Sin título, texto explicativo sobre la participación de don Manuel Espinosa Yglesias en la Fundación Jenkins

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Sin título, texto explicativo sobre la participación de don Manuel Espinosa Yglesias en la Fundación Jenkins Manuel Espinosa Yglesias Autor: Manuel Espinosa Yglesias Tipo de documento: apunte Título: Sin titulo, texto explicativo sobre la participación de don Manuel Espinosa Yglesias en la Fundación Jenkins Fecha: 1995 Lugar: no especificado Clave de clasificación: II.A.3.a/1995-2 Caja: 41 Palabras clave: Fundación Jenkins

Desde hace varios meses, el señor Guillermo Jenkins Anstead y su señora esposa, Elodia Sofía de Landa de Jenkins, han venido lanzando una campaña en mi contra, en la que sostienen que la Fundación Mary Street Jenkins ha sido víctima de malos manejos. La campaña se inició el pasado mes de octubre (véase los artículos de Alberto Aguilar en el periódico Reforma de los días 22, 24 y 25 de ese mes, todos en la página 27ª), más considerando su origen, estimé prudente pasarla por alto y dejar sus falsedades sin respuesta. Por desgracia en fecha reciente han renovado sus ataques (véase…), y como en ellos se hacen afirmaciones que podrían llegar a poner en peligro el buen nombre de la Fundación, creo necesario hacer algunas aclaraciones. Antecedentes En el año de 1954, don Guillermo Oscar Jenkins decidió constituir una fundación que llevara el nombre de su recién fallecida esposa y cederle toda su fortuna. La decisión implicaba, en la práctica, desheredar a sus hijos y nietos, pero la consecuencia no arredró a don Guillermo, quien en la cláusula sexta de su testamento declara «que siempre ha tenido la firme convicción de que, en bien de sus hijos, los padres no deben dejarles grandes fortunas como herencia, sino más bien enseñarlos y ayudarlos a trabajar para que ellos mismos ganen lo que necesiten, teniendo la creencia el propio señor testador, que nadie con capacidad para trabajar, debe gastar dinero que no haya ganado por su propio esfuerzo y siguiendo este principio, manifiesta que no es su voluntad dejar a sus hijos riquezas ni fortunas, sino más bien ayudarlos a trabajar para que puedan hacer su porvenir con su propio esfuerzo…» La idea de desheredar a los hijos es contraria a nuestras costumbres, pero en Estados Unidos es una práctica muy común. Hace algún tiempo murió en ese país un señor que dejó 7 mil millones de dólares a una Fundación que lleva su nombre. En el Patronato de la misma no figura uno solo de sus hijos. Más aún: en las fundaciones estadounidenses, en general no hay familiares de los fundadores, pero tienden a creer que son suyas y ese no es el caso. Se coincida o no con la decisión de don Guillermo, está fuera de duda que tenía todo el derecho a disponer de su dinero como mejor creyera conveniente, y a su juicio era preferible dejar su fortuna a una fundación que promoviera la educación, la cultura y el deporte en nuestro país. Lo anterior no implica que dejara desprotegidos a sus hijos y en su testamento don Guillermo previó: «atender las necesidades de todos los hijos del testador, en el caso de que por las circunstancias de la vida, uno o todos ellos pudieran tener tiempos adversos y llegaran a necesitar ayuda, la que no podrá ser mayor de 1 mil dólares moneda norteamericana cada mes, para cada uno de sus expresados

