Teorías macro: anomia, legitimidad de las instituciones y eficacia colectiva

Teorías macro: anomia, legitimidad de las instituciones y eficacia colectiva Alfonso Serrano Maíllo María Fernanda Realpe Quintero PID_00183825 CC-B

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Teorías macro: anomia, legitimidad de las instituciones y eficacia colectiva Alfonso Serrano Maíllo María Fernanda Realpe Quintero PID_00183825

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Índice

Introducción...............................................................................................

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Objetivos.......................................................................................................

6

1.

El nivel de análisis macro o agregado.........................................

7

2.

La teoría de la anomia.....................................................................

8

3.

La teoría de la legitimidad de las instituciones........................

12

4.

La teoría de la desorganización social.........................................

17

4.1.

La formulación originaria y sus críticos .....................................

17

4.2.

La teoría ecológica contemporánea ............................................

19

5.

Inmigración y delito. La teoría de la revitalización de la inmigración.........................................................................................

23

La teoría de la eficacia colectiva...................................................

27

Resumen.......................................................................................................

32

Ejercicios de autoevaluación..................................................................

33

Solucionario................................................................................................

35

Glosario........................................................................................................

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Bibliografía.................................................................................................

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6.

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Introducción

"Lo que el hombre tiene de característico es que el freno a que está sometido no es físico, sino moral, es decir, social. Recibe su ley, no de un medio material que se le impone brutalmente, sino de una conciencia superior a la suya y cuya imperiosidad siente". Durkheim, 1897, pág. 269.

Comenzamos el estudio de la teoría criminológica contemporánea con las teorías macro. Estas teorías tratan de explicar las diferentes tasas de delincuencia experimentadas por países y regiones distintas; así como la influencia de elementos macro tales como la cultura, las estructuras sociales, etc., en el comportamiento individual, por regla general a través de variables más próximas al individuo. Esta parte de la criminología teórica ha sido hasta ahora menos desarrollada que la parte individual. Aun así, existen algunas aproximaciones prometedoras que han recibido una amplia atención teórica y empírica, como la teoría de la legitimidad�de�las�instituciones o de la eficacia�colectiva. Quizá no esté de más añadir que la primera de ellas se relaciona con la tradición de la anomia y de la frustración, mientras que la línea de la desorganización social y de la eficacia colectiva son plenamente consistentes con las tesis del control social. También aquí hemos incluido la teoría�de�la�revitalización�de�la�inmigración. El motivo es que el estudio de los inmigrantes suele hacerse considerándolos más una agregación de individuos con una determinada característica que como una variable más en un modelo complejo. Aunque veremos ejemplos de lo último, la regla es más bien la primera. Desde este punto de vista, la teoría de la revitalización de la inmigración se ubica en un nivel superior al individual y se preocupa más por si los inmigrantes como grupo delinquen más o menos que los nacionales que sobre cómo influye esta variable en los individuos. Es importante que un buen criminólogo no pierda de vista el problema de los niveles de análisis en ciencias sociales. Aunque en la actualidad se ha llegado a convertir en una exigencia para cualquier teórico explicitar el rol de variables macro en el comportamiento individual, no existen por el momento teorías que verdaderamente integren de modo plausible respuestas a preguntas sobre las tendencias individuales al delito y sobre tendencias agregadas al mismo. El test de las teorías macro se ha topado con los serios problemas que existen para medir la delincuencia y llevar a cabo comparaciones entre países y regiones.

Ejemplo Es muy habitual escuchar críticas a una teoría por su falta de atención a fenómenos que tienen lugar a otros niveles de análisis o incluso por sus supuestamente absurdas consecuencias para niveles para los que no está pensada. Esto es completamente ilegítimo.

Ejemplo Por ejemplo, al nivel de la comunidad o de la nación.

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Objetivos

En los materiales didácticos de esta asignatura, el estudiante encontrará las herramientas básicas para alcanzar los objetivos siguientes:

1. Comprender el problema de los niveles de análisis en criminología. 2. Familiarizarse con las principales teorías macro o agregadas en criminología. 3. Emplear los conocimientos que posibiliten el conocimiento y el análisis de la realidad del delito a nivel macro. 4. Reconocer la importancia de las estructuras agregadas en la conformación del individuo en general y del delito en particular. 5. Desarrollar una actitud abierta que facilite comprender las causas del delito.

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1. El nivel de análisis macro o agregado

El delito se puede estudiar y tratar de explicar a distintos niveles�de�análisis, macro o agregado y micro. Esta es una de las distinciones más importantes que deben hacerse en el ámbito de la teoría criminológica. Las teorías que hacen referencia a elementos�relativos�al�actor se ubican en el nivel individual o micro. Como se recordará, la mayor parte de las que estudiamos en Teoría criminológica I.Teorías clásicas eran teorías de esta naturaleza. Ello es comprensible porque se trata de la parte más desarrollada. Por el contrario, las teorías que se refieren a propiedades� de� la� estructura o�del�sistema�social, no de los individuos, se�ubican�en�el�nivel�macro�o agregado�de�análisis. 1) Una teoría macro suele referirse al delito en una sociedad u otra unidad agregada. Es decir, no tratan de responder por qué determinados sujetos cometen hechos delictivos; sino por qué en una sociedad existe un determinado volumen de delincuencia o por qué este aumenta o disminuye. La tradición de las teorías de la anomia, por ejemplo, suele responder a este esquema. 2) En otras ocasiones, las teorías macro se refieren a mecanismos agregados que tienen una incidencia indirecta en el comportamiento de los individuos. Ejemplo Un ejemplo es la sugerencia de que el nivel de pobreza de una comunidad desempeña un rol en la criminalidad de sus jóvenes debido a que aquella tiende a rebajar la calidad de la crianza de los padres (Sampson y Laub, 1993). Así, una característica estructural de una sociedad es relevante para comprender el comportamiento desviado de individuos concretos.

Lo ideal sería construir teorías que tomasen en cuenta tanto elementos socio-estructurales como individuales.

Aunque existen ejemplos que sugieren que teorías que tomen en cuenta variables de ambos niveles de análisis pueden ser posibles y pueden representar un avance en dicho sentido, como la teoría de la asociación diferencial de Akers, la verdad es que la labor es muy compleja. En este módulo vamos a estudiar algunas de las más importantes teorías macro en criminología.

Ejemplo No puede criticarse una teoría por no explicar algún elemento del delito que en realidad se ubica en un nivel de análisis distinto.

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2. La teoría de la anomia

El origen de la teoría de la anomia se encuentra en la obra El suicidio (1897), de Durkheim, una obra publicada a finales del siglo XIX. El trabajo de este autor es fundamental para las ciencias sociales y del comportamiento, tanto teórica como metodológicamente, y de hecho se la considera como uno de los pilares sobre los que se erigieron las mismas. En particular, Durkheim deseaba explicar en El suicidio que el comportamiento humano no sólo depende del libre albedrío, sino que se encuentra, al menos en parte, determinado por fuerzas que se encuentran fuera de su control y que incluso tienen una naturaleza social, o sea independiente de su persona.

La tesis es que existen fuerzas sociales que influyen en el comportamiento humano.

Más adelante repitió el mismo esquema en lo que puede considerarse su obra maestra: Las formas elementales de la vida religiosa (1912), donde mantiene que la religión es también un producto social. Durkheim (1858-1917) Durkheim (1858-1917) es, junto a Marx y Weber, uno de los fundadores de la sociología y su obra sigue siendo objeto de estudio en todas las universidades del mundo. Su obra es muy extensa, aunque debe destacarse Las formas elementales de la vida religiosa, quizá el único libro de sociología junto a La ética protestante y el espíritu del capitalismo de Weber que debería ser lectura obligatoria en unos estudios de criminología. La obra de Durkheim es reconocida en criminología como la inspiradora tanto de la tradición de la anomia/ frustración como del control social. La división del trabajo social, Las reglas del método sociológico, El suicidio y La educación moral son también importantes libros de este autor. Debe mencionarse que en la actualidad se está viviendo un renacimiento del interés por su trabajo, en particular por la relevancia que concede a la cultura y a la dimensión simbólica en la sociedad.

