TEMA 6: EL AUGE DE LOS FASCISMOS. LA 2ª GUERRA MUNDIAL

TEMA 6: EL AUGE DE LOS FASCISMOS. LA 2ª GUERRA MUNDIAL. 1. El auge de los fascismos 1.1. Definición y características del fascismo 1.2. Causas del fa

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TEMA 6: EL AUGE DE LOS FASCISMOS. LA 2ª GUERRA MUNDIAL.

1. El auge de los fascismos 1.1. Definición y características del fascismo 1.2. Causas del fascismo 1.3. El Fascismo italiano 1.4. El Nazismo alemán 1.4.1. La Alemania de la República de Weimar 1.4.2. Los nazis en el poder

2. La Segunda Guerra Mundial 2.1. Causas de la guerra 2.2. Fases de la guerra 2.1.1. Las victorias del Eje (1939-41) 2.1.2. El cambio de signo en la guerra y las victorias de los aliados (1942-45)

2.3. Consecuencias de la guerra 2.4. La organización de la paz

1. EL AUGE DE LOS FASCISMOS La Europa del Periodo de Entreguerras asiste a la proliferación de regímenes políticos dictatoriales, algunos de los cuales han recibido el nombre genérico de fascismos. En medio de la crisis económica, las tensiones sociales, el miedo a la revolución comunista, el descrédito de los regímenes democráticos y el resentimiento sembrado por algunas consecuencias de la 1ª Guerra Mundial, el mensaje patriótico de ciertos líderes y partidos de extrema derecha calará entre algunos sectores de la población en un número considerable de países, que verán en el fascismo el remedio de todos los males de sus respectivas naciones. Los ejemplos paradigmáticos de este ascenso de los fascismos son el Fascismo italiano y el Nazismo alemán. Será la agresiva política exterior de éste último quien lleve al mundo a la guerra de mayores dimensiones conocida hasta nuestros días. Precisamente, la derrota de los regímenes fascistas en la II Guerra Mundial marcará el final de su época de apogeo.

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1.1. Definición y características del fascismo Podemos definir el fascismo como una versión conservadora del Estado totalitario, entendiendo por totalitarismo la sumisión de todos los aspectos de la vida humana a la intervención del Estado. Aunque resulta difícil hablar de una ideología fascista sí que podemos establecer unos rasgos comunes del fascismo: - Control del Estado: los individuos están totalmente subordinados a él. Esto se plasma en que no hay una legislación que defienda los derechos individuales. La integración del individuo en el Estado se realiza a través de los llamados organismos naturales (la familia, el municipio y el sindicato) y del propio partido. El Estado disfruta del monopolio político, la centralización de todos los poderes en él, y la no tolerancia de ningún tipo de oposición, pues fuera del partido fascista no están permitidos los demás partidos políticos. También ostenta el monopolio de la propaganda y la verdad; las directrices gubernamentales se convierten en dogmas sociales y no se acepta ningún tipo de crítica o disensión, que se tratan de anular mediante un férreo aparato represivo. - Desigualdad de los hombres: frente a la igualdad de todos los hombres que defiende el liberalismo, el fascismo afirma que los hombres son desiguales y, en consecuencia, sólo una minoría predestinada debe gobernar. Por lo tanto, el fascismo impone el protagonismo de las élites. La aplicación del principio elitista implica el rechazo de la democracia, el parlamentarismo y de las elecciones. El principio de desigualdad tiene diversas derivaciones. En primer lugar, una desvalorización de la mujer, considerada ciudadano de segunda categoría al no poseer la misma capacidad que el hombre para el ejercicio de las armas. El papel de la mujer según los ideólogos nazis debe seguir las tres “k” (kínder, küche, kirche), es decir: niños, cocina, iglesia. En segundo lugar, el racismo. Basándose en el darwinismo social, la desigualdad de las razas humanas daría derecho a las razas superiores a imponerse sobre las inferiores. El ejemplo paradigmático en este sentido es el Nazismo alemán, que exaltaba la supremacía de la raza aria y se propuso el exterminio de los judíos y de todos los individuos que desmentían esta pretendida superioridad: homosexuales, gitanos, disminuidos físicos o mentales. - Exaltación del líder: como consecuencia lógica del elitismo se desemboca en el dogma del líder carismático, un hombre excepcional encargado de interpretar y llevar a cabo los designios de la nación. El líder es el guía del pueblo (el führer, el duce), que aparece como alguien infalible a los ojos de éste y al que, por lo tanto, se debe prestar obediencia ciega. De ello se deriva el culto a la personalidad, fomentado por un descomunal aparato propagandístico. Los fascismos harán uso de una manera desconocida hasta entonces de los medios de comunicación de masas (radio, cine, prensa) para propagar la imagen idealizada de un líder que también buscará dirigirse directamente a la población en multitudinarios actos públicos orquestados a mayor gloria suya en busca de la aclamación. Joseph Goebbels, el 2

