TRAS SU MANTO DE NEBLINA

SÍNTESIS ARGUMENTAL Una familia disfuncional (el padre, la madre y dos hijas) se aprestan a conmemorar un aniversario de la muerte del hijo en Malvina

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TRAS UNA PUERTA CERRADA
1 CELCIT. Dramática Latinoamericana 297 TRAS UNA PUERTA CERRADA De Egon Wolff Personajes: 2 (M) JORGE (58) RODRIGO (22) ESCENA PRIMERA El living d

Story Transcript

SÍNTESIS ARGUMENTAL Una familia disfuncional (el padre, la madre y dos hijas) se aprestan a conmemorar un aniversario de la muerte del hijo en Malvinas. El acontecimiento tendrá lugar al día siguiente con la inauguración de un monumento en una plaza del pueblo. El apdre es visitado por un médico aficionado a los fenómenos extrasensoriales. La madre dice que su marido se teletransporta. Una de las hijas, la más conflictiva de la familia, suele ponerse de novia con ingleses a los que les muerde el trasero. La noche anterior a la inauguración del monumento, el padre se teletransporta y es buscado por la policía y la familia por toda la ciudad. El regresa después de haberse teletransportado al cuerpo del hijo muerto. En el momento en que muere es encontrado vivo en la ciudad por la policía.

Propuesta estética: La construcción teatral en cuanto a lenguaje estético reniega de lo cronológico como así también del naturalismo ((tres generaciones distintas aparecen en la obra: aquellos que vivieron en el rol de padres durante la dictadura militar y la guerra de Malvinas, los que estuvieron en la guerra y una nueva generación nacida con otros valores y una problemática distinta). No hay una alusión al año en que transcurre la obra porque el centro está puesto en aquello que tuvieron que vivir los distintos personajes, y los desencuentros familiares no saben de épocas, sobreviven a la historia y al tiempo. El lenguaje elegido apela al humor para contar un episodio fundamental que nos marcó a todos los argentinos. Dejo en claro que no me interesa hacer de la obra un grotesco o jugar la comicidad por encima de la tragedia de los personajes, es decir: superficializarla. Se puede hacer un teatro popular evitando la ligereza. La obra invita a pensar desde el humor el drama vivido. En síntesis, me propongo llegar a todos los sectores sociales entreteniendo e induciendo a una reflexión sobre lo que nos tocó vivir en estos últimos treinta años. Parafraseando a Bertolt Brecht, el objetivo es que el público pueda experimentar colectivamente aquello que se presentó ante sus ojos como una experiencia humana. Y que contribuya de este modo a la permanente reconstrucción de la memoria.

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También interpela a las nuevas generaciones poniendo de manifiesto las consecuencias de los procesos dictatoriales.

DIRIGÍDA A TODO PÚBLICO

Dramaturgia y dirección: Marcos Rosenzvaig Factibilidad: La obra está pensada para ser transportada y dada en cualquier lugar. Las necesidades en cuanto a luces, sonido y escenografía son mínimas.

TRAS SU MANTO DE NEBLINA

De Marcos Rosenzvaig

1 boceto escenográfico. La obra transcurre en un pueblo de la provincia de Buenos Aires. Se escuchan diálogos que provienen del interior de la casa. La escenografía será básica en cuanto a elementos y todo irradiará una sensación de modernidad. Hay tres posibles salidas y entradas (el dormitorio de Leopoldo, el baño y las habitaciones de Valeria y Lorena). Mientras ingresa el público se escucha de Facundo Villanueva “Fuckland Tango”. ESCENA 1

MADRE- ¿Qué están haciendo? Valeria desde el interior VALERIA- ¡Cogiendo, mamá, cogiendo! John, vení a la cama. JOHN- ¿Fucking? VALERIA- ¡Yes, fucking todo el día!

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MADRE- Tené cuidado con lo que vas a hacer. JOHN- ¡Este país es wonderfuld! VALERIA- Mamá, ¿podés hacernos el desayuno? MADRE- Sí, claro, con cianuro. No es por usted, John, discúlpeme. La Madre entra al dormitorio. JOHN- Faltaba más. ¿Quei cosa es cianuro? (por lo bajo a Valeria) VALERIA- Nada, mi amor, vos sos una isla, una isla musculosa. El médico sale del interior del dormitorio de la casa junto a la Madre. MADRE- ¿Cómo lo encuentra, doctor? Lo dice todo con tono aburrido y monocorde MÉDICO- Mire, yo no noto... quiero decir... usted sabe que... bueno, nada es sencillo ni determinante en la praxis médica. ¿Me explico? Quiero decir yo como psiquiatra, ¿me explico? No soy absolutista en cuanto al cuadro aunque no lo califico como sencillo. La alienación es una enfermedad mental, congénita o adquirida, habitual o circunstancial: digamos que carencia de juicio concreto y abstracto de la realidad no observo; tampoco incapacidad para comprender lo lícito de lo ilícito de acciones propias o ajenas. Sí hay inadaptación a las reglas de convivencia. VALERIA- ¡Se tapa todo! Rebalsa la bañadera y se inunda la casa. LORENA- Decíselo al trolo de tu novio. JOHN- Yo no pelo. Fuck you. MÉDICO- La demencia proviene del latín; DE: privativa y MENS: Espíritu, juicio. Se caracteriza por ser crónica, irreversible e incurable. MADRE- Doctor, quiere decir que lo de mi marido es incurable. VALERIA- ¡Qué asco! ¡Nena, te dije que quites los pelos de la rejilla! MÉDICO- No, yo no dije eso... necesito estudiarlo. El colegio médico me tiene prohibido... MADRE- ¿Qué le prohíben? MÉDICO- Usted sabe. MADRE- Yo no sé nada. El Médico se entusiasma gradualmente MÉDICO- Jamás tuve pacientes que desaparezcan y aparezcan. La medicina es ciencia, no por eso dejo de reconocer que, entre nosotros, yo adhiero a una metafísica muy personal.

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MADRE- ¿Entonces? MÉDICO- ¿Usted cree en los OVNIS? Tengo un amigo que apareció a 500 kilómetros de su ciudad manejando un automóvil que ni siquiera era de él. MADRE- ¿Un trabajo de Los OVNIS? Lorena cruza el espacio, lleva un libro en la mano, y se pierde en el interior de la casa. LORENA- ¡Choreado, mamá, choreado! MÉDICO- No. ¿Cómo se llama? MADRE- Lorena. MÉDICO- No, Lorena. Buen, ya se fue. Son fenómenos que sólo la óptica física los puede explicar. MADRE- Él dice que se desmaterializa. Se escucha desde el interior de la casa LORENA- ¿El baño está ocupado? VALERIA- ¡Dale, nena, apurate! John asomándose JOHN- ¿Necesita algo, señora? MADRE- Sí, que se vayan. JOHN- ¿Need algo, mamá? (Se acerca y la abraza) ¡Vale! John sale en busca de Valeria. VALERIA- No es tu mamá, por desgracia es la mía. MADRE- Este inglés no entiende el español cuando le conviene. MÉDICO- ¿Vino especialmente para el acto de mañana? MADRE- No, vino de paseo una semana y lleva un año. Para mí no se va más. VALERIA- Esta pendeja deja toda la bañadera roñosa. Suena el teléfono. Los diálogos de Valeria y John se escuchan desde el interior. Las conversaciones se superponen. La madre toma el teléfono.

MADRE- Discúlpeme. VALERIA- Pira, John, me gusta bañarme sola. JHON- Entonces baño en albergue. VALERIA- No dejés el diario en el baño. Se moja todo.

