UN SEGUNDO HOLOCAUSTO EN GESTACIÓN?

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Acerca de un testimonio del Holocausto argentino: Esteban Lythgoe, Conicet. I En su artículo “Realismo figural en la literatura testimonial”, Hayden W

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¿UN SEGUNDO HOLOCAUSTO EN GESTACIÓN?

vasj vtua “EN EL SANTISIMO NOMBRE DE NUESTRO CREADOR, TOME CONCIENCIA DE ESTE ACUCIANTE PROBLEMA Y ACTÚE. NO SE TRATA DE COLECTA DE DINERO SINO DEL RECLAMO AL SERVICIO DEL ISRAEL ESPIRITUAL….DIGA PRESENTE…”. ihhs-ic ejmh ejmh

YITZHAK BEN-DAYAN 305-469-3369 [email protected] 1

A causa de la disposición judía, bastante generalizada, de abandonar parte de la tierra prometida de Dios a nuestros patriarcas, para crear el estado palestino en Judea, Samaria y Gaza, hoy, tristemente, testimoniamos con vehemente estupor, perplejidad y desconsoladora preocupación, como se ciernen, una vez más, sobre Israel nubarrones muy negros con la amenaza de otro Holocausto, en el cual perecieron 6 millones de judíos, (Israel cuenta hoy con una población de 6 millones de personas, aproximadamente…¿Casualidad?). Por eso, en horas difíciles como las que se avecinan, donde el espectro nuclear asoma amenazante su feroz y devastadora figura, cabe reflexionar profundamente y formularse seria y responsablemente las siguientes preguntas con el fin de llegar a conclusiones verdaderas, más allá del relativismo circunstancial en el que vivimos, para enmarcarlo dentro del esquema histórico general de la relación del pueblo judío con Dios y con el prójimo: 1 ¿Cómo es que, de los 230 países que existen en el mundo, sólo un país está amenazado de muerte: Israel? ¿No es esto por designio divino? 2 ¿Qué país, como Israel, en la historia de la humanidad recuperó su suelo patrio y su lengua original después de 2,000 años de exilio? ¿No es esto por designio divino? 3 ¿Qué sucedió con las religiones mucho más relevantes que la judía, como las de Babilonia, Asiria, Persia, Turquía, Egipto, Grecia, Roma, etc., no fueron destruidas, en virtud de que no pertenecían al propósito espiritual de Dios y consecuentemente no eran eternas porque obedecían al ciclo tiempo-espacio, sujetos a nacer, crecer y morir? ¿No es esto por designio divino? 4 ¿Cuántas veces se han levantado líderes con la finalidad expresa de erradicar a los judíos del mapa terráqueo, sin conseguirlo, en virtud del socorro divino, aunque después del consiguiente y merecido castigo por nuestra incesante rebelión contra Dios? ¿No es esto por designio divino? 5 ¿Por qué no existe anti-islamismo o anti-cristianismo o anti-hinduismo y sin embargo sí existe anti-semitismo? ¿No es esto por designio divino? 6 ¿Cómo es que los judíos, siendo tan insignificantes en numero en el mundo, seamos tan determinantes en los destinos de la humanidad? ¿Acaso no nos dio Dios este poder con el fin de intentar acercarlos a Él? ¿No es esto por designio divino? 7 ¿Qué religión contempló el misterio divino como lo hace la Torá, la cual declaró hace más de 4,000 años que Dios no tenía forma ni representación física, por ser 100% espiritual? Unas adoraban a las estrellas; otras, rendían culto a las fuerzas naturales como el fuego; otras se inclinaban ante dioses en forma de animales; otras en forma de personas. ¿No es esto por designio divino? 8 ¿Qué religión estableció la universalidad de los Diez Mandamientos, por los cuales toda civilización tiene que necesariamente incorporar para poder sobrevivir, como hizo la Torá, la cual, además, recomendó de amar al prójimo como a sí mismo, hace nada menos que 4 milenios, cuando el pueblo más fuerte abusaba salvajemente del más débil? ¿No es esto por designio divino?

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Dicho esto, si consideramos los paralelos entre el Holocausto Nazi, con su solución final, junto con las reiteradas declaraciones del premier de Irán, Mahmud Ahmedinezzad, en el sentido de “borrar del mapa” al estado de Israel, por un lado, con la destrucción del primer y segundo Templo de Jerusalén, por el otro, la posibilidad de un segundo Holocausto luce más que plausible, por comparación con lo sucedido con el segundo Templo de Jerusalén, a raíz del cual sobrevino el éxodo judío que duró 2,000 años aproximadamente. Ello me hace entrever la posibilidad de que sea por designio divino y no por propósito humano. (La primera vez que se destruyó el o “Templo de Jerusalén”, fue en el año 587, previo a la era común, por Nabucodonosor, rey de Babilonia, tal y como en su día lo profetizaran Jeremías y Mica, y la segunda vez, en el año 70 de la era común, por el emperador romano Tito). Para entender este paralelismo, es preciso comprender el momento histórico por el que transitamos, en virtud de la historia del pueblo judío. Primero y principal vamos a analizar ciertos aspectos importantes inherentes al Templo de Jerusalén. ¿Qué tenía de particular el Templo de Jerusalén que no tuviera ningún templo construido desde aquel entonces?