ministro de propaganda nazi, es el paradigma del grado de manipulación al que podían llegar los regímenes fascistas para endiosar a su líder y adoctrinar a las masas. - Nacionalismo exacerbado: los fascismos utilizarán el nacionalismo como elemento cohesionador. La nación encuentra su sentido en un destino colectivo; este destino se identificaba con una expansión exterior. Por ello se fomentaba una agresiva política exterior que buscaba el desquite de las humillaciones derivadas de la I Guerra Mundial y sus tratados de paz. La doctrina del espacio vital defendía que un gran pueblo, como en este caso el alemán, tenía derecho a un territorio natural de expansión. - Teoría de la víctima propiciatoria: los fascismos recurren a concretar en un enemigo las causas de los males de la nación. En ocasiones es una raza el objeto de los odios (los judíos) y en otros son colectivos que contradicen la idea nacional fascista (gitanos, homosexuales, comunistas, socialistas, masones). La violencia contra estos grupos no se considera un delito sino un servicio al estado. - Desconfianza en la razón: el fascismo exalta los elementos irracionales de la conducta, como los sentimientos intensos, el fanatismo, los instintos y la violencia. Se ensalzan la guerra, la fuerza y la violencia. Por el contrario, se desprecia y se persigue a los intelectuales que no se ponen al servicio de las ideas del Estado, lo que motivará un exilio masivo de la élite cultural. - Pretendido anticapitalismo, con el fin de atraerse a los descontentos con la situación económica. Pero el supuesto anticapitalismo fascista no cuestiona la propiedad privada de los medios de producción. La evolución de los partidos fascistas mostrará la complicidad con el gran capital, que financiará su ascenso y será compensado por este apoyo en forma de grandes beneficios obtenidos por el control del mundo obrero y el impulso de la industria armamentística desde el propio Estado.

1.2. Causas del auge del fascismo La irrupción de los fascismos se produce tras la I Guerra Mundial. Varios son los factores que contribuyeron a ello: Algunos de ellos están relacionados con la propia guerra. Una vez finalizada ésta, miles de soldados y oficiales de la reserva, desmovilizados al terminar la contienda, tienen problemas para adaptarse a los tiempos de paz. Nostálgicos del ambiente bélico, siguen vistiendo los uniformes y, a menudo, portan armas. Se organizan en milicias paramilitares y llevan a cabo desfiles. Sienten que la sociedad no ha valorado sus servicios durante la guerra y esta insatisfacción será un fermento para que terminen enrolándose en las filas de los partidos fascistas, que les prometen devolverles el protagonismo perdido. Por otra parte, tanto en Alemania como en Italia los tratados de paz han dejado un gran malestar nacional. La Paz de Versalles ha culpabilizado al país germano del inicio del conflicto y como tal le ha impuesto unas durísimas condiciones, entre las que se encuentran unas importantes pérdidas territoriales y el pago de una desorbitada cantidad anual en concepto de 3

reparaciones de guerra. El “diktat”, como lo calificará Hitler, ha creado la sensación de que Alemania ha sido humillada y ha sembrado un ánimo revanchista que será hábilmente utilizado por Hitler para ganarse seguidores, prometiendo devolver a la nación alemana el prestigio perdido. En Italia, a pesar de estar en el bando de los vencedores, existe igualmente un gran descontento ante la gestión de los tratados de paz. Se habla de una “paz perdida”. Las causas económicas y sociales también están relacionadas con la guerra. Terminado el conflicto las economías de los países contendientes se ven sacudidas por la inflación, lo que hizo que el nivel de vida de la clase trabajadora bajase en picado. Las huelgas están a la orden del día. El avance de los sindicatos y los partidos obreros hizo pensar a las clases medias que la revolución socialista era inminente. El miedo a que se repitiese lo recientemente sucedido en Rusia va a hacer que ciertos sectores de la población se lancen en brazos de quienes prometen restaurar el orden y se presentan precisamente como anticomunistas. Los grandes industriales, por su parte, ven que sus beneficios disminuyen y comienzan a apoyar a organizaciones irregulares –las milicias fascistas- que replican con violencia a la violencia de los huelguistas. Así comienza la coalición entre el fascismo y el gran capital. El desprestigio de la democracia es en parte consecuencia de lo anterior. Los gobiernos democráticos de Europa no fueron, primero, capaces de evitar una guerra devastadora. Ahora se les culpa de la crisis económica y la tensión social. A ello tenemos que sumar la inestabilidad política, tanto en la Italia post-bélica como en la Alemania de la República de Weimar, cuya mejor muestra son los continuos cambios de gobierno, lo que terminará por hundir el estado liberal en estos países.

