que la preocupación y la ignoran» cia los detiene. INSTRUCCION

Y4- Biblioteca que la preocupación y la ignoran» cia los detiene. INSTRUCCION IV. SOBRE LA SANTA ESCRh tura. Verdad y certidumbre incontestable de

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que la preocupación y la ignoran» cia los detiene. INSTRUCCION

IV.

SOBRE LA SANTA ESCRh tura. Verdad y certidumbre incontestable de la Divina Revelación .. en los libros del Antiguo Testamento. I. JLL S indispensable á los Christianos conocer sobre qué fundamentos está apoyada la doctrina que hacen profesion de -creer. Si ésta estrivára solamente en la fabula de la autoridad de las imaginaciones humanas, las contradicciones y ataques á que se halla expuesta, bien presto la hubieran trastornado de abaxo arriba, y aniquilado hasta el menor de sus vestigios. Pero como es la Casa del Señor edifica-

Eclesiástica, ior. cada sobré la piedra firme de la palabra y promesas de Dios, los vientos y las tempestades solo harán sobre ella inútiles esfuerzos, y subsistirá á pesar de los furores de la tierra y de los Infiernos. La mano todo Poderosa que ha edificado la Casa del Señor, la sostendrá como sostiene al mundo, en el mismo estado en que lo crió, despues de tatitos siglos : por que el edificio de la Iglesia no puede dexar de ser eterno. El primer fundamento de nuestra creencia es la Palabra de Dios sellada en los Libros Santos. E¿ pues esencial pára contestar la solidez de nuestra fé, examinar á fondo la naturaleza de estos célebres monumentos , y asegurarnos por pruebas invencibles, que son verdaderamente divinos. Es tan manifiesta esta verdad por sí misma, que jamás dudó de ella ninguno ¿e los Hereges ó Cismáticos, que I2 eu

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en los primeros XV. siglos corrí-« batieron la Iglesia. Estaba reservado este prodigio de temeridad á los Memnonistas, esto es, á los Anabatistas , á los Socinianos , y despees á Espinosa, que negando la Santísima Trinidad, y la Divinidad de Jesu-Christo, no reconocen inspiración Divina , ni admiten nuestrasi Santas Escrituras,' sino coIDO obras de diferentes hombres, respetables por la elevada virtud que practicaron. Los incrédulos ó Deistas de nuestro siglo se glorían de pensar asi: impiedad tal , que que trastorna toda la Religión. Debemos pues emplear el tiempo y la reflexión necesaria para restablecer una verdad, que es la basa de nuestra Fé.

II. J ^ E s p u e s de haber convencido a los hombres por su propia expe-

Eclesiástica. i 03. periencia de la insuficiencia de la Ley natural y de sus luces ; despues de haberles hecho conocer la multitud y el exceso de sus desvarios, correspondía en el plan de Dios ilustrarlos y dirigirlos por una otra Revelación, que rectifícase todos los defectos de la primera , á quien no quedaba otra vizlumbre, que la que bastaba para conducirlos á su ruina. Esta luz de un nuevo orden, no debía dexar á los hombres algún error, incertidumbre alguna á cerca de sus deberes en la vida presente, y de su destino en la futura ; su claridad y su autoridad debían disipar tôdas las dudas. La nueva Revelación no podía hacerse á cada uno en particular. Las variaciones del entendimiento humano, á quien la infalibilidad no corresponde, la hubieran expuesto á disputas interminables, atribuyéndose cada uno el verdadero. sen-

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sentido, y el privilegio de ser pu-» ro organo de la Divinidad. Era pues necesario, que esta segunda Revelación fuese común y uniforme, depositada en una especie de Archivos públicos, donde todos pudieran consultarla y comprobarla. Nuestros libros Sagrados encierran este tesoro. Para juzgar de esta aserción, examinemos, si son ver^ daderamente auténticos é inspira* dos por Dios. l\h j P o r mas antiguo que un libro sea, siempre se juzga obra de aquella persona, cuyo nombre lleva á la frente, á quien la Tradición de mano en mano, y los Escritores de todas las Naciones la atribu» yen de común acuerdo, principalmente quando el estilo, el carácter, los tiempos y los hechos concurren á hacerlo creible, sin con-* tener cosa alguna que repugne á. au

Eclesiástica. i 03. su atribución. ¿ Por qué miramos las obras de Herodoto, las de Thucidides, Xenophonte, Platón, Aristóteles, Cicerón, Virgilio, Horacio, Tito Livio y Tácito, como verdaderas producciones suyas, sino por que siempre se han creído tales , y P o r 3 u e hecho no se halla desmentido, ni por el tiempo, ni por el fondo, ni por el estilo, ni por testimonios contrarios? Sería en efecto atraerse voluntariamente el desprecio del Público, atribuirlas á Autores absolutamente desconocidos , y que hubieran vivido en siglos muy posteriores. Nosotros desechamos como supuestos los libros del pretendido Trismegisto, y los oráculos de las Sybilas, por que se oponen á todas estas reglas de la critica mas exacta. E L

IV. primero que osó decir y que emprendió probar sistemática? men-

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mente, que Moysés no es Autor del Pentateuco , fue Espinosa , sobre cuya autoridad se fundan los demás Incrédulos de nuestros dias. ¿Mas han reflexionado ellos, que Espinosa, confesando lo que no puede negar, destruye, todo su sistema ? ¿ N o testifican según él los mismos Autores Gentiles , entre otros mil hechos Historíeos, que Moysés ha existido y dado leyes á los Israelitas ? Esta confesion echa por tierra todo lo que él pretende establecer. La prueba de esto se presenta por sí misma, y la juzgo sin réplica. Es necesario ser muy ignorantes de la Religión, costumbres y sentimientos de los Judíos, para persuadirse que por ley de M o y sés contaban solamente el Decálogo. Este era acaso el objeto que miraban como menos importante, por que les era común con las demás Naciones, sin distinguirlos to-

Eclesiástica.

