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UNA ETICA DE LA ADMINISTRACIÓN, ¿es necesaria? Resumen Mgter. Mirtha Andreau de Bennato Toda acción humana tiene una dimensión moral. La economía, ya sea como actividad práctica o como disciplina científica no es ajena a esta dimensión y por ello ha estado ligada a la Etica, entendida como disciplina filosófica que tiene por objeto a la moral vivida, desde el nacimiento de ésta en el siglo IV a.C., con la Etica Nicomaquea de Aristóteles, y ha sido considerada tradicionalmente como una ética especial. Los enormes cambios producidos en el último siglo han exigido a la Etica tradicional modificaciones importantes dando lugar al nacimiento de las éticas aplicadas, fundadas no solo en un objeto de estudio específico sino en una estructura espitemológica principista. Así la Bioética, nacida en 1970, como ética aplicada a los comportamientos humanos en relación a la salud y a la vida de las personas, se ha constituido en el modelo de eticas aplicadas, con la estructuración de cuatro principios: no maleficencia, justicia, autonomía y beneficencia y de una metodología trasdiciplinar, pluralista y participativa. En este trabajo se pretende justificar la necesidad de fundar una ética de la administración económica como una ética aplicada que tiene por objeto el comportamiento del hombre respecto de la distribución de los bienes en situaciones prácticas en las que se tiene a cargo la recaudación de las rentas y el pago de las obligaciones públicas, tanto en el ámbito público como privado. Y para ello es necesario distinguirla de la ética de los negocios basada en la racionalidad estratégica y un sano sentido de la competencia y también de la ética de la empresa, basada en una racionalidad participativa y en razón de un bien común. Por ello.se procederá analizando trasversalmente el principio de justicia e intentando constituirlo en uno de los principios básicos de la misma dejando el trabajo iniciado para el reconocimiento de otros principios aplicables específicamente a la administración y en la búsqueda de un método que participativamente la ponga en práctica en las situaciones concretas.
UNA ETICA DE LA ADMINISTRACIÓN, ¿es necesaria? Mirtha Andreau de Bennato I. Toda acción, toda praxis humana genera naturalmente reglas sociales que establecen cuando y como esas prácticas son correctas, y cuando no lo son, es decir cuando son moralmente juzgadas como buenas y cuando como malas. Esas normas de comportamiento acompañan a todo el obrar del hombre, la mayoría de las veces de un modo implícito en la conciencia, de modo que si se le pregunta a alguien porqué hizo lo que hizo, debe esforzarse para dar una explicación debido a que ese por qué no es tan claro y no aparece con total distinción a la conciencia como otras normas y leyes de convivencia social, que son explícitas o que constituyen el derecho positivo. Para dar respuesta de lo que hacemos, es decir para ser verdaderamente responsables de nuestros actos necesitamos en primer lugar deliberar, pesar los pro y los contra de nuestras acciones y argumentar aunque más no sea en el interior de nuestra conciencia, ante nosotros mismos, las razones por las que nos comportamos como lo hacemos. La argumentación moral en la toma de decisiones es un proceso lógico y ético que está presente en todo acto humano, y que nos permite poder dar respuesta a la pregunta del por qué hicimos algo, con que razones podemos justificar nuestras acciones. Pero no siempre podemos hacerlo. También obramos sin saber por qué lo hacemos, es decir no explicitamos la regla que rige ese obrar o la motivación específica. En estos casos, para poder responder o respondernos a nosotros mismos, debemos tematizar y analizar nuestros actos o nuestras accciones. Esa tarea que realiza todo hombre en algún momento de su vida, es la tarea sistemática de la Etica como disciplina filosófica, tematizar el ethos. En este trabajo se pretende justificar la necesidad de fundar una ética de la administración económica desde esta posición tradicional, a la que se suma la actual perspectiva, como una ética aplicada que tiene por objeto el comportamiento del hombre respecto de la distribución de los bienes en situaciones prácticas en las que se tiene a cargo la recaudación de las rentas y el pago de las obligaciones públicas, tanto en el ámbito público como privado. Por ello.se procederá analizando trasversalmente el principio de justicia e intentando constituirlo en uno de los principios básicos de la misma dejando el trabajo iniciado para el reconocimiento de otros principios aplicables específicamente a la administración y en la búsqueda de un método que participativamente la ponga en práctica en las situaciones concretas.