El autor eligió el suicidio, ya que este comportamiento tan radical parece intuitivamente que tiene que depender única y exclusivamente de una decisión personal. Recurriendo a estadísticas oficiales, Durkheim encontró cómo el número de suicidios de cada año y en diversas regiones no varía aleatoriamente de un año a otro, sino que sigue unas tendencias explicables a nivel social y que además son predecibles. El autor, en todo caso, distingue otros tipos de suicidios, como el egoísta y el altruista;

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"El suicidio egoísta procede de que los hombres no perciben ya la razón de estar en la vida; el suicidio altruista, de que esta razón les parece estar fuera de la propia vida; la tercera clase de suicidio [...] de que su actividad está desorganizada y de lo que por esta razón sufren" (1897, pág. 277).

En efecto, Durkheim encontró que ciertos factores sociales tienen una influencia agravante sobre las tasas de suicidios, como las crisis�económicas, pero que también las épocas de aumento�inesperado�de�bienestar elevan tal cifra. Por este motivo, razona el autor, no puede ser la penuria lo que explique el aumento de los suicidios ya que: "si las muertes voluntarias aumentasen cuando la vida se hace más ruda, deberían disminuir sensiblemente cuando el bienestar aumenta" (1897, pág. 257).

Durkheim sugirió que lo que verdaderamente afecta al suicidio es una situación que denominó anomia, que quiere decir ausencia�de�normas y que es resultante de tales coyunturas: "Solamente cuando la sociedad está perturbada, ya sea por crisis dolorosas o felices, por trasformaciones demasiado súbitas, es transitoriamente incapaz de ejercer esta acción [de límite social a las aspiraciones humanas]; y he aquí de dónde vienen estas bruscas ascensiones de la curva de los suicidios" (1897, pág. 269).

Frente a las sociedades básicamente agrícolas europeas anteriores al siglo diecinueve, en el mundo moderno se producen cambios muy rápidos y radicales que hacen que la gente ya no pueda confiar en las normas por las que han regido su conducta a lo largo de su vida, ni tampoco mantener sus expectativas, su visión del mundo, etc. Se produce una especie de sentimiento�de�provisionalidad en el que ya no está claro el sentido de la vida ni cómo conducirse por la misma. El debilitamiento de "todo un sistema de valores morales" –en especial la religión– también desempeña un papel en este escenario, puesto que ahora ya no puede moderar y controlar tales disfunciones: "El malestar que sufrimos [...] atestigua, no sólo una miseria económica crecida, sino una alarmante miseria moral" (1897, pág. 434).

Ante este panorama ocasionado por fuerzas a nivel social, el individuo se plantea si su vida tiene sentido y puede tomar la decisión de suicidarse. El planteamiento de Durkheim es claramente funcionalista: la estructura de una sociedad, en lugar de que los distintos elementos que la constituyen se interrelacionen sin graves roces, se moldea ahora de manera disfuncional o anómica. Puesto que recurre a fuerzas de nivel social para explicar comportamientos personalísimos, y además lo hace aplicando la metodología cuantitativa propia de las ciencias naturales, Durkheim debe ser considerado como uno de los fundadores de las ciencias sociales y de la criminología en concreto. Como es bien sabido, la caída del sistema de socialismo real a finales de los años ochenta ha provocado una serie de grandes y rápidos cambios en los países de aquel entorno. Estos mismos países han experimentado aumentos tam-

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bién espectaculares y vertiginosos en sus índices de delincuencia. En efecto, diversos autores han llevado a cabo rigurosos estudios para determinar estos índices y su evolución en las últimas dos o tres décadas. Kury (1991), por ejemplo, recurre a datos oficiales y encuestas de victimización, así como a estudios de otros criminólogos, y llega a la conclusión de que, en efecto y como era de esperar, el delito ha aumentado de manera muy considerable desde la caída de los regímenes socialistas. Estos países habían venido sufriendo tasas de delito muy por debajo de las de las naciones europeas occidentales, al menos oficialmente. Con el cambio de régimen, los índices se han disparado en muy poco tiempo, y el autor concluye que los mismos se han acercado mucho a los de las restantes naciones europeas o que incluso los han alcanzado. Kury, eso sí, hace un gran hincapié en las grandes dificultades que conlleva la medición del delito, quizá especialmente en ámbitos que carecen de una tradición democrática, así como en las cautelas que es menester observar. Según este criminólogo, la caída de dichos regímenes, "ocasionó cambios a todos los niveles [...] lo cual afectó grandemente a los ciudadanos, demandándose de ellos además un enorme grado de adaptación. La ruptura del marco social resultante fue una consecuencia inevitable de tan rápida y drástica transición desde un sistema social comunista-socialista a otro capitalista y de libre empresa. La retirada del Estado impuso el posterior y sustancialmente más exigente grado de autorresponsabilidad. Para un pueblo educado de una manera completamente diferente esto representaba una sobrecarga nada familiar que hizo que aparecieran sentimientos de inseguridad" (Kury, 1996, págs. 599-600).

El mismo autor continúa resaltando la rapidez de los cambios y que los ciudadanos e incluso el propio Estado se veían incapaces de adaptarse con la misma velocidad; cambios que incluían las experiencias, nuevas para ellos, del desempleo masivo y de encontrar en las tiendas numerosos artículos de consumo procedentes a menudo de Occidente, pero careciendo de los medios económicos precisos para adquirirlos. Como es fácil de imaginar, la tradición de la teoría de la anomia ofrece una explicación teórica plausible en este caso: un cambio repentino al que los ciudadanos difícilmente pueden adaptarse con rapidez puede provocar sentimientos de inseguridad y de falta de confianza en las normas, lo cual puede relacionarse con un aumento en los índices de delincuencia. El propio Kury acude a esta teoría y afirma que: "La reciente situación de anomia en los países de la Europa del Este ha tenido mucho que ver en el claro incremento de la delincuencia que muestran".

Aunque añadiendo que:

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"Como los factores criminógenos no conducen de una manera automática y directa a un incremento de la delincuencia. Los determinantes de la misma son extremadamente difíciles de determinar" (Kury, 1996, pág. 649).

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3. La teoría de la legitimidad de las instituciones

LaFree (1998) ha prestado también una gran atención a los índices agregados de delincuencia.

El énfasis no se pone ahora tanto en comparaciones internacionales como sobre todo en las tendencias del delito a lo largo del tiempo, sobre todo desde la Segunda Guerra Mundial.

Con este enfoque LaFree incorpora a la criminología de nivel macro la preocupación contemporánea por los análisis longitudinales, los cuales, como ya sabemos, toman varias mediciones del mismo fenómeno en distintos momentos temporales. El cuidadoso y matizado estudio que lleva a cabo le permite concluir que los índices de la delincuencia aumentaron en los Estados Unidos de Norteamérica ocho veces entre 1945 y el principio de la década de los noventa. Gary LaFree Gary LaFree es catedrático de Criminología y Justicia Criminal en la Universidad de Maryland y director del Consorcio Nacional para el Estudio del Terrorismo y de las Respuestas al Terrorismo (START), uno de los centros más importantes del mundo sobre este fenómeno. Ha sido presidente de la Sociedad Americana de Criminología. Sus libros más importantes son Rape and Criminal Justice, Losing legitimacy y, junto a Dungan, Putting terrorism in context (editores). En los últimos años ha centrado sus investigaciones en el terrorismo, materia en la que es una autoridad mundial. Es menester insistir en el cuidado�que�pone�el�autor a la hora de establecer las tendencias del delito a lo largo del tiempo. No son ningún secreto las graves dificultades que encierra la medición del delito. Para afrontar de la mejor manera posible dichos problemas, LaFree recurre a todos los medios de medición del delito de que dispone la criminología contemporánea −datos oficiales, estudios de victimización y estudios de autoinforme sobre todo− y los compara entre ellos; procede a desagregar las cifras según distintos tipos de delitos; o se preocupa por utilizar datos de agencias independientes, como es el significativo caso de la Organización Mundial de la Salud, que informa sobre homicidios. De este modo se puede tener confianza en los puntos de partida empíricos de su trabajo.

Más concretamente, de su análisis se derivan algunas importantes conclusiones. 1) En primer lugar, el aumento de los índices de la delincuencia no siguieron un ritmo regular, sino que a lo largo del tiempo pueden encontrarse tanto períodos de rápidos aumentos como otros de estabilidad. Especialmente importante es el hallazgo de que las tasas del delito en ocasiones varían de una manera "extremadamente rápida".

