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UNA CUESTIÓN NO MENOR: ¿LA FAMILIA EDUCA? Mariano Martín Alcázar Universidad Complutense de Madrid Addenda a la Ponencia II: Familia, educación y valores
Sucede en ocasiones, en los ámbitos académicos y científicos, que ciertas expresiones llegan a convertirse en tópicos y ciertos tópicos en verdades. Para nosotros epígrafes tan comunes como” la educación familiar” , “ familia y educación” o “el valor educativo de la familia” parecen haber nacido con vocación de verdad y a nadie extraña que la expresión la familia educa sea una afirmación casi incontestable. Ponerla ahora en cuestión, preguntarse si la familia educa, pudiera entenderse como una pregunta retórica o incluso provocativa. Ni la provocación ni la retórica tienen cabida en un foro técnico y científico. Allí, aquí, las palabras deben tener su significado exacto y su sentido más universal, las expresiones deben ser rigurosas y las opiniones contrastadas. Por otra parte nadie puede sentirse incómodo porque de una consabida afirmación se haga una cuestión y que ésta pueda llevar a nuevas y controvertidas cuestiones. Que la familia educa ya sea una afirmación o una cuestión a debatir nos lleva a preguntarnos previamente qué entendemos por familia y qué por educación. El análisis, la delimitación y la clarificación de estos dos conceptos nos llevará a corroborar o dudar de la afirmación inicial. Se ha dicho que “si los filósofos se pusieran de acuerdo en las palabras no habría problemas”. Pongámonos de acuerdo en las palabras. 1. ¿Qué familia? En el conjunto de las ponencias presentadas se describe la familia como un sistema o subsistema del sistema social. Como una unidad de producción, reproducción o socialización. Hoy y desde una concepción más postmoderna podríamos añadir que también como una unidad de consumo. La familia, se afirma, es un ámbito, un lugar y un escenario de aprendizaje. No se olvidan las funciones de nutrición y crianza de la prole, ni la transmisión cultural y social de normas de conducta. La familia, se concluye, es un medio educativo. También se analiza y se estudia su evolución histórica ( F. Engels, 1983 ) y se insiste una y otra vez en los cambios y las transformaciones que hoy afectan a la realidad familiar. Se habla no de familia sino de familias, se justifican los cambios, se presentan taxonomías y se describen tipologías; la familia familialista, la familia nominal, la familia conflictiva y la familia adaptativa. No sin razón se insiste en el papel relevante de la estructura familiar en la vida de las personas y cómo la familia influye y condiciona (términos éstos claves) el futuro desarrollo de la personalidad; el desarrollo personal y social de los sujetos.
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Los autores de esta segunda ponencia Familia, valores y educación van algo más allá. Pretenden la existencia de posibles agentes educativos; los padres (el padre, la madre, los abuelos, los hermanos mayores…) educadores cuando lo son e insisten en algún que otro aspecto fundamental: las relaciones interpersonales (más bien familiares ya que suelen están cargadas de pertenencia al grupo) En general hay que concluir que la familia es y aparece fundamentalmente como instituto, sistema o subsistema del sistema social. Ámbito, estructura o escenario… es decir como una realidad, una estructura o un elemento funcional. Un factor, una fuerza carente de intención. Más adelante volveremos sobre esta afirmación no sin antes identificar qué se entiende por educación. 2. ¿Qué educación? En las ponencias, la idea, el concepto de educación aparece desdibujado. Pesan más los conceptos de familia, trabajo, aprendizaje y valores que el significado de educación. Se afirma, por ejemplo que la familia es el ámbito primordial de la educación permanente, cuando la familia lo que debe evitar es precisamente que los hijos sean educandos permanentes. Hablar de educación permanente se nos antoja una contradicción ya que la educación pretende la mayoría de edad y con ella concluye. Sólo la formación es permanente y el ámbito de esta no es la familia sino el mundo, la vida. No hay claridad ni distinción entre educación y/o formación. ¿Qué es la educación? ¿Qué la formación? ¿Las dos son permanentes? ¿Lo es sólo una? Para nuestro propósito el concepto de formación es un concepto previo. En la definición de M. Müller es “la orientación fundamental del ser humano (intelecto, voluntad y sentimiento) hacia la totalidad del ser-- del mundo, desde donde se asigna puesto, medida y sentido a cuanto nos sale al encuentro” (M. Müller , Bildung en Staatslexikon. 