II. Toda acción humana tiene una dimensión moral. En este mismo sentido, todo acto profesional es un acto moral. La economía, ya sea como actividad práctica o como disciplina científica no es ajena a esta dimensión y por ello ha estado ligada a la Etica, entendida como disciplina filosófica, desde el nacimiento de ésta en el siglo IV a.C., con la Etica Nicomaquea de Aristóteles, y ha sido considerada tradicionalmente como una ética especial. En la concepción aristotélica, la econcomía como administración de la casa, era parte de la política, entendida como el gobierno de la ciudad-estado y de la ética, que por medio de las virtudes permitía al hombre ser dueño de sus actos, un padre de familia y ciudadano bueno. Desde el punto de vista ético toda acción humana puede ser objeto de juicio de valor como buena o camo mala y también la praxis profesional, cuando implica conocimiento, no sólo científico, sino el saber el fin que se quiere lograr y las consecuencias que pueden desprenderse de una determinada acción. El acto profesional es ético también porque es un acto libre, un acto que implica la total autonomía de la persona en la toma de las decisiones aunque la realización de la acción prevea también la autonomía de otras personas, que son afectadas por esas decisiones. El trabajo profesional está intimamente ligado a los fines de la existencia personal y en orden a su realización pero también está ligado a la existencia de la sociedad como tal. Uno de los fundamentos básicos de la moral profesional es ser un instrumento de servicio colectivo. Por ello en este trabajo no pone en cuenstión la necesidad de que el obrar en la administración o en el quehacer económico en general sea moral, se acepta que de echo lo es, no puede no serlo. Siendo la moral el cómo de una praxis, no puede haber un obrar que sea neutro, sin normas, sin juicio moral de bueno o malo. Por ello, en este trabajo se intenta considerar la necesidad de una ética de la administración desde un enfoque epistemólogico en el paradigma de las modernas éticas aplicadas y de su estrustrura respecto tanto de la especificiación de su objeto como de la metodología, pero tratando de fundarla en el principio de justicia.
III. Todos los actos humanos están constituidos por la reflexión deliberada, la elección y la decisión tanto respecto del fin que se pretende lograr, como de los medios que se utilizarán para lograr ese fin. Y la bondad o maldad de esos actos está fundada en un sistema ético determinado dentro de la Etica General. La economía y la administración de los bienes son actividades prácticas que están presentes en el obrar del hombre desde la aurora de las primeras comunidades humanas, por eso no
escapan a la necesidad de las reglas y la puesta en cuestión desde el punto de vista moral de esas reglas, es decir son objeto de la Etica Normativa. Y por lo mismo están sujetas a la moralidad propia de una época y de una cultura. Tradicionalmente ha existido y aun está vigente como disciplina, una ética económica, que desde el derecho natural ha considerado el obrar humano en el area económica. Los principios éticos válidos universalmente como el que afirma que el fin del obrar debe ser el bien, se lo considera no ya desde el punto de vista del individuo que obra, sino desde el punto de vista social y se traslada el mismo modo de razonamiento de lograr el bien para mi, a la noción de lograr el Bien General o Bien Común. En este sentido una ética económica es una ética especial, solo restringida en su objeto de estudio pero con los mismos principios generales y la misma metodología científica que la Etica General. El hombre individual no puede desarrollarse si no tiene el grupo social de pertenencia, sólo asi cumple con el desarrollo de las potencialidades que le son propias y lo constituyen esencialmente. La existencia plenamente humana solo puede serlo en los presupuestos de la sociedad y el bien común. La finalidad social de la economía consiste en la plenitud del bien común y multilateral, que en una situación en la que se da la mayor cantidad de libertad referente al deseo de adquirir, se puede conseguir con los bienes naturales y la mano de obra disponible en una economia concreta, sea pública o una empresa privada.
