TRADICIONES MARIANAS APOCRIFAS EN LAS HOMILIAS COPTAS DEL PSEUDO-CIRILO DEJERUSALEN GONZALO ARANDA

TRADICIONES MARIANAS APOCRIFAS EN LAS· HOMILIAS COPTAS DEL PSEUDO-CIRILO DEJERUSALEN l. Origen e infancia de María, nacimiento de Jesús GONZALO ARAND

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TRADICIONES MARIANAS APOCRIFAS EN LAS· HOMILIAS COPTAS DEL PSEUDO-CIRILO DEJERUSALEN l. Origen e infancia de María, nacimiento de Jesús

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Al afrontar el estudio de la Hteratura trasmitida en lengua copta, el primer problema que sale al paso es el estado fragmentario en que nos han llegado muchos de los textos. Numerosos fragmentos aguardan una identificación precisa. En cuanto a la literatura apócrifa, los in­ tentos de agrupación de fragmentos realizados tiempo ha por P. Lacau1, E. Revillout2 y F. Robinson3 principalmente, han de ser revisados y completados comparándolos con otros textos descubiertos más reciente­ mente. En este sentido, la reciente publicación de cuatro homilías coptas atribuidas a Cirilo de Jerusalén, preparada por A. Campagnano4, puede suponer un punto de referencia para encuadrar algunos textos frag­ mentarios y al mismo tiempo detectar las tradiciones apócrifas que circulaban en la época. Queremos fijarnos ahora, concretamente, en las tradiciones apócri­ fas que tratan de la Virgen Maria. F. Robinson, en la publicación antes citada, agrupaba una serie de textos coptos sahídicos bajo el 1 P. LACAU, Fragments d'Apocryphes coptes de la Bzb ' liothéque Nationale, en «Mémoires de la Mission francaise d'Archéologie orientalet>, Le Caire I (1904), pp. 115. Cfr recensión de A. DEIBER en «Revue Biblique» 1 (1904), pp. 448-451. 2 E. REVILLOUT, Les Apocryphes captes, en «Patrologia Orientalis» 11, París, 1904, pp. 123-198; IX, París, 1911, pp. 59-140. Cfr recensión y reordenación de los fragmentos por A. BAUMSTARK, en «Revue Biblique» 3 (1906), pp. 245-265. 3 F. RoBINSON, Coptic Apocryphal Gos/Jels, en «Texts and StudieS>> IV, 2, Cambridge, 1896, XXXII+ 264 pp. 4 A. CAMPAGNANO, Ps. Cirillo di Ger:usalemme, Omelie copte sulla Passione, sulla Croce e sulla Vergine, Ed. Cisalpino-Golliardica, Milano, 1980, 214 pp. + 8 Tav.

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título genérico de Fragmentos sahid-icos de la Vida de la Vz"rgen5, mientras que a otros los consideraba partes de relatos en tomo a la consumación de la vida de María. Algunos de estos últimos siguen una narración semejante y al parecer anterior a la de la Jnstrucdón de Evodio, de la que nos ha llegado eJ texto copto boahírico com­ pleto6. Con frecuencia, como ya observaba Robinson, algunos fragmen­ tos pertenecen a obras de carácter homilético y no a escritos apócrifos en sentido estricto. Sin embargo, es evidente que recogen tradiciones apócrifas anteriores acomodándolas, a veces de forma bien patente como veremos, al cuadro de la homilía. De los fragmentos editados po:r Robinson y agrupados bajo el título de Fragmentos sahídicos de la Vida de la Virgen, el número IV perte­ nece a la última de las cuatro homilías publicadas por A. Campag­ nano, In onore della Vergzne7• Esta homilía ya había sido publicada en 1916 por E. A. W. Budge siguiendo otro manuscrito8• Sin embargo, otros fragmentos con tradiciones marianas, ya publicados en las edi­ ciones que señalábamos antes, siguen sin estar identificados. En estas páginas queremos entresacar las tradiciones apócrifas en tomo a la Virgen María subyacentes en el contexto de las cuatro homilías del Ps. Cirilo publicadas por A. Campagnano. Ello puede contribuir a identificar textos conocidos sólo fragmentariamente y también a preci­ sar los aspectos mariológicos contenidos y desarrollados en tales homilías. En primer lugar expondremos algunas características de las homi­ lías del Ps. Cirilo; luego recogeremos los relatos apócrifos marianos ordenándolos según la cronología de la vida de la Virgen, y, final­ . mente, analizaremos algunos rasgos comunes a los distintos relatos y presentes en afirmaciones de tipo doctrinal de las mismas homilías.

5 F. ROBINSON, op. cit., pp. 1-41. De la mariología subyacente a estos fragmentos nos ocupamos en otra ocasión. Cfr «Scripta de Maria» 1 (1978), pp. 115-126. En las pp. XXI­ XXIII de la Introducción, Robinson describe detalladamente los fragmentos que utiliza. Son los siguientes: CLAREND. B 3 14, dos hojas, y BORG CXVII, cuatro hojas, que pertenecen al mismo manuscrito y ofrecen un texto seguido; BoRG. CXVIII, tres hojas; BORG. CXIX, dos hojas, BORG. CXX seis hojas. El autor ofrece además la traducción de parte de otros manuscritos indepen­ dientes de la colección de Lord Crawford. 6 F. ROBINSON, op. át., pp. XXIV-XXVII, 66-89. Describe y publica los siguientes frag­ mentos: BORG. CCLXXIII, una hoja, y BORG. CCLVHI, dos hojas, que pertenecen al mismo manuscrito; CLAREND. B 3 15, cinco hojas, y BORG. CCLIX, dos hojas. Para una compara­ ción de estos fragmentos con los otros relatos asuncionistas coptos, cfr «Scripta de Maria» JI (1979), pp. 7-24. 7 Se trata del fragmento BORG. CXX, que pertenece al manuscrito designado con la letra FD en la edición de A. Campagnano. Cfr nota 60. 8 E. A. W. BUDGE, Miscellaneous coptic Texts in the dialect of upper Egypt, London, 1916, pp. 49-73, 626-651. Budge publicó el manuscrito de la British Library OR 6784, designado con la letra G en la edición de Campagnano, cfr nota 59.

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A. EL CICLO COPTO DE HOMILIAS DE CIRILO DE JERUSALEN 1.

Determinación de

las

h omilía s pertenecientes al ciclo de Cirilo

Aparte de algunos fragmentos conocidos con el texto auténtico de las Catequesis de san Cirilo9, el resto de la literatura copta puesta bajo su nombre ha de considerarse espúreo. A él se atribuyen siete ho­ milías10: In passionem Domini11 y su continuación In domz"nz"can novam12 que A. Campagnano denomina Sulla Passz'one I y Sulla Passione JI

respectivamente y no las recoge en su edición por considerar que no pertenecen propiamente al ciclo de Cirílo. In passzºonem Domz·ni· y la que parece ser complementaria In resurrectz"onem Domz·ni· publicadas en la edición de A. Campagnano con el título de Sulla Passzºone a y Sulla Passz·one {J. In sanctam Crucem, publicada por A. Campagnano con el título In lode della Croce. In Mariam Vz"rginem publicada por A. Campagnano con el título In onore della Vergzne. In passz·onem Domznz.13, que no puede haber formado parte del

ciclo de Cirilo ni la recoge la publicación de A. Campagnano.

