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Reporte Estadístico de Encuesta sobre Testimonios y Memorias del Conflicto Armado en Colombia Primera Semana Universitaria de la Memoria
Paula Quiñones Juan David Otálora Sechague Sebastian Polo Alvis
Introducción Con motivo de la realización de la Primera Semana Universitaria de la Memoria, en noviembre de 2015, desde las Facultades de Ciencia Política y Gobierno y de Relaciones Internacionales, se realizó la invitación a la comunidad Rosarista a reflexionar sobre su vivencia del conflicto armado. Creemos a veces que el impacto de la violencia política y la guerra en Colombia sólo ha afectado a un sector marginal de la sociedad. Pero en realidad nuestra historia está cruzada por eventos dolorosos que todos recordamos y que habitan en nuestra memoria colectiva por el simple hecho de ser colombianos, así no hayamos sido sobrevivientes protagonistas de tales experiencias traumáticas, sino pasajeros espectadores. Directa o indirectamente, profunda o superficialmente, consciente o inconscientemente, hemos sido tocados y heridos. Durante tres semanas, la comunidad Rosarista contestó cuatro preguntas cerradas que buscaron indagar sobre su vivencia del conflicto armado y una pregunta abierta en la que podían escribir su experiencia o percepción. Los resultados de ésta encuesta muestran la vivencia de una parte de la comunidad Rosarista frente al conflicto armado y las reflexiones muy personales y sentidas que hicieron quiénes contestaron a las preguntas. Las reflexiones dan cuenta de lo cercano y lo lejano que es el conflicto armado para nosotros y también del dolor ante la indiferencia propia y ajena por lo vivido en el país.
Resultados sobre datos previos: Edad de los encuestados Rangos de edad
Respuestas
%
15-20
36
26,5
21-25
57
41,9
26-35
20
14,7
36-45
11
8,1
46-65
9
6,6
Más de 65
3
2,2
Total
136
100,0%
Rango de Edad
15-20
21-25
26-35
36-45
46-65
Más de 65
Resultados sobre datos previos: Género Género
Respuestas
%
Femenino
78
57,4
Masculino
58
42,6
136
100,0
Género
Femenino
Masculino
Resultados sobre datos previos: Ciudad de Nacimiento Ciudad de Nacimiento
Respuestas
%
Bogotá
102
75,0
Bucaramanga, Santander
3
2,2
Tunja, Boyacá
2
1,5
Montería, Córdoba
3
1,7
Neiva, Huila
2
1,7
Chocontá, Cundinamarca
1
0,7
Cajicá, Cundinamarca
1
0,8
Villeta, Cundinamarca
1
0,8
Sogamoso, Boyacá
1
0,8
Duitama, Boyacá
1
0,8
Tibaná, Boyacá
1
0,8
Socorro, Santander
1
0,8
Barrancabermeja, Santander
1
0,8
Cúcuta, Norte del Santander
1
0,8
Medellín, Antioquia
1
0,8
Valledupar, Cesar
3
0,8
Aguachica, Cesar
1
0,8
Arauca, Arauca
1
0,8
Cali, Valle del Cauca
2
0,8
Túquerres, Nariño
1
0,8
Florencia, Caquetá
1
0,8
Caracas, Venezuela
1
0,8
Itajuba, Brasil
1
0,8
Paris, Francia
1
0,8
Cartagena, Bolívar
1
0,8
Buenaventura, Valle del Cauca
1
0,8
136
100,0
Ciudad de nacimiento
Bogotá
Bucaramanga, Santander
Tunja, Boyacá
Montería, Córdoba
Neiva, Huila
Chocontá, Cundinamarca
Cajicá, Cundinamarca
Villeta, Cundinamarca
Sogamoso, Boyacá
Duitama, Boyacá
Tibaná, Boyacá
Socorro, Santander
Barrancabermeja, Santander
Cúcuta, Norte del Santander
Medellín, Antioquia
Valledupar, Cesar
Aguachica, Cesar
Arauca, Arauca
Cali, Valle del Cauca
Túquerres, Nariño
Florencia, Caquetá
Caracas, Venezuela
Itajuba, Brasil
Paris, Francia
Cartagena, Bolívar
Buenaventura, Valle del Cauca
Resultados sobre datos previos: Estado Civil Estado Civil
Respuestas
%
Soltero
113
83,1
Casado
17
12,5
Unión Libre
5
3,7
Divorciado
1
0,7
136
100,0
Estado civil
Soltero
Casado
Unión Libre
Divorciado
Pregunta No. 1: ¿Usted se informa frecuentemente sobre el conflicto armado en Colombia? Respuestas
%
Si
106
77,9
No
30
22,1
136
100,0
¿Usted se informa frecuentemente sobre el conflicto armado en Colombia?
Si
No
Pregunta No. 2: ¿Usted ha sido afectado de manera directa a causa del conflicto armado? Respuestas
%
Si
36
26,5
No
100
73,5
136
100,0
¿Usted ha sido afectado de manera directa a causa del conflicto armado?
Si
No
Pregunta No. 3: ¿Considera que el conflicto lo ha afectado de alguna manera, ya sea directa o indirecta? (Si es así, seleccione las opciones. Es posible marcar más de una opción) Impacto de afectación del conflicto (No obedece cuantitativamente al tamaño de la muestra - dentro de ésta tabla Respuestas se consideran las personas que respondieron más de una respuesta)
%
Ninguno
24
17,6
Emocional
83
61,0
Psicológico
50
36,8
Económico
59
43,4
Fisico
10
7,4
Otros (Político, Social, Académico, Identitario o Familiar)
14
10,3
Total (Encuestas/No. De impactos)
136/240
---
Afectados en una manera Afectados en una manera Ninguno Emocional Psicológico Económico Fisico Otros (Político, Social, Académico, Identitario o Familiar) Total (Porcentaje total sección/porcentaje relativo con la totalidad de los encuestados)
Respuestas 27 26 5 12 0 3 73
Afectados en un aspecto
Ninguno
Emocional
Psicológico
Económico
Fisico
Otros (Político, Social, Académico, Identitario o Familiar)
% 37,0 35,6 6,8 16,4 0,0 4,1 100,0/53,7
Afectados en dos maneras Afectados en dos maneras Emocional y psicológico Emocional y económico Psicológico y económico Físico y económico Otros Total (Porcentaje total sección/porcentaje relativo con la totalidad de los encuestados)
Respuestas 11 11 7 1 1 31
Afectados en dos aspectos
Emocional, psicológico
Emocional, Económico
Psicológico y económico
Físico, económico
Otros
% 35,5 35,5 22,6 3,2 3,2 100,0/22,8
Afectados en tres maneras Afectados en tres maneras Físico, emocional y psicológico Emocional, Psicológico y Económico Físico, emocional y económico Otros Total (Porcentaje total sección/porcentaje relativo con la totalidad de los encuestados)
Respuestas 1 19 3 4 27
% 3,7 70,4 11,1 14,8 100,0/19.8
Afectados en tres aspectos
Físico, emocional y psicológico
Emocional, Psicológico y Económico
Físico, emocional y económico
Otros
Afectados en cuatro maneras Físico, emocional, psicológico y económico
5
3,7
Pregunta No. 4: ¿Conoce personalmente a alguien que haya sido víctima del conflicto? Respuestas
%
Si
103
75,7
No
33
24,3
Total
136
100,0
¿Conoce personalmente a alguien que haya sido víctima del conflicto?