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hijos, pues es la intención del señor testador es darles lo suficiente para que puedan vivir decentemente, pero no para vivir sin trabajar, si es que no se enfermasen o incapacitasen». El señor Jenkins me comentó varias veces su intención de establecer una fundación con el nombre de su esposa. Yo le aconsejé que lo hiciera en vida para evitar problemas, más no participé en la forma en que la organizó ni, por supuesto, en el sentido que decidió darle a su testamento. Don Guillermo presidió la Fundación Mary Street Jenkins del 1º de octubre de 1954, fecha en que quedó formalmente constituida, a 1963, año en que murió; más ya con anterioridad me había dejado a mia cargo de ella a causa de su estado de salud y en consecuencia a su muerte me hice cargo de la presidencia, posición que desempeñé hasta 1966. Debo aclarar que nunca trabajé para el señor Jenkins ni jamás fue mi jefe. Desde el primer negocio que emprendimos fuimos socios a partes iguales y así seguimos toda la vida. Guardo hacia él una enorme deuda de gratitud porque siempre fue un socio leal y generoso, dispuesto a arriesgar conmigo su fortuna. El mejor ejemplo de su actitud hacia mí se presentó cuando llegué a la dirección del Banco de Comercio en 1955. Yo había arriesgado casi todo mi capital en la compra de las acciones del Banco, mas mi nombramiento como director encontró fuerte oposición en algunos de los consejeros. Al comentar la situación con don Guillermo y decirle que algunos miembros del Consejo me exigían vender el 25% de mis acciones y retirarme de la dirección, me dijo que él siempre se había opuesto a mi decisión de entrar al Banco y añadió: «Manuel, creo que debes acceder a la petición de los Consejeros, pues tú no estás para perder esa cantidad de dinero». Le contesté: «don Guillermo, yo lo respeto a usted en todo, pero como ya le dije al licenciado Carrillo Flores, en esto, ni a usted». El señor Jenkins sonrió y me dijo: «está bien. Como ya sé lo testarudo que eres, le he dado orden a Cabañas —su administrador— de que te dé todo lo que quieras. Si algo va mal, yo me arruino contigo». Aunque muchos de los Consejeros renunciaron, el problema terminó por resolverse de manera favorable, pero nunca olvidaré el apoyo incondicional que me dió don Guillermo. El manejo de la Fundación Mi primera actuación como Presidente de la Fundación Mary Street Jenkins, fue tratar que todos los adeudos por impuestos que tuvieran sus diferentes empresas, quedaran arreglados y en junio de 1964, poco más de un año después de la muerte del fundador y previa entrevista con el Sr. Lic. Ortiz Mena, logré que mediante el pago de la cantidad de 6 millones 299 mil 716, 23 empresas de las que tenía don Guillermo finiquitaran los adeudos que tenían hasta junio de 1964, como consta en el Oficio No. 311-28854 de la Dirección General del Impuesto sobre la Renta de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. Mi segunda prioridad fue arreglar el asunto de Apatzingán. La Fundación tenía entre sus deudores a muchos prestanombres que don Guillermo había usado para explotar las tierras que tenía en esa región, pues era apasionado de la agricultura. Era imposible para la Fundación continuar con tal negocio. Visité al señor Presidente de la República, Lic. Adolfo López Mateos, llevando conmigo al Sr. Guillermo Jenkins Anstead, para decirle que a don Guillermo no le habían repartido sus tierras, quizá porque estaban a nombre de muchos indivi-

 

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duos, más la Fundación no podía seguir con ellas. Después de oírme, el Presidente habló con el Secretario de Hacienda, el Lic. Antonio Ortiz Mena, quien a su vez nos refirió al Banco Nacional de Crédito Agrícola para pedirle que tomara los créditos que debían a la Fundación los prestanombres de don Guillermo. La suma ascendía a 12 millones 601 mil 037.05 pesos que sumado al valor de Hielo de Apatzingán sa, Maquiladora de algodón sa, y la Compañía Industrial de Michoacán sa, que valían otro tanto, representaba un total de más o menos 25 millones de pesos. La Fundación le haría al Banco un préstamo por 10 millones de pesos para que manejara esos negocios, a cambio de lo cual el Banco nos pagaría un interés del 7% anual. Por nuestra parte le ofrecimos pagar la construcción de 6 centros de capacitación para los egresados de sus escuelas, lo que nos costaría más o menos la misma cantidad que recibiríamos. Los yernos de don Guillermo le debían a la Fundación diversas cantidades que no pudieron pagar. No obstante, para la Fundación era imposible borrar de sus libros las cantidades que debían, pues aún y cuando no estaban documentadas, para borrarlas era necesario hacer un juicio y presentar las pruebas testimoniales o presuncionales necesarias para que el juez lo declarara. Demandar a los esposos de las 2 hijas de don Guillermo hubiera sido criticado por todo el mundo, pues difícilmente se habría entendido que la Fundación tenía obligación de recuperar todo lo que era su patrimonio. Para resolver el problema decidimos donar estas deudas al gobierno de Puebla, según consta en escritura hecha ante el Notario Mario Monroy Estrada. Ambos créditos sumaban aproximadamente la cantidad de 18 millones de pesos. Previamente yo había acordado con el Gobernador, Sr. Guillermo Morales Blumenkrón, pagar por ellos 6 millones de pesos equivalentes entonces a 500 mil usd y que actualmente serían 2 millones 500 mil dólares. Lo hice para evitarle dificultades a la Fundación con la Junta de beneficencia Privada e inclusive una intervención. Hice este pago de mi bolsillo, y aún cuando los Patrones quisieron devolvérmelo porque no les parecía justo que yo pusiera esa cantidad, les indiqué que reembolsármelo nos obligaría a hacer un asiento falso en los libros, cosa que yo nunca aceptaría. La Fundación era propietaria de 2 fábricas de hilados y tejidos: La Concha y El León, fábricas muy viejas y que tenían obreros con antigüedades de 60 y 70 años. La Fundación no estaba para manejar negocios, ya que siempre son riesgosos, y por lo tanto decidimos cedérselas al Sr. Luis Artasánchez Rodríguez, conocido industrial poblano, sin cobrarle un solo centavo por ellas, más conviniendo que él sería responsable por las antigüedades y las indemnizaciones. Don Guillermo conservaba estas fábricas únicamente porque les prestaba dinero a Azúcar sa y ellos le daban a cambio la concesión de hacer los sacos de azúcar. Al desprenderse de estas fábricas, la Fundación se liberó de una gran obligación ya que, desgraciadamente, el Sr. Artasánchez quebró por el peso de las mismas, cosa que hubiera sido muy grave para la Fundación si hubiera ésta estado al mando de ellas, ya que no podían sostenerse. [El caso del campus de la Universidad de las Américas.] [El problema con el helicóptero]

