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VIVENCIAS
DEL TERRORISMO QUE SE CRUZÓ EN MI VIDA
Pedro Tomás Vela
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© 2011 Bubok Publishing S.L. ISBN: DL: Impreso en España / Printed in Spain Impreso por Bubok Portada: Fotografía del monumento en el Parque de la Esperanza, en Zaragoza, en memoria de las víctimas del atentado terrorista de ETA, cometido en el año 1987 contra la casa cuartel de la Guardia Civil, en el que murieron 5 adultos y 6 niños. 2
En memoria de las víctimas del terrorismo y en solidaridad con aquellos que luchan para que se haga justicia.
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Índice
Introducción................................................................. 9 El día que asesinaron a Jiménez Abad.............. 13 El asesinato de Ernest Lluch................................ 25 Amenaza de bombas en las playas de Salou... 31 Asociación de ideas del subconsciente............. 39 El atentado de Carrero Blanco............................ 61 Incendio en el Hotel Corona de Aragón............ 69 Coche bomba en San Juan de los Panetes........ 77 Coche bomba en la casa cuartel de la Guardia Civil en Zaragoza...................................................... 81 5
Coche bomba en El Corte Inglés de Zaragoza.. 89 El secuestro de Ortega Lara.................................. 95 El asesinato de Miguel Ángel Blanco................. 99 El 11S....................................................................... 103 El 11M...................................................................... 115 Antes del 11M....................................................... 123
Negociar con terroristas..................................... 141 Epílogo...................................................................... 161 Epitafio..................................................................... 175
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Comencé a escribir este libro a mediados del mes de septiembre de 2011 y lo finalicé en el mes de diciembre. En esos cuatro meses ocurrieron algunos hechos relevantes, entre ellos los que marcan un posible final de la violencia terrorista, por lo que consideré oportuno incluirlos en estos recuerdos, utilizando como referencias diversas noticias de actualidad. Todas las referencias que aparecen escritas con letra cursiva, corresponden a transcripciones literales, parciales o completas, de noticias, informaciones y comentarios de opinión, publicados en internet por diversos diarios digitales. 7
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Introducción
En estos días que parecen ser los del ocaso de una banda terrorista que ha llevado el dolor a numerosas familias y la indignación a millones de ciudadanos durante más de cuatro décadas, parece un momento propicio para recopilar algunos de los recuerdos que dejaron una mayor huella en mi memoria, sobre aquellos acontecimientos que me tocó vivir de cerca y con mayor intensidad. Son recuerdos que van más allá del sentimiento que se producía con cada noticia de un nuevo atentado terrorista que, en ese momento, toca la fibra sensible más profunda, aquella donde el dolor, la rabia, la impotencia se unen y que dura mientras se asimila el acontecimiento, para después continuar con el devenir cotidiano, colmado de tareas, problemas, ilusiones y esperanzas.
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Cada experiencia fue muy dura, ya se tratara de un atentado con coche bomba que provocaba una gran masacre, o de un asesinato en el que se acababa con la vida de un ser humano con un disparo en la cabeza, o con la explosión de una bomba lapa colocada en los bajos de su coche. Sin embargo, algunas de esas acciones fueron vividas con una intensidad mayor, quizás por la cercanía del lugar en el que ocurrieron los acontecimientos, porque estuve muy cerca del escenario de los hechos, quizás porque a veces, sin saberlo, el destino nos guarda vivencias difíciles de comprender o de explicar, quizás porque en según qué situaciones, nuestro cerebro juega con nosotros, influido por las muchas experiencias dolorosas acumuladas. No soy una víctima del terrorismo pero tuve que soportar cada uno de sus golpes, como la mayoría de ciudadanos de este país, ya que en algunas de esas acciones de locura, me sentí como algo muy parecido a lo que se denomina con el nombre de daño colateral. Resulta imposible ponerse en el lugar de las víctimas, de los que sufrieron en sus personas el horror causado por esa locura y llegar a sentir el mismo dolor, o tener el mismo sentimiento de quienes se vieron directamente afectados, o de sus familiares, o de todos aquellos que perdieron a sus seres más queridos y necesitados. Los terroristas preparan y ejecutan sus acciones siguiendo órdenes de quienes les dirigen. Planifican y estudian todos los detalles, los objetivos, los lugares, las horas, los medios y las vías de huida. Y se olvidan de las consecuencias que van a causar con esas acciones, la muerte o las heridas de las víctimas, el dolor de sus familias, más los daños colaterales, como la indignación y la rabia que invade la mente de muchas personas, más los destrozos materiales en las vías públicas y en los edificios. Son las sinrazones de los que las quieren utilizar en forma 10
de vidas que han segado, en el dolor que han causado y con las amenazas de nuevas sinrazones. Sólo pueden ser los argumentos de la irracionalidad y el fanatismo, imposibles de comprender desde la lógica humana, para llegar a ejecutar esas terribles acciones que dejan huellas tan profundas en nuestras memorias y que nunca encontraran respuestas que las mitiguen o las borren. Resultaron ser experiencias en las que ocurrió algo especial, algo diferente, donde acaso las premoniciones, las asociaciones de ideas, o los hechos vividos con tanta intensidad, dejaron un rastro de recuerdos que iban más allá del hecho acontecido. Son esas las vivencias, acaso son tan solo meras anécdotas, las que quiero dejar escritas para un futuro que vaya más allá de nuestra propia existencia, descargarlas de la memoria y guardarlas para otros, consciente de que son recuerdos que pertenecen ya a la lejanía del pasado, para que de esta forma queden preservados y no caigan en el olvido, porque de la memoria resulta imposible que sean borrados. También por sentir la extraña sensación de que las acciones cometidas por ese terrorismo tan brutal, son de tal magnitud, que sus víctimas difícilmente van a ver resarcido en esta vida el daño que han recibido, por lo que la justicia por la que claman, la que ha de saciarles, ha de estar más allá, en otra vida, en otra existencia. Habrá que mantener por siempre en el recuerdo a todas las víctimas que causó el terrorismo en España, es un compromiso solidario que no puede caer en el olvido, como tampoco pueden caer en el olvido las acciones judiciales de cuantos asesinatos y asuntos siguen pendientes de resolver y de aclarar, por los que siguen reclamando justicia. 11
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El día que asesinaron a Manuel Jiménez Abad
En aquella época solíamos dar largos paseos en las mañanas de los domingos por diferentes lugares de la ciudad. Con el pretexto o el objetivo de hacer algo de ejercicio, a media mañana salíamos de casa, tomábamos una ruta al azar y comenzábamos a andar por las calles sin ningún rumbo fijado de antemano. Al cabo de una hora o poco más, dábamos media vuelta y regresábamos a casa por calles diferentes, para, de esa forma, evitar que las rutas se convirtieran en monótonas. Cada domingo caminábamos por barrios y calles diferentes, y de vez en cuando nos deteníamos a mirar los escaparates de algunas tiendas, como distracción para que los recorridos fueran más entretenidos. Un domingo, en el mes de mayo de 2011, salimos como de costumbre a caminar, y cuando ya nos habíamos alejado bastante de casa y teníamos que dar media vuelta y regresar, en la última calle que recorrimos, ocurrieron dos pequeños hechos o detalles que, sin saber porqué, llamaron mi atención. 13
Al poco de iniciar la calle, mientras caminábamos por la acera derecha, me fijé en un vehículo que estaba parado en una zona prohibida y con el motor en marcha. Estaba estacionado delante del arcén de acceso a un garaje o almacén, que tenía la placa de prohibición de aparcar. Estando ya muy cerca del vehículo, también me llamó la atención el color y la forma con la que estaba pintado. Era un todo terreno pequeño de color rojo, con el techo o la capota de color blanco. No recordaba haber visto antes la combinación de esos dos colores en un coche y menos en un vehículo de esas características. Cuando llegué a la altura del conductor, se encontraba con las manos al volante y mirando fijamente hacia la lejanía del fondo de la calle. Seguí mirándole durante unos segundos conforme iba caminando, y cuando ya estaba a punto de rebasarle, él me miró también, a los ojos. Su mirada duró unas décimas de segundo, e inmediatamente giró la vista y continuó mirando hacia delante, como si estuviera esperando que en cualquier momento, algún coche de los que estaban aparcados se pusiera en movimiento dejando un hueco libre, y así poder aparcar su coche en lugar permitido. Seguí caminando mientras pensaba que si era eso lo que estaba esperando, un lugar donde dejar bien aparcado el coche, para eso no hacía falta tener el motor en marcha, pues en el momento de observar que alguien accediera a un coche de los que estaban estacionados por delante, bastaban unos pocos segundos para encender el motor y salir a la calzada, evitando que otro vehículo se le adelantara y le quitara el aparcamiento. Apenas había dejado de pensar en ese incidente, que apenas tenía ninguna importancia, cuando un segundo coche volvió a llamar mi atención. Esta vez era un coche pequeño, un Renault Clío, que estaba aparcado al final de la calle, justo delante del paso cebra para los peatones 14
situado en el cruce con la calle transversal. Era el último vehículo aparcado en esa acera, y también me chocó el color con el que estaba pintado. Era de un color verde muy oscuro, poco frecuente, y no pegaba nada para un vehículo pequeño y preferentemente utilizado por gente muy joven. Cuando llegué a su altura, me fijé que en su interior había cuatro jóvenes, dos chicos delante y dos chicas en los asientos de atrás. Justo cuando ya pasaba por delante del coche, vi como una de las jóvenes, la que estaba en el asiento detrás del copiloto, hacía un movimiento brusco, abalanzándose sobre el asiento del joven que tenía delante, mientras los demás se reían, como si estuvieran bromeando. En aquél momento aquello me pareció raro, ver a esas horas de la tarde a cuatro jóvenes metidos dentro de un coche, cuando podrían estar divirtiéndose, por ejemplo en el bar que tenían al lado del vehículo, o tendrían que estar durmiendo en sus casas después de haber pasado toda la noche fuera, en discotecas o de fiestas. En eso estaba pensando, justo en el momento en que finalizaba la acera de aquella última calle, cuando giramos a la derecha y tomamos la calle que la atraviesa para iniciar el camino de regreso a casa. Pasarían unos pocos minutos más de la una de la tarde. Pasada la media tarde, estaba en casa sentado en el sofá, leyendo y escuchando la radio. Faltaban pocos minutos para que diera comienzo el partido de fútbol que aquella tarde jugaba el Real Zaragoza en el estadio de la Romareda. De repente cortaron la transmisión que se estaba emitiendo en directo ya desde el campo, para dar una noticia urgente, triste, trágica. Acababa de producirse un atentado terrorista en las calles de Zaragoza, en el que había habría resultado asesinado Manuel Giménez Abad, senador por Zaragoza y presidente del Partido Popular en Aragón. 15
Las primeras informaciones señalaban que habría recibido varios disparos por la espalda, dos de ellos en la cabeza, realizados por un joven que presuntamente pertenecería a la banda terrorista ETA. La retransmisión del partido comenzó puntual y con normalidad, aunque de vez en cuando la cortaban para informar de las novedades que se iban conociendo, ampliando los detalles de lo ocurrido acerca del trágico suceso. En una de esas informaciones señalaron el lugar exacto donde se había producido el asesinato. Los hechos habían ocurrido en la calle Princesa, cuando el Sr. Giménez Abad se dirigía al estadio de la Romareda a ver el partido de fútbol, en compañía de su hijo. Al escuchar el nombre de la calle me produjo un sobresalto, puesto que dicha calle estaba situada en la misma zona por la que habíamos pasado unas pocas horas antes. Incluso llegué a pensar que podía tratarse de la misma calle en la que había visto aparcados aquellos dos vehículos que habían llamado mi atención, por lo que inmediatamente comencé a recordar esos dos incidentes. Por alguna razón venían una y otra vez a mi mente, aunque pocos detalles más podía recordar de los que había retenido a primera vista, sobre la marcha, puesto que ambos encuentros fueron muy fugaces, apenas en el transcurso de unos pocos segundos. Llegaban nuevas informaciones que hacían subir el estado de mi inquietud, causando que mi mente volviera una y otra vez al mismo escenario en el que había estado al mediodía. El asesinato se había producido delante del hijo que había presenciado los hechos, y al parecer, había increpado al asesino, que sería un individuo muy joven y que en su huída se habría desecho de una peluca rubia, y habría recibido el apoyo de varios jóvenes, acaso tres, que le habrían facilitado la huida en dirección hacia la zona en 16
la que se encuentra la Universidad de Zaragoza, no muy lejos de allí. Traté de recordar el rostro del individuo que había visto sentado al volante de aquel pequeño todoterreno de color rojo con la capota blanca, pero no tenía ninguna seguridad en las imágenes que venían a mi mente. Acaso tenía el rostro estrecho, muy pálido y era barbilampiño. Quizás había en su rostro algo extraño que no acertaba a expresar. El pelo podía ser claro pero de ninguna manera podría imaginar si llevaba peluca o no; sin embargo su mirada fugaz dejó un rastro de ideas confusas, sus cejas y sus ojos eran oscuros, pero no podía concretar nada con seguridad, puesto que el dato que habían dado en la información sobre que llevaba una peluca podía estar interfiriendo en mis pensamientos con ideas imaginarias. De lo que si estaba más seguro era de aquella actitud como concentrada, muy tensa, por su mirada fija puesta hacia el fondo de la calle, de lo que deduje que estaba esperando, con una cierta ansiedad, que quedara algún hueco libre en esa calle, para sacar el suyo de la zona prohibida en la que estaba y dejarlo aparcado en un lugar permitido. Respecto del pequeño coche verde que había visto un poco más adelante, en la misma acera, apenas conseguía recordar pocas cosas más de que estaba estacionado justo delante del paso cebra, sin ningún otro vehículo aparcado por delante de él, y que dentro había dos chicos y dos chicas, de eso sí estaba seguro. Surgían algunos otros detalles que me parecían nimios, ya que no tenían apenas ninguna relevancia. Acudían a mi memoria aspectos poco concretos, como que aquellos cuatro muchachos eran muy jóvenes, y muy delgados, como algo menudos, al menos las dos chicas, es decir, me pareció que abultaban poco dentro de aquel coche, que ya de por sí era pequeño. Y quizás alguno de ellos o más de uno vestían ropa de 17
color azul, de estilo vaquero. Pero nada más, ni rostros ni más datos fiables que pudieran servir de referencia para recordar, en el supuesto caso de que llegara a publicarse la identidad de alguno de los autores de aquel asesinato. Y eso siempre suponiendo que aquellos muchachos tuvieran algo que ver con el trágico suceso que había ocurrido unas horas más tarde, en un lugar próximo a donde ellos se encontraban dentro de sus coches, aunque seguramente por aquella zona sí que habrían estado los verdaderos asesinos, y quién sabe si nos habríamos cruzado con alguno de ellos durante nuestra caminata. Porque en esos momentos, mientras trataba de recordar una y otra vez los detalles de lo que había observado durante la mañana, ni siquiera tenía seguridad del lugar exacto donde habían ocurrido los hechos. Lo supe unas semanas más tarde, cuando volvimos a pasar por aquella zona, a la que habíamos ido para comprar algo en una de las tiendas que había cerca, y nos acercamos hasta ver la situación exacta del lugar donde ocurrió, ya que a través de las fotografías que se publicaron en la prensa, no resultaba posible identificarlo con precisión. Fue entonces cuando pude verificar que la calle donde se había cometido el asesinato de Manuel Jiménez Abad, empieza justo enfrente a la calle donde estaban aparcados aquellos dos vehículos, y de hecho, aunque esas calles tienen nombres diferentes, son la prolongación de una misma calle, es decir, cambian de nombre en ese punto donde las corta la calle transversal. Los hechos habían ocurrido justo en la esquina situada al otro lado de la calle, frente a la esquina por la que nosotros habíamos girado aquella mañana para iniciar el camino de regreso a casa. Normalmente, aquellos dos pequeños incidentes los habría olvidado algunos días más tarde, como ocurre con otros acontecimientos similares. Tras haber asistido a la 18
manifestación de repulsa por aquel crimen, pronto habrían quedado en el rincón de recuerdos olvidados. Sin embargo, como si el destino tuviera preparada una sorpresa, ocurrió algo que motivó el que volviera a revivir aquellos acontecimientos, recordando una y otra vez todos aquellos detalles. Al día siguiente, lunes, a primera hora de la mañana, cuando llegué a mi lugar de trabajo vi algo que me resultó totalmente inesperado. Apenas habían transcurrido unos pocos minutos desde que había comenzado a trabajar, cuando al asomarme por una de las ventanas de mi despacho, vi que debajo, al otro lado de la calle y justo frente a mí, había un pequeño coche estacionado en una zona de aparcamiento privado, cuyo uso estaba reservado para determinados vehículos. Era un Renault Clío de color verde oscuro, exactamente igual al que había visto el día anterior. El hecho me produjo una cierta alarma y no menos preocupación, porque aquello parecía ser algo más que una simple coincidencia o una casualidad. Y es que tanto la zona de aparcamiento como el almacén donde estaban las oficinas en las que yo trabajaba entonces, se hallaban dentro de un pequeño polígono industrial, en el que había únicamente naves para almacenes y talleres, que estaba totalmente vallado y cuyos accesos eran privados y de carácter particular, por lo que las calles y las zonas de aparcamiento únicamente eran de acceso permitido para las personas que trabajaban en dichas naves, para los vehículos de carga y descarga, y para los vehículos de particulares que se desplazaban hasta allí para realizar visitas o hacer gestiones puntuales. Por lo general, aquel aparcamiento solía estar vacío de coches casi todos los días, especialmente a aquellas horas, y si algún vecino que vivía en la zona cercana al polígono, aparcaba circunstancialmente su vehículo en 19
aquel lugar, lo retiraba de madrugada para ir a su trabajo. Por otra parte, las personas ajenas y los vehículos de transporte, que acudían diariamente por el polígono, aparcaban sus vehículos durante un corte periodo de tiempo, es decir, que en aquel aparcamiento, por lo general, solía haber muy poco movimiento y los coches que estacionaban allí ocasionalmente, lo hacían por un tiempo relativamente breve. Pero aquél coche permaneció aparcado durante toda la mañana, y al finalizar la jornada de trabajo, sobre las tres de la tarde, continuaba en el mismo sitio, por lo que cuando me marché de allí seguía dándole vueltas a todos aquellos hechos que habían acontecido el día anterior. Al día siguiente, cuando llegué de nuevo a mi trabajo, vi que el choche seguía aparcado en el mismo lugar, lo cual ya empezaba a resultarme algo más que sospechoso, pues lo normal hubiera sido que el propietario lo hubiera retirado como mucho a lo largo de la tarde anterior. No era nada normal que un coche permaneciera aparcado en esa zona durante todo un día entero. Pero fueron dos, tres, cuatro, los días que pasaron y el coche seguía allí, inmóvil, como si lo hubieran dejado abandonado. Así que terminé por creer que aquella circunstancia podría ser algo más relevante que una simple casualidad, y tomé la determinación de que lo más conveniente sería avisar a la policía y comunicarles esa incidencia. Si el coche y su propietario vivían por aquella zona, y por circunstancias extraordinarias lo tuvieran estacionado allí durante todos esos días, nada tendría que ver con el atentado cometido cuatro días atrás, por lo que no habría ninguna consecuencia, pero por otra parte, si existiera alguna conexión, denunciar aquel hecho podría servir para aportar alguna colaboración. Por lo demás,
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aquél coche llevaba estacionado varios días en una zona privada y por tanto no debería estar allí. Habrían pasado un par de horas desde que llegué a trabajar, cuando finalmente llamé por teléfono a la policía. Enseguida me atendió un agente al que le fui comentando mediante un breve relato, lo que había visto en la mañana del domingo anterior, el paseo por el lugar de los hechos, los dos coches aparcados, los muchachos que había dentro de los coches, etc. Mientras hablaba, yo notaba por sus breves respuestas que todo aquello no tenía ninguna relevancia para el agente, incluso creí que me estaba escuchando con cierta desgana, pero cuando le comenté la circunstancia de aquel coche verde llevaba cuatro días aparcado en un aparcamiento privado, que habitualmente solía encontrarse vacío, que lo tenía delante de mí y que tenía todas las pintas de estar abandonado, su interés se hizo más patente. Me hizo algún comentario valorando que los datos que yo le había contado no servirían de nada, pero que si aquel coche tuviera alguna relación con los hechos, podría servir para tirar de él y seguir alguna pista, así que me pidió que le facilitara el modelo y la matrícula del coche. Le dí esos datos y me despedí del agente, deseando que les resultara de alguna utilidad. Al día siguiente, viernes, al entrar en el polígono, lo primero que hice fue mirar el aparcamiento y vi que estaba vacío. El coche ya no estaba allí. Pensé que tenía que ser demasiada la casualidad de que el propietario lo hubiera retirado justo en la tarde anterior, después de haberlo tenido aparcado durante cinco días seguidos sin tocarlo. También pensé que si la policía hubiera detectado algún indicio o sospecha, se habrían desplazado hasta allí para retirarlo y hacerse cargo de él. Pero eso era algo que nunca llegaré a saber.
