VIOLENCIA DE GÉNERO GENDER VIOLENCE

SILOGISMO Número 08 Publicación semestral, Julio – Diciembre 2011 Revista de la Corporación Internacional para el Desarrollo Educativo Bogotá - Colom

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SILOGISMO Número 08 Publicación semestral, Julio – Diciembre 2011

Revista de la Corporación Internacional para el Desarrollo Educativo Bogotá - Colombia

VIOLENCIA DE GÉNERO GENDER VIOLENCE María Inés Machado López Psicóloga Clínica, Especialista en Informática para docentes Directora del Departamento de Investigación de la Corporación Internacional para el Desarrollo Educativo Contacto: [email protected]

Martha Jeannette Parra Murillo Psicóloga, Especialista en Educación Sexual, Magister en Neurociencias y Salud Mental Docente Facultad de Educación de la Corporación Internacional para el Desarrollo Educativo Contacto: [email protected]

Resumen La violencia de género es un hecho generalizado en las sociedades contemporáneas, sin embargo históricamente la violación de los derechos de la mujer ha estado presente en todas las culturas. Éste fenómeno se hace presente a nivel macro y micro- social, encontrando que se identifica cierta tipología como: violencia física, violencia psicológica, violencia sexual, violencia social, violencia económica y violencia patrimonial. La intimidación hacia las mujeres suele presentarse en cualquier ámbito –público o privado-, la escuela, el trabajo, el hogar, en éste marco la presente investigación contribuirá al establecimiento de propuestas relacionadas con la equidad de género en el ámbito educativo. El estudio parte de la inferencia de que la violencia contra la mujer se ha generalizado y las estudiantes universitarias no se encuentran exentas de padecerla, es así como mediante un estudio exploratorio y discusión en grupos, se permitirá identificar los espacios en donde se presenta la violencia de género con mayor frecuencia y las principales variables asociadas al fenómeno. Posteriormente se aplicará el instrumento de compilación de datos, correspondiente a una encuesta probabilística por conglomerados, con el fin de determinar incidencia y co-relación de variables.

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Palabras clave: Género, Sexo, Sociedad, Cultura, Violencia, Representación Social, erotismo. Abstract Gender violence is a widespread fact in contemporary societies, however historically the violation of women's rights has been present in all cultures. This phenomenon is present at the macro and micro-social contexts, finding a certain type which, is identified as physical violence, psychological violence, sexual violence, social violence, economic violence and property violence. Intimidation against women often occurs in any environments, public or private; at school, work or home. In this benchmark, this research will contribute to the establishment of proposals related to gender equity in the education environment. The study begins from the conception that, the violence against women is widespread and university students are not exempt of suffering, thus through an exploratory study and discussion by groups, It will identify the areas in which gender violence occurs more often and the main variables associated with the phenomenon. Subsequently it will apply the data collection instrument, corresponding to a cluster probability survey in order to determine incidence and variable correlations. Key Words: Gender, Sex, Society, Culture, Violence, Social Representation, eroticism

DEFINIENDO LOS ACTORES DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO. Hace aproximadamente dos años nuestro interés se centro en la conformación de un grupo de investigación que trabajase sobre mujeres, su conceptualización dentro de la sociedad moderna y la equidad que se pretende asuman en el contexto social, la violencia de género fue un tema que estuvo siempre presente, entendiendo este, como la agresión que se infringía sobre las mujeres, quienes en su gran mayoría, asumían en su imaginario

social el papel de sumisión o desamparo. Relegándose a un orden

simbólico de la cultura que privilegia el falo, y corriendo así el riesgo de estar invisibilizando nuevamente su propio género, reduciéndose al papel de victimas, desconociendo el papel histórico que juegan y que permite su liberación de la subordinación social y doméstica.

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La francesa Simone de Beauvoir (1908-1986) fue quien dio las bases para la configuración de la categoría “género” al afirmar, en 1949, que “una mujer no nace sino que se hace”. Esbozar el camino seguido por este tema desborda las pretensiones de este artículo, no obstante, es indispensable compartir categorías y conceptos centrales con el fin de esclarecer los códigos que hemos utilizado para nombrar las realidades que nos ocupan. La distinción del sistema “sexo-género” es una construcción sociocultural de base biológica, en la que se asientan las diferencias entre hombres y mujeres, devenida en un elemento estructurante de toda la sociedad. En el aspecto biologisista, el sexo se considera como el conjunto de características físicas, biológicas, anatómicas y fisiológicas que distinguen a los seres humanos, y que permiten diferenciar a hombres y mujeres desde el nacimiento. Nos remite a diferencias en cuanto a lo hormonal, cromosómico, gonadal, hipotalámico-hipofisario, endocrino, genital y fenotípico. En síntesis, el sexo hace referencia a las diferencias biológicas entre hombres y mujeres.1 En tanto, el género es una construcción sociocultural e histórica sobre el conjunto de características, funciones, significados, identidades, relaciones y comportamientos, atribuida a las personas de acuerdo con su sexo, es una concepción de lo masculino y femenino que ha fraguado una cultura. Los organismos internacionales han definido género como un “conjunto de pautas de conductas o patrones de relaciones asignados a cada sexo en las diferentes culturas. Se utiliza para demarcar las diferencias socioculturales que existen entre hombres y mujeres y que son impuestas por el sistema de organización político, económico, cultural y social, y por lo tanto, son modificables”2 1

