SOBREVIVIR PARA CONTARLO. Cómo descubrí a Dios en medio del Holocausto en Ruanda. Immaculée Ilibagiza. con Steve Erwin

SOBREVIVIR PARA CONTARLO Cómo descubrí a Dios en medio del Holocausto en Ruanda Immaculée Ilibagiza con Steve Erwin Dedicado a mis amados padre

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Story Transcript

SOBREVIVIR PARA

CONTARLO Cómo descubrí a Dios en medio del Holocausto en Ruanda

Immaculée Ilibagiza con Steve Erwin



Dedicado a mis amados padres, Leonard y Rose; y a mis queridos hermanos Damascene y Vianney, por todo el amor desinteresado que me brindaron. Ustedes han convertido el cielo en un lugar mejor, y siempre los amaré. Para mi hermano Aimable, con todo mi amor, y con la esperanza de que se sane su inexpresable dolor. Y a mi nueva familia: Bryan y nuestros preciosos hijos, Nikki y Bryan Júnior, por haberme brindado una nueva vida llena de amor e inspiración. Ustedes colman mi vida por completo. En conmemoración de todas las víctimas de holocaustos en todo el mundo.

Mataba, pueblo natal de Immaculée, situado al norte de Kibuye y al occidente de Mabanza, en la ribera del Lago Kivu.

Contenido Prólogo por el doctor Wayne W. Dyer................................................. IX Prefacio........................................................................................... XV Introducción: Mi nombre es Immaculée.......................................... XVII PRIMERA PARTE: SE CIERNE LA TORMENTA Capítulo 1: La eterna primavera.................................................3 Capítulo 2: De pie...................................................................13 Capítulo 3: Lecciones profundas..............................................25 Capítulo 4: Rumbo a la universidad.........................................33 Capítulo 5: El regreso a casa....................................................41 Capítulo 6: No hay marcha atrás.............................................51 Capítulo 7: La casa del pastor..................................................63 Capítulo 8: Adiós a los muchachos..........................................73 SEGUNDA PARTE: ESCONDIDA Capítulo 9: En el baño.............................................................81 Capítulo 10: Enfrentando mi ira.................................................91 Capítulo 11: La lucha por perdonar...........................................99 Capítulo 12: Sin amigos a quien acudir....................................105 Capítulo 13: Una reunión de huérfanos...................................113 Capítulo 14: El don de lenguas................................................125 Capítulo 15: Salvadores improbables.......................................135 Capítulo 16: Con la fe en alto..................................................141 TERCERA PARTE: UN NUEVO CAMINO Capítulo 17: Capítulo 18: Capítulo 19: Capítulo 20: Capítulo 21: Capítulo 22: Capítulo 23: Capítulo 24:

El dolor de la libertad...........................................151 Una carta de Damascene.....................................165 Comodidades en el campamento........................171 El camino hasta los rebeldes................................185 Rumbo a Kigali....................................................191 La obra del Señor................................................201 Enterrando a los muertos.....................................213 Perdonando a los vivos........................................221

Epílogo: Un nuevo amor, una nueva vida.......................................227 Agradecimientos ...........................................................................235 Acerca de los autores......................................................................239



“Cuando ya es imposible para nosotros cambiar una situación, el reto es cambiarnos a nosotros mismos”. — Viktor E. Frankl, psiquiatra, autor, y sobreviviente del holocausto nazi

Prólogo

H

e leído miles de libros en los últimos cincuenta años. El libro que usted tiene ahora en sus manos es por mucho, el más conmovedor y más penetrante de la vasta biblioteca que comprende toda una vida de lectura personal. Usted está a punto de embarcarse en una jornada que, sin duda alguna, cambiará la forma en que usted ve el poder de la fe para siempre. Una sola frase de las Escrituras nos recuerda que: “Con Dios todas las cosas son posibles”. He citado con frecuencia este pasaje en mis charlas, a menudo añadiendo la pregunta retórica: “Ahora bien, ¿qué podría quedar excluido?”. La respuesta es obvia para todos: “Todas las cosas, que quiere decir, realmente, todas las cosas”. Usted ha leído que la fe pura, desprovista de toda duda, puede mover montañas e incluso hacer pasar un camello por el ojo de una aguja. Pero, incluso con su propia fe inquebrantable, la montaña probablemente ha permanecido en el lugar en donde siempre ha estado; y el ojo de la aguja es demasiado estrecho para dejar pasar siquiera la pestaña de un camello, mucho menos que el animal entero llegue a pasar por esa abertura minúscula. Y bien, me siento muy feliz de informarle que cuando usted haya terminado de leer por primera vez Sobrevivir para contarlo, tendrá un nuevo punto de vista sobre el campo de lo que significa todas las posibilidades. Conforme se convierte en testigo de la experiencia transcendental de Immaculée Ilibagiza, en medio de un holocausto demasiado terrible como para comprenderlo, sabrá también cómo el poder ilimitado de la fe pura e impertérrita, puede, en verdad, obrar para crear milagros. A despecho del odioso despliegue de falta de humanidad entre los seres humanos, que tuvo lugar hace tan sólo aproximadamente una década en Ruanda, esta es una verdadera historia de amor en el sentido más puro de la palabra: una historia del triunfo del espíritu humano; una historia sobre la fe profunda y la determinación de sobrevivir de una mujer (literalmente contra todas las posibilidades), para poder contar su historia y para ser un agente en el inicio de una nueva conciencia espiritual. Y, sobre todo, la historia de un amor por Dios tan IX