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Durante aquella mañana del viernes, ni en los días posteriores, no tuve noticia de que se hubiera producido algún incidente, sobre que en la tarde anterior hubiera estado por allí la policía retirando algún vehículo, que sin duda habría dado lugar a comentarios entre las personas que trabajaban en el almacén o en las otras naves del polígono. Si se hubiera producido un hecho semejante en aquel lugar, seguramente los comentarios se habrían extendido y nos habríamos enterado. A menos que la policía lo hubiera retirado durante la noche, con total sigilo y con todas las precauciones. Han pasado ya muchos años desde aquel trágico asesinato y el autor todavía no ha sido identificado, ni detenido, ni juzgado por ello. En los días siguientes apareció publicado en algún periódico un retrato robot del presunto asesino. Vi aquel rostro dibujado que no me sugería nada, y de haber tenido relación con alguno de los muchachos que estaban dentro de aquellos dos vehículos aquella mañana del domingo, no podría haber aportado absolutamente nada, puesto que aquel dibujo nada me decía que hubiera podido servir para recordar el rostro de un muchacho, que vi concentrado al volante de un coche, con el motor en marcha, con la mirada fija puesta en la lejanía de la calle, y que me miró a los ojos durante unas décimas de segundo. En todo este tiempo he visto publicadas en varias ocasiones, noticias en las que se citaban los nombres de dos terroristas que habrían sido juzgados como presuntos colaboradores de aquel crimen, por haber sido los activistas que habrían recogido y facilitado la información que posibilitó la comisión del atentado a otros terroristas. El hecho es que nadie fue detenido ni juzgado por serle imputado aquel asesinato. Han pasado los años y el crimen sigue impune. En este caso se daría la triste ironía de que un asesino, hubiera podido eludir la acción de la 22
justicia gracias a una peluca rubia, y a que tenían bien planificada la estrategia para huir rápidamente del lugar de los hechos, tras haber cometido el crimen. Siempre me quedará el recuerdo de aquella mañana de domingo en la que, la casualidad o el destino, hizo que llegáramos caminando hasta el final de aquella calle, hasta aquella esquina contigua, en la que unas horas más tarde unos terroristas cometerían un horrible asesinato. Transcurridos unos cuantos años desde que se cometió ese asesinato, se construyó en Zaragoza un gran puente sobre el río Ebro, singular y moderno, al que pusieron el nombre de Manuel Giménez Abad, en su memoria. Es un gran puente que conecta ambas riberas mediante una avenida que se conoce con el nombre de Tercer Cinturón, con amplias calzadas de tres carriles y que constituye desde entonces unas de las arterias que rodea la ciudad, facilitando un tráfico fluido. Hace varios años que cambié mi domicilio al barrio en el que está situado dicho puente, por el cual paso con el coche con bastante frecuencia. En ocasiones mi mirada se desvía hacia al cartel con el que se anuncia el nombre del puente y pienso que muchos usuarios, con el paso del tiempo, desconocen el terrible acontecimiento que acabó con la vida de la persona, en cuya memoria, dicho puente lleva su nombre. Manuel Giménez Abad, fue un hombre bueno que ejerció la docencia en varias universidades, un político sencillo, popular, asesinado por ETA de dos disparos en la cabeza, una tarde cuando se dirigía al campo de la Romareda en compañía de su hijo, a ver un partido de fútbol del Real Zaragoza. 23
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El asesinato de Ernest Lluch Habíamos viajado hasta Barcelona en la mañana de un domingo del mes de noviembre del año 2000, para visitar una de esos encuentros de manualidades que las asociaciones de mujeres presentaban en una calle de esa ciudad, muy cercana a las Ramblas. Periódicamente hacíamos viajes como ese a distintas localidades cercanas a aquella ciudad, donde suelen tener lugar esta clase de eventos. Los viajes eran siempre en autobús y con ida y vuelta en el mismo día. La mañana la dedicamos a recorrer las mesas y los puestos de ventas de artículos relacionados con las manualidades, viendo como las mujeres realizan algunos de sus labores delante del público. Cuando finaliza el encuentro nos vamos a comer a algún restaurante cercano y tras un pequeño descanso, dedicamos la tarde a recorrer lugares típicos de la ciudad, mientras nos vamos acercando hasta la estación para tomar el autobús de regreso a nuestra ciudad. 25
Aquella mañana de domingo, al finalizar el recorrido entre las mesas donde las mujeres trabajaban en sus labores, y por los puestos de ventas, salimos en dirección a las Ramblas para buscar un restaurante donde comer. Al terminar de recorrer una de las bocacalles que finaliza en dicho paseo, vimos que se había producido una retención con varios vehículos detenidos en la calzada, por lo que nos dispusimos a cruzarla por aquel mismo lugar, evitando tener que desplazarnos hasta la zona donde estaba el semáforo, y pasamos directamente hasta la zona del paseo, para lo cual tuvimos que pasar entre los coches parados por el atasco. Cuando pasaba justo por delante de uno de aquellos coches, me fijé en el individuo que ocupaba el asiento delantero del copiloto. Estaba sentado en una postura que llamaba mucho la atención, estaba totalmente recostado sobre el respaldo que tenía desplazado hacia atrás de una forma muy pronunciada, y tenía las piernas muy abiertas, de forma casi exagerada. Como vulgarmente se diría estaba literalmente ‘espatarrado’ sobre el asiento. Le mire a la cara y vi como aquel individuo también me estaba mirando a mí. Me miraba fijamente a los ojos. Su mirada era dura, desafiante, como la de una persona muy segura de sí misma, pero en aquella mirada había algo extraño, parecía como si me estuviera perdonando la vida, y mantuvo esa mirada fija en mis ojos durante los segundos que duró mi maniobra hasta que terminé de sortear el vehículo. Terminaba de pasar y justo un instante antes de dejar de mirarle a los ojos, un pensamiento acudió a mi mente como un relámpago: ¡Vaya pinta de terrorista que tienes, majo! Pensé para mí. Me pareció que su actitud era entre chulesca y desafiante, propia de individuos que se creen que están por encima de sus congéneres, por el mero 26
hecho de sentirse jóvenes y fuertes, o por esa fuerza irracional que se autotransmite por el simple hecho de llevar una navaja en el bolsillo, por ejemplo. Olvidé aquel incidente apenas unos minutos después, mientras caminábamos hablando sobre la dirección en que teníamos que ir para encontrar un restaurante donde comer. El resto de la tarde transcurrió tranquilamente, caminando entre los amplios paseos de esa ciudad en dirección a la estación de autobuses, donde tomaríamos el autobús de regreso a Zaragoza. Dos días más tarde, el martes, los informativos de la tarde dieron la noticia de que se había cometido un nuevo atentado terrorista en Barcelona. El ex‐ministro socialista Ernest Lluch había sido asesinado de dos disparos en la cabeza, cuando regresaba a su domicilio tras su jornada de trabajo en la Universidad. Los autores habrían sido dos terroristas de ETA que le habrían estado esperando escondidos en el aparcamiento subterráneo del edificio. Nada más escuchar aquella noticia, acudió a mi mente el recuerdo del pensamiento que se produjo dos días antes, cuando estuvimos en esa misma ciudad. La palabra ‘terrorista’ surgió espontáneamente de nuevo en mi pensamiento, por el simple hecho de recordar haber visto a aquél individuo sentado en un coche, con una postura provocativa y con una mirada desafiante. Seguramente aquel sujeto nada tendría que ver con los hechos acaecidos dos días después, pero la asociación de ideas que bullían en mi cerebro, entre el recuerdo del incidente y el asesinato de aquel político, resultaban evidentes. De nuevo sentí la sensación de haber estado cerca del escenario de los hechos, del lugar donde habrían estado los terroristas asesinos, aunque lo más probable era que durante todo el día del domingo, se encontraran escondidos en su guarida, planificando cada detalle del 27
horrible crimen que iban a cometer, el objetivo, la hora, el lugar, y la ruta de huída para evitar ser detenidos. También cabe la posibilidad de que aquella mañana se hubieran dado algún paseo por la ciudad, cruzándose con los ciudadanos en los que, por otra parte, para nada iban a despertar las menores sospechas acerca de sus terribles propósitos. Las siguientes noticias que se produjeron en relación con el atentado, informaban también de la explosión de un coche bomba, que habría ocurrido en un lugar solitario y que no habría causado ningún daño. Al parecer podría tratarse del vehículo que habrían utilizado los asesinos y que habrían explosionado para eliminar todas las huellas. Traté de recordar algún otro detalle más sobre aquel incidente ocurrido el domingo anterior. Tan solo acudían los recuerdos de aspectos borrosos y nada significativos. Un coche de color más bien oscuro, del que no había reparado ni en la marca ni en el modelo. Un individuo sentado de una forma llamativa en el asiento del copiloto. Probablemente tenía la barba de varios días y el pelo de color oscuro, peinado con descuido. El pantalón podía ser de estilo vaquero, probablemente de color oscuro. Y pocos detalles más, como que en aquel vehículo viajaban dos personas. Han transcurrido muchos años y durante todo este tiempo nunca tuve noticia de si de aquel asesinato habían sido detenidos y juzgados los autores. Lo cierto es que si la noticia se produjo en algún momento, coincidiría con alguna circunstancia personal por la que en aquellos días, mientras estaba fuera, en algún viaje quizá, por lo que no leería la prensa o no vería los informativos. Desconozco si este caso es uno de los muchos asesinatos cometidos por los terroristas de ETA que siguen pendientes de resolver por la justicia. 28
Por razones que no alcanzo a comprender, aquel horrible asesinato quedó ligado para siempre al recuerdo de aquél incidente que me ocurrió en las Ramblas de Barcelona, una mañana de domingo, cuando al cruzar por delante de un coche en el que había un individuo con un aspecto extraño, con una mirada provocativa y desafiante, hizo que aflorara en mi mente la palabra ‘terrorista’. Ernest Lluch, en la época en que se dedicó a la política fue ministro socialista de Sanidad, y durante su mandato se construyó en la ciudad de Calatayud un amplio centro de salud, para atender las necesidades sanitarias de los habitantes de la ciudad y de las poblaciones de la comarca, al que pusieron su nombre. Desde que sucedió su asesinato he tenido ocasión de pasar por ese centro en varias ocasiones, por diferentes motivos, y siempre he visto esa placa que hay en la entrada que conmemora la inauguración del centro, y en la que figura su nombre. Muchas personas que acudirán a ese centro sanitario y verán esa placa y el nombre, desconocen o habrán olvidado que Ernest Lluch Martín fue un hombre bueno, un gran humanista, inteligente y culto, un político sencillo, socialista, brutalmente asesinado por dos terroristas de ETA en el garaje de su domicilio, una tarde cuando regresaba de su trabajo como catedrático de la Universidad de Barcelona y estaba retirado ya de la vida política.
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Amenaza de bombas en las playas de Salou Era el mes de Julio del año 1996 y como muchos otros veranos, habíamos ido a pasar unos días en la playa junto con nuestra hija. Nosotros nos alojamos en un aparthotel de Vilafortuny, justo al lado de Cambrils, en Tarragona. Por otra parte, nuestra hija se quedó en Salou, en el apartamento de unos vecinos nuestros, en compañía de su hija que tenía su misma edad. Cada mañana durante esos días, nos levantábamos temprano y tras desayunar, bajábamos muy pronto a la playa. Regresábamos a la hora de comer y pasada la media tarde, íbamos paseando por la larga avenida que atraviesa Vilafortuny que corre paralela a la playa, hasta llegar el apartamento de Salou, a pasar el resto de la tarde con nuestra hija y nuestros vecinos.
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Llevábamos ya unos cuantos días, cuando una de las mañanas al bajar a la playa, habitualmente con muy pocas personas a esas horas tan tempranas, nos encontramos con que había allí dos personajes que me llamaron la atención. Se trataba de una mujer vieja y de un niño pequeño. A primera vista parecían ser la abuela con su nieto. Pero lo que llamaba la atención no era eso, sino sus vestimentas que para nada aparentaban ser las idóneas para estar en una playa. La mujer vieja iba vestida con un largo faldón oscuro que le llegaba hasta los pies y una especie de jubón claro con las mangas cortas. Por aquella vestimenta que llevaba, se asemejaba bastante a una de esas mujeres gitanas mayores que siguen utilizando la misma forma de vestir, a la misma usanza que hace muchos años. Cuando yo era niño recuerdo que todas las mujeres gitanas mayores siempre iban vestidas de forma parecida. Por eso resultaba chocante ver una mujer que no era de esa etnia, en una playa con esa vestimenta. El niño que la acompañaba tenía el pelo rubio. Tendría unos cinco o seis años y vestía con un pantalón estilo pirata hasta las rodillas, parecido a las bermudas y con una camiseta blanca de tirantes por fuera. Aparentaba estar poco aseado o como desaliñado. Desde luego, ninguno de los dos personajes llevaba una ropa apropiada para pasar un día en la playa. Y tampoco portaban ningún tipo de enseres propios de estar en la playa, como alguna bolsa, toallas, juguetes... el niño jugaba con la arena mientras la vieja permanecía en pie cerca de él, mirándole. Habrían transcurrido apenas unos quince o veinte minutos cuando apareció una mujer joven que se acercó hasta ellos y también llamaba la atención porque tampoco llevaba una indumentaria adecuada para estar en la playa, ya que vestía de una forma desaliñada, con una especie de camiseta de tirantes y unos pantalones tipo pirata, hasta 32
un poco por debajo de la rodilla. Tenía el cabello oscuro y largo, con un peinado como descuidado, del que colgaban una especie de trenzas despeluchadas en uno de los laterales. Parecía ser la madre del niño, aunque tampoco iba preparada para pasar el día en la playa, ya que no recuerdo que portara ninguna bolsa playera o algo similar. Estuvo hablando durante unos pocos minutos con la mujer vieja, permaneciendo ambas de pie, mientras el niño seguía jugando solo en la arena. A los pocos minutos, apenas diez, apareció un joven con aspecto igualmente descuidado. Tenía el pelo largo, de color claro como desteñido, iba mal peinado, y el estilo de la ropa que vestía era muy similar al de la mujer joven que había llegado minutos antes. Desde luego que ninguno de los cuatro tenía aspecto de que iban a pasar el día en la playa. Los dos jóvenes estuvieron hablando entre sí durante un par de minutos, mientras continuaban de pie, y a continuación todos comenzaron a caminar alejándose por la playa y pocos minutos más tarde habían desaparecido de aquella zona en la que nos encontrábamos. Todavía no serían las diez de la mañana, de ahí mi extrañeza de que estuvieran allí desde tan temprano y de que se hubieran marchado tan pronto. Transcurrió el resto de la mañana de manera tranquila, como en los días anteriores, con la única incidencia de que sobre el mediodía, comenzaron a escucharse los sonidos de las sirenas de algunos vehículos de emergencias que pasaban en varias ocasiones por la avenida que recorre la localidad, y que en aquél lugar, pasaba justo entre el aparthotel y la zona de la playa en la que seguíamos tumbados en la arena tomando el sol. Cuando regresamos al aparthotel, a la hora de comer, observamos que había un movimiento inusual por las 33
zonas de recepción y de la cafetería. Se veían por allí más personas que de costumbre y daba la impresión como si estuvieran conversando sobre algo que hubiera ocurrido, algún accidente o alguna desgracia. Se escuchaba como un murmullo de fondo que no era habitual, ni por la hora ni por el lugar, ya que a esas horas la mayor parte de los residentes en ese hotel solían estar en el restaurante, o descansando tranquilamente en la zona de la piscina. Enseguida nos enteramos de lo que se trataba, se había producido un atentado terrorista no muy lejos de allí. Según nos comentaron, habría estallado un artefacto en el cercano aeropuerto de Reus, produciendo un número todavía indeterminado de heridos. Los más afectados habían sido algunos turistas extranjeros, ingleses, creo que dijeron en esos momentos. Al parecer era obra de la banda terrorista ETA que renovaba una vez más sus campañas de atentados en zonas turísticas, y en esta ocasión había coincidido justo en la zona de la costa donde nos encontrábamos veraneando ese año. Durante las siguientes horas, escuchamos bastantes movimientos de vehículos policiales y de la guardia civil, por el sonido de las sirenas de los coches que iban y venían por la cercana avenida, desde Salou a Cambrils o viceversa. Después de comer y tras haber reposado un rato, nos dispusimos a salir para ir paseando hasta Salou a ver a nuestra hija, como habíamos hecho en los días anteriores. Fue en el momento en que íbamos a salir del aparthotel, cuando nos enteramos que el atentado no había sido la única acción que habían llevado a cabo los terroristas esa mañana. Al parecer se habrían recibido también llamadas telefónicas con amenazas de bombas que habrían sido enterradas en las playas de Salou y colocadas en algunos hoteles de la zona.
