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Modernismo y 98
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TEMA 3: MODERNISMO Y 98
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LA CRISIS DE FIN DE SIGLO. Hacia 1885 comienza, según los críticos una “crisis universal de las letras y el espíritu” manifestada en todos los campos del saber humano y que representa la expresión del hondo cambio histórico que se produce, coincidiendo con el paso del siglo XIX al XX. Se extiende un sentimiento de falta de fe en la técnica y en el poder liberador de la ciencia. Los artistas vuelven sus ojos a la Naturaleza y a los ideales románticos, y reivindican la Libertad creadora y el retorno a la intimidad. Los jóvenes escritores expresan en sus obras la angustia vital, la preocupación por la muerte y el paso del tiempo. Esta nueva sensibilidad se manifiesta en un profundo cambio de los valores intelectuales y estéticos. a.
El cambio de valores intelectuales Frente al racionalismo positivista y al materialismo de finales del siglo XIX, los intelectuales reivindican el irracionalismo y el idealismo. Cuatro filósofos influyen poderosamente en los artistas de la época: Arthur Schopenhauer1, Sören Kierkegaard2, Friedrich Nietzsche3 y Henri Bergson. Junto a ellos, las doctrinas de Sigmund Freud van a favorecer este cambio de valores. Sus estudios sobre el psicoanálisis demostraron la existencia de una actividad psíquica inconsciente y ampliaron la visión del ser humano. Por influencia del psicoanálisis, la literatura valorará las asociaciones ilógicas como expresiones de vivencias subconscientes. La tendencia al idealismo se manifiesta en una ola de religiosidad y misticismo que se puso de moda en los últimos años del siglo XIX (interés por la teosofía, la cabala, el ocultismo, la alquimia, el budismo, etcétera). Por otro lado las teorías evolucionistas de Darwin hacen tambalearse los preceptos religiosos y el hombre se siente perdido, incapaz de adaptarse a los nuevos avances tecnológicos, a las nuevas formas de vida basadas sobre todo en la industrialización y la consiguientes aparición de nuevas clases sociales (despertar de la burguesía y el proletariado) así como nuevos valores que mueven dicha sociedad. b.
El cambio de valores estéticos A finales del XIX surgen nuevas técnicas artísticas como son el Impresionismo4 y el Expresionismo5. Pero junto a ellas las manifestaciones artísticas de fin de siglo se caracterizarán por su heterogeneidad. La nueva estética recoge elementos de una serie de movimientos anteriores que serán claves para entenderlos.
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El Parnasianismo. Creado en Francia por Théophile Gautier y seguido por poetas como Leconte de Lisie o Charles Baudelaire. Sus seguidores desean dejar fuera de la obra la intimidad del autor y defienden «el arte por el arte», es decir, el culto absoluto a la perfección formal. Depuran y seleccionan el léxico para sublimar la realidad liberándola de toda fealdad o vulgaridad y utilizan un lenguaje de gran plasticidad y cromatismo. Este deseo
Arthur Schopenhauer (1788-1860) defiende en su obra El mundo como voluntad y representación la enorme subjetividad que impregna todas las percepciones humanas. Según él, la razón solo es capaz de captar los aspectos fenoménicos, la apariencia de las cosas. Afirma que la esencia del mundo es la voluntad, que engendra lucha permanente dolor y angustia. El ser humano ha de elegir entre reafirmarse en ella y, por tanto, vivir en la angustia, o aniquilarse ascéticamente y alcanzar la «ataraxia», una especie de nirvana espiritual. 2 Sören Kierkegaard (1813-1855) medita sobre la dimensión religiosa y existencial del ser humano. Cree que toda persona lleva en su interior la angustia y la idea de pecado. La aceptación de esta angustia es, según él, el único camino que lleva a la fe y a la salvación. 3 Friedrich Nietzsche (1844-1900) reivindica el valor de lo dionisiaco —la vitalidad desbordada, lo irracional— como complemento de lo apolíneo, que representa la medida y el equilibrio. Elabora el concepto de superhombre, como rechazo a los valores de la moral de los esclavos, por la que está regido el mundo europeo. El superhombre es fuerte, poderoso, desprecia la debilidad, la adulación y la mentira; admira la fuerza y la audacia; y, sobre todo, ama esta vida. Nietzsche crea también el mito del eterno retorno: el ser humano habrá de elegir conscientemente hasta el más insignificante acto de su vida como si, segundo a segundo, hubiera de repetirse eternamente de forma cíclica. 