este guerrero viste una camisa y un faldellín, pero también lleva una muñequera en cada antebrazo, orejeras tubulares y un casco cónico con algún tipo de apósito (probablemente un textil) que sobresale por la frente y por detrás de las orejas en forma de fleco cayendo hasta la cintura. Esta vasija escultórica estaba ubicada al costado derecho del individuo y sobre una ofrenda de huesos de llama formada por el cráneo y las extremidades (estilo de ofrenda muy característico de este tipo de contextos). La segunda tumba de bota Mochica Medio, la M-U1514 (Fig.9), también presentó las características formales correspondientes a lo conocido hasta al momento para esa época y ese tipo de contexto. Presentaba unas dimensiones aun más reducidas que el anterior (M-U1513), tanto por lo que respecta al pozo como a la cámara lateral; incluso el sello apenas contaba con tres hiladas de adobes de alto por tres de ancho. La orientación difería un poco de la anterior, puesto que

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en este caso presentaba una desviación respecto al eje este-oeste de unos 45º con la cámara hacia el suroeste. Al interior de la cámara lateral también se encontró un único individuo en posición «decúbito dorsal», con la cabeza hacia el suroeste, cuyo análisis antropológico físico preliminar determinó que debió ser una mujer adulta de entre 19 y 40 años. Los objetos que se encontraron asociados al individuo de la M-U1514 fueron más variados, y tal vez en conjunto más complejos, que los encontrados en la M-U1513. En primer lugar hay que destacar la presencia de una figurina antropomorfa (Fig.10) con la representación de una mujer con tocado bilobulado, túnica larga y dos trenzas cayendo sobre el pecho donde son sostenidas por ambas manos; además, el personaje lleva un pectoral bicolor, orejeras tubulares, muñequeras y una hendidura bajo el labio inferior a modo de tembeta o labret, donde originalmente hubiera habido una incrustación. Esta figurina es de cerámica roja pero tiene pintura blanca con la que se representa la pintura facial del personaje, la bicromía del pectoral (así como los cordeles para amarrarlo en la parte posterior) y acentúa el espigado que forma el relieve de las trenzas. En segundo lugar se encontró un cántaro de cuello recto evertido, en cuyo cuerpo esférico había varias protuberancias en relieve representando un zapallo. Además de las asociaciones cerámicas, se encontraron dos orejeras con decoración de crisocola tallada, cuya estructura original debió ser de madera puesto que ya no se conservaba. Igualmente se encontraron sobre la zona del tórax varios fragmentos de crisocola y de spondyllus tallado que probablemente formaron parte de la decoración de la vestimenta del personaje pero cuyo soporte ya no se encontró como consecuencia de la descomposición de los materiales orgánicos 46

(proceso que es especialmente acentuado en San José de Moro). Junto con los restos de la orejera derecha se encontraron dos piruros, uno de ellos de cobre y el otro tallado en piedra calcárea de color blanco. En esa misma concentración de objetos se encontró un pequeño cilindro tallado en piedra calcárea que tal vez hubiera podido funcionar como tembeta o labret.

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Si bien las dos tumbas mencionadas no presentaron un número muy elevado de asociaciones, la calidad y complejidad de las mismas sí que terminó mostrando un rango más elevado respecto a la mayoría de tumbas Mochica Medio de San José de Moro (Del Carpio, 2004). La cerámica escultórica (ya sea en botella o en figurina), la presencia de orejeras con incrustaciones de crisocola y los fragmentos tallados de spondyllus denotan un status elevado en la sociedad Mochica Medio, así como una posible pertenencia al entorno de los individuos enterrados en las tumbas más grandes: M-U1411 y M-U1515. Finalmente, la tercera de las tumbas, la M-U1515 (Fig.11), es la que escapa al patrón clásico para este tipo de contexto, pero vino a confirmar la presencia de un núcleo de tumbas de élite del Periodo Mochica Medio en la zona del Área 38 y alrededores. El pozo tuvo unas dimensiones mayores de lo habitual, alcanzando los 170 cm de largo y los 140 cm de ancho, así como una profundidad de 190 cm; si bien las dimensiones no alcanzan las proporciones de la M-U1411, sí que están claramente por encima de la media del resto de las tumbas de bota Mochica Medio encontradas en San José de Moro. La técnica usada para excavar esa tumba, sin embargo, sí se ciñó a las características conocidas hasta el momento para ese tipo de tumba, ya que el pozo se excavó hasta encontrar un estrato de arena entre dos estratos de arcilla compacta que funcionaran de base y techo respectivamente. Una vez excavado el pozo se procedió a excavar la cámara lateral extendiéndose hasta 250 cm dirección sur-este (45º), con un ancho de 150 cm y suponemos que unos 100 cm de alto, creando así un espacio prismático bastante regular en el que se habría facilitado el proceso de entierro con los consecuentes rituales (Fig.12). Esa cámara fue cerrada con un sello de adobes formado por una doble pared, la primera de ellas de 9 hiladas de adobes de alto (130 cm) por 7 adobes de ancho de media (130 cm). Mientras que la segunda (interior), en cambio, contaba con un número menor de adobes y aparentemente funcionaba a modo de contrafuerte para sostener la primera pared; este sistema constructivo ya se había sido observado en la construcción del sello de la M-U1411 (Ruiz, 2006; Ruiz et al.,

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2006). Además, se pudo observar que hubo un segundo evento en el que se reabrió la tumba, puesto que se encontraron 2 adobes botados en el interior del pozo y se encontró la parte superior del primer muro del sello parcialmente destruido y aparentemente reconstruido con adobes que presentaban restos de quema en su parte interior (tal vez producto de una quema ritual asociada al propio evento de reapertura). Como veremos a continuación, una de las ofrendas que se encontró al interior de esta cámara fue el cráneo y las extremidades de una llama que habían sido depositadas sobre el ataúd de caña o madera, lo que hace pensar que pudo ser la ofrenda realizada en la reapertura, dada su ubicación y proximidad al ingreso a la cámara. Todos estos datos nos llevan al análisis e interpretación de las asociaciones encontradas y a su distribución al interior de la cámara (Fig.13). Al igual que sucediera con las asociaciones de la M-U1411, el interior de la M-U1515 estaba muy organizado, dejando espacios muy diferenciados en los que se depositaban distintas ofrendas, estructuradas a partir de la ubicación del ataúd. En la mitad izquierda de la cámara se encontraban los restos del mencionado ataúd, cuyas medidas fueron de 180 cm de largo por 80 cm de ancho (la altura se perdió tras el colapso de la cámara). Si la mitad izquierda estaba ocupada por el ataúd, la otra mitad contenía ofrendas orgánicas y de cerámica, concretamente una llama entera, varios huesos de camélido desarticulados y 5 vasijas de cerámica, mientras que los huesos desarticulados se encontraban en la esquina derecha del fondo de la cámara. Por lo que respecta a las ofrendas orgánicas, hay que destacar la presencia de un esqueleto completo de llama, probablemente sacrificada en el momento del entierro, dado que no habría sido fácil el transporte de un animal de ese tamaño; ésta estaba recostada sobre su lado izquierdo 48

y extendida a lo largo del ataúd. Además del ejemplar completo, también se encontraron dos ofrendas más de huesos de llama, una de ellas en la esquina sur-este de la cámara y la otra entre las piernas del individuo; la primera de ellas era un conjunto de huesos desarticulados, mientras que la segunda estaba formada por el cráneo y las extremidades de una llama adulta en una disposición

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típica en la que las extremidades aparecen cruzadas y el cráneo apoyado encima de estas. En cuanto a la cerámica, como ya hemos dicho, la tumba cuenta con 5 vasijas (Fig.14) de cerámica como ofrenda. Tres de ellas se encontraron junto a la pared derecha de la cámara, justo a la altura del cuello de la llama, mientras que las otras dos se encontraron sobre la pelvis de la llama y junto a la base del sello de adobes, respectivamente. El conjunto de tres vasijas junto con la que se encontraba situada cerca de la base del sello eran vasos antropomorfos de personajes masculinos sedentes que cargan bolsas o «chuspas» sobre su lado izquierdo. Aunque la forma provenía probablemente de un mismo molde, todas ellas se distinguían por pequeños detalles como el diseño de la pintura facial o el color de la túnica. La que se encontraba encima de la pelvis de la llama era un cántaro de cuello recto evertido y con decoración pintada de color blanco que posiblemente representaba los ojos de un búho con sus dos patas saliendo de los mismos. Sin embargo, el diseño no se pudo confirmar completamente dado el deterioro que presentaba la superficie de la vasija, como consecuencia de haber estado en contacto con la llama y el ataúd de caña en sus respectivos procesos de descomposición. Por su ubicación en el momento de excavarla, es probable que originalmente hubiera estado situada sobre la tapa del ataúd, junto con la ofrenda de cráneo y extremidades de llama; ésta habría caído al colapsar la estructura del ataúd. En cuanto al interior del ataúd, hay que empezar por destacar que los análisis antropológico físicos realizados en el campo solo permitieron determinar que el individuo enterrado se trataba de una mujer adulta, con un rango de edad de entre 26 y 45 años, que no solo habría tenido una constitución saludable (buen estado de huesos y dientes) sino que tampoco habría sufrido ninguna patología evidente. De las asociaciones encontradas al interior del ataúd hay que destacar, en primer lugar, la presencia de 2 figurinas de arcilla no cocida, endurecidas al sol, en las que se representan dos mujeres con tocados o cabezas bilobuladas que se sostienen las trenzas sobre el pecho; la que se

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encontraba junto al hombro derecho del individuo estaba boca abajo mientras que el que estaba junto a su hombro izquierdo estaba boca arriba. Si bien se pudieron identificar algunos rasgos de las figurinas en el momento de excavarlas, el hecho de que no hubieran sido cocidas provocó que ahora se requiera de un proceso de restauración para reconstruir y conservar estas piezas. En segundo lugar, a la altura del hombro derecho de la mujer se encontraron dos piruros de cobre esféricos con decoración en forma de protuberancias semiesféricas en todo su cuerpo; este tipo de ofrenda es habitual en entierros de mujeres, no sólo durante el Periodo Mochica Medio sino también durante los subsiguientes periodos de ocupación en San José de Moro. Si nos centramos en lo que es el ajuar estrictamente personal de esta mujer, vemos que posee una serie de elementos de decoración personal que la caracterizan distinguiéndola socialmente del resto de individuos de la época. En primer lugar, podemos observar unas orejeras con incrustaciones de crisocola, aunque debido a la degradación ya no se encontró la estructura de madera sobre la que habrían ido engarzados los fragmentos de crisocola. En segundo lugar el individuo contaba con dos pectorales de muy diversa forma y factura. Directamente sobre el pecho tenía una serie de collares con cuentas, de varios tamaños, de spondyllus (rojas y moradas), crisocola (verdes) y hueso (blancas en dos tamaños), que probablemente habrían estado unidos formando un pectoral o simplemente habrían sido varios collares superpuestos. Encima de estos collares llevaba un pectoral elaborado a base de piezas triangulares de spondyllus blanco, de entre 3 y 7 cm de largo, que una vez armados de nuevo conformaban un pectoral radiante alrededor de todo su cuello (Fig.15). Elaboradas también con el mismo tipo de cuentas que el primero de los pectorales, se 50

encontraron dos muñequeras a la altura de ambos antebrazos del individuo; al igual que con los pectorales, el individuo llevaba puestas las muñequeras en el momento en que fue enterrado y no aparecían como ofrendas separadas, o incluso posteriores, como en otros casos. Tal vez el elemento más interesante y distintivo del ajuar asociado a la mujer enterrada en

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la M-U1515 sean los colgantes que se encontraron sobre las costillas de su lado izquierdo (Fig.16). El conjunto está formado por 8 pequeñas figuras, de entre 5 y 10 cm, talladas en material malacológico con una forma cónica estilizada y coronadas por un pequeño orificio en el que se habría introducido algún elemento de tipo orgánico para sostenerlo; además, presentan abundantes oquedades para incrustar pequeños fragmentos de piedra y nácar. Cada una de las figuras tiene tallado un diseño distinto: cuatro de ellas representan personajes antropomorfos con tocados, tres de ellas representan porras o panoplias y la última representa a un personaje masculino, con tocado y pectoral, que está en actitud oferente sosteniendo una copa. La evidencia parece indicar que habrían formado parte de una especie de amuleto del que colgarían las 8 figuras, pero cuya disposición original se ha perdido como consecuencia de la desaparición del material orgánico que las unía. El hecho de poder relacionar la tumba M-U1515 con la excavada en la temporada anterior (M-U1411), proporciona la posibilidad de abrir una línea de investigación sobre un posible núcleo de tumbas de elite del Periodo Mochica Medio. Si bien en temporadas anteriores habían sido reportadas abundantes tumbas de bota del Periodo Mochica Medio, no ha sido hasta las temporadas 2006 y 2007 que se han reportado tumbas de bota de gran tamaño pertenecientes a este periodo y con una clara pertenencia a la élite de esa sociedad. Además, se han encontrado otras tumbas de bota de menor tamaño e importancia pero que están siendo ubicadas alrededor de las más importantes, compartiendo no sólo el espacio sino también algunas características entre sus asociaciones. Las asociaciones que acompañaron al individuo de la M-U1411 (pectoral, orejeras, sonajas...) también daban a entender que el personaje había desempeñado un papel en la vida ceremonial de la sociedad Mochica Medio. Por lo tanto, se confirma la presencia en la zona de entierros de élite con un patrón similar que los relaciona con el ámbito ceremonial o ritual. Además de los rasgos estructurales que comparten las dos tumbas de mayor tamaño entre sí, por un lado, y las de menor tamaño con el patrón clásico para ese tipo de tumbas, por otro lado, el contenido de estas tumbas comparte elementos o rasgos estilísticos entre varias de sus ofrendas.

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En primer lugar, creo que hay que destacar la presencia de figurinas con representanciones de mujeres que encontramos tanto en la M-U1514 como en dos casos en la M-U1515. Coincidentemente, algunos de los elementos representados en la figurina concuerdan con los objetos hallados en las tumbas, como son los pectorales, las orejeras tubulares y el caso particular de la tembeta. Precisamente, las orejeras con incrustaciones de crisocola sobre una supuesta montura de madera son otro elemento coincidente entre estas dos tumbas. En ambos casos se trata de tumbas de mujeres, lo cual podría estar indicando que, de alguna forma, estas figurinas están representando al personaje enterrado. De igual manera, se pueden elaborar comparaciones entre los aretes con disco que llevaba el personaje enterrado en la M-U1411 y los aretes de los personajes representados en los 4 vasos de la M-U1515, o entre las orejeras tubulares del mismo personaje de la M-U1411 y las orejeras representadas en la vasija escultórica de la M-U1513. Las similitudes entre la M-U1411 y la M-U1515 no terminan ahí ya que la propia estructura de las tumbas, así como el tipo de sello (de gran tamaño y doble pared como refuerzo), siguen practicamente el mismo patrón. Si bien las dimensiones de la M-U1411 eran un poco mayores, los espacios creados respondían a unas mismas motivaciones: pozo ámplio para poder introducir el ataúd sin inclinarlo, cámara ámplia para poder manejar y distribuir las ofrendas en su interior y cámara también alta para poder llevar a cabo parte del mismo ritual de inhumación. La presencia de ataudes en ambas tumbas es otro elemento común entre ambas tumbas y que sirve para enfatizar la idea de que los personajes enterrados tuvieron un status elevado respecto a la media de la sociedad Mochica de Medio; aunque este tipo de ataúd ya había sido 52

reportado con anterioridad en la tumba M-U725 de San José de Moro (del Carpio, 2004) y en las tumbas AI y EI de Pacatnamú (Ubbelodhe-Doering, 1983), no deja de ser un elemento distintivo respecto al común de las tumbas de bota Mochica Medio. La presencia de llamas ofrendadas en estas tumbas, con dos presentaciones distintas

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que también se repiten, es otra coincidencia destacable. En primer lugar, vemos que hay una llama completa sacrificada tanto en la M-U1411 como en la M-U1515, tratándose en ambos casos de crías de llama de menos de 1 año (dos únicos casos en San José de Moro). En segundo lugar, en estas dos tumbas, y también en la M-U1513, se encontraron otras ofrendas de llama bien distintas ya que se trataba de llamas adultas de las que sólo se presentaba el cráneo con las extremidades; este tipo de ofrenda es muy recurrente para el Periodo Mochica Medio y precisamente ha sido ampliamente registrado esta misma temporada en un contexto con más de 150 llamas ofrendadas con esas características. Finalmente, creo que es necesario destacar la presencia de los pectorales de cuentas como ajuar de ambos personajes, elemento que también marca una distinción de status para estos individuos. Si bien es cierto que el pectoral de la M-U1411 es más complejo y elaborado (mayor catidad de cuentas y pasadores de cobre como estructura) en el caso de la M-U1515 el pectoral de cuentas se complementa con otro pectoral de piezas de spondylls talladas en forma triangular que configuran un pectoral radiante. Conclusiones Como venimos observando desde un principio, esta serie de elementos que relacionan estas cuatro tumbas de bota, confirma la pertenencia o filiación de este conjunto de tumbas con un mismo grupo social, etnia o tradición funeraria. Paralelamente, la presencia del amuleto de colgantes de la M-U1515, como el conjunto de sonajas de la M-U1411, nos lleva a plantear la posibilidad de que la mujer enterrada en esa tumba podría haber ocupado una posición relevante en la sociedad Mochica, no sólo en cuanto a su rango social sino, especialmente, en cuanto a su función dentro de la sociedad misma. Ese tipo de elemento, asociado con un ajuar personal como son los pectorales y las orejeras, suele indicar la

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pertenencia del individuo que los posee a algún tipo de colectivo relacionado con la actividad ceremonial. Es importante destacar el hecho de que en San José de Moro no hayan sido reportadas tumbas de élite ceremonial para el Periodo Mochica Medio, entendiendo por tumbas de élite ceremonial aquellas tumbas ricas en ofrendas y que presentan objetos asociados con la práctica de actividades ceremoniales, como son los pectorales, las orejeras y los amuletos, presentes en las tumbas arriba mencionadas. Incluso si nos centramos en el valle de Jequetepeque, este tipo de tumba con estas características sólo ha sido encontrado en Pacatnamú (Ubbelodhe-Doering, 1983). Estos elementos singulares encontrados en varias tumbas del mismo periodo y con las mismas características, aunque con rangos de importancia social aparentemente distintos, nos hacen pensar en un núcleo de tumbas que comparten algún vínculo y una misma tradición funeraria, así como algún tipo de relación entre las tumbas más pequeñas (M-U1513 y M-U1514) y las dos más grandes (M-U1411 y M-U1515). Si bien ya habían sido reportados varias concentraciones de tumbas de bota del Periodo Mochica Medio en San José de Moro en las que varias tumbas menores se ubicaban alrededor de una principal (del Carpio, 2004), nunca antes la complejidad de las tumbas había hecho pesar en su pertenencia al ámbito ceremonial de la sociedad Mochica. Así pues, nos encontramos ante unos datos que abren nuevas perspectivas de investigación respecto a lo que conocemos de la élite Mochica Medio en San José de Moro.

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55 01. Área 38. Dibujo de planta de la Capa 14. Mochica Medio.

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56 02. Área 38. Vista general de la unidad de excavación.

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57 03. Cámaras funerarias M-U1321 y M-U1405. Periodo Transicional.

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04. Área 38. Conjunto de huesos de llama hallados bajo las tumbas de cámara Transicionales. 05. Área 38. Conjunto de crisoles o miniaturas asociadas a los huesos de llama.

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06. Área 38. Vista general de las tumbas M-U1527, MU1528 y M-U1538.

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07. M-U1513. Vista general de la tumba. 08. M-U1513. Piezas cerámicas registradas como parte del entierro.

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09. M-U1514. Vista general de la tumba. 10. M-U1514. Piezas cerámicas registradas como parte de la tumba.

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11. M-U1515. Vista general del interior de la tumba. 12. M-U1515. Dibujo de planta de la tumba. 13. M-U1515. Vista general de la estructura de la tumba antes de excavar el interior.

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14. M-U1515. Cerámica asociada a la tumba.

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15. M-U1515. Pectoral radiante registrado en la tumba. 16. M-U1515. Colgantes hallados sobre las costillas izquierdas del individuo.