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En ese momento la inquietud se apoderó de nosotros, porque las amenazas nos afectaban de alguna forma y la situación parecía volverse bastante tensa, a tenor de los movimientos constantes de los vehículos policiales. En aquella época no teníamos teléfonos móviles como en la actualidad, ni tenían teléfono en el apartamento, por lo que no podíamos comunicarnos con nuestra hija ni con nuestros vecinos, por lo que comenzamos a caminar rápidamente por la acera de aquella larga avenida que atraviesa Villafortuny y que conducía directamente hasta la zona de Salou donde se encontraba el apartamento de nuestros vecinos. Apenas habíamos caminado unos quinientos metros, cuando nos encontramos con numerosas personas que estaban agrupadas en la calle, sobre las aceras. Muchas de ellas iban vestidas con indumentarias propias de estar en la habitación del hotel, como en pijama o con batas, y en zapatillas, lo cual nos llamó poderosamente la atención. Enseguida vimos que se trataba de los huéspedes que habrían salido de un hotel situado en la acera de enfrente a la que nosotros íbamos caminando. Mientras pasábamos entre el grupo de personas, se escuchaban conversaciones y murmullos entre los corrillos que se habían formado y se notaba un cierto tono como de enfado y protesta, a la vez que una evidente tensión, quizás producida por los nervios propios de quienes habían tenido que abandonar urgentemente sus habitaciones. Casualmente, entre los numerosos grupos de gente, nos encontramos con dos personas que conocíamos, eran un matrimonio que estaban veraneando esos días, y que se encontraban alojados precisamente en aquel hotel. Se trataba de un compañero de trabajo y de su esposa, que enseguida nos contaron lo que estaba ocurriendo. También se les notaba nerviosos y preocupados, con cierto enfado, y de una forma apresurada nos dijeron que 35
habían tenido que salir rápidamente de las habitaciones porque se trataba de una amenaza terrorista, ya que se había recibido una llamada telefónica avisando de la colocación de varias bombas en algún lugar de aquel hotel, por lo que la policía les había ordenado el desalojo urgente, y que no les habían dejado tiempo ni para cambiarse de ropa, por lo que habían tenido que salir de las habitaciones con lo que llevaban puesto. Justo en aquellos momentos la policía estaba registrando el hotel para comprobar si la amenaza era cierta o se trataba de una llamada falsa. Por nuestra parte les contamos las amenazas de los terroristas que se habían producido por la colocación de bombas en las playas de Salou, y la preocupación que teníamos en lo referido a la situación de nuestra hija que se encontraba allí, en el apartamento de unos vecinos con la hija de éstos, y que precisamente en esos momentos nos dirigíamos hacía allí para verlos, comprobar que estuvieran bien y poder tranquilizarnos. Nos marchamos rápidamente del lugar, y al llegar al apartamento de nuestros vecinos pudimos comprobar que ellos no habían tenido ningún problema y que todos estaban bien. Efectivamente, cuando estaban en la playa se enteraron de que se había producido una amenaza terrorista por la colocación de paquetes con bombas en las playas, y que enseguida llegó la policía y les habían ordenado desalojarla, y que habían visto como a lo largo de toda la mañana los guardias civiles habían estado buscando entre la arena intentando localizar algún paquete sospechoso, aunque infructuosamente, ya que no llegaron a encontrar ninguno. Todo parecía indicar que se habría tratado de una llamada falsa, pero que había causado gran alarma y el natural desasosiego y enfado en todas aquellas personas que habían ido a pasar el día tranquilo en la playa, y que se habían tenido que marchar 36
rápidamente y con un buen susto, al ser desalojados por esa amenaza terrorista. Cuando regresábamos al aparthotel por la noche, nos enteramos de que, efectivamente, en uno de los lavabos del hotel en el que se había producido el desalojo por la tarde, los terroristas habían colocado algún paquete con explosivos y que habría sido explosionado de forma controlada por la policía, causando únicamente pequeños daños materiales, además del lógico susto y la natural indignación entre los huéspedes que se encontraban alojados en aquel hotel, la mayoría de ellos extranjeros. Durante aquella tarde, hubo varios momentos en los que a mi mente acudió una y otra vez el recuerdo de los cuatro personajes extraños que, esa misma mañana, me habían llamado la atención en la playa. Desde luego, que a cualquier persona le podrían haber parecido sospechosos, especialmente los dos jóvenes, a los que por sus pintas se les podría aplicar un perfil similar al de dos activistas de una banda terrorista. Pero aquella conclusión no dejaba de ser fruto de una mera impresión superficial, puesto que únicamente era determinada debido al aspecto físico y a sus extraños movimientos, aunque desde luego, junto con la mujer vieja y el niño rubio, no encajaban con la imagen de un matrimonio con su hijo y la madre de uno de ellos, que estuvieran pasando juntos un día de verano en la playa. Si alguna vez me acuerdo de la angustia que pasamos en la tarde de aquel día, siempre me viene a la memoria la imagen extraña de aquellos cuatro personajes. Al día siguiente conocimos nuevas noticias de otras acciones que habrían llevado a cabo los terroristas. Se trababa de más paquetes con explosivos que al parecer habían colocado en otros dos hoteles de Salou, aunque en esos dos casos, los explosivos también fueron localizados y desactivados por la policía sin producir daños. 37
Nos causaron una honda preocupación durante las horas que transcurrieron tensas y lentas aquella tarde, desde que tuvimos las noticias de las amenazas de los terroristas hasta que pudimos encontrarnos con nuestra hija. Nos produjeron la natural indignación y repulsa por aquellos atentados perpetrados por los terroristas de ETA aquel día, que no dejan de ser los mismos sentimientos que se generan en millones de ciudadanos cada vez que ocurre un nuevo atentado. De cualquier forma estos son los recuerdos que me quedaron de aquél día. Estuvimos en el mismo escenario en el que se movieron los terroristas y quién sabe si llegamos a cruzarnos con ellos. Esas acciones perpetradas en zonas de playas donde en los meses de verano se encuentran abarrotadas de turistas, muchos de ellos extranjeros, formaban parte de las “campañas veraniegas” que durante unos cuantos años protagonizaron los terroristas de ETA contra los intereses turísticos en diversas zonas costeras del Mediterráneo. 38
Asociación de ideas en el subconsciente Hubo una época en la que experimenté algunas vivencias que me hicieron llegar a creer que iban más allá de lo que podrían considerarse como acontecimientos normales. Unas formaron parte de mi vida personal más íntima, otras tuvieron relación con acontecimientos que bien pueden ser considerados como extraordinarios, bien porque causaron un fuerte impacto general debido a que tuvieron una gran repercusión social, o bien por el impacto mediático que causaron debido a la popularidad de los personajes que los protagonizaron. En cualquier caso fueron vivencias cuyos significados son difíciles de explicar porque, de alguna forma, resultan imposibles de comprender. Acaso porque parecieron ser premoniciones de algo que iba a acontecer. Eran como llamadas de atención, pequeños detalles que en algún 39
momento resaltan en la mente sin comprender el porqué, y sin poder saber que llegarán a tener alguna relación con algo que va a acontecer en el futuro, con lo que ocurrirá posteriormente en la realidad. Pero una vez que han ocurrido esos acontecimientos, casi de una forma instantánea e inevitable, aparecen en la mente los recuerdos de aquellas señales percibidas con antelación, y sin comprender la razón, se unen, se asocian, como si esas señales premonitorias y los acontecimientos tuvieran un nexo de unión que el tiempo ha anticipado sin que comprendamos la causa. De muchas de aquellas vivencias quedaron recuerdos guardados para siempre en la parte más profunda de mi memoria. Algunas de esas vivencias que fueron de naturaleza similar, las pude experimentar en acontecimientos que estuvieron relacionados con el terrorismo, quizás porque estuve cerca de los lugares donde acaecieron o quizás porque, sencillamente concurrieron circunstancias que desbordan nuestra imaginación. Fueron algunos sucesos extraños, presentimientos incomprensibles, señales anticipadas de algo que luego ocurrió con posterioridad, y que cuando un hecho se produjo en realidad, la señal surgió a la mente y ambos quedaron vinculados para siempre en el recuerdo, aunque al fin y al cabo, fueron hechos que pueden considerarse mejor como pequeños incidentes, como meras anécdotas. Estos fueron algunos de ellos.
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Ataque con lanzagranadas contra el aeropuerto de Zaragoza Desde hacía varios años, durante las mañanas de los fines de semana, me gusta practicar con la bicicleta de montaña. Es una buena forma de hacer algo de ejercicio y a la vez disfrutar de la naturaleza, buscando siempre aquellos recorridos que transcurren por el campo. Una de las zonas hacia donde me suelo desplazar para hacer esos recorridos está situada en los pinares de Venecia, en los montes de Torrero, donde existen numerosas pistas de tierra con desniveles, subidas y bajadas con diferentes exigencias, y que además, ofrecen la posibilidad de realizar rutas muy diversas, variándolas en función del estado de forma en que uno se encuentre en cada momento, con la finalidad de poder regular los esfuerzos. Una mañana de domingo iba pedaleando con la bicicleta por una de esas pistas, cuando al pasar por una zona donde hay muchos pinos, observé que había un individuo que estaba en la posición de agachado, como de rodillas, detrás de uno de los pinos situados junto al lado izquierdo de aquella pista. Cuando detectó mi presencia y vio que me acercaba hacia donde estaba él, realizó un movimiento instintivo con su mano derecha, como si hubiera querido ocultar lo que tenía fuera de mi vista. Un instante antes de mirarme, vi como tenía la mano derecha a la altura de su cara, y al verme realizó un movimiento instantáneo de forma que bajo su mano hasta ponerla detrás de su pierna derecha que, en la posición agachada en que se encontraba, la tenía doblada por la rodilla, mientras que la otra rodilla estaba apoyada en la tierra y su mano izquierda la tenía sobre el pino. 41
Sentí la remota impresión de que lo que tenía en la mano derecha eran unos prismáticos, con los que estaría mirando hacia el cielo, en la dirección que en ese lugar se abre un claro entre los pinos situados en aquella parte de la pista. Aquél individuo siguió mirándome durante los segundos que transcurrieron desde que detectó mi presencia hasta que le sobrepasé. Seguí pedaleando sin volver la mirada hacia atrás, despreocupándome de lo que estuviera haciendo, cuando apenas unas decenas de metros más adelante, al girar una curva a la izquierda, vi una pequeña furgoneta roja que estaba estacionada en el lateral derecho de la pista, y la tuve que sortear despacio, pues el piso en aquel tramo es muy irregular, con muchos baches y piedras, por causa del agua que corre cuando llueve. Este nuevo detalle también me causó extrañeza, pues como he señalado, se trataba de una pista muy irregular y algo abrupta, con muchas piedras y desniveles, poco adecuada para transitar con vehículos, y cuyo acceso se hace desde una cercana carretera asfaltada, situado a unos cincuenta metros del lugar en el que estaba parada la furgoneta, y hacia donde me dirigía para seguir mi recorrido por la pista que continúa al otro lado de dicha carretera. Me resultó extraño el hecho de que hubiera utilizado aquella pista para acceder con un vehículo, porque nunca antes había visto ningún vehículo transitar por esa parte de la pista, y porque además, muy cerca de allí hay varios accesos más a pistas mejor acondicionadas, ya que tienen el firme de tierra en mejor estado y por los que es frecuente ver vehículos circulando o aparcados. Fue entonces, al ver aquella furgoneta aparcada, cuando empecé a pensar durante algunos minutos qué sería lo que aquél individuo estaría haciendo o mirando, porque sin duda tenía algo en la mano que había ocultado instintivamente nada más detectar mi presencia. 42
Seguí por aquella ruta y al finalizarla dí media vuelta para regresar, por lo que apenas media hora más tarde volví a pasar por el mismo lugar, viendo que la furgoneta ya no estaba. Unos metros más adelante, al acercarme al lugar en el que había visto al individuo, miré hacia el claro de cielo que se abre entre los pinos, que era hacia donde me pareció ver que estaba mirando él. En ese momento se cruzó por mi mente un pensamiento, al recordar que desde aquel punto y a través de ese claro entre los pinos, apuntaba directamente hacia el corredor por donde pasan los aviones que se disponen a aterrizar en el cercano aeropuerto de Zaragoza, y que por esa zona, suelen pasar grandes aviones volando a muy baja altura y reduciendo la velocidad, puesto que en esa parte pasan sobre aquellos montes, tras haber iniciado ya las maniobras de descenso y de aproximación para realizar los aterrizajes. Continué pensando con cierta extrañeza en aquello durante apenas unos minutos más, pero poco después me olvidé del incidente, concentrándome en el pedaleo de la bici por la pista de tierra y durante el resto del recorrido de vuelta hasta llegar a mi casa. Tan sólo algunas semanas más tarde se produjo un acontecimiento, del cual, al escuchar la noticia, de una forma casi inmediata, acudió a mi mente el recuerdo de aquel incidente en aquella pista de tierra que discurre entre los pinos. La noticia informaba de un atentado cometido por la organización terrorista ETA, que habría atacado con unos lanzagranadas causando alguna explosión el aeropuerto de Zaragoza. En los diarios locales al día siguiente concretaron algunos de los detalles de aquel ataque. «La Delegación del Gobierno de Aragón había informado en un primer momento del estallido de dos granadas y el hallazgo de una tercera dentro de un 43
lanzagranadas; según esta fuente, en los alrededores del aeropuerto de Zaragoza se habían encontrado tres tubos, dos disparados y el mencionado cargado. Una llamada anónima en nombre de la organización terrorista ETA había anunciado al diario Gara y la Asociación de Ayuda en Carretera DYA había avisado a las 11,00 horas de un ataque con morteros contra la instalación aeroportuaria, según el comunicante, previsto para entre el mediodía y las dos de la tarde. El primer vuelo después de las explosiones que tenía previsto aterrizar en Zaragoza, un avión de la compañía aérea Ryanair procedente de Londres, aterrizó a las 12.45 horas en la base aérea militar contigua al aeropuerto civil. El aeropuerto ha recobrado la normalidad a las tres de la tarde.» Durante algunos días posteriores a ese atentado, volvieron los pensamientos que me recordaban de vez en cuando, las dudas sobre si aquella acción terrorista podría tener alguna relación con la presencia de aquel individuo que, agachado detrás de un pino, me pareció como si estuviera observando el cielo que se abre entre aquellos pinares, y que extrañamente, me hicieron pensar si sus propósitos tendrían algo que ver con la planificación de aquel ataque terrorista cometido contra el aeropuerto. Desde aquél incidente, he vuelto a pasar en muchas otras ocasiones por aquella pista de tierra, haciendo el mismo recorrido y cuando paso junto a los pinos donde vi aquél individuo, no puedo evitar que a mi pensamiento acuda el recuerdo del atentado cometido por la banda terrorista ETA. Lo cierto es que nunca he vuelto a ver a nadie merodeando por aquél lugar y mucho menos a ningún coche aparcado o circulando por esa pista, tan solo me cruzo de cuando en cuando con algún otro ciclista o algún atleta que va corriendo, practicando ‘footing’. 44
Increíble parecido En una ocasión me crucé con un individuo al que nada más mirarle a la cara creí reconocer a un peligroso terrorista. Había salido de la oficina a media mañana para hacer alguna gestión o alguna visita, y al regresar tuve que esperar ante el semáforo en color rojo, para cruzar la avenida que me separaba del edificio donde trabajaba, situado justo enfrente. Tras breves momentos de espera, al girar la cabeza de una forma casual, vi a un individuo que bajaba caminando por la ancha acera y se acercaba hacia el lugar donde yo estaba parado. En esos pocos segundos me fijé en su rostro y en su aspecto, y tras dejar de mirarle comencé a pensar que aquella cara me había resultado familiar. Instantáneamente surgió de mi memoria el nombre de un peligroso terrorista, Urrusolo Sistiaga. Además del rostro de aquél individuo, su figura alta y delgada, concordaban con la imagen que me traían antiguos recuerdos, de haber visto una figura con parecidas características en imágenes emitidas por televisión, informando de la comisión de algún terrible atentado. Esos pensamientos me mantuvieron bastante confuso durante los segundos que siguieron. En realidad, en aquellos momentos, aquel sanguinario terrorista tendría que estar en prisión cumpliendo sus condenas, por lo que resultaba imposible creer que pudiera estar en libertad, puesto que no habían pasado tantos años desde que recordaba que había sido detenido, juzgado y condenado a prisión. Con toda evidencia, la persona que durante unos segundos estuvo a mi lado, esperando a que el 45
semáforo se pusiera verde para poder cruzar, tenía que tratarse de otra persona, aunque el parecido resultaba extraordinario, sobre todo en lo referido al rostro. Y especialmente me llamaron mucho la atención las gafas que llevaba. Recordaba haber visto fotografías de ese rostro, en las que destacaba de una forma muy peculiar el tipo de gafas que usaba el terrorista. Demasiadas coincidencias, pensé, pero sólo era eso, un gran parecido, pero también una pura casualidad. Mi mente debía estar jugándome alguna pasada. Durante los siguientes minutos continué pensando en el incidente con el convencimiento y en la seguridad de que, en aquél momento, el terrorista que yo había creído identificar tenía que estar en prisión. El individuo que caminaba delante de mí cruzando la avenida, iba impecablemente vestido con un traje gris claro, una corbata oscura y unos zapatos marrones. Parecía más bien ser un ejecutivo de alguna empresa que iría a alguna reunión en uno de los edificios de la zona. De darse otras circunstancias, no hubiera resultado nada extraño ver a aquél peligroso terrorista paseando por la calles de Zaragoza, puesto que ya estuvo en esta ciudad unos diez años atrás, con la intención entonces, de cometer un atentado con un coche bomba, que finalmente resultó fallido gracias a una extraña y sorprendente coincidencia. Urrusolo Sistiaga junto con otra activista, López Riaño, conocida como la Tigresa, formaban parte de un comando que se hizo cargo de un coche cargado con explosivos, que previamente habían robado otros dos miembros de la banda, cambiando las placas de las matrículas y lo habían estacionado en una calle del barrio de las Delicias. Cuando ambos terroristas se dirigían hacia el objetivo que tuvieran señalado, el vehículo se averió y 46
Urrusolo tuvo que bajarse del coche para empujarlo, mientras la Tigresa iba sentada al volante conduciéndolo. En ese momento solicitaron la ayuda de un vecino para tratar de arrancar el coche, pero éste observó que la matrícula del automóvil coincidía con la del vehículo de su propiedad y se fue a dar aviso de lo ocurrido a la Policía, por lo que los terroristas tuvieron que salir huyendo abandonando el vehículo. En el vehículo que abandonaron los dos terroristas fueron hallados abundantes explosivos de ‘extraordinaria potencia’, cuyos efectos se hubieran visto agravados por la carga de metralla contenida también en su interior y que hubiera aumentado los efectos destructivos. Gracias a aquella extraordinaria y a la vez extraña casualidad, se evitó la comisión de un grave atentado que con seguridad habría causado la muerte a algunas personas, numerosos heridos, el sufrimiento de sus familiares, e importantes daños materiales.
