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ratón (de experimento). Tomar a una persona para ensayar un comportamiento: "¿A quién le gusta que lo cojan de ratón de experimento?". tortuga (operación, plan). Menguar notoriamente en una empresa el ritmo de trabajo: "Avianca sigue en operación tortuga". vaca (lechera). Circunstancia o situación que permite a una persona obtener permanentemente dinero, provecho o ganancia: "A Juanito no se le ha acabado su vaca lechera afortunadamente". BIBLIOGRAFÍ A ACADEMIA COLOMBIANA, Comisión de Lexicografía, Breve diccionario de Colombianismos, Bogotá, 1975. ALARIO DI FILIPPO, MARIO, Lexicón de colombianismos, Cartagena, Edit. Bolívar, 1964. MA(1S, DELMIRA, OS animáis na linguagem portuguesa, Lisboa, Centro de estudios filológicos, 1951. MALARET, AUGUSTO, Lexicón de fauna y flora, Bogotá, Imprenta patriótica del Instituto Caro y Cuervo, 1961. REAL ACADEMIA ESPAÑOLA, Diccionario de la lengua española, 19a ed., Madrid, 1970. SÁINZ DE ROBLES, FEDERICO CARLOS, Ensayo de un diccionario español de sinóni-
mos y antónimos, 3 ' ed., Madrid, Edit. Aguilar, 1953. TOBÓN BETANCOURT, JULIO, Colombianismos, 2 ? ed., Bogotá, Academia colombiana, 1953. SIERVO CUSTODIO MORA
MONROY
Instituto Caro y Cuervo.
NOTAS LÉXICAS Y ETNOGRÁFICAS SOBRE LA CERÁMICA POPULAR DE ITÁ (PARAGUAY) La cerámica popular paraguaya, a la que se refiere este trabajo, se encuentra ya mencionada, en el siglo xvm y en las primeras décadas del xix, en escritos fundamentales de la historiografía local, como son los de Félix de Azara 1 y Mariano Antonio Molas ¿. Este se refiere a 1 Geografía física y esférica de ¡a provincia del Paraguay y misiones guaraníes, Montevideo, 1904. * Descripción histórica de la antigua Provincia del Paraguay, Asunción, 1957.
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Itá como la localidad "que ha tomado como ramo principal de su granjeria la fábrica de tiestos... haciéndose así un pueblo industrioso y el más útil de la Provincia, proveyéndola constantemente y a poca costa de utensilios necesarios para las comodidades de la vida", y añade que sus productos no sólo abastecían al Paraguay sino también a Santa Fe y al mismo Buenos Aires. Por su parte, Azara da, en su obra, detalles técnicos sobre la elaboración de la cerámica en los mismos lugares, y sus datos coinciden prácticamente con las modalidades menos deculturadas de la elaboración artesanal actual en localidades como Tobatí y, sobre todo, Itá. Las razones que me han llevado a ocuparme del tema en este pequeño estudio han sido, en primer lugar, la permanencia (hasta hoy, al menos) de las modalidades técnicas ya mencionadas en el siglo xvm por Azara en los mismos lugares en que ya entonces se manifestaban, el peligro de que, como consecuencia de un acelerado proceso de cambio tecnológico, acrescentado por el efecto deletéreo que sobre la mayor parte de la artesanía local paraguaya tienen las corrientes turísticas, puedan transformarse estos rasgos hasta desaparecer o, al menos, desnaturalizarse casi por completo y, finalmente, la conveniencia de facilitar datos a los especialistas sobre las características fundamentales de una actividad, de claro interés etnográfico e incluso histórico, que, por los condicionamientos generales de la producción investigadora local paraguaya, no es bien conocida a nivel general 3 . Los materiales que han servido de base a estas notas fueron recogidos sobre el terreno en 1977, de diversos informantes locales, en el pueblo de Itá, que ha conservado, mejor que Tobatí y Areguá, rasgos tradicionales en la elaboración de la cerámica popular. La localidad de Itá, a unos 30 kilómetros al sureste de Asunción, fue "pueblo de indios" durante la época colonial 4 , al igual que Tobatí, y sólo perdió esta condición, igualándose legalmente con los antiguos "pueblos de españoles", en 1848, como consecuencia de la disposición emitida en este sentido por el presidente Carlos Antonio López 6 . Hoy * Algunos datos sobre el tema pueden encontrarse en dos trabajos de la benemérita investigadora JOSEFINA PLÁ: Las artesanías en el Paraguay, Asunción, 1969, págs. 13-26, y La cerámica popular paraguaya, en Suplemento Antropológico. Universidad Católica, Asunción, XI, 1-2, 1976, págs. 7-28. * Cfr. BRANKA SUSNIK, El indio colonial del Paraguay: el guaraní colonial, Asunción, 1965, y RAFAEL ELADIO VELÁZQUEZ, El Paraguay en 1811: estado político, social, económico y cultural en las postrimerías del periodo colonial, Asunción, 1966. Itá fue fundado, con el nombre de San Blas de Itá, por los misioneros franciscanos, en 1585. Véase RAÚL A. MOLINA, La obra franciscana en el Paraguay, en Missionalia Hispánica, XI, 1954, págs. 338 y siguientes. " Cfr. JOSÉ ANTONIO GÓMEZ-PERASSO, LOS pueblos de indios y su desintegración
en el siglo XIX, en Suplemento Antropológico. Universidad Católica, XI, 1-2, 1976, págs. 125-138.
