Territorios del sur: óleos, telas y aduanas

Reducirse a la escasa actividad artística de nuestras ciudades, a la nula intención del poder público por generarlas o a los kilómetros que nos separa

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Reducirse a la escasa actividad artística de nuestras ciudades, a la nula intención del poder público por generarlas o a los kilómetros que nos separan de las novedades provenientes de las capitales y desde ahí argumentar que éstas son las razones que definen los límites de nuestras propuestas, sin duda, sería continuar sosteniendo un discurso tan cuestionable como anacrónico. Las pocas posibilidades que ofrecen determinados contextos influyen, es cierto, pero también lo es que, precisamente, esta condición adversa resulta ser un gran recurso para poner en juego a la hora de accionar y relacionarse con la propia obra y con la de los demás. De ahí que promover un proyecto de intercambio entre creadores pertenecientes a “las periferias” de los países que habitan y cuestionar de paso los monopolios centralistas -revitalizando una zona poseedora de un complejo pasado cultural- haya sido un reto que actualmente cumple satisfactoriamente su cuarto año. Durante este tiempo, proyecto mARTadero (Cochabamba-Bolivia) y Bice Bugatti Club (Nova MilaneseItalia) responsables de esta iniciativa, no sólo han logrado la transferencia de más de una treintena de obras provenientes del norte de chile, del sur de perú, del norte de argentina y del territorio boliviano hasta el país itálico y viceversa, permitiendo la obtención de galardones y reconocimientos a los participantes del “Premio Internacional Bice Bugatti-Giovanni Segantini”, sino que además han dejado en manifiesto que el trabajo institucional independiente y colaborativo es la mejor respuesta ante la desidia existente por parte de la oficialidad cultural. Y es que vincular dos espacios de esta naturaleza a favor de la creación artística y la gestión intercontinental, sin duda, debería servir como referente a la hora de promover un trabajo con la vista puesta, tanto en el plano “local” como en el “global”, territorios tan propios de nuestra època. De este modo y desde un primer año, al que fueron convocados sólo artistas bolivianos, a un segundo y tercero a los que se sumaron los pertenecientes al “Territorio Cultural- Centros del Sur”1, hasta este cuarto en el que se ha optado por extender invitaciones personales a quienes anteriormente hubiesen obtenido reconocimientos dentro de “La sesión internacional” del certamen, este proyecto se consolida como una instancia efectiva de conexión e intercambio, demostrado por el flujo de obras sudamericanas que han cruzado las fronteras, como por la de los artistas italianos que el pasado 2011 fueron trasladadas para ser expuestas y permanencer aquí. Ahora bien, podríamos extendernos en los detalles de las múltiples exposiciones, premios, galerías y catálogos en los que han sido incluidos quienes creyeron como nosotros en una iniciativa de esta magnitud, pero sería acotar demasiado el horizonte. Por el contrario, destacar de este primer ciclo el valor de una apuesta asumida con responsabilidad tanto por los artistas como por las instituciones que la sostienen, se 1 “Territorio Cultural - Centros del Sur” Es una red impulsada desde proyecto mARTadero, que empezó a dar sus primeros frutos el año 2009. Su intención es la creación de un espacio transfronterizo de centros culturales y artísticos, pertenencientes al norte argentino, al norte chileno, al sur peruano y al territorio boliviano. Proyecto simbolizado como la proyección de la estrella del Sur en la Tierra.

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PREMIO INTERNACIONAL BICE BUGATTI- GIOVANNI SEGANTINI

Territorios del sur: óleos, telas y aduanas

hace absolutamente imprescindible. Lo mismo que reconocer como necesarias las acciones que permitan superar los obstaculos a los que la creación y la gestión se ven enfrentadas a diario. Finalmente, necesario también se vuelve el hecho de continuar cuestionando las hegemonias culturales propias de las ciudades referenciales de nuestros paises, con tal de otorgarle una mirada renovada a nuestro contexto y comprender que en lo creativo, determinado territorio sólo le puede “quedar pequeño” a quien la vida misma le resulta, infructuosamente, inabarcable.

Proyecto mARTadero Cochabamba, Bolivia, 2012

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Territori del Sud: oli, tele e dogane Ridursi alla scarsa attivitá artistica delle nostre cittá, al quasi inesistente interesse del potere pubblico per generare certe azioni o ai chilometri che ci separano dalle novitá provenienti dalle grandi capitali e, a partire da ció, sostenere che queste sono le ragioni che definiscono i limiti delle nostre proposte, sarebbe un discorso tanto dubbio, quanto anacronistico. Le poche possibilitá che offrono determinati contesti incidono, peró é certo che proprio questa condizione avversa risulta essere una grande risorsa per mettersi in gioco al momento di relazionarsi con la propria opera e con quella altrui. In questo senso, promuovere un progetto di scambio tra artisti che provengono dalle “periferie” dei paesi in cui vivono e mettere in discussione i monopolii delle grandi capitali - rivitalizzando una zona con un complesso passato culturale – é stata una sfida che oggi giunge, con successo, al suo quarto anno di vita. Durante questo periodo di tempo, il proyecto mARTadero (Cochabamba – Bolivia) e Bice Bugatti Club (Nova Milanese – Italia), responsabili di questa iniziativa, non solo sono riusciti a presentare in Italia piú di trenta opere - provenienti dal Nord del Cile, dal Sud del Perú, dal Nord dell’Argentina e dal territorio boliviano e viceversa - , dando la possibilitá ai partecipanti del “Premio Internazionale Bice BugattiGiovanni Segantini” di ricevere riconoscimenti e premi, ma hanno potuto anche dimostrare che l’azione indipendente e collaborativa é la miglior risposta all’inattivitá delle istituzioni della cultura ufficiale. In questo modo vincolare due spazi di questa natura a favore della creazione artistica, attraverso la gestione “intercontinentale”, rappresenta senza dubbio un riferimento per promuovere qualsiasi progetto che mira tanto al piano “locale” quanto al “globale”, quali territori propri della nostra epoca. Per la prima edizione sono stati convocati solo artisti boliviani, invece la seconda e la terza sono state aperte ad artisti appartententi al “Territorio Culturale – Centri del Sud”1, mentre per la modalitá della quarta edizione si é deciso di invitare personalmente alcuni artisti tra coloro che hanno partecipato nel corso dei quattro anni. Questo progetto si é consolidato come un punto di riferimento per lo scambio artístico e culturale, come dimostrato dal flusso delle opere sudamericane che hanno attraversato le frontiere per giungere in Italia e dalle opere italiane che nel 2011 sono arrivate ed presentate a Cochabamba. Si potrebbe entrare nei dettagli delle svariate esposizioni, premi, gallerie e cataloghi a cui hanno preso parte coloro che hanno creduto, come noi, in un’iniziativa di queste dimensioni, peró l’importante é sottolineare il valore di una scomessa intrapresa e portata avanti con responsabilitá, sia da parte degli artisti, che da parte delle istituzioni che la sostengono. Allo stesso modo é imprescindibile riconoscere como necessarie le azioni che permettono superare gli ostacoli con cui si devono scontrare la creazione e la gestione culturale quotidianamente. Infine, é necessario continuare a questionare le egemonie culturali proprie delle cittá di riferimento dei 1 “Territorio Culturale – Centri del Sud” é una rete promossa dal proyecto mARTadero, che inizió a dare i primi frutti nel 2009. L’idea del progetto é la creazione di uno spazio trasfrontaliero di centri culturali e artistici, appartenenti al nord argentino, nord cileno, sud peruviano e al territorio boliviano. Il progetto é rappresentato simbolicamente dalla proiezione dalla costellazione della “Croce del sud” sulla terra.

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nostri paesi, per dare una nuova prospettiva al nostro contesto e comprendere che, nell’ambito creativo, un determinato territorio solo puó “stare stretto” a colui a cui la vita stessa risulta insostenibile. Proyecto mARTadero Cochabamba, Bolivia, 2012

Consulado de Bolivia en Bergamo

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IDEAS EN MIGRACIÓN

o Territorio Cultural –Centros del Sur: Una región que se desplaza “El espacio del artista no está contenido entre los límites del soporte, sino entre las fronteras de su visión. Somos del tamaño de lo que vemos, de lo que podemos ver, de lo que queremos ver”. (Fernando García Barros)

Ampliar la mirada, entonces, resulta clave, superar nuestras propias demarcaciones y aquellas que nos han sido impuestas. Intentar un nuevo panorama impulsando procesos compartidos que permitan establecer nuevas lógicas de entendimiento. Hacernos cargo de una lectura individual y a la vez colectiva de nuestra identidad, a través de un lenguaje reflexivo y propositivo como el artístico. Dejar de lado las conjeturas y optar por la ejecución. Asumiendo la responsabilidad de saberse parte de un proceso reconfigurador de lo que hasta entonces, asumimos como “fronteras”. “Territorio Cultural-Centros del Sur”, es eso, un concepto que persigue ir más allá de las limitaciones tanto creativas como territoriales, buscando descentralizar el quehacer artístico cultural, concentrado mayormente en las capitales de los países que lo componen (Bolivia-Chile-Perú-Argentina) a través de la activación de nuevos nodos neurálgicos, que favorezcan un intercambio artístico a nivel local, nacional e internacional. La idea de redes, juega aquí un rol fundamental, en particular la que ha permitido potenciar las relaciones entre proyecto mARTadero (Cochabamba-Bolivia) y Bice Bugatti Club (Nova Milanese-Italia). Es por eso que ser participes, por tercer año consecutivo, en la sesión Internacional del Concurso Bice BugattiGiovani Segantini, no viene más que a confirmar el hecho de no haber estado equivocados al momento de asumir la responsabilidad de ampliar nuestra mirada y la de cada uno de los creadores que ha sido participe de un proyecto de esta magnitud. Al igual que entonces, hoy, continuamos completamente convencidos que es posible generar canales de flujo transfronterizos, dinámicos y participativos que nos permitan ejecutar acciones permanentes de intercambio, en las que tanto gestores como creadores debamos asumir un compromiso en pro de la superación definitiva de las demarcaciones que nos reducen. Sin olvidar nunca que es en las particularidades de cada individuo y del lugar en el que habita, donde mejor podemos reconocer las complejidades y riquezas de nuestra diversidad. Proyecto mARTadero

11 de mayo2011 Cochabamba-Bolivia

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IDEE IN MIGRAZIONE

o Territorio Culturale – Centri del Sud: una regione in movimento “Lo spazio dell’artista non è contenuto dentro i limiti della cornice, ma tra le frontiere della sua visione. Siamo della misura di ciò che vediamo, di ciò che possiamo vedere, di ciò che vogliamo vedere”. F. García Barros

Ampliare la prospettiva è la chiave, superare i nostri propri limiti e quelli che ci vengono imposti. Ricercare un nuovo panorama, promuovendo processi condivisi, che consentano di costruire nuove logiche di comprensione. Supportiamo una lettura individuale e allo stesso tempo collettiva della nostra identità, attraverso un linguaggio riflessivo e propositivo come quello artistico. Abbandonare le congetture e optare per l’azione, assumendo la responsabilità di essere parte di un processo di riconfigurazione di quelle che, fino a questo momento, abbiamo definito “frontiere”. “Territorio Culturale - Centri del Sud” è un concetto che si ripropone di andare oltre i limiti, tanto creativi quanto territoriali, cercando di decentralizzare la produzione artistica e culturale - per lo più concentrata nelle capitali dei paesi inclusi nel progetto “Territori del Sud” (Bolivia-Cile-Perù-Argentina) - attraverso l’attivazione di nuovi nodi nevralgici, che possano favorire uno scambio artistico a livello locale, nazionale e internazionale. L’idea delle “reti” gioca un ruolo fondamentale in questo processo e in particolare ha permesso di potenziare le relazioni tra il proyecto mARTadero (Cochabamba, Bolivia) e il Bice Bugatti Club (Nova Milanese, Italia). Per tale motivo partecipare, per il terzo anno consecutivo, nella sezione speciale del Premio Internazionale Bice Bugatti-Giovanni Segantini, conferma il fatto che non ci siamo sbagliati nell’intenzione di estendere la nostra visione e quella di ciascuno degli artisti che ha preso parte a un progetto di tali dimensioni. Oggi, come quando abbiamo iniziato, siamo convinti che sia possibile generare canali di “flusso transfrontaliero”, dinamici e partecipativi, che consentano uno scambio permanente, all’interno del quale sia i gestori che gli artisti assumono l’impegno di superare i confini che ci limitano. Senza mai dimenticare che proprio nelle peculiarità di ciascun individuo e del luogo dove abita, possiamo riconoscere la complessità e la ricchezza della nostra diversità. Proyecto mARTadero Cochabamba, Bolivia, 2011

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TEJIDO DE TERRITORIOS

Realizar tejiendo. Tejer para realizarnos: Redes internacionales hechas de fibras locales “El ser humano es creativo por naturaleza y así, al crear, nos creamos a nosotros mismos y creamos el cosmos que nos rodea. Un cosmos a la vez complejo y esencial, formado unas veces de palabras ininteligibles, otras veces de referencias sutiles, y otras de imágenes enigmáticas”. (F. García Barros)

Crear el mundo re-creándolo. Darle significado re-significándolo. Comprender la profunda y siempre sorprendente interrelación entre todas las cosas, entre todos los territorios, entre todos los pueblos. Tomar el riesgo de identificarse a través de la diversidad, y de construir desde la unidad plural algo nuevo, conjunto, desde ese espacio vacío –susceptible de ser llenado- que aparece siempre en el medio de dos realidades reclamando atención. Hilvanarlo para después reforzarlo. Porque ya que realizar significa convertir en realidad algo, y que realizarnos supone también hacernos más reales, más cercanos al sueño que teníamos de nosotros mismos, el “Territorio Cultural-Centros del Sur” se va configurando cada vez más como un espacio de tejidos. Tejidos corporales y culturales, que permitan que la vida fluya a través de la cultura viva, del intercambio abierto, de la creación permanente. Realizar tejiendo y tejer para realizarnos. Cuatro años atrás, y a partir de un convenio firmado entre proyecto mARTadero (Cochabamba-Bolivia) y Bice Bugatti Club (Nova Milanese-Italia), se abrió un espacio para la participación de artistas del Territorio Cultural Centros del Sur en la sesión Internacional del Concurso Bice Bugatti-Giovani Segantini. Y cuatro años más tarde, dicha relación italoboliviana a través de proyectos artísticos e interinstitucionales no hace más que estrecharse, permitir nuevas posibilidades, diluir viejas fronteras… Es el espíritu de nuestro tiempo, el genius seculi, el zeitgeist. El intercambio produce nuevos contenidos, nuevas formas, identidades en permanente y dinámica construcción. Los canales abiertos en la urdimbre permiten el ir y venir de los hilos de la trama y la progresiva consolidación del tejido, más firme cuantos más se estrechen sus fibras, y más rico cuanto más locales sean éstas. Así, tras cuatro años de intercambio nos encontramos felices de haber emprendido este viaje conjunto. Porque viajar , como bien decía Ortega y Gasset, “no es tan sólo moverse en el espacio… sino más que eso, es acomodar el espíritu, predisponer el alma y aprender de nuevo”. Descubrirnos a nosotros mismos re-conociendo y re-significando nuestros territorios –físicos y conceptuales- tal cual son… con sus fortalezas y debilidades. Porque descubrirse es tanto conocerse como quedar al descubierto. Una aventura y un peligro, pero sobre todo una necesidad. Descubrirse tejiendo. Proyecto mARTadero Cochabamba, Bolivia, 2012

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TESSUTO DI TERRITORI.