4 Impresionismo La técnica empleada por los pinto-res impresionistas (manchas de color que al ser miradas a distancia reconstruyen la imagen en la retina del espectador) se refleja también en las obras literarias: el escritor ofrece una descripción imprecisa, qué el lector debe reconstruir desde su subjetividad. La técnica impresionista cultiva la frase corta y el estilo ágil. Pío Baroja la utiliza habitualmente en sus descripciones. 5 Expresionismo Es un tipo de arte en el que predomina la hipérbole, lo deforme, lo violento. La técnica expresionista se caracteriza por la visión subjetiva y el desprecio de los cánones clásicos de 'belleza. Busca la emoción en lo feo y desagradable. Podemos encontrar ejemplos de esta técnica en los esperpentos de Valle-Inclán.
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de huir de lo prosaico les lleva a refugiarse en mundos exóticos. A los parnasianos les entusiasma todo lo relacionado con la cultura griega clásica (mármoles, estatuas, mitos...) y lo oriental.
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El Simbolismo. En torno a 1885 surge en Francia una generación poética que recupera la obra de poetas simbolistas anteriores como Baudelaire, Mallarmé o Verlaine. Los simbolistas creen en la correspondencia entre las percepciones sensoriales y la vida espiritual y consideran que la labor del poeta consiste en descifrar esos paralelismos ocultos. Quieren dotar a las palabras de un fuerte valor emotivo y, para ello, buscan el matiz, la sugerencia. Como a los parnasianos, les interesa la belleza; pero, además, dan entrada a lo irracional, buscan lo oculto que existe más allá de la realidad corriente. El poeta se sirve para ello de instrumentos poéticos como la sinestesia y el símbolo. Este movimiento, junto al anterior, es el que más influyó en los autores españoles de fin de siglo. El Decadentismo. Sus seguidores reivindican el encanto de lo malsano, lo prohibido, lo escandaloso o lo raro. Los artistas decadentistas se sitúan contra la sociedad y buscan «paraísos artificiales» en las drogas, el alcohol, etcétera.
EL FIN DE SIGLO EN ESPAÑA En España, la crisis de valores propia del fin de siglo se acentúa a causa de los graves conflictos que tiene que afrontar nuestro país. Tras la pérdida de las últimas colonias, se habla de desastre (el desastre del 98) y la situación provoca que los intelectuales —krausistas, regeneracionistas, modernistas y los del llamado Grupo del 98- inicien una campaña de crítica a la situación racional. Estos autores van a realizar importantes aportaciones a la cultura española de siglo XX en un ambiente de renovación ideológica y artística que ha permitido a la crítica calificar esta etapa como la Edad de Plata de nuestras letras. §
El Krausismo Fue una corriente filosófica basada en las teorías del filósofo alemán del siglo XIX Karl Christian Friedrich Krause. En España, sus máximos representantes son Julián Sanz del Río y Francisco Giner de los Ríos. Los krausistas creen en un racionalismo armónico. Otorgan una enorme importancia a la unidad entre espíritu y naturaleza y creen en un Ser Supremo al que aspira la humanidad. Valoran la moral, entendida como el ejercicio de la virtud, el derecho, el Estado, la religión, la ciencia y el arte. Su ideal es la perfección armónica del ser humano; consideran que el mejor medio para conseguirla y resolver los problemas de España es su reforma moral y pedagógica. Francisco Giner de los Ríos intentó llevar a cabo los ideales krausistas en la Institución Libre de Enseñanza, institución educativa de carácter laico y liberal en la que aplicó nuevos métodos pedagógicos: se opuso al aprendizaje memorístico y promovió la relación personal entre profesores y alumnos, el amor al arte, al folclore y a la naturaleza. Por esta institución pasaron prestigiosos artistas y escritores de la época como los hermanos Machado, Juan Ramón Jiménez, etc. Cumplió así la finalidad para la que fue creada: formar a una minoría de intelectuales que fuera capaz de transformar la sociedad española.