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Grita desde la otra punta de la casa LORENA- ¡Qué lee, si no entiende nada! MADRE- Sí, ¿todo listo para mañana?... Naturalmente, le voy a avisar a los que eran sus amigos... Muchas gracias, señor Intendente... mi marido continúa enfermo. JHON- Está muy caliente. VALERIA- Mojate un poco. Tenés olor. Tomá el jabón. Lorena entrando LORENA- ¿Qué onda con mi viejo, doc? MÉDICO- Tienen que controlar que tome la medicación. LORENA- ¿Usted cree que la necesita? MÉDICO- ¿Es una pregunta o una consideración? Desde el baño VALERIA- ¡A mi novio no le gusta el mate! MADRE- ¡Qué novio si recién lo conocés! VALERIA- ¡Me voy a casar y me voy a ir a Inglaterra! LORENA- Si ni siquiera hablás inglés. MADRE- Tené cuidado con lo que hacés. Saliendo del baño VALERIA- ¡Me tenés harta! ¡Por qué no te morís de una vez por todas! MADRE- ¡Vos deberías haberte muerto, no Pablo!

Todos estos diálogos son dichos al mismo tiempo. Valeria aparece con una toalla en la cabeza..

LORENA- Están todos de la cabeza, relocos, doc. Lo que quiero decirle es que la medicación no sé de qué le va a servir a una persona que desaparece y reaparece. Él se teletransporta. MÉDICO- Reconozco que es difícil de aceptar. LORENA- Eso dice él, doc. MÉDICO- Convengamos que es parte del delirio. LORENA- Mi viejo está reloco y con tanta medicación va a terminar como Artaud.

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Golpean la puerta. Valeria se dirige medio desnuda a abrir. MADRE- Dejá, no salgas así, andá acostate. Valeria va hacia la puerta de entrada. Se escuchan los diálogos desde el interior VALERIA- ¿A quién buscás? POLICIA- ¿La familia Cabral? VALERIA- ¡Mamá! ¡Es la gorra! ¡Un cana te busca en la puerta! MADRE- ¡Hacelo pasar! Podés ir a la cama. VALERIA- Hace diez minutos nos corrías para levantarnos, ahora me mandás a la cama. JOHN- Encantado. (saluda al policía con la boca llena) VALERIA- Y vos qué saludás, chabón. Vení para acá. JOHN- No me des órdenes. LORENA- ¿Papá se mandó una cagada? JOHN- Yo me voy. VALERIA- Vos no te vas a ningún lado. JOHN- Te amo. VALERIA- Yo también me amo, gringo. LORENA- ¡Con esa música a otra parte! ¡Con esa música no se puede estudiar! MADRE- Bajá la música. MÉDICO- Podemos hablar. MADRE- Ya lo atiendo. ¿Viene por lo del acto? POLICIA- Sí, claro. MADRE- Tome asiento. LORENA- ¿Usted no da electrochok, no? MÉDICO- Que hay de realidad en todo este asunto. MADRE- Todo, doctor. Ayer dormité un ratito. Me desperté y no estaba en la cama. Lo busqué por toda la casa. Salí a la calle. Nada. Y no sé cómo, llámelo intuición de madre, si quiere, pero de golpe mi marido apareció vestido en el maxikiosco de la esquina tomando tetrabrik con unos pibes. Créame que no lo escuché levantarse. Doctor, yo tengo un sueño sumamente liviano. Dígame, cómo en diez minutos él hizo para despertarse, vestirse, llegar a la esquina y tomarse una caja entera. Él, que siempre fue tan sibarita con los vinos. ¿A usted no se le ocurre nada, doctor?

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MÉDICO- ¿Y qué dice él? MADRE- Que tiene una misión para cumplir. MÉDICO- ¿Una misión? LORENA- ¡Si no baja la música me voy de esta casa! MADRE- ¡Bajá la música! VALERIA- Esta pendeja es una trolaza. JHON- Señora, ¿dónde es mayonesa? MADRE- Hay algo de cierto en todo esto. Pero no le puedo decir qué, ni cuanto. ¿Seguramente le habló de la energía y de la manera en que él la conduce? MÉDICO- Sí. ¿Pero usted lo vio desaparecer? MADRE- Sí y no. MÉDICO- Pudo haber estado escondido. VALERIA- Me voy a hacer hincha del Liverpool. Dónde juega Tevez. Esto último lo dice yendo hacia la puerta de entrada. LORENA- ¡Callate trola! ¡Si vos sos de Olimpo! VALERIA- Liverpool –Liverpool- Liverpool (lo dice aplaudiendo entre texto y texto) MADRE- Usted vio lo que es el dormitorio. Un museo de Malvinas. Compra todo los libros que hablan de las batallas. Conoce las Malvinas centímetro por centímetro sin haber estado allí jamás. Te habla en inglés y jamás estudió esa lengua. Nombra todas las calles y las conoce mejor que las de nuestro pueblo. No le falta una sola película. Las vio todas veinte o treinta veces. Cuando ve una película de Malvinas me dice el nombre de las calles, me las nombra una por una, quienes viven en cada cuadra, el nombre de los bares y la cerveza que se toma, lo que se pesca y los mejores lugares para dar con el calamar. Hasta sabe historias de algunas familias malvinenses, de hecho se escribe con amigos. Cómo supo las direcciones de los kelpers y cómo trabó amistad es un misterio. MÉDICO- Entiendo. Jhon sale del baño y cruza el escenario JHON- En Inglatera mucho kechum a las comidas. A mi gustar mayonesa. MADRE- ¿A ver Jhon si un día se decide a engordar la heladera? Desde la puerta de entrada VALERIA- ¡Mamá! ¡El gorra está apurado!

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MÉDICO- Ya me voy. ¿Puedo volver a estudiarlo por la tarde? VALERIA- Le contaste cuando desapareció y vino todo entre lastimado y ara-ña-do. JHON- Qué dice mamá. VALERIA- Qué se yo, es una trolaza. MADRE- Esa noche me desperté para ir al baño. Cuando regresé ya no estaba. MÉDICO- ¿Usted es de tardar mucho...? MADRE- ¿Yo....? MÉDICO- ¿Tiene tránsito lento? VALERIA- Se lee todo el diario. MADRE- Orino siempre a las cuatro de la mañana. Regresé al dormitorio y ya no estaba. No escuché que la puerta se haya abierto, tampoco que un auto lo esperara afuera. Nada. Desapareció en el silencio y reapareció en el silencio, pero vestido con ropas que yo tiré hace años. ¿De dónde sacaste ese pantalón y esa camisa? ¿Dónde estuviste esas horas? No sabe, no responde. Pausa. El médico pensativo y entusiasmado LORENA- ¡En esta casa no se puede estudiar! VALERIA- Si este hotel te viene mal le alquilamos a Jhon la pieza. LORENA- El gringo tiene un cocodrilo en el bolsillo. MÉDICO- Usted sabe, señora, que se puede viajar al pasado sin dejar rastros. Hasta se puede cambiar el pasado desde el presente. Soy un estudioso del tema. Hay una extraña capacidad de las partículas subatómicas: el entrelazamiento cuántico. El día que se conozcan mis estudios gano el premio Nóbel. Una lástima que mi madre no estará ese día. Hay un fenómeno que consiste en la “unión íntima” entre dos partículas subatómicas sin importar a qué distancia se encuentra una de la otra. En otras palabras, nosotros podemos transportarnos superando la velocidad de la luz por medio de un cristal que refleja la mitad de los fotones y deja pasar la otra mitad. Mi verdadera pasión nunca fue la medicina, fue la física óptica. VALERIA- Para mí el chabón tiene otra mina que le pega. LORENA- ¡Así no me voy a recibir nunca y dejalo tranquilo a papá! MÉDICO- Los extraterrestres dominan ese fenómeno, por eso no los vemos. Viajan a velocidades que superan la luz, para el ojo es algo imposible divisarlos. Ellos pueden

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aparecer y desaparecer a miles de kilómetros al cabo de segundos, también pueden viajar al pasado y rescatar lo perdido. Estoy comenzando a entender a su marido. Trate de hacer algo para que se levante. No es bueno que se pase el día en la cama. MADRE- Gracias, doctor. JOHN- Goodbye y gracias por el breakfast. VALERIA- No me gusta que te vayas así. JOHN- ¿Así cómo? Te espero mañana en albergue mío. MADRE- Tené cuidado con lo que hacés. JOHN- Está bien, amor. Te amo. VALERIA- Yo también. JOHN- ¿Vamos albergue? VALERIA- Bueno, vamos, gringo. Valeria, John y el médico salen. Valeria se va comentando como a lo lejos. VALERIA- La guita de mi pasaje no te la puede mandar tu viejo. Si te dice que no decile que nos deben las Malvinas. El policía saca un papel y lee un discurso para ponerlo a consideración de la madre de Pablo. POLICÍA- Hoy rendimos un cálido homenaje a Pablito Cabral como a todos los bravos argentinos

que

participaron

en

la

epopeya

Malvinas.