Realizzare tessendo. Tessere per realizzarci: Reti internazionali fatte di fibre locali. “L’essere umano è creativo per natura e così, nell’atto di creare, creiamo noi stessi e creiamo il mondo che ci circonda. Un cosmo complesso ed essenziale al tempo stesso, formato a volte da parole inintellegibili, altre volte da riferimenti sottili, e altre ancora da immagini enigmatiche”. (F. García Barros)

Creare il mondo ri-creandolo. Dargli significato ri-significandolo. Comprendere la profonda e sorprendente interrelazione tra tutte le cose, tra tutti territori, tra tutti i popoli. Assumere il rischio di identificarsi attraverso attraverso la diversità e di costruire a partire dall’unità plurale di qualcosa di nuovo, un insieme, da quello spazio vuoto – soggetto a essere riempito – che appare sempre nel mezzo di due realtà, richiamando attenzione. Imbastirlo, per rinforzarlo in seguito. Dato che realizzare significa convertire in realtà qualcosa, e che realizzarci presuppone anche renderci più reali, più vicini al sogno che abbiamo di noi stessi, il “Territorio Culturale – Centri del Sud” si configura sempre di più come uno spazio di tessuti. Tessuti corporali e culturali, che permettono che la vita fluisca attraverso la cultura viva, lo scambio aperto, la creazione permanente. Realizzare tessendo e tessere per realizzarci. Quattro anni fa, a partire da un gemellaggio firmato tra il Proyecto mARTadero (Cochabamba-Bolivia) e il Bice Bugatti Club (Nova Milanese-Italia), si è aperto uno spazio per la partecipazione per gli artisti del Territorio Culturale – Centri del Sud del Sud nella sezione Internazionale del Premio Bice BugattiGiovanni Segantini. Quattro anni più tardi, questa relazione italo-boliviana, attraverso i progetti artistici e interinstituzionali, si rafforza, prospettando nuove possibilità, diluiendo vecchie frontiere.. È lo spirito del nostro tempo, il genius seculi, il zeitgeist. Lo scambio produce nuovi contenuti, nuove forme, identità in permanente e dinamica costruzione. I canali aperti nel telaio permettono l’andare e il venire dei fili della trama e la progressiva consolidazione del tessuto, più solido quanto più si stringono le sue fibre, e più ricco quanto più locali sono queste ultime. Così, dopo quattro anni scambio, siamo felici di aver intrapreso questo viaggio insieme. Perchè viaggiare, come dicevano bene Ortega e Gasset, “non è solo muoversi nello spazio…ma molto più che questo, è accomodare lo spirito, predisporre l’anima e imparare di nuovo”. Scoprire noi stessi riconoscendo e risignificando i nostri territori – fisici e concettuali – tali quali sono.. con i loro punti di forza e debolezze. Perchè scoprirsi è tanto conoscersi, quanto “mettersi allo scoperto”. Un’avventura e un pericolo, però sopratutto una necessità. Riscoprirsi tessendo. Proyecto mARTadero Cochabamba, Bolivia, 2012

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Curadorías 2009 CUERPO INDIVIDUAL. CUERPO SOCIAL. CONFLICTOS GENERADORES. Cuando el cuerpo social se transforma, se fractura, se re-crea, se reconoce - al fin - en su complejidad, nuestro cuerpo individual opta por el aislamiento, la indiferencia, o la lucha. El reconocimiento de la complejidad de las pulsiones personales y sociales lleva a los artistas a re-presentar poética, mítica, o íntimamente, esa realidad en la que viven. Porque el cuerpo, ya sea individual o social, es objeto de conocimiento y detonador del mismo, y las tensiones externas se acusan tanto en los tejidos corporales como en los tejidos sociales. Desgarros. Cirugías. Suturas. Cicatrices. Vendajes. Tumores. Gadamer hablaba de la imposibilidad absoluta de disociar el cuerpo de la vida 2, un cuerpo sexuado, vulnerable, soporte y raíz de experiencias universales de dolor, enfrentamiento, flujo, familia, nacimiento y renacimiento... Interesa, por ello, la relación establecida entre el cuerpo y los discursos, hegemónicos y de resistencia; entre el cuerpo y lo factual. El cómo se ejercen las relaciones de fuerza, el poder, sobre el cuerpo, en el cuerpo, entre cuerpos.3 Las heridas, acusadas y desveladas por Erika Ewel, hablan –como toda su obra- de la condición femenina. El fondo poético, trabajado como un imaginario patrón estético, contrasta con la realidad de los impactos sufridos por el propio cuerpo. En el caso de Alejandro Sejas, el flujo viscoso de cuerpos y simbólicos peces, alude al fluido seminal, generador ya sea de vida o placer, en un contexto todavía represivo para la visibilización y el ejercicio de la sexualidad. La familia, como entorno que acoge y marca, con miradas fundantes y traumas subyacentes, se presenta como tema en Moisés Anturiano y en Mónica Murillo. El sombrío, fragmentado y desdibujado panorama familiar en el primero contrasta con el colorido aunque misógino grupo que la segunda nos propone. La ausencia, la tensión por la distancia, parece reconstruir un pasado nebuloso que marca un presente incierto. Y los cuerpos –como las miradas- surgen del ayer buscando algo parecido a un mañana. El Marsh, mediante la mirada del arquetípico lustrabotas de La Paz, realiza una cita desde lo cotidiano, desde lo pop, al Ejército Zapatista de Liberación Nacional de Chiapas, abarcando la realidad latinoamericana desde su similitud, y tomando la ocultación del rostro como leit motiv ante un poder indefinido pero lejano. La apropiación poética, local y diminutiva la afronta desde un uso lúdico del nombre, de los 2GADAMER, Hans-Georg, 1998, Philosophie de la santé, Paris, Grasset-Mollat, pp. 82, 83. 3 PENTIMALLI, Michela, 2002, Introducción a “El cuerpo en los imaginarios”, memoria del coloquio del mismo nombre, La Paz, Espacio patiño, p. 7.

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símbolos y de los objetos cotidianos de trabajo, como la cajita de lustrabotas. La espera del guerrero y la lucha mítica –que recrea el mundo según la simbólica- son contextualizados por Pablo Villagómez, llevándolos a La Paz. Jugando con sugerencias en nombres, personajes, tiempos y espacios, cuestiona la autonomía local de la vida frente a la pervivencia cíclica del mito que nos envuelve. Por su parte, Daniela Bolívar se centra más en abstraer la división social a una tensa relación entre iguales, iguales enfrentados por una asimetría basada en escala y posición, y en un fondo incierto y oscuro. Con una visión más optimista, Mauricio Sánchez rescata la complejidad que compone el tejido social, representado por ese collage colorido y caótico, reforzado por el título VIA que es tanto parte del nombre asignado al país, como la asunción del necesario camino a tomar desde la celebración de la diversidad. Fragmentos de visiones, de luchas, de posicionamientos ante una realidad en profundo cambio. Una realidad que requiere nuevos significados, renovadas miradas y la generación de espacios creativos de encuentro…como el mARTadero, espacio antes de muerte que ahora proponemos como vivero de las artes, para el cambio social. El Director Nacional de Patrimonio del gobierno actual de Bolivia -miembro además de la comunidad GLBT y conocido Drag Queen- comentaba atinadamente durante un show que toda verdadera revolución, para serlo, ha de llevar en sí las pequeñas y necesarias revoluciones pendientes. …y es que en la Bolivia de hoy el cuerpo –individual y social- quiere ser visibilizado, reconocido, respetado, cuidado, curado, y –sobre todo- querido.

Fernando García Barros Director proyecto mARTadero

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CORPO INDIVIDUALE. CORPO SOCIALE. CONFLITTI GENERATORI. Quando il corpo sociale si trasforma, si frattura, si ri-crea e, in fine, si riconosce nella sua complessità, il nostro corpo individuale opta per l’isolamento, l’indifferenza, o la lotta. Il riconoscimento della complessità delle pulsioni personali e sociali portano gli artisti a rappresentare poetica/mitica/ o intimamente quella raltà nella quale vivono. Perchè il corpo,che sia individuale o sociale, è oggetto di conoscenza e detonatore della stessa, e le tensioni esterne si accusano tanto nei tessuti corporei, quanto nei tessuti sociali. Sfregi. Chirurgie. Ciccatrici. Bendaggi. Tumori. Gadamer parlava dell’impossibilità assoluta di dissociare il corpo dalla vita4 : un corpo sessuato, vulnerabile, sostengno e radice di esperienze universali del dolore, scontro, flusso, famiglia, nascita e rinascita.. Interessa, perciò la relazione stabilita tra il corpo e i discorsi, egemonici e di resistenza; tra il corpo e il fatto. Il come vengono esercitate le relazioni di forza, il potere sul corpo, nel corpo e tra i corpi 5. Le ferite, accusate e rivelate da Erika Ewel, parlano -come tutta la sua opera- della condizione femminile. Il fondo poetico, interpretato come un immaginario patrono estetico, contrasta con la realtà dei colpi sofferti dal proprio corpo. Nel caso di Alejandro Sejas, il flusso viscoso dei corpi e di pesci simbolici allude al fluido seminale, generatore sia della vita che del piacere, in un contesto ancora repressivo per l’esercizio della sessualità. La famiglia, come ambiente che accoglie e segna, con sguardi di fondo e traumi sottostanti, si presenta come tema in Moisés Anturiano e in Mónica Murillo. Il cupo e frammentato panorama famigliare inizialmente del primo artista contrasta con il colorato, benchè misogeno, gruppo che la seconda ci propone. L’assenza, la tensione per la distanza sembra ricostruire un passato nebbioso che segna un presente incerto. E i corpi -come gli sguardi- sorgono dallo “ieri”, cercando qualcosa di simile a un “domani”. El Marsh, attraverso lo sguardo dell’archetipo lustrascarpe di La Paz, presenta una citazione dal qutidiano, dal pop, all’Esercito Zapatista di Liberazione Nazionale del Chiapas, interpreta la realtà latinoamericana dalle sue somiglianze, e prendendo il volto nascosto come leit motiv di fronte a un potere indefinito però lontano. La appropriazione poetica e locale viene affrontata dall’uso ludico del nome, dei simboli e degli oggetti quotidiani del lavoro, come la scatola di legno dei lustrascarpe. L’attesa del guerriero e la lotta mitologica -che ricrea il mondo atraverso la simbologia- sono contestualizzati da Pablo Villagómez, riportandoli a La Paz. Giocando con i suggerimenti di nomi, personaggi, tempi e spazi mette in discussione l’autonomia locale della vita di fronte alla persistenza del ciclo del mito che ci avvolge. Daniela Bolívar si concentra più nell’astrarre la divisione sociale a una tesa relazione tra uguali, uguali 4GADAMER, Hans-Georg, 1998, Philosophie de la santé, Paris, Grasset-Mollat, pp. 82, 83. 5PENTIMALLI, Michela, 2002, Introducción a “El cuerpo en los imaginarios”, memoria del coloquio del mismo nombre, La Paz, Espacio patiño, p. 7.

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che si scontrano a causa di un’asimmetria su scala e posizione, e in uno sfondo incerto e oscuro. Con una visione più ottimista Mauricio Sánchez recupera la complessità che compone il tessuto sociale, rappresentato da questo collage colorato e caotico, rafforzato dai titolo, VIA, che è tanto parte del nome assegnato al paese Bolivia, quanto l’assunzione del cammino che è necesario intraprendere dalla celebrazione della diversità. Frammenti di visioni, di lotte e di posizioni di fronte a una realtà in profondo cambiamento. Una realtà che richiede nuovi sgnificati, sguardi rinnovati e la creazione di spazi di incontro creativi…. Come il mARTadero, prima un luogo di morte, che ora proponiamo invece come “vivero de las artes” per il cambio sociale.

Il Direttore Nazionale del Patrimonio dell’attuale Governo in Bolivia -membro inoltre della comunità GLBT e conosciuta Drag Queen- commentava durante uno show che “ogni vera rivoluzione, per essere tale, deve portare in sè altre piccole e necessarie rivoluzioni”. … e nella Bolivia di oggi il corpo -individuale e sociale- vuole essere reso visibile, riconosciuto, rispettato, curato e –soprattutto- amato.

Fernando García Barros Director proyecto mARTadero

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2010 LA DEFINICIÓN DE LOS LÍMITES Y EL ESPACIO ABIERTO COMO CAMPOS TERRITORIALES DE ACCIÓN Y REACCIÓN.

Territorio. m. Terreno o lugar concreto, como una cueva, un árbol o un hormiguero, donde vive un determinado animal, o un grupo de animales relacionados por vínculos de familia, y que es defendido frente a la invasión de otros congéneres. Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española No hay un único mundo, sino muchos mundos, y todos discurren en paralelo, mundos y antimundos, mundos y sombras de mundos, y cada uno de ellos lo sueña, lo imagina o escribe alguien en otro mundo. Paul Auster en Un hombre en la oscuridad

El espacio del artista no está contenido entre los límites del soporte, sino entre las fronteras de su visión. Somos del tamaño de lo que vemos, de lo que podemos ver, de lo que queremos ver. El nuestro es un spatium6 creativo que constituye nuestro verdadero territorio, un territorio que está, primordialmente, conformado por relaciones, y supone por ello un valioso campo de fuerzas. Los guaraníes de nuestras tierras peregrinan buscando su Yvymarae´ÿ, la prodigiosa Tierra sin Mal, un “lugar privilegiado, indestructible, donde la tierra produce por sí misma sus frutos y donde no hay muerte” 7, donde toda semilla germina y donde los hombres no pierden la vida. Por ello decimos que el Guaraní “es un pueblo en éxodo, aunque no desenraizado, ya que la tierra que busca es la que le sirve de base ecológica” 8. Como el artista, que busca provocar no la distracción, sino una efectiva contextualización en una realidad posible, heterotópica, deseando huir sus raíces en una tierra que es tiempo y espacio, en un territorio que puede estar aquí mañana o en otro lugar hoy, en un paraíso que constituye una frágil combinación de tiempo y espacio. Como tiempo y espacio se entrelazan en un territorio envolvente que los quechuas y aymaras denominan pachamama, madre tierra, madre tiempo…Con enigmáticos conceptos que la desvelan, como ñaupi, vocablo que significa paralelamente –espiralmente- el pasado en el tiempo y el futuro en el espacio… Nosotros, los artistas y gestores del Territorio Cultural Centros del Sur, reivindicamos ese pasado y todos los posibles futuros, y hemos optado por la visualización de un paisaje operativo que posibilite la verdadera sinergia creativa. La asunción de aquellas raíces comunes que permiten alimentar nuestra profunda interdependencia. Ese es nuestro territorio de fuerzas posibles, de potenciales de realización, de configuraciones infinitas 6 Spatium, del latino “estar abierto” 7 Clastres, Heléne en La Tierra sin Mal 8 Melià, Bartomeu, en El Guaraní: Experiencia religiosa

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en un medio dinámico… En él buscamos, nos perdemos, nos re-encontramos buscando…formas, conceptos… Porque el territorio -como el mundo- se construye también con palabras. Palabras que se conforman, se forman y se deforman según su fluir en el tiempo y el espacio. Así, en la búsqueda de Roly Arias, las tipografías evolucionan orgánicamente, prefigurando siluetas imprecisas como los recuerdos, que sólo adquieren presencia al disfrutar de la propia ausencia de ser. Un territorio modelado mediante memorias reconstruidas, frecuentemente re-imaginadas. Y un proceso gráfico que intenta registrar ese territorio poblado de emociones que –como afirmaba Stansilavsky- constituyen la verdadera materia prima del artista. La re-presentación como recurso, la duplicación y el reflejo como figuras retóricas de una lingüística gráfica… Sensaciones vitales que, como en el trabajo de Ana Marcela Rebori, constituyen el palpitar sanguinolento y contundente de la vida en un territorio tejido de horizontes sinuosos, el de esa Argentina del norte que supera las pampas volviéndose andina, elevándose libre por encima de su lejanía de la capital omnipotente. Tejidos. Tejidos de tiempo y espacio. Territorios con urdimbre, telar y trama. Franjas textiles de horizontes minerales, secos, oxidados. Como los capturados por Alberto Díaz Parra con una abstracción deshabitada, infinita y paralela como las líneas de desierto y mar que dibujan el norte chileno. Una esencialidad infinita que coloca al ser humano ante su propia finitud, por contraste con un paisaje inconmensurable que aspira a despertar lo sublime, y que -en la obra de Pablo Forero, pintada sobre un mosaico de pequeños cubitos blancos y neutros- se enriquece mediante la ironía con el juego de sugerencias alrededor de la meditación y la plástica. Traspasar horizontes. Ir más allá, plus ultra. Olvidar rostros, sufrir fronteras, acumular visados y píxeles borrosos… En el trabajo de Carlos Vargas encontramos de nuevo el juego de la re-presentación del territorio, interior y exterior. Huyendo de la literalidad y estableciendo sugerentes figuraciones cruzadas, donde el norte –Madrid- se invierte, y donde la localidad fronteriza de tambo quemado incendia el soporte, mientras un rostro se pixela enigmáticamente, como el mismo territorio, que sólo adquiere sentido por quienes viven en él. Así, ponemos nombre y apellido a los lugares, aceptamos su existencia por ser morada de alguien para nosotros. Y constituimos axis mundi alrededor de nuestros desplazamientos y sus estabilidades. Ello se evidencia en la axialidad canónica de la obra de Magenta Murillo, donde el minero –que horadaba la tierra minándola- constituye ese eje de notable fuerza, pero de impermanente territorio, haciendo referencia a la trasposición física y productiva de un sector estratégico de la economía boliviana, relocalizado y reconvertido. La compleja influencia icónica y un marcado talante pop son elegidos por Marco Vinicio para ponerlos a dialogar en una caja de memoria colectiva que pueda contener estilos, referencias y guiños del propio interés del artista. Algo similar encontramos en la más intimista propuesta de Anuar Elías, de sugerente título Mors Ultima Ratio, que recoge la afirmación latina y el tradicional género vanitas medieval y barroco, llevado a una reinterpretación personal en un escenario vital emplazado por la única verdad: su finitud. El cierto final de un camino que da sentido al mismo, que empuja a la intensidad, al carpe diem que nos hace ser uno con el mismo espacio y territorio que nos envuelve. Y es esa vida efímera la que pone en juego, dentro de este territorio, Iván Cáceres, dibujando entornos antropométricos alrededor del jazz en acción, envolviendo a la figura con sencillos trazos de tinta china de enorme potencia expresiva, recordando por su dinamismo a los experimentos del ballet triádico de 14

