TONY LEBLANC ME HICE PORTERO PORQUE DE JUGADOR ME CANSABA

2 Ignacio Fernández Sánchez (Madrid, 7 de mayo de 1922), que es como se llama en realidad este mítico actor, vuelve a recibir a AS 41 años después. Re

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lengua castellana ok.qxp 24/02/2007 9:46 PÆgina 83 IV. Propuestas de trabajo . 1. Completa Ejemplo A veces creía que______ porque me miraba___

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2 Ignacio Fernández Sánchez (Madrid, 7 de mayo de 1922), que es como se llama en realidad este mítico actor, vuelve a recibir a AS 41 años después. Recuerda, como entonces, cuando era boxeador y futbolista y habla del club de sus amores, el Real Madrid... y del Barça.

TONY LEBLANC “ME HICE PORTERO PORQUE

EN EL SALÓN DE SU CASA. Tony Leblanc, que hizo disfrutar al fotógrafo de AS por su cantidad de gestos espontáneos, mostró una lucidez y memoria a prueba de dudas.

DE JUGADOR ME CANSABA”

GRAN PORTERO DEL CHAMBERÍ. Tony, que era su nombre futbolístico, fue artífice de que el Chamberí ascendiera a Tercera ante el Carabanchel, a principios de los 40.

JESÚS AGUILERA

En 1971, el periodista de AS Julián de Reoyo hizo un reportaje a Tony Leblanc en un parque. Reflejado en unas fotos en actitud muy distendida, el actor desvelaba su lado deportista.

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ace 41 años, usted era protagonista de un reportaje en AS Color en el que desvelaba que había sido boxeador y portero de fútbol. ¿Qué recuerdos tiene de aquella etapa de prolijo deportista? —Como boxeador empecé hace 70 años, que se dice pronto. Empecé en el gimnasio de boxeo ‘La Gimnástica’ (estaba en la Calle Barbieri, hoy Chueca), estuve un año y mi primera pelea fue contra el célebre Antonio Monzón, que fue campeón de España y de Europa y que también se entrenaba en el mismo gimnasio. Le gané a los puntos. Después de siete combates cada uno tras aquel primero de debut, me llamaron para que en el trofeo Escrivá de Rabannè le diera la revancha y dije que no, pero no por miedo… sino por prevención... Y es que de los siete combates que Monzón disputó después, cinco habían sido por KO (otro a los puntos y otro por incomparecencia), de hecho a los púgiles rivales les habían despertado abajo en los vestuarios... Vamos, que no quería que me matase… —¿Cuál era su golpe favorito? —El crochet y también me gustaba el directo (jab), aunque dependía del rival que tuviera enfrente. Yo era de los de ‘la mejor defensa es un buen ataque’. Con esta frase, por cierto, y Helenio Herrera, que nos tuvimos mucho aprecio mutuo, tengo una anécdota graciosa: en cierta ocasión, HH, como se le conocía, dijo que la había inventado él para el fútbol y le contesté que estaba equivocado, porque ya la había dicho con anterioridad el mítico boxeador Joe Louis. Volviendo a lo de mis golpes favoritos, ¿sabe quién me enseñó y me hizo perfeccionar mi manera de pegar? Ignacio Ara…

JESÚS AGUILERA

H

FIEL SEGUIDOR BLANCO. En la primera imagen inferior, con la camiseta del Madrid dedicada y el escudo. Debajo, retrospectiva de boxeador.

—…Perdone mi incultura en historia del boxeo, ¿quién era? —Pues una celebridad del boxeo español (Sigües, Zaragoza, 1909; Buenos Aires, 1977). Campeón de Europa del peso medio y pesado de España, con 38 años, y peleó casi 300 combates. Casi nadie. —¿Por qué practicó el boxeo? —Era uno de los depor tes de la época, tenía mucho tirón, no como ahora, a pesar de que hay una cadena de televisión que da combates, aunque antiguos, maravillosos por otra parte. Una vez me preguntaron por el sentido del boxeo y respondí que, para practicarlo, te tiene que gustar mucho, y, segundo, el boxeo es un deporte, es decir, que se tiene que practicar en un cuadrilátero, no en la calle; eso no es de hombres ni es deporte. —¿Tenía sobrenombre? —No, era conocido como Fernández. Lo de ‘El Tigre de Chamberí’ fue para la película con el mismo título, muchos años después. —¿Logró algún título?

—Sí, fui campeón de Castilla del peso medio con el gimnasio ‘La Ferroviaria’ (estaba en la zona de Lavapiés). Luego pasé al welter. —¿Y el fútbol? Porque Tony Leblanc llegó a jugar en Tercera División… —Es cier to. Yo jugaba en el Fuyma, de portero, y me fichó el Chamberí, que también estaba en Primera Regional. Hicimos una gran temporada y nos jugamos subir a Tercera con el Carabanchel. Con un empate ascendían ellos. Nosotros marcamos un gol en la primera par te y a falta de cinco minutos nos pitaron un penalti en contra. Ahí estaba yo bajo palos y lo paré. Yo creo que no he recibido tanto cariño, ni felicitaciones en mi vida, les faltó hacerme un monumento. ¡Qué afición tenía el Chamberí, era increíble! —¿Qué empezó practicando primero? —El fútbol. —Oiga, ¿por qué portero? —Porque me cansaba. —¡Cómo que se cansaba! —Sí, porque yo fumaba casi tres cajetillas diarias, así que ya me contará... —A pesar de ser portero, en el reportaje de AS Color de 1971 decía que su ídolo era Luis Molowny, ¿por qué? —Porque ‘El Mangas’, como así le llamaban, me encantaba cómo jugaba. Era zurdo, rápido y tenía una clase soberbia. Daba unos pases maravillosos y tenía un disparo demoledor. Era un genio. —Después del éxito con el Chamberí, ¿no se planteó que podría tener más recorrido en el fútbol?