El primer grupo, In passionem Domzn·i - In domznz"cam novam, aparece como un comentario al texto evangélico de san Juan, mien­ tras que el segundo grupo, In passionem Domzni - In resurrectzºonem Domz·nz: recoge hechos edificantes muy variados integrándolos en el discurso, que no tiene un estilo tan refinado como el grupo anterior. Las mismas características de este segundo grupo se encuentran en las dos homilías siguientes: la de la Cruz y la de la Virgen. En esta última, por otra parte, se hace mención, al comenzar, de otras alocuciones del mismo Cirilo sobre la pasión, la cruz y las conversiones de Castor e Isaac mencionadas al final de In passz"onem Domznz· del segundo grupo y en la de la Cruz, respectivamente. Estos datos han llevado a A. Cam9 Cfr T. ORLANDI, Papz"ri copti di contenuto teologico, en «Mitteilungen aus der Papyrussa­ mmlung der Oesterreichischen Nationalbibliothek», IX Folge, Wien, 1974, pp. 56·78. lO Cfr T. ORLANDI, Cirillo di Gerusalemme nella letteratura copta, en «Vetera Christia­ norum» 9 (1972), pp. 93-100. II Atestiguada en dos códices de la P. Morgan Library (M 595, Ed. de Hyvernat, vol. XLIII, fol. 3-56; M 594, Ed. de Hyv, vol. XLII) y en fragmentos de otro códice del Monasterio Blanco. 12 Atestiguada en tres códices de la Morgan: M 595. Hyv, vol. XLIII, fols. 159-188; M 596, Hyv, vol. XXXIV, fols. 53-75; M 598, Hyv, vol. XXXV, fols. 19-44. 1 3 Atestiguada en un códice de la Morgan: M 610.

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pagnano a determinar que las homilías In passi·onem Dom1:ni - In resurrect1:onem Dominz� segundo grupo, In sanctam Crucem y la dedi­ cada a la Virgen, formaban entre ellas un conjunto de homilías atri­ buidas al obispo de Jerusalén, que seria propiamente el ciclo de Cirilo14• Esto no suponía obstáculo para que, al mismo tiempo, se compusiesen otras atribuyéndolas también al mismo insigne personaje. Si se tiene en cuenta, por otro lado, que el título de la homilía sobre la Virgen reza unánimemente en los manuscritos como la vigésimo primera Catequesis de san Cirilo, sin que nada tenga en común con la que lleva esa misma numeración en la colección griega, se ha de concluir que existía en la literatura copta un corpus de Cirilo que, sobre las dieciocho Catequesis bautismales auténticas, presentaba una catequesis sobre la Pasión y Resurrección (dividida en dos homilías), otra sobre la Cruz y otra - la vigésimo primera- sobre la Virgen. Por otra parte, como tendremos ocasión de comprobar, las tradicio­ nes apócrifas que en ellas se recogen concuerdan fundamentalmente y lo mismo los aspectos mariológicos que se ponen de relieve. Se puede pues, afirmar que las cuatro homilías publicadas por A. Campagnano forman un cuerpo homogéneo en el que se trasmite una enseñanza desarrollada sobre puntos importantes de la fe cristiana. Seguimos aquí la edición de A. Campagnano, citando las homilías con los mismos títulos que allí aparecen y ateniéndonos a la numera­ ción de los párrafos establecidos. Contexto y temática general de las homilías cirilianas

2.

Las cuatro homilías que estamos considerando tienen varios rasgos en común: sirven para justificar o exaltar una festividad; son pronun­ ciadas en la iglesia que conmemora dicha fiesta; se enfrentan con algún tipo de adversarios:judíos o herejes; narran la conversión de alguno de ellos, y tienen algún punto doctrinal como tema fundamen­ tal a desarroilar. Las dos primeras, sobre la Pasión y Resurrección, forman como un solo bloque en dos sermones: el primero sobre la muerte, resurrección y aparición a la Virgen; el segundo sobre las apariciones a los discí­ pulos. En ambas se exalta la fiesta de la Resurrección, como aparece en el encabezamiento de la primera y en las conclusiones de ambas y son pronunciadas en la iglesia llamada «de la Resurrección». Los adver­ sarios a los que fustiga en ambas son los judíos y también, en la pri­ mera de ellas, Carpocracio, que parece no admitir la ciencia divina 14

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Cfr A. CAMPAGNANO, op. cit., pp. 10-14.

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de Cristo. Al final de la primera se alude al bautismo y a la conversión de Castor, judío. Doctrinalmente se resalta en ambas la voluntariedad con que Cristo fue a la muerte y los efectos salvadores que de ella se derivan: victoria de Cristo sobre el demonio, liberación del pecado y reconciliación con Dios. La tercera homüía, en alabanza de la Cruz, exalta la festividad de la santa Cruz en el dfa 1 7 del mes de Thuth15, fecha en la que dice que fue encontrada la Cruz en el Gólgota y en la que se celebró por vez primera la Eucaristía en la iglesia que Constantino 11 construyó allí para conmemorar el hecho. También ahora se acusa a los judíos, pero especialmente a quienes no reconocen ni veneran la Cruz como signo salvador, representados en Isaac, un samaritano, cuya conver­ sión se relata detenidamente. La realeza y el poder de Cristo que, por la Cruz, nos ha rescatado del pecado, son los temas doctrinales de la homilía.

Finalmente, la homilía en honor de la Virgen festeja la fiesta de la muerte de Nuestra Señora el día 21 del mes Tobi16 y se pronuncia en la iglesia construida por el rey Constantino y su hijo en honor de la Virgen Santa María. Los adversarios en este caso son Ebión, Sartón y Arpocracio, herejes que niegan la verdadera humanidad de María, a la que consideran una potencia -dynamis- celeste que bajó a la tierra y tomó forma de mujer. Esta herejía seguía Annarico, que apo­ yaba su fe en el Evangelio de los Hebreos y cuya conversión por parte de Cirilo se aprovecha como ocasión para enseñar la verdadera doc­ trina. El tema doctrinal de la homilía gira en torno al realismo de la Encarnación y, como presupuesto,. la verdadera humanidad de María.

3.