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todo lo que ellos querían. Lo qué mas principalmente les interesaba, como un privilegio y un honor que los elevaba sobre todos los Pueblos de la tierra , era tener una Religión que habían recibido del mismo Dios, era la posesion de su Templo con todas las cosas Sagradas y magnificas que encerraba, y cuya construcción había el Señor ordenado ; el Arca por exemplo, los diferentes Altares, el Candelera de siete brazos, la Mesa de los panes de la Proposicion, el Altar de oro destinado á los perfumes, los Incensarios, y todo lo que pertenecía al culto ; eran los Sacrificios públicos y particulares que se ofrecían en el Templo, y tantas ceremonias como en él religiosamente se observaban; era la magestuosa pompa con que el gran Sacerdote aparecía en las principales solemnidades ; era esta multitud 4e leyes y de ceremonias impuestas]

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tas á los Sacerdotes y á los Levitas en su ministerio, de las quales jamás eran dispensados ; eran los Sacrificios y oblaciones de toda especie, que el Pueblo presentaba al Señor con un respeto y nn zelo siempre nuevo; eran aquellas Fiestas que celebraba la N a ción en los tiempos señalados ; eran finalmente tantas leyes civiles, que debían los Judíos observar entre sí mismos y respecto de los extraños. He aqui la Ley de Moysés reconocida en su extensión por los Judíos , y que confiesa Espinosa haberles sido dada por Moysés. Esta ley á la verdad se contiene en el Exodo, en el Levitico , en los Números, y en el Deuteronomio. Todo se refiere allí á este gran cuerpo de Religión : luego Moysés es el Autor de estos quatro Libros, que propiamente rio son mas que uno. Por lo que hace al Genesis, slem-

Eclesiástica. i 03. Siempre ha estado á la frente de estos quatro Libros, á los quales sirve de introducción. No se sabe que Autor alguno lo haya jamás separado , para atribuirlo á otro Escritor que á Moysás. El mismo Espinosa no ha osado decirlo, aunque lo haya impugnado por otros lados. El ha sido mirado en todo tiempo como parte del Libro de la Ley. Lo que allí se dice de Adam, de Abél , de Noe, del Diluvio , de las Genealogías antiguas, de Sem, de Cham, de Japhet , de Abraham, de Isaac y de Jacob, se halla referido en sumario , y del, mismo modo en el Exodo, en los Libros de Josué, de los Reyes, del Paralipomenon , de los: Profetas y de los Sapienciales, como si se hubiese sacado del Libro de la Lev. Luego Moysés ha sido siempre mirado como su Autor , pues lo es del Libro de la Ley. Despues de tres mil y doscientos años de su muer-

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muerte, es ya muy tarde para a r güir de falsa la certidumbre y p u blicidad de un hecho. ¿Una prescripción de tantos siglos puede temer ser turbada estando en posesión de tan buena fé , y siendo fundada sobre titulos tan sólidos? V. D í c e s e , que el Autor de estos Libros habla siempre de Moysés en tercera persona. Moysés hizo muchas veces prodigios en presencia de Pharadn : tocó ¡as aguas del Mar Roxo ; recibió del Señor* las Tablas de la Ley , Se. Un hombre que escribe lo que ha hecho no se explica asi. 2. El Escritor realza las faltas de M o y sés , las reprehensiones y el castigo que le dió el Señor , no siendo natural que un Legislador se deshonrase á sí mismo para con la posteridad, 3 . E n otros lu»

ga-

Eclesiástica. i 03. gares da el Autor á iVFoysés las mayores alabanzas; ensalza su fé, su zelo , su dulzura , su sabiduría : dice , que hablaba con Dios cara á cara , y como con un amigo. ¿Correspondería á un hombre tan prudente , y tan modesto como Moysés , alabarse á sí mismo de esta suerte? ¿No sería esto exponerse á perder en el concepto del Público toda la estimación que hubiera merecido? En fin, la muerte de Moysés y su entierro se refieren en el mismo Deuteronomio. ¿Puede darse mayor prueba de no ser su único A u t o r , y que algún otro ha puesto en él la mano? Quando se proponen argumentos de esta importancia , convendría antes examinar , si prueban algo , ó si destruyen lo que pretenden establecer. Esto es lo que ni Espinosa, ni sus Discípulos han reflexionado , al oponernos seriamente estas dificultades. Gen-

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i. Gentes que se precian d e buen gusto , y bella literatura, ¿cómo pueden extrañar bable de sí mismo en tercera persona un Historiador , que refiere sucesos en que ha tenido parte? Consulten en buen hora los mejores Autores y modelos en éste genero. Lean á Xenophonte en su admirable Retirada de los diez mil, á Cesar en sus Comentarlos , á Polybio y Amiano Marcelino en las obras que nos quedan suyas ; arrojen la vista sobre la bella Historia de Ana Comnena, y sobre los mas célebres Escritores de la ultima edad , tales como un de Thou, y verán que todos han evitado cuidadosamente el insípido Egoísmo, éste yo tan contrario á la magestad de la Historia, y á la gravedad del estilo. Porqué no se sirven de él ¿dirá el Incrédulo, que no son Autores de las obras á quienes dan su nombre? Si no osan decir e s t o , ¿qué cosa menos sólida,

Eclesiástica. i 03. da , y mas despreciable , que su objecion á la autenticidad de los Libros de Moysés? 2. Es increíble , que un Legislador tan hábil haya querido r e mitir á la posteridad el conocimiento de ciertas faltas, que eran de él solo conocidas , y que no podiau dexar de manchar su gloria , ni que fuese tan poco modesto , que ensalzase por sí mismo sus virtudes, sus bellas acciones, y los favores especiales con que le honraba Dios en particular. ¿Mas qué falta se descubre en esto contra la prudencia , y contra las reglas del Historiador ? Los que lo extrañasen vean á Xenophonte , y á Cesar. i Quantas veces estos grandes Capitanes, estos Maestros en el Arte de escribir , han confesado mas ó menos expresamente , las faltas que habían cometido por sorpresa, o por defecto de conocimiento de los

