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CONTEXTO HISTÓRICO Conforme se va acercando el año 1000, la sociedad europea comienza a sentir un fuerte pánico producido por la intuición de la cercanía del fin del mundo, anuncio que estaba escrito en el texto apocalíptico de san Juan que tanta difusión había tenido en los monasterios alto medievales a través de los beatos. En esta situación de pánico, los monasterios se convierten en el último espacio donde se puede hablar de salvación, el único ámbito donde está asegurada la paz del alma. Sancho el Mayor pide consejo al obispo Oliva de Vic, quien le aconseja, recomponer la vida monacal como primer paso para sacar la Iglesia adelante. Es una apuesta por el monje como instrumento de tranquilidad. Por iniciativa del obispo Oliva de Vic, comienza la gran empresa de reedificar los monasterios, cuyas casas de barro y madera habían ardido con las teas islámicas. El plan estratégico que pone en marcha el rey Sancho el Mayor, supone una nueva ordenación del sistema de relaciones y proyectos. Estaba claro que la red de monasterios había sido clave para poner en cultivo las tierras alto−aragonesas, pero ante el ataque musulmán los monjes no podían hacer frente. Este fue el motivo de que se buscase un nuevo sistema de control de las tierras, de los cultivos y de la seguridad. En este momento el rey Sancho decide implantar el sistema de los castillos capaces de resistir y de atacar, e introdujo el seniorado−versión aragonesa del feudalismo europeo− que dio origen a una aristocracia con vocación guerrera, que acabará siendo el motor del movimiento expansionista cristiano−aragonés (1) Con la implantación de los castillos, los monasterios pierden gran parte de su cometido, y se ven en la obligación de buscar un nuevo empleo. Esta nueva sociedad que gobierna desde los castillos y con armas, siente una gran preocupación por la muerte, y lo más importante es buscar la salvación. Los mejores distribuidores de oraciones salvadoras serán los monasterios. Dejan de ser unidades económicas para pasar a ser unidades de salvación eterna. Este será el motivo de que Sancho el mayor atienda la petición del obispo Oliva y decida restaurar los viejos monasterios que habían sido destruidos. La llegada a tierras aragonesas de los monjes que habían huido a Francia, trajo consigo un espíritu renovado, influencia de Cluny, y una racionalización del mapa monástico. (1) Los monasterios altoaragoneses, Domingo J. Buesa Conde. Diario del Alto Aragón, p.97 HISTORIA DE SAN PEDRO EL VIEJO Se cree que está levantado en el mismo lugar donde hubo un templo romano, luego fue templo visigodo, y en el siglo XII se levantó el que ha llegado hasta nuestros días. Según la bula del Papa Pascual II, fechada en 1107, la antigua iglesia de San Pedro con su cementerio, era la única que había quedado a disposición de los cristianos durante el dominio musulmán. Ya en 1096 a San Pedro se le llamaba el Viejo, lo que denotaba su origen antiguo. Reconquistada Huesca, Pedro I la entregó al monasterio de San Ponce de Tomeras, en Francia, donde había profesado el infante Ramiro en 1093. Se convierte entonces en un monasterio benedictino. En virtud de esta donación los benedictinos debieron instalarse inmediatamente en unas dependencias en torno a un primitivo claustro, documentado ya en 1115. Unos años después esta construcción es derribada para construir la iglesia y el claustro que hoy contemplamos. También se construyeron las dependencias monásticas que en siglos 1
posteriores fueron absorbidas por las casas que rodean al templo. En 1137 el rey Ramiro el Monje, dejando el gobierno a su futuro yerno ramón Berenguer, conde de Barcelona, se retiró a este monasterio para continuar su vida monástica, que había tenido que abandonar al subir al trono por la muerte de su hermano Alfonso I el Batallador. Son tiempos de esplendor para este monasterio. Ramiro II muere en San Pedro y es enterrado en la capilla de San Bartolomé. La nueva iglesia consta de tres naves, la central de mayor anchura, crucero alineado, gruesos pilares cruciformes y bóvedas de cañón. El cimborrio que cierra el tramo central del crucero es del siglo XIII, que sustituyó a una antigua cubierta de madera. El claustro actual se construyó en la segunda mitad del siglo XII, orientado al Sur. En torno a él se ordenaron las dependencias