TENDENCIAS DE LA NARRATIVA desde 1939 hasta 1970

TENDENCIAS DE LA NARRATIVA desde 1939 hasta 1970 La guerra civil española (1936-1939) supuso la absoluta paralización de toda actividad literaria. Du

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TENDENCIAS DE LA NARRATIVA desde 1939 hasta 1970

La guerra civil española (1936-1939) supuso la absoluta paralización de toda actividad literaria. Durante los años del conflicto, apenas se escribieron novelas; el género novelístico deberá esperar a los años de la inmediata posguerra para desarrollarse. Además, otra consecuencia de la guerra fue el exilio de un gran número de escritores que configuraron la llamada España peregrina, cuyos novelistas más significativos fueron Ramón J. Sender (Réquien por un campesino español), Rosa Chacel (Memorias de Leticia Valle), Max Aub o Francisco Ayala (Muertes de perro). La producción literaria de estos narradores no pudo apreciarse en nuestro país hasta pasados muchos años. La censura fue una circunstancia omnipresente en la inmediata posguerra y también en la década de los cincuenta. 1.- La novela de los años cuarenta: Durante los primeros años de la posguerra se publican novelas “triunfalistas” que relatan la guerra desde el punto de vista de los vencedores (como Madrid, de Corte a cheka, de Agustín de Foxá) o novelas de evasión, con asuntos sentimentales. En esta década van a destacar, sin embargo, tres hechos de gran importancia que apuntan ya al renacer de la novela española hacia la llamada novela existencial: 





La aparición, en 1942, de La familia de Pascual Duarte, de Camilo José Cela, que inicia la corriente del tremendismo, al profundizar el relato en los aspectos más crudos y sórdidos de la realidad: miseria, violencia, etc. La publicación de esta obra supuso un fuerte revulsivo literario en un ambiente de narrativa triunfalista. La publicación en 1944 de la obra ganadora del primer premio Nadal, Nada de Carmen Laforet, novela de tono existencialista que muestra, a través de la joven protagonista, Andrea, la sociedad barcelonesa de un modo amargo y directo. La publicación de las primeras obras de Miguel Delibes (La sombra del ciprés es alargada, 1947) y de Gonzalo Torrente Ballester (Javier Mariño, 1943).

En este tipo de novela existencial, el autor centra su atención en un personaje protagonista (Vg. Pascual), que viene así a monopolizar todo el relato. De él el autor nos ofrece todo su mundo interior, y nos lo presenta como un hombre víctima de las consecuencias de la guerra, un hombre que refleja con exactitud las trágicas condiciones de vida de los primeros años de la posguerra.

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2.- La novela de los años cincuenta: A principios de los años cincuenta se produce un renacimiento del género narrativo. Ahora el novelista centra su atención en la realidad externa, es decir, en la situación de la España del momento. La novela toma así forma de realismo social: el autor hace una denuncia crítica de las condiciones de vida y de las circunstancias sociopolíticas que definen la posguerra, tratando de ofrecer un testimonio fiel de esos años. En este cambio participan autores como Cela, Torrente o Delibes, pero el hecho decisivo es la aparición de una nueva generación de narradores jóvenes, la llamada Generación del medio siglo, que desarrollan un nuevo tipo de novela. El primer impulso lo proporciona otra vez Camilo José Cela con La colmena (1951). Es una novela casi sin argumento: en el Madrid de posguerra, más de trescientos personajes nos muestran, a través de múltiples y pequeños fragmentos, su vivir cotidiano, lleno de miseria y de penurias. También influye Miguel Delibes, autor de El camino (1950), en la que emplea un estilo sobrio y sencillo para retratar el mundo rural castellano. Los narradores de la Generación del medio siglo parten de un concepto de la literatura muy delimitado: la literatura debe reflejar y denunciar la situación social. El objetivo es conseguir que la gente tome conciencia de las injusticias y de las desigualdades, y que contribuya a su erradicación. El escritor es un ser comprometido con su sociedad: debe ser solidario con el sufrimiento humano y luchar por una transformación del mundo. La forma de asumir el compromiso ético de los escritores de los cincuenta permite diferenciar dos corrientes dentro de esta generación, cuyos autores se relacionaron por lazos de amistad, por experiencias comunes en la vida universitaria y por la colaboración en distintas revistas: a) Tendencia social.- Los narradores sociales entendieron la literatura como una forma de concienciar al público y de influir en su postura ideológica. Esta situación determinó que, en muchos casos, los relatos cayeran en el maniqueísmo: el obrero bueno, el burgués egoísta y cruel. Algunas de estas novelas constituyen verdaderos hitos del compromiso ético al tratar temas como: - El vacío y el egoísmo de la burguesía (Tormenta de verano, de Juan García Hortelano). - La dura y mísera vida del campo y la explotación del proletariado (Los bravos, de Jesús Fernández Santos, o Dos días de setiembre, de José Manuel Caballero Bonald). - El éxodo rural y la vida en los suburbios (La resaca, de Juan Goytisolo).

