PRÓLOGO Ceferino Alvarez Rey Ex Secretario General del Sindicato Único de Mineros de Asturias

PRÓLOGO Ceferino Alvarez Rey Ex Secretario General del Sindicato Único de Mineros de Asturias La historia de la minería del carbón en Asturias está l

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CAPÍTULO GENERAL OFMCONV. 2013 - INFORME DEL SECRETARIO GENERAL JPSC, FRAY FRANCISCO LEUDO ___________________________________________________________

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MAPAS MINEROS DEL PERU MAPA MINERO DEL PERU 2015-2016 La Revista PROVEEDOR MINERO y el DIRECTORIO MINERO DEL PERU ofrecen en esta web minera los sigu

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PRÓLOGO Ceferino Alvarez Rey Ex Secretario General del Sindicato Único de Mineros de Asturias

La historia de la minería del carbón en Asturias está llena de luchas y de enfrentamientos entre los obreros y los patronos: protestas, huelgas, manifestaciones, sindicación obrera y, en varios casos, pugnas sangrientas de una y otra parte. Con la aparición del vapor, la electricidad, el gas, etc., el paso de la producción mercantil y artesanal a una producción mecanizada y a una gran industria pesada obligó a los capitales a buscar y desarrollar el combustible creador de vapor para abastecer a la industria y a los altos hornos productores del acero necesario para sus ferrocarriles, barcos, fábricas y maquinaria en general. Nuestros heroicos capitalistas ávidos de lucro, de beneficios y de riqueza fueron incapaces de hacer su propia revolución, liquidando todo lo que era un estorbo para el desarrollo histórico y social de nuestro país, y optaron por la conservación de los hábitos y costumbres de la sociedad feudal; quisieron y lograron un capitalismo con todas las estructuras de lo viejo, de lo que ya no servía para nada. Daba la impresión de un capitalismo en una sociedad feudal. En Vizcaya teníamos mucho mineral de hierro y altos hornos para fundirlo y trasformarlo. En Asturias disponíamos del carbón necesario para la instalación de la gran industria. La mano de obra era abundante y barata, La acumulación del capital inicial ya se había hecho. Los valles y las montañas de Asturias se llenaron de delineantes y de calicatas que permitieron descubrir sus negros morros. Las características de las empresas mineras y las zonas donde se implantaban no eran todas iguales; había diferencias y peculiaridades entre ellas sería muy largo especificarlas una por una. Sólo me detendré en exponer como modelo general el valle del Aller y el valle del Turón. El valle del Aller, desde Santacruz hasta Felechosa, era el feudo del marqués de Comillas, aunque también hubiera otras pequeñas explotaciones mineras. Se destacó por lo riguroso que era con el solicitante de un empleo. Éste debía ser un verdadero católico y justificarlo con una autentica fe de bautismo y con una rigurosa vida de buen cristiano. Las condiciones de trabajo, como seguridad, higiene, salario y horario de la jornada eran establecidas por la empresa y por el Sindicato Católico creado por ella, y dirigido por el líder obrero Madera, elegido también por ella, no por los afiliados. El abastecimiento alimenticio, la vivienda, los servicios sanitarios y la escolarización de los niños no eran de su incumbencia. Cada familia tenía que resolverlo como pudiera o quisiera. Estas condiciones de vida y de trabajo eran inaceptables para los trabajadores, que optaron por crear su propio sindicato para mejorar su vida, el Sindicato de los Obreros Mineros de Asturias, que los socialistas habían creado en toda la zona minera y que tenía como líderes a Manuel Llaneza, Ramón González Peña y otros abnegados luchadores de ideología socialista que habían creado la UGT en España. La situación llegó a un momento de trágicos acontecimientos, en un enfrentamiento armado entre los dos sindicatos, en el que hubo muertos por cada parte, entre ellos un hermano de Madera, jefe del Sindicato Católico. Y para mayor desdicha, en aquellos días se produjo una explosión de grisú en la mina de Boo que provocó tal hundimiento de terreno que quedaron enterrados numerosos trabajadores del interior. La extracción de los cadáveres era muy difícil y la voluntad de los patrones de la mina para rescatarlos muy pequeña. Finalmente sólo se extrajeron algunos cadáveres de fácil recuperación, a los cuales se les hizo un entierro como Dios manda, diciendo que en la mina no quedaba ningún cadáver más, pero los mineros de Caborana y de Moreda no creyeron que fuese verdad y un doloroso recuerdo de frustración se apoderó de los espíritus. Estos hechos y accidentes crearon en la conciencia de los mineros del resto de Asturias la creencia de que los del Aller eran todos católicos, esquiroles y amarillos. Así se pensaba de ellos y así se comentaba. Pero

