Televisa vs. Reforma. Carmen Aristegui F

Televisa vs. Reforma Carmen Aristegui F. (10 septiembre 2010).- No sé si haga falta pero, por si la hubiera, aclaro que éste como todos los anteriores

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Televisa vs. Reforma Carmen Aristegui F. (10 septiembre 2010).- No sé si haga falta pero, por si la hubiera, aclaro que éste como todos los anteriores escritos aquí publicados- es un artículo cuyo tema, tratamiento y contenido es responsabilidad plena de la autora. No ha habido sugerencia, insinuación o petición expresa de ningún miembro directivo o no directivo de este grupo editorial para escribir lo que a continuación se puede leer. Una opinión, pues, estrictamente personal frente a un hecho de interés público. No sé si Reforma ha tomado o tomará alguna postura institucional en respuesta a los hechos que a continuación me refiero pero, en todo caso, quien esto escribe y millones de personas más no podemos estar indiferentes frente a lo que es una clara, evidente y brutal campaña de linchamiento -de pánico moral diría el periodista de Proceso, Jenaro Villamil- en contra del Grupo Editorial Reforma. Promovida, porque no podría ser de otra manera, desde los más altos niveles de dirección de Televisa, ha contado con la triste y obediente colaboración de comunicadores y presentadores que han repetido el tema que da contenido al linchamiento a partir de una línea editorial establecida con un único propósito: dañar y denostar a los periódicos Reforma y Metro. Criticados por un tema que está ahí, que tampoco puede ser ignorado y que merece sin duda atención, los dos diarios han sido sometidos a una inaudita campaña intensiva de desprestigio con un abierto afán de aniquilamiento. El inusual, extendido, reiterado y uniforme tratamiento editorial en los espacios noticiosos -y hasta en los de entretenimiento- del tema en cuestión no habla de una cobertura periodística genuina o de un repentino interés colectivo de todos los que ahí trabajan por el tema de la trata de personas, la pornografía y los anuncios clasificados. Habla de una vil campaña de linchamiento moral. No se trata de restarle importancia al papel que juegan los anuncios sobre solicitudes y servicios sexuales que se despliegan en estos diarios y en otros en México y el mundo, porque la tiene. Ni tampoco de defender lo indefendible. En el mundo se discute qué hacer frente a estos fenómenos y en México deberá ocurrir lo mismo. Especialistas como Lydia Cacho se han pronunciado al respecto y lo que ha ocurrido, por ejemplo en España, deberá ocurrir también en México. Éste y otros grupos editoriales deberán analizar, con claridad, sobre el alcance de estas prácticas y considerar, seriamente, retirarlas de sus páginas. Problema no es hablar del asunto o cuestionar lo que haya lugar a cuestionar. Problema no es discutir sobre los márgenes que la prensa define para sí misma cuando se está ante un fenómeno que puede rondar en lo criminal. Nadie está negando el tema. El asunto está en otra parte. Los anuncios y la trata no son más que un pretexto para impulsar una campaña de descrédito, intimidación y una suerte de venganza editorial en contra del Grupo Reforma. Es de tal obviedad que se trata de una campaña que los colegas que se encargan de alimentarla la deben estar pasando muy mal. El modelo ya lo conocemos. Varios personajes de la vida pública han pasado por trances similares en donde los integrantes del sistema duopólico de la televisión, juntos o por separado, pueden desquitar en la pantalla lo que haya menester

desquitar. En este caso las señales son inequívocas. El tratamiento diferenciado, discrecional y selectivo para atacar a un solo grupo editorial por una práctica recurrente -desde hace años- en varios medios de comunicación es sólo ejemplo de ello. No hay mucho que interpretar; millones de televidentes, clase política, medios de comunicación, autoridades y sociedad en general, estamos frente a una virulenta e inaceptable campaña de linchamiento moral que debe ser denunciada. No hay certeza sobre las motivaciones de los autores de esta cruzada contra Grupo Reforma pero, hay a la vista varios capítulos que podrían ayudar a explicar: el tratamiento crítico de Grupo Reforma a la muy polémica licitación 21 que favoreció a Nextel y Grupo Televisa. Los punzantes artículos de Purificación Carpinteyro sobre el tratamiento preferencial al consorcio de la televisión; los de Jorge Álvarez Hoth sobre el tema; el artículo magnífico de Roberto Zamarripa el lunes pasado sobre la "Mimetización"; la ausencia de Grupo Reforma de Iniciativa México o la cobertura periodística al Quinto Informe de Peña Nieto, que mostró los lazos inocultables entre el gobernador y la televisora que lo ha hecho, sin lugar a dudas ya, su candidato presidencial. ……………………………………………….