El sexo refiere a características biológicas naturales e inmodificables. Teniendo en cuenta los tratamientos y operaciones quirúrgicas aplicadas a transexuales, preferimos desestimar el carácter invariable de los atributos biológicos del sexo. El transexual, también denominado trastorno de la identidad de género y sexual concierne a las personas que psicológicamente no se identifican con su cuerpo sexuado, por lo cual existe el deseo de la cirugía de reasignación sexual, procedimiento que les permite vivir permanentemente como miembro del otro sexo. Más recientemente se introduce el concepto de transgénero, para hacer referencia a una diversidad más amplia y poco precisa de trastornos de la identidad sexual y género (M. Castro, 2006). 2 Disponible http://www.europarl.europa.eu/transl_es/plataforma/pagina/celter/glosario_genero Accedido diciembre 12 de 2011

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Según la socióloga Marcela Lagarde, el género (masculino o femenino) es un grupo biosocio-cultural construido históricamente a partir de la identificación de características sexuales que clasifican a los seres humanos corporalmente. Ya clasificados se les asigna de manera diferencial un conjunto de funciones, actividades, relaciones sociales, jurídicas, políticas, psicológicas, y culturales, que crean lo que en cada época, sociedad y cultura determinan los contenidos específicos de ser hombre y ser mujer.

La categoría género, como construcción sociohistórica y cultural, no es una estructura estable. Es una realidad procesal, con potencialidades para el cambio en un espectro de intensidades mayores o menores. Su carácter de proceso hace que se integren simultáneamente el movimiento y la estabilidad. Es por eso que Lagarde advierte que es posible que una persona a lo largo de su vida modifique su cosmovisión de género simplemente al vivir, porque, cambia la persona, cambia la sociedad y con ella cambian valores, normas y maneras de juzgar los hechos.

De esta forma sería erróneo concebir la existencia absoluta de solo dos géneros: femenino y masculino, como polos opuestos; ambos constituyen elementos de un continuo. De ahí que Gayle Rubin afirme que es posible alcanzar el nivel feminidad o masculinidad en el autoconcepto del individuo a través de la identificación de características consideradas masculinas o femeninas. En su carácter de construcciones subjetivas –lo masculino y lo femenino- se constituyen bajo la influencia de los preceptos y rasgos propios de cada contexto sociohistórico y cultural, y hace posibles la existencia de masculinidades y femineidades heterogéneas y sus transformaciones en el tiempo.

En este proceso de construcción subjetiva, que es el continuo femineidad/masculinidad, influyen otras dimensiones como son; la pertenencia a grupos y clases sociales, etnia, religión, territorialidad, etc., estas se articulan para configurar la diversidad de expresiones de la relación sexo-género, en las dinámicas sociales generales, grupales

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y en las trayectorias individuales en cada contexto sociohistórico. Es necesario que el sexo y el género dejen de ser vistos como polos opuestos y separados, y que se reconozca su interrelación e influencia mutua.

Al mismo tiempo, la diversidad de conceptos y acepciones antes señalada, es atravesada por lo típicamente femenino o masculino que, a modo de arquetipo, acarrea diferencias y condiciona desigualdades. Estas diferencias implican una jerarquía entre los géneros y relaciones potencialmente conflictuales, dada la existencia de oposiciones no armónicas. Desde esas desigualdades emerge una estratificación en la que, mujeres -y hombres que rompen, contravienen o no se adaptan al patrón instituido- se catalogan como inferiores y subordinadas/os.3

En la mayoría de las sociedades occidentales se le adjudica al género masculino ser el poder y la capacidad para decidir sobre las más disímiles cuestiones de la vida de la mujer. A ellos se les enseña a tomar decisiones y a valerse por sí mismos sin consultar a otras u otros; a enfrentar las consecuencias de sus actos. En tanto al género femenino se le indica que deben aprender que otras personas pueden decidir y actuar por ellas. A ellos se les concede poder sobre la vida de las mujeres y controlar sus vidas, tomar decisiones sobre su salud, su cuerpo, su tiempo, formación, recursos y sobre sus ingresos. El ejercicio de este poder sobrevalora al hombre, condiciona la minusvalía femenina y le otorga a los varones libertades vedadas a las mujeres, esta situación presente en algunas sociedades y en determinados contextos, llega a excluirlas o inhabilitarlas para asumir profesiones, funciones o cargos.

Pierre Bourdieu plantea que la violencia simbólica a través de la cual se perpetúa dicha supremacía se localiza en el habitus4 y se realiza por medio de un “acto de cognición y de falso reconocimiento que está más allá de, o por debajo de, los controles de la

3

Identidad femenina. 1990. Versión PDF. Disponible en: www.posgrado.unam.mx/publicaciones/omnia/anteriores/20/04.pdf. Accedido Agosto 20 de 2011 4 Concepto en el que Bourdieu se refiere al conjunto de relaciones históricas “depositadas” en los cuerpos individuales en la forma d esquemas mentales y corporales de percepción, apreciación y acción.