Huellas de relatos apócrifos en

las

homilías

Ante todo llama la atención el carácter narrativo de la mayor parte del texto de estas homilías. La enseñanza doctrinal o la exhortación se interrumpe continuamente para dar paso a largos pasajes de tipo narrativo. Así se mantenía bien al vivo el interés de los oyentes o de los lectores y, al mismo tiempo, se aducían pruebas de la enseñanza que se quería impartir. Pero al introducir tales narraciones, el autor o autores de las homilías no siempre han guardado con rigor las exigencias del discurso, por lo que puede verse en muchos casos no sólo la no auten­ ticidad ciriliana de los textos sino también las distintas piezas emplea15 14 de septiembre. 16 16 de enero.

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das que, con frecuencia, quedan superficialmente integradas. Veamos cada una de las cuatro homilías: a) . En ella, la gloria de Cristo resucitado, que ya previó Moisés, se pasa bruscamente a narrar los orígenes e infancia de María, la Madre de Cristo. Introduce este relato de la forma siguiente: «Vol­ vamos ahora y pongamos en medio los manjares selectos, para que con ellos se alegren los presentes» 17• Esta introducción recuerda, incluso en la terminología, a la empleada cuando se introduce el tema de la Virgen en otras ·homilías18; manifiesta que el relato se ha insertado tomándolo de otra parte. Además, d tema de la Virgen por sí mismo, más que centrar el hilo del discurso supone un alejamiento. Sin em­ bargo, la inserción del relato sobre el origen de María tiene su sentido en el conjunto de la homilía, porque al final se hablará de la aparición de Jesús a su Madre, llamada también María Magdalena. Cuando termina el relato del origen de María es cuando el autor escribe con toda propiedad: «Volvamos ahora el tema que tenemos delante. . . »19• A continuación, el discurso vuelve a centrarse en Jesucristo, en la voluntariedad con que aceptó la pasión y en la victoria que su muerte y resurrección significaron sobre Satanás. También se encuentran alu­ siones a elementos apócrifos que se entremezclan con los datos de la Sagrada Escritura cuando se narra la pasión que concluye con estas palabras: «Pasó toda aquella noche y el día siguiente, es decir, el sábado, en el sepulcro; y a la hora décima de la noche del domingo se apareció a María, su madre, en aquella misma hora, como el dis­ curso nos dirá más adelante. . . »2º. Luego, en efecto, tras hablar de la piedra puesta a la puerta del sepulcro y de las malas intenciones de los judíos hacia los discípulos, pasa a narrar la resurrección poniendo de relieve la aparición de Jesús a su Madre. Algunos desajustes redaccionales dejan entrever que se han mez­ clado dos formas diferentes de interpretar los textos evangélicos sobre las apariciones. En efecto, comienza relatando la ida de las mujeres al sepulcro y cómo al encontrarlo vacío vuelven a comunicarlo a los apóstoles21• A continuación recoge la aparición del ángel a las mujeres que, en ese momento, son dos: María, la Madre del Señor y María Magdalena22• Ambas hablan con el ángel. Pero el redactor de la homilía pasa bruscamente a representar la escena con la presencia de

a) Primera homilía sobre la Paszºón (Sulla Passzºone

tras una introducción sobre

17 18 19 20 21 22

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Sulla Passione a, núm. 5. Cfr In onore della Vergine, núm. 1. Sulla Passione a, núm. 8. Jbidem, núm. 29. Cfr ibidem, núm. 32-33. Cfr ibidem, núm. 35.

·

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una sola mujer, María, la Madre del Salvador, «que también era magdalena por su estirpe, según habíamos dicho anteS»23, olvidando la presencia de la otra María. La aparición de Jesús a su Madre recoge los datos de Jn 20,14-18 y de Mt 28, 1-10. El desajuste del texto de la homilía está en el paso del plural, conversación de las mujeres con el ángel, al singular, conversación de María con su Hijo, sin haber cam­ biado de escena. Este modo de hacer nos permite pensar que el redac­ tor de la homilía ha insertado tras el relato de la aparición a las muje­ res, ya reinterpretado con la presencia de la Virgen, el de la aparición a la Virgen sola, llamada María Magdalena. Este último era, pues, un relato independiente que se ha integrado en la homilía sin cuidar mucho la conexión con el anterior. b) La homz"lía sobre la Resurrección (Sulla Passz"one (3) . Comienza describiendo la alegría producida por la resurrección del Señor. De esta alegría participan los fieles que conocen la aparición de Cristo resucitado a su Madre y la noticia que ella lllevó a los apóstoles (homilía anterior); El autor pasa enseguida a narrar cómo llegó a los apóstoles la noticia: a través de las mujeres que cuentan la aparición y el mensaje de los ángeles, y a través de la Virgen que cuenta cómo se le ha aparecido su Hijo. Va insertando relatos independientes sin seguir un orden crono­ lógico: los apóstoles, dice, se alegraron y se completó su fe... , las mujeres volvieron del sepulcro trayéndoles la noticia..., María les salió al encuentro diciéndoles lo que había visto, después Pedro corrió al sepulcro..., entretanto se aparece a los discípulos camino de Emaús...24• Con estos datos se recrea el ambiente gozoso de la resurrección, yux­ taponiendo diversas narraciones que aparecen como unidades com­ pletas en sí mismas. A continuación el autor emplea otro recurso literario: preguntar a los ángeles, a Cristo mismo y a María qué es lo que ocurrió. De esta forma encuentra ocasión para narrar de nuevo la resurrección, esta vez interpretada por los protagonistas. Sorprende, sin embargo, que la pregunta dirigida a Cristo se repita para introducir dos relatos dife­ rentes: el de la resurrección y aparición a María, la Virgen, y el de la lanzada y aparición a Tomás. El carácter artificial de este segundo relato aparece, según hace notar A. Campagnano25, en el cambio repentino de tema: de la narración de la herida recibida en el costado pasa a hablar Cristo en segunda persona dirigiéndose a Tomás, para terminar en tercera persona narrando la respuesta del mismo Tomás en Jn 20, 2826• Todo ello deja entrever que el discurso está compuesto a 23 24

Ibidem, núm. 36. Cfr Sulla Passione {3, núms. 2-9. 25 Cfr A. CAMPAGNANO, op. át., p. 13. 26 Cfr Sulla Passione {3, núm. 16. ·

