TERCERAS JORNADAS: DIÁLOGOS ENTRE LITERATURA, ESTÉTICA Y TEOLOGÍA Lenguajes de Dios para el siglo XXI

UNIVERSIDAD CATOLICA ARGENTINA Facultad de Filosofía y Letras Facultad de Teología TERCERAS JORNADAS: DIÁLOGOS ENTRE LITERATURA, ESTÉTICA Y TEOLOGÍA

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TERCERAS JORNADAS: DIÁLOGOS ENTRE LITERATURA, ESTÉTICA Y TEOLOGÍA “Lenguajes de Dios para el siglo XXI” TERCERAS JORNADAS: DIÁLOGOS ENTRE LITERATURA, ESTÉTICA Y TEOLOGÍA “Lenguajes de Dios para el siglo XXI”

Ficha de Inscripción:

Apellido y nombre: Ripa Alsina, Luisa Fernanda Dirección electrónica: [email protected] Participaré en categoría de expositor o asistente: expositora Institución de pertenencia: Universidad Nacional de Quilmes Título de la ponencia: “Un Dios nombrado en la impertinencia y escuchado en la exigencia” Resumen de la ponencia: La propuesta doblemente enlazada de diálogos y relatos –como encuentro entre disciplinas y como sentido objetivo y subjetivo del genitivo “de Dios”- es propicia para explorar algunos discursos, que se suman a los habituales, mostrando una vitalidad e interés especiales en cuando a los lenguajes que hoy se ocupan de Dios entre nosotros. Para el genitivo objetivo elijo algunas referencias de producciones fílmicas, en la convicción heideggeriana de que la obra de arte “pone en obra la verdad” e “instala un mundo” y reconociendo a este arte como el propio de “nuestro” mundo.

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No aquellas que plantean el problema de Dios como problema de fe o de coherencia moral (como puede verse en producciones de Woody Allen) o los que discurren en total ausencia de la palabra y de la variable “Dios” sino en aquellas que enfrentan el núcleo cristiano con total impertinencia en el sentido de “falta de respeto”, como aparecen en “El cuerpo” y, sobre todo, en “El Código Da Vinci”. En este lugar mostraremos la importancia del enorme espacio mediático y social de interés que ha tenido la obra en sus versiones literaria y fílmica e intentaremos encontrar el sentido de este acontecimiento. Un decir de la divinidad puede escucharse, a su vez, en fenómenos sociales de exigencia, en especial, referida a los derechos humanos, según el modelo de un personaje de “Crimen y Castigo” y del “forcing” y reclamo de algunos textos bíblicos. Si el primer sentido del lenguaje de Dios nos permite reconocer una nueva realidad de la iglesia católica como fenómeno histórico y social, es la teología de Romano Guardini y su filosofía respecto de la dignidad humana la que permite afirmar que en esos gestos exigentes es el mismo Dios el que se expresa. Si puede encontrarse un decir de Dios en estos escenarios es preciso renunciar a los discursos nostalgiosos de la pérdida y reconocer la fecundidad de intereses y decisiones que insisten en un tema y en una voz que dista de apagarse para oírse en nuevas y arriesgadas modulaciones.

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Presentación La sugerencia de este encuentro es doblemente fecunda, según entiendo, porque cruza lugares disciplinares diversos –literatura, estética y teología- e invita a cruzar, también, los sentidos objetivo y subjetivo del genitivo “de Dios”. Nuestro tema, así encuadrado, es el de los lenguajes, los lenguajes en que hoy se habla de Dios y los lenguajes en los que oímos a Dios. En este trabajo me he propuesto una escucha deliberadamente fragmentaria y marginal: la de algunos lenguajes no centrales ni –por así decirlo- consabidos, sino escondidos en espacios que generalmente no apreciamos como capaces de decir respecto de Dios ni, mucho menos, de recoger palabras divinas y hacerlo audible. A partir de una sugerencia herideggeriana buscaremos un sentido posible en algunas obras de la filmografía reciente y en algunas actitudes cercanas a los derechos humanos. Las conclusiones reflexivas tienen más la forma de preguntas que de hallazgos. En el primer punto, entonces, presentaremos la tesis de Heidegger que opera como marco teórico de esta propuesta, en el segundo abordaremos algunos de los discursos sobre Dios que aparecen en producciones fílmicas y en el tercero veremos en personajes y actores resonar lo que podemos escuchar como decir divino. En el segundo y tercer punto arriesgaremos una hermenéutica débil para los sendos sentidos del genitivo que nos convocara.

