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elgánig Nº XXI - Mayo 2010 XXIII Feria Insular de Artesanía
Manuel P adr ón: Padr adrón: un carpintero de linaje en el municipio de Antigua
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el gánigo Revista Oficial de la Feria Insular de Artesanía Mayo de 2010 Nº 21 Edita: Fundación Colectivo Mafasca Redacción Taller gráfico del Colectivo Mafasca: Isidoro Hernández Sánchez. Andrés Santana Almeida. José M. García Rodríguez. Juan Carlos Suárez Méndez. Fotografía: Guayedra Brito. Andrés Santana. Jorge Cabrera.
Sumario elgánigo 3
Editorial Fundación Colectivo Mafasca
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Salutaciones Presidente del Cabildo de Fuerteventura Alcalde del Ayuntamiento de Antigua
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Breve reseña histórica de la Carpinteria Tradicional en Canarias
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Herramientas manuales 10
Taller José Benito de Fotos
Premio Insular de Artesanía 2010
y diapositivas de la Funda-
Manolo Padrón, el carpintero de la calle vieja
ción Colectivo Mafasca Ayuntamiento de Antigua Diseño y Maquetación: Departamento de Publicaciones del Ayuntamiento de Antigua Impresión:
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Imprenta Maxorata Prohibida su reproducción total o parcial sin la autorización expresa de su editor o autores
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Andrés Valerón en el recuerdo En memoria de Begoña
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Adán Hernández, una nueva generación de artesanos de la carpintería tradicional
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Premios Insulares de Artesanía Homenajes a la cultura majorera
Con proyección de futuro. «A finales de 1987, miembros del Colectivo Mafasca, concretamente Lolita Betancor y yo (José Miguel Rodríguez Armas), nos reunimos con la gente de Culturalcampo para ver distintos proyectos que tenían que ver con la artesanía. Fue en esa reunión donde se planteó la posibilidad de realizar una Feria Insular de Artesanía…» Gánigo nºV, 1993.
Fundación Colectivo Mafasca
bración de una Feria de Artesanía, la más vieja de Canarias, un evento al que asisten más de 20.000 personas durante los cuatro días de duración. Importa, pues, el presente, porque las ideas de hoy tienen un valor, que, aunque no pecuniario, son la base de hechos materializados como este número del Gánigo, la elección del Premio Insular de Artesanía, el tema central de la Feria, el programa de actividades, la distribución de la infraestructura, la selección de los artesanos…, y así, cada idea es una decisión tomada, que puede ser equivocada o no, pero que simplemente busca lo mejor para la Feria. Por ello esta editorial es un texto al presente, pero también un texto de futuro. La Feria debe avanzar, con proyección de futuro, buscando en el marco de la Comisión Organizadora nuevas ideas, en colaboración con los artesanos y artesanas, con el Cabildo, el Gobierno y entidades bancarias que apuesten por mantener viva las tradiciones artesanales. En 2011, la Fundación Colectivo Mafasca cumplirá su 25º aniversario, un cuarto de siglo bajo el lema «una luz por la cultura». Al margen de la celebración del XXVII Encuentro Insular de Villancicos, del III Encuentro de Recolectores de Criadas, de los talleres y cursos anuales, de la fiesta
del Carnaval, de los viajes culturales, de la fiesta de Navidad, de la III Movida Cultural y de otras actividades culturales, la Fundación se esforzará en valorar esa proyección de futuro de la Feria de Artesanía y aportar nuevas ideas para la edición de 2011, fiel al compromiso colectivo con el gremio artesanal y con la identidad cultural de nuestra isla. El objetivo principal de El Gánigo, revista oficial de la Feria Insular de Artesanía, es intentar que quede por escrito los conocimientos de los artesanos, sus inquietudes y sus ilusiones. Así, siempre el artículo central gira en torno al Premio Insular de Artesanía, otorgado en esta edición al carpintero D. Manolo Padrón, quien aún sigue trabajando entre serrín y madera en su carpintería de la «Calle Vieja». Desde estas líneas, felicitarlo por su labor y por este merecido premio. Por otro lado, al querer trabajar en esta Feria en torno al tema de la carpintería de madera, otros artículos tratan de dar a conocer el trabajo de otros carpinteros de nuestra isla. Finalizamos dando la bienvenida a todos los artesanos y artesanas a la XXIII Feria Insular de Artesanía, pues ésta es su casa y su fiesta, deseando que, a pesar de la actual crisis económica, las ventas les permitan mantener su oficio por el bien de nuestra cultura.
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Sin duda, continuamente, y a la hora de elaborar la editorial de esta revista, o en las sucesivas reuniones de organización planteadas por la Comisión Organizadora, integrada por el Ilte. Ayuntamiento de Antigua y la Fundación Colectivo Mafasca, surgen alusiones a aquellas personas que relanzaron desde su inicio, allá por 1987, la Feria Insular de Artesanía. Son innumerables las colaboraciones de los artesanos y artesanas de la isla y de Canarias, de los trabajadores de nuestro Ayuntamiento, miembros del Colectivo Mafasca, autoridades de las corporaciones locales, personas anónimas de nuestro pueblo y de Fuerteventura en general, las que han puesto su granito de arena en el pasado para que hoy estemos en vísperas de celebrar una nueva edición. Nos hemos subido a sus hombros, y hoy somos lo que somos. Sin embargo, y siendo obligatorio conocer de dónde venimos, por respeto a aquellos viejos árboles que aún retoñan, muchas veces nos olvidamos del presente, del trabajo constante realizado por los nuevos equipos, aquellos que se siguen reuniendo los lunes a las ocho en la sede de la Fundación, a una Comisión Organizadora que en los últimos diez años ha cambiado su composición, pero no su objetivo: plantarle cara a un reto como es la cele-
EDITORIAL
SALUTACIÓN
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Presidente del Cabildo de Fuerteventura La llamada de la Fundación Colectivo Mafasca a una nueva edición de la Feria Insular de Artesanía nos llega en 2010 con energías renovadas, porque aunque la crisis económica afecta a todos, el empeño puesto por los organizadores ha conseguido completar un programa de actividades realmente interesante. Esta coyuntura socioeconómica tiene en Fuerteventura componentes singulares, por cuanto nos coincide con el final de una etapa en la que el sector de la construcción tiraba del resto de la economía insular. El momento de cambio nos está sirviendo también para plantear alternativas de desarrollo a partir de un concepto amplio y diversificado de la actividad turística, en el que asociada a la misma, tengan cabida también productos relacionados con nuestra cultura, el sector primario, las tradiciones, el entorno natural, etc. Es en este camino en el que la artesanía, tanto desde su vertiente tradicional como desde la creativa, puede desempeñar un papel importante. Y más aún ahora, cuando el desempleo afecta a sectores económicos tradicionales. El reto está en saber buscar los canales comerciales y promocionales que permitan que el casi millón y medio de visitantes que recibimos anualmente vean, aprecien y adquieran productos de nuestro sector artesano. En este sentido, tenemos que hacer un esfuerzo orientado a la creatividad y la respuesta a las demandas y gustos del cliente. Creatividad en-