Conmemoramos uno de los trágicos momentos de la historia Argentina. Hace trece años, el clarín del combate sonó para aquellos que sabían que iban a luchar por un reclamo que surgía del corazón de todos los argentinos, y que había llegado el momento de hacer justicia. Pelearon con honor, con la grandeza y el desinterés de los que sabe que lucha por una causa justa. Pablo, hijo dilecto de esta comunidad, vivo ejemplo apodado el Pitu, querido por todos nosotros y por todo este maravilloso pueblo que a lo ancho y a lo largo rinde honores a tu coraje, a tu valentía; y de allí que esta plaza, que te vio nacer, llevará para siempre tu nombre: Pablo Cabral, el Pitu, orgullo del ejército Sanmartiniano. pausa POLICIA- ¿Qué le parece? MADRE- Bien, bien, le agradezco.

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POLICIA- Breve, conciso, ordenado, digo, ¿no? Con dos o tres ideas centrales, en fin. Me llevó casi toda la noche. La falta de costumbre. No se crea que es fácil ¿eh?, pero el pitu merecía este esfuerzo y mucho más. Señora, la repartición quiere estar presente en el acto. MADRE- ¿De qué manera? POLICIA- Bueno, contamos con la banda de música. MADRE- Eh, yo por mí, no sé... Pero tengo que consultarlo con mi marido. Nuestro hijo era militante político. POLICÍA- ¿Quién no cometió travesuras de muchacho? Digo, ¿no? MADRE- No eran travesuras. POLICÍA- Señora, hasta Carlitos Chaplin levantó un trapo rojo y salió corriendo.

Suena el celular o el radio-llamado del policía

POLICÍA- Disculpe, hola, sí... Positivo. Cuatro malvivientes. Procedan y dejen la vivienda sin moradores. Cualquier cosa llamen a los rojos. Digo, si el incendio se propaga. Cambio y fuera. Discúlpeme, señora. La institución, decidan lo que decidan ustedes, va a colocar una placa de bronce en honor a su hijo, esperemos que no la roben, digo, los Natalia se están llevando hasta los cementerios, digo, no, que la placa será un recordatorio para toda la vida, digo, no, salude a su esposo de parte mía y de toda la repartición. El policía se va y las luces se apagan lentamente. ESCENA 2 Noche. Lorena estudia con los auriculares puestos y con las piernas despatarradas en la mesa. Se escucha a todo volumen en la sala “No bombardeen Buenos Aires” de Charly García. Golpes de puerta estruendosos llevan a que Lorena se quite los auriculares. MADRE- ¿Podés ir? ¡Ya va! ¡Ya va! Se escucha abrir la puerta de entrada. MADRE- ¿Qué pasa John? No, no puede ser... JOHN- ¡Su hija mordió culo! MADRE- Tranquilícese.

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JOHN- ¡Que me tranquilice! ¡Yo gasté dinero en antibióticos y médicos! ¡Tengo el culo a dos manos, me dijo el doctor… MADRE- No se haga problema, yo le voy a dar el dinero. ¿Cuánto gastó? JOHN- Yo hacer juicio. Tengo mitad de culo roto. MADRE- ¿Pero qué pasó? JOHN- Discutimos. LORENA- ¿Te mordió? JOHN- Se llevó mitad de mi culo! LORENA- ¡Qué guacha! Siempre lo mismo. JOHN- Me dieron ocho puntos. LORENA- Rescatate chavón y fumate un faso. Valeria aparece y el Inglés corre dolorido a pegarle. La madre y Lorena se interponen. MADRE- ¿Qué hiciste? LORENA- Tu novio nos vino a cascotear el rancho. MADRE- Contestame. VALERIA- ¡Nada, cuando nos devuelvan las Malvinas le devuelvo el culo! ¿Qué onda gordo? LORENA- ¡Aguante Vale! JOHN- Te voy a hacer un juicio. Gasté más de 1500 pesos. LORENA- No bardiés, que a ésta no se le cae una moneda. MADRE- Yo se lo voy a abonar. JOHN- Yo hacer juicio a esta ‘tura’. Golpes de puerta. MADRE- ¿Y ahora quién es? Entra el policía. POLICÍA- Buenas tardes, perdón. ¿Puede ser que aquí se denunció una mordida? JOHN- ¡Ella mordió! POLICÍA- Un segundo. VALERIA- Yo no lo conozco. JOHN- Ella es novia. POLICÍA- Tranquilícese. ¿Novia de quién?

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JOHN- Ella mía. LORENA- Estos gringos son más machistas que los nuestros. MADRE- Bueno, si es su novia, morder es parte del amor. ¿O no? JOHN- ¡Es criminal! ¡Ocho puntos! POLICÍA- Sí, claro. Me parece que se le fue la mano. LORENA- Yo diría que los dientes. Suena el radio del Policía. POLICÍA- Hola. Estoy con el sujeto. Positivo. Foto… ¿de perfil y de frente? OKA, cambio y fuera. La fiscal pide suministrar los indicios para demostrar criminalidad o inocencia del sujeto en cuestión. En este caso la Natalia se llama Valeria. JOHN- ¿Y entonces? POLICÍA- Tengo que tomar las huellas de la mordedura y fotografiar tu dentadura. La concordancia, bueno, ustedes entienden es lo que necesita la fiscal para avanzar en el expediente. El Policía saca una cámara con un teleobjetivo enorme. John mira con temor la cámara. POLICÍA- Era la única que había, pero es muy buena. VALERIA- Sos un gringo boludo. LORENA- Qué bolú, no la conocés a esta guacha. El gringo está limado. JOHN- ¿Acá... delante de todos? POLICÍA- Quítese el pantalón, hombre. La fiscal pide foto de la mordida para comparar los caninos. Ustedes pueden darse la vuelta. Recuéstese en la mesa. Todos se dan la vuelta menos Lorena que se acerca a la mesa y mira. El policía se coloca los guantes de latex JOHN- ¿Qué va a hacer? POLICIA- Las huellas. JOHN- No meter mano. POLICÍA- No, quédese tranquilo. LORENA- ¡Qué piano que tiene esta trola! ¡Te mató!

Sale el médico de la habitación. Mientras se sucede el diálogo con el médico, el policía hace su trabajo sobre el culo de John.

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MADRE- No sabía que estaba acá. Mi hija lo mordió al novio. MÉDICO- Haber, déjeme ver. LORENA- Es una zarpada. VALERIA- Vos callate, pendeja. MÉDICO- ¿Y dónde quedó la otra parte? JOHN- En boca de ella. MADRE- Cómo lo encontró. MÉDICO- Se va a curar. MADRE- Digo, por mi marido. MÉDICO- Mejor. MADRE- ¿Le contó lo de la misión? MÉDICO- No. POLICIA- Valeria, tengo que llevarla para que haga el descargo ante el juez. VALERIA- Chau, me voy a pasear con la yuta. POLICIA- ¿Le preguntó a su marido por nuestra presencia en el acto? MADRE- Lo siento, me olvidé. El Policía sale. MÉDICO- Su esposo me relató algo, muy poco de sus viajes. MADRE- ¿Y usted le cree? MÉDICO- ¿Qué pregunta? ¿Usted cree en la lluvia de animales, las bolas de fuego de Nager... LORENA- No flashees loco MÉDICO- ¿El rayo centella, la gelatina espiral, los chorros azules y los duendes rojos? LORENA- Mi viejo está reloco. MÉDICO- Todos son fenómenos incomprensibles, sin embargo... LORENA- Es muy psicópata, seguro que lo hizo entrar en su juego. Yo soy marxista y me la banco, en cambio él... MÉDICO- El ojo humano es una metáfora del espíritu, la luz es conocimiento y las cosas del mundo comprenden a la esfera óptica y se revelan a través de la teoría de la luz. LORENA- Usted es un bocho, doctor.

