Una sensación de alegría recorre el cuerpo del viajero cuando llega a Cádiz, una provincia virtuosa por su luz, el mar y el ingenio de sus habitantes

Una sensación de alegría recorre el cuerpo del viajero cuando llega a Cádiz, una provincia virtuosa por su luz, el mar y el ingenio de sus habitantes.

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Una sensación de alegría recorre el cuerpo del viajero cuando llega a Cádiz, una provincia virtuosa por su luz, el mar y el ingenio de sus habitantes. Fundada por los fenicios hace 3.000 años, la ciudad de Cádiz se asienta sobre un istmo que cierra su espléndida bahía, protegiéndola de los temidos vientos africanos. Amurallada, rodeada por el mar y por baluartes defensivos, también disfruta de extensas playas, cuya belleza resalta bajo la intensa luminosidad de estos cielos. Unas playas y una luminosidad que han dado título a la Costa de la Luz, denominación que comparte el litoral de la provincia de Cádiz con el de la vecina Huelva. Contrapunto terrenal de la marinera Cádiz, Jerez de la Frontera es una ciudad señorial y distinguida, fruto del sol y de la tierra, cuyo nombre evoca orgulloso los vinos más singulares que se elaboran en España y los días en que fue importante atalaya cristiana en la frontera con el reino musulmán de Granada. También atalaya y también de la Frontera, Arcos es ciudad de rico patrimonio artístico y punto de partida idóneo para emprender la ruta de los pueblos blancos por las agrestes, verdes y lluviosas sierras de Cádiz. Ciudad de Cádiz Cádiz es una de las ciudades más antiguas de la Europa occidental. Gádir para los fenicios, Gádeira para los griegos ‒el nombre proviene, según la mitología griega, del rey atlante Gadiro, hijo de Poseidón y hermano de Atlas‒, Gades para los romanos, Qädis para

los árabes, la ciudad desempeñó un destacado papel durante las guerras púnicas, la romanización de Iberia y la conquista de América. Tras ser ocupada por cartagineses, romanos y árabes, Cádiz fue reconquistada por Alfonso X (1262), quien la reedificó y dotó de fortificaciones. Su máximo esplendor lo alcanzaría en el siglo XVIII, con el traslado de la Casa de Contratación, encargada de los asuntos de América, desde Sevilla a Cádiz. De aquí partió la escuadra hispano-francesa que fue aniquilada por los ingleses en Trafalgar (1805) y aquí se promulgó la primera Constitución de España (1812), popularmente llamada la Pepa. La ciudad antigua, con sus estrechas calles, se refugia tras la Puerta de Tierra, construida en 1671. Lugares tradicionales de esparcimiento son la cuadrada plaza de la Mina, la alameda Apodaca y el parque Genovés. Y los lugares con más sabor de la ciudad, los barrios de La Viña, Santa María y El Pópulo. Las murallas fueron levantadas en su mayor parte durante los siglos XVII y XVIII, destacando los torreones de entrada a la ciudad antigua, el baluarte de la Candelaria y el castillo de Santa Catalina, donde se celebraron muchos de los actos programados con motivo de la conmemoración del bicentenario de la Constitución de 1812. El monumento más sobresaliente de la ciudad es la catedral (siglos XVIII-XIX). En el Museo Catedralicio se guarda una valiosa colección de custodias, tallas, marfiles y pinturas. El compositor Manuel de Falla y el escritor José María Pemán, ambos gaditanos, están enterrados en la cripta. Otro templo bien hermoso es el Oratorio de San Felipe Neri –sede de las Cortes que proclamaron la Constitución de 1812–, cuyo altar mayor está presidido por una Inmaculada de Murillo. El Oratorio de la Santa Cueva, de planta elíptica y con un singular baldaquino italiano, conserva tres magníficos lienzos que Goya pintó en 1795, sometidos a restauración en el Museo del Prado durante al año 2000; para esta iglesia compuso Haydn su obra Las siete palabras de Cristo en la cruz, que se interpreta cada Viernes Santo. En la iglesia de la Santa Cruz destaca su retablo mayor, barroco, el mismo estilo al que corresponden el templo de San Agustín y las espadañas de la iglesia del Carmen. Un recorrido por la ciudad no debe omitir el Hospital de Mujeres –del siglo XVIII y en el que puede admirarse un cuadro de El Greco, La visión de San Francisco–, el Museo de Cádiz y el Museo de las Cortes de Cádiz, conocido hasta 1997 como Museo Histórico Municipal, donde se exhibe una maqueta de la ciudad en caoba y

