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ESTUDIO 6 (Estudio doctrinal sobre el Espíritu Santo, parte 1)

¿Qué es el Espíritu Santo? INTRODUCCIÓN Muy posiblemente, Israel, más que cualquier otra nación, se presenta como un pueblo bien familiarizado con la palabra de Dios. Sin embargo, con pocas excepciones, sabido es también que los israelitas no vivieron de acuerdo con las instrucciones de su Creador. Basta solamente leer el Antiguo Testamento de nuestras Biblias para saber esto. Aunque Dios les dio conocimiento de sus caminos, mientras vivieron no les dio la fortaleza interna que necesitaban para controlar su naturaleza carnal de un modo constante. De cualquier forma, también es cierto que Dios prometió la llegada de una época en la cual ese poder espiritual estaría disponible, no sólo para ellos sino también para las personas de todas las naciones, gracias a la mediación del don de su Santo Espíritu. La historia bíblica de los israelitas y su propia experiencia nos ayuda a entender que todo ser humano está incompleto sin el Espíritu de Dios. El Apóstol Pablo aseguró lo siguiente: “Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino [por] el Espíritu de Dios” (1 Corintios 2:11). Y añade: “Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente” (v. 14). Semejante discernimiento espiritual solo es concebible como un don de Dios por medio de su Espíritu. El Señor ofrece su Espíritu a los que se arrepienten genuinamente y sepultan simbólicamente sus cuerpos mediante el acto del bautismo por inmersión en aguas. Cristo explicó que el Espíritu Santo “guiará a toda la verdad” al cuerpo de creyentes que conforman la Iglesia del Señor. Para comprender cómo el Espíritu de Dios puede transformarnos y guiarnos, debemos entender lo que es este Espíritu. Lo primero que debemos hacer es preguntarnos qué es Dios; Jesús enseñó que “Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren” (Juan 4:24). La palabra espíritu unifica la verdadera esencia de Dios así como el amor describe la esencia de su carácter (1 Juan 4:8, 16). Un ángel, al informarle a María que ella daría a luz a Jesús el Mesías, se refirió al Espíritu Santo como “el poder del Altísimo” (Lucas 1:35). Jesús les dijo a sus apóstoles: “. . . recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo…” (Hechos 1:8). Pablo explicó: “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio” (2 Timoteo 1:7). Pablo y otros realizaron “señales y prodigios, en el poder del Espíritu de Dios” (Romanos 15:19). La Biblia nos presenta el Espíritu de Dios como una manifestación de su poder divino dentro de su creación, especialmente en las personas que ha llamado y que se han convertido: los santos. Por medio del “poder del Altísimo” (Lucas 1:35) él puede conferirnos ciertos atributos de su naturaleza y su carácter. Estos atributos divinos, espirituales, transforman nuestra débil naturaleza hasta el punto en que somos “participantes de la naturaleza divina” (2 Pedro 1:4), no quiero decir

con esto que nos volvemos divinos, no, sino santos. Despojados de maldad y limpiados para ser trasparentes y a semejarnos a él. En nuestra nueva vida como creyentes es necesario que escojamos sabiamente y queramos caminar en obediencia, utilizando el Espíritu de Dios para vencer nuestra naturaleza carnal. La frase traducida como “Espíritu Santo” lleva inherente el concepto de poder. En el griego es hagios-pneuma, que significa literalmente “viento santo”. Otro vocablo usado es Pneuma que también puede significar “aliento”, como aparece en Apocalipsis 13:15 (cf. con Génesis 2:7). Así como la respiración es esencial para la vida física, el Espíritu de Dios es esencial para la vida eterna. Una de las oraciones del apóstol Pablo era esta: “…que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él…para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál es la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales” (Efesios 1:17-20). Dios empleó directamente esta comparación de “la operación del poder de su fuerza”, con un viento poderoso cuando dio por primera vez su Santo Espíritu a los discípulos de Cristo. Lucas escribió: “Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen” (Hechos 2:1-4) Este versículo por cierto, ya había desgranado en el capítulo primero de este libro. Quisiera retomar de nuevo el primer discurso del Pedro del que también escribí en el primer capítulo para que veamos como el Apóstol explicó lo que significaba el derramamiento del Espíritu Santo. Muchos de los que le escuchaban “se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos? Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare” (vv. 37-39). Por primera vez en la historia, Dios estaba haciendo que el Espíritu Santo estuviese disponible para todos aquellos que se hallasen dispuestos a arrepentirse de sus pecados y comenzaran a obedecerle (Hechos 5:32). “Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas. Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles….” (Hechos 2:41-42). ¡Nada semejante había sucedido con anterioridad! El poder transformador de Dios estaba trabajando vivamente en las vidas de los apóstoles y en todos aquellos que Dios estaba llamando. En una ocasión anterior: “…Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él…” (Juan 7:37-39). Aquí, Jesús explicó que podíamos recibir el Espíritu Santo y que éste fluiría de nosotros para producir “el fruto del Espíritu…en toda bondad, justicia y verdad” (Efesios 5:9). Sabido esto, también es necesario aclarar que, nadie tiene la capacidad de almacenar permanentemente el poder del Espíritu Santo sin estar en una plena comunión con Él. Si nos desconectamos de