Schlemmer en la Bauhaus. Más abstractas son las aproximaciones de Marcelo Montaño y su estruendo -una sugerente descarga de energía telúrica de incandescencia volcánica- y de Diego García y su intención contra el letargo, un ejercicio onírico y surrealista que adquiere –con hallazgos propios y sugerencias de Dalí y Bacon- un dominio del territorio de los sueños poblándolo de símbolos personales. Así es. Los territorios son multidimensionales, y cada dimensión tiene múltiples posibles territorios… Porque hay muchos mundos que están en éste, como diría Paul Valery, y las hibridaciones, mestizajes y superposiciones generan posibilidades de combinaciones infinitas: topologías alteradas, complejas, que resultan –como en la obra de Alejandra Alarcón- sorprendentes y enigmáticas, remitiéndonos al territorio del cuerpo, de los cuerpos, de las sugerencias simbólicas y psicoanalíticas que tienen base en él, en sus pulsiones más atávicas. Y porque Bolivia se mueve, hoy en día –y como sus artistas intuyen en las obras aquí presentadas- entre la resignificación de un pasado ya agotado, la búsqueda de nuevos sentidos emergentes, o la huida de una realidad complicada a través del viaje, del sueño, o de la imaginación. Todo ello en un territorio que, como en el caso de la propuesta de Julio César Soria, de Perú, sorprende por la fuerza de la materia primigenia que lo conforma, y que percibimos sólo por pequeños rasgos esenciales. Y, como en un iceberg, sabemos que lo mejor –probablemente la fuerza creativa que transforma el mundo y la sociedad- está todavía sumergido, y necesitamos una fuerza proporcional que –a través de nexos, formación, posibilidades, conexiones, etc- logre hacerlo emerger. Y es en ese contexto que el norte argentino, el norte chileno, el sur Bolivia y el de Perú intentan estructurar este territorio cultural desde un mismo espíritu, un genius loci que les permita adaptarse a un contexto interdependiente, voluntaria y progresivamente construido, orientando nuestro propio eje de coordenadas para generar un verdadero espacio abierto, inspirado por los principios del proyecto mARTadero de innovación, investigación, experimentación, rigor conceptual y formal, integración, intercambio e interculturalidad. Ese es nuestro deseo.

Fernando García Barros Director proyecto mARTadero

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LA DEFINIZIONE DEI LIMITI E LO SPAZIO APERTO COME I CAMPI TERRITORIALI DELL’AZIONE E DELLA REAZIONE. Territorio. m. terreno o luogo concreto, come una grotta, un albero o un formicaio, dove vive un determinato animale o un gruppo di animali legati da vincoli familiari, e che è difeso dall’invasione di altri della stessa specie. Dizionario della Reale Accaemia della Lingua Spagnola Non c’è un solo mondo, ma tanti mondi, e tutti scorrono in parallelo, mondi e antimondi, mondi e ombre, e ciascuno di essi sogna, immagina o scrive di qualcuno in un altro mondo. Paul Auster in Un Uomo nell’oscurtià

Lo spazio dell’artista non è contenuto dentro i limiti della cornice, ma dentro le frontiere della sua visione. Siamo della misura di ciò che vediamo, di ciò che possiamo vedere, di ciò che vogliamo vedere. Il nostro è uno spatium9 creativo che costituisce il nostro vero territorio, un territorio che è primordialmente, conformato dalle relazioni, motivo per il quale presuppone un importante campo di forze. I guaraníes delle nostre terre peregrinano cercando il loro Yvymarae´ÿ, la prodigiosa “Terra senza Male”, un “luogo privilegiato, indistruttibile, dove la terra produce da sola i suoi frutti e dove non c’è morte”10 , dove tutti i semi germinano e dove gli uomini non perdono la vita. Per questo diciamo che i Guaraní “sono un popolo in esodo, benchè non sradicato, poiché la terra che cerca è quella che serve loro come base ecologica”11 . Allo stesso modo l’artista, che cerca di provocare non la distrazione, ma un’effettiva contestualizzazione, in una realtà possibile, eterotopica12 , desiderando di sfuggire dalle sue radici in una terra che è tempo e spazio, in un territorio che può essere qui domani o in un altro luogo oggi, in un paradiso che costituisce una fragile combinazione di tempo e spazio. Come tempo e spazio si intrecciano in un territorio avvolgente che i Quechua e gli Aymara chiamano pachamama, madre terra, madre tempo…con enigmatici concetti che la rivelano, quali il ñaupi, un termine che significa parallelamente – e con movimento a spirale- il passato nel tempo e il futuro nello spazio… Noi, artisti e gestori del Territorio Culturale Centri del Sud, rivendichiamo quel passato e tutti quei futuri possibili, e abbiamo optato per la visualizzazione di un paesaggio operativo che renda possibile una vera sinergia creativa. L’assunzione di quelle radici comuni che ci permettono alimentare la nostra profonda interdipendenza. Questo è il nostro territorio di forze possibili, di potenziali di realizzazione, di configurazioni infinite in un ambiente dinamico…In questo perlustriamo, ci perdiamo, ci ri-incontriamo alla ricerca di forme, concetti.. 9 Spatium, dalla radice latina spa- aprire, distendere, allargare, spalancare. 10 Clastres, Heléne in La Tierra sin Mal. 11 Melià, Bartomeu, in El Guaraní: Experiencia religiosa. 12 Eterotopia è un termine coniato dal filosofo francese Michel Foucault per indicare «quegli spazi che hanno la particolare caratteristica di essere connessi a tutti gli altri spazi, ma in modo tale da sospendere, neutralizzare o invertire l’insieme dei rapporti che essi stessi designano, riflettono o rispecchiano».

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Il territorio -come il mondo- si costruisce anche con le parole. Parole che si conformano, si formano e si deformano secondo il loro fluire nel tempo e nello spazio. Così nella ricerca di Roly Arias, le tipografie13 si evolvono organicamente, prefigurando delle silouette imprecise come i ricordi, che prendono vita solo nel momento in cui si apprezza l’assenza del loro esistere. Un territorio modellato attraverso memorie ricostruite, spesso ri-immaginate. Un processo grafico che cerca di registrare quel territorio popolato di emozioni che – come affermava Stanislavsky- costituiscono la vera materia prima dell’artista. La ri-presentazione come risorsa, la duplicazione e il riflesso come figure retoriche di una linguistica grafica.. Sensazioni vitali che, come nel lavoro di Ana Marcela Rebori, costituiscono il palpitare sanguinante e contundente della vita nel territorio, tessuto di orizzonti sinuosi, quello del Nord dell’Argentina che supera la Pampa trasformandosi in Ande, elevandosi libero sulle sue cime lontane dalla capitale onnipotente. Tessuti. Tessuti di tempo e spazio. Territori con ordito, telaio e trame. Frange tessili di orizzonti minerali, secchi, ossidati, come quelli catturati da Alberto Díaz Parra attraverso un’astrazione disabitata, infinita e parallela come le linee del deserto e del mare che disegnano il nord cileno. Un’essenzialità infinita che colloca l’essere umano di fronte alla sua propria limitatezza, in contrasto con un paesaggio incommensurabile che tende a risvegliare il sublime, e che –nell’opera di Pablo Forero, dipinta su un mosaico di piccoli cubi bianchi e neutri- si arricchisce grazie all’ironia con il gioco di suggerimenti relativi alla meditazione e alla plastica. Oltrepassare gli orizzonti. Andare più in là, plus ultra. Dimenticare visi, soffrire le frontiere, accumulare immagini e pixel sfuocati Nel lavoro di Carlos Vargas troviamo di nuovo il gioco della ri-presentazione del territorio interiore ed esteriore. Sfuggendo dalla letteralità e stabilendo suggestive raffigurazioni incrociate, dove il nord -Madrid- si inverte, e dove la località di frontiera di Tambo Quemado14 incendia il supporto, mentre un viso viene pixelato enigmaticamente, come lo stesso territorio, che acquisisce un senso solo per coloro che vivono al suo interno. Così, mettiamo nome e cognome ai luoghi, accettiamo la loro esistenza per il fatto qualcuno ha posto dei riferimenti per noi. Costituiamo un axis mundi intorno ai nostri spostamenti e ai nostri stanziamenti. Questo si evidenzia nell’assialità canonica dell’opera di Magenta Murillo, dove il minatore- che perforava la terra minandola- costituisce un’asse di forza notevole di un territorio temporaneo, facendo riferimento alla trasposizione fisica e produttiva di un settore strategico per l’economia boliviana, che viene trasferito e convertito. Una complessa influenza iconica15 e un forte carattere pop vengono scelti da Marco Vinicio per metterli a dialogare in una scatola di memoria collettiva che possa contenere stili, riferimenti e allusioni propri dell’artista. Qualcosa di similare si può ritrovare nella proposta più intimista di Anuar Elias, dal suggestivo titolo Mors Ultima Ratio, che raccoglie l’affermazione latina e il tradizionale genere vanitas medioevale e barocco16, in una reinterpretazione personale e in uno scenario della vita che si fonda su un’unica verità: la sua finitezza. La certezza finale di un cammino che da senso allo stesso, che spinge 13 Tipografia, dal greco τύπος, “impronta” e γράφειν, “scrivere”. 14 Tambo Quemado, città della Bolivia alla frontiera con il Cile, situata nel Dipartimento di La Paz, situata ai piedi del monte Sajama. 15 Iconico, che concerne l’immagine, che rappresenta per mezzo di immagini realistiche figurativo. 16 Vanitas, in pittura, è una natura morta con elementi simbolici allusivi al tema della caducità della vita. Il nome deriva dalla frase biblica vanitas vanitatum et omnia vanitas e, come il memento mori, è un ammonimento all’effimera condizione dell’esistenza.

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all’intensità, al carpe diem che ci fa diventare un tutt’uno con lo stesso territorio e spazio che ci avvolgono. Ed è quella vita effimera che mette in gioco, all’interno di questo territorio, Iván Cáceres, disegnando contorni antropomorfi attorno al “jazz in azione”, avvolgendo la figura con tratti di china. Con una forte potenza espressiva, ricorda così per la sua dinamicità gli esperimenti del Balletto Triadico di Schlemmer nella Bauhaus17 . L’approccio di Marcelo Montaño è più astratto con il suo “estruendo” (in italiano frastuono)– una suggestiva scarica di energia tellurica di incandescenza vulcanica- e quello di Diego García e la sua “intención contra el letargo”, un esercizio onirico e surrealista che acquisisce -con soluzioni proprie e con suggerimenti di Dalì e Bacon- il dominio del territorio dei sogni, popolandolo di simboli personali. I territori sono multidimensionali, e ogni dimensione ha molteplici possibili territori.. perché ci sono molti mondi che vivono all’interno di questo, come direbbe Paul Valery, e gli ibridi, i miscugli e le sovrapposizioni generano possibilità di combinazioni infinite: topolgie18 alterate, complesse che risultano -come nell’opera di Alejandra Alarcón- sorprendenti e enigmatiche, richiamando il territorio del corpo, dei corpi, delle suggestioni simboliche e psicoanalitiche che trovano base nel corpo stesso e nelle sue pulsioni ataviche. Oggi la Bolivia si muove -come i suoi artisti intuiscono nelle opere qui presentate- tra la riscoperta di un passato già esaurito, la ricerca di nuove sensazioni emergenti, o la fuga da una realtà complicata, attraverso il viaggio, il sogno o la propria immaginazione. Tutto questo in un territorio che, come nella proposta di Julio Cesar Soria, del Perù, sorprende per la forza della materia prima che lo costituisce e che percepiamo solo per brevi tratti essenziali. Come in un iceberg sappiamo che il meglioprobabilmente la forza creativa che trasforma il mondo e la società- è ancora sommerso e abbiamo bisogno di una forza proporzionata che -attraverso nessi, formazione, possibilità, connesioni etc.- riesca a farlo emergere. In questo contesto nord argentino, nord cileno, sud boliviano e peruviano cercano di strutturare quel territorio culturale partendo da uno stesso spirito, un genius loci che permetta loro adattarsi a un contesto interdipendente, costruito volontariamente e in modo progressivo, orientano così il nostro stesso occhio verso delle coordinate per generare un vero spazio aperto, ispirato ai principi del proyecto mARTadero di innovazione, investigazione, sperimentazione rigore concettuale e formale, integrazione, scambio e interculturalità. Questo è il nostro desiderio. Fernando García Barros Director proyecto mARTadero

17 Il Balletto Triadico, capolavoro del maestro scenografo Carl Shlemmer, iniziato a Stoccarda nel 1912 in collaborazione con i ballerini Albert Burgen ed Elza Hotzel. La prima esecuzione del balletto intero avvenne nel 1922, al Landerstheater di Stoccarda: dodici brani coreografici, in diciotto diversi costumi realizzati con imbottiture, con forme rigide in cartapesta dipinta a colori o in toni metallici, indossati da due ballerini e una ballerina. 18 Topologia, dal greco τοπος, luogo, e λογος, studio: studio dei luoghi, è una delle più importanti branche della matematica moderna. Si caratterizza come lo studio delle proprietà delle figure e delle forme che non cambiano quando viene effettuata una deformazione senza “strappi”, “sovrapposizioni” o “incollature”. Concetti fondamentali come convergenza, limite, continuità, connessione o compattezza trovano nella topologia la loro migliore formalizzazione.

