Trastorno depresivo de la personalidad y alteraciones del estado de ánimo

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ORIGINALES

Trastorno depresivo de la personalidad y alteraciones del estado de ánimo M. Hernández Viadela, C. Leal Cercósb, J.F. Pérez Prietob, E. Gallego Fernándezc y J.V. Hernández Viadeld aServicio de Psiquiatría. Hospital de Sagunto. Valencia España. bServicio de Psiquiatría. Hospital Clínico Universitario de Valencia. Valencia. España. cCentro de Salud de Atención Primaria La Solana. Talavera de la Reina. Toledo. España. dDepartamento Psicología. Universidad Castilla-La Mancha. Cuenca España.

INTRODUCCIÓN: El trastorno depresivo de la personalidad (TDP) está incluido en el apéndice B del DSM-IV a la espera de que estudios futuros puedan aclarar si se trata de una categoría diagnóstica independiente de otros trastornos de los ejes I y II. En este artículo se presentan nuevos datos sobre su relación con el trastorno depresivo mayor y la distimia. PACIENTES Y MÉTODO: En una muestra aleatoria de atención primaria, se evalúa si los pacientes presentan un trastorno depresivo de la personalidad según los criterios del DSM-IV, un trastorno depresivo mayor o un trastorno distímico, así como los antecedentes personales y familiares de los pacientes con trastornos afectivos. RESULTADOS: Se obtiene una muestra de 657 pacientes, de los cuales el 3,6% (n = 24) cumple criterios diagnósticos de trastorno depresivo de la personalidad. En el momento de la exploración, el 37,5% de los pacientes con trastorno depresivo de la personalidad son diagnosticados también de distimia y el 20,8% de trastorno depresivo mayor. Una tercera parte de los casos diagnosticados de trastorno depresivo de la personalidad nunca han presentado un trastorno del estado de ánimo. Los antecedentes familiares afectivos son más frecuentes en los pacientes diagnosticados de trastorno depresivo de la personalidad. CONCLUSIONES: El trastorno depresivo de la personalidad, a pesar del solapamiento conceptual y empírico existente, puede ser distinguido clínicamente de otros trastornos afectivos del eje I. Estudios futuros deberán informar acerca del curso y pronóstico de este trastorno y de su relación con otros trastornos del eje II. Palabras clave: Trastorno depresivo de la personalidad. Trastornos del estado de ánimo.

Correspondencia: Dr. M. Hernández Viadel Servicio de Psiquiatría. Hospital de Sagunto. Padre Santonja, 42, 9. 46920 Mislata. Valencia. España. Correo electrónico: [email protected] 21

Depressive personality disorder and mood disorders INTRODUCTION: Depressive personality disorder is included in appendix B of the DSM-IV until future studies clarify whether it is an independent diagnosis from other axis I and II disorders. In this article we present new data on its relationship with major depressive disorder and dysthymic disorder. PATIENTS AND METHOD: A random sample of primary care patients was analyzed to evaluate whether they presented a depressive personality disorder according to DSM-IV diagnostic criteria, a major depressive disorder, or a dysthymic disorder. Personal and familial antecedents of affective disorders were also evaluated. RESULTS: A sample of 657 patients was obtained, of which 3.6% (n = 24) fulfilled the diagnostic criteria for depressive personality disorder. At the time of the interview, 37.5% patients with depressive personality disorder were also diagnosed with dysthymia and 20.8% were diagnosed with major depressive disorder. One third of the patients diagnosed with depressive personality disorder had never presented a mood disorder. Familial antecedents of an affective disorder were more frequent in patients diagnosed with depressive personality disorder. CONCLUSIONS: Despite conceptual and empirical overlap, depressive personality disorder could be distinguished from other axis I affective disorders. Future studies should clarify the course and prognosis of this disorder, as well as its relationship with other axis II disorders. Key words: Depressive personality disorders. Affective disorders.