Sobrevivir para contarlo

fuerte, que el odio y la venganza se vieron forzados a disolverse en su presencia. He llegado a conocer extremadamente bien a Immaculée en el transcurso del último año. De hecho, nos comunicamos a diario. Ella viaja conmigo, se expresa ante el público en los mismos escenarios en donde yo lo hago, y le cuenta su historia a audiencias que se cuentan en los miles. Hemos conversado en privado por horas y horas acerca de sus experiencias en el holocausto y acerca de sus ambiciones actuales, y he pasado tiempo con ella junto a su familia. He hablado con sus colegas, e incluso con sus compañeros que sobrevivieron el genocidio, y ella ha pasado mucho tiempo con mis propios hijos. He conversado con ella durante las largas horas de vuelo en los aviones y en los trenes, entre una y otra presentación, y la he visto ante audiencias grandes y pequeñas. He llegado a conocer a esta mujer dinámica y poderosa tan bien, que la cuento entre uno de mis amigos más cercanos. De hecho, he llegado a tenerle tanto cariño y admiración que le he dedicado mi último libro: Inspiración. Revelo aquí en las primera páginas de este libro extraordinario, mi relación personal con Immaculée, porque deseo que usted, que está a punto de sumergirse en una experiencia que cambiará su vida para siempre (y creo que también está destinada a cambiar el mundo para su propio bien), sepa de primera fuente, el ser humano tan excepcional que es Immaculée Ilibagiza ante mis ojos. En las innumerables horas que hemos compartido, en multitud de presentaciones públicas y privadas, esta mujer trascendentalmente espiritual, siempre, y cuando digo siempre me refiero a un siempre absoluto, transmite una luz que captura a todo aquel que está a su alrededor. Cuando ella conversa en la mesa, todos los presentes no solamente la escuchan, sino que se sienten atraídos magnéticamente hacia ella; y en las grandes audiencias, se puede escuchar el ruido de un alfiler al caer mientras ella habla desde su corazón con una enorme convicción. Aquí hay algo mucho más en juego que el simple carisma. Immaculée no solamente escribe y habla sobre el amor incondicional y el perdón, es que además lo irradia dondequiera que vaya. Ella vive en un nivel elevado de conciencia espiritual, y al hacerlo, eleva el nivel de energía de todos aquellos con quienes se encuentra... incluido yo. En el primer momento en que nos conocimos, supe con absoluta X

Prólogo

certeza que estaba en presencia de una mujer singularmente Divina (algo que será evidente para usted cuando termine de leer este libro). Hablamos brevemente después de una presentación que hice en la ciudad de Nueva York para el Omega Institute, y después de solo un segundo o dos, ella desapareció de mi vida; sin embargo, en esos cortos momentos, quedé cautivado. Presentí su energía excepcionalmente elevada, de forma similar a lo que sentí cuando estuve muchos años atrás con la Madre Meera (una mujer de la India de quien se piensa que era una encarnación de la Madre Divina). Immaculée no me buscó para que la ayudara a publicar este libro, fui yo quien la buscó a ella. Ese brillo interno de alegría y amor que sentí en su compañía no se alejaba de mí. Entonces, le pedí a mi hija Skye, quien había intercambiado direcciones electrónicas con Immaculée, que por favor hiciera lo posible para contactarla. Los días se convirtieron en semanas y todavía no había comunicación. Todos los días le peguntaba a Skye: “¿Has tenido noticias de la mujer de Ruanda?”. Finalmente, Immaculée le respondió a mi hija, y la llamé de inmediato por teléfono. Le hice una pregunta: “¿Estarías dispuesta a escribir tu historia de supervivencia? Me siento impulsado a ayudarte a transmitirle tu mensaje al mundo”. Immaculée me dijo entonces que ella ya había escrito todos los detalles de su dura experiencia como mujer Tutsi en Ruanda, perseguida y marcada con una muerte segura durante el genocidio del año 1994. Me dijo que sentía que esa era la razón por la cual se había salvado, pero que sus esfuerzos por publicar su historia no habían tenido éxito, en gran parte porque el inglés era su tercer idioma y ella necesitaba ayuda para transmitir la esencia de su historia y convertirla en un formato de más fácil lectura. Fue en ese punto que le pedí que me enviara todo lo que había escrito, lo cual resultaron ser unas 150,000 palabras, en las cuales recordaba concienzudamente cada detalle cinco años después de salir de Ruanda. Llamé a mi amigo Reid Tracy, presidente de Hay House (editorial norteamericana), e hice los arreglos para que el escritor Steve Erwin ayudara a Immaculée a escribir su historia tal cual como está escrita en estas páginas. Le dije a Reid que yo apoyaría este proyecto de cualquier forma posible: no solamente escribiría el Prólogo, sino que, además, ayudaría a Immaculée a que transmitiera su historia durante mis presentaciones en público. XI