tendida también en el ámbito de la artesanía tradicional, porque sin renunciar a sus componentes también es necesario responder a la demanda comercial. El Cabildo de Fuerteventura atiende a esta demanda invirtiendo en la comercialización a través de una red de tiendas modernizada y cercana. Pero también con la modernización de la marca identificativa que hemos llevado a cabo durante estos últimos meses, y con la renovación de toda la cartelería e información, adaptándola a más idiomas para dar respuesta precisamente a un visitante de múltiples procedencias. En este 2010 en el que la organización entrega el Premio Insular de Artesanía a don Manolo Padrón, carpintero de madera heredero además de una estirpe de carpinteros de Antigua, quiero subrayar que para el Cabildo de Fuerteventura es también una edición especial, por cuanto es la primera que hacemos sin el que fuera consejero del área, el compañero Andrés Valerón, y a quien permanentemente recordamos y añoramos por el cariño que ponía en todo su trabajo. Mi agradecimiento por lo tanto a los organizadores, la Fundación Colectivo Mafasca, el Ayuntamiento de Antigua y el colectivo de artesanos, con la seguridad de que el aprecio de sus miles de visitantes será la mejor recompensa al trabajo bien hecho. Mario Cabrera González
SALUTACIÓN Alcalde del Ayuntamiento de Antigua ca que nos diferencia de cualquier otro rincón del mundo. Junto a los trabajos procedentes del oficio artesanal de la carpintería, no faltarán los talleres prácticos en cada stand, mostrado el buen hacer de los artesanos y artesanas en un calado, un cesto de palma, una tinaja de barro, y así, junto a ebanistas, tallistas y carpinteros tradicionales también compartirán espacio las tejedoras, bordadoras, latoneros, joyeros, ceramistas, alfareros, vidrieros y otros tantos oficios artesanales de trabajo dedicado, constante, y perfeccionista. Artesanía tradicional, acompañada de grupos de baile y danza, rondallas, conciertos folclóricos, exposiciones, y un espacio destinado a degustar la mejor repostería, los vinos y caldos de nuestras islas, los quesos, miel de palma, y aquellos productos propios que dan sabor, olor y paisaje a nuestra tierra majorera. Desde estas líneas aprovechamos para agradecer la colaboración de las administraciones públicas y privadas, así como al numeroso voluntariado que colaboran en la preparación y organización hasta de los detalles más pequeños que luego todos disfrutamos. Desde el Ayuntamiento de Antigua damos la bienvenida a esta nueva edición de la revista El Gánigo, que cumple la doble tarea de informar y ser el soporte que sirve de invitación a todos sus lectores, para que asistan y disfruten de la Feria Insular de Artesanía de Antigua 2010. Gustavo Berriel Hernández
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El Ayuntamiento de Antigua, a través de la Concejalía de Cultura se complace en organizar y patrocinar la XXIII Feria Insular de Artesanía de Antigua, invitando a todos los vecinos del municipio y de la isla, a visitar y formar parte de una Feria que es un encuentro de artesanía, música y bailes populares. La Feria Insular de Artesanía de Antigua, reúne desde hace 22 años, más de 200 artesanos y artesanas procedentes de todas las islas del archipiélago canario, que se afanan en mostrarnos sus oficios y labores durante los cuatro días de celebración de esta cita anual que sitúa al municipio de Antigua en el punto de mira de numeroso público y turistas interesados en conocer nuestra cultura, tradición y costumbres. En esta nueva edición dedicada a la carpintería tradicional, la Comisión Organizadora otorga el Premio Insular de Artesanía a D. Manuel Padrón, artesano y vecino de nuestro pueblo de Antigua. Decisión que aplaudo y que me da la ocasión de felicitar la labor constante de un vecino, hijo y nieto de carpinteros, que con su dedicación diaria da continuidad a un oficio en el que prima el detalle y la utilidad de los trabajos artesanales, cuya belleza también decora nuestro entorno y viviendas. Destiladeras, mesas, armarios, baúles, utensilios de cocina, herramientas de labor, aparejos para el campo y el ganado, todos ellos resultado de la carpintería tradicional, elaborados sobre la noble, viva y cambiante materia prima que es la madera, cuya consideración en la isla es de gran valía, por lo que el artesano se esmera, aún más si cabe, en la calidad y detalle del resultado final obtenido en estos trabajos artesanales. Mantener la Feria Insular de Artesanía de Antigua es un reto al que desde el Ayuntamiento no hemos querido renunciar a pesar de los recortes presupuestarios y el contexto de crisis económica en que nos encontramos. Esta Feria es un reconocimiento a los artesanos, un apoyo para dinamizar las ventas de sus productos, y una cita cultural que nos acerca a todos, tanto residentes como turistas, a nuestra herencia histórica e idiosincrasia propia y característi-
Breve reseña histórica de la
Carpintería tradicional en Canarias
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La madera fue la materia prima de una amplia gama de
actividades económicas, así como la fuente energética principal en el ámbito doméstico. Desde las primeras épocas de la colonización europea, la madera fue esencial tanto en la producción azucarera como en la actividad constructiva, aunque la carpintería mayor no se comenzará a manifestar, con dinamismo, hasta al menos el siglo XVII, como lo atestiguan los patios y balcones canarios de la época. Sin embargo, la carpintería tradicional, fue un oficio esencial para la sociedad canaria. El especialista en la materia, generalmente era un agricultor, que en las épocas de menor actividad, se dedicaba a recoger madera de árboles cultivados o silvestres, con los que elaboraba aperos de labranza, utensilios cotidianos y ocasionalmente, muebles asociados al ámbito doméstico. Tras la Conquista la influencia portuguesa en la carpintería de Canarias es fundamental. Las «especies madereras» más ampliamente utilizadas fueron, hasta bien avanzado el siglo XIX, el pino canario, el cedro, el eucalipto, el nogal y el castaño. El aprovisionamiento de estas materias se localizó tradicionalmente en las formaciones boscosas de Gran Canaria; hasta que la tala indiscriminada y la necesidad de nuevas roturaciones, terminaron por deforestar estos núcleos. Por esta razón, desde mediados del siglo XX gran parte de la madera demandada es de importación. Ante la prohibición de la tala de árboles, las únicas maderas locales que se utilizan son las procedentes de derribos. Los carpinteros tienen la obligación de comprar las maderas en establecimientos especializados, donde sólo se encuentran maderas importadas. Estas maderas se adquieren en forma de planchas con unas medidas estándar. Entre las maderas más usadas, actualmente, encontramos importaciones de África (se importa la morera o iroko, el sipo, el sapelli, embero), de Europa (se trae el castaño, morera, haya, pino,), y desde América se importa: caoba, riga americana, cedro y pino.