INTRODUCCIÓN El concepto de “temperamento melancólico” fue descrito por primera vez por Hipócrates1 (s. V a.C.) como un exceso de humor frío (bilis negra). Kraepelin1,2 (1896) Psiq Biol 2003;10(6):189-94

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consideraba este temperamento como una forma atenuada de la enfermedad que denomina psicosis maníaco depresiva. Tellenbach3 (1961) describe un tipo de personalidad predepresiva que denomina typus melancholicus y que sería proclive a tener depresiones monopolares. Watson y Tellegen4,5 (1985 y 1995) consideran que el temperamento melancólico se caracterizaría por un afecto negativo elevado (neuroticismo) y un afecto positivo (extroversión) bajo. Akiskal6,7 (1980) retoma la idea de Kraepelin y describe la distimia subafectiva como una forma atenuada de trastorno afectivo primario, a diferencia de aquellas personas con trastorno del espectro del carácter, que tienen una mezcla de rasgos caracteriales inestables con características pasivo-dependientes, histriónicas, antisociales, borderline o esquizoides. Para Millon8 (1995), las personas con trastorno depresivo de la personalidad (TDP) presentan un patrón de rendición y esencialmente sucumben a lo que juzgan como inevitable de continuar sufriendo. No intentan evitar la angustia o la desesperación de la vida, las aceptan como insuperables. Cloninger9,11(1998) describe a las personas melancólicas como egoístas, inmaduras, reactivas emocionalmente, que perciben la vida como una competición difícil con adversarios hostiles, cargándose de un sufrimiento inevitable. Con frecuencia, experimentan emociones negativas de vergüenza, odio y tristeza y raramente emociones positivas, incluso cuando sucede algo deseable. Considera que este carácter melancólico, también denominado personalidad depresiva, es el más frecuente en depresivos unipolares y distimias. En la actualidad, el TDP ha sido incluido en el apéndice B del DSM-IV12 (tabla 1), a la espera de estudios TABLA 1. Criterios de investigación para el trastorno depresivo de la personalidad según el apéndice B del DSM-IV A. Una pauta generalizada de conductas y cogniciones depresivas que se hace patente desde el inicio de la vida adulta y que se da en diversos contextos. Esta pauta se manifiesta al menos por cinco de las siguientes características: 1. Estado de ánimo habitualmente dominado por el abatimiento, tristeza, falta de ilusión, falta de alegría e infelicidad. 2. Autoconcepto centrado alrededor de creencias de incapacidad, inutilidad y baja autoestima. 3. Crítico y despectivo consigo mismo, tendencia a hacerse autorreproches. 4. Caviloso, tendencia a estar preocupado. 5. Actitud negativista, crítica y enjuiciadora de los demás. 6. Es pesimista. 7. Tendencia a sentirse culpable o lleno de remordimientos. B. No ocurre exclusivamente durante un episodio depresivo mayor y no es mejor explicado por un trastorno distímico.

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futuros que aclaren si se trata o no de una categoría diagnóstica independiente de otros trastornos de los ejes I y II. La posibilidad de que el TDP pueda solaparse excesivamente con otros trastornos afectivos fue parte del argumento en contra de incluir este trastorno en el DSM-IV. Sin embargo, la información disponible sugiere que el solapamiento, aunque existe, es limitado y que el TDP es un constructo válido. El TDP difiere de la depresión mayor en que presenta un conjunto de rasgos característicos del modo de ser del individuo (personalidad), es decir, es rasgo y no es estado. Además, sigue un curso más crónico, de inicio insidioso y manifiesto al principio de la vida adulta y de menos intensidad que la depresión mayor. Un episodio depresivo mayor puede producir algunas de las características del TDP, por lo que este diagnóstico no debería hacerse si ocurre exclusivamente durante un episodio depresivo mayor. Sin duda, el punto más polémico a la hora de proponer el TDP como categoría diagnóstica independiente es su distinción de la distimia. Mientras para unos autores existen argumentos conceptuales y empíricos que defienden la existencia de ambos diagnósticos1,13, para otros se trataría de conceptos redundantes que describen un mismo fenómeno desde puntos de vista distintos14,15. En este trabajo, de tipo transversal y abierto, describimos y comparamos a sujetos con TDP respecto a otros que no tienen este trastorno. Nuestra hipótesis es que el TDP puede ser distinguido clínicamente de los trastornos del estado de ánimo del eje I.