ébano del siglo XVIII, y el Centro Cultural Reina Sofía. En 2006 los gaditanos asistieron a la inauguración del yacimiento arqueológico La Casa del Obispo, un espacio que recorre la historia de Cádiz a través de sus restos, desde el siglo VIII a.C. hasta el XVIII. La gran fiesta gaditana es el Carnaval –sin duda, el más famoso de España–, con concursos de coros, cuartetos, comparsas y chirigotas, y dos cabalgatas espectaculares: el domingo de Carnaval y siguiente, o de Piñata. La ciudad ha sido escenario de película en varias ocasiones. Hasta la playa de La Caleta se desplazó la actriz norteamericana Halle Berry para rodar su famosa escena saliendo del agua en la película 007 Muere otro día del agente secreto más famoso del cine ‘con licencia para matar’. Durante tres días del mes de abril de 2002, La Caleta sufrió una verdadera transformación, sobre todo el Balneario de La Palma, que pasó a ser el hotel Sierra de los Órganos, un establecimiento cinco estrellas ubicado en la isla de Cuba. La más reciente e importante infraestructura realizada en Cádiz ha sido el Puente de la Constitución de 1812, que cruza la Bahía de Cádiz y es el segundo más alto del mundo. A 9 km de Cádiz se halla San Fernando, con sus edificios neoclásicos, que desde el siglo XVIII es una de las más importantes bases de la Armada española. Y, a 44 km, Medina Sidonia, antigua y noble villa sobre la que descuella la iglesia gótica de Santa María la Mayor y en la que se conserva un impresionante conjunto arqueológico romano. Costa de la Luz Las aguas del Atlántico bañan las playas doradas y tranquilas que se suceden a lo largo de todo el litoral gaditano, desde la desembocadura del Guadalquivir hasta Tarifa, el extremo sur peninsular. Un recorrido en coche por esta costa (unos 160 km) ofrece los siguientes atractivos: – Sanlúcar de Barrameda: este puerto pesquero situado en la desembocadura del Guadalquivir es la patria chica de la manzanilla y los langostinos; las grandes bodegas se encuentran en el barrio viejo, alrededor del castillo de Santiago; la portada mudéjar de la iglesia de Nuestra Señora de la O y el artesonado, también mudéjar, de la iglesia de la Trinidad son sus grandes joyas artísticas. En Bajo de Guía, junto a la desembocadura del río, se halla el Centro de Visitantes Fábrica de Hielo, de donde parten excursiones en barco al vecino Parque Nacional de Doñana.