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VALERIA- Ya estoy lista. (acercándose a JOHN) Perdoname, bicho. JOHN- Vos costaste 1500 pesos. LORENA- Son todo puto acá, guachín. Tirale una monedita, Vale. JOHN- No, quiero juicio. LORENA- Recatate o te trabo caño, gil.

Salen todos menos la madre que permanece sentada a la mesa. Enciende la radio y se escucha el discurso de Galtieri: ¡Si quieren venir que vengan, le presentaremos batalla! Lorena regresa de la puerta, se saca los audífonos, mira a la madre y se sienta.

LORENA- ¿Qué onda? MADRE- Controla si tu padre está en la cama. LORENA- ¿Dónde querés que esté? MADRE- Decile que se levante para cenar. LORENA- Qué dijo el médico... MADRE- Es un tipo raro. Le dio medicación para el delirio. Él también la debería tomar. LORENA- Está muy dopado. Los médicos siempre te mandan el mismo verso.

La madre entra la mesa. Lorena desaparece y la Madre entra y sale trayendo tres platos y cubiertos. Las luces se apagan de golpe. MADRE- ¿Dónde están las velas? LORENA- En el cajón del armario. Papá dice que no tiene hambre y que lo quiere ver al doctor. MADRE- ¿Para qué? LORENA- Qué se yo, entre zafados se entienden. MADRE- ¿Dónde está la linterna? LORENA- Qué se yo. No sé cómo voy a hacer para estudiar para el examen de mañana. Las luces regresan cuando la madre enciende las velas. Aparece un muchacho sentado en la mesa, vestido de soldado y con una venda en la cabeza.

MADRE- ¿Pablo? No te escuché llegar. Estamos por comer, ya te sirvo. 14

No sabés lo que te extraño. ¿Debe hacer frío allá, no? PABLO- Una humedad del carajo y poco sol. Caminás kilómetros y no encontrás a nadie. De vez en cuando te cruzás con una oveja perdida. Son buenitas tienen esos ojos tristes. Como no tengo nada que hacer, a veces me siento en una piedra y me quedo charlando toda la tarde. ¿Cómo anda Vale? MADRE- Tenés que venir a vernos más seguido. PABLO- Ya me estás pasando facturas. MADRE- ¿Por Lore no preguntás? Pausa Vale está difícil. Me siento, no sé... ¿responsable es la palabra? Nunca supe qué hacer para que me quiera. PABLO- Ella me hacía reír. MADRE- El tiempo no pasa para vos. Mañana voy a comprar plantas para tu placita. PABLO- No sabía que tenía una placita. MADRE- Mañana se inaugura. ¿Las chicas no te contaron nada? PABLO- ¿Qué cosa? Entra Lorena, se sienta y mira a la madre, luego la silla vacía que observa la madre. MADRE- Lo de la placita. PABLO- ¿La placita donde jugaba? ¿Te pasa algo? LORENA- ¿Qué te pasa mamá? ¿Qué es este bardo de parlar sola? MADRE- ¿Quién habla sola? PABLO- No está hablando sola. A Lorena MADRE- ¿Vas a comer? Y no me andés controlando. PABLO- Tranquilizate, mamá. Contame de la placita. MADRE- Lleva tu nombre. Mañana es la inauguración. Van a estar todos. La policía quería traer la banda. Yo quedé en contestarle. PABLO- Ni loco. LORENA- Vos estás de la cabeza. ¿Con quién hablás? PABLO- Está hablando conmigo. ¿No me conocés? MADRE- Sí, me parecía ver a mi hijo. PABLO- ¡Estoy acá mamá!

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MADRE- Pablo, ¿Cómo moriste? PABLO- No morí, mamá. Estoy esperando que me entierren. MADRE- Los muertos parecen garrapatas, se obstinan en no dejarnos en paz. Deberíamos enterrarte. LORENA- No hables así de él. PABLO- Nunca van a poder sepultarme del todo. Lorena observa a la madre hablar sola. La madre envuelta en su propio discurso, no escucha ni ve nada. MADRE- Si, claro, todavía me quedan dos hijas. Suena el teléfono MADRE- Hola sí, señor Intendente, tengo mucho para agradecerle... No, gracias. Estamos de acuerdo con todo y orgulloso de nuestro hijo... Sí, si claro... Un policía me pidió permiso... Sí, por la banda musical, ¿vio? Y mi hijo, usted sabe las ideas que tenía. Hablé con él y me dijo decididamente que no. Van a estar sus compañeros de militancia... (vuelve a aparecer Pablo. La madre lo observa con el teléfono en la mano. Le habla sin que se corte la comunicación con el Intendente) Yo te prometo que todos los días voy a lustrar el bronce. Tiene detalles increíbles. Hay un dibujo de un cañón, una montaña y al final tu nombre... (Regresa al teléfono) Ah, usted lo vio, claro, si usted lo encargó. Bueno, entonces nos vemos en el acto. LORENA- ¿Por qué no te vas a dormir, mamá? Mamita, te quiero mucho, pero estás muy quemada. MADRE- Ya me voy. No tengo hambre. LORENA- ¿Adónde te vas? MADRE- A dormir. Cuando tu padre estaba bien nos quedábamos hasta tarde conversando y tomando vino.

Lentamente Pablo desaparece. Lorena mira a la madre. Las luces descienden de intensidad y de golpe vuelve a aparecer Pablo con otro vestuario, como si fuese más joven, pero como borroso en la mente de la Madre.

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PABLO- El día de hoy es único. Este es un momento único, nunca más tendré veinte años. ¿No te parece mágico? No sé cómo seré yo a los 25, a los 30 o a los 50, pero este día, este momento con mis compañeros de militancia, con mis viejos y todos mis amigos. Este momento no está más, y ya siento que lo voy a extrañar...

Las luces se apagan. Las luces se encienden cuando se escucha a la madre llamar a su marido desde el dormitorio.

ESCENA 3 MADRE- ¡Cristóbal! ¡Cristóbal! La madre cruza la escena en dirección del baño. MADRE- ¿Estás en el baño? Respondeme. ¿Me escuchás? Se escucha que la madre abre la puerta del baño. Irrumpe en la habitación de las hijas. MADRE- ¡Valeria, tu padre desapareció! VALERIA- ¡Qué bajón! Estoy retorrando. Otra vez con lo mismo. MADRE- Lo busqué por toda la casa. VALERIA- Finalmente lo logró. El viejo se teletransportó. MADRE- No digás boludeces. LORENA- Seguro que salió a comprar puchos.

La madre sale al patio, detrás la sigue Valeria.

