Rutas invisibles hacia una paz sostenible

Rutas invisibles hacia una paz sostenible (Martha Restrepo, Carlos Hernández y Alicia Barbero) " Dicen que somos la mitad del cielo. Pero nosotras no

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Rutas invisibles hacia una paz sostenible (Martha Restrepo, Carlos Hernández y Alicia Barbero) " Dicen que somos la mitad del cielo. Pero nosotras no queremos dividir el cielo ni la tierra. Solo esperamos construir juntos un mundo mas amable para todos…” Gioconda Belli: I Introducción A través de este documental seguimos el hilo de las mujeres, mayoría de la población mundial, que están detrás de múltiples caminos de construcción de la paz, imprescindibles para cambiar el rumbo del mundo en el que actualmente vivimos. Lo que aquí se cuenta son prácticas de paz, parte de una historia invisible poco reconocida, en la que están involucradas millones de mujeres que, a pesar de sus duras condiciones de vida, van marcando huellas hacia la construcción y la creatividad del mundo. Sin desconocer el aporte de los hombres en la paz (dos figuras mundialmente reconocidas han sido Gandhi y Martin Luther King), queremos valorar la importancia histórica de las mujeres en la construcción de la paz, superando la identificación estereotipada de la mujer como víctima de las guerras y reconociendo su progresiva participación en los actuales conflictos armados. También queremos reconocer la necesidad de incorporar una visión femenina en los procesos de prevención y negociación de conflictos y en los contextos de reconstrucción posbélica, tanto en aquellas instancias gubernamentales y no gubernamentales como en los organismos internacionales que están involucrados en ellos. Cuando hablamos de visión femenina nos referimos a una forma de relacionarse desde la capacidad de identificación de las necesidades del otro/a, desde el reconocimiento del más frágil, de la comunicación y escucha, de la colaboración y búsqueda del consenso etc…Más allá de la constitución física del hombre ( fuerza física, actividad, impulsividad) o de la mujer (fragilidad, creadora de vida, comunicación) ambos, desde su diferencia biológica, pueden incorporar esta capacidad femenina que les lleve a un accionar creador, constructivo, respetuoso y generador de mecanismos para una sociedad incluyente, garante de paz y seguridad humana. Desde una visión oriental, Vandana Shiva y Rajni Kothari, plantean que el mundo está en un proceso de destrucción debido a que el ser humano tomó como objeto a la naturaleza perdiendo su interrelación de respeto. Por tanto, animan al hombre y a la mujer, a partir de su diferente constitución biológica, a recuperar conjuntamente la naturaleza, para la creación de un mundo sostenible. Plantean el rescate de la mujer activa, creadora en todos los niveles y esferas de la sociedad, superando la imposición de pasividad que pesa sobre ella; y un hombre también activo y fuerte en la creación de sociedades que promuevan la vida y no la reduzcan y amenacen. Un hombre que se sitúe desde un saber creativo y respetuoso superando el ejercicio del poder a través del dominio.

II. Tejiendo redes entre la paz y la guerra. En el segundo semestre del año 2004 en el mundo se contabilizaron 25 conflictos armados y 57 situaciones de tensión, muchos de ellos conflictos posbélicos. Simultáneamente se encontraban en marcha cerca de 25 procesos de paz. En este rápido retrato del mundo que se debate entre la guerra y la paz, hombres y mujeres participan en diferentes proporciones y dimensiones en su construcción y destrucción recibiendo una visibilización y reconocimiento diferenciado por la sociedad. Aproximando la lupa a la historia de las mujeres en su participación de la construcción de la paz y la guerra identificamos varias dimensiones. Estas son las siguientes: Hombres y mujeres son víctimas de la guerra. De acuerdo con sus roles sociales tradicionales ellos soportan sus rigores principalmente como combatientes, heridos, lisiados o prisioneros de guerra. Ellas, como no combatientes, como civiles, son quienes forman la mayor parte de la población desplazada. Sufren el dolor de la pérdida de sus hijos/as, esposos y parientes, del tejido social y familiar que han construido y al cual pertenecen. Son las que soportan las condiciones de pobreza extrema que el desplazamiento conlleva: la perdida de tierras, cultivos, animales, viviendas y enseres. Aquellas que quedan, atrapadas en las zonas de conflicto son frecuentemente violadas y sujetas al control de su vida familiar y afectiva, siendo muchas de ellas forzadas al tráfico sexual y a la prostitución. En las guerras contemporáneas la violación sexual de las mujeres se sigue practicando generalizadamente como un medio de humillación y desmoralización del contrario. En 1993 la Conferencia de Derechos Humanos de Viena y actualmente, la Corte Penal Internacional, la incluyeron como crimen de lesa humanidad y acto de genocidio. Pero la mujer también ha participado y participa en la guerra de forma indirecta: históricamente, sirviendo a los ejércitos como apoyo emocional y logístico, en el auxilio de los heridos, en tareas de inteligencia militar, en la adquisición y transporte de vituallas, de armas, etc. O como sucedió en la segunda guerra mundial, asumiendo los puestos de trabajo de los hombres en la industria militar. Y de forma directa, como combatiente en ejércitos regulares e irregulares. Existen registros de ello en la segunda guerra mundial, en las guerras ocurridas en Centroamérica en los años 80 etc. Radica Coomaraswamy, Relatora Especial sobre la Violencia contra la Mujer, en su informe de 1998 registró que cada vez son más las mujeres que ingresan en los ejércitos regulares y irregulares. Detectó, por primera vez en la historia, la acusación de mujeres como criminales de guerra. En Rwanda, hombres y

