UTOPIA Y REALIDAD EN EL CONTEXTO DE UN PENSAMIENTO: HOSTOS Y EL KRAUSISMO ESPAÑOL

UTOPIA Y REALIDAD EN EL CONTEXTO DE UN PENSAMIENTO: HOSTOS Y EL KRAUSISMO ESPAÑOL José Luis Gómez-Martínez T H E UNIVERSITY OF GEORGIA Las doctrinas,
Author:  Andrea Rico Arroyo

0 downloads 29 Views 391KB Size

Recommend Stories


Didáctica de la Literatura: El contexto en el texto y el texto en el contexto
Didáctica de la Literatura: El contexto en el texto y el texto en el contexto Marta Sanz Pastor Universidad Antonio de Nebrija 1. Objetivos y conten

Ciudadanía, identidad y hegemonía política en el contexto de la democracia radical. Un estudio sintético del pensamiento de Ernesto Laclau
Astrolabio. Revista internacional de filosofía Año 2008. Núm. 6. ISSN 1699-7549. 13-29 pp. Ciudadanía, identidad y hegemonía política en el contexto

SALUD Y ENFERMEDAD EN UN CONTEXTO INTERCULTURAL
UNIVERSIDAD DE CHILE FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES DEPARTAMENTO DE ANTROPOLOGÍA SALUD Y ENFERMEDAD EN UN CONTEXTO INTERCULTURAL “UN ACERCAMIENTO A P

LA VIOLENCIA EN EL ESPECTÁCULO DEL FÚTBOL, UNA REALIDAD EN EL NUEVO CONTEXTO COLOMBIANO
LA VIOLENCIA EN EL ESPECTÁCULO DEL FÚTBOL, UNA REALIDAD EN EL NUEVO CONTEXTO COLOMBIANO JESÚS EDUARDO VÉLEZ MEJÍA. Licenciado Educación Física. U de A

Story Transcript

UTOPIA Y REALIDAD EN EL CONTEXTO DE UN PENSAMIENTO: HOSTOS Y EL KRAUSISMO ESPAÑOL José Luis Gómez-Martínez T H E UNIVERSITY OF GEORGIA Las doctrinas, lo mismo que los individuos y los pueblos, viven agónicamente, en incesante conflicto, no sólo entre ser y no ser, sino entre ser y querer ser siempre. Juan López Morillas.

López Morillas complementa el título de su libro clásico, El krausismo español (1956), con un subtítulo que encierra la clave metodológica que anima su obra: «Perfil de una aventura intelectual». Las doctrinas, nos dice López Morillas, «viven agónicamente, en incesante conflicto» (67), por lo que «lamentarse de que un organismo doctrinal se ha desviado, al evolucionar, de su dirección primera es una ingenuidad que sería perdonable si no acusara, por una parte una ignorancia supina de la vida y la historia. Lo único que no se aparta de su intención primera es la utopía, y ello no es extraño, porque la utopía es cabalmente lo que no puede anclarse a la realidad» (68). López Morillas aplicó con éxito estos presupuestos teóricos al estudio del krausismo español. En estos mismos presupuestos encuentro yo la clave metodológica para una aproximación crítica a la obra del krausista puertorriqueño Eugenio María de Hostos. Podemos decir, parafraseando a López Morillas, que «estudiar la evolución de Hostos es hacer la historia de su agonía» (67). La vida y obra de Hostos están tan íntimamente unidas que quedará truncado todo intento de aproximarse a la una sin la otra. Hostos sentía que su destino era el destino de las Antillas, y que si no las salvaba de su estado colonial, no se salvaba él. Su vida se convirtió en un proyecto de acción, semejante al proyecto krausista que animó la revolución de 1868. Hostos, como sus contemporáneos españoles, no llegó a encontrar la armonía imprescindible entre el componente utópico, necesario como guía, y la acción que requerían las circunstancias de su momento. Europeo por su educación, Hostos hizo de la circunstancia antillana su circunstancia, sin reconocer la distancia entre su ideal para la humanidad, que deseaba ver practicado en las Antillas, y la realidad de la mentalidad colonial antillana y de los intereses políticos españoles. Su obra se convierte así en una cruzada personal que fracasó en lo político y en sus deseos de transformación social inmediata, pero que, al igual que en España, dejó un legado de fuerte repercusión en el campo de la educación. 213

