UN ANALISIS JUNGUIANO DE MIENTRAS VIVIMOS, DE MARUJA TORRES NICOLE HAMILTON FORD. (Under the Direction of Stacey Casado) ABSTRACT

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UN ANALISIS JUNGUIANO DE MIENTRAS VIVIMOS, DE MARUJA TORRES by NICOLE HAMILTON FORD (Under the Direction of Stacey Casado) ABSTRACT This paper uses the theories of Carl Jung to analyze Mientras vivimos by Maruja Torres. The Jungian concepts of the stages of life and the persona explain the psychic and emotional state of Regina at the beginning of the novel. Through Regina’s interaction with Judit, her psyche activates the archetype of the child, which allows her to return to the period of her early twenties. Moreover, the archetype of the animus is manifested by Regina’s psyche by means of her contact with Alex as well as through letters that her father wrote to Teresa, thereby providing her a way to reconcile with her mentor and the archetype of the Great Mother. The Jungian perspective is an essential tool for the analysis of Mientras vivimos in that it reveals the process of individuation through which Regina comes to establish her authentic self.

INDEX WORDS:

Psique, Conciencia, Inconsciente, Etapas de la vida, Persona, Arquetipos, Individuación, Anima, Animus

UN ANALISIS JUNGUIANO DE MIENTRAS VIVIMOS, DE MARUJA TORRES

by

NICOLE HAMILTON FORD B.A. The University of Georgia, 1998

A Thesis Submitted to the Graduate Faculty of The University of Georgia in Partial Fulfillment of the Requirements for the Degree

MASTER OF ARTS

ATHENS, GEORGIA 2005

© 2005 Nicole Hamilton Ford All Rights Reserved

UN ANALISIS JUNGUIANO DE MIENTRAS VIVIMOS, DE MARUJA TORRES

by

NICOLE HAMILTON FORD

Electronic Version Approved: Maureen Grasso Dean of the Graduate School The University of Georgia December 2005

Major Professor:

Stacey Casado

Committee:

Noel Fallows Dana Bultman

To Chris, for his love and patience.

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AGRADECIMIENTOS I would first like to express my sincere thanks to the professors who have had a special influence in my academic endeavors: Stacey Casado, Elizabeth Combier and Gordon McNeer. In your own distinct ways, each of you has challenged me, inspired me and taught me much more than the material contained within any textbook.

To my husband, Chris, I want to say how much I appreciate your encouragement, support and outrageous sense of humor. Thank you for the sacrifices you have made so that I could pursue my dream.

Mom and Dad, thank you for your love and for always encouraging me to do my best. I could never have come this far without you.

To Sara, you are the dearest friend in the world to me. Thank you for being there every time I need to talk, to laugh or to cry.

To Blake, I am so thankful our paths crossed in Gilbert Hall. It is a great comfort to me to have someone who always understands exactly what I am saying.

To Cindy, thank you for sharing your wit and wisdom with me. I am a better person because of it.

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To Celia Peris Peris, Eunice Rojas, Amy Hernandez and Samantha Osborne I want to say thank you for helping me make the transition to Graduate School and for making my first year so special. You are exceptional women, and your friendship is a treasure to me.

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ÍNDICE Page AGRADECIMIENTOS ...................................................................................................................v CAPÍTULO 1

LAS TEORÍAS DE CARL JUNG.................................................................................1 Resumen de Mientras vivimos ..................................................................................2 Las teorías de Jung ....................................................................................................4 Las etapas de la vida..................................................................................................5 La psique y su energía .............................................................................................10 La conciencia y la persona ......................................................................................12 El inconsciente y los arquetipos ..............................................................................15 Individuación...........................................................................................................27

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ANÁLISIS DE MIENTRAS VIVIMOS .....................................................................32 Las etapas de la vida: Judit y Regina ......................................................................32 La persona de Regina..............................................................................................42 Judit y el arquetipo del niño ....................................................................................47 El animus, Alex y Albert.........................................................................................53 Teresa y el arquetipo de la Gran Madre ..................................................................58 La individuación de Regina.....................................................................................61

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CONCLUSIÓN ...........................................................................................................67

OBRAS CITADAS........................................................................................................................70

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CAPÍTULO 1 LAS TEORÍAS DE CARL JUNG Uno de los eventos más destacados del siglo XX fue la proliferación de las españolas en el campo de la literatura. Después de la Guerra Civil, sucedió un período de desesperación y amargura en el que la mayoría de la población carecía de trabajo y de comida. Las condiciones provocadas por la guerra le motivaron a Carmen Laforet a escribir su primera novela, Nada (1944), un retrato tremendista de la devastación social que caracterizaba a muchas ciudades en España durante esa época. Con la publicación de esa novela, Laforet fue la primera española que ganaba la atención de la crítica literaria. Cuatro años más tarde salió la primera novela de Ana María Matute, Los Abel, y algunos años después publicó Fiesta al Noroeste, que también fue traducida a cinco idiomas. Estas mujeres iniciaron el esfuerzo de las españolas para establecerse como escritoras, y es al final de la dictadura de Franco que ocurrió su surgimiento desenfrenado en la literatura nacional con la apariencia de la llamada “Nueva Novela”. Este tipo de novela se caracteriza por su estilo introspectivo en que la narrativa se desarrolla en la mente de los protagonistas, generalmente en forma de memorias. A partir de los años setenta, tales escritoras españolas como Carmen Martín Gaite y Esther Tusquets han utilizado la nueva novela en su intento de entenderse a sí mismas y para publicar novelas que ofreciesen una contribución significativa en la representación de una perspectiva feminina. Incluida en el número de escritoras españolas del siglo XX es la figura de Maruja Torres. Nacida en Barcelona en 1943, Torres empezó su carrera como periodista cuando tenía veintiún años, y es reconocida por sus trabajos en las revistas Fotogramas y Por Favor. También ha

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trabajado como corresponsal de guerra en los conflictos de Líbano, Panamá, Israel, El Salvador y Guatemala, y hace doce años que escribe artículos en el diario El País. En 1986, se publicó su primera obra de ficción, ¡Oh es él! Viaje fantástico hacia Julio Iglesias. Sus otros libros incluyen Amor América, en el cual cronica su recorrido en tren por Sudamérica; Como una gota, una colección de sus artículos periodísticos; Un calor tan cercano, una novela semiautobiográfica; y Mujer en guerra, que cuenta sus memorias y andanzas como corresponsal de guerra. En 2000 ganó el Premio Planeta por su obra de ficción Mientras vivimos, una novela que trata el desarrollo psíquico de su protagonista, Regina Dalmau. En su entrevista con Ana Anabitarte, la autora comenta que esta novela consta de “la búsqueda de la autenticidad y de la verdad, y el enfrentarte con lo que eres y aceptar tu responsabilidad” (http://www.babab.com). Pocos autores han explorado las profundidades de la psique humana como el psicoanalista suizo Carl Jung (1875-1961). Por medio de una discusión de sus teorías, se mostrará que los personajes de Mientras vivimos y sus interrelaciones encarnan las ideas de Jung acerca de la estructura de la psique humana, y que la narrativa funciona como una manifestación del proceso de individuación por el cual una persona se dedica a enfrentarse con su ser auténtico. Resumen de Mientras vivimos Antes de entrar en una discusión de las teorías de Jung, es necesario repasar las principales peripecias que constituyen la novela. La narración se divide en tres partes, cada una dedicada a una de las protagonistas. Primero, conocemos a Judit, una muchacha de veinte años que vive con su madre y su hermano en Barcelona. La vida de Judit se define por su obsesión casi fanática por la figura de Regina Dalmau, una novelista cincuentona famosa. Lo único que destaca en el carácter de Judit es su anhelo para convertirse en una escritora tan famosa y con tanto éxito como la que admira. En este momento, la realidad de Regina no brilla tanto como

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antes porque durante los últimos dos años ha experimentado una sequía creadora. Estas dos mujeres se conocen durante una conferencia que da Regina y la autora le invita a Judit a su casa para tener una charla. Es durante esta cita que le ofrece empleo a Judit, y la muchacha empieza a trabajar como la asistente personal de la autora. Dentro de poco tiempo, las mujeres se hacen amigas y Judit se muda a su casa. La amistad entre ellas sigue desarrollándose, y eventualmente Álex, el hijo del ex novio de Regina, viene a vivir con ellas también. Los adolescentes se divierten juntos y empiezan a tener una relación amorosa sexual sin revelársela a Regina. Durante todo el tiempo que comparte con ella, Judit nunca le confiesa a Regina su deseo de llegar a ser una escritora como ella, ni le pide ayuda en establecer y pulir su propio estilo literario. A través de la novela, el lector aprende que cuando era más joven, Regina tenía una mentora que se llamaba Teresa, una escritora de libros para niños que le guiaba en sus esfuerzos para desarrollar su escritura creativa. La relación entre Regina y Teresa se destruyó cuando Regina supo que su padre tenía una aventura amorosa durante varios años con Teresa. Para Regina, lo más doloroso era que pensaba que ella misma había servido como tapadera para la relación entre su padre y Teresa. La traición y el desencanto que se sentía Regina le motivó a romper todo el contacto con su mentora. Sin embargo, en un cuarto de su casa, cerrado con llave, Regina guarda los cuadernos de Teresa en los cuales escribía sus interpretaciones del feminismo e ideas para personajes y tramas novelescas que nunca logró expresar en su escritura. Una noche Regina decide enfrentarse con la memoria de Teresa, y entra en el cuarto secreto donde lee las cartas que le escribió su padre a Teresa más las cartas que ella le escribió a Regina, en un esfuerzo para explicarle lo que había pasado entre los amantes. En su descuido, Regina deja caer la llave del cuarto y Judit la descubre, usándola para satisfacer la tentación de

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entrar y aprender más sobre las cosas que oculta Regina allí. Al leer los cuadernos de Teresa, Judit reconoce los personajes y las teorías femenistas que constituyen las novelas de Regina. Sintiéndose decepcionada por su ídolo, Judit escribe y le entrega a la agente literaria de Regina una propuesta para una novela en la cual una escritora famosa se encuentra en un estancamiento literario después de pasar años plagiando a su mentora, y que ahora sólo se preocupa por impedir que su estudiante brillante se estrene en el mundo literario. Al final de la novela, ocurre el climax emocional cuando Regina se enfrenta con Judit, presentándole la evidencia de su intento de traicionarla y desenmascararla, y las dos mujeres tienen una discusión apasionada que, afortunadamente, no destruye por completo su amistad. Al final de la novela, Regina decide viajar a Italia para descansar y tratar de recuperar su creatividad perdida mientras Judit toma los primeros pasos en su intento de establecerse como escritora. Las teorías de Jung Durante su vida, Carl Jung hizo una contribución significativa a la disciplina de la psicología con su esfuerzo para analizar y entender la estructura y el funcionamiento de la psique humana. Sus teorías se concibieron y se desarrollaban por medio del análisis de los cuadros de pintores, de la escritura de varios escritores y de los sueños de sus pacientes. Durante su carrera, trabajó primero como profesor y después como mentor a sus discípulos, y se dedicó a enfrentarse con el contenido y los procesos de su propia psique, con el propósito de someterlos bajo una intensiva investigación psicológica. La escritura de Jung consta de dieciocho tomos en los cuales intenta explicar con profundidad y detalle las teorías, las observaciones y los términos que le resultan pertinentes para un entendimiento de los principios fundamentales de su psicología de lo profundo.

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Las etapas de la vida Uno de los conceptos más básicos de Jung es su entendimiento del ciclo de la vida humana. Según su interpretación, la vida consta de cuatro etapas cuya organización coincide con el desarrollo que ocurre en la conciencia y en el inconsciente del ser humano. La primera etapa, la niñez, empieza con el nacimiento y dura hasta la pubertad. Con respecto al desarrollo de la conciencia, Jung compara esta etapa con el amanecer y escribe que “in the morning [the sun] rises from the nocturnal sea of unconsciousness and looks upon the wide, bright world which lies before it in an expanse that steadily widens the higher it climbs in the firmament” (“Stages” 397). Para Jung, la conciencia del niño o de la niña es semejante al sol en el sentido que empieza su vida en la oscuridad del inconsciente para seguir una trayectoria de crecimiento y desarrollo. A continuación, Jacobi afirma que “children begin life in an unconscious state and grow into a conscious one” a través de toda su vida (12). Relacionado con este estado de inconsciencia, Jung profundiza esta observación al decir que cada ser humano nace en pura naturaleza bajo la dirección de los instintos y es el instinto que le guía durante la primera etapa de la vida (“Stages” 388). Entonces, debido a la fuerza del instinto, una persona pasa los primeros años de la vida bajo una cobija de oscuridad e inconsciencia con respeto al desarrollo de la psique. Sin embargo, con la maduración del joven o de la joven, el inconsciente deja de dominar la realidad psíquica y se observa el primer rayo del desarrollo de la conciencia, o sea el amanecer de la conciencia, cuando él o ella se da cuenta de una desconexión entre su cuerpo y el ambiente. Mattoon observa que la formación del ego se inicia cuando las necesidades del niño o niña no pueden satisfacerse por completo y empieza a percibir una separación entre su propio cuerpo y el de su madre; es decir que puede reconocer que los dedos son partes de su cuerpo (168). Según ella, esto significa que el ego emerge de la oscuridad, separándose del estado original de la

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identidad inconsciente con la madre. Cuando ocurre esto, la psique es como algunas islas de conciencia que aparecen en medio del inconsciente. Jung describe estas islas como lámparas solteras u objetos iluminados que brillan en un mar de oscuridad. (“Stages” 390-3). Como el niño o la niña pasa de esta etapa a la siguiente, estas islas de conciencia continúan creciendo y desarrollándose para formar la base sobre la cual reside el ego, o la conciencia en sí. La segunda etapa de la vida es la juventud. Según Jung, comienza después de la terminación de la pubertad y dura hasta que una persona tiene entre 35 y 40 años. Para concretizar su explicación del desarrollo psíquico del ser humano, Jung utiliza la analogía del sol y la trayectoria que sigue en su jornada a través del cielo. En palabras de Jung, “in this extension of its field of action caused by its own rising, the sun will discover its significance; it will see the attainment of the greatest possible height, and the widest possible dissemination of its blessings, as its goal. In this conviction the sun pursues its course to the unforeseen zenith” (“Stages” 397). Entonces, en esta etapa, la psique es como la luz que se emana del sol por la mañana. Además, es durante este período de la juventud que ocurren una variedad de sucesos personales para el individuo, sucesos que sirven para iniciarle en la vida de los adultos. Algunos ejemplos de estos incluyen obtener la licencia de conducir, graduarse del colegio y salir del hogar para matricularse en la universidad. Después de completar su educación, uno empieza el esfuerzo para establecerse en una carrera, casarse y tener hijos, y sobre todo, intentar encontrar su lugar propio en la sociedad. Jung observa que en la etapa de la juventud, el individuo posee los ideales, las convicciones y las actitudes necesarias para realizar un papel activo en la vida. Para volver a la discusión de la naturaleza y los instintos, Jung escribe que “proper recognition and appreciation of normal instincts leads the young person into life and entangles him with fate, thus involving him in life’s necessities and the consequent sacrifices and efforts through which his character is