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Activistas en la costa del Azahar En los últimos años pasamos algunas semanas de los meses de verano en la playa, en una localidad situada en la costa del Azahar, en la provincia de Castellón, en unos apartamentos que están situados en una zona muy tranquila y cercana a la playa. Muchas de las personas que allí veranean, también lo hacen con cierta regularidad, por lo que ya nos resultan conocidas y con algunas de las cuales llegamos incluso a tener un trato cercano. También con cierta frecuencia, vemos a personas que nunca antes habían estado allí, que se alojan en algunos de los apartamentos de alquiler y que lógicamente nos resultan desconocidas, aunque con el paso de los días lo normal es coincidir con ellas en los patios o en las escaleras, por lo que pronto nos resultan familiares. Un día por la mañana, cuando salimos a la calle para dirigirnos a la playa, vi como dos muchachos jóvenes estaban colocando algo en el capó abierto de un coche que tenían aparcado justo delante de la puerta de nuestros apartamentos. Escuché como hablaban entre ellos algo que no llegué a entender, pero el tono del lenguaje me resultó familiar, aunque extraño. Seguimos caminando mientras continuaba pensando en qué idioma hablaban. Puede que fuera en euskera. En algunos apartamentos veranean matrimonios que residen en el país vasco, y con frecuencia les oímos cuando hablan entre ellos en euskera. Pudo haber sido esa la razón por la que me había resultado familiar el tono de algunas de las palabras que había escuchado al pasar junto a los dos jóvenes, aunque no había comprendido nada de lo que decían. 48
Me resultó extraño ver a aquellos dos jóvenes delante de los apartamentos, no por el hecho de que hablaran en euskera, sino porque no les habíamos visto antes, y por tanto, no sabíamos en qué apartamento podían estar alojados, en nuestro bloque o en los bloques de los alrededores. Lo cierto es que posteriormente recordé que tampoco los habíamos vuelto a ver en los días siguientes. Únicamente habíamos pasado a su lado durante breves instantes y escuchado el sonido de algunas palabras de su conversación. Unos días más tarde conocimos por las noticias que dieron a través de algunos informativos, que la policía habría detectado la presencia de algún terrorista de ETA por la zona de Castellón. Concretamente, las noticias hablaban de un terrorista que habría abandonado precipitadamente un taxi en la localidad de Torreblanca, al haber detectado la presencia de un control policial en la carretera. Ese terrorista podría ser uno de los que, algunas semanas atrás, habían huido tras abandonar un coche cargado con explosivos, en la provincia de Huelva. La localidad de Torreblanca está muy próxima a la que nosotros nos encontrábamos, situadas ambas a pocos kilómetros de distancia en la misma carretera nacional. Tras escuchar aquellas noticias, nuevamente tuve la extraña sensación de haber estado en el mismo escenario por donde podrían haberse movido algunos de los activistas de la banda ETA, y en mi recuerdo, aquellas noticias quedaron vinculadas desde entonces al incidente que había observado tres o cuatro días atrás, al ver aquellos dos jóvenes que estaban detrás de un coche que tenía el capó abierto, aparcado en la puerta de nuestros apartamentos y hablando en euskera. Seguramente que aquellos jóvenes nada tendrían que ver con el terrorista cuya presencia había sido detectada por la policía a muy pocos kilómetros de allí, pero me trajeron ese recuerdo de 49
que los terroristas podrían haber pasado por el mismo lugar en que nos encontrábamos nosotros. Algunas semanas después, a finales de agosto, se produjeron nuevas noticias referidas a otra acción llevada a cabo por terroristas en aquella provincia. Se trataba de una explosión que se habría producido en una torre eléctrica de alta tensión, en una localidad también cercana a la que estábamos veraneando. En este caso se trataba de la explosión de una autocaravana cargada con unos 100 kilos de explosivos que únicamente habría causado un gran socavón en el suelo. La noticia que apareció publicada en un diario de la provincia, finalizaba con un comentario referido a que «un vecino de la zona confirmó ayer haber visto por la mañana cómo alguien estacionaba el vehículo y después se subía a otro coche. Además, el lugar de la explosión de ayer dista apenas 27 kilómetros de Torreblanca, el municipio donde un etarra huyó en julio tras detectar un control policial».
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Activistas en el pirineo oscense Hace unos años pasamos unos días en la montaña, fue en un fin de semana largo, un puente. Habíamos alquilado una casa de turismo rural, que estaba estupendamente acondicionada, por cierto, en un pequeño pueblecito situado en el pirineo aragonés, en la provincia de Huesca. Una de las tardes salimos a hacer un pequeño recorrido por una de las muchas pistas de tierra que se adentran entre los pinos, con largas y empinadas rampas que van subiendo y girando de forma paulatina, hasta llegar a lo alto de un pequeño monte, en el que se forma una especie de llanura llena de pinos y de hayas, que se encontraba en la parte más alta del monte, justo enfrente del pueblo donde estábamos, y sobre la que se divisaban las siluetas que sobresalían de algunas casas que nos habían dicho que eran de un pequeño pueblo que estaba abandonado. Aquella tarde caminamos durante un buen rato a ritmo lento, mientras subíamos las cuestas, cuando nos cruzamos con unos jóvenes, dos parejas, que venían de vuelta tras haber hecho alguna excursión por esa misma pista, que forma parte de una ruta de senderismo de gran recorrido que llega hasta más allá de la frontera con Francia. Seguimos caminando un poco más adelante y llegamos hasta un recodo del camino, cuando de repente vimos a un muchacho que salió de entre los pinos justo frente a nosotros. Salía de lo que aparentaba ser una especie de sendero oculto entre los pinos, que bajaba por la ladera del monte de forma bastante pronunciada, cruzó la pista por delante de nosotros y siguió bajando por entre los pinos, ya que ese sendero continuaba al otro 51
lado del lugar por el que le habíamos visto aparecer. De no ser por la aparición de aquel muchacho, habríamos pasado por ese lugar sin siquiera haber sospechado de la existencia de ese sendero. Me fijé en el muchacho apenas un par de segundos, el tiempo que tardó en pasar por delante de nosotros, y me llamó la atención su aspecto, pues no llevaba vestimenta ni equipo adecuados para realizar una travesía por la montaña. Las dos parejas que habíamos visto unos minutos antes, llevaban ropa y calzado apropiado para la montaña, además de pequeñas mochilas, cantimploras y bastones. Eso era algo evidente y que se nota enseguida en aquellas personas que realizan ese tipo de travesías o caminatas. Por el contrario, el muchacho iba vestido con ropas normales, de calle, con una camiseta, un pantalón oscuro y unas sandalias de cuero abiertas. Pero no vi que llevara ninguna mochila, ni cantimplora. Su peinado era descuidado, de pelo largo y con una especie de trenzas que caían sobre uno de sus hombros. Realmente no resulta frecuente ver a personas que hacen recorridos por las montañas sin llevar ropas deportivas o equipamientos adecuados. Como habíamos salido a hacer aquel recorrido algo tarde, seguimos caminando durante algunos minutos más y enseguida tuvimos que dar media vuelta y regresar, puesto que el atardecer se nos echaba encima y empezaba a escasear la luz. Al día siguiente por la mañana, salimos pronto a realizar una excursión siguiendo la misma pista por la que habíamos estado caminando la tarde anterior. Tras casi dos horas de caminata, llegamos a lo alto de aquel monte situado frente al pueblo, y a la pequeña llanura donde se encontraban las casas que se divisaban desde abajo, desde donde pudimos contemplar el paisaje, ya que desde 52
allí arriba había una vista espectacular, pues se divisaba una buena parte del gran valle que se abre entre las montañas de esa zona. Cuando llegamos al pueblo abandonado, vimos que las casas estaban en muy buen estado de conservación y que había una pequeña iglesia muy bonita y muy bien cuidada. Nos encontramos con una señora que era propietaria de algunas de esas casas y que se encargaba de cuidar la iglesia. Se alegró mucho al vernos y estuvimos un buen rato conversando con ella mientras seguíamos viendo las casas, la iglesia y contemplando el paisaje. Tras estar allí un par de horas, nos despedimos de ella para marcharnos y regresar a casa por el mismo camino que habíamos llegado, cuando nos dijo que podíamos tomar un atajo desde allí mismo que nos llevaría directamente hasta el lugar de donde habíamos partido y que ese recorrido era mucho más corto y nos ahorraría mucho tiempo. Nos mostró el lugar donde comenzaba el atajo y volvimos a despedirnos de ella. Enseguida vimos que era una especie de sendero que bajaba entre los pinos de la ladera y aunque había que caminar con cierto cuidado se veía claramente donde había que poner el pie a cada paso. Tras unos cuantos minutos de bajada salimos a la pista de tierra por la que habíamos hecho el camino de subida, la cruzamos y continuamos bajando por el sendero. En ese momento me dí cuenta de que aquél era el lugar donde la tarde anterior había aparecido el muchacho con el que nos habíamos cruzado y que me había llamado la atención por su aspecto. También pensé que de no haber sido por la señora que nos había mostrado el atajo, nunca habríamos visto, ni siquiera por casualidad, que por allí partía un sendero. Terminamos la excursión y una vez en casa comentamos que realmente habíamos tardado muy poco tiempo en hacer el recorrido de regreso. 53
Aquel encuentro extraño que tuvimos con ese muchacho, volvió a mi recuerdo varias semanas más tarde, cuando escuché por la radio del coche mientras iba conduciendo, que la Guardia Civil habría detectado la presencia de activistas de ETA en algunas zonas del pirineo oscense. Creían que se trataría de miembros de algún comando que estarían utilizando nuevas rutas por el pirineo aragonés para pasar desde Francia a España, por estar en zonas más despobladas y así poder eludir los controles de vigilancia de las fuerzas de seguridad. Resulta inexplicable el llegar a comprender como funcionan los mecanismos de nuestra mente, para que sin un fundamento aparente, acuden a nuestro pensamiento los recuerdos de algún pasaje vivido en el pasado, al tener conocimiento de un hecho ocurrido en el presente y que ambos recuerdos queden vinculados. Creo sinceramente que de no haber escuchado aquella noticia, nunca jamás habría vuelto a acordarme de aquél encuentro casual. Por otra parte, bien podría resultar cierto, que por su aspecto y por su atuendo, nada apropiado para caminar por la montaña, aquel joven bien podría haber sido uno de aquellos activistas a los que se habría referido la noticia. 54
Paquete sospechoso en el garaje Una mañana de domingo, temprano, como tenía por costumbre, bajé al garaje para coger el coche y subir al estadio deportivo para jugar un partido de tenis. Serían sobre las 7,30 horas, con el tiempo justo para llegar hasta el estadio y poder comenzar a jugar a las 8,00. Cuando salía de la zona de ascensores, en la segunda planta del sótano, vi que a dos metros escasos de la puerta, había un paquete abandonado en mitad del pasillo, justo en la zona por donde tenía que pasar para ir a coger el coche. Lo miré durante unos segundos, extrañado por la forma que tenía. Era una bolsa de basura con algo dentro, que desde luego no era basura. Pensé que alguien se la habría dejado olvidada allí, al descargar bultos del vehículo, mientras llevaba otros paquetes hasta la zona de los ascensores. Sorteé el bulto y seguí caminando hacia mi plaza de aparcamiento, mientras pensaba que quién lo hubiera olvidado no tardaría mucho en volver a recogerlo. Cogí el coche, subí al estadio, jugamos el partido de tenis y tras la ducha regresé de nuevo a casa. Cuando llegué al garaje, ya era pasado el mediodía, serían sobre las 12,30 horas, aparqué el coche y me dirigí hacia los ascensores. Al doblar la esquina vi que el bulto seguía allí, en el mismo lugar, a dos metros escasos de la puerta de la zona de los ascensores. Quién lo dejó olvidado no había vuelto para recogerlo y por otra parte, nadie lo había tocado. Estaba exactamente en el mismo lugar en que lo había visto unas cuantas horas antes, lo cual no parecía ser muy normal, puesto que por ese lugar habrían pasado muchos vecinos que habrían entrado y salido de los garajes durante todo ese tiempo. 55
Volví a sentir una rara sensación de extrañeza por la forma peculiar que tenía el bulto. Estaba envuelto en una bolsa de basura cerrada y por la forma que tenía, se podía deducir que no contenía ni basura, ni comida, ni ropa, ya que en ese caso hubiera tenido una forma más específica, como aplastada o redondeada. La parte baja sobre la que apoyaba era totalmente plana, como si dentro hubiera una caja, pero hacia la parte alta tenía una forma como puntiaguda, triangular, y los laterales no se tocaban con nada de dentro, como si estuvieran huecos, sólo se notaba un pequeño abultamiento en uno de los lados, como si hubiera algo alargado, como un palo o un tubo. Era un bulto realmente extraño y desde luego que resultaba sospechoso, tanto por la forma como por el hecho de que llevara allí toda la mañana y quién sabe si también parte de la noche. Subí a casa dándole vueltas a la cabeza y sin tener claro que podría hacer. Después de bastantes minutos y como no podía dejar de pensar en aquél bulto, tomé una determinación. Bajé de nuevo al garaje para comprobar si seguía allí, y efectivamente, continuaba en su sitio, y durante ese tiempo, seguramente habrían entrado o salido del garaje algunos vecinos más, y tampoco lo habían tocado. Así que creí que lo más adecuado era avisar a la policía y que se hicieran cargo del paquete, para ver si dentro había algo que sirviera para poder localizar a su dueño, o para que lo guardaran hasta que alguien lo reclamara. Subí de nuevo a casa, llamé al teléfono de la policía y les comenté brevemente la existencia de un bulto que aparentemente alguien había dejado olvidado en el garaje. Me contestaron que en pocos minutos iría una dotación y que los esperara en la puerta de los garajes. Bajé a la calle, y a los pocos minutos llegaron tres policías en un coche. Uno de ellos iba vestido de paisano con una gabardina azul oscura, parecía ser un inspector de la policía. Los 56
otros dos llevaban el uniforme de la policía nacional. Después de saludarme, el inspector ordenó a uno de los policías que se quedara arriba, en la puerta de acceso a los garajes, y me pidió que les llevara hasta donde se encontraba el bulto. Bajamos en el ascensor y tras salir a la zona de aparcamientos, el bulto seguía en el mismo sitio, muy cerca de la puerta. El inspector lo observó durante unos segundos desde varios ángulos y a continuación nos pidió que nos apartáramos de allí. Retrocedimos hasta la zona de ascensores, el policía se situó tras la pared, en un lado de la puerta, mientras que yo me coloqué en el otro lado de la puerta. Eso me permitió ladear un poco la cabeza y asomarme, por lo que pude ver lo que hizo el inspector. Se acercó al bulto y se agachó delante de él, sacó un mechero, lo encendió y lo acercó cuidadosamente hacia la bolsa, procurando que la llama no llegara a tocar el plástico. Enseguida el plástico se fue ablandando y derritiendo por la acción del calor hasta que se hizo un pequeño agujero. El inspector metió un dedo y lo fue agrandando poco a poco, muy despacio, después un poco más, hasta que pudo ver lo que había en el interior. De repente se puso en pie mientras nos decía: ¡Falsa alarma, lo que hay dentro es un triciclo! Al escucharle, el otro policía y yo respiramos aliviados. Reconozco que en el transcurso de todos aquellos minutos se había ido creando un ambiente de incertidumbre y de tensión que fue incrementándose de forma paulatina hasta el momento en que se pudo determinar el contenido de aquella bolsa de basura sospechosa. Los policías habían actuado siguiendo un cuidadoso protocolo como si aquel bulto pudiera haber sido un peligroso artefacto, o pudiera contener algún tipo de material explosivo. ¡Pero a quién se le ocurre meter un triciclo en una bolsa de basura!, es lo que pensé a continuación. Y dejársela olvidada en la 57
puerta de un garaje... Además era un triciclo muy pequeñito, pues de otra forma no habría cabido en esa bolsa. Volvimos a salir a la calle y allí nos despedimos. Yo traté de decirles algo como para disculparme por las molestias que les había causado, pero el inspector me dijo que era preferible atender todas las llamadas aunque fueran falsas alarmas que dejar pasar por alto algún paquete sospechoso que pudiera llegar a causar graves daños. Habían acudido a mi llamada como si el bulto hubiera sido olvidado o dejado allí por unos terroristas o porque podría contener explosivos. Finalmente, aquella actuación se hizo, como en otros numerosos casos, motivada por la situación de tensión general que en aquella época se vivía en el país a causa del terrorismo, y especialmente en Zaragoza, donde existían suficientes motivos para que toda la policía estuviera en estado de alerta, y proceder de esta misma forma, ante la menor sospecha, en cualquier incidencia o aviso, como fue la de este caso. Pasaron algunos meses desde aquel incidente, cuando se produjo en Zaragoza la detención de dos activistas de ETA. Pertenecían a un comando informativo de la banda que habría estado dedicándose durante meses a recoger información y datos para cometer algún atentado contra destacadas personalidades de la ciudad. La policía habría descubierto al menos dos pisos francos y no se descartaba que pudieran tener alguno más. También buscaban los coches que los terroristas podrían haber ocultado en bajeras o garajes de la zona. Casualmente, uno de los pisos francos se encontraba en una calle situada a poco más de doscientos metros de donde yo vivía. De hecho, esa calle forma el siguiente cruce con la avenida que baja en dirección hacia el río 58
Ebro y que pasa por delante del bloque de viviendas y garajes de mi domicilio. Es decir, que los terroristas se refugiaban en un piso muy cercano y se habrían movido durante meses por la misma zona donde solíamos hacer habitualmente las compras, o por donde salíamos a pasear. Al final de la noticia que narraba los hechos, se recogía un breve comentario que hacía referencia a que en las últimas semanas se habrían multiplicado el número de llamadas y avisos a la policía de ciudadanos que alertaban de movimientos sospechosos de vehículos o de personas que podrían tener relación con la banda. Aquella noticia me hizo recordar que había llegado a pensar que mi aviso a la policía había sido una especie de ‘patinazo’, por lo que pude respirar tranquilo al comprobar que muchas otras personas habían actuado como yo, movidos por alarmas semejantes a la que aquél bulto sospechoso causó en mí, y que probablemente, alguna de esas llamadas pudo haber servido para localizar y detener a los terroristas. Pasados unos años, leí en un periódico que se estaba juzgando a esos dos terroristas que fueron detenidos en Zaragoza, a los que se les imputaba entre otros, el delito de haber recogido y facilitado los datos necesarios que sirvieron a otros terroristas de la banda, para cometer el atentado en el que asesinaron a Manuel Jiménez Abad, ocurrido apenas un año después de aquellas detenciones. 59
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El atentado de Carrero Blanco A lo largo de todo el año 1973 estuve realizando la prestación del servicio militar obligatorio en un pequeño acuartelamiento de Artillería, en Zaragoza. Eran otros tiempos y soplaban otros vientos, muy distintos a los de ahora. Entonces era muy joven y las cosas se ven y se sienten de forma muy distinta, cuando se viven a cuando se recuerdan pasados los años. Lo cierto es que aquel año me trae ahora muy buenos recuerdos, cuando en realidad fue un año bastante duro, en el que tuve que vivir algunas experiencias y pasar por algunas pruebas que nunca antes hubiera imaginado, a pesar de que iba convenientemente preparado y mentalizado, ya tenía algunos conocimientos previos de lo que me podía encontrar, por las numerosas ‘historietas’ y anécdotas que me habían contado algunos compañeros y amigos que habían pasado por la mili antes que yo.