monásticas. Las puertas de la iglesia eran originalmente tres: la principal, a occidente, que se tapió a finales del siglo XVII; la Norte, que se consolidó como principal antes de inutilizar la anterior por salir a una importante plaza; y la meridional, de comunicación con el claustro. La portada Norte se guarnecía con un pórtico levantado a finales del siglo XVII, que fue eliminado en la restauración de los años 70 del siglo XX por considerarlo un añadido posterior. Sin embargo, ese pórtico sustituía a otro, seguramente el inicial, del siglo XIII. Los elementos escultóricos de época románica se concentran en partes muy determinadas del conjunto: en el tímpano de la portada Norte de la iglesia − obra de la primera mitad del siglo XII− en la portada Sur y en los capiteles de las galerías y otros puntos del claustro, de la segunda mitad del siglo XII. Del siglo XIII son los restos de pintura mural que originariamente ilustrarían toda la iglesia, y que hoy sólo se conservan en el tramo inmediato al coro de la nave central. El claustro también estuvo totalmente decorado con pinturas, que en el siglo XVIII desaparecieron por completo. A lo largo de los siglos bajo medievales y durante la Edad Moderna se practicaron enterramientos bajo arcosolio en el claustro, se abrieron capillas, tanto en el claustro como en la iglesia, se habilitaron espacios accesorios, se aumentó la anchura de las naves, etc, todo lo cual consiguió adaptar el conjunto a las necesidades de culto y a la estética imperante en cada época, pero a costa de pagar un alto precio en cuanto a condiciones de estabilidad. EL EXTERIOR El lado Norte de la iglesia, lindante con la plaza, estaba debilitado en distintas secciones. En la parte del crucero se había abierto, en el siglo XIII, el ingreso de la capilla de San Ponce, sobre la que se levanta la torre. Junto a la portada se había dispuesto la sacristía, de dos plantas. Al otro lado de la portada se había horadado nuevamente el cerramiento a mediados del siglo XII para construir la capilla del Santísimo, aprovechando una porción de la plaza como solar. El muro meridional, junto al claustro, no presentaba cortes, pero estaba dañado por sus dos caras: la interior se había adelgazado con capillas y hornacinas; y la exterior, correspondiente al claustro, se había excavado para alojar cuatro arcosolios, dos de los cuales, al abrirlos, se había eliminado la mitad inferior de uno de los contrafuertes. La salida al claustro se abría −ligeramente descentrada− en el penúltimo tramo de la iglesia. Como consecuencia de las obras descritas, todo el muro Sur presentaba graves desvíos hacia el claustro. En el hastial occidental, a finales del siglo XVII la portada se tapió, y quedó impracticable al colocar el coro justo delante de ella, en el tramo final de la nave central. Este hecho no causó daños en el cerramiento. En cambio, lo que sí afectó al cerramiento fue la cimentación de las casas de la vecina plaza del Mercado Nuevo, que se llevó a cabo en el último tercio del siglo XIX, y que estuvo a punto de provocar el derrumbamiento del 2
muro occidental de todo el conjunto. La estabilidad de la torre era un auténtico problema. Después de repetidos intentos por consolidarla, que se sucedieron desde el siglo XVI, finalmente en 1825 fue rebajada en altura, eliminando el chapitel de casi 11 metro, y cerrándose improvisadamente con un simple tejado a dos aguas. Incluso se reforzó la base dándole forma de talud, pero ninguna de estas medidas resultó suficiente. EL INTERIOR Los elementos estructurales estaban debilitados. La sección de los pilares y de los arcos fajones de las naves se habían reducido imprudentemente a finales del siglo XVI. Esto, unido a los rebajes de los muros y al enorme peso de la tierra almacenada en el trasdós de las bóvedas, había producido fallos generales en la estructura. El punto más afectado era, desde hacía tiempo, la cubierta del tramo central del crucero, el cimborrio del siglo XIII, por ello, sus vanos fueron macizados, y sus machones estaban reforzados desde el siglo XVIII con una obra de ladrillo que no había logrado contener el avance de la ruina, apreciándose a finales del siglo XIX grandes grietas. Según Juan Nicolau, arquitecto provincial, la iglesia inicialmente poseía dos vanos abiertos en los muros laterales, uno frente a otro. El del muro norte