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los lugares, ó de las personas,-y algunas veces por una precipitación reprehensible? ¿Y quantas veces las situaciones criticas de que han salido con honor , las empresas difíciles de que se han encargado, la gloria adquirida en ellas , y las ilustres victorias conseguidas , los han puesto en la precisión de h a cer su elogio sin afectación, por ser necesario referirlas? ¿ C ó m o sería recibido el que quisiese concluir de aqui , que no son los Autores de las obras á quienes dán nombre? Moysés , conductor del Pueblo de Dios, hallado en iguales circuns- v tancias que ellos, obró del mismo modo. Su fé titubéa quando se trata de herir una Roca para sacar agua. Dios le reprehende en el secreto de su Alma, y Moysés tiene la humildad de publicarlo altamente. Viene á ser el instrumento de la Divina Omnipotencia, que se sirve de su voz ó de sus m a nos

Eclesiástica, ior. líos para obrar milagros. Su zelo se enardece al saber que los Israelitas habian adorado al Becerro de oro. Su caridad y su dulzura i n tercede despues por ellos, asi en esta acción como en todas sus murmuraciones. Lo dice sin ostentación, por que es necesario referirlo, é instruir á sus descendientes. ¿Son estos fundamentos para acusarlo de orgulloso, ú para avanzar que no pudo escribir estas cosas? Al contrario la equidad natural no vé aqui mas que una sinceridad admirable del Historiador, que con igual candor expone lo que le humilla, que lo que lo ensalza. Si el Pentateuco fuera obra de un Pajnegyrista adulador de Moysés, coÍ n o se quiere hacer c r e e r , ya se ruardaria bien de decir,- que le faló la confianza en la palabra del leñor, quando recibió el orden de íerir la piedra, despues de haber tantas veces probado su potencia. Tom. I. K Le-

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Xexos de íeferir con tanta sencillez las virtudes y bellas acciones de su Heioe, hubiera empleado los mas vivos colores del a r t e , para pintarlas en lodo su esplendor; cada uno de sus hechos le 'hubiera ofrecido una nueva ocasion , y no hubiera visto en todo sino flores y elogios; lo qual en ninguna parte se observa. Prueba convincente de que el humilde y sincéro Moysés es el Autor de su propia Historia, que contiene al mismo tiempo la mas bella parte de la de los Judíos, VI/ S i esto fuera, añade el Incredii« l o , ¿cómo hubiera contado él mis-( mo su muerte y su Sepultura? Es i necesario pues que haya otro te-f nido parte en su o b r a , para haber añadido á e l l a , no solamente este rasgo, mas también una infiv nidad de otros en forma de N o tas,,

Eclesiástica, ior. tás, que no pudo hacer Móysés, y que descubren abiertamente un Escritor que vivió muchos siglos desípues. No áiri fundamento se sospecha haber compuesto Esdras el Cuerpo del Antiguo Testamento, sobre Memorias escritas, ó sobre tradiciones, de las quales habia hecho un estudio particular. He aqui una de aquellas objeciones especiosas en la apariencia, y que en su fondo viene á ser uná de las pruebas mas fuertes de la verdad que defendemos. La autoridad sobre que estriva para hacer á Esdras autor de los libros del antiguo Testamentó, es la del libro quarto de los que tienen su nombre. En efecto dice en él (a), que habian perecido los libros sa»>grados de la Nación, y que los *> compuso de nuevo con el auxíiio 93del Cielo, que le ayudó á traértelos á ta memoria. Mi ¿No (a) IV.

Esdr.

14. 29, y

sigg.

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¿No es de admirar que el Incrédulo dé fé á un Libro manifiestamente supuesto y apócrifo, para oponerse á la autenticidad y certidumbre de tantos otros reconocidos en todos los siglos por verdaderos é inspirados? ¿ Quando la falsedad de lo que se refiere á este proposito en el libro IV. del pretendido Esdras, no se manifestará por sí misma, atendidas las circunstancias maravillosas , con que su Autor la adornó para darle peso, no se reconocería por la imposibilidad del hecho sobre que está apoyada la fabula? Dice el Escritor , que todos los libros de la L e y , esto e s , los de Moysés, de Josué, los de los Reyes y de los Profetas, habían sido quemados, ó habían perecido en el sitio de Je^ rusalen, ó durante la cautividad; lo que no solamente es falso, sino absolutamente imposible. He aqui la demostración. Pa-

Eclesiástica. i 03. Para que asi fuese, era necesario que no hubiera mas que un pequeño numero de Ejemplares ; siendo asi que debían por el contrario estar prodigiosamente multiplicados : lo que es fácil de probar. Nada habia ordenado Moysés con mas cuidado, que el estudio y la meditación de sus Leyes. Anuncia en profecía á los Israelitas (a), que algún dia pedirían Rey como las demás Naciones; y manda que el que fuere nombrado, haga copiar para su uso un exemplar del libro de la Ley, que lea continuamente , para conformar á él su conducta. Ordena (b), que se haga leer públicamente cada siete años en la Fiesta de los Tabernaculos ; que se conserve (c) su original en el Arca, lugar el mas sagra(a) Beuter. XVII. (b) Deuter. XXXI. •(c) Ibid. 26.

14. y 10.

sigg.

