RAZONES EN FAVOR DEL SUFRAGIO FEMENINO NUMERO SUELTO: Año VI - BUENOS AIRES, AGOSTO 15 DE 1938 Nútn. 61

LA R E V I S T A DE LA M U J E R I N T E L I G E N T E Escribe la Doctora Alicia Moreau de Justo 10 RAZONES EN FAVOR DEL SUFRAGIO FEMENI

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LA

R E V I S T A

DE

LA

M U J E R

I N T E L I G E N T E

Escribe la Doctora Alicia Moreau de Justo

10

RAZONES

EN

FAVOR

DEL

SUFRAGIO

FEMENINO

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NUMERO SUELTO:

0.20

LA MUJER EN LAS Año VI

-

FAENAS DEL CAMPO

BUENOS AIRES, AGOSTO 15 DE 1938



Nútn. 61

Cuando usted, lectora amiga, ha manifestado su repudio o indiferencia por la iglesia, voces airadas le habrán replicado: —Toda mujer debe creer, debe ir a la iglesia. Conteste con argumentos sólidos a esta tonta aseveración.

"LA INQUISICIÓN EN ESPAÑA

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Colección de cuadros históricos del pintor flamenco FRANZ KASPER HUBERT VINCK Y

"ANALES DE LA INQUISICIÓN EN LIMA"

Por RICARDO PALMA Y sabrá que toda mujer debe despejar su mente, huyendo de las mentiras de una institución enemiga del pensamiento libre SON PUBLICACIONES DE LA BIBLIOTECA RACIONALISTA

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Año VI

Buenos Aires, Agosto 15 de 1938

N.° 61

Para que los Hombres no se Asusten Una vez más tenemos nuestra vista fija eñ el H. Senado de la Nación. Allí reposa el proyecto de ley presentado por el se­ nador Dr. Alfredo L. Palacios, concediendo el derecho de voto a las mujeres. VIDA FEMENINA ofrece en este número diez razones claras y convincentes explicando por qué es necesario que las mujeres intervengan en la vida política de una nación. Mas para que los hombres que nos honran fijando su vista en estas humildes hojas no se asusten y se pregunten, entre emocionados y furiosos: ¿y si las mujeres se meten en esas cosas y viven como los hombres, quién va a cocinar y quién va a cuidar los hijos?, nos hemos cuidado muy mucho de ofrecer páginas exquisitamente femeninas. Una, dedicada a las hábiles manos tejedoras; otra, atacando a un cierto neopaganismo; pues nosotras, en nom­ bre de las buenas costumbres, no aceptamos el desnudo si no es una acabada expresión artística, y alguna más, añorando a la galantería que se v a . . Lean las diez razones, sin olvidar que somos deliciosa­ mente femeninas. Eso sí: para rendirle homenaje a la naturaleza, desea­ mos usar todos los órganos con que ella nos ha obsequiado, y como también puso cabeza sobre nuestros hombros...

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10 Razones en Favor

1° A igualdad de obligaciones, igual­ dad de derechos. — Las mujeres viven sometidas a las mismas leyes que los hombres; trabajan como ellos, como ellos pagan impuestos, pero no puede intervenir directa ni indirectamente en la .sanción de las leyes. En toda justicia las mujeres podrían rehusarse a acatar las leyes hechas ex­ clusivamente por los hombres, sin ha­ ber sido consultadas ñusca. 2'- La sociedad moderna impone a la mujer una intervención directa y per­ manente en la lucha por la vida. — La privación de los derechos políticos es, para ella, una evidente diminución pues le niega un medio de acción tanto más eficaz y necesario cuando más compleja es la vida social. 39 Como trabajadora, la mujer tiene que aceptar salarios inferiores a los que gana el hombre en igualdad de condicio­ nes. — No basta, para luchar contra es­ ta injusticia, la acción gremial; la mu­ jer necesita también la acción política. 49 La mujer argentina es, en su país, una verdadera ilota. — Todo extran­ jero, al naturalizarse, adquiere dere­ chos que la ley niega a la mujer, madre de la raza, base y columna del hogar. 5" No hay democracia si todos los habitantes no son iguales ante la ley. — La nación argentina no será, pues, una verdadera democracia sino cuando incorpore las mujeres a la actividad política.

Por

ALICIA

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69 La ley electoral actual afrenta a la mujer. — En efecto, excluye del uso del sufragio a los incapaces e indignos: a los dementes, sordomudos, los pena­ dos, eclesiásticos, soldados baio bande­ ra y oficiales de baja graduación, los mendigos asilados, los penados por de­ litos contra las personas o la propiedad, los quebrados, los desertores, los deu­ dores por robo de caudales públicos, los dueños y gerentes de prostíbulos. Los condenados por atentado a la moral y buenas costumbres, los tratantes de blancas, rufianes y explotadores de la toxicomanía, y muchos otros son ex­ cluidos de la vida política; unos defini­ tivamente, otros hasta un tiempo que varía después de purgada la pena. La mujer es excluida por incapaci­ dad e indignidad permanentes: por el hecho de ser mujer. 79 La emancipación política ide la mujer es un movimientos universal e incontenible. — Se cumple más o menos tarde, pero se cumple. Pese a los temores de quienes creen que puede pe­ ligrar el equilibrio de los partidos po­ líticos. 89 La intervención de la mujer en la política abrirá, para ella, nuevos hori­ zontes mentales. — La habituará a pen­ sar en la cosa pública, a comprender los intereses colectivos a los cuales están íntimamente ligados los intereses fami­ liares o personales y saldrá así del estrecho círculo mental donde la man­