PACIENTES Y MÉTODO Población Se estudia a la población de pacientes que acuden a un centro de salud de atención primaria. Se ha utilizado el Centro de Salud de La Solana, de Talavera Reina, en la provincia de Toledo. Es una zona urbana y la población de referencia es de 17.217 habitantes. La población entre 18 y 65 años es de 11.056 habitantes y el 51,4% (5.685) son mujeres. Los criterios de inclusión utilizados son: edad comprendida entre los 18 y 65 años y consentimiento del paciente. Los criterios de exclusión son: cualquier paciente cuya valoración de la personalidad pueda quedar alterada por un trastorno psiquiátrico subyacente. Tras revisar la bibliografía y para una proporción esperada en la población general del 5% (Drouet, 1993)16, el tamaño estimado de la muestra para este estudio es de 632 personas.

Procedimiento Se pidió a los médicos de familia del Centro de Salud que colaboraban en el estudio que derivaran de modo consecutivo a todos los pacientes mayores de 18 años y menores de 65 años que acudieran a su consulta, con el objeto de obtener una muestra representativa de la población de atención primaria. 22

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El paciente era entrevistado en el momento de ser remitido por su médico de familia y en el mismo Centro de Salud de Atención Primaria. Dada la ausencia de instrumentos de medida del TDP con criterios del DSM-IV en el momento de iniciar este estudio en 1995, se ha desarrollado específicamente para este estudio, y siguiendo la metodología del grupo nominal, una batería diagnóstica del TDP que incluye una entrevista para el diagnóstico del TDP (ETDP) y un cuestionario de cribado (CTDP)17. El CTDP es autoadministrado, consta de 21 ítems en forma de aseveraciones en las que el paciente responde sobre una escala de siete opciones (de “totalmente de acuerdo” a “totalmente en desacuerdo”) y una puntuación máxima de 21 puntos. Los puntos de corte establecidos, tras un estudio previo de la distribución de las frecuencias de las puntuaciones, son menos de cuatro puntos para los “no casos” y una puntuación mayor de 12 para los “casos probables” de padecer un TDP. La ETDP se ha desarrollado siguiendo la misma estructura que la entrevista de la SCID-II y, además, incluye una escala para valorar el deterioro en las actividades del paciente. En primer lugar, se realiza el CTDP a todos los participantes en el estudio, y en segundo lugar, se administra la ETDP a los “casos probables” (personas que han puntuado más de 12 en el cuestionario del TDP). Siguiendo las instrucciones del DSM-IV, los casos que en la ETDP cumplan cinco o más de los 7 criterios diagnósticos del TDP se considerarán “casos de TDP”. Los “casos probables” que no cumplan los criterios diagnósticos del TDP serán incluidos en el grupo de “no casos”. A los “casos probables” y a una muestra equivalente de “no casos” (seleccionada al azar) se les administrará el SCID-I18,19 (para los trastornos del eje I) y la entrevista FH-RDC20 (para valorar la existencia de antecedentes afectivos en familiares de primer grado).

RESULTADOS Se obtiene una muestra de 657 pacientes, de los cuales el 13% (n = 84) son “casos probables” y el 3,6% (n = 24) cumple criterios diagnósticos del TDP (casos de TDP). En la tabla 2 se presentan las características sociodemográficas de la muestra. Los resultados de la Escala del Deterioro se presentan en la tabla 3. Las áreas más afectadas han sido las relacionadas con el malestar o la sensación de malvivir y el disfrute del tiempo libre. Las áreas menos afectadas han sido las relacionadas con los amigos y el trabajo. Una tercera parte de los casos de TDP no han presentado, ni en la actualidad ni con anterioridad, ningún trastorno depresivo mayor ni distimia (1,4% de la muestra). Este grupo de personas que nunca han tenido antecedentes personales depresivos ni padecen una depresión en la actualidad se denomina TDP puros (n = 9). Todos los casos diagnosticados de TDP puro refieren algún grado de interferencia o malestar en la actividad del individuo. Las áreas más afectadas son las relacionadas con el malestar o la sensación de malvivir, los problemas con los 23