214

J. L. GÓMEZ-MARTÍNEZ

Hostos nace en Puerto Rico (1839), pero en 1852 viaja a España para seguir primero los estudios de bachillerato en Bilbao, y luego, a partir de 1960, estudios de derecho en la Universidad Central de Madrid. Aquí se identificó con los krausistas y tuvo una actuación notable en el Ateneo. Los efectos de la conquista de América y de su gobierno colonial le llegan en un comienzo a través de los libros; no es una experiencia vivida, ni se trata de una toma de conciencia de liberación personal, sino de una identificación con el otro, con el antillano, con su lugar de nacimiento, y de ahí la posición paternalista, que a veces se rastrea en sus obras, de sentirse poseedor de la verdad y predestinado a salvar el destino de las Antillas. En 1873, Hostos nos describe así el proceso: «Raynal, Robertson, de Pradt, Prescoll, Irving, Chevalier, me presentaron a América en el momento de la conquista, y maldije al conquistador. Un viaje a mi patria [1859] me la presentó dominada, y maldije al dominador. Otro viaje posterior [1862], me la presentó tiranizada, y sentí el deseo imperativo de combatir al tirano de mi patria» (Peregrinación, 71). Hostos siente tanto más el peso de la realidad y mentalidad colonial cuanto él no lo había vivido en sus años de formación. Es precisamente durante este segundo viaje de 1862, cuando Hostos empieza a identificar su vida con un proyecto de liberación: «El patriotismo, que hasta entonces [1862] había sido sentimiento, se irguió como resuelta voluntad. Pero si mi patria política era la Isla infortunada en que nací, mi patria geográfica estaba en todas las Antillas, sus hermanas ante la geología y la desgracia, y estaba también en la libertad, su redentora» (Peregrinación, 71). La libertad, precisamente por ser objetivo de su visión utópica, no podía limitarse a Puerto Rico, había de incluir también a Cuba, en lo que él denominaba la federación de las Antillas. Forja entonces Hostos la necesidad de un proyecto, que poco a poco toma la forma de una novela bajo la estructura de un diario, pero que es a la vez una confesión íntima con ropaje romántico y un inconsciente compromiso personal que palidece ante la realidad que viviría después su autor; forja, en fin, una pauta implícita, que se convertiría luego en el horizonte vital del hombre Hostos: «¿Cómo decir a la altiva metrópoli, que toda su historia en América era inicua? ¿Cómo hacer entender a las Antillas que, si era bueno todavía esperar, era ya inútil esperar? ¿Cómo conseguir que un libro de propaganda antiespañola se leyera en España y se dejara leer por España en las Antillas?» (Peregrinación, 78). Este es el origen de la obra de combate y manifiesto personal del joven Hostos, este es el origen de su libro La peregrinación de Bayoán. Diario recogido por Eugenio María Hostos (1863). Bayoán en la novela, y Hostos una vez publicada la novela, se concibe a sí mismo en un proyecto utópico. Hostos no buscaba liberar a las Antillas desde las Antillas, es decir, a partir de su realidad interna, sino a partir de sus ideales para la humanidad, que él proyectaba desde su credo krausista, y que requería liberar a las Antillas de los «antillanos» y de España. De los unos, dice Hostos, porque «no son mis compatriotas los que ven lo que ven, y en vez de cumplir con su deber, se callan [...]. No son mis compatriotas los que han ido a otros pueblos a buscar nuevas ideas, y las ahogan; los que han ido a buscar conocimientos, y no los difunden; los

UTOPÍA Y REALIDAD EN EL CONTEXTO. ..