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del Sufragio Femenino

REAL) DE JUSTO tienen encerrada la tradición y la ig­ norancia. 99 La mujer será un elemento sanea­ dor de la política. — ¿Quién se atreverá a reclutar electoras gracias al asado criollo, al vino, la cerveza o la taba? Los comités políticos tendrán que ade­ centarse. Los procedimientos de vio­ lencia que consisten en despojar de la lbreta, so pretexto de portación de ar­ mas, o que en el acto del comicio impo­ nen el voto por el machete, no podrían aplicarse a las mujeres sin levantar una protesta general en el país, sin cubrir­ nos de oprobio ante el extranjero. Aun cuando la mujer no puede tener de la función política un concepto más alto y claro que el hombre (carece de cultu­ ra a este respecto), será, por acción re­ fleja, un factor de depuración política. 10. — Las mujeres que adquieren, por la lucha con la vida y la cultura, conciencia de su valor social, se in­ teresan más potí (los problemas di­ rectamente ligados a la vida del hogar, a la defensa de la salud, del niño, del trabajo, etc. Su intervención en la po­ lítica dará a ésta un carácter práctico, de aplicación inmediata, pues la vida diaria acerca la mujer a la realidad, al detalle, al individuo. En resumen, diremos: La emancipa­ ción de la mujer se impone: lo. — Como aspecto parcial del más amplio proceso de la elevación humana.

2. — Es universal o incontenible. )!n. — Es justicia. 4o. — Es necesario a la mujer para su defensa y su progreso. •lo. — Es útil a la sociedad por la in­ corporación fie una gran fuerza nueva. tf

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En el Senado se encuentra el proyecto de ley del Dr. Alfredo L. Palacios, concediendo a la mujer el derecho de voto.

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ÁNGEL M. GIMÉNEZ

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Especialmente para VIDA FEMENINA

Que Hacer de las Horas Libres:

Una Actividad Útil Para la Mujer

Su Colaboración en las Bibliotecas Populares Un clamor general se oye en todos los ho­ gares; el de los padres que se han sacrificado por dar una buena educación a sus hijas, prin­ cipalmente, para arrancarlas de las garras de trabajos subalternos, abrumadores, en los que suelen dejar girones de su salud física y moral. Las escuelas normales, las profesionales, los conservatorios, han formado una legión, cada vez más creciente, de un proletariado femenino, •culto, ilustrado, que no encuentra lugar en dónde aplicar sus aptitudes, adquiridas en años de estudio y sacrificios. ¿Profesoras de piano? Si el fonógrafo y la radio las han desalojado... ¿Profesoras de labores? E¡1 maqumismo hace prodigios con sus maravillosos tejidos y bor­ dados, contra los que el trabajo manual no puede competir. ¿Maestras? Si hay miles y miles que espe­ ran puestos, a los que sólo llegarán a la edad que hoy se establece de límite a la jubilación. Pero no desanimemos a las que estudian, a las que se diploman; es oro en polvo que hoy no tiene valor pero algún día se valorizará; no será tiempo perdido el haber ampliado el horizonte de sus conocimientos, así se apren­ derá a amar la vida, a encontrar belleza donde antes no se veía más que tinieblas. Es el caso de aplicar el concepto positivista de vivir para la humanidad, servir por la sa­ tisfacción de servir en toda obra de bien social.

No ha de ser todo para la joven la esperan­ za del empleo que no aparece, ni esperar tras las persianas de su hogar al príncipe azul que no llega... Pensar en el biógrafo, encantarse con los pro­ tagonistas, coleccionar sus retratos, o dedicarse a recitar versos, la plaga tan generalizada en las veladas sociales, o a aprender el piano, pa­ ra terminar con la ejecución de tangos arraba­ leros, de letra aun peor. . No hay nada que hacer; nuestra vida es un desierto sin luz, ni esperanza; si fuera hombre —dicen—podríamos concurrir particularmen­ te a los centros Socialistas, a donde van los muchachos, pero... mis hermanos, mis padres, no quieren llevarnos; pareciera que hubiese un liberalismo en la calle y todo lo contrario puer­ tas adentro. Sin embargo, hay un campo de actividad des­ interesada, sirviendo a una obra social de que se habla mucho, pero se conoce poco; las bi­ bliotecas populares. En cada barrio, en cada Centro, en las socie­ dades 'culturales, benéficas, de fomento, etc., en cada escuela, hospital, asilo y en las múlti­ ples y variadas instituciones existentes en esta capital, pequeñas o grandes, en un rincón o ri­ camente ataviadas, están las bibliotecas, como faros que marcan la ruta de la cultura. Allí están, como los nichos en los cemente­ rios, alineados los libros, inmóviles, mudos, na­

