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¿Un Dios sádico? La expiación vicaria. Por José Antonio Pagola1
Yo, vamos, pienso que este asunto de la bondad de Dios es cuestión de tener sensatez. Ser sensatos, ¿cómo va a haber un Dios si no es bueno? Me ha pasado una cosa con este tema y os lo voy a decir desde el comienzo, yo dejé de dar Cristología y Soteriología hace ya muchos años. Y cuando recibí la carta de invitación dije ah si voy a...yo no sabía lo que estaba aquí, yo estaba con Jesús, Jesús, todo el asunto de la crucifixión pero desde la perspectiva histórica, etc. y me ha venido bien para darme cuenta como aunque a veces no pensamos que estamos creciendo, uno ya no están en el mismo que lo que estaba hace unos diez años. Yo estoy muy lejos, de lo que estaba hace 10 años y esto es el mejor regalo que me habéis hecho, me he dado cuenta de que aunque sigo, vamos, moralmente siendo el de siempre, tan torpe y tan pecador como siempre, sin embargo ya no soy el que era hace diez años. Tengo una manera de ver la vida, de sentirle a Jesús, de compadecerme de la gente, de vibrar con eso, ahora yo estoy sufriendo con la crisis, aunque tengo dinero, quiero decir que estoy seguro, vamos a mí la crisis no me va a mover, ni creo, no lo sé, pero yo ya soy diferente. Y entonces cuando he visto, pues tengo aquí un librito que publiqué en 1996, donde hablaba de todo esto. Digo uy que cosas decía y qué...me sirven ahora, pero vamos...bueno...yo he, bueno porque también he oído de la puntualidad, yo he puesto aquí “Un Dios sádico, la expiación vicaria, alguna serie de cosas para no perderme yo y no perdernos nadie. Dice ahí algunas observaciones previas, dos observaciones previas muy sencillas, en el título general que se me envió, Nuevos tiempos, nueva predicación, cómo predicar hoy temas fundamentales de siempre, yo entiendo que ese título general nos invita desde el comienzo a adoptar un enfoque, un planteamiento incluso un lenguaje no tanto de carácter teórico, especulativo sino de carácter pastoral, práctico, vamos, de predicar, yo así lo he colocado. Quiero decir, que no se trata por ejemplo de hacer una evaluación de todas las teorías soteriológicas que ha habido y/o de desarrollar ahora la soteriología de Pablo por ejemplo, de “la reconciliación, en Cristo estaba Dios reconciliando al mundo consigo”, yo no voy a ir por ahí. Y por otra parte, creo que, cómo era el título de Martín, “un Dios chapucero” y aquí un “Dios sádico”, estas cosas no se pueden separar, probablemente la mayor chapuza que se puede hacer con Dios es decir que es sádico, no así pero dar a entenderlo. Esa es la primera, que yo voy a hacer en ese sentido pues mi estilo de comunicar y que luego entre todos nos ayudemos. Y segundo al hablar de todo esto, en cuanto entra el asunto del mal, del dolor, del sufrimiento, mucha humildad, en toda la teología claro, pero en esto de manera especial. El mal, enmudece a uno, le desconcierta, bueno tengo aquí que Schiller decía, “el mal en toda su profundidad escapa en último término a todo entendimiento y a toda teoría” yo a Schiller le estoy 1
Conferencia pronunciada por D. José Antonio Pagola en el salón de actos del Convento de Sto. Tomás de Ávila el 2 de junio de 2012 durante la Asamblea de Predicación de la Orden de los Dominicos. Fuente original: http://www.youtube.com/watch?v=5qk7RiaXHiQ (video). Transcripción libre: Georgina Ramos/Servicio Jesuita a Migrantes México.