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Habían transcurrido más de catorce meses de mili y quedaban muy pocos días para concluirla. Era la época en la que los días ya se cuentan hacia atrás y los que faltaban casi los podía contar con los dedos de las manos. Era la mañana del día 20 del mes de diciembre, cuando una inquietante noticia corrió como la pólvora por todo el acuartelamiento. Se había producido en Madrid un atentado contra el Almirante Carrero Blanco, cuando se desplazaba en coche al pasar por una calle, una gran explosión había hecho que el coche volara literalmente por los aires, cayendo sobre un edificio contiguo y causando la muerte de todos sus ocupantes. La noticia cayó en el acuartelamiento como un tremendo mazazo que, durante largos minutos, dejó paralizado a todo el mundo. A nadie se le escapaba que aquello había sido un magnicidio. Habían asesinado al que en esos momentos era el Presidente del Gobierno, la mano derecha de Franco, y considerado como el garante de la continuidad del régimen franquista a la muerte del dictador. Entre la tensión y la incertidumbre que se generó aquél día, hubo un grupo de soldados de reemplazo, entre los que me encontraba yo, a los que aquella noticia causó inicialmente un fuerte impacto emocional que hizo mella en nuestro estado de ánimo y en nuestras expectativas. Durante las largas horas de aquel día, nuestras ilusiones se derrumbaron y la desesperanza se adueñó de nuestras mentes. Faltaban apenas diez días para que nuestro reemplazo finalizara el cumplimiento del servicio militar y que nos dieran la tan esperada y deseada licencia. En aquellas circunstancias, con las primeras noticias que eran confusas, los comentarios y las bromas jocosas y a la vez malintencionadas de alguno de nuestros compañeros, fueron haciendo mella en nuestra moral y sobre todo en la convicción de que todas las ilusiones que teníamos 62
puestas en nuestra pronta y ansiada licencia se habían derrumbado literalmente por los suelos. En las siguientes horas llamaron a todos los militares que aquel día se encontraban fuera de servicio, o con permisos o vacaciones, con la orden de suspenderlas y de que se incorporaran con carácter inmediato al cuartel. Por la tarde quedaron suspendidos los pases de pernocta que disfrutaban aquellos compañeros que tenían la residencia en Zaragoza, por el que se les permitía pasar las noches en sus domicilios, para incorporarse cada mañana a primera hora. Sobre las siete de la tarde, cuando ya hacía bastante rato que había anochecido, se nos ordenó ponernos el traje de campaña con los correajes y con las cartucheras vacías. Cuando llegó la hora de arriar la bandera, con el himno nacional a toque de corneta y posterior toque de oración, estábamos todos en el gran patio, en formación, vestidos con el uniforme de campaña, listos para el pase de revista, aunque sin armas ni municiones. Fue a partir de aquellos momentos, cuando nos ordenaron romper formación, cuando comenzamos a sentir la sensación de que la tensión del ambiente comenzaba a relajarse. Tras romper la formación, se permitió que aquellos que tenían pase de pernocta y quisieran, pudieran volver a sus casas a pasar la noche. Por lo demás, aquella noche fue algo diferente a lo que habitualmente estábamos acostumbrados, ya que en el barracón de los dormitorios siempre había muchas literas vacías, y en cambio aquella noche casi se llenaron, pues muchos de los que tenían pases de pernocta optaron por quedarse a dormir allí. Al día siguiente continuó con la calma tensa y con un silencio poco habitual en las zonas de trabajo, entre la guardia, y a la hora de la comida. Había murmullos y conversaciones entre los oficiales y entre los compañeros de tropa. Algunos continuaban con sus malintencionados 63
comentarios y las bromas, riéndose de los que estábamos en puertas para licenciarnos. La cosa no tenía ninguna gracia, pues lo de menos era que no licenciaran a nuestro reemplazo en las fechas previstas, sino que, de producirse esa circunstancia, significaría que aquel atentado podría tener consecuencias nefastas que podrían afectar a la vida normal de los ciudadanos, de todo el país, a nuestros familiares, a nuestros amigos, llenando de incertidumbre nuestro futuro más inmediato. Era imprevisible poder llegar a imaginar lo que podría ocurrir en los siguientes días, cuáles podrían ser las reacciones del Gobierno o de los dirigentes del régimen, si habría represiones, o si se producirían revueltas o desórdenes públicos. A lo largo de la mañana pudimos ver lo que se había publicado en la prensa, con las imágenes del atentado. Las fotografías de las portadas mostraban el coche que había quedado suspendido sobre la cornisa de un edificio, ya que había volado desde el suelo hasta la altura de varios pisos. También mostraban el enorme socavón que había en mitad de la calle, provocado por la explosión. Y las crónicas narraban algunos detalles más de lo ocurrido y se hacían especulaciones sobre quiénes habrían sido los autores del asesinato. Algunas voces ya apuntaban a que el atentado podría haber sido obra de la banda terrorista ETA. Algunos días más tarde se fue conociendo que los terroristas habrían excavado un túnel bajo la calle, desde los sótanos de una casa hasta el centro de la calzada, y que habían colocado los explosivos bajo el asfalto, en el lugar por donde habría de pasar el coche del Almirante Carrero Blanco, en uno de los habituales recorridos que realizaba con mucha regularidad. Algún tiempo después se produjo un comunicado de ETA en el que asumía la autoría de ese atentado. El magnicidio había sido una acción de los terroristas.
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Los siguientes días transcurrieron casi con la misma normalidad que en los días previos al atentado, pero con esa calma tensa que se origina inexplicablemente cuando se espera lo imprevisible, que en aquellos momentos, para muchos de nosotros, los del cuarto reemplazo que esperábamos la llegada del día de la licencia, se hacían interminables. Llevábamos ya bastantes días pensando en esa cuenta atrás, descontando uno a uno los días que iban pasando, y a la vez contando los días que quedaban para llegar al final, faltaban muy pocos para finalizar el servicio militar, para poder regresar a nuestra vida normal. Apenas habían transcurrido dos semanas antes, a primeros de aquel mes, desde que toda la guarnición del cuartel habíamos celebrado la fiesta de Santa Bárbara, la patrona de Artillería. Nos habían preparado una cena estupenda, extraordinaria en comparación con lo que estábamos acostumbrados a comer día tras día; se notaba que aquello era debido a la presencia de numerosos jefes y oficiales. Hubo un ponche especialmente preparado con el que nos agasajaron y nos pusieron bastante animados y hasta trajeron una pequeña orquesta con una corista que actuó en un escenario que habían improvisado, como si hubiéramos estado en un cabaret. Aquella fiesta tuvo un significado muy especial para nuestro reemplazo, pues la celebramos como si hubiera sido para nuestra fiesta de despedida, y porque a partir de aquel día es cuando realmente empezó esa cuenta atrás de los últimos veinte y pocos días que nos quedaban. Finalmente llegó el día tantas veces esperado, soñado y anhelado en tantas ocasiones, y llegó con la normalidad que tan sólo diez días antes nos habría parecido increíble. Todo se desarrolló como si nada hubiera ocurrido, como si el atentado no se hubiera producido. Unas semanas después ya nos habíamos incorporado a la vida cotidiana, a nuestro trabajo, a nuestra familia, con nuestros amigos, 65
a todo aquello que estábamos acostumbrados antes de incorporarnos al servicio militar, y por fortuna con una aparente normalidad. Pasado un tiempo alguien me comentó algunas cosas acerca de aquél suceso. Al parecer se trataba de rumores que tendrían relación con que el día en que se cometió el atentado, en determinados círculos sociales o políticos, la noticia de la muerte de Carrero Blanco se habría recibido como un acontecimiento extraordinario, como una gran noticia y que incluso lo habrían celebrado brindando con champán. Esos comentarios me parecieron exagerados, insólitos y por decirlo de alguna manera, poco creíbles. Quizás se atribuirían a colectivos extremistas, radicales, o quizás se referían a personas que se expresaban así, de una forma peyorativa, en la creencia de que aquél acontecimiento iba a traer a la sociedad española cambios que se estaban necesitando y que, en definitiva, iba a resultar beneficioso para el futuro de la nación. Resultaba complicado en aquellos días hacer algún pronóstico o alguna valoración de las consecuencias que aquel suceso pudiera ocasionar en el futuro de la vida del país, sobre si se produciría algún cambio de actitud en el régimen, o que significaría algún progreso, o avance, o si por el contrario, el régimen se endurecería y se incrementaría la represión. Lo cierto es que poco tiempo después comenzó a notarse un sentimiento general en la sociedad, de nuevos vientos que iban a traer la ilusión y la esperanza de un futuro mejor, o al menos diferente.
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Han transcurrido muchos años desde entonces, y revisando las hemerotecas de algunos diarios y algunas noticias de actualidad, se puede llegar a la conclusión, más o menos cierta, de que el atentado cometido por la banda terrorista de ETA que acabó con la vida al Almirante Carrero Blanco, fue llevado a cabo rodeado de extrañas circunstancias. «Carrero Blanco, pese a haber sido advertido de la posibilidad de sufrir un atentado se negó a aumentar sus escasas medidas de seguridad; su horario de colegio y sus itinerarios eran invariables y el coche en el que se desplazaba no estaba blindado... ... durante más de un año, un grupo de etarras fichados por la Policía, que hicieron ruido, cometieron todo tipo de imprudencias, dejaron huellas por doquier y se dedicaron a entrenarse asaltando tiendas y comisarías... ... las advertencias de que ETA estaba preparando una acción de gran envergadura en Madrid llegaron por varios canales, policía armada, guardia civil, confidentes... ... esas amenazas se concretaron y el comando que realizó el atentado, desde que comenzó a prepararlo, pudo ser detenido en varias ocasiones, y por unas intervenciones o por otras nunca lo fue... ... en las inmediaciones del atentado llegó a haber un coche de los servicios de información del Alto Estado Mayor... ... ¿cómo puede ser que nadie se diera cuenta de la preparación de un atentado tan complejo, cometido a muy pocos metros de la embajada americana?... » 67
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Incendio en el Hotel Corona de Aragón Ocurrió en el mes de julio de 1979. Una mañana, al poco de comenzar a trabajar, alguien nos comentó que se estaba produciendo un incendio en el hotel Corona de Aragón, que estaba situado a muy pocas manzanas de distancia del edificio en el que nos encontrábamos. De forma instantánea varios compañeros nos levantamos de nuestras mesas y acudimos a las cristaleras situadas en la parte posterior del edificio. Era un edificio de oficinas situado en el paseo de la Independencia y desde la planta en la que nos encontrábamos se veían los tejados de varios edificios y al fondo las últimas plantas del hotel. En esos momentos vimos como pequeñas columnas de humo salían por la parte delantera de la fachada del hotel y se elevaban hacia el cielo. Los primeros comentarios que nos cruzamos al ver aquello, fueron los de dar poca importancia a lo que podía ocurrir en ese suceso, ya que el antiguo parque de bomberos de Zaragoza se encontraba precisamente a poco más de trescientos metros del hotel, justo en una 69
plaza situada en la parte de atrás del grupo de edificios que forman parte de la misma manzana, y una de las calles que partían de dicha plaza pasa justo por detrás del edificio del hotel, por lo que una dotación de bomberos que hubiera salido nada más recibir un aviso, apenas habría tardado un par de minutos en llegar hasta la puerta del hotel y al lugar donde estuviera el fuego. Pensamos en un primer momento que los bomberos se encontrarían ya apagando aquél incendio y que apenas llegarían a producirse mayores consecuencias. Debido a esas circunstancias, resultaba difícil de imaginar que en aquellos precisos momentos se estaba ocasionando ya una tragedia de considerables dimensiones. Volvimos a nuestros puestos y seguimos trabajando con aparente normalidad. Habían transcurrido apenas unos treinta minutos, cuando de repente sonó la alarma en el edificio y en breves instantes nos confirmaron la orden de desalojo urgente. Conforme íbamos bajando por las escaleras, los compañeros que eran los encargados de controlar que el desalojo se hiciera con rapidez y de forma ordenada, ya iban comentando que el motivo de la alarma se trataba de una amenaza terrorista. Nada más salir del edificio nos confirmaron que se había recibido una llamada telefónica de alguien en nombre de ETA, avisando de la colocación de alguna bomba en los garajes situados en los sótanos de nuestro edificio. La incertidumbre se apoderó de nosotros durante aquellos largos minutos de espera en la calle, el tiempo que duró el registro que llevaron a cabo los policías que habían acudido a verificar la emergencia. Finalmente se confirmó que no había ninguna bomba ni coche con explosivos en los garajes. Se había tratado de una falsa alarma, por lo que recibimos la indicación de volver a nuestros puestos y continuar con el trabajo. Mientras subíamos por las escaleras íbamos comentando que solo 70
un desalmado habría sido capaz de hacer una llamada telefónica de esa clase, sobre todo si su objetivo era hacerse el gracioso, aprovechando la confusión que debía existir por el incendio que se estaba produciendo en el hotel situado a unas pocas calles de allí. Tampoco en aquellos momentos nadie se podía imaginar que la banda terrorista ETA estuviera detrás de aquel incendio, en cuyo caso la amenaza del coche bomba había sido real, ya que formaría parte de una estrategia para sembrar la confusión en la ciudad. Cuando por fin llegamos a nuestra planta, volvimos a acercarnos a las cristaleras del fondo y entonces vimos una panorámica que nos sobrecogió. De varias de las ventanas situadas en las últimas plantas del hotel, que nosotros podíamos ver, salían enormes llamaradas de fuego y grandes columnas de humo. En los ventanales y pequeños balcones de otras habitaciones cercanas a las llamas se veían personas asomadas, y por las azoteas y las cubiertas superiores se veían más personas moviéndose o corriendo de un lado para otro. Enseguida vimos como sobrevolaba por encima de las cubiertas un helicóptero con el cual supusimos que estarían tratando de evacuar a todas aquellas personas. Resultaba increíble la rapidez con la que se habían propagado las llamas en tan poco tiempo, y sobre todo por la gran dimensión que había cobrado el incendio, que prácticamente se había extendido por todo el edificio. Por la tarde se pudieron ver en los informativos de televisión imágenes del suceso, cargadas de un enorme dramatismo, con personas lanzándose al vacío para huir del fuego, con muchas columnas de humo saliendo por las ventanas de toda la fachada, ambulancias, y numerosos coches de bomberos con las escaleras de vehículos de bomberos desplegadas contra la fachada, que apenas subían hasta la 71
mitad de la altura del edificio, los camiones con grúas que portaban pequeños contenedores en sus extremos, en los que los bomberos subían y bajaban para ir rescatando a las personas a través de las ventanas y también sacando los cuerpos de las personas que habían fallecido. En unas pocas horas se produjo aquella gran tragedia en la que, a causa del fuego, del humo y del pánico, encontraron la muerte cerca de 80 personas. Casualmente, un vecino que vivía en el piso superior al nuestro, trabajaba en las cocinas y en el restaurante del hotel, vivió en persona los primeros momentos de aquel trágico suceso. Tuvimos la oportunidad de escuchar lo que nos relató, especialmente de algunas cosas de las que no encontraba explicación. El fuego habría empezado en la churrería que había en las cocinas del hotel, de una forma fortuita y espontánea, aparentemente, por lo que no entendía que se hubiera extendido con tanta rapidez. Los bomberos llegaron enseguida, pero cuando vieron la dimensión que habían alcanzado las llamas, lo primero que hicieron fue ordenar el desalojo el hotel y él fue uno de los primeros a los que mandaron irse para fuera, sin todavía llegar a entender que aquello iba a ser para tanto. Posteriormente, al conocer la magnitud del incendio, nos comentaba que todo aquello no había sido normal, porque tan solo en cuestión de unos diez minutos, el fuego había tirado para arriba con una fuerza inexplicable y se había propagado por todo el edificio. Conforme iba escuchando lo que nos estaba contando el vecino, acudían a mi mente antiguos recuerdos de años atrás, cuando era muy joven, me gustaba leer libros que trataban de misterios, de sucesos extraños, inexplicables, y en algunos de los episodios que iba recordando se describían determinados hechos que habrían ocurrido en ciertos países, que tenían relación con actuaciones de grupos terroristas y con intervenciones de unidades de 72
servicios secretos de otros países. En algunos de aquellos pasajes se relataban la forma en que se provocaban incendios intencionados en viviendas, en locales, en naves, o en grandes edificios, sin apenas dejar rastros, resultando muy complicado el que se pudiera averiguar si habían sido intencionados o no, y mucho menos que quedaran pistas con las que identificar a los autores que los habrían provocado. Algunos de los relatos, de los que vagamente tenía un recuerdo lejano, se referían a acciones de este tipo que se habrían llevado a cabo en países donde se pretendía crear alguna inestabilidad política, o en los que predominaban regímenes dictatoriales, o cuyos dirigentes eran unos tiranos, con el objetivo de provocar cambios del régimen. Los incendios se preparaban con antelación suficiente, mediante la utilización de vaporizadores o esprays, con los que se rociaban determinados líquidos o sustancias muy inflamables sobre las paredes y las zonas más sensibles de aquellos lugares por los que se deseaba producir una mayor y más rápida propagación del fuego. Dichas acciones eran llevadas a cabo con total discreción, aprovechando los momentos en que los edificios se encontraban vacios, o actuando en lugares fuera de la vista del público, como habitaciones, escaleras, conductos de aire acondicionado, etc. En aquellas épocas no existían las cámaras de vigilancia en los edificios, como las hay en la actualidad. Dichos líquidos quedaban impregnados en los materiales sobre los que se habían echado, cualquiera que fuera su composición: maderas, moquetas, cortinas, incluso sobre la pintura de las paredes, y se mantenían en estado latente durante mucho tiempo. Podrían transcurrir días y semanas, o incluso meses, y sus terribles efectos ignífugos permanecían inalterables, en estado latente. En el momento elegido, bastaba con que alguien aplicara una pequeña llama sobre la zona donde se habían rociado esas 73
sustancias, desde cualquier punto discreto, que estuviera apartado de la vista y cercano a la salida del lugar, lo que posibilitaba a los autores ejecutar la acción sin ser vistos, sin levantar sospechas, y poder abandonar el edificio de una forma discreta y rápida. A partir de aquel momento, en pocos minutos el fuego se propagaba a gran velocidad por el edificio y cuando alcanzaba altas temperaturas en las zonas donde había materiales de fácil combustión, el incendio era ya incontrolable. Fueron estos los recuerdos que, aunque lejanos en el tiempo, iban aflorando a mi mente conforme escuchaba el relato de los hechos que nos estaba contando nuestro vecino. Para él, el incendio fue un accidente al incendiarse de forma fortuita la churrería, sin embargo, además de la rapidísima propagación del fuego, estaban las llamadas de aviso de bombas colocadas en edificios cercanos de otros hoteles y de entidades financieras, que apuntaban a la posibilidad de que hubiera sido provocado por una acción terrorista. Aquél día se encontraban alojadas en el hotel muchas personas relacionadas con la profesión militar, militares de alta graduación, familiares de militares y de cadetes que estaban realizando estudios en la Academia General Militar de Zaragoza, ya que, si mi memoria no me falla, al parecer en aquellos días se celebraba la entrega de despachos de una nueva promoción. Entre aquellas personas se encontraba la viuda de Franco, acompañada de varios familiares, la cual por cierto, pudo ser evacuada del hotel gracias a la rápida intervención de sus escoltas. Siempre según el testimonio que nos relató mi vecino, los escoltas de la viuda se encontraban desayunando en un comedor cercano a la zona de cocinas, en el momento en que comenzó el fuego. Al percatarse de ello, subieron rápidamente por las escaleras a la primera planta, donde 74
estaba la habitación en la que se encontraba alojada, y en los breves minutos que tardaron en prepararla para la evacuación, ya no pudieron salir por los pasillos ni acceder a las escaleras, pues el fuego y sobre todo el humo se habían extendido por toda esa planta. Los escoltas tuvieron que deslizar primero a la viuda desde alguna ventana de la primera planta hasta la acera de la calle, y después saltaron ellos para poder escapar del humo y del fuego. Posteriormente la introdujeron en un coche y se fueron del lugar. Son muchas las circunstancias que concurrieron aquél triste día, para creer que se trató de un incendio fortuito, ya que aunque el fuego se hubiera iniciado de manera aparentemente accidental, se había propagado en tan poco tiempo, apenas en diez minutos, con una gran rapidez, y por muchas zonas del hotel, de forma que los bomberos cuando llegaron ya no pudieron ni siquiera controlarlo. Han transcurrido muchos años y nunca se pudo determinar si fue un accidente o existió alguna autoría intencionada. Inicialmente hubo muchas especulaciones acerca de que pudo ser un atentado cometido por algún grupo terrorista, como ETA o el FRAP, debido a las llamadas que se recibieron anunciando la colocación de explosivos en varios hoteles y entidades financieras, sin embargo, la banda terrorista ETA no reivindicó este hecho como una acción suya.