IV. Sin embargo esta moral en el último tercio del siglo XX ha resultado insusficiente. Los enormes cambios producidos en el último siglo han exigido a la Etica tradicional modificaciones importantes especialmente como respuesta al desafío que el desarrollo tecnocientífico ha planteado al hombre concreto y a las actividades cotidianas. Esto, entre otras razones ha dado lugar al nacimiento de las éticas aplicadas, fundadas no solo en un objeto de estudio específico sino en una estructura epistemológica difrente. En las modernas democracias pluralistas, no pueden abordarse las cuestiones morales desde la afirmación de un código único o con la fundamentación de un solo sistema ético, porque de hecho en su seno conviven distintos fines personales y grupales que no siempre son compatibles al evaluar una cuestión ética concreta. Tampoco se puede dar por supuesto que existen acuerdos básicos preexistentes en la cultura sino que es preciso descubrirlos y criticarlos racionalmente para que puedan ser aceptados por todos y si no los hay debería existir la voluntad de construirlos por los mismos afectados a esas normas.
Por otra parte las ciencias y las consecuencias no siempre pensadas y hasta no deseadas que su desarrollo ha producido exigen una responsabilidad mayor que ya no puede ser de una persona, de un grupo gobernante o de una elite intelectual, sino que esos límites deben ser unas reglas básicas, una ética de mínimos compartida por todos los afectados. Con ese espíritu nacen las modernas Eticas aplicadas. El paradigma de ellas es sin duda la Bioética. Es una nueva disciplina que con la publicación del artículo del médico oncólogo, Von Rensselaer Potter, The science of survival en 1970 en que utiliza por primera vez el término, y sobre todo a partir del libro Bioethic, Bridge to the future en 1971, se ha instalado en el ámbito científico y filosófico. Ello ha implicado la notoria ampliación del ámbito de reflexión de la ética médica tradicional (que es una ética especial del mismo modo que lo es la ética económica), y un creciente número de autores, de centros de estudios, de investigaciones y de libros publicados sobre temas y cuestiones abiertas de Bioética. Desde su origen tiene por tarea enseñar cómo usar el conocimiento (knowledge how to use knowledge) en el campo científico biológico1. La Bioética es una nueva disciplina, que surge o emerge combinando la ética medica tradicional con los nuevos planteamientos morales que constituyen verdaderos dilemas de no fácil solución, un fenómeno cultural en que se expresa la crisis de nuestro tiempo desde diversos ámbitos que influyen y modifican la vida del hombre.
V. Así, nacida en 1970, como ética aplicada a los comportamientos humanos en relación a la salud y a la vida de las personas, la Bioética se ha constituido en el padigma epistemológico de las eticas aplicadas. Ya no se consideran los principios éticos universales y de fundamentación antropológica o metafísica, sino que con la estructuración de cuatro principios: no maleficencia, justicia, autonomía y beneficencia tiene desde 1979, con la publicación de Tom L. Beauchamps – James F. Childrees de Principles of Biomedical Ethics, una estructura epistemológica diferente y también una metodología distinta, ya que es transdiciplinar, pluralista y participativa. La ecoética que desde su origen forma parte de la Bioética, hoy pretende ser una disciplina independiente y se estructura sobre la base del mismo modelo, con los principios de responsabilidad, de precausión y de sostenibilidad y con la misma metodología que incluye a todos los afectados por las decisiones que involucren normas comunes.
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La expresión es de Von Potter en Bioéthic, Bridge to the future, donde tambien dice que la Bioética “debe unir la ética y la biología, los valores éticos y los hechos biológicos”.
En el mismo sentido desde los años ochenta la denominada ética de los negocios tiene un enorme crecimiento, constituyendose en una de las más importante en este fenómeno del nacimiento de las eticas aplicadas y separándose de la tradicional ética económica. Sin embargo su derrrallo aún es deficiente porque no se la ha fundado en principios que la identifiquen, y quizá porque el objeto de aplicación es limitado, ya que los negocios no constituyen la totalidad de la vida económica. En los años noventa comienza a desarrollarse diferenciándose la ética de los negocios la llamada ética de la empresa, que tiene otro objeto específico de la actividad económica y está muy próxima a la ética de las instituciones. Es en cierto sentido más abarcativa que la ética de los negocios y se pueden establecer claras diferencias entre ellas. Aun así resultan insuficientes dada la complejidad de la economía actual y el gran crecimiento de cuestionamientos morales que en ella se genera desde las democracias participativas y por ello es necesario una tercera ética aplicada al ámbito económico como es la ética de la administración.