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La Última Sacerdotisa Mochica de San José de Moro. Excavaciones en el Área 42

Ana Cecilia Mauricio Llonto Jessica Castro Berríos

Al iniciar esta temporada de excavaciones del Programa Arqueológico San José de Moro, se había decidido abrir una nueva área de excavación con el objetivo puntual de extender nuestros conocimientos sobre las prácticas funerarias que tuvieron lugar en San José de Moro (SJM), y las actividades que estuvieron asociadas a los rituales de inhumación. Con esta motivación general se planteó la apertura del Área 42 en la zona localizada al sur de la Huaca Chodoff y al noroeste de la zona conocida como la «cancha de fútbol», que es la explanada rodeada por los montículos arquitectónicos que se levantaron en la zona en tiempos prehispánicos. Se escogió esta zona porque además de haber sido poco explorada, contaba con algunas áreas ya excavadas inmediatamente al sur, las cuales registraron a su vez importantes contextos funerarios, además de áreas de actividad relacionas al consumo de bebidas y tal vez alimentos que tuvieron durante los ritos funerarios. Estas fueron las áreas 15, 16 y 24, excavadas durante las temporadas 1999, 2000 y 2002 respectivamente (Castillo 2000a, 2001, 2003). En aquellas temporadas se registraron 33 contextos en las Áreas 15 y 16; y 19 en el Área 24. En estas áreas, los contextos más importantes fueron las tumbas asociadas al periodo Mochica Medio, pues además de registrarse en un número considerable (30), resulIV. M-U1525. Fina botella con la representación de un felino alado, hallada al interior de la cámara funeraria.

taron ser algunos de los contextos Mochica Medio más complejos que hasta ese entonces se habían hallado en San José de Moro. Fue precisamente en base a buena parte de esas tumbas que

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se sustentó la división del Mochica Medio en los grupos A y B (Castillo 2000b 2006; Castillo et Al. en prensa; Del Carpio 2003 Ms.). Fue también en esta zona, específicamente en el Área 16, donde se excavó el Rasgo 15, contexto que registró una estructura de adobes al interior de la cual se habían colocado exprofesamente, vasijas de cerámica doméstica asociadas a la producción y consumo de chicha, este contexto había sido sellado por medio de una capa de barro líquido colocada en el techo de la estructura, con una clara intensión ritual (Castillo 2001). Junto a estos contextos se registró una importante ocupación, también Mochica, con áreas de actividad asociadas al consumo de comida y bebida, como parte de los rituales funerarios que tenían lugar en este asentamiento. Estas ocupaciones son conocidas en San José de Moro como «Capas de fiesta» y son básicamente capas con restos de pisos arquitectónicos, zonas de quema y ceniza, partes de estructuras con muros de abobe, paicas colocadas en el piso por medio de hoyos y rodeadas de adobes, entre otra evidencia de actividad cultural (Castillo 2000a, 2003). La suma de estos hallazgos hacía de esta zona un espacio sumamente interesante para la investigación de las actividades funerarias Mochica. Más aún, la proximidad a la Huaca Chodoff implicaba la posibilidad de estudiar el uso de las zonas adyacentes a los espacios sagrados, como lo eran las «huacas» o montículos arquitectónicos prehispánicos. La zona elegida para la nueva área se ubicó adyacente al lado sur de la huaca Chodoff, al norte de las áreas 24, 15, 16 y al oeste del área 38. El área 42 se localizó en las coordenadas 672487 N y 9205892 E (Figura 1). Inicialmente el área 42 tuvo la extensión regular de las actuales áreas de excavación de SJM, es decir 10 m x 10 m. Esta medida obedece a una metodología que se viene aplicando en el Proyecto desde 1999, cuyas dimensiones permiten la excavación simultánea de hasta 20 tumbas y 68

el registro de áreas de actividad, producción y almacenamiento con amplitud suficiente como para elaborar relaciones de sincronía y diacronía (Castillo et Al. en prensa). Luego de la excavación de 7 capas culturales hallamos la matriz de una tumba de cámara de considerables dimensiones, asociada a capas con cerámica del estilo Mochica Tardío, para cuya total excavación se tuvo que hacer

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una extensión hacia el noreste de 10 m x 8 m en forma de «L». Las capas del área original que precedieron a la capa 7, que fue donde se registró la matriz de la tumba de cámara, tuvieron relativamente pocos restos de actividad cultural, a excepción del gran número de fragmentos de cerámica registrados y hoyos sobre restos de pisos de barro. No sucedió lo mismo con las capas registradas en el área de extensión, las cuales presentaron contextos arquitectónicos y restos de ocupación cultural que abarcan desde el periodo Mochica Tardío hasta el periodo Lambayeque (circa 400-1370 d. C). Debido a las características de la ocupación en esta parte del asentamiento y a la naturaleza de la excavación, se describirán las capas excavadas de ambas áreas en conjunto (A42 y Extensión de A42). Esto fue posible gracias a que la extensión fue excavada siguiendo los niveles estratigráficos registrados en el área excavada previamente, de modo que cada capa fue correlacionada altitudinalmete con el área adyacente para el registro de los contextos hallados. Ahora bien, a continuación se describen los contextos registrados durante esta temporada pero se enfatiza la descripción del tumba M-U1525, por tratarse del contexto más importante hallado en esta área y porque se trata de la tumba de cámara más Tardía dentro de la Tradición Mochica en SJM, la cual estuvo asociada a personajes de elite representados en el corpus iconográfico de este grupo cultural. Excavaciones Las excavaciones de las capas culturales que se registraron tanto en el área original como en la extensión, expusieron una zona de actividad con restos arquitectónicos hasta ahora focalizada hacia la zona norte, es decir hacia la Huaca Chodoff. Las primeras dos capas expusieron una serie de manchas y restos de pequeños muros de adobes hacia el noroeste y el noreste, aún sin definir

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las características de aquellas estructuras. La capa 1 se trató de una superficie semi compacta de color marrón claro, no presentaba mayores rasgos que los restos de unas zanjas modernas, hechas durante una delimitación moderna de la zona (Figura 2). La capa 2 es una superficie principalmente de tierra semi compacta color marrón, tuvo restos de muros de adobes que forman estructuras rectangulares, hacia la parte centro oeste y la esquina noreste (Figura 3). La capa 3, es una superficie que sólo se localizó en el área 42, se trataba de una superficie semi compacta marrón clara, continuaron los restos de muros que formaban estructuras rectangulares en las esquinas noreste y noroeste. Esta capa corresponde a un momento en el que se mantienen las estructuras pero los pisos se renuevan. A esta capa se asocia una tumba ubicado en la esquina suroeste, el cual fue enterrado en posición dorsal extendida, orientado de noreste a suroeste con la cabeza al suroeste, no presentó asociación alguna (Figura 4). En la capa 4 se mantienen los restos de estructuras que se registraron en las capas anteriores. En este nivel se halló una estructura rectangular hacia el oeste en cuyo interior se colocaron 2 paicas, al parecer el acceso estaba hacia el norte, fuera de este acceso se hallaron dos ollas colocadas sobre el piso de barro. El resto del área, hacia el sur y sureste mostraba restos de muros que parecen formar un espacio amplio con restos de hoyos para postes y dos paicas al sur del área. Al noreste de la extensión se definían restos de muros de estructuras que seguían hacia el norte. A esta capa se asocia un entierro femenino del periodo Lambayeque (M-U1531), que fue colocado extendido dorsal con la cabeza al suroeste, llevaba como ofrendas, una olla carenada, un 70

plato, una aguja de metal y una tiza (Figura 5). La superficie de la capa 5 en la mitad sur, fue tierra semi compacta con una gran mancha de tierra rojiza donde se hallaron una gran cantidad de fragmentos de cerámica, hacia el centro se hallaban restos de pisos de barro, al oeste aun se delineaban algunos muros de las estructuras

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rectangulares de las capas anteriores. Al este algunos restos de muros de adobes parecían formar otra estructura rectangular. La zona norte conservaba aun superficies de pisos de barro con hoyos pequeños. Los pisos del lado norte empezaban a mostrar una depresión hacia el centro del área (Figura 6). La capa 6 estaba formada al sur por una superficie semi compacta de barro de color marrón claro con una alta cantidad de hoyos pequeños, los cuales a juzgar por sus dimensiones, parecen haber servido para colocar estructuras no permanentes. Algunos pisos de barro al norte y al suroeste, así como un espacio pequeño formado por muros de adobes son parte de una interfase previa el piso de la capa misma. Al norte la superficie había un piso de barro semi compacto de color marrón con zanjas hacia el este para asentar muros de quincha. A este nivel se asocia un entierro masculino muy particular (M-U1529), pues se halló en una posición inusual, flexionado boca abajo con las piernas a un lado y las manos en la pelvis y tuvo asociadas como ofrendas, partes de maxilares de camélidos (Figura 7). La superficie al centro de esta capa mostraba más acentuada la depresión que venía registrándose desde la capa anterior, este hundimiento evidenciaba el gran evento de deposición de agua que se hallaría en este mismo sector en la capa siguiente, evento que sucedió a la construcción de una gran tumba de cámara. La deflación del material de relleno, junto al evento de «agua» fue produciendo el hundimiento paulatino de la estratigrafía de esta parte del área. Una interfase en la extensión mostraba una superficie semi compacta de color marrón claro con restos de estructuras cuadrangulares de adobes que se continuaban hacia el norte, además se registró parte de un muro de adobes de doble fila que atravesaba el área de noroeste a sureste (en diagonal). Al sur se hallaron marcas de acumulaciones de agua en la superficie central, esta parte como las capas anteriores continuaba mostrando el hundimiento de esta parte de la superficie. La capa 7 contuvo el mayor número de estructuras, hacia la zona central y sur se definían

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corredores con amplios espacios y pequeñas estructuras hacia el sureste. En la esquina noroeste se registró la tumba M-U1517. Se trata de un individuo en posición flexionada sentado (probablemente femenino), junto al cual se hallaban dos vasijas, un cántaro cara-gollete antropomorfo anaranjado con rasgos de reminiscencia Gallinazo y una botella gris con diseños incisos en la parte superior del cuerpo. También se registró en esta capa el entierro M-U1518, un neonato (de alrededor de 2 meses), enterrado al costado del muro del corredor sur. La zona norte estaba formada por estructuras rectangulares y muros ejes que se concentraban en la zona noreste. A esta capa también corresponde el contexto M-U1530, localizado al sureste, al costado de una paica y al sur de una olla de cuello compuesto. Se trató de un individuo masculino de entre 21 y30 años. Al centro, entre los dos grandes muros que cruzaban el área que cruzaban el área en diagonal, se halló la matriz de una tumba de considerables dimensiones, definida a través de un depósito en la superficie de la capa que se restringían al centro de la matriz, se trataba de una deposición de sedimentos formados por agua o algún líquido que estuvo embalsado en la superficie. Volveremos más adelante sobre este hecho, cuando analicemos la tumba de cámara. Los lados sur, este y oeste presentaron paicas sobre los pisos al borde de la tumba, así como estructuras de adobes para paicas y huellas de quema en sus alrededores (Figura 8). En cuanto a la filiación cultural de las capas, las primeras 5 capas mostraron material cerámico Lambayeque, Cajamarca y Transicional. En la capa 6 desaparece lo Lambayeque y empiezan a aparecer las primeras formas Mochica como los cántaros cara-gollete, sin embargo esta capa ha sido asociada al periodo Transicional Temprano. El material cerámico de la capa 7 fue bastante distinto al de las capas anteriores, registrándose fragmentos de cerámica Mochica Tardío 72

con decoración de línea fina, estribos y golletes de botellas asa estribo y cántaros cara-gollete característicos del Mochica Tardío. Un rasgo importante fue el relleno que separaba la capa 6 de la 7, este consistió en aproximadamente 40 cm de tierra suelta bastante homogénea y con poco material cultural, resultó un relleno bastante distinto a los demás y marcaba una separación bastan-

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te clara de las capas y del estilo de los materiales. Por estas razones concluimos que la tumba hallada pertenece al periodo Mochica Tardío, de manera más concreta pertenecería a la fase más tardía de este periodo, es decir al periodo Mochica Tardío C siguiendo la secuencia del proyecto (Castillo 2000a, 2006; Castillo et Al. en prensa), así lo demostraría después la cerámica hallada al interior de este contexto. ¿Una Tumba de Cámara Mochica Tardío? Como se mencionó anteriormente, el más importante hallazgo de esta temporada fue una tumba de cámara asociada a una capa con material cultural Mochica Tardío, la matriz se halló durante la excavación de la capa 7 y se reconoció a partir de una superficie con marcas de deposición de «agua» que se extendía hacia la mitad noroeste del área. Para poder excavar este contexto fue necesario como ya se dijo antes, hacer una ampliación de 10 m x 8 m hacia el noreste cuya excavación permitió tener una visión completa de la tumba es decir, permitió tener el espacio total que se generó para poder construir en su interior la estructura donde se depositaron tanto los individuos como el ajuar funerario. La matriz tenía forma rectangular y se localizó en diagonal en el límite entre las dos áreas teniendo una extensión aproximada de 9 m de largo por 4 m de ancho (Figura 9). Rituales de «agua» sobre la tumba Como ya lo habíamos mencionado, la superficie de la tumba estaba marcada en gran parte por las huellas de eventos de deposición de agua que se localizaron inmediatamente sobre el relleno de la misma. Estos eventos produjeron capas de sedimento compuestas por arcilla y gravilla cuyo porcentaje variaba de una capa a otra, que se depositaron a modo de lo que los arqueólogos

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conocemos como «pisos» o «marcas de agua», las cuales se acumularon en capas de diferentes tamaños en orden ascendente, de modo que las más superficiales eran las más pequeñas, formando una superficie de forma rectangular de aproximadamente 4 m x 3 m (Figura 10). Estos eventos involucraron grandes cantidades de líquido lo cual produjo no solamente la acumulación de sedimentos sino también, el declive de la parte oeste de la estructura de la tumba hacia la parte central, donde se habría empozado el líquido. Este líquido se filtró además en el interior de la cámara, lo que ocasionó la fragilidad de los huesos de los individuos así como de algunas piezas del ajuar funerario. Estas marcas se excavaron decapando cada nivel por separado y tomando muestras de cada una de ellas para análisis de sedimentos. La intensidad del evento, el tamaño de las marcas y el modo de deposición de las capas nos ha llevado a la conclusión de que se trató de más de un evento, totalmente intencional, que involucró la deposición de alguna clase de líquido repetidamente sobre el relleno que cubría la tumba. Estos eventos circunscritos sobre la matriz de la tumba, evidencian el carácter ritual de su ejecución, los mismos que podrían estar asociados tanto al momento de sellar la tumba, como a los eventos de reapertura que, como veremos más adelante se produjeron en este contexto. Luego de la excavación de las marcas de agua sobre la matriz de la cámara, se pudo apreciar la matriz en su total extensión y composición, se trataba de un espacio rectangular que fue rellenado con tierra «limpia», de color marrón, casi no contuvo artefactos ni restos orgánicos. La filtración del líquido y las características del relleno hicieron que éste conservara la humedad y afectara los artefactos del ajuar funerario.

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La entrada Luego de tener la total extensión habilitada para el entierro, se inició la excavación del relleno de la tumba, casi inmediatamente, aparecieron hacia el oeste una serie de adobes de consi-

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derables dimensiones que empezaban a mostrar una disposición ordenada, con forme avanzamos, los adobes se convirtieron en una estructura en forma de «U» formada por tres muros abiertos hacia el oeste. La excavación al interior de esta estructura expuso por completo la entrada de la cámara funeraria, la hilera superior de los muros estuvo formada por grandes adobes de aproximadamente de 60 cm de largo x 15 cm de ancho y 15 cm de alto, el espacio delimitado por estos muros era de 1,2 m de ancho por 1,5 m de largo y 1,6 m de profundidad (Figura 11). En la entrada se había colocado una especie de escalón hecho de barro a 0,5 m del piso. La entrada daba paso al interior de la tumba a través de un orificio cuadrangular abierto en el muro oeste de la cámara. Una ofrenda de llamas en el relleno Una vez obtenida la orientación de la cámara a través de la excavación de la entrada, se decidió excavar el relleno colocado sobre el techo. Aproximadamente a 2,3 m de profundidad, 20 cm por debajo del nivel de la entrada, se hallaban los restos de dos camélidos completos, acostados sobre su izquierdo con la mirada hacia el este (Figura 12). Se trataba de dos ejemplares (muy probablemente llamas), uno más grande que el otro, los cuales fueron colocados sobre el relleno. Algunos fragmentos de cerámica del periodo Mochica Tardío se hallaban también en este relleno. Bajo el primer nivel de ofrendas se hallaban otras mezcladas con la tierra, en este caso se trataban de miniaturas de cerámica no cocida, llamadas localmente «crisoles», un tercer nivel de ofrendas lo conformaba una olla con restos de hollín y marca pos-cocción hallada inmediatamente debajo de donde fueron colocados los camélidos, en este nivel se también se registraron crisoles que sumaron alrededor de 90. El techo de la cámara y la estructura funeraria

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La excavación de los niveles anteriores permitió exponer la composición del techo de la cámara así como los elementos usados para su construcción. La estructura fue cubierta por una trama de viguetas de madera, aparentemente algarrobo, colocadas perpendicularmente a las paredes más largas. Sobre ellas se colocó una superficie de tejidos de fibra vegetal o «esteras», sobre las esteras se colocaron adobes formando hileras que ocupaban los espacios dejados entre las viguetas (Figura 13). Toda la trama de esta estructura estuvo sostenida por 6 postes u horcones de madera, de los cuales quedaron los hoyos, dos de ellos colocados en la pared este, dos al interior de la cámara y dos en la pared oeste (Figura 14). La humedad producida por el líquido vertido sobre la matriz hizo que el colapso de las vigas se acentuara en la zona central de la cámara, «combando» la estructura de oeste a este. Luego del correspondiente registro se procedió al retiro de la estructura del techo, aunque lamentablemente por la humedad y el paso de los años, tanto las viguetas como las esteras eran sólo polvo al momento de retirarlas. Pudimos entonces tener una mejor idea de la estructura cuando hallamos los muros de adobe que formaban un recinto rectangular de 4,2 m x 3,7 m. La cámara estuvo orientada de noroeste a sureste (la entrada hacia el noroeste), los muros más largos eran los muros norte y sur (Figura 14). Los muros estaban formados por dos hileras de adobes dispuestos «de cabeza» y tenía en total 10 nichos, 4 en la pared norte (nichos 1, 2, 3 y 4), 2 en la pared este (nichos 5 y 6) y 4 en la pared sur (nichos 7, 8, 9 y 10), los nichos tuvieron dinteles de madera y casi todos ellos fueron hallados con adobes colapsados al interior. El acceso se hallaba en la pared oeste, era de forma cuadrangular y medía aproximadamente 1 m x 1 m (Figura 14). 76

La tumba de la Sacerdotisa Al excavar un promedio de 30 cm de relleno, empezaron a aparecer tanto los primeros

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artefactos que conformaban el ajuar funerario de esta cámara, como los individuos asociados. Los primeros artefactos hallados fueron una copa y un penacho de metal en el extremo oeste de la cámara, al costado de la entrada. En ese momento supimos que estábamos no sólo frente a una tumba de elite, nos encontramos excavando la tumba del personaje más importante del valle del Jequetepeque, la tumba de una Sacerdotisa, personaje emblemático del panteón Mochica. Estos ornamentos estuvieron asociados a un individuo de sexo femenino de entre 25 y 32 años a la que le faltaban ambos pies. Esta característica es singular para SJM, pero se han hallado individuos con similares características en Sipán, dentro de tumbas de elite (Alva 2004). Se registró además una placa de metal de forma triangular pero muy afectada para poder reconocer su diseño. El cuerpo tenía pulseras en ambas manos de cuentas anaranjadas, crema, turquesa, moradas, lilas y pequeñas cuentas de metal; tenía también collares formados por cuentas anaranjadas, lilas, cremas y 6 piruros que daban varias vueltas en el cuello. Todas las cuentas eran de material malacológico (Figura 15). El cuerpo fue enfardelado con un envoltorio de tela del cual sólo se pudo observar las improntas en el relleno cerca del cráneo. Al extremo este de la cámara se hallaba un ataúd rectangular hecho al parecer de planchas de madera, revestido por placas de metal con una máscara, también de metal en la parte frontal, las placas eran cuadrangulares de aproximadamente 10 cm de lado, todas recortadas formando diseños, la mayoría de las cuales representaba la imagen de la Sacerdotisa de Moro de perfil, sosteniendo con una mano una copa, con la otra una vara, y apéndices que salían del cinturón y de la espalda (probablemente del pelo) (Figuras 16). La imagen alargada del ataúd se asemejaba a aquel de la famosa escena del «Entierro» de la iconografía Mochica. Cada vez era más evidente la importancia de esta «tumba real», que ahora contenía a más de un personaje de elite. La máscara tenía ojos alados con engastes de algún material unido por grapas, del cual no quedaron rastros; nariz aguileña con boca recta y orejeras. No parece haber tenido tocados en la frente, el rostro en general daba una sensación de juventud.

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En el interior se halló en un primer nivel, una base de metal que probablemente sirvió para engastarla en una vara de madera. El cuerpo que yacía en el interior mostraba signos de movilidad en sus huesos a pesar de estar completo y casi totalmente articulado, algunas partes como las piernas, pies y costillas se hallaban desarticuladas (Figura 17). Este rasgo es bastante común en los contextos de SJM y ha sido asociado al movimiento que debió haber sufrido el cuerpo durante su traslado antes de ser inhumado definitivamente, tal vez en ceremonias que formaban parte de los rituales funerarios. (Nelson y Castillo 1997). En este caso los huesos muestran una ligera desviación hacia el lado derecho del esqueleto. Luego de los análisis de antropología física se supo que también se trataba de una mujer de entre 24 y 34 años, al igual que la mujer de la copa, estaba orientada de noreste a suroeste (cabeza al suroeste), paradójicamente esta mujer estaba enterrada en un ataúd con representaciones de la Sacerdotisa más no tenía asociada la parafernalia que caracteriza a este «personaje», salvo el soporte de una posible vara de madera. Entre ambos individuos, se hallaba un primer nivel de ofrendas que estaba compuesto por «crisoles», las cuales fueron colocadas dentro de fragmentos de grandes vasijas (paicas) que fueron rotas «in situ» al momento de colocar las ofrendas. También se colocaron crisoles al interior de cántaros y tazones enteros. En este primer nivel de hallazgos encontramos también algunos huesos de camélidos, huesos humanos y partes de vasijas que aparecían bajo las primeras ofrendas (Figura 18). Todo esto era sólo una pequeña muestra del rico, complejo y numeroso ajuar funerario que albergaba esta tumba. Este nivel fue en realidad el último que fue colocado al interior de la cámara pero por razones descriptivas iremos de atrás hacia adelante para luego resumir el proceso del ritual. Para seguir con la excavación de la cámara fue necesario retirar el cuerpo de la primera 78

mujer, pues descubrimos que las ofrendas continuaban. Una serie de vasijas de cerámica y crisoles se hallaban entre el ataúd y la pared este, algunos de ellos eran parte de las ofrendas de los nichos; lo mismo en el espacio al norte del ataúd (Figura 19). Un cuerpo humano apareció colocado al lado oeste del ataúd, sobre el cual también se colocaron crisoles. Un conjunto de botellas impresas con

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la imagen de un personaje antropomorfo con cinturones de serpientes, del cual salen ramas de árbol bajo una serpiente bicéfala, fueron halladas al sur. Estas botellas eran parte de un grupo de ofrendas de crisoles, botellas, cántaros y platos que fueron colocados en varios niveles. Al costado de un tazón de cerámica lleno de crisoles de halló una maqueta de arcilla. Esta maqueta era una representación aparentemente a escala, de un edificio cuadrangular con recintos, muros y pisos pintados, la cual fue hecha con arcilla sin cocer. En total se han registrado 8 maquetas en esta tumba, 2 en los nichos y al interior de la cámara (Figuras 20 y 21). Las maquetas Mochica han sido halladas en contexto únicamente en SJM, todas ellas representan edificios de plantas cuadrangulares, con patios, rampas y columnas, pintadas en colores crema, negro, blanco y rojo (Castillo, Nelson y Nelson 1997). Hace algunos años, prospecciones realizadas en el valle bajo revelaron la existencia de estructuras idénticas a algunos de estos edificios (Rucabado y Castillo 2003; Swenson 2004), la mayoría de ellas están asociadas a actividades rituales como el comensalismo y el culto a los ancestros. Es decir, fueron lugares de comunión y reunión, sirvieron para activar las relaciones entre las poblaciones del valle y establecer alianzas (Swenson 2004, Mauricio 2006). Tal vez sea esto lo que se quiere representar al estar dentro de tumbas de personajes tan importantes como una Sacerdotisa, personajes que tal vez servían de mecanismos de integración, relacionados al culto de los ancestros y a una historia común. Casi en la zona central se registró junto a partes de una pierna de camélido, una extraordinaria pieza de cerámica. Se trataba de una botella de cuerpo globular de lados aplanados, tiene engobe anaranjado, diseños en pintura marrón de olas invertidas en el borde del gollete, un círculo con apéndices de pequeñas circunferencias a modo de «satélite» en marrón y crema a los lados de la vasija. En las caras planas tiene aplicados dos felinos (uno en cada lado), pintados en crema con el cuerpo moteado con diseños en «S» en color marrón. Son felinos de perfil con el rostro de frente. A ambos felinos se les puede ver las cuatro extremidades, las superiores están en dispuestas como para sostener algo (Figura 22). Un círculo pintado en marrón con el fondo crema y «S» en marrón

