Sin embargo, los regalos o detalles pueden ofrecerse o recibirse en un día cualquiera Y entonces el regalo adquiere un valor más Te sorprende

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Existen fechas especiales en las que es costumbre regalar algo. En estos días de Navidad, que se acercan, se disfruta de la alegría de dar o recibir regalos. Sin embargo, los regalos o detalles pueden ofrecerse o recibirse en un día cualquiera… Y entonces el regalo adquiere un valor más… Te sorprende. El objetivo de un regalo… es hacer que el otro se alegre y disfrute, con la gran ventaja adicional de que nosotros disfrutamos ofreciéndolo tanto o más que el que lo recibe. Los regalos suelen reforzar las relaciones. Te hacen sentir bien tanto a quien los recibe como a quien los da. A veces, quien los da es feliz más tiempo, porque el proceso que atraviesa es más largo: pensar en el regalo, prepararlo, sentirse nervioso antes de entregarlo y ver cómo el otro lo descubre. Además cuando uno tiene un detalle con alguien, no necesariamente tiene que ser algo material o costoso. Suele bastar con haber pensado en la otra persona, haber tenido la intención de que se sintiera mejor con ese detalle y haberlo preparado con ilusión.

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Y todo esto que os digo y que he reflexionado, me lo ha inspirado el padre Paco Pérez, sacerdote diocesano y especialista en Sagrada Escritura. Y es que toda la exposición de estos días ha sido un regalo de su corazón, resultado de una experiencia particular suya, que quiso compartir con nosotras, a raíz de la invitación que le hizo nuestra querida Madre Provincial, Sor Rosa Mª, para que nos impartiera un curso de Formación Bíblica. Porque cuando pensamos en los demás… los ponemos por delante de nosotros y cuando aceptamos regalos con gratitud genuina,…reducimos los pensamientos sobre nosotros mismos. Esto es el beneficio espiritual del dar y recibir. Y es lo que hemos experimentado en estos días las hermanas que hemos tenido la suerte de asistir a esta convocatoria. Madre General, Francisca María Gil, nos regaló su presencia. “Dejo lo suyo para estar con los suyos.” Porque la madre hace vida lo que dice y nos predica. El domingo nos exhortaba a que la Vida espiritual se tiene que reproducir en la vida, en actos. Y con el ejemplo se adelantaba. Ella siempre disponible, cercana, acogedora y muy madre. Acompañando y compartiendo todo lo que la Provincia nos ofrece. No importa el día y el lugar, importa el cariño que nos reúne y nos congrega, este es el primer regalo. Y Madre Provincial, Sor Rosa María, nos ha regalado un fin de semana de Formación Bíblica con el título: “El nombre de Jesús. Clave para una lectura cristiana del antiguo Testamento”. Y en fraternidad hemos ido desenvolviendo esta donación. La mayoría de la hermanas, nos incorporamos el viernes 2 de diciembre y compartimos una abundante y rica mesa, con los “manteles de la acogida”… Porque ¿si no lo sabéis? es tan importante el regalo como el envoltorio y la decoración de lo que regalamos. Y Sor Rosa Mª, lo sabe bien. Pues con esmero y dedicación ha preparado estos días: La liturgia, el tema y el sitio. Nuestras hermanas de Pinto no han escatimado nada. El don del Cariño se ha trasformado en acogedoras habitaciones, mesas de fraternidad, encuentros en los recreos con la animación de la alegría, el baile, la sonrisa y su precioso tiempo. Todo esto aumenta la naturaleza del Obsequio. Como en todos nuestros encuentros, el Sábado día 3, empezamos alrededor del altar, alabando a Dios con el rezo de laudes (gracias a las hermanas que lo han preparado ) y compartiendo un desayuno lleno de saludos, reencuentros y fraternidad.