nuestra relación con Dios, nos alejamos de su poder que obra en nosotros. Por lo tanto, es necesario que nuestro hombre interior se renueve “de día en día” (2 Corintios 4:16; comparar con Tito 3:5). Dios es la fuente de ese poder. David, una de las pocas personas que recibieron el Espíritu Santo en el Antiguo Testamento, comparó el hecho de recibirlo con el estar en la presencia personal de Dios (Salmos 51:11; 139:7). Pablo expresó un pensamiento similar cuando dijo: “Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad” (Filipenses 2:13). El Espíritu Santo es el poder de Dios que trabaja activamente en los que él ha llamado y escogido, sus santos, para transformarlos en sus hijos e hijas, ayudándolos a crecer “en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo” (Efesios 4:15). Jesús se refiere al Espíritu de Dios como “el Espíritu de verdad”, el “Consolador” que “procede del Padre” (Juan 15:26). En otras palabras, Dios nos fortalece directa y activamente por medio de su Espíritu. Es su poder activo que obra en nosotros y nos ayuda a vivir de una manera justa. La palabra griega que se traduce como “Consolador” es parakletos. Cuando se traduce como “Consolador” se refiere al Espíritu Santo. Sin embargo, en un pasaje se traduce como “Abogado” y se está refiriendo a Jesús como nuestro abogado ante el Padre. La forma verbal de este nombre es parakaleo, traducido como “consolar”, “rogar, “orar”, “exhortar”, “llamar”, etc. Una tercera forma de la palabra, paraklesis, es un sustantivo que se traduce como “consolación”, “exhortación”, “consuelo”, “ruego”, etc. Parakletos significa literalmente alguien “llamado al lado de uno, en ayuda de uno”. En aquella época, con frecuencia se usaba en las cortes de justicia para denotar a un asistente legal, un defensor, un abogado. Todas estas tres palabras griegas se derivan de raíces cuyo significado es “llamar en ayuda de uno”, lo que implica una solicitud de ayuda. Por estos significados, podemos ver que cuando el vocablo parakletos se utiliza para describir el Espíritu Santo como un consolador, implica una fuente de ayuda que está disponible para nosotros en casos de necesidad o de problemas. Esto nos da a entender que Dios nos guía y nos ayuda como un abogado, un poderoso “defensor”. EL ESPÍRITU SANTO. ¿ALGUIEN O ALGO? Luego de la introducción que nos ha ocupado y antes de continuar con el estudio doctrinal, debo aclarar un concepto erróneo de muchos “creyentes” que opinan que el Espíritu Santo es una fuerza o un ente sin personalidad. Esta es una falacia muy extendida por causa de la siempre errada doctrina de la secta de los Testigos de Jehová. De igual forma, otros, en un tono insultante se refieren a la tercera persona de la Trinidad como si de una marioneta sin “capacidades” se tratase, asegurando que no proviene de Dios. Por medio de este apartado, trataré de enseñar que el espíritu Santo no es algo. ¡Es alguien! Después de leer los pasajes que tratan de este tema, creo que estará de acuerdo en que el Espíritu Santo es una persona divina y es Dios. En primer lugar, veremos que Sus acciones no son tan sólo las de una fuerza, sino que hace lo que una persona puede hacer. En segundo lugar, hablaremos de Su divinidad.