agradecido entre otras cosas el haber en una sola fórmula definido al Dios de Jesús, el “Anti Mal”, me parece que la gente a lo largo de estos años, cuando ha oído a los predicadores no ha podido sacar la idea de que Dios sea el “Anti Mal”. Yo estos últimos años estoy trabajando con grupos de alejados y la experiencia es, me he encontrado con más de uno que dice, “yo mi sufrimiento es de no estar, yo quiero estar seguro es de que no existe Dios, porque Dios a mí me hace daño, me estropea la vida”, “está una intentado vivir y Dios al final te hace la vida más complicada, más pesada de lo que es ya” y claro, “pero si hay, díganos desde dónde está hablando este de Dios”. Humildad porque el mal nos deja a todos mudos, pero tengo aquí un texto del Cardenal Billot, que fue arzobispo de París, que se distribuyó bastante, este murió con un cáncer terminal creo yo que del estómago, con unos sufrimientos tremendos cuando no existían los cuidados paliativos y este hombre en medio de su sufrimiento dijo esto: “Nosotros sabemos decir frases hermosas sobre el sufrimiento, yo mismo he hablado de ello con calor, decid a los sacerdotes que no digan nada, nosotros ignoramos lo que es sufrir, y yo ahora lloro sufriendo”. Yo tengo bastante contacto con Francia y recuerdo el impacto que produjo a los predicadores, “no digáis nada”. Yo en este momento estoy siguiendo, sufriendo un dolor que yo desconocía, una benedictina muy amiga mía, le han hecho un trasplante de hígado, ha ido perfectamente todo, pero tiene un dolor neuropático que le dicen, le han estropeado no sé que nervios ahí, y es un dolor que no tiene solución, está recorriendo las unidades de dolor, todo tipo de sistemas, de cosas, y lo tiene día y noche, sabiendo que por lo menos por ahora, no va a resolver ese problema y a veces momentos muy intensos. Una persona desbordada, su único miedo ahora es que ese dolor tan intenso le va a cambiar el temperamento, que la va a hacer peor, que va, es una persona excelente. Sin embargo Jesús, nos invita a tomar La Cruz, y de eso tendremos que hablar, pero Dietrich Bonhoeffer, en sus escritos en el “Precio de la gracia” cuando comenta el texto en el que el bueno de Pedro, reacciona frente a Jesús que les dice que el Hijo del Hombre tiene que ir a sufrir, le dice “¡De eso nada! ¡de eso nada!” y reacciona Bonhoeffer dice, esta reacción de Pedro prueba que desde el principio la Iglesia se ha escandalizado del Cristo sufriente, no quiere atarse, como Iglesia de Cristo no quiere que su Señor le imponga la Ley del Sufrimiento. Por eso, el tono de humildad a esta ponencia y a todo lo que podamos comentar entre nosotros, y sin embargo, es una necesidad evidentemente de reflexionar, sobre todo para vivir toda esta temática, de manera sana, de manera sensata. Voy a empezar con algunas concepciones erróneas, que me parece que no tienen que quedar claras, al menos yo lo veo así, ya luego después vosotros los expertos podrán decir: -
El sufrimiento, el dolor, poner la palabra que queráis, es malo y decir lo contrario es un engaño y es una necedad.
Y a nosotros nos ha salido fácilmente, en la necesidad de dar explicaciones, tratando de disculpar a Dios, hemos querido reconciliar a Dios con el mal, evidentemente que eso es muy bueno, pero también con mucha humildad y con mucha sensatez y mucho cuidado. Hace muchos años era, en alguna diócesis, yo hablando de esto, al final el obispo que estaba ahí, intervino para decir: “bueno
José Antonio ha dicho muchas cosas, pero ha dicho que el sufrimiento no es bueno, no, el sufrimiento hay momentos que es bueno”, y dio toda una explicación, y yo cuando terminó, le dije: Don Fulano, ¿en el cielo habrá sufrimiento? No (responde) -Pues es cuanto, se acabó, claro es decir no. Otra cosa es que del interior del sufrimiento, yo desde mi fe, desde mi comunión con Jesús, yo pueda vivir algo enormemente positivo, ese es otro asunto. Pero el sufrimiento es malo. Diría el Padre Jean Marie Tillard, en ese libro que a mí me hizo tanto bien, “La Salvación, misterio de pobreza”, dice cosas preciosas del dolor “Aun cuando el hombre torturado por el dolor, se abisma en la adoración de Dios, no puede refrenar el movimiento de todo su ser que rehúye el sufrimiento, tanto el propio como el de los demás” y cuando todos nos hemos visto con gente que sufre de verdad, con intensidad, las preguntas son las mismas siempre, ¿y esto por qué? ¿Por qué a él? ¿Por qué ahora? ¿Y hasta cuándo? ¿Y en qué va a terminar esto? Y no sabes como responder. Sufrimiento, yo creo que hay que evitar en la predicación y en el contacto con las personas que sufren y en la Pastoral con los Enfermos, etc., y bueno no solo con los enfermos, en el desamor, la ruptura de las parejas, esposas abandonadas, padres que se quedan con que los hijos se les escapan, todo eso, mucho cuidado a la hora de hablar poniendo rápidamente como que el dolor... -
