Vivencia Femenina de los EE y la Espiritualidad Ignaciana 1

Vivencia Femenina de los EE y la Espiritualidad Ignaciana1 Generalidades Abordar este tema ha sido ambicioso de mi parte, pero lo acepté pensando que

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Vivencia Femenina de los EE y la Espiritualidad Ignaciana1 Generalidades Abordar este tema ha sido ambicioso de mi parte, pero lo acepté pensando que era una oportunidad de aprender, reflexionar y aportar mi experiencia de vida de mujer inmersa en esta espiritualidad corriendo feliz, en ocasiones llevada a rastras y a veces dejándome llevar dentro de una inmensidad, como nadando en el fondo del mar, fascinada por la vida que se desarrolla en su interior donde floto, me sumerjo, avanzo, voy liviana, llevada feliz, en mi sitio, asombrada, siempre asombrada ante la vida de Dios en mi vida. En esta tarea leí algo de teología femenina, algo de género, ejercicios espirituales con mirada de mujer, algunas cartas y el diario espiritual de San Ignacio, escribí desde mi vida simple de mujer ignaciana, decidí intentar un trabajo colectivo incluyendo solo a mujeres, pero enseguida pensé que sería más rico si los varones también aportaban su mirada sobre la espiritualidad de la mujer; busqué referencias de mujeres ignacianas, pero hallé muy poquito. Finalmente entre muchos y con la especial ayuda de Luis Valdez salió este aporte que quisiera presentarles con humildad, sin mucho conocimientos teórico, pero con ilusión. Comienzo con estos versos de Benjamín Glez. Buelta sj.(Caminar sobre las aguas. Sal Terrae, 2010) “Todos necesitamos leernos en otros ojos para ir descubriendo quiénes somos y desarrollar todas las posibilidades que llevamos dentro, para construir nuestra propia identidad. Somos relación, y nos hacemos o deshacemos en la relación. La ausencia de relación es también una manera de situarnos ante el otro. Exponernos a las diferencia nos permite ser. El otro, el diferente a mí, es la posibilidad de algo nuevo que amplía mi corazón, mi casa, mi visión de la vida…, y me ayuda a crecer. Cada persona es una pincelada que amplía el cuadro del ser humano y un matiz del Dios creador que solo se manifiesta en esa persona…” Espiritualidad es aquello que ilumina mi vida diaria, intentando salir de mi misma y seguir a Cristo desde mis debilidades y fortalezas, mis aciertos y pecados, desde mis búsquedas, desde mis encuentros. Del dejarme llevar por mis deseos más profundos, aquellos que dan sentido a mi vida… La espiritualidad, basada en la experiencia de Dios de Ignacio de Loyola y plasmada en los EE.EE, se escribió en un contexto socio cultural en el que “a las mujeres no se les consideraba capaces de una vida espiritual seria. Es curioso que San Ignacio al comienzo de su actividad pastoral diera sus Ejercicios Espirituales especialmente a mujeres, a pesar de que en su tiempo eran muy poco estimadas. ¿Por qué esa sintonía? Creo que ni él mismo la pudo entender del todo. Fue una intuición, una realidad que se le impuso?” Escribió José L. Caravias sj. Por otro lado: Elisa García, comenta: “En mis años de espiritualidad ignaciana, en los que he hecho los EEEE completos y he acompañado a hombres y mujeres, nunca he notado que el hecho de ser mujer pudiera ser una limitación ni una riqueza añadida”.

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Se presenta un trabajo colectivo del sector colaboración sobre una aproximación a las particularidades de la experiencia femenina de EE y de la espiritualidad ignaciana.

