RAZONES PARA IR A MISA

RAZONES PARA IR A MISA I. RAZONES QUE DAN ALGUNOS PARA NO IR A MISA 1. “Yo no voy a misa porque es muy larga” ¿De veras? ¿Cuánto dura una misa de domi

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RAZONES PARA IR A MISA I. RAZONES QUE DAN ALGUNOS PARA NO IR A MISA 1. “Yo no voy a misa porque es muy larga” ¿De veras? ¿Cuánto dura una misa de domingo? Una hora. Esto, ¿nos parece mucho? La religión que tiene su reunión semanal más breve es la religión católica. Las demás religiones son mucho más largas en su reunión de cada semana. Los cristianos de oriente (los ortodoxos de Grecia, Rusia, Turquía y Egipto, etc.) demoran casi tres horas en su misa del domingo, y dicen: “Con Dios no hay que tener afanes. ¿Por qué andar siendo tacaños robándole tiempo al Dios que nos dio todo el tiempo que tenemos y que nso va a dar la eternidad?”. Ciertos católicos que dicen que no van a misa porque dizque es muy larga, se van en cambio a un estadio cuatro horas antes de que empiece un partido internacional y allí sentados sobre un duro cemento, aguantando la inclemencia del frío o del calor, se están seis o más horas...y esto no les parece largo. Por eso un santo decía: “La que es larga no es la misa. La que es corta es tu fe”. Por tener raquítica nuestra fe, por eso es que la Misa nos parece larga. 2. “Yo no voy a misa porque me queda muy lejos” ¿De veras? En una ciudad pavimentada, con abundantes colectivos, donde hay bastantes iglesias y bastantes misas...¿te queda lejos? Los antiguos campesinos, nuestros padres, caminaban cuatro y más horas para ir a misa del domingo y nosotros, sus hijos, ¿no seremos capaces de viajara por media hora para ir a la santa Misa, que nos va a obtener el perdón de los pecados y la salvación del alma? Es una falsa excusa puesta por el demonio, porque él sabe las gracias inmensas que nos proporciona. El demonio es como un ladrón que nos asalta cada domingo y nos roba estas gracias. 3. “Yo no voy a misa porque no tengo tiempo” Esta excusa es una mentira. Cada uno tiene tiempo para lo que quiere, y no tiene tiempo para lo que nos quiere. ¿Es posible que en doce horas de luz del domingo, no tenga ni una hora para Dios? ¿Tan falto de fe estás? Si en cada misa nos dieran un millón de dólares, ¿quién no iría? Pues en cada misa se gana mucho más que un millón de dólares. Se ganan tesoros para el cielo.

¿Todo el tiempo del domingo dedicado al cuerpo que se ha de podrir y engusanar en un sepulcro, y no hay ni una hora para el alma que no se va a morir nunca y que estará siempre en el cielo o en el infierno? Tenemos tiempo para dormir, tiempo para comer, tiempo para charlas y reír y hasta tiempo para pecar...y ¿no tenemos tiempo para Dios y para el alma? La misa dura 60 minutos. El domingo tiene 1.440 minutos. ¿Cuántos das a Dios y cuántos te reservas para ti? 4. “Yo no voy a misa porque no me nace de dentro” leyes no son para cuando nos nace cumplirlas. ¿Qué tal si llamáramos a los empleados del gobierno y les dijéramos: “Nosotros que vivimos en la calle X y en número Z ya no pagaremos en adelante ni luz, ni teléfono, ni agua...porque no nos nace pagar”? ¿De veras nos dejarían estos servicios? Yo creo que nos cortarían luz, agua y teléfono. Las leyes no son para cumplirlas cuando nos nace. Son para todas las veces, para cuando nos nace y para cuando no nos nace. Imagínate si te subieras a un colectivo y le dijeras al chofer: “No le pago porque no me nace”, ¿qué te respondería el chofer? Se enfurecería y le mandaría fuera. Si a un chofer que le va a llevar por unos kilómetros no se atreve a decirle que no le paga porque no le nace, y a Dios que le va a llevar al cielo o al infierno sí le dice que va a misa porque no le nace. ¿Respetas más a un chofer que a Dios Creador? Si no nos nace ir a misa tendremos doble premio. Uno por la misa en sí misma y otro por el sacrificio que hicimos al asistir a ella sin tener deseos de asistir. Jesús dijo que la primera condición para ser discípulo es negarse a sí mismo, es decir, hacer lo que nos cuesta hacer. Si en la vida sólo hiciéramos lo que nos agrada...¿cuántos estudiarían, cuántos trabajarían, cuántos cumplirían sus deberes? Al cielo no se va en el colchón de la facilidad, sino por el camino angosto y estrecho del sacrificio. Concluyendo esta primera parte: las causas profundas por las que muchos no van a misa y no respetan el domingo son éstas: el olvido de Dios, la negación de Dios, la indiferencia religiosa, ignorar las dimensiones del espíritu, desconocer que el hombre criatura, limitado y débil, se realiza en Dios, y en Él alcanza la plenitud. Abandonada o descuidada la referencia a Dios, se está produciendo una especie de vacío espiritual, sobre todo en los jóvenes, que se manifiesta con frecuencia en situaciones de aburrimiento o falta de ilusión. Para recuperar el domingo hay que comenzar por recuperar a Dios en el corazón humano, teniendo presente que negar a Dios es negar al hombre y despreciar a Dios es dejar desamparado al hombre. Hay que recuperar las actitudes más nobles del hombre ante Dios: gratitud, reconocimiento, alabanza, confianza y amor.