MADRE- Tengo un pálpito que lo perdí. VALERIA- ¿Cómo lo perdiste? Lo tenés en la cama hace treinta años y decís que lo perdiste. Se fue porque no te aguantó más. MADRE- A vos no te aguantó más. VALERIA- Estás repirada. Están juntos porque tienen cagazo de separarse. MADRE- Llegaste para destruirlo todo. VALERIA- No, eso es mentira. Todo estaba destruido. A tu hijo le hiciste lo mismo que a papá: los anulaste a los dos para convertirte en la reina de la casa. Vos querías tener a papá

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muerto en vida y lo lograste. Y a tu hijo siempre como un bebé, hiciste de él un nene de mamá, por eso lo mataron. No se sabía defender. No dejaste que se hiciera hombre MADRE- Vos querías hacerlo hombre VALERIA- Si no hubiese sido por mí nunca se hubiese hecho hombre. MADRE- ¡Sos una puta! ¡Eso lo que sos! VALERIA- Igual que vos, pero yo no mato a los hombres con los que me acuesto. MADRE- ¡No, les mordés el culo! VALERIA- Para qué me tuviste, seguro que querías tener otro machito. Te la pasabas yendo a reuniones políticas y a nosotras nos dejabas en casa de los abuelos. MADRE- Hay quienes viven en la calle y no se quejan. Pero la generación de ustedes son de mantequita. Todo los afecta. Sacrifiqué muchas cosas por ustedes. VALERIA- A papá lo sacrificaste. MADRE- Yo era la que estaba clandestina. No él. VALERIA- Él se preocupaba por nosotras. Desde la ventana de la cocina aparece Lorena semidormida. LORENA- Mamá es cierto que me tuviste porque papá te impidió abortar. MADRE- Podría haber sido pianista. Tenía condiciones. Primero nos echaron de la plaza, después vendimos el piano, y por último los sueños se fueron al carajo. VALERIA- Todo tu vida estaba en función tuya y de Pablo. Todo era él, pero ni siquiera pudiste enterrarlo. LORENA- ¿Vos me querés? MADRE- Hay que buscar a tu padre. Terminala con sentimentalismos. VALERIA- Creo que si no se iba a Malvinas iba a terminar en tu cama. LORENA- O en la tuya, ¿no? Marca el teléfono MADRE- Tengo malas noticias. El acto es mañana y mi marido desapareció... No está en toda la casa... Ya las mando a las chicas. MADRE- Lorena andate hasta el quiosco. LORENA- Son las tres de la mañana. No seas bolú, el kiosco está cerrado. MADRE- Golpeále la puerta. LORENA- No me va abrir. Te pregunté si me querés. ¿Y a papá lo querés?

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MADRE- No salgas así, ponete un saquito. VALERIA- Estás totalmente sacada. El sonido de un helicóptero. Suena el timbre. Valeria y Lorena se quedan sentadas en la mesa. MADRE- Debe ser Cristóbal. Yo voy. Se escucha la puerta y la entrada de John JOHN- Me enteré por la televisión. MADRE- ¿Cómo? Acaba de desaparecer y ya... JOHN- I’m sorry, juro que a Vale la quiero. MADRE- Pase John LORENA- ¡Eeeeh! Vieeeeja! ¡Aguante John! VALERIA- Ya no hay hombres. Este maricón hace un escándalo por un piquito en el culo. JOHN- Ocho puntos no piquito... Perdoname, rubia Mirella. Suena el teléfono. Se escucha la voz del policía. POLICÍA- ¿Lo escucha? MADRE- ¿Qué cosa? VOZ DEL POLICÍA- El helicóptero. Lo estamos buscando por tierra y por aire. Lo vamos a encontrar, confíe en nosotros. MADRE- ¡Muchas gracias! VOZ DEL POLICÍA- Delo por hecho, mañana estará en el acto. Trate de descansar. MADRE- Gracias. John se abraza a Valeria LORENA- Decirle rubia Mirella es como decirle puta. JOHN- No, mi amor, es decirle hermosa. Vos también sos beautiful. Love your ancas. LORENA- ¡Qué trucho, el colonialista! ¡Ustedes tienen a la Thatcher nosotros al gaucho Rivero! ¡Aguante Argentina! JOHN- ¡Thacher bitch! ¡Fack Fackland! MADRE- Mañana es el acto. Tenemos que estar temprano en la plaza.

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Se vuelve a escuchar el sonido de un helicóptero, y se ve una luz potente que ilumina el ecenario. Una especie de seguidor que rastrea la ciudad desde el aire. John sale. Suena el teléfono. Todas corren. Valeria lo alcanza antes.

VALERIA- ¡Hola, sí!... cómo que lo vieron en Santa Cruz... No, no te creo... Pero es que él despareció hace unas horas... Se teletransportó.... ¿Y avisó a la poli?... Cortó, parece que ofrecen una recompensa. MADRE- ¿Y quién la va a pagar? VALERIA- Qué se yo. ¿Qué pensás? MADRE- Nada... en la misión de tu padre. LORENA- Para mí tiene otra mina. VALERIA- ¡Ojalá! Lo respetaría un poco más. LORENA- ¿Tené faso? Lorena arma un porro. MADRE- En la época de la dictadura vigilaban la noche con los helicópteros. No me trae buenos recuerdos. LORENA- ¿Disparaban desde el aire? MADRE- No, vigilaban, vigilaban tanto que uno se iba a otro país pero la vigilancia continuaba en la cabeza. Cuando escuchábamos ladridos de perros en el barrio era porque estaban los capuchas atacando una casa. LORENA- ¿Y papá que hacía? MADRE- Nada, él tenía miedo y no dormía hasta que yo llegaba de las reuniones. Y cuando escuchábamos los disparos, las bombas y el perrerío, me subía al techo y esperaba que ellos voltearan la puerta para escapar por los tejados de los vecinos. Tu padre, que era tan legalista, lo primero que hacía era correr en busca de los documentos. VALERIA- No hay hombres, lo digo siempre. (Esto último lo dice mirando a John) LORENA-¿Puedo abrazarte? MADRE- Seguro que sí. LORENA- ¿Me cantás algo?

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Las luces se apagan. Los personajes quedan congelados en el abrazo. Valeria observa sentada a la mesa. Golpes en la puerta destruyen el instante al mismo tiempo que John entra con un poderoso sándwich.

ESCENA 4 LORENA- ¡Qué agite! JOHN- ¡Qué bueno señora! Me alegra estar aquí como en casa. ¡Oh, baby! ¡Your father is okay, take it easy! MADRE- Son las tres de la mañana.

El Policía entra de manera intensa y ansiosa. Llega al patio y clava con chinches un mapa en la mesa. El sonido y las luces del helicóptero continúan.

POLICIA- La repartición no descansa. O ellos o nosotros. La lucha contra el hampa no da tregua, señora. MADRE- Pero mi marido... POLICÍA- Lo vamos a encontrar. La madre intenta hablar POLICÍA- Observe el mapa. Le explico: esta zona es la de los cocainómanos, aquí la de los marihuaneros, esta es zona de pizzeros enfrentados con los choripaneros. Zona de trabajadoras sexuales y de trabas, enfrentadas ambas y afuera hay una zona de difícil acceso porque el GPS nos da rojo. Se aconseja no entrar. MADRE- Qué tiene que ver con mi marido. POLICIA- Necesito su colaboración. ¿A su marido le gusta el café o el té de tilo? MADRE- El café. ¿Qué tiene que ver? POLICÍA- Es un estudio de tendencias. Puede que su marido haya entrado a la zona de los cocainómanos, si entró en la de los marihuaneros, seguro que está durmiendo debajo de un puente. El café es un mal indicio. VALERIA- Me gustás, Blu. Sos todo un hombre. (al policía) JOHN- ¿Qué dice? LORENA- ¡Qué pingüino! Que le va la taquera.

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JOHN- Vos también gustás de mí. (A Lorena) LORENA- De qué te la das, de colonialista. ¿Vos que te pensaste chavón, que mi hermana y yo somos las Malvinas? Vale, porque no me lo atendés a este gil. JOHN- Yo adoro este país, los indios del norte, el quechua y Malvinas son argentinas. VALERIA- Esta bien, cortala gringo. Te creo. POLICÍA- Tenemos ocupado casi todo el territorio. No se nos puede escapar, quédese tranquila. ¿Tiene alguna ropa interior de su marido? MADRE- Sí, claro. ¿Para qué? POLICÍA- Contamos con muy buenos perros. Será mejor que duerman. Usted, inglés, ¿mañana va a venir al acto? JOHN- Acto, claro. MADRE- No, John, mejor quédese a dormir. Al mediodía estaremos de regreso. JOHN- Yo siento como propio mate y boleadoras. Lorena- ¡Juralo por la Reina! ¡Ahí lo cagué...! MADRE- Está bien, pero vayan a dormir. Esperemos que aparezca. La escena se cierra con la luz y el sonido del helicóptero.