En la sala, el padre comenzó su exposición haciéndonos caer en la cuenta de que en la Biblia, que es “el Libro”, más que una conexión de capítulos es una Unidad, riquísima y variadísima con la revelación de que Jesucristo es el hilo conductor. La Palabra de Dios ha tomado carne en Jesús. Y la Biblia es la puesta por escrito de la Palabra de Dios que es Cristo. Es el Icono de Dios. Y a continuación nos da una variada interpretación del nombre de Jesús (Yeshua hebreo), como una síntesis de tres términos griegos: Jesús (Jesús) - es la salvación (sotería) -de Dios(Kirium): Jesús es la salvación de Dios. Se nos invita a dar un paso más de la lectura racional y leer la biblia como una unidad. Nos decía que la Clave concreta de toda la Biblia es el Nombre mismo del Señor. Nos habló de la sencillez y la altura del libro del “Peregrino ruso” Él es el sustento de nuestra vida. Y nos lo ilustro paseando por varios textos bíblicos y desde la interpretación de los Santos Padres. Nos invitaba a dar un paso más de la lectura racional a la lectura con corazón: Meditando, que el texto crezca hasta nuestra altura, en nuestra vida. Dialogando con Dios. Contemplación tal que lleguemos a la dimensión de Dios. Proclamar la divinidad de Cristo es la manera de glorificar a Dios. La transformación del mundo se hace desde la paz. Y mi relación con los demás no es defensiva, ni de dañar. Mi relación con los demás es en el Nombre de Jesús, para que encuentren la liberación de los pecados, que les haga nuevas personas. Nosotros somos los cosanadores con Jesús. La Iglesia es un hospital de campaña. El padre nos instó a ser mujeres satisfechas, no ansiosas, vacías y carentes de vida plena. ¡Tenemos a Jesús! Que se nos note. Que no perdamos nuestra actitud de búsqueda… Es muy difícil resumir aquí, en tan pocas líneas la riqueza de las aportaciones del Padre. Sin darnos cuenta, nos fue metiendo en los salmos, deleitándonos, con la sencillez de los que tienen la sabiduría del corazón-, lo que un tiempo atrás él había experimentado rezando los salmos en hebreo, delante del muro de la lamentaciones. Qué curiosa experiencia, hermanas… El Padre nos propuso que cada vez que encontráramos, en los salmos el verbo o el sustantivo salvar, en los salmos, pensáramos en Jesús. Cuando acudimos a rezar la Hora Intermedia, cada salmo resplandecía del Nombre de Jesús. Sin querer buscarlo, Él aparecía…

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Hemos compartido momentos muy entrañables y espirituales. En la Eucaristía, nuestras hermanas, Inmaculé, Colette y Celestine, ofrecían el pan y el vino al ritmo del corazón, con un canto en suajili, la lengua de Celestine, que repetían como un mantra: “Estoy de camino Señor para ofrecerte...” El domingo por la mañana, las Madres, Francisca Gil y Sor Rosa Mª, nos invitaron a abundar en lo que habíamos tratado con el padre el día anterior, a compartir nuestros sentimientos, a expresar nuestro testimonio de vida de oración y también a que nos desprendamos del hombre viejo. Después de agradecer la buena aceptación y actitud con que las hermanas se habían tomado de los cambios de programas y viajes. Nos exhorto a la contemplación, decía que teníamos a nuestro alcance material. Sobre todo alabó el servicio desinteresado de Sor Julia, que cada semana nos hacía llegar la Lectio Divina. La Madre, nos dice que es un material de cabecera para nuestra vida y nos remite al Papa Francisco “es a través de la Lectio divina, de su lectura orante donde la vida espiritual se fortalece y crece.” Madre General nos habló del testimonio único de la singular vivencia humano espiritual y vocacional de Carlo Carretto, de la orden de los Pequeños Hermanos de Jesús, de la familia de Carlos Foucauld y venía a decir: Abandonarse a la vida contemplativa no es dejar toda la trepidante actividad profesional y eclesial… Dice que Carlos aprendió eso con la ayuda de su formador que quiso que experimentara algo importante sobre la relación entre actividad y contemplación: con gran sorpresa para él, que pensaba en la quietud, le mandó a trabajar en el oasis, con un ¡calor infernal! “Me sentía destruido. Cuando regresaba a la comunidad, no podía más. No sabía cómo empezar a orar. Árido, vacío, acabado, de mi boca no lograban salir más que gemidos. Lo único positivo que experimentaba y que empezaba a entender era la solidaridad con los pobres, los pobres de verdad. Se acordaba de la oración de su madre, cargada con cinco hijos. Si para orar fuera necesario un poco de descanso, aquellas pobres gentes no hubieran podido nunca orar… Y entonces, en ese estado de auténtica pobreza, es cuando logró hacer el descubrimiento más importante de su vida de oración…”