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conciencia y la voluntad5. Por medio del encarcelamiento del cuerpo, los seres humanos se masculinizan o feminizan y en este asiento simbólico reside la condición de inferioridad según la cual tradicionalmente se ha encasillado a las mujeres. Ellas, en su función imaginaria, trabajan constantemente para mantener su valor simbólico a través de lo que la sociedad supone como virtudes femeninas, utilizando atributos corporales para convertirse en más atractivas y, por tanto, más aceptadas.

La validez de esta dominación radica precisamente en que muchas veces son las víctimas quienes naturalizan el sistema, o sea, son las mujeres quienes por su apariencia, prácticas sociales y percepciones contribuyen a mantener su propia dominación6. A través de la socialización, las personas

se configuran como miembros de una

sociedad concreta. Acontece la transmisión y adquisición (a partir de mecanismos conscientes e inconscientes) de la cultura de una sociedad dada, en este proceso se interiorizan los códigos de comportamiento de lo masculino y lo femenino. Ello tiene por escenario los diversos ámbitos o agentes socializadores (familia, escuela, grupos de pares o coetáneos, organizaciones sociales y comunitarias, centros laborales, instituciones religiosas, medios de comunicación social, etc.).

El género es un elemento constitutivo de las relaciones sociales, es una construcción social que supone un conjunto de acuerdos tácitos o explícitos elaborados por una comunidad determinada en un momento histórico determinado y que incluye los procesos de enseñanza aprendizaje. Además es una variable sobre la que actúan otras dimensiones generadoras de diferencias: etnia, edad, nivel de escolaridad, estrato socio económico, ingresos, procedencia rural o urbana, que puedan de una u otra forma frenar o transformar el ámbito genérico. 5

Bourdieu Pierre. La dominación masculina. Disponible en Url: http://www.udg.mx/laventana/libr3/bourdieu.html1#cola Accedido septiembre 2010 6 Bourdieu lo sintetiza así: “los dominados aplican a todo, en particular a las relaciones de poder en las que se hallan inmersos, a las personas a través de las cuales esas relaciones se llevan a efecto y por tanto también a ellos mismos, esquemas de pensamiento impensados que, al ser fruto de la incorporación de esas relaciones de poder bajo la forma mutada d un conjunto de pares opuestos (alto/bajo, grande/pequeño, etc.) que funcionan como categorías de percepción, construyen esas relaciones de poder desde el mismo punto de vista de los que afirman su dominio, haciéndolas aparecer como naturales”

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Y son las representaciones sociales, expresadas mediante símbolos culturales, las que permiten visualizar, y reprimir conductas y ejecuciones, establecer políticas y valorizar la

asignación de roles y capacidades, partiendo de una identidad subjetiva que

posiciona y determina el proyecto de vida de unos y otras, por lo que el género se refiere a las diferencias y relaciones sociales de hombres y mujeres, ya sea adquiridas, o no, pudiendo así evolucionar en el tiempo, y variar entre sociedades y culturas.

Durante la socialización, las personas no se comportan como sujetos que asimilen los contenidos de la cultura de modo pasivo. Se desenvuelven como individuos activos, que hacen suyo lo social, reelaborándolo de modo personalizado, individualizado, a partir de sus características de personalidad y experiencias.

Para llegar a una mejor comprensión de las diferencias y desigualdades de género, en el arquetipo o modelo femenino y masculino, se conforman tres componentes de la sexualidad humana, los cuales son analizados por González y Castellanos, estos son: orientación sexo-erótica, identidad de género y rol de género.

La orientación sexo-erótica es la dirección de las preferencias sexuales, eróticas y afectivas,

hacia

cualquiera

de

los

sexos,

denominadas

heterosexualismo,

homosexualismo y bisexualismo respectivamente. Sin atribuir su etiología de forma mecánica y directa a factores biológicos o sociales. Esta orientación, aunque puede tener en su estructuración y desarrollo una base biológica, tiene una fuerte influencia de las experiencias de vida del individuo marcadas por la impronta de su contexto socioeducativo.

La identidad de género, es definida como la conciencia y sentimiento íntimo de ser hombre, mujer, masculino, femenino o ambivalente. Cada persona estructura su sexualidad a partir de la manera en que vivencia, como parte de su identidad total, el poseer un determinado sexo con el que se identifica –de una manera peculiar y personalizada- con los modelos genéricos que dicta la sociedad en la cual vive.

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La identidad de género es el resultado de un

proceso

evolutivo en el que se

interiorizan las expectativas y normas sociales relativas al dimorfismo sexual y hace referencia al sentido psicológico del sujeto de ser varón o mujer y a su relación con los comportamientos sociales y subjetividades que la sociedad instituye como femeninos o masculinos.

Este

proceso,

también

transcurre

a

modo

de

un

continuo

feminidad/masculinidad, por lo que debería hablarse de masculinidades y feminidades diversas.

