Tema 7. El ballet y la danza en los siglos XIX y XX

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Bachillerato de Artes Escénicas, Música y Danza. I.E.S. López-Neyra. Historia de la Música y de la Danza

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Tema 7. El ballet y la danza en los siglos XIX y XX. 1/. Situación del tema en su contexto histórico y social. Los siglos XIX y XX se caracterizan por los profundos cambios que se operan en todos los ámbitos: políticos, con las revoluciones liberales, creación de nuevos estados, totalitarismos en el XX y división del mundo en el bloque capitalista y el comunista; económicos, con la extensión de la revolución industrial, el desarrollo del capitalismo y del comunismo; demográficos con un aumento espectacular de la población; sociales con el ascenso de la burguesía como poder político y económico y los movimientos obreros; militares con el fuerte colonialismo y las dos grandes guerras mundiales; en los medios de transporte con el ferrocarril, el automóvil o los aviones; científicos con biólogos como Darwin o físicos como Einstein y artísticos con el abandono de las formas clásicas en favor del nuevas corrientes artísticas: romanticismo, realismo, nacionalismo, impresionismo y movimientos de vanguardia. Todas estas transformaciones marcarán la Edad Contemporánea. Varios aspectos especialmente relevantes del contexto histórico y social deberán tenerse en cuenta a la hora de abordar este tema. En primer lugar, el ascenso que experimentará la burguesía frente al poder del Antiguo Régimen. El nuevo espíritu iniciado con la Revolución Francesa terminará por transformar la vida política de la Europa occidental. La nueva burguesía, ahora definitivamente al frente del poder político y económico, se convertirá en la principal impulsora de las artes y la cultura en general. A través de los conciertos públicos, la burguesía será la principal consumidora de música escénica del momento. El ballet, junto con la ópera se convertirá en una de las principales diversiones de la burguesía. Dentro del espectacular desarrollo que experimentan las grandes capitales europeas, resulta necesario destacar el papel fundamental que desempeñará la ciudad de París en el mundo de las artes. París se convertirá en la gran capital cultural del mundo desde principios del siglo XIX hasta aproximadamente los años 30 del siglo XX. Será el punto de confluencia de todo tipo de artistas (literatos, pintores, escultores, músicos y coreógrafos) y de corrientes artísticas (romanticismo, realismo, impresionismo, modernismo y primeras vanguardias). El impacto de las dos guerras mundiales será determinante en los cambios radicales que se produzcan en el panorama artístico a mediados del siglo XX. En el caso del ballet, el final de la II Guerra Mundial marcará el nacimiento de la denominada danza contemporánea, lo que supone una ruptura con las prácticas anteriores.

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2/. Características del ballet y la danza.

Durante la segunda mitad del siglo XVIII y las primeras décadas del XIX se desarrolló el denominado ballet de acción, un ballet en conexión con las nuevas ideas filosóficas y estéticas del momento que buscan una danza menos artificiosa y más natural que el ballet de corte barroco, donde se exprese el sentimiento del alma e intente representar la naturaleza, lejos del academicismo y virtuosismo vacíos. Este ballet de acción tendrá en los coreógrafos Noverre, Angiolini y Viganó y en el músico Gluck a sus máximos representantes. Beethoven participó a principios de siglo en un ballet con la música de Las criaturas de Prometeo.

