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UNIDAD DIDÁCTICA XVI
La Filosofía de José Ortega y Gasset IES “Luis de Camoens” – Ceuta Prof. Manuel Calleja Salado
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1. Contexto histórico y filosófico de Ortega y Gasset 1.1. La Generación del 98 y el problema de España El desastre de la Armada española en 1998 supuso no sólo la pérdida de las últimas colonias transoceánicas, sino también un profundo sentimiento de humillación. La sociedad española se encontraba en términos generales anquilosada y la intelectualidad que estuvo silenciada durante el siglo XIX comenzó a pronunciarse contra las estructuras sociales, políticas y espirituales que habían llevado a España a esa situación de postración. Ese conjunto de pensadores, ensayistas, literatos y periodistas es conocido como la “Generación del 98”. Por la poca dedicación de nuestro país a los trabajos más puramente intelectuales se ha remarcado más la obra literaria de este momento que la obra ensayística y filosófica. De todos estos autores vamos a destacar a dos, por motivos diferentes: Joaquín costa por su insistencia en los temas sociales, jurídicos y económicos; y Miguel de Unamuno por su tratamiento de la cuestión religiosa. -
Joaquín Costa analizó profundamente la estructura de la España de su época, denunciando y poniendo nombre al verdadero sistema político que imperada en la realidad, más allá de la dicción literal de los textos constitucionales. España estaba regida por un régimen caciquil, que pervierte todos los mandatos de las leyes y todos los intentos regeneradores que hubo en puesto país. El poder se encontraba en manos de personajes locales que hacían y deshacían todo a su antojo, controlando a todas las instancia del poder, desde las ejecutivas a las judiciales. El cacique no tiene ninguna preferencia política ni ningún proyecto para el país, su única preocupación es la conservación de su situación privilegiada por los medios que sea, por lo que se “venden” al menor postor.
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La cuestión religiosa ha sido uno de los problemas sociales que más han tardado en resolverse, si alguna vez se ha resuelto, en la Historia de España. La Iglesia Católica ha influido y regido los destinos espirituales, intelectuales y, frecuentemente, los políticos, sin admitir ningún disenso sobre materia religiosa, adoptando el Catolicismo español la versión más rancia y atrasada de todo el Catolicismo. Miguel de Unamuno abrió la espiritualidad española a las tendencias religiosas del Protestantismo liberal, a los problemas que suscitaba el encuentro personal con Dios y a la presentación de la experiencia religiosa como tragedia vital. Su principal fuente de inspiración es la obra del filósofo danés Søren Kierkegaard.
1.2. La Filosofía en España en el siglo XIX y en los inicios del siglo XX. La Filosofía floreció en España durante el siglo XVI, época en la que se concitaron importantes pensadores. Todos ellos eran escolásticos que participaron en el movimiento de reforma del Tomismo. Cabe destacar a Francisco de Vitoria y a Francisco Suárez. Lo que fue un avance filosófico en un momento dado se convirtió en una loca, ya que el cierre cultural de España propiciado en la Contrarreforma, hizo que el único pensamiento filosófico que se considerase aceptable en nuestro país fuera la Escolástica en alguna de sus versiones. La recepción del pensamiento ilustrado se dio
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fuera de los círculos académicos y fue realizado por ciudadanos particulares, que entendían el pensamiento y la Filosofía como una labor filantrópica y de beneficio social. La ideas y venidas de liberales y absolutistas durante el siglo XIX favoreció la entrada en las cátedras universitarias de algunos pensadores de corte liberal y que, favorecidos por los ejecutivos más abiertos, intentaron hacer entrar en España el pensamiento europeo. Por circunstancias realmente anecdóticas, pero de consecuencias intelectuales importantes, España recibió una versión minoritaria, si no marginal, del Idealismo Alemán, la Filosofía de Krause (el Krausismo). Castelar, Giner de los Ríos o Sanz del Río fueron los introductores en España del pensamiento krausista, que no sólo se quedó en una renovación intelectual, sino también en un empeño pedagógico que se cristalizó en la fundación de la Institución Libre de Enseñanza. En todo caso el panorama filosófico dejaba bastante que desear, pues la Filosofía española se dividía en los krausistas (un exotismo dentro de la Filosofía española) y los escolásticos más recalcitrantes, ya fueran tomistas estrictos o suaristas. El neotomismo de la Encíclica Aeterni Patris, del Papa León XIII en el año 1879, tardó más de cincuenta años en penetrar en España, ya que los sectores más reaccionarios del Catolicismo consideraban peligrosos a los propios pensadores neotomistas católicos que seguían las pautas de los papas. Paralelamente el cultivo de las demás ciencias estaba casi completamente olvidado, con algunas honorables excepciones, ya que las plazas universitarias y los puestos de investigadores se daban en función de afinidades políticas y no según la competencia intelectual y científica de los aspirantes. 