Que. cada mujer americana se haga cargo de. un niño español GABRIELA MISTRAL. Año VI - BUENOS AIRES, FEBRERO 15 DE No. 67

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LA

REVISTA

DE

LA

MUJER

I N T E L I G E N T E

Que cada mujer americana se haga cargo

de un niño español pide

GABRIELA MISTRAL GABRIELA MISTRAL, ilustre poetisa y maestra chilena

Año VI -

(L&a la £ág. 24).

BUENOS AIRES, FEBRERO 15 DE 1939 -

No. 67

Cuando usted, lectora amiga, ha manifestado su repudio o indiferencia por la iglesia, voces airadas le habrán replicado: —Toda mujer debe creer, debe ir a la iglesia. Conteste con argumentos sólidos a esta tonta aseveración.

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Año VI

Buenos Aires, Febrero 15 de 1939

N.° 67

ANTE EL DRAMA ESPAÑOL Escribimos estas líneas bajo el peso de la angustia. Nuestra imaginación ha seguido las etapas del calvario. Vie­ jos, mujeres, niños huyendo en el frío, en la noche, vacío el estó­ mago, pesados los pies, llevando a cuestas en sus pobres bultos lo más indispensable, el recuerdo más querido. Son las escenas repetidas de las poblaciones de Bélgica y del norte de Francia huyendo ante la invasión alemana en la guerra del 14. Pero esta vez los desgraciados fugitivos habrán podido pen­ sar que deben su suerte a sus compatriotas, a los que al grito de arriba España la han hundido en la desesperación, la miseria y el, odio. Un deber se impone a todos: salvar a los niños de España. Salvarlos sí del hambre y del frío, pero también salvarlos del odio. No permitir que el espíritu indefenso reciba el sello del fascismo, sello de servilismo, idolatría y vanidad. Ellos son el por­ venir de España y deben serle devueltos, libres de espíritu para la gran obra de su reconstrucción.

VIDA

El escenario b amoannas

F E M K \

I N A

y las

LA POLÍTICA DE NUESTROS DÍAS * Cuando algúu historiador quiera en el futu­ ro señalar una de las características de nues­ tros días, seguramente indicará como una de las más notables la profusión d£ los discursos de los ''premios" 'Cualquier pretexto es bueno: la inauguración de un puente, un congreso partidario o una re­ unión de joyeros. Trátese de un país totalitario donde esa palabra tiene valor de oráculo o apa­ rece ante el mundo como el respiro unánime de una nación, trátese del primer ministro de una democracia (¿ ?) el procedimiento es el mismo. Hay, en primer término, gran despliegue de pu­ blicidad por las diarios de modo que hasta en el último pueblueho se sabe que Mr. X o bien

por

ALICIA MOREAU de JUSTO el ungido hablarán a su pueblo, y el anuncio se hace con tanta anticipación y se repite tanto, que se llega a crear una atmósfera de inquietud y expectativa. ¡ Ahora vais a oír, gentes igna­ ras, la gran palabra de la sabiduría; recibiréis la revelación de vuestro destino (prosa ordina­ ria (i matadero). X, el gran X, está meditando; su alma se halla abierta de par en par a la inspiración que viene de las alturas, preparaos a escucharlo con recogimiento! La zarza ardiente del Monte Sinaí está ahora contenida en una cajita. Se la coloca sobre la mesa y a su alrededor familiares' y vecinos se agrupan silenciosos y sumisos. La voz del spea­ ker —personaje invisible y dominante— anun­ cia la allegada, suprema y el discurso comienza. ¡ Misterio de los tiempos modernos1 El todopo­ deroso, el que tiene en su mano el rayo de la guerra, habla al oído de todos los 'hombres! Bl les vierte el odio al enemigo, .la confianza, la em­ briaguez; les pide niás trabajo, más hijos. má> dinero y les anuncia la gloria, la grande, la in­ marcesible gloria pava mañana o después. Ií.\|)lica su política ¡li¡ maravilla. ¿Imagi­ náis ese ser superior que las multitudes aclaman, al que se arrojan flores, que solo camina sobre tapices de seda; imagináis el que es tan gran­ de que todo gesto, toda palabra suya importan