Sobrevivir para contarlo

También iría a Ruanda con ella y su familia, y la ayudaría a conseguir el dinero para cumplir su misión de ayudar a los muchos niños huérfanos que quedaron cuando finalmente se acabaron los asesinatos. Además, le dije a Reid que quería incluir a Immaculée en mi programa especial para la Televisión Pública de los Estados Unidos, sobre mi libro Inspiración: Su llamado decisivo, y que haría todo lo que estuviera en mi poder para llevar al público la saga espiritual de esta mujer. Esto ocurrió así por el sentimiento que experimenté cuando la conocí, en la parte de atrás de una sala llena de gente, durante tan solo unos momentos. Se ha dicho que las leyes del mundo material no aplican en la presencia de la realización de Dios. Usted llegará a comprender estas palabras directamente para cuando acabe de leer el libro. Una y otra vez, la “Presencia Interna” de la pura comprensión de Dios de Immaculée, le permite erigir barreras invisibles para que los asesinos armados con machetes, quienes estaban solamente a algunos centímetros de distancia, quedaran como ciegos ante su presencia física. Conforme su fe se profundizaba, los milagros eran más y más sorprendentes. Sus visualizaciones se volvieron reales, y toda duda quedó desterrada de su mente: ella era en verdad una con Dios. Supo que Dios estaba a su lado cuando vio una cruz de luz que la salvó a ella y a sus compañeras de una muerte segura. Los ángeles del amor y de la compasión parecían surgir de la nada conforme Immaculée intensificaba su comunión con nuestro Creador. Ella fue capaz de mirar fijamente a los ojos a un asesino dispuesto a todo, y observar, con total aplomo, cómo él dejaba caer su arma y permanecía inmóvil mientras su desprecio se convertía en amabilidad. Y, finalmente, conforme iba abandonando sus sentimientos de odio y de venganza hacia los asesinos, y a pesar de lo que una vez parecía imposible, se fundió en una unión Divina con Dios ofreciéndole a sus victimarios, no solamente compasión, sino además perdón total y amor incondicional. Así es que ella se convirtió en un solo ser con el Espíritu, y ahí es donde permanece hoy en día. Su historia lo conmoverá profundamente. Sentirá su miedo, llorará y se hará las mismas preguntas que se ha hecho siempre la gente: ¿Cómo pudo ocurrir algo así? ¿De dónde pudo salir tanta animosidad? ¿Por qué no podemos ser como Dios, Quien es la Fuente de todos nosoXII

Prólogo

tros? Pero también sentirá algo más profundo: la esperanza de que poco a poco, nosotros, como seres humanos, nos estamos moviendo hacia una nueva alineación, o sea, que nos estamos moviendo a llevar nuestras vidas a la realización de Dios. Para mí, Immaculée no solamente sobrevivió para contar esta historia alucinante, sino que, aún más, ella es un ejemplo viviente de que todo lo podemos lograr cuando vamos a nuestro interior y elegimos vivir verdaderamente en armonía perfecta con nuestro Espíritu original. Me siento honrado de haber jugado un pequeño papel para llevar esta asombrosa historia ante la atención del mundo. Es un honor haber unido mis manos a las de Immaculée y haberla ayudado en su visión de amor y compasión, no solamente en Ruanda, sino en todos los lugares en donde el odio ha residido por tanto tiempo. Y me siento profundamente honrado de escribir estas palabras en este libro, en el cual usted, querido lector, está a punto de sumergirse. Le aseguro que al hacerlo, se acercará un poco más hacia ese lugar en donde habita en unidad con la misma Esencia Divina de la cual todos fuimos creados. Amo este libro y amo a Immaculée Ilibagiza. Immaculée, gracias por haber llegado a mi vida. — Wayne Dyer, Maui, Hawaii

