TEMA 11 EL ARTE ITALIANO DEL CINQUECENTO (SIGLO XVI)

TEMA 11 EL ARTE ITALIANO DEL CINQUECENTO (SIGLO XVI). Clasicismo y manierismo en el arte italiano del Cinquecento. La muerte de Lorenzo el magnífico e

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EL RENACIMIENTO ITALIANO DEL SIGLO XVI
14 El Renacimiento italiano del S. XVI Enrique VALDEARCOS, "El Renacimiento italiano del siglo XVI", Clio 33 (2007). http://clio.rediris.es ISSN:113

Arte renacentista del siglo XVI
Renacimiento. Arquitectura italiana. Bramante. San Pietro in Montorio

Arte renacentista del siglo XVI
Renacimiento. Pintura italiana. Quattrocento. Cinquecento. Frescos. Rafael. El triunfo de Galatea. Las metamorfosis. Ovidio

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TEMA 11 EL ARTE ITALIANO DEL CINQUECENTO (SIGLO XVI). Clasicismo y manierismo en el arte italiano del Cinquecento. La muerte de Lorenzo el magnífico en 1492 marca el fin de Florencia como capital italiana del arte renacentista. Roma le sucede como capital del arte durante el primer tercio del siglo XVI, dando origen al renacimiento clásico. Es la época de los grandes genios, Miguel Ángel, Rafael, Leonardo, pero también de la aparición del capitalismo económico, del fortalecimiento político del estado moderno, de las reformas religiosas y los descubrimientos geográficos. Roma va a vivir bajo los pontificados gloriosos de Julio II (1503-1513), León X (1513-1521), Clemente VII (1523-1534) o Sixto V (1585-1590) una Edad de Oro de las artes. La corte papal no desmerecía en nada del ambiente cortesano que se imponía en las ciudades italianas. Estos pontífices fueron príncipes al ejercer el doble papel de cabeza visible de la iglesia de Cristo y gobernantes de un estado soberano que ocupaba los territorios del centro de la península Italiana. Julio II, papa militar y amante de la guerra, fue un mecenas de las artes, iniciando la construcción de la Basílica del Vaticano, la decoración de la Capilla Sixtina y fomenta las excavaciones arqueológicas, comprando las estatuas que se iban descubriendo (el Laooconte, el Apolo de Belvedere….). La copia de estas obras, en opinión de Vasari, fue lo que permitió a los escultores del siglo XVI superar a los del Quattrocento y alcanzar la perfetta maniera. Al mismo tiempo que Roma, Venecia fue considerada centro del arte durante el siglo XVI, al no verse sacudida por problemas bélicos, políticos o sociales dignas de mención. Se convirtió en un activo centro cultural, propiciado por sus inmejorables condiciones políticas y económicas. El sistema de gobierno de Venecia era la República, y sus mecenas eran el gobierno republicano, las familias nobles y las confraternidades. Este espíritu triunfante sufre una grave crisis en 1527. El saqueo de Roma, el creciente dominio español en Italia y los avances de la reforma protestante siembran de dudas a los artistas. Por si fuera poco, caen en la exagerada imitación de Leonardo, Rafael y Miguel Ángel. La copia de la maniera personal de los grandes maestros, pero vaciándola de contenido y deformándola, es lo que se ha llamado manierismo. Surgen imágenes sinuosas, alargadas o cuadradas; composiciones confusas por el frenesí, el uso de la luz nocturna y los colores tornasolados. La impresión general de estas obras es de tensión y ruptura de las reglas del arte clásico.