2,24) La formación es un proceso en el cual el individuo humano adquiere una relación con el conjunto, de tal manera que pise firme al tomar resoluciones libres. La formación es siempre desde dentro (Bildung) y es la actividad del educando. El fin de la educación es la formación. La educación es un concepto posterior. La educación es la ayuda a la formación. Siempre es desde fuera (Erziehung) y es la actividad del educador. Tampoco están muy definidas las distinciones al uso entre educación formal, no formal e informal. No es este lugar ni momento para profundizar sobre estas clasificaciones, sólo observar que están montadas sobre los adjetivos, no sobre el sustantivo; educación. En ocasiones se alude a la educación informal y se critica, en esta ocasión no sin razón, el hecho de que algunos autores la arrojen del discurso educativo e investigador como si la “educación nuestra de cada día” no fuera real porque no sea científicamente “controlable”. Santiago Ramón y Cajal en su discurso de ingreso en la Academia de Ciencias Exactas Físicas y Naturales (7 de diciembre de 1897) afirmaba con rotundidad “No hay cuestiones pequeñas, las que lo parecen son cuestiones grandes no comprendidas. En vez de menudencias indignas de ser consideradas por el pensador, lo que hay es hombres cuya pequeñez intelectual no alcanza a penetrar la grandeza de lo
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minúsculo…” Y antes…“ En general puede afirmarse que no hay cuestiones agotadas sino hombres agotados en las cuestiones” (Ramón y Cajal, 2003, 37 y 39) La ponencia Familia, educación y valores en su intento de armonizar la familia y los valores ofrece una acertada pista para clarificar el concepto de educación ya que el encuentro con los valores no es una cuestión funcional sino personal. En esta escena familiar, la del encuentro con los valores, sobran los decorados históricos, las formas sociales y los estilos más o menos actuales. En este escenario, y desnudos ante sí mismos, los otros y el mundo, sólo están los actores y los valores. Entendemos, pues, por educación la relación que se establece entre dos sujetos, educador uno y educando el otro, con el fin de instaurar a éste último en el ámbito de la dominación de la vida, de la vida humana, que es la vida moral. La educación es fundamentalmente una relación de ayuda. La ayuda que una personalidad, hombre o mujer constituido (maduro) ofrece a una personeidad, hombre o mujer por construir (inmaduro) Pestalozzi la definía como ayuda a la autoayuda y J. Tusquets, entre nosotros, como auxilium inmaturum( ayuda al inmaduro) Pero la relación y la ayuda no dicen toda la virtualidad de la educación. Definir es delimitar. Es como si yo afirmo que ser hombre es ser humano. Pero ser humano es ser social, ser moral, ser cultural…son sus categorías, sus características. La educación gana en comprensión cuando describimos sus notas, sus características. La ayuda a la autoayuda es la esencia. Intencionalidad, elevación moral, relación interpersonal, libertad, integralidad, universalidad y pobreza son sus notas, sus características. Substancia e ingredientes. A la educación, pues, corresponden las características de intencionalidad (de conciencia a conciencia); de elevación moral, logro de la formación y por lo tanto de la vida moral; de interrelación o de continuo diálogo interpersonal; de libertad ya que dicho diálogo auxiliador ha de fundarse en el respeto a la individualidad e inviolabilidad de la conciencia del otro; de integralidad e integridad de todos los aspectos que constituyen nuestro ser hombre (cuerpo, inteligencia, deseos, afectos, dimensión social, ética y estética de la conducta…); y de limitación, la ayuda se reconoce como imperiosa ayuda allí donde las necesidades son más apremiantes. El café-café de la educación es la educación especial. “Junto a” pero también “frente a” esta concepción existe otra. Una visión, una teoría que afirma que también puede darse el apelativo de educativos no sólo a los agentes o sujetos sino también a factores impersonales tales como la naturaleza, el arte, la cultura, la sociedad misma como conjunto de fuerzas, las instituciones (estado, iglesias, familia, colegios…) Y a nadie le chocan expresiones como “la vida educa”, “las costumbres educan”. Educa el espíritu de la época y educan “los medios de comunicación social”…”Todo educa a todo en todo tiempo” podría ser el slogan de la educación funcional. Dentro de ella tienen pleno sentido afirmaciones como “la familia educa”. El problema se plantea al preguntarnos si la educación funcional es con rigor educación, es decir, cuando nos preguntamos si se puede dar el apelativo de educativos a los “factores” ya sean estos instituciones (el estado, la sociedad, la iglesia...) realidades apersonales o personas en comunidad, como pueden ser la familia, el grupo de amigos o