1. Una sugerencia heideggeriana En un precioso texto Heidegger1 nos permite hacer un largo recorrido en búsqueda de la obra de arte y su sentido que nos proporciona, a la vez, una magnífica muestra de por qué la verdad es un “acontecimiento” que nos sale al camino y dos nociones luminosas respecto de la obra de arte en relación a la verdad y al mundo. La pintura de un par de botas de campesina le revela el mundo del trabajo, del descanso y la fiesta que se ocultan en el uso y la pertenencia cotidiana. La esencia del ser instrumento del instrumento que consiste en la seguridad es manifiesta en la obra de arte que “pone en obra la verdad” (Heidegger 1969: 29) En un reconocimiento asombroso el autor del olvido y la diferencia nos dice: “¿Qué sucede en este caso? ¿Qué es lo que actúa en la obra? El cuadro de Van Gogh es la manifestación de lo que es en realidad el instrumento, el par de botas del campesino. Ese existente sale a relucir en la desocultación de su ser [...] En la obra de arte, la verdad de lo 1

Martín Heidegger, “El origen de la obra de arte” en Sendas Perdidas, Buenos Aires, Losada, 19692, 11-67. Original Holzwege, . El origen de la obra de arte. La primera redacción forma el contenido de una conferencia dada el 13 de noviembre de 1935 en la Sociedad de Ciencias de Ate de Friburgo de Breisgau y repetida en enero de 1936, en Zurich, a invitación de los estudiantes de la Universidad. EL texto actual contiene tres conferencias dadas en la Freien Deustchen Hochstiff de Francfort del Meno los días 17 y 24 de noviembre y 4 de diciembre de 1936. El epílogo se escribióe n parte posteriormente. (ed. citada, pág 308)

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existente se ha puesto en obra. “Puesto” se dice en este caso, o sea que se ha detenido. Un existente, un par de botas de campesino, se detiene en la obra a la luz de su ser. El ser de lo existente llega a lo permanente de su aparecer. Siendo así, la esencia del arte sería el ponerse en obra la verdad de lo existente”. (29)

Y, todavía: “... en la obra no se pretende reproducir cada uno de los entes que existan en un momento dado, sino seguramente la esencia universal de las cosas [...] Nos hicimos decir por una obra qué es el instrumento. De esta suerte se nos reveló, por así decir confidencialmente, qué hay de obra en la obra: la manifestación de lo existente en su ser: el acaecer de la verdad” (30-31)

Pero este poner en obra no es singular ni errático sino que pertenece a un mundo: precisamente, la obra “instala un mundo”. En el ejemplo del templo griego describe el modo como la luz y la sombra, la vida y la muerte, la fortuna y la desgracia se establecen a partir del templo y por su obra. Las obras de arte no pertenecen a los museos sino al mundo que les dio origen y al que dieron origen, estableciendo sus dimensiones. “Así están y cuelgan las obras mismas en las colecciones y exposiciones [...] Mas por grandes que sean su rango y su fuerza de impresión, por buena que sea su conservación, por segura que sea su interpretación, el hecho de que hayan sido trasladadas a una colección las aparta de su mundo [...] el mundo de las obras presente ha desaparecido [...] las encontramos en el dominio de la tradición y de la conservación” (33)

Y finalmente cierra este camino asegurando “¿En qué consiste el ser-obra de la obra? [...] Ser-obra significa instalar un mundo [...] El mundo es la apertura que se abre de los amplios caminos de las decisiones simples y esenciales en el destino de un pueblo” (36 y 40)