una cosa es lo que se piensa y otra la realidad. No hay mal que por bien no acabe. Todo, en la sociedad como en la vida, está en movimiento, en cambio, en transformación. La conciencia y las ideas de los alleranos también cambiaron. El Sindicato de los Obreros Mineros, el Partido Socialista Obrero Español y la Juventud Socialista echaron raíces en la conciencia y en el cerebro de los trabajadores de las minas. «Les mocines» alleranes continuaron cantando: Les máquines de Tartier les que gobierna Angelón de día suben viajeros de noche bajen carbón. Si en un momento el valle del Aller tuvo fama de amarillo, esquirol y católico, el valle de Turón, que se encuentra al otro lado de una larga montaña, era todo lo contrario. Tuvo la fama de ser el valle rojo de las minas asturianas. Turón es el nombre del río que nace en los altos de Urbiés y desemboca en el río Caudal en Figaredo. La parroquia de San Martín de Turón, perteneciente al municipio de Mieres, tiene su iglesia en La Felguera y el presbítero en Villapendi, y frente a la iglesia de la Virgen del Carmen está la escuela municipal. Además, en la parroquia se localizan las capillas de San Roque en Villabazal y la del Cristo en la Crucina, enfrente de las casas de Vistalegre. Todos los años se celebraban conjuntamente durante varios días las fiestas parroquiales del Cristo y del Carmen. San Roque en Villabazal inauguraba todos los años su fiesta con una misa y una verbena en la plaza del Nogalón, que está delante de la capilla. En estas fiestas del Cristo y del Carmen y en las de San Roque siempre hubo enfrentamiento entre los mozos de Villapendi y los de Villabazal, insultándose unos a otros de perros y gatos, pero nunca pasaron de algunos puñetazos y de algunos «callaoazos». En estas fiestas anuales siempre se ponía en La Veguina el mismo rótulo: Turón saluda a los forasteros». Se pasaban unos días alegres pero se cometían algunos pecados como borracheras y algunas puñaladas. Antes de industrializarse el valle de Turón, la vida se mantenía en una economía autárquica, no se producía nada para vender, sólo lo necesario para vivir al día con los productos de sus fértiles huertas, prados, castañedos y abundante ganadería y cría de animales domésticos como el cerdo, alguna cabra y aves de corral. No había comercio donde comprar ropa, tejidos y algo de pan de trigo, pues se comía pan de maíz, la «boroña». Se paseaba calzando «madreñes». Sólo había el comercio de Macaco en La Cuadriella, el de Julia la carnicera en La Veguina y el de Losa en La Felguera. Para otras necesidades había que bajar a pie o a caballo a la villa de Mieres, donde esta- ban instalados muchos comercios, un mercado de ganado y otro cubierto. En la explotación del carbón en la zona participaron varias empresas o compañías, como se les llamaba. Entre Peñule y Cortina se abrió el pozo minero de la familia Figaredo, que vivía en un brillante palacio en el pueblo de Figaredo. En El Cabujal la compañía Fábrica de Mieres abrió y explotó su mina La Riquela. Cerca de los pueblos de los valles y El Riquixu se estableció la compañía Ortiz y Sobrinos, llamada La Llama. Cerca de Urbiés se instaló también otra pequeña empresa llamada Mina Fortuna. Pero la gran empresa que dominaba todo, y a todos, fue la compañía Hulleras del Turón, sucursal en Asturias de Altos Hornos de Vizcaya. La compañía comenzó sus trabajos haciendo un empalme con la línea ferroviaria nacional que va de Gijón a Madrid en Reicastro, a mitad de trayecto de las estaciones de Santullano y Ujo. Hecho el empalme con la línea ferroviaria nacional, levantó un gran puente sobre el río Caudal y continuó construyendo su ferrocarril hasta La Cuadriella, donde no había casi nada, aparte del comercio de Macaco y amplios terrenos pantanosos que llegaban hasta cerca de Cabojal, que se llenaron con escombros y tierras de las explotaciones y donde se creó casi una ciudad y un gran centro industrial. Allí se construyeron buenas casas para los directores, ingenieros, capataces, contables, escribientes y