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el claustro de profesores. Es entonces cuando la afirmación la familia educa entra en cuestión. 3. ¿La familia educa? Si se afirma y admite el anterior concepto de educación (educación intencional) se afirma y admite que para hablar con rigor de educación han de tenerse en cuenta tres categorías antropológicas, tres dimensiones de la persona; 1) la consciencia (inteligencia-razón) 2) la consciencia (estimativa moral) y 3) la responsabilidad o adecuada dirección de la conducta. Desde estos presupuestos a la llamada “educación funcional”, a los factores, difícilmente puede dárseles el apelativo de educativos. Ni la sociedad, ni la calle, ni los medios de comunicación social, ni la familia como colectivo, ni los colegios tienen conciencia, consciencia y responsabilidad precisamente porque son factores no agentes. Su esencia es funcional, es de servicio. Nadie duda que estas fuerzas o factores hayan ejercido y de hecho ejerzan sobre los hombres una influencia, un condicionamiento, el problema y la duda surgen cuando a dichas influencias se les pretende dar el apelativo de educativas. De hecho el conjunto de ponencias y trabajos que se presentan admiten y asumen como incontestable el valor y la importancia de estas influencias para la educación y la formación de los sujetos. Pero las influencias y los condicionamientos son una realidad y la determinación y la libertad son otra. La educación y la formación tienen que ver con la libertad. Conocemos personas a quienes la familia ha podido hacer daño. Es entonces cuando la educación y la formación deben anular estas influencias. La familia es un subsistema del sistema social, es una unidad de producción reproducción o socialización. La familia es un lugar o escenario de aprendizaje. Podría incluso admitirse que es un medio (ámbito) para la educación, pero la familia, en el sentido que se viene aquí describiendo, no educa. 4. La familia educa. ¿Qué quiere en rigor decirse cuando con convencimiento se afirma que la familia educa? Cuando F. März, un autor profundo y claro en estos temas, llega a preguntarse ¿quién educa? observa que una nueva pregunta ¿dónde se educa? nos ofrece una pista, pues la respuesta apunta antes que a ninguna otra esfera educativa a la familia: “ los padres de un niño son, prescindiendo de los casos poco comunes como la muerte prematura o el abandono moral, sus primeros y más decisivos educadores. Siempre ha sido así, mucho antes de que se empezara a reflexionar sobre la educación y el ser del educador. Ser educador no significa otra cosa que ser padre o ser madre” ( F. März, 2001, 155)
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A renglón seguido el mismo autor nos previene afirmando que ser educador (ser padre o ser madre) no es aquí un existente biológico sino una categoría ética Miguel de Unamuno no pudo decirlo más claro: ” Hijo no es aquél a quien se engendra sino aquél a quien uno sitúa en su lugar en el mundo” Y Domingo Lázaro (1877-1935) un autor que tuve que conocer en profundidad decía desde el mismísimo colegio de El Pilar (Madrid) que “los colegios pueden poco en educación y lo poco que pueden lo pueden cuando los padres educan en casa y en el colegio” Las citas podrían prodigarse. La afirmación la familia educa sólo puede tener valor de verdad cuando los padres u otros miembros de la familia son y hacen de educadores, cuando existe un diálogo con intención educativa, cuando la relación o relaciones al margen de la consanguinidad y parentesco son educativas. La clave del arco de esta problemática, el crisol que determina el valor educativo de la familia es el concepto de intención educativa. En la definición de W. Flitner “ aquella tendencia del comportamiento que en el obrar y en el encuentro se aplica a ayudar al prójimo a obtener una fuerza mayor de dominación de la vida, una comprensión espiritual superior y una formación también superior, a obtener un hondo despertar moral y existencial”. ( W. Flitner, 1935, 36) La intención educativa no quiere decir que uno piense ininterrumpidamente en educar( pobres hijos¡) No. Es una intención latente que D. Von Hildebrand