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enmarcan a ambos felinos, los cuales están aplicados en una superficie hueca de modo que es posible ver el interior de la vasija y a través de ella, sin embargo esta superficie hueca esta cubierta por dentro con arcilla, de modo que es posible guardar líquidos en su interior sin que éste se derrame. Esta vasija parece corresponder con estilos del Horizonte Medio para la costa central. Los colores de la vasija y el tratamiento de superficie se asemejan al estilo Nievería, la forma de la vasija también es sureña, algunos detalles como las «S» son típicas del estilo Mochica. Los felinos sin embargo a juzgar por el diseño tienen un parecido a aquel hallado en la tumba M-U41, la tumba de la «Primera Sacerdotisa», sobre una botella de asa puente. La variante de las alas sin embargo no tiene paralelos aún. Podría decirse entonces que se trata de un híbrido, una pieza que puede considerarse como un Mochica Polícromo según las categorías del PAJSM (Castillo 2000b, 2006). El lado norte de la cámara tenía más grupos de crisoles, huesos humanos, dos maquetas de arcilla y un grupo de botellas y cántaros, tanto grises como rojos. Bajo una de estas maquetas se hallaba una hermosa botella de doble cuerpo uno de los cuales era esférico y el otro antropomorfo, representaba aun personaje con una mano cubriendo la boca y la otra en la oreja derecha, lleva un gorro que termina recto y porta un camélido pintado de blanco en su espalda, la botella esta decorada en colores crema, anaranjado y marrón (Figura 23). El estilo de esta pieza parece también del Horizonte Medio en la costa central, sin embargo por ahora no tenemos paralelos para la comparación de esta pieza. En la esquina suroeste se halló otra máscara de metal que, al igual que la anterior debió haber sido parte de otro ataúd, del cual sólo quedaban los restos de placas de metal con representaciones de olas y placas al los lados de la máscara con claras representaciones de la sacerdotisa 80

de perfil con la copa y la vara. Esta máscara tiene rasgos que la diferencian de la anterior, tiene la nariz recta, un tocado de olas en la frente, el mentón partido, parecería tratarse de una imagen más adulta, tuvo un collar de placas de metal que remataban en circunferencias, de igual manera tenía ojos alados y orejeras (Figura 24). Junto a esto se encontraban dos botellas negras de claro estilo

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tardío, se trataba de una botella de asa lateral con la imagen de un mono con un ulluchu en la mano en alto relieve. La otra tenía doble pico y asa puente, sobre el cuerpo carenado se representó la escena de intercambio de Spondylus por ulluchus entre monos, en el centro del asa hay una cabeza humana con tocado de dos puntas y rostro esquemático; el resto del asa esta decorado por protuberancias que hacen recordar las nectandras que se colocan en este tipo de botellas (Figura 25). Junto a la pared del acceso (oeste) se hallaba otro cuerpo en posición extendida dorsal orientado de sur a norte (cabeza al sur), al costado de su brazo derecho se hallaba otro penacho de metal en muy mal estado. A pesar de la proximidad la asociación entre ambos parece completamente fortuita. El resto de la cámara estaba lleno de más grupos de crisoles y huesos de camélido (Figura 26). Todos estos hallazgos parecen ser tardíos en relación al resto de la cámara, la máscara, las dos botellas y el cuerpo parecen estar colocadas sobre las primeras ofrendas y en momentos de reapertura de la cámara. El estilo de las botellas es más tardío que el resto, aunque la iconografía es conspicuamente Mochica, el soporte es de claro tránsito hacia formas Lambayeque, sobre todo por el color y el diseño del asa estribo pues formas híbridas con esta iconografía han sido reportadas numerosas veces en contextos de SJM. Al destapar los nichos para su registro las ofrendas halladas eran de diversa naturales, la mayoría de los nichos estaban llenos de piezas de cerámica y crisoles colocados en partes de otras vasijas. Algunos, como el nicho 2 y 3 tenían huesos humanos y huesos de camélido. Otros tuvieron maquetas con representaciones de edificios (nichos 1 y 10). Conforme se retiraban las ofrendas registradas se pudo notar que el interior de la cámara estaba dividido en dos partes a través de una banqueta. La parte más baja del interior vendría a ser una especie de antecámara. La banqueta fue la parte principal de la cámara, en ella se colocó el ataúd, el cuerpo a su costado, ofrendas de cerámica y huesos humanos. Se pudo entonces percibir mejor la disposición original de los cuerpos y las ofrendas de este contexto funerario (Figura 27). En la banqueta se colocó el ataúd con el cuerpo de una mujer

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entre 24 y 34 años con señales de movilidad en los huesos de la mayor parte del cuerpo. Entre el ataúd y las paredes este y norte se colocaron hasta tres niveles de ofrendas de vasijas y crisoles en fragmentos de cántaros y paicas, un hallazgo especial fue un pequeño cuenco de metal junto al ataúd. En la esquina sureste, al costado del ataúd se hallaron tres vasijas colocadas en fila una detrás de la otra. Una de estas piezas, la más próxima al ataúd era un vaso escultórico de aproximadamente 20 cm de alto con la representación del personaje de «cara arrugada», cinturón y collar de serpientes, acompañado a los lados por «la iguana» y el «ave mítica» que lo sostienen; tiene un tocado de felino, ojos redondos y colmillos (Figura 28). Este personaje, solo o acompañado, ha aparecido hasta ahora en todas las tumbas de Sacerdotisa que hasta ahora se han hallado, junto con piezas de personajes asociados a él en distintas representaciones como veremos más adelante. El cuerpo colocado al costado del ataúd se hallaba decúbito ventral con las manos hacia la pelvis, estaba incompleto, sin brazos ni tibias y peronés; fue enterrado aparentemente en un faro de telas con un juego de herramientas metalúrgicas compuesto por dos cinceles de metal y un yunque de piedra, estas características evidencian el carácter de ofrenda de este cuerpo (Figura 28). En el otro nivel de la cámara, en el nivel bajo, se empezaban a notar los esqueletos de tres cuerpos colocados uno junto al otro de noreste a suroeste (cabeza al suroeste, la misma posición de todos los entierros), aquellos que estaban más cerca de la banqueta se hallaban ligeramente de costado con la mirada hacia el ataúd, el tercero decúbito dorsal miraba al lado opuesto es decir, a la entrada. Sobre las piernas se colocaron más crisoles y maquetas. Entre estos cuerpos y aquel 82

cerca de la entrada se hallaron huesos humanos de pies (Figura 29). Hacia la pared sur se hallaban huesos de camélido, 4 platos con decoración Cajamarca costeño representando cerros, espirales y soles. Este estilo es bastante recurrente en tumbas Mochica Tardío (Bernuy y Bernal Ms). Otra pieza excepcional fue un cántaro cuello efigie antropo-

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morfo, decorado en la parte superior del cuerpo con un águila de perfil con las alas extendidas que porta un escudo con armas en sus patas, todo pintado con el emblemático estilo Mochica de «línea fina». Esta es una imagen característica de la iconografía Mochica, sin embargo el soporte es inusual en clara alusión a un tránsito del estilo (Figura 30). Hacia la esquina suroeste se podía ya observar una pierna humana flexionada que se hallaba bajo la segunda máscara. El resto de la cámara continuaba teniendo crisoles, cántaros, botellas y huesos de camélidos principalmente vértebras, costillas y patas. Finalmente luego de retirar todas estas ofrendas, quedó sólo el nivel de cuerpos (Figura 31 y 32). Empezando de este a oeste se dispuso sobre la banqueta el ataúd con la mujer al interior, luego se colocaron las ofrendas humanas. A su costado el cuerpo incompleto con los instrumentos metalúrgicos. En el nivel bajo se colocaron los tres cuerpos extendidos y el cuerpo de la esquina suroeste colocado en diagonal. En un momento posterior, en el espacio entre el grupo de tres cuerpos y aquel cerca de la entrada, se colocó después parte de otro ataúd del cual sólo se conservó la máscara y las placas laterales, al parecer fue necesario mover un poco los cuerpos empujándolos hacia la banqueta para hacer espacio. Nos inclinamos a pensar que el cuerpo cerca de la entrada corresponde al momento en el que se retiró este ataúd, tal vez a este momento corresponda el primer cuerpo hallado ya que éste fue hallado encima de todo el relleno y las ofrendas. En resumen creemos que hubo por lo menos tres momentos de inhumación y movilización de cuerpos. Comentarios Las ofrendas de vasijas de cerámica, huesos de camélido y crisoles fueron colocadas principalmente a los lados de las paredes norte y sur; algunos de los crisoles también se colocaron sobre los cuerpo. Podemos decir que la cámara mantuvo un orden en la disposición de los cuerpos y las ofrendas. La orientación de los cuerpos fue muy importante, tanto que para conservarla el

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ataúd fue colocado en diagonal sin importar que se dejaran espacios irregulares entre éste y la pared. En general los cuerpos mantuvieron la orientación noreste-suroeste a pesar de que la cámara se orientaba de noroeste a sureste. La filiación de la cámara no sólo se debe a la capa en la que fue hallada, como se mencionó anteriormente la capa asociada a la matriz de la tumba se caracterizó por presentar cerámica típica del Mochica Tardío. Más aún, la cerámica hallada al interior pertenece indiscutiblemente al corpus que ha sido definido como Mochica Tardío para el valle del Jequetepeque. Los cántaros cara gollete antropomorfos de color rojo con diseños en pintura crema, los cántaros grises con representaciones de rostros de murciélagos, las botellas de cuerpo aplanado rojas con chevrones en los hombros, las botellas con depresiones en el cuerpo a manera de «ombligo», el cántaro con decoración de línea fina, el vaso escultórico del personajes conocido como «Aia-paec» o «mellizo terrestres», una botella de doble cuerpo con decoración polícroma de los personajes conocidos en la iconografía Mochica como «Voladores» que están acostados sobre edificios escalonados y «juegan» con pallares y palitos (Figura 33), la botella del felino alado, una botella con decoración del «Rombo de Moro», una botella de doble cuerpo antropomorfa con decoración de la costa central. Son estas las piezas que forman el mayor porcentaje de las vasijas que hacían un total de 144 piezas (Figura 34). El resto son piezas impresas con representaciones que empiezan a verse desde el periodo Mochica Medio y continúan su transformación hasta el periodo Chimú. Estas son las representaciones en pequeñas botellas de un rostro humano con los ojos cerrados y una especie de valva en la boca, hallada en un contexto Mochica Medio con asociaciones de herramientas orfebres. Las botellas del personaje que toca una antara, muy parecida a aquellas que tocan los 84

músicos en escenas de danzas en la iconografía Mochica, es representada en piezas donde «la iguana mítica» es la que toca este instrumento y porta objetos similares, la «iguana» es un personaje asociado al mellizo terrestre y es bastante recurrente en entierros Mochica de SJM. El personaje bajo una serpiente bicéfala con báculo y plantas en la mano es una variación de las represen-

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taciones del periodo Tardío de esta serpiente sobre personajes masculinos cuya parafernalia y atributos los relacionan al personaje conocido como «Mellizo marino» según Makowski (cita), el cual a veces aparece bajo este «arco» y otras bajo el «árbol de ulluchus». El personaje femenino bajo este arco es la «Sacerdotisa» o «Mujer mítica» que aparece bajo esta serpiente en escenas de navegación o «tránsito» al igual que el personaje masculino (Donnan y McClelland 1999) (Figura 35) . Pero esta imagen también es el antecedente de la variante representada en la iconografía Lambayeque y Chimú, en frisos como el de Huaca Chotuna, Huaca Dragón o en vasijas del Horizonte Medio, donde son el «animal lunar» y/o figuras humanas las que se hayan bajo este «arco», el cual a veces se transforma en olas. Alrededor del 90 % del ajuar funerario se inserta dentro de los estilos y formas que en SJM se definen como tumbas de la fase Mochica Tardío C, la cual se caracteriza por esta mezcla de estilos, innovación de formas y diseños que sin embargo, continua exhibiendo un claro deseo de reconocerse y mostrase como herederos de la tradición Mochica, que trata de adaptar sus íconos a los cambios coyunturales del momento. Así, la tumba M-U1525 ofrece un rico contexto para la discusión de la identidad social y transformación a finales del periodo Mochica en el Jequetepeque, de igual modo y como consecuencia de los anterior, al tratarse de la tumba más tardía que puede adscribirse a la tradición Mochica, demuestra una vez más, que las separaciones entre los periodos que los arqueólogos solemos imponer para hablar de tiempo y evolución; se dan más bien a través de procesos, que tienen su propia lógica y más que hablarnos de cambios radicales, nos hablan de continuidad y adaptación.

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01. Plano general de San José de Moro con la ubicación del Área 42.

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87 02. Área 42. Capa 1, dibujo de planta. 03. Área 42. Capa 2, dibujo de planta.

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04. Área 42. Capa 3, dibujo de planta. 05. Área 42. Capa 4, dibujo de planta.

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06. Área 42. Capa 5, dibujo de planta. 07. Área 42. Capa 6, dibujo de planta.

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90 08. Área 42. Capa 7, dibujo de planta.

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09. Área 42. Vista cenital de la matriz de la tumba de cámara M-U1525. 10 . Área 42. Foto mostrando las marcas de agua sobre la matriz de la cámara funeraria.

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11. M-U1525. Diferentes vistas de la entrada de la cámara. 12 . M-U1525. Ofrenda de cámelidos sobre el relleno que cubría el entierro.

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13. M-U1525. Techo de la cámara funeraria, se aprecian las viguetas de madera, esteras y adobes que conformaban la estructura.

95 14. M-U1525. Estructura de la cámara funeraria con la entrada al oeste y nichos en las paredes norte, sur y oeste.

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15. M-U1525. Individuo femenino asociado a penacho y copa de metal, nótese la ausencia de los pies.

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16. M-U1525. Detalle de ataúd decorado con placas y máscara de metal. Al interior yace el esqueleto de una mujer de entre 25 y 34 años. 17. M-U1525. Cuerpo al interior de ataúd con claras señales de movilidad en los huesos.

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18. M-U1525. Individuo femenino asociado a parafernalia de la Sacerdotiza de Moro y ataúd con placas de metal al otro extremo de la cámara.

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19. M-U1525. Interior de la cámara y ofrendas funerarias asociadas.

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20. M-U1525. Maquetas de arcilla halladas en nicho 1 y 10, representan edificios con rampas, columnas y techo.

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21. M-U1525. Vistas de maquetas halladas como ofrendas al interior de la cámara.

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22. M-U1525. Botella decorada con estilo sureño, tiene felinos a los lados, uno de ellos es alado.

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M-U1525. Botella escultórica con representación antromorfa con estilo decorativo sureño.

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24. M-U1525. Máscara de metal con placas alrededor, perteneciente a un segundo ataúd retirado. 25. M-U1525. Botellas con iconografía de monos y ulluchus halladas junto a la entrada. 26. M-U1525. Individuo hallado junto a la entrada de la cámara junto a un penacho de metal.

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27. M-U1525. Tercer nivel de excavación de la cámara funeraria con ofrendas y cuerpos al interior.

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28. M-U1525. Vasija escultórica junto a ataud y cuerpo de invidividuo asociado a instrumentos de orfebrería. Nótese la ausencia de los pies.

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110 29. M-U1525. Cuerpos de tres individuos colocados en el piso de la cámara junto a otras ofrendas.

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30a. M-U1525. Platos de estilo Cajamaraca y cantaro antropomorfo con decoración de línea fina.

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112 30b. M-U1525. Detalle del diseño de los platos de estilo Cajamaraca hallados en la cámara funeraria.

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113 30c. M-U1525. Detalle de cántaro antropomorfo con decoración de línea fina.

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31. M-U1525. Interior de la cámara con 7 de los 8 cuerpos que contuvo.

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32. M-U1525. Detalle de cuerpos depositados como ofrendas de este contexto funerario.

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33. M-U1525. Vasijas de estilo e iconografía Mochica Tardío. 34. M-U1525. Variedad de piezas que caracterizaron a este contexto.

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35. M-U1525. Vasija representando personaje con báculo y plantas bajo serpiente bicéfala. Representaciones similares del periodo Mochica Tardío.

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Excavaciones en el sector norte de San José de Moro. Las ocupaciones Mochica Medio y Mochica Tardío

Carlos E. Rengifo Chunga Daniela Zevallos Castañeda Luis Muro Ynoñán

El Proyecto Arqueológico San José de Moro (PASJM) ha venido excavando el sector norte de la «Cancha de Fútbol» del sitio San José de Moro (SJM) de manera intensiva y extensiva durante los últimos 6 años (Fig. 01, 02). El hallazgo de grandes tumbas de cámara así como tumbas de especialistas acompañadas de complejos ajuares funerarios asociadas al periodo Transicional, ha sido uno de los más notorios resultados de los trabajos realizados en este sector (Ver informes 2002, 2003, 2004, 2005 y 2006). Sin embargo, una vez registrados los contextos del periodo Transicional, las excavaciones continuaron, esta vez centrándose en la ocupación Mochica en sus periodos Medio y Tardío. A partir de las continuas investigaciones llevadas a cabo en San José de Moro se ha logrado determinar su importancia y relevancia en épocas prehispánicas como el cementerio y centro ceremonial Mochica más importante del valle Jequetepeque, y dada esta particular condición, ha sido posible a lo largo de estos años explorar distintos aspectos relacionados con las prácticas funerarias y ceremoniales de esta sociedad. V. Conjunto de tumbas de bota Mochica Tardío halladas en el sector norte de San José de Moro.

El presente trabajo expone los resultados obtenidos durante la temporada de excavaciones 2007, concatenando esta información con datos obtenidos en temporadas anteriores asociados a

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contextos de las ocupaciones Mochica Medio y Mochica Tardío con el fin de tener una aproximación total del área en estudio. El sector norte de San José de Moro. Excavaciones de unidades conjuntas Los trabajos en el sector norte de la «Cancha de Fútbol» de SJM han atravesado por 2 etapas, considerando las estrategias de excavación aplicadas y las problemáticas que se han intentado resolver. En este sentido cabe anotar además que muchas veces, las metodologías aplicadas han variado en función de los hallazgos realizados, sobre todo en casos de contextos peculiares, y posteriormente en torno a lo que esperábamos o suponíamos que debíamos encontrar en base a recurrencias observadas. Ambos factores influyeron en gran medida en el desarrollo de la investigación en este sector en particular. Durante la primera etapa (2002-2004) se abrieron 4 unidades de excavación de 10 x 10 metros, siendo excavadas y registradas de manera independiente hasta llegar a la primera capa de ocupación asociada con el periodo Transicional, tal es el caso de las Áreas 28, 31, 33, 34 (Fig. 03). Durante la segunda etapa (2005-2007) se unieron todas estas unidades excavando los «testigos» que las separaban, dando lugar así a una gran unidad de excavación de 550 m2 aproximadamente. En este proceso se generaron las Unidades 36, 37, 39, 40, 41 y 43 (Fig. 04). A partir de aquel momento, todas las unidades de este sector fueron excavadas de manera simultánea, buscando establecer relaciones sincrónicas entre sus distintos elementos, sin embargo, por razones metodológicas y para efectos de registro, los artefactos recuperados eran regis120

trados como pertenecientes a su unidad original, de este modo su ubicación en el plano y su referencia descriptiva sería más certera. En el presente documento se describen los rasgos más notorios de las capas estratigráficas que corresponden con las ocupaciones Mochica Medio y Mochica Tardío, detallando la ubicación de

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los elementos más notorios en las unidades 28, 33, 34, 40 y 43, puesto que fueron las unidades ejes que se usaron para cuestiones de registro (Fig. 05). La capa de ocupación Mochica Medio Durante la presente temporada (2007) se expuso el primer nivel de ocupación Mochica Medio en el sector norte de San José de Moro, esto es, el primer momento en que SJM fue ocupado por los antiguos pobladores del valle del Jequetepeque, el cual fue documentado bajo el nombre de Capa 12 (Fig. 06, 07)(ver Informe 2007). No obstante, cabe resaltar que para entender cabalmente la ocupación Mochica Medio en este sector es necesario, además, revisar y comparar las características de la misma en otros sectores de SJM, especialmente en las áreas 15-16 y 24, donde se ha venido estudiando la presencia de 2 clusters familiares, y también los últimos hallazgos de tumbas Mochica Medio de elite en el Área 38 (Castillo 2003; Castillo et al. ms; Del Carpio ms; Ruiz ms. y en este volumen). Preliminarmente postulamos que la ocupación Mochica Medio en el sector norte de la «Cancha de Fútbol» de SJM tuvo características tanto domésticas, ceremoniales como funerarias, cuyos componentes estuvieron espacialmente circunscritos a sitios específicos, puesto que los contextos funerarios se agrupan hacia el lado sur, principalmente en el Área 31, mientras que los restos de ocupación doméstica temporal se extienden a lo largo de toda la parte centro y norte. Las características del terreno sobre el cual se realizaron las actividades ceremoniales y se construyeron estas tumbas son muy similares a las capas registradas en otras unidades de SJM, es decir, se trata de una superficie arcillosa de color amarillento sobre la cual se hallaron varias acumulaciones de hoyos, que serían las improntas dejadas por los postes de estructuras temporales usadas durante las fechas que se celebraban los rituales. Estos rasgos son más notorios en el lado noroeste del Área 33 dado que no ha sido

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alterado por estratos posteriores como es el caso del Área 34. Asimismo destaca la presencia de un pequeño cuarto vacío del cual aun no sabemos su función con total certeza, sin embargo este tipo de recintos también han sido registrados en otras unidades de SJM por lo que sabemos que fue de usanza común durante este periodo. Como parte de esta capa también se han registrado paicas esparcidas en diversos sectores de las unidades, en algunos casos asociadas a fogones irregulares, ambos elementos probablemente estuvieron vinculados al consumo de chicha como parte de las actividades rituales en honor a los muertos y ancestros. Con respecto a la ocupación funeraria, el registro tumbas concentradas mayoritariamente en el Área 31 nos induce a pensar que se trataría de un cluster de tumbas Mochica Medio pertenecientes a un estrato social medio, de similares características a los clusters ubicados en las Unidades 15-16 y 24, y muy cercano al cluster de tumbas de elite del Área 38 (Fig. 08). Este núcleo funerario se compone de 8 tumbas de bota y 3 tumbas de fosa que a continuación describiremos brevemente. -

M-U1207. Tumba de bota ubicada en el lado noroeste del Área 31. Pertenece a un individuo adulto de sexo indeterminado. Bajo el brazo derecho se depositó un conjunto de 12 crisoles o miniaturas.

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M-U1230. Tumba de bota localizada en la parte centro norte del Área 31. Pertenece a un individuo adulto asociado a un cántaro de cocción oxidante con pequeñas aplicaciones en el cuerpo.

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M-U1232. Se trata de una tumba de bota que aparentemente sería la de mayor jerarquía en este cluster. Fue ubicada hacia el lado centro-oeste del Área 31 y tanto la matriz como la bóveda mantienen la orientación norte-sur. Al interior se halló un individuo adulto de sexo indeterminado a quien se le ofrendaron un cuenco, un cántaro y una botella de asa estribo

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con la representación escultórica de un fruto en el cuerpo (Fig. 09, 10). -

M-U1238. Tumba de bota de un infante acompañado de una figura con representación de un personaje femenino.