FEBR2R0, 1939

Pág. 5

al mundo, aquel cuyo pulgar puede dar la sal­ cina uno de esos recodos tortuosos, tan frecuen­ vación o la muerte, aquel ser hablando al oído tes en nuestra época, nadie muestra lá brújula que podría orientar. de cada hombre de su pueblo! Hoy todos le escuchan, aun más allá de laH ¿Hay silencio y quietud en la» altas esfera»? fronteras; mañana los diarios del orbe entero Nada de esto. Es el momento en que van y vie­ reproducirán-sus palabras y éstas serán leídas nen las eminencias grises. Diplomáticos, agentes, con avidez. ¿Qué ha dicho X? ¿Encierra el peritos, banqueros, viajeros distinguidos, sim­ discurso la explicación de estos días atormen­ ples turistas se agitan oficialmente o, más fre­ tados, tenemos en él marcado el derrotero que cuentemente, a obscuras. ¿Qué hacen, qué dicen, evite la zozobra? quién se vende, a quién compran ? No lo sabemos. ¡ Cuan grande es el desencanto de los que bus- Pero algo se trama y prepara. El golpe se dará, sin discursos, sin declaración, sin mensajes. can ideas claras y sobre todo consecuentes! Cuando hay algún pensamiento, preciso es Desde hace veinte años la política no es más que se trata del reconocimiento de hechos con­ que una sucesión de episodios tenebrosos prepara­ sumados y perfectamente conocidos por todos en dos en conciliábulos y en entrevistas más o menos su aspecto externo aunque no en su entraña. secretas. Pero el personaje importante no es siem­ Sirvan de ejemplo los discursos que siguieron pre el que está a la vista. a la triste paz de Munic'h. Pero cuando se aveSe dirá que siempre ha sido así. La frase fa­ mosa sobre la nariz de Cleopatra señala el va­ lor de los caprichos imperiales; de ellos muchas veces dependió la suerte de los pueblos. Lo que es nuevo es el discurso difundido y recibido, aun efi forma obligatoria. ¿Qué sentido tiene esto? ¿Es otra manifesta­ ción de histrionismo gubernamental o el cuida­ do de los electores? Sin desconocer el valor de este aspecto, veamos en ello más bien un impor­ tante signo de los tiempos, una concesión obli­ gada, aun. de aquellos que pretenden ser omni­ potentes, a la opinión popular; pero, para que ella no moleste, lo mejor es formarla, dirigh'la. No bastan ya los diarios grandes o pequeños comprados o subvencionados, existe la radiote­ lefonía que posee el sutil encanto de la voz di­ - rectamente llevada, la voz tan personal, tan su­ gestiva. De ahí el gran discurso con sus anuncios, su preparación, su marco y sus frenéticas aclama­ ciones —también transmitidas—. i Pero son ellas la expresión de la política real ? De ningún modo. Son como el marco lumino­ so con que los ilusionistas recuadran el escena­ rio. Deslumbra, distrae, da la impresión de ex­ traordinaria visibilidad y permite las maniobras sobre el fondo oscuro. Y así como el buen público aplaude la agilidad sin descubrir los trucos, »\ buen pueblo acepta y paga, pues acaban de asegurarle que tendrá la paz, el orden, el bienestar y la fuerza que lo hará temer y respetar. ¿Todos? Sí, todos son iguales. Solo exceptua­ remos hasta cierto punto a Roosevelt cuya pala­ bra, por momentos, extraordinariamente clara (Sigue píg. 33)