APAGÓN ESCENA 5 2 BOCETO ESCENOGRÁFICO La casa está desierta. Unas pilas de libros hacen las veces de bolsas alrededor de la trinchera. La mesa está dada vuelta con la tapa de la misma como fortificación de la trinchera. Restos de comida distribuidos por todo el patio. Todo da la impresión de que la casa fue atacada. Cristóbal vestido con uniforme de soldado raso tiene un fusil antiguo con bayoneta apuntando a la entrada. Lleva la cabeza vendada con rastros de sangre. Se escucha la entrada de la Madre, Valeria, John, Lorena, el policía y el médico.

MÉDICO- ¡Fue un acto maravilloso! ¡Increíble, la cantidad de gente! MADRE- Me hizo acordar a la escuela primaria. POLICÍA- ¿Por qué? MADRE- No sé, la voz de la mujer parecía la de mi directora.

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POLICÍA- Lástima que faltó la banda, le hubiese dado, creamé... MADRE- Lástima que faltó mi marido. Nunca me abrazaron tanto... Estaban muchos amigos del colegio de Pablo y militantes políticos. POLICÍA- Y los pibes están buscando votos. Usted sabe cómo es esto. Entrando al patio o espacio escénico donde se desarrolla la obra. MADRE- ¿Qué es todo esto? ¿Qué pasó acá? MÉDICO- La coexistencia de realidades paralelas. MADRE- ¡Cristóbal! POLICÍA- Al final lo encontramos. MADRE- ¿Dónde estuviste? CRISTÓBAL- No te acerques, no te quiero lastimar. MÉDICO- Nadie toque nada. Hay un campo magnético. Estos objetos no son de acá. MADRE- ¿Qué es todo este desorden? CRISTÓBAL- ¡Cuidado porque disparo! POLICÍA- Aquí reina blanca... sí, reporto la aparición del susodicho.... afirmativo, Cristóbal Cabral... Cambio y fuera. MÉDICO- Lo puedo revisar, Cristóbal. CRISTÓBAL- No. MADRE- Me podés decir dónde anduviste y qué te proponés defendiéndote de nosotros. CRISTÓBAL- No lo vas a entender. MADRE- Qué es lo que no voy a entender. ¿Vos me entendiste a mí a lo largo de la vida? También estoy cansada de vos. Dame esa arma. CRISTÓBAL- Te acercás y disparo. MÉDICO- Tratemos de serenarnos. Hay una conducta no invasiva, aunque trae consecuencias y riesgos, que en lo posible es mejor no... como se suele decir... al mejor cazador se le va la liebre. MADRE- Decime dónde anduviste. ¿Me escuchás? ¿Quiero saber dónde estuviste? ¿Querés matarme? ¡Matáme! CRISTÓBAL- Me teletransporté. MÉDICO- ¿Dónde?

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Pausa larga POLICÍA- Por lo visto tenía hambre. Quiere que le traiga algo más. ¿Una pizza? MADRE- ¿Dónde? CRISTÓBAL- No pude cumplir la misión. Todo fue muy difícil. No paraban de atacarnos los See Keen. Nos tenían rodeados. Nosotros quisimos emboscarlo en el puente del Río Murell. Allí nos descubrieron, sufrimos un herido pero pusimos en fuga a los atacantes, capturamos equipos de comunicación, claves y material. El 5 de infantería y los comandos del 601... MADRE- ¿De qué hablás? CRISTÓBAL- ¿Me querés traer la pizza? POLICÍA- Sí, pa. Ya voy... CRISTÓBAL- ¡Para! ¿Adónde vas? POLICÍA- A traer la pizza, pa. CRISTÓBAL- Acercate. Levantá los brazos. ¿Estás desarmado? POLICÍA- Sí, claro. Entra Valeria VALERIA- ¡Que pasó! ¡Papá! ¿Qué hacés así vestido? CRISTÓBAL- No te hagás el bobina, mirá que dejás de rehén a tu amigo. El policía sale CRISTÓBAL- El mismo día maté, según me dijeron, al capitán Hamilton. No quiero cargar... VALERIA- ¿Vos? No lo puedo creer. ¡Esto es un hombre! ¡Sos mi héroe, pa! MADRE- Podés acabar esta farsa. ¡Desaparecés, aparecés vestido de soldado, hablás de regimientos, de matar. ¡Qué está pasando acá! CRISTÓBAL- Me teletransporté. pausa VALERIA- ¡Finalmente lo lograste, pa! CRISTÓBAL- No, hija, en parte sí, pero no pude cumplir la misión. Hace mucho frío allá y todo se hizo difícil.

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Toma agua de la cantimplora. Se escucha al inglés desde la habitación. JOHN- Honey, come on, come on. I’m corny, let’s shagg again. CRISTÓBAL- ¡Cuerpo a tierra todos! Callados. Los Hijos de puta llegaron a Buenos Aires, era lo que me imaginaba. La bombardearon. VALERIA- (susurrando) No, pa, es mi novio. John, es buen tipo. CRISTÓBAL- Ellos no son buenos, son nuestros enemigos. Están entre nosotros. Doctor, cúbrame las espaldas. MÉDICO- Sí, Cristóbal JOHN- ¡Woops! Hello everyone. ¿What’s up? Aparece John y el arma de CRISTÓBAL se le traba. MADRE- ¡Cristóbal, lo vas a matar! VALERIA- ¡Papá, calmate! El policía entra con la pizza. Pausa

POLICÍA- ¿Qué pasó? VALERIA- Mi papá cree que es un enemigo. Cristóbal corre a John alrededor de la mesa con una bayoneta fusil Fal. La familia corre detrás de él tratando de frenarlo. La bayoneta de Cristóbal se clava en el culo del inglés.

MADRE- ¡Para, es el novio de tu hija! VALERIA- ¡Papá, lo vas a matar! POLICÍA- Don Cristóbal, no olvide que el artículo 4 de la Convención de Ginebra protege a los prisioneros. Recuerde que sólo se le puede pedir nombre, fecha de nacimiento, rango y número de servicio. MÉDICO- Señor Cristóbal, la guerra terminó. CRISTÓBAL- ¡La guerra recién empieza! JOHN- ¡Ay, mi culo! LORENA- Pa, ¿te molesta si llamamos a Crónica TV? CRISTÓBAL- Atienda al herido, doctor. Sirve para cambiarlo por prisioneros nuestros. La mesa de trinchera vuelve a la posición de camilla

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CRISTÓBAL- ¡Que arma de mierda! Ni balas teníamos. ¡Estos hijos de puta parece que las cambiaban por whisky! ¡Así no se puede pelear! Ellos tenían balas de verdad. Nos estaban haciendo mierda. Cristóbal toma la caja que contiene la pizza y come desesperadamente CRISTÓBAL- ¡Cuide al prisionero! VALERIA- ¡Es mi novio! JOHN- Señor Cristóbal, yo ser su yerro. ¿Se dice así? Me duele culo. POLICÍA- Nombre- rango- número de servicio.

John se coloca otra vez boca abajo sobre la mesa. El médico se coloca los guantes. El policía saca la cámara fotográfica.