215

que ven la necesidad de la instrucción, y no la piden» {Peregrinación 214). Con los otros, apela igualmente a principios superiores de conciencia: «¿Hay alguien que haya dicho a la metrópoli: Aquí hay hombres, iguales a tus hombres, superiores a ellos, por su interés en la prosperidad de su país, que pueden ser, que deben ser, lo que son los que tú envías, que quieren influir en los destinos de su patria?» (Peregrinación 214). En estas palabras está resumida la trayectoria posterior de Hostos: En 1863 propone como objetivo de la liberación una federación con España en condiciones de igualdad; siente por esos años, como los liberales españoles, que España necesita también ser liberada y confía en ellos y participa en los sucesos españoles como parte de un mismo proceso. En 1869 se siente desilusionado y para 1873, perdida la esperanza en que la solución viniera de España, lucha por la independencia de las Antillas, a la vez que teme la anexión de las mismas por Estados Unidos. A partir de 1870 comienza su experiencia americana y, con ella, una comprensión más directa del legado colonial. Las Antillas, nos dice entonces, «no serán libres aunque sean independientes» (Diario, I, 197). A partir de 1870 lleva su magisterio a Perú, Chile, Argentina, Venezuela y especialmente a la República Dominicana, donde funda las primeras Escuelas Normales de Iberoamérica, que luego desarrollará también en Chile y Puerto Rico principalmente. En 1898, desilusionado y marginado, se recoge a su labor educativa: «Porque lo único que veo claro en el presente y futuro de Puerto Rico es la necesidad de una educación metódica omnímoda y para todos, suspiro por volver al trabajo de que depende el porvenir de mi pobre tierra nativa» (España y América, 489). Para entonces, como luego veremos, los puertorriqueños habían rechazado su llamado a la independencia y se sentían satisfechos con una situación ambigua de asociación con Estados Unidos. Pero regresemos de nuevo al presupuesto fundamental que hemos adoptado de López Morillas: «estudiar la evolución de una doctrina [Hostos en nuestro caso] es hacer la historia de su agonía (67). En 1863, Hostos empieza a formular la razón de su existencia en función de un proyecto: «Por qué me he visto yo obligado a separarme del rincón en que Dios quiso arrojarme, y en donde quiero yo vivir eternamente [...]. No me sé contestar: yo sé que hay algo debajo de ese velo que encubre interiormente mis deseos, mis ideas, mis sentimientos: yo sé que anhelo la dicha de mi patria: yo sé que necesita de sus hijos...» (Peregrinación, 110). Su compromiso personal queda ya formulado en esta fecha tan temprana, se siente unido a su circunstancia y, con un pensamiento muy moderno, se siente ser únicamente en cuanto lo es en sus circunstancias: «Nada puedo: lo que hay en mí, a pesar de mi orgullo lo confieso, es de ellos [los otros]: las ideas, los pensamientos, la verdad, son una atmósfera, producida por la vida intelectual, como lo es por la vida animal el aire que respiro: envuelto en ella, tengo a mi pesar que respirarla y dar a mi pesar, a mi razón, a mi fantasía, a mi interior, las sombras y la luz, la confusa claridad y las tinieblas que exhala la vida intelectual de los demás [...]. Confieso mi impotencia; nada puedo: lo que hay en mí, me viene de los otros» (Peregrinación, 189-90). Puerto Rico, las Antillas, es, pues, el punto focal que da cuerpo y mediante el cual concreta su lucha, pero sus objetivos arrancan de un ideal más