Si
No
Testimonios y percepciones de los encuestados Mujer, 43 años, Bogotá. El año en que me gradué del colegio, mataron a tres candidatos presidenciales. Empecé entonces mi vida laboral en un país con poco esperanza, en dónde la vida no valía nada y en dónde quién podía, se iba. Esto marcó mi vida de manera muy profunda. Hombre, 24 años, Bogotá. El conflicto armado es una categoría abstracta que contiene en su interior un amplio abanico de fenómenos violentos y que afecta a seres humanos, incluyendo a los victimarios. Mujer, 17 años, Bogotá. Las autodefensas en la ciudad de Valledupar mataron a un integrante de mi familia. Mujer, 23 años, Bogotá. Lo que se entiende por Conflicto Armado en Colombia es una construcción social fundamentada principalmente en las bases del odio por el odio y la desinformación (por falta de acceso y por información manipulada en beneficio de intereses de pocos). Brevemente la reflexión sobre el Conflicto Armado es la pregunta que cuestiona tanto nuestro pasado como nuestro futuro, es la historia de un país con tierra en pocas manos y la lucha de quienes la reclaman. La reflexión sobre el conflicto armado es poder conocer nuestra historia y contarla como nuestra sin vendas en los ojos y sobre todo entender que no es una historia de buenos y malos sino una historia en las que todos han sido buenos y todos han sido malos. Es el momento de despertar a una nueva conciencia y a una realidad que es la misma pero se transforma con la demanda del tiempo. No se trata de culpar y castigar se trata de entrar en el panorama y ser el actor que nunca nos dejaron ser, se trata de poder contar nuestra historia como es por primera vez.
Mujer, 18 años, Montería. Qué triste es vivir en una nación donde el Estado no cumple con su función de darnos la seguridad de vivir tranquilos, sin miedo a que en la calle nos pueden atracar, lastimar, hacer daño por pensar diferente, por tener diferentes gustos ser juzgados y hacernos daños emocional y hasta heridas físicas, que las mujeres sean tan vulnerables y no se les pueda hacer valer sus derechos, que se justifiquen que sean violadas y malteadas, que personas de este tipo le arrebaten el hogar a todo una comunidad, que les quiten su derecho a una vida digna, y el Estado continúe al margen de todo, como si todo fuese normal, como si esas personas valieran menos, o como si fuese poco, que las personas que causan estos daños tengan más derechos que las víctimas. Hombre, 24 años, Neiva. Ha sido un conflicto hecho un show, quiero decir con lo anterior que muchas personas, en especial las que siempre han vivido en las principales ciudades, ven el conflicto como algo ajeno, que lo sufren unas personas que nada tienen que ver con ellos. En este sentido el panorama para poder finalizarlo es difícil pero no imposible, necesitamos empaparnos de lo que ha pasado y está pasando en Colombia con respecto a la guerra así no nos haya tocado vivirla, es un compromiso de todos trabajar en pro de un mejor país, un país honesto, legal y justo; el paso más grande que tenemos que dar es cambiar nuestra mentalidad, rechazar la herencia "traqueta" que ha infiltrado todas las esferas y que es un factor que deriva en deshonestidad, violencia, corrupción entre otros. La violencia no solo se acaba con el silencio de las armas, se acaba con el compromiso de todos y cada uno de los colombianos por acabar la corrupción en nuestro país, que en mi opinión, ha sido lo que más daño le ha hecho a nuestro país. ¡Nuestro compromiso es ahora y para siempre! Hombre, 23 años, Bogotá. El conflicto social, político y armado se sustenta en la existencia de un régimen político excluyente en el ámbito regional. Situación que comolementada como consecuencia de la inequitativa concentración de la propiedad rural. Mujer, 23 años, Túquerres. Al provenir de una zona de provincia se hace más evidente el efectivo dominio de fuerzas armadas al margen de la ley de poblaciones y es posible ver como son estos quienes gobiernan e imponen sus reglas.
Mujer, 22 años, París. El conflicto se llevó a mi tía abuela un 24 de diciembre, la secuestró hace casi 10 años, dejando a su esposo, a dos hijas y un hijo, cinco nietos, cuatro hermanos, a sobrinos, a primos... Dejándonos a todos los que la queremos sufriendo sin noticias de ella por casi cuatro años, celebrando cada navidad con sonrisas agridulces por casi cuatro años, esperando en cada emisión del noticiero su nombre, seguido de la palabra "muerta", por casi cuatro años. La historia tiene un final feliz para nosotros, sus allegados, quienes hoy la tenemos devuelta después de esperarla tanto, pero ella nunca se repuso del cautiverio, del dolor, de la selva, de la incertidumbre, de la desesperanza ni mucho menos de haber deseado la muerte tan fervientemente. Mujer, 21 años, Cajicá. No he estado directamente afectada por una situación de violencia debido al conflicto armado, pero vivo en Colombia y ver todos los días las noticias y escuchar relatos de personas que han vivido estos actos es de igual forma perturbador y termina afectándonos emocional y psicológicamente a todos. Simplemente por el hecho de conocer que la justicia no existe en estos casos y que no habrá ningún castigo para el victimario, ni reparación para las víctimas. Además de saber que en cualquier momento nosotros podríamos estar de otro lado y no sólo como espectadores. Mujer, 21 años, Bogotá. De forma directa o indirecta el conflicto armado en Colombia nos afecta a cada uno de los habitantes que residimos en este país. Es claro que se necesita perdón, pero se necesita más una justicia eficaz que demuestre que los actos tienen consecuencias. Mujer, 22 años, Bogotá. Considero que la guerra evita el crecimiento del país en cuanto a la educación y la economía porque los recursos se han estado destinando de una manera incorrecta por este conflicto armado. Adicionalmente, afecta la civilización de la personas al considerar que cualquier medio para el fin es justificable. Hemos perdido valores, derecho y deberes fundamentales porque consideramos que ya hacen parte de la vida diaria no tenerlos o saltárnoslos. Necesitamos acabar el conflicto para
que vuelva a traer la consciencia a las personas hacia un ámbito de laboriosidad y respeto por el otro, por las normas y por la misma tierra. No es justificable, en mi opinión, una guerra entre mismos compatriotas. Hombre, 19 años, Bucaramanga. Desde principios de la segunda mitad del siglo pasado empezaron a surgir los grupos al margen de la ley que han protagonizado el conflicto armado que todavía hoy desangra a Colombia. Inicialmente cada grupo luchaba por conseguir ciertos objetivos y se guiaba por ideales bien determinados. Sin embargo, con el paso del tiempo quienes estaban a la cabeza de grupos como las FARC, el ELN, el M-19, se enceguecieron con el poder que habían alcanzado y abandonaron los ideales por los cuales habían comenzado el sangriento conflicto. Hoy en día varios siguen en una guerra corrupta en la cual, quienes están a la cabeza solo buscan su propio beneficio aprovechando la poca fuerza que siguen proveyendo todos sus subalternos. Hoy el gobierno Santos negocia con el mayor de los grupos subversivos, pero parece ignorar que hace ya mucho tiempo que la guerra perdió su rumbo y