Dios no es un sádico
Claro todos sabemos que el sufrimiento es problema para todos y también para los creyentes, incluso en principio al creyente todavía pues lograba darse desde su concepción de Dios, y entonces yo creo que, yo voy a decir mi opinión, ha habido una teología muy razonable, muy explicable que trata de disculpar a Dios y por resumir las cosas aquí, de manera sencilla, pues ha ofrecido como tres líneas no sé si de predicación, pero sí de orientación de literatura escrita devocional, etc. que va por aquí: Se le concibe a Dios como que está disponiendo cada dolor, cada sufrimiento concreto, y entonces se ha escrito, en tres líneas: (a) en unos casos se ha escrito que el sufrimiento sería muchas veces un castigo que Dios nos envía cuando ya pierde la paciencia, ¿por qué? Porque Dios te comprende te acoge, pero llega un momento en que también se harta un poco como nosotros y termina enviando un castigo y yo creo que en vuestra experiencia pastoral lo mismo que yo hemos encontrado muchos casos, cuando un niño tiene síndrome de Down, me preguntan José Antonio ¿qué hemos hecho nosotros para tener este castigo? ¿Castigo? La relación enseguida, bueno como en San Juan ¿quién ha pecado aquí? ¿Este o sus padres? Alguien ha pecado, lo unimos rápidamente, un castigo. (b) otras veces existe más en el carácter purificador y correctivo, el dios que nos está siguiendo muy de cerca pues sencillamente nos envía algo para depurar nuestra fe, para probar, para purificar y
(c) cerca de esto pero quizás con otros matices, con frecuencia se ha hablado del sufrimiento como una prueba que Dios manda y que la persona, cuando la asume bien, pues va creciendo en perfección, e incluso entonces, el sufrimiento sería una gracia, un regalo, que Dios hace sobre todo a los que más quiere, se citan textos de Santa Teresa, por ejemplo. A mí estas cosas, digo yo soy vamos, con los pies en el suelo, estamos hechos a imagen de Dios y desde luego yo cuando quiero a una persona, lo que menos se me ocurre, es enviarle un sufrimiento, a probarla para tal, yo ya sé que no valen estas ------, pero tampoco los contradigo. Es explicable, la justificación que pueda haber, pero peligrosísimo el hablar de Dios, como el que dispone y provoca o permite o como queráis usar, pensamos que él también tiene su psicología, pero que anda repartiendo males, y este problema suele ser en cualquier charla por cualquier esquina, sale y dicen oiga el tal y el mal y además las preguntas son muy completas, y digo miren, yo no voy a explicar mucho, vamos a imaginar ahora: Dios, hoy, hoy van a ocurrir no se cuantos accidentes mortales, hoy va a haber parejas que se separan, hoy va a haber muertos en Siria, hoy cada 5 segundos está muriendo de hambre un niño, hoy... y ahora vamos a pensar a Dios, pues mandando aquí un castigo, mandando aquí un accidente para probarle a este, aquí este hijo qué tal, para purificarlo... ¿eso sería Dios? ¿Dios es sádico? No, pero no es que no sea sádico, es que no debemos de hablar de ninguna manera en la que veamos que Dios anda manipulando el dolor, o el sufrimiento, para conseguir su gloria, su honor, su justicia, su reparación. Detrás de todo esto, sin duda, está una determinada visión de la crucifixión, este tipo de lenguaje solo puede desarrollarse en una cultura cristiana que cree en un Dios crucificado, que si no se entiende bien, pues genera unas consecuencias prácticas enormes, y entonces, eh, ahí dice: -
No es el sufrimiento lo que le agrada a Dios
Evidentemente, no es el sufrimiento, yo ya sé todas las teorías soteriológicas, pero que las teorías soteriológicas que pueden explicarse correctamente, sin embargo, de hecho han derivado en dar la imagen de que al final el dolor es redentor, en el dolor hay un algo, un poder especial, que le hace redentor, a partir de ahí, tenemos una visión de Dios que parece que a Dios una vida feliz, dichosa le agrada menos y encuentra ahí, no sé, algo menos, que lo que encuentra en una vida mortificada, martirizada. ¿Qué idea hay ahí de Dios? ¿Por qué le puede agradar a Dios más? ¿Es que Dios puede encontrar? Claro, bueno estoy yo aquí, chupando también mucho de Francois Varone2, aquel libro que nos hizo tanto bien y tengo aquí pues muchas cosas, bueno claro este es radical: “El sufrimiento humano no le alcanza al hombre como si fuera efecto de una disposición divina, o algo permitido concretamente por Dios, a modo de prueba, de advertencia o de castigo para tal o cual persona o grupo”. No hay motivos teológicos para concebir a Dios, actuando de manera directa de esa 2
Varone, Francois. El Dios “sádico”: ¿Ama Dios el sufrimiento? España: Sal Terrae, 1988. 265 p.