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Revisando algunas hemerotecas se pueden encontrar referencias como las siguientes: «Aunque la vía judicial penal no fue capaz de encontrar los indicios suficientes para dictaminar que el incendio fue intencionado, la vía civil consideró que el desarrollo del incendio había sido acelerado por la presencia de ciertas sustancias incendiarias o explosivas, aunque sin averiguar quién habría colocado dichas sustancias». «El proceso penal se cerró en mayo de 1981 en la Audiencia Provincial de Zaragoza, por no "resultar debidamente justificada la perpetración del delito". Algunos familiares reclamaron entonces por la vía civil, por la cual un juez dictaminó en 1985 que en el incendio hubo "un elemento extraño o exógeno que bien pudo ser un pirogel de fácil composición, cómodo y disimulado transporte, rápida y discreta colocación por expertos y de accionado controlado, capaz de provocar altas temperaturas, entre los 1.000 y 1.200 grados". Este dictamen desestimó la demanda de los familiares, ya que las deficiencias reconocidas en el hotel como la escalera de incendios inutilizada o los rótulos confundidos no se consideraban causa suficiente para la magnitud de la tragedia». «En 1989 el Tribunal Supremo concluyó que hubo intencionalidad en el incendio, señalando que "no guarda relación la escasa entidad del incendio producido en la freiduría del hotel, con las catastróficas consecuencias que se originaron". Esta sentencia absolvió al hotel y a las aseguradoras con respecto al pago de indemnizaciones a las víctimas. El Supremo estimó que hubo intencionalidad en el incendio del hotel Corona de Aragón». 76
Coche bomba en San Juan de los Panetes Ocurrió en el mes de enero de 1987. Eran las ocho y diez minutos de la mañana. Apenas habían transcurrido unos pocos minutos desde que habíamos comenzado a trabajar, cuando una gran explosión sacudió todo el edificio. El estampido había sido muy cercano y su sonido nos conmocionó a todos los que estábamos allí. Nos mirábamos unos a otros y enseguida comprendimos que se había tratado de algo muy grave. Tras breves instantes de inquietud, todos pensamos lo mismo. Había sido una bomba. Un atentado terrorista. Entonces vimos la reacción de una de las compañeras que se levantó asustada de su mesa, mientras decía algo que en esos momentos no logré entender. Seguidamente escuchamos lo que decía, con un tono de voz algo más alto y entrecortado, refiriéndose a su marido que era militar y que en esos momentos debería estar desplazándose hacia su destacamento. Muchos coches oficiales y autobuses con 77
personal militar circulaban a esas horas de las mañanas por las calles cercanas y por la gran avenida que pasa muy cerca del edificio donde nosotros trabajábamos, para tomar el puente que cruza el río Ebro y sale directamente hacia la carretera de Huesca, donde a escasos kilómetros se encontraban instalaciones militares muy importantes, entre ellas la Academia General Militar y el CIR, además de diversos destacamentos y regimientos del ejército de tierra. En los momentos siguientes a la explosión, ella se temió lo peor, igual que nos hubiera ocurrido a cualquiera de nosotros. Tras varios minutos de cierta angustia y nerviosismo, que se hicieron largos e intensos, logró contactar con su marido quién le confirmó que se encontraba bien, y que como todos habíamos pensado, también le confirmó que se había tratado de un terrible atentado terrorista, ocurrido muy cerca de donde él había pasado y del lugar en que nosotros nos hallábamos. Un coche bomba había hecho explosión al paso de un autobús de militares, y con toda seguridad habría causado muchos heridos y posiblemente algún fallecido. De aquellos minutos de angustia me quedó grabado el recuerdo del sonido de aquella terrible explosión. Había retumbado en los oídos como un bramido, con un sonido difícil de describir, irregular, como quebrado y con un eco metálico de fondo final, que recordaba el sonido de un metal cuando se parte o se resquebraja. En Zaragoza estábamos muy acostumbrados a escuchar los estampidos lejanos que producen los obuses disparados por los militares en el cercano campo de San Gregorio, una amplia y despoblada zona militar, donde habitualmente realizaban maniobras y prácticas de tiro. Dichos estampidos se escuchaban bastante lejanos pero potentes, y sus ecos de fondo eran secos, cuando se 78
sentían retumbar sobre las paredes de las habitaciones. No eran en nada parecidos con la terrible explosión que se había escuchado unos minutos antes, que recordaba más el rugido de una fiera y que había hecho temblar durante breves instantes los muros y las cristaleras de todo el edificio. Todo el edificio había sido sacudido y las cristaleras que cubren toda la fachada habían crujido como si fueran a saltar por los aires. Unas pocas horas más tarde comenzaron a llegar las primeras noticias que fueron confirmando el terrible suceso que había ocurrido a poca distancia de allí. Se había tratado de la explosión de una furgoneta‐bomba cargada con unos 50 kilos de goma‐2 y otros tantos kilos de tornillos y tuercas, que había sido colocada por los terroristas en la plaza de César Augusto, frente a una iglesia conocida con el nombre de San Juan de los Panetes, al paso de un autobús militar que se dirigía a la Academia General Militar. Como consecuencia de la explosión habían resultado muertas dos personas: un civil que era el conductor del vehículo, y un militar, un comandante de Ingenieros destinado en la Academia General Militar. Asimismo, resultaron heridas de diversa consideración un total de cuarenta y una personas, la mayoría de ellas civiles, que se encontraban por casualidad en aquellos momentos en el lugar del suceso. La gran onda expansiva de aquella explosión había provocado también cuantiosos daños materiales en los edificios y locales cercanos.
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«A las 8.08 un estruendo rompía la rutina de una mañana laborable en Zaragoza y marcaba para siempre a la sociedad aragonesa: ETA mataba por primera vez en Aragón y lo hacía de forma brutal. Una furgoneta cargada con 50 kilogramos de Goma2 estallaba en la avenida de César Augusto al paso de un autobús militar. El atentado se cobraba la vida de dos personas y hería de diversa consideración a cuarenta y una.» «... el comando Argala de ETA, dirigido por el terrorista Pakito, atentó con una furgoneta bomba contra un autobús en el que viajaban militares de la Academia General Militar de Zaragoza. Tras las primeras investigaciones, se comprobó que el atentado había sido preparado unos dos o tres días antes, utilizando una furgoneta que habría sido robada con antelación y a la que habían cambiado la matrícula colocándole otra falsa. La explosión fue realizada mediante un mecanismo que habría sido accionado a distancia.» Un par de días más tarde de aquel suceso, la banda terrorista ETA reivindicó el atentado en un comunicado. 80
Atentado con coche bomba en la casa cuartel de la Guardia Civil en Zaragoza. Ocurrió el día 11 de diciembre de 1987. Era todavía de madrugada y aunque estaba acostado, me encontraba despierto debido a los ruidos que provenían de la calle, producidos por los autobuses urbanos que a esas horas ya eran frecuentes, con el chirriar de sus frenos y de los arranques de sus motores en una parada situada en la avenida, a pocos metros de casa. Faltaban todavía algunos minutos para que sonara el despertador cuando repentinamente se escuchó una tremenda explosión que sacudió todo el edificio, cuya onda retumbó dentro de la habitación haciendo temblar los cristales de la ventana. Fue una terrible explosión cuyo sonido me resultaba conocido. Instantáneamente me hizo recordar que apenas unos meses antes había escuchado otra explosión muy similar. Pero en esta ocasión el estampido había sonado con más potencia, aunque provenía de algún lugar mucho 81
más alejado que la otra. De nuevo había escuchado el mismo terrible bramido de una explosión que se había mantenido unos segundos, cuyo eco de fondo final tenía esa especie de sonido metálico que recuerda el ligero tintineo que se produce cuando se quiebra un objeto de metal. El imponente bramido se habría escuchado en casi toda la ciudad, debido al silencio que dominaba la ciudad a esas horas de la madrugada. Seguí acostado durante unos pocos minutos más, sin dejar de pensar que algo horrible podía haber ocurrido. La explosión podía ser debida a algún accidente, aunque el recuerdo de aquel rugido me hizo temer que se podía tratar de algo mucho peor. Cuando salí de casa para dirigirme a trabajar se percibía como un extraño silencio en toda la calle. Quizás podía estar provocado porque caminaba absorto en mis pensamientos, temiendo que se tratara de un atentado terrorista y en que aquella explosión podría haber causado víctimas y muchos daños. Apenas había recorrido trescientos metros por la calle, cuando llegué al primer cruce con la avenida transversal y me detuve ante el semáforo, ya que en ese momento vi las luces anaranjadas de algún vehículo de emergencias que se proyectaban sobre las fachadas del edificio situado al otro lado de la avenida. Instantes después apareció por la curva de esa avenida un coche de la policía local que llevaba sobre el techo las luces rotatorias de emergencia encendidas, pero que circulaba en silencio, sin hacer sonar ninguna sirena. Venía rápido, llenando todo el ambiente con esas luces intermitentes, frenó unos instantes en mitad del cruce para asegurarse que no viniera ningún otro vehículo por ambos lados de la otra calle y seguidamente continuó la marcha. Le seguían muy de cerca otros dos vehículos oficiales a los que abría camino. Cruzaron por delante de mí y siguieron rápidamente por esa avenida que discurre 82
paralela al río Huerva y llega hasta el puente de Hierro que cruza el río Ebro. Una vez que hubieran cruzado ese puente, y siguiendo por la misma avenida, todo recto, el destino al que se dirigían se encontraba muy cerca de allí. Más tarde supe que en uno de aquellos coches oficiales iba el Alcalde de la ciudad. Nada más llegar al lugar de mi trabajo, en la misma entrada al edificio, los compañeros que había allí me informaron de las noticias que estaban emitiendo a través de la radio. La gran explosión que se había escuchado era consecuencia de un gran atentado terrorista cometido contra la casa cuartel de la Guardia Civil, situado en la avenida de Cataluña, a unos quinientos metros del puente de Hierro, al otro lado del Ebro. En las siguientes horas fuimos conociendo nuevos detalles que nos fueron haciendo tomar conciencia de la gran magnitud de la tragedia. Más tarde se supo que el coche contenía unos 250 kilos de amonal, de ahí los terribles destrozos causados en la fachada que, en aquella parte, quedó reducida a un enorme montón de escombros debido a la fuerte onda expansiva que también causó grandes daños a las casas de los alrededores. La víctimas que fallecieron como consecuencia de la explosión, habían quedado atrapadas bajo los escombros de las cuatro plantas que se habían derrumbado, por lo que los bomberos tuvieron que extraer los escombros hasta que fueron apareciendo las víctimas, en total fueron 11 los fallecidos, cinco de los cuales eran adultos y los otros seis eran niños de corta edad. Resultaron además con heridas de diversa consideración hasta un total de 88 personas, civiles en su mayoría, algunas de las cuales llegaron a sufrir amputaciones traumáticas.
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Fue este un brutal atentado de la banda terrorista ETA, en el cual varias de las víctimas que causó eran miembros de las mismas familias, ya que entre los fallecidos había tres guardias civiles, junto con las esposas de algunos de ellos y algunos de sus hijos. Al día siguiente se publicaron las fotografías de la tragedia en las portadas de los periódicos, de entre las cuales destacaba la imagen de la casa cuartel con el enorme boquete de la fachada en su parte central, en la que se veía un enorme montón de escombros sobre los cuales numerosos bomberos estaban trabajando en las labores de desescombro. La imagen no podía ser más desoladora. «Dos terroristas trataban de estacionar un coche cargado con explosivos junto a una de las fachadas de la casa cuartel y un agente de la guardia civil que estaba en la puerta, se acercó hacia ellos para indicarles que no podían estacionar allí, momento en el cual los dos individuos echaron a correr hacia otro vehículo que les estaba esperando y se dieron a la fuga. El agente sospechó que se podía tratar de un atentado y corrió hacia el cuartel a dar la voz de alarma. No tuvo tiempo suficiente para avisar a todas las personas que dormían en aquellos momentos, ya que momentos después explosionó el coche, produciendo un gran boquete en la fachada, que ocasionó el derrumbe de cuatro plantas del edificio.»
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Algunos años más tarde serían detenidos los autores materiales del atentado, fruto de diversas operaciones policiales. Por estos hechos fue imputado y juzgado el terrorista Henry Parot que fue condenado a 4.800 años de cárcel por un total de 82 asesinatos. «La fiscalía de la Audiencia Nacional pidió que el dirigente de la banda terrorista ‘Josu Ternera’ fuera también imputado por este atentado, perpetrado en el año 1987, cuando ETA estaba dirigida de una forma absoluta por él.» El terrorista Henry Parot, tras cumplir una gran parte de su condena, fue protagonista de una controvertida sentencia del Tribunal Supremo, que entre los medios jurídicos se conoce como la ‘doctrina Parot’. Dicha sentencia, que sigue siendo objeto de discrepancias entre los medios judiciales y políticos, sentó las bases de una jurisprudencia sobre la reducción de penas carcelarias, por la aplicación de los beneficios penitenciarios. En el año 2006, entró en vigor un fallo del Tribunal Supremo que impedía a los presos refundir sus condenas en una sola de 30 años sobre los que se aplicaban las reducciones de penas por trabajo o estudios. Hasta entonces, los etarras no solían cumplir más de 20 años efectivos de cárcel. Con la sentencia del TS las reducciones ya no se aplican sobre el total de 30 años, sino sucesivamente sobre cada una de las penas, lo que deja sin efecto los beneficios penitenciarios para aquellos terroristas que tuvieran varias condenas. Es corriente que las jurisprudencias judiciales sean reconocidas por el apelativo de “doctrina”, pero en este caso, el que sea conocida y famosa por el hecho de llevar el apellido de un sanguinario terrorista, parece una ignominia. ‘Doctrina Parot’... cada vez que leo o escucho esta denominación me resulta patética. 85
En fechas muy recientes, en referencia a esta ‘doctrina’, los terroristas han expresado claramente su rechazo en un manifiesto que ha sido publicado como consecuencia de un acto celebrado por presos de ETA que habrían escenificado una adhesión al Pacto de Guernika, y cuyo manifiesto defenderán como una hoja de ruta que incluye, entre otros, puntos como estos... «... una paz sin vencedores ni vencidos, la legalización de todas las opciones políticas, incluida Sortu, y la mejora de la situación de los presos políticos, y la abolición de la 'doctrina Parot'.» Resalta aquí la enorme desproporción existente entre las condenas impuestas por la justicia y el cumplimiento efectivo de reclusión carcelaria. Unas condenas que suman un total de 4.800 años de cárcel se saldarán con el cumplimiento efectivo de menos de 30 años de reclusión. Es evidente que con la justicia terrenal, los asesinos nunca llegarán a resarcir, con la privación de su libertad, la gravedad de los daños que causaron a sus víctimas, por muy grandes que sean las penas que se les impongan. También es evidente que las víctimas y sus familiares, nunca llegarán a tener en esta vida una compensación que les resarza del daño que les fue causado por sus asesinos y sus verdugos. Tendrán que mantenerse en la esperanza de otra existencia que vaya más allá de esta vida terrenal, hasta alcanzar esa Justicia que realmente les haga justicia y les compense de los sufrimientos y de la ignominia que han padecido en esta vida. La esperanza de una Justicia que también podría tener su propia jurisprudencia... basada en una doctrina que dice: “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.” Vista y meditada esta doctrina desde la óptica de la enorme brutalidad que han sufrido las víctimas, causada 86
por esa espiral de violencia terrorista vivida en este país durante más de cinco décadas, se puede vislumbrar la trascendencia que parece desprenderse del significado que se esconde en el fondo de dicha frase, mediante la cual la compensación a aquellos que sufrieron daños tan horribles, habría de ser el objetivo primordial de una Justicia que vaya mucho más allá de la mera imposición de penas o castigos a quienes cometieron esos daños. Han transcurrido muchos años ya desde que ocurrió aquella horrible tragedia, y desde hace varios años, el solar que ocupaba la casa cuartel de la Guardia Civil se convirtió en una plaza a la que se dio el nombre de Parque de la Esperanza, en el centro de la cual se levantó un monumento en memoria de aquel suceso, compuesto por un conjunto de tres estatuas en bronce representando a tres niños, uno de ellos acompañado de un perro. Uno de los niños permanece de pie sobre unos pedestales de mármol, mientras los otros dos están sentados en el suelo, mirando hacia el que está de pie, en actitud expectativa. Dicho parque se encuentra muy cerca de donde resido en la actualidad, y debido a ello paso por allí con mucha frecuencia. Recientemente estuve allí con mis nietos que se subieron entre los pedestales de mármol para jugar, ya que otros niños también habían subido, por lo que tuve que ir tras ellos, instándoles a que bajaran en previsión de que pudieran hacerse algún daño.
