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Representación social
en dos películas de Carlos Saura
Pamela Rendón Estrada
REPRESENTACIÓN SOCIAL en dos películas de Carlos Saura
Pamela Rendón Estrada
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El cine ha formado parte esencial en la manera de apreheneder la realidad social y sus especificidades. Dentro de las muchas posibilidades analíticas que se pueden realizar sobre una película, un acercamiento de carácter sociológico-‐interpretativo, brinda herramientas tanto metodológicas como teóricas para analizarla. Eventos como éste, nos permiten conocer las diversas formas de analizar un filme, aproximarnos mediante la interdisciplinariedad al séptimo arte, al cual debemos una de las formas de expresión más bellas jamás creadas. En la siguiente ponencia analizaré dos películas de uno de los cineastas más influyentes del panorama mundial: Carlos Saura. Películas que filmó durante la dictadura de Franco, por lo que su valía en términos tanto comunicativos como de representación social, son incalculables hasta la fecha. Carlos Saura, es un realizador capaz de unir el interés histórico, cinematográfico, su enfoque personal, y la manera en la que la historia se entrelaza con la memoria. Las cintas que se analizarán son La caza y Ana y los lobos, las cuales revelan mucho de la sociedad española de la postguerra y del tardofranquismo, respectivamente. Ello a través de la fusión de dos grandes teorías: la teoría hermenéutica de Paul Ricoeur de la Triple Mímesis y la socio-‐fenomenología de Alfred Schutz. Por lo tanto, el objeto específico de estudio, serán las representaciones sociales simbólicas que se muestran en cada película. La mímesis I o prefiguración, en términos generales, implica el hecho de que el autor de la obra, quien forma parte de un mundo socialmente heredado, tome parte del mismo, y lo represente en su arte. Por lo que en nuestro estudio, se analizará tanto al artista, como al mundo de la vida del cual él formó parte en el momento de la creación artística. Hablemos del contexto. La Guerra Civil Española es uno de los momentos más convulsivos en la historia de la humanidad y también implicó para el pueblo español un rudo enfrentamiento entre compatriotas que cambiaría el resto de sus vidas e historia nacional, incluso hasta la actualidad. Franco consideró a los sobrevivientes del Frente Popular republicano como “la escoria de la población española.”1 Los franquistas, se autodenominaron los salvadores de la patria, y determinaron que los ‘rojos’ (partidarios 1
Hopewell, John. El cine español después de Franco 1973-‐1988. Madrid: Arquero. 1989, pág. 28
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del republicanismo) eran una amenaza para el bienestar común. Así, la represión fue el único medio que los franquistas consideraron viable para mantener el control ideológico, político y social. El legado mental de la Guerra Civil Española implica un trato al vencido excepcionalmente atroz que fue más allá de la misma generación de la guerra. Se heredó la imagen de una España dividida, por un lado sumisa ante el exceso de arbitrariedad, y por otro el de la prepotencia del vencedor, intocable e inalcanzable. La guerra fue la más amarga de las educaciones políticas para los españoles, lo que se extendería a los ámbitos sociales y culturales. Por otro lado, los niños de la guerra fueron pronto los jóvenes del franquismo medio y tardío, que herederos de las desgracias (y de ese legado mental), lucharon por restablecer los ideales de sus padres. La censura franquista fue el órgano de acompañamiento del Estado que le ayudó a defender los valores inalterables: Dios, Patria y Familia. Las autoridades se encargaban de vigilar y censurar cualquier expresión que atentara contra las instituciones, contra la moral y las buenas costumbres.2 Es decir, temas considerados tabú, como la Guerra Civil, el comunismo y socialismo (terror rojo), religiones diferentes al catolicismo, la sexualidad y la blasfemia. El Ministerio de Información y Turismo controlaba el flujo de información, y creó a su vez organismos para lograrlo, como la Dirección General de Cinematografía y Teatro, y la Junta de Clasificación y Censura3, cuyo trabajo era someter