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base de recopilar distintos relatos, repitiendo, si hace falta, la pregunta al mismo interlocutor. Así se· nos ofrece una nueva narración de la aparición de Cristo resucitado a su Madre, encuadrada en una pregun­ ta ficticia de Cirilo y una respuesta del mismo Cristo. El discurso ter­ mina con exhortaciones a confesar la fe verdadera, a participar en la Eucaristía y a la misericordia. e) La tercera homilía, En alabanza de la Cruz, sigue el mismo estilo que las anteriores. En ella se aprecia con frecuencia que no es Cirilo quien habla sino el auto:r real de la homilía o un narrador anterior. Así, en el relato acerca de la conversión de Isaac el samari­ tano, a veces se alude a Cirilo en tercera persona27, otras veces se entre­ mezcla el hablar de Cirilo con el del autor de la homilía28; finalmente se introduce el sermón de Cirilo con las palabras: «Además appa Cirilo dijo. . . »29. En este sermón se refiere a la resurrección de Cristo y la aparición en primer lugar a su Madre y pasa a relatar cómo José y Nicodemo colocaron la cruz en el sepulcro en que había sido enterrado Jesús. Sigue con la narración de un milagro obrado entonces por la cruz en favor de Rufo y su padre Cleofás, primo hermano de la Virgen. A continuación se cuenta el ocultamiento del santo sepulcro y la cruz con escombros por parte de los judíos,, la aparición de la santa cruz en el cielo al emperador Constatino, cuyo significado le explica Eusigno y la recuperación del santo sepulcro y la cruz por la emperatriz Helena en tiempos de Constantino U. Finalmente se refiere la aparición de la cruz luminosa sobre el Gólgota. Termina con algunas exhortaciones y el bautismo de Isaac. En la extensa temática de esta tercera homilía aparece con cierta frecuencia la figura de la Virgen, no directamente como argumento de algunas de las narraciones, centradas todas en la cruz, sino de modo tangencial. Así en el relato del milagro obrado por la cruz oculta en el sepulcro30, y, especialmente, en los resúmenes doctrinales introdu cidos por el autor de la homilía31, o puestos en boca de los diversos per­ sonajes que confiesan su fe: Eusigno, el soldado cristiano, al dar a Constantino la explicación del signo de la cruz32; Isaac al ser bau­ tizado33. d) La cuarta homilía, En honor de la Vz'rgen, ofrece abundantes narraciones, encuadradas en afirmaciones de tipo doctrinal, en 27 28 29

Cfr In lode della Croce, núms. 31-32. Cfr ibidem., núm. 36. Ibid., núm. 41.

50

Cfr ibid., núm. 52.

51 52

Cfr ibid., núm. 45.

55

Cfr. ibid., núm. 112.

108

Cfr ibid., núm. 75.

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tomo a la madre del Señor. Las caracteristicas redaccionales son similares a las de las homilías precedentes: se notan desajustes literarios que delatan la composición artificial y la atribución a Cirilo. Así, en un cierto momento a la mitad del relato, se comienza a hablar de Cirilo en tercera persona cuando antes está hablando él en primera34 o viceversa35• Se ha conservado incluso la fórmula conclusiva «Amen» al final de ciertas unidades36 y se han dejado sin concordar fechas con­ tradictorias, como el tiempo que vivió la Santísima Virgen tras la Ascensión del Señor: diez años según el relato de la muerte de María37 y quince según un resumen conclusivo de su vida38• Con todo esto no resulta difícil distinguir lo que, incluido ahora en la homilía, perte­ nece a tradiciones previas de carácter narrativo en tomo a la Virgen. La homilía comienza con una introducción en la que se mencionan otros discursos de Cirilo, se sitúa la fiesta en que es pronunciada, aniversario de la muerte de la Virgen, y se establece la enseñanza doctrinal que va a desarrollarse: Maña no es una dynamis celeste sino un ser humano real39• En servicio de tal afirmación se va a narrar el origen y la infancia de María utilizando diversos procedimientos lite­ rarios: preguntar a ella misma y escuchar su respuesta, indagar en la arqueología de Josefo e Ireneo y exponer lo que ellos dicen, recurrir a la Sagrada Escritura y explicair lo que parece difícil de entender, narrar la conversión del hereje Annarico, ebionita, con objeto de refutar esa herejía y exponer la verdadera doctrina. Después de haber explicado el origen de María se detiene un momento exponiendo el parentesco entre Maria e Isabel con una breve narración que lo testimonia40 y pasa a relatar la muerte de la Virgen como había prometido al principio. El acento se pone en la muerte de María, en la separación de su alma y de su cuerpo el día 21 del mes Tobi. No se menciona ni se deja lugar para la resurrección y asunción del cuerpo de María el 16 de Mesoré41, como ocurre en otros relatos apócrifos coptos42, sino que Dios se hace cargo de la suerte del cuerpo de María hasta que sea resucitado a la vuelta del Señor. Sin embargo, las alusiones al futuro del cuerpo de María son confusas e incluso pa­ recen contradictorias: será llevado, con el alma, a la Jerusalén ce34

Cfr In onore della Vergine, núm. 27.

35 36

Cfr ibid. , núms. 24-50.

Cfr ibid. , núm. 32.

37 38

Cfr ibid., núm., 39.

39 40

Cfr ibid., núms. 6-7.

41 42

Cfr ibid., núm. 54. Cfr ibid., núms. 34-36. 9 de agosto. Cfr «Scripta de Maria» II (1979), pp. 7-24.

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leste43, será protegido por Cristo en el corazón de la tierra44 y sobre él se construirá una gran iglesia45• El complot de los judíos para que­ mar el cadáver resulta inútil y estaba previsto por Cristo como la oca­ sión para hacerlo desaparecer. El discurso termina con un resumen de la vida de Maria y la men­ ción de Constantino y su hijo que construyeron.. la iglesia en honor de la Virgen. Todo ello hace pensar que el autor de las homilías no conoce la fiesta de la Asunción de la Virgen el 16 de Mesoré, o no la acepta; pero está preocupado por mostrar que el hecho de que el cuerpo de la Virgen ha corrido distinta suerte que el común de los mortales no es argumento para afirmar que no fuese un ser humano.

Lugar y tiempo de composición de las homilías

4.

La redacción final de las cuatro homilías del ciclo de Cirilo se ha llevado a cabo en Egipto. Esta afinnación no sólo se apoya en que nos han llegado únicamente en copto, sino en las alusiones que el autor hace al país de Egipto, siempre de forma laudatoria. Así en la primera homilía sobre la Pasión, hablando dell Cireneo, dice: «Si queréis saber por qué encontraron a Simón el cireneo, os lo mostraré. Puesto que Cirene forma parte de aquella región que acogió a nuestro Señor Jesús, el Cristo, en su humanidad, junto con su madre, cuando Hero­ des lo buscaba para matarlo, por eso precisamente el Salvador actuó de forma que Simón el cireneo llevase su cruz, para que su bendición recayese sobre toda la tierra de Egipto para siempre»46• Incluso en la misma homilía· se explica la ira de Dios contra el pueblo judío porque se alegraron y aplaudieron la muerte de sus enemigos, los egipcios, en el mar Rojo47. Pero aunque la última redacción haya sido hecha en Egipto y en copto, los materiales incluidos, especialmente los pasajes de tipo narra­ tivo, pueden tener un origen distinto, como deja entrever la forma de introducirlos en el conjunto de las homilías. Los relatos sobre la Cruz, sobre la Virgen o sobre las conversiones, podían ser comunes en diver­ sas áreas geográficas. En cuanto al tiempo de elaboración de estas homilías existe has-º tante imprecisión. La época propia de florecimiento de estos ciclos atribuidos a autores famosos son los siglos VII-VIII bajo la domi43

Cfr In onore della Vergine, núm. 44.