VI El paradigmas con el que se trata la relación entre ética y economía en la Etica de los negocios difiere fundamentalmente en la clase de racionalidad que se utiliza y la prioridad que en esa fundamentación adquiere el valor de la utilidad. Generalmente se ha destacado el hecho que el razonamiento que rige en estos casos está dirigido a convencer al cliente de que compre el producto que ha sido creado especialmente por el mercado, con un espíritu y mentalidad consumista. Esto trae asparejado desde el punto de vista ético todo el tema de la manipulación de las conciencias. En la ética económica se considera que el fin del acto es desde el punto de vista económico y legal el de obtener ganancia, es decir, con afán de lucro personal o empresarial, al mismo tiempo que desde el punto de vista social se cumple la función de proveer de bienes o servicios a la población. La racionalidad utilizada en estos casos es la estratégica, propia del intercambio de mercado, sobre la base de los intereses de parte, en la que uno dé a cambio de lo que precisa o desea únicamente lo mínimo que el otro acepte. Manteniendo la misma racionalidad sin embargo, desde el cambio de paradigma que genera la ética aplicada a partir de los años setenta, con paradigmas deontológicos y comunicativos, se deja de centrar en el producto y se considera más el desarrollo de los servicios.
El negocio se centra en las necesidades y exigencias del cliente, para crear aquellos servicios y productos que respondan a lo que en realidad el necesita y desea socialmente, de manera que es el inicio de lo que llama “mercado comunicativo”, en que las empresas de bienes y servicios tienen en cuenta en primer lugar al ususario, es decir a los “afectados”por los negocios. Uno de los principios que podría regir en esta ética es el de justicia. No entendido como en la Bioética, como distribución de recursos escasos siempre respecto a los bienes tecnicocientíficos. Sino que se propone como deber de comportamiento el establecido por el principio de justicia, en el sentido de justicia conmutativa, basada en el cambio o trueque y reguladora de las relaciones entre los miembros de una sociedad.
VII. La moderna Etica de la empresa se ajusta al paradigma de las éticas aplicadas, no se centra sobre los recursos materiales, ni sobre los servicios sino que tiene en objeto a los recursos humanos en razón de que la empresa es vista como una organización de grupo con inteses comunes. Las empresas actuales tienen la necesidad desde el interior de si mismas de mostrarse como un modelo de realización de justicia y participación para todos las personas que trabajan en ella y hacia el exterior, como un modelo de gestión empresarial indisolublemente relacionada con lo social, no sólo a través de la simple prestacion de bienes y servicios. La racionalidad dominante en estos casos no es la estratégica, que trata de ordenar los medios a los fines con el fin de lograr ganancias, sino la racionalidad dialógica para el establecimiento de metas comunes a todos sus miembros, con de fin de establecer entre ellos nexos personales y corporativos en la defensa de los intereses. El principio de justicia en estos casos tendría que considerar a la justicia distributiva en razón de la distribución de las ganancias como un modo de compartir el éxito y el sentido de pertenencia de todos los miembros de una sociedad empresarial y de allí que la repartición de las ganancias incluyan a todos las personas miembros activos de esa empresa. En la mayor parte de los casos se ha considerado a la distribución, ya sea como “distribución originaria” o como originalmente justa, sea como distribución que conlleva tantas redistribuciones como sean necesarias para corregir desigualdades o abusos. Los bienes distribuidos pueden ser materiales o no materiales en el sentido de que incluyen a los bienes culturales, aún cuando el princpio general es que la distribución de los materiales resultan básicos.
