RETRATODE THOMASBUERGENTHAL PADRE DEL INSTITUTO INTERAMERICANO DE DERECHOS HUMANOS INSTITUTO INTERAMERICANO DE DERECHOS HUMAN OS IIDH

INSTITUTO INTERAMERICANO DE DERECHOS HUMANOS IIDH I RETRATODE THOMASBUERGENTHAL PADRE DEL INSTITUTO INTERAMERICANO DE DERECHOS HUMANOS Texto: EdVu

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INSTITUTO INTERAMERICANO DE DERECHOS HUMANOS IIDH

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RETRATODE THOMASBUERGENTHAL PADRE DEL INSTITUTO INTERAMERICANO DE DERECHOS HUMANOS

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Traducci6n: Peggy Bell de Buergenthal Titulo Original: Judaism's Witness El articulo fue publicado en: The Observer Magazine (Londres, Inglaterra, 4 de abril de,J999). -·~----------,

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Las opiniones que se presentan en los artfculos son) responsabilidad exclusiva de los autores y no reflejan necesariamente los puntas de vista del Instituto Interamericano de Dercchos Humanos ni Ia de sus donantes.

En los campos de exterminio de Auschwitz y Sachsenhausen, Thomas Buergenthal vio atrocidades tan espantosas que las Ileg6 a borrar de sus pesadillas. Tenfa apenas 10 anos. Hoy, a Ia edad de 64 anos, ha volcado todo su dolor -y su compasi6n- en una campana contra el genocidio en El Salvador, Ruanda, Bosnia y dondequiera que aparezca. Es esta Ia historia de Ia trayectoria de un hombre desde las camaras de gas de Polonia hasta los pasillos del poder.

INSTITUTO INTERAMERICANO DE DERECHOS HUMANOS Apartado 10.081-1000 Tel.: (506) 234 0404 I Fax: (506) 234 0955 I (506) 234 7402 E-mail: ueditorial @iidh.ed.cr

Como muchos otros de su edad, Thomas Buergenthal tiene una fotografia en sepia sobre Ia c6moda. Esta muestra a su padre, Mundek, en traje formal con corbatfn, los ojos entrecerrados y alga turbado por las risas captadas en ese instante. La madre de Thomas, Gerda, es de rasgos fuertes pero hellos yexhibe una sonrisa quieta y a Ia vez Iuminosa -muy parecida a Ia de su hijo hoy. Buergenthal, que viste el tradicional lederhosen aleman, luce inc6modo y juguet6n. Es el ano 1938 y Ia familia se encuentra en el jardfn del hotel de propiedad del senor Buergenthal en Lubochna, hoy parte de Slovakia. La familia se habfa trasladado allf a! Ilegar Hitler a1 poder, bajo Ia impresi6n de que serfa un Iugar mas seguro que su propia patria, Alemania.

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San Jose, Costa Rica Primera Edici6n - 1999 © 1999, IIDH (Traducci6n)

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f Fue en esos tres afios que Buergenthal aprendio de que se trataba En los ~ajos: Buergenthal conserva en su oficina otra fotograffa, 'a humanidad. Esos afios le ensefiaron algo mas alia del odio y del tomada un ano mas tarde. Son los mismos tres personajes: el sefior B~ergenthal ha perdido algo de su sonrisa, pero Ia de su mujer es aun . ;inismo -algo que desaffa aquellos sentimientos. Mas de medio liglo despues de Ia Marcha de Ia Muerte, se encuentra en el auditorio mas rad1ante, como s1 no. tuv1era preocupacion alguna. El pequefio del Museo del Holocausto -hoy es el Presidente de su Comision Thomas v1ste un gorro tejido y tJene un aire de tenaz resolucion, como sobre Conciencia- y se dirige a los asistentes a una conferencia sobre SJ lo estuvwran llevando a un paseo que tiene toda Ia intencion de el genocidio en nuestros tiempos con las siguientes palabras: "Los dJsfrutar. Nada indica lo que ha sucedido entretanto: Ia familia esta muros de este museo reverberan con las voces de los millones de ahora en fuga, habiendo perdido el hotel ante el avance de las hordas hombres, mujeres y nifios que perecieron en el Holocausto. No se nazis en Checoslovaquia. "Eramos fugitivos en ese momento", dice limitan a contarnos sus propias experiencias, ni a reprocharnos por Buergenthal a Ia vez que sostiene el marco como un fcono en sus fuertes manos , "y no temamos , 1a menor Idea · no habernos esforzado por salvarlos. Claman a todos nosotros para de lo que nos esperaba". que -en su nombre, en nombre de generaciones futuras, en nombre de Ia humanidad- luchemos por erradicar el genocidio y, sobre todo, . Lo que vivio Buergenthal desde que fue tomada esa foto de su para que no permanezcamos indiferentes a Ia suerte de quienes hoy o canta ~rav1esa lo ha convertido en testigo de las peores atrocidades mafiana, puedan convertirse en vfctimas del genocidio" . comet~das durante las ultimas decadas de este milenio, a diferencia de casJ todos los demas seres hoy con vida. Antes de los doce afios Buergenthalllego a conocer el ghetto de Kielce en Polonia, Ia Buergenthal habrfa de presenciar escenas como Ia siguiente: "D~ mayorfa de cuyos habitantes fueron masacrados en Treblinka. Conocio repente Ia locomotora emitio un largo y agudo silbido. Como fieras y sobrevivi6 los campos de trabajos forzados y luego el campo de des~ubJertas en sus escondites, los hombres que hace un segundo no exterminio de Auschwitz-Birkenau. Fue uno de tres nifios que podJan moverse, se pus1eron de pie de un salto, lanzando sus cuerpos sobrevivieron Ia marcha desde Auschwitz, de donde partieron 200 contra las paredes del vag6n de tren. Golpeando Ia cabeza contra las nifios. Sobrevivio tambien otro campo de concentracion, en barras de hierro, sus debiles pufios atacaban las planchas de madera Sachsenhausen. Y todo esto fue tan solo el prologo a Ia milagrosa mJe~tras gntaban, lloraban e incluso lanzaban una horripilante risa reunion que habfa de tener con su madre afios despues de finalizar Ia metahca. Nos pisotearon... Todos ellos pasaban de un extremo al va ' · otro del guerra. . gon, como s1 marcharan en un ataque frontal contra algun enem1g 0 d' bT E . Ja ~ !CO. staban cubiertos de sangre; estos hombres habfan Es asf que Buergenthal aprendio lo que hoy sabe. Luego se perdido Ia razon. De pronto los milicianos nazis abrieron fuego contra dedico a ensefiar estas lecciones a los demas. Fue miembro de Ia los· marcha~;es locos. Cayeron uno tras otro, casi como si estuvieran Comision para Ia Verdad en El Salvador de las Naciones Unidas, que en formacwn. Para ellos Ia guerra habfa acabado. La calma examin61a "Guerra Sucia" que vivi6 ese pais; trabaj6 para establecer encubndora de Ia noche volvio a posarse sobre el tren. Yo ya dormfa". el Museo del Holocausto en Washington; aboga porIa intervenci6n , en Bosnia y Ruanda; y actualmente se prepara a trabajar con el tribunal Era Ia cuarta noche de la infame Marcha de Ia Muerte desde Auschwitz hacw Ia nada. que investiga las cuentas "inactivas" de los bancos suizos, donde los