1.3. El fascismo italiano El fundador del partido fascista italiano, Benito Mussolini, era un antiguo socialista que fue expulsado del partido al defender la entrada de Italia en la I Guerra Mundial. En 1919 fundó los Fasci italiani di combattimento, embrión del Partido Nacional Fascista fundado en 1921, que en las elecciones de ese mismo año obtiene 30 diputados. Pero su verdadero ascenso se produce en las calles; los escuadristas fascistas forman piquetes armados que se enfrentan a los comunistas. El gobierno ve con buenos ojos esta actuación frente al “terror rojo”. En medio de una grave crisis política, económica y social, en agosto de 1922 el sector obrero convoca una huelga general. Ante la pasividad del gobierno, los fascistas se encargan de sabotear la huelga manteniendo los servicios públicos en funcionamiento, sustituyendo de esta manera al Estado. En los días siguientes los fascistas ocupan varios ayuntamientos y gobiernos provinciales. Mussolini anuncia una Marcha sobre Roma para octubre. Miles de escuadristas uniformados y armados confluyen en la capital italiana a finales de ese mes. El día 28 el gobierno se dispone a decretar el estado de excepción pero el rey Víctor Manuel III se niega a firmar el decreto por miedo a un derramamiento de sangre. El gobierno, desautorizado, dimite y entonces el rey 4

llama a formar gobierno a Mussolini. Éste forma un gabinete con sólo cuatro ministros fascistas. Desde entonces, Mussolini comienza un proceso para sustituir las estructuras democráticas en dos fases y sustituirlas por una dictadura: hasta enero de 1925 de forma encubierta; desde entonces la dictadura se manifiesta abiertamente. A principios de 1924, en medio de un clima de manipulación política, el diputado socialista Mateotti hizo en el parlamento una crítica demoledora del fascismo. En mayo de 1924 Mateotti fue secuestrado y asesinado por unos squadristi. Como protesta la oposición, excepto los comunistas, abandona el parlamento. Las críticas al fascismo se multiplican pero el rey da de nuevo su apoyo a Mussolini. Así fortalecido, Mussolini da un viraje en su forma de actuar y da los pasos necesarios hacia la constitución de un régimen dictatorial y fascista a partir de los siguientes instrumentos: -Eliminación de la oposición política e ideológica: se prohíben todos los partidos políticos excepto el Partido Fascista. El Duce, líder del partido y presidente del gobierno, es responsable ante el rey pero no ante el Parlamento, que queda reducido a un órgano consultivo. Por otra parte, se cierran todos los periódicos no fascistas. Se establece una policía secreta (OVRA) para perseguir los delitos políticos y de opinión, utilizando la delación como instrumento habitual de investigación y acusación. -Encuadramiento de las masas dentro del Estado fascista: el individuo quedó sometido al Estado desde su infancia. A los cuatro años se les integraba en la Obra Nacional Balilla, organización en la que se les adoctrinaba en el credo fascista. El carnet del partido era obligatorio para encontrar un trabajo o un cargo en el Estado. -Control y manipulación del pensamiento y la opinión pública, a través del Ministerio de Prensa y Propaganda. Se utiliza la radio y la televisión para hacer prensa enaltecedora del régimen fascista, repetida a todas horas y en todos los lugares. Igualmente se controla la enseñanza, asegurándose la presencia de profesores simpatizantes del régimen y elaborando manuales que enseñaban la doctrina fascista. -Acuerdo con la Iglesia Católica: Mussolini buscó el reconocimiento del Vaticano para asegurarse la integración de la población católica italiana en el régimen fascista. El Duce y el Papa Pío XI firmaron los Acuerdos de Letrán (1929) por los que el Estado italiano reconocía al Pontífice como soberano del pequeño Estado Vaticano, y a cambio, el régimen fascista quedaba obligado a asegurar la enseñanza de la religión católica en los centros educativos. La política económica se caracteriza por la autarquía económica y el intervencionismo del Estado. La autarquía económica fue una aspiración que se materializó en una serie de “batallas” que planteó el gobierno italiano. La batalla del trigo (1925) pretendía primar el cultivo de este cereal para lograr el autoabastecimiento frumentario. Para ello se organizaron competiciones y se ofrecieron recompensas para aumentar la producción.

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La batalla de la lira (1926) perseguía mantener una cotización alta de la lira, lo cual se consiguió a costa de provocar unas consecuencias nefastas: aumento del paro y disminución de las exportaciones. La batalla de los nacimientos planteaba una política pronatalista para aumentar la población. La intervención del Estado en la economía se incrementó con la crisis de los años 30. Se llevó a cabo una política de obras públicas encaminadas a reducir el paro y a mejorar las infraestructuras del país: se construyeron carreteras, se electrificó la red ferroviaria, se colonizaron zonas pantanosas, se levantaron grandes edificios, todo ello convenientemente publicitado a mayor gloria del régimen.