había quedado cegado por la bóveda del pórtico, y el de la parte meridional había sido tapiado, por lo que en sustitución de esa fuente de luz, se realizaron vanos circulares de factura muy posterior a la estética original del edificio. Todas estas acciones no sólo repercutían en el edificio de la iglesia, sino que al formar el templo una construcción unitaria con el claustro, los problemas estructurales habidos en él afectaban también al recinto que inicialmente había ordenado las dependencias monásticas. Los capiteles historiados del siglo XII tampoco resultaron indemnes. A parte del natural deterioro ocasionado por el paso del tiempo, el ábaco de las piezas resultó dañado con la construcción de tabiques que, uno a uno cerraban las arcadas de las galerías. Además, el desmonte parcial de la arquería oriental había supuesto la ruina de los cuatro capiteles correspondientes, cuyos restos debían estar diseminados por el conjunto. La jurisdicción y la riqueza del priorato de San Pedro el Viejo fueron muy importantes, siendo el prior prelado de los priores de las iglesias de la provincia que le estaban sujetos con jurisdicción casi episcopal, y en algunos casos civil y criminal. La vida monástica de este monasterio termina a finales del siglo XV, cuando el rey Fernando el Católico, con autoridad apostólica, deshizo este monasterio de frailes benedictinos y deja sólo clérigos regulares, y como antes habían sido priores frailes, nombró y proveyó para dicho priorato priores comendatarios. El priorato fue definitivamente suprimido en el año 1535 por el Papa Paulo III a instancias del rey Carlos I y de la ciudad de Huesca para que sus rentas pasaran al Colegio Imperial y Mayor de Santiago, que acababa de fundarse. Más tarde, Felipe II pidió al Papa Pío V que lo redotase de rentas desmembradas del monasterio−abadía de Montearagón, como así se hizo, se correspondió con la obligación de cantar las horas en el coro y otras devociones en honor de los santos Justo y Pastor, parte de cuyas reliquias se conservan en esta iglesia. EL CLAUSTRO En la nave derecha se abre una puerta que comunica la iglesia con el claustro. Esta portada consta de tres arquivoltas que cobijan un tímpano muy interesante. Está dividido en dos frisos. En el superior se representa un crismón sostenido por dos ángeles arrodillados que se adaptan al marco arquitectónico, parecen surgir de nubes que ocupan las esquinas inferiores. En el registro inferior se representa la adoración de los Magos. Estos relieves revelan una tendencia al naturalismo y a la expresión humana de los personajes, acentuada por la idea del movimiento. 3
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El claustro, constituido al mismo tiempo que el templo, en el siglo XII, es una muestra importante del románico, atribuido al anónimo escultor conocido como el Maestro de San Juan de la Peña. La estructura es simple, forma un rectángulo y presenta cuatro crujías. A su alrededor, y sobre un banco corrido se levantan columnas pareadas que sostienen un capitel único para las dos columnas, y sobre los que descansan los arcos de medio punto. Son 38 capiteles, presentan un programa iconográfico completo, con temas relacionados con la vida de Jesús, el Antiguo Testamento, la historia de la ciudad, mitológicos y de vicios y pecados, Las cabezas de las figuras son muy voluminosas, y en ellas destacan sus enormes ojos. Las figuras dispuestas en las esquinas del capitel, presentan un curioso doble punto de mira al observador. Hay en el claustro varios arcosolios con bajorrelieves de época románico−gótica, como calvarios y curiosas representaciones de la Trinidad y Asunciones del alma. En los muros, bajo arcos ojivales, hay sepulcros y gran número de inscripciones funerarias fechadas de los siglos XII al XV. En el claustro también se abren varias capillas: • Capilla de San Bartolomé, donde se encuentran los sepulcros de: ♦ Ramiro II el Monje ♦ Fernando de Aragón ♦ Alfonso el Batallador ♦ Bernardo Alter Zapila • Capilla de Santa Ana y San José • Capilla de San Benito • Capilla de santa Inés DESCRIPCIÓN DE LOS CAPITELES Para hacer un recorrido inteligente de los capiteles, es bueno empezar por el que está frente a la capilla de Santa Ana y San José. 1.− Nacimiento de la Virgen. Desposorios de María y José. 2.− Anunciación. Sueño de san José. Nacimiento de Jesús.
