Sostenidos por gracia Parte 04

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Sostenidos por gracia – Parte 04 “El aspecto femenino de Dios” Pastor Erich Engler

Seguramente que si sigues mis enseñanzas, me habrás escuchado mencionar muchas veces la palabra “El-Schaddai” en referencia a Dios el Padre celestial, ¿verdad? Bastante a menudo, al referirnos a los nombres de Dios a los cuales hace referencia el Antiguo Testamento, nos encontramos con esta expresión. En el libro que acabo de editar en idioma alemán, hago referencia especial en algunos de los capítulos a este nombre de Dios. Permíteme ahora leerte uno de estos tantos párrafos al que hago referencia especial a este aspecto divino: “El-Schaddai”, nombre hebreo para Dios cuyo significado es: Dios, el todopoderoso, el más que suficiente, proveyó a Abraham con riqueza en abundancia. Su Palabra tiene validez y esta se torna realidad. Toda aquella persona que cierre sus ojos a la verdad de que Dios, el todopoderoso y el más que suficiente, bajo el pacto de la gracia, bendice al ser humano también con posesiones materiales, se priva a sí mismo de su herencia y también priva a sus semejantes de abundantes bendiciones de las cuales podrían ser partícipes”. Podemos observar que a través de la Biblia, cada vez que se menciona la expresión “ElSchaddai” refiriéndose a Dios el Padre, siempre tiene que ver con provisión. De hecho ese nombre significa: “el Dios más que suficiente”. Para poder comprender la razón por la cual esto es así, tenemos que ir al origen mismo de este nombre en el idioma hebreo. Ya cuando decimos que este nombre significa: “el Dios más que suficiente” tenemos la respuesta a nuestro interrogante. 1

La expresión “El-Schaddai” es una palabra compuesta que aúna dos términos. Uno de esos términos tiene su origen en la palabra “Schadd”. Esta palabra tiene un significado muy especial. El prefijo “El”, que antecede a la palabra “Schaddai” en esta expresión, significa: Dios. Si nos remontamos al Antiguo Testamento y al idioma hebreo en particular encontramos que la palabra “Schadd” significa: seno materno. Esto puede sonar un poco raro a nuestros oídos, pero en el idioma hebreo es así. Repito, la palabra “Schadd” significa: seno materno. Si pensamos en un bebé recién nacido, ¿cuál es el lugar donde recibe toda la provisión que necesita para estar satisfecho y crecer sano y saludable? Precisamente en el seno materno. Exactamente igual es con nosotros, todo lo que necesitamos para vivir está en nuestro Dios, quien es el todopoderoso y proveedor más que suficiente. Un bebé recién nacido no puede ser alimentado con un trozo de carne asada a la parrilla. Esto sería imposible, en primer lugar porque no tiene dientes, y en segundo lugar porque su aparato digestivo no está preparado todavía para esto. Si le diéramos un trozo de carne a un recién nacido, este se podría llegar a atragantar o asfixiar. ¿Qué es lo que un recién nacido hace instintivamente para poder subsistir? Busca el seno de su madre y allí recibe todo el alimento necesario para estar satisfecho y crecer sano y saludable. Si bien es cierto que hoy en día hay otras maneras de alimentar a un recién nacido, como por ejemplo la mamadera o el biberón, la forma establecida por la naturaleza es el seno de su madre. ¿Recuerdas que la Palabra de Dios nos dice que al apóstol Juan le agradaba recostarse sobre el pecho de Jesús? Esto nos muestra un cuadro maravilloso. Esto nos muestra de manera gráfica como el Dios “El-Schaddai” del Antiguo Testamento se hace realidad en el nuevo pacto. Habíamos dicho en enseñanzas anteriores que las tipologías del antiguo pacto se hacen realidad en la persona de Jesucristo bajo el nuevo pacto. Juan se