Sí, la Madre, hace hincapié en ello. La oración es cosa del corazón, no de la cabeza. Ahí, en la actividad de cada día es donde tenemos que experimentar esa “nueva dimensión de la unión con Dios.” que dice Carreto. Alcanzar la paz era total en la actividad… Sor Francisca Mª, nos puso el ejemplo de como tenía que ser nuestra vida espiritual. Construirla con la sabiduría que tiene la cigüeña para construir su nido. No descarta nada, tiene la habilidad de tejer, de aunar lo que recicla de alrededor. Con los materiales de desecho, con la basura, ramas… Así tenemos que aprovechar nosotras todo lo real que nos acontece, toda la verdad que nos rodea, para construir el nido de la vida espiritual. A raíz de esto y de la invitación de Madre General a aportar nuestros sentimientos después de todo lo que habíamos escuchado. Varias hermanas, sensibilizadas e inspiradas por el Espíritu Santo nos enriquecieron con su experiencia espiritual. Nuestra querida Madre Provincial, Sor Rosa Mª, después de escuchar los interrogantes que Madre General nos dejos caer: ¿Dónde apoyas tu vida? ¿Hacia dónde miras? -Mira al que es eterno para que tu tiempo sea valioso y esté sembrado de eternidad. Nos expresó, que esto le recordó unas palabras de San Agustín que le he oído algunas veces al P. Larrinaga: "Ve atento; no sea que, por preocuparte de las cosas de Dios, te olvides del Dios de las cosas". Para vivir la consagración sólo se encontraba en la oración y no en los múltiples quehaceres que, con mucha facilidad, nos enredan y desvían del camino porque ocupamos en ellos todo nuestro tiempo... En la comida, nos comentó algo que por falta de tiempo en la sala no pudo aportar su “granito de fe”, cuando el Padre Paco, en una de sus intervenciones, mencionó el libro del “Peregrino ruso” en relación con la oración del Nombre de Jesús… Nos comentaba que en el noviciado con toda su ilusión de joven teatina, deseosa de encontrarse de veras con el Señor. Mientras iba leyendo el librito, decidió practicar la oración del

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Nombre del Jesús a lo largo del día, sea cual fuere la actividad que la encomendase.

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Nos decía: “Muchas, muchísimas veces fui repitiendo en el silencio de mi alma "Señor Jesús, ten misericordia de mí"..."Señor Jesús, ten piedad de mí"... Acompasándola -de eso se trataba- al ritmo mi respiración. Pasó el tiempo y abandoné esa práctica, pero no los deseos de encontrarme en profundidad con el Señor. Por eso, confesé que en la actualidad, muy lejos ya del noviciado, alguna vez; pero, sobre todo, cuando me siento bajo la presión de algo que me preocupa o en una de esas caídas que sobrevienen en el camino mientras quieres "ascender a la montaña" cueste lo que cueste, si siento que mis fuerzas flaquean, recupero aquella oración y la repito varias veces con la simplicidad y confianza de mis primeros años en la Congregación...Y todo vuelve a su lugar en mi corazón. Me faltó -aunque lo pensé- invitaros a que probarais vosotras a hacerlo en una situación de agobio pero me sentí nadie para daros una "receta" de cómo debéis libraros de vuestras angustias y preocupaciones. Sí sentí la necesidad de compartir en aquel ambiente tan familiar un poquito de mi experiencia de fe y le comenté a la madre la pena que sentí de no haberos hecho partícipes en el momento del diálogo que habíamos tenido en la sala... Luego, como ella -la conocemos bien- es una "provocadora", me lanzó al agua por donde no tenía más remedio que zambullirme. Y la verdad es que se lo agradezco pues después hubiera sentido pena de no haberos contado esta insignificante vivencia personal. Perdonad mi atrevimiento. Pero pienso que si no hablamos de estas cosillas que nos llenan, ¿de qué vamos a hablar entre nosotras?

Como habéis podido comprobar… El valor de un regalo se mide por el corazón. Es el corazón de quién lo da, que se extiende hasta el regalo mismo. Mirar que suerte hemos tenido. En estos días nos han hecho el mejor regalo…hemos conocido un poco más a Jesús, el nombre de Jesús, el Salvador, pero a través de las hermanas. Nunca un ser humano ha recibido un regalo de más valor que el regalo que Dios nos dio a su único Hijo y nos lo dio con todo su corazón, para que nosotras vayamos a ofrecerlo. Gracias al Padre Paco Pérez. Por su generosidad al compartir sus experiencias de Dios. A enseñarlo a descubrir a ”Yeshua” en cada línea de la Biblia, de nuestros Salmos, de nuestra vida. A Madre General, Francisca Mª. Por su desprendimiento y su palabra oportuna. Con ella aprendemos que lo que cuenta, no es lo que uno tiene en su vida, si no, a quien uno tiene en su vida. A Sor Rosa Mª, porque sabe lo que es

ofrecerse como presente, por hacer de su vida una oración permanente de “teatinidad peregrina”… A ellos, a nuestras hermanas de la comunidad de Pinto, que no han dejado de obsequiarnos con su actitud y su servicio gozoso, a las hermanas que se han quedado en nuestras comunidades, para que pidiéramos venir nosotras y al personal por su trabajo callado,

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alegre y eficaz… racias por llevarnos a Jesús, por ayudarnos a conocerle, a pronunciar su nombre. Y así darnos la oportunidad de hacer felices a los otros… Somos nosotras, personas muy ricas de posibilidades. Podemos dar a los demás sin tener que adquirir, nada material. Podemos hacer a alguien sonreír, dar un ratito nuestro tiempo como presente, sin grandes sorpresas, pero de todo corazón. Y “llevarles” el mejor regalo: a

J esús.

Sor Mª Celia

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