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nazis invirtieron las fortunas que habfan confiscado a sus vfctimas. La historia de ]a vida y supervivencia de Thomas Buergenthal no es simplemente lade un nino que venci6 a Auschwitz, sino lade nuestros tiempos. Es la historia de todos los nemesis del mal, y de Auschwitz, y de su callada ira ante lo poco que ha aprendido el mundo.

diferente en la vida de Buergenthal. Lo han convertido en un hombre incapaz del odio, un hombre que se rehusa a abandonar Ia esperanza. A pesar de su afici6n por Ia travesura y el buen vino, es un hombre disciplinado. Es modesto, cortes y quedamente divertido. Goza de un chiste irreverente. Se interesa mas por los demas que en sf mismo. Adora a su esposa Peggy y coquetea con ella en vfsperas de cumplir 65 anos en mayo. Le encantan los ninos; en este almuerzo, se asegura que el nino que le acompana reciba la hamburguesa que ha pedido. Con seis nietos, Buergenthal irradia su aprobaci6n absoluta.

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explicar a nuestros hijos," rugi6 ese dfa en el Museo del Holocausto, en una de las contadas ocasiones en que levanta su quieta voz, "que en el mundo en que vivimos, resulta facil montar una operaci6n acelerada de cuarenta mil millones de d6lares para rescatar ]a economfa de algiin lejano pafs porque su cafda podria afectar nuestras transacciones bursatiles, mientras que vacilamos cuando se !rata de montar una operaci6n militar para salvar a un pueblo de su destrucci6n a manos de un regimen asesino?" Buergenthal admiti6luego que habfa ensayado ese discurso ante su mujer, para poder pronunciarlo sin deshacerse en lagrimas. Sobre todo esta parte: "La letra de una canci6n yidish que escuche como nino en el ghetto de Kielce se me viene a ]a mente: 'Se quema, nuestra ciudad se quema, y tu te paras allf con los brazos cruzados y no haces nada.' Esta canci6n es un estribillo que bien podrfa aplicarse a Bosnia y Ruanda y a otros lugares que ya no logramos recordar...". Meses despues de ese discurso, dice asf: "Cuando recuerdo esas palabras, veo todavfa a Ia gente del ghetto cantandola. Y tam bien en Auschwitz, despues. En Auschwitz solo hablabarnos de comida y de como sobrevivir. No habfa nada mas".

En un momento como ese, es dificil imaginarse que este hombre ha conocido el mal mas a fondo que casi cualquier otra persona viviente. Ha clavado la vista en los ojos del mal desde muy cercadia tras dfa, noche tras noche, mes tras mes, ano tras ai'io. Vivi6 su infancia, y gran parte de su vida adulta, en compai'iia del mal; conoce su esencia, su rostro y -citando a Hannah Arendt- su "banalidad". "Vivf en un mundo en el cual matar era lo normal," dice, "donde la valentfa y Ia bondad eran las excepciones que se quedan grabadas en la mente". En el recuerdo de Buergenthal, el mal es algo que se escucha, mas nose ve. "Todas las noches, se vefa salir el humo de ]a chimenea del crematoria numero cuatro. El cielo nocturno se tefifa de rojo. El hector era terrible. Pero por encima de todo, se escuchaban los gritos de las personas que habfa sido echadas dentro de las camaras de gas".

Lo que mas llama Ia atenci6n sobre Buergenthal es su fe en Ia naturaleza humana. "En que otra cosa se puede creer?" pregunta, con una sonrisa impfa. Los espectros que llevaron a Primo Levi a un probable suicido (el sobreviviente italiano del holocausto judfo "rod6" por las escaleras de la casa en que naci6) han trazado un rumbo

En el Museo del Holocausto se exhibe Ia fotograffa de un hombre en el Ultimo segundo de su vida. Con un gorro en la cabeza, su mirada clavada en ellente -y en el observador- esta plasmada de una infinita sabidurfa, de desaffo y de repugnancia. Un joven vestido del uniforrne de Ia Gestapo, de cara debil y flacida, apoya la pistol a contra su cabeza y se apresta a disparar. El desprecio plasmado en Ia

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mirada de su victima es i d . . . n escnptible. Es el m1smo desprecio que 'b B · ex h 1 e uergenthal "No·8 , d opus1mos a! mal no con armas, sino con , · hec110S e va1entia y con ct1·gn·d d 1 a mora1, . Las causas del probab] . 'd' d . . .b L e SUlCI 10 e Pnmo Levi se encuentran l en su 1 ro os Hundidos y l . os Salvados, don de el au tor se obsesiona . . . ., . . con 1a cornp1eJa vergtienza d 1 "L h' · . (d e sobreviviente. Escnb10 lo s1gmente: .a Istona e los campo ) h . . . . s a s1do escnta cas1 exclusivamente por qmenes, como yo nuuca 11 . . ' . egamos a desentranar el fondo. Los que sf 1o 11Icieron no volvieron Ilia's" A d'f . d e L ev1,. B uergeuth a! . , . . 1 erencJa Jarnas ha considerado que la · · · . supervivencia conlleve culpab!lidad; mas bIen, 1a ve como una vic to.· "C d , , . , IIa. a a d1a que segma con vida era S , 'I . prneba de que los hab1a venc1·d , d' f d o, Ice. egun e, rnonres no 11 egar a d esen tranar e 1 on o "N , 'd b · Unca le tern1 a Ia rnuerte. Sin embargo cons! era a que aceptar Ia , · · ' , muerte sena conceder Ia victona a! mal. E~s as1 que, en los campos , . d af' . E ' 11 egue me1uso a es Jar a rms propias . pesad111 as. n una de elias · 'estaba a punto de ser ejecutado. Era algo a t errad or. P ero yo me conv , · encm, mcluso en suenos, que esa pistol a , d' d , . no po Ia 1sparar una bala E . · n los ult1mos 50 afios, no he vuelto a tener una so Ia pesadilla". Ladescripcionqueda}3 · · · · Uergenthal de su ex1s. tenc1a en Auschwitz parece sacad a cIe una novel ad D' , . , p . , ( f' . e 1ckens -podna tratarse qmzas del 11 1 en .an ~ . arnoso Art[~! Dodger), o del misrno Oliver Twist. "EI deseo de VI VIr se convutw en dep01t.e, , comen ta a1ha bl ar de SI, rmsmo . l d y c e .os rnuc hachos Michael · " , '· Y Janek, con qmen ernprend10 Ia Marcha de Ia M uerte. 'Era nuestra · I11anera de luchar contra Hitler y todo lo , que este representaba Nunc ·, · · · · a se nos ocurno que esta actJtud tuv1era 1 d a go e raro, pues habfamos v· · · . Isto que los soldados nazis que fusdaban · a nuestJ·o armgos y parientes , . , cons1deraban que matar era un de porte. E ra Iog1co pensar que al segu· . . d , . Ir VIVIen o los estabamos pnvando de . j ble pasat1ernpo Pa , · ·, un agraca . 'b . · ra ffil todo esto se convirtJO en una batalla 1 1 amos a sahr adelante". pe1sona10