—Nunca fue mi aspiración triunfar, ni tampoco en el boxeo. De hecho, me gustaba más el fútbol, lo del boxeo era porque te daba caché en la familia… Aunque el fútbol también era peligroso: la gente en los campos, que eran de tierra, claro, estaba casi pegada a los jugadores; una vez un desalmado me tiró una piedra, me hizo bastante daño, pero yo, no me lo pensé, la cogí y me fui hacia él y se la devolví... se montó una buena trifulca. —¿Dejó los dos deportes a la vez? —Sí, a los 21 años. Recuerdo que me llamaron del Sindicato de Deportes y me preguntaron si conocía a Ignacio Fernández Sánchez y respondí: “Sí, soy yo”; “¿y a Tony?” y contesté: “Soy yo también”; entonces me soltó aquel señor: “¿Cómo es posible que pelee usted los sábados y juegue los domingos?”. En fin, que lo tuve que dejar. —Tony Leblanc siempre ha reconocido ser un gran aficionado madridista… —De hecho, tengo la medalla de oro y brillantes del club sin haber sido nunca socio. También soy muy crítico, cuando hay que serlo, de hecho, a veces me llaman y cuando no juegan bien, no tengo pelos en la lengua. —¿Y cuándo empezó usted a tener simpatía por el Madrid? —De pequeñito. Mi padre me empezó a llevar al campo a ver al equipo y me entusiasmó. En cierta ocasión coincidimos en Radio Madrid don Santiago Bernabéu y yo. Me preguntaron por el fútbol

JESÚS AGUILERA

MIGUEL ÁNGEL VASCO /

“Mi primer combate fue contra Antonio Monzón: gané a los puntos. Después, pidió la revancha y me negué”

y relaté las alineaciones de ocho o diez equipos, no recuerdo con exactitud, del Madrid; cuando él lo escuchó, me paró y me felicitó. Desde entonces, fuimos grandes amigos, también de don Vicente Calderón. Por cierto, que con 18 años estuve a punto de jugar en el ‘vecino’ Atlético Aviación… —Cuente, cuente… —Entonces estaba en Segunda. Ya sabe que después de la Guerra unos gerifaltes lo subieron a Primera y se llamó Athletic Club de Madrid. Me probaron de portero, jugué cinco partidos, dos, los que recuerdo, ante Zaragoza y el Coruña. No era en Liga, era en la pretemporada. En esos cinco par tidos, sólo me metieron dos goles, uno de penalti. Me pidieron mis señas y mi teléfono, que aún recuerdo: 17 7 13… (impresionante su memoria), pero la llamada se hacía esperar, se hacía esperar… Entonces decidí irme al Chamberí, me dieron 3.000 pesetas, y al día siguiente de comprometerme vinieron al Museo del Prado, don-

CON PERFIL DE CHULAPO. En la imagen, en la entrada de su casa, con pose chulesco: presume de madrileño y de haber nacido en el Museo del Prado.

JESÚS AGUILERA

“Probé en el Atlético Aviación: en cinco partidos, me marcaron dos goles; cuando me llamaron, fiché por el Chamberí”

de ya sabe que yo nací, ya que mi padre era por tero, para traerme el contrato. Dije que no porque ya había firmado con el Chamberí. —Usted ha visto las nueves Copas de Europa del Madrid. ¿De todos los equipos, cuál le ha gustado más? —El de los ye-yé era impresionante, el de la Quinta del Buitre, el que llamaban de Los Galácticos, el de ahora de Mourinho… Si es que el Madrid ha tenido grandísimos jugadores: Molowny, Di Stéfano, Gento, Puskas, Amancio, ‘El Buitre’, Hugo Sánchez, Raúl, Zidane, Figo, Ronaldo, ahora Cristiano, Ozil… —Ya me ha hablado maravillas de Santiago Bernabéu, ¿y de Florentino Pérez qué me dice? —Pues que se le critica mucho y yo no lo entiendo. Si se gasta el dinero que se gasta será porque lo tiene, o porque se lo dan los bancos, mejor dicho, pero los aficionados del Madrid queremos ver en el equipo a los mejores y los mejores valen mucho dinero. Yo admiro mucho su personalidad. —¿Y de Mourinho? —Es un grandísimo entrenador, que nos ha dado una Liga después de unos cuantos años, pero le están haciendo antipático por la cantidad de palos que le dan, muchos de ellos injustos; otros, no, como con algunos de sus gestos o cuando le metió el dedo en el ojo al del Barcelona (Tito Vilanova). Además, le están haciendo más famoso de lo que ya era. —¿Y del Barça? —Que es uno de los mejores equipos del mundo… después del Madrid. —¿Usted cree, cómo se dice, que Messi es el mejor jugador, no del mundo, sino de la historia? —No. Es verdad que es un grandísimo jugador, aunque no mejor que Cristiano Ronaldo, eso quiero dejarlo claro, son distintos; además, los compañeros que tiene, Iniesta, Xavi, Cesc… le hacen aún mejor. —Gracias por recibir a AS 41 años después. —Gracias a ustedes. Estáis invitados a venir dentro de otros 41...