 

  

   



 

o “El Arca (sagrada) de la El Templo de Jerusalén contenía el Alianza”, en la cual se manifestaba, en ocasiones, la o “el símbolo de la cercanía de la divina presencia”, en forma de pilar de nube de fuego, de noche, y en forma de pilar de nube, de día. El lugar en el cual reposaba el Arca de la Alianza se encontraba en el o “Sanctasanctórum”, habitación reservada exclusivamente para el sumo sacerdote, el cual podía visitarlo, una sola vez al año, en   o “en el día de las expiaciones”, para expiar por los pecados de todo Israel. En el interior del Arca se o “Las dos Tablas con los Diez Mandamientos”, hechas encontraban Dios pronunciara en el de piedra y gravadas por ambos lados, recto y reverso, que Día de la Gran Asamblea, al pie del monte Horeb, en Sinai, en presencia del profeta Moisés y de todo el pueblo de Israel. Es posible, aunque no seguro, que también se encontrara, en el Arca Del Testimonio, el original del Pentateuco o que Moisés escribiera, durante los cuarenta años que duró el Éxodo de Egipto, y que, previo a su muerte, antes de cruzar Israel el río Jordán, entregara a los sacerdotes levitas, como o “pacto” entre Dios e Israel, en cumplimiento de la promesa testimonio del que había hecho a los patriarcas Abrahán, Isaac y Jacob. Cabe preguntarse ¿Qué templo en la historia, pasada o presente, además del de Jerusalén, puede reclamar que el símbolo de la cercanía de la divina presencia se manifestaba en él? Según me consta, ninguno. ¿En qué consiste este pacto entre Dios e Israel?







  

 

 

 

 

 o “bendición”, si Israel, individual y    o “recomendaciones, leyes y enunciados en el Pentateuco o  , y la o “la maldición”, si no

El pacto, básicamente, contiene la colectivamente, cumple con los:

juicios” cumple con los preceptos divinos. Vale decir que el pacto se habilita e inicia en el individuo cuando el padre circuncida la carne del prepucio del hijo varón, a los ocho días de nacer y se confirma, espiritualmente, luego, a través del cumplimiento de los preceptos , en el transcurso de la vida, lo cual divinos mencionados en el Pentateuco o

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asegura la adherencia al pueblo santo de Israel para que cuando muera sea recogido a su o “…y fue recogido a su pueblo, tal y como reza en: Gén. 49, vs. 33: pueblo…”.

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Además, el pacto alude a la posesión de una tierra determinada, la tierra de Canáan, según Gén. 15, vs. 7: %&'() *+ +,- !.*/0123',4 5678.8)79 :(;6?; o “…Yo soy Jehová que te sacó de Ur de los Caldeos para darte la tierra esta (la tierra de Canáan) por herencia (a ti y a tu descendencia)…”. La tierra prometida, que Dios anunció a Abrahán, juega un rol central en el plan espiritual que Dios tiene reservado para el mundo porque Israel, como veremos más adelante, es la única nación en el mundo, la cual Dios escogió para Sí, es decir, para su servicio. Por eso, En Israel se tiene necesariamente que manifestar la mano divina, ya sea para bendición o para maldición. En este sentido, el primero de los Diez Mandamientos declara: “…Yo soy tu Dios que te sacó de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre…”. Dios podía haber dicho: “…Yo tu Dios, el Creador del cielo y de la tierra…”, sin embargo, prefirió recordarle a soy Israel que intervino en Egipto y se parcializó a favor suya, matando a los primogénitos egipcios y salvaguardando a los israelitas. Desde ese preciso instante, Israel tiene contraída una deuda moral para con Dios ¿Por qué se tuvo Dios que parcializar a favor de ningún pueblo en particular? ¿Es esto justo, a fin de cuentas los egipcios también son obra del Creador?

 

 

 

Definitivamente, no porque Israel era el pueblo más sabio, ni el más numeroso, ni el más relevante, sino porque se trataba de la descendencia de Abrahán y del cumplimiento del pacto que Dios hizo con los patriarcas. Tanto es así que, cuando Israel cruzó el mar rojo, al separar Dios las aguas por los dos lados, está dicho: o “…Entonces, cantará (en el futuro, no en el presente) Moisés y los hijos de Israel…”, lo que significa que cuando Israel opere espiritualmente la transformación del mundo, entonces cantaran Moisés y el pueblo de Israel, no en el momento en el que las huestes egipcias (humanidad hecha a imagen y semejanza del Creador) se hundían en las aguas del mar rojo. Israel debía de realizar para Dios, en el futuro, un trabajo bien particular, consistente

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 en de

     o “…preparar el mundo para que se establezca el reino Dios

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tierra…”, convirtiéndose ellos primero en: o “…En un reino de sacerdotes y en una nación santa…”, cosa que Israel, desafortunadamente, hasta ahora, nunca ha logrado, en virtud de haberse convertido en: “…Un reino de comerciantes…”. El santo rol del pueblo de Israel ante Dios y ante las naciones del mundo, está declarado según Gén. 32, vs. 29:

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/) 314B7 3'?)D140.')(89  !7"8 3; : :E 3 H1EI)  o “…y dijo (el ángel de Dios) no se llamará tu nombre más Jacob sino Israel porque ministrarás (servirás-contenderás) entre Dios y la humanidad y podrás…”. De hecho, el pueblo judío no ha cesado de contender contra Dios y contra la humanidad gentil, desde

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aquel entonces, hasta el mismo día de hoy, en virtud de que, como comerciante, nunca ha estado a la altura del rol de santidad para el que fue creado. ¿Cuál es la importancia particular que tiene la tierra de Israel y cual es la delimitación de su territorio? En cuanto a la importancia que puede tener la tierra de Israel, debo decir que la Dios o como “posesión por tierra prometida fue dada a Israel por heredad”, en virtud del cumplimiento de la promesa que hizo a los patriarcas Abrahán, Isaac y Jacob. En ella Israel debía de servir de ejemplo al constituirse en nación piloto para la santidad, con el fin de que las naciones del mundo, gradualmente, fueran incorporando, entre muchas otras virtudes de importancia, los valores divinos esenciales o “…compasión (amor) y verdad, justicia y juicio…” de: y de:

 

 

     .3'* 5D.'(*J J* 5!.*  **K.BEI6=9>D70&* ,6>  o de: “…amar a Dios por encima de todo…” y de: .9B4D.; 7 *!&* ,> o de: “…amar

al prójimo como a sí mismo...”. Hay que reconocer, según la Torá, que, en líneas generales, no existen grandes o “nación”, diferencias entre judío y gentil porque las naciones gentiles son llamadas o “…nación santa…”, es decir, que lo único mientras que Israel es llamado que diferencia al Israel espiritual, de las naciones gentiles del mundo, es el concepto de o de “santidad” que emana de los valores universales de la Torá. Esta transformación la vemos personificada en el patriarca Abrahán, el cual fue un gentil hasta que desarrolló el conocimiento de la santidad. Por eso, la Torá no puede convertirse en una religión más, entre todas las religiones del mundo, como erróneamente estableció el estamento fariseo-rabínico, después de la destrucción del segundo Templo de Jerusalén, cuando abrió sinagogas en multitud de ciudades del mundo y constituyó la o “leyes rabínicas”, en base al reclamo fraudulento de que Dios entregó una ley Oral junto con la ley escrita. La Torá escrita es la única revelación de Dios, Creador del universo, al mundo, a través del pueblo de Israel, la cual ha de ser reinterpretada en cada generación. Sin embargo, sobre este particular, debo de reconocer que, el mismo reclamo que yo hago aquí ahora, es similar al que hacen los líderes de todas y cada una de las religiones del mundo gentil en el sentido de que su religión fue dada por Dios. Entonces ¿Cuál es la diferencia entre lo que dice la Torá y lo que dicen los demás libros sagrados de las otras religiones?

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Si se analiza desde un punto de vista fundamentado en la fe, ninguna, en virtud de que cada cual cree que lo suyo es lo verdadero. Ahora bien, si se contempla desde un punto de vista que persigue, no la fe, sino la verdad universal, entonces es preciso realizar que no se trata de los reclamos que hacemos los humanos acerca de lo que hizo o no hizo Dios, sino de lo que establece Dios, como autoridad única en esta cuestión. Consecuentemente, se hace preciso y necesario contrastar los reclamos de todas las religiones, incluida la judía, con la verdad universal que el humano va descubriendo de generación en generación, en virtud del creciente desarrollo espiritual y de la evolución