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grado del Santuario; que los Sacerdotes hagan en él un estudio continuo,* no solo en cumplimiento de las ocupaciones de su ministerio y de los derechos que le soa anexos, sino también para conocer las obligaciones de los Jueces y Magistrados dependientes del Sacerdocio. Quiere (a) además, que el gimple Israelita lo lea con f r e qüencia; que lo reflexione en su Casa, paseándose, al acostarse, al despertar y en todos sus caminos; que instruya en él á sus hijos; que, grave sus sentencias sobre su p u e r ta 3 y en caractéres escritos sobre su f r e n t e , en sus b r a z o s , en sus vestidos : hasta las mugeres en particular debían también saber lo que á ellas pertenecía. ¡ A qué grado de multiplicación no debían llegar los Exemplares de la L e y , debien« do haber uno en cada Familia! N i les (a) Ibid.

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7, y

sigg,

Eclesiástica. i 03. íes bastaba saber algunos rasgos en sumario. La exáctitud literal de los Judíos, llegaba sobre este punto hasta el escrúpulo. Era menester usar de los propios términos, y tener por consiguiente el libro entre las manos, por temor de hacer en él algunas mutaciones, lo qual habia Moysés prohibido con severidad. En atención á esto ; ¿cómo. se pretende que hayan perecido todos los Exemplares entre las llamas que abrasaron el Templo? ¿No habia mas Judios que los de Jerusalén? Es verdad que el triste suceso, de la cautividad hizo muy raros los Exemplares. Conducidos precipitadamente y con violencia por furor de los Soldados, no pudieron todos los Judios tomar paTa llevar consigo, este precioso monumento de su Religión, que sentían igualmente que su fortuna y ^ue su Patria. Pero no se ha dicha

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cho jamás cue alguno de ellos no salvase su exemplar. En efecto Jeremías (a) les remitió uno de los mas correctos, para estimularlos á su lectura, y que no perdiesen e! conocimiento durante los LXX añoj que debia durar su destierro. Quando este solo hubiera habido, es natural pensar, que los Sacerdote?, los Levitas y los Doctores de li Ley sacarían de él muchas copias. Mas es indubitable, que se conseivaron muchos exemplares en poder de este gran numero de Judioj que vivían en el País con Jeremías, ó que pasaron en Egypto por algún tiempo. Es pues inverosímil decir, que todos los libros Sagrados se .perdieron ó destruyeron , quando la cautividad, y que los que hoy conservamos son un vano esfuerzo de la memoria, y una obra compuesta por Esdras á su regreso de Babilonia. Sin (a) II.

Machab. 2.

vn.

S

Tti embargo creemos que Dios (a) suscitó á este zeloso Sacerdote, Escriba, ó Doctor muy hábil en la L e y , como lo llamaba Artaxerxes, para que diese la ultima mano á ios Libros Sagrados, y los pusiese como hoy están. Su primer cuidado luego que volvió á Jerusalé«, fue juntar los mejores exemplares que pudo hablar, para cotejar los unos con los otros. El conocimiento perfecto que tenia del texto, le hizo conocer los yerros que se habian introducido en algunas copias, por la negligencia ó ignorancia de los Copistas, i y restableció estos lugares como debian estar. En segundo lugar formó un Exemplar completo según estas correcciones. En tercero, dispuso todos los libros en el orden .mas conveniente y como hoy los

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(a) Esdr. 1

Vlll.

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12,

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8.

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tenemos. En quarto, añadió algunos lugares en los Libros Sagrados, que juzgó necesarios para ilustrarlos, enlazarlos y perfeccionarlos. La utilidad, sabiduría y sencilléz de estas Addiciones, la conformidad de su estilo con el carácter dominante de las Escrituras, ros manifiestan que este Santo hombre fue asistido para ello, é inspirado del Espiritu-Santo, como lo habían sido los Escritores de losj mismos Libros. ¿En qué consisten estas Addiciones, que nos opone el Incrédulo como una prueba de haber compuesto Esdras los Libros del antiguo Testamento, ó á lo menos alterado el Texto ? La muerte- de Moysés sabida por tradición y colocada al fin del Deuteronomio : la de Josué con que termina el libro de su nombre: algunas palabras in-. sertas para la inteligencia Gecgra-í £ca de las Ciudades y Montañas^

Eclesiástica. i 03. f u e habían mudado sus nombres, á causa de las guerras y revoluciones sucedidas en estos Países. La Historia del Universo y de to< dos los siglos está llena de estos exemplos; y sería mucho de desear que los Escritores profanos hubieran seguido el exemplo de Esdras. Asi en el Capitulo XII. del Genesis vers. 6. dice, que quando Abrahan por mandato de Dios vino al País de Bichen, habitaban a la sazón en él los Cananéos. Esta es tina breve explicación del Texto, para traer á la memoria, que Josué había destruido á estos Pueblos. En el Capitulo XVI. ve.rs.35. del Exodo se lee, que los hijos de Israél vivieron del Maná quarenta años, hasta entrar en la tierra de Promision , lo que visiblemente e$ «na Nota histórica de Esdras, como el lugar en que dice que el lecho prodigioso de Og Rey de Basín, se veía aun en Rabbath, Ciu* dad

T no.

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dad de los Ammonitas (a). Sería inutil una mas larga relación de estas Adcliciones. Se reconoce bien el caracter y el objeto de ellas, que lexos de hacer agravio á la pureza y autenticidad de los Libros Sagrados, sirven por el contrario para su inteligencia. Dirigido siempre Esdras por el .mismo motivo, y viendo que los Judios habían despreciado, y casi olvidado en los LXX años de la cautividad su antiguo modo de escribir, y tomado el de los Babilonios, se conformó con su gusto. Dispuso su compilación de los Libros Sagrados en caractères Caldeos, para que fuese fácil su lectura á todos los Judios, que habían adoptado este Idioma y estas letras, mucho mas sencillas y mas bellas que las antiguas. ¿Se vé por ventura en toda esta conducta de Esdras ai(a) Beuter.

III.

a.