II. RAZONES QUE TENEMOS TODOS LOS CRISTIANOS PARA IR A MISA El tercer mandamiento de la Ley de Dios manda ir a misa y santificar las fiestas. Veremos aquí el sentido que tiene el domingo y los bienes que este mandamiento trata de proteger. Lo primero que hay que decir es que los mandamientos son un don para el hombre, un servicio de humanidad, una manifestación del Amor de Dios a sus criaturas...y no una esclavitud, un fardo pesado que hay que aguantar y llevar, si uno quiere salvarse. Estos mandamientos indican las condiciones y las cualidades de una vida liberada de la esclavitud del pecado, del desorden , del abuso, del egoísmo. Esta fuerza liberadora aparece claramente en el “mandamiento del descanso”, que es un bien para el hombre y la ayuda a recuperarse, a realizarse, a vivir en dignidad. Es, desde el principio, un deseo de que el hombre no se aparte de Dios, viva de cara a Él. El día séptimo, el domingo, es un día que Dios bendijo y lo hizo sagrado. Todos los mandamientos afectan e interesan a todos los hombres, están grabados en el corazón humano, son buenos para todos porque a todos ayudan a caminar y su observancia redunda en bien de toda la sociedad. En el caso del tercer mandamiento, la fiesta, el desanso, el culto a Dios, la convivencia familiar y social, son otros tantos aspectos de la vida favorecidos por el precepto de observar las fiestas que ayuda a tener en cuenta los valores del espíritu y las realidades trascendentes. ¿Por qué el domingo y no el sábado judío? Porque el domingo es el día en que Cristo resucitó, y por tanto, es el día gozoso de la nueva creación. Desde el inicio de la Iglesia celebrar el domingo era reunirse en comunidad, hacer memoria del Señor, volver a escuchar su Palabra, conmemorar y hacer presente su sacrificio, su ofrenda al Padre por todos y fortalecerse con el alimento de su cuerpo. Orar, cantar, dar gracias, reconciliarse y ayudarse mutuamente como hermanos. ¿Por qué hay que santificar las fiestas? ¿Por qué hay que ir a misa todos los domingos? El motivo profundo por el que el hombre ha de celebrar el domingo, es su relación directa, vital, esencial, con Dios, su Creador y Padre, y con Cristo, el Señor, y con la Iglesia, ese medio de salvación que nos regaló Cristo para formar la comunidad de creyentes, y con la familia, esa iglesia en pequeño. III. RESUMEN DE LA CARTA DEL PAPA “DIES DOMINI” El Papa acaba de escribir una carta maravillosa, llamada “Dies Domini” sobre el domingo, el 31 de mayo de 1998, solemnidad de Pentecostés. En ella trata justamente de los motivos fundamentales para rescatar, recuperar, respetar, vivir y gozar del domingo, el día del Señor. Resumamos aquí esta carta del Papa:

Introducción Nos invita: a) A experimentar el domingo el mismo gozo exultante que experimentaron los discípulos aquel día primero de la semana cuando el Señor se les apareció resucitado, y les ardía el corazón. b) A vivir el domingo como el día de los cristianos; es nuestro día. Es la fiesta primordial. c) A descubrir con nueva fuerza el sentido del domingo: su misterio, el valor de su celebración, su significado para la existencia cristiana y humana. e) A no confundir el domingo con el fin de semana, entendido fundamentalmente como tiempo de descanso o diversión. Urge una auténtica madurez espiritual que ayude a los cristianos a ser ellos mismos, en plena coherencia con el don de la fe, dispuestos a dar razón de la esperanza que hay en ellos. d) A vivirlo, a pesar de las dificultades que se presentan hoy día en la sociedad: dificultades socioeconómicas hacen que ya no se respete el domingo como el día de fiesta y se obliga al trabajo. Esto hace que disminuya la fe. Otra dificultad no menor es que hay escasez de sacerdotes, y por lo mismo no se puede garantizar la celebración eucarística dominical. Por eso, urge recuperar las motivaciones doctrinales profundas de este precepto: “Santificar las fiestas”. e) Cristo no es tiempo perdido, sino más bien ganado para la humanización profunda de nuestra relaciones y de nuestra vida. Partes de la carta 1. El domingo, día del Señor Nos invita el Papa a releer la gran página de la creación y profundizar en la teología del “sábado” cuando Dios descansó, para entrar en la plena comprensión del domingo. El Papa parte de la contemplación de la creación como obra de Dios, y de la obra de Cristo como nueva creación. Siguiendo el Génesis y otros textos del A.T, destaca la actitud de adoración y de comunión con Dios, por parte del hombre. A este propósito, el Papa motiva fuertemente el descanso no tanto como una simple interrupción del trabajo, sino como la celebración de las maravillas obradas por Dios. La santificación de las fiestas no se inscribe como una observancia de disciplina religiosa, sino como uno de los fundamentos de la vida moral inscrita en el corazón

Y finalmente no

de cada hombre. El A.T tuvo en el sábado el día del recuerdo para la santificación; la Iglesia tiene todo su recuerdo, es decir, su fe centrada en la resurrección de Cristo, el día después del sábado. El domingo, por tanto, es un día privilegiado para contemplar con gozo la obra de la Creación, ese Cosmos salido de las manos de Dios y que lleva la impronta de su bondad. Durante los días laborales no tenemos tiempo para saborear esta hermosa sinfonía escrita por el mismo Dios...y que sólo podemos escuchar si estamos en silencio, en descanso, serenos. Y en esa contemplación Dios quiere que entablemos una relación de amistad con Él, es decir, que le alabemos, le demos gracias, nos confiemos a Él, correspondamos a su amor, le demos culto. Y de esta contemplación de la obra de la Creación brotan espontáneamente sentimientos de gratitud, alabanza, alegría. 2. Domingo, día de Cristo El segundo capítulo explica cómo llegan a su plenitud, en la celebración del domingo en honor de Cristo resucitado, todos los aspectos de la fiesta: es la Pascua Semanal, que los cristianos progresivamente separaron del sábado judío; es el día de la nueva creación, el día que anuncia la eternidad, el día de Cristo-luz, el día del don del Espíritu, el día de la fe. Termina con una afirmación solemne acerca del caracter “irrenunciable” del domingo cristiano. Citando el Concilio Vaticano II reafirma que “la Iglesia no se opone a los diferentes sistemas del calendario civil, simpre que garanticen y conserven la semana de siete días con el domingo”. El domingo es el día en que Cristo resucitó. Día de la victoria y triunfo de Cristo de la muerte, de sus enemigos. Después de una batalla, hay que festejarlo, celebrarlo, alegrarse y recordar los episodios más gloriosos de la batalla. Pues eso es lo que hacemos cada domingo: recordar, revivir, rememorar el triunfo de Cristo, gracias al cual fuimos liberados, rescatados, salvados...y nacimos a una nueva creación. 3. Domingo, día de la Iglesia El tercer capítulo es una descripción entusiasta de la celebración eucarística dominical, en todos los aspectos. En el corazón de toda la explicación, aparece el impulso del Papa a los pastores y fieles para la valoración pastoral de esta síntesis de alimento de la fe que es la asamblea litúrgica del domingo. Ante los desánimos de unos, las dudas de otros sobre la necesidad de que sea precisamente el domingo el día de la asamblea, la impresión de que no pocos cristianos tienen de la no urgencia de la participación a la misa dominical, el Papa reafirma el sentido profundo de la obligación grave que afecta a todos los cristianos, fundada en la suma importancia de