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M-U1239. Se trata de una tumba de bota cuya matriz fue localiza en la parte noroeste del Área 31. La peculiaridad de este entierro es que a pesar que la matriz de la tumba mantiene una orientación convencional (norte-sur), la bóveda de la misma estuvo orientada de este a oeste. El individuo, adulto de sexo indeterminado, también estuvo orientado de este a oeste y habría sido envuelto en una estera de la que solo quedaron escasas improntas. Junto al sello de adobes se registró un cráneo humano, posiblemente colocado como ofrenda.

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M-U1240. Se trata de una tumba de bota ubicada en la parte centro-sur del Área 31. En su interior se registró a un individuo adulto de sexo indeterminado.

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M-U1241. Se trata de una tumba de fosa que fue excavada parcialmente dado que fue hallada junto al perfil este del Área 31. Se trataría de un individuo adulto colocado en posición extendida dorsal.

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M-U1300. Tumba de fosa de un individuo adulto de sexo indeterminado en posición decúbito dorsal.

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M-U1510. Tumba de bota hallada en el lado suroeste del Área 34. Aun no ha sido excavada la bóveda y se desconoce su contenido, no obstante se ha registrado el sello de adobes en el lado sur de la matriz.

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M-U1526. Tumba de bota localizada en el lado sur del Área 33. Se halló parcialmente disturbada, probablemente fue reabierta produciéndose así la remoción de los huesos del individuo principal.

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M-U1532. Se trata de una tumba de bota ubicada al sur del Área 34. En su interior se halló a un individuo adulto en posición extendida dorsal con pequeñas asociaciones como algu-

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nas piedras y el pico de una botella de asa estribo. En este conjunto de tumbas podemos apreciar que existen ciertas recurrencias en las orientaciones de las mismas. Así tenemos que en la mayoría de los casos la orientación tanto de la tumba como del individuo enterrado es de norte a sur con una ligera inclinación al noreste. Únicamente 2 tumbas de bota y una fosa no se ajustan a este patrón. También se observa que al igual que en los clusters Mochica Medio de las unidades 15-16 y 24, las asociaciones son escasas y constan básicamente de una pieza de cerámica y alguna placa de metal. Próximamente se realizarán estudios que determinen las características bioantropológicas de los individuos enterrados para, en base a esos datos, esclarecer si efectivamente se trata de un grupo de personas con vínculos familiares cercanos. Finalmente, con relación a las características de la superficie donde se encuentran estas tumbas cabe señalar que en ella se registró una gran cantidad de improntas de hoyos de poste y manchas de tierra suelta. Asimismo se hallaron 3 concentraciones de crisoles que probablemente fueron parte de las ofrendas realizadas a las tumbas de esta área. Las capas de ocupación Mochica Tardío Las capas de ocupación Mochica Tardío fueron documentadas bajo los nombre de Capa 9, Capa 10 y Capa 11 conforme iban siendo expuestas en el proceso de excavación. Se caracterizan por la presencia de grandes y complejas tumbas de bota así como de contextos de producción y 124

consumo masivo de chicha. Aparentemente se trataría de uno de los momentos de ocupación más intensos en cuanto a actividades desarrolladas se refiere. A pesar de no haber un alto número de tumbas asociadas, la evidencia de uso y actividad en la superficie es bastante notoria en el registro arqueológico de toda la unidad.

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A partir de estos trabajos ha sido posible registrar 3 capas estratigráficas asociadas a la ocupación Mochica Tardío, las cuales corresponderían con 3 momentos ocupacionales continuos que, de acuerdo a las asociaciones estilísticas que presentan cada uno de ellos, se tratarían de estratos asociados con las fases Mochica Tardío A, B y C que propone Castillo (2003). La Capa 11. Mochica Tardío A El primer momento de ocupación Mochica Tardío, registrado como Capa 11, presenta una superficie con varias manchas y rasgos de tierra suelta oscura, probablemente producto de la descomposición orgánica de alimentos y/o elementos de fibra vegetal, así como algunos hoyos para postes que habrían sostenido techados de estructuras temporales. No se halló restos de algún piso arquitectónico (Fig. 11, 12). Los contextos más importantes de este momento ocupacional son la tumba de bota MU1407 en el Área 33 (excavada durante la temporada anterior, ver Informe 2006) y el entierro de 4 individuos junto a un conjunto de grandes paicas en el lado sur del Área 34 Fig. 13, 14). Se trataría pues, de un espacio dedicado al almacenamiento, expendio y consumo de chicha que habría abarcado el Área 34 y el Área 43. Lamentablemente gran parte de la unidad 34 fue alterada por la construcción de la cámara Transicional M-U1242. No obstante, en las zonas asociadas a este contexto se contabilizaron hasta 16 paicas entre ambas áreas. A ello incluso podemos sumar otras 4 tinajas registradas en el lado este de las Unidades 28 y 33. La relación entre el consumo de chicha y las prácticas funerarias y ceremoniales ha sido anteriormente advertida por varios investigadores y ha sido ampliamente documentada en distintos sitios arqueológicos, de los cuales San José de Moro ha sido uno de los que mayor bibliografía ha aportado (Castillo 2001, 2003; Castillo et al. en prensa; Delibes y Barragán en prensa). La peculiaridad de este contexto radica en que aparentemente las personas más estre-

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chamente vinculadas con estas labores, y posiblemente más relacionadas con la producción de chicha en este sector, fueron enterradas junto al lugar donde habrían desarrollado tales actividades. Más aun, en uno de los casos, una mujer, de 30-32 años aproximadamente, fue directa y deliberadamente extendida sobre una fila de paicas (M-U1502) (Fig. 15, 16, 17). Junto a este conjunto de 8 paicas alineadas se dispuso el entierro de una mujer joven (17-19 años aproximadamente) (MU1511) (Fig. 18), mientras que pocos metros al oeste se enterró a 2 hombres adultos (M-U1504, MU1505), todos ellos en posición extendida dorsal (Fig. 19, 20). Dado que de estos 4 entierros esta mujer fue quien recibió el tratamiento más elaborado, y fue además la que más edad tuvo al momento de su muerte, es plausible pensar que se tratase de la persona que dirigió y organizó la producción de chicha en este sector, por tal motivo al momento de su muerte se le reconoció tal identidad y fue enterrada en el lugar y junto a los objetos y personas que retraten tal rol social. Los elementos estilísticos asociados a esta capa son escasos y no ofrecen la claridad suficiente para ensayar y asegurar una correspondencia directa con las características de la fase Mochica Tardío A que propone Castillo (2003), sin embargo, tampoco para descartarla. Por otra parte cabe acotar que la posición estratigráfica de este momento de ocupación con respecto a las otras 2 capas de este periodo nos permite colocarla como la fase más temprana del Mochica Tardío. La Capa 10. Mochica Tardío B El segundo momento de ocupación Mochica Tardío, registrado como Capa 10, se caracte126

riza por la presencia de varios fragmentos del piso arquitectónico conservado a lo largo de la unidad, existe una concentración de paicas en la parte central, se documentó un pequeño recinto elevado en el lado oeste del Área 34 y se cubre completamente el contexto de chicha de la capa anterior (Fig. 21, 22). También se registraron hasta 5 tumbas de niños de no más de 1 año depositados en

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fosas simples. Los contextos más notorios de esta capa son las tumbas de bota M-U1404 y MU1536 en la parte norte del área de trabajo, y otro conjunto de 4 tumbas de bota en el lado oeste del Área 43. Las matrices de las tumbas M-U1404 y M-U1536 se alinean con dirección norte a sur abarcando la parte oeste del Área 28, siendo el primero de ellos el más importante. El contexto MU1404 fue registrado durante la temporada 2006 y ha sido descrito en detalle con anterioridad (ver informe 2006, Rengifo 2007 a, b). El entierro M-U1536 es una tumba de bota ubicada en la parte norte del Área 28, cuya matriz se halló por debajo de la cámara Transicional M-U1023. A diferencia del común de las tumbas de este periodo, el sello de adobes fue hallado hacia el lado norte de la matriz, y en consecuencia la bóveda y el individuo al interior de la misma también se orientaban hacia el norte. Esta tumba pertenecía a un hombre de 24-29 años aproximadamente que fue sepultado con 2 vasijas colocadas sobre el esternón (Fig. 23, 24). El conjunto de tumbas de bota Mochica Tardío del Área 43 Uno de los más sobresalientes hallazgos relacionados con este periodo se dio en la parte este del Área 43, donde se halló lo que en un principio supusimos se trataba de la matriz de una cámara Transicional, puesto que su forma, orientación, tamaño y ubicación se asemejaba a tal tipo de tumbas que habíamos registrado en temporadas anteriores (Fig. 25). En efecto, la excavación del área 43 se inició con el objetivo de excavar este contexto en su totalidad y registrar la capa asociada a la matriz de la que debía partir el corte original para su construcción. Esta matriz fue hallada en la capa 8 del Área 43, asociada al periodo Transicional en su fase temprana y estaba parcialmente cubierta por la cámara M-U1311 del periodo Transicional Tardío. Al proceder con la excavación de este corte, al que incluso preliminarmente le asignamos un código de tumba, nos sorprendió el hecho de no encontrar la estructura de una cámara funeraria, sino un conjunto de adobes desorde-

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nados en la parte central, así como escaso material cerámico que nos pudiera dar una pista de la asociación del contexto. La presencia de un cráneo y algunos huesos humanos en la parte norte de este corte nos hizo suponer que se trataría de una tumba saqueada, como tantas veces hemos hallado en SJM. En el lado norte de esta matriz ya habíamos llegado al suelo estéril, y no fue hasta que terminamos de excavar el lado sur cuando notamos que bajo el desorden de adobes registrados inicialmente había 2 sellos de adobes ordenados que pertenecían a 2 tumbas de bota cuyas bóvedas se orientaban hacia el sur de la matriz. Además de ello, notamos la presencia de otras 2 botas de menor tamaño y profundidad, una de ellas localiza al centro de las 2 botas grandes y la otra en el lado sureste del corte (Fig. 26). Se trataba pues, de un contexto Mochica Tardío que posteriormente fue alterado por gente de la fase Transicional Temprana, quién aparentemente intentó construir una cámara funeraria, junto a otras cámaras de la época tales como las tumbas M-U1045, M-U1242, M-U1315. Escogieron la ubicación de la estructura y llegaron a realizar el trazo y el corte para su construcción, sin embargo, en este proceso se encontraron los sellos de adobes de varias tumbas Mochica Tardío, los alteraron parcialmente hasta que cancelaron la construcción de la cámara. Esto explicaría el por qué del hallazgo de una matriz de cámara funeraria en una capa Transicional y al momento de excavarla terminamos frente a un contexto de tumbas de bota Mochica Tardío sin la posibilidad de ver las matrices originales de las bocas dado que fueron destruidas al momento de hacer la cámara. El por qué las personas que comenzaron la construcción de la cámara abortaron tal actividad podría bien ser una cuestión de respeto a las tumbas de ancestros, o bien simplemente prefirieron escoger un sitio que les trajera menos inconvenientes que lo que suponía destruir tumbas ancestrales. 128

Las tumbas de bota pequeñas tenían poca profundidad y sus matrices fueron casi totalmente alteradas. La tumba M-U1533, ubicada al centro de las botas grandes, pertenecía a una mujer de 25-28 años aproximadamente colocada originalmente de manera extendida dorsal, sin embargo, con la posterior alteración del contexto y el peso de los sedimentos, las extremidades

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inferiores se hundieron dando la impresión de haber comenzado a deslizarse hacia el fondo del pozo. Por otra parte, la bota M-U1534 fue disturbada, hallándose en su interior únicamente los huesos revueltos del individuo depositado. Dada las características de los huesos y el tamaño de la bóveda se habría tratado de un infante. Posteriormente se prosiguió con la excavación de los contextos mayores, denominados M-U1535 y M-U1512, cuyas bóvedas se hallaron a una profundidad promedio de 2 metros con relación a la capa de donde suponemos debió partir su matriz original (5,30 m promedio desde la superficie actual) (Fig. 27, 28). El contexto M-U1535 es una tumba de bota de gran tamaño, cuyo individuo principal era un infante ataviado con un collar de finas cuentas de nácar en forma de porra y circulares. Sobre sus coxales se colocaron dos valvas de concha spondyllus, hecho que nos sugiere que podría tratarse de una niña, puesto que la relación de esta especie malacológica con el sexo femenino ha sido varias veces retratada en el arte Mochica (Cordi-Collins 2003). En SJM existen además casos de tumbas de mujeres en las que también se ha dispuesto de estas valvas en la misma posición. Sobre el individuo de la M-U1535 también se colocaron algunos huesos de camélido. Hacia el lado este de la tumba se colocaron hasta 24 cántaros de cocción reductora, solo se hallaron 2 ejemplares de cocción oxidante. Bajo éstos se había colocado un camélido de corta edad. La tumba de bota M-U1512 La tumba M-U1512 fue el entierro más importante de este conjunto de entierros y junto a la tumba M-U1404 es uno de los contextos más complejas asociados a este momento de ocupación en el sector norte de SJM. El contexto M-U1512 se trata de una estructura en forma de bota de gran tamaño, ubicada hacia el lado oeste del contexto general (Fig. 29). La bóveda tenía dimensiones mayores al común de las tumbas de bota de este periodo (2,50 x 1,70 m aproximadamente). El

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individuo principal de este entierro era una mujer adulta que yacía en posición extendida dorsal en el lado este de la bóveda, con una valva de spondyllus colocada sobre su coxal derecho (Fig. 30). Se pudo advertir que este personaje habría sido depositado dentro de un ataúd rectangular hecho de algún material perecible, del cual solo quedaban improntas. Sobre la cabecera del ataúd se documentaron una valva de spondyllus y dos tupus de metal. Al interior de este féretro se colocaron además 4 finos platos de estilo Cajamarca (Fig. 31, 37), al lado derecho de la cabeza de la mujer, mientras que a la altura del hombro izquierdo se registró un insólito conjunto de abalorios que consistía en 3 finas cucharas hechas de piedra, cerámica y metal respectivamente con diseños antropomorfos esculpidos en el mango, cuentas circulares de diversos colores, finas láminas de cobre dorado y un colgante de piedra en forma de media luma; todos estos elementos parecen haber estado dentro de una bolsa o envoltorio de fibra vegetal que no llegó a conservarse (Fig. 32, 33). Al lado oeste de la tumba, es decir, hacia la izquierda del individuo principal, se depositó un gran número de ofrendas cerámicas, contabilizando un total de 80 ejemplares entre los que destacan 2 cantimploras policromas con el diseño del rombo SJM (Fig. 34, 35) (Castillo 2000). En la gran mayoría de los casos de trataba de cántaros de cocción tanto oxidante como reductora. También se registró un camélido en el extremo sur de la bóveda y restos de partes de otros especimenes entre el conjunto de vasijas. Junto al sello de la tumba de halló el cadáver de un hombre de 15-20 años aproximadamente. Se encontraba con el torso y la mirada hacia el suelo y con el cuerpo semi arqueado, las extremidades inferiores estaban apoyas sobre las vasijas mientras que los brazos estaban recogidos debajo de las costillas y el esternón. Se trataría de un personaje sacrificado 130

como acompañante del individuo principal, su posición junto a la entrada de la tumba podría sugerir que su función era vigilar y cuidar el acceso al sepulcro (Fig. 36). Posteriormente se excavó el sello de adobes en el que sorprendentemente se hallaron las más finas piezas de la tumba. Se documentaron 12 piezas de cerámica entre las que destacan 5

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grandes cántaros con asa cintada cuya forma no correspondería con la tradición Mochica y sí con las formas Wari, 2 de ellos son del tipo cara-gollete con fina decoración policroma, además de una cantimplora policroma similar a las halladas al interior de la bóveda. La pieza más fina es una botella silbadora bícroma de doble cuerpo y asa puente, en la que uno de los picos remata en la representación de una casa o un pequeño templo. El cuerpo presenta decoración incisa con motivos triangulares y volutas, el puente tiene pintura en línea fina con motivos en forma de 8. El pico que remata en la casa o templo fue pintado con bandas ocres y cremas, posiblemente representando una estructura escalonada, tal como cita Morales (2003) para el caso de un ceramio proveniente del valle de Virú. El techo de este recinto es a 2 aguas y también presenta bicromía (Fig. 38, 39, 40). La tumba M-U1512 presenta rasgos que la hacen singular con relación a otras tumbas de su época, entre ellos contamos como más importantes: la ausencia de botellas asa estribo de línea fina, el elemento más tradicional en este tipo de contextos, hecho que también se aplica a las otras 3 tumbas que forman parte de este conjunto funerario; la notoria presencia de objetos foráneos de alta calidad de manufactura como los platos Cajamarca junto al individuo principal; y la presencia de piezas de tradición ayacuchana pero de aparente manufactura local. Indudablemente, todas estas tumbas de bota son los contextos más representativos de este segundo momento de ocupación Mochica Tardío en el sector norte de SJM. Las similares características estilísticas de su contenido y la capa estratigráfica a la que se asocian nos permite establecer su contemporaneidad y su filiación con la fase intermedia del Mochica Tardío, o fase B. Esta evidencia arqueológica nos sugiere que durante este momento de ocupación, las actividades en este sector habrían estado relacionadas tanto al consumo de chicha como a la realización de importantes y singulares entierros.

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Capa 9. Mochica Tardío C El tercer momento de ocupación Mochica Tardío, registrado como Capa 9, corresponde con la última fase de este periodo en el área. La superficie de este nivel se caracteriza por la densidad de tierra con restos de quema que le da una coloración naranja, sobre todo en el lado sur del Área 34. Se conservaron varios fragmentos de piso en las unidades 33 y 34 asociados a paicas para consumo de chicha, las que a diferencia de capas anteriores se hallan en menor número. Durante esta ocupación se habrían construido la tumba de cámara M-U1022, en el lado sur del Área 28, y la UC17 en la parte central del Área 33, estructura que probablemente fue rehusada durante las primeras ocupaciones del periodo Transicional. Este nivel estratigráfico fue excavado en temporadas anteriores donde se describen en detalle sus características superficiales y elementos asociados (ver Informes 2004, 2005 y 2006) Comentarios finales Como se ha descrito a lo largo de este documento, la ocupación Mochica en el sector norte de la «Cancha de Fútbol» de San José de Moro se caracteriza por la intensa actividad desarrollada, producto de ello es la densa evidencia arqueológica que hoy encontramos asociada a contextos de orden doméstico, ceremonial y funerario. Se ha registrado una capa asociada al periodo Mochica Medio, hecho que nos indica que en este sector no se da el caso de 2 fases como sucediera en las áreas 15-16 y 24 (Del Carpio ms.). 132

Las características arqueológicas de este nivel son muy similares a aquellas registradas en otras unidades, con gran cantidad de evidencia de estructuras temporales y rasgos de ceniza y tierra con elementos orgánicos. También se ha documentado un nuevo cluster funerario, compuesto principalmente por

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tumbas de bota con escasas asociaciones, como suele suceder en los entierros de este periodo, pero manteniendo patrones de orientación, forma y tamaño de la tumba como parte de las convenciones aceptadas para estos casos. La ocupación Mochica Tardío resultó ser más compleja que su antecesora puesto que se registraron 3 capas asociadas a este periodo. Luego del análisis pertinente hemos postulado de manera preliminar que se tratarían de 3 momentos que guardan correspondencia con las 3 fases estilísticas y cronológicas propuestas por Castillo (2003) para este periodo. No se ha registrado un alto número de tumbas asociadas a periodo como ocurriera en otros sectores de SJM, sin embargo se documentaron casos de entierros muy singulares que se suman al amplio registro de contextos funerarios Mochica Tardío en el sitio. Como se ha visto a través de los sucesivos informes y reportes ofrecidos en 6 temporadas de excavaciones en este sector de SJM, los resultados han sido amplios y diversos, puesto que se a abarcado más de 500 m2 de extensión y se han documentado capas y contextos asociados a todos los periodos conocidos en San José de Moro. No obstante haber finalizado los trabajos de excavación en estas unidades, se espera que en un futuro próximo las investigaciones continúen puesto que el análisis detallado de los materiales y la revisión y comparación del registro realizado va a dar nuevos aportes a los temas desarrollados por el PAJSM.

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01. Plano de San José de Moro con ubicación de las áreas excavadas desde 1991 hasta 2007. 02. Plano en detalle del sector norte de la «Cancha de Fútbol» de SJM con las unidades excavadas desde la temporada 2002 hasta 2007.

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03. Sector norte de SJM con las áreas de excavación abiertas desde 2002 hasta 2004. 04. Sector norte de SJM con vista del proceso de excavación de las unidades conjuntas desde 2005. 05. Configuración de las unidades excavadas durante la temporada 2007.

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136 06. Áreas 28, 33, 34, 40 y 43. Dibujo de planta de la Capa 12. Mochica Medio.

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07. Áreas 28, 33, 34, 40 y 43. Vista general de la Capa 12. Mochica Medio.

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08. Cluster de tumbas Mochica Medio registrado en el sector norte de SJM, concentradas principalmente en el Área 31.

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09. M-U1232. Vista general de la tumba de bota. Mochica Medio. 10. M-U1232. Detalle de botella de asa estribo escultórica registrada en la tumba.

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140 11. Áreas 28, 33, 34, 40 y 43. Dibujo de planta de la Capa 11. Mochica Tardío A.

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12. Áreas 28, 33, 34, 40 y 43. Vista general de la Capa 11. Mochica Tardío A.

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13. Vista general del contexto de producción, consumo de chicha y prácticas funerarias junto a tumbas asociadas en el sector norte de SJM.

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14. Dibujo de planta del contexto de producción, consumo de chicha y prácticas funerarias en el sector norte de SJM.

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15. M-U1502. Conjunto de 8 paicas sobre las que se dispuso el entierro de una mujer adulta. Mochica Tardío. 16. M-U1502. Detalle de la ubicación del cuerpo sobre las paicas. Mochica Tardío. 17. M-U1502. Dibujo de planta. Mochica Tardío.

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18. M-U1504. Tumba de un hombre adulto asociada al contexto de chicha. Mochica Tardío. 19. M-U1505. Tumba de un hombre adulto asociada al contexto de chicha. Mochica Tardío. 20. M-U1511. Tumba de una mujer joven asociada al contexto de chicha. Mochica Tardío.

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146 21. Áreas 28, 33, 34, 40 y 43. Dibujo de planta de la Capa 10. Mochica Tardío B.

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22. Áreas 28, 33, 34, 40 y 43. Vista general de la Capa 10. Mochica Tardío B.

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23. M-U1536. Dibujo de planta de la tumba. Mochica Tardío. 24. M-U1536. Vista general de la tumba de bota. Mochica Tardío.

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25. M-U1512. Vista de la matriz que se empezó a excavar cuando se halló el contexto. Nótese el parecido con las matrices de las tumbas de cámara y los adobes desordenados al centro del corte.

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26. Conjunto de tumbas de bota Mochica Tardío en el sector norte de SJM antes de la excavación de las bóvedas. 27. Conjunto de tumbas de bota Mochica Tardío en el sector norte de SJM exponiendo su contenido.. 28. Dibujo de planta del conjunto de tumbas de bota Mochica Tardío en el sector norte de SJM. 29. M-U1512. Dibujo de planta. Mochica Tardío.