a todas las películas a una doble censura. José María García Escudero fue la cabeza de la Dirección General de Cinematografía en 1962. Este reformista católico de corte liberal, propició un proceso de apertura en el cine, sin dejar de lado la censura. Durante su gestión surgió el posibilismo. Ante el panorama censor, muchos artistas hicieron críticas sobre la forma de hacer llegar al público sus obras, denominando posibilismo a un arte de doble lectura. Éste llegó a formar parte de la propia Administración, definiéndose como posibilismo institucional, que en el cine se tradujo en el apoyo al cine-‐bandera. La administración estaba convencida de que “la sociedad española [era] tonta e incapaz de comprender discursos 2
Cisquella, Georgina. Erviti, José Luis. Sorolla, José A. La represión cultural del franquismo. Diez años de censura de libros durante la Ley de Prensa (1966-‐1976). Barcelona: Editorial Anagrama. 2002, pág. 48 3 Ibíd., pág. 132
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intelectualizados.”4 Lo cual era evidentemente falso, con el surgimiento de una nueva generación de realizadores. El discurso posibilista, suponía un diálogo con el espectador, mediante un código de sobreentendidos, en los que intervenía la capacidad por parte del espectador para poder interpretar lo que apreciaba en la pantalla de acuerdo a lo que acontecía en su propia realidad y a hechos que habían tenido lugar en su pasado histórico. Fue de esta forma como se fue consolidando la creación fílmica simbólica, en la que la labor de interpretación era completamente necesaria por parte del auditorio en un ambiente comunicativo hermético y casi impenetrable. También, corresponde tener un breve acercamiento a la situación biográfica específica del cineasta, la cual influyó en su postura frente a la dictadura en su adultez. Carlos Saura, duro crítico de su realidad circundante, logró que su cine se realizara, a pesar de los obstáculos administrativos. Sin duda, muchos de los acontecimientos que él mismo vivió durante su infancia se vieron reflejados en su cine. Nacido en Huesca en 1932, fue hijo de intelectuales. Cuando la guerra estalló en 1936 vivió con su familia materna de tendencia ultraderechista. Ahí recibió educación religiosa. Cansado de vivir bajo condiciones adversas, donde era juzgado por las ideologías políticas de sus padres y reprimido duramente por ello, volvió con su familia. Durante esa niñez, experimentó la guerra de la manera más cruel. Siendo el producto de una generación temerosa que creció durante la Guerra Civil, y que maduró durante la represión franquista, Saura no deja de lado su dura infancia. Al recordar la época de Franco, Saura reflexiona, “Los que empezamos a hacer cine en los difíciles años del franquismo estamos curtidos. Yo, cada vez que hacía una película, estaba convencido de que era la última. Luego no fue así, y pude continuar trabajando.”5 Por lo tanto, Carlos Saura, siempre consideró la libertad de expresión como un derecho fundamental de todos los individuos, planteando en sus películas sus propias preocupaciones y vivencias. 4
Nieto, Jorge. La memoria cinematográfica de la Guerra Civil española (1939-‐1982). Valencia: Publicaciones de la Universidad de Valencia. 2008, pág. 207 5 Saura, Carlos. De Saura. Córdoba: Junta de Andalucía, Consejería de Cultura y Medio Ambiente, Filmoteca de Andalucía. 1993, pág. 91
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Una vez expuesto su contexto biográfico, pasaremos al siguiente nivel de análisis: la mímesis II o configuración. Ésta implica a la obra en sí misma, una vez editada y dispuesta a ser vista por otro individuo. Es importante precisar que la prefiguración sirve como primer nivel de análisis para ambas cintas, pero que los siguientes niveles se harán de forma separada para cada una de ellas. Así, explicaré brevemente la sinopsis de La caza. La película narra la historia de tres amigos José, Paco y Luis, que en compañía del joven Enrique (cuñado de Paco) se reúnen para cazar en un coto, propiedad de José. Este lugar había sido uno de los escenarios de lucha y exterminio durante la guerra civil (luchando por los nacionalistas). Cada uno de ellos pasa por momentos muy difíciles en su vida, por lo que el día de