QUE CLIMA NOS ESPERA EN EL FUTURO. Jorge a. Zea M. 1

QUE CLIMA NOS ESPERA EN EL FUTURO Jorge a. Zea M.1 Tal vez el tema ambiental que despierta el mayor interés e inquietud en la humanidad esta relaciona

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QUE CLIMA NOS ESPERA EN EL FUTURO Jorge a. Zea M.1 Tal vez el tema ambiental que despierta el mayor interés e inquietud en la humanidad esta relacionado con el cambio del clima, especialmente si se tiene en cuenta que la calidad de su vida y su misma supervivencia dependen de la evolución del clima través del tiempo y por cuanto los conocimientos e información científica adquiridos sobre en materia son aún insuficientes como para poder lograr una visión con gran certeza sobre su comportamiento en el futuro. El grado de incertidumbre que se tiene en las posibles alteraciones que está sufriendo el medio climático, sólo permite hacer planteamientos bajo el esquema de escenarios posibles. Bajo ese contexto y con el objeto de analizar y evaluar la información científica relacionada con los diversos aspectos asociados a la cuestión del cambio climático, las organizaciones especializadas de las Naciones Unidas en materia de Meteorología y Medio Ambiente establecieron en 1988 el Grupo Intergubernamental sobre el Cambio Climático (sigla en inglés, IPCC), el cual busca reunir una exposición autorizada de los puntos de vista que la comunidad científica mundial sostiene sobre el tema, proporcionando estimaciones que se consideren óptimas al igual que evaluaciones sobre sus posibles incertidumbres. La simulación del cambio climático es una tarea difícil si se tiene en cuenta que el sistema terrestre es muy complejo en sus numerosas interacciones y debido a las enormes dificultades para proyectar los futuros estados y efectos de los gases de efecto invernadero. De allí surgen preguntas sobre la incidencia de la actividad humana en el cambio apreciado y acerca de la variabilidad natural en el mismo clima. 1

Meteorólogo - Investigador Científico – IDEAM Profesor Programa de Posgrado en Meteorología - Universidad Nacional de Colombia

Para lograr respuestas a esas inquietudes, se han orientado investigaciones científicas tendientes a determinar la variabilidad natural del clima durante períodos que van desde cortos como las temporadas estacionales hasta largos como las edades de hielo. En la Tierra se han registrado ciclos glaciales e interglaciales de cien mil años de duración con temperaturas de hasta 10 y 15ºC más frías que las actuales acompañadas de grandes cambios en el volumen de los hielos y en el nivel del mar. Hace dieciocho mil años había una extensa cubierta de hielo al norte de los continentes con varios kilómetros de espesor y aún no disponemos de un conocimiento lo suficientemente completo sobre su formación y retroceso. En épocas mas recientes, se sabe que hace sesenta años, las grandes praderas del norte, hoy fértiles, sufrieron una escasez de lluvias durante una década que la dejaron estéril. Actualmente sabemos que durante el último siglo, se ha registrado un calentamiento entre 0,3 y 0,6ºC, situación que se ve ratificada en el retroceso que se observa en la mayoría de los glaciares de montaña y a través del aumento anual del nivel del mar entre 1 y 2 mm. Tal variabilidad del clima esta superpuesta sobre cualquier efecto climático que la humanidad está induciendo en la atmósfera por medio de la emisión de gases de efecto invernadero como el dióxido de carbono. Para determinar la incidencia que pueda tener el hombre en las alteraciones del comportamiento climático, debemos precisar los procesos que de manera natural tienen lugar en la interacción entre la superficie terrestre y su entorno al igual que sobre la transferencia e intercambio energético en ese medio diferenciándolos de aquellos que son inducidos por las actividades humanas. Es bien conocido que la energía proveniente del sol constituye el factor determinante del clima en la tierra y cabe anotar, siguiendo los informes del IPCC sobre el cambio climático, que la Tierra intercepta esa energía y refleja aproximadamente un tercio de ella, el resto es absorbida por los diferentes constituyentes del sistema climático (atmósfera, océanos, hielos, tierra y biota). A