1.4. El Nazismo alemán 1.4.1. La Alemania de la República de Weimar No se puede entender el ascenso del partido nazi en Alemania sin mencionar, al menos, dos factores: la inestabilidad política de la República de Weimar y la crisis económica que se manifiesta virulentamente en Alemania tras el Crash del 29 El 9 de noviembre de 1918, dos días antes del armisticio de la I Guerra Mundial, se proclamó en Alemania la república. El gobierno del SPD presidido por Ebert tuvo que hacer frente inmediatamente a un clima de tensión y crispación social, con numerosos enfrentamientos en las calles protagonizados por grupos paramilitares. El episodio más grave fue la revolución espartaquista en enero de 1919, que finalizó con el asesinato de sus líderes, Karl Liebknecht y Rosa Luxemburg. Tras este episodio se elaboró la nueva constitución por un parlamento reunido en la ciudad de Weimar. El texto contemplaba una amplia declaración de derechos, un parlamento bicameral y otorgaba amplias prerrogativas al presidente, entre ellas suspender las garantías constitucionales en situaciones de excepción. Alemania tuvo que hacer frente al pago en concepto de reparaciones de guerra al que le obligó el Tratado de Versalles, lo que supondrá una sangría económica para la maltrecha economía alemana castigada por cuatro años de esfuerzo bélico. Ante el retraso en uno de los pagos, en el otoño de 1922 el ejército francés ocupó la región del Rhur para asegurarse las sucesivas entregas. La respuesta del gobierno alemán fue apoyar la resistencia de los mineros y obreros en huelga, haciéndose cargo de sus salarios. Esto sólo se pudo acometer a costa de imprimir billetes, lo que llevó al país a una situación de hiperinflación que hizo que el marco llegara a perder su valor. Un nuevo gabinete presidido por Stresseman realizó una reforma monetaria y cambió la estrategia en las relaciones internacionales hasta entonces caracterizadas por la tensión, dando paso a un periodo de cordialidad que se materializó en la firma del Tratado de Locarno (1925). Alemania se benefició de un plan de ayuda económica por parte de EE.UU., el Plan 6

Dawes (reemplazado después por el Plan Young), que junto a la mejora en la coyuntura internacional, contribuyó a que la economía alemana mejorara considerablemente. El clima de relativa calma de estos años se rompió con el Crash de la Bolsa de Wall Street en octubre de 1929. Ante el colapso económico de los meses siguientes, EE.UU. cesó su ayuda y repatrió los capitales invertidos en Alemania. La economía lógicamente se resintió y el número de parados crecerá sobremanera, pasando de uno a seis millones en apenas tres años. Paralelo al aumento del desempleo fue el ascenso del Partido Nazi. Al mismo tiempo, la inestabilidad política que siempre caracterizó a la república se agudizó en estos años con continuos y caprichosos cambios de gobierno, un parlamento marginado por el presidente de la república que, amparándose en el artículo 48, encomendaba personalmente la formación de nuevos gobiernos a espaldas de las Cámaras, y sucesivas e inútiles convocatorias electorales.

1.4.2. Los nazis en el poder El nazismo es creación de un hombre: Adolf Hitler. Nacido en una pequeña localidad austriaca cercana a la frontera alemana, fracasó en su intento de ingresar en la Escuela de Bellas Artes de Viena. Participó en la I Guerra Mundial como cabo. En 1919 se incorpora al Partido Obrero Alemán, que en 1920 se fusiona con otros tres pequeños partidos dando lugar al Partido Nacional-Socialista (NSDAP) o Partido Nazi. Desde 1921 Hitler asumirá el liderazgo del mismo. El Partido Nazi se dota de una fuerza paramilitar, las S.A. o Secciones de Asalto, dirigidas por Ernest Roehm, dedicadas a la lucha callejera. El partido recibirá financiación de algunos industriales simpatizantes. En noviembre de 1923, Hitler da un golpe de estado en una cervecería de Munich (putsch de Munich). La ciudad bávara quedó brevemente bajo control nazi, pero el ejército alemán reprimió y sofocó la revuelta. Hitler y sus colaboradores fueron detenidos y condenados a cinco años de cárcel, de los que sólo cumplieron uno. Hitler aprovechó su año en prisión para escribir Mein kampf, obra en la que expone su credo ideológico, caracterizado por el ultranacionalismo, la abolición del Tratado de Versalles, el expansionismo, la idea del “espacio vital”, la superioridad de la raza aria y el antisemitismo. Tras este episodio, la táctica nazi del activismo es abandonada y Hitler orienta su partido hacia la participación en el juego parlamentario como estrategia para alcanzar el poder. Hasta 1929 los resultados en las sucesivas elecciones son muy modestos pero a partir de entonces, de la mano de la crisis económica. En enero de 1933 el presidente Hindenburg nombró canciller a Hitler, en un gabinete de coalición formado por dos ministros nazis y el resto de formaciones de derecha.