EL TALLER TRADICIONAL El taller del carpintero tradicional o aperero debe ocupar un lugar específico y estar minuciosamente ordenado, dos condiciones esenciales para que el trabajo se efectúe con precisión y comodidad. Tanto si el taller es una prolongación de la vivienda familiar, como si se encuentra en un local específicamente destinado a la carpintería, el artesano debe buscar unas buenas condiciones de iluminación y tener las herramientas en el área donde se ejecuta la actividad. La amplitud del taller debe ser la suficiente como para incluir el banco de carpintero, así como los accesorios de sujeción y guía. El resto de las herramientas suelen estar colgadas, si el volumen y el peso no son excesivos, en cuyo caso se colocan en el suelo. A finales del siglo XVIII y principios del XIX, localizamos carpinteros en casi todos los pagos de Gran Canaria, también se instalan en Las Palmas de Gran Canaria y en aquellos pueblos más importantes donde había una población numerosa
LA MATERIA PRIMA
TIPOLOGÍA La producción de los carpinteros tradicionales es muy variada, por un lado tenemos la relacionada con las labores agrícolas-ganaderas como: trillos, bieldos, horquetas, yugos, arados, tornillos, plantones, quijadas, etc., estos aperos de labranza son ahora realizados por los carpinteros actuales en miniatura. También realizaban obras de mayor envergadura, íntimamente relacionadas con las necesidades de las casas isleñas, estamos hablando del mobiliario tradicional como son: bancas, bancos, loceros, talleros o taburetes; además de objetos de madera de pequeño tamaño como queseras, cuartillos, tijeras de tunos, cucharas o zarandas. Artículo cedido por la FEDAC. http://www.fedac.org
BIBLIOGRAFÍA ESTEVEZ GARCÍA, S. (1978): Guía práctica del Carpintero, Sintes, Barcelona. FERNÁNDEZ DE PAZ, E., (1991): Carpintería de Ribera, Junta de Andalucía, Sevilla. VV.AA., (1995): El Hombre y la Madera, Ed. Integral, 2ª Edición, Barcelona. VALLE QUESADA, Mª Teresa (2004): El mueble tradicional en Gran Canaria. Ed. FEDAC, Cabildo de Gran Canaria. Las Palmas de Gran Canaria.
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La materia prima esencial con la que trabaja el carpintero tradicional es, en Gran Canaria, la madera maciza, y ésta puede ser de diferentes tipos: almendro amargo, brezo, morera, sao, escobón salvaje, pino canario (donde podemos diferenciar tres clases de madera: el pino blanco, la riga y el pino tea), eucalipto, álamo blanco, nogal, cedro (muy apreciado por su olor), acebuche y/o naranjo. Además del barbusano y el paloblanco como las maderas preferidas para la construcción de muebles, junto a el viñátigo, el aceviño, el til, el mocán, el borne (o bornio), el castaño, el pinobeto y el moral.
Otros materiales también necesarios son: la cola, el barniz y los clavos. Tradicionalmente los carpinteros rurales utilizaban maderas locales para la construcción de muebles populares, mientras que las clases dominantes prefieren las maderas exóticas importadas. La madera fue la materia prima para la construcción de edificios, barcos, aperos de labranza, combustible para los ingenios, para la destilación de la pez para calafatear barcos, y para el consumo doméstico.
Herramientas manuales Andrés Santana Almeida
Hoy en día, con los avances experimentados en el campo de la electrónica, las herramientas eléctricas han ido sustituyendo a las manuales. Esto significa un ahorro de tiempo, trabajo y técnica. Cualquier artilugio electrónico es capaz de realizar trabajos de desbaste, lijado o taladrado en un margen de tiempo muchísimo menor que utilizando herramientas tradicionales, el esfuerzo también se ha reducido considerablemente dada la potencia cada vez mayor de las máquinas y la técnica necesaria es
mucho menor por la precisión y la facilidad de uso de los nuevos aparatos. Por otro lado, en una época en la cual se valora la llamada actividad ecológica tiene cierto sentido potenciar el uso de estas herramientas que no consumen energía y que en su mayoría no están elaboradas con materiales derivados del petróleo. ¿No nos encontraremos dentro de poco con productos que estén marcados con la etiqueta «elaborados con herramientas no contaminantes»? Todo es posible.
Aquí lo que pretendemos es simplemente mostrar una serie de herramientas con una pequeña indicación de su uso. Para ello las clasificaremos en los siguientes grupos: trazado y medida, serrado, taladrado y labra.
Herramientas de trazado y medida:
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Son aquellas que nos permiten marcar, medir, comprobar, nivelar, aplomar, escuadrar, trazar… Entre ellas vamos a recordar el gramil y la falsa escuadra. El gramil se utiliza para trazar líneas paralelas a una cara o arista y para trazar escopleaduras, es decir, agujeros abiertos por ambos lados de una pieza, que se encuentran con exactitud. La falsa escuadra tiene el talón unido por un tornillo con mariposa a la hoja, permitiendo deslizamiento alrededor del tornillo para formar ángulos complementarios. Se utiliza para comprobar biseles, trasladar ángulos, trazar colas de milano, etc.
Herramientas de serrado: Son aquellas que nos sirven para cortar por medio de una hoja dentada. Les mostramos el serrucho de costilla y la sierra de bastidor. El serrucho de costilla se usa para realizar cortes finos y de precisión. Se emplea para ensambles, espigas, ingletes y aquellos trabajos que requieren precisión y poca pérdida de madera. La sierra de bastidor consta de una hoja, por lo general de poca anchura, que va dentro de un bastidor de madera o metal para sujetarla, mantenerla rígida y tensarla. Sirve para hacer curvas no demasiado cerradas y adornos.