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Cuando BuergenthaJ sirve el vino, se ve el tatuaje que lleva en el antebrazo: el nurnero 2930. Este es, para 'el, un sfrnbolo de supervivencia mas bien que de persecucion. "Siempre he pensado que es rnotivo de orgullo. Nunca se me ocurrio borrarlo. Por supuesto que no". Segun el, logro sobrevivir gracias a lo que su padre le habfa ensefiado. "Que sobrevivir es veneer al mal. Que sobrevivir es ganar ]a guerra. Mi padre siernpre decfa: 'Los vamos a veneer. No solo los enterrarernos, sino que varnos a sobrevivir.'" El padre de Buergenilial habfa sido banquero en Berlin antes de escapar a Slovakia, convencido que Hitler "solo durarfa cuatro afios". El habfa sido activista politico y su hotel se transformo en el pun to de reunion de escritores y periodistas aJernanes disidentes. Mundek se ganola antipatia de las autoridades -entre ell as las aleman as- cuando se rehuso a servir de anfitrion de una reunion de ernbajadores en Praga. Cuando subio al poder un gobierno tftere fascista en Slovakia, Mundek decidio que habfa llegado Ia hora de ernprender viaje de nuevo. Mundek contaba con una visa de asilo politico que le habfa concedido Inglaterra, pero tendria que volver a su Po Ionia natal para recogerla. Ya a mediados de 1939 se habian iniciado los "transportes" desde Po Ionia y, despues de seis rneses en fuga, a los Buergenthallos detuvieron en una de las redadas de judfos. Fueron llevados a lo que mas tarde se convertirfa en el ghetto de Kielce. AI principio, la vida alli era "relativamente agradable", hasta que se instalo el alarnbre de puas y empezaron las "selecciones". Durante dos dias del afio 1942, Ia mayoria de los 20,000 habitantes del ghetto de Kielce fueron recogidos y enviados a! campo de exterrninio de Treblinka. Los que perrnanecieron en sus casas serfan fusilados. Buergenthal recuerda como su padre --que en aquel entonces administraba una fabrica del ghetto- se afeitaba con calma rnientras decfa "Tengo que pensar". Terrnino de afeitarse y marcho con todo el personal de la fabrica desde el ghetto basta la planta. El cornandante del ghetto acepto que se II

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quedara y que Ia siguiera administrando. Tambien perdon6la vida de su familia.

Buergenthal no vive en el recuerdo; nolo puede hacer. Y cuando vuelven esos recuerdos, lo hacen "de una manera descriptiva, mas no grafica. Si volvieran en forma grafica, me volverfa loco". No puede ver pelfculas del archivo. Tuvo que salirse de Ia sala donde se exhibfa Ia pelfculaLa Vida es Bella. No le habfan advertido de que se trataba. No ha visto La Lista de Schindler. Lo sorprendente es que ni siquiera ha recorrido su propio museo. "S6lo una vez- y fue porno ofender al Presidente de Honduras, que habfa servido conmigo en Ia Corte Interamericana de Derechos Humanos. Probablemente fue Ia mejor forma de hacerlo, ya que fue todo muy rapido y tuve que hablar todo el tiempo. Aparte de esa visita, no he regresado. Serfa demasiado".

Quedaban 2,000 personas en el ghetto. Mas tarde, despues de una segunda "selecci6n" final destinada a Treblinka, eran apenas 250. Los prisioneros fueron llevados a una pradera y rodeados de miembros de Ia Gestapo. Mundek exigi6 volver aver al comandante. El joven Thomas se dirigi6 a el en perfecto aleman: "Yo puedo trabajar". El comandante se detuvo. "Veremos," dijo. Nuevamente, se habfan salvado los Buergenthal. Fue en esa pradera que Buergenthal conoci6 a sus amigos Janek y Michael, quienes volverfan a aparecer mas adelante cuando Ia odisea de Buergenthal cobraba visos de pesadilla. Buergenthal se ofreci6 para trabajar de mandadero del gerente aleman. Escuchaba atentamente Ia radio del gerente para luego transmitir las noticias a sus compafieros prisioneros. Cuando les inform6 que Mussolini habfa sido capturado, sus compafieros insistfan que se estaba dejando llevar por su imaginaci6n. Luego se produjo Ia ocupaci6n del campo por parte de Ia SS de Ia Gestapo. "Andaban en busca de los nifios mas pequefios", comentarfa mas tarde Ia madre de Buergenthal a un amigo noruego, "aquellos que no servfan para trabajar. Habfa 45 en las barracas y cada vez que vefan a un nifio, Jo mataban y lo echaban de !ado. Recuerdo a una nifia de seis afios que pregunt6 "LPor que me tienen que matar a mf?''

Buergenthal ha organizado sus recuerdos, los ha disciplinado de una manera extraordinaria. "Es como si se tratara de un tercero de otra persona, no de mf mismo". La mayorfa de sus recuerdos so~ de resistencia y de desaffo, no de sentirse vfctima. Es casi una forma de Zen: no recuerda, por ejemplo, si en el ghetto de Kielce llevaba una estrella amarilla; s6lo recuerda que su padre se rehus6 a ponerse sombrero, para no tener que quitarselo ante los alemanas, como era Ia regia. Recuerda a los judfos griegos que estaban a cargo de Ia letrina de Auschwitz, Iugar donde se podia uno calentar un poco - uno de ellos tocaba Ia mandolina. Recuerda poco acerca de Ia Marcha de Ia Muerte, a menos que se concentre; sin embargo, recuerda con gran claridad a los checos que echaban pan dentro del tren al pasar por los tuneles y al conductor que le convid6 una taza de cafe cuando se encontraba medio congelado.

Poco despues se organiz6 el segundo "transporte" abordo de un vag6n de ferrocarril del tipo usado para transportar ganado. Esta vez el destino era Alemania, segun se Jes inform6. "Mi padre conocfa muy bien esa parte de Po Ionia: el tren se dirigfa haciaAlemania, pero de repente se desvi6. Sabfamos que fbamos para Auschwitz".