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PREMIO BICE BUGATTI - GIOVANNI SEGANTINI 2010 Sección Internacional Motivaciones del jurado

En nombre de los jurados del de 51° Premio Bugatti Segantini, en primer lugar quiero dar las gracias a Fernando García Barros, director del proyecto mARTadero y a todos los artistas que, con diferentes lenguajes y formas expresivas, han querido y han sido capaces, creo, de ponernos en crisis ... Permítanme abrir una breve introducción, que se vincula al texto curatorial muy denso de Barros, al presentar las razones de las decisiones de las motivaciones de la elección de los premios a través de un viaje desde las orígenes y las etimologías de las palabras. Como decia, nos han puesto en crisis. Nada preocupante, sin embargo, si pensamos que la palabra crisis, al igual que la palabra crítica, ambos derivan de krínein, verbo griego que significa elegir. Esto por decir que, antes de seleccionar a los ganadores, hemos optado por deponer, destituir, o más bien “olvidar en la memoria”, como dijo un importante artista conceptual, Vicenzo Agnetti, los criterios habituales de selección y la lectura del arte occidental. Hemos tenido, y apreciado, probar a entrar en contacto, hablar con las formas, los alfabetos visuales propuestos por los artistas sudamericanos que han participado al Premio. Hemos discutido y entendido, una vez más, que la libertad del arte requiere códigos y direcciones. Sobre todo cuando nuestros ojos se ven obligados a tomar decisiones con respecto a lenguajes que no entienden de inmediato, o no inmediatamente reconducibles a un panorama iconográfico – y de contenido – conocido y abitual. Gracias por la crisis en que nos han obligado, entonces. Una crisis de la que surgieron las decisiones críticas, como hemos dicho al principio, que demuestran la importancia de estos proyectos, promoviendo el intercambio cultural. Estas consideraciones han surgido también las evaluaciones que siguen. El primer premio fue otorgado a Diego García, un artista de Bolivia, con el trabajo Intención Contra El Letargo. Un cuadro compuesto, hecho con la superposición y el diálogo entre múltiples materiales y técnicas que nos han parecidos dominados con sabiduría y experiencia. En términos de expresión, la obra evoca derivaciones oníricas y surrealistas, de Dalí a Bacon, como ha señalado acertadamente Barros. Como cadavre exquis, técnica de composición surrealista de gran éxito, tambien en nivel literario, la pintura está construida pieza por pieza, aparece a nuestros ojos como la obtención de un sueño al despertar, cosido por la memoria y los fragmentos de tiempo. Contiene la energía del espacio y la suspensión del tiempo, elementos que estan a la base del concepto de territorialidad operacional expresada por el Director del mARTadero. Por lo tanto, hemos pensado que el trabajo podría ser signo de un camino que se desarrolla a través de las demás obras del proyecto, no solo las seleccionadas, sino todas, por su validez e intesidad de significados. El segundo premio ha sido asignado a la obra de abstracción Horizontes Minerales del chileno Alberto 19

Díaz Parra: si bien ha sido inmediato el enfrentamiento con la experiencia occidental en el campo del lenguaje no figurativo, tratamos de reflexionar sobre las diferencias y de las operaciones formales que presenta el trabajo. El tema del espacio que surgió de las bandas de tierra de la materia pictórica, se comunica con el enfoque, con la percepción visual, centro de la investigación suramericana del siglo de XX hasta el presente, sobrellevando la actualidad de la cuestióm, interpretada de manera nueva por un artista de la corriente generaciones. El título de la obra, narrativo y evocador en relación a la elección de las pinturas abstractas, más aún evidencia el contraste e invita a la reflexión. Hemos premiado con una medalla Roly Arias, con la obra Reflejos y duplicaciones, por la aparición del problema de los signos y por la calibrada relación entre el elemento de la profundidad espacial, en la superficie bidimensional del trabajo, y el componente del tiempo necesario para la visión y la decodificación de la obra. Aspectos que parecen haber sido tocado en muchas de las obras propuestas por el proyecto mARTadero. El tema de la identidad individual y colectiva, expresado a través del lenguaje popular e inmediato, virado en los tonos del azul y de sus derivados en la obra de Magenta Murillo, Centro y Periferia, en contraste con las fotografías de Rosa Celorio, artista ecuatoriana no participe del proyecto mARTadero, donde el tema del marco se vuelve el limite de la expresión de un rostro, jaula y al mismo tiempo y rejilla interpretativa misma de sus pasiones y esperanzas. Por eso hemos decidido signalar estos dos artistas, juntos con un tercero, Julio César Soria, cuyo trabajo, NN de la Concepción, plantea la germinación orgánica a través del abrazo estridente de materiales pictóricos que reflejan, brillantes, opacos y absorbentes, en un diálogo encaminado entre potencialidades iconográficas y negaciones de la materia. Nosotros creemos, pero también nos gusta dudar, haber interpretado así, través de estas elecciones, el significado del proyecto Territorios del Sur propuesto por mARTadero y aceptado en el marco del 51 ° Premio Bugatti-Segantini. Pero sobre todo esperamos, como hemos dicho antes, tener nuevas oportunidades de un diálogo artístico intercontinental para poder, felizmente y nuevamente, socavar nuestra seguridad, nuestros parametros de visión y de juicio. ¿No es justamente esto el objetivo del arte?

Ilaria Bignotti, 14 de julio de 2010

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PREMIO BICE BUGATTI - GIOVANNI SEGANTINI 2010 Sezione Internazionale Motivazioni della giuria

A nome della Giuria del 51° Premio Bugatti-Segantini, desidero innanzitutto ringraziare il curatore Fernando García Barros, direttore del progetto mARTadero, e tutti gli artisti che con diversi linguaggi e forme espressive, hanno saputo e voluto, credo, metterci…in crisi. Mi sia permesso aprire una breve parentesi introduttiva, che ben si apparenta al denso testo curatoriale di Barros, introducendo le motivazioni delle scelte, dei premi e delle segnalazioni attraverso un percorso alle origini ed alle etimologie delle parole. Dicevo, mettere in crisi. Nulla di preoccupante, tuttavia, se pensiamo che la parola crisi, come la parola critica, derivano entrambe dal verbo greco krinein, che significa scegliere. Questo per dire che, prima di selezionare i vincitori, abbiamo dovuto scegliere di deporre, accantonare, o meglio “dimenticare a memoria”, come disse un nostro importante artista concettuale, Vincenzo Agnetti, i parametri abituali di selezione e lettura artistiche occidentali. Abbiamo dovuto, e apprezzato, provare ad entrare in contatto, dialogare con le forme, gli alfabeti visivi proposti dagli artisti sudamericani che hanno aderito al Premio. Abbiamo discusso e abbiamo compreso, ancora una volta, che la tanto declamata libertà dell’arte esige dei codici e delle direzioni. Soprattutto quando il nostro sguardo è obbligato a operare scelte nei confronti di linguaggi a noi non immediatamente comprensibili, o non subito riconducibili a un panorama iconografico – e contenutistico – noti e abituali. Grazie per la crisi in cui ci avete costretto, dunque. Una crisi da cui sono emerse delle scelte critiche, come dicevamo all’inizio, che dimostrano l’importanza di questi progetti di scambio culturale da promuovere e proseguire. Da queste considerazioni sono anche emerse le valutazioni che seguono. Il primo premio è stato assegnato a Diego Garcìa, artista boliviano, con l’opera Intención contra el letargo. Un dipinto composito, realizzato con la sovrapposizione ed il dialogo tra più materiali e tecniche che ci sono parsi sapientemente padroneggiati. Dal punto di vista espressivo, l’opera rievoca giustamente atmosfere oniriche e surreali derivazioni, da Dalì a Bacon, come giustamente ha indicato Barros. Come un cadavre exquis, tecnica di composizione surrealista di grande successo anche a livello letterario (1), il dipinto si costruisce pezzo per pezzo, emerge al nostro sguardo come l’addensarsi di un sogno al risveglio, cucito dalla memoria e dai frammenti del tempo. Contiene l’energia dello spazio e le sospensioni 21

del tempo, elementi alla base del concetto di territorialità operativa espressi dal curatore di mARTadero. Abbiamo per questo pensato che l’opera potesse essere vessillo di un percorso che si sviluppa attraverso gli altri lavori del progetto, non solo i selezionati, ma tutti quanti, perché ciascuno valido e intenso. Il secondo premio è stato assegnato all’opera astratta Horizontes Minerales del cileno Alberto Diaz Parra: se da un lato è stato immediato il confronto con le esperienze occidentali nel campo dei linguaggi non figurativi, abbiamo cercato di riflettere sulle differenze operative e formali che quest’opera ci presenta. Il tema spaziale, emerso dalle bande terrose del materiale pittorico, dialoga con la messa a fuoco, con la percezione visiva, al centro delle ricerche sudamericane dal Novecento ad oggi, risollevando l’attualità del problema e la fresca interpretazione datane da un artista delle attuali generazioni. Il titolo dell’opera, narrativo ed evocativo rispetto alla scelta pittorica astratta, ancor più fa stridere il contrasto e invita alla riflessione. Abbiamo premiato con una medaglia Roly Arias, con l’opera Reflejos y duplicaciones, per l’emergere del problema segnico e per la calibrata relazione tra l’elemento della profondità spaziale, agita sulla superficie bidimensionale dell’opera, e la componente del tempo necessario alla visione ed alla de-codificazione dell’opera. Aspetti che ci pare siano stati toccati in molte delle opere proposte dal progetto mARTadero. Il tema dell’identità individuale e collettiva, espresso attraverso il linguaggio popolare e immediato, virato nei toni del blu e delle sue derivazioni dell’opera di Magenta Murillo, Centro y Periferia, contrasta con gli scatti fotografici di Rosa Celorio, artista ecuadoriana non partecipe del progetto mARTadero, dove il tema della cornice diventa limite dell’espressione di un volto, gabbia e al contempo griglia interpretativa delle sue passioni e speranze. Per questo abbiamo deciso di segnalare questi due artisti, unitamente ad un terzo, Julio Cesar Soria, la cui opera, Concepción de NN, fa emergere germinazioni organiche attraverso lo stridente abbraccio di materiali pittorici specchianti, rilucenti, assorbenti e opachi, in un dialogo teso tra potenzialità iconografiche e negazioni materiche. Crediamo, ma ci piace anche dubitare, di avere interpretato così, attraverso anche queste scelte, il senso del progetto mARTadero proposto e felicemente accolto nel contesto del 51° Premio Bugatti Segantini. Ma soprattutto auspichiamo, come abbiamo detto all’inizio, nuove occasioni di dialogo artistico intercontinentale per potere, nuovamente e felicemente, mettere in crisi le nostre sicurezze, i nostri parametri di visione e di giudizio. Non è forse questo lo scopo dell’arte?

Ilaria Bignotti, 14 luglio 2010

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2011 LOS INVISIBILIZADOS TERRITORIOS DEL SUR: ÓSMOSIS TERRITORIAL DE IDEAS ENTRE CIUDADES SUPUESTAS Y SUPERPUESTAS (...) La Ciudad -según sentencian los Filósofos- no es más que una gran casa y, del mismo modo, la casa no es sino una pequeña Ciudad; (...) […] pertenece al arte, por tanto, la responsabilidad de construir las cosas con buenos cimientos. De re aedificatoria. Leon Battista Alberti



“El infierno de los vivos no es algo que será; hay uno, es aquel que existe ya aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos. Dos maneras hay de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de no verlo más. La segunda es peligrosa y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacerlo durar, y darle espacio”. Las ciudades invisibles. Italo Calvino

Los artistas no son un tipo especial de personas, sino que cada persona somos un tipo especial de artista, afirmaba acertadamente la entidad transpersonal post situacionista Hakim Bey. El ser humano es creativo por naturaleza y así, al crear, nos creamos a nosotros mismos y creamos el cosmos que nos rodea. Un cosmos a la vez complejo y esencial, formado unas veces de palabras ininteligibles, otras veces de referencias sutiles, y otras de imágenes enigmáticas. Signos y símbolos que configuran nuestro tiempo y nuestro espacio de forma dinámica, en una realidad que se desplaza, buscando continuamente sentido a través de nuevos horizontes, exteriores e interiores… Durante este año, decidimos que la Ciudad fuese nuestro espacio de sentido y nuestro territorio de trabajo en el proyecto mARTadero. No sólo como soporte de las acciones, sino más bien como objeto mismo de reflexión. Una Ciudad siempre infinitamente soberbia, que creó su propio entorno naturalmente artificial, pero que se sabe profundamente dependiente y tensionada frente a su territorio. Un territorio en permanente construcción y resignificación, y constituido por todas las ciudades posibles, imaginadas, pobladas, y construídas justamente a través de imágenes e imaginarios. La ciudad es por ello, ante todo y sobre todo, un espacio de expresión y comunicación. Es, a la vez, contexto, pretexto y texto de nuestras vidas…Un entorno rico de diversidad, de múltiples posibilidades. Como el tiempo. Como la realidad. Un infinito terreno de juego, cuyos espacios muertos, fisuras, intersticios, anécdotas, constituyen escenarios útiles para la ensoñación. Buscabamos así aprender de nuevo a mirar, a reconocer la magia de lo inesperado, de lo posible, de todo aquello que sorprendentemente se esconde en la rutina diaria, como en esos horizontes marinos y superpuestos de las obras de Sandra de Berduccy y de Mercedes Ruiz, en esas figuras fantasmagóricas a la vez familiares y lejanas de Rossmary Mamani y de Gunnar Quispe, en esos signos encriptados en trazos que se densifican de Roly Arias, Diego García y Julio César Soria, o en esta dimensión mítica de lo cotidiano representada por Maria Luisa Buccianti, Andrés Justiniano y Nivardo Torrico. Hilos de lana, pintura y memoria, que conectan las diversas propuestas y que Arianna nos lanza hoy 23

como ayer, para encontrar la salida del laberinto. Hebras que salen del cuerpo femenino de la ciudad y tejen húmedos oleajes entrelazando técnica y poesía Palabras y escenarios que dejan de ser signos para convertirse en símbolos de una tercera cosa, que sólo el artista o poeta nombra, haciéndola más evidente Esa ciudad que se teme, se vive, se recuerda…desde el miedo ante una naturaleza inexplicablemente implacable, evocada desde esos títulos que tensionan el espacio intersticial. Una indefensión que el salteño Roly Arias experimenta mientras Afuera está oscuro, cuando las palabras son trayectorias de luz y protección segura, y que permite levantar un abstracto enredo de significantes ajenos a los antes todopoderosos significados. Un espacio de pérdida, que Andrés Justiniano comparte en su Chau, gracias por todo último momento de intimidad y tensión, desde el pequeño microcosmos limitado por nuestro espacio inmediato, envuelto en un escenario urbano tan onírico como el momento que vivamos. Un lugar de frustraciones y ausencias representadas en Yo nunca vi el mar, de la salteña Mercedes Ruiz , con una visión teñida de pop y de lugares comunes, en un espacio delimitado por la indefinición y la imposibilidad perspéctica. Un campo de dolor, de Cicatrices que no se borran, que se profundizan con los años y los recuerdos, y que Gunnar Quispe lleva a un espacio ritual, mágico, atemporal, surcado por la precisión de los trazos y por ese claroscuro interior que se proyecta en esos párpados cerrados tras una exposición excesiva a zonas de luz. Un sinsentido impreciso, expresado por esa Marea Negra, de Julio César Soria, claramente emocional, materializado en una metáfora densa y abstracta sin formas definidas pero espesas de sugerencias. Esa ciudad que se desea, se sueña, se puebla de historias que quizás nunca sucedieron… pero que se proyectan con Sandra de Berduccy hacia Ultramar en un sutil tejido de ausencias y de referencias, entre husos textiles y horarios, teñidos de azul cielo, azul mar, azul recuerdo y blanco de posibilidad y pureza. Un lejano mar-madre-ciudad, ya que las tres comparten el ser símbolos del cuerpo maternal, ese que nos acoge exigiendo esa protección y límite, y del que nos despegamos para encontrarnos con la realidad del Territorio libre, duro “centro” del cuerpo rendido al trabajo metálico y terrestre, que dimensiona cotidianamente a la persona, como refleja Rossemary Mamani. Una vivencia que en Fragmentos visuales de Universo, enigmático jeroglífico de universos interiores, poblados de fantásticos animales y propuesto por Diego García, nos lleva a través de un mapa mental de recorridos íntimos, susceptibles sólo de Manejo y no de control, como Maria Luisa Buccianti refleja mediante la focalización cenital en extremidades y en un ovillo que adquiere dimensiones míticas… Foucault se preguntaba si la vida de cada persona no podría ser considerada una obra de arte. Nosotros creemos que sí, por su carácter procesual y contextual, por su tendencia a lo simbólico y metafórico, por los hipervínculos que referencian siempre a otro momento, a otro tema… y por tantas cosas. Y lo urbano es un contexto siempre pertinentemente mítico. Sabemos que creando nos creamos a nosotros mismos, y nos hacemos mejores personas… De ahí que Baudelaire se preocupase sobre la ciudad y la condición humana en ella, el estado de esa gente que la puebla. Así, de su opción radical por la ciudad extraía los elementos necesarios para su creación. Porque las ciudades no son sino la acumulación de sucesivas capas creativas, vitales… y desde una perspectiva, es allí donde la vida “tiene lugar”, se estructura, se vuelve geometría… mientras desde otra, es allí donde la vida “se desarrolla”, activamente, desde la historia macro y micro… Los artistas de los Centros del Sur sondeamos narrativas cotidianas que cuenten quienes somos. Exponiendo, nos exponemos y exponemos nuestros territorios, interiores y exteriores, sin grandilocuencias. Descubrimos en ciudades y regiones deslocalizadas nuestro propio contexto local. Entendemos por todo ello la Ciudad –construida justamente por esas pequeñas historias- como el marco principal de creación, 24

permitiendo que se vaya creando ella misma así. Vamos entendiendo que sus límites son los nuestros, que nosotros mismos los delimitamos. Superarlos, resignificarlos, reinventarlos es una obligación para “abrir las calles de lo posible contra las direcciones prohibidas”, como decían en el mayo del 68, para hacer que “el tiempo de las cerezas retorne” y mandar “a la mierda la felicidad” desabotonando nuestro cerebro… Fernando García Barros Director proyecto mARTadero