Estas sugerencias nos llevan a preguntarnos dónde encontramos obrada la verdad pero ahora como verdad de nuestro mundo en el sentido de revelación epocal de lo que somos y de lo que nos pasa. Y, por lo tanto, cuáles son las obras en las que podemos reconocer que se instala nuestro mundo. Entiendo que el arte de nuestro tiempo, de nuestro mundo es el arte dramático, tal y como se produce en la cinematografía. La esencia de lo que pasa y de lo que nos pasa, del mundo y del yo, de la suerte y la desgracia, los amores y los odios están allí obrados y “puestos en intriga”, como gus4

ta decir Ricoeur. Como los griegos se encontraban en el teatro y en torno a los templos, los renacentistas en los palacios y las pinturas, nosotros nos encontramos revelados y cuestionados en las pantallas de diverso tamaño y de semejante sentido. Se constituye un lugar antropológico2 y ontológico por excelencia, aunque nos obligue a hermenéuticas precisas y a discernimientos no sencillos.

2. Dios es dicho en alguna filmografía Cuando las ciencias sociales aseguraban que Dios iba a ser doblemente silenciado, tanto porque dejara de ser tema interesante en estudios y relatos cuanto porque su silencio se hiciera evidente, dejando el espacio para que otras voces, plenamente seculares, se escuchen con pertinencia y respeto, nos encontramos en el fin del siglo XX e inicios del XXI con un crecimiento del interés social y científico en torno a la religión –multiplicando los discursos en torno a Dios y los dioses- y con abundancia de certezas acerca de que Dios habla de diversas maneras. De acuerdo al planteo de nuestro primer punto, entonces, exploraremos si algunas producciones fílmicas recientes podrían decirnos algo de cómo aparece tematizado Dios en esas tramas.

2.1. Preguntas y quejas Un grupo importante de películas toman a Dios como referente para las preguntas –sobre su existencia y el futuro esperable- y para las quejas respecto de la justicia de la providencia respecto del mundo. Por ejemplo, el personaje de Mickey, en “Hanna y sus hermanas”, de Woody Allen, que combina humor con sentido trágico de la vida, es un hipocondríaco angustiado por terribles presuntas enfermedades mortales que finalmente lo llevan a la pregunta por la muerte, por la posibilidad de otra vida después de la muerte y por el sinsentido del vivir si se ha de morir. Fracasados sus intentos de convertirse en creyente, rechaza la sórdida fórmula de su padre (cuando esté muerto estará inconsciente o verá entonces de qué se trata: a qué afligirse por anticipado) y después de fallar en un intento de suicidio decide “disfrutar la vida mientras dure” gracias al casual goce de una vieja, muy conocida y querida por él película de los hermanos Marx3.

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Romano Guardini envía una carta a un amigo enojado en extremo con el personaje de Mickey Mouse y le propone entender que esta figura, con todas sus notas negativas, como una auténtica representación antropológica, índice de la imagen que el hombre contemporáneo tiene de sí (R. Guardini “Preocupación por el Hombre”, Madrid, Guadarrama Cf. Sorge um den Menschen, Werkbund, Würzburg 1962, p. 126. Versión española: Preocupación por el

hombre, Cristiandad, Madrid 1965.

3 Hannah y sus hermanas (Hannah and her sisters), EUA, 1986. Dirección y Guión de Woody Allen. Intérpretes: Mia Farrow, Woody Allen, Dianne Wiest, Michael Caine, Barbara Hershey, Carry Fisher, Lloyd Nolan, Daniel Stern, Max Von Sydow, Maureen O´Sullivan.

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Las quejas tienen que ver con las formas opresivas o hipócritas de las manifestaciones religiosas, en especial referido a cuestiones de poder, dinero o perversiones sexuales. Por ejemplo en las recientes “Muerte en el seminario4” o “Los chicos de St. Vicent”5 y en la clásica, obra literaria y cinematográfica de enorme repercusión, “El nombre de la rosa”6. Los enredos afectivos, de inclinaciones morbosas o de simples negocios o lucha por conservar los lugares de poder se articulan en estos escenarios religiosos –que hemos limitado al de la iglesia católica- donde están abundantemente dichos y consumidos, al parecer, con interés y éxito económico.