también mujeres combatientes, perpetraron actos de violencia sexual contra otras mujeres. Pero al mismo tiempo recobra protagonismo aquella otra visión que rescata el papel de las mujeres como principales promotoras de la paz antes, durante y después de los conflictos armados. Son esenciales sus aportaciones en el ámbito de defensa del desarme global y por la transformación creativa de los conflictos. Es así como en 1915, casi 1.200 mujeres de países neutrales y contendientes se organizaron para reclamar el fin de la Primera guerra mundial formando la Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad que aún hoy continúa activa. Ya en 1905, la austríaca Berta Von Suttner fue la primera mujer en ser reconocida con el premio Nobel de paz, gracias a sus planteamientos recogidos en su libro “Dejad las Armas”. Por su parte, Clara Zetkin pronunció en 1915 palabras sobre las matanzas de las guerra que arrancaron muchos aplausos. “(…).Las mujeres y las madres deploran el crimen de la guerra, no sólo porque mutila los cuerpos de sus propios familiares, sino también porque cercena las almas. El conflicto armado amenaza destruir todo lo que las madres enseñan a sus hijos sobre la solidaridad y la comunidad internacional. Las mujeres pueden instalar en sus hijos profundos sentimientos contra la guerra, pero esto no significa que las mujeres no quieran hacer sacrificios. Saben que es necesario luchar y morir en la lucha por la libertad. La batalla contra la guerra, igual que la batalla por la libertad, no puede librarse sin las mujeres”. También la reconocida Virginia Wolf, dedicó parte de su obra literaria a instar la unidad de las mujeres en una lucha solidaria y conjunta para transformar las raíces de una sociedad dominada por los hombres, encaminada hacia la guerra y la injusticia. Este movimiento mundial se fortaleció en el tiempo previo a la segunda guerra, pero fue duramente afectado cuando las feministas judías, comunistas, socialistas y pacifistas fueron perseguidas, condenadas a muerte, al exilio y a la cárcel con la llegada del fascismo al poder en algunos países del continente europeo. Durante la Segunda guerra mundial identificamos, en esta misma línea de acción, a la Liga de los Derechos de las Mujeres Francesas, el Congreso Internacional de Mujeres Socialistas Pacifistas, el Movimiento Mundial de Mujeres por la Paz. Y después de esta guerra, el inmenso papel de Leonora Roosvelt en el impulso y creación de la ONU como instrumento internacional de regulación de las relaciones y conflictos entre las naciones. En la época de la guerra fría se fortalecieron las organizaciones de mujeres, muchas provenientes de los países del Sur que exigían la resistencia civil contra las guerras y el militarismo conectado a la sostenibilidad planetaria y los recursos naturales. Actualmente destacan en este campo, entre otras, la Federación de Redes de Mujeres Africanas por la Paz (FERFAP) y la Iniciativa de Mujeres de Liberia (Liberian Women’s Iniciative). A su vez están surgiendo coordinaciones planetarias lideradas por organizaciones de mujeres para dar fuerza a estas reivindicaciones como son la Marcha Global de las Mujeres para el 2006. Por otro lado, en los Foros Sociales Mundiales, en sus diferentes capítulos por continentes y países, las mujeres continúan reivindicando su