forma. En otro lugar dice: “El sufrimiento humano no tiene para Dios ningún valor compensatorio ni reparador: no constituye placer ni exigencia jurídica de Dios”. Todo esto nos está haciendo ver, que hay otra manera de ver la crucifixión de Jesús, que es la que da pie a todo esto. Entonces, grave malentendido de la crucifixión, yo aquí os he traído un día en el que yo quería, de manera sencilla resumir todo esto, no era un comentario tanto urbi et orbi pero algo parecido y entonces voy a leer porque aquí sí que hice un esfuerzo en tratar de decir de manera sencilla el malentendido que puede haber, grave malentendido, y colocarlo de manera, titulaba yo esto, “El gesto supremo de Dios”: Más de un cristiano entiende la muerte de Jesús en la cruz, empiezo a hablar por muerte, ya hay un peligro ahí, veremos que una de las grandes deficiencias del tratamiento de la crucifixión es hablar de la muerte de Jesús. Jesús ha muerto, lo de Jesús no ha sido la extinción biológica normal de un ser humano, a Dios se le ha matado, aclaro, y yo utilizo muy conscientemente, voy cambiando palabras, antes solía hablar del amor gratuito de Dios, me he ido dando cuenta que cuando algo es gratuito la gente ya no lo valora, ya le da igual, gratuito, será publicidad; ¿se puede coger esto? Sí es gratis. El perdón de Dios es gratis, bien ya. Ahora ya he empezado a hablar de “inmerecido”, ya suena de otra manera, yo no sé qué hacéis al predicar, yo cada palabra que pongo quiero saber esto se va a entender bien o no, y entonces, nosotros hablamos “el viernes santo vamos a celebrar la muerte del Señor” no señor, la ejecución, aquello fue un asesinato, fue un crimen, fue una ejecución, si queremos, una crucifixión. Vamos a hablar de la cruz, no, es que en El Calvario no hay una cruz, ya veremos, hay crucifixión, Jesús no busca cruces, Jesús no quiere sufrir, no quiere el sufrimiento ni para él ni para otros, vamos a verlo, pero acepta la crucifixión, que es distinto, aquí empiezo ya a hablar, más de un cristiano entiende la muerte de Jesús en la cruz, como una especie de negociación entre Dios Padre y su hijo Jesús, según una cierta manera de entender la crucifixión, el Padre justamente ofendido por el pecado de los hombres, exige para salvarnos, una reparación que el Hijo le ofrece entregando su vida por nosotros. Todo lo de Cur Deus Homo, toda la teología, la filosofía de San Anselmo de Canterbury, el hombre ha pecado ha cometido una ofensa infinita, porque la ofensa se mide, cosa curiosa, estamos en la edad media, la ofensa se mide, por aquel hacia el cual va dirigida, por lo cual si la ofensa es al rey la ofensa es de lesa majestad o como se diga, si es a Dios es una ofensa infinita. Entonces Dios exige una reparación y el hombre es finito, el hombre no puede ofrecer una reparación infinita, porque resulta que ahora la reparación no se mide por la persona a la que le reparas sino por el sujeto que ofrece la reparación. Con lo cual finalmente, qué antropología pesimista estamos introduciendo, el hombre es más capaz de mal que de bien, nosotros somos capaces de hacer ofensas infinitas a Dios, pero no de repararlas. Entonces si esto fuera así, que Dios justamente exige para salvarnos una reparación, que no va a ser nada menos que la vida de Su Hijo, si esto fuera así, la imagen de Dios quedaría, la imagen que
aparece en las parábolas, la de muchos estudios ¿no?, es incompatible la imagen del Padre que aparecen las parábolas y la imagen de ese Dios que en el imaginario cristiano de muchas personas pues es el que está ofreciendo previamente la destrucción de una vida, sangre, para que de una vez saldada la deuda o reparada en su honor, pueda perdonar. Dios se presentaría entonces ante nosotros como un ser justiciero, incapaz de perdonar gratuitamente, una especia de acreedor implacable que no puede salvarnos si no se salda previamente la deuda que se ha contraído con él. ¿Dónde quedaría todo lo que decimos de la buena noticia de Dios, proclamada por Jesús? He recogido este estudio de René Girard, le habéis leído, un poeta y pensador francés y estudió muy a fondo, no solo en un libro que es el más famoso, los mecanismos