Un mundo sin abejas Caída de la abeja mielífera

Un mundo sin abejas Las abejas, que son responsables de polinizar tres cuartas partes de los cultivos alimentarios más importantes del mundo, son esen

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Un mundo sin pájaros Leyendas de América Latina y España Título: Un mundo sin pájaros. Leyendas de América Latina y España Autor: Ana María Shua Ilus

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Un mundo sin abejas Las abejas, que son responsables de polinizar tres cuartas partes de los cultivos alimentarios más importantes del mundo, son esenciales para la agricultura moderna. Sin embargo, globalmente las abejas están en crisis debido al colapso de las colonias. Elliot Cannell, coordinador de Pan Europa, reseña el libro “Un Mundo sin Abejas” del periodista y apicultor Alison Benjamín y del co-autor Brian McCallum. (Traducción de Oficina de Comunicaciones y Administración de RAP-AL) En abril, los huertos de perales de Sichuan, en el sur de China, son la sede de uno de los eventos más extraños del calendario agrícola mundial. Miles de residentes rurales van hacia los árboles acarreando escaleras artesanales y plumeros para iniciar el desafío de tamaño olímpico, de sacudir cada capullo de pera a mano. A pesar de las apariencias, los trabajadores de Sichuan no están llevando a cabo un antiguo ritual de fertilidad chino ni siguiendo las últimas órdenes descabelladas del politburó de Beijing. Ellos están realizando un trabajo esencial y quizás pionero, como polinizadores humanos. Bienvenidos a un mundo sin abejas: un mundo en el cual la mayor parte de los cultivos deben ser polinizados a mano. Cao Xing Yuan, campesino chino que cultiva perales, entrevistado para el documental norteamericano “El silencio de las Abejas” sabe lo difícil que es la polinización manual. Desde que las abejas de su zona fueron eliminadas por los plaguicidas hace 20 años, él y sus vecinos han tenido que sacar el polen de los perales, secarlo a mano y espolvorearlo cuidadosamente en cada capullo de pera. Es una tarea lenta y trabajosa, y mucho menos eficiente que la de las abejas mielíferas, cuyas colonias visitan hasta tres millones de capullos al día. Caída de la abeja mielífera Aunque el paisaje de Sichuan parece casi único, el fantasma de la pérdida crónica de abejas todavía puede perseguir a los agricultores en el mundo. En los años recientes las abejas de todo el mundo han sufrido de una forma sin precedentes. Miles de colonias de total vigor han colapsado, a menudo sin que las abejas adultas regresaran jamás a las colmenas. Los apicultores de USA perdieron el 35% de sus colonias el último invierno, y el 30% el invierno anterior. Los peores casos informaron de pérdidas de colonias de un 90% hacia el fin de 2006. Ha habido mortandad masiva de abejas en Canadá, Brasil, India, China y Europa occidental. En Francia se informó de tasas de mortalidad de más de 60% mientras que el ministerio de agricultura del Reino Unido ha advertido que las colonias de abejas podrían desaparecer en una década. El Consejo de Investigación de USA fija su desaparición en 2035. A World Without Bees entrega una visión oportuna, imperativa e inteligente del rol de las abejas en la agricultura global y de la crisis que enfrentan. Es una elegía y también un llamado de atención global; el libro se lee con rapidez y presenta pruebas documentadas con sencillez. Compilado por el periodista y apicultor inglés Alison Benjamín y por el coautor Brian McCallum, este libro es recomendable para agricultores, legisladores y campañistas de todo el mundo. Tal como dicen sus autores, la desaparición de las abejas puede ser un problema más grave que el cambio climático.