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30. M-U1512. Vista del individuo principal de la tumba. 31. M-U1512. Tupus de metal hallados junto al ataud del entierro. 32. M-U1512. Platos de estilo Cajamarca ubicados junto al personaje principal. 33. M-U1512. Flask policormo registrado al interior de la tumba. 34. M-U1512. Conjunto de finas cucharas de cerámica metal y piedra junto a diversas cuentas registradas junto al individuo principal.

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35. M-U1512. Vista del interior de la bóveda. Nótese la gran cantidad de ceramios ofrendados.

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36. M-U1512. Vista del segundo nivel de excavación de la tumba. Nótese la posición del individuo junto a la entrada de la tumba.

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37. M-U1512. Detalle del diseño de los platos de estilo Cajamarca registrados en el tumba..

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38. M-U1512. Botella doble cuerpo bicroma con representación de una casa o templo en la parte superior de uno de los picos. 39. M-U1512. Flask policromo. 40. M-U1512. Cántaro cara gollete policromo de tradición Wari.

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160 41. Áreas 28, 33, 34, 40 y 43. Dibujo de planta de la Capa 9. Mochica Tardío C.

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42. Áreas 28, 33, 34, 40 y 43. Vista general de la Capa 9. Mochica Tardío C.

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Estudio de la Cerámica Cajamarca Tardía y de la Cerámica de estilos Huari del Área 35, San José de Moro, valle de Jequetepeque

O. Gabriel Prieto Burméster Solsiré Cusicanqui Marsano Francesca Fernandini Parodi

Introducción El complejo arqueológico San José de Moro (SJM) está ubicado en la provincia de Chepén, departamento de La Libertad, aproximadamente a 20 km. al norte del río Jequetepeque (Fig. 01). Este valle, dado que constituye una ruta natural de acceso hacia la cuenca de Cajamarca, ha propiciado desde muy temprano la interacción de distintas sociedades provenientes de la sierra y oriente con grupos que se desarrollaron en la costa norte del Perú. El presente trabajo se centra en el estudio específico de una colección de fragmentos de cerámica de estilo Cajamarca, Wari y derivados registrada en el Área 35 (Fig. 02) del Programa Arqueológico San José de Moro (PASJM) el cual se viene ejecutando desde hace 17 años bajo la dirección del Dr. Luis Jaime Castillo y su equipo de investigación. El Área 35 VI. Área 35. Vista general de la Capa 16. Lambayeque.

El Área 35 fue un montículo ocupacional ubicado en el sector sur del sitio conformado por 13 capas ocupacionales asociadas al periodo Chimú (Prieto 2004) (Fig. 03). El material que presen-

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taremos proviene de las capas subyacentes a la ocupación mencionada, específicamente de los rellenos que cubrieron las capas ocupacionales 14, 15 y 16 que funcionaron cuando el área fue una residencia de elite y posteriormente una plataforma destinada al consumo de alimentos y bebidas durante el periodo Lambayeque (Prieto y Pastor 2007). Si bien es cierto existe dentro de la muestra que se analizará fragmentos de cerámica de estilos mas tempranos, la gran mayoría parecería corresponder al final del Horizonte Medio y el inicio del Intermedio Tardío. Como veremos mas adelante, en otros sitios del Jequetepeque se está demostrando la convivencia de Lambayeque con estilos Cajamarca serranos y costeños (Murga y Tsai 2007). La cerámica Cajamarca en el Área 35 durante la ocupación Lambayeque Por un lado la cerámica Cajamarca posee una gran variabilidad estilística que podemos dividir en dos grandes grupos: el Cajamarca Serrano y el Cajamarca Costeño. El primer grupo se define por la presencia de arcilla tipo caolín (mezclada con otros tipos de arcilla e inclusiones). El segundo grupo surge como un nuevo estilo caracterizado por el uso de arcilla roja y engobe blanco sobre el cual se ubican los diseños, al que Disselhoff (1958) denominó estilo «Cajamarca Costeño». Este último estilo tiene muchas variantes y tipos, que no necesariamente pertenecen todos a una tradición costeña pero claramente son el resultado de su influencia. La misión japonesa dirigida por Kazuo Terada, realizó diferentes excavaciones y prospecciones en el valle de Cajamarca. Es a partir de estas investigaciones que refinan la cronología de 164

esta tradición. Fue separada en cuatro fases: Cajamarca Inicial, Temprano, Medio y Tardío (Terada y Matsumoto 1985)1. Nuestro enfoque estará centrado en el estudio del periodo Cajamarca Tardío el cual es contemporáneo con los periodos Transicional y Lambayeque2 del sitio de San José de Moro (Fig. 04).

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Los primeros registros de cerámica Cajamarca que aparecen en San José de Moro estuvieron asociados al periodo Mochica Tardío (Castillo y Donnan 1994) llegando a extender su presencia hasta el periodo Lambayeque (Bernuy ms.). Sin embargo, es durante el periodo Transicional que se intensifica, junto con una confluencia de estilos cerámicos foráneos entre los que destacan Nievería, Pachacamac, Casma Impreso, Huari (Viñaque y Atarco) y derivados junto con manifestaciones locales (Castillo 2001, Castillo et. al ms.). Lambayeque y Cajamarca El estado Lambayeque se caracterizó por haber incursionado en varios valles de la costa peruana, teniendo una frontera de interacción muy amplia. Por el norte llegó hasta Colombia y por el sur hasta el Altiplano (Shimada 1995). Hasta el momento, poco se sabe de su expansión hacia la franja Este de los andes, sin embargo, recientes excavaciones realizadas por Howard Tsai de la Universidad de Michigan en el sitio de Las Varas en el valle medio del Jequetepeque, indican que su campo de interacción pudo haber llegado mas al oriente de lo que se pensaba en un principio (Murga y Tsai 2007: 42). Al parecer, sitios como Las Varas sirvieron como espacios destinados a la interacción de grupos de la costa y sierra. Allí, Tsai y su equipo han registrado grandes plazas en donde hallaron numerosos fragmentos de cerámica de estilos Cajamarca Costeño Tardío y Cajamarca Serrano Semi Cursivo. Muy cerca de esta zona hallaron parte de un cementerio Lambayeque Tardío (Murga y Tsai 2007: 39, 42-49). La cronología relativa propuesta por Murga y Tsai (1000-1460 d.C.), ubica al sitio de Las Varas en la misma época en la que se desarrollaron actividades en el Área 35 (A35) de San José de Moro. Sin embargo, debemos mencionar que para el caso del A35, la Residencia de Elite (Capa 16) debió funcionar entre el Lambayeque Medio (975-1100 d.C.), mientras que la plataforma de consumo de alimentos y bebidas (Capas Ocupacionales 15 y 14) funcionaron durante el periodo Lambayeque Tardío (1100-1370 d.C.).

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Tal como hemos mencionado, la presencia de materiales de estilo Cajamarca en SJM se remonta hasta el periodo Mochica Tardío, por lo que su presencia en SJM no es motivo de sorpresa. Asimismo, durante el periodo Transicional se puede observar una marcada tendencia ha haber un incremento de este tipo de materiales en los contextos tanto funerarios como ocupacionales (Rucabado y Castillo 2003). La evidencia de interacción con grupos de Cajamarca durante la ocupación Lambayeque en SJM es la presencia de algunos platos en tumbas de ese periodo (Fig. 05) así como una interesante muestra de fragmentos de platos en los rellenos que cubren el sector residencial del sitio. El estilo que predomina en estos contextos es el Cajamarca Costeño y en menor medida el estilo de la sierra Semi Cursivo. En un trabajo previo efectuado por Montenegro (1997) en el sitio de Batán Grande, se dividió al estilo Cajamarca Costeño en cuatro sub estilos: «Lambayeque Rojo sobre Blanco o Jequetepeque Rojo sobre Blanco», «Estilo Moro de Jequetepeque», «Platos Sicán pintados (SPD)» y «Naranja Claro sobre Blanco» (Montenegro 1997: 24). Según Shimada (1990) la interacción entre Lambayeque y Cajamarca se debió a que los primeros tenían el dominio de las tierras de los valles bajos para el cultivo, sin embargo los Cajamarca dominaban las fuentes de agua. Por ello, se ha propuesto que llegaron a establecer negociaciones y alianzas para satisfacer sus necesidades. En SJM, la presencia Cajamarca indica que el problema es más complejo, sin embargo por el momento no entraremos en discusiones mas prolongadas. Para el presente trabajo, analizaremos los fragmentos de cerámica de platos de estilo Cajamarca registrados en el Área 35. En la descripción que ofrecemos a continuación hemos optado por dividir la muestra en Estilos Serranos y Estilos Costeños. Al interior de estos dos grupos, presentamos un conjunto de sub estilos identificados así como algunos diseños para el caso espe166

cífico del Cajamarca Costeño Satelital.

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Sub estilos de platos Cajamarca registrados en el Área 35 de San José de Moro La muestra analizada comprende 171 fragmentos de cerámica, de los cuales el 58% de la muestra corresponde al sub estilo Cajamarca Costeño Satelital, seguido del sub estilo Cajamarca Serrano Cursivo Floral que representa el 14% de la muestra. El resto de materiales se subdivide entre fragmentos no identificados y otros sub estilos que serán descritos mas adelante. Se ha determinado una uniformidad formal en los platos de estilos costeños, los cuales presentan tres formas: Platos con Reborde Externo, Platos con canaleta externa y Plato de paredes Extendidas (Fig. 06). Por lo general presentan base anular, aunque hemos registrado algunos especimenes con base trípode. Los platos de estilos serranos son más diversos y parecerían estar hechos sin molde. La forma mas característica es el plato hondo con base anular o la escudilla con base pedestal o trípode (Fig. 07). Algo que ha llamado nuestra atención es que muchos de los platos presentan huellas de uso. Si asociamos esta evidencia al contexto de procedencia, entonces es muy probable que estas vasijas se hayan utilizado para realizar actividades doméstica o talvez como parte de festines rituales llevados a cabo en el sitio. Estilos Serranos Los estilos asociados al valle de Cajamarca que pudimos identificar en nuestra muestra pertenecen a los periodos Cajamarca Medio y Tardío, Cajamarca Cursivo Floral y Cajamarca Semicursivo o también conocido como Negro y Rojo Trípode Semicursivo (Reichlen 1978). El estilo Cajamarca Cursivo Floral ha sido registrado en todas las capas analizadas y el Semicursivo solamente en las Capas 14 y 16. Cajamarca Cursivo Floral Este estilo estuvo asociado a la fase Cajamarca Medio. En la mayoría de los casos, la

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forma recurrente sobre la que se aplicaron estos diseños fueron los platos, sin embargo, hemos registrado un fragmento de cuenco (Fig. 07). Los fragmentos de platos son de pasta crema o blanca y de textura porosa, de paredes cóncavas y, en menor cantidad, de paredes rectas, con base anular o trípode corto. Toda la superficie se encuentra engobada de color crema o anaranjado. Presentan pulido horizontal en ambas caras. En cuanto a la decoración, ésta se encuentra en ambos lados utilizando los colores negro, beige y matices de marrón (Fig. 08). -

Cara interior: Decoraciones geométricas, lineales y «signos verbales3». Pueden presentar además motivos de seres zoomorfos con apéndices que salen de su boca.

-

Cara exterior: Todos presentan motivos «radiales» en la parte superior de los platos. Estos motivos se componen de líneas cruzadas de diferentes colores (marrón, beige y negro), a las que se les puede agregar líneas en zig-zag paralelas (Fig. 08).

Cajamarca Tardío Semicursivo También conocido como Negro y Rojo Trípode Semicursivo (Reichlen op. cit.). Este estilo se aplicó sobre platos de pasta beige de textura arenosa, de paredes rectas evertidas. Pueden presentar bases planas o trípodes largos. Toda la superficie se encuentra engobada de color amarillo. Presenta además pulido horizontal. Por lo general lleva decoración en ambas caras del tiesto utilizando los colores beige, guinda, marrón y negro (Fig. 09). -

Cara interior: Paneles marcados por líneas verticales y horizontales. Pueden tener motivos de seres zoomorfos con volutas alrededor y apéndices que salen de su boca o motivos ondulantes de color guinda y volutas beige en la parte superior.

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Cara exterior: Líneas cruzadas de color negro o bandas de color beige con volutas negras.

Estilos Costeños Dentro de los estilos costeños Cajamarca, el que predomina en nuestra muestra es el

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Estilo Satelital, presentándose en menor cantidad el Tipo 2, definido por Bernuy y Bernal (ms.). Estilo Satelital Este estilo se caracteriza por tener pasta roja, platos de paredes cóncavas con diferentes tipos de diámetros (11 a 20 cm.). Pueden tener base anular como base trípode, la cual puede ser cónica pequeña o redondeada pequeña. El lado superior externo de las vasijas pueden adelgazarse, tener rebordes o canaletas. Todos tienen engobe crema tanto en su cara interior como en la parte superior de la cara exterior. Creemos que hay elementos básicos a partir de los cuales se trazan diferentes motivos. Estos son los siguientes: puntos, dos líneas paralelas que pueden ser tanto rectas como ondulantes e ir en dirección horizontal o vertical, motivos de «cerros» con líneas difusas cortas salteadas en el interior y líneas cortas de bordes ovalados. A partir de estos elementos se trazan diferentes diseños entre los cuales destacan los motivos «satelitales». Este motivo consiste en círculos a partir de los cuales salen líneas tanto rectas o ondulantes, normalmente son cuatro pares de líneas sucesivas. Este motivo puede tener muchas variantes y puede combinarse con otros elementos (Fig. 10). Cabe resaltar que la gran cantidad de vasijas completas del estilo Cajamarca Satelital registradas en SJM nos han permitido identificar variantes que podemos asociarlas con los tiestos que acá analizamos (Fig. 10). Así hemos podido identificar los siguientes diseños: Diseño 1 Este diseño consiste en rombos formados por cruces de líneas dobles en la parte superior a los cuales se les puede colocar puntos en las intersecciones, intercalados o debajo de las líneas. Pueden aparecer debajo de este motivo líneas ondulantes intercaladas con puntos, dos líneas ondulantes paralelas en dirección vertical, líneas cortas ovalas y motivos de cerro. Este motivo normalmente se encuentra alternado por motivos «satelitales» (Fig. 11).

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Los colores usados en la decoración son el rojo y naranja, dependiendo de la intensidad del trazo y el grosor del motivo se trazan y generan matices. Este diseño se ha aplicado generalmente sobre platos de paredes cóncavas y delgadas, con base anular. La mayoría de los tiestos analizados presentan en la pared exterior un reborde con adelgazamiento en el borde (Fig. 06). Diseño 2 Presenta dos paneles separados por una línea vertical. En el panel izquierdo podemos observar el motivo «satelital» junto con pares de líneas ondulantes paralelas que van en diferentes sentidos flanqueadas por puntos. El otro panel presenta un motivo «satelital» con dos líneas paralelas ondulantes en dirección transversal o vertical inmediatamente debajo de este. Este diseño se ha aplicado sobre platos de paredes cóncavas. Uno de los tiestos analizados presenta una base trípode corta en forma cónica, pero normalmente tienen base anular (Fig. 12). Diseño 3 Este diseño consiste en dos líneas paralelas ondulantes dispuestas verticalmente. A veces pueden estar flanqueadas con puntos o diseños «satelitales». Este diseño puede estar colocado sobre paneles separados por líneas delgadas y gruesas colocadas verticalmente. Estos diseños se han registrado sobre platos de paredes cóncavas, base anular o trípode corto (Fig. 13). Diseño 4 Este diseño consiste en una gran cantidad de puntos aglomerados. Este diseño lo denominaremos 170

«Dálmata» (Fig. 14). Diseño 5 Este diseño parece ser una variante del Tipo 2 de Bernal y Bernuy (2005). Consiste en dos líneas

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paralelas dentro de la cual se coloca una línea ondulante. Es un espiral que comienza en la base y finaliza en el borde de la cara interior del plato. Dentro del espacio del espiral pueden colocarse motivos «satelitales» y de cerros (Fig. 15). Diseño 6 La base de este diseño se basa en un motivo zoomorfo que representa la forma de un camélido el cual es colocado sobre líneas ondulantes o líneas circulares paralelas. Alrededor de este diseño se pueden colocar líneas paralelas ondulantes o rectas, puntos, semicírculos y, en menor medida, motivos «satelitales». Se ha registrado en platos de paredes cóncavas, base anular y engobe crema en el interior y en la parte superior de la cara exterior (Fig. 16). Otros Estilos «Costeños» Del mismo modo destacan otros estilos costeños como los Tipos 1, 2 y 3 de Bernuy y Bernal (2005), así como el «Marrón Oscuro sobre Blanco» y «Rojo sobre Blanco». Tipo 1 Se registró en fragmentos de platos de pasta roja, paredes cóncavas y base anular. Presenta engobe crema y pulido en la cara interior. La decoración consiste en motivos triangulares a manera de «cerros» con salpicado de trazos y dos líneas paralelas con una línea ondulante en su interior que se distribuye a manera de espiral o anillos concéntricos alrededor de la vasija (Fig. 17). 171

Tipo 2 Se registró en fragmentos de platos de pasta roja y paredes cóncavas. Algunos presentan un reborde con adelgazamiento en la parte superior de la cara externa cerca del labio. Todos

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presentan engobe de color crema en la cara interior y parte superior de la cara exterior. Estuvieron pulidos en ambas caras. Este motivo consiste en un espiral o anillos concéntricos conformados por dos líneas paralelas dentro de la cual se coloca una línea ondulante. El espiral comienza en la base y termina en el borde de la vasija. Podemos observar en los fragmento que tanto el trazo como el grosor de la línea varían. Mientras que en algunos casos pueden ser líneas gruesas y trazos irregulares de colores guinda y negra, otros pueden tener líneas de color naranja, delgadas y uniformes (Fig. 18). Tipo 3 Se registró en fragmentos de platos de pasta roja y paredes cóncavas. Pueden presentar engobe naranja o beige en la cara interior y parte superior de la cara exterior. Estuvieron pulidos en ambas caras. Estos fragmentos presentan diseños de líneas paralelas verticales (pueden colocar de tres a cuatro líneas paralelas) (Fig. 19). Cajamarca «Costeño Ajedrezado» Se registró en un solo fragmento de plato de pasta roja y paredes cóncavas. La vasija ha sido engobada con una capa de pintura muy fina de color crema. Presenta decoración solo en la cara interior. El motivo semeja un damero con cuadrantes de color negro y otros delimitados por líneas de color negro, presentaron el color del engobe de fondo. Este motivo lo denominamos «Ajedrezado» (Fig. 20).

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Marrón Oscuro sobre blanco Se registró en fragmentos de platos de paredes cóncavas y con base anular. Se encuentran pulidos en su cara interior. Estos fragmentos presentan engobe blanco y en la decoración se utilizó una pintura marrón muy oscura. Los motivos son líneas paralelas, tanto rectas como ondulan-

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tes a maneras de trazos de plumas, semejantes a los «signos verbales» (Fig. 21). Rojo sobre blanco Se registró en fragmentos de pasta roja muy grumosa, de platos de paredes cóncavas o rectas que presentan engobes de color crema o naranja en la cara interior y en la parte superior de la cara exterior. La decoración consiste en líneas muy gruesas y toscas de colores naranja o rojo, el cual puede presentar diversas tonalidades (Fig. 22). Material registrado en la Capa 14 En el relleno de esta capa, se lograron registrar 37 fragmentos de vasijas de cerámica de estilo Cajamarca. De esta muestra, 5 estuvieron asociados a los sub estilos serranos y 22 al sub estilo Cajamarca Costeño, específicamente Satelital. Los sub estilos serranos que pudimos identificar en esta capa fueron Cajamarca Medio Cursivo Floral (4 fragmentos) y Cajamarca Tardío Semicursivo (1 fragmento) o Negro y Rojo Trípode Semicursivo de los Reichlen (1949) (Fig. 23). Éste último representa en su cara interior a un ser zoomorfo (probablemente un roedor) con volutas alrededor y apéndices que salen de su boca, mientras que por la cara exterior se trata de paneles separados por líneas dobles marrones, pintados de color rojo púrpura, con diseños geométricos en su interior de líneas marrones. El fondo de estos diseños es el color del engobe de la pieza. Finalmente, estos panales pueden estar decorados con puntos gruesos de color negro (Fig. 24). Es probable que los fragmentos Cajamarca Cursivo Floral sean parte del desecho de otras ocupaciones que fueron utilizadas en el relleno de esta capa, ya que este sub estilo no es cronológicamente contemporáneo con el Lambayeque Tardío, mientras que el sub estilo Semicursivo si guarda relación con este momento ocupacional. El sub estilo costeño que destaca es el «Satelital» con 22 fragmentos. Tres diseños

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fueron los mas significativos: Diseño 1 (8 fragmentos), Diseño 2 (1 fragmento) y Diseño 5 (1 fragmento). Podemos observar una nueva variante en el Diseño 5 ya que parecen motivos de «cerros» con puntos al interior flanqueando el espiral (ver Diseño 5 en páginas anteriores). De esta muestra, solo 14 fragmentos pudieron utilizarse para identificar el tipo de platos, destacando los platos llanos. En cuanto a los engobes utilizados, existe una tendencia a usar el crema (15 casos) mas que el blanco (7 casos). Toda la decoración se registró en la cara interna de la vasija, presentando diseños en rojo con dos tonalidades: Rojo Oscuro y Rojo Traslúcido. Todos estos fragmentos presentaron el borde del labio pintado del color que predominaba en la decoración de la cara interna. En el caso de estos fragmentos fue el rojo. Finalmente todos los fragmentos presentaron el mismo color del engobe interno en 1/3 de la zona del borde superior externo. Solo 7 fragmentos presentaron huella de uso y no se registró un solo graffiti post-cocción. Otros sub estilos que destacan son los Tipo 2 (2 fragmentos), Cajamarca Ajedrezado (1 fragmento) y Rojo sobre Blanco (1 fragmento). Cabe destacar que el estilo «ajedrezado» solo aparece en esta capa y ha sido registrado recurrentemente en el sitio «Las Varas» (Murga y Tsai 2007:47, ver Fig. 46). Todos estos fragmentos presentaron un buen acabado y la decoración se registró exclusivamente en la cara interna de la vasija. Material registrado en la Capa 15 En el relleno de esta capa se lograron registrar 90 fragmentos de platos de cerámica de estilo Cajamarca. De esta muestra, 18 estuvieron asociados a sub estilos Serranos, mientras que 174

44 se identificaron con sub estilos Costeños. El sub estilo que destaca es el Cajamarca Cursivo Floral (15 fragmentos). Presentan pastas muy diferentes que van desde los colores beige y crema hasta llegar a pastas muy finas de color blanco, todas con texturas arenosas (Fig. 25). De los diseños decorativos destaca un fragmento en el que se representó un ser zoomorfo con un apéndice

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que le sale de su boca (Fig. 26). Además, aunque la mayoría de estos fragmentos fueron de platos, hemos registrado un cuenco pequeño de pasta blanca (Fig. 07, 27). Este tiene base trípode cónica muy pequeña, con un engobe crema en todo el cuerpo. No presenta decoración en su cara interior, mientras que en la cara exterior presenta un engobe de color crema que por efectos de la quema ha tomado por algunos lados de la superficie un color rojizo, sobre el cual se ha colocado diseños «radiales» y los «signos verbales». Destaca también un fragmento de cerámica de pasta roja muy fina y sin inclusiones, diferente a todas las pastas «costeñas» antes descritas. Se trata de una Escudilla Trípode, por lo que en base a la forma es muy probable que se trate de una pieza de la sierra. Otro rasgo resaltante es que su decoración es muy parecida al Cajamarca Cursivo Floral (Fig. 28). Presenta decoración tanto en la cara interior como en la exterior. La cara interior presenta una decoración de paneles y 2 líneas horizontales en la base. Los paneles presentan diseños similares a los «signos verbales» pero las líneas son más gruesas y los diseños más imprecisos. Estos paneles se encuentran separados por líneas verticales de color negro. Se utilizan los colores beige y negro. La cara exterior se encuentra pulida y presenta una decoración de líneas cruzadas paralelas, lamentablemente el fragmento conservado no permite ver el motivo completamente. Cabe resaltar que este fragmento es único hasta el momento en la muestra registrada en SJM, destacando que se trata del primer especímen de pasta roja con decoración en la cara exterior. Asimismo, la pasta es muy fina, presentando pocas inclusiones a diferencia de los estilos locales costeños. Es probable entonces que se trate de una pieza de origen serrano. En cuanto a los estilos «costeños» encontramos que de los 45 fragmentos solo 26 pudieron ser utilizados para determinar diseños. En este relleno vemos el más amplio conjunto de diseños «Satelitales». Al igual que la capa anterior el Diseño 1 es el más numeroso (17 fragmentos), seguido por el Diseño 3 (4 fragmentos), el Diseño 5 (3 fragmentos) y finalmente el Diseño 2 y 4 con un fragmento cada uno.

