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Trabajo Práctico Nro. 1 – Taller de Reflexión Artística I
Consigna Análisis de Obra Seleccionar una obra expuesta en el Museo Nacional de Bellas Artes y realizar un escrito considerando la siguiente guía de análisis: Parte A: Datos de autor – Descripción de la obra – Ubicación de obra en la exposición -
Aspectos temáticos – Aspectos formales. Parte B: Relacionar los conceptos de Arte, Diseño, Estética y Belleza con el contenido e
imagen de la obra seleccionada. Vincular la noción de Idealismo y Naturalismo con el contenido e imagen de la obra seleccionada. Elaborar un objeto de diseño, relacionado con su carrera, que responda a características
opuestas, en algún aspecto, a las analizadas en la Parte A del punto anterior.
Normas de Presentación: Hojas tamaño A4, numeradas, con su correspondiente carátula según las normas de la Facultad. La composición es en hoja a3, técnica libre.
Henri Toulouse Lautrec, Portrait de Suzanne Valadon (Madame Suzanne Valadon, artiste peintre) 1885
Parte A La obra elegida es un retrato de Suzanne Valadon, una pintora francesa de fines de siglo XIX, realizado por Henri Toulouse Lautrec. Es un óleo de 55 por 46 centímetros que pertenece a la colección del Museo Nacional de Bellas Artes. Está ubicado en la sala de Impresionismo y Postimpresionismo (Sala 14). La protagonista es Suzanne Valadon, que no sólo fue una artista contemporánea a Toulouse Lautrec, sino que fue su musa y amiga e inspiró varias de sus obras. De orígenes humildes, tuvo varios trabajos hasta que comenzó a posar como modelo artística. Su increíble belleza, le permitió observar y aprender de los maestros de la época: Degas, Renoir y Chavannes, entre otros. Toulouse Lautrec fue uno de los que la instó a seguir su sueño de ser artista. Portrait de Suzanne Valadon se trata de una obra figurativa impresionista, que pertenece a la Escuela Francesa del siglo XIX. En primer plano se encuentra una mujer ataviada con ropa de fines de siglo XIX, blusa cerrada hasta el cuello y sombrero. De fondo se puede ver un paisaje, un camino al aire libre en un bosque. La paleta está dominada por colores tierras, verdes y violáceos con algunos toques de lilas y celestes que generan movimiento y profundidad. Se pueden observar como las diferentes pinceladas reflejan rapidez y falta de precisión, muy características del movimiento impresionista. Además, el rostro de la mujer está delineado con negro y trabajado con una técnica diferente a la del resto del retrato. Lo interesante de esta obra está en el objeto: la mayoría de los impresionistas trabajan únicamente paisajes. La figura humana no aparece o aparece en segundo plano. Los artistas impresionistas buscaban fundamentalmente representar los momentos de luz. Lo efímero de la iluminación los obligaba a trabajar a gran velocidad, a costo de perder precisión en la representación. Los avances en el estudio del color y la aparición de la cámara fotográfica dieron lugar a que estos artistas comenzaran experimentar con distintas técnicas y paletas de color. El efecto visual era muy diferente a lo que se había visto en la pintura hasta ese momento. La predominancia de la pintura figurativa y la búsqueda obsesiva por reflejar la realidad fielmente les había quitado esa posibilidad de investigación. Como dice Danto en su texto ¿Qué es el arte?, la aparición de la fotografía en 1830 le quitó el propósito mimético a la pintura y la escultura y obligó al mundo del arte a replantearse cómo seguir. En cualquiera de los casos, la aparición de la cámara fotográfica abrió una amplia gama de posibilidades a los artistas: la de la creatividad. Los impresionistas utilizaban el color de forma pura y saturada. Prácticamente no utilizaban negro. Por superposición de pinceladas y tonos generaban las luces y las sombras, una novedad frente al prolongado uso del claroscuro en la historia de la pintura. El juego con los fríos y los cálidos generaba volumen y separaba las figuras del fondo. Henri Toulouse Lautrec nació en Francia en 1864. Perteneciente a la aristocracia, a temprana edad sufrió de problemas de salud que afectaban sus huesos. De muy joven decidió dedicarse a la pintura y se mudó a París para estudiar con maestros como León Bonnat. En la capital francesa se rodeó de un círculo de pintores como Vincent Van Gogh y Edgar Degas, de los que se nutrió.
Fascinado por la vida nocturna de París, fue la principal temática representada en sus obras. Parte de la obra que lo caracteriza es la cartelería que hizo a pedido de muchos de esos locales nocturnos. Fue más reconocido por estos trabajos que por su obra pictórica. A diferencia de la mayoría de los impresionistas no le interesaban los paisajes. Su obra es principalmente urbana y retrata mayormente interiores. Si bien tuvo sus primeros acercamientos a la pintura de la mano de esta corriente impresionista (la obra seleccionada se inscribe más en ella), es considerado más bien un artista postimpresionista. Su uso del color tampoco es tan fiel al movimiento impresionista que se cuidaba de no incluir negro ni tonos tierra en su paleta. Lautrec tiene influencias del arte japonés y de la pintura de Degas, y se puede notar su originalidad en sus encuadres y la forma de representar movimiento. Es un precursor del modernismo y el art noveau. Murió 1901 por consecuencias del abuso del alcohol.