cacería se convierte en un enfrentamiento entre ellos, su pasado y su presente. Si bien la historia narra un día de caza a través de un grupo de viejos amigos, va más allá de lo anecdótico para ahondar en temas escabrosos para el franquismo, tal como se verá. Así, se puede llegar a la mímesis III o reconfiguración. Haré una introducción a la misma antes de pasar a los casos específicos de las películas. En este nivel, se realiza la interpretación de la obra. En este caso, la interpretación de las representaciones sociales simbólicas que se muestran en las cintas, entendiendo como símbolo “toda estructura de significación donde un sentido directo, primario y literal designa por añadidura otro sentido indirecto, secundario y figurado, que sólo puede ser aprehendido a través del primero.”6 Para Alfred Schutz existen relaciones intersubjetivas temporales que integran la realidad en el mundo de la vida cotidiana. En lo fílmico, tienen mucho lugar los contemporáneos, y los predecesores, puesto que la obra representa personajes tipificados socialmente. Mediante ellos, se puede generar comunicación con los demás, basados en un conocimiento socialmente aceptado, que ha existido antes de nosotros y que seguirá después de nosotros. Sin duda, la posibilidad de generalizar el comportamiento de un cierto sector de la sociedad nos permite tener un acercamiento al mismo, no sólo como objeto de estudio, sino, en este caso, como objeto de crítica y representación. El mundo 6
Ricoeur Paul, El conflicto de las interpretaciones. México: Fondo de Cultura Económica, 2003, pág. 17
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de la vida es concebido desde su gestación como un mundo intersubjetivo, porque puedo compartirlo con mis semejantes y mediante ellos puedo modificarlo, es decir, actúo sobre mis semejantes, ellos me inducen a mí, y yo los induzco a que reaccionen. Debido a esta continua interrelación entre los individuos se crean esos lazos intersubjetivos de carácter temporal. Traducido en términos del análisis, Carlos Saura compartió el contexto que se ha mencionado, y fue por medio de una acción proyectada que pudo generar reacciones en los otros a través de la comunicación de sus ideas críticas hacia el régimen, en sus películas simbólicas. La idea plasmada sobre los diversos sectores de la sociedad española se logra mediante una aprehensión de los ‘contemporáneos’ del autor. Con los cuales el sujeto no participa directamente, ya que sólo puedo hacerme una idea de su comportamiento y conducta mediante tipificaciones. Es decir, que “si bien un semejante no es experimentado en su unicidad individual, sino en términos de sus pautas de conducta típica, sus motivos típicos y sus actitudes típicas, y con diversos grados de anonimia. […] Lo hacemos en una situación histórica que está al menos co-‐determinada por las efectuaciones de nuestros predecesores.”7 Predecesores, que en caso de Saura marcaron la noción de lucha en la defensa de la libertad de expresión. Ahora, hablaré de La caza. Sus protagonistas de José, Paco y Luis representan a los ‘contemporáneos’ burgueses que resultaron vencedores de la guerra civil. Es decir, los que han generado negocios propios, los que viven acomodadamente, los que mantienen estructuras sociales heredadas de la guerra, como la condición de semi-‐esclavitud en la que viven los trabajadores de la tierra de José, Juan e Isabel. Sin embargo, y dados los problemas que cada uno acarrea, salta la pregunta de si ellos han sido realmente los vencedores, pues muchos de sus problemas implican poner en juego los valores tipificados por la sociedad española: como la virilidad, la heroicidad, la valentía y en su defecto la debilidad. [FRAGMENTO DE DIÁLOGO] Todos ellos se muestran como una generación frustrada que no ha logrado los objetivos que deseaba, y que el franquismo
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Schutz, Alfred. El problema de la realidad social. Escritos I. Argentina: Amorrortu Editores. 2008, p. 313