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ior.

alguna mutación substancial de las Escrituras? Para probar en fin, que no hizo mutación notable en los Libros Sagrados, basta cotejar los suyos con los de los nuevos Samaritanos ó Cutheos, que se les enviaron antes de la toma de Jerusalén, para ver que el fondo, el orden, la relación son absolutamente lo mismo en unos que en otros. Ni pueden á la verdad estos Samaritanos ser acusados de disimulo para coa los Judios. ¡ VIII. lí Asémos mas allá, y probemos la imposibilidad de esta mutación en qualquier tiempo que pueda imaginarse. Supongo pues como confesado, lo que no se puede negar sin declararse contra la evidencia; conviene á saber, que todo lo que se contiene en el Pentateuco, era publicamente conocido por los judios,

Biblioteca dios; desde el tiempo de David. Este R e y , despues de lo que se dice en el Genesis, habló de la Creación, de los limites impuestos al M a r , de las aguas superiores é inferiores. Aquae ( a ) quds super Coelos sunt: recuerda muchas veces las promesas hechas á Abrahan y á su posteridad: nos enseñó lo que significaba el Sacerdocio de Melchisedech : ordenó en diferentes cánticos toda la Historia de Joseph y demás hijos de Jacob, como asimismo los milagros de Moysés, ya en Egypto, ya en el Desierto, su entrada y su mansión en la tierra de Chanaan : exórta sin cesar á sus hermanos á la obáervancia de la Ley de Moysés, de cuya estension he hablado ya# En fin todos los Profetas Siguieron estas mismas ideas. El Pentateuco pues era generalmente conocido. (a) Ps. 148. 4»

Eclesiástica.

i 03.

Esto supuesto, añado, que no ha podido hacerse en éí mutación alguna, no solo substancial, pero ni aun algo considerable, ya sea quitando algunos hechos, ya aumentando otros, ó ya en fin alterando los que estaban escritos. Comencémos por Esdras sobre quien recaen las principales sospechas. ¿Es creíble que un hombre que ha merecido la mayor reputación por su zeio de la Ley y por los profundos conocimientos que en ella había adquirido, viniera á ser su Corruptor, sin que nadie hubiese reclamado? Habia en efecto razones sumamente ventajosas que pudieran determinarlo á este atrevido proyecto: mas si se examinara de cerca, no solo no aparece alguna probable, sino que se presentan invencibles obstáculos al suceso. La ambición tan natural al bombre y que siempre lo engaña, ¿ha-

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¿haría que Esdras mirase en hito la gloria que le resultaría de hacerse Xefe ó Reformador, de una Religión tan célebre? ¡Pero qué impenetrable barrera no se le representaba naturalmente en la resistencia del Pueblo, que permitiéndose á sí mismo violar su Religión, no quiere que los demás toquen á ella! Los Israelitas que volvieron de Babilonia no la habían olvidado en el fondo, jeremías asimismo había exercitado en ella á los que vivían con él en la Palestina. Los unos y los otros conociendo que habían sido rigurosamente castigados por haber sido infieles á la Ley, se hallaban á la sazón en tal movimiento de fervor , que jamás le habían tenido igual sus Padres. ¿ Era este momento favorable para hacerles mudar de ideas sobre su Historia y sobre su culto? Si el designio era adular á la Nación componiendo sus Anales er*

la

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ío$.

h disposición que los vemos en los Libros de Moysés, confieso que era una lisonja para ella, ser representada como escogida y protegida por Dios de un modo especial. ¿Pero de qué modo podia ser mas humillada, que manifestando á todos los Pueblos y i todos los siglos sus idólatras apostasias , sus ingratitudes, sus desconfianzas del Señor, sus murmuraciones contra él, y los rigurosos castigos con que Dios se vio en la precisión de afligirlos? ¿Se creerá que los ]udios hubieran permitido ser representados con colores tan odiosos , si hubiese Esdras comenzado á pintar su retrato, ó si hubiera dicho acerca de esto alguna cosa que no fuese ya publica? Ni hay fundamento para pensar quisiese adular y dar ventajas al Orden Sacerdotal, del qual tenia el honor de ser miembro. La suerte de los hijos de Leví estaba Tom. / . L ir-

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irrevocablemente asegurada. Pér'te** neciales el diezmo de todos los bienes , y les era exactamente pagado. Tenían además una parte en todos los Sacrificios que se ofrecían* Y por estas causas no entraron en la división de la tierra de Chanaam con las demás Tribus. Mas aunque no poseían tierras, su estadoera mas dulce, mas honorífico y mas feliz que el de sus hermanos. ¿Qué pedia pues "Esdras añadir á esto? Y si hubiera exigido nuevos privilegios para ellos, ¿lo consentirían las demás Tribus? ¿ N o se hubieran levantado contra, ella como interesadas en arrojar la proposicion que les hacia? - Si hubiera querido inventar una fabula para hacer en ella brillar las virtudes , la santidad y la gloria de Moysés, y honrar por este medio á la Nación que le miraba como Gefe, hubiera pasado en silencio la muerte que dio al Egyp.cn>,

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h negligencia de los Israelitas en orden á la circuncisión de su hijo; y su falta de confianza en Dios, quando le mandó herir la piedra. Acaso el zelo de Esdras podría estimularle á hacer mas perfecta la ley, añadiendo nuevos preceptos á los que hasta allí habian tenido. ¿Mas podia lisonjearse que este aumento de peso seria bien recibido por unos hombres, que no habian podido sufrir el primero , y del qual tantas veces habian sacudido el yugo ? Permite la razón cargar mas peso aún sobre aquellos que se lamentan de estar óprimidos baxo su fardo? ¿Será por el contrario fnas verosímil, quisiese Esdras suavizar el rigor de las leyes por la relaxacion? La severidad que observó con los que habian Casado con rnugeres extrangeras, quiero decir , Paganas, destruye enteramente esta idea, Sacerdotes, Levitas y simples Judíos L2 er?-i\