empleados. Se instalaron un médico, conocido con el nombre de Matasanos, una farmacia, un economato, sólo para el personal de la compañía, un gran almacén para depositar los materiales que iban recibiendo, un gran taller que parecía una fábrica donde se construyeron hasta una o dos grandes locomotoras de ferrocarril y vagones, pequeños y grandes, para el transporte del carbón, una plaza para el stock de las maderas para las minas, una pequeña fábrica de briquetas, las hormas para hacer coke y, en el centro de todo, el cuartel para la guardia civil y los guardias jurados de la empresa. En el lugar también se prepararon terrenos para las pilas de coke a cargo del capataz Parana, con el primer lavadero de carbón con dos balsas que recogían las aguas del lavado y transformaba el polvo del carbón en «islán», con el que el Parana hacía coke de pila. Muchos años más tarde se destruyeron las instalaciones y se construyó en el emplazamiento la central eléctrica, utilizando el «islán» que servía anteriormente para fabricar el coke. Terminadas estas estructuras técnicas y administrativas, comenzaron la apertura de las bocas de minas de los siguiente grupos mineros: Santo Tomás, San Víctor, San Benigno, San Pedro, San José, San Francisco, Santa Bárbara y Los Espinos en San Andrés. El nombre que se dieron a estos grupos mineros indica ya la ideología y mentalidad política de los fundadores de la compañía minera Hulleras del Turón y la influencia de la iglesia y del clero en estos asuntos laborales y financieros. Poner en actividad semejante obra necesitaba mucho personal disponible, muchos hombres y mujeres, dueños únicamente de su fuerza de trabajo y de su saber hacer, dispuestos a venderlos a cualquier precio para poder vivir. En España hacía tiempo que ya se había creado esta mano de obra arruinando a los campesinos, a los artesanos y pequeños comerciantes. Con obreros únicamente de Asturias no se podía pensar en explotar las riquezas carboníferas del valle. En Turón comenzaron a llegar trabajadores de varias provincias de España especialmente de Galicia, León, Santander, Valladolid y hasta de Andalucía y de Portugal a los que no se consideraba extranjeros pero solamente como forasteros. Para todo solicitante había empleo, el que no servía para una labor servía para otra. Las normas y condiciones de trabajo eran impuestas por la empresa. Sala- ños raquíticos, los más bajos para vivir, jornada desde las 6 horas de la mañana hasta las 6 de la tarde. En el exterior se comenzaba el trabajo a las 6 de la mañana, luego de 8 a 8:30 se paraba para el desayuno y el trabajo continuaba hasta las 12 horas en que se paraba para comer durante una hora. Total 10 horas diarias con descanso solamente los domingos y días festivos acordados por la iglesia. Los que trabajaban en el interior tenían una hora menos, dejaban el trabajo a las cinco de la tarde. Estas normas de comenzar y terminar el trabajo tenían su originalidad. En los lavaderos instalaron una sirena que llamaban el «turuyu» y que se oía hasta Peñule y San Andrés. Tocaba para señalar lo que todo el mundo debía hacer, como en el ejercito a toque de corneta. A las 5 de la mañana el «turuyu» tocaba diana, a las 6 tocaba para comenzar a trabajar, a las 8 y 8:30 para almorzar, a las 12 y a la 1 de la tarde para comer y a las 5 de la tarde para que los del interior, que debían estar ya en la bocamina, salieran. Los que trabajaban en el exterior continuaban hasta las 6 de la tarde. El trabajo de minero era verdaderamente extenuador. Los que trabaja- ban en el exterior, todo el día de pico y pala. Los que estaban en el interior, de pica y maza. Los accidentes eran muy frecuentes y graves. La experiencia del oficio era muy corta y la ambición de lucro, de ganancias y beneficios era muy grande y se quería conseguir en muy poco tiempo. Las condiciones de vivienda eran otra de las grandes dificultades de vida. En La Cuadriella había buenas viviendas para directores, técnicos, empleados, guardia civil y guardias jurados de la compañía. Para trabajadores de menos categoría se constituyó un tipo de cuarteles, todos del mismo modelo, que comenzaron sirviendo de vivienda y en algunos casos de oficina. Dos cuarteles en Repipe, dos en La Cuadriella desde la casa Niana y los lavaderos y paralelos a la vía estrecha, dos en San Francisco frente a la casa del Pueblo, dos en el primer nivel de San José, y otros dos en el tercer nivel también de San José. Se construyeron cuadras para los caballos en La Cuadriella, en el nivel primero de San José para los caballos del contratista de madera, en el tercer nivel de San Francisco, en el cuarto nivel de San José, en el primer nivel de San Víctor y algunos más en otras minas. Un invierno ocurrió un desprendimiento de tierra