1.3. La Fenomenología Trascendental La Fenomenología Trascendental nació a finales del siglo XIX y principios del siglo XX gracias a la inspiración de Franz Brentano y los descubrimientos de Edmund Husserl. La Fenomenología es un desarrollo tanto de Descartes como de Kant. Descartes falla, en opinión de Husserl, en que no se cuenta que la conciencia pura no se da sin objetos de conciencia, es decir, si decimos que “yo pienso” tiene que haber “algo pensado”. La relación entre la conciencia, el “yo pienso”, y lo pensado es lo que los fenomenólogos llaman “intención”. Para poder alcanzar y a las cosas mismas es preciso depurar la “intención” a través de la duda, de la epoché. El proceso de someter a dudas la propia experiencia de la “intención” es la reducción trascendental. El resultado de la reducción trascendental es la una relación necesaria, prácticamente un a priori del conocimiento en terminología kantiana. Existen dos versiones de la fenomenología, la ortodoxa, mantenida por el propio Husserl, y otra que aplica la teoría general de la fenomenología a cuestiones completas, aunque forzando el estricto formalismo de esta doctrina filosófica. Entre los autores de esta segundo versión que han tenido más repercusión en España, singularmente en la obra de Ortega y Gasset nos encontramos con Merleau-Ponty, Scheler y Heidegger. 1.4. Ortega y la renovación de la Filosofía en España: la Escuela de Madrid José Ortega y Gasset tomó posesión de su cátedra de Metafísica en la Universidad de Madrid en el año 1910. Como ya hemos indicado anteriormente la
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situación de la Filosofía en la universidad española, que se encuentra Ortega, sólo merece el calificativo de lamentable. Junto a sus publicaciones, investigaciones y clases, Ortega pretende hacer una renovación de la enseñanza de la Filosofía en España, y para ello toma como banco de pruebas la propia Facultad de Filosofía y Letras donde enseñaba. Lo primero que hace es reunir en torno así a los elementos valiosos del claustro de profesores, incorporar a los alumnos más capaces, la reforma el Plan de Estudios y la creación de la Junta de Ampliación de Estudios, la cual concedía becas y ayudas a investigadores españoles de todas las ramas del conocimiento para desplazarse al extranjero para completar su formación. La Facultad de Madrid se transformó en pocos años en uno de los mejores centros de enseñanza de la filosofía y de investigación de Europa, sobre todo gracias a que Ortega supo rodearse de un grupo de una valía extraordinaria como eran Julián Besteiro (Lógica), Manuel García-Morente (Teoría del Conocimiento), José Gaos (Historia de la Filosofía) y Xavier Zubiri (Historia de la Filosofía y Metafísica). Este fabuloso conjunto no ya de profesores de Filosofía, sino de filósofos, creó la primera escuela filosófica propiamente española al mismo nivel que las europeas: la Escuela de Madrid. La Filosofía española contemporánea es deudora, en sus mayores logros, de la herencia, interrumpida por la guerra Civil y el Exilio, de la Escuela de Madrid. 1.5. Vida y obra de José Ortega y Gasset José Ortega y Gasset nace en Málaga en el año 1883. Estudia en el Colegio de los Jesuitas en Málaga y posteriormente Derecho en la Universidad de Deusto y Filosofía en la Universidad de Madrid. Gracias a ser vástago de una de las familias de la alta burguesía madrileña puede permitirse tres viajes de estudios a Alemania y conocer allí el Idealismo Alemán más allá de la diluida versión que había llegado a España. Pero sobre todo conoció en Alemania a Edmund Husserl y la Fenomenología Trascendental. Vuelve a España. En 1908 consigue una plaza de profesor en la Escuela Superior de Magisterio y en 1910 obtiene la cátedra de Metafísica en la Universidad de Madrid, contando solamente con veintisiete años. Desde ese momento despliega una intensa labor de reforma universitaria, de introducción en España de la Filosofía y de la Ciencia contemporánea a través de la “Revista de Occidente” y opina sobre los temas sociales y políticos en el periódico “El Sol”. Profundamente contrario a la Monarquía alfonsina decide, junto a otros personajes relevantes de la sociedad de aquel momento, fundar la “Agrupación al servicio de la República”. Tras el advenimiento del régimen republicano decide participar activamente en la política, llegando ser elegido diputado en las Cortes republicanas. Su entusiasmo por la República duró poco tiempo y acabó apoyando tácitamente el golpe de Estado de los militares en julio de 1936. Pronto abandonó el apoyo a Franco dado el devenir totalitario, tradicionalista y católico que el régimen adoptó ya durante la misma guerra Civil. A pesar de todo se instala largas temporadas en Madrid, aunque el régimen le fue sometiendo al ostracismo. Murió en 1955.