44 45 46

Cfr ibid., núm. 45. Cfr ibid.

47

110

Sulla Passione a, núm. 16. Cfr ibid., núms. 3-4.

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nación musulmana. A. Campagnano escribe que el ciclo de Cirilo, en concreto, parece ser de los más antiguos por razón del estilo y de los intereses teológicos latentes; la fecha de su composición la sitúa en la primera mitad del siglo VII48. El énfasis puesto en el signo de la cruz y las palabras de un «samaritano» antes de convertirse acerca de que «también el hijo de Maña es un profeta de Dios. . . »49 podñan apuntar a la presencia del islam en Egipto. En todo caso, muchas de las narraciones introducidas y atribuidas a Josefo e Ireneo tienen ya carácter de tradiciones antiguas.

5.

Manuscritos

No se conoce ningún códice que reuniese las cuatro homilías del ciclo de Cirilo. Estas han llegado hasta nosotros, bien incluidas en códices que recogen colecciones de homilías, bien formando alguna de ellas un solo códice, bien en folios sueltos separados de los códices originales. A. Campagnano ha estudiado al principio de su edición cada uno de los manuscritos que :representan el texto de las homilías y los ha designado con una letra latina mayúscula50. Recogemos aquí esa designación y los datos que consideramos más importantes. Homilías sobre la Pasión y Resurrección (Sulla Passione Passione {3):

a

y Sulla

Ms. A, equivalente a M 595E'1, publicado por vez primera por A. Campagnano52. Homilía en alabanza de la Cruz (In lode della Croce):

Ms. B equivalente a M 600, publicado por vez primera por A. Cam­ pagnano53. Ms. D equivalente a M 59954. Ms. E equivalente a OR 6799 de la British Library55. 48

Cfr A. CAMPAGNANO, op. cit., p. 14. In lode della Croce, núm. 17. Cfr A. CAMPAGNANO, op. át., pp. 14-19. 51 Volumen XLIII, fols. 137-159 y 188-201 de la edición fotográfica de Hyvemat. (H. HYVERNAT, Bibliothecae Pierpont Margan Codices photographice expressi, Roma, 1922). 52 Cfr A. CAMPAGNANO, op. cit., pp. 24-73. 53 Cfr ibid., pp. 76-149, vol. XVI de Hyvemat, fols. 3-90. 54 Volumen XV de Hyvernat. 55 Editado por E. A. W_, BUDGE, Miscellaneous coptic Texts in the dialect of upper Egypt, London, 1916, pp. 322-431, 894-947. 49 50

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Ms. GD reconstruido, en parte, con folios provenientes del Monas­ terio Blanco56. Homilía en honor de la Vfrgen (In onore della Vergzne):

Ms. C equivalente a M 583, publicado por vez primera por A. Campagnano57. Ms F equivalente a M 59758. Ms G equivalente a OR 678459. Ms FD reconstruido con fragmentos provenientes del Monasterio Blanco60.

B. TRADICIONES MARIANAS APOCRIFAS EN LAS HOMILIAS DEL CICLO DE CIRILO Recogemos ahora los relatos apócrifos sobre la Virgen que van apa­ reciendo en las homilías que estudiamos. Los presentamos siguiendo, en lo posible, un orden cronológico referido a la vida de la Virgen, pero conservando las unidades redaccionales de las homilías. Las noticias auténticas procedentes de los Evangelios quedan fuera de nuestra consideración. En cambio, sí constataremos al final de cada 56 1 folio de El Cairo, Museo Egipcio, núm. 9.293. Editado por H. M uNIER, Catalogue general des antiquüés Egyptiennes du Musee du Cafre. Manuscrüs Coptes, Le Caire, 1916, p. 166. Contiene In lode della Croce, núm. 3-5. 1 folio de Viena, Biblioteca Nacional, K 9.475. Contiene In lode della Croce, núms. 16-18. 2 folios de Pañs, Biblioteca Nacional, Copte 131/5 f. 117. Contiene In lode della Croce, números 20-23; Copte 129/13, f. 31. Contiene In lode della Croce, núms. 32 final-35. 7 folios de Nápoles, Biblioteca Nacional, IB 12,434 f. 1.2. (núm. CCLVII del catálogo de Zoega); IB 13,444 f. 1-2 (núm. CCLXVII, Catál. Zoega, ed. Robinson, op. dt., pp. 178-180; IB 12,434 fols. 3-4, (núm. CCLVII, Catál. Zoega, ed. Robinson, op. dt., pp. 180-184; IB 13,444 f. 3 (núm. CCLXVII, Catál. Zoega, ed. Robinson, op. cit., pp. 184-185). Contienen In lode della Croce, núms. 40-57. 57 Cfr A. CAMPAGNANO, op. cit., pp. 152-195. Vol. XLI de Hyvernat, fols. 277-313. 58 Volumen XXXIII de Hyvernat. 59 Publicado por E. A. W. Budge, cfr nota núm. 8. 60 1 folio de Pañs, Biblioteca Nacional, Copte 131/1 f. 13, contiene In onore della Vergine, números 9-12. 1 folio de El Cairo, Museo Egipcio, núm. 9. 229. contiene In onore della Vergine, núms. 15-19. Editado por H. M UNIER, Catalogue general ... Manuscri"ts coptes, pp. 21-22 . .

1 folio d e Viena, Biblioteca Nacional K 9.504, contiene I n onore della Vergine, núms. 30 (final)-32. 6 folios de Roma, Biblioteca Vaticana, Col. Borgia, Copto 109., cass. XXV, fase. 120, contiene In onore della Vergine, núms. 36 (final)-51 (núm. CXX, Catál. Zoega, publicado por F. Robinson, op. cit., pp. 24-41). 1 folio de Pañs, Biblioteca Nacional, Copte 129/18 fols. 132-134, contiene In onore della Vergine, núm. 50 (final)-53.

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TRADICIONES MARIANAS APORCIFAS EN LAS HOMILIAS COPTAS DEL PSEUDO-CIRlLO...

apartado las afirmaciones doctrinales o referencias hechas de pasada que presuponen los relatos apócrifos insertados en las homilías. Los números entre corchetes al principio de cada párrafo corres­ ponden a fa edición de A. Campagnano. En las notas señalamos las variantes más importantes para nuestro fin, aquellas cuyo sentido afecta el contenido de la tradición. Tales variantes pueden provenir de los mismos copistas coptos y no parece que sean argumento sufi­ ciente para distinguir dos formas de trasmisión de las homilías clara­ mente diferenciadas61• A veces dejaremos la introducción del relato, o la conclusión hecha por el autor de la homilía para que pueda apreciarse su forma de utilizar los relatos. l.