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GLI INVISIBILI TERRITORI DEL SUD: OSMOSI TERRITORIALE DI IDEE TRA CITTA’ PRESUPPOSTE E SOVRAPPOSTE

“(…) La Città – secondo alcuni Filosofi – non è altro che una grande casa e, allo stesso modo, la casa non è altro che una piccola città; (…) […] appartiene all’arte, perciò, la responsabilità di costruire le cose con buone fondamenta.” De re aedificatoria. Leon Battista Alberti (Trad. libera) “L’inferno dei viventi non è qualcosa che sarà; se ce n’è uno è quello che è gia qui, l’inferno che abitiamo tutti i giorni, che formiamo stando insieme. Due modi ci sono per non soffrirne. Il primo riesce facile a molti: accettare l’inferno e diventarne parte fino al punto di non vederlo più. Il secondo è rischioso ed esige attenzione e approfondimento continui: cercare e saper riconoscere chi e che cosa in mezzo all’inferno, non è inferno, e farlo durare, e dargli spazio.” Le città invisibili. Italo Calvino



Gli artisti non sono una categoria speciale di persone, ma ogni persona è un tipo speciale di artista, affermava giustamente l’entità traspersonale post situazionista Hakim Bey. L’essere umano è creativo per natura e così, nell’atto di creare, creiamo noi stessi e creiamo il mondo che ci circonda. Un cosmo complesso ed essenziale al tempo stesso, formato a volte da parole inintellegibili, altre volte da riferimenti sottili, e altre ancora da immagini enigmatiche. Segni e simboli che configurano il nostro tempo e il nostro spazio in modo dinamico, una realtà che si spande, cercando continuamente un senso attraverso nuovi orrizzonti, esterni ed interni... Quest’anno, come Proyecto mARTadero, abbiamo deciso che la Città doveva essere il nostro spazio e il nostro territorio di lavoro. Non solo come campo d’azione, ma anche come oggetto stesso di riflessione. Una Città sempre estremamente superba, che ha creato il proprio ambiente naturalmente artificiale, che però si riconosce profondamente dipendente dal suo territorio. Un territiorio in permanente costruzione e ridefinizione, costituito da tutte le città possibili, immaginate, popolate e costruite attraverso immagini e immaginari. La città perciò è, prima e soprattutto, uno spazio di espressione e comunicazione. Allo stesso tempo è contesto, pretesto e testo delle nostre vite.. un contesto ricco di diversità, di molteplici possibilità. Come il tempo. Come la realtà. Un infinito terreno di gioco, i cui spazi morti, fessure, interstizi, aneddoti costituiscono scenari utili per le fantasie. Abbiamo quindi cercato di imparare di nuovo ad osservare, a riconoscere la magia dell’inatteso, del possibile, di tutto ciò che sorprendentemente si nasconde dietro la routine quotidiana, come quegli orizzonti marini sovrapposti delle opere di Sandra de Berduccy e Mercedes Ruiz, in quelle figure fantasmagoriche e allo stesso tempo famigliari e lontane di Rossmary Mamani e Gunnar Quispe, in quei segni criptati nei tratti in cui si concentrano Roly Arias, Diego García e Julio César Soria, o nella dimensione mitica del quotidiano rappresentata da Maria Luisa Buccianti, Andrés Justiniano e Nivardo Torrico. 26

Fili di lana, pittura e memoria, che connettono le diverse proposte e che Arianna ci lancia, oggi come ieri, per trovare l’uscita del labirinto. Fili che fuoriescono dal corpo femminile della città e tessono onde intrecciando tecnica e poesia, parole e scenari che smettono di essere solo segni per convertirsi in simboli di una cosa terza, che solo l’artista o il poeta possono evocare, rendendola evidente. Quella città che si teme, si vive, si ricorda.. dalla paura di fronte a una natura inspiegabilmente implacabile, evocada già dai titoli che dilatano lo spazio interstiziale. Una situazione di impotenza che Roly Arias sperimenta mentre Fuori è buio, quando le parole sono traiettorie di luce e protezione sicura, che l’autore riesce a subliminare in un astratto intreccio di significazioni aliene a tutti i significati prestabiliti. Uno spazio di perdita, che Andrés Justiniano condivide nel suo Ciao, grazie di tutto, ultimo momento di intimità e tensione, dal piccolo microcosmo limitato dal nostro spazio immediato, avvolto in uno scenario urbano onirico, come il momento che stiamo vivendo. Un luogo di frustrazioni e assenze rappresentate in Io non ho mai visto il mare, dell’argentina Mercedez Ruiz, con una visione tinta di pop e di luoghi comuni, in uno spazio delimitato dalla indefinizione e dalla impossibilità prospettica. Un campo di dolore, di Ciccatrici che non si cancellano, che diventano più profonde con gli anni e i ricordi, e che Gunnar Quispe riconduce a uno spazio rituale, magico, atemporale, marcato dalla precisione del tratto e da quel chiaroscuro interiore che si proietta in quelle palpebre chiuse dopo un’eccessiva esposizione alla luce. Un senza senso impreciso, espresso da quella Marea nera, di Julio César Soria, chiaramente emozionale, materializzata in una metafora densa e astratta senza forme definite, però ricche di suggerimenti. Quella città che si desidera, si sogna, si popola di storie che forse non sono mai accadute… che però si proiettano con Sandra De Berduccy verso l’Oltremare, in un tessuto sottile di assenze e di riferimenti, tra fusi tessili e orari, tinti di blu cielo, blu mare, blu ricordo e bianco di possibilità e purezza. Un lontano mare-madre-città, poichè i tre concetti condividono il fatto di essere simboli di un corpo materno, quello che ci accoglie dandoci protezione e ponendo un limite, dal quale noi ci distacchiamo per ritrovarci con la realtà del Territorio libero, la dura rappresentazione della parte centrale di un corpo, arreso al lavoro del metallo e terreno, che ridimensiona quotidianamente la persona, come riflette Rossemary Mamani. Un’esperienza che in Frammenti visivi dell’Universo, enigmatico geroglifico di universi interiori, popolati di animali fantastici, proposto da Diego García, ci conduce attraverso una mappa mentale di percorsi intimi, sucettibili solo di una Guida e non di un controllo, come Maria Luisa Buccianti rispecchia mettendo a fuoco l’estremità delle gambe e un gomitolo che assume dimensioni mitiche.. Foucault si domandava se la vita di ogni persona non potesse essere considerata un’opera d’arte. Noi crediamo di sì, per il suo carattere evolutivo e contestuale, per la sua tendenza al simbolico e alla metafora, per i collegamenti che sempre rimandano a un altro momento, a un altro tema.. e per molte altre ragioni. Lo spazio urbano è un contesto sempre opportunamente mitico. Sappiamo che creando, creiamo noi stesssi, e ci rendiamo delle persone migliori.. per questa ragione Baudlaire si è preoccupato della città e della condizione umana nella città stessa, lo stato delle persone che la popolano. Per questa ragione, l’opzione radicale per la quale estraeva dalla città gli elementi necessari per la sua creazione. Perchè le città non sono altro che l’accumularsi di successivi strati creativi, vitali.. e da una certaprospettiva, è lì, dove la vita “ha luogo”, si struttura, diventa geometria.. mentre, da un’altra prospettiva, è lì dove la vita “si sviluppa” attivamente, dalla storia macro e micro.. Gli artisti dei Centri del Sud cercano i racconti quotidiani che narrano chi siamo. Esponendo, ci esponiamo ed esponiamo i nostri territori, interiori ed esterni, senza ostentazioni. Ci riscopriamo nelle città e nelle 27

regioni al di fuori del nostro contesto locale. Intendiamo quindi la Città- costruita proprio da queste piccole storie – come cornice principale di creazione, permettendo che si crei di per sè. Comprendiamo che i suoi limiti sono i nostri, e che noi stessi li definiamo. Superarli, ridefinirli, reinventarli è un obbligo per “aprire le strade del possibile contro le direzioni proibite”, come dicevano nel maggio del ‘68, affinchè “il tempo delle ciliegie ritorni” e “mandare alla merda la felicità”, aprendo la nostra mente. Fernando García Barros Director proyecto mARTadero

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PREMIO BICE BUGATTI - GIOVANNI SEGANTINI 2011 Sección Internacional Lectura Crítica De Las Obras

Cuando, el año pasado, me pidieron introducir las obras realizadas por los artistas seleccionados por el Proyecto mARTadero, intenté analizarlas través de una comparación con la inconografía y las modalidades narrativas occidentales, con el fin de destacar con conciencia los límites que cada uno de nosotros tiene en la análisis de los lenguajes artísticos que pertenecen a otros ámbitos culturales. Bolivia, el norte de Argentina, el sur del Perú y el norte del Chile están definidos, en el contexto del Premio Internazionale Bice Bugatti-Giovanni Segantini –que para el trecer año seguido hospeda esta importante sección curada por Fernando García Barros- “Territorios del Sur”: moviendo el axis geografico e histórico, se mueven los parametros culturales y cambian los juicios esteticos. El año pasado, entonces, marcaba el problema de la “crisis” de lectura de tales obras, comparandolas con las busquedas artisticas occidentales del XX y XXI siglo: una crisis que hay que entender, ante que todo, como un “poner en discusión nuestros parametros” frente a los lenguajes bolivianos, argentinos, chilenos, peruvianos, pero también como necesidad positiva de encontrar campos de encuentro y diálogo. Hoy me gustaría empezar desde las reflexiones de Garcia Barros, tituladas “Ideas en migración o Territorio Cultural –Centros del Sur: una región en movimiento”, en particular entiendo focalizarme sobre el piensamiento que abre el discurso: “el espacio del artista no está contenido dentro de los limites del marco, sino entre las fronteras de su visión”. Observando desde esta perspectiva, las diez obras realizadas por los artistas de la sección “Territorios del Sur” , hay diez diferentes maneras de contar el espacio: del artista y del hombre que ha realizado la obra, de la historia y del lugar donde la obra ha sido realizada; el espacio de la visión que se compara con lo de la creación; en los territorios intersticiales, en el in-between que se posiciona entre lo que vemos y lo que leemos, es entonces posible identificar esa zona mediana, ese campo inexplorado donde se encuentran culturas en aparencia diferentes, aterrizando en las islas de la mitología eterna y de las imágenes arquetípicas. Es aqui que se forma el concepto de espacio: la raíz “espa-”, como sugiere la etimología del término, contiene la idea de ampliar, de “ir hacia” y “extender”, de jalar hacia si mismo y romper; espacio también entendido como lugar o tiempo que se encuentra entre dos términos, espacio como capacidad de contener objetos y cuerpos. Espacio individual y espacio colectivo. Espacio del cuento y espacio del silencio. Espacios interiores y espacios exteriores; entre proyección y defensa de los espacios del alma y del sentir, el artista elige y delimíta su propio espacio de acción, gracias a obras que seria reductivo fijar en una idea de espacio – o mejor de territorio – generalmente reconducible al Sur America. Entonces la necesidad de hablar de “Territorios del Sur” a los cuales pueden corresponder diferentes resultados creativos que nos imponen, ante que todo, hacer espacio a una diferente concepción del atre, como la que viene de otros continentes, desde tierras lejanas por historia y cultura, por eventos sociales y políticos. Hablar de un genérico concepto de “arte suramericana” contemporáneo sería como hablar de una “arte europea”, sin distinuguir las particularidades y los aportes de cada País. Aunque aparezca asumida tal especificación, han habido diferentes exposiciones y lecturas que han interpretado de manera simplista el 29

arte contemporáneo de la America Latina como un arte politica, empreñada de ansiedades revolucionarias y inspiraciones rebeldes, caracterizada por la necesidad de comunicar su propia complejidad mezclando juntos la persistencia de los acontecimientos históricos con los espacios del sueño y del cuento. Si bien es cierto que estas pueden ser componentes de la creatividad suramericana es pero necesario y más interesante probar a leer cada singulo trabajo, empezando tal vez por el concepto mismo de “espacio”, elaborado por García Barros, con la finalidad de identificar los elementos constitutivos y fundantes de cada una de las diez obras seleccionadas, en la busqueda de espacios abiertos al diálogo con el otro, con el espectador, y a la vez de espacios privados, donde queda protegida la historia íntima e individual del artista. Las obras del ROLY ARIAS y de JULIO CÈSAR SORIA JUSTO eligen, respectivamente, el signo y la materia para comunicar, en ambos casos, la sensación ligada a un lugar oscuro. En el trabajo del argentino Arias, Afuera está oscuro, el espacio se delinea por el contraste entre interior – el lugar íntimo del sentir, el alma desde la cual se observan las cosas – y exterior –el espacio desconocido y oscuro. Así también los signos plasticos negros y grises que se destacan como gestos primordiales sobre el rojo de la superficie indícan, través del contraste entre los diferentes campos, diferentes niveles de profundidad espacial: afuera es la sombra, el oscuro, tal vez el vacío. El signo sigue el sentimiento, el gesto repite la emoción del artista que, de hecho, pone en marcha la composición. Íntimo y público, interior y exterior son remodelados en un líquido amniótico que recuerda una tierra de origen, en la Marea Negra de Soria Justo. Tras manchas relucientes y grumos de pintura opacos, las evoluciones elipticas y circulares creadas por el lenguaje del artista peruviano parecen querer evocar un mundo embrional, o un caos inicial, que puede ser interior o colectivo. La Marea Negra se descompone y se concentra en el espacio de la obra y, respecto a la composición construida entre los confines de la tela por Arias, aqui la pintura se derrite siguiendo más allá, superando los límites de un espacio acuático y arquetípico. Un espacio que se condensa en los hilos de la lana que compone la obra Ultramar – k’isa Larama de la boliviana SANDRA DE BERDUCCY. La composición revela una fuerte elevación constructivista: estructuras cilíndricas de diferentes tamaños y longitudes están yuxtapuestas para crear una escultura de varias dimensiones. El tejido, hilado y tratado con procedimientos tradicionales, como especifíca el título de la obra, revela la atención del artista, una mujer, en los espacios íntimos que el trabajo de tejer reservaba a la esfera feminina: no solo suramericana, sino también occidental y europea. Entonces bien, ahora contenido en el recuerdo de un trabajo antiguo, el punto de encuentro entre culturas diferentes, entre espacios de sabiduría, donde la identidad feminina podía reconocerse y protegerse. La obra cuenta el espacio marino, intentando, en las diferentes gradaciones cromaticas, trazar la variedad de las olas y de las profundidades: el mar, otro arquetipo y mito de las orígenes es el espacio sobre el cual también MERCEDEZ RUIZ, argentina, elabora una obra de tipo figurativo, Yo nunca vi el mar (Martina en el rio): con un lenguaje de colores ácidos, calibrado en las tonalidades de los azules y de los verdes, la artista lamenta una falta, la del mar, expresada todavia través de una imagen pintada en la fría gama cromatica, reconducible a un escenario neo-pop, de gráfico, de viñeta . El espacio es la aunsencia y del deseo: Martina está en la playa y la artista dice que nunca ha ido, o a lo mejor la imagen visualiza un sueño compartido entre Martina y la artista? 30