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developed and his experience matured” (“Psychic” 60). Entonces, para una persona en esta etapa, la gran motivación de sus acciones resulta del poder de los instintos que le empuja a triunfar en la vida, y es debido a la fuerza de estos intintos que su conciencia y su carácter siguen desarrollándose. En este momento, resulta necesario señalar que en medio del deseo de construir una realidad llena de sucesos y felicidad, el enfoque del individuo todavía se dirige hacia fuera de sí mismo; o sea, la atención del ego y la conciencia se proyecta hacia la sociedad y el logro de las metas personales. En la narrativa de Mientras vivimos, por ejemplo, la figura de Judit representa una persona en la etapa de la juventud porque tiene veinte años y se comunica a la lectora su deseo anhelante de establecerse en el mundo literario. Tanto en su propia vida como en la de sus pacientes, Jung observó un cambio significativo en el funcionamiento de la psique, que empieza a manifestarse cuando una persona tiene entre 35 y 40 años. Se refiere a esta etapa como “la mediana edad” y la considera como el período de transición cuando la mañana de la vida se convierte en la tarde. Su artículo “Marriage as a Psychological Relationship” describe esta transición como “the moment of greatest unfolding, when a man still gives himself to his work with his whole strength and his whole will. But in this very moment evening is born, and the second half of life begins” (45). Durante la juventud, una persona, por ser motivada por los instintos naturales que dominan la conciencia y dirigen sus acciones, se extiende hacia el mundo exterior para dedicarse a alcanzar las metas económicas y sociales. Sin embargo, Jung mantiene que este proceso da marcha para atrás durante la tercera etapa de la vida, la madurez. Lo que ocurre en la transición “is a metamorphosis from a state in which man is only a tool of instinctive nature, to another in which he is no longer a tool, but himself: a transformation of nature into culture, of instinct into spirit” (49). Para Jung, la cultura no es sino la ampliación de la conciencia; es el opuesto de la

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naturaleza y los instintos en el sentido de que no sigue ciegamente los mandamientos del inconsciente. En la madurez, los instintos naturales dejan de servir como la guía y la fuente de motivación para el individuo; como resultado, la atención psíquica de la persona se dirige hacia dentro de sí mismo/a para que se emprenda el trabajo de cultivar su identidad auténtica y llegar a conocerse a sí mismo/a. En su teoría, Jung considera la etapa de la madurez como la tarde de la vida. Con relación a la analogía del sol, “at the stroke of noon the descent begins. And the descent means the reversal of all the ideals and values that were cherished in the morning. The sun falls into contradiction with itself. It is as though it should draw in its rays instead of emitting them.” (“Stages” 397). Jung señala la importancia de cumplir con la transición de la mañana de la vida a la tarde porque no cree que las metas de la niñez y la juventud coincidan en absoluto con las de la madurez y la vejez. El psicólogo enfatiza que cada etapa de la vida exige cosas diferentes de las personas que se encuentran en ella, y que los deberes y la actividad psíquica de una etapa no se aplican a las otras: The afternoon of human life must also have a significance of its own and cannot be merely a pitiful appendage to life’s morning. The significance of the morning undoubtedly lies in the development of the individual, our entrenchment in the outer world, the propagation of our kind, and the care of our children . . . But when this purpose has been attained – and more than attained – shall the earning of money, the extension of conquests, and the expansion of life go steadily on beyond the bounds of all reason and sense? Whoever carries over into the afternoon the law of the morning, or

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the natural aim, must pay for it with damage to his soul. (“Stages” 399400) Jung explica que, en contraste con la juventud, durante la madurez, la expansión desenfrenada no sirve para el desarrollo psíquico del individuo; en este período se inicia el descenso hacia la tarde de la vida con un énfasis en la simplicifación e intensificación de la psique humana. También, señala que en vez de mirar hacia el futuro, una persona empieza a mirar hacia atrás, hacia el pasado para reflexionar sobre su vida en el intento de comprender su significado. Mattoon nota que en la madurez, “physical energies wane. Fewer possibilities for achievements and other satisfactions are available. Thus, there is an inward turning of psychic energy and, for many people, an intensified concern with relationships, goals, meaning of life, and other ultimate concerns” (175). Como el sol, durante la tarde, no proyecta a tan larga distancia el brillo de su luz, la actividad psíquica del ser humano también retrocede, o debe retroceder, para dedicarse al desarrollo psicológico del individuo. En Mientras vivimos, la figura de Regina se encuentra en esta etapa de la vida. Esta mujer ya se ha establecido como escritora con talento por las dieciséis novelas que ha escrito y también ha logrado una gran cantidad de fama y de dinero. Sin embargo, está al punto de cumplir los cincuenta años y las mismas metas y prioridades que le convenían durante su juventud no le están sirviendo durante su madurez. Una gran parte del argumento de la novela trata de cómo Regina se da cuenta de este hecho y los pasos que toma para solucionar su crisis emocional y profesional. La cuarta etapa propuesta por Jung es la vejez, el período cuando una persona se acerca al anochecer de la vida: la muerte. El individuo en la vejez continúa el trabajo de la madurez en el sentido de que no deja de reflexionar sobre los acontecimientos de su propia vida ni abandona el

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esfuerzo para integrar su conciencia y su inconsciente. En otras palabras, el individuo sigue buscando la identidad de su ser auténtico. Mattoon observa que “the later years, the period of retirement from active life or at least of decreased activity, provide a renewed opportunity for further growth through increased attention to inner experience” (178). Con la reducción del número de preocupaciones sociales y el disminuir del anhelo para establecer una posición en el mundo, vienen más oportunidades para dedicarse al trabajo de la vejez: la búsqueda del significado en la vida y la unión de la conciencia y el inconsciente en la psique humana. Jung termina su discusión de la última etapa de la vida por decir que, cuando uno se enfrenta con la muerte, la psique regresa a un estado de inconsciencia total. Su visión del desarrollo de la psique humana es cíclica; como el puesto de sol deja al mundo en oscuridad, también la psique regresa al inconsciente caracterizado por la oscuridad. La psique y su energía El eje sobre el que Jung monta sus teorías de la psicología del profundo es la estructura de la psique y el sistema de relaciones entre las partes. Para Jung, la psique humana consta de todo el contenido y todos los procesos de la conciencia y del inconsciente. En su artículo “The Structure of the Psyche”, explica que todas las cosas que el ser humano experimenta y percibe del mundo y de la vida constituyen el contenido de la conciencia, e intenta describir su contenido por discutir los procesos que ocurren en ella. Jung escribe que primero, el ser humano percibe el mundo por medio de las percepciones sensoriales; o sea, que por medio de los cinco sentidos puede experimentar el mundo y lograr conciencia de él. Al percibir el mundo que le rodea, el individuo empieza a pensar en lo que ha sentido para compararlo con las imágenes que residen en la memoria; por hacer esto, es posible diferenciar entre lo nuevo y lo que es producto de la memoria, para reconocer la imagen nueva si la encuentra en el futuro. Después de pensar en un

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estímulo nuevo, Jung mantiene que el individuo lo evalúa en el esfuerzo para sentir la reacción emocional que crea en él. Esta reacción emocional puede ser agradable o desagradable, bonita o fea, pero siempre relacionada con el objeto o la experiencia que la produjo. Otro proceso que observa Jung en la conciencia es la intuinción y la define como “[the] perception of the possibilities inherent in a situation”; por ejemplo, cuando una persona ve a otra persona perderse un peldaño en la escalera e intuye que se va a caer (139-142). En varios artículos, Jung enfatiza que la psique no consta de la conciencia sólo; también el inconsciente forma parte de ella. En “On the Nature of the Psyche”, ofrece una definición general del inconsciente y su contenido: The unconscious depicts an extremely fluid state of affairs: everything of which I know, but of which I am not at the moment thinking; everything of which I was once conscious but have now forgotten; everything perceived by my senses, but not noted by my conscious mind; everything which, involuntarily and without paying attention to it, I feel, think, remember, want and do; all the future things that are taking shape in me and will sometime come to consciousness; all this is the content of the unconscious. (185) Según su perspectiva, el inconsciente es el conjunto de todas las percepciones e ideas que no están activas en la conciencia, más las cosas potenciales que todavía no han entrado en la esfera de la conciencia. Entonces, el concepto junguiano de la psique abarca la conciencia y el inconsciente, y él insiste en la importancia de ambos en su funcionamiento. Jung identifica otro elemento importante en su entendimiento de la psique, y es el concepto de la energía psíquica, también llamada libido (Huelga decir que, contrario a la teoría de Freud, Jung no emplea este término para referirse exclusivamente a la energía sexual). Según

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su propia interpretación, ocurren conflictos dentro de una persona, que a su vez crean energía psíquica, y ésta continúa como una fuerza activa dentro de la psique. El movimiento de esta energía se describe en los procesos de progresión y regresión. Jung define la progresión como el avance diario en el proceso de adaptación psicológica que consiste en la satisfacción continua de las exigencias de las condiciones del ambiente (“Psychic” 32). En el esfuerzo para lograr esta adaptación, la pareja de opuestos, el inconsciente y la conciencia, se unen para fluir en una manera coordinada en los procesos psíquicos. Además, es durante los períodos de progresión que un individuo experimenta los sentimientos de vitalidad y le parece que todo en el mundo es bueno y agradable. Durante los períodos de progresión, la energía psíquica, o el libido, se mueve desinhibido del inconsciente hacia la conciencia, en una manera creativa y con confianza. Jung define la regresión como lo opuesto de la progresión en el sentido que, en la regresión, aparece un obstáculo en el fluir de la energía psíquica que no puede ser superado inmediatamente, y resulta en la ruptura del equilibrio entre la pareja de opuestos. Debido al hecho que es este equilibrio de la psique lo que permite que el libido se adelante en la progresión, la ruptura de tal equilibrio en la regresión produce una obstrucción del libido, que produce discordancia interna en la psique del individuo. Como un dique que impide el fluir del agua en un río, la energía no tiene una salida; el resultado es que la energía psíquica se acumula y eventualmente retrocede de la conciencia hacia las profundidades del inconsciente (Progoff 6465). Jung postula que estos procesos de progresión y regresión cooperan juntos para llevar a cabo la adaptación del individuo ambos al mundo exterior y al interior. La conciencia y la persona Con esta explicación de la actividad que ocurre en la psique del ser humano, es posible emprender una discusión de su contenido. Con respecto a los elementos que constituyen la

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psique, Jung propone que la psique consta de tres niveles distintos: la conciencia, el inconsciente personal y el inconsciente colectivo. En la psicología junguiana, la conciencia es el nivel más exterior y más frágil de la psique donde residen las actitudes empleadas por el individuo en sus relaciones con el ambiente externo. Jung señala que la conciencia tiene una relación especial con el ego en el sentido de que el ego es como el centro de la esfera de la conciencia. Es el elemento con el cual todo el contenido consciente está relacionado; o sea, el ego sirve como el sujeto de todos los actos personales de la conciencia (“Ego” 3). En otras palabras, Jung considera la conciencia como el lugar donde reside el ego, y es este ego que se reconoce como la fuerza reguladora por la cual el individuo percibe sus experiencias conscientes: As it functions in the psyche, the Ego is the focus or midpoint of consciousness and has available a sum of psychic energy around which is constellated a variety of psychic contents, mainly in the form of conscious attitudes. It is this Egocomplex that reacts to the experiences of the individual’s life in terms of consciousness, and it is also with which the Persona is identified. (Progoff 85) Según Jung, la persona es otro elemento importante en la conciencia en el sentido de que orienta y regula la interacción entre el individuo y la sociedad. La palabra persona viene del latín y durante la época del teatro greco-romano, se refería a las máscaras que llevaban los actores. Estas máscaras teatrales le ayudaban al público antiguo a identificar a los actores como personajes buenos o malos; también funcionaban como un tipo de megáfono que llevaba la voz de los actores a los rincones más lejanos en el anfiteatro. Pascal observa que esta función de las máscaras facilitaba la comunicación entre el actor individual y el público (47). Basándose en el origen antiguo, Jung también utiliza el término persona para describir un fenómeno de la conciencia. Según él, “the persona is a complicated system of

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relations between the individual consciousness and society, fittingly enough a kind of mask, designed on the one hand to make a definite impression upon others, and, on the other, to conceal the true nature of the individual” (“Anima” 82). A continuación, Jung mantiene que la persona no representa la verdad, sino que sirve como un compromiso entre el individuo y la imagen que la sociedad espera de él: “Society expects . . . every individual to play the part assigned to him as perfectly as possible” (82). Con respecto a la identidad del individuo y su participación en la sociedad, Jung afirma que “no one could completely submerge his individuality in these expectations; hence the construction of an artificial personality becomes an unavoidable necessity” (82). Entonces, la persona es una construcción artificial cuya función reside en su capacidad para facilitar la identificación de un individuo por la sociedad y para regular su interacción con ella. Es la cara que uno proyecta hacia la sociedad para poder participar en ella. Por un lado, parece superficial e insincera crear una representación artificial de la personalidad para que enmascare ciertos aspectos auténticos de la identidad en favor de proyectar otros aspectos más deseados por la sociedad. Sin embargo, el propósito más importante de la persona es que le permite al individuo proteger los niveles más profundos de su psique del impacto producido por los conflictos sociales. Varios analistas junguianos interpretan este concepto al decir que, debido a su papel como mediador entre el ego y el mundo exterior, en realidad la persona es un elemento vital de la personalidad que provee la protección necesaria para el ser interior. Además, la persona es un elemento saludable en la conciencia con tal de que, primero, exprese la individualidad verdadera del hombre o de la mujer, y que, segundo, esta individualidad se adapte en una forma libre de la convencionalidad consciente. Esto quiere decir que nuestra individualidad debe tomar en serio las exigencias de la sociedad sin ocultarse por completo en el esfuerzo para satisfacer tales exigencias. Pascal añade que, en la formación de la

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persona, es importante que el individuo no trate de convertirse en algo que esencialmente no lo es (51). Entonces, la persona es un aspecto necesario de la psique para la expresión de la individualidad en una manera aceptable dentro de las relaciones sociales. Sin embargo, por todo lo bueno que se puede encontrar en ella, la persona también puede crear problemas para el individuo. Jacobi observa que “it can, however, because of the very ease with which one is able to conceal his real nature behind such an habitual means of adjustment, become a danger. Then it stiffens, becomes automatic and, in the real meaning of the word, a grown-on mask, behind which the individual shrivels and runs the risk of becoming ever more empty” (24). Jacobi continúa su análisis comparando la persona con la piel del cuerpo humano: cuando está bien de salud y flexible, se permite que las células y los tejidos respiren y florezcan; pero cuando pierde su flexibilidad y se transforma en una epidermis rígida, todo lo vivo debajo de la superficie empieza a atrofiarse. Como nota Pascal, “when the mask freezes over and cannot come off, the individual beneath will sooner or later just smother and waste away, and invariably suffer deep psychic misery” (53-54). En la narración de Mientras vivimos, Regina Dalmau ha formado una persona basada en las expectativas de sus lectores, y su identificación excesiva con ella le pone en el mismo peligro que describe Pascal. Después de haberse identificado con su persona por casi tres décadas, Regina se da cuenta de que no es una representación rigurosa de quién es y empieza la lucha por descubrir su ser auténtico. El inconsciente y los arquetipos Según Jung, la conciencia consiste en todas las actitudes e ideas que el individuo utiliza en su contacto con el mundo exterior. En contraste, el inconsciente es la regíon de la psique más remota cuyo contenido, a pesar de que influya el comportamiento y el desarrollo psíquico, no se percibe con facilidad. Según su entendimiento de la estructura de la psique, Jung postula que el