recostaba sobre el pecho de Jesús. En este lugar él recibía respuesta a sus interrogantes. Juan le hacía preguntas a Jesús mientras apoyaba su cabeza sobre su pecho. Si tenemos en cuenta que en aquel tiempo, el cual nos relata el capítulo 13 de Juan en que los discípulos cenaban con Jesús, los comensales se recostaban alrededor de la mesa. Por esa razón, era fácil para Juan recostar su cabeza sobre el pecho de Jesús quien estaba a su lado. Con esta actitud, el apóstol Juan, intentaba acercarse más a Jesús y conocerlo más íntimamente. En esa posición, él podía expresarle sus interrogantes de una manera más confiada. Recordemos que el apóstol Juan se denominaba a sí mismo como el discípulo a quien Jesús amaba. La palabra “El-Schaddai”, como habíamos dicho anteriormente significa: el Dios proveedor más que suficiente, se deriva de la palabra hebrea: “Schadd” la cual significa: seno materno. 2

Vamos a ir ahora al pasaje bíblico que corrobora esto. Éste se encuentra en Génesis capítulo 49 versículos 25 y 26 donde leemos lo siguiente: (25) por el Dios de tu padre, el cual te ayudará, por el Dios omnipotente, el cual te bendecirá con bendiciones de los cielos de arriba, con bendiciones del abismo que está abajo, con bendiciones de los pechos (Schadd) y del vientre. (26) las bendiciones de tu padre fueron mayores que las bendiciones de mis progenitores; hasta el término de los collados eternos será sobre la cabeza de José, y sobre la frente del que fue apartado de entre sus hermanos. En este pasaje encontramos una tipología de cómo llega a nosotros la bendición de Jesucristo. Hay algo que me asombra y me llena de entusiasmo al escudriñar este pasaje en profundidad. Aquí observamos un aspecto de Dios que no tiene que ver demasiado con la masculinidad como normalmente estamos acostumbrados. Dado a que, lamentablemente casi no se predica sobre esto, no se encuentra demasiada información cuando se desea escudriñar más profundamente sobre este tema. Si bien no se habla casi sobre este tema, es una realidad que Dios posee un aspecto femenino dentro de su personalidad. Con frecuencia, no deja de asombrarme, la forma lógica de razonar que tiene mi esposa. A menudo, la intuición femenina es bastante acertada. Hace algún tiempo atrás, cuando descubrí este aspecto de la personalidad divina y empecé a indagar más sobre el tema, le dije a mi esposa: “A pesar de estar tan acostumbrados de referirnos a Dios como a nuestro Padre celestial, y si bien esto es una realidad, ¿sabías que Él tiene también ciertos atributos femeninos en su personalidad? Cuando yo le hice ese comentario, ella me respondió con suma naturalidad: “¡Por supuesto, eso ya lo sé!”. Yo le dije: “pero, eso no suena lógico para nada”. Entonces ella acotó inmediatamente: “si Dios no tuviera un aspecto femenino en su personalidad no podría comprender cómo me siento yo como mujer”. Su respuesta me dejó con la boca abierta de asombro. En realidad, es muy lógico que así sea ¿verdad? Estoy más que convencido, que a nosotros los hombres, nunca se nos hubiera ocurrido pensar de esa manera. Como hombres, en el afán de encontrar respuestas “razonables” a interrogantes simples, hacemos las cosas más complicadas de lo que son en realidad. A veces pienso, que intentamos describir a Dios de manera matemática. En la respuesta de mi esposa encontré lógica intuición unida a emoción. Su respuesta, tan natural y tan real a la vez despertó en mí el deseo de profundizar en este tema. Dado a que el nombre divino “El-Schaddai” deriva de la palabra hebrea “Schadd”, que como habíamos visto anteriormente se refiere al seno materno, es más que lógico que ciertos atributos de su personalidad tengan que ver con aspectos femeninos.