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El regeneracionismo La crisis del sistema político de la Restauración y la sensación general de decadencia, agravada por la realidad del desastre del 98, hizo reaccionar a un reducido grupo de intelectuales y políticos que plantearon en sus escritos la necesidad de regenerar España identificando sus problemas y proponiendo remedios eficaces para superarlos. Los regeneracionistas, con Joaquín Costa como figura destacada, señalan como una de las principales causas de la decadencia española la degradación del sistema socioeconómico y político de la Restauración. El programa de regeneración propone acabar con el caciquismo y con el retraso que supone el excesivo peso de la tradición, llevar a cabo la reforma del campo, conseguir “escuela y despensa” para todos, y tener en cuenta el modelo europeo (europeización) para hacer progresar al país.
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MODERNISMO.
El Modernismo nace en Hispanoamérica hacia 1875, gracias a la obra de poetas como José Martí o Manuel Gutiérrez Nájera; pero será Rubén Darío quien conformará definitivamente las bases de este movimiento que afectará a todas las manifestaciones artísticas. Aunque la lírica es el género más cultivado, la narrativa y el teatro también están representados. Los autores modernistas descontentos con la realidad, se enfrentan a la estética dominante y realizan una profunda renovación literaria que afecta tanto a la forma como al contenido. a.
La renovación temática
La poesía modernista insiste en una serie de temas relacionados directamente con su concepción del mundo: § El exotismo: se busca un mundo exótico como medio de evasión de la realidad prosaica; los poemas se llenan de alusiones a Oriente (elefantes, pagodas chinas, flores de loto, etc.) o a Grecia (peristilos, estatuas de Venus...). § El cosmopolitismo: los modernistas desean una fraternidad universal y París, ciudad cosmopolita por excelencia, símbolo de lo exquisito y aristocrático,' se convierte para ellos en el centro del mundo. § La utilización del símbolo y del mito; los escritores modernistas utilizan símbolos para crear sensaciones y evocar lo inefable, lo que no puede expresar-se por procedimientos racionales. El símbolo modernista por excelencia es el cisne, que puede tener distintos significados: representa la belleza/ la pureza/ la elegancia/ la aspiración ideal, lo aristocrático. El Modernismo recurre a otros muchos mitos clásicos como fuente de inspiración (Venus, Adonis, Orfeo...). § Lo indígena: se valoran las culturas precolombinas de los pueblos hispanoamericanos, se expresa un sentimiento de nostalgia por un pasado legendario y se utilizan mitos guerreros como el de Caupolicán/ cuya fuerza representa la oposición a los valores norteamericanos. AI principio, la recurrencia a lo indígena se interpreta como una muestra de su escapismo; más tarde, se relaciona con el anhelo de recuperar sus orígenes hispanoamericanos. § Lo oculto o religioso: se busca una explicación espiritual de la realidad, para lo cual se recogen elementos del Budismo, el Cristianismo, y la filoso-fía y religión griegas. Como Pitágoras, se cree en el ritmo y la armonía universales. § El amor y el erotismo; a veces aparecen tratados con una cierta intención provocativa. En unos casos, se sublima el sentimiento amoroso y, en otros, se resaltan los aspectos más sensuales. Así, aparece tanto la idealización de la amada como la pasión desenfrenada. § La angustia romántica: se manifiesta en un sentimiento de soledad y hastío, y en el tono de tristeza melancólica que impregna algunos poemas modernistas. b.