que tiene la sociedad para resolver el problema de las violencias, los conflictos, toda la teoría del chivo expiatorio, al final alguien se tiene que cargar con el muerto, y cuando hace alusión al dogma cristiano, dice René Girard, en el caso del cristianismo Dios no solo reclama, habla incluso de los dioses aztecas que pedían sangre, Dios no solo reclama una víctima sino que reclama la víctima más preciosa y querida, Su propio Hijo, indudablemente este postulado ha contribuido más que ninguna otra cosa a desacreditar el cristianismo a los ojos de los hombres de buena voluntad en el mundo moderno. Entonces todo esto requiere una clarificación, yo aquí daba estas sencillas: 1. La primera cosa del credo que tiene que quedar clara, yo ya sé que hay textos que pueden debilitar lo que voy a decir, pero otra cosa es también que la Carta a los Hebreos o que Pablo esté hablando de la crucifixión a partir del sacrificio expiatorio del templo, etc. y otra cosa es que de todo eso nosotros hagamos metafísica para decir cómo ha hecho Dios las cosas, pero bueno, en la fe de los primeros cristianos, quiero decir en la literatura neotestamentaria, el Padre del Cielo, no aparece nunca como alguien que exige previamente destrucción, sangre, la vida, para que su honor quede satisfecho y pueda así perdonar. Al contrario, el Padre amó tanto al mundo que envió a Su Hijo, hemos sido salvados todavía siendo pecadores y todo esas cuestiones, y ofrece la salvación siendo todavía pecadores. 2. Jesús por otra parte, el hijo, no aparece nunca, en la tradición sinóptica, Juan, etc. tratando de influir en el Padre con su sufrimiento, para satisfacer su honor herido y obtener de Él una actitud más benévola para sus hijos. Eso no se suele decir así en teología, se suele decir con otros matices, sí, pero entre lo que el teólogo ha precisado y lo que el predicador divulga y lo que la gente capta, la gente se queda con la idea de que Dios, miren yo en grupos de alejados todo el mundo está convencido de esto, de que lo que se revela el Viernes Santo es que Dios, que se las gasta, que me decía uno ¿pero cómo? Pues hay que andar con mucho cuidado con ese Dios, por que fíjate tú si pidió...
Entonces, ¿quién ha querido la Cruz? Y ¿por qué? No ciertamente el Padre, que no quiere que se cometa crimen alguno, el Padre NO quiere que se cometa un crimen, un homicidio, un asesinato, y menos contra Su Hijo querido; la cruz la han provocado, los que condenan a Jesús a muerte, porque rechazan el Reino de Dios, que él trata de introducir en el mundo abriendo camino a la justicia, la compasión, la solidaridad. Julio Roiz, que ayer hablábamos de él, escribió un artículo destacando algo que ha sido importante en la exégesis, en la investigación histórica de Jesús, la recuperación histórica de la crucifixión, el no leer la pasión desde unas categorías abstractas que hacemos nosotros sino quién ha matado a Jesús; vamos a ver, el representante del imperio y las autoridades y dirigentes religiosos de Jerusalén, ellos son. Lo que el Padre quiere no es que le maten a Su Hijo, sino que Su Hijo sea fiel a ese proyecto salvador hasta el final, que siga buscando el Reino de Dios y su justicia sin desdecirse, sin echarse atrás, y que siga encarnando así pues todo el amor a la humanidad hasta el extremo que dirá también San Juan; quiere que el amor encarnado en el Hijo, sea vivido hasta el extremo, que no haya ninguna duda de que es, claro, como lo llaman los orientales, el “amor loco” de Dios. 3. Por su parte Jesús, el hijo amado, no va a la Cruz porque quiere. En la mente de los paganos, con diálogo y todo orgulloso, yo solo suelo decir así cuando estamos hablando con la gente, si es por Jesús, nos quedamos sin Semana Santa, de ser posible “fuera este cáliz” la frase es tremenda, el escenario es tremendo, la imagen es esta, en Jesús la imagen es que el Padre le está llevando a la boca el trago, haciéndole pasar el trago y Jesús le dice: “Aparta, Padre, aparta de mí este cáliz” eso es lo primero, fuera, y “sabéis, bueno mi alma está triste” y ahí tanto Marcos como Mateo, pues utilizan una serie de verbos para expresar el terror, el rechazo, el desconcierto de Jesús, no quiere, y Lucas, el bendito Lucas, como ya no puede encontrar más verbos porque les han gastado los otros, pues resulta, oye, que se pone y “sudó sangre”, ya es el colmo, sólo Lucas dice eso, “sudó sangre”, fíjate tú, ante el sufrimiento, Jesús es lo más sano que ha pisado este mundo, no quiere el sufrimiento, ni para él ni para los demás. 