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inconsciente está dividido en dos partes: el inconsciente personal y el colectivo. El inconsciente personal reside bajo la superficie de la conciencia y la materia contenida allí resulta de los eventos que ocurren en la vida del individuo y de los procesos instintivos que forman la personalidad. Porque esta materia tiene su origen en el ego y las experiencias de una persona, el contenido del inconsciente personal es distinto e individual para cada ser humano. En su discusión del inconsciente personal, Progoff comenta que está allí donde se encuentran “those psychic contents that have been repressed from consciousness, deliberately or unconsciously forgotten, and also those drives and desires that have not reached consciousness” (66). Además, Jung afirma que la persona que quiere ampliar las fronteras de su conciencia “must inevitably bring into consciousness the contents of the personal unconscious”, un proceso difícil e incómodo, “which is why these wishes, memories, tendencies, plans, etc., were repressed [in the first place]” (“Relations” 148-149). Aunque tenga la propensión de causar dolor emocional y psicológico para una persona, Jung propone que es importante que una persona se enfrente con el contenido de su inconsciente personal para integrarlo en la consciencia porque al hacerlo, el individuo experimenta los sentimientos de vitalidad que resultan de la progresión de la energía psíquica. En Mientras vivimos, la figura de Regina presenta la oportunidad para observar este esfuerzo por incorporar en la conciencia el contenido doloroso del inconsciente personal, y por medio de ella, es posible ver el resultado positivo que se produce en su personalidad. Según la teoría de Jung, el inconsciente colectivo es el nivel más complejo en la psique, pero también es la parte más fascinante. Sus ideas sobre este nivel del inconsciente y la manera en que funciona, son el resultado de sus observaciones durante el análisis de la pintura de pintores que lo visitaron, de la escitura de varios escritores, y de los sueños de sus pacientes. En su análisis, utiliza su conocimiento extensivo de varios tipos de mitología (la griega, la celta, la

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china, la egipcia y la de varias tribus amerindias entre otras), la antropología, los símbolos religiosos y el arte antigua. Fordham explica la perspectiva de Jung al decir que la interpretación de los sueños revela una multitud de símbolos e imágenes mitológicas con los cuales el ser humano no tiene ningún conocimiento previo, y escribe que estas imágenes vienen del inconsciente colectivo cuando salen en los sueños, representando el impulso creador y la expresión de emociones (25-26). Cada cultura del mundo tiene, o tenía, sus propios mitos culturales por medio de los cuales intenta explicar y resolver fenómenos mundiales que no entiende. Ejemplos de tales mitos incluyen los de la creación del mundo, los del amanecer y el anochecer, los del cambio de las estaciones, etc. En esencia, Jung mantiene que la manifestación de estos mitos, igual que en los sueños y la fantasía, surge del inconsciente, y la existencia de semejanzas indudables entre la forma de los mitos de varias culturas confirma su propósito de que todos los seres humanos comparten un inconsciente que tiene que ser “colectivo”. Goldbrunner concretiza esta idea al escribir que debajo del inconsciente “there is a stratum of the psyche which the individual received as part of his inheritance as a member of the human race. It is common to all human beings, to all peoples, to the whole of humanity; it is ‘collective’” (61). Esta idea de la colectividad del inconsciente forma gran parte de la psicología de Jung y, según su perspectiva, crea un vínculo entre las psiques de cada ser humano. En relación con la conciencia y el inconsciente personal, el inconsciente colectivo se define como el nivel más profundo en el cual no se encuentra ninguna huella de lo personal. Con respecto a los símbolos antiguos producidos en los sueños, Jung afirma que constituyen la herencia psicológica común del género humano. En Man and His Symbols, Henderson profundiza la conexión entre las imágenes de los sueños y la psique humana:

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The analogies between ancient myths and the stories that appear in the dreams of modern [man] are neither trivial nor accidental. They exist because the unconscious mind of modern man preserves the symbol-making capacity that once found expression in the beliefs and rituals of the primitive. And that capacity still plays a role of vital psychic importance. In more ways than we realize, we are dependent on the messages that are carried by such symbols, and both our attitudes and behavior are profoundly influenced by them. (107) Entonces, la psique de cada individuo tiene la capacidad para producir, en los sueños o en la fantasía, los símbolos antiguos, y estos símbolos son importantes con respecto a su comportamiento y sus actitudes. Es por medio del concepto del arquetipo que Jung sintetiza la relación entre los símbolos mitológicos antiguos y el desarrollo psíquico que ocurre en el inconsciente. El término “arquetipo” tiene su origen en la escritura de Platón, y Jung lo emplea para referirse a las imágenes primordiales cuyo carácter arcaico se reconoce en sus rasgos mitológicos: [Archetypes are] the qualities which have been imprinted on our spiritual inheritance. All the experiences of all the ages have been deposited in the archetypes. They are the condensation of all that recurs in history, typical forms of human outlook on life. They preserve the oldest feelings and thoughts of the human race. Archetypes are the formulation of the results of innumerable typical experiences of our ancestors; they are a cross section of millions of experiences. (Goldbrunner 106)

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Es posible concluir que por medio del desarrollo de la psique en la evolución del ser humano, todas estas experiencias se sumergieron en el inconsciente colectivo y se convirtieron en arquetipos. Jung mantiene que es imposible experimentar los arquetipos en sí. Simplemente, su contenido se manifiesta en las imágenes arquetípicas que surgen del inconsciente colectivo (“Nature” 226-227). Son estas imágenes arquetípicas, con su carácter mitológico, que cada persona percibe y experimenta cuando llegan al nivel de la conciencia, por medio de su manifestación en los sueños y en la fantasía, o por su proyección en otras personas. Con respecto al término “proyección”, Jung la define como la expulsión de algún contenido subjetivo en un objeto exterior. Añade que, con frecuencia, este contenido es doloroso para el individuo y que no es compatible con ni accesible a su conciencia (“Definitions” 457-458). En su discusión de los arquetipos, Jung postula que hay una legión de imágenes arquetípicas, y que entre los más comunes son las del héroe, del niño, de la Gran Madre, del sabio viejo y del burlador. Para el análisis de Mientras vivimos, es necesario discutir los arquetipos del niño, el animus y la Gran Madre, para entender el funcionamiento de la psique de Regina en el proceso de la individuación. En “The Psychology of the Child Archetype”, Jung afirma que el arquetipo del niño no es sólo una representación tradicional de un niño o de una niña, sino que es una “manifestación del inconsciente” en la que la psique espontáneamente experimenta una visión. Por lo tanto, el arquetipo del niño puede manifestarse en la psique humana en una variedad de maneras; por ejemplo, puede tomar la forma de un/a joven, el hijo de un rey o una bruja con características demoníacas, animales como el caimán o la serpiente, una flor, una joya, o un huevo dorado. Además, Jung observa que el arquetipo del niño aparece con mucha frecuencia en el proceso de individuación cuando la personalidad del individuo madura. A pesar de la forma que tome, la

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apariencia del arquetipo en la psique de una persona sirve para introducir en la conciencia algún contenido inconsciente con el que aquélla necesita enfrentarse (121-123). En su intento de concretizar el concepto del arquetipo del niño, Jung lo describe como una representación de ciertas cosas de la niñez que uno se ha olvidado. También, escribe que la manifestación de este contenido olvidado resulta de una falta de compatabilidad con el pasado y el presente; es decir que hay un conflicto entre el estado mental actual de una persona y el de su niñez. Según él, “such dissociations come about because of various incompatibilities; for instance, a man’s present state may have come into conflict with his childhood state, or he may have violently separated himself from his original character in the interests of some arbitrary persona more in keeping with his ambitions” (“Child” 125). Entonces, el individuo se convierte en una figura insincera y artificial que no refleja su identidad auténtica. Jung identifica la función del arquetipo del niño como el intento de compensar o corregir esta condición de falsedad, y mantiene que la psique activa el arquetipo del niño para que la conciencia confronte estos aspectos de su identidad verdadera. En su discusión de este arquetipo, Jung afirma que uno de sus rasgos más importantes es su relación especial con el futuro. Según él, “the child is potential future . . . the ‘child’ paves the way for a future change of personality. In the individuation process, it anticipates the figure that comes from the synthesis of conscious and unconscious elements in the personality” (“Child” 127). En otras palabras, el arquetipo del niño no sólo manifiesta varias cosas olvidadas de la niñez de una persona, sino que también sirve para señalar y facilitar la transición que ocurre en la psique. La manifestación del arquetipo del niño indica que uno está en el proceso de reconciliar el estado infantil con el actual para resolver la discordia y la discrepancia que existe entre ellos. La manifestación del arquetipo del niño es un símbolo de totalidad psíquica porque se refiere a la

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integración de la conciencia con el inconsciente. En la novela Mientras vivimos, la psique de Regina activa el arquetipo del niño, y utiliza la figura de Judit para proyectar y representar el contenido de su propia juventud que se ha olvidado. Es decir, el personaje de Judit sirve como una manifestación del arquetipo del niño, y le provee a Regina la oportunidad para enfrentarse con los eventos y las emociones que ésta experimentó durante su juventud, de modo que ella pueda reflexionar sobre ellos y resolver la discordia que existe entre ellos y su estado mental actual. Otro arquetipo importante en la teoría de Jung es el animus. Considerada como una de sus contribuciones más significativas en la psicología femenina, Jung concibe el animus como el componente arquetípico contrasexual en la psique de cada mujer; o sea, el animus representa el hombre interior que reside en la psique femenina (Jung también identifica el anima como la mujer interior que reside en el inconsciente de cada hombre). Antes de explicar el animus y su función, primero es necesario elucidar los principios que Jung utiliza para describir la orientación general de la conciencia del hombre y la de la mujer. Sus ideas giran alrededor de los términos griegos eros y logos. Eros corresponde a la orientación de la consciencia de la mujer y logos se usa para describir la del hombre. En la mitología griega, Eros es el hijo de Afrodita, la diosa del amor, la belleza y la armonía. Como una extensión de ella, Eros es un agente mítico que representa la condición femenina en la cual se percibe una íntima conexión entre los seres humanos y la naturaleza. Esta condición, o relación, entre personas y naturaleza, es un fenómeno espontáneo y personal que está basado en la emoción. Por consiguiente, el principio de eros es utilizado para explicar el funcionamiento y la orientación de la conciencia de la mujer con respecto a la intimidad entre personas, la creación de lazos emocionales y la solidaridad percibida entre todas las criaturas, las plantas y la madre naturaleza. En contraste con eros, el

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principio de logos se define por su capacidad de discernir y discriminar. En griego, logos significa palabra, verbo, ciencia, razón y abstracción; todos sustantivos que promuevan la investigación y el análisis. En el inconsciente, donde todas las cosas siempre se juntan y se mezclan, el principio de logos “throws a celestial solar light on things in the dark . . . enabling us to see distinct forms and shapes in all of their separateness, individuality and differentiation” (Pascal 147-151). A diferencia de eros, que se enfoca en la conexión emocional y física entre las cosas vivas, el propósito de logos es completamente cerebral porque sirve para facilitar la investigación, la reflexión y el análisis con discernimiento. Según Jung, la conciencia de la mujer se caracteriza por el principio de eros, pero su animus, por ser una entidad contrasexual, opera bajo el principio de logos. En su teoría del animus, Jung lo describe como el hombre interior que reside en la psique femenina. Sin embargo, sus comentarios acerca del funcionamiento del animus afirman que, en realidad, este arquetipo no aparece como sólo una figura, sino como una pluralidad de personas. En su artículo “Anima and Animus”, escribe que el animus “is rather like an assembly of fathers or dignitaries of some kind who lay down incontestable, ‘rational’ . . . judgments” (“Anima” 96). Sobre la validez de tales juicios, Jung mantiene que “these exacting judgments turn out to be largely sayings and opinions scraped together more or less unconsciously from childhood on, and compressed into a canon of average truth, justice, and reasonableness, a compendium of preconceptions which, whenever a conscious and competent judgment is lacking . . . instantly obliges with an opinion” (96). Entonces, cuando se manifiesta, el animus no se comporta como sólo un hombre, sino que parece que hay varias figuras masculinas que siempre están dispuestas a proveerle a la mujer ideas y opiniones basadas en suposiciones inconscientes, y no en la evidencia indiscutible, que

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influyen en la psique y en el comportamiento de ella. Porque llevan consigo una convicción intensa, estas opiniones resultan en principios cuya validez parece insuperable. Fordham ofrece algunos ejemplos de tales opiniones cuando escribe que una mujer, bajo la influencia del animus, puede criticar a sus vecinos; destrozar, sin evidencia, el carácter de cualquier desconocido; o dirigir comentarios despreciativos a su familia y a las personas con quienes trabaja (57). Para justificar sus opiniones y condenas, una mujer poseída por su animus mantiene que son beneficiosas para el destinatario de sus comentarios. Además, las opiniones expresadas por la mujer bajo la influencia de su animus contienen un carácter de firmeza y finalidad que le dejan sumamente convencida de la validez de ellas; o sea, para la mujer, no cabe la menor duda de la veracidad de sus opiniones. Cuando ocurre esto, el resultado son problemas de malentendimiento e interpretaciones equivocadas entre ella, sus amigos y su familia. En “The process of individuation”, von Franz discute esta idea de la “posesión” por parte del animus: Whenever one of these personifications of the unconscious takes possession of our mind, it seems as if we ourselves are having such thoughts and feelings. The ego identifies with them to the point where it is unable to detach them and see them for what they are. One is really ‘possessed’ by the figure from the unconscious. Only after the possession has fallen away does one realize with horror that one has said and done things diametrically opposed to one’s real thoughts and feelings. (193) Cuando está poseída por su animus, la mujer está indefensa frente a su poder y no está capaz de analizar sus experiencias y sus pensamientos en una manera que le ayude. En esencia, está llevado por el corriente de influencia que su animus ejerce sobre ella.

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Otro aspecto notable en el arquetipo del animus es el hecho de que una mujer puede proyectarlo a los hombres que se encuentran en su vida. Fordham observa que “in the course of normal development the animus becomes projected on to many male figures, and when this projection has been made, a woman takes for granted that a man is as she sees him (i.e. in the guise of the animus), and it is almost impossible for her to accept him as he really is” (56). Esta proyección puede realizarse en la figura de cualquier hombre con quien tiene contacto; no importa ni su edad ni sus características inherentes. Debido a la proyección, la mujer no puede verlo como realmente es, y el animus influye sobre su interpretación de la interacción que tiene con él. Por todas sus opiniones irracionales y bélicas, el animus también tiene el potencial para beneficiar la psique de la mujer si logra integrarlo en su conciencia. Jung señala que, por medio del proceso de la individuación, el contenido del animus puede ser integrado en la conciencia de la mujer para darle la capacidad para reflexionar sobre su personalidad y las imágenes que surgen del inconsciente colectivo (“Syzygy” 16). En este sentido, el principio de logos en el animus puede servirle a la mujer en su interpretación de lo que ocurre dentro y fuera de sí misma. Fordham señala que hay ciertas situaciones en que la mujer necesita el valor y la agresividad que provee el animus y dice que si la mujer “really attempts to understand . . . critically [the generalized opinions produced by him] she may find something of value in them” (58). Entonces, el animus puede ayudarle a buscar su propio conocimiento y verdad, y puede servir como un guía en el análisis de, y la reflexión sobre, el contenido de su propia psique. El término logos tiene su origen en el griego donde significa “palabra”, y esta traducción está relacionada con el papel creador del animus. Jung describe esta idea en “Anima and Animus” cuando escribe que el animus “is also a creative and procreative being, not in the