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Televisa contra Reforma September 10, 2010 En esta semana, de manera sistemática, Televisa inició una campaña contra los anuncios de favores sexuales que aparecen en las páginas de clasificados de los periódicos, porque abren la puerta, argumentaron en sus noticieros apoyándose en un debate público reciente en España, a la delincuencia. La campaña podría detonar una discusión seria sobre la responsabilidad social de los medios de comunicación en México, que buena falta hace, salvo por un pequeño detalle: el ejemplo que usan para ilustrar el caso mexicano son los periódicos Reforma y Metro, propiedad de Alejandro Junco de la Vega. Reforma y Metro no son los diarios que más anuncios de ese tipo publican. Incluso, en los mismos días en que se dieron los reportajes en los noticieros de Televisa, El Universal y El Gráfico, que pertenecen a una misma casa editorial, publicaron más del doble de páginas que sus competidores de anuncios sexuales, tan gráficos uno como el otro. Televisa no mencionó a esos dos diarios, ni a otros como La Prensa o el ESTO, que también dan cabida a ese tipo de clasificados, o las revistas que tienen en ese tipo de publicidad parte de sus ganancias. Es decir, sobre un tema de noble propósito, se esconde una campaña que apenas empieza. No es el debate lo que importa a Televisa, sino abrir fuego contra Junco de la Vega.

Tampoco es un asunto personal, pero han centrado al grupo de Junco de la Vega por su aval a una política editorial de doble moral. TV Azteca, cuando Reforma inició una campaña contra su propietario Ricardo Salinas Pliego señalando que no podría viajar a Estados Unidos porque sería detenido como consecuencia de un fraude con Unefon -que no era cierto-, tuvo como respuesta una semana en los noticieros de la empresa donde recordaban, a partir de una entrevista con el padre de Junco de la Vega, la forma como se hicieron de la empresa y lo expulsaron de ella. En el caso de Televisa, de acuerdo con información interna, mucho habían perdonado de cobertura parcial hacia la empresa sin réplica, hasta que se dio un quiebre, cuando el Grupo Reforma publicó en agosto, a propósito de la compra de 30% de acciones de Nextel, que había sido una “ganga”. Reforma, que es el periódico de mayor influencia entre las élites mexicanas -como El Norte, su nodriza, lo es en Monterrey, la capital financiera nacional-, calificó sistemáticamente como “ganga” la operación con Nextel y desoyó las explicaciones que les procuraron dar los ejecutivos de Televisa. El Grupo Reforma publicó que Televisa había pagado, en sociedad con Nextel, 180 millones de pesos por una parte del espectro radioeléctrico de 30 megahertz a nivel nacional, comparando con un bloque de 10 megahertz que había adquirido Telcel en el centro de México, por mil 372 millones de pesos. Esta serie de informaciones motivó que varias de sus plumas más importantes del Grupo opinaran sobre el mismo asunto y en el mismo tenor que había inducido la información tergiversada, que comenzó a ser pública cuando el responsable de comunicación de Televisa, Manuel Compeán, aclaró en una de las réplicas que hizo que los 180 millones era un pago inicial, ya que el pago total sería por 18 mil 300 millones de pesos. Además, agregó Compeán, Nextel invertiría más de 19 mil millones de pesos en desarrollo de infraestructura y aclaraba que cuando se abrió la licitación, nadie más había querido invertir. La cobertura en el Grupo Reforma sobre la alianza con Nextel sólo agudizó una serie de desencuentros, cada vez más ácidos, entre ejecutivos de ambas empresas. En mayo, el mismo Compeán envió una carta para refutar una columna de Roberto Zamarripa, subdirector editorial, donde mencionaba que un promocional de Yucatán dentro de la serie Estrellas del Bicentenario, había costado 10 millones de pesos. “Es falso”, afirmó Compeán, quien señaló que no era la primera vez que utilizaba datos no confirmados para argumentar su información. En agosto, la ex subsecretaria de Comunicaciones, Purificación Carpinteyro, publicó una columna en el diario sobre compras que había hecho Televisa de operadores de cable en varias ciudades del país, y tocaba el tema de la asignación del espectro a su sociedad con Nextel. “Cuando se trata de un grupo tan poderoso como Televisa, lo conveniente es no ver, no preguntar y no escuchar, a menos de que se trate de aprobar operaciones de compra de nuevas propiedades por dicho grupo”, escribió Carpinteyro. El artículo motivó llamadas para exigir una réplica. De acuerdo con versiones dentro de Reforma, respondieron que la carta se excedía en el máximo de espacio y que contenía dos párrafos, al final, que se referían a Carpinteyro como “la ex subsecretaria” en un tema que no se vinculaba al texto publicado. Televisa no