TABLA 2. Características sociodemográficas de la muestra Muestra (n = 657) n Sexo Varones Mujeres Edad (años) Estado civil Soltero Casado Viudo Separado-divorciado Situación laboral Activo Paro Estudiante Jubilado Pensionista Tareas domésticas Sumergida Nivel instrucción Analfabeto Primaria incompleta Primaria completa Bachiller superior Enseñanza media Estudios superiores

%

198 459 45,3 ± 14,4

30,1 69,9

114 491 28 22

17,4 75,0 4,3 3,3

208 63 37 55 47 231 15

31,7 9,6 5,6 8,4 7,2 35,2 2,3

35 173 235 56 85 71

5,3 26,4 35,9 8,5 13,0 10,8

TABLA 3. Deterioro funcional de los “casos TDP” (n = 24) Área Malestar o sensación de malvivir Sí No NI Problemas en el trabajo Sí No NI Problemas con los amigos Sí No NI Problemas con la pareja Sí No NI Problemas con los hijos Sí No NI Disfrutar menos del tiempo libre Sí No NI

Frecuencias

22 1 1 6 17 1 6 17 1 9 11 1 9 8 7

n

%

22

95,6

6

26

6

26

9 9

45 45

9

52,9

17

77,2

17 5 2

TDP: trastorno depresivo de la personalidad. Sí: casos TDP afectados en esa área; No: casos TDP no afectados en esa área; NI: no hay información. Por ejemplo, en el área de los hijos, las personas que no tienen hijos, no opinan. Psiq Biol 2003;10(6):189-94

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TABLA 4. Personas diagnosticadas de trastorno del estado de ánimo (eje I) con y sin trastorno depresivo de la personalidad (TDP) TDP (n = 24)

Diagnóstico DSM-III-R

N

Trastorno de ánimo durante la vida Trastorno ánimo actual TDM anterior TDM actual TDM (actual y anterior) Distimia Distimia y TDM

15 12 8 5 11 9 5

Sin TDP (n = 98)

%

N

%

62,5 50,0 33,3 20,8 45,8 37,5 20,8

32 24 15 8 18 17 3

32,6 24,4 15,3 8,1 18,3 17,3 3,0

χ2 7,25 6,03 4,09 3,25 8,02 4,66 9,93

p 0,007 0,014 0,046 0,071 0,004 0,031 0,001

TDM: trastorno depresivo mayor.

hijos y disfrutar menos del tiempo libre. Las áreas afectadas con menos frecuencia, al igual que en el conjunto de los casos de TDP, son las áreas relacionadas con los amigos y el trabajo. Más de la mitad de las personas con TDP padecen o han padecido durante su vida un episodio depresivo mayor o distimia (62,5%). Las personas diagnosticadas de TDP padecen trastornos depresivos con una frecuencia significativamente mayor que las personas que no padecen TDP (p = 0,007). Una quinta parte de los casos de TDP presenta en el momento del estudio un trastorno depresivo mayor, y la tercera parte lo ha padecido en el pasado. Casi la mitad de ellos han padecido un trastorno depresivo mayor a lo largo de su vida. En la tabla 4 se recogen, además, los resultados encontrados en los “no casos” (también denominados “no TDP”). En el estudio (tabla 4) se obtiene que una tercera parte de los TDP presenta un trastorno distímico. Ante la similitud conceptual que supone el criterio 1 del TDP (ánimo habitual dominado por la tristeza, desánimo, infelicidad y falta de alegría) respecto del criterio A del trastorno distímico (estado de ánimo crónicamente deprimido durante al menos 2 años) cuando ambos criterios comienzan en la infancia o principio de la edad adulta, se podría considerar que el criterio 1 del TDP está conceptualmente incluido en el criterio A del trastorno distímico. Desde este punto de vista, el resultado es de un 58,3% de “casos TDP” con distimia (n = 14) y un 25% de casos “TDP puros” (n = 6), a pesar de consideTABLA 5. Antecedentes familiares depresivos de las personas con y sin trastorno depresivo de la personalidad TDP (n = 24) Antecedentes familiares Sí No Total

N

%

N

%

13 11 24

54,2 45,8 100,0

31 67 98

31,6 68,4 100,0

χ2 = 4,24; p = 0,03.