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VIDA

F E M E N I N A

La Mujer

Ante la

Guerra

POR

Leonor

Llach

LEONOIR LiLACH

Afortunadamente este es un punto sobre el que no hay discusión. Todas las mujeres están de acuerdo en que su actitud debe ser decidi­ damente pacifista. No caben las dudas. El sentido de humanidad se impone, y no solamente las mujeres deberían oponerse a la guerra, también los hombres. Es necesario que el movimiento sea universal y que no se re­ dúzcala las actividades filantrópicas de un grupo. Siempre que se reúnen mujeres en congresos o en cualquier clase de actos sociales de mayor o menor trascendencia, van los hombres a de­ cir cosas bonitas, a elogiar en los términos más bellos del lenguaje, el interés de las mujeres por todos los problemas y el beneficio de su intervención para resolverlos, las easalzan en lo particular y en lo genérico, pero eso no quiere decir que se 'haga un caso especial de su opinión y que se la busque, facilitando la comprensión y el estudio femeninos el camino del mejoramiento humano. A veces pensamos que los hombres, principalmente en nuestros

países, preferirían que las mujeres se abstu­ vieran de actividades verdaderamente efecti­ vas y que los molesta que encuentren una so­ lución antes que ellos. El pacifismo ha sido en realidad una ocu­ pación gentil que han emprendido las mujeres graciosamente, con más romanticismo que con­ ciencia exacta de su importancia. Hay que procurar que el pacifismo sea algo más que palabras bellas, pronunciadas en asam­ bleas cordiales; que estudios líricos, aplaudi­ dos y olvidados; >que ese constante hablar de peligro y quejarse de él con el consentimiento de los gobiernos que no hacen nada por evi­ tarlo, mientras los traficantes de armamentos y los acaparadores de víveres buscan la forma de sacar el mayor partido posible de los gran­ des sentimientos humanos. No basta saber sentir y exaltar pasiones co­ mo el patriotismo y el sentido de solidaridad clasista, hay algo más serio: procurar que no sean esos los pretextos para que se maten los hombres y se destruyan los, pueblos. Nos pa­

'úli. 7

FEBRERO, 1&3D

rece muy 'hermoso ver que un pueblo está dis­ puesto a morir por su independencá, y a pesar de todas las evoluciones del derecho; de .que hemos descubierto muchas mentiras de la his­ toria, estaremos con él; pero si meditamos un poco, veremos que la libertad de ese pueblo ha sido sacrificada por la codicia de sus go­ bernantes o, por lo menos, tiene el límite que esa misma codicia o ineptitud le marea. Ni si­ quiera podemos estar muy seguros de cuál sea en un momento dado la voluntad de un pue­ blo, porque contará con más adeptos la causa que tenga mejores líderes, y ya sabemos que los que convencen no son siempre los conven­ cidos, ni están del lado de la verdad y la- jus­ ticia los que parecen más decididos paladines. M problema de la guerra es tan enorme que requiere una educación constante de todos los seres para que no permitan que los sentimien­ tos más sagrados se conviertan un día en fuer­ za agresiva' al servicio de una causa comer­ cializada. Son muchos los que piensan todavía que las guerras son necesarias y, probablemen­ te, no será posible que camíbien de opinión, lo que, por otra parte, les sería muy. difícil, sobre todo si se tiene en cuenta que quienes están por la guerra no viven en ciudades bombar­ deadas, no se han encontrado ante un pelotón dispuesto a fusilarlos por ¡útiles sospechas o diferencias de criterio, ni han visto su casa arrasada por la furia de enemigos momentá­ neos, que no saben por qué lo son. Hay mo­ mentos en que 'hasta los más decididos paci­ fistas, cuando se trata de la defensa de la libertad, verían con gusto que estallara la guerra, porque se han dejado cegar por su