quienes se encuentran al otro lado de la mesa no son más que miserables terroristas. No por eso creo que continuar la guerra sea el camino correcto para solucionar los problemas, pero dudo que se pueda llegar a un acuerdo sobre temas políticos, sociales y económicos con un montón de desgraciados que prefirieron sus intereses particulares sobre los de aquellos por los que comenzaron la guerra hace mucho tiempo. Mujer, 21 años, Bogotá. El conflicto ha sido lejano. No puedo negarlo. Nací en Bogotá y siempre he vivido acá. El conflicto fue siempre como una leyenda. Sabes que está ocurriendo "en el monte", te asusta, no te gustaría estar allá, pero al tiempo piensas "estoy en la seguridad de esta ciudad". Y fue así, como escuchaba que existían unos sujetos que mi abuela llamaba "guerrillos", que eran malos. Y yo para la época (más o menos 2000), no entendía muy bien a qué hacía referencia todo eso. Mi familia materna es de Barrancabermeja y en vacaciones teníamos la costumbre de ir en carro hasta allá. Nunca pasó nada hasta esa vez que, llegando a Barranca, caímos en una pesca milagrosa. Tenía 5 años y recuerdo todo de forma muy vívida. Empezamos a escuchar balas. Sabía que eran balas porque el sonido es muy distinto al de juegos pirotécnicos. Lo sabía porque mi abuela se asustó y empezó a decirle a mi papá que diera la vuelta porque eran "los guerrillos, los guerrillos". Venía una camioneta en la dirección contraria de la carretera, paró y nos dijo que ya no había salida. Seguimos un poco hasta que tuvimos que parar por el tráfico (todos los carros parados). Íbamos con mi perro, que no paraba de ladrar. Al lado de nosotros estaba parqueado un camión de carga. No sé si fue porque alguno de mis padres lo pidió o si fue por
pura empatía y solidaridad, pero el dueño del camión nos dijo que nos hiciéramos debajo con él para evitarnos un balazo. Así que mi abuela, mi madre, mi padre, el conductor y yo nos hicimos debajo del camión mientras acababa "la balacera". Recuerdo que mi abuela rezaba y yo en medio de mi angustia le decía que se callara porque nos iban a matar. El conductor le decía "cállese vieja hijueputa que nos van a matar". Mi padre no cupo y le quedaba la mitad del cuerpo por fuera del camión; recuerdo que estaba angustiada porque pensaba que si lo veían lo iban a coger. El combate duró aproximadamente 4 horas. Cuando las balas dejaron de sonar, salimos del camión y empezamos a ver que venían los soldados del ejército a decir que todo estaba bajo control. Mi abuela tenía mandarinas en el carro y les dio a todos agradeciéndoles. Yo seguía pasmada, muerta de miedo porque no lograba reconocer a los soldados. Para mí un guerrillero y un soldado eran iguales, no sabía diferenciarlos y por mucho tiempo tuve pánico de cualquier uniformado. Después, cuando íbamos para Melgar o cualquier destino por carro, si nos paraba el ejército yo me paralizaba del miedo porque pensaba que nos iban a matar. Cuando íbamos a Villa Nueva, en los Llanos, no podía dormir de pensar que en la noche iban a venir "los guerrillos" a matarnos. Soñaba que mi papá iba a dejar de llegar algún día. Pero el tiempo pasó y yo fui olvidando el suceso. Logré diferenciar las botas de caucho, particulares de los "guerrillos". Crecí. No volvimos nunca a Barranca y el conflicto se volvió nuevamente una especie de leyenda. El recuerdo seguía presente, pero de alguna manera lo anexé en un espacio lejano de mi memoria. Supongo que eso es todo lo que hacemos los colombianos. Lo más triste es que incluso quienes han vivido el conflicto de forma más directa terminan guardando las tragedias en anaqueles con etiquetas de "olvidar". Afortunadamente decidí estudiar, no importa qué. Lo importante es que en la universidad me he acercado nuevamente al conflicto. Su historia, sus razones profundas y no tan profundas, su trayectoria, su longevidad, su sevicia. En algunas clases me acerqué a la otra cara del conflicto y mi sorpresa fue aun más cruel. Vi que "los guerrillos", cuyos actos llevaron a Uribe a la cima, no eran los únicos. Que también los "paracos" y mi "glorioso Ejército Nacional" jugaron un papel tan cruel, tan fuerte y tan impactante como los guerrillos. Que muchas veces nadie hacia nada. Que las voces de los que mueren en las casas de pique de Buenaventura siguen y seguirán calladas. Que los vecinos que llaman a denunciar seguirán callando, porque si no es un "paraco", a veces es la misma policía la que se encargue de silenciarlos. Que el sistema judicial sirve cuando le conviene, pero que desafortunadamente calla igual o más que muchas víctimas. Ahora el conflicto no es una leyenda como "La Llorona". El conflicto me duele. Y no es cliché. Me duele la impotencia de no poder hacer mucho por ayudar a los campesinos que a veces pasan hambre porque se les bloquea las vías por donde les entra comida y noticias. Me duele no poder coger los pedazos desmembrados de algunas víctimas, repararlos como a Pinocho y devolverles la vida que perdieron de manera tan cruel. Me duele que muchos, creyendo en las instituciones, hayan arriesgado sus vidas para NADA. Todo me duele, y estoy en Bogotá. El conflicto no me golpeará directa ni físicamente, pero está y ahora me es difícil enterrar su presencia en cualquier lugar donde no lo pueda ver, porque simplemente no se puede. Me persigue. Me hizo
cambiar sueños y proyectos para el futuro. Antes moría por irme del país, al que sinceramente sigo sin verle un futuro. Pero ahora me quedo por él, no importa cuán negro sea ver este país salir del hueco en donde está para salir y dar la cara en alto: "superamos, reconstruímos, recordamos y avanzamos". Hombre, 23 años, Bogotá. El conflicto armado es el cáncer que se ha comido a nuestra sociedad desde el fondo. Le tenemos tanto miedo que queremos eliminarlo a todo precio y nos vendemos a curas milagrosas como lo haríamos a un chamán o a un sobandero. El conflicto es una realidad que nos marca, es nuestra historia reciente, bajo la cual vive nuestra imagen tanto en el país como en el exterior. Cualquiera de los colombianos ha oído hablar más de las FARC, las drogas, los secuestros y demás que de la belleza de nuestro país. Creemos que nuestra identidad es la violencia y eso no permite as nuestra sociedad avanzar. Mujer, 32 años, Bogotá. El conflicto nos afecta a todos, el desplazamiento de personas hacia las grandes ciudades hace que se afecte la calidad de vida y la seguridad. Hombre, 35 años, Bogotá. El conflicto ha sido un enorme lastre para el desarrollo del país y para la existencia de una sociedad armónica que busque fines comunes. La falta de solidaridad y el excesivo individualismo existentes en la sociedad colombiana tienen sus raíces en el conflicto armado, que nos ha llevado a valorar muy poco la vida del otro, sus puntos de vista y sus posibilidades en la construcción de un proyecto colectivo de país. Hombre, 39 años, Bogotá. He escuchado a mis pacientes describir cómo el conflicto armado ha destruido sus familias y oportunidades de participación social de niños, jóvenes y adultos mayores. El apartheid y de privación ocupacional al que están expuestos les ha generado desestructuración de sus hábitos y rutinas, además de dificultades para resignificar sus roles en un contexto diferente al de su origen.