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A partir de entonces, en un breve periodo de tiempo Hitler consiguió hacerse con todos los resortes del poder. El proceso de eliminación de los enemigos del nazismo se ha resumido en tres noches históricas. En vísperas de unas nuevas elecciones, el 27 de febrero de 1933, se produjo el incendio del edificio del Reichstag. Se acuso a los comunistas del suceso y esto sirvió de pretexto a Hitler para promulgar un decreto de Protección de la Nación y el Estado por el que se eliminaban todos los derechos y libertades democráticos. En este clima de coacción las elecciones supusieron un éxito para el partido nazi. El nuevo parlamento aprobó una Ley de Plenos Poderes (marzo de 1933) que otorgaba a Hitler plenos poderes por cuatro años, le permitía cambiar la constitución y dictar leyes sin consultar al Parlamento. Así Hitler tuvo las manos libres para ir implantando un estado totalitario. Todos los partidos quedaron prohibidos excepto el NSDAP (julio de 1933). El Partido nazi se convirtió en el centro no sólo de la política sino también de la vida social. A la muerte de Hindenburg, Hitler asumió junto a la cancillería la presidencia de la República (agosto de 1934). El culto al führer se convirtió en la nota social dominante. La matanza de las S.A. en la llamada noche de los cuchillos largos, el 30 de junio de 1934, sirvió a Hitler para depurar el partido. Las SS, con el pretexto de sofocar un golpe de estado, asaltó el cuartel de las S.A. y masacró a sus jefes, incluido Röhm. Fue una demostración de que el régimen no iba a dudar en emplear la violencia como instrumento de control político. La Gestapo perseguía cualquier manifestación de disidencia. Interrogaba, detenía y hacía desaparecer a los sospechosos. El primer campo de concentración (Dachau) se abrió en 1933. En 1935 se publican las Leyes de Nuremberg, que prohíben los matrimonios mixtos y marginan a los judíos. La persecución del pueblo judío alcanzó un grado aún mayor después de la Noche de los Cristales Rotos (9 de noviembre de 1938), una jornada de violencia antijudía en la que fueron incendiadas cientos de sinagogas y destrozados miles de negocios y viviendas pertenecientes a la comunidad judía. El pretexto fue el asesinato del secretario de la embajada alemana en París por un joven judío polaco de origen alemán. Desde entonces la persecución a los judíos, a quienes se culpó de los sucesos, sólo irá en aumento hasta desembocar en la Solución Final, el proyecto de aniquilamiento de la raza semita concebido por Hitler. La política económica del III Reich consiguió un gran éxito al pasar de los seis millones de parados del año 33 a una situación prácticamente de pleno empleo pocos años después. Pero esto se hizo a costa de aumentar el número de soldados (de cien mil a millón y medio en 1936) y de impulsar la industria armamentística. La economía alemana en estos años se basó en la autarquía y unos índices de consumo bajos. Los grandes beneficiados por esta situación fueron los grandes industriales, que aprovecharon la nula conflictividad laboral para mantener un nivel de salarios de subsistencia y aumentar así los beneficios, que se multiplicaban por los continuos pedidos del régimen nazi.

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2. LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL (1939-45) Al finalizar la I Guerra Mundial muchos pensaron que sería la última de todas las grandes contiendas. Sin embargo, la forma en que se configuró la paz portaba la semilla de graves problemas que condujeron al estallido de un segundo conflicto, aún más devastador. 2.1. Causas de la guerra La causa profunda de la guerra hay que buscarla en el trato dispensado a Alemania en la Paz de Versalles, donde se le declaraba responsable del conflicto y se le impusieron unas durísimas condiciones que fomentaron el resentimiento y el ánimo revanchista en el país alemán. La insolidaridad mostrada por los diferentes países durante la Gran Depresión es otro factor importante. En lugar de intentar una acción internacional coordinada para atajar la crisis económica, cada país tomó medidas por separado para salvar su propia economía (por ejemplo la devaluación de la moneda) aunque fuese a costa de los demás países. Otra causa es el desprestigio de las democracias durante el Periodo de Entreguerras. La población europea fue perdiendo su confianza en ellas progresivamente. Primero por no haber evitado la Primera Guerra Mundial. Después por su incapacidad para resolver la crisis económica de los años 30. Todo ello propiciará el auge de los fascismos, que se presentarán como una alternativa ante la inoperante democracia. Precisamente será la agresiva política exterior de los regímenes fascistas y la política de apaciguamiento de Gran Bretaña y Francia la que conducirá directamente hacia la guerra. El primer país en iniciar una política exterior expansionista será Japón, cuyo régimen militarista impulsó la ocupación de la región china de Manchuria en 1931, en busca de materias primas para su industria. En 1937 acometerá la invasión del resto de China. Italia centró su expansionismo en Abisinia (Etiopía), donde tendrá lugar una guerra en 193536. En 1939 invadirá Albania. Pero es sin duda la Alemania nazi la que con sus continuas provocaciones abre el camino hacia la guerra. Desde la llegada de Hitler al poder, Alemania fue saltándose sistemáticamente todas las cláusulas del Tratado de Versalles: rearme y aumento de los efectivos del ejército, militarización de Renania y anschluss con Austria en 1938. Ese mismo año invade los Sudetes, una región de Checoslovaquia con importante presencia de población alemana. Ante la protesta internacional, Mussolini impulsa una conferencia internacional en Munich a la que asisten las principales potencias europeas. Aquí Gran Bretaña y Francia dan por buena esta la ocupación de los Sudetes con la condición de que Hitler cese en sus pretensiones expansionistas, Esta postura apaciguadora animará a Hitler a llevar a cabo la invasión del resto de Checoslovaquia en marzo de 1939. El siguiente objetivo de Hitler será Polonia. Pero existía el peligro de que desencadenar una guerra con la Unión Soviética que Hitler quería evitar por el momento. Por ello la diplomacia alemana se puso en marcha para propiciar un acuerdo con la URSS que se materializó en el Tratado de no Agresión germano-soviético firmado el 23 de agosto de 1939. Las cláusulas 9