la Eucaristía para la vida cristiana. Es una afirmación que será clarificadora para los pastores, los educadores, los padres cristianos, y para todos los fieles. Es decir, es el día de la comunidad y de la asamblea, día en que nos reunimos para celebrar la Eucaristía, donde Dios nutre a la Iglesia, a nosotros con su Palabra y con el Pan. Se debe notar la unidad familiar en la parroquia, todos unidos en torno al altar, alimentándonos del mismo Cuerpo del Señor: padres e hijos, catequistas y catequizandos, jóvenes y educadores, ancianos y enfermos. 4. Domingo, día del hombre El cuarto capítulo trata de las consecuencias que se derivan de la celebración del domingo para la calidad de vida de los hombres: una alegría liberadora, un descanso humanizador que comporte enriquecimiento espiritual, una decisión de “elegir, entre los medios de cultura y las diversiones que la sociedad ofrece, los que estén más conformes a los preceptos del Evangelio”. El domingo es igualmente una oportunidad para la solidaridad, para aprender a compartir. En estos aspectos, sobre todo, es donde el Papa tiene en cuenta la diversidad de situaciones sociales en las que viven los cristianos, pero afirma que “es natural que los cristianos procuren que, incluso en las circunstancias especiales de nuestro tiempo, la legislación civil tenga en cuenta su deber de santificar el domingo”. Día de la alegría. No debería haber ayunos. Alegría profunda. Día de descanso del trabajo físico, profesional, manual, para dedicarme a actividades del espíritu. En lo posible, se ha aspirar a que el domingo no sea un día laborioso de actividad agotadora. Deberá ser un día de descanso, de sana distracción, de recreo, una jornada especialmente dedicada a la familia, o al encuentro con los amigos, libre de obligaciones laborales. Día para recuperar fuerzas, serenar el espíritu, moderar las prisas, evitar que se dispare la ansiedad, es una cura de materialismo, de egoísmo y de mal humor acumulado durante la semana. Abre la ventana del espíritu, propicia la relación fraterna desinteresada, ayuda a recuperar el sentido de la vida, a cultivar el amor y la fe, y a despertar la esperanza, tan necesaria para vivir y luchar. Día de la solidaridad: actividades de misericordia, caridad, apostolado, etc. 5. Domingo, día de los días El quinto capítulo es una reflexión sobre el sentido cristiano del tiempo. Si Cristo es el centro del tiempo, la celebración del día de Cristo es “también el día que revela el sentido del tiempo”. El domingo es, por esto, el día que estructura todo el año litúrgico, y su celebración, el paradigma de todas las demás celebraciones de las

fiestas. Las afirmaciones del Papa son una invitación clara a no cubrir con otros aspectos la celebración del misterio de Cristo en el domingo. Posibilidad para encontrarme con Dios, con todos los hermanos en la fe, para intercambiar los dones de la fraternidad. Posibilidad para encontrarnos con nosotros mismos. Conclusión La conclusión del documento es una exhortación a los cristianos para que vivan en plenitud la misa dominical. “Es de importancia capital que cada fiel esté convencido de que no puede vivir su fe, con la participación plena en la vida de la comunidad cristiana, sin tomar parte regularmente en la asamblea eucarística dominical...El cristiano se siente en cierto modo solidario con los otros hombres en gozar del día de reposo semanal; pero, al mismo tiempo, tiene viva conciencia de la novedad y originalidad del domingo, día en el que está llamdo a celebrar la salvación suya y de toda la humanidad”. El Papa concluye con una referencia mariana y con una inspirada alusión al Jubileo: éste pasará, pero “el domingo seguirá marcando el tiempo de la peregrinación de la iglesia hasta el domingo sin ocaso”.

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