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Este estadio final del Renacimiento tuvo una fuerte repercusión en Italia, pero más fuera de ella, ya que el arte renacentista se extendió tardíamente por el resto del continente. Por ello, en Europa, las ideas de mayor difusión fueron las manieristas, las que consideraban a Miguel Ángel como el espejo a través del cual se conocían los preceptos renacentistas. El manierismo en arquitectura consistió en la utilización de recursos empleados por Miguel Ángel: deseo de destacar las partes constructivas, la combinación de órdenes clásicos y el orden gigante, el realce de elementos que provocan juegos de sombras sobre las fachadas…..es decir, hacer las construcciones como algo vivo. En pintura los artistas se centraron en la búsqueda del movimiento a través de escorzos violentos, del gusto por los grandes volúmenes o la utilización de colores complementarios para resaltar la intensidad del color (ej. Pontormo o El Greco). Pero en algunos casos estas notas se llevaron al extremo, produciéndose un arte amanerado, poco realista y con colores excesivamente llamativos. En escultura se retorcerán las figuras sobre su eje siguiendo la forma serpentinata de las últimas esculturas miguelangelescas; se buscarán escorzos bruscos y se transmitirán los sentimientos en los rostros de los personajes (ej. Juan de Bolonia). De Bramante a Palladio: el templo, el palacio y la villa. La capitalidad del arte pasa de Florencia a Roma, ejerciendo el mecenazgo los papas. El papa Julio II llama a un experimentado arquitecto de Urbino para que haga el proyecto del nuevo San Pedro del Vaticano: Donato Bramante (1444-1514). Cautivado por la majestad de las ruinas romanas, decide hacer un arte donde la estructura arquitectónica sea lo único dominante, dentro de una estética de gran austeridad. Investigó sobre el empleo de los órdenes clásicos y las plantas centralizadas. Primeras obras en Milán como el oratorio de Santa María presso San Satiro o Santa María della Grazie. Por encargo de los reyes católicos levanta el pequeño templo circular de San Pietro in Montorio donde fue martirizado el santo. Toma el modelo de los templos romanos de planta central como el de Vesta (tholos clásico), para poder ser abarcada de un solo golpe de vista. Su austera sobriedad y la elegancia adquieren en el edificio una robustez auténticamente romana. Esa sobria robustez caracterizan todas las artes plásticas del cinquecento romano. Supuso la vuelta a la simplicidad arquitectónica.

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El proyecto de San Pedro lo concibe con grandiosidad romana. Diseña dos naves perpendiculares y de brazos iguales (cruz griega), en el centro una gran cúpula y ábsides en los extremos de los brazos y cúpulas de menor tamaño en ellos. La cúpula era el gran reto técnico de los arquitectos renacentistas como la bóveda fue a los góticos. En realidad el proyecto parece concebido sólo para soportar la cúpula. También es el autor del patio del Belvedere del Vaticano , donde ejecutó una impresionante fachada ante la que colocó una escalinata de peldaños semicirculares concéntricos. Al morir Bramante se encargan las obras al pintor Rafael, quién seguirá los trazados de Bramante. En 1546 el papa Paulo II encomienda la continuación de las obras a Miguel Ángel que contaba 70 años, e introduce el concepto de sorpresa en la arquitectura (jugar con lo inesperado y utilizar el lenguaje clásico con mayor libertad). Decide modificar el proyecto y en él desaparecen torres y torrecillas y queda dispuesto para recibir el principal tema arquitectónico: la cúpula. Levantará la cúpula sobre tambor, cerrando el ciclo de experiencias comenzado en el Panteón de Agripa y seguido en Santa Sofía de Constantinopla y Santa María dei Fiori. Este tipo de cúpula será imitada en occidente hasta el siglo XIX, se alza sobre un tambor cilíndrico con ventanas cuadradas separadas por columnas pareadas, coronadas por frontones semicirculares y triangulares. Miguel Ángel también proyecta una sola entrada a la que antepone un pórtico adintelado con doble fila de columnas exentas. Se aprecia su sentido de los volúmenes antes que los espacios interiores. Es genial también su ordenación de la plaza del Capitolio (Campidoglio) en Roma (como en Pienza), como la escalera de la Biblioteca Laurenciana, en la que un escaso espacio logra dar impresión de gigantesca majestad con la sabia alternativa de dinámicas superficies curvas y estáticas rectas. Juega con los elementos clásicos sin respetar sus normas. En Venecia es importante Jacopo Sansovino. Trabajó en la reconstrucción de la Piazzetta y la realización de la Biblioteca de San Marcos (1537), obra admirada por todos los autores, implantando el estilo romano en Venecia, siendo considerado el edificio más rico y decorado desde la Antigüedad. Sansovino supo conjugar los órdenes clásicos con elegancia y grandilocuencia. Antonio Sangallo continuará la sobriedad bramantiana, y es el creador del palacio cinquecentista en el Palacio Farnesio. De tres pisos, en él abandona el almohadillado florentino y las ventanas adinteladas carecen de parteluz. En el piso noble alterna los frontones curvos con los rectilíneos, lo que le da a la fachada una movilidad inusitada. En el interior dispone de columnas adosadas, utilizando los órdenes básicos (toscano, jónico y corintio), de modo que el más austero (toscano), ocupa la base, lo que concuerda con la reciedumbre que se espera de la parte baja 3