La memoria de repente lo ataca, cuando algo del presente abre las compuertas del pasado. "Lo que me trae a Ia memoria el pasado es imagen de un nifio cuya madre fue muerta en Sarajevo; los nifios de Bosnia o Chechnya, con esa mirada de horror en los ojos; los chiquHos famelicos del Africa; los esqueletos que son todo lo que queda de Ia mas acre de El Mozote y que descubrimos en El Salvador".

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En julio de 1992, el Profesor Buergenthal-en ese entonces una de las principales autoridades del mundo en el derecho de los derechos humanos- fue nombrado a Ia Comisi6n de Ia Verdad para El Salvador de las Naciones Unidas, cuyo mandata fue investigar Ia masacre de El Mozote, Ia destrucci6n de pueblos enteros, Ia violaci6n y muerte de unas religiosas norteamericanas, los asesinatos a sangre frfa de los padres jesuitas, el asesinato del Arzobispo Romero y otros crimenes cometidos en ese pais. Habia que identificar a los culpables y de examinar Ia complicidad de Ia CIA y del gobierno estadounidense en la "guerra sucia". Era este un giro curiosa que tomaba Ia vida de Buergenthal -encontrarse investigando las actuaciones del pais que lo habia acogido a el y a cientos de miles mas despues del Holocausto. "Si algo soy, soy un patriota norteamericano. Insisto en que lo que sucedi6 en El Salvador es tan ajeno a Ia tradici6n norteamericana como lo fueron los nazis". El informe que se produjo en 1993 fue implacable. Las atrocidades habian sido toleradas por el poder judicial, por lo que habia que reemplazar a sus altas esferas. El fundador del partido en el poder, Roberto d' Aubuisson, habia planificado el asesinato de Romero. Pero las investigaciones a su vez tuvieron el efecto de hacer que el propio pas ado de Buergenthal empezara a enmarafiarse en su presente e incluso a tenderle una emboscada. AI sefialar el sitio de Ia masacre, uno de los curas apunt6 bacia un jardin de rosas. "Yo acababa de estar en Auschwitz," explica Buergenthal, "y de golpe recorde cuan diferente lucia: verde, cubierto de flares. En todo el tiempo que estuve en Auschwitz, nunca vi flo,res ni plantas, ni tampoco pajaros. De repente, me vinieron todos estos recuerdos ..".

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El tren se acercaba a Auschwitz. "Mi padre", recuerda Buergenthal, "tenia una botella de vodka muy potente y Ia comenz6 a repartir. AI ingresar en el campo, vimos a miles de personas vestidas a rayas. Nos relajamos un poco. Por lo pronto, no estaban matando a Ia gente en cuanto llegaba". Auschwitz-Birkenau era "un recinto enorme. Habia personas que cargaban rocas de un !ado a otro, para luego devolverlas, habia uniformes y perros guardianes -era como si hubiera uno arribado a un asilo de locos donde los guardas mismos eran tambien locos". Cuando llegaban nifios a esie oscuro manicomio, "inmediatamente se les seleccionaba para enviarlos a las camaras de gas". Pero quienes provenian de los campos de trabajos forzados eran considerados fuertes y sanos y se les ponia a un !ado. En Auschwitz con su esposa, a Buergenthalle mostraron el "port6n de entrada". Le coment6 a sus guias que el habia llegado por otro punto, pasando por una pileta llena de un desinfectante para los pies. "Nunca se nos hizo pasar por el port6n de entrada donde se hacia Ia selecci6n para el exterminio -eso es lo que me salvo". A Ia madre de Buergenthal se Ia llevaron; el y su padre se quedaron con los hombres de Kielce. Se bafiaron, les afeitaron Ia cabeza y los llevaron marchando a lo que habia sido el "campo de los gitanos", por donde habian pasado 100,000 de ellos. Es alii que a Buergenthal y a su padre los tatuaron con aguja y tinta sus compafieros de prisi6n. Algunos se encontraban bastante bien de salud. A los que no eran mas que carne y hueso se les conocfa como "musulmanes". "Esa era Ia ultima etapa antes de Ia muerte". Trabajando como mandadero en Ia lavanderia, "me toc6 una vez pasar porIa camara de gas para traer gas del que se usaba para matar a Ia gente, para usarlo como desinfectante en Ia lavanderfa". Buergenthal lleg6 a farniliarizarse con Ia maquinaria de Ia muerte en masa como algo 15

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rutinario, vista todos los dfas; conocfa el tamafio de las camaras de gas y cm1ntas personas cabfan por tanda. "No, nose llegaban a sentar. Todo el proceso tardarfa unos 20 minutos".

mantenernos alii en cuarentena hasta que llegaran mas personas -de nuevo sobrevivf, solamente porque querfan que todo fuera eficiente". Este race con Ia muerte fue muy amargo, pues, segun Buergenthal, "fue Ia unica vez que se equivoco mi padre. El partio al otro campo convencido que yo no habfa sobrevivido. Si el hubiera pensado que yo me salvaba, estoy seguro que el tambien hubiera sobrevivido".

A toda hora se les llamaba y colocaba en formacion; Ia SS constantemente llamaba y calculaba. "Nunca sabfamos si se trataba o no de una seleccion para Ia camara de gas. Cuando aparecia el Dr. Mengele, siempre seleccionaba a los nifios primero, de manera que yo era el mas vulnerable". Pero liego a desarrollar Jo que el llama "una pequefia tactica". Y vuelve a lanzar su sonrisa juguetona: "El aspecto mas debil de Ia maquinaria alemana era su eficiencia. Ellos contaban primero, luego hacian Ia seleccion. El truco era pararse cerca de Ia puerta y escabullirse despues del conteo. Yo escape Ia seleccion varias veces con ese sistema". En una ocasion a Buergenthal lo salvo un medico palaeo, quien -mientras el muchacho dormfa entre un grupo destinado a las camaras de gas- rompiola tarjeta numerada que llevaba en Ia mano, marcada con Ia cruz raja que significaba Ia muerte. La reemplazo con otra que no llevaba Ia cruz. Cuando desperto Buergenthal, se encontraba solo y con vida.