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Esto es fundamental porque llama la atención sobre la necesidad de teorías que sean capaces de explicar estos cambios repentinos, o sea, que en períodos de tiempo muy cortos el delito aumente de manera vertiginosa. 2) El autor también encontró que las tendencias del delito podían clasificarse en tres periodos bien definidos: uno con tasas de delito estables y moderadas que abarcaba de 1946 a 1960, siempre en el caso de los Estados Unidos de Norteamérica; otro con un incremento rápido, de 1961 a 1973; y, finalmente, otro con índices altos pero estables, de 1973 en adelante. 3) También se estableció que jóvenes varones de color desempeñaban un papel importante en la producción de las tendencias y tasas descritas. Naturalmente, una buena explicación teórica debería ser coherente también con estos dos últimos puntos. LaFree afirma que las instituciones tienen una importancia básica para la orientación y control de las acciones humanas, y, por lo tanto, también para el control del delito. Las instituciones�controlan�el�delito, a su juicio, a través de tres medios interrelacionados. 1) En primer lugar porque reducen�la�motivación�de�los�individuos�para�la comisión�de�hechos�delictivos. Ello es debido a que las instituciones son de entrada responsables de: "enseñar a los niños lo que es correcto y lo que está mal [...] tienen un enlace directo con nuestra motivación para delinquir" (LaFree, 1998, págs.. 75-76).

Otras instituciones pueden convencer a la gente de que no debe delinquir simplemente mostrándoles que son justas y que deben por lo tanto respetarse. 2) Las instituciones pueden servir�de�control�social, tanto formal como informal. Esto tiene lugar principalmente porque los individuos se encuentran inmersos en redes sociales que tienden a alejarles del delito. Instituciones como la familia o el trabajo a menudo funcionan como medios de control social informal del delito en este sentido. 3) Finalmente, las instituciones sociales pueden proteger�a�los�individuos de sufrir victimizaciones por delitos, o bien atenderles cuando les pasa algo malo. Cuando alguien comete un delito, al menos un delito considerado grave y rechazado por la mayoría de los ciudadanos, puede considerarse que las instituciones han fallado en su misión de canalizar por vías lícitas el comportamiento de dicho individuo. Así, si las instituciones pierden su capacidad para regular el comportamiento de sus miembros, entonces habrá más individuos

Ejemplo Esto, por ejemplo, sería difícil de explicar por parte de las principales teorías criminológicas tradicionales, las cuales recurren a mecanismos que sólo varían con una cierta lentitud, de modo que no son muy prometedoras en casos como el presente.

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motivados para delinquir; las instancias de control social formal e informal se debilitarán; y se perderá paulatinamente la capacidad de proteger a los ciudadanos frente a la victimización, siempre según LaFree. Por instituciones el autor entiende: "vías que siguen unos patrones y son ampliamente aceptadas, que las personas desarrollan para vivir juntas [...] Las instituciones incluyen modos apropiados, legítimos y esperados de comportamiento. Son guías sobre cómo deberíamos vivir y manejar nuestros asuntos, recordatorios diarios de si la conducta que realizamos es aceptable o inaceptable" (LaFree, 1998, pág. 71).

Las instituciones son imprescindibles para la vida en sociedad de unos seres que prácticamente han perdido sus instintos y que favorecen que las cosas sean predecibles en la vida cotidiana, que exista una confianza mínima; el delito, por supuesto, representa una seria amenaza para todo este entramado de confianza y capital social. LaFree considera que las principales instituciones en nuestras sociedades occidentales contemporáneas son de alguna de las siguientes naturalezas: •

política, referida a "mobilizar y distribuir los recursos para las metas colectivas";



económica, o sea la "producción y distribución de bienes y servicios"; y,



familiar, ámbito en el que tiene lugar principalmente la socialización de los niños (LaFree, 1998, págs. 78-83).

Ahora bien, en general: "las instituciones son más eficaces para la regulación de la conducta humana cuando los participantes perciben o asumen que son legítimas" (LaFree, 1998, pág. 75, negrita añadida).

Ello es debido a que, según LaFree, se dan los siguientes mecanismos: 1) las personas que creen más firmemente en la legitimidad básica o en la equidad de las leyes es mucho menos probable que las infrinjan; 2) en sociedades en las que las instituciones no se ven como legítimas es más difícil que los potenciales infractores interaccionen con sujetos empeñados en que las normas se respeten; 3) el declive en las instituciones económicas puede incrementar la motivación de los individuos por delinquir y reducir la eficacia de los controles sociales; 4) mientras que si las familias no funcionan adecuadamente pueden, no sólo socializar de manera poco adecuada a los niños y fracasar a la hora de controlarlos, sino que también serán menos efectivas a la hora de protegerles de la victimización.

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Precisamente aquí es donde ubica nuestro autor la explicación del aumento de la delincuencia en los Estados Unidos desde la Segunda Guerra Mundial, y más concretamente las tendencias concretas de los tres períodos que describe. Su propuesta es coherente con los hechos conocidos sobre el delito a nivel macro, sobre todo con que el delito puede aumentar vertiginosamente en períodos de tiempo muy cortos. El autor recurre aquí incluso al concepto de "crime�boom", que significa que en poco tiempo el delito aumenta en una buena medida y se estabiliza en este nuevo nivel superior, es decir, que ya no vuelve a reducirse con el paso del tiempo –como sería lo lógico si fuera debido a algún fenómeno coyuntural o pasajero. La legitimidad de las instituciones, al menos la de algunas de ellas, puede verse alterada en períodos de tiempo relativamente breves, como por ejemplo tras escándalos políticos o casos graves de discriminación racial, etc.

La teoría de la legitimidad de las instituciones mantiene que los índices de la delincuencia de Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial han estado determinados por el declive de la legitimidad de las principales instituciones.

En efecto, según LaFree, las principales instituciones de la sociedad americana han experimentado un marcado declive, sobre todo desde la Segunda Guerra Mundial y han visto que los niveles de confianza y legitimidad que despertaban han tendido a ser bajos. Esta falta de legitimidad ha determinado el aumento de la delincuencia y ha marcado los índices de la misma en los tres periodos antes reseñados. 1) La política ha generado en aquel país una gran desconfianza debido, entre otras cosas, a movimientos sociales y de protesta que comenzaron en los años sesenta. 2) Las desigualdades económicas han aumentado casi dramáticamente. 3) La familia tradicional ha visto cómo se disparaban las familias uniparentales y los índices de separaciones y divorcios. Las tres instituciones y sus pérdidas de legitimidad se encuentran, por supuesto, íntimamente relacionadas. LaFree reconoce asimismo que otros factores han influido en los índices de la delincuencia y en sus tendencias. Concluye el trabajo recomendando una serie de líneas de política criminal coherentes con la teoría de la legitimidad de las instituciones. La de la legitimidad de las instituciones es una teoría original, pero que según su principal proponente, descansa sobre otras tradicionales, todas las cuales tienen sus puntos débiles y sus puntos fuertes:

Crime booms en distintos países LaFree ha seguido estudiando la idea de los crime booms en distintos países, y ha encontrado que constituyen un fenómeno relativamente raro. Aparte del caso de Estados Unidos, hay ejemplos de crime booms en España, Costa Rica, Trinidad, Tobago y Venezuela −por mencionar sólo naciones sudamericanas (LaFree y Drass, 2002).

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"me baso en estas teorías anteriores para avanzar mi propia explicación de las tendencias del delito común en los Estados Unidos".

A nuestro juicio, la teoría de nivel macro que propone LaFree, sin negar su originalidad y personalidad propia, se ubica en el ámbito de las teorías�tradicionales�de�la�anomia. El propio autor parece situarse muy cerca de esta conclusión cuando, al señalar las aportaciones más prometedoras de los distintos enfoques teóricos tradicionales, reserva un lugar de privilegio a estas teorías: "ilustran la importancia fundamental de las instituciones económicas, políticas y educativas para el control del delito" (LaFree, 1998, pág. 69).

La teoría de la anomia es la que ocupa el lugar principal en la propuesta que nos ocupa, y las variables y los procesos de otros enfoques teóricos bien pueden interpretarse que entran en juego (sólo) de manera secundaria o indirecta.