participación fundamental en la búsqueda del desarme, paz y sostenibilidad mundial. En sociedades internamente divididas, las mujeres, apelando a su rol de madres, han dado vida a diversos grupos y asociaciones. Superando las divisiones impuestas por la guerra de sus países, reivindican conjuntamente el cese al fuego, el inicio de acuerdos humanitarios y de negociaciones de paz. En este sentido destacan algunos grupos como son los siguientes: en Colombia la Asociación de familiares de secuestrados, el Movimiento de Mujeres contra la Guerra, la Ruta Pacífica de las Mujeres; en Bosnia la Asociación Zene Zenama, en Serbia Zene u Crnom; el Comité de Madres de soldados rusos en Chechenia, el Bat Shalom de Israel. También destacamos la Red Internacional de “Mujeres de negro" que empezó en Israel y ha inspirado similares actividades de paz en todo el mundo recordando a los gobiernos y a la sociedad civil que la guerra no se hace en nombre de ellas y apelando a que las mujeres independientemente de su ideología, cultura y nivel socioeconómico "no dan vida para la guerra". Frente a las violaciones de los derechos humanos en países sometidos a dictaduras militares las mujeres también se han organizado como madres de las víctimas para visibilizar la verdad de lo que pasó con sus hijos/as desaparecidos, para exigir justicia y reparación y, para prevenir que las nuevas generaciones participen en futuras guerras. Entre ellas se encuentran las Madres y abuelas de la Plaza de Mayo en Argentina, el Grupo de Apoyo Mutuo en Guatemala, el Grupo de desaparecidos en Chile, las mujeres de Matagalpa en Nicaragua y Las dignas en El Salvador. Igualmente en diferentes países en situación de conflicto armado, como República de Congo, Kenya, Liberia, Rwanda, Somalia, SudAfrica, Sri Lanka, Sudán, Irlanda, Israel-Palestina y Colombia, las mujeres se han organizado para exigir su participación en el proceso de negociación. Entre las organizaciones de mujeres que contribuyeron al diálogo entre las partes del conflicto, destacan, por un lado, el Comité de Mujeres Africanas por la Paz y el Desarrollo, Femmes Africa Solidarité y Mano River Women’s Peace Network que facilitaron la incidencia de mujeres de Guinea, Liberia y Sierra Leona en las negociaciones de sus respectivos países. Y, por otro lado “Women’s Coalition” de Irlanda del Norte que aporta una experiencia inspiradora de la participación de las mujeres en las negociaciones de paz. En Colombia destaca Iniciativa de Mujeres por la Paz, quienes trabajan por incorporar la participación de las mujeres en los procesos de negociación. Muy ilustrativa es la voz de Bat Shalom, organización de mujeres israelitas, que proponía a la comunidad internacional la formación de un cuerpo de mediación internacional formado por mujeres y que todos los equipos implicados en las negociaciones incluyeran por lo menos al 50% de mujeres tanto del lado de los Palestinos como de los Israelitas, en los equipos de la ONU y en la representación de los gobiernos involucrados en la resolución de este conflicto.

En países en fase de postconflicto, se destacan, entre otras, las organizaciones de mujeres balcánicas, iraquíes y afganas, exigiendo su participación en las decisiones políticas que orientan la reconstrucción de sus países. Como podemos observar, existe una proliferación de experiencias de construcción de paz desde las mujeres que no se corresponde con el avance de la incorporación de las mismas en la esfera de decisiones políticas institucionales. Son muchísimas las situaciones en que las mujeres han sido activas en la construcción de la paz antes, durante y después del conflicto armado, a pesar de su restringida visibilización, acotada, casi únicamente, al campo de la acción humanitaria que, a pesar de ello, han jugado un extraordinario papel. Una evidencia del creciente protagonismo de las mujeres en la construcción de la paz son los premios Nobel de la Paz concedidos en 1992 a la guatemalteca Rigoberta Menchu, en 2003 a la iraní Shiran Evadí y en 2004 a la keniana Waangari Maathai. El reconocimiento político de la participación de las mujeres en la construcción de la paz y su inclusión en los procesos de negociación podría ser una contribución fundamental en la superación de muchos conflictos armados y una verdadera estrategia de prevención de los mismos. III. Mediaciones y puentes hacia una paz sostenible: mujer y procesos de negociación. Las negociaciones de paz no son eventos puntuales. Son procesos que discurren a través de varias fases cada una de las cuales implica avances hacia el logro de una paz duradera y sostenible. La agenda que las compone supone llevar a cabo una serie de acuerdos respecto al poder, la reconstrucción económica, la desmovilización, desarme y reinserción de soldados, aspectos humanitarios, la legislación en derechos humanos, el acceso a la tierra, a los derechos económicos, culturales y sociales, la participación de la sociedad civil, etc. Por tanto, un proceso de negociación suministra una oportunidad única de reorganizar las instituciones, estructuras y relaciones para la construcción de una nueva sociedad desde la inclusión de los diferentes intereses y la justicia social. A pesar de ello la mayoría de procesos de paz excluyen a muchos actores, entre ellos a la sociedad civil y a las mujeres. Las mujeres, a pesar de ser más de la mitad de la población mundial, tienen una baja representación en los procesos de paz formales tanto como negociadoras y mediadoras como en el papel de facilitadoras. Mayoritariamente, son invitadas como observadoras representando instituciones internacionales. A veces, son contratadas como expertas en