La renovación de la lengua poética
El Modernismo inicia una renovación completa de la lengua poética que no es sino una muestra más de su anhelo estético. Con el fin de conseguir el goce de los sentidos y la sugerencia de lo suave y delicado/ los poetas utilizan los siguientes recursos: § El colorido o cromatismo en una gama amplia que va de los colores suaves a los fuertes. § Los efectos sonoros de las palabras, que se consiguen gracias al uso de palabras esdrújulas, una profusa adjetivación y las más variadas figuras retóricas: aliteraciones («la libélula vaga de una vaga ilusión»), sinestesias («para ver de sus ojos la dulzura de luz») u otras imágenes llenas de originalidad. § Un vocabulario insólito, acorde con los nuevos temas, que alude a realidades exóticas y exquisitas (acanto, crisantemo, heliotropo, salterio...), a nombres de héroes y dioses mitológicos (Jasón, Pan, Afrodita...), a realidades arcaicas misteriosas o aristocráticas (pagodas, castillos, odaliscas, marquesas...), o al mundo fantástico de los cuentos infantiles («Un quiosco de malaquita/un gran manto de tisú...»)
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La innovación métrica
El ritmo es un elemento fundamental del Modernismo, que continúa una renovación métrica (nuevos esquemas rítmicos, progresivo uso del encabalgamiento, acercamiento entre el verso y la prosa) que ya había sido iniciada por poetas románticos como Rosalía de Castro. No solo se persigue una sonoridad nueva sino también la correspondencia entre sentimiento y musicalidad. Se busca captar y expresar el ritmo de las ideas. La renovación métrica afectará a los siguientes elementos: § Los versos. Se utilizan versos antiguos, como el hexámetro grecolatino, y otros de procedencia francesa. Los preferidos por sus posibilidades musicales son: el alejandrino, de catorce sílabas, con una nueva acentuación; el eneasílabo, de nueve; el dodecasílabo, de doce; y los tradicionales endecasílabo y octosílabo, de once y ocho sílabas respectivamente. Los encabalgamientos y las rimas internas rompen la cadencia habitual del verso. Son frecuentes las series de endecasílabos blancos (sin rima). § Las estrofas. Algunas de ellas ya se conocían y otras fueron importadas. En cualquier caso, la estrofa preferida sigue siendo el soneto, aunque con importantes variaciones de rima y longitud del verso. Se usan también la estrofa de pie quebrado y la silva asonantada. § La acentuación. Además del abundante uso de palabras esdrújulas, ya comentado, se traslada al castellano la métrica clásica, basada en la alternancia de sílabas largas y breves, que se sustituyen por sílabas tónicas y átonas respectivamente: «Ínclitas razas ubérrimas sangre de Híspanla fecunda...». § La rima. Se alternan la rima consonante y la asonante. El Modernismo en América y en España El Modernismo tuvo su origen en Hispanoamérica. Allí hubo un grupo de poetas que pueden considerarse prémodernistas: el mejicano Manuel Gutiérrez Nájera (1859-1895), los cubanos Julián del Casal (1863-1893) y José Martí (1853-1895), y el colombiano José Asunción Silva (1865-1896), entre otros. Sin embargo, fue Rubén Darío quien dio carácter específico al movimiento. En España, aunque ya Zorrilla, Rosalía de Castro y Bécquer habían anticipado algunos recursos (innovaciones métricas, intuiciones presimbolistas...), no existió un grupo de poetas prémodernistas en sentido estricto. En América, el Modernismo estaba totalmente definido ya a finales del siglo XIX; por el contrario, el Modernismo español comenzó a consolidarse entre 1892 y 1899, coincidiendo con sendos viajes de Rubén a España; en 1900 ya había triunfado de la mano de Juan Ramón Jiménez. A la difusión del Modernismo contribuyeron revistas literarias como Vida nueva (1898) o Helios (1902), en las que participaban Jacinto Benavente, Valle-Inclán y Juan Ramón Jiménez, entre otros jóvenes escritores del momento. Tanto en América como en España el Modernismo se adaptó al carácter autóctono y al diferente devenir histórico. En el continente americano triunfó la tendencia esteticista; en nuestro país, junto a ella, apareció, a raíz de los acontecimientos históricos del 98, otra tendencia más honda y reflexiva, preocupada por aspectos sociales y existenciales.