del edificio. En su interior sobresale un patio que se inspira en el Teatro Marcello de Roma. A mediados del siglo XVI se ha alcanzado la cumbre del lenguaje renacentista. Y es en este punto de madurez, cuando se teme un declive. Por eso el empeño en codificar el lenguaje aprendido. En arquitectura, hablar de manierismo es hablar de la influencia que Miguel Ángel ejerció sobre arquitectos como Palladio o Vignola. Así: • Utilizan el lenguaje clásico con absoluta libertad, empleando los elementos tradicionales pero sin respetar las reglas que lo rigen o su distribución original. • Empleo de elementos arquitectónicos que no siempre cumplen una función estructural. En la base del manierismo está el enfrentamiento entre la función y la forma. • Búsqueda de la sorpresa, la originalidad y el movimiento. El arquitecto se aparta de los ideales de belleza clásicos basados en el orden, la proporción y la medida. • Dualidad en la creación de espacios, por un lado compartimentados y por otros agobiantes, como también serán angustiosos los espacios representados en la pintura, en donde los personajes desbordan el espacio en que se ubican.

Giacomo Da Vignola (1507-1573) fue un conocido tratadista (en “Degli Ordini” desarrolla los 5 órdenes romanos, más multitud de composiciones clásicas, desde volutas a fachadas o arcos de triunfo). Su obra capital es la Iglesia del Gesú de Roma, que difiere del concepto de los anteriores templos renacentistas. La distribución de luces y penumbras está más cerca del gótico del siglo XIII que de la luminosidad de Brunelleschi. Hay algunos autores que consideran que su fuente de inspiración estuvo en la iglesia de San Andrés de Mantua de Brunelleschi. Se convertirá en el modelo de iglesia jesuítica. La planta es de cruz latina y en el crucero se coloca una cúpula, a los lados de la nave central capillas. La fachada del templo es de su discípulo Giacomo Della Porta, partiendo del proyecto de Vignola, con dos cuerpos unidos entre sí por dos grandes volutas. También destaca en su obra la Villa Farnesio, cuya planta tiene una curiosa forma pentagonal. Palladio (1508-1580) aprende en Roma el vocabulario formal que el Renacimiento rescata de la antigüedad, pero lo utiliza con una sintaxis distinta y de modo muy personal. Trabaja en el norte de Italia y deja en Venecia obras como la 4

iglesia de San Jorge. En Vicenza construye el Palacio Chiericati y la basílica. En esta utiliza la columna en dos escalas distintas, la mayor para el entablamento y la menor para los arcos, creando lo que se conoce como el orden gigante. Con ella combina el sentido estático de la arquitectura (griego) con el dinámico (romano). También en Vicenza hace el teatro Olímpico, interpretación del teatro romano antiguo, pero de concepción renacentista. Su mayor genialidad esta en las Villas, tratadas a veces como verdaderos templos, integrando arquitectura y paisaje. Las familias aristocráticas salieron de los cascos urbanos, debido a su crecimiento y los problemas higiénico-sanitarios que encerraban en caso de guerra y enfermedad. Ej. Villa Capra, cerca de Vicenza, conocida como la Rotonda, perfectamente ilustrada en su tratado Los 4 libros de la arquitectura. La villa es el resultado de la anexión de distintas formas geométricas simples y presidida por una simetría total. Estas villas con pórticos a la entrada parecen haber originado, a través de Inglaterra, el tipo de mansión del sur de EEUU. También influyo fuertemente en los arquitectos neoclásicos, especialmente en los utópicos.

La escultura: de Miguel Ángel a Giambologna. Miguel Ángel es la figura central de la escultura en el siglo XVI en Italia, y su influencia en este campo va a ser realmente grande. Cultivó la arquitectura, pintura, escultura y poesía, con idealismo, genialidad y rebeldía. La escultura es el escultor en el que más sobresalió y el que marcó su forma de entender el resto de las manifestaciones artísticas. Nació en Florencia, formándose en el entorno de los Medici, familia con la que convivió hasta la muerte de Lorenzo de Medici. Miguel Ángel está muy cerca del pensamiento neoplatónico que se difundió con fuerza durante todo el Renacimiento. Utiliza casi siempre el blanco y compacto mármol de Carrara, por estimar que este noble material es el más adecuado para acercarse a la belleza. Trabajo sólo directamente sobre el mármol. Con frecuencia suele confundirse “gran tamaño” con grandiosidad, cuando, en realidad, ésta no tiene nada que ver con las dimensiones físicas y sí mucho con las espirituales. Las figuras de Miguel Ángel son siempre grandiosas, verdaderos titanes, arquetipos del ser humano, y el tratado de la anatomía sólo es un camino para lograr el ideal buscado. En sus esculturas trasciende una irreprimible vitalidad contenida que es más de dioses que de hombres. Entre sus obras de juventud se encuentra un relieve en mármol que escenifica la batalla entre Centauros y lapitas (1490-1492) y la Madonna della Scala 5