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3.− Adoración de los pastores. Llegada de los Reyes Magos.
Se aprecia un gran detallismo en los pliegues de los vestidos. 4.− Presentación del Niño en el templo. 5.− Sueño de San José. Huida a Egipto.
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(4 y 5) A la izquierda podemos ver, en el lateral interior a san José dormido bajo una arquitectura a la que parece asomarse el ángel que le revela el sueño. En la cara frontal del mismo lado izquierdo se aprecia un personaje, probablemente la Virgen a lomos de un caballo. 6.− El ángel le dice a José que lleve a María y Jesús a Egipto. 7.− Matanza de los inocentes.
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Se aprecia como los soldados cogen a los niños por el brazo y les acercan la espada al cuello. En la imagen de la derecha podemos apreciar además un personaje que se lleva las manos a la cara, quizá en señal de dolor por la matanza de su hijo. 8.− las tentaciones de Jesús en el desierto. 9.− entrada de Jesús en Jerusalén. Jesús es el personaje central, que va a lomos de un caballo, y además está tocado con un nimbo. Está rodeado por otros personajes, y además se ve una palma como símbolo del recibimiento. 10.− última cena. Oración de Jesús en el huerto.
La parte inferior del capitel la ocupa la mesa, cubierta con el mantel que nos deja ver los pliegues. Los apóstoles se distribuyen en las dos caras laterales y la frontal, centrando la composición la imagen de Cristo, 8
tocado por un nimbo, y que además lleva las manos al pecho en señal de oración. 11.− el beso de Judas.
Judas agarra a Jesús por el cuello y acerca su cara a la de este. Distinguimos la figura de Jesús por llevar el nimbo. Ambos personajes llevan detrás la figura de un soldado con la espada en alto. 12.− Jesús azotado en la columna. Jesús con la cruz a cuestas ayudado por el Cireneo.
Jesús lleva el nimbo, y lleva el torso descubierto, sólo le han dejado el paño de pureza, que le llega de la cintura a los pies. Su figura presenta una pequeña inclinación respecto a los personajes que le azotan, quizá en señal del dolor de los azotes. Detrás de la columna se sitúa el personaje que lo azota, que lleva una túnica larga, hasta los pies, con numerosos pliegues, y levanta una especie de látigo de colas cortas y numerosas. 13.− camino del calvario. La Verónica. Caída de Jesús.
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Jesús con el nimbo, y vestido con una túnica larga, carga con la cruz, y es llevado por un soldado, ataviado con la túnica corta ceñida por un cinturón, que le sujeta por una soga que va de su mano al cuello de Cristo. 14.− Jesús en la cruz, a los pies, las Marías y Juan. 15.− descendimiento. Juan le abraza y Nicodemo y José de Arimatea le ayudan a bajarlo de la cruz. 16.− colocación de Jesús en el sepulcro. Dos ángeles turiferarios. 17.− tres sacerdotes judíos le piden a Pilatos que ponga guardias en el sepulcro. Soldados con cota de maya, otros dormidos. Un ángel y las tres Marías.