216

J. L. GÓMEZ-MARTÍNEZ

abstracto, de un ideal utópico, de la lucha por el avance del ideal para la humanidad. El hombre, añade Hostos, «engrandecido su amor a sus hermanos, los ama por sí mismos, no por sí; busca lo que ve que falta; y aunque ellos no quieren, a pesar de ellos lo busca; y lucha si lo atacan y comprimen, y vencido, es decir, y desgraciado, quiere para la humanidad lo que para sí ha perdido: la lucha le da fuerzas» (Peregrinación, 190). Sólo al final de su vida (1899), cuando la realidad se impone al concepto utópico de sus objetivos, reconoce que «propugnar solo por el derecho de todos contra la voluntad de todos, es tarea ineficaz» (Cartas, 245). En 1870, sentía todavía que su misión era precisamente esa, la de instigador, la de creador de conciencias: «Me creen demasiado ideólogo para aceptarme en la obra de los prácticos, demasiado sincero para que no crean que sería obstáculo de ambiciosos, demasiado sensible para que no teman que me convierta en conciencia exterior de flemáticos» (Diario, I, 204). La angustia de sentirse solo del protagonista de su Peregrinación se ha convertido para 1873 en una angustia personal: «Lo que me pesa sobre todo es mi soledad. Completamente solo para sufrir, para rumiar mi dolor» (Diario, II, 53). Habían pasado diez años y un mundo de experiencias (Madrid, París, Nueva York, Santo Domingo, Perú, Chile); sus quejas son ahora desgarradoras: «¡En todas partes y siempre la misma cosa! Estoy condenado a no encontrar justicia» (Diario, II, 59). Sus ideas, dominadas por un inmutable concepto utópico de lo que la humanidad debiera ser, se estrellan contra la realidad que combate; no ve por estos años (1873), la necesaria adaptación transformadora de la ideología a las circunstancias y se siente víctima: «He sido siempre el más desgraciado de los hombres forzados a tener enemigos, porque siempre he combatido lealmente con ideas y como la gente es tan ignorante, jamás disciernen la verdad» (Diario, II, 69). Hostos, pues, durante su segundo viaje a Puerto Rico (1862), deseoso de gloria personal, concibe el proyecto de luchar por la libertad de la isla, que por estos años asocia con una federación que garantizara la igualdad con España. En su ímpetu juvenil cree encontrar en el triunfo literario un camino rápido para medrar en el ámbito político, «el libro era necesario como preliminar de ese trabajo», representaba sólo un medio: «Las letras son el oficio de los ociosos o de los que han terminado ya el trabajo de su vida, y yo tenía mucho que trabajar» (Peregrinación, 78). El libro se creo como arma de combate: «Imaginé un plan en el cual estuvieran de tal modo ligadas entre sí las ideas que deseaba exponer, que el fin literario de la obra contribuyera a su objetivo político y social» (Peregrinación, 78). Y en él volcó su ideal krausista: «El problema de la patria y de su libertad, el problema de la gloria y del amor, el ideal del matrimonio y de la familia, el ideal del progreso humano y del perfeccionamiento individual, la noción de la verdad y la justicia, la noción de la virtud personal y del bien universal»; pero estas ideas, nos dirá en 1873, con el sabor amargo de la decepción, «no eran para mí meros estímulos intelectuales o afectivos; eran el resultado de toda la actividad de mi razón, de mi corazón y de mi voluntad; eran mi vida. Y como mi vida no tenía conexiones externas con la realidad, sólo perceptible para mí en los movimientos de la historia o de la

UTOPÍA Y REALIDAD EN EL CONTEXTO...