Coincido en que al mirar con detenimiento la dinámica de los ejercicios se encuentra un fino equilibrio entre las características típicas de lo femenino en armonía y complemento de lo típico masculino. Fue esto una expresión del equilibrio de Ignacio, de sus intuiciones?... o quizás sea otro aspecto en lo que este peregrino fue siguiendo al Espíritu que le revelaba tantas cosas. Leyendo los ejercicios encontramos en la anotación 5:“al que recibe los ejercicios, mucho aprovecha entrar en ellos con gran ánimo y liberalidad con su Criador y Señor, ofreciéndole todo su querer y libertad para que su divina majestad, así de su persona como de todo lo que tiene, se sirva conforme a su santísima voluntad”. El Señor desea, Su Santísima Voluntad es que hombres y mujeres desarrollen todo su potencial de humanidad integrando su ser, aprovechado sus dones para regalar a los otros, desarrollar aquellos que no se le da espontáneamente o que se le da como potencialidad para cultivarlo, trabajarlo o pulirlo. Ana María Tepedino explica a propósito de la escena de Lc 11,27-28: “la mujer que entre la multitud dijo gritando: – ¡Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron! Pero él repuso: –Mejor: ¡Dichosos los que escuchan el mensaje de Dios y lo cumplen!», …La corrección de Jesús demuestra que la vocación fundamental de la mujer es la de ser discípula y de este modo, ella se realizará como persona…” Luis Valdez sj expresa: “Aunque también aplica al varón, lo que pide Ignacio al que da los EE, es que deje en libertad a la criatura con su creador, ayuda mucho a la mujer para que confíe en ella y en la acción de Dios en ella. A no generar dependencias de los varones y de los directores espirituales. Esto le da una mayoría de edad espiritual”. El ser femenino Echando una mirada al itinerario de los ejercicios y las características de la femineidad encontramos algunas muy valiosas en la vivencia de la espiritualidad ignaciana. En el Principio y fundamento: se propone conocer desde el inicio la arcilla a ser modelada por la gracia mediante la vida en el espíritu, de ahí en adelante ya surgen algunos elementos. Solidaridad La mujer es creada para hacer reverencia, alabar y servir a Dios nuestro Señor y así salvar su persona o alcanzar plenitud. La mujer gusta estar al servicio, como María, nuestro prototipo de persona. Acogió al Hijo, sin entender mucho y asumió las consecuencias de su gesto solidario con la Trinidad. Ella es capaz de desestabilizarse e ir a visitar a Isabel a ayudarla, o simplemente a estar con ella; así también aportando desde su ser de mujer ve ese “todo” en las bodas de Cana, se hace cargo de la necesidad y solicita de su hijo la solución solidaria del problema facilitando que el banquete de la vida sea más fiesta. Esta reverencia y servicio a Dios nuestro Señor lleva a la mujer al servicio gratuito, silencioso, en circunstancias de abandono, herida, marginación, acompañando a los más débiles de la historia, con la connaturalidad de una madre que genera, da y

mantiene la vida, la restablece con su amor incondicional. Esto le da sentido a su vida, le llena de plenitud, la salva, la hace feliz. Volver a la fuente de la humanidad femenina permitirá la realización del sueño de Dios de complementariedad y solidaridad con los varones en el desarrollo de nuevas formas de gobierno, organización, servicio, de relaciones sanas y constructivas, generadoras de vida abundante para todos y todas, en solidaridad. Humildad: La espiritualidad ignaciana desde su praxis de contemplar a Dios en todas las personas ofrece espacios de crecimiento y liberación personal para ellas, recuperando su ser de creatura entrañablemente amada por Dios que entiende a los pequeños, porque Él mismo siendo Dios se hizo persona, hijo de mujer, la esclava del Señor que canta su júbilo de mujer plena por la misericordia de Dios, quien la recrea, la hace partícipe de la creación y de la redención, la hace bienaventurada con todos los pequeños. María es la mujer salvada, redimida en su historia y en la eternidad. En lo cotidiano la mujer vive esta reverencia, espontáneamente en todos los ámbitos de su vida como hija, madre, esposa, profesional o en el trabajo. Cuidado Teresa González de Andalucía, comenta la Anotación 15: Es más conveniente y mucho mejor que el mismo Creador y Señor se comunique al alma devota suya, abrazándola en su amor y alabanza, y disponiéndola para el modo de vivir en que mejor podrá servirle en adelante “Esta imagen de Dios criador que se relaciona con su criatura enmarca y posibilita una experiencia femenina profunda y completa para hombres y mujeres ante un Dios que desde el comienzo es padre - madre. La actualización de esta idea es lo que hoy en día se conoce como la ética del cuidado: la adopción de comportamientos concretos de atención y solidaridad. Esa mirada a lo pequeño, a la individualidad de cada uno y las necesidades más básicas han estado asociadas históricamente más a las mujeres que a los hombres. La ética del cuidado complementa la ética de la justicia. Este sentido de integralidad del ser humano permite una experiencia holística de la espiritualidad ignaciana, lejos de una mirada exclusivamente androcéntrica”. Generosidad Araceli de los Ríos de ESPAÑA, comparte: “los rasgos de la espiritualidad que mejor se adaptan a las mujeres son el servicio y el “buscar y hallar a Dios en todo”. Las mujeres somos al mismo tiempo Martas y Marías; acción y contemplación, sobre todo si hemos podido experimentar la maternidad”. En la entrega a la familia, sacrificando muchas veces el desarrollo profesional, la mujer muestra su generosidad y actitud de servicio. Tal vez por el hecho de tener el don de generar otras vidas, la mujer tiene una capacidad mayor para pensar menos en la suya propia y estar más abierta, más atenta a la vida de otros: hijos, padres, etc.” No es raro, incluso, que ella sea el motor de hechos en los que figurará como protagonista, un varón. Lo pasivo - la acogida.

