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HOETINK, H., Santo Domingo y el Caribe • Ideología, Intelectuales, Identidad: la República Dominicana, 1880−1980. • Raza y Color en el Caribe. La República Dominicana ha sido un país con muchos conflictos culturales, económicos, sociales y raciales. Sabemos que antes de la llegada de los españoles la isla estaba habitada por aborígenes. Aquí se puede resaltar la superioridad de los blancos sobre los autóctonos y también, un poco más tarde, sobre los negros esclavos traídos, principalmente, desde África. Esta superioridad se ha ido reforzando a través de los tiempos, nosotros vivimos en países pobres, atrasados; diferente a los blancos, dueños del mundo. Esto es desde una visión general. Desde occidente, muchos intelectuales, se encargaron de justificar la esclavitud, incluso desde la teología, diciendo que los aborígenes y los negros ni siquiera tenían alma, como Aristóteles, decían que eran seres nacidos para la esclavitud e incluso que por sus formas culturales y religiosas tenían relación directa con el demonio. En la conciencia colectiva de los pueblos donde hubo esclavos negros quedan ciertos remanentes de este pensamiento, son como motivos que exigen una demarcación de la identidad nacional. En nuestro caso estos residuos han sido factores importantes en el momento de definir una identidad dominicana, aunque, en particular, pienso que sólo puede, uno, decir lo que es viendo y diciendo lo que no es, es la manera de reafirmar la identidad de los pueblos. Hoetink va a empezar este capítulo presentando lo que él llama los cambios recientes en la infraestructura universitaria. Aquí él va a decir que desde finales del siglo XIX hasta los primeros años de la década de los 60, del pasado siglo XX, hubo un crecimiento intermitente de la infraestructura académica. Algo muy importante que también él resalta aquí es que la vida intelectual y artística ha sido vibrante y libre. Los cambios ocurridos después de 1961 provocaron una democratización masiva del alumnado, refiriéndose al caso especial de la UASD, lo que llevó al Estado a embarcarse en una política de admisiones abierta. Desde aquí Hoetink destaca tres tendencias especificas durante este período. La primera es la tendencia que se aleja del tipo intelectual pensador y se acerca al académico especialista. La segunda tendencia es la que se aleja de los recursos académicos privados (la gran biblioteca privada, el archivo o colección privadas) hacia una preponderancia de recursos colectivos. La tercera tendencia es aquella que va de una situación en la cual existe un número relativamente pequeño de estudiantes, mayoritariamente de clase media o alta a una en la cual un número excesivamente grande de alumnos, con diferentes niveles académicos, forman una clase sucesora políticamente significativa. Las futuras carreras de los miembros de esta clase dependerán en gran medida de su absorción por el sector público. Esto guarda una relación notable con la afiliación política. En una segunda parte el autor va a presentar de manera sucinta las influencias extranjeras que han actuado en el país. Francia y España han permanecido como centros de inspiración intelectual y artística para los dominicanos. Se destaca la influencia española durante el régimen de Trujillo, lo cual procedía de tres direcciones: de los círculos de intelectuales franquistas, de Ortega y Gasset y su revista de occidente, y de un grupo de intelectuales y artistas republicanos españoles que vinieron al país como refugiados, a raíz de la guerra civil española. Destaca, también, ciertas tendencias que surgieron en el país al darwinismo social, del liberalismo francés y del Arielismo romántico. Además, desde los primeros años de la década de los 60, los contactos intelectuales con Estados Unidos han aumentado considerablemente, así como en México y (a través de becas) con la Unión Soviética. El autor continúa, en la tercera parte, tratando el tema sobre los debates intelectuales de la época. Aquí se presentaron temas recurrentes como el de la dictadura, la democracia y la anarquía; el de la independencia y la dependencia; el de la identidad y la diversidad nacional. Hoetink dice que muchos de los personajes que participaron en varios de los debates han mostrado notables inconsistencias, contradicciones y cambios en sus puntos de vista ideológicos. Además, considera que durante gran parte del periodo de discusión, la cultura 1
política dictaba un predominio del oportunismo por encima de la inconsistencia ideológica. Hoetink considera que el giro ideológico fue más característico del comportamiento de muchos intelectuales que de la ideología misma, ya que en republica dominicana la ideología es, muchas veces, una herramienta individual, pragmática, en vez de una legitimación de una visión colectiva del mundo. En la cuarta parte, Hoetink, va a dar algunas pinceladas sobre lo que se puede considerar como identidad nacional y el racismo dominicano. Se puede comenzar diciendo que durante la segunda mitad del siglo XIX, los dominicanos enfatizaron sus raíces españolas y católicas, así como su blancura racial, como forma de diferenciarse de un Haití negro, que practica el Vodú y habla Kréyol. Se puede decir que la hispanidad y el antihaitianismo son las mismas problemáticas. Los dominicanos, a pesar de ser una sociedad predominantemente mulata, se consideran como anti−negros. Hoetink considera que para ver el racismo en República Dominicana, hay que establecer una continuidad entre habitantes anteriores y población presente. La ideología nacionalista dominicana legitimó un eslabón con el pasado del país y trato de definir las fronteras de la cultura nacional, al enfatizar la durabilidad y el valor de ciertos atributos específicos: el idioma español, la religión católica y la noción de una población de origen predominante mixto y español. Al hacer esto, el país, resaltaba claramente sus diferencias culturales. Esta ideología fue apoyada y elaborada a través del trabajo de liberaciones subsiguientes de intelectuales dominicanos, así como por Trujillo. El prejuicio anti−haitiano, según se ha desarrollado históricamente en la sociedad dominicana en particular, y con marcada intensidad pública a partir de 1937, pienso que abarca varias dimensiones: la étnica, la racial y la clasista, que estaban realmente en las mentes del tirano y sus acompañantes, y la cultural y religiosa en el pueblo, pues, su conflicto guarda más relación con la cultura y las hazañas de la dominación haitiana. Estas manifestaciones se refuerzan entre sí, conformando un sistema que opera al interior de la sociedad. El antihaitianismo constituye aquí una de las expresiones principales de una especie de racismocultural. Para finalizar quiere decir que Hoetink no sólo estudia la continuidad (o discontinuidad) de la economía de la plantación y las relaciones entre amos y esclavos como factores que influyen en las relaciones raciales en el caribe, sino que, también, compara la homogeneidad religiosa y lingüística, en el caribe hispano parlante, con relación a su ausencia en el caribe anglohablante. Bibliografía HOETINK, H., Ideología, Intelectuales, Identidad: la República Dominicana, 1880−1980 y Raza y Color en el Caribe, en Santo Domingo y el Caribe.
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