Birbeck (2011) recogió datos sobre Venezuela relativos a los años setenta y principios de los ochenta. En ese período de tiempo, las tasas delictivas experimentaron un considerable aumento. Paralelamente, las instituciones del país tuvieron serias fluctuaciones que generaron una gradual pérdida de legitimidad. Con el propósito de evaluar la hipótesis de que existe una relación temporal entre estas dos situaciones, como predice el modelo teórico de "deslegitimización institucional" propuesto por LaFree, se examinó, en primer lugar, la legitimidad institucional en el país y, en segundo lugar, la tendencia de tasas delictivas relativas a cinco delitos distintos. El periodo total resultante fue de 45 años. Aunque ambas variables se asociaban de manera significativa con el empleo del coeficiente de correlación de Pearson, la relación desparecía cuando se aplicó un método estadístico adecuado para series temporales. La única excepción fue el robo, que se asoció con ciertas variables económicas y sociales, aunque no siempre en la dirección esperada según el modelo de LaFree (Birbeck, 2011).

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4. La teoría de la desorganización social

4.1. La formulación originaria y sus críticos Si se recuerda de Teoría criminológica I. Teorías clásicas, la Escuela�de�Chicago prestó una gran atención a la ecología humana, esto es a la influencia que el medio donde viven tiene en los individuos. En particular, la teoría de la desorganización social de Shaw� y� McKay (1942) es un hito en esta línea y tuvo una enorme influencia hasta los años cincuenta. Shaw y McKay encontraron que los delincuentes no se distribuyen en Chicago y otras ciudades norteamericanas de manera uniforme, sino que se concentran en determinadas zonas. Los delincuentes, en concreto, procedían principalmente de las zonas adyacentes al distrito central de negocios e industrial, y de esta zona central misma, y esta�concentración�iba�disminuyendo�según�las�áreas�de�residencia�iban alejándose�del�centro. La investigación utilizó datos oficiales, y más concretamente a series de chicos que habían sido llevados ante el Tribunal de Menores por la presunta comisión de un hecho delictivo, de chicos que habían sido enviados por dicho Tribunal a instituciones correccionales y de presuntos delincuentes arrestados. Concretamente, se trataba de áreas caracterizadas por estas tres notas siguientes a nivel agregado: •

un estatus socio-económico bajo;



una alta movilidad de la población, y



concentración de grupos pertenecientes a minorías.

Igualmente, el estudio estableció que las�zonas�con�un�elevado�número�de delincuentes�se�mantenían�a�lo�largo�del�tiempo, incluso aunque sus habitantes cambiaban. En efecto, los nuevos inmigrantes, según iban llegando al país, tendían a concentrarse en las áreas más desfavorecidas y con mayor delincuencia de la ciudad; pero, poco a poco y con el paso del tiempo, todos los grupos�de�inmigrantes�lograban�salir�de�aquellas�zonas�para�establecerse en�otras�mejores, siendo, eso sí, sustituidos en las menos favorecidas por las nuevas oleadas de los recién llegados. Según abandonaban estos barrios, comenzaba a descender vertiginosamente el número de arrestos o de comparecencias ante el Tribunal de Menores por la presunta comisión de delitos de que estos grupos eran protagonistas.

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El enfoque fue objeto de serias críticas: 1) El concepto de desorganización social es impreciso, de modo que es un constructo difícilmente útil para la teoría criminológica. 2) Lo que se entiende como desorganización social es más bien un prejuicio de los investigadores debido a la falta de familiaridad con los barrios más desfavorecidos de la ciudad (Cohen, 1966). En particular, lo importante es que también en estos barrios existe, sin duda, una organización social.

En un conocido trabajo, Whyte (1993) vivió durante un tiempo en un barrio poblado por inmigrantes italianos, al que llamó Cornerville, y concluyó que, en efecto, también en dicho lugar existía una organización social que contrastaba con la imagen que sugería la teoría de Shaw y McKay. En el barrio existe una organización mediante bandas de jóvenes, una cierta organización política, una organización ciudadana que planea actividades, incluso una organización de actividades ilegales que tiene sus propios contactos con la policía, entre otros ejemplos. Whyte recurre a la metodología�cualitativa de la observación participante −de hecho estuvo viviendo con una familia italiana que tenía un restaurante−, y afirma que la imagen es muy diferente de la que arrojan las estadísticas o las impresiones superficiales de quien simplemente visita el barrio: "Para el resto de la ciudad (o sea, los que no son inmigrantes italianos) es un área misteriosa, peligrosa y deprimida [...] La gente respetable tiene acceso a un cuerpo de información limitado sobreel barrio [...] Una cosa está mal en ese cuadro: no hay seres humanos en él. Aquellos que están preocupados por Cornerville buscan contestar mediante una investigación (survey) general preguntas que requieren el conocimiento más íntimo de la vida local" (Whyte, 1993, cap. xv). Para Whyte, la razón de la depresión del barrio no tiene que ver con la falta de organización social interna del mismo, sino con la falta de poder de la comunidad respecto a la ciudad en general: "El problema del barrio, dicen algunos, es que es una comunidad desorganizada. En el caso de Cornerville, este diagnóstico es extremadamente desorientador. Por supuesto, existen conflictos en Cornerville. Los chicos de las esquinas (corner boys) y los del colegio (college boys) tienen estándares de comportamiento diferentes y no se entienden entre sí. Existe un choque entre generaciones, y, según una generación sucede a la otra, la sociedad se encuentra en un estado de cambio −pero incluso ese cambio es organizado. El problema de Cornerville no es la falta de organización, sino el fracaso de su propia organización social para engranarse en la estructura de la sociedad que se encuentra a su alrededor" (Whyte, 1993, págs.. 272-273).

3) Desde el punto de vista empírico, se reprochó a Shaw y McKay algunos importantes problemas metodológicos. Entre estas críticas destaca la que se refiere al recurso de estos autores a datos oficiales: los mismos podían estar fácilmente sesgados y mostrar un reflejo distorsionado de la realidad. Aunque los autores lograron reunir un cuerpo de evidencia aparentemente favorable impresionante, que reflejaba tendencias generales en muy diversas ciudades americanas, diversas investigaciones y reflexiones críticas pusieron en duda la solidez de la teoría. Como resultado de todo ello, la teoría de la desorganización social fue prácticamente�abandonada por parte de la criminología mayoritaria.

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4.2. La teoría ecológica contemporánea En los últimos años, la teoría ecológica o teoría de la desorganización social ha visto cómo volvía a recibir un importante impulso por parte de la criminología mayoritaria, pudiendo hablarse de un verdadero renacimiento. Este renacimiento se encuentra íntimamente vinculado sobre todo a determinados criminólogos concretos. A nuestro juicio, además de esta revitalización de la tradición ecológica, las nuevas investigaciones tienen como principal mérito el haber destacado la importancia que el medio físico −el�barrio sobre todo− tiene para la comprensión del fenómeno delictivo, pero también su enorme complejidad. Si se recuerda, uno de los hallazgos de Shaw y McKay fue que aquellas áreas en las que se concentraba el delito continuaban siendo las más peligrosas incluso cuando los respectivos grupos nacionales que habían emigrado a Estados Unidos mejoraban su situación y salían de esas zonas. O sea, que los mismos barrios mantenían sus altos niveles de delito aunque sus pobladores eran distintos. Bursik�y�Webb (1982) volvieron a testar esta hipótesis y encontraron que la misma sólo podía explicarse siguiendo la argumentación teórica de los primeros, hasta 1950. A partir de dicha fecha los barrios en que se producen cambios también ven afectados sus índices de delincuencia. El trabajo no concluye que deba abandonarse el modelo, sino que en dichos procesos de transmisión�de�la�delincuencia entran en juego más factores y son más complejos de los que Shaw y McKay pudieron imaginar en su tiempo y que se trata de un proceso marcadamente dinámico. Bursik y Webb destacan que el papel decisivo en los índices de delincuencia es desempeñado por los cambios que se producen en los barrios, así como por la naturaleza de los cambios, pero no por los grupos�de�personas que habitan los mismos. De este modo se destaca la importancia de la tradición ecológica en criminología. Si se recuerda, otras de las críticas que recibió el trabajo de Shaw y McKay es que se basaba en datos�oficiales�sobre�arrestos. Era posible, en efecto, que estos datos exageraran el volumen de delito de las zonas más peligrosas porque la policía tendiese a patrullar más por ellas y tendiese a llevar a cabo más arrestos en las mismas. Se trataba de una fuerte crítica metodológica. Sampson (1986) investigó esta hipótesis −la hipótesis�de�la�contaminación�ecológica− y, para complicar las cosas un poco más, encontró que era bastante verosímil.