Buergenthal habfa sido el unico nifio que salio con vida del campo de los gitanos. Ahora lo pasaron a! Campo D, donde habfa un Kinderblock lleno de nifios que se habfan salvado "por lo menos por el momento", gracias a Ia intervene! on de un oficial de Ia SS que los habfa elegido para trabajar. Es allf que Buergenthal volvio a ver a Janek y Michael. Pero todo cambiarfa muy pronto. Ya se empezaba a escuchar el trueno de Ia artillerfa sovietica en Ia distancia. A medida que avanzaban las divisiones aliadas, los esqueleticos sobrevivientes de Auschwitz "fueron utilizados hasta casi el ultimo momento para destruir las camaras de gas, las salas de tortura y todas las demas pruebas visibles del sadismo ingenioso de Hitler". Esta grotesca tarea le fue encomendada al Kinderblock y los nifios recibieron golpes y patadas mientras trataban de demoler Auschwitz, Jadrillo por ladrillo. Pero sus manitas eran demasiado pequefias, el trabajo no avanzaba con suficiente rapidez, se acercaba Ia artillerfa. Los alemanes decidieron que exterminar a los sobrevivientes restantes significarfa dejar pruebas ffsicas -mejor serf a que tanto guardas como prisioneros abandonaran el Iugar. Es asf que se inicio el infame 'Transporte de Ia Muerte", mas conocido en Ia his tori a como Ia Marcha de Ia Muerte de Auschwitz.

La gente no siempre se ayudaba entre sf en Auschwitz, dice Buergenthal. En tres ocasiones lagro escapar una seleccion, pero "unos ancianos que iban a morir advirtieron a los guardas que me estaba escapando. Tres veces me pescaron y me trajeron de vuelta". No hubo recriminaciones. "Cuando de sobrevivir se trata, no entra uno en discusiones imitiles. Solo cabe concentrarse en Ia proxima oportunidad". La salvada mas afortunada de Buergenthal se produjo a fines de 1944, despues de que lo separaran de su padre: "Otra seleccion. A mf padre lo enviaron a otro campo; a mf a Ia camara de gas. Solo se habfa seleccionado a 30 o 40 esa vez, lo cual no era suficiente para encender Ia camara de gas. Decidieron trasladarnos a otro lu•g~ar y 16

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Entre las investigaciones mas espeluznantes realizadas en El Salvador esta Ia de Ia mas acre de El Mozote. En Ia noche del 10 de diciembre de 1981, un batall6n de tropas entrenadas por estadounidenses, ingreso en el pueblo y lo destruyo. Apenas unos cuantos 17

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sobrevivientes pudieron arrastrarse por entre los arboles. Doce afios mas tarde, Buergenthal escucho su testimonio: como los soldados sacaron primero a los hombres, luego a las mujeres y nifios, para ejecutarlos; como Ia Embajada de Estados Unidos en San Salvador se rehuso a escuchar. El Mozote es hoy un pueblo desierto. Los unicos sonidos son el piar de las aves y el ruido de los bambues silbando en el viento. Buergenthal cuenta, "Yo escucM a una mujer relatar lo que vio cuando dispararon contra las mujeres y los nifios. Yo pude haberla detenido. Yo mismo pude haber contado esa his tori a. Una vez mas, todo regreso".

Despues de tres dfas de marcha, "me parecfa que entraba en trance por horas a Ia vez. Al principia, los disparos de los guardas me devolvfan a Ia realidad .... pero ya alllegar Ia tercera noche yo habfa logrado incoporar los asperos sonidos de los disparos dentro de mi mundo de suefios". AI cuarto dfa, los sobrevivientes llegaron a Gliwice, donde fueron apifiados dentro de trenes que habfan sido utilizados para el transporte de carbon. Algunos se estaban muriendo de hambre o de exposicion a los elementos, otros sofocados o pisoteados en Ia lucha porIa sopa de repollo. "Echamos los cadaveres fuera del vagon. Janek miro hacia el cielo y se pregunto: 'Cuando ira a terminar todo esto?"'

Enero de 1945. Fue un invierno crudo, Auschwitz ya desierto y cubierto de nieve. Cuando emprendieron Ia marcha las columnas vestidas con el delgado uniforme de los prisioneros, Buergenthal se volvio para observar Ia cuadrada chimenea del crematoria numero cuatro. "En Ia clara luz del sol invernal, era una vista pacifica, casi idflica. A traves de las higrimas, me percate que, por vez primera en afios, no salfa humo de ella. Cuantas noches habfa mirado bacia el crematoria, viendolo escupir humo y fuego alimentados por los cuerpos de cientos de miles de seres humanos. De pronto me fije en una bandada de pajaros que sobrevolaba el campo cubierto de nieve. Eran los primeros pajaros que vefa desde mi llegada a Auschwitz".

Para Ia gran mayorfa de los hombres en el vagon, termino cuando sono el pi to del tren y Ia locomotora se detuvo. Este fue el momento en que se empezaron a tirar contra las barras y rejas en ese acceso de locura sangrienta y fueron abatidos por las balas de los milicianos nazi. Los tres muchachos quedaron rodeados de cadaveres. El viaje durarfa diez dfas mas. Unos aldeanos checos que se habfan escondido en un puente, lanzaron pan dentro de los vagones; algunos alcanzaron el blanco. Cuando llego el tren a Berlin, Buergenthal recuerda las palabras de una mujer en Ia plataforma: "Aquf apesta a judfo". Pero el conductor del tren le dio a! pequefio Thomas una taza de cafe. "Habfa, pues, alemanes y alemanes. Cuando volvf a Berlin, lo tenia muy presente".

A medida que avanzaba Ia triste procesion a traves de Ia nieve, cualquiera que se sentara a descansar terminaba fusilado. "Algunos lo hacfan simplemente para poner fin a todo". Buergenthal y sus dos amigos urdieron un plan. "Correrfamos a Ia cabeza de Ia fila, descansarfamos sin ser vistos en Ia oscuridad, y luego correrfarnos de nuevo a Ia cabeza". Alrededor de 100 nifios iniciaron laMarcha de Ia Muerte. Dos dfas mas tarde, fueron llevados a una pradera y "se les dijo que iban a un monasterio. La verdad es que, segun tengo entendido, los mataron". Janek, Michael y Buc;:rgenthal fueron los unicos en salvarse.

Buergenthal, que en aquel entonces tenia diez afios, abordo otro tren rumbo a Sachsenhausen. La ultima parte del viaje Ia hizo a pie, caminando sobre suelas de madera amarra:das a sus pies. Una vez en el campo, se ganolasimpatiade un capo brutal de nombre Jacob, que se especializaba en una "gimnasia punitiva" que dejaba a cientos de prisioneros sin vida. En un raro gesto de compasion, se fijo en los dedos del pie de Buergenthal, que se le habian congelado, y recomendo que se los operaran.

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La estadfa de Buergenthal en Sachsenhausen no pas6 desapercibida. Uno de los prisioneras era Odd Nansen, hijo del explorador artico, qui en habia sido celebrado como herae nacional por el regimen fascista de Vidkun Quisling en Noruega. "Mi padre no fue fascista y nunca odi6 a los judios," clarno Nansen en protesta publica. Rapidamente lo despacharon para Sachsenhausen.