temas específicos en el ámbito social, político, civil, económico o judicial de las estructuras sociales que se encuentran en fases de conflicto y postconflicto. Según Kofi Annan en un estudio de la comisión de la ONU sobre la condición de la mujer realizado en marzo 2004, revela que los asuntos relacionados con igualdad de género y posición de la mujer en la sociedad tendieron a ser excluidos en los acuerdos de paz que se iniciaron en el 2003. La participación de las mujeres en los acuerdos de paz implica una mayor garantía para la sostenibilidad de la paz. Ellas poseen una gran capacidad como mediadoras y aportan aquellos aspectos que tienen que ver con las necesidades humanas, con su experiencia como dadoras de vida en una sociedad patriarcal y en guerra. IV. Camino de colinas y pedruscos: mujer y procesos de negociaciones. La exclusión de las mujeres en los procesos formales de negociación tiene efectos negativos sobre los acuerdos de paz que se alcancen. Estos al no tener en cuenta a la mitad de las voces de la población, se traducen en soluciones y planes de reconstrucción de la sociedad que no siempre incorporan las propuestas económicas, sociales y políticas particulares de las mujeres y, tienden a mantener la perpetuación de las relaciones de género tradicionales previas al conflicto armado. Incluir la equidad de género en los acuerdos de paz implica incorporar en la nueva constitución del país aspectos de vital importancia como la universalidad de los derechos humanos y la participación activa de la mujer en las esferas de decisión política, económica, social y cultural, así como la transversalidad de la perspectiva de género en las políticas, en las normas de convivencia y en las estructuras del Estado. Sin embargo, la presencia de mujeres en las negociaciones de paz no garantiza por si sola que la equidad de género sea incorporada en la agenda de paz ni tampoco su implementación. En el Salvador, por ejemplo, a pesar de que el 30% de los negociadores del FMLN eran mujeres, la equidad de género no fue incluida en los acuerdos de paz. El establecimiento de cuotas de participación ha garantizado el aumento de la presencia de mujeres en órganos del poder, como por ejemplo en Mozambique donde el 30% del cuerpo legislativo son mujeres, pero este mecanismo tampoco garantiza por si mismo la emergencia de la perspectiva de género en aquellos países en los que existen enormes barreras culturales dentro de la sociedad. Son necesarias condiciones adicionales que tienen que ver con la voluntad política por parte de todos los sectores políticos y sociales del país y

con el nivel de identidad femenina del grupo de negociadores y organismos mediadores. La oportunidad de envolver a las mujeres en procesos de negociación de paz depende, a menudo, de la previa capacidad de movilización de la sociedad y, particularmente de las mujeres, respecto a esta cuestión. En aquellos países en que tradicionalmente las mujeres han sido excluidas de procesos de decisión política, el apoyo local e internacional puede favorecer su inclusión en la agenda del acuerdo de paz y de reconstrucción. En esta dirección son relevantes las experiencias de Iraq y Afganistán. En Iraq, sólo una mujer hace parte de los 25 miembros del gabinete y no hay mujeres a cargo de ninguna de las 18 gobernaciones del país. El borrador de la Constitución iraquí fue redactado por hombres. Las organizaciones feministas iraquíes tuvieron que organizar una marcha por las calles de Bagdad para conseguir que la Constitución incluyera la meta de lograr una representación femenina del 25 por ciento en la futura asamblea legislativa de Iraq. Existen más de 80 organizaciones femeninas iraquíes que se movilizan continuamente con el objetivo de presionar para que haya mayor participación de las mujeres en el proceso de reconstrucción de su país. Las organizaciones feministas de EEUU las apoyan reclamando en Washington una mayor participación de las mujeres en este proceso. En Afganistán la preocupación del gobierno por la seguridad ha dejado de lado la atención a los derechos de las mujeres. A pesar de ello, en la Constitución aprobada recientemente por la Loya Jirga (gran asamblea afgana) se logró, como gran novedad respecto al borrador inicial, que se incluyeran algunos artículos en los que se concede igualdad de derechos ante la ley para hombres y mujeres. La movilización de las organizaciones afganas e iraquíes feministas junto al apoyo externo desde las redes feministas internacionales de solidaridad posibilitaron estos logros. V. Femininad y reconciliación La Reconciliación es un proceso que implica el conocimiento público de la verdad sobre lo sucedido, la restauración de la justicia, la conexión en el sufrimiento con el contrario y la búsqueda conjunta del perdón, la reparación y la dignidad de los sobrevivientes para la reconstrucción de una sociedad diferente. La feminidad, desde su experiencia de dar vida, aporta la intuición, la capacidad de encarar el dolor y superarlo, la sensibilidad frente al dolor ajeno, la escucha activa de las percepciones, emociones y sentimientos del otro u

otra, la empatía, la comunicación y diálogo, el autoreconocerse en el ser débil. Cada uno de estos elementos son ingredientes esenciales que favorecen un proceso de reconciliación.