Teresa Forcades, monja benedictina, médica y teóloga, aporta a la reflexión: “Lo femenino normalmente se postula como receptivo y lo receptivo se subordina a lo activo, cuando lo receptivo puede ser más activo a veces, porque supone la capacidad tal vez más profunda de activarse como sujeto receptor. Porque dar puede ser un acto externo a la persona. Dios es amor, estamos hechos para el amor y en cualquier situación que nos encontremos podemos amar. Recibir es compartir. Podemos dar porque estamos hechos a imagen de Dios y Dios es Padre; podemos recibir porque estamos hechos a imagen de Dios y Dios es Hijo; podemos compartir porque estamos hechos a imagen de Dios y Dios es Espíritu. Entonces, en cualquier situación es posible cumplir la voluntad de Dios - que es amar - en alguna de esas tres modalidades” La vida interior La mujer tiene una capacidad innata para lo místico, el sentido de lo trascendente, en el sentimiento de dependencia de Dios encontrará la facilidad para vivir y expresar un principio y fundamento firme. El ser creada por Dios, en quien pone su confianza y descansa su fatiga, le da la fuerza interior para enfrentar los desafíos que implican acoger y generar nuevas vidas regalándose de manera absoluta, con esperanza ante un horizonte por construir. Yendo a la pregunta clave de 1ª semana: Semana: ¿Qué puedo hacer por Cristo? La respuesta será: ser ella misma, translucir su femineidad, reflejo, imagen de lo femenino de Dios. Derramar su perfume sobre los crucificados de su historia, nutriendo, sosteniendo la vida de otros y otras, acogiendo, amando y sirviendo. Sin dejarse apabullar por criterios machistas, ni clericalismos, rendirse ni dejarse pisotear, al estilo de la samaritana al borde del pozo de Jacob o como la siro-fenicia que desafiando a Jesús, le ayuda a descubrir y profundizar su propia identidad. Siempre puede crecer como persona, desarrollar su interioridad, interpelando a la sociedad machista. La mujer tiene mucho que dar, que enseñar, es débil sólo en la fuerza física. Ella sabe consolar, acompañar, ver más allá del análisis, ver alternativas, conciliar, crear nuevos mundos, generar espacios de belleza, ternura, plenitud, comprensión. Expresarse en sus sentimientos, ideas, en toda su corporeidad Los coloquios: le resultarán fáciles porque gusta de expresar sus sentimientos y pensamientos, siente el dolor del pecado porque muchas veces carga con sus consecuencias como pobre, violentada, explotada por ser indígena, campesina, ignorante o por tener poca fuerza física. Ella puede desarrollar la riqueza que Dios le regala combinando fragilidad con fortaleza. Puede crecer no solo en el ámbito hogareño, sino también en la cultura que la lleve a desafiar estructuras de dominación y ser sujeto de cambio en situaciones opresoras. Puede poner sus potencialidades al pie del Maestro, como María de Betania, o como hizo Magdalena llevar la buena nueva de la resurrección a los ambientes en los que le toca vivir. Libertad para amar