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b) Tendencia objetivista o neorrealista.- Los escritores objetivistas consideraban que la realidad implicaba también las vivencias personales del individuo, lo que les permitió mostrar otro aspecto del mundo a través de temas como la soledad, la frustración o la decepción. La narrativa de muchas de estas novelas se encaminó por las sendas del conductismo americano, con técnicas basadas en el diálogo y en el punto de vista de la cámara cinematográfica, que permite un mayor distanciamiento del narrador respecto de la historia narrada. La novela más representativa del objetivismo es El Jarama (1956), de Rafael Sánchez Ferlosio. En ella, unos jóvenes pasan un domingo de excursión en el río Jarama. Excepto la muerte de una de las chicas, el resto es una sucesión monótona de incidentes banales y conversaciones insulsas. Así muestra la rutina, el hastío y la alienación de la sociedad española del momento. También destacan en esta línea Entre visillos de Carmen Martín Gaite, que trata sobre la soledad y la incomunicación, El fulgor y la sangre de Ignacio Aldecoa o Pequeño teatro de Ana Mª Matute.

3.- La novela de los años sesenta: En los años sesenta se conjugan varios factores que determinarán un cambio de rumbo de la novela. Por un lado, la sociedad española experimenta una transformación importante con la industrialización, el turismo y la flexibilización de la censura. Por otro, se produce el agotamiento de la novela social y la irrupción de nuevos modelos narrativos inspirados en los grandes novelistas extranjeros (Joyce, Kafka, Proust, Faulkner, etc.).De esta manera el realismo social evolucionará hacia la novela estructural, que no abandona la reflexión crítica sobre la sociedad española, pero su presentación formal es radicalmente novedosa. Esta época es la del experimentalismo, renovando completamente las técnicas narrativas. Las más destacadas son:      

Narrador cambiante. Cuando el autor es omnisciente, se utiliza un distanciamiento irónico. Cambio frecuente de perspectivas narrativas: desde la tercera a la primera persona. Aparece también el relato en segunda persona. La importancia del monólogo interior. Nos permite conocer el mundo interior de los personajes al reproducir los pensamientos incontrolados. La ruptura de la secuencia cronológica provocada por la elipsis y saltos en el tiempo. Los capítulos se sustituyen por secuencias separadas por espacios en blanco. El argumento deja de tener importancia y pasa a ocuparlo la anécdota y el particular enfoque de los acontecimientos.

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Los personajes son seres en conflicto con su entorno y con ellos mismos. La importancia de lo visual: inserción de collages en la narración, también dibujos, diferentes tipos de letras, fragmentos de guías turísticas, de instancias…