XIII

Prefacio

E

ste libro no pretende ser un tratado sobre la historia de Ruanda o sobre el genocidio; más bien, se trata de mi propia historia. Se ha publicado recientemente un buen número de libros informativos que exploran detalladamente las políticas y la mecánica del genocidio de 1994, durate el cual, según los estimados del gobierno ruandés, fueron asesinadas más de un millón de personas en apenas cien días. Esta es mi historia, contada según la recuerdo... y la recuerdo como si hubiera ocurrido ayer. Es una historia verdadera y uso mi propio nombre así como los nombres de los miembros de mi familia. Sin embargo, he cambiado los nombres de la mayoría de las demás personas que aparecen en este libro, con el fin de proteger la identidad de los sobrevivientes y evitar que se perpetúe el ciclo de odio. Creo que nuestras vidas están interconectadas, que estamos aquí para aprender los unos de los otros de nuestras experiencias. Escribí este libro con la esperanza de que puedan beneficiarse de mi historia. — Immaculée Ilibagiza, Nueva York

XV

introducción

Mi nombre es Immaculée

E

scucho a los asesinos llamarme por mi nombre. Estaban del otro lado de la pared, y a menos de tres centímetros del estuco y madera que nos separaban. Sus voces eran frías, duras y decididas. –Ella está aquí... sabemos que está por aquí en algún lado... Encuéntrenla, encuentren a Immaculée. Había muchas voces, muchos asesinos. Podía verlos en mi mente: aquellos que solían ser mis amigos y vecinos, que siempre me saludaban con amor y amabilidad, ahora recorrían la casa con lanzas y machetes llamándome por mi nombre. –He matado 399 cucarachas –dijo uno de los asesinos–. Immaculée sería la número 400. Es un buen número para matar. Me agazapé en la esquina de nuestro minúsculo baño secreto sin mover un músculo. Al igual que las otras siete mujeres que se escondían para salvar sus vidas conmigo, contuve mi respiración para que los asesinos no pudieran escucharme mientras respiraba. Sus voces me arañaban la carne. Sentía como si estuviera acostada en un lecho de carbones ardientes, como si me hubieran prendido en fuego. Un viento arrollador de dolor engullía mi cuerpo; miles de agujas invisibles me destrozaban por dentro. Jamás soñé que el miedo pudiera causar una angustia física tan agonizante. Intenté tragar, pero mi garganta se había cerrado. No tenía saliva, y mi boca estaba más seca que la arena. Cerré mis ojos y traté de hacerme desaparecer, pero sus voces sonaban cada vez con más fuerza. Sabía que ellos no tendrían misericordia, y en mi mente sólo resonaba XVII

un pensamiento: Si me atrapan, me matan. Si me atrapan, me matan. Si me atrapan, me matan. Si me atrapan, me matan. Los asesinos estaban justo detrás de la puerta, y yo sabía que en cualquier segundo me encontrarían. Me preguntaba cómo se sentiría cuando el machete atravesara mi piel y me cortara los huesos. Pensaba en mis hermanos y en mis queridos padres, preguntándome si estarían vivos o muertos y si estaríamos juntos pronto en el cielo. Junté mis manos, sujeté el rosario de mi padre y empecé a orar en silencio: Por favor Dios mío, ayúdame. No me dejes morir así, no de esta manera. No permitas que los asesinos me encuentren. Tú nos dices en la Biblia que si pedimos, se nos dará... y bien, Señor, te estoy pidiendo que por favor hagas que esos asesinos se vayan. Por favor, no me dejes morir en este baño. Por favor, Dios mío, por favor, por favor, ¡sálvame! Los asesinos salieron de la casa y todas comenzamos a respirar de nuevo. Se habían ido, pero volverían muchas veces en los siguientes tres meses. Creo que Dios permitió que yo sobreviviera; pero aprendí durante los 91 días que pasé temblando de miedo con siete mujeres en un baño del tamaño de un ropero, que sobrevivir es muy distinto a salvarse... y esta lección me cambió para siempre. Es una lección que, en medio de un asesinato masivo, me enseñó a amar a aquellos que me odiaban y me perseguían, y me enseñó a perdonar a quienes habían masacrado a mi familia. Mi nombre es Immaculée Ilibagiza. Esta es la historia de cómo descubrí a Dios durante uno de los genocidios más sangrientos de la historia.

XVIII

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