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2. La Filosofía de José Ortega y Gasset 2.1. Antropología y Ontología La Filosofía de José Ortega y Gasset fue haciéndose, como todas las obras de los autores filosóficos, a lo largo del tiempo. Los comienzos fueron fieles a la Fenomenología de Husserl, evolucionando progresivamente hacia la construcción de un pensamiento propio y original. El tránsito desde el objetivismo y de la búsqueda de la ciencia estricta husserliana hasta la formulación del pensamiento propio tuvo como elemento clave el descubrimiento de la importancia ontológica de la circunstancia. La metafísica anterior, especialmente la metafísica aristotélica, insistía en la diferencia entre lo circunstancial y lo accidental y lo esencial, permanente y verdadero. El descubrimiento de Ortega y Gasset es que lo circunstancial, lo que podemos llamar accidental, es una parte fundamental de la esencia de las cosas, especialmente del ser humano. No podemos acceder a las cosas en sí mismas porque nosotros sólo podemos conocer desde una perspectiva determinada, de tal manera que la verdad que conozcamos depende de la perspectiva que adopte. Sólo la conjunción de perspectivas hace accesible la verdad en su sentido pleno, aunque ningún individuo puede adoptar la conjunción de todas las perspectivas, ya que está determinado en su propia perspectiva. La imposibilidad de acceso a la conjunción de perspectivas no implica que la perspectiva que se adopte no sea verdadera; desde una perspectiva se puede alcanzar la verdad que le es propia. Dice Ortega que “yo soy yo y mi circunstancia” y que mi circunstancia es tan parte de mi yo como mi propio yo. La Filosofía de carácter racionalista, al formular su antropología, había desnudado al ser humano de cualquier concreción, hablaba de un ser humano abstracto que sólo existe en la mente de los pensadores. Pero el ser humano del que trata la Antropología Filosófica debe ser el ser humano concreto, el ser humano en su contexto social e histórico. Ninguno de nosotros puede ser comprendido correctamente si nos olvidamos que lo que somos aquí y ahora. El aquí y ahora provoca que la realidad sea vista desde la perspectiva en la que nos encontramos. La razón humana, además de vital (tal y como veremos más adelante) tiene que ser histórica, por que el ser humano no tiene naturaleza, sólo tiene historia, ya que la propia evolución humana ha desnaturalizado al ser humano. En nuestro encuentro con la realidad los hombres no salimos desarmados, los seres humanos tenemos nuestras convicciones, es decir, una serie de convicciones previas que tenemos sobre las cosas. Ya en la realidad los seres humanos nos vamos formando ideas, que sólo existen cuando son pensadas, y que consisten en una interpretación determinada de la realidad que conocemos y pensamos. Sólo cuando somos capaces de reconocer los vacíos y los problemas que plantean nuestro sistema de creencias nos hace pensar, siempre que le demos lugar a la duda. Pero con Ortega no nos encontramos con un simple perspectivismo. En El tema de nuestro tiempo nuestro autor radicaliza su posición, inspirándose en el pensamiento de Nietzsche. Lo absolutamente incuestionable y primario no es la razón y el sentimiento, ni siquiera la realidad, lo absolutamente incuestionable y primario es la
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vida. La vida es el acontecimiento fundamental de la existencia humana, pero no debemos caer en el irracionalismo, ya que la razón forma parte de la vida, pero una razón que debe ser vital. La propuesta del raciovitalismo intenta superar la “crisis de la razón” y de sus ideales, que entró en evidente quiebra con los sufrimientos de la Primera y de la Segunda Guerra Mundial. La vida humana, esa dimensión radical, no es una realidad cerrada. Todo lo contrario, la vida es una realidad abierta. Cuando nacemos nuestra vida está por hacer y dependerá de los seres humanos individuales y de los seres humanos en un sentido colectivo. Somos un proyecto para nosotros mismos, porque no estamos codificados genética ni instintivamente. 2.2. Aspectos sociales del pensamiento orteguiano 2.2.1. La masa Ortega considera que la masa tiene una serie de características propias y específicas; la masa es sensible y no racional, la masa lo ocupa todo y todo se hace a la medida de las masas (gigantismo), y finalmente la masa sólo se preocupa de sí, no de los individuos, que pierden su singularidad y se convierten en hombres-masa, los cuales adoptan la psicología de la masa. La masa tiene una fuerza inmensa, porque dado su tamaño lo puede todo, no hay ningún poder que se le pueda resistir. Para Ortega la masa se convierte en el motor del cambio en la historia del mundo contemporáneo. Las sociedades contemporáneas se han redimensionado para acoger a la masa, para que ella sea la protagonista, llegándose a variar los fundamentos de la democracia liberal. 2.2.2. La vertebración de España y Europa El diagnóstico del problema de España lo sitúa Ortega en la invertebración de nuestro país. España tiene que aunarse en torno a un proyecto que debe insertarse en el marco de las naciones europeas. España, en opinión de Ortega, carece de un ideario común que la vertebre. 2.2.3. La generación La generación es una “medida” histórica. Las generaciones se agregan sucesivamente e intenta hacer un proyecto común para la sociedad en la que históricamente viven. Una generación consiste en un marco compartido de creencias, ideas y costumbres que tiene cada individuo y que coinciden con las de otros. Un cambio de generación implica un cambio en una sociedad y en el sistema de valores, creencias, ideas y costumbres de esa sociedad.