El rol de género es la expresión pública de la identidad asumida mediante el desempeño de diversos papeles en la vida social, tales como los roles de padre, madre; esposo, esposa; amigo, amiga; etc. El ejercicio de estos roles se manifiestan de manera particular. El individuo interpreta, constituye y expresa en su conducta cotidiana “los modelos genéricos que para cada sexo, la sociedad en que vive, ha instituido o establecido”.

Es decir, los roles o papeles de género son comportamientos o normas de conducta aprendidos en una sociedad concreta, comunidad o grupo social determinado, y que se asignan a los miembros del grupo, llevando a que éstos perciban ciertas actividades, tareas y responsabilidades como masculinas o femeninas, y las jerarquicen y valoren de manera diferenciada. Las personas ejecutan expectativas y exigencias colectivas según el papel asignado y al mismo tiempo demanda tales expectativas y exigencias a su contraparte y lo asumen como su forma de ser, sentir, y actuar.

Esta naturalización de los atributos genéricos es lo que origina una relación determinante entre el sexo de una persona y su capacidad para realizar una tarea, sin embargo este determinante natural no puede entenderse como inalterable, pues es una asignación de origen social, permite que se transforme, que se reconozca el rol y la capacidad de cada uno, y las formas y lugares que uno u otro pueda ocupar en la sociedad.

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La acepción anterior genera otra característica determinante, denominada estereotipos de género, que constituyen simplificaciones e ideas preestablecidas. Socialmente forjados, se generalizan y atribuyen a las personas por el mero hecho de pertenecer a uno u otro sexo. Los estereotipos de género conducen a la atribución de ciertas particularidades a personas o grupos y sobre esta base, se les prejuzga y valora de forma tergiversada y rígida. Se establecen como ideas que se cristalizan, legitiman y perpetúan con respecto a las características que se presuponen propias de uno u otro sexo.

Los procesos educativos sesgados por los estereotipos de género son discriminatorios y con efectos negativos sobre las personas. Los estereotipos de género7 producen inequidad de género, en cuanto a que no existe un trato justo para ambos sexos, de acuerdo a sus respectivas necesidades, en donde se puede incluir la igualdad de trato que sea considerado equivalente en cuanto a los derechos, beneficios, obligaciones y oportunidades. Tal serie de deberes y prohibiciones también construye el género, sumada a la existencia de tabúes y estereotipos que rigen el comportamiento de hombres y mujeres. La dominación masculina se impone como sistema de categorías, percepción y pensamiento y que aparece en los discursos, refranes y proverbios; en el arte, en las actividades sociales, en la estructuración de los espacios y en la organización del tiempo, en las técnicas del cuerpo, posturas, porte y ademanes.

Así descrito, el género como parte de toda cultura, está presente también en la vida de las instituciones y se expresa en todos los niveles de su funcionamiento de tal manera que podemos afirmar que el género es un elemento consustancial de la cultura de la instituciones con efectos claros y específicos ligados a la naturaleza de éstas. Y es

7

El sexismo es una actitud hacia las personas en virtud de su sexo biológico. Si se considera que una actitud tiene tres dimensiones, estamos hablando de una respuesta o posicionamiento, que incluye contenidos de naturaleza cognitiva, afectiva y conductual ante una persona en razón de su pertenencia a uno u otro sexo biológico. Si se concibe que una actitud está formada por una sola dimensión, entonces la actitud sexista estaría relacionada con determinadas creencias sexistas y con una intención de comportamiento discriminatoria. V.A. Ferrer y E. Bosch: “Violencia de género y misoginia: Reflexiones psicosociales sobre un posible factor explicativo”, en Revista Papeles del Psicólogo, 2000

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precisamente ésta premisa la que nos lleva a desarrollar un proyecto de investigación sobre la temática de violencia de género.

La Corporación Internacional para el Desarrollo Educativo CIDE, a la actualidad no tiene una línea de investigación que permita hablar con firmeza acerca de la manera en que el género impacta en el conjunto de los conocimientos, estados anímicos, acciones y nivel de desarrollo que alcanza una comunidad educativa, y que de cuenta sobre los grados de visibilidad del género proyectado en las rutinas, las costumbres, las normas, el estilo educativo, las creencias, actitudes, valores, símbolos, relaciones, discursos y metas de dicha comunidad.

Como todo fenómeno cultural, está estrechamente ligada a los procesos ideológicos generales de una sociedad, entre los cuales tienen un papel preponderante el efecto de naturalización y el de universalización.

Desde la misma ley, nuestra Constitución Política Nacional Titulo II, Art. 43, establece que hombres y mujeres tienen iguales derechos y oportunidades. Además de indicar claramente que “…. la mujer no podrá ser sometida a ninguna clase de discriminación. Durante el embarazo y después del parto gozará de especial asistencia y protección del Estado, y recibirá de éste subsidio alimentario si entonces estuviere desempleada o desamparada…..” La lucha por el reconocimiento de los derechos fundamentales de las mujeres parte de hechos trascendentales. Las sociedades de América Latina se han caracterizado, a lo largo de la historia, por ser eminentemente patriarcales, lo que ha hecho que los espacios políticos y sociales hayan sido reservados exclusivamente para los hombres. Colombia no ha sido la excepción, y a finales del siglo XIX y principios del siglo XX la mujer en nuestra sociedad continuaba relegada a los servicios domésticos y al cuidado de los hijos.