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Los niños que habitualmente juegan en dicha plaza quizás no lleguen a tener nunca conciencia de que aquél monumento se levantó en memoria de un terrible atentado terrorista, en el que periódicamente se celebran actos en recuerdo de las víctimas que ocasionó. Queda la esperanza de que ninguno de esos niños tenga que volver a escuchar jamás ese horrible bramido, como el de la gran explosión que, en aquél trágico día, segó la vida de varias personas, entre ellas las de seis niños inocentes. 88
Atentado con coche bomba en El Corte Inglés de Zaragoza. Ocurrió un viernes por la noche, en el mes de junio del año 2002, mientras nos encontrábamos en la sede de una asociación de mujeres, donde habíamos ido para colaborar en la retirada de los decorados y de los trabajos hechos por las mujeres que se habían presentado en una exposición de manualidades celebrada durante toda esa semana. De repente escuchamos una gran explosión que hizo retumbar toda la sala. Por la fuerza del estampido sentimos que había sido muy cercana, aunque en el eco se había notado algo extraño, como apagado. Nos miramos unos a otros con una expresión en nuestros rostros que reflejaban que algo terrible podría haber ocurrido. Todos pensamos lo mismo y nos temimos lo peor. Hicimos algunos comentarios sobre la posibilidad de que aquella explosión que habíamos escuchado parecía haber sido un atentado terrorista. Transcurrieron algunos minutos más en silencio y aunque ya era algo tarde, casi habíamos terminado de recoger todo aquello, por lo que enseguida nos marchamos a casa. 89
Al llegar a casa, por la televisión local estaban dando las noticias sobre el suceso, por el que supimos que se había producido un atentado terrorista en la ciudad. La explosión que habíamos escuchado era la de un coche bomba que había sido colocado por terroristas de ETA en los aparcamientos de El Corte Inglés, y que había causado algún herido y bastantes daños materiales. El edificio de esa gran superficie comercial está situado relativamente cerca del local en el que nos encontrábamos en el momento de la explosión. Eso explicaba que nos hubiera parecido cercana, y por otra parte, el hecho de haber ocurrido en los aparcamientos había amortiguado la onda expansiva, por lo que la explosión la habíamos escuchado como apagada. Desde luego no había sonado igual que aquellos horribles bramidos que había escuchado en otras dos ocasiones, hacia unos cuantos años atrás. Recordé en esos momentos, que aquella misma tarde habíamos estado en ese centro comercial, en ese edificio donde unas horas más tarde se produjo la explosión. Solo de pensarlo, una especie de escalofrío recorrió todo mi cuerpo, mezclada con un sentimiento de indignación y de rabia contenida, al ser consciente de que habíamos estado en el mismo lugar en el que habían estado los terroristas. En aquellas horas el coche con explosivos ya estaría estacionado en los garajes, y los terroristas estarían ya muy lejos, habiéndolo dejado programado para que explosionara en el momento que hubieran elegido, mientras, nosotros habíamos estado en aquel mismo lugar, recorriendo varias plantas, haciendo algunas compras y curioseando, mientras hacíamos tiempo hasta la hora en que debíamos ir al local de la exposición para recoger los trabajos. Si hubiera hecho explosión el coche bomba unas horas antes, con el edificio lleno de público y de empleados, podría haber producido una gran tragedia, como la que ocurrió hacía unos años en otro gran centro 90
comercial, en Barcelona. De haber actuado los terroristas con la misma y malévola intención que entonces, nos habría afectado de lleno a nosotros, si la explosión se hubiera producido tan solo unas horas antes, cuando nos encontrábamos allí dentro. Acudieron también a mi mente otros recuerdos ya lejanos, de un tiempo en el que con relativa frecuencia solíamos acudir a aquel centro comercial a realizar las compras con el coche y que lo dejábamos estacionado en aquellos mismos sótanos, aunque posteriormente, algún tiempo después, habíamos cambiado ese hábito y desde entonces íbamos hasta allí a pie o en autobús. Habían transcurrido pues algunos años, desde la última vez que habíamos ido con el coche, pero todavía recordaba que en más de una ocasión, al entrar en aquellos aparcamientos, había pensado con cierto temor o preocupación, en lo fácil que tenía que resultar para unos terroristas acceder hasta cualquier parte de los garajes con un coche cargado de explosivos, dejarlo estacionado, y marcharse de allí sin despertar las mínimas sospechas sobre sus intenciones. Seguramente, aquellas sensaciones tenían que estar condicionadas por el inevitable recuerdo del horrible atentado que los terroristas habían causado en el gran centro comercial del Hipercor en Barcelona, que había ocurrido por aquella misma época, tan solo unos pocos años atrás. Y casualmente, algunos años más tarde, aquel temor se había hecho realidad, el presagio se había materializado, los terroristas habían colocado un coche con explosivos en aquellos mismos aparcamientos, habían atentado contra aquel objetivo, un centro comercial que habitualmente suele estar muy concurrido, por personas jóvenes, mayores, matrimonios con niños pequeños, así como por numerosos empleados. Al día siguiente, entre los detalles que aparecían en las noticias del periódico, figuraba la información 91
facilitada por el delegado del Gobierno en Aragón, en la que confirmaba que se trataba de un coche robado que habría sido estacionado por los terroristas sobre las 14,00 horas de aquella tarde, que estaba cargado con unos 50 kilos de explosivos y que había sido programado para que la explosión se produjera sobre las 22,15 horas, cuando el centro comercial ya habría cerrado sus puertas y por tanto, se encontraría vacio de público. «Un coche bomba explotó esta noche, a las 22.15 horas, en el parking del edificio del Corte Inglés de Zaragoza, en el paseo de Sagasta. Un vigilante jurado ha resultado herido leve en la explosión. El vigilante se encontraba en una planta distinta a aquella en la que explosionó el coche bomba, un Ford Courier de color azul. La explosión fue precedida por una llamada de aviso, en nombre de ETA, quince minutos antes de la explosión a la asociación de Ayuda en Carretera (DYA) del País Vasco. El coche bomba que explotó en el edificio de El Corte Inglés situado en la glorieta Sasera de la capital aragonesa estaba cargado con más de 50 kilos de explosivo. Así lo ha confirmado el delegado del Gobierno en Aragón, quien ha indicado que el utilitario fue robado en Navarra y colocado en el parking del centro comercial a las 14,00 horas. También ha señalado por otra parte que se trabaja con la hipótesis de que el atentado haya sido obra de un comando itinerante de ETA y ha manifestado su más rotunda condena hacia esta última acción terrorista.»
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Aunque han transcurrido muchos años, resulta imposible olvidar la gran tragedia que los terroristas provocaron con el atentado a un gran centro comercial, ocurrido en el Hipercor de Barcelona, en el mes de junio de 1987, justo quince años antes, de triste recuerdo, en el que causaron 21 víctimas mortales y 45 heridos. «El atentado se realizó con un coche bomba cargado con 30 kilos de amonal y cien litros de gasolina. Los miembros del ‘comando Barcelona’ de ETA, Josefa Ernaga, Domingo Troitiño y Rafael Caride Simón, depositaron el explosivo en el maletero de un Ford Sierra robado que aparcaron en el parking del hipermercado Hipercor situado en la popular Avenida Meridiana de Barcelona. A las 16:10 h., actuó el temporizador que activaba los explosivos, ocasionando una enorme explosión que voló por los aires la primera planta del garaje, y provocando un socavón de 5 m de diámetro en el suelo del establecimiento por el que penetró una bola de fuego que calcinó a todas las personas que encontró a su paso. Además, los gases tóxicos producidos, provocaron la asfixia de otros no afectados por el fuego. Como consecuencia, perecieron 21 personas, y 45 resultaron heridas de diversa consideración. Entre los fallecidos, la mayoría de los cuales fueron mujeres, algunos de los cuales quedaron completamente calcinados, se encontraban también varios niños.» 93
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El secuestro de Ortega Lara Los recuerdos más tristes y profundos que me quedaron de este terrible episodio, que forma parte de las innumerables acciones cometidas por la banda terrorista ETA, comienzan precisamente en el momento en que se produjo la liberación de Ortega Lara. Las primeras imágenes que se emitieron a través de las televisiones, tras la liberación, mostraban a un hombre de aspecto muy adelgazado, con barba crecida y cabello desordenado, con una mirada perdida y sorprendida a la vez, por la presencia de las numerosas personas que se hallaban congregadas en el lugar donde su liberación fue hecha pública. Había transcurrido más de un año y medio desde que fue secuestrado en el mes de enero de 1996, en el garaje de su casa cuando volvía de su trabajo.
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Durante todo ese tiempo, los noticiarios de las distintas televisiones recordaban día tras día, la situación de un secuestro que se prolongaba en el tiempo hasta llegar a hacerlo insufrible, comentando en cada noticia el número de los días transcurridos y sin tener esperanzas de cuando se podría producir la liberación. Después de muchos meses, hubo momentos en los que llegué a pensar que difícilmente una persona pudiera llegar a aguantar durante tanto tiempo una situación como esa, por lo que podría hasta darse la circunstancia de que el secuestrado hubiera fallecido y de que sus secuestradores se hubieran desecho de su cuerpo, manteniendo el silencio y por tanto prolongando el dramatismo de aquella situación. Por ello, cuando escuché la noticia de la liberación y de que habían sido detenidos sus cuatro secuestradores, una oleada de alivio invadió todo mi cuerpo, entre la incredulidad y la satisfacción de que tan terrible episodio hubiera llegado a su fin. Posteriormente, cuando se emitieron las primeras imágenes del estrecho zulo y los detalles de las penosas condiciones en las que había permanecido Ortega Lara, durante tantos e interminables días, no pude evitar el sentir una gran indignación y rabia, porque lo que había tenido que sufrir aquella persona no era una situación de un secuestro cualquiera, ya que había otro calificativo que lo definía mejor, aquello había sido una salvajada. Los terroristas secuestradores lo habían mantenido encerrado durante más de un año y medio, en un zulo subterráneo, de apenas 3 metros de largo, que habían construido bajo el suelo de una nave industrial cercana a un río, por lo que estaba en un lugar oscuro y con gran humedad. Lo habían mantenido a base de agua y con una alimentación deficiente, por lo que su estado de adelgazamiento resultaba penoso. 96
Pero lo que más impacto me causó, fue una parte del relato que hicieron los miembros de las fuerzas policiales que intervinieron en su liberaron. El acceso al zulo, era a través de un pequeño agujero que habían practicado en el suelo de la nave, situado bajo una prensa hidráulica de varias toneladas de peso, que únicamente podía ser elevada accionando un interruptor que ponía en marcha un dispositivo eléctrico. De esa forma, los secuestradores elevaban la prensa para acceder al zulo cuando le llevaban la comida y el agua, y cuando se marchaban, accionaban el dispositivo para que la prensa bajara, tapando y ocultando el agujero del suelo. En los registros que inicialmente habían realizado los agentes policiales en aquella nave, les resultó imposible localizar el zulo, y por repetidas ocasiones preguntaron a los secuestradores que dónde estaba la persona que mantenían secuestrada, obteniendo siempre el silencio por respuesta, hasta que uno de ellos señaló la prensa y solo de esa forma pudieron conocer el acceso hasta el zulo y liberar a Ortega Lara. Los agentes comentaron con grave preocupación que si los secuestradores hubieran seguido guardando silencio, nunca habrían encontrado el lugar y el secuestrado habría terminado falleciendo, porque le hubiera resultado imposible escapar de aquél agujero por sus propios medios, debido a la prensa hidráulica que taponaba el hueco de la salida. Aquel secuestro, una vez conocidos los detalles y el sufrimiento de Ortega Lara, ha de ser recordado como una salvajada, impropia de ser realizada por seres humanos civilizados. Y todo por mantener su amenaza exigiendo unas condiciones inaceptables a cambio de una promesa de su liberación. Un episodio del que no se existen antecedentes en nuestra época, ni siquiera entre los terribles abusos que pudieron haber cometido los peores dictadores, sátrapas o tiranos que encarcelan a sus 97
opositores por motivos políticos como forma de represión en numerosos países. Fue un terrible episodio protagonizado por unos terroristas, unos verdugos que entre su ideario político radical, agitan banderas que hablan de libertades. «El 17 de enero de 1996 José Antonio Ortega Lara fue secuestrado en el garaje de su casa en Burgos cuando volvía de su trabajo en el Centro Penitenciario de Logroño. Días más tarde ETA se hizo responsable del secuestro, el segundo que mantenía en esos momentos José María Aldaya estaba secuestrado desde el 8 de mayo de 1995 exigiendo el traslado de los presos de la organización a cárceles vascas. El 1 de julio de 1997 la Guardia Civil lo localizó en un zulo de Mondragón después de pasar 532 días encerrado en el mismo. En la misma operación policial, en la que intervinieron más de 60 agentes, fueron detenidos sus cuatro secuestradores. Las condiciones de su secuestro fueron penosas: el zulo en el que se hallaba, muy húmedo, puesto que se encontraba a pocos metros del río Deva, sin ventanas y situado bajo el suelo de una nave industrial, tenía unas dimensiones de 3 metros de largo por 2,5 de ancho. Ortega Lara sólo podía dar tres pasos en él. Disponía de la luz de una pequeña bombilla y sólo fue alimentado con frutas y verduras. No podía salir del habitáculo y sus necesidades las hacía en un orinal, en el que recibía también el agua para asearse. En el momento de su rescate, Ortega Lara había perdido 23 kilos, masa muscular y densidad ósea. Sufría de trastornos del sueño, estrés postraumático, ansiedad y depresión.» 98
El asesinato de Miguel Ángel Blanco Ocurrió en el mes de julio de 1997. En aquellos días nos encontrábamos veraneando en la playa, en un apartamento que habíamos alquilado para pasar la primera quincena del mes. Habían pasado ya unos cuantos días, cuando en los noticiarios de la noche del jueves día 10, anunciaron una nueva acción de la banda terrorista ETA. Se había producido el secuestro de un concejal del Partido Popular, y un comunicado de la banda en el que exigían al Gobierno el acercamiento de los presos a las cárceles del País Vasco, como condición indispensable para su liberación y bajo la amenaza de muerte, dando un plazo de 48 horas como ultimátum. Al escuchar aquellas noticias, me pareció estar viviendo algo irreal, surrealista, no podía creer que lo que estaba escuchando estuviera ocurriendo en la realidad. Apenas habían transcurrido diez días desde que se había 99
producido la liberación de José Antonio Ortega Lara, al que los terroristas habían mantenido secuestrado durante más de un año y medio, haciendo la misma exigencia, el acercamiento de los presos a cambio de su liberación. Durante todo ese tiempo, el Gobierno había demostrado su firmeza en su negativa a ceder ante cualquier chantaje o pretensión de esa banda. Y de nuevo, los terroristas volvían a exigir lo mismo secuestrando a otra persona, esta vez bajo amenazas de muerte y dando un plazo de 48 horas. Imaginé que, al igual que sentirían la inmensa mayoría de ciudadanos, la reacción sería de absoluto rechazo ante semejante amenaza, con la convicción de que ningún gobierno cedería ante aquel nuevo chantaje y se mantendría firme ante ese nuevo reto de la banda. En el fondo del alma, tuve en aquellos momentos la firme esperanza de que los secuestradores jamás llevarían a cabo semejante locura. Asesinar a sangre fría a un inocente si no se atendían sus exigencias. Las mismas exigencias por las que el Gobierno llevaba manteniendo su firme postura de no ceder ante ningún chantaje de los terroristas. Durante los días siguientes seguimos con gran atención las noticias que sobre este secuestro se daban en los telediarios y en la radio. Las manifestaciones que se organizaron por toda España pidiendo su liberación, los manifiestos de repulsa de los partidos políticos, de las organizaciones sociales y en los círculos periodísticos. Dos días después, sábado, día en que se cumplía el ultimátum dado por la banda, estuvimos toda la tarde en la terraza del apartamento escuchando permanentemente la televisión, esperando recibir noticias alentadoras, dejando pasar el tiempo con la esperanza de que llegara el momento de escuchar que los secuestradores no habrían 100
llevado a cabo su terrible amenaza. La calle que pasa por delante de la terraza del apartamento aparentaba estar completamente vacía. Apenas se producían movimientos de personas o de vehículos. Estaba dominada por un extraño silencio, como por una calma tensa. Veíamos que en otras terrazas de los apartamentos de los alrededores, había muchas otras personas que al igual que nosotros, permanecían atentas a los informativos, mientras pasaban lentas aquellas horas, aquellos minutos, hasta el momento que la banda había señalado como final del plazo para cumplir su amenaza. Pasadas las cuatro de la tarde, hora en la que finalizaba el ultimátum, los minutos se hicieron más lentos. El calor y el bochorno de la tarde se fueron haciendo más notorios, a pesar de lo cual seguimos en aquella terraza, esperando, deseando que transcurriera el tiempo, que pasaran muchas horas más sin que hubiera ninguna novedad, lo cual podría significar que los terroristas ampliarían el plazo, que seguirían ganando tiempo con sus amenazas, pero sin llegar a cumplirlas. De repente, se cortó la emisión de la cadena que estábamos escuchando, anunciando que se iba a dar un breve informativo, en el que confirmaron la noticia que jamás hubiéramos creído que íbamos a escuchar. En las cercanías de la localidad guipuzcoana de Lasarte se había encontrado el cuerpo de una persona herida que presentaba dos disparos en la cabeza. Se trataba del concejal secuestrado, Miguel Ángel Blanco. Estaba todavía con vida y ya había sido recogido por los servicios médicos y trasladado a un hospital. Apenas si habían transcurrido un par de horas desde la hora señalada en el ultimátum. La rabia se mezcló con la angustia al escuchar aquella noticia. Los terroristas eran unos asesinos sin ningún tipo de piedad y el hecho lo confirmaba con toda su crudeza. 101
Resultaba inimaginable siquiera pensar que en un territorio en el que conviven seres civilizados, regidos por un sistema democrático, se llegara a producir semejante crueldad. Ejecutar con sangre fría a una persona inocente, indefensa, secuestrada. Siguieron pasando las horas de aquella tarde esperando que se produjeran nuevas noticias sobre el estado del herido. En la madrugada del día siguiente se produjo el fatal desenlace. En las primeras noticias que escuchamos por la mañana informaban que se había producido el fallecimiento. Aquel espantoso asesinato marcó un hito para la sociedad española que se movilizó para expresar con contundencia su rechazo contra la banda terrorista. Se produjeron multitudinarias manifestaciones en todas las ciudades de España en repulsa de aquella ignominia que habían cometido contra un ser inocente y para rechazar cualquier tipo de negociación con ETA. De aquel espantoso asesinato quedará para siempre en el recuerdo la imagen y el nombre de Miguel Ángel Blanco Garrido, un político sencillo, popular, concejal del Ayuntamiento de Ermua (Vizcaya), que fue brutalmente asesinado por la banda terrorista ETA mientras permanecía secuestrado. «El Foro de Ermua surge tras la reunión de varios profesores después del secuestro y posterior asesinato del concejal. Su eje de acción es un manifiesto de repulsa donde se proclama su oposición a cualquier negociación con ETA que no sea su disolución como organización armada y la unidad antiterrorista de los dos grandes partidos políticos, PP y PSOE.» 102
El 11S Durante la mañana de aquél día, martes 11 de septiembre de 2001, nos habíamos desplazado hasta el apartamento que teníamos en una localidad situada en la costa, donde pasábamos los meses de verano. Habíamos sido citados por la notaría para escriturar una plaza de garaje en el edificio de los apartamentos, que acabábamos de adquirir. Al llegar nos acercamos a la oficina de la constructora para comprobar que toda la documentación estaba en regla y para concretar la hora de la firma de la escritura. Nos citaron para las 17,00 horas de la tarde. Nos marchamos a comer a un restaurante cercano y tras la comida regresamos al apartamento para descansar del viaje hasta que llegara la hora de la firma. Encendimos la televisión para escuchar los informativos de la tarde, que comenzarían una media hora después, más o menos, y nos recostamos en los sofás. 103
Faltaban todavía algunos minutos para las 15,00 horas, cuando apareció en la pantalla del televisor una imagen panorámica de la ciudad de Nueva York, en la que se veían las dos torres gemelas en el World Trade Center y cómo una densa columna de humo salía de la parte superior de una de ellas. Los primeros comentarios que realizaron hablaban de que hacía pocos minutos que se acababa de producir un accidente causado por un avión que se habría estrellado en lo alto de esa torre, por lo que mantenían la conexión a la espera de recibir nuevos datos que concretaran las causas o circunstancias de lo que había ocurrido. Aquella imagen de la torre en la lejanía, continuó fija en la pantalla durante largos minutos, sin que se escuchara ningún nuevo comentario. Habían pasado ya algunos minutos desde las tres de la tarde, la hora en que tendrían que haber comenzado la emisión de los informativos, sin que ningún comentarista hiciera aparición, y mientras tanto, a través de la pantalla continuaban mostrando la misma imagen, desde distintos ángulos, de la Torre Norte que se veía a lo lejos, de la cual salía la enorme columna de humo que se elevaba en el cielo. Unas imágenes que seguían emitiendo en directo, desde varias cámaras de televisión situadas en edificios situados en la lejanía, en distintos puntos de la ciudad, enfocando hacia las dos torres gemelas. De cuando en cuando, desde aquellas cámaras acercaban la imagen con el zoom, apuntando directamente sobre la parte alta de la torre, en la que se apreciaba sobre la fachada, con enorme claridad y detalle, la siniestra silueta que había dejado el avión al empotrarse dentro del edificio, a través de la cual salían multitud de pequeñas columnas de humo. De repente, se vio cómo una gran bola de fuego salía de la parte frontal izquierda de la otra torre, a una altura algo inferior a la parte donde se veía el impacto del avión producido en la primera torre. Algo había hecho explosión 104
en la Torre Sur, situada a la izquierda de la primera, vista en la perspectiva en que las cámaras las enfocaban desde el inicio de la emisión. Lo que habíamos visto era una enorme explosión, de eso no había ninguna duda, por lo que de inmediato empezamos a pensar que lo que estaba ocurriendo no era una casualidad, no podía haber sido otro accidente fortuito. Tenía todas las trazas de ser un atentado, y el nuevo suceso podía tener relación con el impacto producido en la primera torre. Las nuevas informaciones seguían hablando de que el primer impacto del avión, se debería a un accidente, aunque sin descartar la posibilidad de que hubiera sido un atentado terrorista, pero con esta nueva explosión, esa posibilidad parecía confirmarse, ya no cabía lugar para las dudas. Siguieron pasando con lentitud los minutos, mientras las cámaras repetían, una y otra vez, las imágenes que mostraban el momento en que salía de la segunda torre la enorme llamarada producida por la explosión. Pocos minutos después, aparecieron en pantalla las imágenes emitidas desde alguna cámara que enfocaba hacia la parte posterior de las torres, desde algún edificio situado en la parte opuesta, con relación a la perspectiva de las imágenes que se habían estado mostrando hasta entonces. Desde ese nuevo enfoque, en esas imágenes grabadas, se veía exactamente lo que había ocurrido. Se veía toda la trayectoria que recorría un gran avión que volaba a muy baja altura, en el momento en que estaba realizando una maniobra de giro descendente hacia la izquierda, apuntando hacia la segunda torre, en la que terminaba empotrándose, provocando la enorme bola de fuego que se había visto salir unos pocos minutos antes por la parte delantera lateral del edificio, en las imágenes que habían mostrando en directo las cámaras situadas en la parte opuesta.