Hombre, 32 años, Bogotá. El conflicto armado Colombiano ha estado presente por más de 50 años y nos hemos acostumbrado tanto vivir con él, que ya lo hemos hecho parte de nuestras costumbre; al punto de no conmovérsenos por el dolor ajeno, en especial en las ciudades capitales la indiferencia hacia lo que sucede en las zonas rurales donde se desarrollan los enfrentamientos armados es impresionante observamos como espectadores el sufrimiento y las noticias sobre las masacres, saqueos y desplazamiento pero realmente no tomamos acciones de fondo para ayudar y apoyar a estos compatriotas que están en medio del dolor y el miedo. Mujer, 22 años, Bogotá. El conflicto armado ha estado compuesto por intereses opuestos que se encuentran y que generan consecuencias que afectan a todo el mundo. Cada persona desde el lugar que ocupa cree estar defendiendo lo que tiene derecho a defender, sin embargo nadie se da cuenta del daño que se hacen a sí mismos y del que le hacen al otro. El conflicto armado es un círculo vicioso que atrae lo que siembra, y en este caso es el dolor, la muerte y el odio. He visto cómo el dolor genera más dolor, y cómo en la lógica de "sólo yo tengo la razón y el otro no" se llevan a cabo acciones que reproducen el sufrimiento. Basta sólo una persona que diga "no más" para que ese círculo vicioso empiece a tambalear. Mujer, 47 años, Bogotá. El conflicto armado en Colombia se convirtió en parte de nuestro diario vivir, sin embargo, para quienes estamos lejos de las zonas de conflicto y no tenemos una afectación directa nos hace indiferentes al mismo. Yo conozco personas que han sido parte del conflicto y me parece que todo confluye en la misma base, tanto guerrilla, paramilitares como victimas terminan siendo parte de las mismas poblaciones donde la educación no existe. El conflicto se generó de grandes estudiosos del socialismo y de otras líneas sociales y se degenero en grandes ignorantes que justamente por su poca educación lo único que encontraron viable para vivir son las armas y la amenaza a los de sus propias regiones. En este país no debería existir conflicto armado si potenciamos la educación como base fundamental de la existencia y del derecho que tiene cualquier ciudadano. Es muy lamentable que niños de tan corta edad, 12 años, empuñen un arma y se les enseñe que ese
puede ser el único medio para sobrevivir. Esto seguirá siendo así mientras no se construyan mecanismos que permitan la educación gratuita para todos como un derecho fundamental. Hombre, 24 años, Cúcuta. El conflicto armado en Colombia nos ha afectado a todos los colombianos y nos sigue afectando. Toda la sangre inocente que ha sido derramada en este país clama por justicia. Sí la sangre de Abel sigue clamando y llegando a las puertas del cielo no puedo imaginarme la magnitud del clamor de todos los niños, madres, esposos, hijos, abuelos, hermanas que no tenían nada que ver con la guerra pero fueron alcanzados por la maldad de Caín. Somos un país marcado por la violencia y eso se ve reflejado en el pensamiento y actitud del colombiano. Nos alegramos cuando muere un guerrillero o un paramilitar, gozamos ver sufriendo a un ladrón, sentimos necesidad de demostrar superioridad por la fuerza y siempre hay un anhelo en nuestro corazón de tomar venganza. Me incluyo en ese pensamiento colectivo sanguinario y considero que solo Dios puede sanar nuestra tierra y no me refiero a nuestra tierra física sino a esa tierra que va por dentro, nuestro corazón. Sólo con el gran amor de Dios se cubrirán la multitud de atrocidades vistas o escuchadas por muchos. Sólo mediante el mensaje de la cruz podremos alcanzar el perdón tan necesario en estos días. En mi cosmovisión debemos estar hablándole a los actores del conflicto de 2 cosas: arrepentimiento y perdón. No hay sanidad sin perdón ni tampoco hay perdón sin arrepentimiento. Mujer, 27 años, Bogotá. El conflicto armado en Colombia ha dejado como víctimas a toda la sociedad, directa o indirectamente. Nuestra familia se ha visto expuesta a atentados terroristas, la sociedad ha vivido en carne propia el temor y la incertidumbre de los atentados perpetuados por los grupos ilegales. Mujer, 24 años, Bogotá. No es una caracterización, descripción o única perspectiva del conflicto son miles las que abarcan los recuerdos. La una constante es la violencia y el dolor. Más aun cuando uno entiende que la paz no se inicia con firmas, se inicia con políticas sociales. Que alejen a nuestros jóvenes campesinos de la vida criminal.
Mujer, 38 años, Bogotá. Es un horror lo que muchos han tenido que padecer a causa del conflicto armado. Aquí en Bogotá no se dimensiona la verdadera cara de la guerra de nuestro país y el dolor que tantos padecen diariamente. Es una responsabilidad moral y ética de todos los colombianos, contribuir a la convivencia pacífica y al desarrollo de una conciencia social en la que todos merecemos vivir y somos valiosos. Hombre, 41 años, Bogotá. Dolor, rabia, tristeza por la impotencia. Hombre, 44 años, Bogotá. Un largo secuestro de mi cuñado por parte del ELN, La desaparición de dos buenos amigos por parte de paramilitares a cargo de Carlos Castaño en la Sierra Nevada de Santa Marta. La amenaza de secuestro y boleteo a mi suegra en el lugar donde residía en ese entonces: Chinauta, Cundinamarca. Mujer, 68 años, Tunja. Es una irracionalidad acabar con los recursos y contaminar el medio ambiente. La inseguridad para quienes trabajan honestamente para ganar su sustento, en las zonas donde tienen su acción los grupos alzados en armas, hoy son en su mayoría los desplazados a quienes tenemos que sostener... Los integrantes de esas guerrillas son jóvenes que serían el futuro económico de Colombia, a veces están allí sin tener un criterio para hacerlo. ¿Qué se espera? Mujer, 24 años, Barrancabermeja. El conflicto armado colombiano sin duda es un caso sui géneris en el mundo entero. A pesar de que mal que bien el país ha sabido sobrellevar la estabilidad económica, sobre todo si se le compara con los vecinos de la región, los daños en materia social han sido profundos. El conflicto ha afectado principalmente a la periferia, en su mayoría pobre, acentuando aún más las desigualdades en el país. Este ha sido un conflicto en el que las causas del mismo se desconocen. El ejercicio
de recopilar la historia del conflicto y sobre todo, interiorizarla, es muy débil. No se conoce por qué o para que se batalla e infortunadamente el gran componente político y la lucha por el poder parecen muchas veces prevalecer por encima del bienestar de las víctimas y los civiles. Mujer, 17 años, Bogotá. Debido a mi edad, muchas etapas del conflicto armado que ha vivido nuestro país no hacen parte clara de mi memoria, sin embargo, siempre he tenido una posición bastante crítica al respecto, sobre todo al tener la oportunidad de conocer víctimas de primera mano que tuvieron la necesidad de dejar sus viviendas, sus animales, sus tierras, sus pueblos, por un conflicto que nunca tendrá que ver con ninguno de ellos. La realidad es que el conflicto armado en Colombia es consecuencia de los errores políticos que se han venido cometiendo a lo largo de décadas, casi siglos de historia. No cabe duda de que este conflicto no tiene como único nombre las FARC, ni tampoco Uribe, ni tampoco Santos, no tiene nombre nombre propio. Nuestro conflicto se extiende a cada uno de los rincones del país en los cuales mueren personas inocentes a diario en manos de grupos armados, que sin importar cuál es su fin último, han visto el camino para alcanzarlo en las armas. Este camino debe ser borrado, sellado, o mejor aún, evitado. La solución no está en La Habana, no es de hoy ni de mañana. No obstante, acepto que este proceso de paz puede ser un primer paso, de muchos que le quedan a gobiernos venideros. Mi pregunta es ¿qué tal será el postconflicto? Para mí, esta palabra sigue teniendo un fuerte tinte de guerra. Hombre, 34 años, Medellín. El conflicto armado ha sido el desarrollo de una confrontación entre sectores de la sociedad colombiana debido a escasez de oportunidades y la concentración del poder económico y político en muy pocas manos. Mujer, 29 años, Bogotá. El conflicto armado es una realidad que la mayor parte de colombianos desconocen porque se desarrolla principalmente en las zonas rurales. De este modo, los colombianos vivimos en realidades paralelas que nunca se tocan.