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LA MÁS BELLA HISTORIA DE AMOR

ENTRE UN HOMBRE Y EL BALÓN MARCO RUIZ /

E El número 7 de AS Color de 1971 contactaba con Didí. Había colgado las botas y emprendió la carrera como entrenador. Sonó para volver a España, tras jugar en el Madrid, y él se dejaba querer.

l AS Color del 10 de julio de 1971 nos presenta a un viejo conocido de la historia del mejor Real Madrid. Waldir Pereira, Didí, que pasó inadvertido vistiendo de blanco, a pesar de ser uno de los mayores talentos que dio el fútbol brasileño: bicampeón del mundo en Suecia 58 (Garrincha, Didí, Vavá, un jovencísimo Pelé y Zagalo formaban su histórica delantera) y Chile 62 (la misma con la incorporación de Amarildo en el puesto de un lesionado Pelé a las primeras de cambio). Pero antes de esos triunfos, este fino estilista, que empezó a jugar en 1943 en clubes modestos de la periferia de Río, ya había pasado a la historia por marcar el primer gol en la inauguración de Maracaná en 1950, el año de la derrota mundialista ante Uruguay. Fue en un amistoso entre Río de Janeiro

Bicampeón del mundo con Brasil (Suecia-58 y Chile62), deslumbró a Bernabéu y le fichó para el Madrid. No triunfó. Una versión es que no se adaptó; otra, que se llevaba mal con Di Stéfano. Lesmes, Canario y Paquito le recuerdan. Su gran legado: la ‘folha seca’. y Sao Paulo cuando levantó por primera vez en un mismo grito al multitudinario estadio. En el primero de los dos Mundiales que ganó, en Suecia, emergió la figura de un todopoderoso Pelé con aún 17 años. Pero fue Didí quien

resultó elegido mejor jugador de aquel torneo. Bernabéu apuntó su nombre y un año después, el 5 de agosto de 1959, llegaba al Madrid tras aceptar una importante oferta, a pesar de estar a punto de cumplir los 31 años. Pero no son esos méritos mundialistas de Didí, ni siquiera su paso por el Madrid, lo que llevaron a este singular brasileño a figurar en aquel AS Color del 71, sino su carrera como entrenador, entonces a los mandos de River Plate, y los rumores que corrían de una posible vuelta a España, esta vez a los banquillos, tanto, que incluso sonaba para el del Madrid. “A veces he pensado que, si no pude triunfar como jugador en España, tal vez pudiera hacerlo como técnico. Entrenar al Madrid sería para mí un gran honor”, dijo entonces. No pasó ni una cosa ni la otra, ni entrenó en España, ni al Madrid.

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GOL ANTE PERÚ. En la imagen, la trayectoria del soberbio tanto de Didí que le valió a Brasil la clasificación para el Mundial de Suecia-58. En las imágenes contiguas, Didí explicando a AS, en 2001 la ‘folha seca’.

Como ocurre la mayoría de las veces, la figura como técnico de las grandes leyendas de la historia del fútbol no llega a igualar, ni de lejos, lo que fueron en su etapa de esplendorosos jugadores. Ocurre igual con Didí, un mito de este deporte que tenía un golpeo a la pelota endemoniado, un cuerpo delgado y músculos veloces. Una de las mejores definiciones de él la dio el escritor uruguayo Eduardo Galeano: “Estatua erguida de sí mismo”. Pero aquella figura estilizada y morena se quedó estancada en los campos embarrados de finales de los 50 del norte de España, y ni siquiera el contraste de su negra piel con el blanco de la indumentaria del Madrid hicieron que los Puskas, Gento, Di Stéfano, Lesmes o Zárraga le encontraran sobre el campo. Transcurridos tantos años, Rafael Lesmes, que fue su compañero en el Madrid, rememora para AS Color los recuerdos que aún le quedan del brasileño, y encontra-

Rafael Lesmes: “A pesar de su calidad, su juego era otro diferente al nuestro. ¡Qué pena que no encajara!”