Origen e infancia de María. Nacimiento de Jesús

1) Relatos apócrifos

(De la homilía En honor de la Vfrgen, :núm. 10). Ascendencia y nombres de la Virgen

[10] (Habla la Virgen) «Cirilo, si deseas conocer mi estirpe y a los de la casa de mi padre, escucha: Yo62 soy una promesa de Dios, pues mis padres me prome­ tieron para engendrarme. Mis padres provenían de la tribu de Judá, de la estirpe de David. Mi padre era Joaquín, llamado Cleofás; Ana era mi madre que me dió a luz y me puso por nombre María, que quiere decir Mariham63• Yo soy María la Magdalena, porque el nombre de mi aldea era Magdalia. Mi nombre ade­ más es María la de Cleofás64• Yo soy María la de San­ tiago, porque yo cuidé a Santiago siendo niño en casa de José el 'carpintero a quien me confiaron. Busca en las Escrituras y sabrás lo que indagas . . . ». (De la homilía En honor de la Virgen, núm. 12-22). [12] «Yo, pues, buscando en la arqueología de Jo­ sefo o Ireneo, exheb:reos como yo, supe lo que contaré

6 1 Así VAN LANTSCHOOT, L'Assomption de la Vierge , en «Gregorianum» 27 (1946), pp. 500-502. Pero, como señala T. Orlandi, «Ím realtá ogni manoscritto differisce parzialmente dagli altri, secondo una caratteristica normale ai testi copti, senza che si possa parlare di vere e propie redazioni» («Vetera Christianorum» 9 (1972), p. 100. 62 F añade: «la que te informó». 63 La alusión a la tribu, estirpe y nombre de los padres de María falta en FD. Otro ms., el G, trae en plural el verbo que indica la imposición del nombre a la Virgen: «le pusieron por nombre Mariham». 6 4 F añade: «porque el nombre de mi padre era CleofáS>>. . . .

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ahora, ya que María procede de los judíos, de la tribu deJuda ( .. . ) . Ascendencia

de María

[13] »En los días en que fué engendrada la Virgen santa, María, existía un lugar cerca de Jerusalén lla­ mado Magdalia, y había una pequeña aldea llamada con el nombre de aquel lugar, es decir, Magdalia, en la que vivían unas pocas personas de estirpe judía. Había allí un hombre llamado David, que era rico en toda suerte de bienes y observaba la ley y los profetas leyéndolos continuamente: eran más dulces a su boca que toda la gloria de su riqueza65• Practicaba gran misericordia con los necesitados y esperaba la restau­ ración de Israel. [14] »Mientras dormía una noche éste cayó en éxta­ sis como si alguien le hablase así: 'David, hijo de Aarón, la restauración de Israel surgirá de tu estirpe, porque se aproxima el momento en que la raíz echará ramas'. Cuando se levantó del sueño, pensaba entre si: ¿Qué es lo que he visto? De todas formas, hágase la voluntad del Señor. Tenía una mujer fiel, cuyo nombre era Sara, que le dió a luz un hijo varón y su padre le puso por nombre Joaquín, mientras que su madre le puso por nombre Cleofás.

Matrimonio de Joaquín y Ana

»Cuando estuvo en edad de casarse67, su padre le dió a la hija de su hermano Aminadab, pues eran buenos delante del. Señor. Después de un tiempo mu­ rieron David y su mujer, y todos sus bienes pasaron a Joaquín y su mujer-68• Pero Ana era estéril y no en­ gendraba hijos; este asunto les preocupaba: ¿Quién nos heredará? [15] »Después de esto dijo Joaquín a Ana, su mujer: 'Levantémonos y vayamos a la casa del Señor que está en Jerusalén, ofrezcamos al Señor primicias y diezmos69, y supliquémosle; quizá si le rogamos nos concederá

65 66

G dice «que la miel» en vez de «toda la gloria elle su riqueza». G lee «oh Aarón» en vez de «David, hijo de Aarón», pero antes sí que atestigua el nombre de David para el abuelo de la Virgen. 67 «Cuando estuvo en edad de casarse» lo omite F. 68 G no dice que murieron David y su mujer, sino que «dieron todo lo que tenían a Joaquín, y a su esposa, en toda la ciudad de Magdalia». F, por su parte, silencia el tema de la herencia a la muerte de David y añade, en cambio, que Joaquín y Ana estaban muy unidos entre ellos. 69 «. . . que está en Jerusalén, ofrezcamos al Señor primicias y diezmoS» lo omite G.

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TRADICIONES MARIANAS APORCIFAS

EN

LAS HOMIUAS COPTAS DEL PSEUDO-CIRILO...

lo que pedimos'. Entonces se levantaron y fueron al templo del Señor, entregaron los dones al sacerdote y oraron al Señor inclinando el rostro a tierra, y conti­ nuaron suplicándole diciendo: Oración de los padres de la Virgen

»'Señor Dios omnipotente que escuchaste a nuestro padre Adán70 y escuchaste a Abrahán en su vejez y le diste a Isaac, escúchanos también hoy y concédenos una descendencia humana. Si nos sucede esto, lo que tú nos otorgues, :sea varón o mujer, lo ofreceremos a tu templo y permanecerá sirviéndote todos los días de su vida'. [16] »En aquel momento, una voz surgió del altar diciendo: Joaquín Cleofás, ha sido escuchada tu ora­ ción, la que habéis dirigido al Señor. El os ha escu­ chado71 y ha tenido misericordia de vosotros y os con­ cederá lo que pedís. Ahora levántate y vuelve a tu casa, porque la gracia que te vendrá no ha venido a ninguna de las generaciones antiguas. Joaquín, pen­ sando que era el sacerdote que hablaba con él en el interior del altar, contestó: Que nos suceda según tu palabra y volvieron a su casa.

Nacimiento de la Virgen

[17] Después de unos pocos días Joaquín72 visitó a Ana y ella concibió, y se alegraron con ella todos los que la C'.onocían. Cuando se cumplieron los días de dar a luz, dió a luz una niña73 y sus padres la llama­ ron María. Era cada vez más bella, y cuantos la veían se maravillaban de ella por la gloria74 de Dios que la rodeaba por todas partes. Cuando cumplió tres años su madre la destetó. Su padre, Joaquín, dijo a Ana su madre: 'Demos al Señor lo que le hemos prometido para que no se llene de ira hacia nosotros'.

La Virgen, ofrecida al Señor

[18] »Entonces se levantaron, prepararon las pri­ micias y los diezmos, y los llevaron al templo del Señor con su hija, María. Dieron la noticia al sacerdote que

70 F comienza la oración de otra fonna: «Dios de nuestro padre Abrahán, que le es­ cuchaste. . . ». 71 F, como antes, presenta un texto más breve: «ha sido escuchada tu oración y ha tenido misericordia. . . ». 72 En vez de Joaquín traen «el Señor» dos manuscritos: FD,F. 73 FD,F y G añaden: «según designio (oikonomia) de Dios y la gracia (jaris) del Señor ro­ deaba su rostro». 74 «Gracia» en vez de «gloria» en FD,F.