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Sin TDP (n = 98)

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rar conceptualmente idénticos los 2 criterios diagnósticos citados. De los 10 casos de TDP sin distimia, 7 no cumplen el criterio A de distimia y 3 no cumplen el criterio B. Sin embargo, dado que hay pacientes que describen su humor habitual como triste y falto de alegría pero niegan tener el ánimo deprimido ni distinto de su estado habitual, se decide dar prioridad a la opinión del paciente y mantener como criterios independientes para este estudio el criterio 1 del TDP y el criterio A de distimia. La frecuencia de distimia encontrada en los “casos TDP” (37,5%) es significativamente mayor que en los “no casos” (p = 0,03). Como se puede observar en la tabla 5, algo más de la mitad de las personas con TDP presenta antecedentes familiares depresivos (54,2%). La frecuencia de depresiones en los familiares de primer grado de las personas con TDP es significativamente mayor que en las personas sin TDP (p = 0,03).

DISCUSIÓN El principal problema del TDP es si puede ser adecuadamente diferenciado de la distimia15,21. Entre las 2 categorías existe un solapamiento conceptual considerable, ya que ambas condiciones se caracterizan por ser crónicas y presentar características depresivas. Aunque la distimia tiene una edad de presentación variable, a menudo aparece en la infancia o la adolescencia, incrementando el solapamiento con el TDP. Sin embargo, hay dos aspectos conceptuales en que ambos constructos difieren: el humor depresivo es una característica central de la distimia, pero no del TDP; y la distimia es definida por un conjunto de síntomas, mientras que el TDP es definido por un conjunto de rasgos de la personalidad. En una revisión de la literatura, Klein21 encuentra que el solapamiento empírico entre TDP y distimia oscila alrededor del 50%. Por tanto, cerca del 50% de las personas con TDP no cumplen criterios de distimia. Ryder15 es escéptico con estos datos, a pesar de que se han descrito en otros estudios independientes22-26. Sin embargo, 24

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hay al menos dos formas por las cuales una persona puede reunir criterios de TDP pero no para distimia: a) no experimenta o no refiere tener un humor deprimido la mayor parte del día ni de los días durante al menos 2 años, y/o b) la ausencia de un número suficiente de síntomas distímicos. En nuestro estudio, que coincide con la opinión de Klein21, la primera alternativa explica el mayor número de casos que reúnen criterios de TDP sin distimia. Como se recordará, el 50% de los TDP presentó algún trastorno depresivo (trastorno depresivo mayor o distimia) en el momento de la exploración y el 37,5% de los TDP tiene un trastorno distímico. Para Ryder15, un solapamiento alrededor del 50% entre distimia y TDP es una evidencia de que no hay distinción entre los dos diagnósticos, en contraste con la opinión de Phillips et al1,27,28. En nuestra opinión, los resultados obtenidos replican los datos de la bibliografía y traducen la existencia de subpoblaciones de distimia y TDP diferenciadas y distintas, con personas que únicamente cumplen uno solo de los dos diagnósticos. Como dice Widiger29, un solapamiento del 50% sugiere que no es excesivamente difícil identificar casos de TDP que no cumplen los criterios de distimia. Igualmente, Vallejo y Vallejo30 afirman que los datos existentes sobre el solapamiento del TDP y distimia son indicativos de que se trata de dos trastornos independientes, de lo que se desprende que gran parte de la alteraciones de la personalidad no pueden referirse a trastornos de la afectividad, si bien la elevada comorbilidad (alrededor del 50%) plantea la posibilidad de factores etiopatogénicos comunes (neuroticismo e introversión) o de estados sucesivos en los que el TDP inicial favorezca la posterior aparición de la distimia. Cabe mencionar que el solapamiento entre el trastorno distímico y el trastorno depresivo mayor no es inferior al grado de comorbilidad entre el TDP y los trastornos del humor. Menchon y Vallejo31, en una revisión de la bibliografía encontraron una comorbilidad entre distimia y depresión mayor que oscilaba entre el 39 y el 90%. Keller32,33 obtiene un elevado grado de comorbilidad entre distimia y trastorno depresivo mayor, del orden del 62% en prevalencias actuales y del 80% en corte longitudinal tiempo-vida, según los resultados de los trabajos de campo sobre los trastornos del estado de ánimo recogidos en el DSM-IV. Basándose en estos resultados, se ha desarrollado un grupo de criterios que incorpora síntomas cognitivos (incluidos en el TDP) y elimina los síntomas vegetativos, y que parecen responder mejor al trastorno distímico. Esta nueva versión del criterio B alternativo para el trastorno distímico se ha incluido en el apéndice B del DSM-IV a la espera de estudios posteriores que confirmen esta hipótesis. 25