Alteración del medio urbano por decisiones institucionales Es menester señalar que Bursik y Webb (1982) hacen referencia ya al hecho de que decisiones institucionales −hasta cierto punto distintas, entonces, de procesos puramente naturales− pueden alterar profundamente el medio urbano −en este caso se trataba de dos decisiones del Tribunal Supremo de Estados Unidos. Se trata de un nuevo factor que hay que tomar en cuenta si se aspira a comprender en profundidad estos procesos.

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En efecto, en su estudio, llevado a cabo con una muestra con datos de la ciudad de Seattle, la policía tendía a arrestar y a fichar en los barrios con un estatus socio-económico más bajo. Este hallazgo ha tenido la consecuencia de que se han tenido que extremar las precauciones a la hora de realizar mediciones recurriendo a datos oficiales, o bien buscar métodos alternativos. Esta advertencia también ha contribuido a destacar las dificultades que presenta el estudio ecológico del delito. Como sabemos, el modo decisivo para comprobar la verosimilitud o falsedad de una teoría es someterla a análisis empíricos. Pese a la enorme influencia del trabajo de Shaw y McKay, Groves y Sampson (1989) llamaron la atención sobre el hecho de que la teoría de la desorganización social no había sido nunca testada directamente. Si la misma llegó a perder su lugar de privilegio en la criminología contemporánea, pues también había sido por razones distintas de las estrictamente empíricas. Los autores se propusieron de este modo llevar a cabo una investigación orientada precisamente a dicho fin. Aunque también vimos que la misma no fue desarrollada de manera concisa, de la teoría de la desorganización social puede derivarse la hipótesis fundamental de que cuando en una comunidad se dan: 1) Un estatus�socio-económico�bajo; 2) Una alta�movilidad�de�la�población; y, 3) Una heterogeneidad�étnica�o�nacional, tiende a producirse una desorganización social en dicha comunidad, lo cual se traduce en incrementos en las tasas de delito en la misma. En realidad, la primera variable –que el delito se concentra en los barrios más desfavorecidos económicamente– sí tenía un sólido apoyo empírico, no así las otras dos ni la teoría en su conjunto. En realidad, lo que Groves y Sampson testaron fue una extensión del modelo original de Shaw y McKay; de la misma, lo más importante a los efectos que nos interesan es la incorporación de la siguiente variable: 4)�Deterioro�familiar. Esta variable también debía contribuir al delito, se hipotetizaba cuando en un barrio se concentraban familias deterioradas, como es el caso de familias con niños en las que sólo quedaba la madre.

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Para evitar los problemas derivados de los datos oficiales, aunque también por otras razones metodológicas, los autores utilizaron datos del primer estudio de victimización de Inglaterra y Gales (British Crime Survey). Como ya se ha dicho, en estos estudios se pregunta a una muestra de personas sobre los delitos que han sufrido, así como sobre otras cuestiones. Los autores también recurrieron a estudios de autoinforme, en los que los sujetos señalan los delitos que ellos mismos han cometido. En esta situación, Sampson y otros autores han señalado que a menudo la idea de desorganización social, denominación que puede ella misma no ser muy afortunada, no ha sido siempre bien entendida. La idea no implica que en una comunidad o en un barrio exista el caos, sino que al contrario pueden encontrarse perfectamente organizados. Esto resulta paradójico pero los estudios de Whyte apuntaban en esta dirección. Lo que ocurre es que la comunidad puede estar organizada para ciertas cosas, pero no para protegerse del delito y otros comportamientos desviados. Esta es la idea de desorganización social o de "eficacia colectiva": la�comunidad�no está�organizada�para�protegerse�del�delito (Sampson, 2002). Hasta ahora hemos visto cómo la tradición ecológica ha vuelto a ocupar un lugar de privilegio en la criminología contemporánea. Ahora bien, también ha quedado claro lo complejo del estudio en este terreno. 1) Los procesos� que� tienen� lugar� en� una� comunidad, y que afectan a los índices de delito, no tienen un carácter estático, sino dinámico, de modo que pueden verse alterados con el paso del tiempo y la aparición de nuevos fenómenos, nuevas relaciones, etc. 2) Las dudas que han despertado los datos oficiales han obligado a extremar las cautelas y a recurrir a metodologías alternativas, como los estudios de victimización o la filmación en vídeo de los barrios. 3) Los modelos�teóricos que se precisan para analizar procesos ecológicos son más complejos de lo que en un principio parecía adivinarse (Bursik y Gramick, 1993). 4) Los índice�del�delito�de�una�comunidad, sus tendencias, etc. no dependen sólo de los distintos procesos que tienen lugar en el seno de esta comunidad, sino que también influyen procesos externos que acontecen en otras comunidades o barrios, sobre todo las circundantes. En efecto, las comunidades no son algo cerrado, aislado, sino que se relacionan íntimamente con el exterior. Fenómenos que tienen lugar en comunidades externas, sobre todo si son cercanas, pueden tener un fuerte impacto en el barrio de que se trate (Heitgerd y Bursik, 1987).

Estudio de victimización de Inglaterra y Gales Es importante señalar que el estudio de victimización de Inglaterra y Gales es uno de los mejores y más completos en su género.

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5) En ocasiones es incluso posible que una sólida�organización�social�o�eficacia�colectiva produzca delitos bajo ciertas circunstancias. Es lo que se conoce como comunidad�que�se�defiende. Ejemplos de ello pueden ser barrios que se movilizan para evitar que determinados comportamientos −tales como la prostitución o el consumo de alcohol en la calle− se prodiguen en sus calles, y para ello pueden incurrir en hechos delictivos (Hirsch, 1998).

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5. Inmigración y delito. La teoría de la revitalización de la inmigración

Algunos enfoques criminológicos predicen que los inmigrantes deberían participar en la delincuencia en mayor grado que las personas autóctonas del país. Por ejemplo, los inmigrantes pueden encontrar problemas de integración y asimilación cultural. La tradición de la desorganización social, por el contrario, se relaciona con lo contrario y con que si las tasas de arrestos son superiores a la de los ciudadanos, como ocurre en algunos lugares del mundo, ello no es debido a ninguna característica propia de los inmigrantes. Como acaba de mencionarse, una parte importante de la doctrina sugiere que el extranjero delincuente tiene probablemente mayores probabilidades de ser denunciado, y mayores probabilidades de ser detenido y, tras pasar por el sistema de justicia penal juvenil, ser encarcelado; aunque la evidencia dista de estar totalmente clara (Albrecht, 1997). 1) Las teorías�de�la�desigualdad�de�oportunidades destacan las estructuras sociales y materiales que dan forma a los valores y actividades de los grupos en la sociedad. Dado que no todos los grupos sociales tienen el mismo acceso a las oportunidades legítimas para la obtención de riqueza y estatus social, algunos sujetos innovarán para tomar ventaja de las oportunidades ilegítimas a su alcance (Merton, 1968). 2) Otros autores han destacado que valores� culturales también podrían desempeñar un papel en la participación criminal, y en particular en la delincuencia de los jóvenes inmigrantes. Para una versión extendida de la teoría cultural, el derecho penal refleja los valores de los grupos de interés dominante en la sociedad, mientras que los valores de otros grupos sociales, particularmente los de los inmigrantes, son diferentes. Así, los inmigrantes, al mantener como normas de referencia y de comportamiento las de su cultura de origen, pueden entrar en conflicto con las normas sociales y culturales de los países a los que emigran. En casos en los que los códigos culturales de los grupos dominantes y los grupos subordinados entran en conflicto, los agentes de la ley etiquetan como desviada la conducta de los miembros de las clases subordinadas (Cano, 2006). En realidad, las teorías culturales o subculturales presentan importantes problemas. Para el caso de la delincuencia de inmigrantes, Orobio de Castro y Junger (2006) afirman que:

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"no se ha realizado prácticamente ninguna investigación destacada en apoyo de las hipótesis de especificidad cultural [...] Tan sólo se han presentado hallazgos anecdóticos"

Así como que: "Muy pocos estudios han abordado científicamente factores culturales específicos. Las pruebas limitadas indican que los valores morales medios de la juventud inmigrante no difieren de los valores de la juventud holandesa".