El Hace Todo lo que Distingue a una Persona de una simple fuerza Una fuerza empuja, o ejerce presión de alguna forma. Las personas pueden ejercer fuerza, pero también lo hacen el agua, el viento y la gravedad. Las personas poseen muchas otras facultades que las fuerzas no poseen. A continuación mencionaremos algunas de ellas. Las Sagradas Escrituras que no necesitan defensa porque se defiende a sí mismas, hablan por sí solas: 1. Las Fuerzas no Saben ni Enseñan - El Espíritu sí lo Hace • "Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios. Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios. Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu" (1 Corintios 2:10-13). • "Porque el Espíritu Santo os enseñará en la misma hora lo que debáis decir" (Lucas 12:12; vea también 1 Corintios 2:10, 13; Juan 14:26). 2. El Espíritu Tiene Emociones - Las Fuerzas no las Tienen • El ama: "Pero os ruego, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu" (Romanos 15:30). • Siente tristeza: "Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención" (Efesios 4:30). • Se siente insultado: "... hiciere afrenta al Espíritu de gracia" (Hebreos 10:29). 3. El Espíritu Habla • "El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias" (Apocalipsis 2:7; vea también Apocalipsis 2:11, 17; 3:6, 13, 22; Hechos 1:16; 8:29; 10:19; 11:12; 2 Pedro 1:21). • Habla en primera persona: "Bien habló el Espíritu Santo por medio del profeta Isaías a nuestros padres, diciendo... Y yo los sane" (Hechos 28:25-27). • Habla del futuro, lo cual una fuerza no puede hacer: "... el Espíritu Santo habló antes por boca de David acerca de Judas" (Hechos 1:16; vea también 20:23; Juan 16:13-14). • Da testimonio: "Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí" (Juan 15:26). 4. El Espíritu Guía • "Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad" (Juan 16:13). • "Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios" (Romanos 8:14). 5. El Espíritu Ordena





Envía misioneros: "... dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado... Ellos, entonces, enviados por el Espíritu Santo, descendieron a Seleucia" (Hechos 13:2-4). Nombra obispos: "Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor" (Hechos 20:28).

6. Otras acciones del Espíritu Santo • Consuela: "Mas el Consolador, el Espíritu Santo..." (Juan 14:26; vea también 14:16-17; 15:26). • Ayuda: "Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad" (Romanos 8:26). • Investiga: "... el Espíritu todo lo escudriña..." (1 Corintios 2:10). • Revela: "Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu" (1 Corintios 2:10). • Intercede: "... el Espíritu mismo intercede por nosotros" (Romanos 8:26). • Es posible blasfemarlo: "... la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada" (Mateo 12:31). • Es posible mentirle: "Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo...?" (Hechos 5:3). EL ESPÍRITU SANTO ¿ES DIOS? La Biblia declara Su Divinidad • "Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad" (2 Corintios 3:17). Note quién es el Espíritu Santo de acuerdo a la Traducción del Nuevo Mundo: "Ahora bien, Jehová es el Espíritu; y donde está el espíritu de Jehová, hay libertad". • "... exactamente como lo hace Jehová [el] Espíritu" (2 Corintios 3:18, Traducción del Nuevo Mundo). La Biblia demuestra Su Divinidad Al mismo Espíritu Santo se le llama el Espíritu de Jehová, el Espíritu de Dios y el Espíritu de Cristo. Lo que le hacemos al Espíritu de Dios, se lo hacemos a Dios mismo: • "Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo? No has mentido a los hombres, sino a Dios" (Hechos 5:3-4). • "¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?" (1 Corintios 3:16). • "Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!" (Gálatas 4:6; vea también Romanos 8:9; 1 Pedro 1:11). El Espíritu de Dios es el Espíritu de Cristo, los cristianos deben tener al Espíritu Santo • "Más vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él... Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también

vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros" (Romanos 8:9, 11).

Él es identificado como Deidad en el Antiguo Testamento • Jesús en Nuevo Testamento es Jehová del Antiguo Testamento; el Espíritu Santo del Nuevo Testamento es Jehová del Antiguo Testamento. “Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo.” (Jer. 31:33). “porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados. Y nos atestigua lo mismo el Espíritu Santo; porque después de haber dicho: Este es el pacto que haré con ellos Después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, Y en sus mentes las escribiré,” (Heb. 10:14, 15, 16). PROPIEDAD PERSONAL DEL ESPÍRITU SANTO. El posee inteligencia. • “Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu;” (I Cor. 12:8). Ver también Isaías 11:2, 3; Nehemías 9:20; I Pedro 1:11; II Pedro 1:21; I Corintios 2:10, 11. El posee una voluntad. • “Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere.” (I Cor. 12:11). El posee poder. • “Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo. . . con potencia de señales y prodigios, en el poder del Espíritu de Dios; de manera que desde Jerusalén, y por los alrededores hasta Ilírico, todo lo he llenado del evangelio de Cristo.” (Rom. 15:13, 19). Ver también Zacarías 4:6; Isaías 11:2; Efesios 3:16. El posee conocimiento. • “las que Dios ha preparado para los que le aman. Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios. Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios. Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido,” (I Cor. 2:10-12). El posee amor. • “Pero os ruego, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu, que me ayudéis orando por mí a Dios,” (Rom. 15:30).