Mujer, 41 años, Bogotá. Un conflicto que me acompaña desde que nací, que me ha hecho pensar si vale la pena tener hijos. Me ha hecho dudar en hacer mi vida aquí. Pero a pesar de todo, la fuerza de los sobrevivientes me ha dado mucha fuerza y ganas de trabajar con Colombia. Mujer, 18 años, Bogotá. Es verdad que todo ser humano comete errores, pero las masacres, secuestros, violaciones, expulsión de campesinos de sus tierras, daños al medio ambiente y demás delitos; son hechos que Colombia no ha olvidado, pues cientos de personas fueron víctimas de ellos y hasta el día de hoy no han podido recuperar lo que aquel día perdieron. ¿Cómo recuperar la confianza, después de tanto años de dolor? Mujer, 54 años, Bogotá. En primer lugar, estoy de acuerdo con el encabezado de la encuesta, todos en Colombia hemos sido afectados en mayor o menor grado, por el conflicto interno Colombiano, directa o indirectamente, sin importar el estrato socio-económico en donde estemos ubicados, y también por sus causas, un Estado y clase política ineficiente y corrupta. Mi familia y red social cercana se ha visto afectada por algunos homicidios de familiares o trabajadores por parte de grupos al margen de la Ley, de izquierda (FARC) o derecha (paramilitares) y ha tenido que pagar dineros a delegados de grupos al margen de la Ley, de "izquierda" (FARC) o "derecha" (paramilitares) para evitar la realización de amenazas contra la integridad física o de bienes propios. Finalmente, considero que el larguísimo conflicto armado en Colombia, de más de 50 años, es consecuencia directa de la corrupción al interior del Estado Colombiano, de los estamentos políticos del país, de la cultura imperante acerca de que los bienes públicos son para favorecer "bolsillos privados", de la falta de educación ética y moral en la sociedad, procesos que han evolucionado en medio de una ciudadanía cada vez más apática frente a ellos, entre otros, disuadida de hacerlo por temor a poner en riesgo su vida e integridad física por parte de los violentos anónimos que acallan las vidas para acallar las voces de protesta o denuncia, o de tener que enredarse con trámites corruptos casi que inevitables en la vida política del país.
Hombre, 58 años, Medellín. La locura del ser humano. Situaciones perversas que finalmente solo tiene el objetivo de algunas personas que se benefician del proceso. Terminamos todos siendo idiotas útiles. Mujer, 20 años, Bogotá. De acuerdo a la información y experiencia que he tenido la posibilidad de recolectar; considero que se requiere un cambio radical desde la formación de la casa, hasta la estructura del gobierno, donde se transforme el hecho de que culturalmente se acepta la corrupción. Lo cual permite que los ciudadanos acepten las violaciones de los derechos humanos como una cotidianidad. Hombre, 20 años, Bogotá. Este tema esta permeado por conveniencias politicas y ecónomicas. Entonces ojalá también se piense en el pueblo al tomar decisiones. Mujer, 29 años, Bogotá. Colombia que linda eres, Si esto es así... te imaginas con paz... Solo quiero ser parte de este proceso a costa de un futuro lleno de progreso, donde los campesinos retornen a su campo para cultivar la tierra, nuestros niños puedan jugar en los prados sin miedo a no pisar ningún artefacto peligroso, una sociedad incluyente y educada en donde se respete la vida, la dignidad, preferencias y opiniones. Hombre, 50 años, Chocontá. El conflicto está muy ligado a las visiones de desarrollo que diferentes grupos poblacionales encarnan y tiene sus más profundas raíces en la época de la colonia. El conflicto armado no solo se volvió una locura ideológica, sino que adquirió el estatus de negocio. Salir del conflicto armado es un acto de grandeza espiritual y no de cálculo político o económico.
Hombre, 48 años, Bogotá. El país quedó atascado en la historia. Durante estas últimas décadas el conflicto ha sido el medio a través del cual diferentes sectores económicos, legales e lilegales, nacionales y no nacionales, han podido materializar sus intereses. De allí el tránsito de una lucha armada por ideología política hoy corresponde a un conflicto que gravita en torno al control territorial y el tráfico de drogas y armas. Mujer, 18 años, Neiva. Considero que el conflicto armado ha sido un factor determinante en el proceso de desarrollo en el país ya que ha afectado la mayoría de los sectores de la sociedad, si no todos. Estoy convencida de que Colombia necesita acabar con este problema puesto que éste le ha limitado y refrenado en su evolución como país. Desde mi región hemos sido afectados por la amenaza de la inseguridad y los crímenes cometidos contra distintos personajes tanto públicos como de bajo perfil, lo cual configura la mentalidad de las personas; el miedo, la desconfianza y el rencor hacen parte de la idiosincrasia popular. Mujer, 20 años, Bogotá. Es una situación larga y dolorosa. Que afecta a todos, pero como suele pasar en la guerra los más vulnerables son los más afectados. Y paradójicamente los que están más dispuestos a perdonar y reconciliar. Es importante entender la gravedad y el peso en la historia del conflicto. Es responsabilidad de todos acabar el conflicto. Hombre, 18 años, Bogotá. Aunque lejano, no es demasiado ajeno a mí y a mi familia .Este conflicto tiene unos orígenes bastante más lejanos que 50 años, esta nuestra guerra solo es una división de una guerra continua que hicieron mover a mi familia desde Filadelfia, Quindío, hasta Armenia y de ahí a Ibagué. Aunque tenga que ver muy poco con migo este conflicto lo puedo ver en cada esquina de mi ciudad natal, la capital, esta ciudad aunque ha sido el refugio para mucho que huyen del monstruo de la guerra han terminado, si saberlo, solo hasta su llegada, a las fauces de otro monstruo. Los veo luchando contra el hambre en las esquinas pidiendo limosna, los veo robando, los veo matando, los veo trabajando...los veo intentando sobrevivir Esta una tierra hostil los intento acoger pero no lo logro...y en su intento ha perdido gran parte de su belleza ,ella no quería
esto pero su sino fue así y es por ello que la detestan pues pareciera que los obliga a estar aquí...la guerra es muy difícil no verla...tal vez no vemos a ese monstruo descarnado que asola los campos, tal vez no pero vemos su sombra igual de horrible solo que más humilde. Hombre, 69 años, Bogotá. El conflicto armado ha generado perjuicios irreparables en todos los campos del desarrollo del país. Hombre, 22 años, Bogotá. Es la suma de temores y frustraciones, de dolores y odios que nos han permeado. El conflicto es la suma de todo lo que siempre hemos querido ocultar. El colombiano es una persona que se miente a sí misma, y que no dimensiona que el agresividad y la facilidad de los conflictos está en cada de nosotros. Somos un pueblo que tiene un memorial lamentable. No recordamos que siempre hemos vivido del bobo, o que el mundo es para los vivos. Es triste pensar que se ha arraigado esa mentalidad a nuestra cotidianidad. La mediocridad nos invade. Pese a todo esto, existe gente que lucha contra esa percepción, que día a día con pequeños actos lucha por dar lo mejor de sí. Es la dualidad de nuestro diario vivir. Hombre, 53 años, Bogotá. Los grupos terroristas FARC y ELN han convertido y siguen convirtiendo en víctima a toda la sociedad colombiana. Mujer, 47 años, Bogotá. Lo siento como un terrible desperdicio, en todo sentido. Lamento mucho el que otras personas hayan tenido que vivir experiencias de violencia en ellas o en los suyos, y siento que es todo fruto de la ignorancia y la ambición, de un lado y del otro.