secretas de este acuerdo contemplaban un reparto de zonas de influencia de Europa del Este y dejaba las manos libres a Hitler para iniciar la invasión de Polonia. Ante estos acontecimientos la respuesta de los regímenes democráticos fue muy tibia como hemos visto. Francia y Gran Bretaña dejaron hacer a Hitler con la esperanza de cada provocación fuese la última. La Sociedad de Naciones, por su parte, lo más que llegó a hacer fue expulsar a Japón, Italia y Alemania de la organización internacional pero no tenía ninguna capacidad para tomar más medidas contra estos países. El entendimiento entre ellos era inevitable. En 1936 Japón y Alemania firmaron el Pacto Antikomintern (anticomunista). También en 1936 Italia firmó un tratado de amistad con Alemania, que se concretó en 1939 en el llamado Pacto de Acero, al que se unió Japón en 1940, con la guerra ya comenzada, formando el Eje Roma-Berlín-Tokyo.

2.2. Fases de la guerra La Segunda Guerra mundial se puede dividir en dos fases, una hasta 1941 dominada por las potencias del Eje (Alemania, Japón e Italia); y una segunda fase con el cambio de signo de la guerra y la victoria de los aliados (Gran Bretaña, Francia, Estados Unidos y la URSS). 2.2.1. Las victorias del Eje (1939-41) La guerra comienza con la invasión de Polonia por parte de Alemania el 1 de septiembre de 1939. Ante esta acción Francia y Gran Bretaña ya no pueden “mirar hacia otra parte” y declaran la guerra a Alemania inmediatamente. En las semanas siguientes las tropas alemanas llevan a buen término las invasiones de Polonia, Dinamarca, Noruega y Holanda. En mayo de 1940 la Wehrmacht inicia la invasión de Francia a través de Bélgica. Las tropas francesas y británicas esperan al ejército alemán en la frontera franco-belga pero son sorprendidos por un ataque en la región de las Ardenas. Al contrario de lo que ocurrió en la Primera Guerra Mundial, las tropas alemanas entran en París sólo seis semanas después de haber iniciado la invasión. El mariscal Petain se rinde y solicitó el armisticio. Francia quedará dividida en dos: una parte ocupada por los nazis (la Francia Ocupada) y otra bajo un gobierno colaboracionista presidido por Petain (la Francia de Vichy). El siguiente paso será Gran Bretaña. Entre julio y octubre de 1940 tiene lugar la Batalla de Inglaterra, un enfrentamiento aéreo entre la RAF (fuerza aérea inglesa) y la Luftwaffe (aviación alemana). Se saldó con la victoria inglesa y Hitler tuvo que renunciar a sus pretensiones de invadir Gran Bretaña. Para entonces, Benito Mussolini, aliado de Alemania, había declarado la guerra a Francia y Reino Unido, en un intento por apoderarse de sus territorios africanos. La entrada en guerra de Italia, el 10 de junio de 1940, inauguró un nuevo frente en el Norte de África. 10

El objetivo de Alemania e Italia era controlar el Mediterráneo. Una vez controlado el norte de África, podrían obtener un fácil acceso a los recursos petrolíferos de Oriente Próximo, de los que tan necesitadas estaban ambas potencias. La campaña de África fue uno de los episodios más relevantes de la guerra. Abarcó entre 1940 y mayo de 1943. La estrepitosa derrota italiana en Libia obligó a Hitler a acudir en socorro de sus aliados. Envió un selecto cuerpo de ejército especialmente adaptado a las condiciones de la guerra en el desierto: el Afrika Korps. Su comandante era el general Ervin Rommell. Éste consiguió dar un vuelco a la situación, recuperando Libia y cercando a los ingleses en Egipto. En los Balcanes, tras haberse atraído a su bando a Hungría, Rumanía y Bulgaria, Alemania conquistó a Yugoslavia y Grecia principios de 1941. 2.2.2. El cambio de signo en la guerra y las victorias de los aliados (1942-45) En junio de 1941 Hitler ordena el inicio de la Operación Barbarroja, la invasión de la Unión Soviética, saltándose el pacto germano-soviético de 1939. Los alemanes establecieron tres objetivos fundamentales: el del Norte, que buscaba la conquista de Leningrado (actual San Petersburgo): el del Centro, que apuntaba hacia Moscú y el del Sur, cuyo objetivo era Kiev (capital de Ucrania). Las operaciones deberían concluir antes del invierno, pues los ejércitos alemanes (3 millones de hombres) estaban preparados tan solo para una guerra de unas pocas semanas. El alto mando alemán preveía que los ejércitos rusos, tomados por sorpresa, fácilmente se desmoronarían. Al principio el ejército alemán avanzó sin grandes obstáculos por las estepas rusas, causando enormes pérdidas al ejército soviético y capturando cientos de miles de prisioneros. Entonces, para frenar el avance germano, Stalin ordenó consumar una estrategia de "tierra quemada". Con ello lograría dificultar a los alemanes su abastecimiento durante el invierno. En septiembre de 1941 los alemanes pusieron cerco a Leningrado (éste se prolongaría durante 900 día) y llegaron a Kiev. En el mes de diciembre, se apostaron frente a las puertas de Moscú. Pero la llegada del invierno detuvo el avance alemán. Las temperaturas descendieron por debajo de los 40 grados bajo cero y, las tropas germanas, preparadas tan solo para una corta campaña, sin el abastecimiento y los uniformes adecuados, comenzaron a resentirse. Fue el momento elegido por Stalin para lanzar su contraofensiva. Japón por su parte, aliada a las potencias del Eje, llevaba a cabo un fulminante avance por el Pacífico. En este contexto, bombardeó el 7 de diciembre de 1941 la base estadounidense de Pearl Harbour (Hawai), donde se encontraba anclada la Flota del Pacífico de Estados Unidos. Al día siguiente el presidente Roosevelt declaró la guerra a Japón. La guerra se extendía por un nuevo continente, el conflicto adquiría dimensión universal. 1942 es el año que marca el cambio de signo en la guerra. Tres batallas representan este giro en la guerra: en octubre el Afrika Korps se vio obligado a retroceder en el norte de África tras la batalla de El-Alamein. En noviembre las tropas rusas cercan al ejército alemán en Stalingrado. En el Pacífico la escuadra japonesa es estrepitosamente derrotada en la batalla naval de Midway (junio de 1942). 11