modificó la redacción y Reforma no lo publicó. Hace dos lunes, Televisa publicó la carta en forma de desplegado en varios periódicos, señalando que era la réplica que el diario “se había negado a publicar”. Rápidamente comenzaron las respuestas. El 29 de agosto, el presidente de Cemex, Lorenzo Zambrano, criticó en su cuenta de twitter, @LHZambrano, a todos los regios que estaban huyendo de Monterrey por el clima de inseguridad. “Quien se va de Monterrey es un cobarde”, escribió en una serie de mensajes que difundió masivamente. “Hay que luchar por lo que creemos. Tenemos que retomar nuestra gran ciudad”. Al día siguiente, en El Noticiero de Joaquín López Dóriga, se hizo referencia a la crítica de Zambrano y, como contexto, recordó que Junco de la Vega se había ido de Monterrey. En efecto, el dueño del Grupo Reforma se fue a vivir a Austin cuando recibió un video con las imágenes de un día en la vida de toda su familia, enviado por el Cártel del Golfo. Pero eso había sido más de dos años antes, y Zambrano no se refería él, sino a otras personas que huyeron recientemente. Ahí se perfiló lo que estamos viendo. Una semana después, vinieron los reportajes sobre los anuncios clasificados, y el Grupo Reforma, como es su costumbre, no respondió. Pero no siempre ha sido así. Cuando TV Azteca difundió su serie sobre la historia de la propiedad de El Norte de Monterrey, los diarios publicaron un editorial -que no tienen- en primera plana -lo que es extraordinario- para refutar a Salinas Pliego. Y discretamente bajaron los ataques en su contra. ¿Eso es lo que busca Televisa, cuyo alcance, en un mal día es de 40 millones de mexicanos? No está claro todavía. Lo que sí, como dijo una de las personas prominentes en la empresa, es que el pleito, “va para largo”. ……………………………………………...

EJE CENTRAL.COM.MX Sociedad y Poder

El fariseísmo de Televisa vs. Reforma September 10, 2010 No es que, de manera súbita, Televisa se volviera moralista. Tampoco ha ocurrido que, de la mañana a la noche, esa empresa hubiese abjurado de los frecuentes abusos contra sus televidentes y se haya convertido a la reivindicación de los derechos humanos y la legalidad. La repentina preocupación acerca de la publicidad de servicios de prostitución se debe a causas más pedestres: al propagar intensa y extensamente contra el diario Reforma las denuncias que han pululado en sus canales, la empresa televisora cobra venganza debido a la insistencia de dicho periódico para indagar sus negocios, frecuentemente sustentados en conveniencias políticas.