llama intentio benevolentiae y que es esa intención que dice “ quiero hacer el bien a alguien y ayudarle a su felicidad” La familia es una forma de comunidad en la que se educa, una forma natural, como puede ser también el grupo de camaradas o amigos. También hay formas de comunidad artificiales como pueden ser las escuelas, los colegios... “No es preciso recalcar que la relación, al basarse en tan distintas formas de la comunidad educativa, participa de sus características y problemas respectivos. La relación entre madre hija de sangre, entre madre e hijo adoptivo, entre amigos, entre maestro y discípulo presenta formas diferentes. Pero lo más decisivo no parece ser su estructura formal. Ya ligue al educador y al pupilo un lazo de sangre, ya se hayan encontrado casualmente, lo que decide sobre su valor es en definitiva el diálogo vivo y responsable entre unos hombres que se encuentran en el mismo camino y se dirigen a la misma meta.” ( F.März, 2001, 171) 5. Conclusión. La familia “factor” educativo y /o “factor” formativo. En ningún caso hemos concluido afirmando que la familia educa. Sí hemos afirmado con rotundidad que la familia es un factor educativo y que junto a otros muchos factores como el ambiente social y cultural son el objeto de la llamada “educación” funcional. La familia es una unidad, un instituto, un sistema, una fuerza impersonal. Por sí misma, como la vida, la calle, la cultura, no educa. La familia es “gente” no un agente. Sólo los agentes, las personas educan. Educan los padres u otros familiares cuando son y hacen de educadores, es decir cuando tienen intención elevadora, intención educativa.
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Ahora bien cuándo y en qué sentido se puede afirmar de un factor (la familia, por ejemplo) que es “educativo” y en qué sentido a un factor puede dársele el apelativo de “formativo”. De un factor podemos decir que es “educativo” cuando media el educador, cuando quien dirige y orienta el factor es el educador. “ Sólo a través del educador personal que conoce lo bueno y lo malo en virtud de su consciencia y su conciencia puede “ formar la vida”; a él, al educador se le encomienda la acomodación de los efectos ciegos en sí al sentido de la educación” (März, 2001, 152) A esta labor en su Discurso sobre lo educativo la llama Martín Buber, selección : “ lo que llamamos educación, la sabida y querida, es la selección por el hombre del mundo actuante; consiste en otorgar a una selección del mundo, reunida y expuesta en el educador, el poder actuante decisivo. La relación educativa es ajena a toda relación carente de intención. Así, sólo a través del educador, encuentra el mundo el verdadero sujeto de su obra” ( Citado por März, 2001,152) ¿La familia es un medio educativo? Sí, en el sentido de que el hijo, los hijos pueden encontrar en la familia “la ayuda educativa”. De hecho y en honor a la verdad hay que decir que la familia alberga en su seno dimensiones o aspectos muy favorables para la educación; parentesco, consanguinidad, posibilidad de acogida y diálogo… (Duch, 2002 y Van Manen 1998) Segundo aspecto del problema. Un factor se convierte en “formativo” cuando es el educando quien lo utiliza a su favor. El educador no puede hacer otra cosa que introducir a los jóvenes mediante relaciones y reflexiones en el mundo, en la vida. Pero lo que él haga de tal ayuda es cosa suya. Cuando desde su criterio y conducta dirija las influencias a favor de su libertad y responsabilidad, dichas influencias, los factores, pueden convertirse en “factores” de formación. ¿Es la familia un medio formativo? Sí, en el sentido de que los pupilos, los hijos y los no tan hijos, los mismos adultos, pueden encontrar en la familia un ámbito, un clima, un instrumento para su formación.
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6. Bibliografía. BENNER, D. (1998) La Pedagogía como ciencia. Barcelona, Pomares-Corredor. DUCH, L. (1997) La educación y la crisis de la modernidad. Barcelona, Paidos. ENGELS, F. (1970) El origen de la familia (4ª edición). Madrid, Fundamento. FLITNER, W. (1935) Pedagogía sistemática. Barcelona, Labor. MANEN, VAN F. (1998) El tacto en la enseñanza: el significado de la sensibilidad pedagógica. Barcelona, Paidos. MÄRZ, F. (2001) Introducción a la Pedagogía (5ª edición). Salamanca, Sígueme. MÜLLER, M. (1965) Persona y función. México. Universidad Autónoma de México. RAMÓN Y CAJAL, S. (2003) Reglas y consejos sobre la investigación científica( 3ª edición) Madrid, Espasa.
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