La tramas de otro espacio privado son simbolicamente visualizadas en la bola de lana colorada que se encuentra en la mesa de la obra Manejo, de MARIA LAURA BUCCIANTI. La artista argentina, elijiendo una perspectiva desde harriba hacia abajo, describe dos cuerpos tumbados en un espacio íntimo, quizás una habitación, mientras que una serie de objetos parecen engullidos por la mesa azul, que incluye brazos, piernas, manos y pies: celulares, colga-ropa, lata, ojos, zapatos de niño, tal vez una corona juguete. La imágen surreal recurre los territorios del sueño y de la pesadilla, en una atmósfera suspendida y prohibida, como el gesto de la figura a la derecha, a cuya visión conduce al recurrido del hilo del estambre. Espacios surreales y oníricos aparecen visualizados en la obra de NIVARDO TORRICO, nacido en Tarija, Bolivia, que vive en Bergamo: un curioso pajaro con alas mecanicas vuela sobre raros objetos de cabeza casi circular, con agujeros al centro como si tuvieran ojos vacíos: parecen habitantes de una tierra desconocida, dirigidos hacia un horizonte que no se les permite ver a los espectadores. El tema de viaje está presente también en la obra de ANDRÉS JUSTINIANO SIERRA, argentino, que nos saluda con las palabras Chau, gracias por todo, desde una ciudad espectral o galáctica, apenas visbile en el fondo, atravesado por el vuelo de un avión y por una curiosa elipses lunar. Fragmentos visuales de un Universo, también originarios de lugares oníricos e inquietantes, son visualizados por DIEGO GARCĺA ARRÁZOLA que declara, ya en el titulo, su propia responsabilidad en la elección de la selección de fragmentos. En un esfuerzo de recoletar y ordenar signos, objetos, imágenes y trazas de estos universos magmáticos, el artista opta por la polifonía de materiales y elementos compositivos, asignando a los singulos cuadros diversamente conectados y comunicantes entre ellos, la tarea de visualizar, cuadro tras cuadro, un nuevo big-bang de inconos y mensajes que, a lo contrario, se diluyen en la pintura de ROSSMARY MAMANI. Se llama Territorio libre y se concentra en la parte central, torso y piernas, de un trabajador, posiblemente un minero: son conocidos los enfrentamientos, también actuales, entre los bolivianos y el gobierno, a causa de las condiciones del trabajo y de la pobreza del lugar. Si el arte debe hacerse cargo de la sociedad en la que se desarrolla, el Territorio libre de Mamani aparece ser la pared sobre la cual quedan las huellas de un paso humano, un territorio para re-escribir con las manos libres de los instrumentos con los cuales se trabaja duro sin obtener necesarios soportes. Es el cuerpo que se convierte en el espacio, la piel que se hace tierra sobre la cual los signos de un acoetecimiento individual y de la historia colectiva se vuelven Cicatrices que no se boran, en la obra de GUNNAR A. QUISPE SANJINES, boliviano de Potosí, la única ciudad americana citada en el Don Quijote, por la riqueza mineral de su tierra, proveedora de la plata española. Las cicatrises que no pueden ser olvidadas son entonces las de la explotación sufrida por los Indios durante el reino de Francisco de Toledo, cuando miles de ellos morían en las minas: aun hoy, las precarias condiciones laborales y la falta de medidas de protección determina una baja espectativa de vida de los mineros que solo llega a los 40 años, re-abriendo las duras cicatrises infligidas por la historia. En la obra de QUISPE SANJINES, un antiguo habitante, con la cara pintada, agarra los simulacros de su creencia y nos observa. Desde un espacio oscuro, desde la noche de la memoria, el hombre nos mira, entregadonos toda su historia, tatuada en su cara. Regresan en la miente las letras líricas de Jorge Luis Borges, en el Elogio de la sombra, donde el grande escritor argentino evocaba, línea tras línea, la presencia carnal de los recuerdos, la cara de la vejez y el destino de las cosas que han llenado su espacio.

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Así parece también hacer el personaje que sale del vacio negro de esta ultima obra: el espacio del arte se convierte asi en el lugar donde trapasar los limites y los confines geograficos, politicos, socio-culturales, pero también la tierra donde cultivar y proteger nuestra creativa individualidad. “(…)Esta penumbra es lenta y no duele; fluye por un manso declive y se parece a la eternidad. Mis amigos no tienen cara, las mujeres son lo que fueron hace ya tantos años, las esquinas pueden ser otras, no hay letras en las páginas de los libros. Todo esto debería atemorizarme, pero es una dulzura, un regreso. De las generaciones de los textos que hay en la tierra sólo habré leído unos pocos, los que sigo leyendo en la memoria, leyendo y transformando. Del Sur, del Este, del Oeste, del Norte, convergen los caminos que me han traído a mi secreto centro. Esos caminos fueron ecos y pasos, mujeres, hombres, agonías, resurrecciones, días y noches, entresueños y sueños, cada ínfimo instante del ayer y de los ayeres del mundo, (... ) Ahora puedo olvidarlas. Llego a mi centro, a mi álgebra y mi clave, a mi espejo. Pronto sabré quién soy.” Ilaria Bignotti, 21 agosto 2011

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PREMIO BICE BUGATTI - GIOVANNI SEGANTINI 2011 Sezione internazionale Lettura critica delle opere

Quando, lo scorso anno, mi fu chiesto di introdurre le opere realizzate dagli artisti del Proyecto mARTadero, avevo cercato di analizzarle attraverso un confronto con la nostra iconografia e le nostre modalità narrative occidentali, al fine di sottolineare con ancora più perentoria consapevolezza i limiti che ciascuno di noi ha nell’analisi di linguaggi artistici appartenenti ad altri ambienti culturali. La Bolivia, il nord dell’Argentina, il sud del Perù e il nord del Cile sono non a caso definiti, nel contesto del Premio Internazionale Bice Bugatti-Giovanni Segantini che per il terzo anno ospita questa importante sezione curata da Fernando Garcia Barros, “Territori del Sud”: spostando l’asse geografico e storico, si spostano i parametri culturali e mutano i giudizi estetici. L’anno scorso quindi accentuavo il problema della “crisi” di lettura di tali opere confrontandole con le ricerche artistiche occidentali del XX e del XXI secolo: una crisi da intendersi, innanzitutto, come messa in dubbio dei nostri parametri di fronte ai linguaggi boliviani, argentini, cileni, peruviani, ma anche come positiva necessità di trovare terreni comuni di confronto e di fertile dialogo. Oggi mi piacerebbe invece partire dalle riflessioni di Garcia Barros, intitolate “Idee in migrazione o Territorio Culturale – Centri del Sud: una regione in movimento”, in particolar modo focalizzandomi sul pensiero con il quale apre il discorso: “lo spazio dell’artista non è contenuto dentro i limiti della cornice, ma tra le frontiere della sua visione”. Osservandole da questa prospettiva, le dieci opere realizzate dai dieci artisti della sezione “Territori del Sud” sono, innanzitutto, dieci diversi modi di raccontare lo spazio: dell’artista e dell’uomo che ha fatto l’opera, della storia e del luogo in cui l’opera è stata realizzata; lo spazio della visione si confronta con quello della creazione; nei territori interstiziali, nell’in-between che si colloca tra ciò che vediamo e ciò che leggiamo, è allora possibile rintracciare quella zona di mezzo, quel terreno ancora inesplorato dove si incontrano tra loro culture apparentemente diverse, approdando alle isole delle eterne mitologie e delle immagini archetipiche. È qui che si forma anche il concetto di spazio: la cui radice spa-, come ci suggerisce l’etimologia del termine, contiene l’idea di stendere ed estendere, di spingersi verso e di tendere a, di tirare a sé e di strappare; spazio anche come luogo o tempo che sta tra due termini, spazio come capacità di contenere oggetti e corpi. Spazio individuale e spazio collettivo. Spazio del racconto e spazio del silenzio. Spazi interni e spazi esterni; tra proiezione e difesa degli spazi dell’anima e del sentire, l’artista sceglie e delimita il proprio spazio d’azione, grazie ad opere che sarebbe davvero riduttivo collocare in una idea di spazio – o meglio di territorio – generalmente ascrivibile al Sud America. Ecco allora la necessità di parlare di “Territori del Sud”, ai quali cor-rispondono i diversi risultati creativi che ci impongono, innanzitutto, di fare spazio ad una diversa concezione dell’arte, qual è quella proveniente da altri continenti, da terre lontane per storia e per cultura, per vicende sociali e politiche. Parlare di una generica arte sudamericana contemporanea sarebbe come parlare di un’arte europea, senza distinguere le specificità e gli apporti di ogni Paese. Benché appaia scontata tale annotazione, 33

sono state diverse, anche recenti, le mostre e le letture che hanno interpretato semplicisticamente l’arte contemporanea dell’America Latina come un’arte politica, impregnata di ansie rivoluzionarie e di afflati ribelli, caratterizzata dalla necessità di comunicare la propria complessità fondendo insieme la persistenza delle vicende storiche con gli spazi del sogno e del racconto. Se queste possono certo essere componenti della creatività sudamericana, è però necessario e più interessante provare a leggere ogni singolo lavoro, magari partendo proprio da quel concetto di spazio elaborato da Garcia Barros, al fine di rintracciare gli elementi costitutivi e portanti di ciascuna delle dieci opere selezionate, alla ricerca di spazi aperti al dialogo con l’altro, con lo spettatore, e di spazi privati dove invece è protetta la storia intima e individuale dell’artista. Le opere di ROLY ARIAS e di JULIUS CÈSAR SORIA JUSTO scelgono, rispettivamente, il segno e la materia per comunicare, in entrambi i casi, la sensazione legata ad un luogo oscuro. Nell’opera dell’argentino Arias, Afuera está oscuro, lo spazio si delinea per il contrasto tra interno – il luogo intimo del sentire, l’anima dalla quale osservare le cose – ed esterno – lo spazio imprecisato e oscuro. Così anche i segni plastici neri e grigi che si stagliano come gesti primordiali sul rosso della superficie indicano, attraverso il contrasto tra le diverse campiture, diversi piani di profondità spaziale: fuori è l’ombra, il buio, forse il vuoto. Il segno segue il senso, il gesto ripete l’emozione dell’artista che, appunto, mette in moto la composizione. Intimo e pubblico, interno ed esterno sono invece rimescolati, in un liquido amniotico memore di una terra delle origini, nella Marea Negra di Soria Justo. Tra macchie rilucenti e grumi opachi pittorici, le evoluzioni ellittiche e circolari create dal linguaggio dell’artista peruviano paiono voler evocare un mondo embrionale, o un iniziale caos che può essere interiore o collettivo. La Marea Negra si scompone e addensa nello spazio dell’opera e, rispetto alla composizione comunque costruita entro i confini della tela da Arias, qui la pittura si discioglie proseguendo la sua colata oltre i margini, travalicando i limiti di uno spazio acquoreo e archetipale. Uno spazio che invece si condensa nei fili cangianti della lana che compone l’opera Ultramar – k’isa Larama della boliviana SANDRA DE BERDUCCY. La composizione rivela una forte ascendenza costruttivista: strutture cilindriche di diverse dimensioni e lunghezze sono tra loro accostate a creare una scultura di dimensioni differenti. Il tessuto, trattato e filato con procedimenti tradizionali, come specifica la didascalia dell’opera, rivela l’attenzione dell’artista, una donna, agli spazi intimi che il lavoro della tessitura riservava alla sfera femminile: non solo sudamericana, ma anche occidentale ed europea. Ecco allora, racchiuso nel ricordo di un mestiere antico, il punto d’incontro tra culture differenti, tra spazi sapienziali dove l’identità femminile poteva riconoscersi e proteggersi. L’opera racconta lo spazio marino, provando nelle diverse gradazioni cromatiche a rintracciarne la varietà delle onde e delle profondità: il mare, altro archetipo e mito delle origini, è lo spazio sul quale anche MERCEDES RUIZ, argentina, elabora un’opera dall’impianto figurativo, Yo nunca vi el mar (Martina en el rio): con un linguaggio dai colori acidi, calibrato sulle tonalità dei blu e dei verdi, l’artista dichiara una mancanza, quella del mare, resa tuttavia possibile attraverso l’immagine dipinta nella fredda gamma cromatica, ascrivibile a uno scenario neo-pop, da grafico, da fumetto. Lo spazio è quello dell’assenza e del desiderio: Martina è sulla spiaggia e l’artista dice di non esservi mai andata: oppure l’immagine visualizza un sogno che accomuna Martina e l’artista? Le trame di un altro spazio privato sono simbolicamente visualizzate dal grande gomitolo di lana colorata che campeggia sul tavolo dell’opera Manejo, di MARIA LAURA BUCCIANTI. L’artista argentina, scegliendo una prospettiva dall’alto, descrive due corpi sdraiati in uno spazio intimo, forse una camera, mentre una serie di oggetti paiono fagocitati dal tavolo blu che ospita braccia e gambe, mani e piedi: cellulari, appendiabiti, lattine, occhi, scarpe da bambino, forse una corona giocattolo. L’immagine surreale 34

percorre i territori del sogno e dell’incubo, in un’atmosfera sospesa e proibita, come il gesto della figura a destra, alla cui visione conduce anche il percorso del filo del gomitolo. Spazi surreali e onirici sono visualizzati dall’opera di Nivardo Torrico, originario di Tarija, in Bolivia, ma residente a Bergamo: un curioso uccello dalle ali meccaniche vola su un dispiegarsi di strani oggetti dalla testa vagamente circolare, bucati al centro come se avessero grandi occhi cavi: sembrano abitanti di una terra sconosciuta, tesi verso un orizzonte che a noi spettatori non è concesso vedere. Il tema del viaggio è presente anche nell’opera di ANDRÉS JUSTINIANO SIERRA, argentino, che ci saluta dicendo Chau, gracias por todo, partendo da una città spettrale o galattica appena accennata sullo sfondo, solcata dal volo di un aeroplano e di una curiosa ellissi lunare. Fragmentos visuales de un Universo, anch’essi provenienti da luoghi onirici ed inquietanti, sono visualizzati da DIEGO GARCĺA ARRÁZOLA che dichiara, fin dal titolo, la propria responsabilità nella scelta e nella selezione di tali frammenti. Nello sforzo di raccogliere e ordinare segni, oggetti, immagini e tracce di questi universi magmatici, l’artista sceglie la polifonia di materiali e di elementi compositivi, affidando a singoli riquadri diversamente collegati e dialoganti tra loro il compito di visualizzare, frame dopo frame, un nuovo big-bang di icone e messaggi che invece si stemperano nel dipinto di ROSSMARY MAMANI. Si intitola Territorio libre e inquadra la parte centrale, busto e gambe, di un lavoratore, forse un minatore: noti sono gli scontri, anche recenti, dei boliviani con il governo, a causa delle dure condizioni lavorative e della povertà del luogo. Se l’arte deve farsi carico della società in cui vive, il Territorio libero di Mamani pare allora essere quel muro sul quale restano le tracce di un passaggio umano, un territorio da ri-scrivere con le mani libere dai mezzi con i quali si lavora duramente senza ottenere i necessari sostegni. È il corpo a diventare spazio, la pelle a farsi terreno sul quale i segni della vicenda individuale e della storia collettiva diventano Cicatrices que no se borran, nell’opera di GUNNAR A. QUISPE SANJINES, boliviano di Potosí, unica città americana citata nel Don Chisciotte per la ricchezza mineraria della terra, fornitrice dell’argento spagnolo. Le cicatrici che non possono essere dimenticate sono allora quelle dello sfruttamento disumano subito dagli Indios durante il regno di Francisco de Toledo, quando a migliaia morivano nelle miniere: ancor oggi, le precarie condizioni lavorative e la carenza di elementari misure protettive determinano la bassa aspettativa di vita dei minatori che arrivano mediamente ai 40 anni, rinnovando le dure cicatrici inflitte dalla storia. Nell’opera di QUISPE SANJINES, un antico abitante, dal volto dipinto, regge i simulacri del suo credo e ci osserva. Da uno spazio oscuro, dalla notte della memoria, l’uomo ci osserva, consegnandoci la sua storia, tatuata sul suo volto. Tornano alla mente le liriche parole di Jorge Luis Borges affidate all’Elogio dell’ombra dove il grande scrittore argentino evocava, riga dopo riga, la carnale presenza dei ricordi, il volto della vecchiaia e il destino delle cose che han colmato il suo spazio. Così pare anche fare il personaggio che esce dal nero vuoto di quest’ultima opera: lo spazio dell’arte diventa così il luogo in cui travalicare limiti e confini geografici, politici, socio-culturali; ma anche il terreno dove coltivare, e proteggere, la nostra creativa individualità. “(…) Questa penombra è lenta e non fa male; scorre per un mite pendio e somiglia all’eterno. Gli amici miei non hanno volto, le donne son quello che furono in anni lontani, i cantoni sono gli stessi ed altri, 35

non hanno lettere i fogli dei libri. Dovrebbe impaurirmi tutto questo e invece è una dolcezza, un ritornare. Delle generazioni di testi che ha la terra non ne avrò letti che alcuni, quelli che leggo ancora nel ricordo, che rileggo e trasformo. Dal Sud, dall’Est, dal Nord e dall’Ovest convergono le vie che mi han condotto al mio centro segreto. Vie che furono già echi e passi, donne, uomini, agonie e risorgere, giorni con notti, sogni e immagini del dormiveglia, ogni minimo istante dello ieri e degli ieri del mondo, (…) Posso infine scordare. Giungo al centro, alla mia chiave, all’algebra, al mio specchio. Presto saprò chi sono. Ilaria Bignotti, 21 agosto 2011