Herramientas de taladrado: Son las que nos permiten realizar agujeros en la madera sin que se raje o se astille. Les presentamos la barrena y el berbiquí. Las barrenas de mano y de dos manos son muy cómodas de usar. Se emplean para taladrar agujeros para tornillos y clavos gruesos y en general para todo tipo de agujeros y pequeñas piezas. El berbiquí presta unos excelentes servicios para los trabajos con el metal del carpintero y para agujeros de precisión en la madera.
Herramientas de labra: Nos sirven para lograr algunas formas en la madera, esculpirla o tallarla. Entre ellas podemos encontrar azuelas, raseros, cepillos, garlopas, formones, gubias, etc. Destacaremos el guillame y la terraja. El guillame es un cepillo de estrecha y alta caja, sus ángulos no se redondean. Se utiliza para cepillar o pulimentar las aristas o ángulos entrantes, para acanalar, molturar, etc. La terraja tiene dos orejas o manijas a los lados para agarrarla y en su centro un agujero con una cuchilla que se rosca con el macho como una tuerca normal. Se utiliza para hacer tornillos. Bibliografía: «El hombre y la madera». Integral.
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« Mientras mi padre torneaba, mis hermanos y yo hacíamos fila para relevarnos en la rueda del torno, cuando uno se cansaba otro ocupaba su lugar.»
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Manolo Padrón, el carpintero de la calle vieja Premio Insular de Artesanía 2010 Andrés Santana Almeida
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«Esas máquinas tienen por lo menos ciento y pico años y funcionan perfectamente, media vuelta al motor y humo para adelante. Mi padre las compró ya usadas en Las Palmas».
La mayoría de las herramientas se heredaban, aunque muchas las construían ellos mismos.
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La Calle Vieja, no hace tanto empedrada y
hoy cubierta por el velo negro de la modernidad, cuida la carpintería de Manolo Padrón, no se le pierda como ocurriera con la herrería de los Curbelo, la tienda de don Toribio o la barbería de Fernando. Junto al casino pasa ahora casi desapercibida, aunque en otros tiempos los ruidos propios de la labor animaran el lugar, pues la calle Virgen de Antigua fue la principal vía del pueblo. Al entrar damos un salto al pasado: suelo de tierra repisada y barrido mil veces, paredes revestidas de torta con algún que otro roto que deja ver su alma de piedras entongadas en perfecto orden, montones de herramientas que los artilugios eléctricos han ido relegando al olvido… Nos cuenta Manolo que el techo era antes de madera, de tablas de cajas
de coñac u otras que les daban en las tiendas o en los bares, pero que hubo que sustituirlo por planchas de uralita porque empezaba a caerse, algunos muñones que salen de las vigas quedan como testimonio de aquella época. Atrapadas por cintas de lona al motor del fondo, se ramifican la sierra circular, la cepilladora y la sacadora de grueso. Varios bancos de trabajo se reparten por el espacio, uno de ellos ocupado por un torno al que hace girar una gran rueda de madera que actúa como polea. Manolo nos dice que él y sus hermanos esperaban turno para hacerla dar vueltas, mientras su padre torneaba piezas para los muebles. Cubren las paredes repisas, estanterías, maderas apiladas, alguna guitarra herida de muerte, muebles pendientes de reparar y un sinfín de cosas más.
«Cuando teníamos diez o doce años, mi hermano Miguel y yo nos dedicábamos, un mes o dos antes de Reyes, a hacer alcobitas pequeñas para niñas, carretillas, camioncitos. El dinero que sacábamos lo metíamos en la alcancía para la fiesta de Antigua».
do. «A veces nos entregaba tongas de lija y un corcho, y venga a lijar a mano». En ese tiempo todo se hacía con herramientas manuales, las eléctricas aparecieron hace poco. Manolo nos muestra diferentes serruchos, cepillos, guillames, azuelas, barrenas, etc., que se guardan en el taller. La mayoría de las herramientas se heredaban, aunque muchas las construían ellos mismos. Las máquinas grandes son verdaderas reliquias que funcionan a partir de un motor de gasoil que por un sistema de cintas, ejes, poleas y engranajes transmite el movimiento según se necesite la cepilladora o la escopleadora. «Esas máquinas tienen por lo menos ciento y pico años y funcionan perfectamente, media vuelta al motor y humo para adelante. Mi padre las compró ya usadas en Las Palmas». El material no se conseguía fácilmente, debiéndose aprovechar todo. «Mi padre nos ponía, sentados en un hierro a sacar y enderezar las tachas de las cajas de coñac que nos guardaban en la tiendita». Aunque la mayoría de los muebles se ensamblaban y se pegaban con cola, reservándose las tachas para las traseras de los armarios. La cola venía en unas tabletas que se picaban y se calentaban al baño María, debiéndose aplicar en caliente. Frecuentemente recibían la visita de Curbelo el herrero, pues la fragua, también de explotación familiar, se encontraba unas casas más abajo. Éste era un hombre fuerte y alto. «Se sentaba en un banco de trabajo y afirmaba los pies en el suelo», nos cuenta Manolo. Era habitual que vinieran los chiquillos del pueblo para verlos trabajar. Las diversiones eran pocas en aquellos tiempos, las fiestas eran de mucho respeto y la gente se iba a bailar en esos días a Ampuyenta o a Casillas. El Casino era sólo para los socios, aunque también existió otro un poco más
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Manuel Padrón nació allá por el año treinta y cuatro aquí en Antigua, en el seno de una familia de carpinteros, ya que su padre y su abuelo lo fueron. No en vano afirma «Esta era la única carpintería que existía, y ahora es la carpintería más vieja y éste es el carpintero más viejo de Antigua». Cuando él era pequeño trabajaba junto a sus cinco hermanos, ayudando a su padre. Compartía la tarea del taller con la escuela de don Juan el maestro que se encontraba en unos salones que existían frente al ayuntamiento viejo. En la carpintería había seis bancos montados. Principalmente se realizaban muebles, alcobas normalmente cuando la gente se casaba. En hacer una alcoba completa se tardaba siete u ocho días, colaborando toda la familia. Los trabajos no se pagaban enteros, sino poco a poco, incluso en una ocasión una mujer del Valle le intentó sufragar la deuda al padre con un burro. «En ese tiempo era difícil hacer una puerta o una ventana». Hubo un tiempo en el que se dedicaron a hacer muebles para un tal Miguel Cabrera de Gran Tarajal, «todas la semanas se llevaba un camión cargado. Me acuerdo que un dormitorio costaba en aquel entonces tres mil quinientas pesetas. E incluso más allá una mujer me dijo que todavía tenía en la casa un ropero y una cama de los que mi padre le hizo». Según él, los muebles se conservan en buen estado porque la madera de antes era mejor, se solía utilizar la riga y el pino finlandés. La madera se compraba en Puerto, en el almacén de los Peñate y se traía en un transporte hasta el pueblo. En la carpintería cada uno tenía su labor, el padre era el encargado de las máquinas y era el que hacía los aperos del campo (cangos, yugos, arados…) y los hijos en los bancos lijando, pintando y montan-
Manolo fue portero del equipo de fútbol de Antigua, colgada en la pared de la carpintería conserva una foto de un encuentro que disputaron en Puerto contra el Batallón. «Ese día tuve la suerte de parar un penalti».