JOHN- Despacito, que no me duela. CRISTÓBAL-¿Es la primera vez? Comiendo vorazmente MÉDICO- No, la segunda. CRISTÓBAL- Ah, bueno. JOHN- No need. Yo no juicio. VALERIA- No seas cagón. POLICÍA- Don Cristóbal, ¿mire que lo buscamos, eh? Hasta le largamos los perros a los choriceros y a los marihuaneros. Pero nada, olían, olían, finalmente terminaban comiendo chorizos de la bolsa. Impostores muchos, datos ciertos ninguno. ¿Dónde anduvo? VALERIA- Sí, papá, deschavá. CRISTÓBAL- No sé por dónde empezar. MÉDICO- Don Cristóbal, es el momento de sincerarnos. ¡Basta de ocultar la verdad! Usted está al tanto del entrelazamiento cuántico. JOHN- ¡Eso que puso arde, fuck you! POLICÍA- Usted cállese, está bajo arresto. CRISTÓBAL- No me pregunten cómo llegué, tampoco el tiempo. Yo sobreviví sólo para contar. MÉDICO- Entiendo, quiero que sepa que usted significa mucho para mí.

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Pausa. Todos caminan detrás de Cristóbal menos el médico que toma apuntes con lapicera y papel. Cada uno de los personajes adopta distintas posturas con respecto a la credibilidad de la historia de Cristóbal. CRISTÓBAL- Pasábamos horas en el pozo, congelados, escaso de comida caliente y a veces directamente falto de comida. Mate cocido sin azúcar por la mañana, sopa por la noche. Un día con mi cuchillo abrí el vientre de una oveja. LORENA- ¿Vos hiciste eso? CRITÓBAL- Tenía los ojos indefensos, como resignados, como nosotros. LORENA- Yo no sería capaz de matar una gallina. Me da impresión. CRISTOBAL- Eso le valió a Pablo dos días de calabozo. (El médico toma nota) VALERIA- ¡Qué hijos de puta! CRISTÓBAL- Los días en Malvinas son co rtos y el viento no deja de soplar. Las manos se te congelan y te duelen hasta gritar. Siempre hay un cabo que te dice: ¡No sea marica soldado! Comienza a hacer participar a la familia del combate. CRISTÓBAL- En Monte Longdon combatimos cuerpo a cuerpo contra ellos. El mundo está lleno de incrédulos. Hay quienes me van a tomar por loco. VALERIA- No, qué va. CRISTÓBAL- Pero yo me transporté. MÉDICO- ¿Dónde? Mientras se dice el monólogo, la mesa, con extremada lentitud pasa a estar con las patas hacia arriba. CRISTÓBAL- Al cuerpo de mi hijo Pablo. MÉDICO- Somos más que un cuerpo: somos un alma eterna en evolución infinita. CRISTOBAL- Creeme que no pude hacer nada para salvarlo. Las últimas líneas defensivas de infantería estaban quebradas. Lentamente se escuchan disparos de ametralladoras y alarmas que previenen el ataque de la aviación. El desorden era total. Nos habían prometido apoyo aéreo, pero estos ingleses habían bombardeado los pocos helicópteros y aviones. Yo trataba de tranquilizar su sangre, de

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calmarlo. ¡Vamos a volver a casa, hijo! ¡Respirá hondo! Corremos cuando diga tres, y corrimos hasta la otra trinchera. La Madre y Lorena cuerpo a tierra. Ambas transitan esos estados anímicos con la necesidad de creer. CRISTÓBAL- Las bombas caían a mansalva. Vi algunos restos de compañeros. MADRE- ¿Muertos? CRISTÓBAL- Están allí. ¿No los ves? MÉDICO- Sí, los estoy viendo, continúe. CRISTÓBAL- Pablo había visto guerras por televisión, pero estar allí, entre medio de la sangre y las bombas que dejaban desnudos a nuestros compañeros era algo jamás imaginado. Nos replegamos cuanto pudimos y allí encontraron la muerte los Conscriptos de Infantería de Marina: Juan Francisco Rava, Aldo Patrone y Godofredo Iñiguez. MADRE- Pero a ustedes no les pasó nada, ¿no? CRISTÓBAL- De alguna manera tenemos que salir de acá, le decía. Nadie sabía hacia donde correr. MADRE- ¿Y qué pasó con Pablo? VALERIA- Pablo murió. CRISTÓBAL- Yo le hablaba como una caricia a ese corazón agitado. Su sangre bullía. Pablo, estoy aquí dentro, hijo. Nada te va a pasar. Son algunas bombas más y todo se termina. Ya vas a ver que vamos a volver. Yo le decía todo eso, y percibía que su cuerpo era un mundo de avenidas y de calles con información que iba y regresaba, que sudaba nervios, sangre que borboteaba. Yo le frotaba las manos pero él no paraba de castañear. Teníamos agua nieve hasta las rodillas: “Ya vas a ver que vamos a volver”, le repetía “vamos a volver pero tenés que estar tranquilo”, y en ese instante volamos por el aire. Todo fue tan rápido y tan lento, los dos juntos pensábamos las mismas cosas. Una puta bala de mortero. El sonido deviene en silencio total. Flotábamos, era como si fuésemos dos astronautas en un universo oscuro y llenos de estrellas. Y de pronto Pablo me dice: papá... te diste cuenta. No, le digo, ¿qué hijo? Nieva. Vos sabés que yo nunca vi nevar. Yo tampoco, le dije. Eso fue maravilloso. La tierra se iluminó en segundos como un helado de limón. ¿Sabrán hacer helados en Malvinas? Lo

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ignoro, me dijo Pablo. Qué mágico que es todo esto, Pablo, le dije. Y él me escuchó, y me dijo: “Por fin salimos papá”. Los dos pensamos que llegábamos a casa y nos recibían como héroes, y mamá nos había hecho una torta grande y todos aplaudían. ¡Valió la pena estar aquí! ¡Peleamos por nuestra tierra! ¡Por lo que nos pertenece! Qué sorpresa que se va a llevar Vale y Lore cuando nos vean llegar. ¿Viste que no soy tan débil, papá?, me dijo. Te merecés un helado de limón y en ese momento caímos en la tierra, golpeamos la cabeza contra una piedra. “Es sólo un golpe”, le dije. Yo me daba cuenta que Pablo no sentía el cuerpo, por lo tanto los dos estábamos más livianos, como si vivir fuese una carga, y la muerte un tránsito aéreo y descansado. Entonces abrí los ojos y escuché el rumor de la nieve, copos grandes y blancos, tan inocente, como la mirada de una vaca en uno de esos camiones jaulas. Con tu madre todos los años íbamos a veranear a Mar del Plata, por eso no conocíamos la nieve. VALERIA- ¿Yo también iba a Mar del Plata? LORENA- Claro, ¿no te acordás? CRISTÓBAL- Las olas se parecen a la nieve cuando forman esos copos blancos que se despedazan en el aire. La gente dice: es la cresta, la cresta de la ola. Los copos de nieve cubren toda la epidermis de la tierra, la circundan, la acompañan para que no tenga miedo de la noche. La nieve traza una luz cuando las piedras duermen, y los copos hacen de boyas para los soldados perdidos en la nieve. Yo estaba en el suelo. Miré la piedra con la que golpeé. Giré la cabeza y vi el cuerpo de Pablo. Estaba desmembrado en partes. -Volvemos a casa, hijo. Retornan los sonidos de combate. Nadie escuchaba nada. Las bombas caían y las balas parían niños en el aire. Todo el cielo era una pintura florida. Son sólo luces traté de convencerme y de convencerlo a Pablo, y los soldados corrían, otros se entregaban, se desesperaban buscando lienzos blancos. Lentamente, la nieve te cubría. El fuego de artillería iluminaba la noche, y yo, hijo, yo tengo que regresar, le dije. Yo sentía que me decía: “No me dejes solo con los gurkas”; y yo bromeaba y le decía: “Nosotros tenemos a los cuchilleros Correntinos”. Los valientes correntinos morían en el aire nevado. Cómo decirle a un cuerpo que no te escucha que lo vas a dejar solo. Me hubiese gustado que él dijese: “Andá tranquilo, papá”, pero ya no