En la cúpula de Televisa causó fuerte disgusto la difusión que Reforma dio al “negociazo” que hizo la televisora al adquirir en 180 millones de pesos, junto con Nextel, un segmento de espectro radioeléctrico que vale más de 5 mil millones de pesos. La irresponsabilidad de la Comisión Federal de Telecomunicaciones, la manera irregular como tomó esa decisión el 16 de agosto pasado, las abundantes reacciones en contra tanto entre partidos políticos y legisladores como entre otros operadores de telecomunicaciones, fueron reseñadas por Reforma. Ese no fue el único diario que dio cabida a tales informaciones pero la notoriedad de Reforma seguramente importunó aún más a Televisa. Más recientemente, el fin de semana pasado, Reforma dio a conocer que la colaboración de Televisa con el gobierno de Enrique Peña Nieto es tan estrecha que la escenografía y la transmisión de su informe anual estuvieron a cargo de la empresa televisora. Otros motivos de la reyerta de Televisa contra ese diario, además de los antes mencionados, han sido sugeridos por el periodista Jenaro Villamil. La acometida contra Reforma comenzó el lunes pasado, al día siguiente de que apareció la nota sobre los negocios mexiquenses de Televisa. Ese y los días sucesivos, El Noticiero de Joaquín López Dóriga, y luego otros espacios presuntamente informativos, destinaron segmentos de hasta 15 minutos para desacreditar a Reforma porque en ese diario y en su filial Metro, aparecen anuncios de servicios de prostitución. La publicación de esos espacios en la prensa mexicana no es reciente, ni exclusiva de tales diarios. Otros periódicos, como El Universal y La Prensa, publican anuncios clasificados tan abundantes y vistosos como los que Televisa les cuestiona a Reforma y Metro. Todos ellos son de mal gusto y para lectores adultos. Pero de aquellas casas editoriales no dice nada, porque no han develado los tráficos de influencia con los que beneficia sus negocios. El maniqueísmo de Televisa ha llegado al extremo de comparar los anuncios de servicios de prostitución con la trata de personas y ha sugerido que en las páginas de Reforma se recluta a menores de edad que luego son víctimas de lenones y pedófilos. Si hubiera denuncias específicas sería indispensable que las autoridades judiciales las indagaran y castigasen. Pero no es la causa de la justicia la que inquieta a Televisa y a quienes, en esa empresa, en vez de informar han dedicado amplios espacios a confundir a los televidentes y a vilipendiar a un medio de comunicación que afecta sus intereses. Televisa se muestra socarrona para develar la doble moral de la empresa editora de Reforma, cuyos propietarios se han rehusado a que sus propios nombres aparezcan en Metro, un diario que vende ejemplares con los peores recursos del sensacionalismo. No son esas las únicas incongruencias de Reforma, un periódico supuestamente comprometido con el debate público y que les tiene prohibido a sus colaboradores discutir entre ellos. Además del pedante estilo gramatical, que calca de manera tan literal el manual de estilo que les impresionó a sus editores en algún periódico de Texas que todos sus encabezados tienen que ser redactados en tiempo presente, las normas profesionales se cumplen en Reforma de acuerdo con las conveniencias de cada momento. En ese periódico suele confundirse al

periodismo de investigación con la propagación de rumores y filtraciones. Y el derecho de réplica, con frecuencia no existe en Reforma. No estamos ante la disputa de un medio que encarne valores éticos y otro que los vilipendie cotidianamente sino ante la utilización, con propósitos facciosos, que una televisora hace de las frecuencias que tiene concesionadas para difundir programación de interés general. A fines de 2006 Televisa, en connivencia con Televisión Azteca, desplegó una campaña similar con el propósito de golpear a un grupo empresarial que le había solicitado al gobierno que abriera una licitación para instalar una nueva cadena de televisión nacional. Si a los propietarios y operadores de Televisa realmente les interesaran los derechos de la sociedad, podrían dejar de anunciar productos engañosos, que tienen efectos supuestamente medicinales que no están médicamente comprobados; podrían dejar de hacerse eco de predicadores, adivinadores y otros charlatanes que pululan por los canales de esa empresa; podrían comenzar por cumplir los horarios y modalidades que la ley en materia de radiodifusión establece para la transmisión de comerciales. Televisa considera que los anuncios de servicios para adultos transgreden la legalidad. Pero si a esa empresa le interesara ceñirse al orden jurídico, no habría distorsionado los mensajes electorales como sucedió en febrero del año pasado, no mutilaría películas y eventos deportivos con tal de incrustarles anuncios pagados y no traficaría con la vida privada de numerosos personajes públicos como hace en sus programas de cotilleo. Si en Televisa fuera prioridad la dignidad de la gente, no habría programas de concurso, espacios de cámara escondida o pretendidos reality shows en donde el propósito no es premiar habilidades o develar abusos, sino únicamente burlarse de las personas y traficar con sus problemas. Habría una auténtica revolución en los contenidos audiovisuales que recibimos los mexicanos si Televisa realmente se pusiera del lado de la legalidad y de los derechos de los ciudadanos. La trata de personas es uno de los delitos más despreciables. Al confundirla con otra cosa, con propósitos de propaganda, Televisa no hace mas que enmascarar ese problema. El sensacionalismo es una de las lacras del periodismo mexicano. La nota roja y otros contenidos de Metro son profesional, social y éticamente indefendibles, pero ese diario dista de ser el único medio que practica tal estilo. En Televisa mismo, han existido programas que hacen de la información policiaca motivo de estrépito no para procurar justicia ni explicaciones sino en vulgar búsqueda del rating. A Televisa lo que le interesa es mantener la impunidad política que le permite asegurar concesiones, eludir responsabilidades y atemorizar a sus contrincantes. En ocasiones como esta Televisa se quita la mascarilla amable, que con tanta ambición moldea a base de teletones e iniciativas pretendidamente filantrópicas. Entonces aparece el rostro auténtico del consorcio. El fariseísmo de Televisa tiene signo de pesos. De muchos pesos.