JL. Caravias sj. agrega que “La segunda semana Ignacio la centra en el amor apasionado a Jesús. Y en ello las mujeres son mucho más expertas que los varones. Por amor son capaces de comprometerse hasta las últimas consecuencias. San Ignacio trabaja más los sentimientos que las ideas. Y las mujeres, en general, también”. María, mujer libre, acepta al Espíritu de Dios como esposo y se convierte en madre del salvador de los pecados del mundo, modelo de mujer, modelo de humanidad, modelo para la misión. Esa libertad para amar la mujer la suele traducir en fidelidad, perseverancia, paciencia, atributos muy necesarios para la vida diaria, para la vida comunitaria, para el trabajo en equipo y en redes, propios de la espiritualidad ignaciana. Los deseos Luis Valdés sj apunta que “Los deseos, tan importantes en la espiritualidad ignaciana, también son muy favorecidos en la afectividad femenina. La mayoría de las mujeres suele cultivar una gran cantidad de deseos. El deseo es una energía que utilizándola para el Reino es maravillosa”. La contemplación, la imaginación En la semana del llamado a la misión y de elecciones, los temas y el ordenamiento asientan sobre una estructura psicológica masculina (el animus), pero también con la contemplación, una forma de orar, fácil para la mujer, buscando el conocimiento interno del Señor con el uso de los sentidos interiores, su imaginación permite integrar toda su persona en la oración. El aporte de la mujer a la espiritualidad ignaciana tiene que ver con la capacidad de contemplar, de guardar cosas en el corazón con una percepción que va más allá de lo intelectivo. Araceli de los Ríos anota: “La contemplación (Marías): destacar que una madre puede pasarse “ratos” contemplando simplemente, como duermen sus hijos. Las contemplaciones de los ejercicios ignacianos donde sólo se trata de gustar y sentir la escena, incluso participar de ella empleando la imaginación, se adaptan muy bien al modo de ser de la mujer”. Formadora En la encarnación, María asume un rol fundamental facilitando que el Hijo venga a nosotros, siendo la primera salvada entre las creaturas. Es la primera dignificada asumiendo su rol de educadora y madre de Dios. En el “Hagamos la redención del género humano” hay una segunda protagonista María, con su sí se hace corredentora. Sin dudas, su participación como maestra de Jesús habrá tenido mucho peso, ayudando a Jesús a desarrollar todo su potencial humano. Lo propio de la misión de la mayoría de las mujeres es formar personas y esta tarea implica escucha: a las quejas, a los sueños, a deseos de hijos o formandos. Incluso en tiempos tormentosos, en los que se ha roto la comunicación con alguno, escuchar lo que el Señor quiera decir en lo que va contando el entorno, escuchar desde los errores tratando de enmendarlos, pedir disculpas, disculpar, con perseverancia y paciencia pues crecimiento quiere decir proceso, quiere decir estar pendientes de los pasos que se van dando, alentar siempre, con confianza en el gran amor que El Señor tiene a cada uno de sus hijos y en la esperanza en que la Vida siempre gana.

Integralidad, lo holístico: “Ansi nuevamente encarnado”: porque Jesús es plenamente humano o plenitud de la humanidad, tanto el hombre como la mujer plenos deben encarnar al Hombre – Mujer Resucitado: El CRISTO. Los EE.EE. ofrecen al varón la oportunidad de desarrollar su lado femenino adquiriendo más cualidades que le facilitarán encarnar a Jesús: el hombre pleno, integrado, perfecto; en quien la ternura, los sentimientos, lo místico, la acogida y la creación se conjugan en perfecto equilibrio con su lado masculino profético, discerniente, disciplinado, firme en su misión, cumplidor de leyes; llevándolas a su plenitud por el amor, por la misericordia, la empatía con los más necesitados, a quienes acogerá con ternura y pasión por la justicia. Introspección El conocimiento interno de Cristo que por mí se hizo humano. Implica para la mujer su capacidad de introspección, vida del Espíritu, cauce de misericordia. Motivo de esperanza. También es una faceta que desarrolla la dimensión femenina de los EE. La mujer tiene en su baúl de cosas nuevas y antiguas esa capacidad de conocer intuitivamente y comprender las situaciones sin más información, interpretando realidades y detalles que le acercan a la esencia de las cosas y de las personas. Le permiten conocer otros aspectos maravillosos de Jesús como su indefensión, su necesidad de cariño, su ternura, características tan apremiantes en los crucificados de la historia. “No el mucho saber harta y satisface el alma sino el sentir y gustar las cosas internamente”. El/la acompañante, mediante los medios más pasivos, en los que simplemente se abre el corazón para que la gracia actúe en ella y la modele, podrá llevar al ejercitante a estar a la espera, con una pasividad activa que el ejercitante irá descubriendo dentro de sí mismo e irá integrándolo a su ser, en su camino de crecimiento hacia la plenitud humana. Esas cualidades femeninas ayudarán efectivamente en el acompañamiento de los EE. Son conocimientos existenciales más hondos y vivenciales que incluyen lo afectivo y sensorial, todo su ser descubre, se deja envolver, inundar, conducir por la realidad, desde un conocimiento desde el afecto para dar una respuesta a los desafíos de la vida cotidiana. Pablo Lamartée sj. (Curso Internacional para Acompañantes de Ejercicios, CEIA) explicaba como “Pedagogía del Conocimiento Interno de Cristo: la contemplación ignaciana, aplicación de sentidos, el reflectir, son otros medios que son especialmente ricos en la experiencia de EE.EE, que son muy afines a la mujer y que facilitan ese encuentro con el Señor y su proyecto para todos” Las meditaciones del Rey Eternal y la presentación de su proyecto de ir a la misión afectarán positivamente a la mujer pues le ayudará a encarar, a concretar una misión, a tomar decisiones con la firmeza y la seguridad que le aporta un ejercicio reglado. Le ayudará a pisar tierra, a transformar su compromiso. Luis Valdés sj. comenta que “El discernimiento: como herramienta le ayuda a la mujer a aclarar su afectividad que suele ser intensa y abundante”. Mary Carmen García, España agrega: “He de decir que la espiritualidad ignaciana me aporta en todas las facetas de mi vida un “modo y orden” que me facilita el contacto