La evidencia empírica respalda la falta de conexión entre inmigración y delincuencia. 1) Serrano Gómez (1969) encontró ya que muchos inmigrantes tienen la intención de trabajar y delinquen menos que los nacionales, y apunta para ello diversas razones. Más recientemente, retomando estas reflexiones, insiste en que: "el inmigrante legal que viene a trabajar no suele crear problemas de criminalidad"; "El inmigrante con contrato de trabajo suele delinquir menos que los nacionales del país que les acoge: lo que quieren es trabajar, conseguir dinero para enviar a su familia o regresar a su país" (2004).

Algunas importantes investigaciones a nivel comparado respaldan, con carácter más general, este hallazgo de que los inmigrantes tienden a delinquir menos que los nacionales, sobre todo si se les compara con nacionales expuestos a las mismas condiciones criminógenas que ellos. 2) Martínez y Nielsen (2006) estudiaron la violencia entre los inmigrantes de color haitiano −esto es, latinos y no afroamericanos− en la ciudad de Miami, y la compararon con la de otros grupos. Los autores encontraron que los haitianos eran, frente a afroamericanos, latinos y personas de raza blanca, los que tenían menores tasas de victimización en los delitos de referencia. La conclusión, pues, es que, a pesar de las tremendas condiciones de desventaja que experimentan los haitianos −individuos de color con un estatus inmigrante−, sus tasas de violencia son relativamente bajas. Más allá e igualmente importante, el propio barrio de Little Haiti puede ofrecer una protección frente al delito. 3) Martínez (2002) recopiló casi 3.000 informes de la policía sobre homicidios de Miami y los ubicó geográficamente en los barrios y comunidades en los que habían tenido lugar. Tras numerosas comparaciones y exploraciones, el autor concluye que: "el supuesto vínculo inmigración/delito ha tenido una influencia relativamente pequeña en los latinos" (2002, pág. 3).

Y coincide con que los delitos de los que son responsables los latinos −de nuevo inmigrantes o con un estatus inmigrante− son menos de los que cabría esperar atendiendo a sus condiciones de vida.

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4) Del mismo modo, Sampson y otros (2005) llevaron a cabo un importante estudio longitudinal de panel que incluía a jóvenes blancos, negros y latinos. Tanto los jóvenes como las personas adultas que los tenían a su cargo fueron entrevistados tres veces. Un hallazgo fundamental es que ser inmigrante de primera generación reducía la probabilidad de cometer delitos, esto es, que era un factor protector, frente a los de tercera o superior generación; y que incluso ser inmigrante de segunda generación era un factor de protección. 5) El propio Sampson (2006c) mantiene en un artículo titulado de modo significativo "Puertas abiertas no invitan criminales" que la inmigración que han venido experimentando los Estados Unidos desde los años noventa ha sido una causa del descenso en las tasas de delincuencia de dicho país desde entonces. 6) La mayor parte de los trabajos anteriores hacen referencia al nivel agregado de análisis y se preguntan por los inmigrantes como grupo, esto es, considerados de modo agregado. Serrano Maíllo y sus colegas (2008) estudiaron si, a nivel individual, existían diferencias entre inmigrantes y nacionales en una muestra de jóvenes internados en centros de menores de la Comunidad de Madrid. Estos autores no encontraron diferencias significativas entre unos y otros. Aunque añaden varias potenciales interpretaciones, concluyen que no hay pruebas de una mayor criminalidad de los inmigrantes en delincuentes juveniles serios. Del mismo modo, añaden que podrían existir subgrupos diferenciados dentro de los que hemos denominado sujetos con un "estatus inmigrante", y que simplemente sólo algunos subgrupos fueran especialmente tendentes al delito o se encontrasen marcadamente protegidos frente al mismo. Existen, en fin, muchos más estudios y valoraciones que apuntan que, en efecto, los inmigrantes de primera generación tienden a delinquir menos, desde luego, que los nacionales en circunstancias semejantes. O sea, sobre todo si se tiene en cuenta que los inmigrantes tienden a ser más jóvenes, a encontrarse desaventajados socio-económicamente, a vivir en barrios pobres, etc., esto es, a estar expuestos a condiciones criminógenas, entonces parece claro que, como mínimo, delinquen menos de lo que cabría esperar. Ello constituye quizá una paradoja si se considera la percepción social probablemente predominante, y algunos autores hablan incluso, siguiendo a Rumbaut, de la "paradoja de�la�inmigración" (Martínez, 2006). A nivel de las comunidades, se ha teorizado que ello podría ser debido a que la inmigración tuviera un efecto organizativo en las comunidades, al menos bajo ciertas condiciones. Ello se conoce como la perspectiva�de�la�revitalización de�la�inmigración.

Ejemplo En efecto, la investigación teórica y empírica en el terreno de la criminología mantiene de modo convincente que la categoría inmigrante −o, por ejemplo, otras como raza, etnia, nacionalidad, etc.− por sí misma, en sentido global no parece tener una gran repercusión en la criminalidad y el delito, pero que ello no puede ocultar la necesidad de utilizar distinciones más específicas, por ejemplo, grupos particulares de inmigrantes según su procedencia o generación a la que pertenecen (Albrecht, 1997).

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A su tenor, cuando los inmigrantes, en especial cuando constituyen un grupo relativamente homogéneo, llegan a una comunidad y viven en la misma, pueden aparecer nuevas formas de organización social, reforzarse instituciones ya existentes en el área y aumentar, de este modo, los controles sociales informales de dicha comunidad o barrio (Martínez, 2006). A modo de conclusión, Albrecht afirma que: "No existe evidencia de que −por sí mismas− variables referidas a la etnia o a la nacionalidad sean útiles y significativas en la investigación etiológica" (1997, pág. 88).

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6. La teoría de la eficacia colectiva

La idea de control�social�informal desempeñó un papel muy importante en el (heterogéneo y rico) marco teórico y en los estudios de la Escuela de Chicago y en el extraordinario trabajo de McKay y Shaw −cuya lectura todavía a día de hoy sigue resultando impactante−, el cual, en la línea de la teoría clásica de la desorganización social, desde luego, tenía un carácter más bien integrado. Uno de los conceptos clave que algunos teóricos han introducido en el debate es el de eficacia�colectiva. Este concepto y esta línea de investigación pueden entenderse, quizá, como una superación de otros alternativos, incluyendo el de (des)organización social. En efecto, constructos como los de desorganización social –recién mencionado–, control social, vínculos o lazos sociales o capital social han ido encontrando acomodo en las líneas de teorización e investigación. Todos estos conceptos, entre otras razones tan poderosas como que incluyen el afán de los teóricos por definir la idea intuitiva que subyace a sus planteamientos y que todos ellos adolecen de un cierto grado de imprecisión, tienden a solaparse entre ellos en alguna medida. El concepto de eficacia colectiva, por su parte, tiene ciertas especificidades frente a los anteriores y, desde luego, algunas ventajas teóricas. El mismo tiene un carácter positivo y global que en buena medida le caracteriza y delimita frente a sus compañeros, sobre todo frente a algunos –si bien no importa insistir en el solapamiento. Robert Sampson Robert Sampson es uno de los criminólogos más influyentes. Aunque sus intereses son amplios, es especialmente conocido por sus contribuciones a las teorías del control social y a la teoría ecológica contemporánea. Sus principales libros son Crime in the making (1993), Shared beginnings, divergent lives (2003) y el inminente Great American city (2011), los dos primeros junto a Laub y todos ellos de lectura obligatoria para cualquier criminólogo con una orientación teórica. Ha sido estudiante de Michael Hindelang y de Travis Hirschi.