LA GENERACIÓN DE FIN DE SIGLO: EL GRUPO DEL 98 a.
Modernismo frente a Grupo del 98
En el periodo que abarca los últimos años del siglo XIX y los primeros del XX se dan a conocer en España una serie de autores adscritos tradicionalmente a dos movimientos: el Modernismo y el Grupo del 98. La crítica mantiene el respecto dos posturas encontradas. Para algunos, como Valbuena Prat, Pedro Salinas o Guillermo Plaja, Modernismo y Generación del 98 son dos grupos claramente diferenciados; para otros, como Juan Ramón Jiménez o Ricardo Gullón, ambas corrientes representan la forma hispánica de la crisis de fin de siglo. Modernismo y 98 tienen más elementos en común que diferencias. Los autores modernistas y los del Grupo del 98 pertenecen a una misma generación histórica y forman parte de un mismo fenómeno: el Modernismo, como movimiento cultural, trae consigo un nuevo clima estético, en cuyo seno surge un grupo, el del 98, que sin oponerse al anterior, presenta características propias.
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El Grupo del 98
El término “Generación del 98” fue acuñado por Ortega y Gasset y popularizado por Azorín. Se denomina Generación o Grupo del 98 a una serie de escritores españoles que vivieron en su juventud al desastre colonial, lo que modeló sus inquietudes y anhelos. Se muestran preocupados por la realidad española y adoptan ante ella una postura crítica. Sienten la necesidad de un examen de conciencia nacional y convierten el tema de España en uno de los centrales de su preocupación literaria. Estos escritores heredan de los regeneracionistas la preocupación ideológica por la recuperación nacional y coinciden con los modernistas en el rechazo del positivismo y de la literatura realista, en el deseo de una renovación estética y en la reivindicación de la libertad creadora del artista. El núcleo del Grupo del 98 fue el llamado Grupo de los Tres, formado por Ramiro Maeztu, Pío Baroja y José Martínez Ruiz, “Azorín”, que publican en 1901 un manifiesto en el que denuncian el clima de descomposición espiritual de España y expresan su deseo de ayudar a la regeneración del país. En este manifiesto, abandonan sus ideas anarquistas iniciales y se acercan a un reformismo tradicional preocupado por la ciencia, la reforma del campo y el desarrollo general de España. Esta iniciativa resultó un fracaso, hecho que llevó a sus autores al pesimismo y a la adopción de posturas más idealistas y desengañadas. Tradicionalmente se incluyen en la nómina de autores del Grupo del 98 a Pío Baroja, Azorín, Ramiro Maeztu, Miguel de Unamuno, Antonio Machado y Valle-Inclán. Sin embargo la crítica moderna tiende a excluir a los dos últimos autores. Desde 1910, cada uno de los escritores del 98 inició una evolución personal que les llevó a una ideología radical –anarquismo de Azorín y Baroja, socialismo de Maeztu y Unamuno- a posturas más conservadoras, con excepción de Machado y Valle-Inclán que desarrollaron en su madurez un tipo de literatura que podemos llamar comprometida. c.
¿Es el Grupo del 98 una generación literaria?