VI. Retos futuros. La Resolución 1325 de la ONU sobre mujer, paz y seguridad (1995) implicó un reconocimiento de las mujeres y niñas como víctimas especiales en situaciones de conflicto armado y, una reafirmación del importante papel que éstas desempeñan en la prevención y solución de los conflictos y en la consolidación de la paz. A partir de esta Resolución se plantearon una serie de orientaciones a los gobiernos y comunidades que buscaban la equidad de género: por un lado, respecto a la participación de las mujeres en procesos de la prevención y resolución de conflictos y en la construcción de la paz en el postconflicto; y, por otro lado, respecto a la importancia del papel de los hombres y los niños en la consecución de la equidad de género. Sin embargo, estas conclusiones ya consensuadas no contienen recomendaciones acerca de cómo deben ser implementadas. Debido a ello, una serie de ONG (principalmente, las integradas dentro del Grupo de Trabajo de ONG sobre Mujer, Paz y Seguridad y el Grupo de trabajo de ONG sobre paz) elaboraron una serie de recomendaciones sobre las acciones prioritarias que se deben llevar a cabo en el periodo 2004-2005 para promover la efectiva implementación de la Resolución 1325. Estas son las siguientes: •Alentar a los Gobiernos a que respondan el cuestionario de Naciones Unidas sobre la implementación de la Resolución 1325 de cara al informe del Secretario General sobre Mujer, Paz y Seguridad. •Realizar informes alternativos sobre las medidas que han adoptado los Gobiernos para la implementación de la Resolución 1325, que coincidan con el informe del Secretario General y la Revisión de Beijing+10. •Desarrollar herramientas comunitarias y específicas para cada país para la implementación de la Resolución 1325. Las organizaciones de mujeres alrededor del mundo tienen una inmensa labor en realizar su seguimiento en cuanto a la promoción y control de sus gobiernos para su efectiva implementación.

VII. Sueños de Esperanza.

“Que vengan y que vean a los hombres, mujeres y niños que saben vivir y tienen una alegría que aún no han podido matar a los que pretenden enseñar a otras naciones cómo se vive.”

Chinua Achebe.

VIII. Bibliografía. - Bernal,Angélica. “Mujeres y Guerra en Colombia” en Revista En Otras Palabras, Nº8.Mujeres Violencias y Resistencias. Bogotá enero-julio 2001. -Fisas, Vicenç. Procesos de paz y negociación en conflictos armados. Piados. Barcelona. 2004. -Michel, Andrèe. El nuevo rol de las mujeres en la promoción de la paz en Revista En Otras Palabras, Nº11. Mujeres, resistencia e irreverencias. Bogotá julio- diciembre 2002. -Pouligny, Béatrice. Reconstrucción posbélica tras crímenes masivos. En Papeles de Cuestiones Internacionales. Nº 86. Icaria Editorial.2004. - Shiva, Vandana. Abrazar la vida.Mujer, ecología y desarrollo. Cuadernos inacabados. Madrid.1998. -Velásquez Toro, M y Tobón Olarte, G. Participación de las mujeres en procesos de paz. Módulos Pedagógicos. Humanizar. Bogotá.2003. - Velásquez, Magdala. Reflexiones sobre el conflicto armado colombiano desde una mirada feminista. En Otras Palabras, Nº8. Mujeres Violencias y Resistencias. Bogotá enero-julio 2001. - Yuste, Juan Carlos (serpaj) .COA-MOC de Zaragoza. www.nodo50.org/moc. - 3 Boletines de la Ruta Pacífica de Mujeres Colombianas. -Investigación en las siguientes páginas web: -www.rutapacifica.org.co -www. unifem.undp.org -www. Marchemondiale.org -www.peacewomen.org -www.un.org/womenwatch -w.w.w.womeninblack.net. -www.coalitionofwomen4peace.org -www.batshalom.org -www.feminismo.org -www.fasngo.org -www.gn.apc.org/warresisters/news/wriwomen.htm

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