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Es más, esta no es la única mención que hace la Palabra de Dios, sino que a través de toda la Biblia, encontramos una y otra vez estos aspectos femeninos de su personalidad. A propósito, esto es interesante también para los hombres. Si bien no se predica ni se enseña mucho sobre este tema, descubrir estas verdades nos ayudará a enamorarnos más de nuestro Señor. Te invito a ir conmigo al libro de Génesis capítulo 1 versículos 26 y 27 donde leemos lo siguiente: Entonces dijo Dios: hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza, y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y todo animal que se arrastra sobre la tierra. Si bien, la mentalidad moderna intenta hacernos creer que descendemos del mono y que somos un producto de la evolución, en la Palabra de Dios leemos claramente que Él creó al ser humano a su misma imagen y semejanza. En el versículo siguiente leemos: (27) y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Aquí explica con toda claridad y detalle que Dios hizo al ser humano como hombre y como mujer. La Biblia no dice que Dios creó dos hombres o dos mujeres para que vivan juntos, sino que hizo un hombre y una mujer. En la creación del ser humano a la imagen y semejanza de Dios mismo, encontramos al mismo tiempo los aspectos de masculinidad y femineidad. De allí pues, ambos aspectos son parte de su personalidad. El término hebreo que se traduce aquí como “imagen” es la palabra: reflexión o reflejo. Para entenderlo más claramente pensemos en lo que todos nosotros hacemos cada día al levantarnos, nos miramos en el espejo y vemos reflejado allí nuestro rostro. El plan original de Dios fue crear al ser humano, tanto al hombre como a la mujer, para que reflejara su misma personalidad y sus atributos. De esa manera, deberíamos tener en cuenta que cuando nos miramos al espejo estamos pidiendo el reflejo de los atributos divinos en nosotros. El Nuevo Testamento se refiere a esto en relación a ser cada día más parecidos a Jesús. Cuando nos miramos al espejo no vemos reflejado allí un personaje caricaturesco ni mucho menos un monstruo, sino un ser humano creado a la misma imagen y semejanza de Dios, que refleja su misma personalidad y atributos. Independientemente de que seamos hombres o mujeres, somos el reflejo del Creador. Dios, después de haber creado todo el universo para ponerlo a nuestra entera disposición, eligió hacernos de la manera como nos hizo, tanto con un cuerpo de hombre como de mujer, y depositar allí toda su gloria. En el capítulo 1 de Génesis está descripto, con lujo de detalle, todo lo que Dios creó para ponerlo al servicio del ser humano. A pesar de que Él tenía todas las huestes angelicales a su servicio, eligió crear al ser humano y depositar en él toda su gloria y esplendor. 4

Cuando nos contemplamos en el espejo podemos observar solo la parte exterior de nuestro ser, pero si miramos hacia dentro de nosotros podemos encontrar la imagen de Dios. ¡Esto es asombroso ¿verdad?! Esto es así porque Dios mismo así lo quiso. Dios creó al ser humano a su misma imagen como hombre y como mujer. En Génesis cap. 2 y en el versículo 23 encontramos lo que Adán expresó al ver a Eva: Dijo entonces Adán: esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; esta será llamada Varona, porque del varón fue tomada. Para poder comprender la razón por la cual la palabra Varona está escrita aquí para referirse a la mujer, debemos ir al idioma hebreo. En hebreo el término que se usa para referirse al hombre es: ISH, y el término para referirse a la mujer es: ISHAH. Dado a que estos términos son similares, o mejor dicho uno se deriva del otro, los traductores han acordado en denominarlos “Varón” y “Varona”. La diferencia entre estas dos palabras hebreas radica en la terminación. Para nosotros la diferencia sólo radica en que en la pronunciación del término ISHAH le agregamos sólo una A, sin embargo en hebreo la diferencia es mucho más profunda. Cuando