El ballet romántico. Ballet blanco. Tras el ballet de acción se iba a imponer el ballet romántico, uno de los momentos más importantes en la historia del ballet. Cronológicamente nos situamos en el segundo tercio del siglo XIX. Con respecto a otras artes, el ballet se hace romántico con cierto retraso. La Sylphide y Giselle, dos de los ballets románticos más famosos, datan de 1832 y 1841 respectivamente. Una de las características fundamentales de este tipo de ballet es que se va a convertir en representación de lo imaginario. Como ocurriera también con la música instrumental pura, se valora especialmente a la danza por ser una de las artes más aptas para expresar lo irreal. La explotación de los movimientos del cuerpo luchando contra lo material, simulando que los bailarines no pesan y pueden volar, convertirán este arte en el arte etéreo por excelencia. Las zapatillas de punta fueron creadas para reafirmar ese efecto de elevación y ese sentido inmaterial de la danza. Su implantación supuso una revolución en el aspecto técnico, al precisarse un trabajo de músculos totalmente distinto al anterior. El ballet romántico suele dividirse en dos actos. El primero sucede en un plano real. Suele aparecer un pueblo o aldea en el que unos campesinos bailan unas danzas inspiradas en el folclore local. El acto segundo suele presentarse en un plano ideal donde se transporta al espectador a una ambientación con espíritus, ninfas y seres imaginarios. Es aquí donde se desarrolla el denominado ballet blanco, cuyos bailarines son mujeres y donde los hombres pasan a quedar relegados para convertirse en meros portadores de las mujeres. Las bailarinas son las auténticas estrellas. En cuanto a la vestimenta, en el ballet blanco se sustituye la túnica neoclásica por el tu-tú blanco, especie de falda ligera con la que se prolonga la sensación etérea y además facilita los movimientos y permite ver parte de las piernas. Las flores o medias coronas en la cabeza simbolizan el carácter inmaterial. El centro más importante fue Paría, siendo también destacada la escuela italiana de Milán.

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El ballet académico. Los ballets rusos. Como prolongación del ballet romántico surgirá en el último tercio del XIX, dentro de la escuela rusa en torno a San Petesburgo, el ballet académico. Supone una fusión entre la escuela francesa romántica y el virtuosismo de la italiana. Con el coreógrafo francés Petipá a la cabeza, se reflejó en estos ballets la grandiosidad de la corte rusa de los zares. Se emplea a gran número de bailarines que actúan a modo de soldados, formando figuras geométricas y con mucho empleo de la simetría en las filas, todo ello con una gran sincronización. También son frecuentes los saludos y reverencias. En todos estos elementos podemos ver una influencia de las marchas militares rusas y del ceremonial cortesano en torno a los zares. Pero el aspecto que más llama la atención de los ballets rusos es su carácter fuertemente virtuosístico. La técnica y las acrobacias son fundamentales, en ocasiones más que la expresión. Los saltos, por ejemplo, son más largos y potentes que en el ballet romántico. Exige bailarines más atléticos que antes. Si bien la temática y el vestuario proceden del ballet romántico francés, los trajes son ahora más cortos y el tu-tú adopta la forma de plato para facilitar el trabajo de las piernas, así como una mejor visión de éstas por parte del espectador. Esta técnica tan depurada conlleva una serie de convencionalismos: el bailarín no puede situarse de espaldas al público, no debe mirar al suelo, la mano es una prolongación del brazo y no tiene un movimiento independiente, el pie permanece estirado con la zapatilla de puntas y los hombros y caderas siempre se sitúan frente al espectador. En la danza académica todos los movimientos están coordinados, es una danza absolutamente reglada y codificada. Exige en sus movimientos una posición forzada del cuerpo, como las costillas que no se pueden abrir al respirar. Se busca siempre la máxima precisión, potencia y elasticidad, todo ello sin aparentar esfuerzo físico.

El ballet en el siglo XX podemos estudiarlo en dos grandes momentos: las primeras décadas del siglo con Diaghilev y los famosos ballets rusos y lo que se conoce como danza contemporánea a partir de mediados de siglo.

El ballet ruso de Diaghilev. Las primeras dos décadas del siglo XX muestran una gran actividad de los ballets rusos de la mano del empresario Diaghilev. Con su compañía de ballets organizará giras por toda Europa para dar a conocer el arte ruso. Con él colaborarán grandes personajes de la vanguardia artística de la época como Debussy, Ravel, Stravinsky, Manuel de Falla o los pintores Picasso y Matisse. Una de las innovaciones de los ballets de Diaghylev será la de ofrecer en una misma sesión varios ballets cortos, frente a los extensos ballets académicos anteriores.