que arrastró los cuarteles de La Cuadriella, pero no hubo que lamentar victimas y la compañía los destruyó. Los cuarteles para vivienda eran como una gota de agua en un mar. En el resto del valle había 27 grupos de casas de vivienda con cuadra y pajar con un gran balcón con maíz, con hórreo y con huerto que llamaban Pueblo pero que no eran tales, salvo dos o tres como Villabazal, Villapendi, Carca- rosa y poco más. El resto no pasaban de ser grupos de viviendas con media docena de vecinos, casos de Peñule, Cortina, Cabojal, Santa Marina, Bárcena, La Cuadriella, La Veguina, La Caba, Los Valles, El Riquixu, La Felguera, Lago, Piedrafita, Misiego, Villandio, La Ceposa, San Justo, San Andrés, La Rabaldana, La Vegona, Tablao, Linares, Urbiés, y algunos otros como El Canabatán, San Pedro y poco más. Todo era insuficiente para poder albergar la enorme afluencia de trabajadores que deseaban instalarse en el lugar. En tal situación la moral de los obreros era muy baja y comenzaron a buscar vías que cambiaran su situación. Las ideas socialistas de Pablo Iglesias se iban abriendo paso, penetrando en la conciencia de los trabajadores. El Partido Socialista Obrero Español les señalaba el camino de la unión y de la organización de un sindicato que defendiera los derechos de los trabajadores. La compañía minera y sus directores les ofrecían la ideología cristiana, desfavoreciendo y mirando con desprecio y malos ojos a todos los que consideraba que no eran lo bastante cristianos y sobre todo si tenían simpatías socialistas y sindicales. Cuando hoy tratamos de comprender lo que entendían los dirigentes patronales por ideología social, y que ellos imponían bajo el nombre de cristianismo, no era tanto una ideología como la imposición de un rígido mantenimiento de la jerarquía feudal, en la estructura del Estado y en la vida de la familia, aplicando las palabras de Confucio, «las gentes ignorantes deben obedecer a los aristócratas y a los sabios. La desobediencia de los de abajo hacia los de arriba es el principio del desorden». Ésta era la mentalidad y la práctica de los sabios e ilustres directores del feudo de Turón. Por su parte los trabajadores organizaron el PSOE y la Juventud Socialista, impulsores y organizadores del Sindicato de los Obreros Mineros de Asturias, y dieron a conocer las ideas de Carlos Marx, Federico Engels y Jean Jaures editando el Manifiesto comunista y un compendio del libro El Capital, con los capítulos más fáciles de comprender y de más actualidad. Para domicilio construyeron un buen edificio con un gran rotulo que decía «Centro Obrero. Casa del Pueblo». Así se deslindaron los campos entre trabajadores y capitalistas en esta localidad. Una de las principales reivindicaciones obreras fue que los patronos reconocieran al Sindicato Minero como representante legítimo de los obreros, lo que no aceptaban los patronos. No había nada legislado, ningún convenio entre mineros y patronos, se entabló una larga y dura lucha que duró varios años hasta llegar al mes de agosto de 1917 y la gran huelga general que, en Turón, fue unánime, valiente y heroica. Ni la guardia civil, ni las tropas militares, ni los guardias jurados lograron desarticularla ni romper a pesar de acontecimientos trágicos. En el pozo minero de la familia Figaredo, entre Peñule y Cortina, los patronos habían construido algunos cuarteles vivienda para mineros y pensaron que por estar viviendo en ellos no tenían derecho a hacer huelga como lo estaban haciendo los trabajadores de toda España. La situación llegó a violentas discusiones y a golpes de mano. Los patronos, que vieron la firmeza de los trabajadores, pidieron ayuda al puesto de la guardia civil de Turón que estaba en La Cuadriella. El jefe del puesto, el cabo Jacinto, con algunas parejas, salieron inmediatamente a restablecer el orden utilizando incluso las armas de fuego para intimidar a los huelguistas, los cuales les recibieron de la misma manera y con las mismas armas. Se entabló un combate terrible y prendió fuego el edificio cuartel vivienda, pereciendo en el enfrentamiento varios obreros y guardias civiles, entre los cuales estaba el cabo Jacinto, único que llevaron a enterrar al cementerio de Turón y sobre cuya tumba que era muy visitada cuando había algún entierro, pusieron una gran placa con el recordatorio de un gran héroe.