(Virgen de la escalera), imagen en la que se aplica la técnica del schiacciato. Obras de estilo clásico inspiradas directamente en las esculturas antiguas que adornaban el jardín de sus mecenas. Cuando muere Lorenzo de Medici se va a Bolonia y conoce la obra de Jacopo Della Quercia, cuyo estilo rotundo y enérgico le llega a impresionar. Después viaja a roma y se pone en contacto con el mundo clásico. Durante su estancia romana se produce el hallazgo del Laooconte, una de las obras que más le impactó. En 1495 realiza La Piedad, actualmente en San Pedro del Vaticano. En una perfecta estructura piramidal, la virgen-niña, encarnación de la belleza neoplatónica, sujeta entre sus brazos el cuerpo de Cristo muerto, expresando la aceptación de ese dolor que ella sola sufre. Sobre su pecho una banda en la que Miguel Ángel escribió su nombre. Más tarde volverá a repetir este mismo tema empleando recursos bien diferentes. Tiempo más tarde regresa a Florencia y le encargan el David (1504-1505), que esculpe en un bloque de mármol de carrara ya desbastado. El personaje dirige sus ojos hacia el horizonte, con una mirada reflexiva cargada de fuerza y determinación, al tiempo que posa sobre su hombro la honda con que derribará a Goliat. Mientras que el David de Donatello muestra la escena ya concluida, Buonarrotti prefiere mostrar el instante anterior a que ésta se desarrolle, revelando su perfecto conocimiento de la anatomía humana. Aunque la postura es helénica, las manos dobladas y el gesto terrible nos comunica la tensión espiritual del artista. En su 2º estancia en Roma se enfrenta al trabajo más importante de su carrera como escultor: el monumento funerario de Julio II. Desde el colosalismo con que se había concebido en un principio, se pasó a un empobrecimiento progresivo causado por problemas de tipo económico. Del proyecto inicial sólo nos quedan esculturas como las de Raquel, Lía, los esclavos y el Moisés (en la iglesia romana de San Pietro In Vincoli). Moisés muestra en su rostro algo que estará presente en muchos de los personajes del mismo autor: la terribilitá, término italiano que resume la fuerza contenida de sus figuras. Moisés, que lleva bajo su brazo las tablas de la ley, posee una musculatura rotunda, titánica, como muestra su potente pierna apoyada firmemente sobre el suelo. La fuerza de la expresión abandona ya la idea del equilibrio renacentista. En su 3º estancia en Florencia hizo las figuras de los sepulcros de Lorenzo y Giuliano de Medici (1520-1543), integrando arquitectura y escultura, con alegorías del día y la noche, de la aurora y del crepúsculo, buscando plasmar el principio y el fin de la humanidad. Finalmente regresó a Roma, donde su carrera como escultor dio un giro espectacular. Las superficies pulidas dieron paso a otras escasamente trabajadas, carentes de acabado (non finito), buscando el efecto plástico que 6

permita canalizar su situación personal de desaliento, arrebatos religiosos y soledad. La carga expresiva sustituye a la perfección formal. De esta época es la Pietá Rondanini, en la que la Virgen sostiene el estilizado e inconcreto cuerpo de Cristo. Esta nueva forma de entender la escultura, de jugar con las diferentes texturas del material, tendrá un gran peso en artistas posteriores como Rodin. Con Miguel Ángel el equilibrio entre forma bella y movimiento expresivo se rompe en favor del movimiento, anticipando el Barroco. Es el fin de una época y comienzo de otra. La tremenda tensión de su vida y de su obra termina por desbordarse en gestos y actitudes delirantes. El manierismo tomará está vía desbordada como vehículo de la nueva expresividad. Escultores manieristas. Miguel ángel dio, en los últimos momentos de su obra, las pautas del Manierismo, rompiendo la armonía y el equilibrio que caracterizan al arte clásico. La escultura manierista se define, fundamentalmente, por 3 aspectos: • El dinamismo. • El movimiento helicoidal, que provoca que las figuras giren sobre sí mismas y ofrezcan al espectador distintos puntos de vista. • El gran dominio técnico, especialmente en el tratamiento del bronce. La sensación que se obtiene con la escultura manierista es de desequilibrio e inestabilidad. Benvenuto Cellini (1500-1571) aprendió el arte de la escultura y de la orfebrería en talleres de Florencia y Pisa, hasta que decidió abrir el suyo en Roma. Trabajó como orfebre en París para el rey Francisco I, para quién realizó una de las más bellas piezas de la orfebrería renacentista: el salero de Francisco I (1543), con las figuras del hombre como el mar y la mujer como la tierra. Como escultor hizo el Perseo (1545-1554), que porta en su mano la cabeza de la Medusa, Mercurio enseñando a volar Perseo (el tema de Mercurio interesará a más escultores de la misma época por las posibilidades de sugerir la inestabilidad que ofrece) y un Cristo crucificado de mármol que se halla en la iglesia de El Escorial. Juan Bologna o Giambologna (1529-1608) encaja dentro de los parámetros de la escultura manierista, tal y como lo demuestra en El rapto de la sabina (1574), grupo escultórico en el que emplea la línea serpentinata y en el dinamismo de las figuras que se alzan, unas sobre otras, dando la sensación de que se van a desmoronar de un momento a otro; igual en la figura de Mercurio, con alas en sus pies, un pie en el aire y el otro siendo empujado por el viento Boreas. En la villa di 7