¡uit¡imperialismo hasta cnar en el misino error que combaten. liste es el peligro que hay en esa lacha: ciicr en lo que se ataca y considerar bueno «1 sistema que se censura en los demás, cuando sirve a nuestros propios ideales. Las mujeres deben evitar los errores en que •han incurrido todas las campañas y exigir que se tome en serio su actuación, haciéndola tam­ bién seria y bien orientada. ' Hay que quitarle a la vida el sentido heroi­ co de lo épico. Esa es labor educativa que pueden realizar las mujeres, sobre todo si te­ nemos en cuenta que la enseñanza es labor esencialmente suya, no sólo en las aulas, sino en, el hogar. Las madres que se asustan por las matanzas cuando las ven realidad, no pien­ san que ellas las preparan en la mente del niño dándole, para jugar, soldados, cañones, ar­ mas de juguete, a veces, pero también, entre nosotros, con demasiada frecuencia, armas ver­ daderas que convierten ( al niño, accidentalmente, en asesino. Necesitamos eliminar lo que la historia tenga de rencor, borrando del pa­ sado la guerr.a como necesidad.de los pueblos y dejándola como "ha sido, recurso de tiranos. Si todas las mujeres del mundo se aliaran para que los niños que mañana serán hombres, en­ tiendan que todos los seres son hermanos sin que sean barreras a la fraternidad las diferen­ cias de color, aptitud, lengua o religión, po­ dríamos creer, y ojalá no fuera sólo deslum­ bradora ilusión, que en un futuro próximo los hombres se negarán a empuñar las armas unos contra otros.

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V I D A

' F E M E N I N A

Con la caída de Barcelona, con la toma de Cataluña, ha sufrido un golpe rudísi­ mo el decoro humano. Cuadros de horror, han desfigurado la faz de la Civilización. Legiones de fugiti­ vos ametrallados por los aviones fascistas... y en un momento, el cable, ensuciando al mundo con una noticia escalofriante: Francia se opon ~^xx ui M uuuuii cji^aiuxiidiiLc Í lauiua se opon­

dría a la entrada en su territorio de los refugiados catalanes. ¡Felizmente, no fue verdad!

¿Lo pensó Francia? ¿Quisieron emporcarla las agencias noticiosas?

Esos hombres arrojados de su país por las hordas criminales que ha desatado el fas­ cismo que tanto miman París y Londres, han podido entrar en Francia. Allí debemos en­ yiarles una prueba irrefutable de nuestra solidaridad. Allí esperan, los héroes de España, alimentos y abrigos. Y hay en España, muchísimos que aun luchan. Está en pie la República, la muy grande y heroica República Española. Exhausta, destrozada, vuelve a ponerse de pie, deci­ dida una vez más a despertar al mundo de su letargo, con la magia de un concepto piso­ teado: el derecho. ¡Oh! espíritu sagrado de Don Quijote.

al cor

2

ti ti ti Ha comenzado mal este 1939 para la policía argentina. Cualquiera le toma el pelo. Bueno, cualquiera, hasta por ahí nomás. Se lo toman los degenerados y las buenas mozas. Suárez Zabala, Sofía Bozán. Pero es terrible esta muchacha. Reconoce un anillo como suyo, y como hace un tiempito le ro­ baron unas joyas, el descubrimiento de la susodicha alhaja en una vidrie­ ra de la Rambla de Mar del Plata, puso con los pelos de punta a la 1* y mejor del mundo; detenciones, allanamientos y ¡la mar! Resultado final: antes del robo, el anillo fue, por expresa orden de Sofiita, vendido por su mismo chauffeur a un señor que tenía los necesarios $ 348. ¿Qué habrá dicho la 1* y mejor del mundo? Es mejor garrotear subversivos que des­ cubrir los robos hechos a las cancionistas de fuste

2

ti ti ti Acaba de morir S. S. Pío XI. La cristiandad queda sin su jefe supremo en momentos de verdadera angustia. Nun­ ca como en estos días, se han burlado más y mejor las máximas de amor y tolerancia de 3 Jesús. Acaba de morir su Vicario en la tierra, luego de bendecir milla­ res y millares de cañones, ametralladoras, hordas vandálicas y asaltantes internacionales. ¿Creería S. S. que en la otra vida habría de juzgarlo un severo tribunal?

ti ti ti He leído con gran encantamiento un artículo titulado Bmnarck y las mujeres, que "La Prensa" publicó el domingo 5 de febrero. En dicho artículo, se demuestra que el Canciller de Hierro era un hombre de una intachable moralidad. ¡Qué bien! Pero no es por esu virtud, que tanto y tanto me agradó el estu­ dio. No. Quédeme enamoradda de él por una sutilísima ironía, descubierta