18.− Jesús se aparece a los discípulos de Emaus y a la Magdalena; esta habla con Pedro y Juan. 19.− cena de Emaús. Duda de Tomás. Ascensión de Jesús. 10
Detalle de la duda de Tomás. Se aprecia como una de las figuras levanta un brazo, de una forma bastante torpe y artificiosa, y el otro extiende su mano para introducirla en la yaga. 20.− Pentecostés. Venida del Espíritu Santo en forma de lenguas de fuego
Fila de personajes arrodillados y con las cabezas inclinadas, bajo un tejado sostenido por dos columnas, que quiere representar que la escena se desarrolla en un interior. 21.− dormición de la Virgen. Ascensión al cielo.
En la cara lateral se aprecia como levantan la tapa del sepulcro. 11
22.− lazos, follaje, guerreros. 23.− señor sentado en un sillón juzgando a un hombre que está sujeto por unos guerreros. 24.− Sansón peleando con un león. Sansón dormido mientras Dalila le corta los cabellos.
En la imagen de la izquierda se nos muestra el detalle de la esquina del capitel, donde se dispone la figura de Sansón, con su pelo largo, sobre la figura del león, al que agarra por la cabeza, lo está sometiendo. En la imagen de la derecha vemos a Sansón dormido con tres personajes alrededor, uno de ellos, Dalila, está agarrando el pelo, a modo de coleta, mientras otro acerca una espada para cortárselo. 25.− mujer desnuda atacada por un moro. Guerrero sujetando a dos dragones alados. 26.− dragones y guerreros luchando. 27.− dragón alado luchando con centauro. Guerrero y diablo luchando.
Aunque está un poco machacado, podemos apreciar la figura del centauro en la esquina del capitel, en una posición de escorzo, pues las patas y el cuerpo se dirigen hacia la derecha, mientras el torso, la cabeza y los brazos con el arco apuntan hacia la izquierda.
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28.− músico con arpa y danzarina.
El arpista ocupa la esquina, de forma que el cuerpo está en una de las caras del capitel, y el arpa en la otra. La danzarina presenta una torsión un tanto extraña, como si estuviera realizando un baile frenético, ya que nos muestra el torso en horizontal, con los brazos en jarra y el pelo suelto. La vestimenta que lleva deja ver claramente las formas de su cuerpo femenino. Decoración vegetal que confiere a la escena un toque exótico. 29.− rey a caballo. Toma y entrada de una ciudad. Bautizo múltiple. Entierro, mujeres se tiran del pelo. 30.− señor en la almena de un castillo. Dragones. Guerreros rescatando a una doncella.
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En la imagen de la izquierda, el animal demoníaco gigantesco ocupa la esquina del capitel, y lleva una de sus garras sobre le espalda de la mujer, que ha caído de rodillas y se abraza al caballero que la agarra por los brazos. Disputa entre animales y humanos, que representan dilemas morales. En la escena de la derecha podemos apreciar una figura sobre una estructura de ladrillo, que hace las veces de almena de castillo. 31.− cuatro mujeres desnudas, una en cada esquina, con serpientes que les succionan los pechos. 32.− animales demoníacos y guerreros.