Si no hay abejas, no hay hombres Aunque los ambientalistas pueden encontrar un sacrilegio decir que las abejas son un problema más importante que el clima, ellas son responsables por el continuo éxito de muchos de los cultivos comerciales líderes en todo el mundo. Sin abejas estos cultivos no podrían polinizarse. Y como Albert Einstein aseveró: “Si no hay abejas, no habrá polinización, no habrá plantas ni habrá hombres.” Este escenario apocalíptico está respaldado por una investigación internacional hecha por Alexandra-Maria Klein, agroecologista de la Universidad de Goottingen, Alemania. Klein encontró que tres cuartas partes de los 115 cultivos alimentarios más importantes necesitan polinización biológica. Estos cultivos representan US$1 trilllón de los US$3 trillones de ventas anuales de producción agrícola mundial, y entregan 35% de las calorías consumidas por los seres humanos anualmente. Las abejas son los polinizadores más valiosos comercialmente en los cultivos de todo el mundo. Sin embargo a pesar de su rol esencial, enfrentan crecientes amenazas Muchos de los factores negativos que afectan a las abejas nacen del cambio hacia agricultura en gran escala. Cuando la mayor parte de los campos eran aún de producción familiar, las polinizadoras venían de terrenos silvestres cercanos. Pero la extensión de la producción industrial aumentó el uso de plaguicidas. La pérdida de habitat acarreó una disminución del rol de las poblaciones de insectos silvestres que ahora representan sólo el 15% de la polinización global de cultivos. Los agricultores comenzaron a depender de las abejas mielíferas para polinizar sus campos. La demanda hizo que pronto se expandiera una industria que hoy tiene a las abejas mielíferas sobreexplotadas, afectadas por parásitos, expuestas a plaguicidas y mal adaptadas a las condiciones modernas. En el verano de 1907 el agricultor Nephi Ephraim Miller de Utah cargó sus colmenas en un vagón que se dirigía a climas más cálidos de California. Miller tiene fama de ser el primer apicultor itinerante de Estados Unidos. Hoy la mitad de las 2.4 millones de colonias de abejas mielífieras de Estados Unidos viajan a California cada primavera. Algunas vienen de lugares tan lejanos como Florida y Massachussets. Subidas en la parte trasera de gigantescos camiones articulados, con 500 colmenas por vez, estas abejas se unen a otras que vienen de Australia y pasan 22 días polinizando los grandes almendrales del valle central de California. 50 años atrás esta migración masiva no sucedía. Pero los almendrales de California ahora cubren seis veces más superficie. Los rendimientos han aumentado mucho y el valle central ahora produce el 80% de las almendras del mundo, representando US$1.9 billones en exportaciones para California. Pérdida de variedades locales La segunda consecuencia negativa de la industrialización de la polinización ha sido la disminución de variedades de abejas mielíferas locales. La abeja Apis mellifera, se originó en Africa millones de años atrás para luego extenderse hacia el norte y ocupar la mayor parte de Europa. Las variedades ambientales del rango de habitat y climas colonizados por Apis mellifera hicieron nacer a 20 subespecies evolucionadas, cada una adaptada a la sobrevida en un medio ambiente específico. Pero aunque la selección natural favorece la diversidad, en todo el mundo los apicultores