 

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La Fortuna de Guillermo Jenkins Anstead Poco después de que llegué al Banco de Comercio, la mamá del señor Guillermo Jenkins Anstead —nieto e hijo adoptivo de don Guillermo y a quien todo mundo llamaba cariñosamente «Billy»— fue a verme con él a la oficina para que lo invitara a algún negocio porque su padre no tenía ninguno. Casualmente estaba yo construyendo la Financiera Bancomer, la Hipotecaria Bancomer y Seguros Bancomer. Lo invité para que participara con el 25% de la Financiera, el 25% de la Hipotecaria y con un porcentaje menor en la Aseguradora. Su inversión total en esas empresas fue de poco más de 1 millón de dólares, cantidad que le prestó su abuelo. En 1963, cuando don Guillermo Jenkins ya tenía la enfermedad que acabó con su vida, le pidió el pago de la deuda y Billy quiso cubrirla con las acciones de Financiera Bancomer. Don Guillermo le dijo: «no: tú pagarás». Billy salió desolado de la oficina de su abuelo justamente en el momento en que yo llegaba. Al enterarme del asunto, le dije: «no te aflijas, Billy. Las acciones lo valen. Pronto voy a sacar a la venta Financiera Bancomer y te ofrezco que venderé las tuyas primero». Efectivamente, en mayo de 1964, coloqué las acciones entre el público y, por su 25%, obtuvo 44 millones 625 mil pesos, cantidad que en aquel entonces representaba 3 millones 570 mil dólares. Con esa suma pudo pagar su adeudo y todavía le quedaron 31 millones 481 mil 044 pesos, que en dólares al tipo de cambio de entonces eran 2 millones 520 mil 247.69 usd. Invertidos al 7.5% en los 32 años que han transcurrido de entonces a la fecha, llegarían a la asuma de 8 millones 568 mil 839.80 usd. Billy Jenkins Anstead tenía además 449,998 acciones de la Hipotecaria Bancomer. Al fundirse esta empresa con la Financiera Bancomer y los Bancos afiliados, se convirtieron en 4 millones 499 mil 980 y fueron vendidas por él en 75 millones 374 mil 665 pesos, que en dólares de esa época eran 3 millones 320 mil 469.82 usd al 7.5% en 19 años, representan en total 8 millones 52 mil 139.31 usd. En 1978, Billy Jenkins Anstead me pidió que le comprara las acciones de Seguros Bancomer que tenía. Accedí a hacerlo y le pagué por ellas el precio que quiso, aunque era muy superior al que en realidad tenían. En total le pagué por ellas 73 millones 893 mil 038 pesos, que en dólares eran 3 millones 255 mil 200 usd. Esta cantidad, a la tasa del 7.5% en 18 años, representaría hoy en día 7 millones 649 mil 720 usd. De las inversiones de Financiera, Hipotecaria y Seguros, el señor Jenkins Anstead recibió la cantidad de 24 millones de pesos. A esto hay que agregar lo que obtuvo en los negocios que hizo con el Sr. Cázares, y otros más, con el resto que le prestó don Guillermo de los 12 millones que invirtió conmigo. Calculo, en consecuencia, que el señor Billy Jenkins Anstead tiene un capital mínimo de 30 millones de dólares. Otros Asuntos Se recordará que el testamento de don Guillermo preveía la entrega de una suma mensual de mil dólares a sus hijos en caso de que llegaran a necesitarlo. Con el tiempo tal suma me pareció estrecha. Llevé el asunto al Consejo de la Fundación y decidimos incrementarla a 2 mil dólares mensuales, cantidad que se entregó puntualmente la necesitaran o no. Sólo que quien ha estado cobrando tales mensualidades es el señor Billy Jen-