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La carpintería de los Padrones testimonio de la notoriedad que tuvo en otros tiempos la calle Virgen de Antigua.
arriba. Un secretario del ayuntamiento estuvo un tiempo proyectando los sábados en lo que podríamos llamar un cine que se hallaba en los alrededores de la plaza. Manolo fue portero del equipo de fútbol de Antigua, colgada en la pared de la carpintería conserva una foto de un encuentro que disputaron en Puerto contra el Batallón. «Ese día tuve la suerte de parar un penalti». Además practicó la lucha, cuando el terrero estaba donde hoy se encuentra el centro cultural. Respecto a la música decir que aprendió a tocar el laúd, más por cuenta propia que por escuela alguna. En la carpintería de los Padrones se encargaban las cajas para los muertos de toda la isla, cuando todavía no había funerarias. «A cualquier hora de la noche tocaban y toda la familia venía a hacerla, no se quedaba nadie detrás». Se elaboraban dos tipos de cajas, unas para ricos y otras para pobres. Las primeras se forraban con tela negra, las segundas se pintaban. «Me acuerdo que mi padre me daba un cacharrito y me mandaba a coger el hollín de los teniques, donde se hacía de comer, con una brocha. Y luego tomar todo aquel polvillo y mezclarlo con agua y cola para hacer la pintura». Al final sus hermanos fueron yéndose a otros lugares (Gran Tarajal, Puerto…) y sólo él permaneció aquí, eran tiempos difíciles. A poco de casado, allá por los años sesenta, como tantos otros en el pueblo, se embarcó para El Aaiún en dos ocasiones. Para
poderlo hacer debía ser reclamado por alguien allí, en su caso Eusebio Carmona. La primera de las veces estuvo algo más de un año y la segunda unos ocho meses. «Cuando murió mi padre, - dice Manolo – no veía las cosas muy claras y tuve que chancletear para ir a trabajar en las compañías por ahí». El auge turístico le lleva a trabajar en Aguas Verdes y el Parque Holandés, por espacio de tres años en cada urbanización. Después terminó arribando en el Cabildo, donde estuvo por algunos años. Jubilándose finalmente en el Hotelito de la Era de la Corte, en el cual restauró la carpintería por un período de tres años. «Aquel fue un trabajo de envergadura, aunque yo estuve muy a gusto allí». Y tanto fue que después de jubilarse se quedó unos meses más para terminar la obra. Con Manolo se extingue la saga de carpinteros, sus hijos no han continuado con la profesión. «Nada, no saben ni clavar una tacha, entran por una puerta y salen por otra. En cambio cuando nosotros teníamos diez o doce años, Miguel y yo nos dedicábamos, un mes o dos antes de Reyes, a hacer alcobitas pequeñas para niñas, carretillas, camioncitos. El dinero que sacábamos lo metíamos en la alcancía para la fiesta de Antigua». Para Manolo es un honor que se le haya otorgado el Premio Insular de Artesanía, aunque él no se lo esperaba. «La Feria es muy buena para los negocios en el pueblo. Vamos a ver cómo se presenta este año». Desde la organización de la Feria queremos felicitarle y reconocer su labor como un verdadero artesano, cuya manufacturación se orientaba más a la necesidad práctica del producto que al uso decorativo del mismo.
Andrés Valerón, en el recuerdo El pasado 11 de septiembre fallecía a los 52 años de edad Andrés Valerón Hernández, una persona entrañable para el pueblo majorero. Mientras practicaba natación su corazón dijo «hasta aquí» y nos dejó sin palabras con los ojos ahogados y las gargantas anudadas. Sus amigos y compañeros en el mundo del deporte (baloncesto, juego del palo, etc.), la política, el sector empresarial, carnavalero, el artesanal, todos hemos querido
rendir un homenaje a la figura de esta gran persona de amplia sonrisa y buen hacer. La pérdida de Andrés para el gremio de artesanos de Fuerteventura y con ellos también para la Fundación Colectivo Mafasca, significa el adiós de una persona querida. Como político, la pérdida de un hombre curtido en este bregar, que propició una verdadera participación del sector artesanal de Fuerteventura. A él le debemos la creación de la Comisión Insular de Artesanía.
Andrés creía en la Feria Insular de Artesanía, reconociendo públicamente la labor desinteresada e importantísima de la Fundación Colectivo Mafasca y el Ayuntamiento de Antigua, un esfuerzo compartido para un bien común. Desde estas páginas del Gánigo lamentamos su pérdida, acompañamos en el sentimiento a su familia y le agradecemos el apoyo, el ánimo y su fe en esta tarea de cuidar de nuestra cultura. Hasta siempre Andrés.
En memoria de Begoña
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Con hondo pesar hemos recibido la triste noticia del fallecimiento de Begoña Ferreiro Alaez. Desde hacía muchos años, nos habíamos acostumbrado a su tranquila presencia entre nosotros durante la Feria Insular de Artesanía de Antigua, tanto en el stand de su hijo Pau Valverde, artesano ceramista, como paseando y charlando por el recinto ferial. Le gustaba mucho venir a pasar unos días con nosotros, para así poder participar de ese agradable reencuentro que esta Feria propicia. Con ilusión participaba ayudando a su hijo en el taller y en el stand. No perdía la oportunidad para charlar tranquilamente con amigos y conocidos. Desde estas páginas queremos rendirle homenaje, y dedicarle a ella, a su familia y amistades, nuestro recuerdo más sentido.
Fuerteventura ha cautivado emocionalmente a muchas personas, incluso a aquellos que pisaron su seca y árida tierra por imposición legal. Todos los que hemos vivido este maravilloso cautiverio nos hacemos la misma pregunta: ¿qué tiene la isla....?.
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Adán Hernández, una nueva generación de artesanos de la carpintería tradicional José Manuel García Rodríguez Juan Carlos Suárez Méndez.