2.2. Impertinencias Pero me parecen más interesantes algunas obras que se atreven a poner en duda no ya la conducta y las motivaciones de la institución de los católicos sino los contenidos centrales y básicos de la fe que los define como tales: la resurrección de Jesucristo y su muerte temprana, sin haber formado familia. Son realizaciones impertinentes que no se oponen a algunos miembros corruptos de la iglesia sino a la iglesia toda y a su dogma central: que pasa así a ser un responsable de un engaño total. Se atreven contra lo más sagrado y este gesto es el que nos da que pensar acerca de lo que están diciendo respecto de Dios. En “El cuerpo”7 se relata un descubrimiento arqueológico de la presunta tumba de Jesucristo, con sus restos óseos, por lo que la resurrección y la ascensión a los Cielos serían científica y empíricamente desmentidas. Y tanto en la escandalosa “La última tentación de Cristo”8 como en “El código Da Vinci”9 se juega con la posibilidad –en el primer caso- y la realidad histórica y cuidadosamente ocultada- en el segundo, de que Cristo hubiera contraído matrimonio con María de Magdala, la Magdalena, y tenido descendencia hasta nuestros días, aunque oculta y silenciada. La película de Scorcese plantea 4

Muerte en el seminario (Death in holy orders) Gran Bretaña 2003. Director : Jonny Campbell Interpretes :: Jesse Spencer, Christopher Fox, Alan Howard, Alex Avery, Martin Shaw, Janie Dee, Jeff Rawle, Hugh Fraser, John Clegg, Maggie McCarthy  5 Los chicos de St. Vincent (The boys of St. Vincent. Canadá, 1993. Dirección: John N. Smith. Intérpretes: Herry Czemy, David Hewlett y otros. 6 El nombre de la rosa (Le nom de la rose) 1986. Dirección: Jean-Jacques Annaud. Intérpretes : Umberto Zuanelli, Leopoldo Trieste, Sean Connery, Patrick Kreuzer, Peter Welz, Luigi Leone, Franco Adducci, Dwight Weist, Gina Poli, Giordano Falzoni. Debemos destacar el éxito de la película y de la novela homónima de Umberto Eco (Barcelona, Lumen, 2005 original italiano Il nomme de la rosa, 1980) tanto más notable cuando que se trata de un texto extenso y sumamente complejo en las disquisiciones y discusiones filosóficas de los personajes, más allá de la trama policial. 7 “El Cuerpo” (The body), 2000, Director: Jonas McCord, Intérpretes: Isaacs Werner, Antonio Banderas, Moshe Diamant, Derek Jacobi, Jason Flemyng, John Shrapnel, Koenig Mark Damon, Olivia Williams, Makram J. Khoury 8 “La última tentación de Cristo” (The Last Temptation of Christ), 1988. Director: Martín Scorsese. Intérpretes: Harvey Keitel, Victor Argo, Barry Miller, John Lurie, Barbara Hershey, Nehemiah Persoff, Roberts Blossom, Thomas Arana, Irvin Kershner, Juliette Caton 9 “El código Da Vinci” (The Da Vinci code), 2006. Director: Ron Howard. Intérpretes: Jean Reno, Paul Bettany, Tom Hanks, Ian McKellen, Alfred Molina, Etienne Chicot, Audrey Tautou