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die se acerca a ello», y si alguno lo hace es en una mínima proporción, salvo los textos escolares, que con su encarecimiento, obligan a los estudiantes a buscarlos en las bibliotecas. No es esta la oportunidad de analizar los factores que contribuyen a alejar a los lec­ tores, sólo hablemos de la vida interna de las bibliotecas. Hasta ahora la biblioteca busca descubrir los lectores y es el momento de que los lectores

sepan descubrir la biblioteca, encontrando en ella las satisfacciones que no han tenido. ¿Cómo remediar esta situación? Estable­ ciendo un servicio de buena voluntad, para que .colabore en la obra de la biblioteca. Es una oportunidad que se les brinda a las jóvenes, que pierden su tiempo en frivolida­ des: ponerse al servicio de esta obra. Asesorar, orientar, dirigir al lector que con paso incierto busca en la biblioteca un libro que, a veces, no le resulta o quiere consultar a alguien sobre un punto que desea conocer o ilustrarse. , ,. Más' aun,

Reflexionando, después de leer un te­ legrama de Italia, en la Prensa, del 5 del co­ rriente mes y año. ¡Como para ser sinceros otra vez!, se dirán los pobres curitas que deseaban luchar por la moral y las buenas costumbres, criti­ cando a los fascistas auspicia­ dores de un balneario. ¡Pobrecitos! ¿Ellos qué hicieron? Pues decir que era muy peligroso para la salud mo­ ral ir a un lugar donde se ven muchísimos brazos y piernas de mujeres ¿Y con qué les salieron los fascistas? Pues con la cantata de que el único espectáculo deshonesto ocurrido en dicha playa, lo había realizado un cura, abrazando a usa mujer. ¡Qué mala fe! ¿Acaso para afirmar una verdad no es necesario experimentar antes? ¿No pudieron darse cuenta esos malotes que si los pobrecitos ponían el grito en el cielo, era porque sabían que ir al balneario de marras era peligrosísimo? ¿¿Cómo afirmar tal cosa sin experiencia previa? Cualquiera se mete a hacerle servicios al prójimo, se habrán dicho los curitas.

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Hay autoridades escolares que son patriotas 100 X 100. Lo sabíamos desde hace muchísimo tiempo. Cierta vez, el prístino patriotismo hasta les hizo olvidar que también hay vacas argentinas y que servir leche a los niños no es atentar contra la soberanía nacional. Lo cierto fue que, encantados con alguna lámina iluminaba, se sin­

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tieron patriotas, se olvidaron de las leyes de la nutrición infantil, e im­ plantaron, en una escuela, el jarrito de mate cocido. Hoy, a fuer de patriotas, la emprenden contra la paz. ¡Hablarnos de paz a nosotros, ¡canejo!, que somos más cimarrones que el zapallo amargo!, se habrán dicho y ahí nomás se les arrebató el genio y, rellenos de bélico ardor, se arrojaron contra el infecto comunismo. ¿Contra quién? Bueno, haciendo honor a la verdad, se lanzaron contra el emblema del comunismo, hallado es una escuela. Dicho emblema fue localizado —¡oh sutilezas de las almas patrióticas!— en un pizarrón que ostentaba una alegoría pacifista y una frase de C. Vigil, tan inocentes ambas, tan inocentes y diáfanas, cual el alma de un recién nacido. Pero los patriotas gritaron, vociferarony faltaron el respeto a docentes de muchos años de labor y conducta intachable. ¿Qué más hacían los patoteros?

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Para Vida Fetnenina

POR

FRANCISCO

F R O L A

EX DIPUTADO

S O C I A L I S T A

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ENITO Mussolini consti­ tuye el equívoco político y moral más formidable que Italia haya producido ba­ jo el socialismo, antes, y bajo el fascismo, después. Demagogo vacío, Inelegante y exagerado, co­ barde hasta lo increíble cuando se trata de afrontar personalmente peligros y responsabi­ lidades, audaz y sin piedad contra los débiles, mentiroso e inconsecuente hasta lo inverosímil, farsante de teatro provinciano, sin escrúpulos y sin fe, dotado de cultura muy superficial, Mussolini llegó a subir, abriéndose camino con la traición. Es ésta el arma esencial de su éxito y pudo asociarla con su temperamento de histrión. Favorecido por una paradojal combinación de acontecimientos y por la increíble ceguedad de sus adversarios, pudo crear alrededor de su persona el encanto de un mito. Su valor personal, su cultura, la energía, de su voluntad, su carácter, etc., etc., son para mu­ chas gentes calidades indiscutibles. Sin embargo, yo sé que este héroe de leyenda se caía desmayado y lloraba como un niño por el contacto con la jeringa de Praavaz.