VIII. En este trabajo se pretende justificar la necesidad de fundar una ética de la administración económica como una ética aplicada que tiene por objeto el comportamiento del hombre respecto de la distribución de los bienes en situaciones prácticas en las que se tiene a cargo la recaudación de las rentas y el pago de las obligaciones públicas, tanto en el ámbito público como privado. Dicha ética de la administración debe distinguirse de las éticas aplicadas ya vigentes en el ámbito económico y en pleno desarrollo: la ética de los negocios y la ética de la empresa, no solo por su objeto específico sino por los principios que las fundan. Si se considera a la administación según la definición del Diccionario de la Real Academia Española, como la acción de administrar, lo que tiene varias significaciones: por una parte gobernar, regir y aplicar, y por otra servir o ejercer algún ministerio o empleo y aún una tercera, suministrar, se debe pensar desde una ética económica tradicional que el bien común está por encima de la realidad objetiva de las realciones sociales y abarcándolas a todas. En este sentido el bien común es la realización total de la justicia en la vida de la sociedad, el suum cuique al servicio de cada grupo en particular y del conjunto social en general. Y ello es objeto de una ética aplicada porque se trata de una exigencia de justicia y una obligación de justicia que solo puede ser captada a partir de una “situación concreta”. En ella el interés de grupo deberá ser una parte del interés general y el bien singular de una grupo una parte del bien común social. Tambien la Real Academia define la administración económica que es la que tiene a su cargo la recaudación de rentas y el pago de las obligaciones públicas, lo que no es el objeto de la ética de los negocios ni la de la ética de la empresa, aunque puede estar en relación parcial con ésta. Si se tiene en cuenta que las éticas aplicadas tienen como objeto praxis concretas se puede afirmar la necesidad de la fundación de una ética de la administración que difiere por su objeto específico de las otras y que aún cuando se pueda propiciar como princpio de ella al principio de justicia, el mismo no puede ser considerado en tanto justicia conmutativa o distributiva, sino que tendrá que ser una justicia entendida como equidad en bien de la comunidad, en términos de Leibniz. Más contemporáneamente y en razón que en las éticas aplicadas los principios forman parte del marco referencial al que hay que tender en la acción, habrá fundar el princpio de justicia en la noción de justicia “originaria” de John Rawls en A Theoriy of Justice (1971), donde la justicia no es el resultado de intereses por públicos que estos puedan ser, sino que cada persona tenga derecho igual, por encima de su situación concreta de riqueza, posición social, talentos naturales, convicciones políticas o religiosas y concepción del bien que tenga.
La consideración de este principio de justica podrá conseguir el logro de una “sociedad bien ordenada”, según la concepción pública de la justicia que es aceptada por todos, es decir, cada persona sabe que todos los demás aceptan unos mismos principios que configuran las instituciones sociales básicas. A partir de la aceptación de este principio de justicia indispensable en una ética de la administración, se podrá considerar otros principios en la misma línea, como el principio de la diferencia, que en el sistema de Rawls, considera a las ganancias de los menos favorecidos contrarias a las de los más favorecidos, y que se representan con una curva en forma de campana, es justo llegar hasta el punto óptimo en el que las ganancias de los menos favorecidos son másximas. Este princpio resulta así beneficioso para todos, supuesto que los menos favorecidos no envidian, y los más favorecidos prefieren vivir en una “sociedad bien ordenada”, sin conflictos. Los otros principios, fundados en la praxis de la administración quizá deberían ser el Principio de fidelidad –confiabilidad, considerando la actividad administrativa en razón de su naturaleza derivada, porque el administrador toma decisiones en representación de otras personas a las que debe rendir cuenta, y quizá también, en el principio de austeridad y no solamente en el logro de éxitos materiales y en términos de bienestar para algunos y exclusión para otros miembros de la sociedad que es administrada económicamente.
IX. Por último, si nos atenemos a la metodología de las éticas aplicadas y a que el procedimiento usual es el enfoque multidisciplinario, que involucra por un lado a los especialistas del ámbito correspondiente a la ética aplicada, en nuestro caso a los de la administración económica, y por el otro a representación de todos los afectados por las decisiones que se toman un número prorcentual de eticistas, juristas, sociólogos, psicólogos y hasta miembros de la comunidad sin formación científica, que aportan el sentido común del hombre medio en esa toma de decisiones, este trabajo pretende ser una propuesta que aporte la necesidad de una ética de la administración desde el punto de vista epistemógico como una ética aplicada. Por otra parte se pretende dejar las discusiones de los principios, y de cómo se determinaran las pautas para alcanzar la legitimación de las cuestiones morales en los casos concretos que plantea la administración, a un grupo de esas características con la conformación de comisiones ad hoc, cuya tarea consistirá en elaborar documentos que contengan recomendaciones y orientaciones éticas a ser tenidas en cuenta en este ámbito disciplinar y no en diseñar normativas legales, que establecen deontológicamente lo que se debe hacer en cada caso, sin dejar lugar al
desarrollo moral que conlleva la reflexión dialógica que se establece en esas comisiones y que fundan razonablemente las acciones económicas, con convicciones morales justas y prudentes.