En efecto, conceptos como los de control social o desorganización social tienen una orientación algo más negativa. Evocan instituciones o fuerzas sociales que limitan las actividades de los individuos. Por el contrario, la idea de eficacia colectiva evoca la capacidad de una comunidad para lograr objetivos comunes cuando así se lo propone y lucha por alcanzarlos. Esta naturaleza positiva de la eficacia colectiva proviene también de su evocación de comportamientos activos y no meramente pasivos, como en el caso, de nuevo, de la desorganización o el control social. La teoría de la eficacia colectiva asume algunas importantes deficiencias de la teoría de la desorganización social para proponer una especie de renovación de la misma, aunque en la misma tradición −y así quizá sea adecuado hablar de una evolución del concepto. Algunas de estas deficiencias se corresponden con

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las críticas que acabamos de señalar en el epígrafe anterior. Sampson las revisa en el tono mencionado. En la época de la Escuela de Chicago, desde finales del siglo XIX y hasta muy entrado el XX, todavía era posible encontrar con una cierta habitualidad barrios que se correspondían con pequeñas comunidades, casi como pueblos dentro de una ciudad, donde mucha gente se conocía, etc. En la actualidad, ejemplos de esta naturaleza son cada vez más raros en las ciudades contemporáneas, que se caracterizan por la confluencia de extraños y donde éstos pueden provocar sentimientos negativos como el miedo. En las comunidades contemporáneas no parecen existir vínculos fuertes entre los habitantes y las interacciones a menudo son inexistentes, como cuando en un edificio de pisos grande casi ningún vecino se conoce. A pesar de ello, algunas de estas comunidades se caracterizan por tener unas bajas tasas delictivas. Como también sabemos, cada vez se ha hecho más difícil para teóricos e investigadores estudiar los desarrollos internos de las comunidades; la teoría de la eficacia colectiva entiende que lo que pasa en una de ellas depende de modo esencial de lo que pasa en las cercanas, esto es, en palabras de Sampson, que los "barrios vecinos de los barrios" son relevantes (2006b, pág. 132). Finalmente, se hace imprescindible encontrar definiciones y formas de operacionalización de los barrios o comunidades que sean válidas para la teorización e investigación empíricas. Paradoja El profesor de Harvard añade algunas interesantes consideraciones más sobre la idea de control en la teoría de la desorganización social, entre las que se encuentra el hecho de que vínculos sociales sólidos pueden favorecer la aparición de bandas de delincuentes o bien el tráfico de drogas en una comunidad, con la consecuencia de que favorecen, paradójicamente, la delincuencia en la zona.

El propio Sampson (2006a) revisa parte de la evidencia empírica en el estado actual de la investigación, la cual es relevante tanto para una crítica constructiva de las tesis de la desorganización social como para la propia teoría de la eficacia colectiva. Algunas de ellas también nos serán ya familiares. 1) En primer lugar, parece confirmarse la concentración de múltiples formas de desventaja, o sea, que en las mismas comunidades en las que se concentra el delito también se concentran otros problemas de diversa naturaleza, por supuesto sociales. Entre los mismos se encuentran la mortalidad infantil, recién nacidos con bajo peso, fracaso escolar, maltrato infantil, etc. 2) Respecto a la variable heterogeneidad étnica o racial, la evidencia no ha confirmado que, por sí misma, contribuya directamente al delito o la violencia, y lo mismo puede decirse de la variable densidad de población, siempre según la revisión de la literatura de Sampson. 3) Del mismo modo en que la pobreza puede contribuir a la delincuencia, la concentración de familias o personas con medios económicos puede servir de factor protector frente a ese mismo resultado.

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El mecanismo fundamental de la teoría es, por supuesto, la eficacia�colectiva −aunque, como veremos, no es el único. Pese a que una comunidad puede tenerlo todo −esto es, puede tener una densa red de vínculos sociales− para prevenir el delito, así como lograr otras metas que se proponga, es fundamental que los habitantes estén dispuestos a intervenir en beneficio de la comunidad. Siguiendo siempre a Sampson, esta situación tenderá a ocurrir en condiciones de "confianza mutua y expectativas compartidas entre los residentes" (2006a, pág. 37). Esto quiere decir que fijarse en los vínculos sociales puede no ser tan decisivo como creía la teoría de la desorganización social, ya que incluso vínculos débiles pueden ser efectivos, mientras que vínculos sólidos sin la voluntad de implicarse son irrelevantes para el control y prevención del delito en la comunidad de que se trate. O sea, que: "Una cierta densidad de redes sociales es esencial [...] Pero al punto teóricamente clave es que las redes tienen que activarse para resultar en última instancia significativas" (2006ª, pág. 39).

En ocasiones, una comunidad en la que apenas existen vínculos sociales débiles, como cuando la gente casi no se conoce, es capaz de generar eficacia colectiva −esto es, algo novedoso, que la teoría ni siquiera requiere necesariamente de la existencia de vínculos sociales. En términos de medición del constructo eficacia colectiva, Sampson (2006a) reconoce la existencia de diversas posibilidades que ha planteado la doctrina, pero parece sugerir que dos variables son especialmente válidas: la capacidad�para�el�control�social�informal y la cohesión�social. La teoría de la eficacia colectiva, pues, conserva de modo claro el elemento del control, que como vimos también caracterizaba a la de la desorganización social, al menos de acuerdo con algunas interpretaciones −desde luego la aquí seguida. Este concepto de eficacia colectiva se relaciona con otra idea sobre la que el autor lleva tiempo reflexionando, como es la de capital�social. El problema es que a veces no se ha logrado una definición suficientemente clara en criminología. En una de sus últimas publicaciones, Sampson afirma que su "orientación conceptual es consistente con la redefinición de Portes y Sensenbrenner (1998) de capital social en términos de 'expectativas de acción' dentro de una colectividad" (2006a, pág. 39, énfasis añadido).

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Otra dimensión de la teoría de la eficacia colectiva son las actividades�rutinarias, que proporcionan oportunidades para el delito y para encuentros que pueden derivar en problemas −tesis éstas de las actividades rutinarias con las que ya estamos familiarizados. La tradición ecológica también ha concedido gran relevancia a la infraestructura�organizativa�de�una�comunidad. En efecto, una de las hipótesis habituales es que la existencia de organizaciones −y un ejemplo habitual en la literatura son los clubs de jóvenes− actúa como freno al delito. Sampson y sus colegas reconocen esta idea y la incluyen en la teoría. Ahora bien, estos autores aclaran que no puede confundirse la mera existencia de organizaciones con la efectiva participación de las personas de la comunidad en las mismas; y que, en segundo lugar, una organización será efectiva para la prevención del delito, así como para lograr otras metas, cuando sus intereses coincidan con los de la comunidad. Piénsese en el caso de una Universidad ubicada dentro de una ciudad. La misma puede contribuir a que el transporte público llegue a la zona, por ejemplo, si desea facilitar el acceso por dicho medio a sus alumnos; o bien puede no contribuir o incluso convertirse en un poderoso freno si considera que sus alumnos prefieren ir en automóvil y entonces su prioridad es aislarse de una comunidad circundante de la que recela.

En ocasiones, una organización o un grupo de organizaciones puede, sin necesidad de contar con la participación de los residentes, lograr controlar y prevenir el delito por ella o ellas mismas (Sampson, 2006a). Para los defensores de la teoría de la eficacia colectiva, esta es una tesis en desarrollo, a la que le queda por avanzar. Por ejemplo, Sampson (2006a) concede que existen todavía importantes retos que la teoría ha de afrontar con seriedad, algunos de naturaleza empírica y otros teórica. Por ejemplo, la crítica tradicional de que no se trataría en realidad de características de los barrios o comunidades, sino de los tipos de personas que terminan residiendo en determinados lugares −si se recuerda, justamente la idea contra la que reaccionó la tradición de la desorganización social−; la necesidad de valorar correctamente los mecanismos causales implicados; problemas metodológicos propios del estudio de barrios; una buena definición y delimitación del concepto de eficacia colectiva; o la necesidad de evaluar la teoría en países distintos a Estados Unidos, entre otras cuestiones.

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Sampson y sus colegas (1997) realizaron un test de la teoría. Para medir el constructo clave de eficacia colectiva, recurrieron a encuestar a los habitantes de las distintas comunidades e interrogarles, por un lado, sobre si creían que sus vecinos colaborarían para solventar potenciales problemas sociales, tales como el cierre potencial de algún servicio en el barrio por un recorte presupuestario o niños que hacen novillos y pasan el tiempo juntos sin hacer nada; y por otro, sobre el grado de confianza mutua, disposición para ayudar, etc. En ello los autores recurren a las ideas de capacidad para el control social informal más cohesión social. Los autores hallaron que, en efecto, la eficacia colectiva se relacionaba con tasas menores de violencia. A tal fin, recurrieron a procedimientos estadísticos sofisticados que permitían tomar en cuenta que las variables independientes se ubicaban en distintos niveles de análisis (métodos jerárquicos o multinivel) y controlar diversas variables potencialmente intervinientes. Concretamente, una elevación en dos desviaciones típicas se relacionaba con una reducción del 26% en la tasa de homicidios.