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intelectual. ¿En la duda no hay una falta de fe? La duda razonable es legítima. La fe es una expresión ilusoria de certeza contraria a un universo de naturaleza incierta. Es como una apuesta en una corazonada colectiva. Pretende anteponer la tradición cultural sobre la verdad universal. Es poner la confianza plena en la esperanza proyectada por uno mismo. Es querer creer en lo conocido más que creer, como si se tratara de un acto de la voluntad y del sentimiento, fundamentado en el falso reclamo de la gracia divina, como aseguran, por conveniencia, las autoridades religiosas. Creer no es conocer porque en la creencia no existe acercamiento hacia la verdad. Es asignar crédito y mérito a alguien o algo, sin saber si es verdad o mentira. La fe se alimenta del misterio más que del conocimiento de la verdad y de la razón cabal y fragmenta al individuo en un grupo determinado, en detrimento de la verdad y comunión universal. Además, el marco sectario y dogmático de cualquier profesión de fe, sea de la religión que sea, posee elementos subjetivos y místicos que conducen hacia el fundamentalismo e incluso hacia el fanatismo religioso. Invita al individuo a conformar con un credo determinado, no al discernimiento de la verdad y del amor. En este sentido, la razón, tiende a iluminar, en virtud de su carácter desprendido por desapasionado y objetivo. Yo contemplo el sentimiento de la fe como la expresión de una ilusión y de una esperanza, mientras que la razón se ampara en hechos o criterios cabales demostrables en términos de sabiduría, inteligencia y conocimiento. En definitiva, la fe luce ser una opinión prejuiciosa que persigue un oriente de seguridad emocional, condicionado por el egoísmo de su propia salvación eterna, mientras que la razón reconoce el dinamismo de la verdad y del amor en la falta de permanencia e inseguridad, en un universo en el cual la constante es el cambio permanente. Finalmente, diré que la fe demuestra ser, en la mayoría de los casos, un accidente de nacimiento, mientras que el crecimiento espiritual no lo es, en virtud de que no se compromete ni con la cultura y religión en la que nació, ni con ninguna otra. Es más bien de carácter universal, por ecléctico, e incorporativo, en lugar de resultar dogmático y exclusivista. De hecho, la Biblia recomienda que: “…la verdad os hará libres…”. Por eso pienso que el lema debería de consistir en crecer en el espíritu de discernimiento, de la mano de la verdad y del amor, más que en profesar fe o creer en este o en aquel, en esto o en aquello, todo ello basado en leyendas y tradiciones humanas, producto de supuestas revelaciones divinas que, hasta ahora, no se han podido confirmar. La fe es un terreno bien frágil porque ¿De qué sirve si no se sujeta a los requerimientos del amor y de la verdad? El aspecto misterioso de la fe pierde su razón de ser cuando la sabiduría se manifiesta y aclara definitivamente el misterio desmitificándolo para siempre. ¿Cuándo se habla de la verdad, a qué verdad se está aludiendo, a la mía, a la tuya, a la del otro? Es preciso no confundir la verdad humana relativa, en constante redefinición, con la verdad absoluta de Dios a la que el humano no tiene acceso. Sin embargo, la verdad universal, aunque relativa por evolutiva, se corrobora o demuestra cierta, a través del método de observación científico. Ella posee una dinámica cambiante y no es fiel reflejo de lo que llamamos “tu verdad” o “mi verdad” porque la verdad universal es independiente de la voluntad humana. Por ejemplo, lo que se declara como “mi verdad”, no es más que mi perspectiva de lo verdadero, en función de mi desarrollo evolutivo, lo

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cual sólo tiene carácter de verdad desde mi perspectiva y circunstancia. En otras palabras, “mi verdad” no es la verdad universal, a menos que científicamente se demuestre que sí lo es. Mi verdad relativa no tiene carácter fijo porque se redefine y puede hallarse más cercana o más lejana de la verdad universal que la verdad relativa de otro individuo, dependiendo de quien alcanzó mayor expansión de conciencia y conocimiento, en virtud de que todas las verdades relativas giran en la orbita de la verdad universal. Finalmente diré que la verdad universal relativa es simbólico reflejo de la verdad absoluta espiritual de Dios porque es la obra del Creador universal. En otras palabras, la revelación de Dios tiene que resultar necesariamente compatible con la verdad universal. Si existe incompatibilidad, no procede de Dios sino de las tradiciones humanas. En cuanto al tema de la tierra de Israel, en definitiva, si los judíos no la reconocemos como herencia divina, no estamos en medida de cumplir con lo más elemental del espíritu y de la letra del pacto entre Dios y los patriarcas. Por ejemplo, lo que los líderes judíos del mundo contemporáneo pretenden hacer hoy, al crear el estado Palestino, en parte de la tierra prometida, es, a todas luces, la negación del pacto

entre Dios y los patriarcas.

Consecuentemente, si se implementa, a lo que estaremos abocados es a cosechar la maldición y no la bendición de Dios. A este o “declaración de independencia” del respecto, no olvidemos que la estado de Israel, en 1947, ya trajo una maldición que dura 60 años, en virtud de que Haim Weizman, Ben-Gurion y sus colegas, decidieron erradicar deliberadamente de ella, el tetragrámaton o nombre divino: o “Jehová”, para reemplazarlo por el tecnicismo o “la roca de Israel”, lo cual satisfizo a los socialistas ateos y contuvo de: Dios, cosa a los creyentes al resignarse estos interpretando que era una alusión a que es falsa porque en la intención está el pecado más que en el simbolismo literario. El hecho concreto es que Consiguieron erradicar el Nombre santísimo de

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  Dios de la declaración. La maldición consistió en el sentido de que, desde ese mismo día en adelante, Israel no gozó de un solo día de paz o de tranquilidad, por mucho que la deseó y la sigue deseando, tal y como reza en Zacarías 4, vs. 6:

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o “…no (se conseguirá la paz) por el poder de ejércitos y no por el poder de la fuerza bruta sino por mi espíritu (imbuido en el humano), dice Jehová de los ejércitos…”. Pierde su tiempo Israel buscando la paz entre presuntos arreglos políticos, como el fraguado en Oslo, y otros compromisos diplomáticos con las naciones del mundo, tal y como reza en Lev. 26, vs 6: “…

  :=#,L)&,K'(1> B) ; 67> D&* ,'(5- 0K89(:)&=> F F *' *K 3! ; E  D> - 0 )  o “…Y daré la paz en la tierra y dormiréis y no habrá quien os inquiete o espante y haré desaparecer de vuestra tierra los animales salvajes y la espada no pasará por vuestra tierra…”. Dios da la paz, no el humano. La da, en virtud de que establezcamos el estado de justicia, de acuerdo a su santísima voluntad y no la nuestra.