Jenaro Villamil

Televisa Vs. Pánico Moral

Reforma,

Cruzada

de

La inusitada cruzada de los conductores, artistas y hasta cómicos de Televisa en contra de los periódicos Metro y Reforma se incrementó entre el miércoles 8 y este jueves 9 de septiembre. El Noticiero, de Joaquín López Dóriga, en el horario estelar de Canal 2 le dedicó 16 minutos continuos, tiempo-aire que nunca ha destinado, en una sola emisión a casos tan dramáticos como la muerte de los niños de la guardería ABC, en Hermosillo o, si siguiéramos en su tema, a la denuncia de la periodista Lydia Cacho por las redes de pederastia y trata de personas. Pero la cruzada no se limitó al segmento informativo. En la emisión de Tercer Grado, con una unanimidad extraña para el formato tradicional de esta mesa de análisis, los periodistas presentes –Ciro Gómez Leyva, Carlos Marín, Denisse Mercker, Carlos Loret y Joaquín López Dóriga- coincidieron en el mismo enfoque y se alarmaron por la “falta de ética” del grupo editor de Reforma y Metro. Leopoldo Gómez, director de noticieros, en el colmo de la inferencia, afirmó que la inclusión de anuncios clasificados sobre servicios sexuales en las páginas de Metro constituye “la cúspide del crimen organizado”. Este es el tema espinoso que Televisa ha convertido en agenda pública. Efectivamente, la falta de regulación, los vacíos jurídicos y la práctica de vender anuncios clasificados sobre sexo servicio (que realizan varios medios impresos, electrónicos y cibernéticos, no sólo Metro) constituyen un grave problema social. Aquí no hay vuelta de hoja. El punto polémico es el otro: ¿cómo es posible que una televisora, por intereses extraperiodísticos, decida mostrar el músculo de sus contenidos mediáticos para emprender una campaña de linchamiento, muy cercana a una campaña de pánico moral? El término pánico moral fue acuñado hace más de dos décadas por sociólogos norteamericanos para categorizar las campañas de manipulación de la opinión pública y de “guerras sucias” mediáticas. El pánico moral es una reacción social frente a una “condición, episodio, persona o grupo de personas que emergen como una amenaza a los valores e intereses de un grupo dominante”. Es decir, cuando se clasifica a alguien como “peligro para México”, “amenaza criminal”, “grupo contranatura”, etc. se le está estigmatizando para colocarlo en una posición de condena moral. El pánico moral en la opinión pública es inducido a través de cinco ejes: a) crear una preocupación ante una amenaza o peligro sobredimensionado; b) generar hostilidad social ante esa amenaza o peligro real o imaginario; c) desproporción entre la realidad y el imaginario colectivo inducido por la constante mención a esa

amenaza; d) violencia verbal y polarización al exponer esta campaña; e) generar un consenso que criminaliza al atacado, a priori. Cuando una empresa, como Televisa, ataca a otra, como Grupo Reforma, utilizando los ingredientes de una campaña de pánico moral, lo que estamos observando no es un compromiso a favor de una causa (en este caso, prohibir la venta de anuncios publicitarios que pueden conducir a la trata de blancas) sino una vendetta, una venganza corporativa que tiene como objetivo exhibir la fuerza y la capacidad de intimidación de un medio electrónico masivo –con capacidad de llegar al 90 por ciento de los hogares-, frente a otro medio, en este caso, impreso, cuya capacidad de respuesta es infinitamente menor en influencia e impacto. Estamos así, ante la aplicación de la ley del más fuerte: Televisa aplasta, apabulla si te metes con sus intereses. ¿Es esto libertad de expresión, derecho a la información? Por supuesto que no.

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