BENITO MUSSOLINI

Yo sé también que su cultura no es orgánica, pues está él constantemente bajo la influencia de su última lectura, y puede abandonar hoy mismo lo que aprendió ayer. Sé también que su voluntad no es clara }* constructiva y que su carácter es el de una hembra histérica. Una enfermedad, que contrajo en los prime­ ros años de su juventud y que no pudo o no quiso curar, atacó profundamente su sistema nervioso. Ya antes de la guerra mundial la sífilis pro­ vocaba en él manifestaciones morbosas; actualmente está en el período de la euforia megaló­ mana que preanuncia la parálisis progresiva. Basta mirarlo: exhibe él su fuerza física en manifestaciones nudísticas y se abandona al de­ lirio oratorio. Bajo la influencia de cierta auto­ sugestión puede llegar a simular la audacia y la voluntad, mientras en la normalidad no es

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sino un pobre harapo de hombre, percutido por los temblores que da el miedo. Los que no lo conocen de cerca juzgan su personalidad a través de aquellas máscaras morbosas: así surge el mito, que Mussolini di­ funde y cultiva. En cinematografía es posible representar so­ bre la pantalla una gran batalla naval, sirvién­ dose de una alberca de jardín y de dos o tres docenas de barquitos. Con un sistema análogo Mussolini creó su propio mito. Su patrimonio cultural es extraño y confuso: es él constante y alternadamente discípulo fa­ nático de Machiavelli, De Maistre, Sorel, Bergson, Tolstoi, Einstein: todas las tendencias lite­ rarias, artísticas, morales, filosóficas y cientí­ ficas caben ea su cerebro; allí luchan, allí se confunden, allí se separan, y todo esto en una danza dersordenada e incomprensible. Leyó mucho; pero no digirió nada. Sin em­ barco, tiene renombre de hombre cultísimo. Esto también forma parte de su mito, así co­ mo los otros elementos de su personalidad de histrión. Siempre está actuando como si fuera sobre una escena de teatro: llegó a componerse una máscara con los ojos feroces, con las mandíbu­ las cuadradas, con la cabeza inclinada hacia atrás, como hacen los boxeadores; además a su máscara sin sonrisa añadió una voz áspera y cortante que se expresa con frases breves de mando. Todos los que vieron a Mussolini "sin la más­ cara" se quedaron sorprendidos por la dife­ rencia que hay entre el Mussolini que aparece sobre la escena y el Mussolini que se manifiesta privadamente. Un periodista de Viena escribió: "Mussolini privado es un señor casi normal, quien con cier­ ta distinción en el lenguaje y en el gesto, lle­ garía a ser un gentleman." Mussolini cultiva su arrogancia para afirmar su personalidad; y al mismo tiempo cultiva su publicidad. Todos saben que "II Duce" es un jinete mag1­ nífico, que maneja su automóvil a 120 kilóme­ tros, que pilotea su avión7 que toca su violín, que adora la esgrima, que escribe contemporát neamente diferentes cartas sobre diferentes asuntos y que nunca duerme para vigilar so­ bre los Destinos de Italia... Es Mussolini mismo quien compila estas no­ ticias y las distribuye a las agencias de prensa. Cuando, por ejemplo, pronuncia un discurso,

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"La Stefani", es deeir, la aKencia oficial del Estado, recibe de manos, de sus secretarios la lista detallada de las "ovaciones delirantes" y de los "aplausos frenéticos" que deben Ker in­ tercalados en el texto del discurso. En el año de 1928 Clara Sheridan, periodista y escultora, obtuvo el permiso de modelar un busto de Mussolini. Así ella escribe: "Mussoli­ ni estaba malo y feroz. Me recibió con un aire de amenaza. El Duc.e dijo: "Si usted publicara algo contra mí, yo lo sabré. Hasta desde China me llegan los artículos de periódicos que hablan de mí. Si encontrase un artículo firmado por usted, la haré perseguir por la policía fascista y usted no encontrará refugio en ningún rincón del mundo." Manía de persecución y delirio de grandeza. En la primavera de 1919 Mussolini hizo un viaje a Verona, para inaugurar el "fascio" lo­ cal. Era el jefe de los fascistas de Verona ítalo Bresciani, actualmente general de la Milicia Fascista, entonces mantenido por una tal Ida Poli, dueña de dos prostíbulos. La ceremonia de la fundación del Fascio se hizo en un prostíbulo; la Poli, vestida de Italia, tenía la bandera tricolor, sentada sobre las ro­ dillas del huésped invicto: Benito Mussolini. Las "muchachas" del "taller" estaban sentadas igualmente sobre las rodillas de los fascistas: de aquella función se tomaron muchas foto­ grafías. En 1923 Breseiani cayó en desgracia: Mus­ solini quiso expulsarlo del fascismo por indig­ nidad; pero Bresciani poseía las famosas foto­ grafías y amenazó publicarlas en el extran­ jero ; entonces Mussolini cambió opinión y pro­ movió a Bresciani en los grados de la Milicia Fascista. En la autobiografía publicada por "Cándi­ de", Mussolini escribe: "Pasé una existencia muy modesta en mi familia, con mi mujer Ra­ quel una persona excelente y juiciosa, que me siguió con paciencia y devoción a través de todos los acontecimientos de mi vida. Mi hija Edda constituía entonces el placer y el júbilo de nuestro hogar." La verdad es muy diferente. En 1912 Mus­ solini abandonó a Eaquel y a su hija Edda y se unió con Irene Desl^r, una austríaca de Trento. Raquel y Edda, ahora casada con el conde Ciano, vivían entonces de limosnas. Mussolini tuvo un hijo de la Desler y lo reconoció en las oficinas del Estado Civil de