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mos algunas razones de por qué no encajó: “Ya le conocíamos de antes, de un par de años que fuimos a Caracas a jugar en verano y nos enfrentamos a Botafogo. Y tengo recuerdos de que en aquel equipo estaban él y Garrincha. Ganamos 4-3 en la final de aquel torneo. Era un tío simpatiquísimo, buenísima persona, y no paraba de gastar bromas. La frase suya

UN GOLPEO MAGNÍFICO. Tenía un disparo endemoniado. Su legado para el fútbol fue la invención de la suerte de la ‘Folha Seca’.

que más recuerdo era cuando decía: “Eshtamos joudidosh…”. ¡Y siempre tenía frío, siempre! Pero, a pesar de su calidad, ocurría que su juego era otro diferente al nuestro. Se plantaba en el centro del campo y teníamos la orden de que él iniciara el juego. Pero para nosotros era muy complicado pararnos a buscarlo teniendo a Gento, Di Stéfano, Puskas… ¿Quién iba a ponerse a buscar a Didí? Nosotros jugábamos al pim-pampum. Y para encontrarle teníamos que deshacer lo que ya estaba medio hecho”. Lesmes aún tiene en la cabeza esa fabulosa cualidad de Didí para tratar bien la pelota: “El tío tenía un toque de balón que era un espectáculo. En los entrenamientos era capaz de tirar diez corners seguidos y hacía que los diez balones botaran por primera vez dentro de la portería. Era algo increíble. Hacíamos juegos con eso por su culpa. Los demás lo intentábamos y era imposible, por muchos zapatazos que diéramos. Incluso lo comentábamos entre nosotros mismos. ¡Qué pena que no encaje con lo buen jugador que es!”. El propio Didí dio una descripción, en una larga entrevista concedida al periodista brasileño Rober to Moura, de cómo era su relación con la pelota: “Yo siem-

pre le tuve mucho cariño. Porque, si no, ella no obedece. Cuando venía, la dominaba. A veces se iba por ahí y le decía ‘venga, hijita’, y la traía. La trataba con tanto cariño como trato a mi mujer”. Leído parece hasta poesía. Muchos darían dinero por oírlo recitado con el armónico acento carioca del propio Didí. Quizá era demasiado fino para la tarea que debía cumplir en un Madrid que ya había ganado cuatro Copas de Europa y tenía el equipo muy hecho. Y quizá también era demasiado estilista para el fútbol que se jugaba en algunos campos difíciles de España. Recurrimos a Paquito (nacido en 1938), otro mito, éste del Oviedo y el Valencia para luego dedicar su vida a la cantera del Villarreal, para que narre una de las anécdotas que mejor hablan de lo que le pasó a Didí en nuestra Liga. Esta historia ocurrió en el Tartiere, donde se enfrentó a Didí aquella vez. “El Chato, nuestro utillero, abrió los grifos del campo el día de antes y dejó el césped hecho chocolate. Didí era el único moreno de piel”, cuenta Paquito, “y, sin embargo, salió impoluto del campo después de los 90 minutos, ¡casi blanco parecía! Y los demás, negritos, negritos... Sólo llevaba el culo manchado como si hubiese

ido en bicicleta lloviendo. Aquello no le iba a un hombre tan fino en el juego”. Pero, aquel detalle (en un par tido en el que el Madrid, además, cortó una racha de 15 partidos seguidos ganando en Liga) no fue el único reseñable de Didí aquella tarde, si no el que dejó el propio brasileño tras el pitido inicial: “Recuerdo que Di Stéfano sacó de centro. Se la dio a Didí y éste le hizo un caño a Lalo, luego comenzó un eslalon, me hizo otro caño a mí y dribló a otro más y tiró un cañonazo a la escuadra que paró Gomes con una estirada increíble. El balón terminó dando en el palo. ¡Y no la volvió a tocar en todo el par tido! El chocolate que era el campo no era lo suyo”. No pasa de ser una anécdota, pero escenifica lo que le ocurrió a Didí, un jugador de tanta calidad, para que no triunfara en el fútbol español. Los rumores sobre su mala relación con Di Stéfano no tardaron en aflorar. La propia ‘Saeta’ ha hablado de Didí más de una vez: “Yo no tenía nada contra él. Llegó para jugar en la media cancha, pero en el Madrid la media cancha era para trabajarla (para correr y contener). ¡Como jugador era fenomenal! Pero en Madrid no gustaba, porque el público quiere que los jugadores corran y luchen. Y el

MEJOR JUGADOR. Didí triunfó en el Mundial Suecia-58. La formación (de izquierda a derecha y de arriba a abajo): Feola (seleccionador), Djalma Santos, Zito, Bellini, Nilton Santos, Orlando y Gilmar; Garrincha, Didí, Pelé, Vavá y Zagallo.

brasileño la pedía para jugarla… Y entonces teníamos que bajar todos los demás a trabajar”. Pero el propio Didí tenía otra versión de lo que sucedió en aquella época, como él mismo contó en una entrevista a Ladislao Javier Moñino en AS, el 18 de febrero de 2001, poco antes de morir de un cáncer de hígado: “Son cosas del fútbol. Cuando fui para el Madrid, Di Stéfano era el líder y con razón. Yo salí del Mundial del 58 como mejor jugador del mundo y él estaba un tanto celoso, pero era lógico, porque Alfredo tenía que cuidar de todo lo que había hecho por el Madrid y por él mismo. Llegaba un jugador con un nombre muy grande también y que podía complicarle un poco la vida. Pero yo admiraba a Di Stéfano y podía ayudarle con mis pases a hacer gol. Si podía darle diez, se los daba. Él era maravilloso como jugador”. No tuvo Didí muchas opor tunidades de poder dar pases a la gran ‘Saeta Rubia’, a pesar de que era uno

Paquito: “Recuerdo que el utillero del Oviedo regó el Tartiere y él salió impoluto, y los demás, negritos, negritos”