– Chipiona: importante centro de veraneo, con playas estupendas, como la de la Regla; en la parte vieja, se alza la iglesia de Nuestra Señora de la O. – Rota: la villa vieja, cercada por murallas, conserva un aspecto casi medieval; importante base naval y buenas playas, como la de la Costilla. – El Puerto de Santa María: situado al fondo de la bahía de Cádiz, el puerto pesquero, la exportación de Jerez, las numerosas bodegas (Terry, Osborne…) y el turismo (playas y golf) son sus principales reclamos y sus fuentes de riqueza; visitas obligadas son la Fundación Rafael Alberti, con fotos, cartas y originales del poeta, y la llamada Ribera del Marisco, donde se pueden degustar un marisco y un pescaíto frito de sabor inigualable; más al sur se encuentran las excelentes playas de la Barrosa, en Chiclana de la Frontera, y de la Fontanilla y los Bateles, en Conil de la Frontera. ‒ Vejer de la Frontera: a este pueblo blanco, de los más bonitos de Andalucía, se recomienda ir por la carretera del sur, en cornisa; hermosa vista del valle de Barbate desde la entrada norte de Vejer, y hermosa también, dentro ya del recinto amurallado, la iglesia del Divino Salvador, con un interior mezcla de románico y gótico; a 10 km de Vejer se encuentra el Parque Natural La Breña y Marismas de Barbate, que cuenta con espectaculares acantilados y calas. Bellísima la de los Caños de Meca. Comarca del Campo de Gibraltar Situada en la zona más meridional de Andalucía, a tan solo 14 km de Marruecos, es el puente entre las dos orillas del Estrecho de Gibraltar. La comarca del Campo de Gibraltar concentra la mayor extensión de litoral de toda Andalucía, siendo la única zona costera bañada por el océano Atlántico y por el mar Mediterráneo, donde se mezclan las playas de fina arena con zonas de bosques. Hay que destacar el Parque Natural de los Alcornocales, que es uno de los últimos reductos de vegetación subtropical existente en Europa, de ahí su gran valor ecológico. Su situación entre dos mares facilita el avistamiento de distintas subespecies de delfines, orcas, cachalotes, además de ser zona de paso de multitud de aves migratorias. ‒ La Línea: situada en una llanura junto al Peñón de Gibraltar, es el istmo situado entre sierra Carbonera y el Peñón. Con sus 3.000 horas de sol podemos disfrutar de unos 14 km de maravillosas playas de fina arena en sus dos costas, la de poniente y la de levante. En esta última se yergue una torre vigía de 1630. En estas playas se puede

practicar cualquier tipo de deporte náutico, como la vela, el esquí acuático, el windsurf o la pesca deportiva, tanto desde tierra como en embarcación. Hay que destacar entre sus monumentos la iglesia parroquial de la Inmaculada Concepción, la plaza de toros, el Museo Taurino, el Museo del Istmo y el Museo de Cruz Herrera. No lejos de la población se encuentran las Ruinas del Fuerte de Santa Bárbara, restos de la línea de fortificaciones que dieron origen a esta joven población. Para los amantes del golf, La Línea de la Concepción dispone de un campo de 18 hoyos situado a pie de playa de la Alcaidesa. Entre las festividades más importantes de La Línea de la Concepción, se halla la Feria de Julio, conocida como La Salvaora, declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional en Andalucía. Durante la misma se celebran actos de gran repercusión popular, como el Domingo Rociero. También la Semana Santa ha sido declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional en Andalucía y el Carnaval de la Concha Fina goza de gran popularidad en toda la provincia gaditana. ‒ San Roque: enclavado sobre una pequeña colina, sus calles son empinadas y sus casas de blancas fachadas, con rejas y balcones, albergan en su interior unos frescos patios típicos andaluces. El casco antiguo de San Roque ha sido declarado Conjunto Monumental Histórico-Artístico. Merece la pena dar un paso por sus calles, contemplar sus fachadas y visitar su iglesias, el Palacio de los Gobernadores, la plaza de toros y el mirador del Poeta Domingo de Mena, que ofrece unas magníficas vistas del Peñón, la bahía de Algeciras y del Norte de África y el yacimiento arqueológico de Carteia. Se puede practicar golf en sus campos, entre los que destaca Valderrama. También existen instalaciones para la práctica del polo y actividades ecuestres. ‒ Algeciras: punto de unión entre dos continentes, Europa y África, con un activo puerto, uno de los más importantes del Mediterráneo. Entre sus monumentos destacan la capilla de Ntra. Sra. de Europa, la iglesia parroquial de Ntra. Sra. de la Palma, la Plaza Alta, el mercado Ingeniero Torroja, la Plaza de Andalucía y el barrio de San Isidro. No hay que perderse un baño en el Rinconcillo o en Getares, dos playas de arena fina y apacibles aguas, señas de identidad de una ciudad que vive de cara al mar. – Ruinas romanas de Baelo Claudia: restos de una importante ciudad del siglo II a.C., cuyo origen se remonta a la fundación de