33.− arpías devoran a un personaje. 34.− caballos alados atacan a una mujer. Guerreros. 35.− dragones y guerreros rescatando a una mujer. 36.− animales con piel de cordero devoran a la víctima inocente. 37.− la mano de Dios bendice a Abel cuando le ofrece el mejor cordero. Caín con la espiga de la mano se va cabizbajo. Muerte de Abel. Conversación de Dios con Caín, destierro. 38.− entrada a una ciudad de un obispo en carreta. Bautizo por el obispo. [De los 38 capiteles de que consta el claustro, 18 son del siglo XII, los restantes, son reproducciones del siglo XIX] Las figuras están talladas con un gran detallismo, se aprecia por ejemplo en las vestimentas de cota de malla de los soldados, a los que se distingue perfectamente del resto de los personajes. Sobre cada escena, se decora el capitel con una moldura de formas vegetales que se cierran en roleos que encierran diferentes formas, como por ejemplo, racimos de uva, hojas de tres puntas, etc. HISTORIA DE LAS RESTAURACIONES EN SAN PEDRO DURANTE EL SIGLO XIX. LA CONSERVACIÓN DE LA IGLESIA Y DEL CLAUSTRO. Como consecuencia del mal estado en que se encontraba San Pedro en el siglo XIX, y de las obras que, al margen de su restauración se realizaron en sus inmediaciones, el edificio en 1880 amenazaba ruina, y corría el 14
peligro de desaparecer. El conjunto de San Pedro consiguió salvarse gracias a la gestión realizada durante varios años por la Comisión Provincial de Monumentos. El cometido de esta comisión es cuidar del patrimonio artístico. Entre sus actuaciones cabe destacar dos: rehabilitar panteones de reyes y personajes célebres o trasladar sus restos donde estuvieran con el conveniente decoro; y como se especifica en el real decreto de 1854, preservar los edificios interesantes al arte o la historia, promoviendo su restauración. RESTAURACIÓN DEL CLAUSTRO Cuando la estructura de la iglesia recuperó la solidez perdida por el paso del tiempo y las obras inadecuadas que había soportado, el claustro estuvo por fin en condiciones de ser restaurado. Antes de los estudios de Ascensión Hernández se creía que el claustro de San Pedro el Viejo había sido restaurado en su totalidad por el arquitecto Ricardo Magdalena. Seguramente contribuyó a ello el hecho de que las actuaciones más polémicas realizadas allí se deben a su iniciativa. Pero un análisis del transcurso de los trabajos revela que no fue el único profesional que intervino definitivamente en su aspecto actual. Patricio Bolomburu rehizo totalmente los muros Norte y Sur del claustro, reubicando elementos que había extraído en los correspondientes desmontes para no alterar en nada el carácter primitivo del monumento. Ricardo Magdalena recompuso los otros dos muros, el oriental y el occidental. La obra en sí manifiesta el valor dado a los elementos originales del monumento románico. Los rosetones del cimborrio sirvieron de modelo para el rosetón de la nueva portada, cuyo tímpano es una copia literal del incorporado al claustro, y los toscos capiteles de la capilla de san Bartolomé se copiaron en las estilizadas columnillas acodilladas en las ventanas. En definitiva: una colocación arbitraria de elementos de distintas tradiciones que denota el respeto que sentía el arquitecto restaurador por el estilo de origen, pero también indica el limitado conocimiento que se tenía sobre el arte románico, denominado entonces bizantino. Patricio Bolomburu fue retirado de las obras, y en su lugar retomó la restauración Ricardo Magdalena, cuya voluntad era presentar el claustro como lo conoció Ramiro II. La actuación más decisiva de este arquitecto se centró en las partes escultóricas del claustro, sobre todo en los afamados capiteles, cuyo programa iconográfico intentó descifrar. de los detenidos estudios llevados a cabo hemos podido averiguar que en los 22 capiteles correspondientes a la primera y segunda galerías y mitad de la tercera, se describe toda la historia sagrada del Nuevo Testamento, habiendo llegado hasta nosotros perfectamente conservados algunos capiteles y numerosas figuras, y que en el resto de la galería tercera y en la cuarta se representan alegorías de los vicios y virtudes (2) Los capiteles antiguos originales se depositaron finalmente en el Museo Provincial, después de permanecer unos años en la iglesia. Tras las intervenciones, muy poco conservaba el claustro del aspecto que lo había distinguido hasta entonces. La iglesia de san Pedro el viejo y su entorno: Mª Cecilia Fontana Calvo, p.65 − Los monasterios altoaragoneses en la historia. Domingo J. Buesa Conde Diario del Alto Aragón 15
Publicaciones y Ediciones del Alto Aragón, 2002. − La iglesia de san Pedro el Viejo y su entorno: historia de las actuaciones y propuestas del siglo XIX en el marco de la restauración monumental. María Cecilia Fontana Calvo Instituto de estudios Altoaragoneses. Colección Cosas Nuestras, 28 − Guía de San Pedro el Viejo, Huesca. Jesús Vallés Almúdevar − El Prerrománico y el Románico Enciclopedia de Historia del Arte Salvat−El País 26
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