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de los protegidos de Fleitas Solís, técnico del Madrid, también brasileño, porque sólo jugó 19 partidos de Liga (seis goles). No podía jugar la Copa por ser extranjero y tampoco participó en la Copa de Europa. Buscamos otra opinión, la de su compatriota Canario, con el que llegó al Madrid en aquel verano de 1959: “Yo en realidad llegué un par de meses después que él. A mí cuando la gente me pregunta siempre digo lo mismo: no triunfó en el Madrid porque no se adaptó al frío. Le recuerdo un partido en el Bernabéu en el que no paraba de nevar. Y en el descanso llegó al vestuario congelado y puso las manos en el agua caliente. Y uno del staff le echó la bronca: ‘¡No hagas nunca eso, hombre! Toma esta vaselina. Y se la tenía que poner un montón de veces. Luego, al final, se quitó las botas y tenía los pies congelados”. ¿Y qué había de cier to en su mala relación con Di Stéfano:

Canario: “No triunfó en el Madrid porque no se adaptó al frío. No es cierto que se llevara mal con Di Stéfano”

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SIEMPRE RECORDADO. El 12 de mayo de 2001 Didí fallecía víctima de un cáncer de hígado. Fue llorado y despedido como una celebridad nacional.

“Hombre, de eso nada. No es cier to. Ya sabemos como es Di Stéfano, que chillaba y gritaba, y lo hacía porque era un ganador. A mí me gritaba mucho también: ‘¡Canario, cojo…, venga, a correr! Y ahora me llevo fenomenal con él y disfrutamos juntos cuando voy a Madrid. Era un ganador nato y siempre intentaba ayudar para que no nos fuéramos abajo, pero aparte de un gran futbolista, Didí era una gran persona. Aunque, además de al clima, tampoco se adaptó al juego, porque sus características eran otras. Él en Río jugaba a otra cosa, a que se la dieran y repartir juego. Corría poco allí, la verdad, lo justito. Y lo pasó muy mal, porque vino como figura”. Y volvió a Botafogo sin cumplir su sueño de triunfar en el Madrid, para ganar, dos años después, su segundo mundial.

LA FOLHA SECA Didí dejó un gran legado para el fútbol. Fue el inventor de la ‘Folha Seca’. Así se llamó a la suerte que él mismo comenzó a realizar: un golpeo de la pelota hecho entre la puntera y los tres dedos exteriores con el que el balón terminaba cayendo hacia la portería después de haber subido desproporcionadamente con un efecto endiablado que los porteros no acertaban

a adivinar. Cristiano Ronaldo es el autor de la versión moderna más per feccionada. El propio Didí explicó también en AS, en 2001, cómo llegó a aprender a golpear el balón de esa manera: “Sufrí una lesión en el tobillo y no podía golpear con normalidad a la pelota. Entonces, me di cuenta de que si pateaba con la punta, cortando el balón por el centro, no sentía dolor y el balón hacía la cur va y caía. Así que comencé a fortalecer los tres dedos del empeine y el tobillo. Para mí, con el tiempo, fue algo normal y fácil. A los porteros les daba mucha rabia encajar goles de aquella manera. El secreto también estaba en la bota, que tenía que estar muy ajustada al pie. Yo calzaba un 41 y llevaba ese número en la izquierda y un 40 en la derecha, que era con la que pateaba”. Es curioso que, dentro de su leyenda, haya un dato escalofriante. A los 12 años, aquella fabulosa diestra con la que pateaba la ‘folha seca’ estuvo a punto de serle amputada después de que se le infectara una herida que había sufrido en una pelea callejera. Seguro que en el Río de Janeiro de aquellos años 40 nadie imaginó que aquella pierna derecha sería una de las más elegantes y efectivas del fútbol mundial.

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MERCEDES PAZ ESPARZA

PATRICIA CAZÓN /

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u carácter se moldeó en el aire. Sin vértigo y libre, así es Mercedes Paz Esparza (Sevilla, 1948). Fue la tercera mujer paracaidista en España, hoy es la ar tista que triunfa en Shanghai, en Nueva York, en Irlanda. La voz se le pone dulce cuando recuerda los días de viento. Hace 41 años, pero los recuerdos abruman, como si todo hubiera sucedido ayer. “Mercedes Paz Esparza, una sevillana que domina el salto en paracaídas”, titulaba AS Color en 1971. Aún guarda aquel recorte entre fotos sepia. Y le devuelve al Aeródromo Tablada, ése que estaba al lado de su casa, aquel en el que hacían prácticas los militares y ella, embobada, miraba al cielo pensando cómo sería eso de volar, lanzarse en paracaídas. “A mí todo me viene de nada. Soy la primera de mi familia en la pintura, en el aire”, dice con una

La sevillana fue la tercera mujer que saltó en paracaídas en España. Campeona de España de paracaidismo, hoy triunfa como pintora en todo el mundo.