prefieren el mismo tipo de abeja –mansa, trabajadora y buena para vivir en colmenas hechas por el hombre. Dos especies subeuropeas, Apis mellifera ligustica, de Italia, y Apis mellifera carnica, de los Balcanes ahora son predominantes en el mundo de la apicultura. Pero el académico Robin Moritz, que dirigió un trabajo de investigación de la Unión Europea sobre biodiversidad de abejas en Europa, advierte que hemos hecho a las abejas mucho más susceptibles que las especies adaptadas a las condiciones locales. La consiguiente disminución de la diversidad genética reduce el potencial de la abeja para evolucionar en respuesta al cambio de ambiente. El ácaro varroa La construcción del ferrocarril transiberiano concluyó en 1916 bajo el zar Nicolás II y abrió nuevos horizontes para el transporte de bienes entre Asia y Europa. Para las abejas el ferrocarril también marcó una nueva aurora. Los apicultores rusos ahora podían transportar sus abejas occidentales a países donde vivía Apis jcerana, la abeja asiática. El traslado abrió una Caja de Pandora, esparciendo uno de los sucesos más devastadores que ha tenido lugar en 5000 años de historia de la apicultura. La abeja mielífera asiática por siglos ha sido anfitriona para el ácaro varroa, un parásito chupa sangre muy relacionado con la garrapata. La varroa vive en simbiosis con su portador el cual a su vez ha desarrollado formas de control de modo que muy rara vez le causa daño. Las abejas occidentales no tienen esas defensas. Cuando abejas infectadas se exportaron de vuelta a Rusia se esparció pronto el ácaro varroa. En 1953 se reportó el primer caso de varroa en la Unión Soviética. Para 1960, el ácaro se había esparcido hacia Hong Kong, Filipinas, China, India y Japón. Una década después invadió Europa oriental y Sudamérica, todo el tiempo viajando en el dorso de desafortunadas abejas que el hombre llevaba por todo el mundo. Hoy Australia es el único continente libre de varroa. Las colonias fueron diezmadas y el parásito se convirtió en la más mortal peste para las abejas. Su llegada a USA significó un shock para la comunidad apícola y fue documentada por Malcom Stanford, un entomólogo de la Universidad de Florida: ‘La introducción de la plaga asiática es una pesadilla convertida en realidad para la industria apícola norteamericana…muchas personas están en estado de shock. Hay apoyo casi unánime de que es potencialmente la plaga más grave que amenaza a la apicultura norteamericana.” Prohibido en Francia y Alemania Luego de una amplia investigación científica y después de la muerte de un tercio de las abejas de Francia, los políticos de París suspendieron el uso de imidacloprid como baño para semilla de girasol. Estudios de seguimiento del gobierno francés encontraron que imidacloprid perjudica la capacidad neuronal de las abejas incluso en muy bajas dosis. Estos hallazgos fueron posteriormente respaldados por investigación hecha en Italia que muestra que la exposición a imidacloprid dificulta que las abejas puedan volver a sus colmenas, lo cual podría explicar la repentina desaparición de colonias. Investigaciones posteriores han llevado a Francia a desarrollar mayores restricciones para imidacloprid y fipronil, mientras que Alemania recientemente suspendió los tratamientos para semillas que contengan tres neonicotinoides: imidacloprid, triametoxam y cotinaidina,

y también metiocarb. En 2006, los apicultores europeos exigieron una prohibición de la Unión Europea para imidacloprid, fipronil, tiametoxam y clotianidina, y un año después el Parlamento Europeo apoyó la retirada de todos los plaguicidas tóxicos para las abejas. Pero esta propuesta todavía tiene que convertirse en ley. En Estados Unidos, los científicos, apicultores y ONGs han expresado preocupaciones similares. Sin embargo aunque la creciente evidencia ahora asocia la exposición a neonicotinoides con la desaparición de colonias de abejas, los investigadores dudan de que estas sustancias químicas sean la única causa de los problemas de las colonias. En primer término, las colonias de abejas ya estaban colapsando mucho antes de que los neonicotinoides se usaran para tratar cultivos Para complicar más las cosas, ahora muchos plaguicidas noneonicotinoides están siendo clasificados como tóxicos para las abejas. Un estudio del gobierno del Reino Unido identificó 40 plaguicidas en esta categoría, incluyendo a 37 que no son de la familia de los neonicotinoides, mientras estimaciones de la industria de plaguicidas sugieren que entre un 15 y un 20% de las sustancias plaguicidas usadas en la Unión Europea son tóxicas para las abejas. (HQ>50%). ¿De quién es la culpa? Aunque hay muchos factores que amenazan el bienestar de las abejas, la comunidad científica todavía tiene que ponerse de acuerdo sobre una sola teoría coherente. Benjamín y Mc Callum, luego de analizar a los mayores culpables y a algunos de los menores, concluyen con quizás la única afirmación de consenso actualmente disponible: que no hay un solo factor responsable. Muchos investigadores reputados dicen ahora que la crisis se debe probablemente a un conjunto de factores que actúan combinados o en forma separada. Sin duda esos factores incluyen los plaguicidas. Muchos de los plaguicidas no solo son tóxicos para las abejas sino contaminan todo el mundo de las abejas. Una encuesta de USA recién publicada identificó 70 plaguicidas o derivados en el polen y las abejas: todas las abejas examinadas mostraron al menos un plaguicida y el polen promediaba seis plaguicidas con 31 sustancias químicas en una sola muestra. Bernard Vaissiere, del Instituto Nacional de Investigación Agraria de Francia, expresó sobre los neconotinoides: “Es difícil imaginar que estos insecticidas no tengan un impacto. Estaban en el polen y el néctar”.