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es un pueblo, relativamente próspero, que se encuentra sobre la ruta paraguaya número 1, de Asunción a Encarnación, lo que, al facilitar el acceso y las visitas de turistas y curiosos, constituye un importante factor de deculturización y cambio tecnológico en la localidad. La materia prima empleada en Itá se encuentra en cantidad suficiente en lugares relativamente próximos al pueblo. Se trata de un barro de textura ordinaria, de grano grueso y granuloso, con bastante homogeneidad en cuanto al material y una relativa limpieza. Según Josefina Plá 6 , tiene gran proporción de sílice y escaso óxido de hierro. Es, por lo tanto, poco apto para trabajos delicados aunque, en compensación, poco susceptible de agrietamiento o fractura. En otros lugares (Cerro de Acahay, por ejemplo) se obtiene también el almazarrón (yby pyta), que se utiliza para el engobe rojo de numerosas piezas, y el caolín blanco, usado para la pintura exterior de otras 7 . La elaboración de la cerámica ¡tense, en todos sus estadios, es realizada en la actualidad, sin excepción alguna, por mujeres. Las denominaciones usadas para la totalidad de los materiales empleados y objetos realizados en Itá es, lógicamente, guaraní 8 , si bien, en las transacciones con individuos forasteros, puede utilizarse también el castellano, con menor o mayor facilidad. Una vez preparada la mezcla con la que se va a trabajar, se practica el moldeado de las piezas. Este proceso se realiza aún (aunque ya se van introduciendo, de modo creciente, técnicas más modernas) sin torno, por medio del procedimiento del colombín o espiral, es decir con base en un chorizo de barro en el cual se van levantando los perfiles de la pieza. Esto se consigue haciendo girar manualmente una esterilla redonda en la que reposa el colombín. Mediante este giro se van elevando y adquiriendo su forma las paredes del cacharro en elaboración. El quemado de las piezas se realiza, en los casos más tradicionales, en un horno excavado en el suelo, siguiendo aún técnicas de origen * Art. cit. en la nota 3, pág. 11. 7 El caolín se obtiene fundamentalmente en la localida de Tobatí, topónimo que manifiesta, precisamente, esta circunstancia (Tobati 'caolín', 'arcilla blanca'). 8 En este trabajo facilitaré las denominaciones guaraníes locales que me son conocidas. Emplearé, para ello, la grafía "renovada" de la lengua, exceptuando el signo x, propuesto por el P. Guasch pero generalmente reemplazado hoy por ch. que representa la fricativa palatal sorda. El grafema y representa la sexta vocal guaraní (medio posterior cerrada sin labialización, mientras que / representa la fricativa palatal sonora. El grafema ? se utiliza para representar la oclusión glotal guaraní. Recuérdese que la acentuación normal de esta lengua es oxítona, por lo que, en la grafía del guaraní, solamente se señala la acentuación proparoxítona o paroxítona y no la oxítona. El grafema ~ , superpuesto a una vocal, indica nasalización de la misma, fonológicamente pertinente en guaraní.