4. Entonces en la Cruz el Padre y el Hijo, están unidos por un mismo amor, no está el Padre pidiendo que repare la ofensa y recibiendo algo del Hijo, Padre e Hijo están unidos por un mismo amor, toda la visión trinitaria, etc. No buscando juntos sangre y muerte si no manifestando hasta qué extremo insondable llega la locura de su amor, toda la soteriología oriental. La locura de su amor a las criaturas. Y ahora digo, igual no es correcto, me corregís, como esto está completamente sin publicar todavía... En la Cruz nadie está ofreciendo al Padre nada para que se muestre benevolente o más benevolente con sus hijos e hijas, es Él, el que está entregando lo que más quiere, su propio hijo, está dejando que le maten al hijo. Jesús sufre la muerte en su carne humana, el Padre sufre la muerte de Jesús, en su corazón de Padre.
Entonces claro, Pablo no duda en afirmar que en ese gesto supremo, en Cristo está Dios reconciliando al mundo consigo, no pensando en las transgresiones de los hombres y en qué reparación le tienen que dar, está Dios reconciliando el mundo consigo. Así está Dios, no acusándonos de nuestro pecado ni preocupado de la reparación que le tenemos que ofrecer sino ofreciendo Él, Su perdón salvador. Bueno aclaro, ya aquí tengo tres consecuencias, esto si que quisiera decir, tres consecuencias que se seguirían de una visión en la que todas las teorías soteriológicas pues terminaran por hacernos ver que ha sido necesario un sufrimiento exigido por el Padre, se aparece así que la Cruz ha sido un sacrificio que Dios reclama y exige para perdonar, para mí eso sería falso y las consecuencias serían tres: 1. Si eso es así, lo que he dicho, queda pervertida gravemente, radicalmente la imagen de un Dios Padre bueno, sustituida por la de un acreedor implacable del cual Francois Varone, con un poco de ironía decía “en realidad si fuera así, en la Cruz, parecería que Dios se ha salvado a sí mismo, ha resuelto su problema, Él tenía un problema” que resulta que ama mucho al hombre, pero el amor, ya sabes esos juegos de los atributos de Dios que solíamos hacer en teología por una parte Su justicia está pidiendo pues eso de la reparación infinita y por otra parte el amor, le está pidiendo salvar al hombre, entonces la solución es la Cruz y Varone dice: “parece que en la Cruz, es Dios mismo el que ha resuelto su problema, él es el que ha sido liberado de su ira, aplacado en su deseo de venganza y por fin satisfecho en su justicia”. 2. Si la Cruz es un sufrimiento expiatorio querido por Dios, otra cosa es que se hable con la metáfora y con el trasfondo de los sacrificios del templo, si la Cruz en un sufrimiento expiatorio querido por el Padre es difícil escapar, se le atribuirá al sufrimiento un valor redentor en sí mismo, y eso hará de la religión cristiana, una religión muy primitiva, donde claro si eso es verdad, y ha habido gente y hay gente que hace eso, utiliza el sufrimiento para relacionarse con Dios “he pecado pero ahora voy a hacer esto”; el sufrimiento entra como instrumento para emplear en la relación con Dios y hacer del reaccionar de manera más amistosa y más benevolente, el amor ha desaparecido y ha quedado en primer plano el sufrimiento, como si el sufrimiento tuviera no sabemos qué valor para redimir. Al final, algún autor dice “estaríamos haciendo del cristianismo una religión primitiva de los dioses que piden primero sangre” 3. Si Dios ha exigido una satisfacción tan terrible, lo ha exigido, como el sacrificio de Su propio hijo, lo mejor que se puede hacer con un Dios tan exigente y peligroso es andar con mucha cautela, la religión del miedo, bueno yo pecaré pero en seguida voy a confesarme, enseguida he de hacer algo, para mantenerme. Una religión que ya no es la religión del amor sino la religión del miedo.