Sin embargo, la lucha de las mujeres por ganarse una igualdad jurídica y política frente a los hombres empezó a tener éxito cuando en el año de 1932, por medio de la Ley 28,

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se les reconoció la igualdad en el campo de los derechos civiles. Durante los siguientes trece años, la lucha de las mujeres por lograr el derecho al voto y el acceso a los cargos públicos no tuvo mucho éxito, pues aunque los derechos civiles se mantenían, los intentos por lograr estos derechos no se concretaban.

En el año de 1945 la situación comenzaba a cambiar. El Congreso de la República asumió el papel de Constituyente para reformar la Carta Fundamental. En las reformas, la mujer logró un triunfo al reconocérsele los derechos de ciudadano, equiparando así a los hombres mayores de veintiún años. A pesar de conceder el estatus de ciudadanía a las mujeres, la reforma no autorizó el sufragio para las mujeres, trayendo consigo un ambiente de rechazo entre las mujeres de la sociedad colombiana.

Tiempo después, en 1947, el proyecto para permitir el voto a la mujer se presentó de nuevo en la Cámara y el Senado, y nuevamente se escucharon argumentos en favor y en contra. En este caso no hubo muchas personas que se opusieran a su aprobación, sin embargo, término archivándose, pues había presentación de otros proyectos considerados de mayor relevancia en el momento.

La discusión acerca del voto femenino se hacía cada vez más difícil de prorrogar, pues para ese entonces ya las mujeres podían ocupar cargos públicos, embajadas y otros puestos de alto nivel, pero increíblemente no podían participar de la elección popular.

En 1946, la ONU (Organización de Naciones Unidas) llamó la atención a todos los países de América en cuyas Constituciones no estaba todavía establecido el derecho al voto femenino, exigiéndoles que actuaran de una forma razonable y acorde con los tiempos, pues este organismo consideraba que negar a la mujer el derecho al voto era perpetuar un estado de desigualdad social entre hombres y mujeres.

Después de muchas reuniones para decidir el futuro de la mujer en los procesos electorales, se determinó que darle la oportunidad de voto al género femenino sería darle una legitimidad más amplia a la democracia, esto debido a que las mujeres

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resultaban ser más del 50% del censo electoral del país. Fue así como, finalmente, las mujeres adquieren el derecho a votar a partir del año de 1958, en la elección presidencial que siguió al establecimiento de la Junta Militar.

Actualmente no solamente en el ámbito nacional sino además en el internacional, la comunidad señala que: A. La Igualdad implica reconocer condiciones y aspiraciones diferenciadas que promuevan un trato justo para mujeres y hombres. B. Por tanto buscar la concreción de la igualdad sustantiva y de hecho, no constituye un beneficio único para las mujeres. En este sentido, la sociedad debe aprender a tolerar las diferencias biológicas entre géneros, y que no se limite a la capacidad intelectual de las mujeres. C. La equidad de género es un asunto prioritario de la Agenda Nacional en Colombia. Se inserta como una cuestión cuya atención necesariamente transformará las prioridades, planeación, estrategias, objetivos y metas de cada una de las instituciones de los Tres Poderes y Niveles de Gobierno, así como sus interrelaciones internas y externas. D. La importancia de la Igualdad entre Mujeres y Hombres como eje rector de la actuación institucional y del trabajo parlamentario. E. El pleno ejercicio de los derechos de las mujeres para participar de manera irrestricta en los ámbitos de la vida social, política económica, cultural y familiar. Así como en la toma de decisiones que contribuyan en forma sustantiva al mejoramiento de sus condiciones de vida. F. La violencia de género contra las mujeres es una violación a los derechos humanos. Esta situación debe conducir, a través del trabajo legislativo sensible a las necesidades de las mujeres, a clarificar las normas vinculantes que impone a los Estados las obligaciones de prevenirla, atenderla, sancionarla y erradicarla así como a fijar las responsabilidades a que haya lugar en caso de su incumplimiento.

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Para poder trabajar el problema de la violencia de género, se requiere cuantificar el fenómeno, hacerlo visible en cifras, así como ir estructurando y definiendo sus manifestaciones, su tipología para saber cómo se interpreta y clasifica la violencia. A lo que se suman las diferentes formas en que se manifiesta la violencia la cual no es la misma para los hombres y para las mujeres, ni es la misma para adultos que para jóvenes, niños y ancianos. La violencia también es sujeta a espacios de género y a la cultura. La violencia para los hombres tiende a concentrarse a las áreas públicas y la de las mujeres al privado.