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un interrogante serio acerca de la posibilidad de tentación humana no de carácter amoroso sino estrictamente de abandono de la cruz y, con él, de rechazo a Dios Padre. La historia en cambio, que nace del presunto reconocimiento de que en el cuadro de “La última Cena” de Leonardo Da Vinci, el discípulo que apoya su cabeza sobre Jesús no es Juan sino Magdalena, es de un género menor, sin pretensiones filosóficas o teológicas y que postula un cerrado elitismo y aristocraticismo en esa descendencia, blanca y pura, de Jesucristo10. Sin embargo, la obra de Scorcese no hubiera tenido más que un público limitado, si no fuera por las prohibiciones y escándalos que se suscitaron en torno suyo. Pero lo curioso es que vuelve a proyectarse, insistentemente, en los canales de “cable” y a venderse en soporte digitalizado. Las dos, entonces, comparten un éxito de taquilla y editorial, que en el caso del “El código” supera en mucho las expectativas razonables. Es lo que se ha llamado “el fenómeno Código Da Vinci” lo que nos da que pensar. El título reconoce casi tres millones de entradas en el buscador de internet: trabajos, libros, análisis y reediciones de la novela constituyen una presencia explosiva que el contenido del texto, sin duda, no justifica. ¿Qué se oculta tras estas producciones que juegan con negar o manchar las creencias más caras de los católicos? ¿Qué interés mueve al consumo de estas obras que se regodean en la “blasfemia”? No se trata de pensar lo que los textos, literarios y fílmicos, dicen sino lo que los lectores y espectadores aportan con su interés y consumo. El “tema” Dios, estrictamente entendido como el Dios de los católicos es aquí central y permanente. ¿Cuál es su sentido?

2.3. “La Iglesia católica” El espectáculo de este consumo masivo y notable me dio que pensar que puede trasladarse una categoría que un prestigioso profesor de medicina elaborara para el caso de la medicina. Carlos Gherardi11 plantea que se ha perdido la relación médico-enfermo. No porque añore el tipo de relación “sacerdotal” por la que los enfermos consideraban cuasi-sagrada la figura del médico sino porque ha desaparecido, a su juicio, en todas formas. Médicos y enfermos resultan hoy elementos, variables, de una realidad abstracta “la medicina” que ambos integran, según necesidades. De este modo, los enfermos consumen noticias, artículos, descripciones farmacológicas, y toda cantidad de información, algunas de las cuales supone al médico como informante o como ejecutor de algunas acciones.

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Dan Brown “El Código Da Vinci” editado en España por la pequeña editorial Umbriel y luego en EUA en su original en inglés (The Da Vinci Code”) ha vendido más de cinco millones de ejemplares en todo el mundo 11 Curso de Doctorado “Bioética y Derechos Humanos”, Universidad Nacional de Quilmes, 2006.

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Entiendo que esta feliz imagen de “la medicina” como ese espacio autónomo a la que se relacionan médicos, enfermos, empresas, políticas, instituciones, etc. puede ser una buena manera de entender esta nueva realidad social de la Iglesia Católica. En efecto: no se trata solamente de “Dios” o “la religión” en un sentido general, sino específicamente de la iglesia católica. Podríamos pensar que en alguna medida se ha emancipado de la institución, de su organización y jerarquía para representar un lugar autónomo de creencias, prácticas, historias e integrantes –entre los cuales fieles, obispos, religiosos y el mismo papa no son sino componentes homogéneos y des-jerarquizados-. En medio de una presunta indiferencia religiosa y un seguro abandono de la práctica cultual, nos encontramos con una masiva participación, totalmente sui generis que nos obliga a repensar qué dicen y qué escuchan esos hombres y mujeres respecto de Dios. El estilo de falta de respeto esconde un interés profundo por estas cosas de la fe. La tentación de desestimar teológicamente el fenómeno es grande: sin embargo si nos acercamos con auténtica apertura podemos encontrar un lugar extraño de lenguaje sobre Dios que quizá tenga algunas posibilidades de diálogos novedosos.

