Versos para el atardecer

Versos para el atardecer Versos para el atardecer Emilio Victoria Versos para el atardecer © Emilio Victoria ISBN: 978-84-8454-912-3 Depósito leg

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Versos para el atardecer

Versos para el atardecer

Emilio Victoria

Versos para el atardecer © Emilio Victoria ISBN: 978-84-8454-912-3 Depósito legal: A-962-2009 Edita: Editorial Club Universitario. Telf.: 96 567 61 33 C/. Cottolengo, 25 – San Vicente (Alicante) www.ecu.fm Printed in Spain Imprime: Imprenta Gamma. Telf.: 965 67 19 87 C/. Cottolengo, 25 – San Vicente (Alicante) www.gamma.fm [email protected] Reservados todos los derechos. Ni la totalidad ni parte de este libro puede reproducirse o transmitirse por ningún procedimiento electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación magnética o cualquier almacenamiento de información o sistema de reproducción, sin permiso previo y por escrito de los titulares del Copyright.

Agradecimientos a mis amigos: M.A. Pérez Oca, por su cariñosa semblanza, quien ha grabado con exceso mi personalidad. A.G. “Antogonza”, por sus acertadas y geniales ilustraciones. E.M.

A mi querida amiga Carmen Ramos Pastor, que siempre creyó en mí. E.M.

CARTA ABIERTA A LOS MIEMBROS DEL GRUPO “NUMEN”: Me agobian, me conmueven y me abruman vuestras palabras amables. Vuestro gesto. ¿A quién no agradaría todo esto que en vuestras simpatías hoy se suman? No lo merezco, no. ¡Os lo juro!, pues no he querido nunca destacar y sólo como uno más pasar en este hermoso Grupo. Os lo aseguro. No quiero ser. ¡Pongo a Dios por testigo! Jefe, ni guía. Profesor, ni nada. Tan sólo, al terminar cada jornada quiero ser, entre todos, un amigo.

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AL LECTOR Hace dos años tuve el honor y el placer de prologar un libro de cuentos de Emilio Victoria. En aquel prólogo hablaba yo de su carácter tímido y humilde, que parecía destinado a hacerle pasar inadvertido, y de cómo este hombre modesto y prudente, con un inmenso corazón, se agigantaba en su obra y nos mostraba su genio y su sorprendente personalidad en los relatos que en su libro nos ofrecía. No es ocasión de volver a insistir en el tema, puesto que ya todos lo hemos ido conociendo y, sobre todo, apreciando. Me remito a lo que dije de él entonces y que corroboro y reafirmo después de continuar tratándolo y de conocer su faceta de poeta, de inmenso poeta que guarda su tesoro de sensibilidad sin darle importancia, sin pretender recibir el halago que de veras merece. Su carácter se manifiesta a través de sus versos, a través de su concepción de la poesía, y para muestra, un botón: “Cuando pienso en el mundo en el que vivo me pregunto por qué escribo poesía. Discrepo de la pura hipocresía del que quiere, con ella, ser un divo… Mis versos quieren ser el expresivo intento de librar el alma mía de una emoción exenta de ironía. Escribo para mí. Ese es el motivo. Yo no busco el aplauso ni la fama, ni siquiera el elogio pasajero, que es solo para el Ego una oriflama que vierte en ti el amigo lisonjero. Yo solo aspiro a que algún alma hermana vibre conmigo en nuestro propio albero”. 9