la “H”, la quinta letra en el alfabeto hebreo, aparece al final de una palabra está indicando femineidad. Hay también otra manera de indicar femineidad y es, cuando al final de la palabra, aparece la última letra del alfabeto hebreo. En este caso que estamos considerando, la femineidad está indicada por la letra “H”. Naturalmente, hoy en día ya no usamos el término Varona para referirnos a una mujer. Al observar la similitud entre estas dos palabras en el idioma hebreo, vemos representado tanto el aspecto masculino como femenino de Dios. Dios creó al varón a su misma imagen y de él hizo una mujer, quien también lleva en sí misma esta misma imagen. La letra “H”, la quinta en el alfabeto hebreo, la cual se añade al final de la palabra varón para definir a la mujer nos habla de la gracia divina. En varias de nuestras enseñanzas anteriores hemos hablado en extenso sobre esta letra tan especial y lo que ella representa. El nombre de Dios “YAHWEH” (‫ )ה ָ֨י הְוי‬el cual se traduce como: Jehová, es un nombre netamente masculino, sin embargo al final, recordando siempre que en hebreo se lee de derecha a izquierda, lleva la letra “H”. Esto es algo muy especial que podemos observar en la Palabra de Dios. A pesar de que este nombre es masculino indica también femineidad. Dicho en otras palabras, en el mismísimo nombre de Dios encontramos tanto el aspecto masculino como femenino. ¿Sabías que, de todos los nombres de Dios mencionados en la Biblia, el más apropiado para nosotros es: ABBA? ¿Quién nos presentó este nombre? Jesús fue quien lo hizo y también nos explicó su significado. ABBA en hebreo es un apodo cariñoso y significa: “papá” o “papito”. Agregado por el traductor: Palabra perteneciente a la lengua aramea cuyo significado es 'papá'. En las lenguas semíticas el vocablo 'Ab' significa 'fuente', en hebreo se escribe ‫ אב‬y tiene ya el significado de 'padre', fuente constante de vida. En arameo Abbá se escribe ‫ אבע‬y 5

literalmente significa “oh, padre” o “el padre”. Era el nombre cariñoso que usaban los niños arameos (III A.C - III D.C) al referirse a sus padres, y combina algo de la intimidad de la palabra española “papá” con la dignidad de la palabra “padre”, de modo que es una expresión informal y a la vez respetuosa. Por lo tanto, más bien que un título, era una forma cariñosa de expresarse y una de las primeras palabras que un hijo aprendía a decir. (Fuente de información: Wikipedia) Es interesante ver que en el Nuevo Testamento, el cual fue escrito en griego, no se use el término griego para referirse cariñosamente a nuestro Padre Dios sino el hebreo. Los escritores del Nuevo Testamento podrían haber usado aquí la palabra griega, sin embargo ellos usaron exprofeso el término hebreo. Cuando Jesús mencionó la palabra ABBA para referirse a su Padre, la pronunció en arameo. Jesús no habló en griego aunque los escritores del Nuevo Testamento lo redactaron en dicho idioma. A pesar de ello, dejaron esta palabra sin traducir al griego, tal y cual la había dicho Jesús. ABBA es la palabra que usó Jesús y así está escrita en casi todas las traducciones. La palabra griega para referirse a un padre es: Pater, y por supuesto hay pasajes en el Nuevo Testamento en los cuales aparece esta palabra. Sin embargo, la palabra aramea: “ABBA”, que dijo Jesús en referencia a su Padre celestial, nunca ha sido cambiada y figura así hasta el día de hoy tal y cual la dijo Jesús. Cada vez que Jesús se refería a su Padre celestial, no estaba hablando de un Pater o Patros como se dice en griego (por ejemplo en Romanos 1:7) sino de ABBA (papito o pápi). Por esa razón esta palabra es de vital importancia para nosotros los creyentes. Éste es el nombre más importante de todos los nombres de Dios. Hay muchísimos creyentes que discuten y argumentan acerca de los diversos nombres de Dios que aparecen en la Biblia y como deben ser pronunciados correctamente cada uno de ellos, etc. etc. Sin embargo, el nombre por excelencia que deberíamos tener en cuenta es simplemente: “papá”. Si el cristianismo le hubiese presentado al mundo a un Padre celestial amante y cariñoso los resultados serían completamente diferentes a lo que ahora son. La revelación sobre el Padre celestial no proviene del Antiguo Testamento, pues necesitamos a Jesús para que Él nos revele a su Padre. Esta revelación proviene sólo a través del Nuevo Testamento. Para nosotros, los creyentes, Él no es en primer lugar nuestro Dios sino nuestro Padre. Para aquellos que no recibieron a Jesús como salvador, Él es simplemente Dios. Cuando yo hablo con mi padre no le digo: “estimado señor Engler”, de la misma manera tampoco mis hijos me hablan así. En la conversación normal entre padres e hijos no se usan los títulos o grados académicos, sino simplemente palabras cariñosas y familiares. Como hijos de Dios nos presentamos delante de Él en la confianza de que es nuestro amado Padre celestial. Esa es precisamente la revelación de la realidad de Dios como

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Padre. Para nosotros, los creyentes, Dios no es simplemente Dios nuestro juez sino nuestro amado Padre celestial. Cuando Jesús resucitó de los muertos y se encontró con María le dijo las siguientes palabras: “yo voy a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios”. Observemos que la palabra Padre aparece primero. ¿Es Dios para nosotros Dios? ¡Absolutamente! Sin embargo en lo que a nuestra relación con Él se refiere, Él es en primer lugar nuestro Padre. De allí pues las palabras que Jesús le dijo a María. Jesús dijo primero Padre antes que Dios. ¿Por qué las formuló en este orden? Para mostrar y presentar la revelación de la realidad de Dios como Padre a una humanidad que vive sin Dios. Jesús presentó a Dios como un amante Padre. ¿Sabías que tú eres de gran valor delante de sus ojos? Él te contempla como algo muy preciado. ¿Recuerdas la parábola de la moneda perdida? Esa parábola donde Jesús habla acerca de una mujer que busca la moneda perdida. Esta mujer pone la casa patas para arriba y busca diligentemente en cada uno de sus rincones hasta que por fin la encuentra. Esta parábola forma parte de un grupo de tres parábolas, a saber: la oveja perdida, la moneda perdida, y el hijo perdido. Estas tres parábolas están relatadas en el capítulo 15 del evangelio de Lucas. Hay algo muy importante e interesante con respecto a esto. Es de suma importancia que lo veamos desde la perspectiva del Padre celestial. Primero de todo, convengamos que cuando hablamos de algo que hemos perdido es porque esto anteriormente nos pertenecía, ¿verdad? Estas parábolas no se refieren a que los creyentes se pueden llegar a perder, sino mucho más que eso a quien le pertenecen. Sólo se puede perder algo que se tiene, o dicho de otra manera, si alguien busca algo que se le ha perdido es porque ése “algo” le pertenece. Estas tres parábolas: la oveja, la moneda, y el hijo perdido nos hablan del valor que representan para quien lo busca. Tanto la moneda, como la oveja y el hijo tienen el mismo valor estando perdidos como antes de perderse. La moneda no perdió su valor por el hecho de haberse perdido. De la misma manera, no perdemos nuestro valor por el hecho de separarnos un tiempo de Dios. En sus ojos seguimos teniendo el mismo preciado valor, no importa si estamos cerca de Él o lejos y perdidos. El valor de una cosa es determinado por aquel quien la posee. Estas tres parábolas no se refieren a que los creyentes se pueden llegar a perder e irse al infierno, sino que nos muestran el preciado valor que posee una cosa, o en el caso del hijo pródigo una persona, aunque circunstancialmente se encuentre perdido. El valor de la moneda, de la oveja, y del hijo perdido es determinado por su dueño, por aquel quien lo 7