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Tocante a la delimitación del territorio constituido por la tierra prometida de Canáan, es preciso remitirse a Núm. 34, vs 1-12. Allí se especifica la frontera norte con el Líbano; la frontera este con el río Jordán; el Neguev en el sur, con la desembocadura al mar rojo (Eilat) y, al oeste, el mar mediterráneo con la frontera lindando con la península del Sinaí. En definitiva, todo el territorio que Israel posee en la actualidad, incluidos la franja de Gaza y la Cisjordania. Sin embargo, la ribera este del Jordán no pertenece a Israel, aunque las tribus de Rubén y Gad y la media tribu de Manases se asentaran allí, cuando Josué dio posesión de la tierra a Israel. Moisés no entró en la tierra prometida, la cual divisó, precisamente desde la rivera este del Jordán, sin cruzarlo. Quisiera enfatizar que cualquier rechazo a tomar posesión de absolutamente todo este territorio, tal y como Dios y los patriarcas lo prometió Dios, atentaría contra la validez del pacto entre porque la tierra es heredad de Dios para Israel y no compete a los judíos el comerciar siquiera con un ápice de ella.

 

El actual acuerdo de Oslo, auspiciado por U.S.A., Europa, las Naciones Unidas e incluso Israel y la abrumadora mayoría de los judíos liberales del mundo, por el cual se establece la existencia de un estado palestino en la tierra prometida de Canáan, viola el Dios y los patriarcas. Cualquier judío que se precie como tal, seguidor pacto entre Dios, debe de rechazar este acuerdo y oponerse a él con todas sus fuerzas, en de aras de que se cumpla la voluntad divina. De ninguna manera el judío puede traicionar sus raíces bíblicas y permanecer perteneciendo a su pueblo santo, tratando de

 

 

enviar las tumbas de los patriarcas al exilio (Hebrón y Belén) e incluso la tumba de José, donde reposan los restos que fueron traídos por Moisés, a raíz del éxodo de Egipto para ser enterrados en Sikem o Shejem, la tierra santa. Pretender implementar Dios provocara un segundo el acuerdo de Oslo pudiera resultar en que Holocausto, tal y como sucedió con la destrucción del segundo Templo de Jerusalén, resultando insuficiente el castigo de la primera destrucción del mismo. Para entender este paralelismo, deberíamos de analizar las causas que desembocaron en el primer Holocausto en Europa.

 

Cuando Teodoro Herzel trató de reestablecer el hogar judío en el estado de Israel, a raíz del episodio antisemita contra Drayfus, en Francia, se encontró con un pueblo judío fragmentado y disperso. Todos sus intentos de unificarlo resultaron en un fracaso, en virtud de que los judíos franceses se consideraban más franceses que judíos; los judíos alemanes, se consideraban más alemanes que judíos; y así sucedió con, prácticamente, toda la judería europea del siglo XX. Sólo un pequeño grupito de judíos socialistas decepcionados, procedentes de la Europa del Este, emigraron, en virtud del persistente antisemitismo, incluso, después de la revolución rusa, aunque su intención fuera la de crear un estado socialista ateo, ignorando las raíces bíblicas del Israel espiritual. Desde un punto de vista espiritual, la existencia de sinagogas en todas partes, debilitó la idea de la centralización en Jerusalén alrededor del eventual tercer Templo. Cada cual vivía confortablemente en su país de adopción y no existía la determinación de o reestablecerse, como pueblo, en Israel. En otras palabras, cuando

   

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“…Dios de los ejércitos…” convocó a las huestes del Israel, el pueblo judío no estaba ni unido ni, por ende, dispuesto a unirse. Sin embargo, cuando el nazismo feroz arreció, toda Europa se estremeció y los judíos no encontraron país ninguno que los recibiera, teniéndose necesariamente que trasladar a Israel como único recurso viable, uniéndose forzosamente ante el enemigo común árabe. Nadie puede hoy asegurar que sin el luctuoso evento del Holocausto, el Israel contemporáneo existiría. Negar la importancia que tuvo el Holocausto para el reestablecimiento del estado de Israel es vivir a espaldas de la realidad histórica. Fue la manera práctica de reconstituir al pueblo judío, como pueblo, en la tierra prometida, a pesar de ellos mismos. Pecado este que, en su día, trajera la destrucción del segundo Templo de Jerusalén y la dispersión o diáspora. Espiritualmente, me siento obligado a expresar mi absoluto convencimiento, en el sentido de que el judío que promueva el estado palestino, en la tierra prometida de Dios a los patriarcas, podría poner en peligro mortal su alma ante Dios, eternamente. No puede haber razón ni justificación para un tipo de rebeldía así, después del sufrimiento de 2 milenios de diáspora o exilio y de episodios como la Inquisición, los Pogroms, el Holocausto, etc. Los reclamos socialistas, liberales y ateos que propiciaron Golda Meir, Yitzhak Rabin, Simón Peres, Yossi Beilin, Yossi Sarid, Ariel Sharon, Ehud Olmert, entre muchos otros, en el sentido de que hay que perseguir la paz a cualquier precio, incluso pagando el precio en términos de abandono para siempre de una parte integrante de la tierra santa que Dios hizo heredar a Israel, es demencia pura, suicido colectivo, sin fundamento bíblico o respaldo histórico. La tierra prometida no tiene precio ni condicionamiento posible porque la voluntad divina no se puede ni se debe de cuestionar y, menos, negociar. La tierra de Israel no pertenece ni al