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sense of masculine creativity, but in the sense that he brings forth something we might call . . . the spermatic word. Just as a man brings forth his work as a complete creation out of his inner feminine nature, so the inner masculine side of a woman brings forth creative seeds” (98). Esta idea de crear y procrear presenta una posibilidad muy interesante con respecto al desarrollo de la psique. El funcionamiento del animus nos sugiere que si la mujer puede alejarse de sus opiniones para analizarlas críticamente y para evaluar las imágenes arquetípicas que le están apareciendo, su animus puede servirle como un guía en la creación y la formación de su propia identidad. En otras palabras, la naturaleza creadora del animus puede fomentar el esfuerzo de la mujer para harmonizar los dos lados de su psique, el conciente y el inconsciente, y así ayudarle con el desarrollo de su personalidad. Esta observación resulta muy importante en la discusión de Mientras vivimos, porque en la narrativa hay tres hombres importantes en la vida de Regina cuya influencia tiene un papel significativo en su esfuerzo por enfrentarse con la verdadera fuente de su crisis. Otro arquetipo que Jung observa en el inconsciente colectivo es el de la Gran Madre, también conocido como la madre chthonic. En “The Mother Archetype”, Jung escribe que el arquetipo de la madre puede manifestarse en una gran variedad de formas; las importantes son: la madre de una persona, la abuela, la madrastra, la suegra y en realidad, cualquier mujer con quien existe una relación semejante. Este arquetipo tiene las cualidades de “maternal solicitude and sympathy; the magic authority of the female; the wisdom and spiritual exaltation that transcend reason; any helpful instinct or impulse; all that is benign, all that cherishes and sustains, that fosters growth and fertility” (110). Pascal observa que este arquetipo tiene sus raíces en el principio de eros porque su esencia consiste en una conexión íntima con la tierra, el deseo de nutrir y animar a otras personas, el de dar a luz y el de mantener las relaciones y los lazos

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emocionales entre todas las criaturas del mundo. Según él, este arquetipo “[wants to] express through us the Eros principle of instinctual friendliness, bonding and oneness with all creatures and plants and the Earth herself” (149). Varios críticos proponen que, después del animus, el arquetipo de la Gran Madre tiene la probabilidad de llegar a ser un factor bastante influyente en la vida de una persona. Como la persona y el animus, el arquetipo de la Gran Madre tiene la posibilidad de funcionar en una manera positiva o negativa. Su función positiva resulta en una capacidad infinita para amar, intuir, ayudar y proteger, que representan su propensión a nutrir y servir. Sin embargo, como el refrán que se refiere a la ira de una mujer menospreciada, esta figura es capaz de causar problemas muy graves para la persona que la ignora o que la reprime. Según Fordham, el arquetipo puede convertirse en una fuerza destructiva por medio de insistir que todos dentro del círculo de influencia sean sus “niños” indefensos o que dependan de ella en alguna manera (61). Esta forma de tiranía, aunque sea sutil, tiene el resultado de destruir la personalidad de la otra persona y romper la harmonía tan importante en su función positiva. Además, Pascal observa que cuando uno ignora a la Gran Madre, ella se convierte en una fuerza significativa con quien el individuo tiene que enfrentarse; cuando una persona no cultiva una relación positiva con las cosas del mundo material feminino, el arquetipo se manifiesta en la psique tomando la forma de la compulsión, el materialismo, los celos, la manipulación y el control (149-150). Estas representaciones del arquetipo de la Gran Madre presentan los dos lados de su naturaleza, el benigno y efímero, o el destructivo. En el análisis de Mientras vivimos, la figura de Teresa encarna el arquetipo de la Gran Madre en el sentido de que actuaba como una sustituta de la madre de Regina porque se encargaba de educar y animar a Regina durante las horas que pasaron juntas. Teresa le enseñaba

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lecciones importantes relacionadas con su talento para escribir y le guiaba en su esfuerzo por pulir su escritura. También, era la única mujer que le mostraba cariño y amor maternos a Regina. Cuando se entera del adulterio que ocurrió entre su mentora y su padre, Regina la abandona y veinte años después, experimenta los efectos destructivos que resultan de la represión del arquetipo de la Gran Madre. Individuación En su discusión de las etapas de la vida, Jung identifica un cambio extraordinario que ocurre entre la primera mitad de la vida y la segunda cuando una persona retira su enfoque y su atención del mundo exterior y los dirige hacia dentro, hacia su propia psique. En “The Relations Between the Ego and the Unconscious”, Jung propone que el proceso es distinto e individual para cada ser humano cuando escribe que “therefore, [it] can only mean a process of psychological development that fulfills the individual qualities given; in other words, it is a process by which a man becomes the definite unique being he in fact is” (182). Con respecto a este proceso de desarrollo, Jung afirma que consiste en la integración del contenido inconsciente en la conciencia, lo que resulta en la transformación de la personalidad en una más intensa y vital (“Nature” 223-224). Entonces, el proceso de individuación es el medio por el cual todas las cualidades de una persona, tanto las conscientes como las inconscientes, se integran, así culminando en la percepción y el desarrollo de su ser auténtico. En The Way of Individuation, Jacobi ofrece su perspectiva sobre la individuación y lo describe como un proceso de desarrollo psicológico que representa la progresiva maduración de la psique humana hasta el punto que el contenido del inconsciente pasa a ser consciente (132). Esta transferencia resulta en la capacidad del individuo para utilizar sus experiencias y

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emociones personales, en combinación con las imágenes arquetípicas, en el esfuerzo para establecer, o dejar que se establezca, su identidad auténtica: The more he perceives his unconscious qualities, qualities which either appear personified in the material of his dreams and fantasies or manifest themselves in projection on definite persons, the greater is his chance of gaining self-knowledge and accepting these projections as part of himself, withdrawing them and thus extending his scope of his field of consciousness. (93) Jung no cree que todas las personas sean capaces de emprender el proceso de individuación, pero mantiene que el individuo que trata de hacerlo sí puede lograr una conciencia más elevada de sí mismo. Jung también discute los eventos que desencadenan el proceso de individuación. Según él, el ímpetu para la individuación pueden ser factores externos que proveen la ocasión para ello, pero con más frecuencia son opiniones y convicciones internos que el individuo no puede ignorar ni resistir. En sus comentarios, Jung enfatiza la importancia de los factores internos y explica que tienen su origen en el inconsciente como procesos interiores que sirven un papel de compensación en relación con la conciencia; son todos los elementos necesarios para el funcionamiento y la regulación de la psique. Al iniciar el proceso de individuación, estos procesos llegan al nivel de la conciencia. Cuando ocurre esto, le parecen a la persona como una erupción inesperada de contenido bastante extraño, pero Jung afirma que, en realidad, “the irruption has been preparing for many years, often for half a lifetime” (“Relations” 184-185). En este momento, es la responsabilidad de la persona empezar a enfrentarse con este contenido que ha surgido de su inconsciente y reflexionar sobre ello para integrarlo en su personalidad.

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Otra faceta de la individuación que discute Jung son los pasos generales que son necesarios para cumplir con ella. Según su entendimiento, el primer contenido que emerge en la conciencia viene del inconsciente personal del individuo y consiste en “the not consciously recognized personal motives . . . , or the meanings of daily situations which we have overlooked, or conclusions we have failed to draw, . . . or criticism we have spared ourselves” (“Relations” 187). Goldbrunner intenta concretizar estos pasos y dice que el primero es el distanciamiento del individuo de su persona. A pesar de ser necesaria en las relaciones sociales, la persona todavía es una entidad construída cuya naturaleza no es auténtica. Por reconocer su persona y tratar de distanciarse de su inautenticidad, el individuo puede esforzarse para alcanzar una armonía entre la vida interior y la exterior, y puede representar al mundo exterior lo que realmente es por dentro (121). El segundo paso de la individuación es la integración del contenido de la sombra en la conciencia. Jung define la sombra como todas las cualidades negativas y oscuras que residen en el inconsciente personal del individuo, manifestándose sólo por medio del comportamiento de otras personas. Esto quiere decir una persona no reconoce sus propias imperfecciones y debilidades, pero sí las proyecta en otras personas y les atribuye a esas personas todo lo negativo y lo malo que niega en sí mismo/a. En relación con el proceso de individuación, Hopke escribe que “to bring the shadow to consciousness depotentiates it, as Jung would say, deprives it of its power, since consciousness-raising drags all the shadow’s long-hidden impulses and fantasies into the realm of moral choice” (82). En este sentido, el individuo trae el contenido de su sombra a la luz de la conciencia donde pierde su influencia y control. Cuando estas opiniones o imágenes llegan al nivel de la conciencia, traen consigo verdades y emociones que pueden resultar dolorosas y difíciles de aceptar. Jung mantiene que al individuo no le queda otra opción salvo aceptarlas y permitir que formen parte de su personalidad consciente:

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In this way there arises a consciousness which is no longer imprisoned in the petty, oversensitive, personal world of the ego, but participates freely in the wider world of objective interests. This widened consciousness is no longer that touchy, egotistical bundle of personal wishes, fears, hopes, and ambitions which always has to be compensated or corrected by unconscious countertendencies; instead, it is a function of relationship to the world of objects, bringing the individual into absolute, binding, and indissoluble communion with the world at large. (187-188) Es decir que una persona tiene que reconciliarse con el contenido de su inconsciente personal, con todas las ideas, emociones y memorias reprimidas, y hacer eso le permite enterarse en asuntos más universales que afectan a toda la raza humana. Después del surgimiento del contenido del inconsciente personal, el del inconsciente colectivo emerge en la conciencia, representando el paso más difícil en el proceso de la individuación: el de analizar y asimilar el contenido de las imágenes arquetípicas en la consciencia (Jacobi 92-93). Según Jung, debido a su naturaleza colectiva, este contenido no se preocupa por los motivos personales, sino por las relaciones con la sociedad, y en este sentido el proceso de individuación beneficia al individuo y la sociedad en general. Jung observa una gran cantidad de símbolos religiosos y mitológicos que representan el proceso de individuación. El más importante es el mandala. En su Diccionario de símbolos, Cirlot define un mandala como una representación que sirve “como [un] instrumento de contemplación y concentración” que “ayuda para precipitar ciertos estados mentales y para ayudar al espíritu a dar ciertos avances en su evolución” (304). Todos los mandala son diferentes e individualizados por el carácter único de cada ser humano, pero se encuentran en el arte de casi

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todas las culturas y manifiestan “la situación psíquica de su autor” (305). En Man and His Symbols, von Franz observa que hay dos aspectos importantes del simbolismo del mandala: The mandala serves a conservative purpose – namely, to restore a previously existing order. But it also serves the creative purpose of giving expression and form to something that does not yet exist, something new and unique. The second aspect is perhaps even more important than the first, but does not contradict it. For, in most cases, what restores the old order simultaneously involves some element of new creation. In the new order the older pattern returns on a higher level. The process is that of the ascending spiral, which grows upward while simultaneously returning again and again to the same point. (225) Entonces, el mandala mantiene cierta estructura y cierto orden mientras, a la vez, sirve un propósito creador que expresa una condición que no existía antes. En este sentido, la imagen del mandala se considera como una manifestación del proceso de individuación y su presencia en los sueños o en el arte señala que una persona está en medio de este proceso. La narrativa de Mientras vivimos ofrece la representación de algunos mandala, o símbolos de integración y unidad, cuya manifestación tiene un significado importante con respecto al proceso de la individuación que ocurre en la novela.

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CAPÍTULO 2 ANÁLISIS DE MIENTRAS VIVIMOS En el análisis de la literatura existe una gran variedad de teorías y modos de pensamiento que le permiten al crítico, o a la crítica, investigar y reflexionar sobre una obra en un esfuerzo para entenderla y explicarla. Como resultado de esta variedad, ciertas teorías explican mejor ciertas obras y otras teorías resultan más apropiadas para el análisis de otras. Cuando las teorías de Jung son utilizadas para analizar la literatura, sus ideas proveen una manera para observer e investigar la representación del desarrollo psíquico que aparece en ciertas obras. Con respecto a la investigación de Mientras vivimos, las ideas de Jung sirven como una herramienta inestimable para analizar a los pesonajes y los eventos de la novela, y así entender el significado más profundo de la obra. Por medio de las teorías de las etapas de la vida, de los arquetipos y del proceso de individuación, es posible observar que en esta narrativa la interacción entre los personajes sirve para manifestar el contenido del inconsciente de la protagonista y los esfuerzos de ella para integrarlo en su conciencia. En este sentido, Mientras vivimos es una representación literaria del esfuerzo de la psique de una mujer para llegar a concocerse a sí misma, lo que Jung mantiene que es la meta más importante en la vida del ser humano. Las etapas de la vida: Judit y Regina Como se ha dicho anteriormente, Jung identifica cuatro etapas en la vida del ser humano: la niñez, la juventud, la madurez y la vejez. En Mientras vivimos, la figura de Judit sirve como una representación de una persona en la etapa de la juventud. Su padre murió pocos días antes de

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que naciera la chica, y al comienzo de la novela la chica vive en un barrio pobre de Barcelona con su madre y su hermano mayor. Judit llama a este barrio “la zona muerta” y lo odia por sus “pequeños comercios” y “bloques de viviendas” cuyos edificios “se apiñan . . . [y] parecen apoyarse unos en otros para protegerse de la degradación” (9-10). Para ella, la zona muerta simboliza la pobreza y el estancamiento, y por eso quiere escaparla. Su madre, Rocío, trabaja en el ateneo popular, y su hermano Paco es enfermero en un hospital público. A diferencia de Judit, están contentos con el tipo de vida que tienen en esa parte de la ciudad. Según Judit, ellos “no pueden entender su rechazo” de las condiciones de su barrio, y ella tampoco “comprende su conformismo” (11). Las relaciones entre la familia no son íntimas y, como resultado, Judit se siente sola en su deseo de mejorar la calidad de su vida. Como estudiante en el instituto, la muchacha sacaba muy malas notas, y cuando tenía quince años, decidió no continuar con sus estudios. En su opinión, la educación que recibía allí era una pérdida de tiempo y “se le agostaba su talento natural” en ese lugar (41). Ni su madre ni su hermano insistió en que siguiera con sus estudios, sino que aceptaron con facilidad su decisión de terminar la educación formal. Cuando se retiró del instituto, Judit les prometió buscar trabajo, y en este momento, es posible observar las ideas de Jung sobre la etapa de la juventud en el comportamiento de la chica. Aunque todavía esté en la pubertad, Judit ha completado, o más bien ha abandonado, sus estudios en el colegio para empezar la transición hacia el mundo laboral. Como una persona muy joven y con poca educación, le resulta bastante difícil encontrar un puesto que le guste; “ha sido empaquetadora de regalos en Navidad, vendedora a domicilio de pólizas de seguros, ha cuidado niños en una guardería, ha intentado hacerse experta en informática y ha enseñado pisos por cuenta de una agencia” (11). A pesar de que Judit no tuviera éxito en ninguno de estos trabajos, todavía sirven para afirmar las ideas de Jung en el sentido de

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que representan el esfuerzo de la joven para establecerse en una carrera y encontrar su lugar en el mundo laboral. Sin embargo, la dificultad que experimenta Judit en su búsqueda de trabajo no resulta de una falta ni de determinación ni de ambición. Al contrario, el narrador explica que la muchacha sí posee la motivación necesaria para labrarse un porvenir en la sociedad: El motor que la empuja es la ambición. No una ambición cualquiera, el ansia genérica de dinero, fama y poder que en algún momento nos conmociona a todos, sino la ambición muy concreta de ser alguien dotado de una singularidad tal que borre para siempre el lugar de donde procede y la herencia de su sangre. Quiere reinventarse, o mejor podríamos decir que quiere reencarnarse, y lo relevante de su determinación es que sabe en quién e intuye el cómo, y sólo el tiempo que transcurrirá hasta que lo consiga ocupa la mínima parcela de su pensamiento dedicada a la duda. (17) Entonces, Judit no es una joven vagando por la vida sin dirección ni objetivos; es una persona motivada por su deseo de superar su alcurnia humilde y pobre para convertirse en alguien completamente diferente. Más que nada, lo que quiere Judit es llegar a ser una escritora famosa, y hace cinco años que la autora Regina Dalmau le sirve como inspiración. Una noche, la joven vio un programa en la televisión en el cual la escritora participó en un coloquio con otras mujeres, y durante el programa, pronunció Regina una frase que resonó en Judit e incitó su admiración y obsesión casi frenética. En el coloquio, la escritora dijo que “las más elevadas metas que puede alcanzar una mujer son aquellas que se conquistan partiendo de la nada” (24). Esta frase tiene un significado especial para Judit porque “la nada era el lugar donde vivía

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[ella]”, y al oírla, está convencida de que Regina la “recogerá para que no [le] pierda en el vacío” (24). Al mirarla en la tele y sentir sus palabras en su alma, Judit percibe una conexión entre Regina y sí misma, y cree que Regina le puede ayudar a convertirse en una escritora como ella. Desde aquel momento, Judit empieza a leer las novelas de Regina, y recorta todos los artículos que hablan de la escritora para pegarlos en cuadernos dedicados a ella. Rocío, la madre de Judit, describe los cuadernos como “un verdadero museo dedicado a . . . Regina Dalmau . . . [con su] prolija acumulación de recortes de prensa, de entrevistas con párrafos subrayados y anotaciones al margen, de fotos con flechas y círculos trazados con rotulador que señalaban . . . partes concretas de la anatomía de la escritora” (42). Para Judit, Regina encarna todo lo que quiere lograr en la vida: es una escritora famosa con una multitud de admiradoras que la respetan y que creen en el valor y la autenticidad de sus obras. Regina sirve como su ídolo, y sus esfuerzos para catalogar toda la información disponible sobre ella refleja su convicción que Regina es la clave que abre la puerta a su futuro. En esencia, la obsesión que tiene Judit para Regina representa los esfuerzos de Judit para prepararse para su propia carrera. Regina sirve como su modelo y Judit acumula información sobre ella para poder emularla. Los cuadernos dedicados a la escritora no son la única preparación que hace Judit para llegar a ser una autora famosa. Cuando era más joven, mientras caminaba por la ciudad, inventaba historias con descripciones y monólogos pequeños. También, leía libros que le servían como un tipo de educación; según Judit “robé a los libros el conocimiento que a mí me faltaba” (23). Al leer tantos libros, la joven tiene la oportunidad para estar expuesta a varias ténicas literarias y muchos estilos de escribir entre otros elementos literarios de importancia. Judit utiliza este conocimiento cuando practica su escritura creadora en los cuadernos no dedicados a Regina.