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Milán. En 1914 Mussolini, director del diario del Partido Socialista, "Axanti!", traicionó a su Par­ tido y se vendió al gobierno francés por un millón de liras; con aquel dinero fundó su diario "II popólo d'Italia", Irene fue testigo de todo lo que pasó en aquella ocasión; Mussolini, para eliminarla la denunció durante la guerra como espía austría­ ca y la pobre mujer fue internada en un cam­ po de concentración con su hijo durante todo el período de las hostilidades. •Cuando subió al poder, Mussolini hizo des­ aparecer a la Desler y su hijo. Dos veces asesino. Traidor de su propia fa­ milia y de su partido. El padre de Mussolini, revolucionario since­ ro, llamó Benito a su hijo como homenaje Benito Juárez. Cuando su padre murió, en 1910, Mussolini escribió: "No nos dejó bienes materiales; pero de bie­ nes morales nos dejó un' tesoro: LA IDEA." En el año 1927 Mussolini declaró en un dis­ curso : "Todos los periódicos de la oposición han sido suprimidos; todos los partidos antifascis­ tas han sido disueltos. Hemos creado una po­ licía especial fascista, las oficinas políticas de

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investigación, el Tribunal Especial que funcio­ na magníficamente " Es éste el trlBúto que Mussolini dio a la Idea paterna. Traidor de su propia sangre. Cesare Rossi, que fue lugarteniente de Mus­ solini hasta la época del delito Matteotti (ju* nio de 1924), escribió que frente a la explosión de la conciencia popular contra el crimen sal­ vaje, "Mussolini por el terror.se redujo como un harapo; se desmayó dos veces y lloraba continuamente.'' Asesino y cobarde. ¿Qué hombre fue más grande que él? Mussolini es "el César, el Washington, el Cronwell, el Napoleón, él Mazzini de la cuarta Italia". Esta definición es de Pietro d-orgolini, un escritorzuelo miserable que Mussolini levantó a la dignidad de "Histórico del Fascismo". Nosotros lo juzgamos con la compañera Ba­ labanoff: "Si la historia recordara el nombre de Mus­ solini, lo hará para personificar a Judas y Caín, símbolo de lo que es para todos los hombres lo más infame y vergonzoso: la traición por di­ nero, el puñalazo en la espalda del hermano. El Judas moderno superó a sus precedesores: traicionó a toda una clase..."

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ON el pequeño aporte de muchos miles de trabajado­ res, empleados y sociedades populares, hemos alcanzado ya a tener un millón de pesos depositados en Caja de Ahorros aplicados a obras de utilidad social. Prefiera la Cooperativa para abrir

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MUJER

Sé fuerte, ¡mujer! Sé fuerte al dolor. La espina que airada te hiera, recibe el perfume de tu alma sutil. La savia que mane la herida, sea incienso que lleve consuelo y amor; sea fuego sagrado que borre los odios, divino crisol que funda en una bondades sin fin. Sé fuerte, ¡mujer! En cada momento de vida, Sé como la palma erguida que a impulsos del viento se mece tranquila. Tranquila y soberbia altiva y erguida, Mujer... resiste a los vientos, que austeros se llevan tu noble virtud; desprecia los locos afanes de aquellos que quieran virtudes noblezas, anhelos sublimes que vibran en ti.

E L O Í S A

Eleva orgullosa la blanca diadema, que forman los grandes cariños: de hija que ama, de novia que alienta, de esposa que sufre, de madre que adora. La patria no quiere que vivas esclava, la Patria reclama que vivas de pie. Sé digna, sé noble, sé fuerte. ¡ Mujer!

A Z C U A Q A

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Estampas ile la Guerra

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EX LA PATKIA

Por Luis de MADARIAGA Para VIDA FEMENINA

'Cuando la Patria está en peligro, todo buen patriota surge para defenderla en el campo de batalla. Cuando estalló el movimiento faccioso en nuestro suelo patrio, el pueblo — pueblo heroico y antifascista — se arrojó a la calle dispuesto a defender. sus libertades sin retro­ ceder un solo paso. Los españoles dignos y hon. rados residentes en el extranjero dejaron sus hogares, tranquilos, para empuñar las armas y tener un sitio en el campo de la hombría, pa­ ra defender a sus hermanos españoles de la esclavitud a que estaban sujetos, por el orgullo egoísta de unos cuaníos farsantes de la polí­ tica y unos malvados generales sin honor y sin vergüenza. Nos encontramos ante un patriota, José Ma­ nuel García Marino, al cual solicitamos su bio­ grafía y su opinión sincera de nuestra guerra. -i...» —En el año 1922 fui llamado por mi padre para que fuera a su lado, en Francia, donde residen. Antes, él, en compañía de mi familia, había abandonado su país natal, España... Pasaron los meses y tras los meses los años... Julio de 1936: el fascismo español se levantó •contra el pueblo; creí, como muchos otros, que sería cuestión de quince días o un mes, a lo sumo. Pero, no fue así; España había sido ven­ dida por unos generales señoritos y traidores a su patria, renegando a la promesa que ha­ bían hecho, de servirla mientras en sus venas — venas azules como el fondo del mar — circu lase una sola gota de sangre. —i Qué hizo usted al darse cuenta que nos­ otros no sosteníamos una guerra civil, sino que en el horizonte se veía una invasión vergon­ zosa t —En vista que la guerra civil española se había transformado en una guerra de conquis­ ta por los países totalitarios, me decidí a aban­ donar mi hogar, compuesto de mi compañera,