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La danza contemporánea. A partir de mediados de siglo se produce un auténtico rechazo a la danza académica a favor de la libre expresión: el ballet como género ligado a lo académico y a la arquitectura formal se contrapone a la nueva danza libre que rechaza los grandes grupos y la escenografía espectacular. Surgen entonces nuevas y grandes figuras de la danza en la denominada escuela americana: Isadora Duncan, Marta Graham o Merce Cunningham.

Las características más importantes de la danza a partir de la II Guerra Mundial son: 1/. La ley de la gravedad como punto de partida. Se lleva la escenario la pesadez del cuerpo. Juega con el peso de la gravedad, dejándose caer, premisa contraria a la clásica o académica. 2/. El ruido, la percusión con los pies y con el propio cuerpo del bailarín. 3/. En cuanto al vestuario se termina con el tu-tú anterior. Se produce una liberación del cuerpo también en el vestuario, rechazando el tradicional. Se puede ir descalzo. 4/. El torso como fuente principal de expresión emocional. Contracción en el diafragma e incluso uso destacado de la respiración diafragmática. Los movimientos ondulantes a partir del tronco como base del movimiento en la danza contemporánea. Existe una mayor variedad de movimientos y además son menos artificiosos. 5/. Movimiento que en ocasiones parte del suelo. Importancia de las caídas y concepción contraria a la de la ingravidez. El bailarín se puede desplazar desde el suelo, permaneciendo mucho tiempo en él. 6/. El bailarín puede estar de espaldas al público y puede mirar al suelo, con lo que tiene una mayor libertad.

3/. Cita y comentario de autores y obras. Siendo la mujer el principal protagonista del ballet romántico, nos referiremos brevemente a tres grandes bailarinas del momento. María Taglioni, hija del famoso coreógrafo Taglioni, interpretó el papel principal en El ballet de las monjas, de 1831. Presenta una ambientación y temática propiamente romántica, con un cementerio abandonado y fantasmas de monjas que salen de su tumba para seducir al héroe. Poco después su padre realizará la coreografía para el primer ballet romántico por excelencia, La Sylphide, obra de 1832. Fanny Elssler fue otra bailarina, rival de la anterior, que se hizo muy famosa en la época. Sus mayores triunfos los obtuvo en papelas ágiles, como en la cachucha que interpretó en El diablo cojo, de 1836. Carlota Grissi, otra gran bailarina de mediados del XIX, se consagró con el estreno de Giselle en 1841.

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En cuanto a los ballets rusos del último tercio del XIX, el coreógrafo francés Marius Petipá es el máximo representante de la escuela. Gracias a él se conservan la coreografía de la mayoría de los ballets de la época. Junto al genial músico Tchaikovsky nacieron obras tan importantes en la historia del ballet como La bella durmiente del bosque, El cascanueces y El lago de los cisnes, todas de finales del siglo XIX.

Diaghilev con sus ballets rusos producirá sus obras con los grandes músicos, coreógrafos y pintores del momento. Podemos destacar las siguientes colaboraciones con músicos: Con Stravinsky trabajará en El pájaro de fuego (1910), La consagración de la primavera (1913), Pulcinella (1921) y Petroushka (1922). Con Debussy la Siesta de un fauno (1912). Con Satie Parade (1917). Con Manuel de Falla El sombrero de tres picos, con escenografía de Picasso. En cuanto a coreógrafos y bailarines podemos citar a Foquín y Nijinsky.

Isadora Duncan fue la primera “gran dama” americana de la danza, creadora de la danza libre del siglo XX y origen de la modern dance americana (años 60 y 70). Dentro de ésta destacan las figuras de Ruth Saint-Denis y Ted Shawn, creadoras de la Denishawn School, cuna de grandes bailarinas como Marta Graham. Dentro de Europa podemos citar a Rudolf von Laban y Mary Wickmann, grandes representantes del expresionismo en danza.

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