Nuestro invitado de tertulia, Adán Hernández, un joven artesano de la carpintería, reconoce ser uno de esos individuos cautivados por la magia de Maxorata. En el pequeño taller de la azotea de su casa en Antigua nos cuenta cómo llegó al encuentro con la madera. « ...Antes de llegar a Fuerteventura restauraba muebles antiguos; esa práctica y el tener mucho tiempo libre me impulsaron a realizar algunos trabajitos...»
¿Alguien te enseñó a restaurar muebles? No, todo lo que sé lo he aprendido de forma autodidacta. Lo que no sabía lo preguntaba. Me encanta visitar y participar en las ferias de artesanía y allí pregunto lo que no sé. También aquí en Antigua he contado con la ayuda del Sr. Melián, sobre todo para afilar las herramientas. ¿Cuál fue tu «ópera prima» ? Lo primero que elaboré fue un escaño, después baúles y por último las miniaturas. Pero lo primero que hice fue muebles grandes: loceros, arcones, escaños.... A mí me ayudó mucho la adquisición de un libro publicado por la FEDAC sobre muebles tradicionales de Gran Canaria. Me fijaba y a partir de ahí le daba mi toque diferenciado. También mi experiencia en la restauración de muebles. Empecé haciendo muebles para mí, en tea o riga, que ahora es muy difícil conseguirlas, y después me animé a participar en ferias y hasta el momento.
¿Qué te ha aportado la FIA? Mucho, antes de ser artesano me había recorrido todas las ferias de las islas. Pero con esto no vives. Para mí es un entretenimiento. Aunque con los encargos de miniaturas para las tiendas de artesanía del Cabildo necesito mucho tiempo. Con respecto a esta feria, todos los artesanos de fuera dicen que quieren venir, no sé qué tiene. Conozco a uno de ellos que desde que se inauguró sólo ha faltado un año. ¿En cuántas ferias has participado como artesano? He participado en las regionales de Tenerife y Gran Canaria y también en la que se realiza en Mancha Blanca, Lanzarote. En esta última siempre me ha ido muy bien. Lo que más vendes ahora mismo son... Las miniaturas de la cabra majorera, de la ardilla y el
perenquén. Imanes para las neveras, broches de instrumentos de cuerdas típicos del folklore canario.... Esto es lo que más demandan las tiendas. ¿A esta feria llevas los muebles grandes? Algunos pero, normalmente, llevo las fotos de los que ya he vendido porque me ocupan mucho. Se vende algún mueble, es donde más vendo. ¿Cuánto de habilidad, gusto y paciencia se necesita para elaborar estas obras? No lo sé. Primero te tiene que gustar y después debes tener un poco de paciencia y cierta habilidad, pero lo más importante es que te guste. ¿Notas que tu trabajo es valorado por el público? Sí, sí. Sobre todo de la gente joven, es sorprendente pero hay muchos jóvenes que aprecian el trabajo que uno hace. En general sí se aprecia. Hablabas antes de Pepito Melián, ¿has aprendido algo más de él aparte de afilar las herramientas? Sí, siempre que le pregunto él está ahí. Es un hombre que
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¿Cuántos años llevas elaborando estos muebles y miniaturas? Hace tres años que empecé a trabajar estos muebles.
¿Los mismos que llevas participando en esta Feria Insular de Artesanía? Sí, los mismos, ésta será mi cuarta participación en la FIA de Fuerteventura.
sabe mucho y todo el mundo aprende con este señor. ¿Son muchos los artesanos que trabajan la madera en Fuerteventura? No somos muchos, conozco a varios que trabajan en el municipio de La Oliva. También conozco a un señor que trabaja o trabajaba en el ecomuseo del Cabildo y poco más...
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¿Con qué pieza te sientes más satisfecho? Creo que casi todos los trabajos terminas apreciándolos... si acaso algún que otro baúl. La cola de milano me gusta mucho por su técnica y la decoración que lleva, el ensamblaje tan característico que tiene, ya que no usas ni una tacha.
Suponemos que el avance tecnológico habrá facilitado tu trabajo ¿qué tipo de herramientas utilizas? Pues, no creas que uso mucha maquinaria nueva, básicamente utilizo herramienta antigua: esto es una cuchilla que me permite realizar estas miniaturas. Después para darle forma utilizo formones y finalmente se cepilla con un cepillo de toda la vida. El olor a madera impregna este taller y casi toda la casa. Vemos que la madera que más utilizas es la que traes de fuera, seguramente porque la madera de las islas no es fácil conseguirla. Trabajo fundamentalmente el cedro y lo traigo de Gran Canaria, pero, evidentemente,
casi toda la madera se trae del extranjero. La madera de laurisilva es difícil conseguirla, si acaso un poco de barbusano, tea y riga antigua, pero casi todo se trae de fuera como el sapeli y la caoba...
Impregnados aún por el fuerte olor a cedro, dejamos que Adán nos muestre sus creaciones repartidas por toda la casa. A medio acabar lleva un escaño que piensa terminar para la Feria Insular de Antigua. Entre loceros colgados, baúles, muebles para exponer la vajilla y otros nos despedimos de Adán agradeciéndole la amabilidad con la que nos ha recibido y su colaboración con El Gánigo a través de esta entrevista.
PREMIOS INSULARES DE AR TESANÍA ARTESANÍA Homenajes a la cultur a major a cultura majorer era er Isidoro Hernández Sánchez.
«Quer emos que tengan continuidad, por que consider amos importantísimo «Queremos porque consideramos resca tar par a la memoria colectiva de nuestr o pueblo major er o nuestr a nuestro escatar para majorer ero nuestra a fforma 990. identidad, nuestr nuestra 1990 orma cotidiana de hacer historia». Gánigo, 1
LolitaRodríguez, I Premio Insular de Artesanía. Año 1990.
José Melián Martín, tallando el escudo del Club de Lucha Unión Antigua.
Sotera Chocho, Premio Insular en 2008, ha estado presente en todas las ediciones de la Feria.
Virtudes Cabrera Cabrera, artesana del calado, mostrándonos sus trabajos en el año 2003.