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había prometido tras la victoria. Enrique es la única excepción a todos estos problemas, se siente libre y no comparte la misma memoria histórica que sus compañeros de caza. A lo largo de la cinta se pueden observar múltiples símbolos de la guerra civil. Uno de ellos es el terreno de cacería (llega a ser otro personaje más), que en conjunto con el calor agobiante, generan una atmósfera asfixiante que será un buen territorio para que la lucha de intereses se desate basada en las viejas rencillas de la guerra, rencillas sociales, que mantienen la división. La guerra es entendida como un conflicto fraticida que verá su resurgimiento en el enfrentamiento de los tres amigos, todo ello ante los ojos de Enrique, representante de la nueva generación. Ese terreno, se desenvuelve como un sistema a puerta cerrada, en el que el aislamiento del mundo permitirá que en el conflicto sólo intervengan las memorias heredadas y los odios acumulados. Enrique es el que se ve más sorprendido por el escenario, el cual contiene tiene numerosos agujeros, que eran bóvedas en las que guardaban los cuerpos republicanos. [FRAGMENTO DE DIÁLOGO] Así, se establece el escenario en el que tendrá lugar el reencuentro de viejos conflictos. Existe un plano en el que se contraponen las bóvedas de guerra con las madrigueras de los conejos, sitios que verán por un lado la muerte de los hombres, y por el otro, la de los animales. Siguiendo con las alusiones a la guerra civil, José tiene un gran secreto que está dispuesto a compartir con Paco, en señal de su fiel amistad, que tiene como objetivo la generación de confianza y la creación de un ambiente idóneo para pedirle el dinero que tanto necesita. Este secreto se encuentra en una de las bóvedas, y es un muerto de guerra conservado por José como amuleto de la posguerra. Sin embargo, ese secreto es conocido por casi todos, exceptuando a Enrique. [FRAGMENTO DE DIÁLOGO] Esa es la forma en la Saura explica al espectador a manera de crítica lo poco informada que se encontraba la juventud sobre los acontecimientos de la guerra civil. Al mismo tiempo, critica el poco interés de la generación madura para informar a los jóvenes sobre lo que aconteció en la guerra. Ellos no pueden olvidar la cacería humana que significó aquel conflicto, Paco sueña “¡Qué quemen esa cueva!, y José expresa “las piezas cobradas son el mejor 8
recuerdo de una cacería”, aludiendo orgullosamente a su ‘muerto’ escondido. La puesta en escena de Saura es contundente al iniciar la cacería. La caza simboliza al mismo tiempo, la caza animal y la humana. Saura, muestra escenas impactantes en la que los animales se atacan unos a otros (la perra, el hurón, los conejos), y por el otro lado, muestra la cacería humana que deriva de aquella reunión amistosa. El planteamiento ideológico y social de cada personaje es llevado al espectador como si éstos se dirigiesen al público. Cada uno expresa: [FRAGMENTO DE DIÁLOGO]. Cuando los personajes se lanzan a la cacería, avanzan como llevados por una especie de estrategia militar, puesto que los hombres realizan dos tipos de caza, una solamente con su escopeta, y otra en la que, con ayuda de los animales, acorralan a los conejos en sus madrigueras, simbolizando la ley fuga aplicada durante la guerra civil. Más adelante en el filme, los ánimos de los amigos se van deteriorando poco a poco entre sí, hasta llegar al punto en el que terminan matándose unos a otros, siendo Enrique el único sobreviviente. Al ser el único personaje no condicionado por el pasado, y presa de su desesperación, corre. Así, el último plano es una especie de fotografía instantánea de aquella huída. La galardonada cinta fue una ofensa para la Junta de censura. Sin embargo la película fue exhibida en España con un buen recibimiento del público, que comenzó a convencerse de la calidad de este gran cineasta. Es La caza una película que mediante el uso de recursos cinematográficos fue capaz de mostrar simbólicamente las heridas permanentes de la guerra y la inconformidad de la sociedad ante tal suceso, como ninguna otra. Volveré a la mímesis II o a la configuración de la cinta Ana y los lobos, realizada por Carlos Saura en 1974. Se narra la historia de una familia conformada por una madre dominante, sus tres hijos: José, Juan y Fernando, Luchy (la esposa de Juan), y sus tres nietas. Ana, es contratada como la institutriz de las niñas, inscribiéndose inevitablemente en la particular dinámica del hogar, y conociendo al mismo tiempo, las conductas y personalidades particulares de cada individuo, así como sus efervescentes aficiones. Este relato en apariencia inofensivo, guarda una enrome crítica a la sociedad franquista y a los grandes pilares de dicha estructura ideológico-‐política: la milicia, la religión y la masculinidad ibérica, tal como se verá a continuación en la mímesis III o reconfiguración de la película. 9