Otro incidente ocurrió en el pozo Santa Bárbara en La Rabaldana. Dos esquiroles venían a trabajar todos los días, pero llegó un momento que se les esperó a la entrada del recinto del pozo y se hizo fuego de pistola sobre ellos, muriendo ambos. También aconteció otro hecho en el llamado «tren de la muerte» que funcionaba entre Pola de Gordón y Gijón bajo el mando del comandante militar Doval, que llevaba un destacamento de soldados de la guardia civil. Realizando varias veces al día el recorrido entre las estaciones de Pola de Gordón y Oviedo, trataba de dar la impresión de que no había ninguna huelga en Ferrocarriles del Norte, pero al mismo tiempo, durante todo el trayecto, hacían tiros de fusil sobre todo grupo de personas que encontraban a su alcance, por lo cual le llamaban «tren de la muerte». Llegó un momento que encontrándose en la estación de Pola de Gordón, alguien que nadie vio descargó su pistola sobre el comandante y lo mató. Como nadie había visto al agresor y había que encontrar alguno, las autoridades echaron la culpa a José María Viñuela, conocido socialista de la localidad. Le detuvieron y encarcelaron acusándole de ser el autor del atentado y muerte del comandante Doval. La noticia de lo ocurrido se extendió por toda Asturias, elevando el espíritu de resistencia y de lucha de los trabajadores, pero aumentando también la rabia y la represión contra los huelguistas. En Mieres el convento de las Adoratrices fue transformado en centro de detención y de tortura, siendo los encarcelados de Turón los más castigados. Se ofreció dinero a quien detuviera y entregara a Manuel Llaneza y otros dirigentes del Sindicato Minero. Por fin, la huelga general del mes de agosto de 1917 terminó. Los dirigentes de la UGT fueron detenidos y condenados, entre ellos los dirigentes sindicales de los mineros de Asturias. También fue condenado José María Viñuela, por cuya libertad Asturias hizo una gran campaña, y cuando años más tarde salió en libertad vino a Turón a dar las gracias a todos los asturianos que lucharon por su libertad. Desde la estación de Ujo caminó acompañado por Belarmino Lobato y Enrique García, y en Peñule le esperaba la representación de Turón, encabezada por Francisco Castaño, José Casín, José Puenes y Silverio Panizo con una docena más de compañeros, quienes llegaron a pie, por la carretera, hasta La Veguina, donde les esperaban para una gran reunión y una buena comida. Aparentemente la huelga no fue un éxito, pero a luchar se aprende luchando y la lección de este combate sirvió para otros que tuvieron a continuación. La primera guerra mundial terminó en 1918 y con ello la patronal minera también perdió un gran mercado y tuvo que enfrentarse con la competencia del carbón inglés. Entonces se decía que la guerra europea había sido para los capitalistas españoles la época de las vacas gordas y que ahora comenzaba la época de las vacas flacas. No obstante en 1919 se consiguió la jornada de ocho horas y en el interior de la mina una hora menos, la jornada de siete horas, contada de boca a bocamina de entrada y salida. El Sindicato Minero fue reconocido por la Patronal como representante legítimo de los trabajadores de las minas y comenzó a colaborar con los patronos pidiendo ayuda y subvenciones al gobierno para esta industria agredida por el dumping del carbón inglés que trataba de aplastar nuestra industria carbonífera. A este efecto el Sindicato Minero organizó una gran concentración y mitin en la plaza de toros de Oviedo. Los patronos distribuyeron los billetes de ida y vuelta gratuitos en los ferrocarriles que iban a Oviedo. La concentración y el mitin fueron un gran éxito y el Gobierno concedió una ayuda económica a las empresas. Por su parte el Sindicato pidió y obtuvo de la Patronal una ayuda económica de un real (25 céntimos) por tonelada de carbón para el Orfanato Minero de reciente creación. Con estas decisiones se despejó un poco la oscura situación en las cuencas mineras, pero esto duró muy poco tiempo. A principios de 1922 la Patronal minera planteó de nuevo la necesidad de disminuir el personal que trabajaba en las minas a lo que los obreros respondieron con su protesta y desaprobación, convocando un paro general llamado la huelga del Frente Único, que duró más de dos meses. Fue la última huelga que los mineros hicieron unidos hasta la revolución de 1934, ya implantada la República en abril de 1931. Durante esta huelga muchas familias volvieron a sus pueblos de origen, grupos de trabajadores fueron a la provincia de León, otros grupos fueron a machacar «morrillos» de los ríos para hacer grava y arreglar las carreteras.