Pratolino esculpe en la roca la imagen del gigante Apennino, consiguiendo con ello convertir la naturaleza en el escenario permanente de su colosal figura. El debate pictórico: escuela romana y escuela veneciana. Florencia continúa siendo la capital del arte, pero sus máximas figuras se trasladan a Roma, donde la corte pontificia constituye el mecenazgo de una época nueva, o viajan por diversas ciudades. En general los pintores educados en Florencia conceden al dibujo una importancia mayor que otras escuelas, pero el color cobra mayor importancia, sobre todo en el tratamiento lumínico de los rostros. Los pintores se centraron más en los hombres, en sus reacciones y sentimientos. Las composiciones serán cerradas tendiendo al triángulo. La escuela romana estaría formada por los 3 gigantes del clasicismo renacentista: Leonardo, Rafael y Miguel Ángel. Leonardo Da Vinci (1452-1519) nace en Florencia en el seno de una familia acomodada. Sus contadas obras de arte muestran a un hombre excepcional igualmente dotado para la creación estética que para la ciencia. Para él, la pintura es la unión del ser humano con la naturaleza que lo rodea, que es la “esencia del alma”. De ahí el carácter de quietud, de armonía entre los personajes y el contorno que transpiran las obras. Comenzó como aprendiz en el taller de Verrochio. En la obra de este mismo autor titulado El bautismo de Cristo, Leonardo ejecutó uno de los ángeles y el paisaje en el que se desarrolla la escena. Más tarde se trasladó a Milán, donde trabajó en varios proyectos urbanísticos y arquitectónicos. Aunque trabaja en múltiples actividades (analizó el vuelo de las aves, las corrientes del agua y del viento, las nubes y llegó a diseñar una máquina para volar), Da Vinci destaca por su faceta como pintor. Dentro de la pintura sus grandes aportaciones son la perspectiva aérea y el sfumato (la luz en sus obras no debía definir los perfiles de un cuadro de manera nítida, ya que en la realidad tampoco lo hace, sino que por el contrario, matiza los contornos). Entre sus obras más importantes destacan La virgen de las Rocas (1483), en la que nos encontramos 4 figuras dentro de un misterioso ambiente y en una composición triangular, en medio de un verde y húmedo paisaje envuelto en neblinas, de contornos difuminados por la lejanía. Somete al dibujo a un efecto de difuminado, por medio de contrastes suaves de luces y sombras, que prestan volumen y aire enigmático a las figuras. En los rostros una suave sonrisa introduce la misma impresión poco precisa, en el campo de las expresiones.

La última cena (1495-1498) es un fresco que decora el convento de Santa María de las Gracias de Milán en el que el artista se decanta por la plasmación del 8