Por otro lado, Ryder et al34 y Bagby y Ryder35, investigadores que se oponen a la diferenciación del TDP como categoría diagnóstica independiente, reconocen en sus últimas publicaciones que los resultados derivados del análisis factorial de los rasgos del TDP y los síntomas de la distimia apoyan la idea de que TDP y distimia no son conceptos sinónimos. Finalmente, Kwon et al36 encuentran que las personas con TDP sin otro trastorno comórbido en el momento del diagnóstico tienen un mayor riesgo de desarrollar una distimia en los 3 años siguientes. Esto implicaría que el TDP sería un factor de riesgo importante de los trastornos del humor del eje I. Respecto a los antecedentes familiares de trastornos afectivos en los pacientes diagnosticados de TDP, en un estudio con una muestra no clínica (estudiantes universitarios), Klein y Miller23 encontraron una proporción significativamente mayor de trastornos afectivos en familiares de primer de grado de personas con TDP. Phillips et al26 evaluaron a 54 personas con rasgos depresivos leves de inicio temprano y larga evolución en las que, contrariamente a lo esperado, las tasas de trastornos depresivos en los familiares de primer grado de los casos con TDP no eran más altas que en los familiares de los casos sin TDP. En nuestro trabajo encontramos un aumento de alteraciones del estado ánimo en familiares de primer grado de personas con TDP (54%), con una frecuencia significativamente mayor que en los “no casos” (p = 0,03). Finalmente y como conclusiones de este estudio, se destaca que 24 pacientes han sido diagnosticados de trastorno depresivo de la personalidad (3,6% de la muestra estudiada de pacientes remitidos desde atención primaria). Las personas con trastorno depresivo de la personalidad tienen más probabilidad de padecer algún trastorno afectivo del eje I y refieren una prevalencia mayor de antecedentes de trastornos depresivos en familiares de primer grado. Excluyendo los casos que presentaron una prevalencia-vida positiva de trastornos afectivos, quedaron 9 casos puros de trastorno depresivo de la personalidad, lo que confirma la viabilidad empírica de este diagnóstico de acuerdo con los criterios de DSM-IV. Más estudios deberán informar sobre el curso y el pronóstico de este trastorno y de su relación con otras alteraciones del eje II. En la interpretación de los resultados de este estudio deben ser consideradas las siguientes limitaciones metodológicas: – No se puede descartar un sesgo por parte de los médicos de familia en la “derivación de modo consecutivo” de los pacientes, ya que no son derivados para estudio todos los pacientes que acuden a la consulta, por lo que no se puede asegurar que la población estudiada sea una muestra aleatoria. Psiq Biol 2003;10(6):189-94

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– Por otro lado, el investigador no es ciego a los objetivos planteados en el trabajo y el TDP no ha sido valorado independientemente de la clínica y los antecedentes familiares. Por tanto, la posibilidad de que el sesgo del examinador haya desempeñado un papel en alguno de los resultados no puede ser excluido. Cabe resaltar que el entrevistador, además de experiencia clínica, tiene experiencia en el uso de la SCID-II y participó con el grupo de expertos en el desarrollo de la batería diagnóstica del TDP.

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