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Cruzando el océano: artistas italianos en Cochabamba PUENTES INVISBLES De todos los cambios de lengua que debe enfrentar el viajero en tierras lejanas, ninguno iguala al que le espera en la ciudad de Ipazia, porque no se refiere a las palabras sino a las cosas. (…) Comprendí que debía liberarme de las imágenes que hasta entonces me habían anunciado las cosas que buscaba: sólo entonces lograría entender el lenguaje de Ipazia. Italo Calvino, Las ciudades invisibiles

Cruzando las fronteras y cambiando el horizonte, los puntos cardinales, los espacios de referencia físicos y mentales, varían el lenguaje y las cosas que éste nombra. Ocurre un movimiento que pone en cuestión la relación entre los signos y los conceptos a esos destinados por su cultura. El conocimiento de la persona oscila entre el “background” cultural que le pertenece a él, el resultado del lugar y el tiempo en que vive, y las imágenes y los significados inesperados, se desliza hacia una visión alternativa de la realidad que le rodea y hacia un nuevo sistema de comunicación. Aquí, entonces, que el espacio en que el pensamiento se mueve crece, al igual que los caminos transitables, fortaleciendo en la mente el privilegio de la duda y de la elección, de una pluralidad de visiones en las que cada uno apela a su propia sensibilidad, el genius loci del medio ambiente en que vive, y todas esas experiencias pueden alterar el centro de gravedad de sus ideas. Es esencial que la visión del hombre se mantenga, por así decirlo, “multiocular”, y que base su interpretación del mundo en la síntesis de muchos puntos de vista, rechazando una visión global única de la dirección y la limitación de velocidad. De hecho, la creatividad no se puede atribuir a una sola historia y a una sola categoría, no se puede leer segun parámetros fijos o simplemente habituales. La obra de arte actúa como una variable que escapa a cualquier forma o fórmula unívoca. Entre ella y el observador se produce un tipo de reacción química cuyos componentes están en constante cambio con resultados imprevedibles. El arte, como un poliedro cuyas caras son visibles con una secuencia de movimientos, requiere un espectador con una mirada y una mente fluidas, por lo tanto capaz de varios niveles de interpretación en el laberinto de signos y significados posibles. Un intercambio que quiere ser a la vez artístico y cultural, como lo que ha sido realizado por el Bice Bugatti Club (Nova Milanese, Italia) con el Proyecto mARTadero (Cochabamba, Bolivia), implica un viaje que es a la vez físico y semántico. Las obras, enviadas desde los territorios del Sur (Bolivia, norte de Argentina, sur de Perú y norte de Chile) a Italia y viceversa, llegan físicamente a un nuevo entorno geográfico y cultural, y a un código de interpretación y de narrativa diferente. La imagen y el ojo. El lenguaje del arte y la valoración estética del espectador. Un encuentro cuyas dificultades son innegables por los límites impuestos por los diversos antecedentes históricos, el origen social y cultural, pero que no es necesario cancelar o restablecer. Porque el hombre no puede vivir en un grado cero de conocimiento. Lo que el arte pide es la disposición a la dialéctica, una tensión viva que pueda generar cortocircuitos que hagan perder el control de los sistemas convencionales para generar 37

otros nuevos. Cambian los signos, las formas y los conceptos, pero cada creación artística es una historia del hombre y como tal pertenece a un universo arquetípico comun, una memoria colectiva y original, un espacio compartido donde las múltiples interpretaciones utilizan códigos de expresión diferentes, pero todos válidos. El hombre, la naturaleza y el sentimiento. Los paisajes de Elena Strada, Franco Marrocco y Alessandro Savelli roban a la naturaleza las sugerencias del color, un instrumento privilegiado de investigación, para evocar los lugares del alma, devueltos a la lona través de las trazas, de los fragmentos de sueños y de los recuerdos. Es el espacio de lo no dicho, la falta de conexión lógica desde el cual se libera el vuelo poético. Es la luz melanconica de Adelanto del verano, el pensamiento que escribe en un cielo suburbano, son las impresiones de los colores de la puesta del sol que persisten en el Cielo Nocturno justo antes que lo oscuro hunda todo en un confuso abismo. Ut pictura poesis19 . Elena Strada trata el lienzo como un diario intimo donde los signos, alternando la materia y la transparencia, la libertad y el autocontrol, desenfocan las las formas negando la evidencia, volviednolas inestables e incertas. Son lo eliminado, los sueños olvidados que salen a la superficie por un momento y se hunden de nuevo en el sótano del ego, antes de llegar a la visión clara de un día de verano. El artista pinta el sentimiento agridulce de ausencia, el fracaso en lograr la plenitud y lo hace con una pintura cuyos tonos cálidos, iluminados por ocasionales pinceladas blancas, parecen amenazados por las sombras que pasan detrás de ellos. Un creciente abismo imparable que se traga los rojos, los rosas, los naranjas, los beiges, y sus promesas tranquilizadoras. La abstracción se hace más intensa en Trayectorias – cielo de periferia de Franco Marrocco cuya pintura lisa logra efectos de desvanecimiento. El material de pintura cromático se funde para convertirse en un polvo fino y evanescente, se transforma en el espacio infinito y primitivo, el lugar no-lugar de un azul brillante. Y en este ultra-mar infinito el hombre deja el signo de su pasaje: un pincel de color rojo que cristaliza el gesto, de lo contrario destinado a perderse en el curso de los acontecimientos. Es el testimonio de una existencia que se niega al olvido y con terquedad y valentía asigna un residuo de sí mismo al flujo indistinto de tiempo. Alessandro Savelli traza las coordenadas esenciales de un mapa celeste con unos pocos elementos pictóricos. La estructura de composición ordenada por bandas paralelas separa in primis el mar y el cielo, pero el rigor del sistema está interrumpido por destellos repentinos de luz y explosiones a través de las nubes que, como ventanas, abren a la visión de un espacio distante, en otra parte, destino tan deseado de este viaje por mar ideal. A ese mar conducen el deseo de un nuevo horizonte y la guia de la luna y las estrellas, leitmotiv reales de la poética del artista. El viajero teme los peligros de la navegación y confía en ellos dirigiendo la mirada hacia arriba, como lo sugiere la directriz vertical en el centro de la imagen. En la infinidad del mar y el cielo, que se avecina en la oscuridad de la noche, el reino de la indeterminación, son los únicos símbolos familiares y reconocibles en los cuales confiar. Sólo queda una duda imposible de disolver, que este no sea más que un espejismo engañoso, un sueño con los ojos abiertos. El viaje, el tiempo y la casa. La luna indica el camino al navegante en Cielo nocturno no es más que el barco en el centro de la obra El viaje de Antonio Pizzolante. Es suficiente un cambio de perspectiva. La luna, el vehículo simbólico para las exploraciones fantásticas, se convierte en el barco, que aquí es el medio de un viaje mucho más concreto y real. Esto se manifiesta por la elección del autor que realiza su trabajo con el hierro, dando así al tacto una consistencia tridimensional que, literalmente, le da cuerpo. El barco no se mueve el azul del mar, pero en la tierra marrón, una tierra cuya horizontalidad se hace hincapié en el 19 Orazio en el Ars Poetica utiliza esta formula para indicar los vinculos entre las dos artes: poesia y pintura.

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papel con fuerza. No es un viaje onírico entonces, pero absolutamente terreno. Es la representación de la vida humana, el camino que cada uno de nosotros realiza en el tiempo y en la historia en la busqueda de sí mismo y de su identidad. Las formas simples y arcaicas, el equilibrio absoluto de la composición que con rigor distribuye llenos y vacíos, dan a la imagen y a su significado un carácter sagrado con rasgos mitológicos. El tema existencial que pertenece sin duda a Antonio Pizzolante es compartida con tonos muy diferentes, por Angelo Cesana. Lejos de la ratio y del orden geométrico, el enfrenta con dramaticidad el difícil caminino del hombre para la búsqueda de la verdad. Del gran libro Los signos del tiempo es la exégesis de una búsqueda espiritual dolorosa, teñida de rojo y negro, que caracteriza la vida del hombre desde el principio. El lienzo, página sagrada, es el escenario de una lucha en la que el alma encuentra su camino entre las lágrimas y los tormentos, cuestionando la λόγος, el Verbo, hecho gráfico que surge de un magma confuso, con la esperanza de encontrar respuestas al misterio de la vida . Un camino interior doloroso representado por la pintura densa de Cesana, un esfuerzo que va más allá del tiempo de la historia y de la memoria. Pierantonio Verga también dirige su atención hacia lo íntimo y lo espiritual, que en este caso asume el carácter de una espera. En Un hogar para los poetas aparecen el cielo, la tierra, dos árboles y dos montañas donde en el punto de unión, se encuentra una casa, el hogar de los poetas, el refugio y la custodia segura de las emociones. El poeta / artista es alguien que sabe escuchar un mensaje del cual ser profeta. Espera con paciencia, olfatea el silencio en busca de una vibración posible. Las formas icónicas, que Verga inmerge en una zona tranquila suspendida en el tiempo, construyen un espacio privado, oculto, que es un lugar de conciencia, donde se mezclan el presente y los recuerdos. Aquí el poeta se retira, solo con sí mismo, para defender sus ojos y su alma, que enérgicamente buscan el sentido y la magia más allá de las apariencias. Mira a las máquinas célibes de Duchamp el extraño artilugio dunas surrealista del Juego surreal en duna de oriente de Max Marra. Un mecanismo híbrido que la imaginación reúne en formas imposibles y la que funciona según dinámicas desconocidas. Es el reino del absurdo, donde las leyes de la lógica no hay, y todo es posible. Marra abre los ojos a una dimensión de sueño que lleva los colores y las formas sinuosas de los desiertos de Oriente, un encanto que tiene la sensación de una memoria borrosa y distorsionada, que se rompe en un sueño después de un largo letargo. El artista pone en marcha la máquina del tiempo, la pintura ganó la tercera dimensión con un hinchazón parecido a un vientre, el pasado se vuelve futuro en el espacio y desafia nuestras percepciones. El alma y el cuerpo. El alma que toma el cuerpo para dar la visión de su sufrimiento. El alma dolida que revela sus cicatrices talladaa en una maetria, trabajada con la fuerza del signo, legado del arte del grabado, y sus resultados de pintura. Esto es lo que Alessandro Carozzi representa con rasgos expresionistas en la obra Cuerpo Emocional. Una forma androide sin cara, sin identidad, sin color, que pone al descubierto los signos y las heridas dejadas por los recuerdos y remordimientos, por los temores y los sentimientos experimentados o eliminados. Los dos tonos blanco / negro, interrumpido ocasionalmente por las salpicaduras de color marrón, evoca una sensación de privación y auto-anulación, lo que reduce el alma del artista a un maniquí sin vida, sin pulso vital. Tal vez un descanso de sí mismo y del mundo antes de empezar una nueva vida. Una etapa larval que no se olvida, que se mantiene dentro de cada uno, como huella indeleble de nuestra alma herida. En su Convivencias Andrea Cereda usa de materiales pobres, de recuperación y vuelve a trabajarlos: hojas 39

dobladas y luego cosidas, atacado por color óxido. El artista monta cada material en un cuerpo más grande, resultado de la unión de tantas partes que se encuentran y se ajustan de acuerdo a una nueva red de contactos y relaciones. Construye una composición equilibrada y racional, sin eliminar los arañazos y rozaduras de los metales. Estos son los signos del tiempo y la experiencia que cada uno lleva consigo y que el autor tiene la intención de respetar. Sólo de esta manera es posible crear una relación entre pasado, presente y futuro, la convivencia entre lo que fue y lo que será. El material de desecho en las manos del artista se convierte en algo distinto de sí mismo, preservando la historia singular y extraordinario que el tiempo ha marcado en su superficie. La ciudad. Dónde se desarrolla la convivencia, donde las cosas suceden. Hábitat urbano y mecanizado del hombre contemporáneo. Giovanni Cerri pinta un microcosmos brillante y algido en las paredes donde el cemento y las paredes descascaradas de las zonas industriales contrastan con los colores vivos y brillantes del cielo poblado por grúas y chimeneas, mensajeros cibernéticos de un nuevo mundos y de una nueva civilización. A sironiana metafísica20 en versión pop, donde la quietud de la atmósfera bloquea el dinamismo de Suburbia congelando, en una imagen clara y siniestra, la ansiedad frenética de edificar el nuevo, la soledad y la alienación del hombre en este sub-urbs (sub-ciudad) geneticamente modificada. Ciudad de Pripyat de Tullio Forgione da un paso más, presentando el escenario apocalíptico de la ciudad de Pripyat, Ucrania, abandonada en toda prisa en el 1986, tras el desastre de Chernobyl. Los residuos nucleares, enterrados bajo montículos de tierra contaminada, destruyen la vida y el aire, que está viciado y sofocante, cargado de partículas radiactivas que atacan todas las formas de vida, natural y artificial. La corrosión causada por la atmósfera, representada a través de las capas de pintura, las manchas, los arañazos y las coladas, es un agresión continua a la estructura interna de las cosas que, después de esta tragedia, sufrió mutaciones irreversibles. El hombre se ha ido. Se fue del escenario de sus errores para salvarse. Lo que queda son las ruinas de Pripyat, una ciudad fantasma situada en un tiempo suspendido, en el silencio eterno de la muerte. En lo alto, en el cielo oxidado de estos sitios, sin embargo, aparece una grieta, la posibilidad de un destino diferente. La naturaleza, ofendida y distorsionada, resiste y, con tenacidad, va a generar una nueva vida. La historia y la sociedad. Los colores alegres, el dibujos infantil, las formas que hacen un guiño al arte callejero y al art-bru son el lenguaje alegre elegido por el joven artista Marco La Rocca para evocar los acontecimientos trágicos de la guerra del agua de Cochabamba en las cuatro obras tituladas la Guerra de Joe. En abril de 2000, más de 600.000 personas salieron a las calles de Cochabamba, y marcharon en contra del gobierno boliviano, pora que derogara la ley de privatización del agua. El enfrentamiento con la policía duró varios días, tomando la forma de una dura guerrilla que terminó, después de que el gobierno abolió la medida, con muchas detenciones, heridos y muertos. El tono poco convencional con el que La Rocca representa un universo acuático habitado por animales extraños y coloridos, cuyos cuerpos se asemejan a las texturas de las telas tradicionales de America Latina, así como las formas abultadas de los vasos zoomorfos con flores, contrastan con el contenido dramático provocando un efetco de extraño distanciamiento. El sufrimiento de Joe, que personifíca en la obra el pueblo boliviano, se convierte en un símbolo positivo de la lucha por el bien común. Un ejemplo de rebelión contra un poder político que se ha olvidado de su deber de trabajar para la res publica, el bien común. En una sociedad donde los valores éticos y cívicos parecen olvidadas Claudio Borghi dedica un Monumento al no se que y a casi nada. Un monumento, un recuerdo pero mas que todo una advertencia (del latin monēre, 20 Mario Sironi (1883-1961), pintor italiano que desarrolla su trabajo en el “Movimiento del Novecientos” milanese (años ’20), conocido por su paisajes urbanos y sus periferias caracterizadas por tonos oscuros y brumosos.