Carlos Saura logra aprehender a las estructuras sociales básicas del franquismo mediante las tipificaciones creadas por la sociedad de Franco. Los personajes viven en una residencia, la cual, es un gran símbolo de España, puesto que al igual que el país, durante los años del franquismo, se encontraba aislada del resto del mundo. El tamaño de la casa y su ostentosidad simboliza a su vez, la abundancia en la que vivieron ciertos sectores beneficiados por el sistema de Franco, donde los trabajadores de la milicia o el Estado, eran favorecidos económicamente. Una vez en su habitación, Ana se dispone a desempacar. Conoce a José, quien entra a su cuarto para cuestionarla, a la usanza de los aduaneros, censores y militares. Simbolizándolos. [FRAGMENTO DE DIÁLOGO] Así, es posible reconocer a José como la milicia franquista. Más tarde, conocerá de la extraña fijación que tiene José hacia los uniformes militares, los cuales le ayudan a reforzar su malgastada masculinidad. Por la noche, mientras Ana cuida de las niñas, conoce a Juan, quien muestra un particular interés por la joven. De esta forma, Juan se nos presenta como el representante de la virilidad ibérica. Mediante sus acciones, queda establecida la nulidad que representa para él su esposa Luchy, símbolo del constreñido papel que tenía la mujer en la sociedad española del franquismo. Ana busca a Fernando. Lo encuentra en una cueva que está a las afueras de la casa. Se devela como la representación de la devoción religiosa. Fernando es considerado por la madre “como el mejor de todos” (entendiendo la primacía que tenía para el Estado la Iglesia). Ana busca vincularse con él tanto como con las niñas, las cuales son la representación de la desalentadora imagen que tiene Saura de la juventud española, puesto que están dispuestas a reproducir comportamientos que observan en los adultos sin cuestionarse la naturaleza de los mismos. Ana, por su parte, es una extranjera de origen anglosajón, que entra a la casa libre de prejuicios, por lo que los comportamientos singulares de los personajes se le aparecen como posturas que en lugar de preocuparla, le causan gracia. Ana representa a las otras culturas que jamás encajarán en la dinámica española del franquismo, puesto que desde el punto de vista dictatorial, ella peca de ligereza y amoralidad. Los tres hombres, cuyo símbolo son los tres lobos, son capaces de lastimar, 10
devorar y mutilar a los individuos, y en este caso a Ana, ya que no sólo operan apoyándose unos en otros, sino contando con el soporte matriarcal, quien pide que siempre se mantengan unidos. Así, la relación que Ana despliegue con cada uno de los personajes implicará un deterioro en su condición de persona. Finalmente, después de una lucha de intereses entre los mismos hermanos, o lobos según el titulo de la película, en los cuales está involucrada Ana, éstos obtienen de ella, lo que cada uno espera según las características ya descritas: Juan la viola, Fernando le corta el cabello y finalmente José le dispara en la cabeza. Ana cae al suelo muerta. Tal como se mencionó, el cine de Saura cruzó las duras barreras de la censura para lograr que su cine fuera visto no sólo en las pantallas españolas sino también en las pantallas del mundo, en las que se ponía sobre la mesa la verdadera situación que se vivía en España. La humanidad le debe a los objetos culturales, en este caso específico, al cine, la posibilidad de reflexión de la realidad circundante tanto en el momento de su creación, como en un futuro lejano o cercano. A la luz de hoy, es posible saber, que las heridas generadas por la guerra no han sanado, y que aquello vivido durante los 39 años de dictadura franquista provocó una profunda división en la sociedad que hoy en día se debate por el olvido o el reconocimiento de lo sucedido.
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