una factoría de salazón especializada en la fabricación del famoso garum romano. ‒ Tarifa: un viento casi constante azota esta punta meridional de la Península, donde entran en contacto las masas de aire del Atlántico y del Mediterráneo, por lo que es uno de los mejores lugares de Europa para la práctica del windsurf. En el castillo de Guzmán el Bueno, una antigua fortaleza árabe, ocurrió en 1292 aquel famoso hecho en que el encargado de defender la plaza –a la que luego dio nombre– se negó a entregarla a los árabes que la cercaban, arrojándoles su propio puñal para que matasen a su hijo, al que tenían retenido y amenazado creyendo que así lograrían su propósito; desde su muralla se divisa el estrecho de Gibraltar y la costa africana; la carretera de Cádiz corre paralela a la gran playa de los Lances. ‒ Los Barrios: abarca desde la sierra que forma parte del Parque Natural de los Alcornocales hasta la costa. Regado por el río Palmones, a pocos km nos encontramos el embalse de Charco Redondo. Es recomendable visitar las pinturas de Bacinete, los miradores en Hoyo Don Pedro, o hacer los itinerarios del Quejigal y Arroyo de San Carlos del Tinadero. También debemos dar un paseo por el pueblo y conocer el Museo de Historia Natural, la Casa de la Cultura, la Casa de las Doncellas, su iglesia parroquial de San Isidro Labrador, el Ayuntamiento y la plaza de toros La Montera, además de dar acercarnos al paseo marítimo de Palmones y ver su torre vigía de Entreríos. ‒ Castellar-Viejo: enclavada en el entorno del Parque Natural de los Alcornocales, su fortaleza domina la bahía de Algeciras, el Peñón de Gibraltar y los pueblos que la rodean. La villa se configura como el pulmón de la comarca. Posee una valiosa herencia de su época islámica. La fortaleza (siglos XII-XV), situada en un promontorio rocoso, se mantiene íntegra y en perfecto estado de conservación. Su muralla y las nueve torres, junto con las barbacanas y el doble muro, la hacían inexpugnable. En el interior del castillo se conserva uno de los pocos ejemplos que existen de núcleo habitado en el interior de una fortificación. Conserva un marcado carácter medieval, con su sinuoso trazado de calles limpias y encaladas. Es interesante hacer parada en la finca de la Almoraima, con una amplia extensión de verdes bosques que se combinan con ricos cultivos. Dentro de la finca se encuentra la casa convento La Almoraima, antiguo convento del siglo XVII, convertido en casa-hotel. La finca se puede visitar en todoterreno y a caballo. ‒ Jimena de la Frontera: tenemos visita obligada al Castillo, que destaca majestuoso en lo alto de Jimena, siendo frontera nazarí

durante muchos años con los territorios cristianos. La antigüedad de esta población como asentamiento humano lo demuestran las pinturas rupestres de Laja Alta, donde se encuentran las únicas escenas marítimas del Bronce Hispánico. También debemos conocer el Santuario Reina de los Ángeles, la iglesia de la Misericordia, de origen medieval o las Reales Fábricas de Artillería, (s. XVIII). La gastronomía del Campo de Gibraltar se centra en el pescado y marisco, como fideos con coquinas, almejas al gabarrón, urta a la tarifeña o voraz a la espalda. La gastronomía también está ligada a la caza, fundamentalmente la carne de venado, jabalí, perdiz o conejo. Además hay una amplia gama de dulces típicos como los borrachuelos o el piñonate de Jimena. En artesanía destacan los objetos de alfarería, (tinajas, orzas, cazuelas), cestería, carpintería y piezas derivadas de la saca del corcho y la tala. Jerez de la Frontera A 35 km de la capital se halla Jerez de la Frontera, la ciudad más orgullosa y elegante de la provincia, y también la más poblada (212.000 habitantes), famosa en el mundo entero por sus vinos – fino, amontillado, oloroso, dulce y manzanilla–, sus caballos cartujanos y el flamenco, cuya paternidad comparte con Sevilla. Para conocer cómo se crían los vinos de Jerez (mediante un sistema de criaderas y soleras, que consiste en varias hileras superpuestas de barricas de roble, cuyo contenido se va trasladando hacia las inferiores a medida que envejece) es recomendable visitar las bodegas Domecq, González Byass, Sandeman y Williams&Humbert. Los caballos cartujanos, por su parte, se exhiben en la Real Escuela Andaluza de Arte Ecuestre, cuyo espectáculo Cómo bailan los caballos andaluces constituye un auténtico ballet ecuestre. Al mundo del flamenco, por último, está consagrado el Centro Andaluz de Flamenco. Jerez fue una de las primeras ciudades fundadas por los árabes en la Península. De la Sahrish musulmana se conservan lienzos de la muralla, un alcázar de macizas torres y los baños árabes del siglo XI. El alcázar guarda en su interior la capilla de Santa María la Mayor. De gran interés son asimismo la catedral (siglo XVII), que alberga el famoso Cristo de la Viga; las iglesias de San Miguel (de estilo gótico isabelino, con un hermoso altar mayor), la de Santiago (gótica) y otras cuatro dedicadas a los evangelistas: San Marcos, San Mateo, San Lucas y San Juan.