posee. Esa es la manera en que actúa el Señor. Estos tres ejemplos de algo que se había perdido indican un estado circunstancial y no permanente o habitual. El hijo perdido se comportó como no tendría que haberlo hecho, sin embargo, aún a pesar de ello, durante todo el tiempo que estuvo fuera del hogar no perdió su valor o posición de hijo. Él nació en esa familia y eso es lo que determina su valor. Aquella moneda perdida seguía teniendo su mismo valor aún durante el período de tiempo en que era buscada. Como dije anteriormente, el valor de algo lo determina quien lo posee. ¿Qué es lo que creemos? ¿Creemos y predicamos que aquellos que se alejan de Dios están perdidos para siempre? ¡De ninguna manera! Nosotros predicamos, que precisamente a causa de que están alejados de Dios, Él los ama tanto como para buscarlos diligentemente hasta encontrarlos. El Padre celestial atalaya o busca diligentemente con la vista hasta que volvemos al hogar. Así como el pastor buscó la oveja hasta que la encontró. A propósito, cuando leemos la parábola de la oveja perdida y como ésta regresa al redil ¿dónde encontramos que la oveja se hubiera arrepentido como condición para volver? El pastor, quien está representando a Jesús, sale en busca de la oveja perdida. ¿Qué es lo que hace el pastor cuando por fin la encuentra? Le dice acaso: “bueno ovejita, por fin te encuentro después de tanto buscar, primero vamos a arreglar cuentas, y luego entonces te puedo volver a llevar al redil”. ¡No, de ninguna manera! Él la encuentra, la pone sobre sus hombros, y la lleva al redil. De la misma manera hace Jesús con aquellos que se han perdido. La oveja no se arrepiente de sus malos caminos como condición para ser llevada de nuevo al redil, lo único que ella hace es dejarse cargar por el pastor. Es de suma importancia que comprendamos esto. Recién cuando permitimos ser cargados por Jesús, cuando permitimos ser cargados o sostenidos por su gracia y dejamos de apoyarnos en nuestros propios esfuerzos u obras, es cuando estamos mostrando verdadero arrepentimiento. ¿Qué significa arrepentimiento? Es cambiar de rumbo. Es retornar a la gracia. Es dejarse cargar por ella dejando de lado todo esfuerzo propio y toda obra humana. Es permitir ser cargados por Jesús. Este es el cuadro que nos muestran estas tres parábolas: es ser cargado y sostenido por la gracia. Mi deseo para cada uno de vosotros, tanto aquí en la iglesia local como para cada uno que me escuche a través del Internet, es que experimentemos cada vez más lo que significa ser cargados y sostenidos por la gracia divina. Esta no es simplemente una frase bonita sino que debería poder ser una realidad en nuestra vida cotidiana. 8

Mi deseo como pastor es que tú puedas llegar a experimentar esta realidad en tu vida diaria. Cada uno de nosotros, sin excepción alguna, llegamos tarde o temprano al final de nuestras propias posibilidades. Cuando esto nos sucede hay una sola salida y es: dejarse caer rendido los brazos de Jesús para ser cargados y sostenidos por Él. Repito, estas tres parábolas no están para mostrarnos que los creyentes se pueden llegar a perder eternamente, sino para indicarnos lo que Dios ha hecho por nosotros. Él nos ha dado un valor incalculable, nos ha puesto en la posición de hijos o parte de su familia. Observemos que cuando se refiere a la oveja perdida no habla de un cabrito terco y porfiado, sino de una dulce ovejita que es parte del rebaño. Hay un pasaje muy conocido que habla sobre el juicio de las naciones y lo encontramos en Mateo capítulo 24. Aquí habla que el Señor va a separar las ovejas de los cabritos. Esta diferenciación es muy clara y contundente. La mayoría de los creyentes interpreta esto de manera incorrecta. Algunos piensan que pueden ser oveja y cabrito al mismo tiempo. ¡Esto es imposible! O se es oveja o se es cabrito, una cosa o la otra pero no la mezcla de las dos. Nosotros, los creyentes, a causa de haber aceptado a Cristo como nuestro Salvador pasamos a ser parte del rebaño del Señor, somos las ovejas que estamos en su redil. La oveja sigue siendo oveja aún en el período de tiempo que se pueda haber desviado de su camino. La moneda sigue manteniendo su valor aún en el tiempo en que está siendo buscada. ¿Comprendes lo