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presidía en aquel tiempo, es decir a Simeón, y a Zaca­ rías. Tomaron la mano de María, su hija, y la pusie­ ron sobre las manos de los sacerdotes, diciendo: 'Aquello que Dios nos ha dado como gracia lo ofrece­ mos al Señor, para que ella lo sirva siendo santa todos los días de su vida'75• Y los sacerdotes bendijeron a Joaquín y a Ana, su mu­ jer, diciendo: 'Así como vosotros habéis honrado al Señor, él os dé también sus bienes, y tengáis otros hijos en lugar de ésta que habéis entregado al Señor76; y en cuanto a María, que su nombre permanezca para siempre'. Ellos dijeron: 'Amén. Así sea'. Se volvieron a su casa y venían a visitar a su hija una vez al mes para lo que ella tuviera necesidad. Servicio de la Virgen en el Templo

[19] »La Virgen santa servía en el templo con otras vírgenes ancianas que lle enseñaban labores manuales. Cuando creció un poco se fue a su puesto, ella sola, en el templo; no permitiendo que nadie la viese sino sólo los sacerdotes y sus padres. Su alimento era pan, sal y verduras constantemente; y ayunaba hasta la noche continuamente con perseverancia. En fin, no tenía medida la belleza de María en el cuerpo, en el alma y en el espíritu. Cuando cumplió los cátorce años, el verdadero Pastor se complació en visitar a su oveja. El Rey se complació en rescatar la cautividad de parte del tirano77, y envió al ángel Gabriel que le anunció la venida a ella del Salvador. »Y tú me dirás: ¿En qué tiempo y en qué consu­ lado ocurrieron estas cosas? (. . ) Yo te lo demostraré con las Sagradas Escrituras. . . .

(De l a homilía

Sobre

la Pasión

a,

núms. 5-6).

[5] «Al comienzo del reinado de Augusto, el pri­ mer emperador de los romanos, fue engendrado Cris­ to, el Logos del Padre, de María la Virgen. La joven­ cita no había cumplido quince años. 75 76

«siendo santa». lo omiten FD, G F trae «para que sea para él todos sus díaS>>. F.G hacen referencia a los bienes del cielo como premio de Dios por la ofrenda que le presentan. 77 «El Rey se complació... del tirano»: G omite esta frase leyendo en su lugar: « y resca­ tarla (a la oveja) del lobo». Otro ms., F, en vez de «tirano» dice «enemigo». • . .

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TRADICIONES MARIANAS APORCIFAS EN LAS HOMILIAS COPTAS DEL PSEUDO-CIRILO...

La familia de la Virgen

»Esta es María, la hija de Cleofás, llamado Joaquín. Pertenecían a esta dudad de Jerusalén siendo del lugar llamado Magdalia, el sitio llamado ahora Termas de María, que la mayor parte de nosotros conoce. Ana, mujer de Cleofás y madre de la santa Theotokos María, tenía una hermana cuyo nombre era María, aquella que se llama Magdalena según el nombre del lugar en que habitaban porque era el de sus padres. [6] »Cuando Ana llegó a la vejez con su marido, no había concebido hijos, aunque elevaba muchas ora­ ciones a Dios por este asunto, para que le concediese descendencia humana. Y cuando Dios escuchó su ora­ ción y le dió este gran don que supera todo don, es decir, la Señora de todos nosotros, ella, por el gran amor hacia su hermana Magdalena, la llamó con su mismo nombre: l\.fariham. Esta es la diferencia entre los dos nombres. .. [7] »Entonces María Magdalena permaneció siendo niñera de la Señora de todos nosotros, la Reina verda­ dera, hasta que fué mayor y se retiró al templo. . . ». (De la homilía En alabanza de la Cruz, núm. 53).

Otros familiares de la Virgen

[53] «Aquél, Cleofás78 seguramente no fue al con­ sejo de los impíos judíos en el tiempo en que crucifi­ caron al Señor, sino que ordenó a sus familiares y a sus siervos: No estéis de acuerdo con los judíos que van a matar a este hombre justo, pues lo mataron por en­ vidia; en efecto, él es el hijo de María, la hija de Cleo­ fás79, hermano de mi padre80, y según las profecías que pronunciaron los profetas él es el Hijo de DioS>> . (De la homilía En honor de la Virgen, núms. 35-36).

La Virgen en el Templo

[35] «.. . Cuando la Virgen estaba en el templo viviendo sola, antes de que el ángel Gabriel entrase a

78 Cleofás padre de Rufo: protagonistas de un milagro obrado por la cruz de Jesús cuando estaba oculta en el sepulcro tras· la resurrección. Parte de esta homilía conteniendo el relato de la curación de Rufo fue publicada por F. Robinson, op. cit., pp. 178-185, incluyéndola en el apartado titulado «varios fragmentos sahídico.s». Cfr nota núm. 56. 79 E añade: «llamado Joaquín». 80 D omite las últimas palabras: «hermano de mi padre», mientras que E añade lo siguiente: «y yo· creo que ella nunca conoció varón; el espíritu Santo vino sobre ella, según la voz del arcángel».

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ella con el perfume precioso, Zacarias el sacerdote, el marido de Isabel, le dijo a ésta alabanzas de la Virgen desde que estaba en el templo cuando fué ofre­ cida en don al Señor: que no había límite para su belleza, que todo el templo estaba lleno del perfume de los ángeles que venían a visitarla a causa de sus virtudes. [36] »Isabel, tras haber escuchado tales cosas, se levantó y partió de la colina; fue a Jerusalén y entró en el templo del Señor. Cuando vió a la Virgen se ma­ ravilló de los dones y de la gracia del Señor que había en su rostro. Se abrazaron y se sentaron. Dijo Isabel a Maria: Bendita tú, hija mía, porque81 has consa­ grado tu alma y tu cuerpo al Señor Dios desde tu infancia, y permaneces firme para El con todo tu cora­ zón, de modo que la redención de Israel vendrá de ti82. Respondió María: Bendito sea el Señor, Dios Sa­ baoth, que me ha llamado a El desde mi infancia83 para que le sirva con perfección en su templo84. Y se confortaban mutuamente las dos mediante la Ley y los Profetas durante muchos días. Después de esto Isabel volvió a la colina como de costumbre; e iba a visitar a la Virgen santa Maria muchas veces al año, sirvién­ dola en lo que necesitaba hasta el día en que Gabriel dijo a Maria: 'He aquí que Isabel tu pariente ha con­ cebido'»85. (De la homilía María en casa de José

81

Sobre la Pasión

a,

[5] «¿Por qué llaman también a Maria la de San­ tiago? Yo os diré también esto otro: »Cuando José, el santo e inocente anciano, digno de esta diaconía tomó a Maria, el arca santa, en su casa, ella encontró a Santiago su hijo (de él) que era pequeño. Ella, pues, fué la que lo cuidó hasta que se hizo mayor. »Por. esto es llamada la de Santiago el menor y se llama a Santiago el hermano del Señor».