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prehispánico. Dentro del horno se quema leña en cantidad suficiente no sólo para producir la brasa necesaria sino también para elevar la temperatura de las paredes considerablemente. Una vez logrado esto los cacharros, previamente secados, son colocados en el horno, recubriéndose con más leña y prosiguiendo la cochura hasta el momento que la artesana ceramista considere adecuado. La temperatura del horno no suele elevarse, en estas condiciones, por encima de los 700 grados. Es claro testimonio del carácter refractario al agrietamiento de las arcillas de Itá el que, aun sometidas las piezas al calor del horno, sin caldeamiento progresivo de ningún tipo, no se cuarteen sino en cantidades mínimas. Los productos de la cerámica de Itá pueden ser clasificados en cuatro grupos principales: a) b) c) d)
Piezas estrictamente funcionales Piezas funcionales antropomorfas Piezas funcionales zoomorfas o fitomorfas Piezas no funcionales.
En el primer grupo, son probablemente de origen prehispánico los grandes cántaros (kftmbuchi), las fuentes (ña'e) empleadas para preparar la masa de chipa o mbeju, las cazuelas (ña'epyru) los cazos (hiakua) y los platos más o menos grandes, mientras que son productos de génesis hispánica los botellones, los lebrillos, las jarras, las palanganas, los botijos y los cántaros medios y pequeños. Estos últimos, respecto a sus prototipos españoles, perdieron las asas, ensancharon su boca, aumentaron su gálibo medio y adoptaron una forma muy diferente de sus homólogos peninsulares, más largos y esbeltos y de base más reducida. Entre los objetos funcionales antropomorfos, deben ser destacados los botellones en forma de hombre (\uimba'e) o de mujer. Entre estas últimas piezas se diferencian las que llevan sombrero a\avo (\uña) y las que ofrecen senos pronunciados, labios y mejillas pintadas (l(amba). Otras piezas no poseen una forma totalmente antropomórfica sino solamente detalles aislados de este tipo. Así, por ejemplo, las jarras con semblante de kamba /(uña (divididas en guaigui o \uñatai, según la edad figurada), las cantarillas y jarras con semblantes, al parecer, de ángeles (pero sin alas), etc. En el grupo de las piezas funcionales zoomorfas son notables los botijos en forma de armadillo (tatú), pez (pira), cerdo (kttre), pato (ype) y gallina (ryguasu), y las tinajas decoradas con motivos, en relieve, de serpientes (mboi), iguanas (teju) o ranas (ju'i). En algunos casos se emplean también adornos fitomorfos en relieve. En cuanto a los objetos no funcionales es preciso anotar las figurillas de danzarines (jerol^yha) y músicos (ypuvy'ava) como guitarristas, arpistas, tocadores de tambor, acordeón, contrabajo y trompeta, etc. También las burreras, los arrieros, las mujeres moliendo maíz o pre-
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parando chipa son representados en pequeñas figuras extremadamente estilizadas y llenas de encanto. Lo mismo podemos decir de las figuras del pesebre, en el que, además del Niño, San José, la Virgen María, los ángeles, los pastores, los Reyes Magos y la burra y el buey, se incluyen ovejas (ovecha) con el cuerpo cubierto de algodón, colibríes
(tnaynumby), gallos (ryguasume), avestruces (ñandú) con alas de plumón, etc. Es preciso, también, reseñar en este apartado las representaciones eróticas, entre las que se hallan las figuras de parejas realizando el acto sexual, los animales con falos muy desarrollados, los hombres masturbándose, etc. Existen también algunas representaciones — en general de modo caricaturesco—, no muy abundantes, de indios (ava). La decoración de la cerámica de Itá puede ser reducida a cinco tipos fundamentales: el acordonado del contorno superior de platos o vasijas, por medio de un palito o de la uña; los relieves, ya mencionados anteriormente, de carácter fito o zoomórfico en las superficies exteriores de las tinajas y cántaros; los dibujos elementales realizados con arcilla blanca en los mismos lugares, para lo cual utilizan el dedo o un pincel (estos dibujos, por su modo de aplicación, no son, en absoluto, permanentes y desaparecen al poco tiempo); el fumigado de las figuras y el engobe rojo. De