Emilio Victoria

Ahora Emilio se ve aquejado por una serie de contratiempos que han disminuido sus capacidades físicas. Pero estoy seguro de que su alma, su sensibilidad de creador, no han sufrido menoscabo alguno. Su corazón es demasiado grande para que se vea vencido por la anécdota. Yo sé que Emilio volverá a ser el de siempre, con su modestia, con su sencillez exterior, con su callada presencia, que envuelve un grito titánico de enorme fuerza, de sensacional capacidad sensitiva. Y que sepas, Emilio, que en estos momentos, mientras escribo este prólogo, no soy “el amigo lisonjero” que quiere quedar bien contigo. Tú tienes la rara habilidad de despertar cariño en quien te trata, y lo despiertas sin pedirlo, sin demandarlo, sin mendigarlo. Tú eres tú, sencillamente, y quien no te conoce no puede saber mucho de ti, porque no se lo pones fácil. No eres un personaje brillante y carismático ni falta que te hace. Escribes para ti, sin atreverte a importunar a los demás con tus pensamientos. Pero a poco que uno escarbe bajo la cáscara del poeta, descubre a una persona especialmente dotada para sentir en lo más profundo, en los abismos del alma. Cuando tú nos dices que…: “Soy como un viejo olivo carcomido, con vocación de junco marinero, un olivo de tronco retorcido que pervive en la orilla del sendero de la vida, muriendo poco a poco, un águila en su ya vuelo postrero, un pobre visionario que aún invoco a un reino de hadas, gnomos e imposibles, iluso soñador, un poco loco… Y que, armado de fuerzas invisibles, como ilusión, amor, fe y esperanza sus quimeras intenta hacer creíbles”. Cuando nos dices eso, no te haces justicia. Ese mundo de hadas, gnomos e imposibles que tú invocas existe realmente y es posible, porque lo llevas dentro, donde moran las fuerzas invisibles, y nos regalas con tu prudente generosidad. Y ese mundo, Emilio, es eterno e 10

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indestructible, haga lo que haga el viejo olivo carcomido o el águila que nunca va a dejar de volar. Me han sorprendido los Paisajes, me han enternecido las Doloras, me han llenado de vida los poemas de Amor y Desamor, me han hecho pensar sus Pensamientos y me han hecho soñar sus Romances. Las poesías de Emilio Victoria me han llenado de paz, de serenidad y de asombro. Creo firmemente que lo único que de verdad nos diferencia de las bestias es nuestra capacidad para captar la poesía de las cosas más grandes y más pequeñas. Y en eso Emilio es un maestro. Deseo de todo corazón que Emilio recupere la salud y la tranquilidad; que siga creando para nosotros, que no nos oculte más su genio y que nos obsequie con nuevas creaciones, con esos cuentos exquisitos, con esos poemas profundos que solo él sabe componer, siguiendo el dictado de su genio, con sus hadas y sus gnomos particulares. Deseo que este libro alcance una gran difusión, por el bien de sus lectores. Porque Emilio, en su aparente modestia externa y su indiscutible grandeza interna, puede hacer mucho bien a la gente que a él se acerca. Leedlo, no os lo perdáis, o no os lo perdonaré nunca. Alicante, 7 de abril de 2009 Miguel Ángel Pérez Oca

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AMOR Y DESAMOR

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DEDICATORIA (A mi esposa) A la que fue mi musa solitaria cuando apenas mi dicha presentía, a quien con su cariño y su alegría en mi existencia puso luminaria; a la fiel compañera solidaria de mi vivir, ya lleno de armonía, que supo convertir en poesía las horas de la vida rutinaria. A la esposa vibrante y sosegada, —dulce sedante y brillo de pasión— a la madre sencilla y abnegada de nuestros hijos, mi dulce ilusión, mi sol, mi fe, mi eterna enamorada… A ti, mis versos y mi corazón…

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Emilio Victoria

A UNA MANO BLANCA Tu mano entre las mías, acunada, cálida, sensual, blanda paloma, impregnando con su sutil aroma el tacto de su piel, tan delicada, tu mano entre las mías, desmayada, sumiéndome en la ingrávida ternura de su inocente entrega, dulce y pura, hecha sensualidad tan relajada. Como un ligero pájaro en el nido de mis manos ardientes, con temblor de pensamiento cálido, escondido, como un rozar de pétalos de flor. Tu mano entre las mías, con el sueño de no poder, por serlo, ser tu dueño.

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