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Además, presenta los tres Tipos (7 fragmentos) de Bernuy y Bernal (2005), y el estilo Rojo sobre Blanco (6 fragmentos). Por otro lado, registramos un nuevo estilo que denominamos Marrón Oscuro sobre Blanco (2 fragmentos). Este estilo tiene pasta blanca, engobe crema y diseños de líneas irregulares, el trazo imita a los hechos por una pluma. De los 45 fragmentos de estilos costeños, solo 24 pudieron servirnos para identificar el tipo de plato, destacando los Platos con Reborde y Platos con Canaleta con 9 especímenes cada uno, mientras que solo 6 Platos Llanos fueron identificados. Asimismo, 11 fragmentos nos sirvieron para identificar el tipo de base, destacando las anulares (8 fragmentos), mientras que solo 3 presentaron de base trípode (dos con patas cónicas y una redondeada). En cuanto a los engobes se pudo notar una equidad entre el uso de engobes cremas (21 fragmentos) y engobes blancos (22 fragmentos). Destacó la presencia de un nuevo tipo de engobe «Blanco Humo», el cual coincidentemente se utilizó como base para el sub estilo Marrón Oscuro sobre Blanco. Asimismo en 37 fragmentos se pudo advertir huella de uso y en solo dos casos se pudo notar la presencia de graffitis post cocción (Fig. 29). Material registrado en la Capa 16 En el relleno de esta capa se lograron registrar 44 fragmentos de estilo Cajamarca4. De ellos, los estilos costeños fueron los más numerosos con 37 fragmentos y los serranos con tan solo 3. Los sub estilos serranos que destacan en este relleno de capa son el Cajamarca Cursivo Floral y el Cajamarca Semicursivo. Solo registramos un fragmento de cerámica para cada uno de ellos. El 176

fragmento Cajamarca Cursivo Floral, resalta por tener un trípode corto redondeado, además de pasta blanca de textura arenosa (Fig. 07). La cara interior tiene una decoración con motivos de cuatro paneles delimitados por líneas rojas y líneas transversales entre estos. Dentro de cada división encontramos líneas onduladas de color beige. La exterior tiene decoración de motivos

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«radiales» (Fig. 30). El fragmento Cajamarca Semicursivo tiene una pasta beige de textura arenosa, con un cuerpo de paredes rectas evertidas, base plana con trípode largo. Toda la superficie está engobada de color amarillo. Presenta pulido horizontal y decoración en ambas caras del tiesto, utilizando los colores guinda y negro (Fig. 30). En la parte basal de la cara interior presenta una banda guinda con motivos circulares y anillos de color negro que los circunscribe. En la pared interna presenta bandas de color guinda con círculos de color negro, alternadas con bandas del color del engobe que presentan círculos negros y motivos radiales. En otra de estas bandas presentan «signos verbales». En la decoración exterior encontramos motivos de líneas cruzadas de color negro (Fig. 31). De los 37 fragmentos asociados a los estilos costeños, 33 pertenecían al sub estilo satelital. Los diseños satelitales que pudimos definir son el Diseño 1 (8 fragmentos), el Diseño 3 (4 fragmentos) y el Diseño 5 (3 fragmentos). Registramos un fragmento que presentó un nuevo diseño al que denominamos «Diseño 6». La base de este diseño consiste en un motivo zoomorfo (probablemente un camélido) que aparece siempre sobre líneas ondulantes o rectas. Alrededor de este motivo se colocan líneas ondulantes o rectas, motivos «satelitales» y puntos. En 18 fragmentos se pudo determinar el tipo de plato, destacando los Platos con Canaleta con 8 unidades, seguidos de los Platos con Reborde con 7 unidades y finalmente los Platos Llanos con 3 fragmentos. De los 33 fragmentos del sub estilo Satelital, los trece que sirvieron para identificar el tipo de base, fueron anulares. Finalmente 21 fragmentos presentaron huella de uso y en tres casos se pudo advertir la presencia de graffitis post cocción (Fig. 32). Otros sub estilos que destacan son el Tipo 2 (3 fragmentos). En estos fragmentos podemos observar que tanto el trazo como el grosor de la línea varían. Es así que uno de los fragmentos presenta líneas gruesas y trazos irregulares de color guinda, el otro presenta líneas gruesas de color naranja y el último presenta líneas delgadas y uniformes de color naranja. Estas variantes se presentan en todas las capas.

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Huellas de uso y funcionalidad De la muestra analizada, aproximadamente el 38% del total presentó huellas de uso. Estas huellas de uso se registraron en el 99.9% de los casos en la cara interna del plato, mientras que solamente un caso de la Capa 14 presentó claros indicios de haberse desgastado externamente por uso constante. Todos los fragmentos de platos de estilo Cajamarca Costeño presentaron huellas de uso, algunos de los platos de estilos serranos y ninguno de los «otros estilos de la costa» como los Tipos 1, 2 y 3, el Ajedrezado, el Marrón Oscuro sobre blanco y el Rojo sobre Blanco. Estas huellas de uso se pueden dividir en tres grandes categorías: a) Presencia de sustancias orgánicas adheridas a las paredes internas, b) Desgaste de la pintura de los diseños y el engobe y c) Quemas en la cara interna de las vasijas (Fig. 33). La capa que arroja el mayor índice de uso es la Capa 15. Sin embargo, si es que se compara con el número total de fragmentos de estilo Cajamarca presente en cada capa, se podrá observar que el ratio es elevado. De ello podemos concluir que la mayoría de estas vasijas fue utilizada de alguna u otra manera durante su vida útil. Bajo esta perspectiva, cada una de las categorías señaladas nos indica alguna pista acerca del uso que pudieron desempeñar estas vasijas durante el periodo Lambayeque en San José de Moro. En el primer caso (y el mas numeroso- 46%-), la presencia de sustancias orgánicas adheridas a las superficies internas de los platos, indican que se utilizaron para servir alimentos en porciones individuales, algo que ya había sido observado para el caso de Batán Grande (Montenegro 1997: 236). El hecho que hallamos registrado fragmentos de estos platos desechados con restos de comida sugieren que, o bien se rompieron al poco tiempo de haberse terminado de consumir la porción de 178

alimentos servida o bien pudo utilizarse algunas veces mas antes de desecharlo; sea intencionalmente o por descuido. En el segundo caso (23%), el desgaste de la pintura o del engobe indica claramente que el plato se utilizó reiteradas veces con un fin específico. Al respecto, debemos mencionar que la única evidencia de huella de uso en platos de estilos Cajamarca de la sierra, fue el desgaste. Por lo

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general estos estilos de platos, cuando presentan este rasgo, es definitivamente mas marcado que en los platos de estilos costeños. Si bien es cierto muy pocos ejemplos de platos Cajamarca (sean de la sierra o costa) registrados en tumbas presentan huella de uso, siempre los de estilo serrano, si fuera el caso, van a mostrar un mayor desgaste y envejecimiento5. Sería interesante a futuro, medir el impacto del aseo en estas vasijas de acuerdo al tipo de pasta, decoración, etc. El patrón de desgaste, concentrado preferentemente en la base interna de la vasija y en la zona inferior de las paredes internas, indican que se estuvo manipulando constantemente con sólidos puntiagudos o lo suficientemente ásperos para poder ocasionar ese tipo de envejecimiento. Tal como habíamos mencionado, los platos de estilos Cajamarca Costeño que presentan un menor grado de desgaste, indican que su uso si bien es cierto fue constante, no fue tan intenso como en las vasijas provenientes de la sierra. Finalmente, las quemas observadas (31%) en los fragmentos de las vasijas indican un uso puntual y específico. Por lo general, las quemas se ubican hacia el centro de la pieza y se irradia en las paredes. Si bien es cierto una quema es esporádica, no obstante, son tan intensas que debieron tener una especie de grasa animal o combustible fuerte y constante para ocasionar el grado de impacto que hemos observado. El primer caso nos indica un uso esporádico para consumo de porciones individuales. Esto también nos indica que los platos Cajamarca de Estilo Costeño Satelital, fueron hechos preferentemente para el consumo de alimentos en ocasiones especiales, es decir banquetes, donde posteriormente los platos eran desechados. Bajo esta perspectiva, durante el periodo Lambayeque se utilizaron platos de estilo Cajamarca Costeño Satelital en festines asociados a eventos funerarios o para otras ocasiones especiales. Sería interesante medir hasta que punto estos platos, durante este periodo, son simplemente una tendencia de moda, un marcador étnico o un indicador de estatus. Cabe preguntarse entonces si la cantidad de platos Cajamarca Costeño Satelitales registrados en las tumbas y que no presentan ninguna huella de uso, indican la cantidad de alimentos que podía ingerir un individuo en un banquete o al número de esos eventos al que acudió el

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individuo en vida. Otra posibilidad es que pueden estar representando el grado de acceso a banquetes y/o alimentos que tuvo el grupo que rodeaba en vida al individuo. En el segundo caso, el desgaste indica claramente un uso mas prolongado, específicamente en vasijas de sub estilos serranos que por su exotismo debieron tener algún valor preferencial en el sitio. En el caso de los platos Cajamarca Costeño Satelital se presume que algunas piezas se conservaron o se usaron prolongadamente. Cabe destacar que estas piezas fueron las menos numerosas dentro de la muestra. Finalmente la quema en algunos fragmentos indica un alto índice para usos probablemente rituales que implicaron el manejo de fuego prolongado y constante en platos y que al término del mismo fueron probablemente desechados. En resumidas cuentas, los platos Cajamarca Costeño Satelital, se pudieron utilizar prioritariamente como platos para servir porciones personales en banquetes especiales, seguido de usos rituales que implicaron el uso de fuego constante y finalmente, y en menor medida, sirvieron como platos que se conservaron y se utilizaron prolongadamente para el consumo de alimentos. Por otro lado, los platos de estilos y subestilos Cajamarca de la sierra, cuando presentaron huellas de uso fue específicamente un desgaste muy marcado lo cual indica usos prolongados y constantes que implicaron la manipulación de sólidos puntiagudos y ásperos (¿huesos?). Finalmente, no se registró huellas de uso en platos de los sub estilos costeños Tipo 1, 2, 3, Ajedrezado, Marrón Oscuro sobre blanco y Rojo sobre Blanco. La cerámica Huari del Área 35 El Horizonte Medio se caracteriza por la introducción de un nuevo repertorio iconográfico 180

ligado a un desarrollo político estructurado y organizado asentado en el valle de Pampas, Ayacucho (Menzel 1964). Esta nueva tradición conocida como Huari tiene como base simbólica y tecnológica las representaciones de la tradición Tiwanaku, a la vez que amalgama gran parte de las formas tardías Nasca y locales Huarpa (Menzel 1964, Knobloch 2004, Makowski 2005, Isbell 2000). De

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esta manera, se formula desde Ayacucho una ideología coherente que se difunde hasta Cajamarca por el norte y Moquegua por el sur; creando así una nueva esfera de interacción donde tradiciones conservadoras y ampliamente estandarizadas pierden su impermeabilidad ante la presencia de esta ideología foránea. En la costa norte del Perú este escenario flexible y dinámico se evidencia no solo en la introducción de elementos foráneos sino principalmente en la producción de objetos que combinan tradiciones foráneas con el repertorio local. En el caso especifico del valle de Jequetepeque, estos híbridos estarían reflejando un cambio drástico en las relaciones políticas Mochica tanto interna como externamente (Castillo 2000). Asimismo los objetos foráneos e híbridos producidos localmente se encuentran principalmente en contextos funerarios, lo que indicaría la inclusión de elementos externos en las ideologías de poder locales. Esta nueva identidad parece estar incluyendo elementos foráneos en un intento por fortalecer una ideología en proceso de decadencia (Castillo 2000). Hacia fines del Horizonte Medio, Huari colapsa como entidad política, sin embargo debido a las redes de interacción articuladas durante su auge, esta tradición iconográfica continúa siendo difundida6. Esta difusión redirecciona su centro hacia la costa central, teniendo como eje ideológico al Santuario y Oráculo de Pachacámac, desde donde se ejerce un poder más difuso en comparación con el primero. Este nuevo escenario mantiene ciertos motivos y formas de la tradición Huari, no obstante se puede notar un alto grado de fusión entre esta y las representaciones locales. Tal como hemos mencionado, en el valle de Jequetepeque, específicamente en el sitio de San José de Moro, durante el periodo Mochica Tardío, se puede advertir un conjunto de objetos que presentan algunos elementos del estilo Huari. Esto objetos han sido denominados por Castillo (2000) «híbridos» y «Mochica Polícromo». No obstante, es en el periodo Transicional en donde se puede advertir un conjunto de piezas cuyos estilos parecieran provenir directamente de la sierra sur y la costa central. Estas piezas, forman parte de ajuares funerarios enterrados en sofisticada tumbas de cámara tanto del periodo Transicional Temprano como Tardío. Hasta la fecha, el conjunto de

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objetos completos mas significativo de estilo Huari del Horizonte Medio 2 ha sido registrado en la tumba de cámara Transicional Temprano M-U1242 (Del Carpio y Delibes 2005; Castillo et al. ms.). Por otro lado, un conjunto bastante importante de fragmentos de vasijas de cerámica de estilos Huari y derivados, se ha registrado al interior de las tumbas de cámara saqueadas del periodo Transicional Tardío. En otras ocasiones, este tipo de material se halló en los alrededores de esas tumbas alteradas o como parte de los rellenos arquitectónicos que cubrían las superficies ocupacionales del cementerio durante ese periodo. Tal como lo ha definido Rucabado y Castillo (2003), el Transicional es un periodo ubicado entre el final de Moche y la incursión Lambayeque al valle. Este periodo se caracteriza por una amplia diversidad estilística y fusiones de lo local con lo foráneo. En San José de Moro, se ha podido apreciar materiales procedentes de la selva alta (Chachapoyas), de la sierra norte (Cajamarca), de la costa sur y central (Atarco y Viñaque), entre los más significativos. Hasta la fecha, nuestras excavaciones en la zona norte del sitio de SJM, nos han permitido identificar un área cercada dentro de la cual se colocaron tumbas de cámara múltiples y de fosa simples y múltiples asociadas a un complejo sistema de patios, corredores y accesos (Bernal et. al 2003; Manrique 2004, 2005; Rengifo 2006, 2007; Rengifo y Barragán 2005; Ruiz et. al 2006, 2007). Cerca de la zona centro sur del sitio se han registrado superficies de uso asociadas a arquitectura compleja durante el periodo Transicional sin evidencia de tumbas. El Área 35 y contextualización de la muestra

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El Área 35 fue un montículo ocupacional ubicado en el sector sur del sitio, al este de la Huaca Alta, que ha venido siendo progresivamente excavado en área. Así, hemos identificado que estuvo conformado por 13 capas ocupacionales asociadas al periodo Chimú Tardío (Capas 1 a 13) y por 4 capas ocupacionales Lambayeque (Capas 14 a 17a). Para el primer caso se pudo determinar

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que funcionó como un centro de producción de chicha, mientras que, durante la ocupación Lambayeque, fue utilizado en primera instancia como residencia de elite y luego como plataforma para el consumo de alimentos (Prieto y Lopez 2007). Sin embargo, este montículo comenzó a prefigurarse como tal luego de las continuas remodelaciones efectuadas por los Lambayeque a una estructura arquitectónica construida probablemente durante el periodo Transicional Tardío (Capa 17b). Debajo de este momento ocupacional se ha logrado identificar una superficie de uso muy pobre, con escasa arquitectura y con algunos fogones y rasgos en su superficie (Capa 18) (Fig. 34). El material que se presentará en este artículo, proviene de los rellenos arquitectónicos que cubrían las capas ocupacionales 18, 17B y 17a. Es decir, es muy probable que el material a mostrarse en este artículo haya sido contemporáneo con el Transicional Temprano y Transicional Tardío7 (Cuadro I). Todo el material registrado, con alguna filiación Huari o derivada, será entonces denominado, para efectos prácticos de esta investigación, como «material del Horizonte Medio». Éste material fue registrado en rellenos arquitectónicos y tras un detallado estudio que implicó la búsqueda de huellas de uso, hemos determinado que, o ha sido objeto de un uso que prácticamente no ha dejado huella o simplemente no se le utilizó8. No obstante, si ambos fueran el caso, creemos que el material pudo provenir de las alteraciones efectuadas en el sector norte de San José de Moro, donde numerosas cámaras funerarias, especialmente del Transicional Tardío, fueron saqueadas violentamente (Fig. 35). Así, es probable que numerosas vasijas rotas del Horizonte Medio, junto con otros objetos hayan formado parte de rellenos que posteriormente fueron utilizados para efectuar remodelaciones arquitectónicas en el sector que hoy denominamos Área 35. Descripción del material registrado Se ha logrado registrar un conjunto de 50 fragmentos de cerámica del Horizonte Medio. De

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esta muestra, en 32 fragmentos no se pudo reconocer la forma, mientras que en los 18 restantes pudo identificarse Escudillas, Vasos, Cuencos, una Botella, un Cántaro y un Kero. La forma más recurrente fueron los vasos, seguidos de las escudillas. Tal como detallaremos mas adelante, el ícono más redundante en esta muestra fue el rostro zoomorfo de perfil9. En base a este análisis, que implicó la determinación de pastas, pigmentos, perfección del trazo, recurrencia de motivos, grado de acabado final y cocción se ha logrado determinar tres grupos los cuales pasarán a ser descritos a continuación. Grupo I El primer grupo está compuesto por 11 fragmentos. Entre estos se ha podido definir tres escudillas, un vaso, una botella y la base de una vasija cerrada. Tecnológicamente esta muestra tiene una pasta compacta, de grano fino y con pocas inclusiones (5%), la mayoría redondeadas. Ninguno de estos fragmentos presentó huellas de uso. Asimismo, la decoración muestra un buen manejo tanto de colores como de motivos. Todas las piezas presentan una capa de engobe rojo uniforme tanto interna como externamente10. Los colores que predominan son el blanco, negro, morado, gris y crema; mientras que dentro de los motivos aparece recurrentemente un rostro zoomorfo en perfil asentado sobre una base continua conformada por una banda morada y una blanca en su parte inferior. Todos los diseños mencionados estuvieron delimitados (y algunos diseños resaltados) por líneas negras delgadas y de trazo firme (Fig. 36). De acuerdo con las características expuestas es probable que estos fragmentos formaran parte de un conjunto de vasijas ceremoniales que estuvieron ofrendadas en tumbas del sector norte 184

que posteriormente fueron saqueadas. Las características formales, tecnológicas e iconográficas de este grupo presentan íntima relación con piezas foráneas que los relacionan directamente con la tradición Huari, particularmente el estilo Viñaque.