encinta, y dos hijas: la mayor tenía dos años y diez meses. Los sollozos y las súplicas de mis padres y mi compañera no fueron suficien­ tes para hacerme olvidar que era español y que mi deber era el de empuñar las armas pa­ ra impedir, a medida de mis fuerzas, que mi suelo patrio fuera mancillado por pisadas ex­ tranjeras y que hicieran de España una colo­ nia estilo abisinia. ¡Eso jamás! —¿Cuándo se incorporó a nuestra gesta? —El 27 de diciembre de 1936, a las diez de la noche, tomé el tren en París con dirección a la España Republicana... En la estación, pa­ ra despedirme se encontraba mi compañera... "No me olvides • piensa en 'nuestros hijos" — me dijo —; unas lágrimas..., un fuerte abrazo de emoción..., un beso frío pero lleno de ter­ nura. Monté en el tren y un último adiós con la mano fue el recuerdo que me traje para el pueblo heroico. —¿Feliz viaje? —Después de varios interminables días 3 N

de sumo interés, indicándonos la necesidad de empuñar las poquísimas armas de que dispo­ níamos para intentar impedir que el enemigo pisoteara nuestra capital. [Nuestro Madrid he­ roico, trinchera mundial de la libertad! Todos los soldados a un solo grito exclamaron: ¡ Muer­ te al invasor! ¡España es nuestra y lo será! ¡No pasarán, no pasarán! A los pocos días lle­ gamos al pueblo de Ciempozuelos. Estábamos contentos y de buen humor; íbamos a defen­ der a España contra el fascismo invasor. Nos colocamos sobre una loma en la cual no se ha­ bían construido aún trincheras por falta de material y tiempo. Llevo en mi mente una fe­ cha clavada que jamás olvidaré. El 6 de fe­ brero, estando yo con el capitán camarada Yu­ belo (19 años) en el flaneo derecho del bata­ llón, un soldado nos indicó varios puntos que a lo largo se divisaban. Con la ayuda de los gemelos de campaña, el capitán comprobó que eran unos cuarenta tanques enemigos que avan­ zaban con gran rapidez hacia nuestro flanco izquierdo... Locos, bajamos los dos en com­ pañía de un enlace, para evitar una sorpresa fácil que podía costar cara a nuestros cama­ radas que, confiados, esperaban la orden del mando para avanzar... Llegamos cuando PI enemigo rompía intenso fuego con artillería, morteros, tanques, caballería e infantería.. . Plasmar la impresión que en mi ánimo causó. es imposible. Oía silbar las balas por encima de mi cabeza. Me tiré bruscamente al suelo y de bruces permanecí unos diez minutos, duran­ te los cuales ante mi vista pasaron mis padres, mi compañera y mis hijos... Me levanté im­ pulsivamente ; airado y sin cruzar palabra con nadie me dirigí adonde heroicamente mis com­ pañeros defendían la tierra que pisaban. Un grito agudo salió de mi garganta: ¡ Animo ea­ maradas! ] Aquí no pasarán, ánimo ! -Í...J —El combate empezó a las ocho y cuarto de la mañana. Los tanques avanzaron porque veían que de nuestra posición no salían nada más que débiles disparos de fusil. Teníamos hombres voluntarios españoles, pero no tenía­ mos armas: sólo disponíamos de cuatro ame­ tralladoras y fusiles. A las diez ele !a mañana cayó herido el valiente teniente Olmedilla (21 años), al mismo tiempo que un sargento me lla­ maba: "Político: tráeme la guitarra que voy a tocar u a fandango! Le llevé la guitarra y al instante se percibieron los sonidos de las cuer­ das y la voz del sargento que cantaba.. - Una bala enemiga apagó para siempre la canéjó'i