G omite las últimas palabras: «Bendita tú, hija mía, porque». En vez «de ti», F, FD leen «de Judá». 8 3 «Desde mi infancia»: F.FD dicen desde el seno de mi madre. 8 4 F, FD: «para que le sirva todos los días de mi vida». 8 5 Las palabras del ángel en F, FD son: «Anda a tu pariente Isabel».

82

1 18

núm. 8).

TRADICIONES MARIANAS APORCIFAS EN LAS HOMILIAS COPTAS DEL PSEUDO-CIRILO...

(De la homilía

En honor de

la

Virgen,

núms. 20-23).

[20] «El Señoir envió a Gabriel a María el día 7 del mes de Parmute86, del año 5.500 de la era; y la Virgen dió a luz a nuestra Vida, Cristo, el día 29 de Chiahk87, a mitad del cuarto año del emperador Augusto, en el año décimo quinto de María. El lugar en que lo dió a luz era Chabratha (Efrata), es decir, Belén, tierra dejuda88• Viaje a Egipto

»Llevaron a Cristo a Egipto cuando tenía dos años y cuatro meses89 ( ) • • .



[21] »(. . . ) Si el poder de un ángel fué tan grande90, cuánto mayor es el poder del Señor del ángel91, que fue a Egipto montado sobre una nube ligera según las Escrituras, según dijo el profeta Isaías: 'He aquí que el Señor viene a Egipto montado sobre una nube ligera'92• [22] »Así pues el Cordero ligero y sin mancha, con el justo anciano José, fue a Egipto, de manera que aquél que ella llevaba la guiaba; y los montes y las rocas se allanaban delante de ellos, que caminaban por un camino recto93• Atravesaban también las co­ rrientes de agua sin barca ni marineros. Así nuestro Salvador fué a Egipto por el poder de su Padre y es­ tuvo allí tres años anunciando las cosas futuras y es­ tando en brazos de su madre María. [23] »Cuando Herodes recibió el castigo que mere­ cía por los niños inocentes que había mandado matar, se cumplió la Escritura que dice: 'He llamado a mi Hijo de Egipto'94• Dios Padre envió a su Hijo Uni86 2 de abril. F, G dan la fecha señalada que es del mes Xanthikos (abril) o sea de Parmute, el mes nuevo. 87 25 de diciembre. F, G. señalan que es el mes Chasileus (Kisleu =noviembre-diciembre), que es el mes de Chiahk, en el año cuarto. 88 F añade: «en el año decimosegundo de Herodes, rey de Judea», mientras G dice «en el año segundo de Herodes rey de Judea». 89 F añade: «montado sobre una nube resplandeciente». 90 Se está refiriendo al poder del ángel que transportó a Habacuc hasta Babilonia, junto a la losa donde esaba el profeta Daniel. Cfr Dan 14,33-39. 91 F: . . . del Señor de todos los ángeles». 92 Cfr Is 19, l. G omite la cita de la Escritura. 93 F omite «que caminaban por un camino recto»; G dice que los caminos se allanaban a sus pies. 94 Cfr Os 11,l; Mt 2,15. «

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génito y a su madre la Virgen y a José el guardián; él vino y habitó en Nazaret... »He dicho estas cosas ( ...) a causa de algunos herejes que dicen que María es una dynamis . . . ». 2) Sobre las afirmaciones de los herejes (De la homilía En honor de la Vfrgen, núms. 7, 23, 33). Herejía de Ebión y Arpocracio

[7] «Avergüéncese Ebión y Arpocracio, callen los herejes ateos que dicen en su locura y en su dureza de corazón que (María) es una dynamis del cielo que tomó la forma de mujer, bajó a la tierra y se llamó María (outynamis te nte tpe easdji mpeine noushime eachei edjm pkah aumoute eros dje maria). Ella, dicen, dió a luz ( asmise) al Emmanuel. Así pues, según su palabra falsa que no se mantiene, Cristo no tomó carne (mpe pechs dji carx). No tienen carne ni hueso las dynamzs, pues son incorpóreas. Y no mueren como mueren todos los hombres. Así ' pues, venid, necios y ciegos Ebión y Arpocracio, y os diré que si la Virgen es una dynamis y una dynamis no muere, por tanto decidme: ¿Quién es entonces aquella por quien toda la humanidad (hnasomatos) celebra hoy fiesta, o sea, el día de su muerte? ¿No es santa María, la madre de nuestro Señor Jesucristo?». [23] «He dicho esto a vuestra benevolencia a causa de los herejes ateos que dicen que María es una dyna­ mis. He aquí que os he ejemplificado el discurso con lo que acabo de decir: ciertamente María es corpórea (kai gar ousarx hoos te maria); el Cordero de Dios vino al mundo y moró en ella ( afouoh nhets) y quitó el pecado del mundo». [33] «Os he dicho todo esto a causa de la herejía de Ebión que dice que María la madre del Señor es una dynamis». (De la homilía En honor de la Vfrgen, núm. 28: Herejía de Annarico, ebionita) [28] «Está escrito en el Evangelio según los hebreos que cuando Cristo quiso descender a 13. tierra, hasta los hombres, el Padre llamó a una dynamis en los

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cielos que se llamaba Micha95 (micha) y a ella le confió · el Cristo. Ella bajó al mundo y fue llamada Maria (asei epecet amoute eros dje maria). El permaneció en su vientre nueve meses y después ella lo dió a luz (asmice mmof); el creció en edad96 y realizó muchos portentos y curaciones97, eligió unos apóstoles y ellos predicaron por todo el mundo. Y cuando él hubo cumplido el designio que se le encomendó, los judíos se llenaron de ira contra él y lo odiaron porque cambió sus leyes; se alzaron contra él, lo agarraron y lo entre­ garon al prefecto que se les dió para que lo crucifi­ caran. Cuando lo hubieron alzado sobre el madero de la Cruz, su Padre lo salvó de sus manos y lo llevó al cielo consigo en gloria». (De la homilía Sobre la Pasión, núm. 6). La Virgen no es un espíritu

(6] «Nosotros no decimos como dicen Antonio, el zapatero y Severo, indigno de ser nombrado, que la Theotokos es un espíritu ( oupna te tetheodokos) sino que creemos de este modo: que ella es fruto de una generación como nosotros, de una unión con un hom­ bre (oudjpo te ntenhe ebol hnousiousia). Fue engen­ drada (ntaudjpos) como todos los hombres; sus actos fueron los que atrajeron a Dios hacia ella, para que habitase en ella y ella fuese su madre».

95 96

Micha: G la llama Michael. F, G dicen que Cristo estuvo en el seno de Malia siete meses. F además añade que era ya un joven y se hizo mayor rápidamente y enseñó a los hombres enseñanzas divinas. 97 G omite que hiciese portentos y curaciones.

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