La derrota de los alemanes en el norte de África permitió a los aliados iniciar la conquista de Italia. En julio de 1943 los estadounidenses desembarcaron en Sicilia. Ese mismo mes Mussolini fue detenido y destituido por orden del rey Víctor Manuel III, quien nombró como primer ministro al mariscal Badoglio. Éste inició conversaciones secretas con los aliados para facilitarles la conquista de la península. Italia firmó la rendición incondicional y se pasó al bando de sus antiguos enemigos. En octubre declaraba la guerra a Alemania. Hitler, alertado de la traición italiana, ordenó la invasión del país. La península quedó dividida en dos partes: una, al sur, en manos de los aliados; la otra, en poder de los alemanes, bajo la teórica soberanía de la República de Saló. La presidía Benito Mussolini, rescatado de su cautiverio por paracaidistas alemanes en septiembre de 1943. Se trataba de un estado títere sometido a los intereses de los nazis, que fue perdiendo territorios a medida que las tropas aliadas avanzaban hacia el norte. En el frente ruso los alemanes sufrieron una durísima derrota en la batalla de Kursk (verano de 1943), la mayor batalla terrestre de la historia, y se batieron en retirada de la URSS. En el Pacífico, tras la batalla de Midway, los japoneses sufrieron otra importante derrota en Guadalcanal. Las tropas estadounidenses empezaron a recuperar territorios saltando de archipiélago en archipiélago. El 6 de junio de 1944, el "Día D", se llevó a cabo el desembarco de un enorme ejército aliado en las playas de Normandía, la operación militar más decisiva de la guerra. Al mando de las tropas se hallaba el general estadounidense Eisenhower, con el que colaboraba el británico Montgomery. El desembarco de Normandía permitió abrir un nuevo frente en la guerra y recuperar en los meses siguientes el territorio francés. Desde entonces Alemania se ve acosada por todos los frentes. En el frente oriental los rusos avanzan sin encontrar resistencia. En el frente occidental los aliados consiguen cruzar el Rin. Además el territorio alemán se veía sometido a continuos bombardeos por parte de la aviación aliada, que redujo a ruinas a las principales ciudades germanas. Alemania trataba de resistir con desesperación los embates de los anglo-americanos por el Oeste, y de los soviéticos por el Este. Hitler intentaba aplazar lo inevitable, movilizando a toda la población, incluidos niños, y prohibiendo la rendición. Los aliados emprendieron la carrera hacia Berlín. En la capital se luchó casa por casa hasta que hubo de capitular el 2 de mayo de 1945. Dos días antes, Hitler se suicidaba en el búnker de la Cancillería. Por las mismas fechas, el 28 de abril de 1945, las fuerzas alemanas que permanecían en Italia capitularon. Mussolini fue apresado por un grupo de partisanos en su intento de huída hacia Suiza. Fusilado sin juicio previo, su cadáver fue trasladado a Milán junto con el de su amante, Clara Petacci. Los cuerpos fueron ultrajados por la multitud. El 8 de mayo los alemanes firman la capitulación. Pero la guerra no ha terminado pues los alemanes continúan combatiendo pese a su inminente e inevitable derrota. Tras las derrotas de Iwo Jima y Okinawa, el archipiélago japonés quedaba a disposición de los aliados. Pero Estados Unidos, cuantificando las víctimas propias que podría ocasionar su conquista, decidió emplear un arma nunca utilizado hasta entonces con el fin de provocar la rendición japonesa. Los días 6 y 9 de agosto se producen los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki. Las bombas atómicas causan cientos de miles de víctimas. El 2 de septiembre, Japón firma la paz sin condiciones. Es el final de la guerra. 12