permanente con Dios y me ayuda a mantener siempre viva la llama del Amor a los demás”. El siguiente fragmento está tomado de Margaret M. Sheldon. Discernimiento y decisión: La experiencia de las mujeres en los Ejercicios Espirituales. Diakonia. pp.46 52. Dic. 1997. “El discernimiento puede ser extremadamente difícil para una mujer que trata de vivir a partir de su propia verdad si sus decisiones encuentran mucha oposición. Esto se hará más agudo si la contrariedad viene de figuras de autoridad y ella ha sido anteriormente una persona conformista, confundiendo quizás su pasividad con la “voluntad de Dios”. El conocimiento intuitivo, es algo que es experimentado y sentido más que pensado, y a menudo emerge de la conciencia corporal. Las Reglas de Segunda Semana son de especial ayuda para guiar a distinguir lo genuino de lo fraudulento, porque podemos ser engañados cuando las cosas parecen ir yendo bien. Sin embargo el valorizarse dando el gusto a la gente, puede hacer sentirse feliz y confirmada si se sigue haciendo eso, ignorando así sus propias necesidades y deseos más profundos. Por lo tanto necesitamos desarrollar un observador interior que nos enseñe a notar, comprender, reflexionar, y recién entonces a tomar o rechazar. Los pasos para una madura toma de decisión, que debe preocupar mucho a las mujeres, incluirán: -Ser claro respecto a quién es, quien elige llegar a ser. -Consultar la propia imaginación e intuición tanto como todas las fuentes disponibles de sabiduría, incluyendo la Escritura, la Tradición, la experiencia común y personal; -Preguntar cuáles son las alternativas a la elección de esta acción -Preguntar cuáles son las consecuencias para todos los que están involucrados, porque las mujeres funcionan relacionalmente. -Tomar de hecho una decisión -Preguntarme a mí misma si estoy en paz con esta decisión -Reconocer que la ansiedad indica no estar preparada para tomar una decisión particular manifestada quizás en una suave excitación, más que en un legítimo placer por expresar mi ser más profundo. Encontrar la voluntad de Dios es asunto de tomar la mejor decisión creativa que yo pueda dentro de determinadas circunstancias: Dios me deja lo específico a mí. Dios nos ha dado nuestros deseos más profundos y éstos son su lugar de encuentro con nosotros” Los detalles: Traer la historia: Ver los detalles, todos tienen importancia, como mira Dios a la humanidad, de un modo muy femenino y ver cómo Dios es afectado por nosotros, cómo ve a María la nueva humanidad, visibilizar todas las circunstancias, traer las cosas de la vida misma; y sacar provecho… y reflectirlo, una operación también típicamente femenina, en nuestra vida. Reglas para ordenarse en el comer: la ayudarán a ordenarse en el uso de las cosas necesarias: ropas, diversión, internet, teléfono, en el dormir, comer, estudio, trabajo, también ordenarse en la donación de sí misma…