Fág. 15

que salía de unos labios ^antifascistas. Por to­ da,» partes se oía el mismo lamento: ¡No te­ nemos municiones! El comisario Vicent ordenó el aprovechamiento de las pocas municiones existentes. Un tiro, un objetivo. Al rato se cal­ mó el fuego por nuestra parte y los tanques enemigos avanzaban... En algunos rostros de mis camaradas se pudo observar la mueca de horror. Varios soldados avanzan hacia los tan­ ques y los acometen con sus bayonetas. . . ¡ Hé­ í'oes de España, que perecieron antes que re­ troceder! Me acerqué al comandante Plaza pi­ diéndole municiones y me contestó: ¡ Resistid ! ¡ Resistid, que las municiones están en camino! Me entregó unas bombas que poseía, catorce en total, las cuales repartí entre soldados y al­ gún jefe. Un soldado apellidado Carreras se di­ rigió hacia los tanques, desafiando la muerte, e hizo que las seis bombas que llevaba en la dotación estallasen sobre un tanque, pero co­ mo no eran antitanques no hicieron efecto al­ guno. Medio loco, sin darme cuenta de] peligro que corría y cantando una vieja canción revo­ lucionaria, me acerqué al comandante, que se encontraba junto con el comisario, a la cabeza de nuestras fuerzas y le expliqué nuestra situa­ ción. Una bala hiere al enlace, otra le quita el gorro a él, pero sin inmutarse lo más mínimo, gritó: ¡Adelante, camaradas, que retroceden!... Y el enemigo avanzaba, pero nuestros soldados, con una moral increíble, estaban en su puesto. Dos horas más tarde caía muerto en primera !ínea nuestro bravo comandante Antonio Plaza. Momentos antes habían caído los delegados po líticos de la primera y segunda compañía. Un capitán me ordena la retirada con treinta hom­ bres y tres mulos. Mientras hacíamos la reti­ rada, vi cómo los rífenos sin corazón pasaban a. la bayoneta a los heridos de nuestras filas. Sin armas ni municiones, solamente con el he­ roísmo de nuestros soldados, resistimos diez ho­ ras y media." Este asturiano de corazón — José Manuel García Marino — expone a nuestros lectores un breve episodio de la actuación de los que defienden las libertades del proletariado mun» dial en los parapetos de la única España, la España de los trabajadores, la España de la República. Estrechamos su mano encallecida y le decimos: —¿Algo más? —Sí —nos dice en francés —. ¡Vivo le Peuple Espagnol! Madrid, Mayo 1938.

V I D A

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por

LUCAS

F E M E N I N A

BUENAIRE

| SERMONES PERDIDOS[

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DIME EL D I A R I O Q U E LEES... »'••»*

La gente que viaja a estas horas tempranas en los tranvías de la gran empresa, goza de la vf-.ntaja del boleto obrero. La compañía, en su forzada liberalidad, ha dispuesto las cosas de un modo inteligente que le permite hacer viajar por cinco centavos a los pasajeros sin perjudicar a los señores ac­ cionistas. Ha establecido este servicio de coches-obre­ ros en los cuales, mediante la probada pacien­ cia y habilidad de los pasajeros, cabe el doble de lo que establece la capacidad del tranvía. Aparte de algún apretón, de un suave pisoteo a los pies y de una que otra expresión mal­ humorada, se puede viajar en estos coches en las frías mañanas invernales, con la ventaja del calor natural que irradian los cuerpos. En verano, la ventaja es para los que van coiga­ dos en la parte exterior del tranvía y logran así aspirar a pulmones llenos la fresca brisa matinal. Desde nuestro incómodo observatorio^ una vez conquistado el ansiado asiento que todos pagan pero que no todos ocupan, empezamos a mirar a nuestro derredor; no hay cosas vie­ jas ni demasiado vistas para quien todavía tiene ganas de mirar. Todos ponen aquí, al sentarse, la misma ca­ ra de inusitada gravedad y realizan el mismo acto: llevan su mano al bolsillo y extraen su diario. Van apareciendo, poco a poco, las hojas grandes y las hojas chicas. El diario a la an­ tigua y el diario moderno. Van apareciendo, también, las hojas medianas, de un modernis­ mo vergonzante. Observemos ahora lo que lee esta gente, que es gente de trabajo, pensando hacer la consa­ bida conclusión: dime el diario que lees y te diré lo que piensas; que es como si dijéramos:, dime lo que comes y te diré cuál es tu salud. Ya que el diario es el pan intelectual por ex­ celencia. No predominan entre los manos de los lec­ tores los ejemplares pesados de los dos colosos del periodismo, de ediciones monstruosas y sp­

sudos editoriales que trasuntan el periodismo grave, responsable, que no puede decir las co­ sas sin el estilo campanudo y solemne, a la manera académica, ni reír con risa loca, pues miran sus columnas largos años de prestigio periodístico. Son los diarios de diez centavos que el trabajador compra en las grandes oca­ siones, cuando traen el pesado suplemento o el novísimo mapa geográfico. Más numerosos son los diarios de cinco cen­ tavos. Son los que buscan los pasajeros de es­ tas horas mañaneras ya aficionados a sus no­ ticias sintéticas, sus títulos enormes, sus notas espeluznantes en la sección policial. Todo esto por cinco centavos. Estilo telegráfico e información en dosis ho­ meopáticas. Este es el diario inglés escrito en castellano, en el cual los artículos de redae­ •ción tiran de las orejas suavemente, al ar­ tículo firmado por el escritor ilustre como pa­ ra recordarle que hay allí un neg'ocio y que los negocios son los negocios. Este diario que edita la gran sociedad anó­ nima tiene sus alardes democráticos; adoctrina en civismo y adopta ,un tono solemne en sus páginas editoriales. Pero no puede disimular su carácter de em­ presa meramente comercial. Se descubre allí, entre líneas, un encono invencible contra la clase que explotan sus accionistas. Las más jus­ tas conquistas obreras se le aparecen como­ enormes concesiones realizadas a expensas dé­ los pobres industriales. Lo más visible en este diario es su odio al socialismo y a sus hombres más representati­ vos. ¡ Con cuánta extensión suele ocuparse de los socialistas para buscar supuestas contradic­ ciones entre la teoría y la práctica de las ideas! Con la base de mentiras e inepcias recogidas allí donde la oposición al socialismo se con­ vierte en odiosa pasión incubadora de infames­ calumnias, prepara los pasteles periodísticos que han de indigestar a sus lectores. Menos chico, de formato mediano, este otro­ diario de cinco centavos tiene numerosos lec_