"yo me echare a buscar a mi madre y ella me estara buscando a mL Despues de que nos encontremos, los dos juntos ·buscaremos a mi padre. Cuando lo encontremos, los tres iremos a visitarte a Noruega". Muchos afios mas tarde, lleg6 una carta a Ia cas a de Nan sen que por toda direcci6n llevaba lo siguiente: "Sr. Odd Nansen, Oslo". Empezaba asi: "Mucha ha cambiado ...".

En Sachsenhausen, Odd Nansen produjo uno de los importantes documentos de Ia guerra -un diario que escribi6 a escondidas sobre papel higienico rabado. Despues de Ia guerra, escribi6 Tommy-libra que fue gran favorito de los nifios- sobre el nifio que habia conocido cuando se recuperaba de Ia amputaci6n de dos dedos del pie congelados. Nansen anot6 en su diario para el dia 19 de febrero de' 1945: "No !ogre detectar en esa carita, Ia huella de los horrores entre los que ha vivido. La expresi6n de sus ojos era abierta, serena y confiada, y las sonrisas irrumpian alrededor de su boca... Sus manitas parecian haber absorbido los sintomas de nerviosismo. Tenia un pequefio libra, a! que le daba vueltas y vueltas ... Eran las manos de un adulto, no de un nifio... Ellibro tenia fotografias de aviones de combate alemanes, aviones caza y bombarderas. Le pregunte si eso le interesaba. 'Sf!' -me contest6 con radiante entusiasmo".

Despues del cierre de Sachsenhausen, el nifio se ech6 a andar porIa campifia y se top6 con una unidad de soldados polacos. Estos quedaran impresionados por Ia osadia y Ia buena facha del joven itinerante. Su dominio del palaeo era tal que pensaron que se trataba de uno de el!os y lo adoptaron como mascota de Ia unidad. Le dieran un caballito y el sastre del batall6n le cosi6 un uniforme. Es asf que Buergenthal se encontr6 entre las primeras trapas aliadas que ingresaran al destrazado Berlin. "Me gusta pensar", sonrie ahora, "que yo libere a Berlin". Desde los escombros de Berlin, a Buergenthallo llevaran a un orfanato en Otwock, Polonia, dirigido por miembras del Bund, un partido socialista judio. Alii se convirti6 en "a! go asi como un he rae -un sobreviviente de carne y hueso", dice el. Pera en su alma se preguntaba "dia y noche" si sus padres seguian con vida. Nunca habfa tenido noticias de su madre, ni siquiera cuando ambos habian estado en Auschwitz -tan cerca y a Ia vez tan lejos el uno del otra.

Con el avance de Ia artillerfa desde Po Ionia haciaAlemania, los escuadrones de ejecuci6n aceleraron su trabajo. Miles marcharan a Ia muerte con cruces negras pintadas sabre Ia frente. El 19 de abril se recibi6 informacion de que el campo cerraba. LaSS se iba. Alliberar Sachsenhausen, el Ejercito Rojo no se preocup6 por empadranar a los prisioneros ni por ofrecerles cuidados medicos, como lo habian hecho las trapas americanas y britanicas en otros campos. "Pueden irse", es todo lo que dijo el oficial ruso. Los noruegos radearon Ia cama de Buergenthal y le regalaran sardinas en lata.

Solamente una vez durante nuestra serie de conversaciones, a Buergenthal se le llenaron los ojos de lagrimas: a! hablar de Ia reciente muerte de su madre. A pesar de que Ia habfan declarado clfnicamente muerta, ella se incorpor6 una ultima vez para despedirse de su hijo con una sonrisa larga, serena y !lena de amor.

Antes de dejar Sachsenhausen, Buergenthal hizo una pramesa a Nansen que cumplirfa a medias. "Cuando termine Ia guerra," dijo,

Buergenthal permaneci6 un afio en el orfanato, donde por primera vez en su vida reciente asisti6 aclases. Le encargaban hacer

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mandados a un pueblo vecino porque su apariencia "no judfa" bacia menos probable que los nifios locales lo sometieran a abuso. En Polonia corrfa de nuevo Ia sangre judfa; los pocos que habfan vue! to a! ghetto de Kielce habfan sido atacados y bubo muchas muertes esta vez a manos de los polacos. La madre de Buergenthal habfa regresado allf en busca de su marido y de su hijo, y se salvo de estas nuevas mas acres "por cuestion de dfas".

certeza," le dijo a Nansen, "que el se encontraba en algun Iugar de Polonia".

Mas adelante, Gerda Buergenthal concedio una serie de entrevistas a Nansen. En elias, describio lo que es ver a un hijo quedarse con hambre y escapar a Ia muerte un sinffn de. veces en Kielce yen los campos de trabajos forzados, y observarlo durmiendo en su regazo en el vagon que los llevaba a Auschwitz. En el campo se habfa organizado un sistema de mensajes -incluso entre prisioneros que se hallaban separados- de man era que podfan informarse entre sf que segufan con vida. Ella tambien habfa logrado escapar los homos; fue trasladada a! campo de Ravensbriick. Y luego emprendio su propia Marcha de Ia Muerte entre los frentes de batalla, sin destino alguno. "Una sola cosa me alentaba a seguir adelante. La imagen de Tommy y de mi marido". De alrededor de 5,000 personas, solo sobrevivieron unas 400. Gerda y su marido habfan acordado una serie de medidas que tomarfan para tratar de encontrarse. Pudo seguir Ia pista de algunos parientes y amigos, mas nadie le daba muchas esperanzas -sobre todo acerca de Buergenthal, que fue visto por ultima vez cuando salio de Auschhwitz en Ia Marcha de Ia Muerte. De regreso en su ciudad natal de Goettingen, sin embargo, Gerda habfa vis to en un periodico una fotograffa de un oficial britanico a Ia cabeza de un grupo de nifios entre los escombros de Berlfn. Estaba convencida que una de esas figuras borrosas era su hijo. "Tenia Ia 22

En Ia Europa de esos dfas, todo el mundo andaba buscando, buscando. Gerda Buergenthal se dedi co a rastrear los registros de las oficinas de asistencia, busco en listas e indices, examino las nominas de fallecimientos y los avisos en los periodicos dofide hijos y padres anunciaban que segufan con vida. Y persistio en Ia busqueda: en Katowice, plagado de refugiados; en Kielce, ni rastros. Hasta que una manana cayo en Ia cama y se quedo allf durante un mes. Mientras tanto, en Otwock, unos activistas del movimiento sionista Hashomer Hatzair se habfan infiltrado en el orfanato (el Bund era radicalmente antisionista) para reclutar a jovenes sobrevivientes dispuestos a unirse a! Exodo hacia Palestina y a lo que serfa Israel. Buergenthal se apunto. Nunca llego a Israel, pero su nombre sf lo hizo. En octubre de 1946, Gerda recibio un telegrama de Ia agencia judfa en Jerusalen: "Nos complace informarle que su hijo Thomas se encuentra en el hogar judfo para huerfanos de Otwock, Po Ionia". El movimiento clandestino sionista operaba una red secreta. Ayudaron a Buergenthal a escapar del orfanato portando papeles falsos. Viajando de noche y cruzando garitas de control una y otra vez, lo sacaron de Polonia, lo pasaron por Checoslovaquia y el sector americana en Alemania, y finalmente lo llevaron a! sector britiinico. Despues de dfas y noches de viaje en tren, Buergenthal llego a una estacion fronteriza cerca de Goettingen, donde de repente vio a su madre "de apenas 5 pies de estatura, vistiendo abrigo y sombrero", parada sola en Ia plataforma. "En ese momenta tuve Ia impresion de que me habfan devuelto Ia vida," dice. "Lo unico que me ha interesado desde ese instante es tratar de ayudar a los demas a recuperar sus vidas".