217

sociedad que justificaban mi ideal o armonizaban con él, cada encuentro con las realidades brutales era un desencanto, una desilusión, un desengaño» (Peregrinación, 69). La peregrinación de Bayoán, escrita cuando apenas contaba con 23 años de edad, es la profecía de su obra y su vida. Hostos mismo nos dice en el prólogo de 1873, que escribe su obra como un «compromiso de ajustar mi existencia a mis ideas. Cada una de las que vertiera en mi libro había de ser una promesa que yo tenía la obligación de cumplir» {Peregrinación, 75). Era también, creía Hostos, un modo de adquirir prestigio, de que su voz se oyera. Yo veía, nos dice en 1873, «que la conquista de un nombre literario es la conquista de un poder. El poder me hacía falta para servir inmediatamente a mi país, olvidado, vejado, escarnecido» {Peregrinación, 11). Bayoán,1 el protagonista de la obra, surge como conciencia reflexiva española: «Quería que Bayoán, personificación de la duda activa, se presentara como juez de la España colonial en las Antillas, y la condenara; que se presentara como intérprete del deseo de las Antillas en España, y lo expresara con la claridad más transparente: ias Antillas estarán con España, si hay derechos para ellas; contra España, si continúa la época de dominación'» (Peregrinación, 80). El libro, en fin, quería representar «la historia del espíritu del hombre» (Peregrinación, 301), aun cuando, como confesión íntima de un sentir, sólo llegara a representar en forma embrionaria, y profética, la historia espiritual de un hombre: «Bajo este aspecto, como bajo otros muchos, estoy en plena situación de Bayoán,» reconoce ya en 1870 (Diario, I, 363). Hostos, en efecto, parece proyectarse como imagen especular de su protagonista, que se impone como proyecto de vida: «Allí sacrifiqué mi reputación a mi conciencia, y por ser lo que quería dejé de ser lo que podía» (Diario, I, 206). Y los objetivos de Bayoán se convierten en los objetivos que trazan la trayectoria de Hostos; de tal modo es así, que los deseos de aquél, formulados en 1863, podían en 1903 haber servido de epitafio que resumía toda una vida: «Quiero que digan: 'en esa isla nació un hombre, que amó la verdad, que anhelaba la justicia, que buscaba la ventura de los hombres'» (Peregrinación, 112). Iniciamos este estudio con dos citas de López Morillas que nos sirvieron de presupuestos fundamentales en nuestra aproximación a la obra de Eugenio María de Hostos. La primera («las doctrinas, lo mismo que los individuos y los pueblos, viven agónicamente, en incesante conflicto, no sólo entre ser y no ser, sino entre ser y querer ser siempre»), explica el sacrificio de una vida a un ideal; la segunda («lo único que no se aparta de su intención primera es la utopía, y ello no es extraño, porque la utopía es cabalmente lo que no puede anclarse en la realidad»), establece las razones por las que Hostos fracasó en su intento: la historia política de Puerto La peregrinación de Bayoán es una obra de tesis, una obra de ideas, y como tal, posee una fuerte carga simbólica. Bayoán hace referencia, nos dice Hostos, al «nombre del primer indígena de Borinquen [Puerto Rico] que dudó de la inmortalidad de los españoles» (pág. 99). Guarionex es el nombre del cacique más poderoso de Haití a la llegada de Colón. «Estos tres nombres: Guarionex, Bayoán, Marién, representan en este libro la unión de las tres grandes Antillas, Santo Domingo, Puerto Rico y Cuba» (pág. 99).

218

J. L. GÓMEZ-MARTÍNEZ

Rico se puede escribir, y de hecho se escribe, sin necesidad de citar el nombre de Hostos. Por otra parte, Hostos que creía que «las letras son oficio de los ociosos» y que rechazaba la abstracción del filósofo, pasa a la posteridad como uno de los pensadores iberoamericanos más lúcidos del siglo XIX, y uno de sus ensayistas representativos. OBRAS CITADAS:

Hostos, Eugenio María de, La peregrinación de Bayoán. Diario recogido por Eugenio María de Hostos. Obras completas, vol. I, Puerto Rico: Ediciones del Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1988. —, Carias. Obras completas, vol. IV, La Habana: Cultural, 1939. —, Diario I. Obras completas, vol. I, La Habana: Cultural, 1939. —, Diario 11. Obras completas, vol. II, La Habana: Cultural, 1939. —, España y América. Obras completas, París: Ediciones Literarias, 1954. López Morillas, Juan, El krausismo español. Perfil de una aventura intelectual, México: Fondo de Cultura Económica, 1956.

Get in touch

Social

© Copyright 2013 - 2024 MYDOKUMENT.COM - All rights reserved.