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kins Anstead, aún la que se le da a sus tías, lo cual está en contra de lo dispuesto por don Guillermo. De 1986 a la fecha, con los intereses correspondientes al 7.5% ha recibido 550,229.66 usd. De octubre de 1974 a octubre de 1977, el señor Jenkins Anstead y su esposa obtuvieron préstamos de la Fundación por diversos montos, siempre al 6%. Estos préstamos, por los bajos intereses que se les cobraban, ocasionaron que la Fundación dejara de percibir, actualizada a 1996, la cantidad de 697,472.44 usd. [Ojo: ¿Es esta la casa de restauraciones instalada en lo que fuera la sasa de don Guillermo?] En relación al contrato con la Fundación Mexicana para los Monumentos del Mundo, se tomó el acuerdo unánime en la junta del 16 de diciembre de 1993 de retirarse de la asociación y de no renovar el contrato. Después de la Junta, la señora esposa del señor Jenkins Anstead insistió en que habláramos personalmente con la señora Bonnie Burnham que venía a México. Cuando la señora Burnham llegó, le dijimos que únicamente en sueldos y gastos diversos, la operación ya nos había costado 458,305.39 usd, más la renta que hubiera dejado el piso durante el tiempo que lo ocuparon, y que puede calcularse fácilmente en otros 100 mil dólares. Por lo tanto, no deseábamos renovar el contrato, ya que de mantenerlo tendríamos que haber seguido pagando la mitad de los gastos de esa oficina, que eran 14 mil 39 usd a la semana, además de no haberse llevado al cabo en todo ese tiempo ninguna obra. La esposa del señor Jenkins Anstead pensaba seguramente que con la presencia de la señora Burnham, habría un cambio de opinión en el Patronato y se rectificaría lo acordado. No hubo lugar a esto, pues previamente yo había preparado una carta y el Sr. Jenkins Anstead fue quien la leyó. En ella se informaba a la señora Burnham que en todos los años que tenía de existir la Fundación, jamás se había dado reversa a un acuerdo y que por lo tanto la decisión era firme. Las elecciones en el Patronato Todas las elecciones de la Fundación han sido enteramente legales. El artículo 10º de los Estatutos, especifica lo siguiente: «terminada la intervención del Fundador, el Patronato se organizará nombrando un Presidente, un Vicepresidente, y un Secretario, pudiendo ser éste, miembro del Patronato, u otra persona distinta. Estas personas durarán en sus encargos por tiempo indefinido, pero en cualquier tiempo3 de los patrones podrán pedir sesión del Patronato para celebrar nuevas elecciones de estos puestos. Las sesiones del Patronato se verificarán cuando lo pida el Presidente o a petición de 2 patrones. En cualquier caso debe verificarse una sesión cada 3 meses, y la presencia de tres patrones constituirá quórum. Las resoluciones se tomarán por mayoría de votos, teniendo el Presidente un voto ordinario, y en caso de una votación empatada, se considerará como negativa». Estando reunidos los Patronos en la sesión del 7 de noviembre del año de 1995, según se puede comprobar por la lista de asistencia, al terminar la misma y de acuerdo con el artículo 10º del estatuto que indica que en cualquier tiempo 3 Patronos pueden pedirle al Patronato que sesione para celebrar nuevas elecciones de estos puestos, los Patronos Manuel Espinosa Yglesias, Ángeles Espinosa Rugarcía y Guadalupe Espinosa Rugarcía, pidieron una sesión a tal efecto. Esta