El camino a futuro El camino futuro debe ser diseñado por quienes hacen las políticas públicas. Varios de los factores están más allá del control político. El genio de la varroa escapó de la botella: también los virus que conlleva. Es muy poco lo que se puede hacer legalmente para disminuir su impacto La tendencia a una agricultura a gran escala tampoco puede revertirse rápidamente. Sólo a largo plazo se podría cambiar globalmente de métodos para que las abejas no tuvieran que ser embarcadas o engañadas con suplementos artificiales. Es improbable que haya un cambio a otras subespecies más adecuadas, ya que la mayor parte de las variedades no están adaptadas comercialmente. Cambiar la mezcla de plaguicidas aplicadas a los cultivos polinizados representa indiscutiblemente la mejor opción de estrategia para el abanico del legislador. Dondequiera que sea posible, el reemplazo de plaguicidas tóxicos para las abejas por alternativas químicas más seguras o alternativas no químicas sin duda sería un bono para las colonias de

abejas en tiempos de crisis global. Aunque todavía está por verse si esta opción puede vencer el lobby industrial, hay una cosa segura: si las abejas deciden emprender su último vuelo en el futuro próximo, probablemente así será. Alison Benjamin and Brian McCallum, A World Without Bees, Guardian Books, London, 1 July 2008, 298 pp, ISBN 978-0-85265-092-9, £9.99 Para actualizar datos sobre la crisis global, visite el sitio de Alison Benjamin en: www.aworldwithoutbees.com 1. Silence of the Bees, Partisan Pictures, 11 West 25th Street, New York (First broadcast: 28 October 2007) 2. Klein A, Vaissiere BE, Cane JH, Steffan-Dewenter I, Cunningham SA, Kremen C and Tscharntke T, Importance of pollinators in changing landscapes for world crops, Proceedings. Biological sciences / The Royal Society, 274(1608): 3. Jacobsen R, Stung by Bees, Newsweek pp 60-62, 23 June 2008 4. Kievits J, Bee gone: colony collapse disorder, Pesticides News 76, June 2007 5.- Op cit 6. Op cit 7. Armas G, Bee killers? Pesticides are a probable cause, Associated Press, 14 June 2007 www.msnbc.msn.com/id/19233858 8. Jacobsen R, Stung by Bees, Newsweek pp 60-62, 23 June 2008 9. Benjamin A, Pesticides: Germany bans chemicals linked to honeybee devastation, Guardian, 23 May 2008 www.guardian.co.uk/environment/2008/ 10.- Sierra Club urges EPA to suspend nicotninyl insecticides, www.sierraclub.org/biotech/whatsnew/whatsnew_2008-07-30asp, 31July 2008 11. Assessment of the impact on crop production in the UK of the ‘cut off’criteria and substitution in the proposed Regulation of the European Parliament and of the Council concerning the placing of plant protection products in the market, Pesticide Safety Directorate, May 2008 12. EU proposal for Pesticide Authorisation: Impact of new ‘cutoff’criteria, European Crop Protection Agency, November 2007 12. EU proposal for Pesticide Authorisation: Impact of new ‘cut-off’criteria, European Crop Protection Agency, November 2007 13. Pesticide build up could lead to poor honeybee health, Pennsylvania State University, 18 August 2008 http://live.psu.edu/story/33989/rss30.

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