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eran culpables de este crimen capital, según la ley. Gime publicamente delante del Señor con la mayor amargura. A nadie perdona, obligando á todos á que devuelvan á sus casas á las que podian seducirlos. Semejante rigor no era muy á proposito para empeñar á los Judíos á adoptar todas las mutaciones, que quisiese Esdras hacer en los Libros y en la Religión. Quando no tuviéramos mas prueba que esta de lo contrario, bastaría para convencer entendimientos razonables , de que jamás concibió Esdras semejante proyecto. Sabemos quanto se aplican los Impostores á adular al Pueblo, para ganar su amistad y sus sufragios. IX. JL Ero remontemos el vuelo á los siglos anteriores á Esdras, para buscar quien haya sido éste tu mbre tan atrevido, que osó desfigurar la Ley

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de Moysés. La Historia no nos descubre quien lo haya jamás intentado. Yo no comprehendo el tiempo, ni la ocasion ; al contrario véo una absoluta imposibilidad de executar un tal proyecto. Los Profetas, que han sucedido de tiempo en tiempo, desde David hasta Esdras, se nos presentan como unos hombres llenos del Espíritu de Dios, animados de un santo zelo por la. observancia de su Ley, y que no dexan de reprehender al Pueblo el menosprecio que de ella abiertamente hacen. ¿Qué no hubieran dicho pues si hubiese alguno intentado alterarla, corrompiéndolos Libros de Moysés? ¿Se lee por ventura en los Escritos de los Profetas el mas leve rasgo acerca de esta materia? ¿No lo hubieran mirado como un atentado horrible? ¿No hubieran declamado contra él con todas sus fuerzas? Hubo un tiempo infeliz en que los Reyes y el Pueblo se aban-

TÍO.-

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donaron á la Idolatría, y á todbs los desordenes que ella trae consigo ; pero quedaron sin embargo muchos millares de Israelitas fieles, que no habían hincado la rodilla delante de Baal, y que observaban la Ley en toda su pureza. Si las diez Tribus cismáticas intentasen mudar los preceptos, al instante ]üdá les reprehendería su prevaricación ; y si hubiera salido el mal de Jer&salén , ¿ qué tardaría Samaría por su odio , en manifestarlo como un triunfo? Si hubiera algún particular introducido en su Exemplar nuevos hechos, no oídos hasta entonces, ¿cómo podría pasarlos de un golpe á los Exemplares de cada Familia? Y si el error se ha introducido por grádos, que nos muestren el tiempo'y los progresos. En vano ciertamente se haría esta inquisición. Todas las ceremonias que se practicaban en el Tem-

plo, se habían observado antes ui el

Eclesiástica. i 03. el Tabernáculo. Los Sacrificios y las Fiestas fueron unas mismas desde el tiempo de Moysés. Siempre se consagraron los Primogénitos eir reconocimiento de no haberlos el Señor comprehendido en la muerte, que su Angel exterminador dió á todos los Primogénitos de Egypto. Siempre fue sacrificado el Cordero Pasqual, en memoria del paso del mar Roxo. Siempre celebraron la Fiesta de Pentecostes, en memoria de la promulgación de la Ley sobre el Monte Sinaí. Siempre se hizo la fiesta de los Tabernaculos, en memoria de que los Israelitas habian habitado baxo tiendas en el Desierto, por espacio de quarenta años. Siempre en fin, ofrecieron el Sacrificio Vespertino y Matutino, con los demás que ordenaba la Ley de Moysés. Todos estos usos son tan antiguos como él , y es imposible señalarles otra data: luego es él quien las sostituyé, -v ' " " el

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el Autor asimismo cíe los Libros que los prescriben. X. es menos cierta la autenticidad de los demás Libros del antiguo Testamento. El mismo Legislador de lsraél nos enseña ( a ) , que estando para morir nombró á Josué por sucesor. Encarga á éste en nombre del Señor, que sea firme y constante en establecer su fuerza y su confianza en el Dios de los Exercitos , porque se le habia escogido para poner á su Pueblo en posesión de la tierra de Chanaam. Josué (b) cumplió su Misión, y escri* bió su Historia. S j Libro pues es una resulta inmediata de los de Moysés, y su certeza viene á ser la misma. Despues de la muerte de Josué, (a) neuter. X X X I . 5 , ^ 7 . (b) Josué XXIV. 26.

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sué , consultaron los Israelitas a! Señor diciendole. ¿Quién marchará á nuestra frente para batir á los Chananéos? Y el Señor les respondió, que Judas sería su Gefe, por q le le hábil entregado el País. Asi empieza el Libro de los Jueces que se sigue al de Josué , y que nos enseña lo que sucedió á los Israelitas en la tierra de CIran iana, est ) es, lis g ierras que tuvieron allí que sostener , sus prevaricaciones, los castigos que Dios les envió para humillarlos en la esclavitud , y el mo lo con que los libró , siempre que se convirtieron al Señor. A estos anales de la Nación siguen los de los Reyes de Judá y de Israél . ¿Qué cosa m is natural á un Pueblo , que forma un cuerpo reglado y considerable , que recoger memorias de los sucesos importantes que acontecen , ordenarlas en un cuerpo de Historia , y conservarlas con cuidado? ¿Porqué no

r 14. . Biblioteca no concederémos á los Judíos esta emulación de gloria en la posteridad? ¿Porqué negaremos haya habido entre ellos Ciudadanos zelosos y capaces de escribir lo que pasaba en su tiempo, para comunicarlo á sus descendientes , según el uso de todas las Naciones cultas? Los Libros pues de los Reyes y del Paralipomenón, son á lo menos tan dignos de nuestra fé, como las Historias de Grecia , y Roma. Por el mismo principio igualmente se prueba la verdad de los Libros de Tobías , de Judith , de Esther, Esdras y los Macabéos. ¿En qué piensa el Incrédulo quando impugna la autenticidad de los Libros Profeticos , haciendo de ellos objeto de su menosprecio y de sus burlas? ¿Los mira á imitación de Juliano Apostata , como ficciones imaginadas mucho tiempo después del suceso que anuncian, y ajustadas sobre el hecho mismo? Esto sería