Hombre, 17 años, Bogotá. Me parece que es un obstáculo para el desarrollo económico del país, ya llevamos muchos años con esta guerra interna del país aun así el Colombia ha logrado salir a delante (aunque no tan rápido como podría ser sin conflicto). Pienso que lo más patriótico seria acabar con el conflicto ya que tanto ellos como nosotros somos colombianos y eso es una de las cosas que más deben importar. Hombre, 21 años, Bogotá. El conflicto armado en Colombia es un fenómeno tan complejo que no podría exponer en este pequeño recuadro un acercamiento medianamente completo. Este conflicto puede entenderse desde varias lecturas, unas más conservadoras que otras, y en todas en punto 0, los buenos, los malos y las motivaciones cambian. Creo que la pregunta de esta actividad es lo suficientemente abierta como para ocasionar ambigüedades. ¿La idea es que los que contesten digamos "me gusta", "no me gusta", "me parece bonito", "feo", "me mataron a alguien" o "no me interesa"? Hace tres años trabajo en un medio que analiza las dinámicas del conflicto colombiano y en mi poca experiencia, primero que todo, podría comentarles que el conflicto es una excusa que se recicla. Colombia ha cambiado de enemigos con el tiempo y es extraño el caso de un país que se ufane de declararse democrático desde hace tantos años, cuando un conflicto abierto en la periferia ha desangrado con tanta fuerza. Como decía James Robinson en el prólogo de Guerras Recicladas, el libro de María Teresa Ronderos, la democracia colombiana puede ser un triunfo de la historia, pero no de la sociedad. Esta coja democracia ha evolucionado a la par con la guerra, adaptándosele, hasta el punto de alimentarse de ella. El conflicto ha persistido por tantos años no solo porque los grupos se hayan endurecido y la espiral de venganza haya alcanzado niveles incontrolables, también ha persistido porque a los grupos de poder en Colombia les ha convenido por a,b,c,d,e o f. Convine criterios por letras: acabar con el comunismo internacional, acabar con los opositores políticos, adueñarse fácilmente de cientos de miles de hectáreas, lograr votos seguros, enriquecerse de otras maneras como por ejemplo adjudicando contratos a grandes agroindustriales de Palma Africana, etc. Para entender el conflicto hay que examinar detenidamente de qué conflicto estamos hablando exactamente, porque en Colombia el conflicto armado ha integrado muchos conflictos en diferentes momentos y lugares. No hay procesos homogéneos en esta guerra, así como no puede haber memorias homogéneas.
Mujer, 20 años, Bogotá. Creo que es hora que las personas tomen se apropian de su historia, puesto que algo que nos hace falta a los colombianos de ahora es memoria histórica. El contexto en el que vivimos ha hecho que el conflicto sea visto solo en los espacios rurales por lo cual los ciudadanos en las ciudades se han aislado a este y creen que por no estar en el espacio del enfrentamiento directamente el conflicto no los afecta. No obstante, el conflicto abarca todo el país y es parte de nuestra historia en los últimos 60 años, de todo el país no solo unas zonas. De manera personal, el conflicto ha afectado a mi familia, puesto que el pago de vacunas en algunos puntos del país o la quema de tractomulas de manera indiscriminada nos ha provocado pérdidas económicas. Por este motivo, creo que este proyecto es de gran importancia porque si queremos que los jóvenes tengan una participación activa en lo que se espera el proceso de post-conflicto tenemos que tener claro toda la historia por la que ha pasado el país. Mujer, 20 años, Bogotá. Es claro que como realidad el conflicto afecta a toda la nación que desgraciadamente se siente menos que las demás por el simple hecho de tener un conflicto armado latente, en alguna medida una sociedad escéptica con miedo a un postconflicto prometido por presidencias anteriores. Es difícil saber lo que pasará en un futuro con la implementación de la paz debido a que nuestra memoria debe transformarse y asimilar el después, el perdón y por ultimo una memoria nueva en donde una nueva identidad florezca. Hombre, 26 años, Bogotá. El conflicto armado en Colombia es una realidad ajena a millones de personas que viven lejos de dónde se desarrolla en el día a día, razón por la cual su existencia y alcance son tan fácilmente aprovechados de manera política, económica e histórica por distintas personas. Si bien el Estado colombiano -y de alguna manera la «sociedad»- han reconocido la existencia de esta realidad -así sea de una manera jurídica y pragmática-, es importante que las personas jóvenes, sobre todo los niños, tengan a su alcance amplias y rigurosas fuentes para poder informarse, indagar y debatir sobre lo que ha sido la violencia en Colombia durante el último siglo.
Mujer, 18 años, Itajuba. En lo personal, aunque la violencia no me afecta de manera directa, me duele mucho las situaciones que el país vivió y sigue viviendo, me duele ver tantos casos que quedan en la impunidad y tantas familias afectadas sin ser escuchadas. En mi opinión a las víctimas les hace falta mucho más apoyo, la solución de este conflicto armado que se ha vivido por años no significa solo centrarse en los perpetradores, es importante y fundamental la atención y reparación a víctimas, apoyo mucho la figura de las comisiones de la verdad, porque siento que estas son las que más se aproximan a las víctimas en si como seres humanos. Veo y siento como importante el camino hacia la Paz, porque Colombia necesita un cambio, necesita dejar de creer que la violencia se sana con más violencia, necesita entender que se llega a la paz de manera correcta, con el dialogo y la comprensión de pensamientos, entender que cada cual puede tener una posición diferente y que eso no debe ser razón para atacarlo. Aunque llegar a la paz no sea la solución de todos los problemas que en este momento está pasando Colombia, será un avance significativo para llegar a país que todos queremos y deseamos, un país capaz de aceptar posiciones diferentes, capaz de cobijar los derechos de todos sus habitantes, la Colombia con la que todos soñamos. Mujer, 18 años, Sogamoso. La verdad siendo pariente de un militar nos hemos vistos muy afectados por la guerra, a parte de la manera del cómo nos afecta a nosotros como familia y al tener la constante ausencia a causa de la guerra. No obstante, tengo muchos conocidos (ya que tengo tanta relación con este entorno) que se han quedado sin padre, sin hermano y sin un esposo. Hombre, 19 años, Bucaramanga. Es un conflicto que nos toca a todos, es culpa y responsabilidad de todos los colombianos y como tal debemos involucrarnos en la solución del mismo, ser ajenos sólo lleva a una prolongación e ignorancia respecto al mismo conflicto de manera injustificada.