La novela que cambió el rumbo de la narrativa española en estos años fue Tiempo de silencio (1962), de Luis Martín Santos. Aunque el contenido es de carácter social, se incluyen grandes novedades a través de una revisión intelectual de la realidad y de una profunda renovación de las técnicas narrativas. La ironía y el humor, el tono existencial y simbólico reflejan una sociedad y una existencia vacías. Esta línea renovadora va a tener su continuidad en dos generaciones de autores: a) Los de la primera generación de posguerra, que continúan escribiendo y publicando obras de gran calidad: Camilo José Cela (San Camilo 1936, Oficio de tinieblas 5), Miguel Delibes (Cinco horas con Mario, de 1966: monólogo de Carmen con el cadáver de su marido durante una noche, con la intención de ofrecer dos maneras distintas de entender la vida) y Gonzalo Torrente Ballester (La saga/fuga de JB, de 1972, novela de gran complejidad.) b) Los novelistas de la generación del medio siglo, que entran en su etapa de madurez creativa y se consolidan como narradores: Juan Goytisolo (Señas de identidad, de 1966), Juan Benet (Volverás a Región, de 1967) o Juan Marsé, premio Cervantes 2008 (Últimas tardes con Teresa, de 1966).

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LA NOVELA DESDE LOS AÑOS SETENTA HASTA HOY Llegados los años setenta, surge un nuevo grupo de escritores conocidos como la Generación del 68, cuyas características más importantes son: - la vuelta al “placer de contar”, a pesar de que se inician en la narrativa experimental; - la organización de la trama narrativa según géneros menores (novela policíaca, novela de aventuras, folletín, etc.); - la desvinculación aparente del compromiso social y político; - los problemas humanos tratados desde la individualidad, aislados de la realidad colectiva, y el tratamiento temático que transmite una sensación de desencanto, aunque el tono empleado sea jovial y humorístico. Novela clave en este momento fue La verdad sobre el caso Savolta (1975), de Eduardo Mendoza. En ella, conjuga magistralmente la intriga tradicional con diversas técnicas experimentales: folletín, parodias del estilo periodístico, de documentos judiciales, de discursos políticos… La obra avanza desde un principio experimental (recortes breves, inconexos aparentemente, sin orden cronológico) hasta un final lineal propio de la novela policíaca, donde se plantea una reconstrucción casi detectivesca de los hechos que han quedado sin explicar. Esta misma línea siguen otras novelas de Eduardo Mendoza como La ciudad de los prodigios, El año del diluvio o Una comedia ligera. Sin embargo, destaca también como ingenioso escritor en las divertidísimas novelas El misterio de la cripta embrujada, El laberinto de las aceitunas o las más recientes La aventura del tocador de señoras o El asombroso viaje de Pomponio Flato, ambas de corte paródico. Del mismo protagonista, el detective loco, acaba de publicar en 2012 El enredo de la bolsa y la vida. Otros autores representativos de esta generación son: Manuel Vázquez Montalbán, Álvaro Pombo, Luis Mateo Díez, Juan José Millás… Desde 1975 a la actualidad, el panorama de la novela española se hace más complejo: - Se publican en España obras censuradas y editadas en el extranjero, como las de Juan Goytisolo o Juan Marsé. - Aparecen ahora íntegros textos inéditos o que habían sido mutilados como Tiempo de silencio. - Se recupera la narrativa de los exiliados: Francisco Ayala, Rosa Chacel… - Se traducen obras extranjeras antes prohibidas. A este panorama tan variado contribuye la coexistencia de distintas generaciones de escritores: la del 36 (Cela, Delibes) la del 50 (Goytisolo, Marsé), la del 68 (Mendoza, Montalbán) y los novelistas de los 80. RL&JM