momento más tenso y dramático de la última cena de Jesucristo con sus apóstoles. La posición de las manos nos habla de la situación emocional de cada uno de los personajes. El cuadro está muy estropeado por las sustancias químicas que el pintor introdujo en el aglutinante tratando de retardar el secado natural del fresco. Entre 1503-1506 pinta la Gioconda, uno de los cuadros más enigmáticos y discutidos de la Historia del arte. El paisaje lejano y evocador sirve de marco al retrato de una mujer de misteriosa sonrisa. En 1510 Santa Ana, la Virgen y el niño , obra de composición piramidal en la que los personajes reflejan cordialidad, amabilidad y armonía en sus rostros. Leonardo se ocupó de la pintura como si de una ciencia se tratase, con un rigor más característico de un científico que de un pintor. Hasta tal punto es cierto, que cuando quiso representar el cuerpo humano, tal y como podemos ver en San Jerónimo, diseccionó cadáveres, algo inusual en aquel momento. Rafael Sanzio (1483-1520) nació en Urbino y desde que era niño demostró grandes aptitudes para la pintura, empezando a los 11 años en el taller del Perugino. Al independizarse se marcha a Florencia y entra en contacto con las obras de Leonardo y Miguel Ángel. De este modo sintetiza diversas influencias creando un estilo personal y único, paradigma absoluto del clasicismo. Con él, la línea mantuvo su nitidez, fiel a la escuela florentina, pero llama la atención su dominio de los diferentes matices dentro de un mismo color. De su formación al lado de Perugino nos queda Los desposorios de la Virgen. En el centro la Virgen, San José y el sacerdote, en torno a los cuales se sitúan el resto de los personajes. Al fondo, un templete de planta octogonal hacia el que se escapa la mirada del espectador. El alumno supera con creces las enseñanzas recibidas del maestro. La madonna del jilguero demuestra hasta que punto pudo influir sobre él la pintura de Leonardo. Recurre a la composición piramidal, tan característica de Da Vinci y, además, recrea los fondos húmedos y desdibujados de sus obras. En Roma se ocupó de la decoración al fresco de la Estancia de la Signatura (donde se celebraban tribunales religiosos) con La escuela de Atenas (donde representa a todos los grandes hombres del saber), Alegorías de la jurisprudencia y del Parnaso y El triunfo de la eucaristía, para exaltar ideales como la verdad, el bien y la belleza. Estos cuatro temas aludían a los cuatro campos principales del pensamiento y el saber: Teología, Filosofía, Justicia y las Artes. Junto a ella se encuentra la Expulsión de Heliodoro, en la que los estudios anatómicos permiten afirmar que conocía los trabajos de Miguel Ángel. También fue un gran retratista, como se puede apreciar en los retratos de León X con dos cardenales, El cardenal, Baltasar de Castiglione o el papa Julio II . 9

Supo llevar a la cima el equilibrio, la serenidad y la armonía que tanto persiguió el Renacimiento, y que debían de estar muy acordes con su propia personalidad, como nos cuentan de él los biógrafos de la época. Miguel Ángel (1475-1564) también se dedicó a la pintura, donde resplandece de nuevo su genialidad. Su fuerte arraigo en el mundo de la escultura lo conserva en la energía del dibujo y el deseo de movimiento y fuerza que inspira su obra plástica. La primera obra que conocemos es el Santo Entierro y el Tondo doni (1504), donde aparece la representación del mundo divino junto al mundo terrenal, cuyo nexo de unión es la imagen de San Juan Bautista. Alejado de la pintura de Da Vinci, Miguel Ángel concibe una escena de gran belleza en la que predominan la nitidez, la precisión del dibujo y la utilización de colores vivos e intensos. Esta obra demuestra que Miguel Ángel puede mostrar la misma grandeza tanto en pintura como en escultura. En 1508 el papa Julio II le encarga la decoración de la Capilla Sixtina (15081512 bóvedas), obra por la que no mostró demasiado interés al principio. Miguel Ángel realiza una interpretación neoplatónica con la representación de nueve escenas del Génesis, cada una rodeada por cuatro jóvenes desnudos (ignudi), junto con doce profetas de titánicas anatomías y las sibilas. El juicio final fue pintado algo más tarde sobre la pared del fondo (15361541). El tema se basa en el Apocalipsis de San Juan. La parte central está ocupada por un Cristo con gesto enérgico, que separa los justos de los pecadores, y a su lado tiene a su madre María, temerosa por el gesto tan violento de su Hijo. A su alrededor están los santos, fácilmente reconocibles ya que la mayoría muestran los atributos de su martirio, entre los que se encuentra san Bartolomé, que en su martirio fue despellejado; este santo lleva colgada en su mano su propia piel, donde se reconoce el autorretrato de Miguel Ángel. Justo debajo hay un grupo con ángeles con trompetas, anunciadores del Juicio. Todas las escenas están rodeadas por una multitud de personajes, unos al lado derecho de Cristo, los que ascienden al cielo, y a la izquierda los condenados que bajan a las tinieblas, algunos de los cuales se encuentran encima de la barca de Caronte, presente en La Divina Comedia de Dante. En los semicírculos de la parte superior del mural aparecen unos ángeles con los símbolos de la Pasión de Cristo, en un lado la cruz donde murió y en el otro la columna donde fue flagelado.[ Lo colosal no es sólo su mundo de gigantes de músculos tensos sino incluso las dimensiones de una obra tan vasta y pintada en condiciones tan particulares de posición e iluminación. En la obra hay una absoluta ausencia de los elementos anecdóticos, lo esencial era el tema que quería representar, y el gusto por los grandes volúmenes. Además se aprecia una tendencia hacia el movimiento: los 10