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Tiene “cuadernos-ayer” que contienen sus “balbuceos adolescentes”; “cuadernos-mañana, en los que [ha] tratado de imaginar, hasta quedar exhausta, qué va a ser de [ella], de [sus] afanes”; y un “cuaderno-hoy”, que empieza a escribir cuando sabe que va a tener una charla con Regina en la casa de ella (22). Según Judit, estos cuadernos “son el borrador de mí misma” porque desde las líneas y los párrafos “surge esta Judit que tienes cada día más cerca” (22). Todos estos cuadernos simbolizan los pasos que toma Judit para encontrar su propio estilo de escribir y para concretizar su ambición y su energía en una visión clara de lo que quiere lograr en la vida. Además, sus cuadernos afirman la teoría de Carl Jung que una persona en la etapa de la juventud se dedica a prepararse para la carrera que quiere seguir. En sus comentarios sobre la juventud, Jung observa que en esa etapa el enfoque de la psique está dirigido fuera de la persona, que intenta ubicarse en el mundo. Es posible ver esta característica en la figura de Judit por medio de su obsesión con Regina Dalmau y su anhelo para convertirse en una escritora tan famosa y exitosa como ella. La chica no reflexiona sobre el significado de los eventos que ocurren en su vida, ni contempla su identidad y el tipo de persona que quiere ser. Sí quiere llegar a ser una autora famosa, pero esto resulta de la influencia de los instintos que crean en ella la ambición y el deseo de alcanzar sus metas económicas y sociales. Como el sol en la analogía de Jung, Judit está en la mañana de la vida, y su energía y su enfoque están dirigidos hacia la sociedad, hacia Regina, y hacia el éxito que quiere lograr. También, Jung mantiene que en la juventud, la psique de una persona sigue desarrollándose y las fronteras de su conciencia continúan ampliándose. Los cuadernos de Judit representan el desarrollo de su psique en el sentido que, por medio de escribir en ellos sus pensamientos y sus deseos, la joven contribuye al establecimiento de su personalidad y la expansión de su conciencia. Es decir que,

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por escribir en sus cuadernos, Judit está descubriéndose y definiéndose en una manera exploratoria. Como resultado, las fronteras de su conciencia están extendiéndose. La narración de Mientras vivimos también ofrece una representación de una persona en la mediana edad, el período que Jung identifica como la transición entre la etapa de la juventud y la de la madurez. Según él, el individuo experimenta esta transición cuando tiene entre 35 o 40 años, y es el momento cuando el enfoque del individuo retrocede de la sociedad para dirigirse hacia dentro. En la novela, Regina Dalmau está al punto de cumplir los 50 años, y, a pesar de que sea tarde según la teoría de Jung, es una figura que se encuentra en la mediana edad. Al principio de la novela, está en un período de incertidumbre en el sentido de que su juventud se ha acabado, pero todavía no ha completado la transición a la madurez. Con respecto a la etapa de su juventud, es importante señalar que Regina tenía el empuje y el deseo que Jung cree que motivan a los jóvenes a establecer su lugar en el mundo. Cuando tenía doce años, Regina empezó a reunirse con Teresa, una escritora que le servía como mentora y le preparaba para llegar a ser novelista. En una carta escrita años después de las reuniones, Teresa le dijo a Regina que “tu inteligencia me llenó de satisfacción, tu curiosidad sin límites me suministró las más luminosas compensaciones que pude imaginar. Eras, eres tan capaz. Y habías nacido para escribir, lo vi desde el principio, tenías el don . . . Tú escribías como respirabas” (184). Teresa reconoció el talento para escribir que poseía Regina; y lo fortaleció por aconsejarle en cómo dedicarse al proceso de escribir; por presentarle las obras maestras de Dante, Homero, Shakespeare y Flaubert, entre otros; y por editar sus escritos. Cuando tenía veintisiete años, la ambición y el talento de Regina culminaron en la publicación de su primera novela, una obra de ficción que trataba de sus experiencias como una joven española participando en “la corriente de juvenil entusiasmo que recorría el mundo” (88).

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Para ella, estas experiencias consistieron en participar en alborotos universitarios, volverse noctámbula y promiscua, y consumir cubalibres, anfetas y LSD. De todos modos, escribió de lo que le estaba pasando y, como resultado, su carrera tomó vuelo. Ella “se vio desbordada, transportada hacia otro mundo, hacia el triunfo, convertida en fetiche de la clase cultural emergente que corría complacida hacia la amnesia” (88). Durante la etapa de su juventud, Regina publicó dieciséis novelas, y el argumento de cada cual trataba del tema de una mujer que experimenta una crisis en la que busca su propio camino en la vida para descubrirlo al final de la novela. La publicación de sus novelas le ha presentado una legión de admiradores y una gran cantidad de fama y de dinero. Debido a su éxito como escritora, Regina vive en una casa en Barcelona que tiene varios cuartos, un coche, una terraza y un jardín, un jardinero y una criada. Como la teoría de Jung propone, durante su juventud, Regina era una persona que se esforzaba para establecerse en una carrera y lograr sus metas económicas. En su discusión de la etapa de la juventud, Jung también comenta que es en este período cuando muchas personas se casan y tienen hijos. En Mientras vivimos, Regina nunca se casó; prefería salir con hombres de vez en cuando. Sin embargo, cuando tenía cuarentaicuatro años, empezó la única relación íntima que había tenido cuando conoció a Jordi, un hombre de negocios que trabajaba en una empresa publicitaria. La relación duró por tres años, y durante este tiempo, Jordi y su hijo Álex vivieron con Regina. Para ella, esta relación era “una pareja estable” en la cual se sentía satisfecha y contenta (49). Le quería mucho a Jordi, y se sentía mucho cariño hacia Álex, también; de hecho, era la única “mujer que lo había tratado como a un hijo” (52). Al terminar la relación, le sorprendió a Regina, y Álex cayó en una depresión intensa debida a la cual intentó suicidarse con una sobredosis de pastillas. Cuando ocurrió lo del suicidio, Jordi estaba en Madrid con su novia nueva, y en el hospital, Regina fue la única persona que estaba al

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lado de Álex: “Fue Regina quien le tomó la mano mientras el chico deliraba, fue ella quien sufrió al pensar en el doloroso lavado de estómago que acababan de practicarle . . . A Regina le rompía el corazón verlo tan desorientado” (52). Aunque no fuera el matrimonio tradicional que indica Jung en su teoría, la relación con Jordi todavía significaba el intento de Regina para establecer una familia. Según Jung, la etapa de la juventud es como la mañana de la vida, y los propósitos de este período son el desarrollo del individuo, la participación en la sociedad y la crianza de una familia (Jung, “Stages” 399-400). En su propia manera, Regina afirma todas estas ideas por medio de establecerse como una escritora famosa, unirse con Jordi y Álex para formar una familia, e intentar encontrar su lugar en el mundo. Jung considera la mediana edad como el mediodía; es el momento cuando la mañana se convierte en la tarde de la vida, o sea la madurez. En su artículo “Marriage as a Psychological Relationship”, discute esta transición y enfatiza la dificultad en cumplirla. En el ensayo, escribe que “one should take great care not to interrupt this necessary development . . . the transition takes a long time, and the great majority of people get stuck in the first stages” (49). Con respeto a Mientras vivimos, la representación de Regina indica que está estancada en su transición de la juventud a la madurez. Como la advertencia de Jung, esta transición ha experimentado una interrumpción cuando la relación entre Regina y Jordi se rompió. Durante una campaña publicitaria para su última novela, Regina tiene que pasar mucho tiempo con la nueva novia de Jordi, y para ella “fue una temporada siniestra y, al final, Regina se derrumbó” (Torres 56). Este derrumbamiento ocurrió cuando la escritora estaba firmando ejemplares y una pareja homosexual se le acercó. El más joven le explicó a Regina que su compañero sufrió un accidente que le destruyó la memoria de su vida anterior, y dice que cuando su compañero recupere la memoria, se alegrará de tener el libro de Regina dedicado. También, le pide el favor de sacarles

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una foto juntos “para que, cuando vuelva a ser el de antes, sepa que no hemos dejado de compartir todo lo que le gustaba” (57). Esta pareja le emociona a ella porque “aquella era precisamente, la clase de relación en la que Regina pensaba cuando se refería a una pareja estable” (57). Era el tipo de relación que creía que tenía con Jordi, y, de golpe, se da cuenta de que su vida no se ha desarrollado como quería: “No era la privación del amor lo que la atormentaba, sino el fracaso de su diseño de vida . . . Lo único que pedía era una infraestructura sentimental y sexual lo bastante sólida y flexible como para permitirle dedicarse por entero a su oficio” (74). Entonces, no es Jordi en sí lo que Regina le echa de menos, sino una relación estable que le respalde y que le permita enfocarse en su trabajo. Al perder esta “infraestructura,” Regina encara la realidad del fracaso de su diseño de vida, y el resultado es que tiene un impacto profundo en su estado mental y emocional porque no puede avanzar en su transición a la madurez. Cuando empieza la novela, hace dos años que se separaron Regina y Jordi, y durante todo este tiempo, Regina ha experimentado una sequía creadora que inhibe todos sus esfuerzos para escribir. Cada vez que se sienta a trabajar en el ordenador, lo único que puede hacer es jugar a los naípes: “Era cuanto hacía últimamente. Vegetar” (28). Cada vez que intenta escribir, no le vienen ideas ni la inspiración; la corriente de creatividad que tenía ya no fluye. Regina no sólo está incapaz de escribir algo nuevo; tampoco puede empujarse a hacer las pruebas de una novela ya escrita: “Dos años llevaba Regina sintiéndose el eco de lo que había sido, sospechando que eso era todo lo que le quedaba por hacer en el futuro, repetirse y alargarse hasta que la evidencia de su esterilidad ensombreciera por completo cualquier logro profesional del pasado” (28). Para ella, su sequía creadora es tan profunda que teme que nunca vaya a terminar y que pueda destruir todo lo que ha alcanzado en su vida. En este sentido, la sequía parece agobiante e ineludible.

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Durante este tiempo, Regina está inactiva y apática; pasa los días vestida en su bata jugando a los naípes y andando con dilaciones con las pruebas de la otra novela. Sin embargo, la cosa más importante de la sequía creadora es que representa la condición de la psique de Regina al comienzo de la novela; es decir que la sequía simboliza la paralización y el estancamiento de su psique. Tanto su relación con Jordi como su juventud han terminado; no es posible volver ni a la una ni a la otra. Además, Regina no puede forzarse a hacer las pruebas de su última novela, ni puede escribir nada nuevo. Su incapacidad para avanzar en cualquiera de estas actividades es simbólico de la gran dificultad que experimenta en la transición a la etapa de la madurez; le resulta imposible cumplir con estas tareas. Entonces, la sequía creadora de Regina es una metáfora para el estado estancado de su psique. En su análisis de la psique humana, von Franz discute esta condición de parálisis y apatía, y ofrece una explicación para ella: Put into psychological language, we know that before a time of outstanding activity in the unconscious, there is a tendency toward a long period of complete passivity. It is, for instance, a normal condition in the creative personality that before some new piece of work in art or a scientific idea breaks through, people usually pass through a period of listlessness and depression and waiting; life is stale. If one analyzes them, one sees that the energy is meanwhile accumulating in the unconscious . . . So these periods of sterility mean that something specific is in preparation in the unconscious. (Feminine 26-27) Estos comentarios sirven para explicar y entender lo que le está pasando a Regina. Al principio de la novela, es una figura que se encuentra en medio de un período de pasividad muy largo en el que está deprimida y apática. Su vida está anquilosada, y su producción literaria y creativa se ha

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paralizado. Además, Regina misma identifica su estado de “esterilidad” y teme que continúe toda su vida. Sin embargo, con la explicación de von Franz, es posible concluir que la sequía creadora y el estancamiento que le afectan a Regina indican que hay mucha actividad ocurriendo en su inconsciente, bajo el nivel de la conciencia. En otras palabras, la pasividad de la conciencia de Regina es una señal para la acumulación de energía psíquica en su inconsciente y sirve para presagiar el surgimiento de este energía en la conciencia. O sea, el inconsciente está trabajando en algo de gran importancia que últimamente va a brotar en la conciencia, terminando su período de inactividad y estancamiento. La persona de Regina Para entender mejor el estado psíquico y emocional de Regina, es necesario discutir su persona y la manera en que interactúa con la sociedad. En sus comentarios sobre la persona, Jung la describe como una máscara que el individuo lleva en su contaco con el mundo social, que facilita la interacción entre ellos y que protege la parte más vulnerable y delicada de la psique. La persona es un elemento beneficioso de la conciencia cuando permite que la individualidad de una persona se desarrolle en una manera natural y auténtica, pero se convierte en algo problemático para el individuo cuando la persona domina su personalidad con tanta rigidez que sofoca los rasgos distintos de su individualidad. En la novela, varias escenas demuestran la persona de Regina Dalmau y revelan la discrepancia profunda que existe entre su ser social y su ser auténtico. En su carrera como una escritora famosa, Regina ha publicado dieciséis novelas que tratan de la situación de la mujer que busca su identidad propia. Para promocionar cada una de estas novelas, ha asistido a varios eventos sociales, como recepciones, giras de promoción y coloquios para discutir sus obras y el papel de la mujer en la sociedad. Regina también ha