3. Derechos y novedades identitarias En la segunda vertiente del lenguaje, aquella que pretende reconocer una palabra de Dios entre nosotros, propongo atender al espacio que han abierto los discursos sobre los derechos humanos, que ejemplificaré muy brevemente también en algunos lugares filmográficos. Los derechos humanos, con su expansión textual y jurídica y con su expansión cultural han producido un fenómeno notable y creciente que es el que nos convoca ahora. En primer lugar, la descripción ampliada y reiterada sobre el universo de los derechos ha corrido el discurso de la beneficencia, en especial en la fórmula del “estado benefactor”: porque lo que se adquiere o se reclama por derecho no depende de dádiva ni gracia ninguna. En segundo lugar, corre el discurso de la meritocracia, porque a lo que se accede por derecho no necesita de ningún merecimiento o logro como condición. Pero, además, modifica la autopercepción identitaria de hombres y mujeres que crecientemente adquieren una representación antropológica nueva y fuerte en tanto que “sujetos de derecho”12. En estos espacios en que circulan tanto los discursos de los derechos humanos, orales o escritos, como también las textualidades de las acciones que reclaman, defienden y sostienen esos dere-

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Cf. Luisa Ripa: 2006- “Des droits et des pactes entre le désir et la désillusion. Une lecture de la philosophie kantienne sous la lumière de l´étique de Paul Ricoeur". Recht und Frieden in der Philosophie Kants. Akten des X Internationalen Kant-Kongresses Herausgegeben von Valerio Rohden, Ricardo R. Terra und Guido de Almeida. Berlin-New Cork: Walter de Gruyter (im Druck/no prelo). En prensa

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chos, creo que puede escucharse una palabra de la divinidad que habla, como desde el Génesis, reclamando por el hermano violentado.

3.1. Como si Dios no existiera Un lugar paradojal de la filmografía para comprobarlo son las producciones que plantean la profundidad de la vida y de la muerte, de la felicidad y la desgracia, de los unos y los otros sin que aparezca ni siquiera insinuada –ni siquiera negada o polemizada- la “variable Dios”. Etur si Deus non daretur, las tramas y las resoluciones dramáticas parecen ignorar y parecen no necesitar de ningún tipo de planteo al respecto; lo que opera como un silencio o un vacío de Dios. Pongo por ejemplo dos películas de gran calidad reflexiva y de gran belleza estética como son “Las Horas”13 y “La vida secreta de las palabras”14 donde compartimos la hondura del mundo y de la vida sin que Dios aparezca en ninguna de sus líneas. Sin embargo, y en especial en el contexto de la tradición juedeo-cristiana, entiendo que puede oírse como este Dios habla en esta ausencia, con el lenguaje fuerte de la demanda de justicia ante el sufrimiento, tal como Guardini parece entender el fundamento de la dignidad humana, así “dicha” por Dios.

3.2. La demanda de justicia y el sufrimiento Tan larga como el fracaso de nuestros discursos –que creemos dichos por Dios- a favor de la hermandad y la paz es nuestra incomodidad con la guerra y el crimen15. Y creo que puede afirmarse que a la par del famoso crecimiento de la inseguridad y la criminalidad se da un crecimiento de la intolerancia hacia antiguas y nuevas formas de injusticia y de falta de respeto a las personas. Como una certeza inapelable y con una decisión inédita, cada vez más hombres y mujeres escriben en la historia pequeños y grandes textos –personales, grupales y comunitarios- de los “Nunca Más”. La sangre del hermano que clama desde la tierra es un nuevo lenguaje de Dios que tiene una fuerza y un carácter de insobornable por el que muchos escribas, sacerdotes y especialistas religiosos deberían temblar ante una nueva zarza que arde en el desierto y reclama respeto total y entrega a la misión.

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Las Horas (The Hours), EUA 2002. Dirección: Stephen Daldry, Guión: David Hare. Intérpretes: Meryl Streep; Nicole Kidman, Julianne Moore, Stephen Dillane, Miranda Richardson 14 “La vida Secreta de las palabras” (The secret live of the words) España, 2005. Directora: Isabel Coixet. Intérpretes: Eddie Marsan, Sarah Polley, Leonor Watling, Steven Mackintosh, Javier Cámara, Tim Robbins, Sverre Anker Ousdal 15 Cf. Luisa Ripa “El león dormirá junto al cordero: derechos humanos y la triple tragedia de la guerra en el contexto de un fracaso sostenido”. V Agora Philosophica “Utopía, teoría y praxis”, Mar del Plata (en prensa).