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Grupo II El segundo grupo está conformado por 30 fragmentos dentro de los cuales se ha podido reconocer un cuenco, un cántaro, tres vasos, tres asas cintadas y dos orejas escultóricas, posiblemente parte de cántaros. La pasta de estos fragmentos es compacta y con algunas inclusiones (15%) principalmente subangulares. En cuanto a la decoración predominan las líneas negras que van definiendo campos de colores en guinda, crema y rojo. Los motivos son principalmente geométricos: puntos, círculos simples y concéntricos, meandros, cruces; además podemos observar un ejemplar con chevrones, triángulos con apéndices ondulados, y un cuadrado del cual salen líneas onduladas. Estas representaciones han sido hechas con un trazo bastante irregular que presenta un tratamiento del color relativamente pobre. Por lo general resalta un engobe rojo aplicado a la zona donde van los diseños. En algunos casos se juega con el color de la pasta generando un fondo bícromo. Todos los diseños fueron delimitados y hechos con líneas de color negro. Una de las características más saltantes es la ausencia de colores. Si se presentan, solo va a ser un amarillo muy suave o un naranja claro. Destacan los puntos simples rodeando o rellenando los diseños principales. Cinco fragmentos de vasijas abiertas presentan en la parte interna una franja roja debajo del borde. Además un asa, un vaso y las dos orejas escultóricas presentaron hollín por lo que se puede proponer que estas vasijas pudieron tener algún tipo de vida utilitaria dentro del contexto del Área 35 (Fig. 37). Debido a sus características formales, morfológicas y estilísticas este grupo parece estar relacionado también con la tradición Huari, principalmente con elementos Viñaque Derivados. Grupo III El tercer grupo cuenta con 9 fragmentos, dentro de los cuales se ha podido identificar un kero, cinco vasos, un cuenco, una vasija cerrada y la base de una vasija abierta. La pasta de estos es principalmente semi compacta, de granulometría ancha con un 30% de inclusiones redondea-

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das. En comparación con los grupos anteriores las paredes de estas vasijas son bastante más anchas y toscas (Fig. 38). En cuanto a la decoración se puede ver que existe una similitud en la elección de motivos y colores entre este y el Grupo I; sin embargo tanto en los colores como en el trazo de los motivos se observa la falta técnica del ceramista. Los colores no llegan a la profundidad y definición vista en el Grupo I; resalta principalmente la ausencia del morado, el cual fue reemplazado por un rojo oscuro poco definido así como del gris por un blanco mal logrado. Asimismo, la iconografía presente parece estar copiando la del Grupo I pero con un manejo pobre de las dimensiones y del trazo. El ejemplo más ilustrativo es el del «rostro zoomorfo de perfil» que comparte las proporciones, ubicación dentro de la vasija y orientación de la mirada pero que revela una incapacidad de parte del ceramista en copiar el trazo y el manejo del color (Fig. 39). Igualmente se ha tratado de copiar el motivo del «ojo de cerradura»11 donde se observa un mal manejo de las dimensiones y del color (Fig. 40). En general, este grupo parece haber formado parte de una producción que estaría tratando de copiar elementos foráneos tanto en formas como en decoraciones. Es posible que este grupo haya formado parte una producción local que esté utilizando piezas foráneas como modelo. Discusión y comentarios finales La cerámica de estilos Huari y derivados en San José de Moro El material analizado nos ha permitido determinar en San José de Moro la presencia de 186

tres grupos bien definidos. El primero exhibe una clara filiación al poder y a las esferas productivas de la costa central y sierra sur durante el final del Horizonte Medio. Estas piezas fueron definitivamente importadas de esas regiones y debieron cumplir roles específicos dentro del discurso simbólico de las tumbas en las que se depositaron originalmente. Su presencia debió conferir prestigio y

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hasta cierto punto poder de cara al resto de la población y sus semejantes en la escala social durante el periodo Transicional. El segundo grupo (y el más numeroso) parecería provenir hasta cierto punto de un estilo denominado Viñaque Derivado el cual podría ser foráneo o de manufactura local. En nuestra opinión, este material parece constituir un estilo local, propio del valle de Jequetepeque durante el final del Horizonte Medio, originado por la constante interacción con grupos externos que confluían en SJM. En nuestra opinión, este Grupo parecería ser el resultado de manifestaciones locales de vasijas del Horizonte Medio provenientes de la Sierra Norte y Central que se fusionaron con estilos locales, por lo que es prácticamente imposible asignarle una tendencia estilística definida. Creemos que el Grupo II necesita de una muestra más grande para poder entender su contexto y su tendencia estilística. No obstante, nos atrevemos a mencionar que podría tratarse de un verdadero estilo local producido hacia finales del Horizonte Medio en el valle de Jequetepeque y que desapareció con la incursión de la sociedad Lambayeque a esta zona12 . Finalmente el Grupo III es el menos numeroso. No obstante, es bajo nuestra perspectiva, el más interesante y el que presenta una mayor proyección de estudio por tratarse de imitaciones de aparente manufactura local. Lo que ha llamado nuestra atención es que hemos registrado en el mismo contexto las piezas que aparentemente fueron imitadas (Fig. 39). Esto indicaría que el prestigio que confería la posesión de una vasija del Grupo I era tan importante que se decidió imitarlas para adscribirse de alguna manera a los significados que pudieron simbolizar. En este sentido sería ideal registrar tumbas intactas del Transicional Tardío en las que se pueda medir su impacto e importancia. Hasta entonces, solo podemos identificar y mencionar su presencia en el contexto de San José de Moro. Cabe indicar que hasta la fecha tanto el estilo de los Grupos II y III no se han registrado en contextos funerarios del periodo Transicional Tardío, por lo que su función pudo estar también relacionada a las actividades domésticas y cotidianas.

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Aproximaciones estilísticas Según Menzel (1964), durante el Horizonte Medio 2 predominan tres estilos cerámicos relacionados, en mayor o menor rango al sitio de Huari. El estilo Viñaque que se concentra principalmente en el sitio de Huari y la sierra sur; Atarco en la costa sur y Pachacámac en la costa central. Los elementos de cohesión entre estos parecen remontarse tanto a estilos del Horizonte Medio 1 como Chakipampa, Robles Moqo y Conchopata; así como a elementos Nasca. Esto último como una nueva introducción de motivos Tiwanaku (Menzel 1964, Knobloch 2001). Este nuevo ensamblaje presenta a su vez una serie de diferencias que se deben principalmente a influencias de las tradiciones locales y a la distancia entre estos, lo que lleva a variantes locales. Para fines del Horizonte Medio 1 y comienzos de Horizonte Medio 2 (HM 1B y 2A de Menzel) estos nuevos estilos son bastante conservadores mientras que para fines del Horizonte Medio, particularmente para la costa central se da una mayor apertura y amalgamación de motivos y formas. Bajo nuestra perspectiva, esta última coyuntura, es la que parece afectar el material que es objeto de nuestro estudio. El Rostro Zoomorfo de Perfil: antecedentes y correspondencias Según los análisis realizados por Menzel (1964) las representaciones del «rostro zoomorfo en perfil» predominan hacia el final del Horizonte Medio. Este personaje habría sido originalmente extraído del repertorio Tiwanaku hacia finales del Intermedio Temprano, e introducido dentro del estilo Chakipampa y Conchopata (Fig. 41). Durante el Horizonte Medio 2 tanto en la sierra como en la costa sur este motivo mantiene un rostro felínico, mientras que en la costa central este rostro toma rasgos de águila (Fig. 42).13 Sin embargo, tras realizar un seguimiento a la aparición de este 188

motivo en la tradición Huari, se puede proponer que esta representación en particular sería una derivación del rostro de los «ángeles» y rostros de Conchopata (Fig. 43); debido a la similitud en los ojos en forma de cerradura, la nariz ascendente, así como los dientes y colmillos (Fig. 44). Asimismo, durante el Horizonte Medio 2 también podemos ver que se mantienen estos rasgos en la

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representación de este personaje (Fig. 45). Por otro lado, representaciones de este mismo rostro aparecen tanto en Tiwanaku (Fig. 46) como en ejemplares Huari de la sierra (Fig. 47), costa central (Fig. 48) y costa sur (Fig. 49) durante todo el Horizonte Medio. Esta evidencia, demuestra que parecen compartir únicamente la idea y la convención en la representación general del ícono, no obstante los ojos, nariz y dientes van variando. Tras realizar un seguimiento a este motivo se asume que este tuvo un rol importante en el repertorio iconográfico Huari, particularmente en la sierra y costa sur. En el sitio de San José de Moro, este diseño es recurrentemente representado en vasijas que forman parte del material asociado a grandes tumbas de cámara durante el período Transicional Temprano (Fig. 50). Es decir que la muestra del Área 35, se ubica en un momento en que ya existía un conocimiento del repertorio cerámico Huari y de la ideología al que estaba asociado. Cronológicamente el material encontrado en el Área 35 podría ser asociado con el fin del Horizonte Medio. Este momento se ve expresado en la costa norcentral en la aparición de vasijas que combinan formas y estilos de distintas procedencias. Es particularmente en los valles al norte de Lima (Chillón, Casma, Huarmey, Nepeña y Santa) donde se ve como la influencia de Pachacámac lleva a una reinterpretación del repertorio Huari que se encuentra mezclada tanto con formas locales como con remanencias de Moche y hasta cierto punto Recuay. Resulta interesante entonces que este diseño sea hallado con mayor recurrencia en el norte. Esto último supuso la probable importación de ciertas piezas así como la imitación de las mismas, lo cual se vería representado en el Grupo I y Grupo III de nuestra muestra. En general, podemos ver como la presencia de estos fragmentos y sus distinciones particulares llevan a proponer que San José de Moro estuvo inserto durante el Transicional Temprano y Tardío, dentro de este escenario de interacción. No obstante, cabe recalcar que en SJM, parece estarse prefiriendo un motivo en particular del repertorio iconográfico (rostro zoomorfo de perfil); lo cual lleva a pensar en la similitud entre ese motivo y la representación Mochica del «Animal Lunar» presente además en el estilo de línea fina14 (Fig. 51). Si bien es cierto este motivo no es recurrente en este estilo decorativo si lo fue a escala pan-mochica por lo que el

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significado que pudo tener, fue fácilmente identificado y decodificado por los habitantes de la costa norte durante los periodos Mochica Tardío y posteriormente durante el Transicional. Es posible entonces que esta similitud pueda ser considerada como una ventaja para la asimilación y aceptación previa de este motivo. Así, su presencia durante el periodo Transicional sería una estrategia de las elites del valle de Jequetepeque con antecedentes Mochicas para ejercer su poder a través de un ícono conocido que les confiera continuidad pero al mismo tiempo sociedad y alianza con el poder de las elites de la costa central y sur del Perú. Esto demuestra que durante ese periodo, las sociedades de la costa norte necesitaron ingresar a una «globalización» de la ideología, con el objeto de ejercer su poder y estar a la par con las nuevas tendencias ideológicas impuestas por sitios como Pachacamac. Formas y función del material registrado El material registrado, indica que la forma mas numerosa de vasijas en los tres grupos fue mayoritariamente vasos seguidos de escudillas. El resto de formas se dividen entre botellas pintadas, botellas escultóricas, cántaros, keros, cuencos, etc. Funcionalmente, los vasos están asociados exclusivamente al consumo de bebidas, mientras que las escudillas se pueden utilizar tanto para el consumo de bebidas así como para el consumo de alimentos. El resto de objetos gira en torno al uso repetitivo de almacenar, servir o consumir bebidas. Es decir, observamos una preferencia por tener objetos con estilos decorativos asociados al Horizonte Medio que los relacionan directamente a la manipulación de bebidas muy probablemente alcohólicas. Un aspecto interesante es que no hemos registrado huellas de uso en la mayoría de esos objetos, por lo que la asociación con 190

bebidas en su contexto funerario original fue definitivamente simbólico. Tal como hemos mencionado, es muy probable que estas vasijas hayan conformado el repertorio de ofrendas de tumbas pertenecientes y saqueadas durante el periodo Transicional Tardío, por lo que su función en ese contexto fue simbolizar que el difunto (s) tuvo el control de servir, almacenar y consumir bebidas

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tanto en vida como en la muerte. Porqué seleccionar vasijas importadas o copiarlas para simbolizar el consumo de bebidas con un carácter ritual como la chicha en las ofrendas funerarias? Aunque se pueden abordar un sinnúmero de opciones que dilatarían nuestra discusión, solo alcanzaremos a indicar que, bajo nuestra perspectiva, se debe a una intención de mantener una continuidad con la importancia que se le dio previamente al consumo de chicha en el sitio de San José de Moro. Tal como menciona Castillo (2001, 2003) o Delibes y Barragán (ms.), el consumo ritual de chicha en el sitio de San José de Moro durante el periodo Mochica Tardío fue masivo. Tal fue la magnitud de consumo que en un área de 100 metros cuadrados se ha logrado determinar una capacidad de almacenaje promedio de más de 1000 litros15. Eso indica que los eventos funerarios estuvieron acompañados del consumo deliberado de esta bebida durante el Mochica Tardío. No obstante, para el periodo Transicional, no se ha registrado mayor evidencia de la producción, almacenaje y consumo de esa bebida en el cementerio de SJM. Por otro lado, se ha registrado una marcada organización del espacio a través de grandes muros que cercaban espacios destinados a contener grandes tumbas de cámara (Rengifo 2006, 2007). Es probable entonces, que una diferencia entre el Mochica Tardío y el Transicional sea el consumo masivo de chicha en el primer caso, mientras que en el segundo haya estado restringido a un grupo muy selecto. En ese contexto, la necesidad de incluir vasijas que simbolicen el consumo de bebidas alcohólicas como parte de las ofrendas funerarias con decoración que asocien a elites e ideologías externas, es un claro intento de mantener viejos rituales a través de una nueva simbología ideológica mas globalizada. Así mismo, junto a este material hemos registrado fragmentos de keros simples sin decoración, lo cual indica que en algún momento de esos eventos funerarios, el escaso y selecto grupo de gente presente consumió también chicha (Fig. 52). Al haberse registrado copias muy similares de algunas de las vasijas indica que un grupo tuvo acceso a las piezas importadas (Grupo I), mientras que otro grupo menos privilegiado decidió imitar las piezas (Grupo III) para acoplarlas a sus tumbas16. Esto solo demuestra la importancia que

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se le dio a las vasijas del Grupo I durante el Transicional, dado que estas piezas estuvieron acompañadas de vasijas de otros estilos como Cajamarca Serrano y Costeño, vasijas hechas en horno reductor de estilos locales y en algunos casos vasijas provenientes de la selva (Rucabado y Castillo 2003), las cuales, hasta el momento no se les ha encontrado piezas similares imitadas o copiadas. Finalmente, se necesita de una muestra más grande del Grupo II para poder determinar sus orígenes estilísticos así como entender de una manera mas precisa su rol durante el Transicional en San José de Moro. Reflexiones finales en torno a la cerámica Cajamarca de las capas Lambayeque del Área 35 La muestra que hemos analizado es un reflejo del uso que se dieron a platos de estilo Cajamarca en contextos domésticos y rituales. Preferentemente se han utilizado platos del sub estilo Cajamarca Costeño Satelital para dichos fines. Sin embargo la muestra que presentamos para los tres rellenos de las capas ocupacionales, indican que tuvieron un uso restringido y limitado. Esto se debe a que esta muestra estuvo acompañada (en los tres rellenos) de varios cientos de platos simples, con decoración muy sencilla o simplemente si ella. Por ejemplo si en el relleno de Capa 14 tuvimos 37 fragmentos de estilos Cajamarca, se registraron simultáneamente 450 fragmentos de platos simples. Esto indica que el uso de estas piezas fue exclusivo de un grupo minoritario, sea étnico, de elite o ambos. Al respecto debemos indicar que las tumbas con mayor número de ofrendas y por lo tanto de mayor estatus en SJM presentaron al menos un plato de estilo Cajamarca 192

(Fig. 05). Bajo esta perspectiva es muy probable que los platos de estilo Cajamarca, durante el periodo Lambayeque, fueran exclusivos de los grupos mas privilegiados del valle de Jequetepeque. Esto refuerza lo propuesto por Shimada (1990, 1995) referente a las alianzas entre Lambayeques y Cajamarcas para el uso de agua y tierras respectivamente. Mayores estudios en nuestra muestra,

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así como las conclusiones que se obtengan del sitio de Las Varas en el valle medio, serán fundamentales para poder entender el grado de interacción entre estos dos grupos. Las huellas de uso registradas en los fragmentos indican que estos platos no solo se utilizaron como ofrendas en los contextos funerarios, sino también en la vida diaria, como parte de festines y para actos rituales. Las dos últimas actividades pudieron estar relacionadas a las prácticas funerarias. En SJM, el valor simbólico de estas piezas está demostrado por el alto valor que se les dio para colocarlas en tumbas de personajes importantes. Así mismo, se han registrados algunos platos en contextos de ofrendas en las capas ocupacionales del sitio. Particularmente, hemos registrado un plato del sub estilo Serrano Semicursivo, asociado a un evento de remodelación arquitectónica, como ofrenda en un pequeño depósito (Fig. 53). Este tipo de prácticas rituales, en las que se usaron estos platos, se puede observar también en el sitio de Las Varas (Murga y Tsai 2007: 23, ver Fig. 16-18). La cronología presentada por la misión Japonesa sitúa al estilo Cajamarca Cursivo Floral en el periodo Cajamarca Medio que sería contemporáneo con los periodos Mochica Tardío y Transicional en SJM. Sin embargo, en nuestra muestra, este estilo está asociado al periodo Lambayeque (20 fragmentos de cerámica). Un elemento curioso es que algunos de esos fragmentos presentan rasgos que los diferencian del estilo Cursivo Floral del Valle de Cajamarca (Ver Terada y Onuki 1988:PLATE 46, b), pues presentan una decoración más burda y simple, y una pasta menos fina y más arenosa. En primer lugar cabría preguntarse si estos fragmentos son contemporáneos con el periodo Lambayeque o son parte de desechos de otras capas usadas en este relleno. Por otro lado, sería importante reconocer de donde provienen ese tipo de fragmentos, dado que claramente pertenecen a una variante local, probablemente del mismo Cajamarca. Lamentablemente faltan investigaciones fuera del valle de Cajamarca, las cuales nos permitirían ubicar la proveniencia de esas variantes. Por otro lado, registramos en menor medida fragmentos de cerámica del estilo Cajamarca

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Semicursivo. Este estilo pertenece al periodo Cajamarca Tardío que sí sería contemporáneo con el periodo Lambayeque. Paradójicamente es muy escaso en nuestra muestra, tan solo hemos registramos 2 fragmentos en las Capas 14 y 16 respectivamente. Llama la atención el hecho que no se halla registrado este estilo en la Capa 15. Los estilos que destacan en nuestra muestra, y en general en SJM, son los denominados «costeños». La mayoría de los fragmentos registrados pertenecen al estilo «Satelital» del cual hemos logrado determinar hasta seis diseños, sin embargo hay muchos fragmentos que no se pudieron relacionar a un diseño específico debido a que los fragmentos eran muy pequeños o los diseños estaban incompletos. Cabe destacar que estos diseños fueron identificados previamente en vasijas completas registradas en SJM. Estos diseños no solo están presentes en SJM, sino también han sido reportados en el valle medio del Jequetepeque (Murga y Tsai 2007), más no en el valle de Cajamarca. Una variante de este estilo también se ha registrado en el valle de la Leche (Ver Montenegro 1997:172, ver Figura 36c). Este estilo «costeño» claramente caracterizaría a este período y probablemente a un grupo que guardaría relación tanto con las sociedades de la sierra de Cajamarca como con las de la costa. ¿De dónde proviene esta población?¿Dónde se generó este estilo? Son preguntas que sólo podrán ser contestadas en el marco de nuevas investigaciones. Por el momento sabemos que se ha registrado una mayor cantidad de fragmentos asociados a este estilo en el valle del Jequetepeque y específicamente en el sitio de San José de Moro. Allí, estos diseños presentan mayores variantes en el color, tamaño y cantidad de los elementos. Lo que queda claro es que estos platos están compartiendo características comunes en la forma: los bordes, el cuerpo, mientras que los diámetros nos indicarían que estos fueron hechos en moldes. 194

Por otro lado, los platos de la sierra fueron modelados. Otro estilo que destaca es el ajedrezado que hasta el momento solo ha sido identificado en SJM en una tumba Transicional Tarío (M-U1312) y en nuestra muestra. Creemos que, como en los casos «costeños» anteriores, parece ser una copia de vasijas pertenecientes al estilo Semicursivo.

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Tenemos registro de este estilo en colecciones privadas. Es probable que estas piezas hayan venido durante el Transicional Tardío y posteriormente durante el periodo Lambayeque, del valle medio del Jequetepeque. Por otro lado, queda por estudiar más a fondo la proveniencia del sub estilo Costeño Marrón Oscuro sobre Blanco. Finalmente, los platos Rojo sobre Blanco, parecen ser el resultado de la interacción entre Lambayeque y Cajamarca y por lo tanto este sub estilo costeño sería exclusivo de este periodo y por lo tanto diagnóstico para fechar relativamente la interacción entre ambos grupos. El estudio de la cerámica Cajamarca en contextos Lambayeque del Área 35 es un primer intento por asociar formas y estilos a ese periodo tardío en el valle bajo y específicamente en la zona norte del Jequetepeque. En el futuro, deberemos estudiar el material registrado en capas ocupacionales del sector norte de SJM, con el objeto de incrementar nuestra muestra y poder observar más variables. Hasta entonces, los resultados aquí presentados deberán servir como una muestra comparativa y como un primer intento por asociar alguna función utilitaria que escape a actividades funerarias propiamente dichas. Notas 1

Para el presente trabajo, se utilizará esta propuesta cronológica aunque en algunos pasajes, podrá observarse que se

harán algunas referencias a los estilos propuestos por los Reichlen (1978). 2

Cabe anotar, que dentro de la muestra, se han registrado fragmentos de estilos Cajamarca Medio.

3

Denominado así por J.P. Thatcher 1975: 118.

4

Esta cifra se debe a que la muestra presentada se basa en los materiales registrados en la campaña de excavaciones

del 2006. En la actualidad contamos con una muestra bastante significativa del relleno de la Capa 16, sin embargo se encuentra en proceso de análisis. Por lo tanto los resultados presentados deberán tomarse con cautela, pues no representan el 100% del total de la muestra. 5

Para ver un ejemplo comparar desgaste de un plato trípode de estilo Cajamarca Cursivo Floral de la Tumba M-U1035 con

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los platos de estilos costeños registrados en ese mismo contexto (Bernal et. al 2003). 6

Horizonte Medio 3 y 4.

7

Solo un fragmento fue registrado en el relleno que cubría la Capa 15.

8

Cabe resaltar que solo el Grupo II presentó huellas de uso en tres de los fragmentos estudiados.

9

De toda la muestra, solo dos fragmentos parecieron conformar originalmente una vasija. La medición de los diámetros

y perfiles en los bordes, así como el tipo de pasta y decoración en fragmentos de cuerpos han sido determinantes para asegurar que la muestra representa 49 vasijas de estilos del Horizonte Medio. 10

A excepción de las vasijas cerradas.

11

Signo B de Makowski (2001)

12

En una visita al Laboratorio del PASJM, la Dra. Katharina Schreiber, mencionó que el material denominado del Grupo II,

podría tener alguna correspondencia con los estilos tardíos del valle de Nazca. 13

Creando así el llamado «Grifo de Pachacámac»

14

Para un seguimiento cronológico y estilístico de ese motivo iconográfico, ver Mackey y Vogel 2003.

15

Esta cifra se basa en un promedio de 10 tinajas o «paicas» con una capacidad de 100 litros registradas en las unidades

de excavación de 100 metros cuadrados en San José de Moro. 16

No podemos precisar, dado el contexto en que se halló la muestra (rellenos), que dichas vasijas hayan pertenecido a

tumbas distintas. Así, cabe la posibilidad que hayan pertenecido también a la misma tumba. NOTA DE ADVERTENCIA: Las figuras 8, 9, 10, 12, 13, 14, 15 y 16 no están sujetas a referencias gráficas y dentro de ellas puede haber mas de una escala. Se trata de figuras tomadas de diversas publicaciones.

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197 Fig. 01. Mapa de la costa norte de Perú, indicando la ubicación de San José de Moro.

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Fig. 02. Cuadro de la secuencia de capas ocupacionales del Área 35 y los periodos culturales a los que se les asocia. Fig. 03. Montículo ocupacional, denominado Área 35 antes de su intervencion.

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Fig. 04. Cuadro comparativo de las secuencias culturales de los valles de Lambayeque, Jequetepeque y de la región de Cajamarca.

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Fig. 05. Platos de estilo Cajamarca asociados a contextos funerarios Lambayeque de San José de Moro.

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Fig. 06. Formas de platos cajamarca costeños regisrados en el Área 35 de San José de Moro.

201 Fig. 07. Formas de vasijas cajamarca de la sierra registrados en el Área 35 de San José de Moro.

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Fig. 08. Fragmentos de platos Cajamarca Cursivo Floral. Fig. 09. Fragmentos de platos cajamarca tardio Semi Cursivo.

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Fig. 10. Variantes del estilo Satelital registrado en San José de Moro.

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Fig. 11. Diseño 1 del estilo Satelital.

Fig. 12. Diseño 2 del estilo Satelital.

Fig. 13. Diseño 3 del estilo satelital.

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Fig. 14. diseño 4 del estilo satelital.

Fig. 15. Diseño 5 del estilo satelital.

Fig. 16. Diseño 6 del estilo satelital.