También merecen una atenta visita el Cabildo Viejo (siglo XVI), un edificio de líneas platerescas y mudéjares que acoge el Museo Arqueológico Municipal, y el Palacio del Tiempo, un museo de relojes, donde se expone una colección de más de 300 piezas, la mayoría de los siglos XVIII y XIX. La Feria del Caballo (mediados de mayo), con exhibiciones de enganches y de doma, y la Fiesta de la Vendimia (segunda quincena de septiembre) son momentos inolvidables, en que la ciudad, tan señorial y celosa siempre de sus secretos, se abre y engalana para recibir al visitante. Son miles también los turistas aficionados al motor que viajan hasta la ciudad andaluza para asistir a las distintas pruebas que se organizan en el Circuito de Jerez, sede del Gran Premio de España del Mundial de Motociclismo desde 1987. Arcos de la Frontera “Rex Brigus Arcibrigam Fundavit. Alfons Sapiens a Mauris Restauravit”. Así reza el lema del escudo de Arcos de la Frontera, haciéndose eco de la leyenda que dice que fue el rey Brigo, nieto de Noé, quien fundó Arcos después del diluvio universal. Con el recuerdo aún fresco del chaparrón, no es de extrañar que eligiese un promontorio a muchos metros sobre el Guadalete para poner la primera piedra de esta ciudad blanquísima, que fue fortaleza mora hasta que en 1264 la reconquistó Alfonso X el Sabio –lo dice también el lema– y luego atalaya cristiana en la frontera con el reino de Granada. Hoy es un alto obligado, monumental, a medio camino entre Jerez de la Frontera (de donde dista 30 km por la carretera A-382) y los pueblos blancos de las sierras de Grazalema y Ronda, y un alto mirador desde el que se dominan los embalses de Arcos y Bornos y la vasta campiña del Guadalete salpicada de encalados cortijos que relumbran al pie de las verdinegras sierras de Cádiz. Monumento histórico-artístico, el casco antiguo alberga edificios tan hermosos como el palacio de los Condes de Águila (siglo XV), con su portada gótico-mudéjar; el castillo de los Duques de Arcos y el Ayuntamiento, de artesonado mudéjar; la basílica menor de Santa María de la Asunción (siglos XIII-XIV), de fachada góticoplateresca, y la iglesia de San Pedro, de estilos barroco y plateresco… También deben visitarse el convento de la Encarnación, del siglo XVII, y palacios como los de Juan Cuenca, de Pedro Gamaza o del Marqués de Torresoto. Una forma sencilla para conocer tan rico patrimonio son los itinerarios guiados que organiza la Oficina Municipal de Turismo.