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participado en sesiones de fotos para catálogos y ha dado varias entrevistas publicadas en revistas y periódicos. En cada una de estas situaciones, la persona de Regina sirve como una mediadora entre ella y el mundo exterior, con el propósito de facilitar su interacción. Durante sus conferencias, Regina dice tales cosas como “las más elevadas metas que puede alcanzar una mujer son aquellas que conquista partiendo de la nada” y “de nada le sirve al escritor su talento si no practica sin piedad, si no se esfuerza por encontrar su estilo, si no posee una visión del mundo que quiere levantar con sus palabras” (22). Al pronunciar estas frases delante de su público, la persona de Regina le establece como una mujer bien educada que ha contemplado la historia y la condición social de la mujer, y que intenta motivarlas y empoderarlas. Además, su persona crea la imagen de una autora apasionada y ética que se preocupa por mejorar el mundo por medio de su escritura. Esta ética se encuentra también en sus escritos: “aquella supremacía moral que, según sus exégetas, se hallaba presente tanto en sus libros como en los artículos de opinión . . . que publicaba con frencuencia en diferentes periódicos y revistas” (34). En su interacción con la sociedad, la persona de Regina le presenta como una escritora que está involucrada en el pensamiento crítico de su oficio y de la vida de la mujer. Las palabras de Regina no son la única manera en que su persona intenta representarle frente a la sociedad; también utiliza su comportamiento para establecerle a Regina como una figura admirable. En su casa, en medio de sus “muebles, cuadros, libros, antigüedades, detalles de moderno diseño, alfombras . . . [y] cojines de seda . . . estaba la vitrina, con su colección de premios dentro. Cuando recibía visitas, Regina encendía la luz halógena, y sus trofeos brillaban como piezas de museo” (47). Este gesto confirma que le importa a Regina la manera en que la sociedad la percibe y que quiere ser admirada y respetada por todo lo que ha logrado durante su carrera. En su interacción con las personas que la visitan, la persona de Regina intenta llamar

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atención a los objetos que son atributos de su talento como escritora, y es evidente que la mujer quiere que las otras personas la vean como una escritora admirable y exitosa. Los comentarios de Judit también sirven para caracterizar la persona de Regina cuando se los escribe a ella en uno de sus cuadernos: Tienes razón, sobre todo, en la forma en que conduces tu vida. Parece como siempre hubieras encontrado ante ti el camino justo . . . Has sido, eres, libre, has tenido amantes, has elegido siempre. Con todo eso, y pudiendo consagrarte por completo al merecido éxito que ha recompensado tu trabajo, en lugar de mostrarte egoísta no dejas de preocuparte por cómo va el mundo en general y por la situación de la mujer en particular. (25) Esta observación por Judit ofrece la perspectiva de los admiradores de Regina con respeto a la manera en que interpretan la imagen de la escritora que su persona crea en su contacto con la sociedad. Como estos comentarios demuestran, su persona también ha creado la imagen de una mujer que siempre ha dirigido el camino de su vida con autoridad y libertad. Además, la persona de Regina crea la impresión que la mujer siempre está en control de todos los aspectos de su vida, y que, a pesar de todo su éxito como escritora, todavía está comprometida con el mejoramiento de las condiciones sociales y con la situación de la mujer. Estas observaciones pintan un cuandro de una mujer independiente y bien lograda, que también se procupa por las cuestiones humanitarias de la vida. Jung mantiene que en su desarrollo, la persona toma en serio las exigencias de la sociedad e intenta satisfacerlas en su interacción social. Con respeto al desarrollo de la persona de Regina, son las expectativas de su público que sirven para moldear la representación de ella

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creada por su persona. Judit demuestra estas expectativas cuando le escribe a Regina en su cuaderno: Todo lo que he averiguado sobre ti dirige mi pensamiento hasta situarte en el lugar y la actitud apropiados. Lo que he leído en revistas y periódicos, lo que te he escuchado decir en radio y televisión. Y, sobre todo, ciertos comportamientos de tus protagonistas femeninas que se repiten una novela tras otra. Demasiadas coincidencias para que no seas tú misma el modelo en el que te inspiras. (62) Estas últimas frases revelan el fenómeno que ocurre entre la persona de Regina Dalmau y sus lectores en el sentido que le atribuyen a Regina todas las características buenas y admirables de los personajes que se encuentran en sus novelas. En otras palabras, desde la perspectiva de su público, los rasgos positivos y admirables que caracterizan las protagonistas de sus novelas tienen que reflejar la identidad de la mujer que las inventó, y en este sentido, sus admiradores confunden la creación artística con la identidad de la artista. Desde su primer triunfo en el mundo literario, Regina ha sentido la admiración de su público y ha experimentado una “conversión en icono” (87). Está consciente de que sus lectores se identifican profundamente con sus obras, y por eso, le esperan ciertas cosas de ella: “No te rindas, le escribían sus admiradores. Sigue así, Regina. Lo que tú escribes es lo que yo pienso” (34). Todos estos factores influyen la manera en que su persona se dearrolla y regula su interacción con la sociedad. Por consiguiente, la persona de Regina responde a las expectativas de sus admiradores por tratar de reflejar la persona que creen que es, o que quieren que sea, cuando tiene contacto con ellos. Con tal de que haya bastante semejanza entre esta imagen requerida por la sociedad y la identidad de Regina en sí, su persona lleva un papel beneficioso en su conciencia.

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Sin embargo, la crisis que experimenta Regina tiene un efecto tremendo en su identidad y su persona responde en una manera que no resulta saludable para la mujer: Desde el pesimismo de su crisis, Regina ni siquiera estaba segura de conocerse a sí misma. Y, sin embargo, seguía concediendo entrevistas, pronuncianco charlas, como si todavía disfrutara de la autoridad con que hasta hacía poco que se había sentido investida . . . Nunca, antes, había experimentado una desazón similar. Había perdido control de su existencia, y hasta este pensamiento la turbaba . . La visión negativa que hoy tenía de su vida se debía a que sentía desaparecer bajo sus pies el trampolín desde el que se proyectaba: su capacidad, que en otro tiempo le pareció inagotable, para producir materiales que a su vez le eran devueltos en forma de éxito, dinero, adoración. (34) Esta cita sirve para señalar el origen de la crisis de Regina: ha perdido su camino en la vida, y como resultado, no está segura de quién es. Cuando escribía sus novelas y recibía las alabanzas de su admiradores, tenía confianza en sí misma y su persona actuaba en una manera apropiada; se comportaba como una escritora famosa y exitosa que creía en la importancia de su trabajo y que gozaba de la adoración de su público. Sin embargo, su crisis de sequía creadora le ha quitado su capacidad para producir una obra nueva, y Regina se siente desconcertada y perdida sin ello. Su persona se convierte en un elemento problemático en su conciencia cuando sigue llevando la máscara de una escritora que tiene todos los aspectos de su vida bajo control. A pesar de su desesperación, Regina continúa con los coloquios y las entrevistas, y su persona finge que todo está bien frente a la sociedad. Según ella, “delante de su público aún podía guardar las apariencias”, pero hacer esto le produce mucha intranquilidad (30). En una conferencia, Regina se refiere a “la creación artística” y su papel en la vida de la mujer. Después

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de pronunciar la frase “La creación artística es una clase de vida que a las mujeres, a quienes se nos envidia nuestra capacidad de parir, nos ha sido obstaculizada durante siglos”, Regina piensa “¿Qué creación artística? ¿La suya? Si esas buenas señoras que la escuchaban . . . hubieran adivinado hasta qué punto se sentía incómoda pronunciando aquellas manidas palabras” (32). La escritora se siente “incómoda” porque se da cuenta de que su persona enmascara por completo la identidad de la mujer que existe por detrás. Quiere mantener las buenas apariencias, pero la imagen que su persona proyecta no coincide para nada con su individualidad. Como Jacobi propone en su análisis de la persona, “then [the persona] stiffens, becomes automatic and, in the real sense of the word, a grown-on mask, behind which the individual shrivels and runs the risk of becoming ever more empty” (24). La persona de Regina está basada tanto en las expectativas de su público que, cuando no puede estar a la altura de lo que le esperan, su persona deja de reflejar cualquier semejanza de la mujer para seguir con la representación de la imagen de la escritora. La evidencia del sufrimiento que esto le causa a Regina se encuentra en sus emociones; ha “perdido control de su existencia” porque, a pesar de su sequía creadora, su persona todavía proyecta la imagen de una escritora talentosa y productiva. Tampoco está “segura de conocerse a sí misma” porque la falsa máscara que lleva está clavada y, como no refleja su auténtico ser, Regina se siente vacía. Judit y el arquetipo del niño Como se ha dicho antes, según Jung, el inconsciente del ser humano consta de dos niveles: el inconsciente personal que contiene las memorias y las emociones olvidadas, o reprimidas, y los deseos que todavía no han llegado al nivel de la conciencia por un lado; y por el otro el inconsciente colectivo que consiste en los arquetipos, que tienen su base en la mitología de las culturas antiguas y cuya influencia en el desarrollo de la psique refleja los principios

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expresados por los mitos. Según él, los arquetipos organizan las imágines arcaicas y primordiales que surgen del inconsciente colectivo en una estructura que influye los sueños y el comportamiento de cada persona. Cuando se activa un arquetipo, el resultado es la manifestación de imágenes arquetípicas que tienen algún significado en la psique de la persona. También la activación del arquetipo señala que es necesario que el individuo se enfrente con el contenido manifestado para que la psique siga en su desarrollo. En “The Psychology of the Child Archetype”, Jung explica que este arquetipo no siempre toma la forma de un niño o una niña tradicional, sino que tiene la capacidad de manifestarse en diferentes maneras. Como es una expresión del inconsciente, el arquetipo del niño aparece en la psique de una persona cuando está en el proceso de la individuación, y la forma que asume está relacionada con algún contenido inconsciente que ahora tiene importancia para la persona. En Mientras vivimos, el arquetipo del niño se manifiesta en la forma de una joven, y la psique de Regina utiliza la figura de Judit para proyectar el arquetipo del niño más todo su contenido. Esto quiere decir que Judit sirve como una representación del arquetipo del niño. La psique de Regina utiliza su contacto con ella para proyectar las imágenes producidas por este arquetipo, así que Regina empieza a reconciliarse con ellas. Al principio de la novela, Regina y Judit se conocen durante un coloquio en el ateneo de Barcelona. Judit es la única joven que asiste a la conferencia y, por eso, le llama la atención a Regina. Mientras hablan después del coloquio, Regina le invita a Judit a su casa para continuar su conversación y para conocerla mejor. Es durante la segunda charla cuando la autora le ofrece a la joven el puesto de ayudante personal, trabajo que consiste en catalogar papeles y documentos, y hacer recados para ella. Aunque Regina de veras necesita ayuda con la organización de su oficina, su verdadera motivación en ofrecerle a Judit el puesto es que piensa

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observarla y usarla para desarrollar un nuevo tipo de novela basado en las experiencias adolescentes. Dentro de poco, Judit se muda a la casa de Regina para poder pasar todo el tiempo con la autora. En su Diccionario de símbolos, Cirlot escribe que la casa, “por su carácter de vivienda, se produce espontáneamente una fuerte identificación entre casa y cuerpo y pensamientos humanos (o vida humana)” (128). Utilizando esta observación, más las teorías de Jung acerca de la psique y el arquetipo del niño, es posible interpretar la presencia de Judit en la casa de Regina como la activación del arquetipo del niño en el inconsciente de la autora y la manifestación del contenido de él en su conciencia. Es decir que la casa de Regina simboliza su conciencia. La entrada de Judit en su casa indica que su psique ha activado el arquetipo del niño y que el contenido de este arquetipo va a manifestarse como imágenes e ideas al nivel consciente. Además, el traslado de Judit a la casa de Regina y su puesto como su secretaria personal, significan que el arquetipo del niño va a desempeñar un papel prominente en el desarrollo de la psique de Regina. Los pensamientos de Judit también afirman la idea que ella sirve para manifestar el arquetipo del niño en la psique de Regina. Antes de su entrevista con Regina, Judit escribe en su cuaderno que cree que “la historia de la bella durmiente es un cuento de terror” en el sentido de que piensa que “durante esos veinte años que pasa esperando que la despierten, no [está] realmente dormida, sino paralizada, condenada a escuchar a quiénes se mueven a su alrededor, creyéndola muerta, sentenciada a sentir sobre su frente la sombra del tiempo que huye” (Torres 62-63). Sus comentarios resultan aún más traumáticos y significativos cuando la joven escribe que “hasta ahora, me he visto forzada a aceptar esta parálisis” (63). Es evidente que Judit se identifica íntimamente con la figura de la Bella Durmiente pero, en vez de dormir por cien años, Judit tiene la impresión que ha pasado los veinte años de su vida en un estado de parálisis y

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desesperación. No había podido sobreseer la parálisis, pero todo esto cambia cuando conoce a Regina. Durante uno de los primeros días trabajando para Regina, Judit recoge el almuerzo de una “delicatessen de la calle Mutaner, la misma donde había realizado modestas compras en su vida anterior, antes de que Regina Dalmau despertara a la Bella Durmiente” (97). Según Judit, su vida ha coincidido con el sueño de la Bella Durmiente y sólo su contacto con Regina la despierta. Desde la perspectiva de la teoría de Jung, es posible considerar que el arquetipo del niño “se ha despertado” en la psique de Regina y que la imagen de una joven, representada por Judit, se convierte en una fuerza activa con que Regina tiene que relacionarse. Al principio de la novela, Regina se encuentra en medio de una crisis en la que está estancada. Teme haber perdido el control de su vida. Sin embargo, la presencia de Judit produce un cambio positivo en su actitud en el sentido que, desde el primer encuentro con ella, Regina experimenta varios sentimientos que le animan bastante: “Aquél no era el mejor día para Regina Dalmau, y aun así, seguía pensando que citar a la muchacha esa mañana de Todos los Santos había sido una buena idea, al margen de que su presentimiento respecto a ella se cumpliera o no. El mero hecho de saber que vendría le resultaba estimulante, como cortarse el pelo o comprarse un vestido después de una convalecencia” (28). Este comentario de Regina refleja el mismo principio como la idea de despertar a la Bella Durmiente que describe Judit. Las dos situaciones provee un nuevo sentido de vitalidad que experimenta una mujer después de un período de inactividad y estancamiento. Además, estos sentimientos aumentan durante la estancia de Judit en la casa de Regina: “La novelista disfrutaba de las atenciones de Judit más de lo que había esperado. Era magnífico dejarlo todo en sus manos, le parecía que se le regeneraban las células” (108). Con esta cita, es posible observar el efecto que produce Judit en la actitud de Regina, porque la escritora se siente animada. Es un cambio significativo de los sentimientos de

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desesperación y desorientación que caracterizaban su estado emocional antes de que entrara Judit en su vida. Además, es importante señalar que la narración indica que Judit, y nada más que Judit, es el origen de estos sentimientos positivos que experimenta Regina: “Gracias a Judit, Regina recuperaba sensaciones olvidadas. La ilusión por ser rica, que tanto la había colmado en los primeros tiempos, se había desvanecido por completo . . . Judit. Su hallazgo salvador, su mina. Su diamante en bruto. Alguien, algún día, lo tendría que tallar” (112-113). Es por medio de su amistad con Judit que la psique de Regina proyecta el arquetipo del niño e intenta manifestar el contenido inconsciente relacionado con él. Un resultado de la influencia del arquetipo del niño tiene que ver con la persona de Regina en el sentido que la escritora vuelve a sentir emociones que no ha experimentado por mucho tiempo. Como consecuencia, Regina abandona el énfasis excesivo en la importancia de dinero y en la aprobación de los demás. Es notable que Regina describe a Judit como “su diamante en bruto” porque Jung también señala que el arquetipo del niño puede manifestarse como una joya o un tesoro que es difícil alcanzar. Todas estas imágenes confirman que el arquetipo del niño es activo en la psique de Regina y que cierto contenido inconsciente se va a manifestar. Una escena entre Regina y Judit destaca por su representación de la manera en que el arquetipo del niño se proyecta en la figura de Judit y el efecto que tiene en la psique de Regina. Un día, las mujeres van de compras y Regina le regala ropa y un peinado nuevo en la peluquería. Esa noche, Regina le maquilla a Judit, y el resultado es que las dos se parecen mucho: Se miraron en el espejo. El rostro de Judit también era un espejo en donde Regina renacía . . . ‘Qué pena que tenga que desmaquillarme para irme a la cama, Regina’ dijo. ‘Me has corregido el labio superior, que es demasiado delgado. Gracias a