La medición de la violencia ha sido una de las tareas de centros e instituciones especializadas en el tema, la razón es sencilla es necesario conocer las características, comportamiento y elementos que intervienen en ella para poder trabajar en su erradicación. Por tanto, hablar de violencia, no es suficiente, es necesario contar con evidencia cuantitativa y cualitativa. Una forma ha sido a partir de las cifras, las estadísticas, ello ha permitido poder diseñar e implementar programas destinados a atender y resolver un problema, que para la Organización Mundial de la Salud (OMS) es ya un problema de salud pública, y de derechos humanos para la ONU. El Informe del Consejo de Europa en 20028, señaló que en la última década, entre el 20% y el 50% de las mujeres son víctimas de la violencia conyugal, son golpeadas, 8

Considerando urgente la lucha contra este fenómeno que afecta a todas las sociedades europeas y que concierne a todos sus miembros. Recordando la Declaración Final adoptada por la Segunda Cumbre del Consejo Europeo (Estrasburgo, 1997), en la que los jefes de Estado y de gobierno de los Estados miembros declararon su firme determinación de combatir la violencia contra las mujeres y todas las formas de explotación sexual de las mismas. Teniendo en cuenta las disposiciones de la Convención Europea para los Derechos Humanos (1950) y la jurisprudencia de sus órganos, que salvaguardan, entre otros, el derecho a la vida y el derecho a no ser sometido a tortura, trato inhumano o degradante o a represalias, el derecho a la libertad y la seguridad y el derecho a un juicio justo. Han determinado que el fenómeno de la violencia hacia la mujer es resultado del desequilibrio de poder entre el hombre y la mujer y que está desembocando en una grave discriminación del sexo femenino, tanto en la sociedad como en la familia. Afirmando que la violencia contra las mujeres anula, viola e impide el disfrute de sus derechos humanos y libertades fundamentales. Con conocimiento de que la violencia contra las mujeres constituye una violación de su integridad física, psicológica y/o sexual. Comprobando con preocupación que las mujeres a menudo están sujetas a una discriminación múltiple basada en su sexo y origen, inclusive como víctimas de prácticas tradicionales o consuetudinarias incompatibles con sus derechos humanos y libertades fundamentales. Considerando que la violencia contra la mujer va en contra del establecimiento de la igualdad y la paz y que supone un importante obstáculo para la seguridad ciudadana y la democracia en Europa. Comprobando con preocupación el alcance de la violencia contra la mujer dentro de la familia, en cualquier modelo familiar, y en todos los niveles sociales.

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violadas o asesinadas por su pareja. En Estados Unidos se encontró que una de cada tres mujeres sufre un ataque físico, y se destaca que las mujeres de 16 y 24 años sufren ataques sexuales y violencia en sus citas. En Canadá el 3 % de las mujeres había sufrido violencia física y sexual realizada por hombres durante un año previo a la entrevista y un 25 % la había padecido desde los 16 años. En Francia se encontró que el 2.5 % de las mujeres sufren agresiones físicas, el 0.9 % violación y otras prácticas sexuales. En Suiza se encontró una tasa del 6.1 % de mujeres que habían sufrido violencia física o sexual, el 26.2 % violencia psicológica, el 11.6 % sufrió violencia sexual. En Inglaterra y Gales el 5.9 % de mujeres que afirmaron haber recibido amenazas o maltratos físicos y Finalmente en Finlandia se encontró una tasa de 9 % de violencia física o sexual9.

Estos resultados han servido de punto de partida para diseñar acciones en contra de la violencia de género, aunque el fenómeno es multifactorial se ha encontrado como constante que en la mayoría de las parejas se presenta la violencia desde que iniciaron la relación, esto es, durante el noviazgo. México10 al igual que en los estudios realizados en otros países, ha encontrado que la mayor violencia la sufren las mujeres jóvenes y que en su gran mayoría se dan en la esfera de lo privado, esto es, en su hogar, en su familia, por familiares, conocidos y por su pareja. Disponemos, por una parte, de una amplia base de datos integrada por el Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática, ENDIREH (2006), “Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones de los Hogares”. INEGI en su Sistema de Indicadores para el Seguimiento de la Situación de la Mujer (SISESIM), sistema que surge del Programa Nacional para la Igualdad de Oportunidades y No Discriminación

9

Escuela y feminismo. Disponible en http://www.escueladefeminismo.org/IMG/pdf/IDEA-Internacional-Del-dichoal-hecho.pdf Accedido enero 28 de 2012 10 En los últimos años se ha venido trabajando en México acerca de la violencia contra la mujer, especialmente porque como en el caso de Colombia, la cultura del narcotráfico ha traído consigo un recrudecimiento hacia la violencia, se toma el dato debido a los informes que se arrojan relacionados con los asesinatos de Ciudad Juárez, número que se incrementa permanentemente y que hasta la fecha no tiene sindicados y esta en etapa de compilación.

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contra las Mujeres, PROEQUIDAD en 2001. Este sistema se actualiza y amplia para el año 2010 cambiando de nombre por Socio-demografía y Género.

En México la ENDIREH (Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones de la Familia), en el 2006 arroja datos preocupantes el 34.5 % de las mujeres de 15 años y más, que vivían con su pareja, reconoció sufrir violencia emocional durante los 12 meses previos al momento del levantamiento de la encuesta; 27.3 % de violencia económica; 9.3 % de violencia física y el 7.8 % de violencia sexual.

Así mismo el Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES) y el Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer (UNIFEM), y el INEGI, levantó en 2003 la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH), considerada la primera encuesta que aborda el tema de la violencia a la mujer con cobertura nacional, encuesta motivada por la necesidad de cuantificar el fenómeno y con ello poder tomar medidas para contrarrestarla.