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Seguimiento al crucificado
Para ya hablar positivamente, primero qué es llevar la Cruz siguiendo a Jesús, supongo que esto se debe decir muy claro, ahí ya no me voy a detener, no pide Jesús la Cruz, lo que pide Jesús, todas las llamadas son estas: a. Nos pide seguirle, colaborando en el Reino de Dios, en el proyecto del Reino de Dios y b. El que quiera venir detrás de mí, tras mis pasos, que se olvide de sí mismo, que se niegue a sí mismo, que tome su Cruz y que me siga. Es decir, hay algo y luego he leído la versión de Marcos pero con diferentes matices, al final la Cruz no es la petición directa de Jesús, sino la consecuencia de seguirle de verdad. Para entendernos, Jesús nos está diciendo: oye si queréis seguirme, preparaos, nunca será el discípulo más que el maestro, os vais a encontrar con la crucifixión. Yo creo que en la predicación hay que aclarar dos cosas, me parece, que son muy importantes, no cualquier desgracia, no cualquier sufrimiento es una Cruz, incluso hay sufrimientos que son originados y provocados por nuestro propio pecado, por nuestra propia manera insana de vivir, si un señor se ha estado bebiendo no sé cuántos whiskies al día durante años y anda ya con una úlcera que ya le ha comido todo el estómago que no diga “ay que cruz, qué dolor de estómago” ¿cómo que qué cruz? Hay todo un sufrimiento inútil, superfluo, que proviene de nuestro pecado, de nuestra manera insana que Jesús no lo ha conocido, esos sufrimientos hay que evitarlos enseguida, rápidamente, Jesús ha vivido una vida, desde ese punto de vista, feliz y sana. No cualquier desgracia, no cualquier sufrimiento es una Cruz, ¿qué ha ocurrido? en cambio nosotros sin darnos cuenta pues el malestar propio de la vida natural, los sufrimientos naturales, un dolor de cabeza, una enfermedad, una lo que sea, es una cruz que tienes que llevar. Es decir, vinculamos, lo doloroso, el sufrimiento, y le llamamos a eso Cruz, cuando en realidad Cruz, Crucifixión tendríamos que llamarle solo a aquel dolor, sufrimiento, lo que fuere, que ha llegado a nuestra vida como consecuencia de nuestro seguimiento fiel a Jesús. Lo que ocurre es que cuando en el cristianismo se pierde la idea de seguir a Jesús, de que la vida cristiana es seguir a Jesús y cuando se pierde el sentido de colaborar con el Reino de Dios, hacemos la parte negativa y dolorosa de la vida, hacemos de eso... y no es así. Bonhoeffer lo dice claramente después de comentar las llamadas de Jesús: “La cruz no es el mal y el destino penoso de la vida natural, sino el sufrimiento que resulta para nosotros únicamente del hecho de estar vinculados a Jesús. La cruz un sufrimiento vinculado no a la existencia natural sino al hecho de ser cristianos. O sea que, puede ocurrir, por eso seguirle a Jesús no es buscar cruces, sino aceptar la crucifixión, cuando nos llegue. Y eso me parece a mí, que tiene que quedar muy claro.