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eso, mi boca parece igual que la tuya’ . . . y no eran sólo los labios lo que le había retocado para que la chica se asemejara a ella. También las cejas, los párpados. Se había esforzado en acercar los rasgos de Judit a los suyos. (133) El arquetipo del niño se manifiesta de tal manera que Regina intenta modificar la apariencia física de Judit para que sea idéntica a la suya. En otras palabras, intenta convertirle a Judit en un reflejo de sí misma. Al hacer esto, es obvio que la psique de Regina trata de volver a esta etapa de su propia vida. Cuando Judit se acuesta, Regina analiza qué motivación pudiera haber tenido para alterar la apariencia de la muchacha, y observa que “no era ser madre lo que quería, sino ser hija. Al tratar a Judit como si lo fuera, reconocía la fuerza de la cadena que une a las mujeres de diferentes generaciones . . . Hija de madre, eso es lo que necesitaba ser” (134). Jung mantiene que el propósito del arquetipo del niño es hacerle al individuo enfrentarse con cierto contenido olvidado de la niñez para corregir una condición de falsedad que existe entre el estado mental actual y el de entonces. Con respeto a su manifestación en la psique de Regina, el propósito es para que Regina tome consciencia de su necesidad de reconciliación entre el pasado y el presente. O sea, necesita volver a sentirse como la hija de una madre: Hija de madre. Sí, pero ¿de cuál? De la mujer que la había parido, María, no conservaba Regina más recuerdo que la distante y vaga conmiseración que su monstruosidad le producía . . . Por alguna extraña razón veía en la muchacha a la hija que hoy necesitaba ser, y su afán de protegerla y tutelarla no era sino una manifestación de su duelo por los errors cometidos . . . Teresa. No dejaba de pensar en Teresa. (134-135)

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Este pasaje revela el mensaje fundamental que el arquetipo del niño le comunica a Regina: que es necesario que ella se enfrente con la memoria de Teresa y lo ocurrido entre ellas para recuperar la sensación de ser la hija de su vieja mentora. Al darse cuenta de la importancia que tiene Teresa en su estado mental actual, Regina todavía necesita la ayuda de otros arquetipos para resolver la complejidad de su crisis. El animus, Álex y Albert Según la teoría de Jung, el concepto del animus se refiere al arquetipo de lo masculino en el inconsciente femenino. El animus se caracteriza por el principio de logos que le da la capacidad para analizar, discernir y juzgar. Con respeto a su manifestación en la psique femenina, el animus posee una dualidad que influye la manera en que funciona. Jung observa que, cuando una mujer está poseída por su animus, la función negativa de este arquetipo produce opiniones y juicios basados en suposiciones inconscientes que resultan dolorosos y frustrantes para otras personas. En cambio, su función positiva beneficia a la psique de la mujer cuando le ayuda a reflexionar sobre las imágenes que emergen de su inconsciente. En este sentido, el animus sirve como un mediador entre la conciencia y el inconsciente, y facilita los esfuerzos de una persona para llegar a conocerse a sí misma. En Mientras vivimos, es posible observar que la psique de Regina activa el arquetipo del animus, y que se lo proyecta en dos hombres importantes en su vida. Este proceso le ayuda a reconciliarse con el origen de su crisis. El primero es Álex, el hijo de Jordi, el ex novio de Regina. El muchacho tiene diecinueve años y viene a vivir con Regina unas semanas después de la llegada de Judit porque su padre se traslada a Miami. Cuando llega Álex, Regina se entera de que el joven ha dejado sus estudios universitarios porque ha decidido hacerse iluminador, o coreógrafo de luces, en el teatro. Durante su primera noche en la casa, Álex, Regina y Judit

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cenan juntos, los tres lo pasan bien. Un día, los jóvenes están en el jardín charlando. “Al chico, Judit le gustaba mucho, eso se notaba. Apartó los papeles y se quedó mirándolos. Álex le decía algo al oído a la muchacha, y ella se reía con ganas . . . No estaban a salvo” (147). La relación entre ellos sigue intensificándose hasta alcanzar un nivel físico e íntimo. En su explicación del animus, Jung observa que, como cualquier arquetipo, éste tiene la capacidad para ser proyectado por la psique de una mujer en los hombres que encuentra en su vida. En Jung and Feminism, Wehr comenta que “projection of and possession by complexes and archetypal images are the two typical ways humans experience the autonomous personalities before coming to know and being able to integrate them. Projection is the perceptual ‘trick’ by which we perceive in others what are actually characteristics in ourselves” (57). Con respeto a Mientras vivimos, estos comentarios implican que una manera en que Regina experimenta su animus es por medio de la proyección de él en Álex y por la manifestación de imágenes arquetípicas producidas por su interacción con él. Por consiguiente, esta proyección permite la interpretación de las características de Álex y lo que comunican de la psique de Regina. Primero, es necesario analizar la carrera que quiere seguir Álex, la de iluminador. Álex se refiere a este puesto como “coreógrafo de luces” y, en esencia, consiste en arrojar luz sobre una escena o una interacción entre personas. Este trabajo tiene mucho en común con el arquetipo del animus que “provides a guiding light, an ability to focus, a clarity of thought, precision, and analytical ability for a woman” (Wehr 67). Aquí se ve la función positiva del animus representada en la figura de Álex, en el sentido que, como Álex quiere ser iluminador teatral, el animus de Regina también quiere arrojar luz sobre las imágenes que emergen de su inconsciente para que ella las interprete. Como Álex puede usar la luz para promocionar la representación del intercambio de palabras y emociones entre los actores en el teatro, el animus de Regina también

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intenta facilitar su entendimiento de los factores que han contribuido a la crisis en que se encuentra. Otra función positiva del animus se manifiesta en el personaje de Álex y su relación con Judit. En su contacto con ellos, la psique de Regina proyecta el arquetipo del niño a Judit y el del animus a Álex. Cuando Álex su muda a la casa de Regina, los jóvenes se conocen y, al hacerse amigos, su relación se intensifica hasta culminar en una relación sexual. Desde la perspectiva junguiana, su relación simboliza la interacción entre el animus y el arquetipo del niño. Más específicamente, la función del animus le ayuda a Regina a ponderar las imágenes que produce el arquetipo del niño, o sea las memories de su propia juventud que el contacto con Judit despiera en ella. El animus le ofrece una manera para analizar e interpretar estas imágenes con claridad y perspicacia. Eventualmente, las utiliza para resolver su crisis y desarrollar su psique. El otro personaje masculino que demuestra la función del animus es el padre de Regina, Albert Dalmau. Según las descripciones de Regina, su padre era un joyero muy religioso, preocupado con la instrucción de su hija. Su esposa, María, sufría de hidropesía, una enfermedad “que no era mortal . . ., pero que había ahogado todo lo bueno que pudo existir en ella” (95). Aunque el matrimonio no era feliz, Albert y María nunca se divorciaron. Cuando Regina tenía doce años, su padre la llevó al apartamento de Teresa, una escritora de libros juveniles, para que le enseñara a desarrollar su talento de escritora. Durante ocho años, Regina visitaba a Teresa, y se hicieron íntimas amigas. Sin embargo, cuando Regina tenía veinte años, su relación con Teresa cambió para siempre cuando encontró una foto de su padre en la mesilla del dormitorio de Teresa con la siguiente dedicatoria “Para Teresa, el amor de mi vida, de Albert” (154). Al leer la dedicatoria, Regina supo que su padre y su mentora tenían una relación amorosa que le habían

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ocultado. La manera en que la joven interpretó, o malinterpretó, los detalles de la relación tuvo un efecto profundo en su vida. Cuando Regina encontró la foto, no les preguntó nada ni a su padre ni a Teresa. En cambio, llegó a la conclusión que Teresa y su padre le habían empleado a Regina como tapadera para ocultar su relación amorosa. Según Regina, “había sido la tapadera. Tantas muestras de amor, tanto interés por sus estudios, por su futuro, no constituyeron sino la cortina de humo tendido sobre su relación. Lo veía con toda claridad. Durante tres años [que Albert la acompañaba a Regina al apartamento de Teresa] fue utilizada, manipulada, engañada” (155). Esta conclusión de Regina demuestra la función negativa del animus discutida por Jung en varios artículos, en el sentido que representa una convicción fuerte y absoluta que no es nada más que una opinión irracional, no basada en la realidad. De acuerdo con Jung, Regina estaba “poseída” por su amimus en ese momento y, en realidad, fue el animus que le había producido el malentendimiento:“Y sobre todo, ¿por qué Teresa había seguido cultivando la farse de que se preocupaba por ella, por qué la trataba como a una hija? La respuesta era fácil: aquella mujer estaba sola, y Regina era lo único que le quedaba de quien fue su gran amor” (155). Regina creía que la relación entre Teresa y Albert empezó cuando tenía doce años y terminó cuando tenía quince años. A pesar de que se preguntó por qué la trataba Teresa como a una hija, la fuerza de su opinión equivocada era tan fuerte que no le permitía considerar otra explicación que no tuviera nada que ver con su padre. El resultado de la posesión negativa por el animus fue que Regina rompió permanentemente todo el contacto con Teresa. Seis años después de la ruptura de su amistad, Teresa murió del cáncer de los huesos, así que las mujeres nunca resolvieron el conflicto entre ellas.

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Una noche, Regina se duerme en el sofá y sueña con su padre. En el sueño, se le aparece a Regina vestido con un uniforme del ejército británico, y le dice: “Tenemos que hablar” (149). Después de este sueño, Regina decide que tiene “que terminar de una vez por todas con aquel estado de ansiedad . . . Cogió la llave de la habitación secreta y salió sigilosamente” (157). Aquella noche, el animus de Regina cumple con una función positiva en el sentido que aparece en su sueño para comunicarle la necesidad de dialogar con él, ofreciéndole la oportunidad para descubrir más de lo sucedido entre Albert y Teresa. Con la intención de corregir el malentendimiento, Regina coge la llave del cuarto secreto donde guarda los efectos personales de su padre y de su mentora. En el cuarto secreto, Regina encuentra una caja que contiene varias cartas que su padre le escribió a Teresa. También hay unas fotos de Albert, de Teresa y de ella. La primera cosa que hace Regina es hojear las fotos, y se acuerda de los eventos y las memorias retratados por ellas. Después de repasar varias fotos, Regina empieza a leer las cartas de su padre. En este momento el animus se proyecta en la figura de él. Por medio de las cartas, Regina aprende cómo se sentía su padre con respeto a su esposa, a su hija y a su amante. Por medio de las palabras de su padre, Regina entiende que, debido a su fe ciega en la religión y su falta de coraje, su padre se había quedado en un matrimonio fracasado. Descubre además que su verdadero amor fue Teresa. Regina también descubre que su padre se preocupaba mucho por la crianza y por la falta total de amor materno de su hija. Al terminar de leer las cartas de su padre, Regina decide leer la carta que Teresa le escribió mientras estaba enferma. Por medio de ella, Regina se enfrenta con la memoria de Teresa más de veinte años después de su muerte. Es en este momento que la función positiva del arquetipo del animus se manifiesta en la psique de Regina porque, al leer las cartas de su padre

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logró corregir los malentendidos que Regina había inventado muchos años atrás. En esta escena, es posible observar que el animus de Regina, proyectado en su padre y expresado por sus cartas a Teresa, sirve para investigar y discernir la validez y la verdad de las circunstancias de la relación amorosa de Albert y Teresa. En palabras de su padre, Regina no encuentra ninguna evidencia que pruebe la opinión irracional que se había formado. Con la disolución de esta suposición equivocada, Regina está mejor preparada para enfrentarse con las memorias de Teresa y con el arquetipo de la Gran Madre. Teresa y el arquetipo de la Gran Madre Entre el conjunto de arquetipos, se encuentra el de la Gran Madre, una figura que se manifiesta en formas tradicionales, como la madre o la abuela de una persona, y en una manera más simbólica, en una relación materna entre una mujer y otra persona. Jung describe este arquetipo como simpático, sabio y espiritual, y que promueve el crecimiento y la fertilidad. El arquetipo de la Gran Madre desempeña un papel positivo en la psique por medio de su capacidad para intuir, ayudar, amar y proteger. Pero se convierte en una fuerza aniquiladora si no se la presta atención. En Mientras vivimos, la Gran Madre está representada por la figura de Teresa y es posible ver los dos aspectos de su funcionamiento en la psique de Regina. María, la madre de Regina, era enferma que maltrataba a su marido y a su hija. En una de sus cartas dirigidas a Teresa, Albert describe las condiciones de su matrimonio y el tratamiento que reciben él y Regina de María: Todo se desplomó en la casa cuando nació Regina. María se desatendió de la niña y no volvió a salir de su habitación. Quiso que el mal entrara en su cuerpo para impedir que entrara yo. Se volvió despótica y vanidosa, presumía de su enfermedad, por así decirlo. A mí me da mucha pena verla, con el vientre y los

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tobillos hinchados, la cara verde y esa sonrisa retorcida que me dirige cuando le hablo. A veces, pienso que se ha vuelto loca, y eso hace que me sienta más culpable y más atado a ella. Y no sólo es eso. Es Regina quien se lleva la peor parte. La inocente no merece crecer en una casa como ésta. (162-163) Resulta que María nunca se encargó del cuidado de la niña. Nunca le mostró cariño, y su vanidad y despotismo sirvieron para crear un ambiente agobiante en la casa. Como adulta, cuando Regina piensa en su madre, se acuerda del bastón con empuñadura de plata que siempre usaba como un “instrumento de tortura sicológica . . . para reclamar la presencia de los demás” (95). En toda la novela, no se encuentra ningún ejemplo en que María muestra las características positivas del arquetipo de la Gran Madre. Lo único que hace es encerrarse en su cuarto y gritarles a su familia y a las criadas para que vengan a su cuarto o que le traigan comida. María nunca intenta enseñarle a Regina lecciones importantes de la vida, ni le caricia ni le nutre de cualquier manera. Durante toda su vida, Regina no recibe el amor materno de su madre y nunca tiene una relación íntima con ella. En la vida de Regina, Teresa era la única mujer que le mostraba amor materno y que promovía su crecimiento como mujer y escritora. Cuando Regina lee las cartas que su padre le escribió a Teresa, se da cuenta de que “ni María, ni Santeta [la criada], ni las monjas [en la escuela] llenaron su ansia de madre. Sólo Teresa” (165). Existía una relación materna entre ellas, y es por medio de la figura de Teresa que Regina experimenta el arquetipo de la Gran Madre. Por consiguiente, el rechazo de Teresa por Regina simboliza el rechazo y la represión de la Gran Madre, un acto peligroso según Jung. El psicólogo y otros críticos reconocen la fuerza y la influencia que posee el arquetipo de la Gran Madre y advierten que ignorarla puede crear problemas graves para una persona. En su análisis, Pascal escribe que “whenever the earthly