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hablaba. Era un cuerpo abandonado como un casco o un Fal. Tenía una mirada al cielo como pidiendo perdón. ¡Perdón de qué y a quién! Todo era fuego en la noche y los astronautas caían a la tierra. Cuando flotás en el aire, allá, a lo lejos, solo, en el silencio de las bombas, tenés una sensación de infinitud y de soledad. Despertábamos de la vida porque entrábamos en la otra vida, la que los ingenuos llaman muerte. Lamento haberte dejado sobre la nieve, también lamento regresar, regresar así, sin más, sin haber cumplido la misión. Pausa MADRE- ¿Qué misión? Pausa CRISTÓBAL- Ganar la guerra. Salvarlo, estoy muy cansado. Necesito dormir... VALERIA- ¿Qué más pasó, papá? LORENA- ¿Qué piensa de todo esto, doc? MÉDICO- Creer o morir. Cristóbal se transforma en un agitador y comienza a dar un discurso relatándolas acciones de guerra. CRISTÓBAL- Nadie muere a tiempo. El Comandante contraatacó con una Sección de Tiradores de B/RI6. Se escuchan sonidos de aviones, bombas, tiroteos infernales, la guerra se traslada al escenario. Se escucha el tema Malvinas a intensidad de la banda Tren loco y sobre la música sonido de bombas, explosiones, tiroteos, aviones que pasan rasantes, etc. Todo lentamente se precipita en el infierno. Hay tres cascos de soldados muertos. Dentro de los mismos hay bombitas de agua rellenadas con pintura. (agua mezclada con tempera de color e introducida en la bombita con una jeringa). Los personajes las toman y las arrojan como dinamitas contra la pared blanca. El sonido de la batalla se incrementa y de a poco llega al clímax final.

Entonces detuvimos al enemigo y logramos estabilizarnos en la línea a la altura del observatorio del Batallón. Durante el fuego de contrabaterías murió en combate el Dragoneante Oscar Mansilla. Eran como las 4 de la mañana. Todavía vivíamos, Pablo miró al cielo y dijo: ¿por qué? O lo percibí, o fui yo el que lo dije. Por la mañana no dejó de

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nevar, una lúgubre paz trajo consigo la aurora. Existía una incertidumbre acerca de lo que acontecía en las estribaciones de Tumbledown. El frío quemaba, el silencio traía escondido el infierno, y entonces se produjo el tercer ataque británico. Fue el último al que asistimos. Allí nos aniquilaron. Estábamos sin municiones. El enemigo ocupó la zona elevada del monte, y nosotros, sobrevivientes, nos rendimos. Allí murieron los conscriptos Juan Carlos González, Galarza, Dávalos, Aguirre, Ferreira y el Subteniente Silva. Un grupo de soldados se quedó a defender la altura, y otro grupo que formaba la retaguardia de combate rechazó un helidesembarco británico hasta que también se quedaron sin municiones, después del cese del fuego murieron los últimos tres conscriptos. Podían haberse salvado. Todo había acabado, Pablo y yo seguíamos en el pozo, ellos pasaban y no reparaban en nosotros. Alguien dijo “que los muertos dejen de moverse”. ‘Let’s stop this death’. La tragedia de la guerra no desaparece, a lo sumo la ocultarán entre bambalinas.

3 BOCETO ESCENOGRÁFICO RETORNA EL SILENCIO Los actores giran la pared manchada de pintura a causa de las bombitas de agua y retorna el blanco inicial de las paredes de la casa.

CRISTÓBAL- La guerra es pura política, papá, decía Pablo, tenía la mirada triste de una oveja y los cabellos como la lana, blanca, repleta de nieve. Después, nada, el silencio...

Valeria le alcanza una almohada y lentamente Cristóbal se acuesta sobre la mesa que ahora pasa a ser un féretro. Lentamente la casa vuelve a tener un orden con las cosas, y la mesa con Cristóbal dentro, paulatinamente, se transforma en un velorio.

MADRE- ¿Estás cómodo? CRISTÓBAL- Sí. MADRE- ¿Necesitás algo? CRISTÓBAL- No, estoy muy cansado. Vivir también cansa. VALERIA- ¿Te traigo una frazada? CRISTÓBAL- No, gracias, no te preocupes. Yo estoy bien.

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VALERIA- Y qué vamos a hacer nosotras. CRISTÓBAL- Nada, seguir viviendo. Hay que cansarse bien para dormir bien, por lo menos eso era lo que decía mi madre. El día que las recuperemos nos encontramos todos en la nieve. MADRE- ¿Te traigo tus películas y tus libros? CRISTÓBAL- No, ya las vi. VALERIA- Querés que te ponga algo de música. CRISTÓBAL- No gracias, hija. Prefiero el silencio. Tengo algunas cartas en la mochila para Lisa Watson y John Fowler. Amigos y habitantes de Malvinas. No se olviden de enviarlas. JOHN- ¿Quiere fumar, Cristóbal? CRISTÓBAL- Más tarde. Gracias y sepa disculparme. Pausa, el médico revisa a Cristóbal. MÉDICO- El golpe en la cabeza es severo. MADRE- Lo llevamos al hospital El médico vuelve a revisarlo CRISTÓBAL- No se molesten, prefiero dormir en casa. Al menos, lo intenté. MADRE- Claro, que sí. CRISTÓBAL- Cómo se nos pasó la vida. Ellas eran chiquitas. ¿Te acordás?, parecía que para hacerse grandes se iba a necesitar millones de días. MADRE- Y los vivimos. CRISTÓBAL- ¿Tantos? No me acuerdo. Pasaron como esas corridas de Buggs Bunny. Y ahora es como si me faltara tiempo para recordar. La infancia sólo se vuelve a mirar en los ojos de una madre o de un hermano. Volver a mirar lo que nunca se repetirá. A vos ya te tengo para el resto de la vida. ¿Pero con quien voy a compartir lo que viví? Dónde voy a conseguir un espejo de la infancia, y si no lo comparto con alguien todo se hará humo. El tiempo huyó como un enemigo, de manera insensata. Se marchó sin dejar huellas. MADRE- Lo compartiste con Pablo. CRISTÓBAL- Es cierto. Cuando la nieve caía, él se acordó de todos nosotros. Uno siempre se acuerda de la madre cuando muere. MÉDICO- No hay nada que hacer.

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Entra Lorena. Ve la situación y corre hasta el cadáver de Cristóbal. VALERIA- Es necesario enterrarlo de una vez por todas. LORENA- ¡Papá! ¡Papito! ¿Qué van a hacer? ¡Se volvieron locos! ¿Dónde lo encontraron? El médico lo revisa y certifica el deceso. Se escucha “No bombardeen Buenos Aires” de Charly García. MADRE- Aquí, en casa, hija... en casa. LORENA- ¿Estaba escondido acá? MADRE- No, estaba... VALERIA- ¡Qué bueno que te vayas de esta manera! ¡Qué bueno, papito! John abraza a Valeria MADRE- Hoy fue el día del entierro. POLICÍA- ¿Puedo ayudar en algo? MADRE- Ahora siento que Pablo está enterrado. LORENA- No es Pablo, mamá. Es mi papá. VALERIA- Es él mismo, ¿no te das cuenta? LORENA- Ustedes están locas. VALERIA- Sos vos la que no entendés. Aunque nos amenacen, nosotras vamos a enterrar a Pablo. Se escuchan ladrar de perros MADRE- Fue un día muy largo. MÉDICO- Puedo hacer un café. MADRE- Será un placer. Usted ya conoce la casa. LORENA- ¿Traigo una frazada para abrigarlo? MADRE- Sí, para cubrirlo. VALERIA- Te diste cuenta, nieva... está nevando. Suena el radio-llamada del policía. POLICÍA- Hola, sí!... ¿Cómo que lo encontraron?... ¿Adónde?... No puede ser... Imposible, lo estamos velando... El Policía se mira al unísono con la Madre. La luz se cierra sobre ellos dos y sobre la mesa convertida en féretro. A lo lejos, en penumbra, se lo ve al médico tomar nota y se escucha: “No bombardeen Buenos Aires” de Charly García.

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FIN

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