Comunicación - relación: (E.E.231) El amor consiste en comunicación de las dos partes, es a saber El amante dar y comunicar al amado de lo que tiene y de lo que tiene y posee, y así por el contrario el amado al amante. Que bueno reconocer que el amor tiene estas dos vertientes: el dar y el recibir; igualmente importantes pues el dar necesita del que recibe y viceversa; en ese diálogo del ser y del tener se descubre a Dios que quiere que se lo ame, nos necesita para ser “El Amor”, nos da y nos acoge; y nos invita a entrar en esa misma dinámica con “los otros” en los que habita el gran OTRO. Para ello nos eleva a su altura, de manera a establecer ese diálogo de Vida. Así amar y servir son formas sinónimas de relacionarse pues el servir no es otra cosa que dar, que amar. Y traducido a la vida laical significa amar y servir en cada instante de la vida cotidiana, en el ambiente donde se está; y si faltan manos para servir a todos; está la llamada a amar a cada otro (magis) con todo lo que se es y tiene, con un corazón abierto y atento a los más necesitados, con amor de madre, de esposa, de amiga, de hermana. María del Pilar Linde, Hija de Jesús, (“En todo amar y servir: con ojos de mujer…”) apunta: “Ayudar a que muchos “otros” amen y sirvan a los que no podemos llegar. Hablar de la espiritualidad encarnada en lo cotidiano, es enfocar la mirada hacia este plano existencial con un acercamiento directo y sencillo, a la huella y resonancia que deja la Contemplación para alcanzar amor. “solo desde la asunción de la propia trayectoria personal y la inserción en nuestro mundo cultural es posible amar y servir en todo, cada día” Ana Malo, Ecuador opina: Me parece que lo relacional, es una permanente en nuestra manera de estar y por tanto de ser en la Compañía. Las palabras de José Ignacio González Faus: “ser contemplativos en la relación” pueden identificar nuestro aporte particular. Aporte de la mujer a la espiritualidad ignaciana. Teresa González comparte: “lo individual frente a lo universal incorpora, sin lugar a dudas, lo femenino con mucha naturalidad a la espiritualidad ignaciana”. Luis Valdés sj. comenta que “Haría falta una relectura femenina de los textos ignacianos para descubrir más riquezas, como recuperar con más actualidad e historización la devoción mariana”. JL. Caravias sj. opina: “las mujeres tienen mejores cualidades para ser acompañantes de Ejercicios, por ser quizás más cercanas, comprensivas e intuitivas”.

Cómo transmitir la espiritualidad ignaciana a la mujer, en la opinión de laicas ignacianas Araceli de los Ríos sugiere “Fundamentalmente, desde la experiencia directa con la realidad, el trabajo diario, el conocimiento de la realidad del mundo a partir de experiencias de voluntariado (Martas), pero sin que falte la oración y la contemplación (Marías)”

Mary Carmen García dice: “yo destacaría los siguientes elementos como especialmente atractivos para una mujer en esta espiritualidad, · Ver el Amor de Dios en todos y en todo (contemplación para alcanzar amor). · Nuestra sensibilidad nos abre a reconocer en las personas y en las cosas con facilidad el Amor de Dios, no solo en las palabras.  No tomar decisiones de manera impulsiva.  Conocerse a sí misma a través de la evaluación permanente (examen).  Ir más allá en el servicio de todo corazón a los demás (Magis). Gracias a la espiritualidad ignaciana conseguimos herramientas y habilidades para  Desconectar de las distracciones diarias a fin de reflexionar sobre lo que es realmente importante. · Lograr la indiferencia: la libertad para responder a un mundo cambiante, sin apegos materiales o inmateriales”. Ana Malo – Ecuador, nos comenta: “Creo que las mujeres buscamos permanentemente el sentido de las actividades y la orientación que vamos dando en conjunto (hombres y mujeres) a lo que hacemos. Vale "abrir los ojos del entendimiento", como Ignacio, para mirar más lo femenino y abrir mayores espacios para ello, en un afán de magis ignaciano.” Mary Carmen García resalta: “San Ignacio es capaz de incitar a través de los Ejercicios Espirituales actitudes heroicas, de ingenio y decisión en la acción, como de reflexión, evaluación y amor absoluto, por lo que las actitudes más destacadas de nuestros caracteres se mezclan y potencian con tal de sacar de cada uno lo mejor para entregarlo a Dios. Creo que si San Ignacio viviera hoy en día seguro que habría pasado por alguna de las facultades de psicología moderna y habría terminado sugiriendo a los hombres que potenciaran su lado femenino y a las mujeres su lado masculino”.

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