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Dolores Rodríguez García, artesana del calado. 1990 III Feria. Hermanas Montelongo Barrios, artesanas del calado.1991. IV Feria. Dolores Betancor Hernández, artesana del calado, la palma y tejedora. 1992. V Feria. Juana María Montelongo cerámica. 1993. VI Feria. Quiliano y José Hernández, pedreros. 1994 .VII Feria. José Melián Martín, artesano de la madera. 1995. VIII Feria. Inés Hernández Díaz, artesanía del telar tradicional. 1996. IX Feria. Juan Curbelo, herrero. 1997. X Feria. Santiago Hierro, carpintero de ribera. 1998. XI Feria. Josefa Acosta, cerámica. 1999. XII Feria. Catalina Méndez, artesana de la palma. 2000. XIII Feria. Felipe Marrero, artesano tejedor. 2001. XIV Feria. Juana Betancor Sicilia, artesana de la palma, calado, tejedora. 2002. XV Feria. Virtudes Cabrera Cabrera, artesana caladora. 2003. XVI Feria. Jesús Machín, pintor. 2004. XVII Feria. María del Carmen Cabrera Betancor, artesana caladora. 2005. XVIII Feria. Benita Acosta, artesana de la palma. 2006. XIX Feria. Miguel Padrón, artesano de la madera. 2007. XX Feria. Sotera Chocho, artesana del calado. 2008. XXI Feria. Pedro Ravelo, cestero de caña. 2009. XXII Feria. Manolo Padrón, carpintero. 2010. XXIII Feria.
S
egún una entrevista realizada a Dña. Lolita Betancor, publicada en el Gánigo nº IV en 1992, el Premio Insular que anualmente concede la Comisión Organizadora de la Feria Insular de Artesanía surge en 1990, durante la celebración de la tercera edición de la Feria, otorgándosele ese año a Dña. Dolores Rodríguez, más conocida como «Lolita la de Lajares», en virtud de su trabajo con el calado majorero.
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Lolita Betancor, verdadera luchadora por la difusión de la artesanía de Fuerteventura.
Hay que señalar, en base al estudio realizado sobre los primeros números de la revista El Gánigo, que en la primera y segunda edición de la Feria se entregaba el Premio Regional de Artesanía, impulsado por el Gobierno de Canarias y eligiendo el marco de Antigua para realizar el acto de entrega coincidiendo con el Día de Canarias. Posteriormente, la Comisión Organizadora, independientemente al premio otorgado por el Gobierno de Canarias, decide crear el Premio Insular de Artesanía, con el objetivo de «agradecer y rescatar para todo nuestro pueblo a esos hombres y mujeres que han sido, y en muchos casos aún lo son, instituciones vivas de nuestras tradiciones». Impulsados por los nuevos cambios económicos, sociales y cul-
turales que transformaban rápidamente a nuestra isla en los inicios de la década de los noventa, sobre todo por el enorme impulso del turismo, miembros del Colectivo Mafasca deciden crear este premio con el objetivo de realzar y mantener las tradiciones culturales de los artesanos más viejos, creando además un marco como la revista «El Gánigo» para que parte de sus conocimientos quedaran por escrito para las generaciones venideras. De hecho, así ha sido, y la base de este artículo son las entrevistas que miembros del Colectivo Mafasca realizaron anualmente a los artesanos que han recibido tal distinción. La concesión del Premio Insular de Artesanía es uno de los temas que con mayor antelación se tratan en el seno de la Comisión Organizadora. Sorprende el que, a pesar de haber otorgado 21 galardones, aún hoy surjan distintas propuestas de artesanos para la concesión del Premio, lo que nos habla de la buena salud de la artesanía en Fuerteventura. Por norma general, para otorgar dicho Premio se valora la calidad del producto artesanal confeccionado, los vínculos de la familia del artesano a las distintas modalidades de artesanía, su trayectoria profesional, la labor de difusión que realiza a través de cursos o talleres, su presencia en las distintas Feria de Canarias representando a Fuerteventura y en general su compromiso con el mundo de la artesanía en nuestra isla. El objetivo principal del presente artículo es analizar las distintas entrevistas realizadas por miembros del Colectivo Mafasca a los Premios Insulares de Artesanía desde 1990 hasta 2009. Cada entrevista es un homenaje a la cultura majorera, pues es ingente la cantidad de información que se puede extraer no sólo sobre la artesanía, sino sobre la historia y cultura de nuestra isla. Los creadores de esta fuente de información han sido personas con inquietudes culturales interesadas por la artesanía, personas como Andrés Santana, Marilén García, Mila Estupiñán, José Benito Brito, José Luis Matoso, Juan Carlos Suárez, Lolita Betancor, Pepecho y
Manolo Fleitas que han sabido expresar por escrito hasta los sentimientos de los artesanos entrevistados. Es mucha la información que se puede recabar de las páginas de la revista «El Gánigo», pero tras la lectura de cada edición puede llegarse a ciertas conclusiones significativas que están presentes en cada una de las entrevistas, conclusiones que nos permiten entender mucho mejor la vida y obra de cada uno de los artesanos. A continuación, exponemos algunas de ellas.
El aprendizaje en el núcleo familiar.
Debido a que hasta la década de los sesenta del S.XX Fuerteventura no se desarrolla económicamente y el comercio es residual, las manufacturas son realizadas casi en su mayoría por el núcleo familiar. Así, había que elaborar desde la vestimenta hasta los útiles para la agricultura y la cerámica para los usos domésticos. Por ello, en casi todas las entrevistas los artesanos hablan de un hermano, de una cuñada o de un pariente cercano que se dedica a trabajar la misma u otra modalidad de artesanía. Un ejemplo claro es Fefita Acosta, artesana del barro, cuya hermana, Benita Acosta, trabaja la palma; Pedro Ravelo, con hermanos dedicados al trabajo de la palma y la cestería del pírgano o el caso de nuestro Pepe Melián, quien señala en su entrevista de 1990: «aparte del trabajo en la madera de mi padre y de mi abuelo, mis hermanas Mari Carmen y Lola han desarrollado nuevas técnicas artesanales como la cerámica en frío, trabajos con migas de pan…». Sin duda, el mejor ejemplo son las hermanas Montelongo Barrios, siete hermanas de Casillas del Ángel dedicadas al calado.
La artesanía como labor complementaria de la ganadería y agricultura. En todas las entrevistas el artesano no sólo se dedica a realizar sus manufacturas, sido que las complementa con la ganadería y agricultura en unas condiciones de trabajo realmente duras. Hasta inicios del S.XX, aunque a través formas anquilosadas de comercio como el trueque, el artesano puede adquirir ciertos víveres como el aceite, de las entrevistas se deduce que se vivía en una economía autárquica, donde el autoabastecimiento de productos agrícolas y ganaderos era fundamental.