risa que contagia. A los 18 años le entró la prisa, quería tirarse ya, probar. Y preguntó en casa. “Necesitaba el permiso de mis padres para poder saltar. Mi madre se echó a llorar. No me lo dieron”. Esperó tres años. Celebró los 21, la mayoría de edad, saltando. “Fui y salté. Cuando llegué a mi casa le dije a mi madre: ‘He saltado en paracaídas’. No se lo creía. Pero se acostumbró. El primer salto es el más fuerte. Al día siguiente re-

cuerdo que lo pensaba y no creía lo que había hecho”. La curiosidad se convir tió en costumbre: durante nueve años, saltó cada fin de semana. “Para mí era muy sencillo. Desde allá arriba no sientes vértigo. De hecho, yo tenía vértigo. Pero saltar no es como subirse a la azotea de La Giralda y mirar abajo. Cuando estás en el avión, la perspectiva es tan amplia que el vértigo desaparece”, revela. Los pilotos y los aviones eran militares, los paracaídas, primarios, “desechos de la guerra del Vietnam”, recuerda. El precio, doscientas pesetas. El sueldo del mes se le iba en los saltos del sábado y el domingo. “Lo recuerdo como una época bonita. ¡Desalojaban un pabellón entero para alojarme!”. El deporte le gustaba. Mercedes era una mujer que llamaba la atención por su arrojo y su altura, un metro setenta y dos. Era pívot de baloncesto, jugaba al balonmano, hacía

SIN VÉRTIGO. Mercedes Paz Esparza abre a AS las puertas de su casa para recordar los tiempos en los que saltaba en paracaídas en el Aeródromo Tablada (foto superior).

MIGUEL ÁNGEL MORENATTI

LA ARTISTA DEL AIRE

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submarinismo en Cádiz. No tenía miedo de probar nuevas sensaciones, nuevos retos. “Me gustaba la sorpresa que producía mi espíritu”, revela. Ana María Cano fue la primera mujer que saltó en paracaídas en España. La segunda, María Carmen Olmedo. La tercera, Mercedes. Las tres llenaban las páginas de los periódicos en un deporte que parecía vedado para las mujeres, pero en el que ellas destacaban. Saltaban vertiginosas en el aire, miraban el mundo sin vértigo desde los dos mil quinientos metros. “La sensación de volar no se puede explicar con palabras. Es algo distinto a todo. Estás en un medio, el aire, que no es el tuyo. Pero no tienes la sensación de caída libre. Es como si algo te sujetara. Sientes cómo vas rom-

“Volar no se puede explicar con palabras. No es caída libre. Algo te sujeta. Es una lucha constante con el miedo”

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piendo algo y te meces. Te suben mil hormigas por el pecho. Es una lucha constante con el miedo”, explica. Y no te acostumbras, dice. Saltó en paracaídas más de doscientas veces en aquellos nueve años, fue campeona de España de paracaidismo varias veces, pero nunca dejó de sentir esa lucha, ese miedo, las hormigas. “Hubo dos o tres veces que no se me abrió el paracaídas”. Se rompió el coxis, varias vértebras, pero sólo dejó de saltar cuando fue madre. Se apartó del viento, sí, pero el paracaidismo fue el germen del arte que llenaría sus días después de los cincuenta. Vivió en Los Ángeles y en Israel. También durante un año en Ibiza. Allí vendía figuras en los primeros mercadillos. “A Israel, fíjate, me llevó el paracaidismo. Tenía un compañero con el que saltaba a menudo y, de pronto, un día, desapareció. Al cabo de unos meses me lo encontré en la Cervecería Santa Bárbara, en Manuel Becerra. ‘¿Dónde estabas?’, le dije. ‘En un kibutz, en Israel’. ‘¿Un kibutz? ¿Y eso qué es?’. Me lo explicó. Y le pedí

FACETA ARTÍSTICA. Mercedes Paz Esparza se inscribió a los cincuenta en la Universidad para estudiar Bellas Artes. Hoy es una pintora que triunfa en todo el mundo.

que me apuntara en una servilleta la dirección”. Aquella servilleta y un paquete de arroz SOS la convirtieron en la primera mujer española en el kibutz de Tel Aviv. “Al salir de allí mi madre me llamó que le había tocado una moto en el arroz SOS. Les dijo que me la enviaran a mí. Cuando la recibí, la vendí y me compré el billete para Israel”. Al arribar en el kibutz descorcharon una botella por ella, la primera mujer que lo pisaba. Aprendió inglés. Vivió en Santa Eulalia y se fue a California. En Los Ángeles comenzó con las manualidades, la artesanía. Nunca se sintió una mujer adelantada a su tiempo, aunque en realidad lo fuera. “Nunca tuve la sensación de que el ambiente no me impidiera hacer nada”. Volvió a pasarle a los cincuenta, cuando la prejubilaron en el banco en el que trabajaba. “Entonces sí sentí el vértigo. Otra vez la sensación de que tenía que hacer algo. Había estudiado paisajismo y diseño de jardines. Entonces, se me despertaron esas sensaciones de cuando saltaba. Veía los colores de un modo diferente”. Se apuntó a la Universidad.