Este estudio, sin embargo, ha recibido algunas críticas, y algunos autores señalan que la evidencia es poco clara. Junto a este estudio, existen algunas otras pruebas favorables a la teoría, pero son, de momento, indirectas y por lo tanto, no concluyentes. Más concluyente parece ser el estudio de Simons y sus colegas (2005), que incluía medidas de eficacia colectiva y de educación por parte de los padres.

Estos autores llevaron a cabo un estudio longitudinal con una muestra basada en setecientas familias de color de los estados norteamericanos de Georgia e Iowa. Para la medición de la eficacia colectiva recurrieron al planteamiento de Sampson y sus colegas. Los autores hallaron que, en efecto y como predice la teoría, existe una relación directa entre eficacia colectiva y delincuencia, en el sentido de que esta se reduce cuando aquella predomina en una comunidad. No sólo eso. Los autores también encontraron que la eficacia colectiva de un barrio mejoraba la calidad de la educación que los padres que residían en la zona daban a sus hijos, y que también lograba rebajar la influencia de la afiliación a pares problemáticos.

Este trabajo, por lo tanto, sugiere que la eficacia colectiva tiene efectos beneficiosos sobre el delito de modo inmediato, pero también mediato, con lo cual del mismo modo llama la atención sobre la compatibilidad entre enfoques criminológicos que habitualmente se ubican en niveles de análisis diferentes. Como también sabemos, la tradición de la desorganización social y ecológica, ya desde los tiempos de la Escuela de Chicago, ha mostrado una gran preocupación por una correcta política criminal que permita controlar y prevenir el delito. Para la teoría aquí considerada, que no es ajena a esta inquietud, es fundamental a tal fin promover la eficacia colectiva de una comunidad, para lo cual pueden ser útiles medidas como el favorecimiento de la estabilidad de los residentes y la prevención de que en una misma zona se produzca una concentración de desventajas sociales.

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Resumen

En el presente módulo hemos revisado teorías explicativas sobre el delito que se ubican en el nivel de análisis macro o agregado. Las mismas tienen una fuerte influencia sociológica y encuentran en la teoría de la anomia de Durkheim un esfuerzo pionero. Entre las más importantes se encuentran la teoría de la legitimidad de las instituciones y la de la eficacia colectiva. Si la primera se conecta con la tradición de la anomia y la frustración, la segunda es heredera de la desorganización social y se conecta con las teorías del control social, al menos desde Kornhauser. También pueden encontrarse en Durkheim conceptos próximos a este planteamiento. También hemos revisado la relación entre inmigración y delito a partir de la teoría de la revitalización de la inmigración, de acuerdo con la cual la inmigración a menudo eleva la red de vínculos sociales informales en un barrio, con un efecto preventivo de la criminalidad en dicho ámbito.

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Ejercicios de autoevaluación 1. ¿Qué factores considera Durkheim que se relacionaban con un aumento de los suicidios en una sociedad? a)�Crisis económicas. b)�Aumentos inesperados de bienestar. c)�Cambios en las leyes penales. d)�A y B son correctas. 2. Según las investigaciones de Kury, ¿cuál es el factor más importante en el aumento de la delincuencia que observó en los países del Este tras la caída del muro de Berlín? a)�El capitalismo de Occidente. b)�El descenso del control policial. c)�La liberación de muchos presos políticos. d)�La rapidez de los cambios que se produjeron. 3. Según la teoría de la legitimidad de las instituciones, estas pueden reducir el delito... a)�Porque favorecen el control social, tanto formal como informal. b)�Porque reducen la motivación de los individuos. c)�Porque protegen a los ciudadanos. d)�Todas las anteriores son correctas. 4. Un crime boom es, de acuerdo con LaFree,... a)�Un ascenso del delito que se corresponde con circunstancias excepcionales y que vuele a bajar a los niveles originarios. b)�Un ascenso del delito que se estabiliza en ese nuevo nivel elevado, en vez de volver a bajar a los niveles originarios. c)�Un ascenso del delito debido a un aumento de la población, como en un baby boom. d)�Un ascenso del delito originado por una pérdida de confianza repentina en las instituciones sociales. 5. En su estudio sobre un barrio de inmigrantes italianos, ¿qué metodología empleó Whyte? a)�Encuestas de victimización. b)�Observación participante. c)�Entrevistas en profundidad, de naturaleza cualitativa. d)�Un enfoque integrado que incluía todos los anteriores y grupos de discusión. 6. De acuerdo con la tesis de la contaminación ecológica,... a)�la policía patrulla con mayor frecuencia en determinadas zonas que se consideran peligrosas y por eso también lleva a cabo más arrestos. De este modo, se confirma de modo espurio que esas zonas son, en efecto, las más peligrosas. b)�en cualquier ciudad, la policía tiende a detener más a menudo a determinados grupos de personas, por ejemplo los inmigrantes o quienes tienen un estatus socioeconómico bajo. c)�los llamados delitos verdes, que consisten en la contaminación del medio ambiente, tienen un origen en la exclusión de ciertos grupos sociales de la toma de decisiones. d)�lo que acontece en un barrio está influenciado por lo que acontece en los barrios limítrofes. Por este motivo, los problemas sociales de uno de ellos pueden contaminar a otros barrios cercanos. 7. ¿Qué variable debía incorporarse al modelo originario de Shaw y McKay para predecir la delincuencia de un barrio, según Groves y Sampson? a)�Un autocontrol bajo. b)�La existencia de bandas juveniles en el barrio. c)�El deterioro familiar. d)�La desorganización social. 8. ¿Cuál de los siguientes es un ejemplo de comunidad que se defiende? a)�Una agrupación convoca una manifestación a favor o en contra del aborto.

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b)�Un grupo de ciudadanos se reúne con los políticos de un partido político para reclamar la instauración de la cadena perpetua. c)�Un grupo de ciudadanos toma una vivienda desocupada en un barrio elegante y se niega a abandonarlo. d)�Los ciudadanos de un barrio acosan a las prostitutas y sus clientes para que se vayan a otro lugar. Para ello detienen el tráfico y coaccionan a las prostitutas. 9. ¿Cuál de las siguientes afirmaciones es correcta, según la investigación sobre inmigración y delito? a)�La influencia de la inmigración sobre el delito está mediada por la anomia. b)�La inmigración es un factor importante en épocas de crisis y cuando el desempleo es algo, pero no en épocas de bonanza económica. c)�No hay pruebas de que los inmigrantes como grupo o de modo individual delincan más que los nacionales. d)�La inmigración es un factor más en la explicación de la criminalidad, pero uno más en un amplio conjunto de factores influyentes. 10. La teoría de la eficacia colectiva puede clasificarse entre... a)�las teorías criminológicas del control social. b)�las teorías criminológicas del aprendizaje. c)�las teorías criminológicas de la anomia. d)�las teorías criminológicas de la frustración.

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Solucionario Ejercicios de autoevaluación 1.�d 2.�d 3.�d 4.�b 5.�b 6.�a 7.�c 8.�d 9.�c 10.�a

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Glosario anomia o anomía  f  Ausencia de normas. comunidad que se defiende  f  Comunidades que están bien organizadas o que tienen eficacia colectiva pueden llevar a cabo acciones coordinadas que pueden incluso constituir actos delictivos. contaminación ecológica  f  La policía patrulla con mayor frecuencia en determinadas zonas que se consideran peligrosas y por eso también lleva a cabo más arrestos. De este modo se confirma de modo espurio que esas zonas son, en efecto, las más peligrosas. crime boom  m  Ascenso del delito que se estabiliza en ese nuevo nivel elevado, en vez de volver a bajar a los niveles originarios. estudio o encuesta de victimización  m  Estudio en el que se pregunta a una muestra de personas, preferiblemente una muestra representativa, sobre los delitos que han sufrido en un determinado período de tiempo, así como sobre otras cuestiones. funcionalismo  m  Corriente en sociología interesada en la función que desempeña en una sociedad cada uno de sus elementos. observación participante  f  Método de investigación cualitativa en la que el investigador observa de modo directo a los agentes de interés en su contexto y ambiente habitual. Por ejemplo, algunos criminólogos han vivido algún tiempo con bandas juveniles.

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