gobierno, ni al pueblo de Israel. Pertenece a   Dios, que la hizo heredar. ¿Y por qué no perseguir la paz, motivación noble, incluso a cambio de parte de la tierra prometida, como argumentan los ateos y los liberales? Todos hablamos de los beneficios de la paz y no hay duda de que, en tiempos de guerra, la deseamos ardientemente; sin embargo, la guerra no cesa. El insigne filósofo y escritor español de la literariamente prolífica generación del 98, D. Miguel De Unamuno, aseguró que: “… la condición humana tiende a buscar la paz en tiempo de guerra y la guerra en tiempo de paz…”. Es obvio que deben de existir razones poderosas por las cuales la paz se torna, generación tras generación, en inalcanzable. Personalmente, pienso que las hay. A este respecto, veamos que dice la Biblia, en Eclesiastés 3, vs. 1-8:

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8 3 3 I:7 FG 7K,*!7 > 9D(;,!7  90N'167 > 8 98 *1:7 F G9(!7 > D*)!7 303'167 >   “Para todo propósito existe un tiempo apropiado bajo los cielos: Tiempo para nacer y tiempo para morir. Tiempo para plantar y tiempo para segar. Tiempo para matar y tiempo para curar. Tiempo para derribar y tiempo para edificar. Tiempo para llorar y tiempo para reír. Tiempo para lamentarse y tiempo para regocijarse. Tiempo para esparcir piedras y tiempo para recoger piedras. Tiempo para abrazar y tiempo para distanciarse. Tiempo para aprovechar y tiempo para malgastar. Tiempo para guardar y tiempo para deshacerse de cosas. Tiempo para romper y tiempo para coser. Tiempo para el silencio y tiempo para hablar. Tiempo para amar y tiempo para odiar. Tiempo para la guerra y tiempo para la paz…” Bajo un punto de vista estrictamente racional, la paz es el estado de interacción más difícil de alcanzar porque reclama el estar en medida de poder resolver todos los diferendos de manera civilizada, es decir, mediante dialogo y compromiso justo, en función de tratar de preservar, no sólo los intereses de los más poderosos, sino de todos y en particular de la parte más perjudicada en el asunto. Dicho de otro modo, el sistema legal ha de conformar con la moral universal, bien entendida y bien aplicada. Esto, sólo se puede alcanzar, en virtud de un grado de evolución bien elevado. Sin embargo, la humanidad todavía parecer encontrarse a años luz de alcanzar este ansiado nivel de expansión de la conciencia. A tal efecto, entre otros logros importantes más, es preciso llegar a: “…Amar al prójimo como a sí mismo…”, según la Biblia. Entre tanto, y aunque parezca algo paradójico, seguiremos dando tumbos, como reconocería D. Miguel De Unamuno, y reaccionando igualmente, tanto al estado de paz como al estado de guerra ya que, en definitiva, antes de poder erradicar la guerra entre las naciones del mundo, debemos primero de conseguir la paz en la conciencia del individuo, es decir, en la interacción personal; la paz con nuestras familias y con nuestros vecinos; con nuestros conciudadanos y finalmente, con la humanidad, sin distinción de credo, color o raza, enfatizando el destino común, en términos de los que nos une más que de lo que nos separa y promoviendo cooperación (Espiritualidad, humanismo y servicio al prójimo) en vez de confrontación (Religión, capitalismo-consumismo). A mi entender, en la problemática de la paz rige la ley del péndulo, la cual tiende a oscilar de extremo a extremo, alternativamente, hasta, lenta y progresivamente, detenerse en el justo medio o en el balance perfecto donde ya no se requiere más movimiento. Este es el punto de sabiduría y de evolución o erradicación de lo que comúnmente llamamos la injusticia para que reine la paz. Representa el punto de