través del tiempo, la energía recibida del sol se compensa con la perdida por la atmósfera y la Tierra mediante la transferencia que hacen en forma de radiación hacia el espacio interplanetario. Sin embargo debe resaltarse que algunos factores naturales alteran ese equilibrio, entre ellos se encuentra el caso de la variación en la producción de energía solar en ciclos conocidos como de las manchas solares de once años, las cuales también pueden presentar otros mucho más largos. También se conoce bien hoy en día que existe un efecto de invernadero natural, el cual consiste en que la radiación solar atraviesa fácilmente una atmósfera despejada pero en cambio la emitida por la superficie terrestre es absorbida parcialmente por diversos gases presentes en la atmósfera los cuales la vuelven a emitir hacia capas superiores; dado que se registra un balance entre la radiación entrante y la saliente, como resultado se obtiene que tanto la atmósfera como la tierra son más calientes de lo que estarían en el caso de que esos gases no estuvieran presentes. Los principales gases que producen efecto de invernadero natural, el vapor de agua en primer lugar, el dióxido de carbono, el metano, el óxido nitroso y el ozono, no hacen parte de los principales constituyentes del aire y a ellos se debe que la Tierra sea lo suficientemente caliente como para ser habitable. Por otra parte pequeñas partículas en la atmósfera, aerosoles, también influyen en el clima puesto que su presencia da lugar a efectos de reflexión y absorción de la radiación, sus variaciones naturales más destacadas suelen registrarse con las erupciones volcánicas. De esa forma, el clima tiene su propias fluctuaciones en su comportamiento normal, variabilidad natural, sin que medie ninguna influencia externa al mismo. Algunas mediciones en muestras de hielo que datan de hace unos 160.000 años mostraron que la temperatura varió en concordancia con la cantidad de dióxido de carbono y de metano contenidos en la atmósfera, y aunque no permitieron derivar mayores detalles de causa y efecto, de los cálculos se pudo inferir que las variaciones en esos gases explicaban en gran parte las grandes fluctuaciones de la temperatura mundial en las eras glaciales e interglaciales.

De otro lado y más recientemente, la actividad humana está aumentando sustancialmente las concentraciones atmosféricas de los gases de efecto invernadero natural, y está adicionando otros como los hidrocarburos clorofluorados (CFC) que también surten ese tipo de efectos. De esa manera se está intensificando el efecto invernadero con lo cual se está produciendo un calentamiento adicional de la superficie terrestre. Adicionalmente otras actividades humanas como aquellas que propician la desertificación y la deforestación, también dan origen a variaciones en el clima por cuando producen alteraciones en el albedo terrestre, es decir en su poder reflectivo. Los aerosoles inyectados a la atmósfera en razón de la actividad humana pueden modificar los balances energéticos como en el caso del azufre producido por los combustibles fósiles que pueden causar disminuciones en la temperatura. Además es necesario incluir dentro de estos elementos que afectan el comportamiento climático, las variaciones en el ozono estratosferico como resultado de los CFC generados por el hombre como propulsores de aerosoles, disolventes, refrigerantes y agentes espumantes, después de 1930. Durante los mil años que antecedieron a la Revolución Industrial, prácticamente los gases de efecto invernadero permanecieron constantes, pero en la medida que la población creció de manera considerable, el mundo se industrializó y se desarrolló la agricultura, dando como resultado una mayor concentración de gases con efecto de invernadero A partir del conocimiento sobre los procesos físicos y dinámicos del sistema climático, se construyen herramientas que sintetizan las complejas interacciones entre sus componentes, las cuales resultan de utilidad en la simulación de predicciones climáticas. Estos modelos físico-matemáticos del sistema climático (atmósfera-océanos-hielos-tierras) conocidos como Modelos de Circulación General, GCM (por su sigla en ingles), aún requieren de mayores precisiones por cuanto el grado de conocimiento de muchos procesos es incompleto, lo cual hace que las predicciones