Mujer, 18 años, Montería. Aunque es difícil apropiarse de este tema cuando no se es afectado directamente por el conflicto armado, creo que es una situación perteneciente a todos los colombianos. Desde chiquita lo he vivido a través de las noticias, las historias y un par de personas que fueron víctimas de este y tuve la oportunidad de conocer. Pero la manera en la que lo he vivido afortunadamente se queda en relatos. Y cuando cuentan todas esas historias me doy cuenta que vivo en una realidad diferente a la de las víctimas, que la Colombia en la que yo vivo no tiene nada que ver con su Colombia. Por eso creo que todas las personas como colombianos, tienen derecho a conocer el otro lado de Colombia y que cualquier paso hacía el fin del conflicto cuenta por más chiquito que sea, y que aunque no se tenga ninguna relación directa, hay que estar informados. Hombre, 20 años, Arauca. Recordar penas es recordar dolores y aumentar el odio, es mejor recordar que vivimos en un mundo de caos en donde la maldad se muestra a la vista de todos, pero la bondad siempre se mantiene oculta, el mejor remedio para el mundo es dejar de observar lo malo y empezar a buscar la bondad en cada persona que nos hizo de alguna manera daño, con esto lograremos no solo paz para el mundo, también paz en el corazón. Hombre, 18 años, Bogotá. Yo percibo el conflicto armado colombiano como algo externo, extraño y muchas veces incomprensible. Esto es porque toda mi familia y yo hemos vivido siempre en la capital y no hemos experimentado violencia alguna contra nuestra integridad en ningún momento. A pesar de esto, no siento indiferencia hacia el conflicto, e intento informarme y comprender cuanto más pueda de él. Sin embargo, me siento bendecido de no haber tenido que entenderlo y vivirlo en carne propia. Mujer, 22 años, Bogotá. Considero que el conflicto armado en Colombia es el resultado de diferentes circunstancias de carácter histórico, político, económico y social. Entonces, para tener una visión mucho más integral del conflicto es necesario comprender las causas estructurales que le dan vida. Con lo anterior me refiero a ir más allá de lo evidente: de la sangre derramada, la venganza, las armas etc. y analizar como factores como el narcotrafico, el Frente Nacional, el genocidio de la Unión Patriótica, la
consolidación los grupos paramilitares, las evidentes desigualdades sociales, la mala distribución de la tierra, la corrupción y la falta de legitimidad de las instituciones, los falsos positivos, los presos políticos, entre muchos otros fenómenos, han jugado un papel determinante para su prolongación. Pienso que mientras la oposición política no tenga garantías, las mujeres no sean consideradas un factor fundamental en la construcción de la política pública, la defensa de los territorios junto con el cuidado del medio ambiente no sean una prioridad, sigan amenazando y matando a los defensores y defensoras de derechos humanos en el país y sobre todo los medios de comunicación sigan desinformando a la población civil difícilmente vamos a lograr la consolidación de una paz positiva y definitiva. El fin del conflicto no se limita al posible acuerdo entre los grupos al margen de la ley y el gobierno colombiano, el conflicto colombiano debe estar acompañado por un cambio en la mentalidad del ciudadano de a pie. Para transformar esas causas estructurales del conflicto la sociedad debe comprender que no se trata solo de exigir derechos sin cumplir deberes, que el vivo no debe vivir del bobo, que la vida es sagrada, que los recursos públicos son sagrados, que la participación política no se limita al voto, que RCN y Caracol no son la única fuente de información (...) y puedo seguir pero no me quiero extender más. Mujer, 19 años, Bogotá. A pesar de que no he sido afectada directa de éste y de que no me informo constantemente sobre él pienso que es un conflicto que se puede solucionar por medio de la tolerancia y, por encima de todo, del PERDÓN. Creo que este proceso de paz es importante para el país ya que el conflicto nos afecta a todos y el proceso de paz es indicador de progreso. Claramente no va a ser fácil lo que viene luego de que se firme la paz y seguramente muchas personas no estarán de acuerdo con los pactos que se realicen entre las dos partes pero debemos ser fuertes y aprender a perdonar, guiar a estas personas que durante mucho tiempo estuvieron luchando contra el gobierno para que así formemos un futuro más solidario respetando la opinión del otro por muy diferente que sea de la nuestra. Mujer, 33 años, Bogotá. Realmente para muchas de las personas que vivimos en la ciudad el conflicto solo ha sido un tema aislado presentado por noticias, pero realmente es muy triste ver a diario la cantidad de atrocidades que viven miles de compatriotas de todas las edades, condiciones y clases sociales. De igual manera con tanta información desde los medios de comunicación y redes sociales, es muy difícil tener claridad de una "verdad" sobre el conflicto. Por último es muy importante el proceso de paz que estamos viviendo, aunque para mi este país tiene problemas como la corrupción y la indiferencia de todos.
Mujer, 23 años, Bogotá. Un conflicto armado tan largo como el colombiano ha condicionado la manera en que los ciudadanos nos concebimos como país. Algunas de las consecuencias colectivas del conflicto son la naturalización de la violencia como medio para alcanzar fines, la polarización constante de la política, y la contribución a la personalización de la política, especialmente en figuras de corte mesiánico. Mujer, 21 años, Bogotá. Tengo dos percepciones acerca del conflicto, la primera tiene que ver con que la mayoría de las personas que han vivido desde que nacieron dentro de las ciudades saben poco o nada respecto al conflicto. La segunda es que con la última administración se ha propagado la idea de que el conflicto es entre el Estado y la guerrilla, y que la población civil es una categoría ajena a este, la cual desafortunadamente se ve inmersa en medio de las dos instituciones. Con respecto a la primera impresión creo que nuestro modelo de educación ha contribuido a que la gente sea ajena, las cátedras de historia y de geografía son pocas, en los colegios se recuerda mucho el pasado indígena y la época de la conquista pero poco acerca de lo que sucedió en la década de los 60, de los 70 y los 80. Ello ha conllevado a que simplemente sintamos patriotismo cuando juega la selección, pero que ni siquiera sepamos cuales son los límites de nuestra región y que olvidemos fácilmente la noticia del día. Con respecto a la segunda impresión, considero que la gente no cree en el Estado y por ende tampoco puede considerarse parte de él. Ello se puede dar por dos razones, la primera es una razón de tipo económico, para el colombiano que ha sufrido a causa de la violencia resulta ser mejor culpar a la parte que le puede dar subsidios que descubrir la verdad de lo que paso. La segunda razón es que el Estado no ha creado las herramientas para llegar a todas las partes del país y así velar por los derechos de sus ciudadanos y garantizarles una existencia digna y una verdadera justicia.
Mujer, 23 años, Valledupar. El conflicto armado en Colombia no solo se origina por múltiples factores, sino que ha avanzado hasta permear cada esfera de la sociedad, y abarca violencia en áreas rurales, violencia urbana, narcotráfico. Las consecuencias del conflicto (migración rural-urbana, discriminación social, narcotráfico, secuestros, obstáculos al desarrollo económico nacional) nos han afectado a todos los colombianos en nuestra vida diaria, así no nos demos cuenta, y principalmente, es mi opinión, ha robado a muchos colombianos la seguridad de soñar, la fe de creer que el futuro será mejor. De esta forma, es posible que los colombianos nos hayamos convertido en inmediatistas de convicción, porque no está en el consciente colectivo la construcción de un proyecto de vida a largo plazo, como es evidente en el ámbito político, por ejemplo: en los planes de gobierno de muchos de nuestros candidatos, en la alta abstinencia electoral de nuestra sociedad. Pienso que debería ser ese uno de los objetivos al construir la paz, de la resiliencia de los colombianos ante nuestro pasado: aprender a soñar de nuevo, tener la seguridad y tranquilidad de hacer planes para nuestro futuro y el de las siguientes generaciones. Hombre, 23 años, Bogotá. Parte de mi familia ha sido afectado por la violencia política que ha vivido este país, el impacto que eso ha tenido sobre mí ha sido radical, ya que tuvo directo impacto sobre mis padres. La violencia en este país se vive diariamente en casi todos los aspectos de nuestra sociedad, desde nuestras prioridades, hasta nuestros noticieros. Mujer, 22 años, Bucaramanga. Mi padre perteneció al Ejército y fue herido en combate que lo dejó discapacitado de una pierna. Es duro saber que el responsable del atentado quedará impune y que todo el sacrificio de mi padre quedará en la nada. Mujer, 21 años, Bogotá. El conflicto armado en nuestro país es producto de problemáticas históricas y de la falta de oportunidades para una participación política democrática. Ha afectado a la gran mayoría de los colombianos y colombianas, directa o indirectamente, y es claro que la construcción de paz desde los territorios es necesaria, hoy más que nunca. Este conflicto