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feminine principle, the Great Mother goddess, is rejected and not honored and respected for what she represents, she takes her revenge . . . by appearing negatively and destructively. She is a major archetypal force to be reckoned with” (149). Es posible observar este principio en la crisis de Regina en el sentido que más de veinte años después de su rechazo de Teresa, las memorias de ella regresan con tanta fuerza que a Regina no le queda otra opción salvo enfrentarse con todo lo que ha pasado entre ellas. Durante todo este tiempo, Regina ignoraba el papel materno que desempeñaba Teresa en su vida y reprimía todas las memorias de ella. Con respeto a la teoría de Jung, en realidad es el arquetipo de la Gran Madre lo que Regina ha reprimido. En el cuarto secreto, rodeada de libros, fotos y las cartas de su padre, Regina se enfrenta con la historia que compartía con Teresa y la complejidad de emociones que siente. Después de leer las cartas que su padre le escribió a Teresa, le queda a Regina sólo una carta más: la que le escribió Teresa mientras aguardaba la muerte. Su fuerza emocional se le comunica a Regina en la primera línea cuando dice “nunca quise a tu padre como te quiero a ti” (Torres 169). Empezando con el principio de la lectura, Teresa confirma el amor materno que sentía por Regina y a través de la carta, intenta explicarle los detalles de su vida y las emociones y las circunstancias que influyeron en las decisiones que tomó en su vida. Primero, cuenta la manera en que conoció al padre de Regina, cuando tuvo que vender las joyas que había heredado de su abuela. También, exlica que “conversando acerca de ti con tu padre . . . comencé a quererte como si fueras hija mía” (178). Teresa le dice que la protagonista de sus libros juveniles se basaba en Regina y en las travesuras de su niñez, y confiesa que intentaba comunicarle a Regina por medio de los cuentos. Cuando Teresa pregunta qué pasó entre ellas, escribe que cree que ocurrió algo específico y desconocido, pero “al menos tengo que morirme con la seguridad de que, un día u otro, conocerás la verdad acerca de mis sentimientos hacia ti. He de intentar que mi cariño por ti

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me sobreviva y te llegue. Porque mi cariño, en algún momento, puede resultarte necesario” (180). Es por estos comentarios que Teresa sirve como una manifestación del arquetipo de la Gran Madre en el sentido que comunica el amor materno que siempre tenía por Regina y su deseo de que este amor le llegara a Regina después de su muerte. Al leer estas frases, Regina “se dio cuenta de que estaba llorando, sin compulsión ni pena. Lloraba de gratitud porque el cariño que Teresa le tuvo y del que había llegado a dudar . . . acudía a ella para fortalecerla cuando más lo necesitaba. Tal como la mujer había previsto” (182). Esta carta le dio a Teresa la oportunidad para expresar los sentimientos que no podía verbalizar durante su vida. También muestra que reconoció la importancia que su amor podría tener para Regina algún día. De esta manera, Teresa demuestra la función positiva del arquetipo de la Gran Madre en su capacidad infinita para amar, ayudar y nutrirle a Regina. La individuación de Regina Tal vez el concepto más fundamental en la teoría de Jung, el proceso de la individuación, son los pasos que el individuo toma en el esfuerzo para desarrollar su ser auténtico. Jung mantiene que el proceso por el cual una persona llega a conocerse a sí misma es individual y distinto para cada persona. Consiste en la integración de todas las cualidades conscientes e inconscientes de una persona más sus experiencias y emociones. La meta es la concretización de la identidad auténtica y única del individuo. Varios factores contribuyen al inicio del proceso de la individuación; entre los más comunes son opiniones y convicciones internas que una persona no puede ignorar ni resistir. Además, el origen de estas opiniones y convicciones es el inconsciente de la psique, y por medio de la individuación, llegan al nivel de la conciencia. El surgimiento de este contenido del inconsciente significa que el individuo necesita enfrentarse con él para empezar a integrarlo en su personalidad. Otros aspectos importantes de la individuación

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son el distanciamiento del individuo de su persona y la reconciliación del contenido reprimido en el inconsciente personal y de las imágenes arquetípicas que salen del inconsciente colectivo. La narración de Mientras vivimos sirve como una representación literaria del proceso de individuación que experimenta la protagonista, Regina Dalmau. Como señala Jung, es un proceso distinto para cada persona, determinado por factores individuales que promueven la individuación y por el contenido dinstinto que surge del inconsciente de cada persona. Cuando empieza la novela, hace dos años que Regina pasa por una crisis psíquica y emocional en la cual una sequía creadora no le permite escribir. Está al punto de cumplir los cincuenta años y está sola; con respeto a su estado emocional, parece que Regina está estancada y apatética. A pesar de que es una escritora existosa y admirada que ha escrito dieciséis novelas, Regina no está contenta con su vida y no sabe solucionar su infelicidad ni su incapacidad para escribir. Aunque esté en una crisis de pasividad y sequía creadora, Regina todavía se esfuerza por mantener las buenas apariencias y por representarle a su público la ilusión, o la persona, de una escritora éxitosa que tiene todo bajo control. Una de las cosas más problemáticas para ella es que se ha identificado excesivamente con su persona, y ahora la imagen que proyecta hacia la sociedad no refleja la individualidad de la mujer que existe detrás de ella. Sin embargo, Regina sigue dando coloquios y conferencias para discutir sus obras y los asuntos importantes para las mujeres. En estas ocasiones, se siente como fraude porque se ha dado cuenta de que las frases que pronuncia no coinciden para nada con su identidad ni su situación. Entonces, su persona se ha convertido en una máscara falsa que Regina utiliza para seguir siendo la persona que sus admiradores creen que es. Cuando Regina piensa en el estado de su vida y en la crisis que experimenta, se siente no estar “segura de conocerse a sí misma” y que ha “perdido el control de su existencia” (34). Hay

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tanta discrepancia entre la persona de Regina y cómo la mujer realmente es, que parece que está perdida y que otra entidad tiene las riendas del camino de su vida. En realidad, esta “otra entidad” es su psique, y por medio de ella, una crisis está tratando de forzarle a Regina meditar sobre los eventos y las memorias de su vida. Sin embargo, Regina, con su propia fuerza, no puede emprender este proceso de auto análisis; cree que “más le valdría no detenerse a reflexionar” (34). Sin embargo, no puede sujetar la fuerza superior de su psique, y por eso “temía verse abocada a la introspección” (34). En esta misma escena, Regina piensa en la criada de sus padres, Santeta, y recuerda que una vez ella preparó un plato de caracoles. Regina estaba fascinada con la bolsa de red en la que los caracoles vivos reptaban. Con respeto a su estado actual “es extraño, pensó Regina . . . En alguna parte de su vida los caracoles volvían a reptar” (35). Un poco más tarde en la novela, cuando Judit y Álex ya están instalados en su casa, Regina reflexiona sobre la novela que piensa escribir sobre los jóvenes: “Su inteligencia le advertía de que, aun en el caso de que lograra escribir la novela, no sería más que un parche para taponar de mala manera la auténtica razón de su inestabilidad: aquella maldita voz de la memoria que trepaba hacia la superficie como los caracoles de su recuerdo infantil” (118). En este sentido, los caracoles sirven como un símbolo de las imágenes que han empezado a surgir de su inconsciente. Como los caracoles que se mueven y reptan en la bolsa de red, también el contenido de su inconsciente revuelve y trata de abrirse paso al nivel de su conciencia. En sus comentarios sobre el significado simbólico del caracol, Cirlot lo identifica como una “espiral microcósmica” que muestra “el esquema espiral de la naturaleza” (126). Además, en su discusión de la individuación, Jung identifica la espiral como uno de los mandala que representa el desarrollo psíquico de una persona. Entonces, las referencias a los caracoles en Mientras vivimos sirven

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para señalar que la psique de Regina emprende el proceso difícil de llegar a establecer su identidad auténtica. En “Symbols of the Mother and Rebirh”, Jung comenta que “whoever sunders himself from the mother longs to get back to the mother”, y esta frase es una buena manera para explicar el trabajo fundamental de la psique de Regina en el proceso de individuación (236). Como una joven, Regina rechazó el arquetipo de la Gran Madre cuando rechazó a Teresa. Sin embargo, la Gran Madre es un arquetipo que no soporta el menosprecio ni el maltrato, y se manifiesta en la psique de una persona de una manera tan fuerte como no es posible ignorarla. En la vida de Regina, el arquetipo de la Gran Madre se manifiesta por medio de la sequía creadora que experimenta la autora y por los arquetipos del niño y del animus. Todos estos factores trabajan en la psique de Regina para forzarle a enfrentarse con las memorias de Teresa para que pueda reconciliarse con ella. La carta que le escribió Teresa explica que su amor materno para Regina sobrepasa el amor que se sentía para su padre. Y cuando Regina se reconcilia con Teresa, su vieja mentora y madre sustitutiva tiene la oportunidad para enseñarle una lección más, la de establecer su identidad auténtica: “Y de lo que más contenta me siento es de haber introducido en ti el anhelo de volar con tus propias alas. Que seas capaz de crecer por tu cuenta” (Torres 185). Por este comentario, Teresa le comunica a Regina la importancia del desarrollo de su propia identidad basada solamente en su individualidad. Cuando Regina entiende este principio y lo integra en su conciencia, intenta comunicárselo a Judit cuando aprende que la joven quiere escribir una novela basada en la vida de Regina y su empleo de los cuadernos y las ideas de Teresa en la creación de sus novelas. Regina reconoce la traición que cometió contra Teresa, y se siente culpable y avergonzada de haberse aprovechada de los apuntes de ella para escribir novelas y adelantar su carrera. En

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realidad, Regina utilizaba las ideas de Teresa para crear una personalidad insincera que no reflejaba su propia identidad. Sus novelas se basan en las ideas de Teresa, y por eso, reflejan su pensamiento y sus convicciones acerca de la situación de la mujer. Regina no quiere que Judit cometa el mismo error: No quiero que la historia se repita. Me siento responsable de ti. Eso que has escrito puede darte mucho éxito, pero eres demasiado buena, tienes demasiado talento como para seguir mis pasos . . . No seas como yo, que he retratado muy bien el exterior, pero nunca he intentado asomarme a mis barrancos . . . tendrás que averiguar quien eres, bucear en ti y en tus raíces, ser auténtica. No tengo nada que darte, ningún santo grial que entregarte, salvo algo que no es mío y que otra persona me dio. Te diré lo que me dijo Teresa. Sé tú misma. Trabaja y púlete como una joya, porque sólo entonces serás capaz de crear y de dar . . . Remueve en tu interior, en tu pasado, en aquello que constituye tu esencia. (253). Por medio de estos comentarios, la novela sirve para afirmar la teoría de Jung acerca de la importancia de la individuación y cómo llevarla a cabo honestamente. Las palabras de Regina reflejan las mismas ideas que propone Jung con respeto al establecimiento de la identidad auténtica; para llegar a conocerse a sí misma, una persona tiene que sumerjerse en su psique, en sus experiencias, memorias y emociones para analizarlas y entender su significado en su propia vida. Con la ayuda de los arquetipos, es posible interpretar el contenido que surge del inconsciente para poder integrarlo en la conciencia y para lograr la autenticidad de su ser. En su discusión de la psique y el proceso de la individuación, Jung identifica el cuaternario como uno de los mandala que funciona como un símbolo de unidad y totalidad. En su artículo “The Self”, dice que “individual mandalas are symbols of order, and . . . they occur . . . during times

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of psychic disorientation or re-orientation” (31-32). Sobre la estructura del cuaternario, dice que puede ser “quadratic figures divided into four or in the form of a cross. They can also be four objects or persons related to one another in meaning or by the way they are arranged” (“The Structure and Dynamics of the Self” 224). La narración de Mientras vivimos presenta la representación de un cuaternario en el proceso de la individuación de Regina. En su esfuerzo para llegar a conocerse a sí misma, es posible observar cuatro entidades cuyo funcionamiento en el proceso de la individuación crea el símbolo de un cuaternario. La conciencia de Regina, el arquetipo del niño, el del animus y el de la Gran Madre son los elementos fundamentales en la representación del proceso de individuación, por los cuales la escritora une todas las cualidades conscientes e inconscientes para establecer su identidad auténtica. Estas cuatro entidades interactúan y colaboran para lograr la unidad del contenido de la psique de Regina.

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CAPÍTULO 3 CONCLUSIÓN Las teorías del psicólogo Carl Jung intentan explicar todas las facetas de la psique humana y la manera en que colaboran para crear la identidad de una persona. Para Jung, la psique no sólo consta de los elementos conscientes; es el conjunto de todos los factores conscientes e inconscientes que forman la psique e influyen sobre su desarrollo. Con respeto a la conciencia, reconoce que consiste en los pensamientos y las emociones que el ser humano percibe durante su vida. Sin embargo, su teoría se complica un poco con su entendimiento de la función del inconsciente y la manera en que determina y regula la conciencia de una persona. Señala la importancia del inconsciente personal que contiene todas las memorias, ideas y emociones olvidadas o reprimidas por parte de la conciencia. También, identifica el papel significativo del inconsciente colectivo en el desarrollo de la identidad de una persona, y mantiene que los arquetipos que residen en este nivel del inconsciente sirven para facilitar el aumento de la conciencia de una persona y la reconciliación entre la consciencia y el contenido doloroso del inconsciente personal. Además, uno de los conceptos más fundamentales en su teoría es el de la individuación, que es una manera para nombrar el proceso por el cual una persona se enfrenta con las imágenes que emergen de su inconsciente para integrarlas en su conciencia. El suyo es un tipo de psicología orientado hacia el entendimiento de todos los aspectos de la psique humana y el mejoramiento de la condición psíquica de cada persona.

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La novela Mientras vivimos funciona como una representación literaria del proceso de la individuación. En la obra, hace más de dos décadas que Regina Dalmau ha perdido contacto con Teresa, la única mujer que la trataba como su propia hija. Para corregir este estado de soledad y desequilibrio, su psique emprende el proceso de la individuación para que la mujer se reconcilie con varios eventos de su pasado y algunas emociones muy importantes en su vida. Para lograrlo, su psique activa el arquetipo del niño y lo proyecta en Judit, una muchacha de veinte años que trabaja para ella. Por medio de su contacto con la joven, la psique de Regina regresa a esa etapa en su vida porque representa el período cuando rechazó a Teresa y el momento al que necesita volver para establecer de nuevo un vínculo entre ella y otras mujeres. El animus de Regina también contribuye al proceso de individuación en el sentido que, por medio de las proyecciones en Álex y en Albert, arroja luz sobre las imágenes que emergen de su inconsciente para invadir su conciencia y para forzarle a Regina a enfrentarse y reconciliarse con ellas. También, el animus sirve para proveerle una manera para volver a Teresa y sus memorias de la mujer por medio de las cartas que escribió Albert para Teresa. Al entender más sobre la relación entre Teresa y Albert, Regina se da cuenta de que los dos la amaban mucho y que nunca querían usarla ni aprovecharse de ella para ocultar la verdadera naturaleza de su relación. El arquetipo de la Gran Madre también tiene un lugar importante en la individuación de Regina porque es responsable por la reconciliación que hace Regina con la memoria de su vieja mentora y madre sustitutiva. Debido a este arquetipo, Regina vuelve a sentir el amor materno que sólo le podía dar Teresa y entiende que la conexión entre ellas es más fuerte que la que existía entre Teresa y Albert. Cuando puede sentir otra vez la tranquilidad y el cariño de Teresa, la crisis de Regina se resuelve y la mujer ha logrado cierta cantidad de auto conocimiento y estabilidad en su psique. Internaliza la lección de Teresa que debe ser sí misma y que no debe

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tratar de fingir una representación que no refleje la persona que en realidad es. En este momento, Regina entiende la importancia de la individuación y la necesidad de establecer su propia identidad basada en las cualidades que la definen. Es una lección que puede ser transmitida a los lectores de Mientras vivimos para animarles a emprender el proceso de llegar a conocerse a sí mismos.

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