Parte B Elena Olivares en su texto “Estética. La cuestión del arte” plantea que esta disciplina se ocupa de dos áreas: arte y belleza. A lo largo de la historia el concepto de arte estuvo intrínsecamente ligado a la idea de belleza. Lo “feo” no tenía lugar en el arte, no merecía su espacio. Pero el siglo XX rompió con esto. Marcel Duchamp, entre otros, discutió esta idea de la belleza lo largo de toda su obra. El artista significó un quiebre en la filosofía del arte y obligó a que todos se replanteen qué es el arte. No sólo rompió con la idea de la existencia de una belleza canónica que debía ser representada sino que polemizó sobre la ideal del “saber-hacer” del artista al no generar sus obras sino tomar elementos cotidiano y convertirlos en arte. En base a este nuevo contexto filosófico, la autora plantea entonces que “el rasgo principal del arte de los últimos tiempos es su desdefinición”1. El concepto de diseño, por su parte, se aleja un poco de los conceptos de arte y belleza. Si bien la creatividad necesaria para el proceso de diseño se nutre estrechamente del mundo del arte y de los estándares de belleza de cada época, su característica clave es la funcionalidad. Los objetos de diseño están pensados para cumplir un objetivo funcional, más allá de tener características estéticas. No obstante, esto no quiere decir que objetos de diseño no pueda volverse un objeto de arte. Esta es la discusión que plantea Arthur Danto cuando discute la obra Brillo Box (1963) de Andy Warhol. El autor no le quita el mérito al diseñador del packaging del producto, de hecho defiende la existencia del “arte comercial”. Sin embargo, la caja Brillo se vuelve un objeto de arte cuando Warhol lo resignifica y contextualiza de manera distinta. Lo mismo con el Orinal (1971) de Marcel Duchamp. En cambio, la obra Portrait de Suzanne Valadon no puede considerarse un objeto de diseño. Toulouse Lautrec nunca tuvo la intención de que tuviese una funcionalidad. No cumplía ningún objetivo fuera de sí misma. Distintos son los carteles y publicidades que forman parte de su obra. Su trabajo como ilustrador publicitario de los locales de París tenía el objetivo de atraer clientes nuevos y promocionar espectáculos. A medida que su obra pictórica fue cobrando valor en el mundo del arte parisino, así lo hicieron sus ilustraciones publicitarias y comenzaron a ser consideradas piezas de arte. Estos ejemplos nos demuestran que, si bien los conceptos de arte y diseño son diferentes entre sí y tienen características propias, los objetos generados por ambas disciplinas puede formar parte de ambos mundos de acuerdo a cómo son presentados y considerados. Ambas disciplinas se nutren entre sí y los límites, en la práctica, no son tan claros.
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Olivares, Elena. “Estética. La cuestión del arte.”
Los movimientos artísticos del siglo XVIII y XIX se centraron en representar de la manera más real posible la figura humana. Para eso se desarrollaron importantes estudios de las proporciones, la perspectiva, el claroscuro y la composición. La pintura y escultura funcionaban, entonces, no sólo como formas de educar al pueblo sino también como registro histórico de los acontecimientos. Si bien la historia del arte fue mayormente figurativa es interesante analizar cuáles fueron los distintos objetos y temas representados y qué intenciones tenían los artistas de cada época. El Idealismo estético surge en respuesta al naturalismo barroco. Se inspira en la Antigüedad grecoromana: en sus ideales estéticos y filosóficos. Existe una verdad y un concepto de belleza inmutable. Hay una predominancia de la luz frente a la oscuridad de las pinturas barrocas. Los artistas idealistas privilegiaban el equilibrio y la composición y renegaban de la vulgaridad. Todas las obras apuntaban a mostrar un ideal de belleza y heroísmo de los personajes. La figura humana, se veía endiosada: los personajes de las obras se ajustaban a criterios de proporción y estética y se las representaba realizando actos heroicos. Todas las obras contenían una metáfora y una posición política clara defendida en la obra. Eran obras cargadas de simbolismos y conceptos. Esto es un reflejo del contexto social en que se movían: la Revolución Francesa y las guerras de la época. Las pinturas eran escenarios grandes de luchas o escenas de la mitología griega, con varios personajes. Las esculturas presentaban figuras humanas de apariencia de dioses en escalas mayores a las de una persona. El Naturalismo como concepto artístico es ambiguo, ya que designa dos movimientos en distintas épocas. El naturalismo al que se hace referencia en este trabajo, está asociado a la literatura francesa de fines de siglo XIX y está muy relacionado con el realismo. Surge en contraposición a al romanticismo y su denominación hace referencia a su objetivo de representar la realidad sin ningún tipo de valoración agregada por el artista (“realidad objetiva”). La obra de Lautrec se inscribe más en esta última corriente. La mujer representada en la obra, más allá de ser una mujer bella, no está “embellecida” por el artista. La intención es mostrarla lo más parecida a lo que era en realidad. No tanto en la fidelidad mimética pero en las sensaciones y carácter del personaje. En este sentido, el artista se alinea con la línea naturalista de pensamiento. Además, la obra no tiene una simbología política latente. Si bien la obra de Lautrec en general tenía un trasfondo de crítica social a la vida nocturna burguesa de París, no creo que este sea el caso en esta obra.
Parte C El objeto de diseño planteado es una estampa textil. Se basa en una abstracción geométrica, en oposición al carácter figurativo de la obre elegida. Además la paleta está compuesta de colores planos y saturados, a diferencia de la paleta repleta de matices con la que trabaja Lautrec. La planimetría, por último, se opone a los volúmenes generados con las pinceladas y el color en Portrait de Suzanne Valadon.
Bibliografía
Olivares, Elena. “Estética. La cuestión del arte.” Danto, Arthur. Qué es el arte.