EL ESPIRITU SANTO. ¿SU NOMBRE? El Nombre Personal del Espíritu Santo es desconocido. El título “Espíritu Santo” es una designación, lo que Él es; no es Su Nombre. El silencio de las Escrituras respecto a Su Nombre Personal es muy significativo. Él oculta su propio nombre para que el nombre del Señor Jesucristo sea exaltado. El título “Espíritu Santo” es un sustantivo neutro en griego, pero cuando un pronombre se usa en su lugar, siempre se usa en forma masculina. “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros….Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.” (Juan 14:16, 17, 26). Ver también Juan 16:7, 8, 13-15; Romanos 8:16, 26. EL ESPÍRITU DE DIOS ANTES DEL COMIENZO DE LA IGLESIA ¿Dónde se menciona por primera vez el Espíritu de Dios en la Biblia? “En el principio creó Dios los cielos y la tierra…y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas” (Génesis 1:1-2). En el primer capítulo de la Biblia se mencionan los poderosos efectos del Espíritu Santo. En los versículos que siguen se describe cómo Dios, por el poder de su Espíritu, formó los cielos, la tierra y todo lo que hay en ellos. “Su espíritu adornó los cielos…” (Job 26:13). Dios entonces hizo a los seres humanos “a su imagen” (Génesis 1:26-28). Colocó al primer hombre y a la primera mujer en el huerto del Edén, en donde podían haber comido del árbol de la vida (Génesis 2:9). Jesús enseñó que la “vida” —vida eterna— estaba disponible solamente por medio del Espíritu de Dios (Juan 6:63). Pablo enseñó que “si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros” (Romanos 8:11). Por tanto, el árbol de la vida representa el poder vivificante del Espíritu de Dios. CONCLUSIÓN: Nota importante: (Tomado del libro: El Espíritu Santo. El Dios olvidado. Francis Chan) El Espíritu Santo es sumamente esencial para la existencia de un creyente, tanto, como lo es el aire al respirar para permanecer vivos. Es el Espíritu santo quien guió a los primeros cristianos a hacer cosas inexplicables. De ahí que, ignorar al Espíritu Santo es catastrófico; pero desgraciadamente, es una enfermedad en el cristiano de hoy. El Espíritu Santo es ese alguien sobrenatural que la Iglesia necesita. Esto nos llevará a considerar ser una iglesia sobrenatural. Si el Espíritu Santo está en tu vida y se manifiesta, la evidencia de que Él está en ti es sobrenatural. El Espíritu Santo es esencial para la vida de la Iglesia cristiana; pero sólo estará activo cuando haya desesperación por Él. Si, un corazón contrito y humillado se hace necesario para que el Espíritu se manifieste. El Espíritu santo es

vital para nuestra existencia. Una pregunta importante es: ¿Qué está haciendo el Espíritu Santo en tu vida? Sí, eso es lo que importa, no qué hizo hace meses o años, sino ahora. Necesitas estar abierto a lo que Dios quiere enseñarte. No es un asunto de hablar del Espíritu o presumir de dones y experiencias, es más un asunto de dar fruto. Tu vida debe ser una potente exhibición de su presencia y actividad. Es anhelar más de Dios, cada vez que nos encontremos con Dios no será suficiente, necesitaremos más de Él. Más del carácter de Dios que descubrir, más de su amor experimentar y más de su poder que utilizar. Cuando te rindas a Dios, estarás magnificando a Cristo, ésa es labor del Espíritu. Juan 16:14 Renuncia a estar estancado, niégate a vivir como estás viviendo que haya más del Espíritu de Dios en tu vida. Aprende a desear más del Espíritu. Nota: Estudio compilado, editado y realizado por el Pr. Raúl Ramos. Todos los derechos reservados, 2016.

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