escorzos de las figuras dominan toda la composición. También es de destacar la riqueza cromática que emplea para los claroscuros, tanto en las telas como en las formas arquitectónicas. Más tarde, como resultado del Concilio de Trento, las nuevas ideas religiosas hicieron vestir a la Capilla, encargo realizado a Volterra (la restauración de 1980 devolvieron las figuras a su forma original). Las gigantescas y colosales figuras miguelangealescas serán una fuente de inspiración para los pintores manieristas. Su mundo dramático difiere del equilibrio y optimismo del primer renacimiento.

La escuela Veneciana. La influencia de Venecia en el arte de la pintura es capital. En el siglo XV los Bellini y Carpaccio ponen las bases de una escuela que va a caracterizarse por su culto al color siempre prevaleciente sobre el dibujo. En el siglo XVI grandes maestros como Tiziano, Tintoretto y Veronés descubren para la pintura posibilidades que explotarán los artistas del barroco. Varias circunstancias confluyen a suscitar en Venecia una pintura original. En primer lugar la neblina de la ciudad de los canales desdibuja los contornos y otorga más interés a la forma que a los contornos, al color antes que al dibujo. El interés por el color está suscitado también por la historia. La República veneciana es una metrópoli comercial y por sus calles se pasean gentes procedentes de lejanos países de Oriente, ataviadas con indumentarias de vivos colores. No menos influyente es la sociedad veneciana, con su alegría de vivir, el esplendor de sus procesiones, el boato de sus fiestas y banquetes. Algunos rasgos de escuela pueden encontrarse en diferente grado en todos los artistas: • Utilización del óleo sobre lienzo. • El culto al color. Frente a la línea de los florentinos, el cromatismo de los venecianos. Preferirán los tonos cálidos, más idóneos para plasmar la forma bella o el ambiente opulento. • Importancia de los temas secundarios. A la anécdota se le atribuye la misma importancia que al tema principal. • Exaltación de la riqueza. Palacios, tela, música, definen los ambientes. 11

• Contemplación poética del paisaje, que se llena de luces y se siente con pasión romántica. • Arte sensual que se complace en la captación de las calidades, en los cuerpos femeninos desnudos y de los brillos de los objetos. Giorgione (1477-1510) fue discípulo de los Bellini, y es el autor que establece la unión entre el Quattrocento y el Cinquecento en Venecia. Sustituyó la minuciosidad de los Bellini por una pintura más suelta en la que el color desempeña un papel mucho más importante. La tempestad, su obra más conocida, es de complejo significado. En medio de la naturaleza una mujer desnuda amamanta a un niño bajo la atenta mirada de un caballero, al tiempo que un rayo amenaza tormenta surca el cielo. Tiziano (1487-1576) es el retratista de la escuela y su fama sobrepasó fronteras, como se puede apreciar en el Retrato ecuestre de Carlos V en la batalla de Mühlberg , símbolo del poder imperial, o el de Isabel de Portugal. Retratos en los que los elementos de encuadre, como el paisaje, las cortinas, el collar…ocupan la atención tanto como el retratado. Se le considera el iniciador del retrato de aparato, en el que el personaje aparece representado en todo su esplendor y máxima dignidad. También fue el maestro de las formas blandas y redondas, como muestra su predilección por los desnudos femeninos e infantiles (Venus y el amor, de Urbino, Dánae y la lluvia dorada). En La bacana y Baco y Ariadna , convierte una vez más un tema mitológico en un cuadro social, en una fiesta alegre, y aprovecha la composición para colocar en un ángulo un esplendido desnudo femenino, obtener brillos en las telas y los vidrios, y efectos de luz azulada en el cielo y los bosques. Su arte pagano, fuertemente hedonista, se sirve de los mitos clásicos para hacer la vida más amable y alegre. Su paleta evolucionó cada vez más hacia una factura más pastosa, más gruesa, en la que la mancha parece deshacer la forma, como puede comprobarse en su Autorretrato y en sus últimas obras, de contornos borrosos y desmenuzados preconizando el impresionismo. Paolo Veronés (1528-1588) es el pintor del lujo. Las escenas se desarrollan en palacios de mármol, con columnas y balaustradas de inspiración en las obras de Palladio, jardines y fuentes; sus figuras se envuelven en ropajes lujosos. Su versión de Venus y Adonis, con Venus semivestida y con broches y pulsera de oro, refleja su sensibilidad diferente a la de Tiziano, quien pinta en el mismo tema a Venus desnuda.