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A partir de 1975, con el fin de la dictadura y la desaparición de la censura, se produjo una vuelta al interés por la historia contada. Son características de esta época la enorme proliferación de títulos, el incremento del número de escritoras (Rosa Montero, Soledad Puértolas, Marina Mayoral, Rosa Regás, Almudena Grandes), la vinculación entre la labor literaria y la periodística en numerosos autores y el gusto creciente por el relato corto, que casi todos estos novelistas han cultivado (Millás, Mateo Díez, Manuel Rivas). Esta proliferación de títulos impide una clasificación exhaustiva; sin embargo, las tendencias más sobresalientes de la novela desde 1975 son:  Novela de intriga. El éxito de esta corriente radica en la adaptación de un producto típicamente americano a la cultura española, así como las obras de uno de los escritores más importantes de la época: Manuel Vázquez Montalbán con la saga del detective Carvalho, excomunista y exagente de la CIA. En esta misma línea están obras como El invierno en Lisboa de Antonio Muñoz Molina o La sombra del viento de Carlos Ruiz Zafón. Este último ha seguido en esta línea con El juego del ángel (2008) o El prisionero del cielo (2012).  Novela histórica. Este es uno de los géneros de mayor éxito editorial desde los años 80 en el que se engloban obras que pretenden la recuperación de hechos históricos pasados desde distintos puntos de vista: fabulación imaginaria del pasado, proyección del pasado sobre el presente o aprovechamiento de la historia para indagaciones intelectuales y ejercicios de estilo. Así pues, recrean la Edad Media novelas como En busca del unicornio de Juan Eslava Galán o El manuscrito carmesí e Antonio Gala; el Siglo de Oro aparece reflejado en El hereje de Miguel Delibes, El capitán Alatriste de Pérez Reverte y también sus novelas posteriores El asedio(2010) y El puente de los asesinos(2011). En esta tendencia cabría incluir los relatos sobre la Guerra Civil o la posguerra, que recuperan con cierta distancia la memoria de esta época. Entre ellos se pueden citar novelas como Luna de lobos de Julio Llamazares, Beatus Ille de Muñoz Molina , Soldados de Salamina de Javier Cercas, Las trece rosas de Jesús Ferrero o las más recientes como Los girasoles ciegos(2004) de Alberto Méndez, La noche de los tiempos (2010) de Muñoz Molina o Riña de gatos. Madrid 1936 (2010) de Eduardo Mendoza.  Novela intimista. Estas novelas están protagonizadas por una persona de mediana edad, habitualmente desconcertada y angustiada, que vive en un espacio urbano actual y cuyos problemas íntimos se abordan en el relato: amor, soledad, la propia identidad, la incomunicación… En ocasiones se difuminan las fronteras entre la vida real y el mundo de la fantasía. Ejemplos de estas

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novelas son La soledad era esto de Juan José Millás, Juegos de la edad tardía de Luis Landero, Contra muerte y amor de Marina Mayoral o Historia de un idiota contada por él mismo de Félix de Azúa.  Novela lírica o poemática. La llamada novela poemática aspira a convertirse en un texto creativo autónomo y a difuminar las fronteras con el género lírico. De claro tono subjetivo, manifiesta una marcada tendencia a la concentración máxima. Abundan el elemento onírico y las referencias a mitos y símbolos. El lenguaje se vuelve sugerente. Destacan Mazurca para dos muertos de Cela, Los santos inocentes de Delibes, La lluvia amarilla de Julio Llamazares o Son de mar de Manuel Vicent.  Metanovela. La metanovela consiste en incluir la propia narración como centro de atención del relato. Es la literatura dentro de la literatura. De hecho, el protagonista suele ser un escritor. Destacan El desorden de tu nombre de Juan José Millás, Gramática parda de García Hortelano o Juegos de la edad tardía de Luis Landero.  Novela testimonial. Es una tendencia minoritaria en la que sus autores construyen relatos sobre problemas sociales como la defensa de la condición femenina en Te trataré como a una reina de Rosa Montero o el mundo juvenil en Historias del Krónen de José Ángel Mañas. Casi todos los autores anteriores siguen publicando en la actualidad; cabe destacar la variedad de tendencias y estilos que cultivan y la curiosa mezcla de varias de ellas en una misma novela. Así ocurre, por ejemplo en Los enamoramientos de Javier Marías (2011, Premio Nacional de Narrativa 2012), o Ventanas de Manhattan (2011) de Antonio Muñoz Molina, a medio camino entre la novela y el libro de relatos. Los premios literarios siguen convocando a los escritores actuales más prestigiosos. En 2012 destacan el Premio Nadal otorgado a Álvaro Pombo por El temblor del héroe, el Premio de la Crítica a Ignacio Martínez de Pisón por El día de mañana o el Premio Planeta 2012 otorgado a Lorenzo Silva por La marca del meridiano. En lo que llevamos de 2013 destacan novelas como El lector de Julio Verne de Almudena Grandes, Música de cámara de Rosa Regás (Premio Biblioteca Breve 2013) o Estaba en el aire de Sergio Vila- Sanjuán (Premio Nadal 2013).

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