Eclesiástica. i ¡/g. ¡ría desde luego reconocer la verdad del hecho; mas habría extravagancia en el motivo de decirla. ¿Quién ignora que la mayor parte de la $ Profecías contienen la data del Reyno, del año, del mes y del dia en que se anunciaron ? Qué de ordinario se refieren á algunas circunstancias particulares de aquel tiemp o , que iufluyen en la conducta del Principe y del Pueblo. Que si ellas; íio convirtieron siempre á toda la Nación, contuvieron á lo menos una parte en su deber, y la vista de su cumplimiento hacia gran ruido en el mundo. ¿Ignora en fin el Incrédulo, que las Profecías nos aclaran diferentes rasgos de la Historia, no solo de la de los Judíos, sino de la de las Naciones, y que se hallan conformes á lo que los Escritores profanos han dicho después del suceso? Sería un prodigio de ceguedad ó de mala fé no .reconocer el espiritu de Profecía en lo

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Jo que dixo Daniel de las Monar-. quías del Oriente, de las de Alexandro y Sucesores, de algunos R e yes de Syria y del E g y p t o , del Imperio Romano, del asedio de Jerusalén y su ruina, de la reprobación en fin de los Judios y de su Religión. Luego contra toda razón se d u d a , que las Profecías han sido hechas en los tiempos de la data que llevan. Lo que vamos á decir de su inspiración confirmará su autenticidad. INSTRUCCION INSPIRACION estos

V.

DIVINA libros.

DE

I. T ya razón que alegan los Incrédulos para no dar fé á la inspiración de los libros Profeticos , es haberse Dios reservado el secreto de

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de lo por venir. ¿ Mas qué imposibilidad se encuentra en que haya Dios revelado á ciertos hombres escogidos, lo que tiene resuelto hacer en la sucesión de los tiempos? i . Lo sabe por sí mismo, por que' no es como los hombres que deciden y obran según las circunstancias. Tan presentes tiene todos los siglos como el instante en que vivimos. No hay para el Señor pasado ni futuro. Un solo acto de su voluntad encierra todos los sucesos, y lo que ha obrado en cada momento en todo el Universo, no es mas que la execucion de lo que se contiene en la simplicidad de sus Decretos Eternos. Este es un abismo cuya profundidad no comprehendemos, pero concebimos que necesariamente debe ser asi. 2. Es una verdad gravada naturalmente en todas las almas, que Dios puede comunicarse á ellas, é iluminarlas con su luz , para que se-

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sepan cómo deben portarse en la$ circunstancias difíciles. Si el Deísta invoca á su Criador, esto solamente puede ser para pedirle las luces y- auxilios que necesita ; y desde e?te momento reconoce, que Dios habla á las almas, que las ilumina y las inspira quando quiere. Veremos en efecto por toda la Historia del antiguo Testamento, que el Señor lo ha hecho asi, manifestando á los Profetas las cosas futuras,' y haciendo siempre corresponder al vaticinio los sucesos. El hecho esincontestable. Luego no puede dudarse de su posibilidad. II. M oysés fué el primero de estos' hombres escogidos á quien reveló Dios Vas cosas admirables que había decretado hacer, y á quien las mandó escribir. Todo lo que refiere en sus libros es tan superior á la

Eclesiástica.i¡/g. ls naturaleza y á los conoeimientos humanos^ que es necesario con* fesar, ó que se han dexado groseramente engañar mas de seiscientos mil hombres que trae por testigos de lo que refiere, ó que ha*ya sido inspirado por Dios en todo lo que ha dicho y obrado. No es posible á la verdad , ni verosímil,/ haya hecho á los Israelitas creer como real lo que no ha sucedido. N o tratamos aqui de un Belo, que solo anuncia'de noche sus oraculos- y en la mas alta habitación de una Torre, donde nunca entraba mas que una persona; de un Zoroastro que decia haber visto y aprendido cosas divinas en lo profundo de su Cueva; de un Zamolxis que propone con entusiasmo Iosdelirios de Pythagoras, y de los Sacerdotes Egypcios; de un Solón que hace aparecer con pompa á una muger,.llamada Minerva, para em-

120 2. Biblioteca empeñar á los Athenienfes á qué reciban sus leyes ; de un Numa qué pretende haber recibido las suyas de la Ninfa Egeria en un bosque separado y á la orilla de una fuent e ; de un Mahoma, en fin que se vendía por un iluminado, á quien el Cielo revelaba sus mas profundos mysterios en pretendidos éxtasis, y por ministerio de una Paloma. Tratamos de nn hombre qué siempre habla á dos Naciones enteras, muy atentas á lo que dice y á lo que hace, por el gran ínteres que se les sigue. Declara que ha sido llamado y enviado por Dios ú sacar de Egypto á los Israelitas, Prueba la verdad de su misión por los mas ilustres milagros ; confunde á los Mágicos, que pretenden contrahacerlos, y manda á la naturaleza en tedas sus partes. Comenzando por la Silla del Imperio, llena de consternación á todo eí Rey-

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i 2r.

fleyno , anuncia los prodigios que vá á hacer, y los executa conforme á su palabra. Basta un solo gol' pe de su Vara, para abrir el paso enjuto á su Pueblo por medio del mar Roxo, cuyas aguas tiene suspensas, hasta que estendiendo la mano sobre ellas, las reúne y sepulta al enemigo en sus abismos. Aun quando no dixera que la Ley que intimaba estaba escrita por el dedo de Dios, los truenos y relámpagos entre que la recibió, no dexan duda alguna, que ella vino del Cielo. Quarenta años de permanencia en el Desierto, son una série continua de milagros. Acia el fin de sus dias advierte á los Israelitas lo que debe suceder á ellos y á sus descendientes. Anuncíales' en un sublime cántico (a) que los pondrá Dios en.poses-ion de un País agradable, rico y fértil; pero que Tom. /. M olía) Deutsr.