de los cambios climáticos contengan apreciables grados de incertidumbre. Las simulaciones hechas sobre el clima con los modelos permiten deducir que si las emisiones de gases de efecto invernadero continuara bajo la situación actual, la temperatura media mundial aumentaría aproximadamente en 1ºC en el año 2025 y en 3ºC antes de finalizar el actual siglo con grados de incertidumbre de 0,2ºC a 0,5ºC por decenio. Bajo condiciones de controles de mayor exigencia, los escenarios considerados darían como resultados aumentos de la temperatura fluctuando entre 0,2 y 0,1ºC cada diez años. El calentamiento de la atmósfera también daría lugar a un aumento en las precipitaciones y a la evaporación media mundial que en 1930 serán de algunos puntos porcentuales. El área cubierta por hielos marinos y nieve se reduciría. Tomando en consideración los resultados de los modelos actuales, con resultados que en el ámbito regional aún ofrecen gran incertidumbre, los cambios climáticos regionales esperados difieren de la media mundial. Se tiene la perspectiva de un clima con aumento de la temperatura en el sur de Europa y el centro de América del Norte caracterizado por reducciones en las lluvias de verano y de la humedad del suelo; en el caso de las regiones tropicales, los resultados de los modelos aún son más inciertos. El calentamiento mínimo se produciría alrededor de la Antártida y en Atlántico norte. Se predice un calentamiento entre 50 y 100% superior a la media mundial en las latitudes septentrionales en invierno y considerablemente inferior en las áreas con hielos marinos durante los veranos. La precipitación aumentaría en termino medio entre el 5 y 10% en latitudes medias de los continente del hemisferio norte. Se prevé un aumento del nivel del mar de 6 centímetros cada diez años (con incertidumbres entre 3 y 10 centímetros), bajo la hipótesis de la situación actual de emisiones de gases de efecto invernadero, debido principalmente a la expansión térmica de los océanos y a la fusión de algunos hielos terrestres.

De acuerdo con la opinión del IPCC la temperatura de la Tierra ha aumentado entre 0,3 y 0,6ºC durante los últimos 100 años y los más cálidos han estado dentro de los últimos años. El nivel del mar subió entre 10 y 20 centímetros. La magnitud de estas variaciones es coherente con los resultados de los modelos pero también corresponden con la variabilidad climática natural; es posible que gran parte de esta variaciones se debieran a ella o que parte de ella y otros factores humanos hayan compensado parte de un calentamiento mayor debido al efecto invernadero causado por el hombre. Es posible que al aumentar la temperatura media sea más probable que los episodios de temperaturas altas, como los eventos El Niño, sean más frecuentes en el futuro y menos las olas de frío. Los ecosistemas influyen en el clima, y a su vez se verán afectados por los cambios climáticos y por el aumento en las concentraciones de dióxido de carbono. Los cambios climáticos rápidos modificarán la composición de los ecosistemas: algunas especies se beneficiaran y otras por el contrario serán incapaces de migrar o de adaptarse con la suficiente rapidez y quizás se extingan. Las incertidumbres en las predicciones climáticas dependen del aún impreciso conocimiento de las tasas de emisiones futuras, de la manera en que esas emisiones alteraran las concentraciones atmosféricas de gases de invernadero y de las reacciones del clima ante esos cambios. No obstante existen algunos indicadores que permiten albergar cierta confianza en esas predicciones por cuanto algunas simulaciones del clima actual dan resultados realistas a gran escala. Bibliografía: OMM, PNUMA. Cambio Climático: Evaluación Científica del IPCC. Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático. Instituto Nacional de Meteorología, Madrid, España, 1992. Bunyard, Peter. The Breakdown of Climate. Floris Books, Edinburgh, Great Britain, 1999.

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