todos ellos los más interesantes técnicamente son los dos últimos. El fumigado se realiza sometiendo a las piezas, desde una temperatura de unos 300 grados, a la acción del humo, obtenido en la misma hoguera mediante la combustión de bosta natural. El color obtenido es, al comienzo, negro; pero, por la escasa consistencia de la capa exterior, pronto evoluciona hacia tonalidades grises o pardas poco atractivas. Muy otro es el resultado de la utilización del engobe rojo, con el que se logra en Itá una bella e indeleble coloración rojiza oscura en la superficie, tanto exterior como interior, de las piezas cerámicas a las que se aplica. El engobe se realiza empleando almazarrón (yby pyta), que se extiende, con un pincel o trapo, sobre la pieza ya realizada. Para obtener la textura, agradablemente mate y tersa, que caracteriza a este procedimiento de decoración, se utiliza una semilla lisa y dura, con la que se pule adecuadamente el cacharro engobado hasta que la operaría considera que se ha alcanzado el resultado apetecido. Con gran probabilidad puede afirmarse que esta técnica tiene origen prehispánico en la zona de Itá. No es agradable constatar cómo, en la actualidad, la cerámica popular de Itá —tan valiosa por representar, a un mismo tiempo, la simbiosis de las tradiciones hispánicas y prehispánicas en este ámbito artesanal y la afortunada adaptación de las mismas al entorno socioeconómico y cultural criollo— está sometida a un acelerado proceso de degradación y desnaturalización, aunque menos avanzado, todavía, que en Tobatí y Areguá, localidades de las que se puede ya afirmar
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que por sus técnicas y sus productos, han dejado prácticamente de trabajar en cerámica por procedimientos tradicionales. En Itá, las bellas formas de los cántaros, fuentes y botijos populares, generalmente recubiertas de un simple, pero felicísimo engobe rojizo, y las graciosas figurillas de los belenes tradicionales, de bailarines y músicos, de chiperas y arrieros están siendo sustituidas rápidamente por horrendas figuras de futbolistas policromos, por falsificadas esculturas seudoaztecas y seudoincaicas y por lamentables imitaciones de arte clásico o moderno elaboradas con torno y en hornos modernos. Ya aludimos, al comienzo de este trabajo, a las causas del proceso de degradación y de deculturización que constatamos. El mal gusto de los visitantes, de bajo nivel social y cultural, que afluyen a Itá, procedentes de Asunción, el aún peor de los turistas procedentes de los países limítrofes y la absoluta carencia de orientación artística en los propietarios de los establecimientos de venta de artesanía que son, al mismo tiempo, los compradores en gran escala de la producción cerámica local han contribuido, en conjunto e indiviudalmente, a una situación que, desgraciadamente, amenaza de modo muy serio la supervivencia en Itá de la cerámica popular que aquí hemos descrito. Sería de desear que una modificación positiva de estos condicionamientos desfavorables (y, sobre todo, del último de ellos) pudiera asegurar, en el futuro, la conservación de una actividad tradicional que no sólo constituye un invaluable testimonio de la historia social del país sino también una manifestación altamente interesante de técnicas e ideales artísticos criollos enraizados profundamente en la tradición cultural paraguaya 9 . GERMÁN DE GRANDA
Embajada de España en Asunción (Paraguay).
* Para una comparación entre la cerámica paraguaya aquí considerada y la española, puede ser útil consultar las obras siguientes: NATACHA SESEÑA, Barros y lozas de España, Madrid, 1976, y La cerámica popular en Castilla la Nueva, Madrid, 1975; J. LLORÉNS ARTIGAS y J. CORREDOR MATEOS, Cerámica popular española actual,
2* edición, Barcelona, 1974; RÜDIGER VOSSEN, Tópjerei in Spanien, 2* edición, Hamburgo, 1972; José PÉREZ VIDAL, La cerámica popular española: zona norte, Madrid, 1974; LEANDRO SILVÁN, Cerámica navarra, San Sebastián, 1973; MARTÍN ALMAGRO
BASCH y Luis M. LLUVIA MU.VNÉ, La cerámica de Teruel, Teruel, 1962; Luis CORTÍS VÁZQUEZ, La alfarería popular salmantina, Salamanca, 1953.
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