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La manera como mujeres y esclavos y oprimidos desde antiguo se plantan hoy, más o menos insistentemente, para pedir lo que se les debe, puede ser también una forma como habla el Dios de los vivientes. Dos personajes ejemplifican esta localización discursiva: en la maravillosa novela de F. Dostoievski, “Crimen y castigo”, sin duda Raskolnikov encarna al soberbio asesino que finalmente se convierte gracias al cuidado amoroso de Sonia, mediante la lectura de la Resurrección de Lázaro. Pero esta parte de la trama pertenece al lenguaje de Dios que nos es conocido. Es la madrastra de Sonia, Katerina Ivánovna, mujer sufrida y orgullosa, entregada a sus hijos y a la lucha por la vida, la que al morir lejos de “agradecer” la promesa de que será recibida en el Cielo contesta que Dios no podría dejar de hacerlo, no en el sentido de que espere en su bondad, sino apreciando su vida personal y su historia de entrega: “¡bueno fuera que no la recibiera!”. Y en “Crímenes y Pecados”16, una película de Woody Allen llena de cuestionamientos y preguntas religiosas, con maravillosas figuras de creyentes y ateos, de ciegos y videntes, de felices y desgraciados, cínicos y entregados, hay un personaje, May, tía de Judas, el oftalmólogo asesino y cínico, que discute con su hermano, Sol, acerca de Dios, la verdad y la justicia. Frente al creyente riguroso ella reclama por la dignidad de las víctimas, si es preciso, contra cualquier Dios. Y esa palabra, entiendo, puede verse como que proviene de Dios, precisamente al contrariar la a su hermano observante que, puesto en la disyuntiva, llega a declarar que preferiría a Dios antes que a la verdad.

3.3. Dignidad y creación Esta apuesta a escuchar allí al Dios que nos habla puede fundarse en la metafísica guardiniana respecto de la creación, en especial, de la creación de la persona humana17. En su obra dedicada al mundo y a la persona entra de lleno a la cuestión de la constitución del ser personal. El lugar de la queja del autor del salmo que protesta por la mirada de Dios que lo conoce desde antes de nacer es el que le da pie para su propuesta. Lo que el hombre no soporta –y no lo soporta porque hiere su dignidad- es que “otro” esté dentro de él con su poder y su mirada. Nietzsche (y el Kiriloff de Los Demonios de Dostoievski) es el ejemplo más cabal de esta autoestima como sujetos dignos y responsables, que llega al punto de exigir la “muerte de Dios” para ser plenamente responsable de sí y de la historia: es el ateísmo postulatorio de la dignidad y la responsabilidad.

16 “Crímenes y Pecados” (Crimes and Misdemeanors) EUA 1989. Dirección y guión: Woody Allen Intérpretes: Martin Landau, Woody Allen, Angelica Huston, Claire Bloom, Mia Farrow, Alan Alda, Sam Waterston. 17 Romano Guardini: Mundo y persona. Ensayos para una teoría cristiana del hombre. Madrid. Ediciones Encuentro, 2000. Versión original Welt und Person. Versuche zur chritslichen Lehre vom Menschen. Reimpresión de la 5a edición 1962 (1a edición 1939) Werkbund-Verlag, Würzburg. © 1988 Verlagsgemeinschaft Matthias-Grünewald, Mainz/Ferdinand Schöningh, Paderborn; 6a edición. -