A partir de la integración de un grupo de trabajo de especialistas de INMUJERES, INEGI y la UNIFEM se diseñó y elaboró la ENDIREH levantada en 2003, la cual permitió conocer que una de cada dos mujeres que vive con su pareja sufre alguna forma de violencia. Con base en los resultados de la encuesta de 2003 se llevó a cabo un nuevo diseño y levantamiento en 2006, que permitió contar con una mayor información del fenómeno de la violencia en los diferentes ámbitos del desarrollo como son el laboral, escolar, centros de esparcimiento, espacios de convivencia, la calle, por lo cual no se centra en la pareja, sino en agresores en diferentes espacios.

La ENDIREH 2006 tiene como objetivo el obtener información que den cuenta de la prevalencia,

frecuencia

y

magnitud

de

las

diferentes

formas

de

violencia

específicamente las mujeres de 15 años y más en el ámbito del hogar, laboral, escolar y social, así como sus consecuencias físicas y emocionales de las mujeres que sufren violencia por su pareja.

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Ahora bien, el problema de violencia en la pareja tiene un inicio: el noviazgo. La violencia y la falta de equidad son asimiladas en etapas de aprendizaje de las relaciones de pareja, de la negociación con el otro. Se considera que la educación es la mejor forma de prevenir la violencia. La violencia y las reglas para relacionarse en pareja se practican en el noviazgo, por tanto es posible aplicar otras, establecer nuevas formas de convivencia entre las parejas.

Cuando se habla de violencia se entiende generalmente en su manifestación tangible, que son los golpes. Esto mismo ocurre cuando una persona trata de definir si está viviendo un estado de violencia, y considera que la vive si hay golpes. Cualquier otra manifestación de los conflictos son entendidos como parte cotidiana de una relación de pareja. La violencia es frecuente y rutinaria desde la emocional hasta la física y principalmente que la violencia es vivida conforme a los espacios público para hombres y privado para mujeres.

Las primeras experiencias del noviazgo se dan durante la adolescencia en un marco en que las y los jóvenes se desarrollan en un entorno de violencia cotidiana a lo que se suma un estado de desánimo. El sufrimiento parece ser un estado de ánimo de las y los jóvenes en la encuesta de exclusión que ofrece un panorama del estado de ánimo de las y los jóvenes a partir de las cifras presentadas, dando la impresión de un marcado estado depresivo de los hombres jóvenes mexicanos, identificándose una marcada distancia con las mujeres, que finalmente es un ingrediente que se suma a la experiencia del noviazgo.

Al hablar de noviazgo se configura un ideal en la mente de los jóvenes, entendiendo el noviazgo como una etapa de aprendizaje para conocer la mejor forma de relacionarse con el otro de una forma romántica, personal e íntima. El noviazgo cumple con un objetivo social y cultural de preparar a los jóvenes para la conformación de relaciones formales con la finalidad de integrar un matrimonio y una familia, etapa en la que se ponen en práctica los estereotipos, roles y prácticas aprendidas en la familia de origen.

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En la relación de noviazgo se involucra un ingrediente más, la sexualidad que en la etapa que se inicia la práctica de esta relación se encuentra en ebullición, la sexualidad y el noviazgo llevan en juego prácticas y hábitos que toman como punto de partida para su ejercicio la cultura, como son discursos, la moral, que conllevan una significación y práctica social y culturalmente construidas a las cuales las y los jóvenes no pueden ignorar, y que conforman la integración de su identidad.

Los estudios al respecto de la violencia en el noviazgo se encuentran aún en consolidación, si bien se detectan tres tipos de violencia: la física, la psicológica y la sexual, se señala la gran relevancia que representa el estar al tanto de cuál es la situación o el ambiente familiar, para conocer cómo serán las relaciones de noviazgo de las y los jóvenes. Se ven aspectos relevantes como el que los menores hayan recibido insultos, o más grave aún golpes al interior del núcleo familiar, se aprecia que 8 de cada 10 menores han recibido insultos en su hogar (reportes sobre violencia intrafamiliar Diario EL TIEMPO 2009), y el dato se incrementa en las zonas urbanas, lo que puede ser más por socialización de la violencia, esto es, la aceptación de la violencia como un mecanismo de corrección de los menores, y en las zonas urbanas en donde el conocimiento de lo que es violencia o no es, entendiéndose y reconociéndose, si bien se continúa aplicando como un método tradicional de educación.

El haber sido sujeto de maltrato en la infancia propicia una falta o ausencia de herramientas para resolver conflictos, volviendo la violencia rutinaria. A la pregunta directa de si recibieron insultos en su hogar, el 76.2 % contestó que no, el 21.3 %, que si, y un 2.5 como no especificado.

En cuando a agresiones directas: golpes se encontró que en los hogares de los jóvenes entrevistados el 89 % no había golpes, el 8.85 % si hubo golpes, y el 1.89 no recuerda. En el caso de que se presentaba violencia en el 79 % de los casos era ejercida por ambos padres.