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Tres afios mas tarde, en 1951, Buergenthal acodero en el puerto de Nueva York abordo de una nave de transporte para cumplir con esa ' de determinacion. Las herramientas que escogio fueron una mezcla Jo que habfa aprendido y Jo que habfa llegado a creer, y Ia materia que habfa estudiado su padre: el derecho y el estado de derecho (irhperio de Ia ley).

Fue ese uno de sus muchos logros en Costa Rica. Otro fue enamorarse de una de las interpretes de Ia Corte, Peggy Bell -mitad inglesa, mitad peruana, e hincha de Bob Dylan. Serfa su segunda esposa. Buergenthal siempre ha dicho que su papel principal es "aplicar el derecho al comportamiento de gobiemos que durante siglos han violado los derechos humanos sin rendir cuentas a ninguna au tori dad". Es con ese fin que fun do el Instituto Interamericano de Derechos Humanos y en el afio 1976 fue presidente del Comite de Derechos Humanos de Ia Comision Nacional Estadounidense para UNESCO. En 1995, despues de que Ia Comision de El Salvador hubiera rendido su informe, Buergenthal se convirtio en el primer ciudadano estadounidense en formar parte del Comite de Derechos Humanos de Ia ONU- el organismo de 18 miembros que vela por el cumplimiento del Pacto de Derechos Civiles y Polfticos y los val ores allf contenidos, los cuales supuestamente constituyen Ia piedra angular de Ia era de Ia generacion cuyos padres habfan vencido a! Tercer Reich, a quienes se les dijo que los matones de Ia historia no tienen necesariamente que triunfar.

Era tan solo el inicio de !a vida de Thomas Buergenthal. Curso Ia secundaria en Nueva Jersey y luego se matriculo en Bethany College, West Virginia, para estudiar ciencias polfticas. Escribio un artfculo muy gr:ifico sobre Ia Marcha de Ia Muerte para el periodico estudiantil The Literary Harbinger en abril de 1956. Lo colocaron casi al final de Ia publicacion, despues de una serie de poesfas mediocres. Luego vino a Ia Universidad de Nueva York, donde obtuvo su tftulo en derecho, al igual que su padre. Por ultimo fue a Harvard, para estudiar bajo su mentor, Louis Sohn, especializandose en derecho intemacional y en el novfsimo campo del derecho de los derechos humanos. Siendo profesor de derecho internacional de Ia Universidad de Texas, Buergenthal se convirtio en el unico ciudadano americano en asumir el cargo dt; juez de Ia Corte Interamericana de Derechos Humanos, establecida en 1979. Fue propuesto por el pafs sede de Ia Corte, Costa Rica. Allf, su investigacion de Ia desaparicion de activistas y radicales antigubernamentales en Honduras Jlevo a Ia tipificacion de un nuevo crimen de guerra. Sen to precedentes jurfdicos que sirven de base para juzgar los horrores de las "desapariciones", satisfaciendo Ia carga de Ia prueba en un area de atrocidad donde parecfa imposible lograrlo. "Quien ha desaparecido, logicamente ya no esta," explica. "Nos vimos ante Ia necesidad de;: establecer una categorfa de personas que han desparecido, pasando a! gobierno Ia carga de Ia prueba al obligar a este a demostrar que Ia persona involucrada no era ni activista !aboral, ni lfder estudiantil ni nada por el estilo". 24

Almorzando en Washington en febrero, Buergenthal se levanta un momento para saludar a un amigo. Max Kampelman habfa estado enfermo, yes bueno verlo de vuelta en el Club Cosmos. Kampe! man fue el decano de las negociaciones sobre armas nucleares del Presidente Carter en una epoca distinta, pero Buergenthallo conocio a rafz de otro contratiempo que se produjo a! finalizar Ia Guerra Frfa. En ese momento, ya profesor de Ia Universidad George Washington, acompafio al Embajador Kampelman a Copenhague en 1990, cuando Ia OSCE (Organization on Security and Cooperation in Europe) se reunio para volver a redactar los protocolos adicionales a los Acuerdos de Helsinki a! no necesitarse mas las clausulas que reconocfan Ia coexistencia del capitalismo occidental y el comunismo sovietico. Las negociaciones andaban muy mal y el proyecto de texto preparado por Ia Union Europea no ofrecfa ninguna esperanza. Las 25

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delegaciones de Irlanda, Francia y Alemania, al parecer "no habfan lefdo Ios pactos europeos sobre derechos humanos -tenfamos que recordarselos a cada rato", relata Buergenthal. Buergenthal paso Ia noche en vela en su hotel para volver a redactar el documento, el cual fue debidamente ratificado. En efecto, el documento de Copenhague se convirtio en un instrumento politico y democnitico. Son tan solo algunas de las formas en que Buergenthal ha ayudado a amoldar nuestro mundo modemo- pero a Ia vez tambien estaba amoldando el pas ado.

que ha mantenido divididos a los judfos desde el Holocausto mismo: 1,fue a! go singular? i, Que relacion hay -si acaso Ia hay- entre el Holocausto y los genocidios de Armenia, Cambodia, Bosnia, Ruanda y demas lugares? Es con estafinalidad queel museo (con el Presidente Clinton) creo el Co mite de Conciencia, para servir de guardian del espfritu de resistencia a! Holocausto en nuestros tiempos. No fue diffcil seleccionar al presidente del Comite, yes asf que Ia historia de Thomas Buergenthal se convirtio no solo en Ia historia del Holocausto, sino en Ia historia de Ia historia del Holocausto.

La propuesta de construir el Museo del Holocausto, que data de fines de los afios setenta, fue el proyecto mas ambicioso en Ia historia del Holocausto. El Profesor Buergenthal particip6 como asesor en las etapas iniciales y su primera reaccion fue "que serfa un error terrible ubicarlo en Washington. Yo pense que deberfa instalarse en Alemania. Reconozco mi error -fue una excelente decision".