ha configurado nuestras vidas y las de las generaciones pasadas con grandes miedos y múltiples formas de violencia, pero también ha sido el punto de partida para experiencias de resistencia, movilización y memorias del pasado y presente. Hombre, 18 años, Bogotá. Mi percepción es, en su gran mayoría, la del espectador. Sin embargo, el conflicto es algo que a todos nos ha afectado, historias de vida que nos han llegado. Indirectamente, somos víctimas. Pongo de ejemplo el desplazamiento forzado del que, no yo ni mis padres, si no mis abuelos, vivieron en la época de la violencia bipartidista (ya que considero que el conflicto armado no sólo se remonta a los grupos paramilitares y guerrilleros). De igual manera, actualmente, son muchos los casos de personas que habitan en la calle debido a este desplazamiento. La violencia de las que vivieron y las penurias que en este momento deben vivir en la gran ciudad son historias de vida que, personalmente, me afectan de alguna manera emocional. Yo, al igual que muchos otros, deseo que todo eso acabe, que la violencia y el conflicto termine y que nuestro país, Colombia, deje de chorrear sangre en sus montañas y deje de sufrir heridas en sus tierras y su gente. Hombre, 24 años, Bogotá. El conflicto ha generado problemas en cuanto a la percepción que tiene el mundo entero con Colombia. La gente viene al país con miedo y hasta los mismos colombianos buscan irse del país o migrar a las ciudades grandes buscando alejarse del conflicto y proteger sus familias. Esto ha generado problemas económicos y diplomáticos para Colombia. Mujer, 22 años, Bogotá. El conflicto armado en Colombia para mí ha sido más una percepción, en realidad no he vivido episodios violentos en contra mía o mi familia. Pero como colombiana, al salir del país siento el estigma de vivir en medio de un conflicto. En el país lo veo muchas veces como una excusa de muchos por camuflar otros problemas como la corrupción en todos los niveles de la sociedad. Veo el conflicto como una máscara sangrienta que oculta otros problemas de fondo de nuestra sociedad, donde la doble moral, la falta de comprensión por el otro y por lo público son justificadas por el conflicto armado. Creo que en nuestro país la violencia es algo normal, no sólo por medio de las armas, sino por agresiones psicológicas y verbales en la familia, el trabajo, el colegio y sobretodo la calle. De igual manera, la desigualdad social es justificada bajo la violencia, la inseguridad ciudadana, las oportunidades equitativas de trabajo y estudio hacen que sobresalir en una sociedad como la
nuestra sea a la vez un lujo y un estigma. Todos somos víctimas de alguna forma de nuestra propia cultura, nuestras propias contradicciones que se ocultan bajo la máscara de la violencia. Mujer, 18 años, Villeta. Es curioso que las personas menos afectadas por la violencia en Colombia son las que dicen que en este país no hay espacio para la paz, mientras aquellas que literalmente lo han perdido todo, inclusive a su familia son las que dicen "por favor paz". Mujer, 18 años, Duitama. El conflicto armado en Colombia es una situación difícil de describir, ha sido tan persistente que genera la percepción de haberse fusionado con el diario vivir de la cultura Colombiana. Esto es algo que a mi parecer es sumamente preocupante, que en un sector, una región, un país se normalice la violencia, es algo nefasto pues se vuelve algo habitual hacia lo que ya no se reacciona -más aun cuando no se sufre de manera directa-. El conflicto armado es algo que debe finalizar para permitir al país encontrar el desarrollo, frenar tanta violencia y permitirle al estado que trate de garantizar los derechos a todos los habitantes de esta bella nación. Hombre, 18 años, Bogotá. Creo que no se ha dicho toda la verdad. Y peor aún es pensar que tal vez nunca se sepa toda la verdad. Si hay algo peor que los hechos mismos del conflicto armado en Colombia, son los mantos de dudas, versiones mentirosas e incertidumbres que se construyen sobre los orígenes, el desarrollo y el posible desenlace de este conflicto. Todo esto, a pesar del sufrimiento de los colombianos. Las familias que han tenido el poder en Colombia, los que se han levantado en armas, los particulares, todos los que han tenido parte en este conflicto tienen verdades que no se saben, y que pienso yo, no se sabrán. No tienen la capacidad humana para admitir que se han equivocado. Una vez más, mi querido país, en el que nací, registra en su historia versiones de lo que no fue.
Mujer, 20 años, Bogotá. Crecí viendo la guerra, sin entenderla y sin encontrarle sentido. No he sido víctima directa pero no me es para nada indiferente; en la etapa universitaria he conocido el conflicto colombiano desde la academia y entre más información he obtenido menos sentido le encuentro a que en tantos años ningún colombiano haya tenido la valentía y la determinación de sentirse con otros, muy diferentes, pero al final seres humanos, a tratar de encontrar soluciones a las desigualdades injustificadas que le dieron origen. No ignoro que detrás de los ideales sociales del inicio se han tratado de ocultar y justificar violaciones a la humanidad en su sentido más mínimo y por eso, pienso que más allá del deseo de venganza o de una concepción de justicia entrelazada con el castigo, el centro del conflicto y el centro de una posible paz futura no debe ser nada diferente a las víctimas, la reparación, las garantías de no repetición y la real equidad social. Mujer, 19 años, Cali. Cuando pienso en el conflicto colombiano siento dolor. Cada día me sorprendo más de cómo hemos sido capaces de acabarnos entre nosotros mismos, quitarle esa a humanidad alguien y convertirlo en un otro, en un ente insignificante. Me molesta no sentir como debería cuando veo noticias sobre la muerte violenta de un colombiano, ya no me sorprende... Y eso es triste. Es triste que hayamos llegado a eso. Es triste que el conflicto se haya 'naturalizado'. Pero así mismo como esto se vuelve costumbre o se internaliza, lo podemos cambiar. Lo podemos deconstruir, y sé que eso pasará. Eso sí, sin dejar a un lado la memoria de las víctimas o tratar de olvidar lo que pasó. Debemos reconocerlas, debemos devolverles esa humanidad, abrir espacios de diálogo o de silencios (no en el sentido de negligencia, o de esconder la verdad... Sino que no se le puede obligar a nadie a hablar de algo que no quiere, fin.), y a partir de ahí... Construir un nuevo país. Una colombiana enamorada. Mujer, 20 años, Bogotá. La percepción que tengo del conflicto armado en Colombia es la que he observado por medio de documentales. Diferentes masacres, como las del Salado, han sido divulgadas por el Centro de Memoria Histórica, y por este medio es que he conocido cierta parte del conflicto. No tengo conocimiento del conflicto personalmente ni por conocidos. Sin embargo, tampoco me surge el interés de investigar al respecto, pues muchas de las fuentes que consulto son muy parciales y amarillistas.
Además, he notado que muchos de los analistas del conflicto son extranjeros, muchos provenientes de Europa, lo cual me hace cuestionarme por qué la falta de interés está tan presente en muchos de nosotros, los colombianos. Mujer, 19 años, Aguachica. El conflicto armado es entendido desde una pequeña parte de la población colombiana. En la medida que cada uno de nosotros tenga una verdadera memoria colectiva es en este punto que se puede entender y alcanzar los medios para solucionar dicho conflicto. Mujer, 20 años, Bogotá. No tengo experiencia directa con el conflicto armado en Colombia. Mujer, 58 años, Tunja. Desde la ciudad se percibe poco... los medios no informan cómo debe ser, se limitan a datos superficiales... Cuando uno busca informarse, encuentra datos muy contradictorios. Pareciera que existiera una estrategia de desinformación. Mujer, 23 años, Bogotá. El conflicto en Colombia se ha complejizado tanto que cada vez es más difícil encontrarle sentido. Lo que empezó hace 50 años como una lucha campesina legítima es hoy una lucha de poder y territorio (atravesada por lógicas del narcotráfico). He conocido muchas personas que han vivido atrocidades, que han sido víctimas del desplazamiento forzado o que han quedado huérfanas. Cada una con un dolor similar y una historia igual de trágica. Sin embargo, lo que tienen en común no es la tragedia ni el dolor, sino las ganas de seguir adelante, de no dejarse definir por esos actores armados que un día irrumpieron su vida. El conflicto nos ha marcado, nos ha entumecido, nos acostumbramos a él. No obstante también nos ha unido a muchos y ha demostrado la capacidad de resiliencia que tenemos.
Mujer, 21 años, Bogotá. Ha sido un fenómeno que ha afectado a familias durante años; Además, ha impedido el progreso social, económico y cultural de nuestro país. Ha cobrado miles de vidas de personas inocentes, se ha llevado los sueños de muchas personas.