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La violencia de género hacia la mujer es un fenómeno social, económico, cultural y político que ha sido reconocido por los Gobiernos del mundo y llevado a la agenda internacional a partir de la declaración de los diversos Instrumentos Internacionales los que han sido ratificados por el gobierno Colombiano.

La violencia hacia las mujeres es definida a nivel de la legislación nacional como cualquier acción u omisión, basada en su género, que les cause daño o sufrimiento psicológico, físico, patrimonial, económico, sexual o la muerte, tanto en el ámbito privado como en el público. Ésta no se puede concebir como un hecho monolítico y aislado, sino como resultado de una serie códigos constituidos a través de la historia, de prácticas sociales, del lenguaje, de los símbolos, de las creencias, y de prácticas institucionales que derivan en el menoscabo hacia lo femenino.

A lo largo de los últimos treinta años, las ciencias sociales han tratado de responder a una serie de interrogantes sobre las causas de este fenómeno. En el transcurso de la evolución de las teorías sobre la violencia se han enriquecido los supuestos sobre la determinación y co-relación de factores sociales en los individuos como la clase social, las adicciones y en general como parte inherente del carácter masculino a una visión de interpretación multifactorial de los elementos antes mencionados.

Actualmente, no es posible hablar de un análisis profundo sobre la violencia hacia las mujeres sin tomar en cuenta la perspectiva de género la cual permite focalizar la violencia hacia los hombres o hacia las mujeres, como mecanismo de opresión a éstas, reafirmado y reproducido en todas las estructuras de la vida social como la cultura, el poder, las instituciones, la economía, la política y los derechos no diferenciados y que debe comprenderse desde su contexto histórico para evitar anacronismos. La violencia es definida por Hornilla (2011: 59) como “la actitud o comportamiento que arrebata por fuerza a una persona algo que le puede resultar incluso esencial para su integridad física, psíquica o moral esta se puede dar a manera de insultos, mentiras, explotación, maltrato sexual, golpes, entre otros” es un fenómeno que se naturaliza, la

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sociedades se acostumbran a ella. Se observa cotidianamente en los medios masivos de comunicación. Es también, todo comportamiento agresivo o conducta negativa que puede provocar daños físicos y/o psicológicos a alguien; que busca imponer dominio por medio del lenguaje o la fuerza.

En suma la violencia es la ejecución de un acto realizado ya sea por varias personas o por una sola, que llevan al maltrato físico, mental y emocional de cualquier individuo o grupo.

Como ya se señaló arriba, la violencia de género contra las mujeres no se limita al ámbito familiar, se presenta cada vez con más frecuencia en las escuelas y universidades, espacios de formación y adquisición de valores, generando con ello la necesidad de investigar mediante éste estudio la dinámica de las relaciones que se establecen al interior de las sociedades académicas, y permitiendo formular como pregunta de investigación:

¿Cómo se expresa la violencia de género hacia las mujeres en sus relaciones de pareja de las estudiantes, en el ámbito universitario?

BIBLIOGRAFÍA Beauvoir, Simone de. El segundo sexo. Los hechos y los mitos. Cátedra, Universidad de Valencia, Instituto de la Mujer, Madrid, Editorial Siglo Veinte. 2000. César Gaviria Trujillo - Presidente de la República Colombiana (1990 - 1994). Humberto de la Calle Lombana - Ministro de Gobierno. Constitución Política Nacional de la República de Colombia 1991 González, Pagés. Castellanos, Julio Cesar. En busca de un espacio: Historia de mujeres en Cuba. Editorial Ciencias Sociales y Editorial Cenesex. La Habana 2003 EL TIEMPO. Diario de circulación Nacional. 24 de Junio de2009. Violencia intrafamiliar y otros tipos. ENDIREH (2006), “Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones de los Hogares”. Hernández Hormilla, Helen. Mujeres en crisis. Aproximaciones a lo femenino en las narradoras cubanas de los noventa, Publicaciones Acuario. Centro Félix Varela Habana, Cuba. 2011, pág. 40. Legarde, Marcela. La Multidimensionalidad de la categoría género y del feminismo. (S/f). Versión PDF. Disponible en: www.ucm.es/info/nomadas/13/yhgarcia.pdf. Consultado: 18/03/2009.

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Rubín, Gayle. L trafico de mujeres: Notas sobre la economía política del sexo. En Lamas, Marta (Comp.). El género: la construcción cultural de la diferencia sexual. PUEG, México. 195, p. 37. V.A. Ferrer y E. Bosch: “Violencia de género y misoginia: Reflexiones psicosociales sobre un posible factor explicativo”, en Revista Papeles del Psicólogo, 2000.

INFOGRAFÍA http://www.europarl.europa.eu/transl_es/plataforma/pagina/celter/glosario_genero. Identidad femenina. 1990. Versión www.posgrado.unam.mx/publicaciones/omnia/anteriores/20/04.pdf Bourdieu Pierre. La dominación http://www.udg.mx/laventana/libr3/bourdieu.html1#cola

masculina.

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Escuela y Feminismo. Disponible en http://www.escueladefeminismo.org/IMG/pdf/IDEA-Internacional-Del-dicho-al-hecho.pdf Accedido agosto 28 de 2011

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