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se llevó a cabo, quedando la señora Ángeles Espinosa Rugarcía como Presidente, el señor Manuel Espinosa Yglesias como Vicepresidente y los señores Guillermo Jenkins, Elodia Sofía de Landa de Jenkins y Guadalupe Espinosa Rugarcía, como Patronos. La elección fue aprobada por mayoría. Los señores Jenkins manifestaron no estar de acuerdo, abandonaron el salón y no volvieron jamás. La propuesta que hicimos fue para que, en caso de mi muerte, el control ya no siguiera en manos de la familia Espinosa. En cambio con la proposición que había hecho el señor Jenkins, la Fundación hubiera quedado para el resto de la vida, en manos de la familia Jenkins. Esa no fue la voluntad del testador. En la junta antes mencionada, la señora Jenkins le preguntó a mi hija Guadalupe qué sentiría ella si le quitaran la Fundación Amparo, sugiriendo con esto que la Jenkins es de los Jenkins. Ninguna de las citadas fundaciones, tanto la Amparo como la Jenkins, pertenecen a los Patronos. Están dados en vida y para siempre los capitales que se les ha donado y no son posesión de ninguna familia. Los señores Jenkins fueron invitados a todas la sesiones del Patronato en la forma habitual, es decir, por teléfono, no habiendo concurrido a las Juntas. Se les invitó por medio de Notario, habiéndose presentado un día sin entrar a la Junta y diciendo que no se quedaban pues no reconocían la elección de la señora Ángeles Espinosa como Presidenta, ni la del Sr. Espinosa Yglesias como Vicepresidente. Fueron llamados para conciliar la situación. Se presentó el Lic. Hegewich para indicar que el señor Jenkins deseaba la vicepresidencia. Se le dijo que se vería con el Patronato y que tal vez era posible. No se volvieron a presentar y emprendieron una campaña de calumnias y difamación. En el acta del 21 de abril de 1995, cuando se propuso a don Pablo Aramburuzabala para Consejero Propietario, el Sr. Guillermo Jenkins se opuso, proponiendo a su hijo Guillermo, sin recordar lo que consta en el acta del 11 de octubre de 1978. El acta señalada, tras de recordar el fallecimiento de don Armando Hernández, Consejero Propietario, dice lo siguiente: «a continuación el señor Presidente expuso que de acuerdo con lo prevenido por las bases constitutivas y estatutos de la fundación, procedía: 1º Hacer constar que, tal como dichas disposiciones lo previenen, el Patrono sustituto, el señor don Álvaro Conde Díaz Rubín, había quedado automáticamente constituido en Patrono Propietario. 2º Que de conformidad con las disposiciones invocadas procedía hacer la designación del nuevo Patrono sustituto, pidiendo a los presentes se sirvieran presentar los nombres de sus candidatos para tomar la resolución correspondiente. A la invitación del señor Presidente, el señor don Guillermo Jenkins Anstead presentó a la consideración del Patronato la candidatura de su señora esposa, doña María Elodia Sofía de Landa de Jenkins. En vista de esta proposición y teniendo en cuenta las excelentes cualidades de la señora de Landa de Jenkins, y considerando que satisface cumplidamente los requisitos establecidos para el caso por nuestro Fundador señor don Guillermo O. Jenkins, los demás miembros del Patronato se adhirieron de inmediato a la proposición del señor Jenkins Anstead, y por votación unánime quedó designada la señora doña María Elodia Sofía de Landa de Jenkins como miembro suplente del Patronato de la Fundación Mary Street Jenkins. 3º Igualmente y por unanimidad de votos de sus integrantes, el Patronato de esta Fundación acuerda: Mientras formen parte de este Patronato el señor don Guillermo Jenkins Anstead y la señora doña María Elodia Sofía de Landa de Jen-

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kins, se establece que ningún miembro del Patronato podrá presentar la candidatura, ni será designada ninguna persona que, por consanguinidad o por afinidad en cualquier grado, sea familiar del señor don Guillermo Jenkins Anstead o ya sea de su dicha señora esposa, por lo que mientras ambas personas sean miembros del Patronato, no podrá ser electo Patrono ningún familiar próximo o lejano de ninguno de ellos, ya sea consanguíneo, o ya sea simplemente afín». A pesar de tal acuerdo, para la sustitución de don Alvaro Conde Díaz Rubín, pretendían poner al hijo de los señores Jenkins como Patrono suplente, cosa a la que me opuse terminantemente. Mi actuación Mi actuación en el mundo de los negocios es bien conocida. Cuando a instancias del gobierno vendí la Operadora de Teatros, tuve una auditoría con 17 auditores durante 14 meses y no encontraron una sola irregularidad. Al llevarse a cabo la fusión de los Bancos, no obtuve la menor ventaja por tener el control de Bancomer. El Lic. Carlos Sales Gutiérrez dice en su libro Indemnización Bancaria y Evolución del Sistema Financiero refiriéndose a Bancomer que era: «un Banco sano, sin ligas con grupos empresariales relacionadas con sus principales exaccionistas; con cuentas claras, activos físicos revaluables y una buena estructura financiera y moderna que le permitiría, como pudo comprobarse después, seguir con su rápido desarrollo».

 

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