que quiero decir? Un hijo sigue siendo hijo aunque esté momentáneamente perdido. El hijo de una familia no pierde su estatus por estar circunstancialmente apartado del camino. Una oveja no se transforma en cabrito por el hecho de haberse perdido. La moneda sigue manteniendo su mismo valor aunque se pierda de la vista de su dueño. Volvamos a la esencia del mensaje para encontrar la respuesta que buscamos. ¿Deseamos que aquellos que están perdidos vuelvan a Dios? ¡Por supuesto que sí! ¿Deseamos que vivan la vida plena de Dios? ¡Claro que sí! Pero no los vamos a hacer volver predicándoles que se van a ir al infierno pues siempre es la gracia de Dios la que lleva al arrepentimiento (Romanos 2:4). Prediquemos pues sobre la gracia y la benignidad de Dios. Hay todavía un pasaje que deseo compartir con vosotros acerca del tema que comenzamos a tratar en esta enseñanza, a saber: el aspecto femenino de Dios. Dicho pasaje se encuentra en el evangelio de San Lucas capítulo 13 versículo 34 donde leemos lo siguiente: ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina a sus polluelos debajo de sus alas, y no quisiste! 9

¿Cuál es el cuadro que vemos aquí? El de una gallina que junta sus pollitos debajo de sus alas. Aquí habla Jesús y dice: “¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos!” Él hace la comparación con una gallina que junta sus pollitos debajo de sus alas. Estas son las palabras de nuestro Señor Jesucristo. A causa de que los judíos no permitieron ser cobijados bajo las alas de protección de Dios, fueron destruidos y esparcidos algunas décadas más tarde. La metáfora que se nos presenta aquí es una gallina cobijando a sus polluelos. Si dijera que el gallo es quien desea cobijar a los polluelos nos sonaría muy extraño ¿verdad? Es la gallina quien cobija a sus polluelos bajo sus alas, es un cuadro maternal y femenino. El apóstol Pablo en Gálatas capítulo 3 versículo 28 dice: Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón y mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. En este pasaje encontramos que la diferencia entre hombre y mujer no existe más en Cristo Jesús, aunque naturalmente tanto el hombre como la mujer siguen conservando sus características masculinas y/o femeninas respectivamente. En Cristo somos todos uno. En la Biblia, tanto en el antiguo como en el Nuevo Testamento encontramos la alusión a los aspectos tanto masculinos como femeninos de Dios. Es interesante observar que Dios posee ambos aspectos en su personalidad. ¿Debemos entonces seguir contemplando a Dios como nuestro Padre con los atributos masculinos correspondientes? ¡Por supuesto que sí! No me mal interpreten por favor, al decir que Dios posee atributos femeninos no estoy queriendo indicar con eso que debemos hacer un cambio de género en la Biblia, aunque naturalmente hay quienes lo han hecho. ¡Ese no es el tema! Sigamos contemplando a Dios como el Padre amante y proveedor. No se trata de hacer algún cambio en la Palabra de Dios, sino que esta perspectiva tiene que servir para ayudarnos en las cuestiones de la vida cotidiana. Tal como mi esposa lo expresó: “Dios comprende lo que yo experimento como mujer”. Dios nos comprende perfectamente. Él comprende a los hombres igual que a las mujeres. Esto es así porque fuimos creados a su misma imagen y semejanza y tanto el aspecto masculino como el femenino son parte de su personalidad. ¿No es maravilloso poder comprender esto? Para concluir quisiera compartir con vosotros todavía un pensamiento. Se habla mucho siempre de que, en el matrimonio, el hombre es la cabeza de la mujer y que ella se tiene que subordinar a él. El apóstol Pablo menciona esto en el capítulo 5 del libro de Efesios. Hablando tipológicamente, Pablo hace la comparación aquí de Cristo y de su Iglesia. El hombre representa a Cristo y la mujer a la iglesia. Esta es una muy buena comparación. Hay algo aquí que nos puede ayudar mucho a comprender mejor, e incluso a alcanzar un mayor nivel de revelación con respecto al tema de la sumisión. 10