Claro esta que no existe Ia menor duda sobre que posicion defiende Buergenthal en el debate, por mas que sean tan singulares las atrocidades. El busca las palabras con cuidado: "El Holocausto fue unico para el pueblo judfo. Sin embargo, como genocidio no fue unico. Toda persona que sea masacrada en masa debido a su color o religion, comparte una experiencia comun y consecuencias en comun. Hay aspectos que si eran unicos: Ia maquinaria, Ia forma en que se produjo. Pero va contra Ia naturaleza humana decir que es distinto si son judios los que mueren".

El museo es uno de los grandes logros, tanto desde el punto de vista de Ia historia como del de rendir homenaje. Es imponente e implacable, pero a Ia vez atenuado, respetuoso, moderado. Un oficial de Ia SS dijo alguna vez en Auschwitz que si un solo judfo fuera a sobrevivir, nadie creerfa lo que le habfa sucedido. Estaba equivocado, y este museo es una de las razones. No obstante, cada una de las muestras despierta controversia. 1,Es correcto que los Torahs que fueron profanados en Ia Noche de los Cristales (Kristallnacht) y que deberian encontrarse en una sinagoga, hayan sido entregados a un museo? (,Como debe exihibirse un uniforme de los Camisas Pardas, si es que se debe exhibir? i, 0 Ia bandera de Ia svastika? Hay dos banderas- una toda estrujada, Ia otra detnis de una rejilla.

Nunca se dira Ia ultima palabra sobre esto. Pero eso no le importa a Buergenthal. Lo que importa es que no se prohfban o silencien los ecos del Holocausto en nuestros propios tiempos, y que a aquellos que sobrevivan a los malvados planes de los tristes imitadores de Adolf Hitler-los Milosevics y Saddams de este mundose les "devuelvan sus vidas, como sucedi6 conmigo".

Sobre todo, persiste Ia pregunta de cual es el proposito del museo. 1,Recordar el pasado o inspirar y agitar tambien en el presente? La contracorriente que corre a lo largo de este debate es de tal magnitud

Devolverles Ia vida a las personas, dice Buergenthal, noes solo cuesti6n de sancionar a los culpables, como sucedi6 en Nuremberg o en La Hay a. Se trata de "contar con una historia definitiva de lo que sucedio. Con un relato -una verdad reconocida- que respalda esa historia, de manera que se lleguen a aceptar los hechos ocurridos al cometerse un acto de genocidio. Esto, no Ia venganza, es lo que les

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devuelve !a vida a las vfctimas del genocidio. La venganza !leva a !a venganza, mientras que !a verdad en definitiva Iibera a Ia gente". Esto se ha Iogrado en gran medida en las postrimerfas del Holocausto. Su historia ha sido examinada detenidamente y reconocida. En los an ales del tiempo se ha registrado Ia version aceptada, una version que se considera serfa repelente "revisar", como lo han tratado de hacer los neonazis, y del cual es repelente apartarse. Lo anterior, dice Buergenthal, se debe en gran medida "a Ia generacion alemana de los afios sesenta, que exigio este ajuste de cuentas. Soy gran admirador de Iajuventud alemana. Los estudiantes que he conocido estan decididos a enfrentarse a Io que hicieron sus padres y a encarar el problema. AI concluir un articulo sobre EI Salvador, Buergenthal escribe: "Toda naci6n debe enfrentarse a su pasado, reconociendo los errores que se han cometido en su nombre ... Nose puede esperar lograr esto ... simplemente diciendo a las vfctimas o a sus familiares que no ha sucedido nada. Las heridas empiezan a sanar cuando se cuenta !a historia". Segun Buergenthal, esto no esta sucediendo ni en Bosnia ni en Ruanda. En Bosnia "los responsables del genocidio no se han enfrentado con Ia verdad, con Ia historia autentica. Es por esto que resulta mas importante una Comisi6n de Ia Verdad que el Tribunal de La Haya. Es Ia unica manera de lograr Ia paz. Tal como van las cosas, existen tres versiones distintas de lo que sucedi6. Mientras esto siga asf, mientras los responsables se rehusen a aceptar lo que han hecho, a las vfctimas nose Ies puede devolver Ia vida No solo es una injusticia, es Ia forma mas terrible de tener que vivir".

Goldhagen uno de los Iibras mas importantes sobre el Holocausto, Los Verdugos Voluntariosde Hitler. Goldhagen propone Ia fascinante y aterradora idea de que son las sociedades, no las personas individua!es, quienes cometen este tipo de crimen. Buergenthal habfa pens ado lo mismo, no durante su infancia sino en El Salvador, cuando qued6 espantado a! escuchar a las personas que entrevistaban admitir que alguna atrocidad cometida habfa sido un "error", sin nunca aceptar que habfan obrado mal. "Sf, uno llegaba a compartir el punto de vista de Goldhagen". Sin embargo, es un concepto que Buergenthal, a! igual que muchos mas, !rata con toda su fuerza de rechazar. Este intento de admirar Ia posicion de Goldhagen pero a Ia vez discrepar con ella radica, segun el, en "mi convencimiento que muy pocas personas son malas. Yo no comprendo a los torturadores, pero no pienso que Ia mayoria de Ia gente realmente quiera hacer esas cosas. Tampoco creo que Ia mayoria de Ia gente tenga el valor de resistir. Esto es lo peligroso y es esta nuestra tarea. Dotando a Ia gente del valor moral y ffsico de oponerse a Io que se les manda hacer y con el respaldo del estado de derecho, podemos luchar contra estas maldades e incluso prevenirlas".

En 1986, Buergenthal acept6 un doctorado honoris causa en Ia Universidad de Heidelberg deAlemania. A los espectadores Ies dijo, "Yo estuve en esta area hace 50 afios". Recuerda !a reacci6n a sus palabras, "Hubo silencio total". Poco despues escribirfa Daniel

La proxima etapa de Ia vida de Buergenthal sera uu retorno a! Holocausto. El dia !3 de abril -el Dfa de Conmemoraci6n del Holocausto- se traslada a Suiza por un afio para formar parte del tribunal que investiga las cuentas bancarias "inactivas". Buergenthal lo ve de Ia siguiente manera: "Nose !rata del dinero. Es un sfmbolo. Se !rata de aceptar Ia historia de lo que realmente sucedi6. Pero aun mas importante, es un mensaje para el presente y el futuro. Un mensaje a aquellos dictadores, aquellos dementes, advirtiendoles que algun dia tendran que rendir cuentas. Que no pueden simplemente hacer lo que quieran para cumplir sus perversos planes. Que personas como nosotros alglin dfa los responsabilizara de sus actos. Eso es Io que he aprendido".

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