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recordar, advertir). Con ironía desencantada y amargura brillante, el escultor da forma al vacío de valores y sentimientos que percibe a su rededor y lo vuelve tangible para todos. El artista, el verdadero, mira más allá de las apariencias y llama a las cosas con su nombre. Sólo así es posible aportar al cambio. No hay entusiasmo expresivo en la escultura de expresión de Borghi. El acero corten toma formas simples y regulares, medidas, dinamizadas por un movimiento oblicuo y de forma espiral, que en la alternancia de la formas entre el vacío y lleno, modelan el espacio con el pudor que tiene la reflexión silenciosa, la mirada aguda y penetrante. Alessia Barzaghi 12 septiembre de 2011

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PONTI INVISIBILI Di tutti i cambiamenti di lingua che deve affrontare il viaggiatore in terre lontane, nessuno uguaglia quello che lo attende nella città di Ipazia, perchè non riguarda le parole ma le cose. (…) Capii che dovevo liberarmi dalle immagini che fin qui m’avevano annunciato le cose che cercavo: solo allora sarei riuscito ad intendere il linguaggio di Ipazia. Italo Calvino, Le città invisibili

Attraversando i confini e cambiando gli orizzonti, i punti cardinali, gli spazi di riferimento fisici o mentali, variano il linguaggio e le cose che esso nomina. Avviene uno spostamento che mette in discussione i legami tra i segni e i concetti destinati loro da ciascuna cultura. La conoscenza dell’individuo oscilla tra il background culturale che gli appartiene, frutto del luogo e del tempo in cui vive, e immagini e significati imprevisti, scivola verso una visione alternativa della realtà che lo circonda e verso un nuovo impianto comunicativo. Ecco allora che lo spazio in cui si muove il pensiero si amplia, e con esso le strade percorribili, rafforzando nell’intelletto il privilegio del dubbio e della scelta, di una pluralità di visioni in cui ciascuno fa appello alla sua personale sensibilità, al genius loci dell’ambiente in cui vive, e a tutte quelle esperienze in grado di alterare il baricentro delle sue idee. È di fondamentale importanza che la visione dell’uomo si mantenga, per così dire, multioculare, e che si affidi quindi nelle sue interpretazioni del mondo alla sintesi di più punti di vista, rifiutando uno sguardo globale dalla direzione unica e limitante. La creatività infatti non è ascrivibile ad un’unica storia e ad una sola categoria, non può essere letta secondo parametri fissi o semplicemente consueti. L’opera d’arte si comporta come una variabile che si sottrae a qualsiasi forma o formula univoca. Tra essa e l’osservatore avviene una sorta di reazione chimica i cui componenti mutano costantemente con risultati imprevedibili. L’arte, come un poliedro le cui facce sono visibili con un movimento in successione, esige uno spettatore dallo sguardo e dalla mente fluidi, capace dunque di più livelli di lettura nel labirinto di segni e significati possibili. Uno scambio che vuole essere insieme artistico e culturale, come quello intrapreso dal Bice Bugatti Club (Nova Milanese, Italia) con il Proyecto mARTadero (Cochabamba, Bolivia), implica quindi un viaggio che sia al contempo fisico e semantico. Le opere, spedite dai Territori del Sud (Bolivia, il nord dell’Argentina, il sud del Perù e il nord del Cile) in Italia e viceversa, raggiungono fisicamente un nuovo ambiente geografico e culturale, e insieme un differente codice interpretativo e narrativo. L’immagine e l’occhio. Il linguaggio artistico e il giudizio estetico dello spettatore. Un incontro le cui difficoltà sono innegabili per i limiti dettati dai differenti contesti storici, sociali e culturali di origine, dei quali tuttavia non è necessaria la cancellazione o il reset. L’uomo infatti non può vivere a un grado zero di conoscenza. Quello che l’arte gli chiede è la disponibilità al confronto dialettico, una tensione viva in grado di generare cortocircuti che mandino in tilt i sistemi convenzionali per generarne di nuovi. Mutano i segni, le forme e i concetti, ma ogni creazione artistica è un racconto dell’uomo e in quanto tale appartiene a un universo archetipico comune, una memoria collettiva e originaria, uno spazio condiviso le cui molteplici chiavi di lettura si avvalgono di codici espressivi diversi ma tutti validi. 42

L’uomo, la natura e il sentimento. I paesaggi di Elena Strada, Franco Marrocco e Alessandro Savelli rubano alla natura le suggestioni del colore, strumento di indagine privilegiato, per evocare i luoghi dell’anima, restituiti sulla tela attraverso tracce, brandelli di sogni e di memorie. È lo spazio del non detto, dell’assenza di nesso logico da cui si libera il volo poetico. È la luce malinconica di un Anticipo d’estate, il pensiero che scrive su un cielo di periferia, sono le impressioni residue dei colori del tramonto che persistono nel Cielo notturno un attimo prima che il buio immerga ogni cosa in un abisso indistinto. Ut pictura poesis21 . Elena Strada tratta la tela come un diario intimo dove i segni, in un’alternanza di materia e trasparenze, di libertà e autocontrollo, sfocano le forme negandone l’evidenza, rendendole instabili e incerte. Sono il rimosso, i sogni dimenticati che affiorano in superficie per un momento e subito sprofondano di nuovo nei sotterranei dell’io, prima di raggiungere la visione limpida di un giorno d’estate. L’artista dipinge quel sentimento dolce-amaro di assenza, quel mancato raggiungimento di pienezza e lo fa con una pittura i cui i toni caldi, illuminati a tratti da pennellate bianche, sembrano minacciati da zone d’ombra che incedono alle loro spalle. Una voragine in espansione inarrestabile che inghiotte i rossi, i rosa, gli arancioni, i beige, e le loro rassicuranti promesse. L’astrazione si fa più intensa in Traiettorie – cielo di periferia di Franco Marrocco la cui pittura levigata ottiene effetti di dissolvenza. La materia pittorica dalla cromia dirompente si scioglie fino a diventare polvere sottile ed evanescente, si trasforma in spazio cosmico infinito e primigenio, luogo non-luogo di un blu luminoso. E in questo oltre-mare senza limiti l’uomo lascia il segno del suo passaggio: una pennellata rossa che cristallizza il gesto, destinato altrimenti a perdersi nel corso degli eventi. È la testimonianza di un’esistenza che rifiuta l’oblio e con ostinazione e coraggio affida un residuo di sé all’indistinto flusso del tempo. Alessandro Savelli poi con pochi elementi pittorici traccia le coordinate essenziali di una mappa celeste. La struttura compositiva ordinata per fasce parallele separa in primis mare e cielo, tuttavia il rigore dell’impianto è spezzato da bagliori di luce improvvisi e squarci tra le nubi che come finestre aprono alla visione uno spazio lontano, un altrove che è la meta tanto ambita di questo ideale viaggio in mare. A condurre fino ad esso il desiderio di un orizzonte nuovo e la guida della luna e delle stelle, veri leitmotiv della poetica dell’artista. Il viaggiatore teme i pericoli della navigazione e confida in loro rivolgendo lo sguardo verso l’alto, come suggerito dalla direttrice verticale che l’autore fa partire dal centro del quadro. Negli spazi infiniti del cielo e del mare, nel buio della notte che incombe, regno dell’indeterminatezza, sono gli unici simboli familiari e riconoscibili cui affidarsi. Resta solo un dubbio impossibile da sciogliere, che tutto questo altro non sia che un ingannevole miraggio, un sogno ad occhi aperti. Il viaggio, il tempo e la casa. La falce di luna che indica il percorso al navigante in Cielo notturno altro non è che la barca al centro dell’opera Il viaggio di Antonio Pizzolante. Basta un rovesciamento di prospettive. La luna, simbolico veicolo di esplorazioni fantastiche, diventa la barca che qui è il mezzo per un viaggio assai più concreto e reale. Ce lo rivela la scelta dell’autore di realizzarla in ferro, conferendole quindi una consistenza tattile e tridimensionale che, letteralmente, le dà corpo. E ancora l’imbarcazione non si muove sul blu del mare ma sui bruni della terra, una terra la cui orizzontalità è sottolineata sulla carta con forza. Non un itinerario onirico dunque, ma assolutamente terreno. È la rappresentazione della vita dell’uomo, del viaggio che ciascuno di noi percorre nel tempo e nella storia alla ricerca di sé e della sua identità. Le forme semplici e arcaiche, l’assoluto equilibrio compositivo che con rigore distribuisce pieni e vuoti, conferiscono all’immagine e al suo significato una profonda sacralità dai tratti mitici. La tematica esistenziale che indubbiamente appartiene ad Antonio Pizzolante è condivisa, con toni ben diversi, da Angelo Cesana. Lontano dalla ratio e dall’ordine geometrico, egli affronta con drammaticità il difficile 21 Orazio nell’Ars Poetica usa questa formula per indicare i legami tra le due arti: poesia e pittura.

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cammino dell’uomo alla ricerca della verità. Dal grande libro I segni del tempo è l’esegesi di una ricerca spirituale sofferta, tinta di rosso e di nero, che caratterizza la vita dell’uomo fin dalle origini. La tela, pagina sacra, è teatro di una lotta in cui l’anima si fa strada tra lacerazioni e tormenti, interrogando il λόγος, il Verbo, reso segno grafico che emerge da un magma indistinto, nella speranza di trovare risposte al mistero della vita. Un angoscioso percorso interiore quello incarnato dalla pittura densa di Cesana, uno sforzo oltre il tempo della storia e della memoria. Anche Pierantonio Verga rivolge la sua attenzione alla dimensione intima e spirituale, che assume però il carattere di un’attesa. In Una casa per poeti compaiono il cielo, la terra, due alberi e due montagne al cui punto di incontro si erge una casa, la dimora dei poeti, rifugio protetto e custodia di emozioni. Il poeta/artista è colui che sa rimanere in ascolto di un messaggio di cui farsi profeta. Aspetta con pazienza, fiuta il silenzio alla ricerca di una vibrazione possibile. Le forme iconiche che Verga immerge in una quiete sospesa nel tempo costruiscono uno spazio privato, nascosto, che è luogo della coscienza, dove il presente e i ricordi si mescolano. Qui il poeta si ritira, solo, a difendere il suo sguardo e la sua anima, che strenuamente cercano il senso e la magia al di là di ogni apparenza. Guarda forse alle macchine celibi duchampiane lo strano congegno del Gioco surreale in duna d’oriente di Max Marra. Un meccanismo ibrido che la fantasia assembla in forme impossibili e che funziona sencondo dinamiche sconosciute. È il regno dell’assurdo, dove le leggi della logica vengono meno e tutto diventa possibile. Marra apre gli occhi su una dimensione onirica che prende i colori e le forme sinuose dei deserti d’oriente; un incanto che ha il sapore di un ricordo sfocato e deformato, che irrompe nel sogno dopo lungo torpore. L’artista mette in moto la macchina del tempo, la pittura conquista la terza dimensione con rigonfiamenti simili a pance, il tempo passato diventa futuro estroflettendosi nello spazio e sfidando le nostre percezioni. L’anima e il corpo. L’anima che prende corpo per dare visione alla sua sofferenza. L’anima che, affranta, rivela le sue cicatrici scolpite in una materia giocata sulla forza del segno, eredità della tecnica incisoria, e sul suo esito pittorico. Questo è ciò che Alessandro Carozzi rappresenta con tratti espressionisti nel quadro Corpo Emotivo. Una sagoma androide priva di volto, di identità, di colore, che mette a nudo i segni e le lacerazioni lasciate dai ricordi e dai rimpianti, dalle paure e dai sentimenti vissuti o rimossi. La bicromia bianco/nero, interrotta solo di rado da pennellate di colore bruno, evoca un senso di annullamento e di privazione di sé, riducendo l’anima esangue dell’artista a un manichino privo di pulsazioni vitali. Forse una pausa da sé e dal mondo prima di ricominciare a vivere. Uno stadio larvale che non si dimentica, che rimane dentro a ciascuno, impronta indelebile dell’animo ferito. Nelle sue Convivenze Andrea Cereda utilizza materiali poveri, di recupero, e li rielabora: lamiere piegate e poi cucite, aggredite dalla ruggine e colorate. Assembla ogni materia in un corpo più grande risultato quindi dell’unione di molteplici parti che si incontrano e si incastrano secondo una nuova rete di contatti e relazioni. Costruisce una composizione equilibrata e razionale, senza per questo cancellare i graffi e le abrasioni dei singoli metalli. Sono i segni del tempo e del vissuto che ognuno di essi porta con sé e che l’autore intende rispettare. Solo in questo modo infatti è possibile creare una relazione tra passato, presente e futuro, una convivenza tra ciò che è stato e ciò che sarà. Il materiale di scarto nelle mani dell’artista diventa altro da sé conservando tuttavia il racconto unico e singolare che il tempo ha segnato sulla sua superficie. La città. Dove avvengono le convivenze, dove accadono le cose. Habitat metropolitano e meccanizzato dell’uomo contemporaneo. Giovanni Cerri dipinge un microcosmo luminosissimo e algido dove il cemento e i muri scrostati delle aree industriali contrastano con i colori vividi e brillanti di un cielo 44

popolato da gru e ciminiere, cyber-messaggeri di un nuovo mondo e di una nuova civiltà. Una metafisica sironiana in veste pop in cui l’immobilità dell’atmosfera blocca il dinamismo di Suburbia congelando, in un immagine limpida e sinistra, l’ansia frenetica dell’edificazione del nuovo, la solitudine e lo spaesamento dell’uomo in questa sub-urbs (sotto-città) geneticamente modificata. Città di Pripjat di Tullio Forgione fa un passo ulteriore, presentando lo scenario apocalittico della città di Pripjat, in Ucraina, abbandonata in tutta fretta nel 1986 dopo il disastro di Černobyl’. Scorie nucleari sepolte sotto cumuli di terra contaminata annientano la vita e l’aria, viziata, irrespirabile, è carica di particelle radioattive che aggrediscono ogni forma di vita, naturale e artificiale. La corrosione causata dall’atmosfera, resa attraverso gli strati di pittura, le macchie, i graffi, le colature e le incrostazioni, è un’interminabile aggressione alla struttura interna delle cose che, dopo questa tragedia, ha subito mutazioni irreversibili. L’uomo se n’è andato. Ha abbandonato il teatro dei suoi errori per mettersi in salvo. Ciò che rimane a Pripjat sono i resti di una città fantasma immersa in un tempo sospeso, nell’eterno silenzio della morte. In alto, nel cielo ossidato di questi luoghi, appare però uno spiraglio, la possibilità di un destino diverso. La natura, offesa e deformata, resiste e, con tenacia, genererà nuova vita. La storia e la società. I colori allegri, il disegno infantile, le forme che strizzano l’occhio alla street-art e all’art-bru sono il linguaggio gioioso e leggero scelto dal giovane artista Marco la Rocca per raccontare le tragiche vicende della “Guerra dell’acqua di Cochabamba” nelle quattro opere intitolate La guerra di Joe. Nell’aprile del 2000 oltre 600.000 persone scesero in piazza e marciarono a Cochabamba contro il governo Boliviano perchè revocasse la legge sulla privatizzazione dell’acqua. Lo scontro con le forze dell’ordine durò diversi giorni, assumendo le forme di una dura guerriglia che si concluse, dopo che il governo abolì il provvedimento, con arresti, feriti e alcuni morti. Il tono scanzonato con cui La Rocca rappresenta un universo acquatico abitato da animali bizzarri e multicolori, i cui corpi ricordano le trame dei tessuti latinoamericani così come le sagome panciute dei vasi zoomorfi che contengono fiori, contrasta con la drammaticità dei contenuti giocando su un effetto di straniamento. La sofferenza di Joe, il popolo boliviano, diventa così simbolo positivo di lotta per il bene comune. Un esempio di ribellione a un potere politico che ha dimenticato il suo dovere di lavorare per la res publica, il bene comune. In una società dove i valori etici e civili sembrano dimenticati Claudio Borghi dedica un Monumento al non so che e a quasi niente. Un monumento, un ricordo ma soprattutto un monito (da monēre, ricordare, avvisare). Con disincantata ironia e lucida amarezza lo scultore dà forma al vuoto di valori e di sentimenti che percepisce intorno a sé rendendolo tangibile agli occhi di tutti. L’artista, quello vero, guarda oltre l’apparenza e chiama le cose con il loro nome. Solo così è possibile il cambiamento. Non c’è foga espressiva nella scultura di Borghi. L’acciaio corten assume forme semplici e regolari, misurate, dinamizzate da un leggero andamento obliquo e spiraliforme, che nell’alternanza di pieni e vuoti modellano lo spazio con un pudore che è riflessione silenziosa, sguardo acuto e penetrante. Alessia Barzaghi 12 settembre 2011

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Realizado por: Associazione Bice Bugatti Club, www.bicebugatticlub.eu Proyecto mARTadero, www.martadero.org Impresión: Yerba Mala Cartonera, http://yerbamalacartonera.blogspot.com Agradecimientos especiales a los artístas que han participado en el Premio Bice Bugatti - Giovanni Segantini, autores de las portadas de la presente edicción: Carlos Vargas, Diego Garcia, Julio Soría, El Marsh. Imrpeso en Cochabamba - Bolivia, 2012

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