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Se inclina hacia lo anecdótico, como se puede comprobar en Las bodas de Caná, con músicos criados que portan bandejas, mesas abarrotadas de manjares. Veronés demuestra ser el heredero de Bellini y Carpaccio. Tintoretto (1518-1594) trasluce ya las crisis de los ideales renacentistas en sus composiciones manieristas. Maestro de las luces violentas, de los contrastes de luz y de sombra, de los escorzos y anatomías fuertes como Miguel Ángel, del movimiento tenso e inestable, y de la profundidad obtenida mediante la alternancia de zonas de diferente intensidad lumínica, anticipa los valores del Barroco. En El lavatorio de los pies, pueden verse las peculiaridades de su estilo, donde exhibe su sensibilidad por las luces dramáticas, su concepción prebarroca de la perspectiva y su inclinación por la anécdota como buen veneciano (pugna de dos apóstoles por sacar una bota). Toda la escena se desarrolla en un marco arquitectónico grandioso, al fondo del cual nos encontramos los canales venecianos. En la iglesia de San Rocco destaca su Nacimiento y calvario, utilizando un punto de vista bajo, a ras de suelo, con lo que la lejanía del fondo se acusa de forma poderosa. Su influencia en el Greco (por la utilización de colores fríos y una luz irreal) y en los primeros maestros barrocos son ejemplos de lo que Venecia aportó a la pintura del siglo XVII. La pintura manierista. Durante el segundo tercio del siglo XVI se extiende un malestar generalizado derivado de las situaciones de decadencia económica y política. En 1527 se produce el saqueo de la ciudad de Roma, momento culminante del enfrentamiento entre el papado y el imperio, que finaliza con la toma de Roma por las tropas imperiales de Carlos V salidas de Milán, las cuales devastaron brutalmente Roma. Esta inquietud provoca en determinados artistas una cierta necesidad de evasión que pudo potenciar el desarrollo de la pintura manierista. El término sugiere la voluntad de seguir las pautas dadas por los grandes del Renacimiento, sobre todo Miguel Ángel y Rafael, pintar siguiendo su maniera. Las características de este estilo son: • Pérdida de la necesidad de representar el cuerpo humano según las proporciones clásicas, de acuerdos a los principios de armonía y equilibrio, de tal modo que este se hace más estilizado e irreal. • La concepción del espacio es más caótica y fluida, más dinámica, y parece, en muchos casos, que los personajes van a salirse de su marco espacial para abalanzarse sobre el espectador.

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• Los colores se intensifican y se busca la captación del movimiento. Esto hace que surja con fuerza el empleo de la línea serpentinata, las líneas curvas que refuerzan la sensación de inestabilidad. • La utilización de fondos negros, en los que se resaltan las figuras como auténticos objetos-luz, anuncian el Barroco. Correggio es un fiel seguidor de la pintura de Rafael y de su estilo clásico y sereno, y de Leonardo aprende la técnica del sfumato. Decoró las cúpulas de San Pablo de Parma que tuvieron tal éxito que hizo que fuese reclamado cierto tiempo después para decorar la iglesia de San Juán. También fue un gran pintor de mitologías, como Danae y la Fábula de Leda . Destacan el colorido de sus cuadros y los atrevidos escorzos, cuyos cuerpos se giran de modo excepcional. Parmigianino (origen parmesano) destaca por la tremenda estilización a la que somete la figura humana; se dice que le gustaba observar las deformaciones que sufren los objetos al ser vistos desde diferentes lentes. Su Madonna del collo lungo es de una esbeltez desproporcionada, colores fríos y una luz irreal y blanquecina, y su Autorretrato fue realizado ante un espejo parabólico, convirtiéndose en una gigantesca y deforme mano. En Florencia sobresale Jacobo Pontormo, pintor influido por Miguel Ángel y Leonardo. Gran conocedor de la anatomía humana, que distorsiona y alarga hasta extremos insospechados, y del dibujo. Domina el retrato, en el que no sólo es fiel al retratado, sino que es capaz de penetrar en su psicología, de tal modo que de ellos se desprende una extraña sensación de realidad, como en La visitación. Discípulo de Pontormo fue Bronzino, retratista de la familia de Cosimo de Medici y las gentes de su tiempo, cuyos espíritus fue capaz de captar a través de sus rostros. En Venus, Cupido, la locura y el tiempo , trata de censurar los vicios a través de largos y seductores cuerpos pálidos impregnados de sensualidad que parecen desbordar los límites del lienzo.

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