KKHRERO, 1939

Vkg. *

gracias a mi sagacidad insuperable. ¡Es que yo soy muy, pero muy picara!. El articulista glosa la absoluta compe­ netración espiritual del Canciller y su bella esposa. El la quería mucho. La llamaba mi co­ razón; mi corazón bien amado; también de­ cíale: luz de mis ojos; en fin, ternezas a punto de caramelo. Y ahora viene lo bueno: Tiene tal confianza (él) en su inteli­ gencia política, (la de ella) que le confía todos sus secretos y propósitos. Ella los escucha en silencio, y jamás se permite discrepar de la opinión del canciller.. Posiblemente porque adivinara que una opinión adversa tuya no sería tenida para nada en cuenta por el gran hombre. ¿Quieren ustedes un retrato mejor trazado? Si Bismarck no hubiese procedido así, teniendo mucha confianza en el talento político de una persona que jamás discrepaba con el, no hubiese sido Bismarck. Pero con un escritor tan pillín como el autor del artículo, cualquiera mujer menos avispada que yo, pisa el palito, y sale por ahí, asegurando que Bismarck no era Bismarck, es decir, que era un ejemplar único en la fauna masculina, capaz de escuchar una opinión de mujer sobre un asunto que no fuera culinario.

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Si yo no supiera qué valor tan grande tienen las columnas de los grandes diarios, no hubiera podido nunca apreciar la importancia nacional que tiene el que un dos años de pu­ ra sangre aprenda a largar bien. Pero yo sé que tres renglones de esos inmensos rotativos 5 valen un platal. Lo sé porque cuesta muy mucho conseguir que se anuncie sintética, esqueléticamente, una conferencia cultural en una en­ tidad obrera, la realización de un acto de ayuda a España Leal, la inau­ guración de una biblioteca popular, etc. Sabiendo esto y viendo una página y media dedicada a los felices dos años, yo tam­ bién, parodiando la escenilla del jayón y el becerro, de Gabriel y Galán, tentada estuve de hacerle decir a cualquier biblioteca bien nutrida: ¡quién fuera potrillo!

Lectoras y Amigas

de Vida Femenina

Es este el segundo número de 1939 y recorda­ mos a todos que es urgente enviar el importe de la suscripción para que podamos continuar en­ viando la revista

lo

V I OA

V J3 M B N I N A

DIGNIFICACIÓN DE LA MANO

Nos encontramos ante este contraste absur­ do: en las clases trabajadoras la mano e.s so­ metida a trabajos brutal en que quitan finura ¿i su manejo; en las clases ociosas, en cambio, la mano apenas cuenta como instrumento de •creación. En uno y otro caso, la mano carece el se­ ñor Huici se recogieron según hacía constar el parte, una sortija, un mechero, unas llaves, un mone­ dero y una nota firmada por su mujer en la que le decía que tu­ viese serenidad y confianza en Dios. Nada de esto pudo recoibrar­ se. En el juzgado dijeron a la viu­ da que hiciese la reclamación =n la delegación de orden publico. Sin más trámite se dio sepultura al cadáver haciéndose constar en el registro civil que el fallecimien­ to había sobrevenido por "hemo­ rragia interna" Del hallazgo de estos cadáveres no se publicó ni una sola noticia, en la Prensa. La viuda de Huíci intentó enviar a unos deudos su­ yos de América un cable diciendo escuetamente: "iLuis ha muerto" y no se le consintió. Quiso luego cobrar las deudas que con su ma­ rido tenían no pocas familiais dis­ tinguidas de La Coruña y no con­ siguió sino recibir injurias y re­ prochas. "No pagamos deudas a rebeldes", le contestaban invaria­ blemente^ aquellos señoritos tram­ posos, muy contentos de que hu­ bieran asesinado al sastre. La viuda arruinada, sola, consi­ guió después de grandes dificulta­ des que le concedieran permiso para reunirse con la. familia que tenía en ¡Nueva York. Gracias a esta circunstancia puede contar su tragedia. Casos como este los hay a centenares, .pero me es im­ posible relatarlos porque los deu­

dos de las víctimas no han podido librarse

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