A C O S T Ó

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lores. Es mas pobre que el otro pero no más lcul al pueblo que lo lee y cuyas costumbres prostituye con su abundante información tur­ fistica. La revista que acabamos de hacer nos deja un poco-descorazonados, pues pensamos, res­ pondiente al: dime el diario que lees., ¡qué mal, pero qué mal lee el pueblo! Para estas impresiones desoladoras encontra­ mos, sin embargo, esta fría mañana de julio, una feliz compensación. Allá, en el asiento delantero, descubrimos un pasajero que lee un diario que no hemos visto entre las manos de ninguno de los lecto­ res que viajan con nosotros a esta hora. Lee este pasajero un diario que no goza to­ davía del favor popular y que es, sin embargo, un auténtico y valiente defensor del pueblo trabajador. Es el diario que fundara un joven médico a fines del siglo pasado. Lo edita una agrupa­ ción de hombres que se han conjurado para dignificar la política argentina dándole un con­ tenido preciso: la defensa y elevación de la clase obrera. Es el diario popular por excelencia. Digamos lo que contiene y lo que no contiene este diario que debería ser el pan intelectual de todos los trabajadores de nuestro país. Ello nos permi­ tirá deducir por qué no predomina entre nues­ tros compañeros de viaje. Pero nos permitirá señalar la aberración que significa que el diario de la organización po­ lítica de la clase obrera de nuestro país no cuente con los centenares de miles de lectores que se merece. Tiene "La Vanguardia", desde luego, artícu­ los bien escritos en defensa de las libertades públicas; clara y sana doctrina socialista; in­ formación abundante en asuntos del país y el extranjero; una excelente página gremial; una bien orientada página teatral. Queda además por enumerar su sección literaria; sus páginas de'asuntos'especiales: agricultura, cooperación, economía, etc. Todo, en fin, cuanto puede ape­ tecer un lector culto. Esta hoja, que no goza de ningún apoyo oficiad; que no use halla subvencionada por ninguna empresa privada; que, por el contra­ rio, se halla colocada en el índice por los círcu­ los cuyos infames negocios ella denuncia; que rechaza, invariablemente, el aviso que contra­ ría los intereses de la clase' obrera o contribu­

yen a degradarla; esta hoja en fin, que

El Vagón

de

2/ Clase

Especial para VIDA Aquella mañana llegué a la es­ tación cuando el tren partía; co­ rrí desorientado sin saber cuál co­ che tomar, cuando acerté a subir a uno que tenía la puerta abierta, donde me esperaba el guarda, cor­ tés y solícito para ayudarme a trepar. Aquella mañana, contraria­ mente a mi habitual puntualidad, había llegado algo tarde a la esta­ ción; decididamente ese día "anda­ ba en las malas. Me sentí muy mo­ lesto porque aquellos segundos de partida me habían sacado de mi agradable rutina. Tomaba de ordinario el tren de las 9.45 y yo llega'ba a las 9.35, es decir, 10 minutos antes, el tiempo suficiente para hojear a gusto mi periódico mientras el lustrabotas, un simpático moroc'hito, un pibe como de unos diez años, me quita­ ba con uñ trapito el polvo de mis zapatos y me contaba con voz car­ gada de inocencia las últimas no­ vedades del día. Con esa excusa (la de limpiarme el calzado) le da­ ba unas monedas de más que él las recibía lleno de júbilo y emo­ ción. Luego me encaminaba a lo largo del andén con el fin de se­ leccionar los coches para trepar en el que fuese mi coche "ideal". 'Este inconveniente de mi llega­ da justa con el tren, me privaba, primero, de mi p&riódieo; segun­ do, de mi charla con mi pequeño y simpático amiguito,y por último me quitaba por ©se día el infantil placer de atiabar desde un extre­ mo del andén la llegada del con­ voy que se deslizaba veloz y sigi­

losamente sobre aquellos rieles que brillaban a la luz del sol co­ mo dos cintas de vidrio. Primero veía Un punto con tres ojos inmó­ viles, luego se balanceaba y en uu abrir y cerrar de ojos todo aquel manojo de hierros que a mí se mt> antojaba una figura dantesca se dilataba

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