2.3. Consecuencias de la guerra Consecuencias demográficas: La Segunda Guerra Mundial ha sido el conflicto que más víctimas ha provocado en la historia de humanidad. Por su causa perdieron la vida unos 55 millones de personas, a los que hay que sumar 65 millones de heridos. A diferencia de otras guerras, la mayoría de los afectados fueron civiles no combatientes. Las razones de ello se debieron los bombardeos masivos perpetrados sobre grandes núcleos urbanos. Los países con mayor número de víctimas fueron la URSS, China, Alemania y Polonia. Entre las víctimas se encontraban entre 5 y 6 millones de judíos, víctimas del holocausto. La política de aniquilamiento del régimen nazi, materializado desde 1942 en la llamada Solución Final, tuvo su más trágico escenario en los campos de exterminio, fábricas de muerte como Auschwitz, Treblinka o Mauthausen. Consecuencias económicas: al término de la guerra Europa quedó devastada. Las viejas potencias europeas, Reino Unido, Francia y Alemania, perdieron el liderazgo económico que ya habían comenzado a ceder a Estados Unidos tras la Primera Guerra Mundial. Por contra, la economía estadounidense salió reforzada y experimentó un espectacular auge, especialmente en su sector industrial. El país americano se había convertido en el mayor proveedor de productos manufacturados a los aliados, a quienes había concedido importantes sumas de dinero en forma de créditos. En 1945 era acreedor de la mayoría de los estados y controlaba dos tercios del total de las reservas mundiales de oro. Su hegemonía como potencia industrial, financiera y agraria se impuso sin discusión, superando a su principal oponente, la URSS. Consecuencias territoriales: la II Guerra Mundial trajo consigo importantes modificaciones en las fronteras. La URSS amplió su dominio a costa de las repúblicas bálticas de Estonia, Letonia y Lituania, parte de Finlandia (Carelia), Polonia y Alemania (parte de Prusia Oriental). Ocupó las japonesas islas Kuriles y Sajalín. También se apropió a costa de Rumanía, de la región de Besarabia. Bulgaria cedió Macedonia a Yugoslavia, y Tracia a Grecia. Italia renunció a todas sus colonias y devolvió Dodecaneso a Grecia. Perdió Albania, reconocida como estado independiente, así como todas sus colonias africanas. Austria y Checoslovaquia recuperaron su independencia. Alemania fue devuelta a los límites de 1918. Quedó dividida en cuatro zonas de ocupación, administradas por las cuatro potencias aliadas (Estados Unidos, Unión Soviética, Reino Unido y Francia). Más tarde surgirán dos Estados: la República Federal de Alemania, con capital en Bonn, y la República Democrática Alemana, con capital en Berlín, que a su vez quedaba dividida en cuatro sectores. Japón se vio forzado a devolver los territorios ocupados a China. Aunque conservó la figura del emperador (Hirohito), fue ocupado y sometido hasta 1951 a la administración de Estados Unidos, que lo obligó a democratizar sus estructuras políticas. Consecuencias políticas: la guerra reafirma el liderazgo mundial de Estados Unidos y la URSS, lo que se pondrá de manifiesto durante la “Guerra Fría”. 13

2.4. La organización de la paz Tras la finalización del conflicto no se celebró conferencia alguna de paz, tal y como había sucedido al terminar la Gran Guerra. Un Consejo de ministros de las potencias vencedoras fue el encargado de redactar los acuerdos. A lo largo de la guerra los aliados ya se reunieron en diversas ocasiones para tomar decisiones concernientes a los planes de paz. En la Conferencia de Yalta (Crimea, URSS), celebrada en febrero de 1945, se reunieron Churchill, Roosevelt y Stalin. En ella se decidió que Alemania fuera dividida en cuatro zonas de ocupación (USA, URSS, Reino Unido y Francia). También se trató el derecho de la URSS a consolidar su área de influencia sobre los territorios de Europa oriental liberados por ella. En la Conferencia de San Francisco (junio de 1945) se fundó la Organización de Naciones Unidas (ONU), con la idea de crear un organismo que regulase las relaciones internacionales de forma pacífica. La ONU sustituyó a la Sociedad de Naciones. La Conferencia de Postdam (Alemania) se celebró en agosto de 1945, ya concluida la guerra en Europa y a punto de rendirse Japón. Se reunieron Stalin por la URSS, el presidente de Estados Unidos Harry Truman (que había sustituido al fallecido Roosevelt), y el británico Clement Attlee (vencedor en las urnas sobre Churchill). Se decidió crear un Tribunal Internacional con la misión de juzgar a los criminales nazis. En la Conferencia de Postdam comenzaron a evidenciarse algunos signos de que la colaboración entre los aliados llegaba a su fin y se abría paso una nueva realidad fundamentada en la rivalidad entre soviéticos y estadounidenses.

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