Yo a una persona victimista, por que luego las formas insanas de vivir el sufrimiento, a una persona que va por la vida, una buena religiosa sin duda, que va por la vida exhibiendo su sufrimiento, nadie la entiende, está sola, nadie le quiere, nadie... se desahoga no, y va ahogando a todo mundo, y va buscando la cruz encima, además de que sufre, yo alguna vez ya le he dicho: - Tú si no estás mal, no puedes estar bien. Hay que andar con mucho cuidado para poder sanar y para poder vivir incluso lo insano, pero evidentemente hay personas que buscan mortificarse, y que buscan cruces, y esto voy a decirlo, está volviendo, en ambientes que yo conozco se está volviendo. A mí me parece, por supuesto que valoro todo lo que pueda ser ascética, con cilicios, bueno, habrá sistemas mejores seguramente, con disciplinas vamos, etc. Yo le doy mucho valor a la austeridad, creo que la hemos perdido en esta vida tan poco plena, pero buscar cruces para comulgar más con Cristo, ¡NO! Jesús no quiso el sufrimiento para nadie, se pasó toda la vida luchando contra el sufrimiento encerrado en la enfermedad, en los abusos, en la injusticia, el hambre, lo que queráis, ni para él, Cristo no busca sufrimiento. Otra cosa es que siendo fiel al Padre y al descubrimiento del Reino de Dios, acepte el rechazo provocado por Él, eso sí y ojalá, y eso quería decir con esta religiosa, está buscando cruces y exhibiendo sus cruces de tal manera que en su vida ya no hay hueco para aceptar la verdadera Cruz de Jesús; no sé si me explico, que uno anda buscando cruces además, si uno se martiriza si busca cruces, si hace sufrimientos, es muy difícil que no se crea mejor que los demás, es casi imposible, eso que quede claro. Nosotros cuando en filosofía, porque yo he pasado por eso, nos disciplinábamos y nos poníamos cilicio los viernes y tal, descansábamos un poco en abril, pero luego en mayo por la Virgen, pues hacíamos lo mismo, yo os aseguro que yo entonces sintiendo en el muslo eso tal, me creía mejor que toda mi familia y todos los que yo conozco, qué difícil, buscar esas cosas y no entenderte... bueno ya me entendéis, además seguro que tenéis alguna pequeña experiencia. Eso en primer lugar, que prediquemos pero que nunca confundamos dónde está la verdadera Cruz. Voy a decir otra cosa, que veo que llego al final, bueno ya me he saltado de todo esto, pero lo que yo quería decir creo que lo he dicho, hay que decir una cosa, que tampoco reduzcamos la Cruz, a eso que ocurre los tres últimos días o en fin, la Crucifixión, Jesús ha tenido que aceptar la conflictividad permanentemente, la tensión, el no poder vivir tranquilo, el terminar una parábola y hacer una curación y que le vengan ya -oye que es sábado, ¿que es sábado? Si quieres es lunes, el no poder trabajar a gusto, no sabes, dices hombre si tuviéramos aquí otro clima ahora podríamos, no... Yo he descubierto que la Cruz no es cuestión de un momento sino aceptar la dimensión de conflictividad, de tensión, de mantenerte en la verdad, de preferir antes seguir sufriendo que buscar tranquilidad, no sé si me estoy explicando, es cuestión de aceptar que el seguimiento a Jesús y el trabajo por el Reino de Dios, exige vivir de manera crucificada, de una manera o de otra,
y voy a terminar diciendo otra cosa que yo me la creo, no la suelo decir, y tampoco en mi libro lo dije, bueno si quizás algo sí, hay una cosa, hay investigadores de Jesús, que existen muchos, Jesús no dice cualquier cosa, dice: Niéguese a sí mismo, tome su Cruz, cargue con su Cruz y me sigue, ¿qué era cargar con su Cruz?, digo que el lenguaje de Jesús es muy concreto, no dice tendrá que sufrir, tendrá que tomar su Cruz o cargar con la Cruz. ¿Qué era cargar la Cruz? Sabéis que dentro del ritual de la ejecución, una de las partes de la ejecución, de la crucifixión, era llevar la Cruz, el reo tenía que pasar por el centro de la ciudad, por las calles más centrales, llevando el Titulus Crucis, por eso se discute el Viacrucis de Jerusalén si es por un lado o por el otro, tenía que pasar por la ciudad, llevando claramente el Titulus es decir la causa por la cual era ejecutado, qué quería decir eso, que tenía que aparecer claramente ante el resto de la comunidad, ante la sociedad romana, que no era digno de vivir, era tan malo, que se le expulsa, se le va a crucificar fuera de la ciudad, naturalmente y más de la ciudad santa, pero lo que literalmente Jesús en primer plano está diciendo, si me seguís a mí y trabajas por el Reino de Dios, preparaos a que en la sociedad se os rechace, porque Jesús muere pero sin fama, no como un gran mártir, si no es que es un delincuente, preparaos a que os vean como delincuentes, es decir que la Cruz, puede tener muchos matices, pero la Crucifixión, el cargar con la Cruz era algo muy común, era aparecer ante la sociedad, o aparecer ante el Templo de Jerusalén, el aparecer, encima de que tú estás haciendo algo que crees que debes hacer, aparecer como que no tienes razón y que eres rechazado por todos, es eso lo que os digo.