Los niños de menos de 14 años fueron recogidos en familias de Gijón, Avilés, Pravia y otras localidades de Asturias mientras duró la huelga. El socorro se terminó muy pronto, los comerciantes sólo podían dar fiado algo de pan, el resto de alimento que se podía encontrar en las propias huertas era muy poco. La situación fue muy grave hasta que se reemprendió el trabajo y la gente pudo abastecerse en los economatos de las empresas. ¿Que pasó pues para que los mineros de Asturias estuvieran a partir de entonces divididos en dos sindicatos: el Sindicato Minero y el Sindicato Único? En los últimos congresos de la Internacional Socialista celebrados antes de comenzar la primera guerra mundial, se tomó el acuerdo y se previno a las potencias que se enfrentaban en dicha guerra que ésta se consideraría como imperialista por el reparto de las colonias y de los mercados capitalistas, que en ningún caso la apoyarían y llamarían a los trabajadores de los países beligerantes a derrotar a los gobiernos capitalistas y a hacer la revolución socialista. Pero cuando la guerra empezó los dirigentes de la Internacional Socialista cambiaron de opinión, los socialistas de Alemania echaron la culpa a Francia de comenzar la guerra y entraron a formar parte del Gobierno alemán para defender su patria, actitud que también tomaron los socialistas de Francia. En Rusia el Partido Obrero Socialdemócrata, aunque divididos en dos fracciones, los mayoritarios (bolcheviques) y los minoritarios (mencheviques) pero apoyado por la fuerza que representaban los Consejos de Obreros, Soldados y Campesinos, tomó el poder del antiguo imperio zarista. Fue el triunfo de la revolución proletaria que abría el camino a la sociedad socialista. El mundo proletario saludó y apoyó esta revolución y entre ellos los trabajadores españoles, particularmente los mineros asturianos, que tantas veces en sus manifestaciones habían cantado: Comuna amada te veneramos y cuando vuelvas a renacer vengar tus víctimas aseguramos y cuando vuelvas hay que vencer hay que vencer.

Los que de niños aprendieron esta canción en la escuela de la Casa del Pueblo, no podían ser indiferentes ante esta revolución proletaria triunfan- te. Veintidós secciones del Sindicato Minero votaron por sostener y defender la revolución de los obreros y campesinos de Rusia y fueron expulsadas del Sindicato Minero. Los dirigentes del Sindicato Minero recurrieron a las autoridades judiciales, que decretaron el desahucio de los que ocupaban los locales que eran propiedad de la UGT. Este fue el motivo que produjo la división de los mineros, entre los que apoyaban la revolución proletaria en Rusia y los que no la aprobaban porque decían que no era democrática. Aun así, en la huelga de 1922 estuvieron de acuerdo; por eso se llamó la huelga del Frente Único. Los desahuciados del inmueble de la UGT de Turón se llevaron todos los muebles que les pertenecían y se alojaron en el sótano de una casa nueva al lado de la escombrera del Lago. Crearon el Sindicato Único y con el PCOE, creado por ‘a Federación Nacional de las Juventudes Socialistas, y algunos miembros de la agrupación socialista que esperaban el resultado de la entrevista de Fernando de los Ríos y de Daniel Anguiano con Lenin sobre las condiciones de ingreso en la IC, comenzaron su camino sindical aparte del Sindicato Minero. Cuando el Sindicato Único estaba en pleno periodo de organización, en septiembre de 1923 el general Primo de Rivera dio un golpe de Estado e implantó una dictadura que duró siete años.