Cuando entendemos que la personalidad de Dios posee tanto los atributos masculinos como los femeninos, podemos comprender el tema de la sumisión de la siguiente manera: Eva debía ser para Adán lo que Jesucristo (=Logos divino) es para el Padre celestial, o sea alguien idóneo (= adecuado y apropiado) que está a su lado para ayudarlo y complementarlo. Precisamente aquí radica lo maravilloso de esta tipología. La mujer es para el esposo lo que Jesucristo es para el Padre celestial. ¿No es maravilloso verlo de esta manera? Alguien me puede decir: “¡momento!, este pasaje que Ud. acaba de mencionar compara a Jesucristo con el hombre y a la mujer con la iglesia”. Sí, eso es así, sin embargo dentro de una misma tipología hay diversos niveles de aplicación. Si vamos al comienzo y comparamos cuando Dios creó al hombre y a la mujer con lo que dice en Juan capítulo 1, encontramos que en el principio era el Verbo (=Logos) y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Génesis capítulo 1, al referirse al relato de la creación, nos habla de que Dios creó el cielo y la tierra. Si estudiamos esto en el idioma hebreo encontramos que Jesús estaba al lado de su Padre creando todo. Jesús ya aparece en la primera página de la Biblia en el comienzo mismo de las cosas. Teniendo en cuenta esto, si observamos que tanto el hombre como la mujer fueron creados a la misma imagen y semejanza de Dios, podemos deducir entonces que la mujer fue creada como ayuda idónea para su esposo, al igual que Jesús es el complemento perfecto y apropiado para su Padre. Esto no significa que los hombres vayan a ocupar el lugar de Dios ni que las mujeres tomen el lugar de Jesús, sino que este cuadro nos sirve como maravillosa comparación. Esto nos confirma una vez más que Jesús nunca tuvo la intención de rebajar a la mujer o quitarle su valor. ¡Por el contrario! Él siempre exaltó su estima y la valoró. Eso es justamente lo opuesto a lo que sucede hoy en día en muchos de los países de Medio Oriente. En dichos países la mujer es oprimida y rebajada. Cuando Jesús estuvo en este mundo siempre exaltó, valoró y elevó la estima de la mujer. Jesús elevó a la mujer a la posición original para la que fue creada. Justamente cuando entendemos que la personalidad divina posee también aspectos femeninos se nos hace esto más razonable todavía. A pesar de que Jesús, mientras anduvo sobre la tierra, elevó la estima de la mujer a su posición original, más tarde, la iglesia cristiana a lo largo de toda su historia, volvió a degradarla por medio de teologías y doctrinas de diferente tipo de acuerdo a su agrupación o denominación. En una palabra, la iglesia cristiana le quitó a la mujer lo que Jesús le había dado. Con más razón entonces, entiendo que esta comparación antes mencionada es maravillosa. La mujer es para el esposo lo que Jesús es para el Padre celestial, una ayuda perfecta y

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adecuada. La posición de ayuda idónea eleva y fortalece su estima. ¿No es maravilloso comprender esto? Las mujeres tuvieron un papel muy importante en el ministerio de Jesús apoyándole y sirviéndole en todo lo que podían, incluso financieramente. Había muchas mujeres que seguían a Jesús. Generalmente hablamos sólo de los 12 discípulos, pero había una cantidad de mujeres que también les seguían y servían fielmente. La Biblia nos da el nombre de algunas de ellas, por ejemplo: Juana, mujer de Chuza intendente de Herodes, y Susana entre otras (Lucas 8:3). Y por supuesto María. Todo esto nos muestra un cuadro maravilloso y por sobre todas las cosas eleva la autoestima de la mujer. Esta enseñanza tiene como propósito justamente establecer un fundamento nuevo y fresco de autoestima y mostrarte con eso cuanto te ama Jesús. Esto es aplicable a la mujer pero también al hombre. Es importante que nosotros los hombres, aprendamos a valorar lo que nuestras esposas hacen por nosotros. ¡Amén!

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