XXXII.

12, y

sigg.

12 2.

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olvidarán sus prodigios y sus beneficios : que por una horrible apostasia adorarán á los Dioses del Gentilismo , y ofrecerán sacrificios al Demonio ; vé con tanta claridad estas perfidias sacrilegas, que habla de ellas como si estuvieran ya consumadas. Declara que ni Aarón, ni él serán testigos (a) de estas impiedades, por que no entrarán en la tierra de Promision. Añade, que Dios ha reservado la conquista á Josué, que arreglará su división por suertes. Sin haber jamás visto el País, señala (b) los Cantones y la calidad del terreno que poseerá cada T r i b u , y lo que le sucederá en adelante. Desde la vocacion de Moysés hasta su muerte todas las cosas se han cumplido como por él habían sido anunciadas. Luego no engañó á los hombres : luego fué ins(a) Ib id. XXXI. 2. y (b) Ibid. X X I I I .

sigg.

Eclesiástica. i ¡/g. inspirado por Dios, como lo dice él mismo. Por que no hay medio entre estos dos estados, ni aun el de la simple probidad. III.

T 4 A Profecía no comprehende solamente la predicción de cosas f u turas ; se estiende también al conocimiento de las que no pueden natura i men te saberse por sí mismas, ó por medio de los hombres. Uno y otro son frutos de la Revelación. Del segundo modo profetizó Samuél •(a), quando dixo á Saul que sus jumentas habían parecido; y Eli-, séo (b) quando dixo á Giezi lo que habia pasado entre él y Naaman. Tal es asimismo el genero de profecía que se manifiesta de un modo admirable en los libros de Moysés. M2 Pien(a) I. Rett. X. (b) IV. Reg. V.

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Piense lo que quisiere el Critico te-» merario y el I n c r é d u l o ; por lo que á mi h a c e , solamente veo en los primeros Capítulos del Genesis una sublime y luminosa sencilléz, mil veces superior á toda eloqüencia h u m a n a , y que ha arrebatado en admiración á los mas bellos ingei.ios del Gentilismo, aun sin conocer su origen. ¡Qué enxambre de errores lamentables á porfía, no ofrecen á nuestros ojos Cicerón , Diogenes L a e r c i o , y Estobéo, quando nos refieren lo que los mas célebres Filósofos de la antigüedad han dicho sobre la elernidad del mundo y de la m a t e r i a , sobre su origen, sobre la naturaleza de los principios, de los elementos, de los Cielos, de los a s t r o s , y en particular del Sol y de la Luna! El mas ignorante de -los Chri'stianos no podría al oírlos contener la risa. Moysés habla de Ta Creación : y hé aqui á todos estos Sábios, que se avergüenzan de sus

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sus delirios, que admiran lo que dice, y adoptan su doctrina , como superior á todo lo que han imaginado siempre y oído. En efecto un simple Pastor del monte Horeb instruye al Universo sobre el origen del mundo, que no han podido describir los mayores Filosofes, y sobre el qual los de nuestro siglo no pueden formar nuevos systemas, sin abandonarse á extraordinarias imaginaciones, que mutuamente se convencen de absurdas. ¿Qaé otro pires que el Criador pudo decir á Moysés, quándo, de qué modo y con qué orden han sido todas las cosas hechas? ¿ Quién le reveló lo que habia pasado antes de existir hombre alguno capáz de verlo, de retenerlo y remitirlo á la posteridad? Dos mil y quinientos años después de la Creación, vemos á Moysés tan sabio como el primer hombre, que nada ignora de lo pasado y de su formación*

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¿Dudáis por ventura de lo que dice? El m i s m o , ó por mejor d e cir Dios, vá á daros la prueba. Moysés nos a s e g u r a , que estando ocupado en apacentar el Rebano de su Suegro, lo llamó el Señor desde una Zarza ardiendo, para encargarle librase á los Israelitas de la esclavitud de E g y p t o , en que gemian : su Misión fue asegurada con el dón de milagros. Obrólos de una claridad , autenticidad y duración sin exemplo. Nos enseña y prueb a , que Dios le ha hablado para q u e haga saber su voluntad á los h o m b r e s , y escribe la Historia del inundo desde la Creación hasta sus dias. ¿O ha soñado lo que nos dic e , contándonos fabulas contrarias á la v e r d a d , ó lo ha sabido por Revelación? Lo primero se opone evidentemente-a todas las idéas de la Religión y de la verosimilitud. "¿Puede concebirse ó suceder haya t)ios permitido , q u e . el mismo 4 quie/i

Eclesiástica. i ¡/g. quien familiarmente hablaba, y cuy a conducta d i r i g í a , escribiese ya arrojándonos en el error, ya enseñándonos su L e y , dexando introducirse alternativamente en el mismo Libro la verdad con la mentir a , y que una y Gtra sean indistintamente sostenidas por milagros? H e aqui lo que el espíritu humano jamás podrá conciliar con la idéa que tiene de un Sér infinitamente veráz, infinitamente bueno , y que preside á todo. Lo que yo concibo de él es, que no puede engañarme sin dexar de ser quien es. Y rne engañaría en efecto', si obrase milagros para obligarme á creer á :in h o m b r e , que miente sobre m a teria de tanta importancia, por medio de una fábula sacada de su imaginación ; lo qual es imposible. Luego lo que Moysés nos enseña sobre la Creación, es tan cierto como lo que nos dice de la libertad de los

Israelitas, de quienes era Xefe. Lúegq

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