Los dirigentes del Sindicato Minero continuaban diciendo que en épocas de crisis económica no se podía hacer huelgas, pues éstas beneficiaban más a los patronos que a los obreros. Además, defendían la teoría de que el capitalismo organizado desembocaría en un régimen socialista. Incluso se decía que Primo de Rivera había ofrecido a Manuel Llaneza la cartera de Trabajo, pero que Llaneza no aceptó y crearon con la Patronal minera los Comités Paritarios para resolver pacíficamente todos los litigios que surgieran entre obreros y patronos. En esta situación real, y antes de la clausura de todas las secciones del Sindicato Único por orden gubernativo en 1927, la Patronal planteó la necesidad de disminuir el personal y aumentar la jornada de una hora en el interior, es decir, trabajar en el interior ocho horas como en el exterior. Reunidos los miembros del Comité Paritario, los socialistas pidieron que el despido de los obreros se hiciera por orden de antigüedad, a lo que los patronos no se opusieron. También todas as secciones de Sindicato Minero aprobaron los acuerdos del Comité Paritario de la Minería. Por su parte el Comité Sindical del Sindicato Único reunido clandestinamente no estuvo de acuerdo con tales decisiones y acordó declarar la huelga general de toda la minería. Para prepararla vinieron de Bilbao José Bulle- jos, secretario general del PCE, y Luis Arrarás, miembro del Comité Central del PCE. Con ellos celebramos varias reuniones, la mayoría en un castañedo en lo alto de Santo Emiliano, entre Mieres y Sama, donde el compañero Vidal tenía un chigre y nos preparaba la comida. Vidal nos ayudó mucho para las reuniones y la huelga. En cada empresa se constituyó un Comité de huelga y se nombró, en el ámbito de todas las cuencas mineras, un Comité que centralizaba todas las actividades y que estaba compuesto por José García Casín de Turón, Segundino Rodríguez de Turón, Ceferino Álvarez Rey de Turón, Faustino Fernández de Santacruz y algún compañero más. Nuestras actividades eran clandestinas, pero la información y la propaganda muy fluida y muy bien distribuida. Además, se prepararon los grupos de compañeros que debían presentarse ante las lampisterías para repartir el manifiesto del Sindicato Único declarando la huelga y al mismo tiempo explicar todas las razones que teníamos para defender nuestras reivindicaciones. El trabajo de explicación política fue muy eficaz, logrando convencer a muchos trabajadores de la razón que asistía a los del Sindicato Único, quienes además eran comunistas, en el combate contra la Patronal minera, contra la dictadura de Primo de Rivera y sus Comités Paritarios tan queridos por los dirigentes del Sindicato Minero. La huelga duró un mes. La cárcel de Oviedo se llenó de «detenidos gubernativos». Quince detenidos considerados como los cabecillas fuimos trasladados a la cárcel Modelo de Madrid, 5. galería. La Patronal logró lo que quería, disminuir las plantillas y aumentar una hora más de trabajo a los obreros del interior, que pasaron de siete a ocho horas de boca a boca de mina. Para los mineros la huelga fue un combate de fortalecimiento en la toma de conciencia de su fuerza, de que es posible luchar contra una dictadura militar y contra la Patronal también en épocas de crisis económicas y demostrar que los Comités Paritarios no servían en nada a los obreros para defender sus derechos, sino que estaban al servicio de los patronos. La huelga del otoño de 1927 despertó en toda España la esperanza de que era posible luchar y derrotar una dictadura por muy militar que fuera. Otras luchas siguieron a esta y graves acontecimientos se produjeron, como el fusilamiento de los heroicos capitanes Galán y Hernández, el pacto de San Sebastián, las elecciones de abril de 1933, la caída de la monarquía y la implantación de la Segunda República. Nada se consiguió sin lucha. No basta con tener una ideología, se necesita una toma de conciencia en los trabajadores y en el pueblo en general que se transforme en una fuerza material arrolladora para imponerse y triunfar. Esa conciencia, la materialización de la ideología socialista, es la que propagó y defendió el Sindicato Único. Sus maestros y defensores de los trabajadores fueron Carlos Marx, Federico Engels y Jean Jaures.

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