A los cincuenta, “como cualquier chaval”, para estudiar Bellas Artes. La gente le preguntaba: “¿Y tú vas a terminar la carrera?”. No sabían de su carácter sin vértigo, forjado en el viento. “Yo quería disfrutar. Veía los caballetes, las pinturas, los pinceles, las estatuas… Y qué ilusión me hacía. Iba de poquito a poquito, eligiendo las asignaturas según mis preferencias, con la ambición de disfrutar, sin pensar que aquello era el inicio de un camino que iba a terminar dedicándome a la pintura”. De sus dedos han surgido ‘Volando sobre el mar’, ‘Juguetes rotos’, ‘Ensueño’, ‘Mañana de lluvia’. En cuarto de carrera quiso romper con las figuras humanas y buscar caminos nuevos. La perspectiva del aire, a pesar de que había dejado de volar treinta años antes, había cambiado su mirada y buscó su lenguaje propio rompiendo lienzos. De aquellas cicatrices partió su nuevo camino. Otra casualidad, otro viraje del destino, un viaje a Irlanda y las puertas del arte abiertas ante ella. “Mi hija se fue a Irlanda e iba con fotografías de mis cuadros. Fue a una galerista y

CAMPEONA. Mercedes fue la tercera mujer que saltaba en paracaídas en España. En nueve años, hizo 200 saltos, que entonces costaban 200 pesetas.

le enseñó mis cuadros. Le pidió mi teléfono y me invitó al Condado de Kerry, donde había restaurado un edificio al lado del acantilado e invitaba a artistas de todo el mundo para que pintaran, se relacionaran, crearan. Fue m-a-r-a-v-i-l-l-o-s-o”, exclama, así, separando cada letra. Después de aquel viaje, Mercedes Paz Esparza ya pudo llamarse así misma ar tista. “Coincidí con artistas de todas partes, de Austra-

lia, de Checoslovaquia, de todo el mundo, con gente que exponía en el MOMA. Estás allí, sólo con la naturaleza, con otros artistas, para inspirarte, intercambiar, respirar arte. Es fascinante. Se dirigían a mí de igual a igual. Me dio seguridad. Antes no me atrevía”. Desde entonces, acude cada septiembre a ese Cill-Rialaig Project irlandés que lustró su nombre. Encuentra en la pintura la liber tad que le daba el viento. Rasga, crea, innova. En 2010, viajó a China invitada por el Instituto Cervantes para dar un taller de pintura flamenca en el Pabellón de España, en la Exposición Universal de Shanghai. Le aportó a su pincelada otro ritmo, otros colores, convirtiendo a Mercedes Paz Esparza, la artista del aire, en una artista con mayúsculas.

“Cuando me prejubilaron, sentí vértigo. Tenía que hacer algo. Me apunté a Bellas Artes en la Universidad... A los 50 años...”

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45 Tras una vida dedicada a la montaña, Pérez de Tudela sigue en busca de retos. Sus dos infartos y sus muchas situaciones de riesgo no han frenado al que en su día fue el primer alpinista mediático.

CÉSAR PÉREZ DE TUDELA JUANMA LEIVA /

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ada sería igual en el montañismo español sin su figura. Porque él utilizó la única ventana con la que la televisión pública iluminaba los hogares españoles para explicar que las aventuras no sólo existían en las páginas de las novelas de Julio Verne o Salgari. Que unos pocos compatriotas también intentaban llegar a dónde ningún otro había llegado. Y con él se fueron millones de españoles, que desde su sofá exploraban lugares que hasta ahora no habían ni imaginado. Algunos de esos televidentes, abuelos o padres de los que hoy hacen cima en montañas de más de ocho mil metros. Ellos recuerdan bien a César Pérez de Tudela

“HE MUERTO VARIAS VECES EN LA MONTAÑA”

(Madrid, 16 de junio de 1940), el primer gran divulgador (así le gusta llamarse) de la montaña y el alpinismo de dificultad en España. Nos atiende con prisas en una céntrica cafetería madrileña. A sus 72 años, se encuentra inmerso en los preparativos de su próxima expedición a Los Andes. “Me gusta más que el Himalaya. Allí están todos los picos juntos formando un

EN SU MEDIO. César Pérez de Tudela encontró desde su juventud (foto principal) el sentido de su vida y a sus 72 años no la ha abandonado.

paraje único”. Y es que no oculta cierto recelo al hablar de la cordillera del Everest por lo que se ha acabado convirtiendo. “Es impresionante ver las filas de montañeros que intentan subirlo sin haber pisado antes Pirineos o Alpes. Y mucha culpa la tienen los medios. Sólo se ocupan del ochomilismo creyendo que allí está el Roland Garros de la montaña. Y se le da reconocimiento al que sube los catorce por lograr un récord. Y, ojo, que no se me malinterprete. ¡Eso es mucho! Pero no se repara en si lo ha subido gracias al dinero, a los sherpas o si le ha subido otro equipo de alpinistas. ¿Dónde está el valor de lo desconocido? ¿De ir sólo con un compañero a enfrentarse a lo inexplorado? ¡Es incomparable!”.

El 6 de julio de 1971 en AS Color salió publicado un reportaje sobre los preparativos del viaje de César Pérez de Tudela al Himalaya, concretamente al Tirich Mir. En él también tuvo un papel protagonista su mujer, Elena De Pablo, que falleció en aquella expedición.

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47 SUPERVIVIENTE. Mostró cómo había que comportarse en la montaña. Él lo llama alpinismo-práctico.