Una última recomendación: las mercedarias descalzas (Plaza Boticas, 2) tienen fama de ser las que elaboran los mejores dulces de Arcos. El torno conventual no cesa de girar para dar salida a tanta delicia de almendra, que es su especialidad, aunque también hacen pestiños, alfajores, empanadillas de cabello de ángel, pastas de almendras, de piñones, de moscatel y pasas. Ruta de los Pueblos Blancos Entre Arcos de la Frontera y Ronda, ya en tierras malagueñas, se extiende una región montañosa formada por las sierras de Grazalema, Ubrique y Margarita. En estos montes crece el pinsapo, una especie de abeto reliquia de los bosques que cubrían la cuenca mediterránea durante el Terciario. A la belleza del paisaje hay que añadir la de los pueblos blancos encaramados en afilados pitones o alineados al borde de escarpes rocosos, con sus estrechas callejuelas vigiladas desde lo alto por las ruinas de un castillo o por la imponente silueta de la iglesia. Esta hermosa ruta, de 230 km, puede dividirse en dos etapas: yendo de Arcos a Ronda por el sur (100 km) y regresando por el norte (130 km). – De Arcos a Ronda: se sale por la carretera A-372 en dirección a El Bosque, donde existe un centro de visitantes del Parque Natural Sierra de Grazalema, y se sigue por la A-373, serpenteando por uno de los tramos más bellos de la ruta, hasta encontrarse, casi por sorpresa, con Ubrique. Desde el punto de vista arquitectónico, destacan la plaza del Ayuntamiento y la parroquia de Nuestra Señora de la O (siglo XVIII), pero Ubrique debe su renombre y su prosperidad a las 400 factorías y comercios de marroquinería que abren sus puertas, la mayoría, en las calles Solís Pascual y España; una industria, esta de la piel, que ha evolucionado vertiginosamente desde el viejo y humilde preciso –saquete de cuero para el tabaco, la yesca y el pedernal– hasta los bolsos de marcas carísimas. Desde Ubrique se continúa por la A-374 para llegar, en 10 km, a Villaluenga del Rosario, que es el pueblo más alto de la provincia y tiene además la particularidad de poseer una plaza de toros irregular, construida sobre una roca. Otros 15 km por la A-374 y se arriba a Grazalema. Situada en un circo montañoso, es una de las localidades con más encanto de Andalucía y, debido a un capricho meteorológico, la de mayor índice pluviométrico de la Península. Grazalema es famosa por sus mantas de lana de tonos blancos y castaños fabricadas en grandes telares de madera, y por su pinsapar.

– De Ronda a Arcos: se sale en dirección a Arriate por la carretera MA-428 y se coge a continuación la CA-4211 para acceder a Setenil, bonito pueblo que se acurruca en una garganta labrada por el río Guadalporcún. Además de sus casas trogloditas, excavadas en la propia roca, son interesantes el artesonado mudéjar del siglo XVI que se conserva en la Oficina de Turismo, la torre del homenaje y la iglesia de la Encarnación. El siguiente pueblo de la ruta, Olvera, goza de un impresionante emplazamiento en medio de un paisaje de olivares geométricos, sobre una colina coronada por la torre del homenaje de su castillo y la iglesia de la Encarnación. Hay que seguir por la A-382 hasta Algodonales y por la CA-531 hasta Zahara de la Sierra, una villa cuya extraordinaria situación hizo que fuese un importante reducto defensivo durante la Edad Media, primero nazarí y después cristiano. Sobre su blanco caserío descuellan el castillo (siglo XII) y la iglesia barroca de Santa María de Mesa, del siglo XVIII. Desde Zahara se debe volver a la A-382 y proseguir en dirección a Villamartín. A 4 km de esta población se encuentra el dolmen de Alberite, que data del 4000 a. C. y posee una galería de 20 metros. El último pueblo de la ruta, Bornos, se extiende, a diferencia de los anteriores, sobre un llano. En la plaza del Ayuntamiento se alzan el castillo-palacio de los Ribera, en cuyo interior destacan un bello patio renacentista y un jardín del siglo XVI, y la iglesia de Santo Domingo, que es gótica, del siglo XV. Arcos de la Frontera se halla a solo 11 km por la carretera A-382.

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