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Los conocimientos adquiridos por los artesanos son transmitidos desde la antigüedad a través de muchas generaciones. Podemos decir con seguridad que son los ascendentes familiares, como norma general, los que enseñan las técnicas y el uso de la materia prima a los descendientes. Como ejemplos, Juan Curbelo, herrero y Premio Insular de Artesanía 1997 que con 75 años en el momento de la entrevista, contaba que había aprendido en el taller de su abuelo, situado en la Calle Vieja de La Antigua; o Lolita Rodríguez, Premio Insular de Artesanía 1990, que en ese año contaba con 90 años, había aprendido a tejer y a bordar de una hermana suya en 1920 en su taller de Lajares. Pero sin duda, el ejemplo más real lo tenemos en la entrevista realizada a Catalina Méndez, Premio Insular de Artesanía 2000, quien señala que aprendió a tejer palma de su madre, Catalina Montañez, Premio Regional de Artesanía en 1986 y que había nacido en Antigua en 1890. En las distintas entrevistas hay alusiones continuas a que un familiar lejano ya realizaba la artesanía que trabaja, siendo corriente el nombrar abuelos-as o padres y madres, lo que nos habla de tradiciones culturales muy antiguas que se pierden en el tiempo.
Distintas modalidades de artesanía en una misma familia.
bajando y seguirán siendo artesanos por vocación, porque les encanta su trabajo y, lo que es más sorprendente, por respeto a sus ascendientes.
Inquietud frente al futuro de su profesión y el papel de los jóvenes como testigos de sus conocimientos.
Juana Betancor Sicilia, Premio Insular de Artesanía 2002.
Acto de entrega del Premio Insular de Artesanía a Quiliano y José Hernández, pedreros. Año 1994.
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Una profesión con escasos ingresos económicos, fundamentada en la vocación. Es común la afirmación por parte de los artesanos de que cada vez más su profesión no es rentable. En palabras de Dña Inés Hernández, Premio Insular 1996, «hoy en día no merece la pena a la juventud dejar un trabajo en el tomate o en el turismo por la artesanía, porque no compensa». De igual manera se expresaba Lolita Betancor en 1992: «una artesana calando una hora cobra 40 pesetas, ¿cree usted que es rentable?». Sin embargo, los artesanos señalan que siguen tra-
De la misma manera que los artesanos hablan con orgullo sobre el familiar del que tomaron sus conocimientos, se percibe mucha preocupación sobre la transmisión de sus saberes. Aunque hay ciertos casos como el de D. Miguel Padrón, carpintero, o Santiago Hierro, carpintero de rivera, en los que sus hijos mantienen el oficio, en la mayoría de ellos las nuevas generaciones se dedican a profesiones derivadas del turismo o a profesiones liberales, rompiendo la cadena de transmisión. Así, Lolita Rodríguez señala que su último telar lo vende al Ayuntamiento de Ingenio, o Pedro Ravelo señala que «ninguno de sus hijos mayores ha heredado la habilidad y el gusto por la palma, aunque mantengo la esperanza de que mi hija menor recoja mis conocimientos». Catalina Méndez mantiene la esperanza de que en un futuro algún descendiente suyo continúe con la labor, «pues en la actualidad ninguno muestra interés», y Virtudes Cabrera señalaba en 2003 que «la tradición del calado no sigue porque ninguno de sus nietos cala». Sobre el interés de los jóvenes en la artesanía, la mayoría de los artesanos coinciden en que no es suficiente. Muestran preocupación por entender quién les seguirá, como expone en 2005 María del Carmen Cabrera en su taller: «los jóvenes no tienen mucho interés por conocer y aprender nuestras tradiciones, y cada vez son menos». También Juana Betancor señalaba en 2002 que había en-
señado a mucha gente joven, pero que no quisieron seguir trabajando en la artesanía, y en el mismo sentido, Quiliano, el pedrero, opinaba en 1994 que «la gente joven no parece que tenga mucho interés por esto. Había dos muchachos que se nos han ido, que trabajaban muy bien, pero que encontraron trabajo en otra cosa y se fueron».
El papel de las instituciones regionales, insulares y municipales en la conservación de los oficios artesanales. Los artesanos dan mucha importancia al papel que Ayuntamientos, Cabildo y Gobierno regional realizan para la conservación y mantenimiento de los oficios artesanales. Ven muy positivo la preocupación que desde 1990 han tenido las autoridades por realizar cursos, talleres, conferencias, tiendas de artesanía, mercadillos, ferias y cualquier evento que permita un respiro a las producciones artesanales. Muchos de ellos, como Lolita Betancor o Quilianio realizaron cursos en la antigua Universidad Popular o en la Escuela Taller de Tefía, impulsados por el Cabildo de Fuerteventura, y otros como Felipe Marrero, Fefita Acosta, Juana María Montelongo o María del Carmen Cabrera continúan hoy en día difundiendo sus conocimientos. Sin embargo, insisten en que las acciones deben ser más numerosas, y que el apoyo de las instituciones es fundamental para garantizar un futuro a la artesanía majorera.
En las primeras ediciones de la Feria Insular, los artesanos se muestran es-
Quedarían muchos puntos que se podrían extraer de todas las entrevistas realizadas a lo largo de estos veinte años, pero consideramos que daría para ocupar todas las páginas de esta revista. Desde el Colectivo Mafasca, y a pesar de que algunos Premio Insulares ya no están con nosotros, queremos agradecer sinceramente la labor que estos artesanos han realizado para que hoy en día se sigan manteniendo los telares en uso, los hornos calientes para la cerámica, las palmeras podadas, la aguja en el calado, el sonido del martillo en la piedra y el del cepillo en la carpintería…Pero sobre todo, le agradecemos su trabajo con los jóvenes, su demostración a los escolares que se acercan a la Feria y su respuesta, siempre complaciente y atenta, a la pregunta ¿y esto,…. cómo se hace?.
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El significado de la Feria Insular de Artesanía de Antigua.
peranzados porque este nuevo evento suponga un paso importante para valorar su trabajo. Es curioso que opinen que su interés por la Feria no sólo radica en los ingresos económicos que puedan obtener por la venta de sus productos, sino por tener la oportunidad de mostrar el trabajo, de responder a las cuestiones de los jóvenes, por atender a los miles de escolares que visitan la Feria en la mañana. Es sintomática la opinión de D. Miguel Padrón: «aunque no vendamos nada, nos gratifica que el visitante se pare y sienta curiosidad por alguna pieza y pregunte algo». En el mismo sentido, en 1993, Juana María Montelongo veía la Feria como «un buen estímulo, como unos días de convivencia con la gran familia de artesanos». Es interesante la apreciación que realiza esta última artesana, porque realmente el gremio artesanal ve la Feria de Antigua como una fiesta, como un encuentro anual donde se tejen nuevas amistades, donde se aconsejan y hablan sobre su trabajo. Como decía Quiliano en 1994 «yo acudo a la Feria principalmente por participar».
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