Claro, para Pérez de Tudela que el ascender montañas requiera una preparación física no quiere decir que se asemeje al resto de deportes, “mucho más vulgares”. Se explica: “El alpinismo es un catálogo de sentimientos y sensaciones como muy pocas actividades pueden ofrecer en la vida, absolutamente incomparables con lo que ocurre en una cancha o un estadio. En la montaña todo es trascendencia, lo demás son juegos, por muy virtuosos que sean sus protagonistas”.

a una mujer en una expedición tan arriesgada. Pérez de Tudela tuerce el gesto, mientras ojea el AS Color de entonces, y recuerda aquel viaje. “Hace 41 años… fue trágico”, es lo primero que acierta a apuntar. Su mujer Elena falleció en el campo base. “Con el tiempo he llegado a la conclusión de que sufrió un edema cerebral por la altura. Nunca se supo entonces, pero después de tantas preguntas a lo largo de estos años llegué a esa causa. Algo que se podía haber evitado descendiéndola o usando una cámara hipobárica. O dándole oxígeno. ¡Pero qué sabíamos entonces! Al tiempo volví… Son esos hechos que acompañan a uno siempre”. Ríos de tinta corrieron de aquel suceso. Detractores le acusaron, insultaron, criticaron… Y es que a Pérez de Tudela, como a tantos otros grandes de este deporte, le ha acompañado la polémica: “He soportado desprecios y devaluaciones inmerecidas, hechas por quienes recelaban de mi forma de ser”.

Pionero Sus 55 años de alpinismo activo han dado para mucho. Escalada invernal al Naranjo de Bulnes, al Eiger alpino, Hindu Khus, Atlas, Patagonia, Aconcagua, McKinley… hazañas que en su día le convirtieron en el montañero más mediático en España. El éxito que su activa labor en los medios y sus apariciones en TVE le procuraban, además de la fama que aún le acompaña, le hizo lograr patrocinadores con los que liderar las primeras expediciones. Ya en 1968 formó parte de la que la Federación Castellana organizó al Caúcaso, liderada por Félix Méndez y en la que se encontraba su “muy respetado” Carlos Soria, otro de esos abuelos con aspecto de sabio que sigue en activo a sus 73 años, tanto en su labor de montañero como en sus dotes de inspirador para las nuevas generaciones. Luego, la pared nor te del Eiger en 1969, “donde iban los mejores y muchos morían”, el Aconcagua o la invernal del Naranjo de Bulnes le doctoraron, además de otorgarle reconocimiento. Era hora de seguir con retos de mayor envergadura o, como el odia llamarlo, tocaba Roland Garros.

Infartos

Trágico Tirich Mir En 1971, su viaje al Himalaya ocupó gran parte de la atención mediática. Pérez de Tudela lideraría al equipo de escalada y su mujer Elena De Pablo se encargaría de estar en el campo base, con la novedad por entonces de encontrar

VIAJERO. César Pérez de Tudela muestra el trayecto que comprendía uno de sus viajes a Sudamérica.

El alpinismo le ha dado mucho, pero también le ha quitado. “He muerto varias veces en la montaña”, afirma sin dudar. Como cuando intentaba hacer cima en el Annapurna (en 1973, cuando nadie lo había logrado) y fue sepultado por una avalancha. Un buen ejemplo de las “decenas de situaciones críticas” de las que ha sobrevivido; pero lo que él recuerda con mayor aprensión son sus dos infartos porque, entre otras consecuencias, han variado su forma de afrontar las aventuras. El primero fue en 1992, en el Everest, escalando los muros de hielo de la Cascada de Khumbu. El segundo, en la cima del Gulag

EN ACTIVO. En la actualidad, su actividad no ha cesado, con numerosos proyectos abiertos.

Kangri. Situaciones en las que la fortuna jugó un papel fundamental para su salvación. Entre montañeros es sabido que “si eso ocurre allí arriba, no te salva nadie”.

Al filo y Calleja Por todas sus vivencias no descar ta volver a los medios para “predicar qué es esta barbaridad del alpinismo”, como ya ha hecho en su extensa labor literaria. Le gustaría más la radio, aunque no descarta la televisión, a pesar de que le seduzca menos. Aunque volvería. Y hablaría del alpinismo-ayuda que él enseñó. “Yo he sido el gran divulgador de la montaña en este país. Gracias a mis apariciones en televisión se crearon cientos de clubes de alpinismo. ¡Porque hablaba de un alpinismo práctico! ¿Cuántos se crearon con, por ejemplo, ‘Al filo de lo imposible’? Creo que pocos. Estos parecían que lo que querían era asustarte. Ahora el Calleja me parece un tío simpático, que entró de una manera fresca, pero que ha acabado haciendo aburridos ‘realities”. Por eso, él cree que sus experiencias aún apor tarían mucho. Y no son pocas. El proyecto que más le ilusiona es la publicación de sus memorias. Porque tras tantos años, son su gran tesoro: “A la hora de la verdad, el dinero y las posesiones no valen de nada. El único bien verdadero que tiene el hombre son sus vivencias”. De ahí que no nos pueda atender más y salga corriendo a continuar sus preparativos para viajar a Perú. Luego intentará terminar su reto de ascender los volcanes más activos de la tierra e innumerables aventuras que tiene pendientes. Sólo así, “a la hora de la verdad”, se sentirá la persona más rica del mundo.

JESÚS AGUILERA

“He sido el gran divulgador de la montaña en este país. Con mis programas se crearon cientos de clubes alpinos”

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