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trascendencia el cual ya no precisa de la dualidad externa que lo haga oscilar, de extremo a extremo o de crisis en crisis para motivarlo a actuar, sino del estado elevado de la conciencia que produce su propia armonía interna, la cual motiva lo suficiente como para interactuar en un nivel de excelencia y de virtud espiritual, vis a vis del todo unitario existente. Es preciso reconocer que la anhelada paz tiene poco que ver con el deseo fútil y básico de pretender alcanzarla o de esforzarse por imponerla, políticamente, por temor a su antónimo, la guerra, porque es consecuencia de armonía entre todas las partes envueltas en el conflicto, más que del concurso de la voluntad expresa del humano reaccionando a factores externos, como pudieran ser las crisis de orden social. El humano común de hoy, por holgazán y mediocre, tiende a paralizarse en función de su falta de motivación y de ambición espiritual, por escasez de conocimiento, de belleza, de orden interno y por ende de inspiración. La paz es sólo para mentes evolucionadas, no para masas mediocres, victimas de su bajo nivel de conciencia y de falta de belleza y de amor interno. Finalmente, la Biblia aconseja que la paz no se debe de perseguir directamente porque es consecuencia indirecta de un estado de justicia, como reza en Deut. 16, vs 20: o “…la justicia, la justicia perseguirás para que vivas…”. La paz es el fruto del árbol de la justicia. Sin justicia no es justo que haya paz porque, con la paz sin justicia, sólo se conseguiría la perpetuación del estado de injusticia. Hablando de justicia humana ¿No son justas y legítimas las aspiraciones nacionales palestinas también, residentes de la tierra de Canáan, más antiguos que el propio Israel?

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Palestina ya tiene su estado en lo que pertenecía al territorio palestino bajo dominio del imperio otomano: Jordania, con una extensión 2 veces y media la de Israel. Jordania está compuesta por una mayoría abrumadora, 95% de palestinos y algunas tribus de beduinos. Allí existe suficiente territorio como para albergar a los 5 millones de palestinos que deambulan por el medio oriente. Por otro lado, los 42 estados islámicos, de ellos, 22 estados árabes, existentes en el mundo de hoy, tienen mayor extensión geográfica que ningún imperio existente en la historia de la humanidad. En ellas podrían albergar a los palestinos si quisieran. Los judíos a cambio, sólo disponemos del diminuto estado de Israel como la única representación en el mundo, la cual, en tiempos de crisis, creadas eventualmente por el anti-semitismo, puede salir airosamente al paso de ellas y proteger a los judíos en cualquier lugar del planeta. No existe razón por la cual, los judíos tengamos que dividir el único estado diminuto para que los islámicos formen el estado número 43 y los árabes el número 23. Israel ha de ser fuerte y precisa de todo su territorio, no sólo a efectos de conformar con la voluntad divina, sino también a efectos de su propia seguridad. Es justo que el Islam se haga cargo de sus islámicos palestinos como Israel se hizo cargo de 2 millones de judíos, forzados a emigrar, procedentes de los países árabes. Las voces de apaciguamiento de los judíos y gentiles pacifistas a ultranza, tendentes a hacer creer que la entrega voluntaria de los territorios de Judea, Samaria y

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Gaza va a contener la expansión Islámica o a satisfacer totalmente las aspiraciones del pueblo palestino, en función de su reclamo de todo el territorio de la tierra de Canáan, están metiendo la cabeza en un hoyo e ignorando deliberadamente la verdad de la situación. Pretenden crear un marco artificial de percepción de paz, dentro del ámbito ceremonial, al estilo de Hollywood, a bombo y platillo, con la esperanza de que luego se imponga la cordura entre las masas caóticas islámicas, en base a una promesa de desarrollo económico, sin entender que el Islam no posee ni el orden político mínimo necesario, ni tantas ambiciones consumistas, como occidente. Precisamente, la administración Bush, en USA, lo intentó en Irak y fracasó estrepitosamente, en virtud de que en el Islam no abundan ni la prudencia ni el consejo, sino el fundamentalismo más acerbo que conoció la historia de la humanidad. Los pacifistas son los Chamberlain y Daladier de nuestro tiempo, los cuales sacrificaron en el altar de la paz, a Checoslovaquia. ¿Qué cosecharon? La guerra más cruenta que conoció la humanidad. No se dan cuenta que actitudes débiles ofrecen oportunidades de ventaja al enemigo fiero y cruel. Por eso, hay que combatir al pacifismo ateo y derrotista hasta las últimas consecuencias porque están actuando irresponsablemente con lo más básico que Dios le dio al pueblo judío, a la sazón, la tierra prometida. Están promoviendo otro Holocausto, consciente o inconscientemente, de una elegante y eufemística manera, en nombre de la paz. Su falta de conocimiento de lo revelado por Dios a Moisés arruina su visión de supervivencia. Al final, resulta ineludible reconocer lo que habrían ya reconocido los consejeros hechiceros de Faraón, miles de años atrás, cuando Dios envió sus diez plagas sobre ellos, como reza en Éxodo 8, vs 15: o “…y dijeron los hechiceros de Faraón: El dedo de Dios es este…”. Los egipcios reconocieron que es Dios y al pueblo judío liberal se le olvidó esto tán básico. Definitivamente, Dios amenaza de muerte a Israel y le castiga durísimamente aunque nunca le destruye del todo dejando un remanente, en virtud del pacto concertado con los patriarcas Abrahán, Isaac y Jacob. Yo hago un llamamiento a los hijos de mi pueblo ¿Por qué no esforzarse en pertenecer a este remanente santo? ¿A qué viene la constante rebelión judía contra Dios, a través del tiempo y la historia? ¿Donde está la sabiduría en comprometer seriamente la relación eterna con Dios, y no sólo la nuestra, sino la de nuestra descendencia también? A este respecto no olvidemos lo que Dios dijo a Moisés acerca del pueblo de Israel, según Éxodo 32, vs 9-10:

 

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G9=V9!C* o “…y dijo Jehová a Moisés: Observé a este pueblo (Israel) y he aquí que es un pueblo de dura cerviz (contumaz y rebelde). Y ahora, permíteme que se encienda mi ira en ellos y los destruya y haga de ti una nación grande…”, a lo cual Moisés se opuso, argumentando que ello crearía mala fama a Dios, en ojos del mundo. Por todo lo ante expuesto, es preciso tomar acción drástica e inmediata y ejercer

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toda la presión posible sobre los líderes del pueblo judío y cristiano para evitar que el segundo Holocausto, que se vislumbra, ocurra y consuma a 6 millones de judíos por segunda vez, tal y como sucedió con el Holocausto Nazi. Ante tal eventualidad, la acción que se precisa, con el fin de evitar tal genocidio, ha de ser concertada, aunque no veo la necesidad de formar ninguna organización para tal efecto porque no quiero mezclar dinero y política con el servicio a Dios. Pienso, más bien, que cada cual ha de esforzarse Dios, nuestro Santísimo Creador, para evitar que tal o “edicto para servir a divino” salga de Dios en contra del pueblo judío. Hay que revertir la situación para que Dios se apiade del o “remanente de Israel”. Hay que esforzarse en atender, en la conciencia, a la la voz suave espiritual de Dios, como reza en Reyes 1, 19, vs 12 . ¿Cuál es esa voz y donde se manifiesta?

 

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Dios, la cual se manifiesta al espíritu humano solamente. No se Es la voz de encuentra en sinagogas ni en templo ninguno porque no mora en la dimensión tiempoespacio sino en el ámbito espiritual. Aquellos que van a la sinagoga en busca de lo que o “…(supuesta) casa de Dios…”, la buscan en el los rabinos denominan lugar equivocado porque las piedras y los materiales, por hermosos que parezcan, son inconscientes y no pueden albergar la presencia divina en ellos. Sin embargo, el espíritu humano, en su conciencia, sí está capacitado para albergarla, tal y como está dicho en Éxodo, 25, vs 8: o “…y que me hagan un santuario para que more en ellos…”. Nótese que no dice para que more en él (santuario), sino en ellos (en sus espíritus conscientes). ¿Por qué el judío religioso contemporáneo no oye la voz de Dios, habrá cesado la revelación?

 

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La revelación de Dios es un proceso ininterrumpido y nunca ha cesado. Lo que sucede es que el judío religioso no la sintoniza por vivir desconectado de ella. Me explico: En líneas generales, el judaísmo rabínico busca a Dios en los templos y no en el espíritu de conciencia. Hay que entender que la revelación de Dios no ocurrió solamente en el monte Horeb, en Sinaí, miles de años atrás. Ocurre en cada generación porque es dinámica y vive en los espíritus conscientes de ella. No ocurrió en el pasado en un lugar determinado (dimensión tiempo-espacio), sino que está ocurriendo permanentemente en los espíritus conscientes de ella. El judío religioso tradicional no la oye porque mora en la dimensión tiempo-espacio de la ley Oral rabínica, en vez de morar en el ámbito espiritual de la Torá o ley por Dios revelada. El religioso se envuelve casi enteramente en rituales, en oración de labios y en asuntos triviales o en la minucia; no en asuntos espirituales. Es decir, en la forma no en la esencia. El mundo espiritual requiere cierto abandono de los menesteres sensoriales superficiales, en beneficio del crecimiento espiritual en la esencia. Israel tiene que vivir bajo la perspectiva de la relación eterna con Dios, más que con los negocios del mundo, como reza en Éxodo 19, vs. 6: o “…Un reino de sacerdotes y una nación santa…”, cosa que Israel nunca ha logrado ser, en virtud de haberse convertido en: “…Un reino de comerciantes…”, con el beneplácito tácito rabínico. El estamento rabínico claudicó al hacerse cómplice de las iniquidades del pueblo, en aras de seguir gozando de los privilegios inherentes a su estatus de autodeclarada autoridad, en virtud del falso reclamo

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de una ley Oral existente, procedente de la revelación divina en el monte Orbe, en Sinaí. Dios nunca escogió a los rabinos sino a los primogénitos primero y luego a los descendientes de la tribu de Leví o Saduceos. El estamento rabínico pertenece a los fariseos, movimiento insurgente y separatista popular, el cual, desobedeciendo a la ley o de Moisés, desbancó a los Saduceos, legítimos herederos de la “…sacerdocio perpetuo…”, que Dios prometió a los descendientes de Pineas, hijo de Eleazar, hijo de Aarón, el primer sumo sacerdote ( , o “Tsadok”, fue el creador del movimiento Saduceo.)

  

 

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12-8-2006

WXXYWKZ[\X WXXYWKZ[\X YITZHAK BEN-DAYAN Teólogo & Filósofo 305-469-3369 [email protected]

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