El Grupo del 98 cumple algunos de los requisitos que señala Petersen como característicos de una generación literaria: § Nacimiento en fechas próximas: entre el nacimiento de Unamuno (1864) y de Machado (1875) solo hay una diferencia de once años. § Relaciones personales intensas: se dieron particularmente entre Baroja, Azorín, Maeztu y Unamuno § Participación en actos colectivos: apoyaron a Galdós en el estreno de Electra, visitaron juntos la tumba de Larra, protestaron por la concesión del premio Nobel a José Echegaray… § Existencia de un acontecimiento generacional: el desastre del 98. § Utilización de un lenguaje generacional que, en este caso, se caracteriza por la ruptura con el lenguaje de la generación anterior. Teniendo en cuenta que estos requisitos son aplicables también a los autores modernistas y que otros no se cumplen, la crítica moderna prefiere hablar de Grupo del 98. d.
Características del Grupo del 98.
Los autores del 98 muestran una serie de coincidencias ideológicas y estéticas entre las que podemos destacar las siguientes: § Se detecta en sus obras la influencia de los filósofos irracionalistas Schopenhauer y Kierkegaard, de los que toman el tema de la angustia vital, las preocupaciones existenciales y el pesimismo; de Nietzsche proviene el tema del eterno retorno/ la actitud religiosa ante el cristianismo, la valoración de la vida y la voluntad frente a la razón, y la predilección por el superhombre (el Pío Cid de Ganivet, el Quijote de Unamuno, el Caballero de la Hispanidad de Maeztu, el César Moneada de Pío Baroja...). § Muestran una gran preocupación por los grandes temas de la existencia humana: el sentido de la vida, el destino del hombre... § Expresan en sus obras la inquietud por la situación del país y conceden especial importancia a la regeneración nacional e individual.
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Adoptan una postura idealista ante la regeneración social. Frente al pragmatismo de los regeneracionistas, los del 98 muestran su incapacidad para pasar a la acción y aplicar las reformas que proponen. A los problemas concretos solo ofrecen respuestas filosóficas. Su preocupación por la situación nacional convierte el tema de España en eje central de sus obras. Los autores del Grupo del 98 parten de un conocimiento profundo de la realidad española que consiguen a través de sus viajes y de la lectura de los autores clásicos. Exaltan el paisaje y los pueblos, y se interesan por su historia en la que esperan descubrir la esencia de lo español. En sus escritos realizan una revisión del pasado y muestran una sensibilidad especial ante los aspectos más desoladores de la realidad nacional. Critican sobre todo, a los gobernantes corruptos, el atraso del campo y los vicios nacionales. Creen que los problemas de España hallarán solución en la medida en que se produzca en el pueblo un cambio de mentalidad. El deseo de modernizar el país les hace volver sus ojos a Europa y expresar la necesidad de «europeizar a España». En una segunda etapa, reivindican los valores nacionales, los valores «más castizos», y hablan de «españolizar a Europa». Los autores del Grupo del 98 buscan la esencia de lo español y de los valores eternos en las tierras de Castilla, en su historia y en su literatura. Aman los viejos pueblos y el paisaje castellano, y reivindican a escritores españoles medievales y clásicos: Gonzalo de Berceo, Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, el Marqués de Santillana, Luis de Góngora... Admiran a Larra, al que consideran como «el más libre, espontáneo y destructor espíritu contemporáneo». Todos ellos muestran su afán por renovar literariamente nuestra lengua. Recuperan palabras tradicionales y utilizan abundantes arcaísmos. Con el fin de transmitir con claridad sus ideas, defienden un estilo antirretórico caracterizado por la sobriedad y la precisión. Además del auge del ensayo y del periodismo, cauces apropiados para el desarrollo de sus ideas, modernizan los géneros tradicionales; por ejemplo, las nivolas de Unamuno, mezcla de reflexión y relato, supusieron un profundo cambio en la narrativa de la época. Sus obras ofrecieron nuevos caminos a la creación literaria.
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