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“¿Es esto soportable? No se trata del miedo a que se ponga de manifiesto una mala acción o pensamiento vergonzoso; ni tampoco de la resistencia a que se pongan al descubierto zonas delicadas, profundamente propias. Se trata, más bien, del problema mucho más esencial, de si es posible en absoluto la existencia bajo una mirada que la ve totalmente y de modo constante. [...]¿Contra qué se revela este hombre, cuando no quiere ser visto por Dios? Contra «el otro», contra el heteros. En este estrato de la situación el hombre tiene razón. El hombre no puede vivir bajo la mirada de un «otro» siempre presente. Desde este punto de vista, la rebeldía es defensa legítima. Bajo ella, sin embargo, se oculta algo más profundo. El pensamiento, la sensación que ve en Dios a un «Otro» prepotente, significa un error del pensamiento y una equivocación del sentimiento; de esta manera, sin embargo, se ha disfrazado la rebeldía real contra Dios, a fin de poder aparecer así como defensa legítima. La rebeldía ha tenido lugar justamente, porque el hombre ha situado a Dios en el papel del «otro». Y es que Dios no es el «otro», sino Dios” (31-34) Esta peculiaridad divina que sólo permite la tautología de la denominación se piensa en términos de “retroceso” como gesto creador, en efecto: “El hombre es realmente persona. Como consecuencia, el amor que Dios le profesa tiene que ser tal y como corresponde a la persona. O dicho más exactamente: el hombre es persona sólo porque el amor divino por él es tal como es. Ello significa que Dios respeta al hombre [...] Pues bien, esta idea puede también expresarse de la siguiente manera: por su llamada amorosa, Dios convierte al hombre en persona, pero con respeto [...]Dios no es, por tanto, frente al hombre, «otro», ya que el hombre vive de la fuerza y del aliento de Dios. Dios, empero, mantiene respecto al hombre la actitud del que constituye una persona y le confiere el espacio axiológico correspondiente, es decir, la actitud del respeto. La proposición, Dios respeta al hombre, expresa una distancia; la proposición, Dios no es «otro», elimina la distancia” (36-37)

Esta dignidad que está metafísicamente otorgada en el “respeto” divino que “retrocede” ante el hombre, convirtiéndose en el tú posible por la que con tanto derecho puede decir “yo” es la que se advierte en los grandes rebeldes. Es por eso que estamos autorizados a escuchar también en los hombres y mujeres que reclaman en sus discursos y en sus prácticas por su dignidad absoluta la palabra misma del Dios de la vida y de las personas. 11

4. En contra de la nostalgia y a favor de una escucha arriesgada No son raros los discursos que respecto de los valores, de la cultura, de la fe tienen una impronta nostalgiosa lamentando la pérdida de una situación que en realidad no tiene estricto correlato histórico y pertenece a una representación de un tiempo mítico e icónico18.

Sin embargo nuestras reflexiones y pesquisas deberían procurar estar igualmente lejos de la aceptación acrítica de las modas ideológicas y discursivas como de los anclajes añorantes de un pasado mejor. Lo cual quiere decir que el pensar debe estar alerta y dispuesto: una escucha arriesgada puede descubrir también que Dios es importante para quienes se interesan por Él por caminos audaces e insolentes y que Dios habla mediante personas que se autoestiman dignas y obran en consecuencia. Esta consideración no anula, por cierto, los múltiples lenguajes que claramente refieren a Dios y aquellos donde sin duda Él se expresa. Sólo suma una perspectiva posible para entender movimientos poderosos de hombres y mujeres que no parecen hablar de Dios ni oírlo de manera habitual: en nuestro caso el “fenómeno Da Vinci” nos dio que pensar que quizá haya un interés y una conexión con la Iglesia católica que evite los canales institucionales pero que se mantenga como parte. Y la fortaleza de una generación de hombres y mujeres que no resignan derechos puede ser también un modo en el que Dios se hace oír en nuestros tiempos de densidad y confusión.

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Un ejemplo de lo que quiero decir con los “discursos de la pérdida” es lo que ocurre con la “familia”. No es raro escuchar que los nuestros son los tiempos de la destrucción de la familia y de la falta de interés en conservarla como un valor. Sin desconocer los cambios que modifican profundamente la constitución de familias según una fórmula que no solamente es tradicional sino la única válida para muchos hombres y mujeres, es cierto que en el mismo fenómeno que se critica –matrimonios de homosexuales, paternidades o maternidades insólitas, matrimonios y divorcios sucesivos- muestran, a la vez, el enorme interés que caracteriza a nuestro tiempo por “la familia”: razón de la insistencia y hasta la lucha por ser reconocidos como familia y por constituirla por caminos extraños y no reconocidos...

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