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Fig. 17. Tipo 1 de la variante de Bernuy y Bernal.

Fig. 18. Tipo 2 de la variante de Bernuy y Bernal.

Fig. 19. Tipo 3 de la variante de Bernuy y Bernal.

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Fig. 20. Estilo ajedrezado registrado en el Área 35 de San José de Moro.

Fig. 21. Variante marron oscuro sobre blanco registrado en el Área 35 de San José de Moro.

Fig. 22. Variante Rojo sobre blanco registrado en el Área 35 de San José de Moro.

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Fig. 23. Muestra de fragmentos de estilo cajamarca registrados en la capa 14 del Área 35 de San José de Moro. Fig. 24. Detalle de fragmento semi cursivo registrado en la capa 14 del Área 35 de San José de Moro.

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Fig. 25. Muestra de fragmentos registrados en la capa 15 del Área 35 de San José de Moro.

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Fig. 26. Detalle de fragmento de estilo cursivo floral registrado en la capa 15 notese el detalle del motivo zoomorfo.

Fig. 27. Cuenco de caolin c on base tripode corta registrado en la capa 15 del Área 35 de San José de Moro.

Fig. 28. Extraña variante de estilo cursivo floral. La pasta no es costeña y puede tratarse de una imitacion del estilo mencionado.

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Fig. 29. Graffitis post coccion regsirados en los fragmentos de la capa 15 del Área 35 de San José de Moro.

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Fig. 30. Muestra de fragmentos de la capa 16 registrada en el Área 35 de San José de Moro. Fig. 31. Detalle de plato de estilo semi cursivo de base tripode alta registrado en la capa 16 del Área 35 de San Jose de Moro. Fig. 32. Detalle de graffiti en fragmento registrado en la capa 16 del Área 35 de San José de Moro.

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Fig. 33. Huellas de uso mas recurrentes registradas en los fragmentos de estilos cajamarca del Área 35 de San José de Moro.

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Fig. 34. Vista general de la superficie ocupacional de la Capa 18, del periodo Transicional tardio del area 35 de San José de Moro. Fig. 35. Vista de una tumba de cámara simple del periodo transicional tardio completamente alterada, Área 33 San José de Moro.

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Fig. 36. Grupo I de cerámica del horizonte medio en San José de Moro. Fig. 37. Gruopo II de ceramica del horizonte medio en San José de Moro. Fig. 38. Grupo III de cerámica del horizonte medio en San José de Moro. Fig. 39. Grupo I y Grupo III, nótese la intención de copiar la pieza de la izquierda (a). Fig. 40. Grupo I y Grupo III, nótese la intención de copiar ciertos elementos de la pieza A como el ojo en forma de cerradura.

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Fig. 41. Fragmentos Pacheco y Chaquipampa.

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Fig. 42. Cerámica del Horizonte medio de otras regiones.

Fig. 43. Angeles y rostros de conchopata.

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Fig. 44. Detalles del motivo iconográfico en cuestion, material registrado en el Area 35 de San Jose de Moro.

215 Fig. 45. Cerámica del material del Horizonte Medio 2 con la representación del personaje en cuestión.

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216 Fig. 46. Vasijas de Estilo Tiahuanaco con la representación del personaje en cuestión

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Fig. 47. Ejemplares Huari de la sierra con el personaje en cuestión.

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Fig. 48. Ejemplares de la costa central con el personaje en cuestión.

Fig. 49. ejemplares de la sierra sur con el personaje en cuestión.

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Fig. 50. Vasijas del periodo Transicional registradas en San José de Moro con la representación del personaje discutido en esta sección.

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Fig. 51, Escena iconográfica Mochica Tardío, probablemente proveniente de San José de Moro en el que se observa un motivo zoomorfo.

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Fig. 52. Bases de vasos y keros simples registrados en contextos de rellienos de capas Transiconales, Area 35, San José de Moro. Fig. 53. Plato Cajamarca de la sierra de estilo Semi Cursivo registrado en contexto primario en la Capa 17B del Area 35 de San José de Moro.

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ANEXOS

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San Jose de Moro Archaeological Project Field School Program - Season 2008

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San Jose de Moro Archaeological Project, Field School Program - Season 2008 Pontificia Universidad Católica del Perú

1. Field School Program in Peru The Pontificia Universidad Católica del Perú, the most prestigious institution of higher learning in Peru and one of the most important universities in Latin America, offers students the opportunity to join this unique environment by taking part in research programs developed by some of the most recognized professionals of the University. Students may participate in Field studies in the following areas: - Archaeology - Ethnomusicology - Spanish - Ecology and Ethnobotanic During the four-week program archaeology students will be able to develop researchbased work on important and well known archeological projects such as San José de Moro and the Huaca de la Luna in La Libertad, both of transcendental value due to their contributions to understanding of the Moche Culture. Ethnomusicology students will have the chance to witness some of the most important holidays taking place in the Mantaro Valley and Callejón de Huaylas (Ancash).

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The Spanish in Cusco and Inca Culture Project offers students the possibility to increase their knowledge of Spanish in one of the most important archaeological cities of the world. Those interested in Ethnobotanics and ecology will experience one of the most important habitat of Peru, the Amazon rainforest. A maximum of eight credits will be conferred, which will be accredited by the Pontificia Universidad Católica del Perú. Students need not speak Spanish fluently, but it is advisable that they be familiar with the language in order to maximize their interactions with the community. The Field School is a 240-hour practical work program that takes place in a number of explored research areas. The stay in Lima, location of the Pontificia Universidad Católica del Perú and the capital city of Peru, is solely for transit purposes, yet it includes brief visits to the most important museums, and attractions of the city. All academic activities will take place in provincial research areas and trips to nearby scenic sites may be arranged during weekends. Students will also have the chance to visit other sites of great historical and cultural importance in Peru before the beginning of the program or after its end. These include archeological sites in northern and southern Peru, including: the recently discovered Señor de Sipán, the Nasca Lines, the tropical beaches of Máncora, the jungles near the Peru´s main Amazon River port city of Iquitos, or Tarapoto, a city surrounded by the hills of the northwestern Andes. Students can, of course, visit Cusco, and the ancient lost city of Macchu Picchu. 250

The Director of the Program is the renowned archeology Professor Luis Jaime Castillo, who studied his doctorate at UCLA and has wide academic and scientific experience. Dr. Castillo has developed numerous research works in diverse areas of Peru and has published essays in the most prestigious magazines specializing in the topic. Presently, he directs San José de Moro Project,

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a Mochica settlement located near Chepén City, 600-km north from Lima. 2. The Pontificia Universidad Católica del Perú The Pontificia Universidad Católica del Perú is a private university founded in 1917. It has the largest foreign exchange system, mobilizing more than 350 students per year and is home of the most modern facilities in the country. It also employs many of Peru´s most renowned professors, most of whom take part in the political, cultural and scientific affairs of the country. Their works are not only academic, but also have social impact. The Pontificia Universidad Católica del Perú has a main campus site with more than 45 hectares and many other facilities located throughout Lima, which specialize in academic, scientific and cultural research. The Pontificia Universidad Católica carries out student exchange programs with more than 40 universities in Europe, 40 in Latin America, 8 in the United States, 4 in Canada and 4 in Asia. 3. San José de Moro Archeological Project 3.1 Program description Field Research in Archaeology will be held in the framework of the San José de Moro Archaeological Project (SJMAP), a program of excavations at the site of San José de Moro, a ceremonial and funerary complex located in the north coast of Peru. This site is one of the only Moche cemetery currently under research, which has yield some of the most complex elite burial and ritual settings pertaining to a continuous, 1000 years occupation. Work in the site started in 1991, and is continued to date extending its activities to the

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northern Jequetepeque valley. Excavations at SJM are conducted in July, during four weeks. In addition to doing field archeology, the students will have the chance to visit some of the remarkable archeological sites of the region (Sipán, Túcume, Huaca de la Luna, Huaca el Brujo, Pacatnamú, Chan Chan). Field School students will assume responsibilities in the scientific work required by the archaeological excavations. Each excavation unit at SJMAP has a qualified person who is in charge of directing and instructing students of that unit. Furthermore, participating students are also encouraged to make significant decisions which will lead to a better understanding of the archaeological events that take place at the research site. The SJMAP is led by Professor Luis Jaime Castillo (Ph.D.C. UCLA), and a team of young archaeologists from Peru, US and Spain. The Project has to date produced numerous publications and is recognized as one of the most outstanding research done in South America. 3.2. Schedule While participating in the Field School Program, students will have constant and direct contact with the excavation activities at the archaeological site of San Jose de Moro and with the archaeological methods used in scientific excavations, which may be applied in any archaeological excavation in any part of the world. Week 1 252

Introduction. Introduction to the archeological site of San Jose de Moro. Status of archaeology on the northern coast of Peru. Use of fieldbook. Use of measurement instruments. Handling of precision compass, GPS and theodolite. Datum Point. Implementation of an archeological excavation site; geometric triangulation systems. Collection methods of archaeological material.

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Week 2 Excavation tools. How and when to use the different excavation tools. Types of land. Location, cleaning and excavation of different architectural elements. Reconnaissance of structures: floors, adobe structures, walls, platforms, tomb molds, among others. Week 3 Digital Archaeological Photography (the Project is equipped with high-resolution digital cameras, which are available for excavation and laboratory work). Field photographic record. Shadow and detail control. Photography of different archaeological strata. Zenithal and oblique photography. Photography of archaeological material in laboratory; photography of pottery vessels and fragments. Introduction and reconnaissance of the different pottery styles found at the site. Week 4 Archaeological registration and data collection methods: handling of the different registration cards used in the project. Description and analysis cards of archaeological objects and description cards of contexts. Archaeological technical drawing; plan and profile drawing of archaeological elements. Presentation of the excavation report of one archaeological unit. Chiefs of the archaeological units will submit preliminary excavation reports, which will be prepared in collaboration with the students of each corresponding unit. During the four weeks of excavation work, students will form a comprehensive picture of the different pre-Hispanic societies that occupied San Jose de Moro. 3.3.

Accommodation Since 1991, when archaeological excavations started in the area, project members have

established their living and laboratory headquarters in the city of Chepen, 700 Km. north of Lima.

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This quiet city – with numerous restaurants and recreational facilities – is located 3 Km. south of San José de Moro. There will be vans available for students to go to the archaeological site, approximately 15 minutes away by car. Another two houses are also rented during the excavation season. They are located downtown and have bedroom and bathroom areas, a kitchen, common areas and laboratories. Accommodation and living expenses are covered by PASJM. Students will also receive a stipend in order to cover their food expenses. Chepen is a modern town, fully communicated with phone systems (cellular and regular), several internet cafes, restaurants, banks (with ATM´s), located half way between Trujillo and Chiclayo, the two most important cities in the north coast of Peru. Students will arrive in Lima, spend one day there visiting museums and getting acquainted with the capital of Peru. 4. Huaca de la Luna Archaeological Project 4.1. Program description In May, 1991, the Social Sciences Department of Universidad Nacional de Trujillo (National University of Trujillo) began the implementation of the Huaca del Sol and Huaca de la Luna Archeological Project. Huaca del Sol and Huaca de la Luna are part of the Huacas of Moche Archeological Complex, one of the most important pre-Hispanic monuments on the north coast of Peru. At all times, the goal of the research program has been to provide a better understanding of 254

one of the most accomplished pre-Hispanic societies of the desert Peruvian coastline: the Moche. Regarding the architectural aspect, it seeks to preserve the monuments and adapt them for tourism purposes. Research results have revealed that the city may have existed at least during Moche

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phases III and IV, a period during which the urban area took the appearance by which it is known nowadays. Knowledge of the urban area is still partial and little is known about the oldest occupation levels. Research is now directed at answering these important questions. Working at the Huaca de la Luna Archaeological Project will provide students with the opportunity of taking part in an archaeological project that has been operating continuously for the past 14 years. Students will be trained in archaeological excavation as well as in laboratory work: exploration of stratigraphical and architectural elements, profile drawing and proceedings during registration and analysis of cultural material. Finally, monumental areas allow research on the architectural and artistic elements that were closely related to the ruling classes, the importance of their ideological content, and their role in the organization and administration of Moche society. Students will also have the chance to participate in restoration and preservation activities carried out in the main structures. The Huaca de la Luna Field School Program aims to awaken in students an interest in archaeological research of Moche society, one of the main cultural manifestations of the Peruvian north coast and of the Andean world. At the same time, the program seeks to instruct students in the archaeological excavation techniques used in the research of Moche sites, specially those employed in the study of what was at some point one of the main urban, political, and religious centers of this society. Huaca de La Luna Archaeological Project is directed by Dr. Santiago Uceda (Ph. D., Bordeaux University, France). 4.2. Schedule Activities have been scheduled to take place within a period of four weeks. They include

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field and laboratory work, four visits to archeological sites, informative talks, presentations and lectures about moche-related topics. Work hours, dependending of the day, are from 7 a.m. to 3 p.m. or 7 a.m. to 5 p.m., Monday through Friday. Visits to archeological sites will take place during the weekends. Eventually, some afternoons we will have informative talks and lectures with Dr. Santiago Uceda. Week 1: July 1st to July 4th Excavation and registration at the Urban area. Excavation process, archeological tools and registration materials. Saturday, July 5th: Field trip and visit to sites in the Moche Valley (Galindo). Week 2: July 07th to 11th Excavation and registration at the Urban Area. Excavation process, archeological tools and registration materials. Laboratory activities and informative talks and lectures. Saturday, July 12th: Field trip to the Viru valley (Castillo de Huancaco and Castillo de Tomabal). Week 3: July 14th to 18th Excavation, registration, and plan drawing at the Urban Area. Descriptive, graphic, photographic and altimetric registration. Analysis of the material and preparation of excavation reports. 256

Informative talks and lectures. Saturday, July 19th: Field trip to Chicama valley (Huaca Cao Viejo – El Brujo).

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Week 4: July 21th to 25th Conservation activities at Huaca de la Luna. Informative talks and lectures. Monday and Tuesday (July 28-29) Field trip to San José de Moro, Jequetepeque valley. Peru´s Independence Day. La Carpa Restaurant Chepén, Jequetepeque valley. Wednesday, July the 30th Closing Ceremony and Party. Sol y Luna Restaurant, Moche Countryside. 4.3 Accommodation Headquarters of the Huaca de la Luna Archeological Project are located in Trujillo, capital city of the department of La Libertad and one of the most important cities on the north coast of the country, just 15 minutes away from the research area. Student accommodation will be arranged in a local hotel, with cleaning services, utilities, transportation and food expenses to be covered by the Project. 5. Ethnography Project: Andean Ethnomusicology 5.1. Program description The main aim of this course is to introduce the student to the dynamics of contemporary Andean culture through the study and observance of cultural performance: traditional music, dances, and fiestas. The close contact with Andean expressive culture will constitute an excellent opportunity to familiarize with its society and sensibilities, and will facilitate a better understanding of its social history, and current development.

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The participants will be guided by an experienced research team, and will receive basic training in ethnographic procedures (data collecting), and audiovisual documentation techniques. An important part of this program is audiovisual documentation (video, audio, photography) as a means of data collecting and knowledge. Students will not only practice a technique that will be handy in the future, but will also fulfill a social role: copies of their recordings will be deposited in the audiovisual archives of the Institute of Ethnomusicology. Students will visit two important Andean celebrations: the fiesta of Santa Isabel in Ancash and the ritual of the branding of animals in the Mantaro valley (Junín). This project is directed by Dr. Raúl Romero (Ph.D., Harvard University) 5.2. Schedule The program consists of two ethnographic experiences in one Andean festival and one ritual context. In between trips, the students will spend time at the Institute of Ethnomusicology in Lima, attending workshops and organizing their own audiovisual materials obtained during fieldwork. After the second trip, they will also spend some time in the lab. June 30 Arrival. July 1st City tour.

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July 3-4 Introductory workshop at the Instituto of Ethnomusicology. July 5-15 Travel to Callejón de Huaylas (Ancash). Arrival and accommodations in local quarters in Ancash. Review of interview techniques and field methods. Adaptation to the host

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community. Introductory briefings and familiarization with the region. Initial contacts with the population of the valley; visits to selected rural districts and main cities of the valley (Caraz, Carhuaz, Huaraz, Vicos). Participant observation and documentation of the Fiesta of Santa Isabel in Caraz. Final interviews and assessment of field experiences. Return trip to Lima (July 15). July 16-19 Workshop in Lima: Data processing, archival storage and organization, elaboration of indexes (of each audio and video tape) at the Institute of Ethnomusicology. Students will organize, catalog and deposit their audiovisual materials under supervision. Presentation of first field report. July 20-29 Travel to the Mantaro valley. Arrival and accommodations in local quarters. Adaptation to the host community. Introductory briefings about the history of the valley, music and Andean anthropology. Familiarization with the landscapes, archaeology and geography of the region. First contacts with the population of the valley; visits to selected rural districts and main cities of the valley (Jauja, Concepción, and Huancayo). Participant observation and documentation of the ritual of the branding of the animals. Return to Lima: July 29. July 30 to August 2: Students will organize, catalog and deposit their audiovisual materials obtained at the Mantaro valley. Presentation of final field reports. Farewell reunion. End of Field School and departure. 5.3. Accommodation While in several cities of the Peruvian Andes there are plenty of very comfortable hotels

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with cable TV and similar thrills, this program intends to integrate the students into the host community and its local customs. Thus local accommodations have been arranged in a rural community, from where we will be able to transport ourselves to the other villages we will want to visit. All basic supplies will be on hand as well as security, emergency health services and fluent communications (telephone, ATMs, fax and internet). 6. Ethnobiology Project: Amazonian ethnobotany 6.1. Program description The main aim of this course is to introduce the student to the dynamics of ethnobotanical research in a determinate area of the north Peruvian Amazon rainforest, about 160 miles west from the city of Iquitos, near the encounter of the Tigre river with the Marañón river. It is a Cocama indigenous area but with also non-Amazonian indigenous settlements: «ribereños» and «colonos». The place it is a lodge of an eco-tourism organization, JUNGLEX. This project is directed by Fernando Roca SJ, Doctor in Social Anthropology and Ethnology, Ecole des Hautes Études en Sciences Sociales, France. 6.2. Schedule During the first week of July students will visit interesting places of the citie of Lima specially 260

those related to the ethnobiological area: Lima’s Museum of Natural History, Las Leyendas Park, Pantanos de Villa and Recycled water program of the Inmaculada High School. Small sea travel across Lima’s bay to see the natural areas of sea otters and birds will be done. The other three weeks students will go to Iquitos and to the lodge and do the ethnobotanical work.

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6.3. Accommodation Students will be housed in a lodge of eco-tourism organization, JUNGLEX which has all the facilities. That lodge has also an open area for fieldwork and camping, just in the middle of the rainforest (optional). 7. Spanish in Cusco and Inca culture Project. 7.1. Program Description The main objective of this program is to introduce students to Inca culture and to teach Spanish as a second language through the use of two structured and connected courses. The program uses a dynamic methodology that will include visits to museums, Inca archaeological sites, and historic colonial areas both in the city of Cusco and in the surrounding valleys. With the specialized guidance of professors, students will acquaint themselves with Inca culture and study Spanish in a city that combines ancient history with a vibrant contemporary culture. In this environment, students will achieve a full understanding of the Andean mentality that is, in short, the foundation of Peruvian culture. The Spanish course is directed by Carmela Zanelli, Magister in Romance Linguistic and Literature, UCLA. The Inca Culture course is directed by Luis Jaime Castillo, Ph.D.C. Anthropology, UCLA. 261

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7.2. Schedule First week: Spanish Spanish class during mornings. Afternoon visits to the following museums: Museo Inca, Museo de Arte Contemporáneo, Convento de Santa Catalina, Centro Qosqo de Arte Nativo and Museo Histórico de Arte Popular. Second week: Spanish Spanish class during mornings. Afternoon visits to the following archaeological sites and museums: Chinchero, Tipón, Pikillacta, Museo de Arte Precolombino and observance of the Fiesta of Corpus Christi. Third week: Archaeology During this week the following themes will be covered: political organization and cosmovision of the Inca, Inca highway system. Visit to the ruins of Sacsaywaman. Transfer to villages of Pisac, Ollantaytambo, and Aguas Calientes, and visit to Machu Picchu. Fourth week: Archaeology During this week the following themes will be covered: agricultural techniques, religion, and architecture. The following archeological sites will be visited: Maras, Moray, and Choquequirao. We will also visit the Fiesta of Inti Raymi. 262

7.3. Accommodation Lodging in Cusco will be in comfortable hotels. During the stay in the areas around Cusco,

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lodging will also be in hotels with all of the usual comforts. Students will have permanent access to medical attention and communications such as telephone, fax, internet, and banks (ATMs). The transfer Lima to Cusco and back will be via air. Travel on field trips will be via private bus. 8. Cost Registration fee: (Non refundable) $150.oo (One hundred fifty American dollars) Program fee:

US$3000.oo (Three thousand American dollars)

The Program fee will cover the following items: ·

Reception at Lima airport and transportation to and from local hotel

·

Tuition, up to a maximum of eight credits

·

Accommodation and all meals

·

Excursions and cultural activities organized by the Universidad Católica

·

Administrative fee

The Program begins on Monday, June 30, 2008 (except Spanish in Cusco and Inca Culture Project, that begins on Monday, June 2nd, 2008). If students arrive Lima before this date the Program will help them finding accommodations. The Program does cover one extra day’s expenses. The Program fee does not include insurance, books and incidentals, the cost of acquiring

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a valid passport, airport taxes, or the cost of non-Program excursions, nor extra-curricular activities. Before applying to the Program, students must purchase an international accident and health insurance and they must attach a copy of this insurance to their application form. Applicants return the attached application form with all required documents to the following address before May 30th, 2008. Students who apply for the Spanish in Cusco and Inca Culture Project must submit their application materials before April 30th, 2008. Jeannette Sampe Pontificia Universidad Católica del Perú Field School Program in Peru International Relations Office Avenida Universitaria Cuadra 18 s/n San Miguel. Apartado Postal 1761 Lima, Perú Contacts: Telephone (511) 626 2169 Fax: (511) 626 2170 [email protected] www.pucp.edu.pe/dric/fieldschool/

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9. The Application Procedure Before you complete the attached application form, please read the following:

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· APPLICATION PROCEDURES: The application deadline is May 30th, 2008 (except for the Spanish in Cusco and Inca Culture Project, that is on April 30th, 2008); a complete application file will include the following items: a) Application form b) Medical form (attached) c) Copy of an international accident and health insurance d) Letter of recommendation e) Official transcripts f) One wallet size photo g) Non-refundable application fee of $150.00 · ADMISSION PROCEDURES: Applications will be evaluated upon reception. This procedure will take one week. Students will be contacted by email regarding their admission. · PASSPORT: All participants will need a valid passport. Details on pre-departure requirements will be included in your letter of admission.

Mail your application materials to: Jeannette Sampe Pontificia Universidad Católica del Perú Field School Program in Peru International Relations Office Avenida Universitaria Cuadra 18 s/n San Miguel. Apartado Postal 1761 Lima, Perú

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