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En esos momentos, al ver esas nuevas imágenes, quedaron despejadas todas las dudas. Tenía que tratarse de un terrible atentado terrorista, una circunstancia que tan solo unos pocos minutos después fue confirmada por los informativos. Durante los largos y tensos minutos que siguieron a esta segunda explosión, las cámaras situadas en diferentes lugares de la ciudad, continuaron emitiendo con diversas perspectivas las mismas imágenes de las dos grandes torres, de las que seguían saliendo dos enormes columnas de humo que se elevaban cada vez a más altura sobre el cielo de la ciudad. La emisión se interrumpía periódicamente, con la repetición una y otra vez, del impacto del segundo avión, con las imágenes grabadas que mostraban desde diferentes ángulos, la inquietante y oscura silueta del gran avión y su trayectoria de colisión apuntando hacia el edificio, girando hacia la izquierda mientras descendía hasta impactar con la Torre Sur. En algún momento, comenzaron a emitir imágenes grabadas del vuelo del primer avión, en las que se veía perfectamente la trayectoria que había seguido durante los últimos metros, hasta el momento en que se había empotrado contra la Torre Norte. Eran unas imágenes en diferido grabadas desde la calle, con una cámara de video aficionado, por algún peatón o turista, desde una de las aceras situadas justo al pie de esa torre. Probablemente, el autor de aquellas imágines, estaría grabando algo en la calle, y al escuchar el sonido de los motores de un gran avión volando a tan baja altura, giró instintivamente la cámara apuntando hacia el cielo hasta enfocar el avión. Se veía con total nitidez la trayectoria de colisión que en esos momentos recorría el avión, que pasaba sobrevolando a muy baja altura en dirección hacia la torre, por encima de las cabezas de los peatones situados al lado de la persona que grababa las imágenes, mientras se escuchaba como sonido de fondo el sordo y ronroneante rugir de sus 106
motores, durante el centenar de metros de recorrido que realizó previo al momento en que se produjo el impacto contra la torre, dejando sobre la fachada aquella silueta siniestra del avión tras haber penetrado en su interior. Todas aquellas imágenes, que iban siendo repetidas decenas de veces, resultaban terriblemente impactantes, casi sobrecogedoras, especialmente aquellas que seguían mostrando el momento en que salía por la fachada de la Torre Sur, la llamarada producida por la explosión del segundo avión. Tomadas por distintas cámaras situadas desde diversos ángulos, en algunas de esas imágenes parecía vislumbrarse la aparente figura de un enorme y demoníaco rostro que surgía de entre aquella inmensa bola formada por el fuego y el humo negro. Durante todos aquellos largos e intensos minutos, una gran inquietud y ansiedad se habían ido apoderando poco a poco de nosotros, era algo inevitable, como inevitable era dejar de pensar que en las plantas superiores de aquellos dos enormes edificios, situadas por encima de las zonas en que se habían producido los impactos, habría numerosas personas que permanecerían atrapadas, con escasas posibilidades de ser rescatados, mientras el fuego y el humo se extendían por todas partes, provocando esas enormes columnas de humo blanco que se elevaban hacia el cielo y que se veían cada vez más grandes y densas. Había transcurrido poco más de media hora, cuando los informativos comenzaron a dar las primeras noticias que confirmaban que aquellos dos aviones habían sido secuestrados por terroristas suicidas de origen árabe, y que podrían estar todavía en vuelo algunos aviones más que también podrían haber sido secuestrados. A los pocos minutos dieron la noticia de que un tercer avión se habría precipitado sobre el Pentágono. Fue entonces cuando se 107
tuvo ya la certeza de que se estaba produciendo contra los Estados Unidos un ataque terrorista en toda regla y de grandes proporciones. Continuamos frente a la pantalla del televisor, con perplejidad, casi atónitos, porque se hacía difícil llegar a creer que todo aquello que estábamos viviendo estaba sucediendo en la realidad a unos miles de kilómetros de distancia, contemplando las secuencias de todas aquellas imágenes, que repetían constantemente, mientras pasaba el tiempo con lentitud. Todavía faltaba una hora y media para acudir a la cita con el notario para firmar la escritura. Era imprevisible imaginar lo que estaría ocurriendo durante aquellos largos y terribles minutos en el interior de aquellos dos enormes edificios. Los bomberos y la policía estarían trabajando intensamente para tratar de rescatar y evacuar al mayor número posible de personas, aunque seguramente, la dificultad para llegar hasta los últimos pisos sería extrema. Muchas de las personas que se encontraran en las últimas plantas, estarían temiendo por sus vidas, ante la imposibilidad material de escapar de aquel infierno de llamas y humo. La situación tenía que ser dantesca, horrible, ya que en las plantas donde habían impactado los aviones, todo habría quedado destrozado, invadido por el fuego, con las escaleras de emergencia obstruidas, las puertas y los accesos bloqueados, los ascensores inutilizados. Serían escasas, casi nulas, las posibilidades de escapatoria de los que se encontraran en las últimas plantas de aquellas dos inmensas torres. Las pocas esperanzas de salir de allí con vida, serían a través de las azoteas o de las cubiertas de los dos edificios. Las únicas opciones que quedaban para el rescate y la evacuación de aquellas personas o de los heridos, serían mediante la utilización de los medios aéreos, llegando hasta allí con 108
helicópteros, con la dificultad añadida de que tendrían que actuar en medio de las densas columnas de humo. Pasaron unos pocos minutos más, y repentinamente se vio cómo la parte superior de la Torre Sur se quebraba y comenzaba a inclinarse hacia la parte lateral de la fachada, semejando la figura de un enorme cubo que comienza a girar sobre el horizonte, en la parte superior de la inmensa torre, como si fuera a caer desde lo alto a la calle o sobre los edificios colindantes. Contrariamente a esa primera impresión, esa parte superior del edificio, comenzó a precipitarse verticalmente, hundiéndose entre las fachadas de la torre, despacio durante los primeros segundos y más rápidamente después. El contorno de la torre fue desapareciendo paulatinamente entre una nube de escombros y de polvo blanco que se desparramaba por los laterales de las fachadas, que iban desapareciendo progresivamente, semejando a una inmensa fuente cuyas aguas rebosan y se desbordan formando una cascada de espuma blanca, conforme seguían hundiéndose hasta desaparecer tragadas por la inmensa nube blanca que se iba agrandando conforme se consumaba el colapso. En un minuto la Torre Sur había desaparecido, dejando en su lugar una gran columna de polvo blanco que permanecía flotando, como suspendida en el aire, ocupando el espacio vacío dejado por la estructura que se había desplomado. Las imágenes que emitieron seguidamente, que habían sido grabadas por alguna videocámara móvil situada a nivel de la calle, comenzaron a mostrar como la inmensa nube de polvo blanco se desplazaba con gran rapidez, invadiendo las calles cercanas, tragándose todo aquello que rodeaba la zona, los edificios, los coches, las personas, hasta la misma cámara que estaba grabando las imágenes, trasladando el efecto a la pantalla del televisor que se tornó completamente blanca, como si esa nube de polvo fuera salir a través de ella. 109
El espectáculo había sido imponente y sobrecogedor. Nos quedamos sin habla, sin movimiento, sin querer comprender que lo que habíamos visto estaba ocurriendo en realidad, una realidad que resultaba inimaginable, como aquel refrán que dice ‘de no verse, no se puede creer’. Una estructura de más de 500 metros de altura se había colapsado en menos de un minuto. Apenas si había transcurrido una hora desde el momento en que se había producido la colisión del segundo avión contra esa Torre Sur, hasta que se produjo el colapso, como consecuencia del tremendo impacto y del fuego que habrían dañado la estructura de la parte superior, quebrándola y haciendo que se precipitara sobre el resto del edificio, arrasando por completo el imponente rascacielos. Pensamos que dentro tenía que haber todavía cientos de personas que en tan escaso margen de tiempo no habrían podido evacuar el edificio, y habrían quedado allí, horriblemente sepultadas. Mientras, las nuevas imágenes del colapso las repetían ahora una y otra vez por la televisión, como si quisieran con ello dar testimonio de que lo que se había visto unos minutos antes, había sucedido en la realidad, de que no había sido algo irreal. La parte superior del edificio que se fractura, semejante a un enorme cubo que se desploma, descendiendo a la vez que desaparecen las siluetas de las fachadas, desparramándose en forma de escombros, hundiéndose en el polvo de una gran nube blanca que crece y acaba tragándose todo. En apenas un minuto. Entre los comentarios y todas aquellas imágenes que se repetían sucesivamente, desde el comienzo de la emisión hasta el momento en que se produjo el colapso de la gran Torre Sur, seguían pasando los minutos, lentos y tensos, cuando se produjo una nueva noticia informando sobre otro avión secuestrado, el cuarto, que se habría estrellado contra el suelo en el estado de Pensilvania, y 110
del cual se tenían sospechas o referencias de llamadas de teléfono realizadas por algunos pasajeros que habrían contactado con sus familiares, y que habrían narrado que en su interior se habría producido un enfrentamiento entre los pasajeros contra los secuestradores, momentos antes de precipitarse al suelo, en un intento de recuperar el control del avión y de evitar que lo estrellaran contra algún otro objetivo. Continuaban informando de los detalles del siniestro ocurrido a ese cuarto avión, cuando de repente, en las imágenes que se mantenían en la pantalla, emitidas desde las cámaras que estaban enfocando hacia la Torre Norte, se vio como la enorme antena situada en lo más alto del edificio se tambaleaba tras una especie de crujido que indicaba que algo se había fracturado, comenzó a caer verticalmente hundiéndose por la zona del centro hasta desaparecer, arrastrando tras ella toda la parte superior del edificio, que cayó mientras se desparramaban por los laterales de las fachadas una gran cantidad de escombros y de polvo blanco, semejando a una gran cascada de espuma blanca, que descendía conforme el edificio se iba desmoronando, hasta desaparecer engullido por la gran nube de polvo blanco. Nuevamente quedó otra enorme columna de polvo blanco que se mantenía suspendida en el aire, ocupando el lugar en que unos instantes antes estaba el rascacielos que había desaparecido. Una nueva y enorme nube se fue expandiendo por las calles adyacentes, tragándose todo lo que había a su paso. Se repetía con el mismo dramatismo las mismas escenas vividas media hora antes, a causa del colapso de la Torre Sur. Apenas un minuto después, sobre el lugar donde un par de horas antes ocupaban aquellos dos colosos de 500 metros de altura, conocidos como las Torres Gemelas, únicamente quedaba una gran nube de polvo que se elevaba hacia el cielo de la Isla de Manhattan. 111
Un avión que sobrevolaba el lugar, girando alrededor de la isla, iba mostrando las imágenes de aquella gran nube que cubría los edificios y de la columna de humo y polvo que ascendía lentamente hacia el cielo. Esas eran las últimas imágenes que estábamos viendo cuando apagamos el televisor. Teníamos que marcharnos y nos fuimos con la amarga sensación de que con aquellas imágenes concluía el primer acto de una gran tragedia, provocada por la acción de unos terroristas suicidas que habían secuestrado varios aviones, estrellándolos contra los dos edificios más emblemáticos de la ciudad de Nueva York. Todo esto ocurrió aquel día, el 11 de septiembre de 2001, desde las 8,50 de la mañana, hora de Nueva York, en poco más de una hora y media, y durante aquél breve espacio de tiempo, habíamos asistido a través de las imágenes de televisión en directo, a unos acontecimientos que iban a marcar el futuro inmediato en todo el mundo. Al día siguiente, en las portadas de muchos de los diarios se veían fotografías de las dantescas imágenes con los restos de las estructuras que habían quedado en pie de aquellos dos enormes rascacielos, reducidos ahora a un inmenso montón de escombros todavía humeantes. Se iniciaba así el siguiente acto de aquella gran tragedia, y era la tarea casi titánica de retirar los escombros con la cuidadosa misión de recuperar los cuerpos de miles de personas que habían quedado sepultados. Los atentados de aquel día causaron la muerte de casi 3.000 personas y más de 6.000 resultaron con heridas. A esas víctimas habría que sumar los daños colaterales causados en muchas otras personas que se encontraban en el lugar de los hechos, como policías y bomberos, que sufrieron los efectos dañinos causados por los materiales 112
procedentes de los escombros y por las nubes de humo y polvo, y que con el transcurso del tiempo desarrollarían graves enfermedades. «Las muertes se contaron por miles, pereciendo exactamente 2.973 personas, incluyendo 246 muertos en los cuatro aparatos estrellados ninguno de los pasajeros de los aviones secuestrados sobrevivió 2.602 en Nueva York muertos tanto dentro de las torres gemelas como en la base de las mismas, y 125 muertos dentro del edificio del Pentágono. Entre las víctimas se contaban 343 bomberos del departamento de bomberos de Nueva York, 23 policías del departamento de policía y 37 policías de la autoridad portuaria de Nueva York y Nueva Jersey. A fecha de hoy, aún permanecen 24 personas más entre la lista de desaparecidos.» Han transcurrido diez años desde aquél horrible día que quedará para siempre en el recuerdo, junto con algunos de los nombres que se hicieron tristemente célebres, por haber sido los protagonistas en aquellas acciones, o de otras que se produjeron posteriormente como consecuencia de los atentados: Zona Cero, Osama Ben Laden, red terrorista Al Qaeda, guerra de Afganistán, guerra de Irak...
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El 11M En las primeras horas de la mañana del día 11 de marzo de 2004, me encontraba en una sala donde periódicamente celebrábamos las reuniones de trabajo, preparando alguno de los asuntos que íbamos a tratar aquella mañana. Estaba en esos momentos con la radio conectada, escuchando las noticias, como solíamos hacer habitualmente hasta la hora en que daban comienzo las reuniones. Todavía faltaban algunos minutos para que fueran las 8,00 horas, cuando cortaron la emisión que estaban transmitiendo y conectaron con unos servicios informativos para dar unas noticias urgentes. Acababa de producirse una explosión en un tren de cercanías cuando entraba en la estación de Atocha, en Madrid, y que según todas las características apuntaban a que podría haberse cometido un atentado terrorista. El comentarista finalizó diciendo que en cuanto se conocieran nuevos detalles del atentado volverían a conectar para seguir dando más información. Aún no había terminado de hablar cuando, con la voz bastante alterada, continuó diciendo: Acaban 115
de pasarnos un nuevo comunicado en el que se informa de que se han producido más explosiones en otros trenes de cercanías que se encontrarían en estaciones próximas a la de Atocha. A partir de esos momentos las noticias se fueron sucediendo una tras otra, confirmando los peores presagios, ya que hablaban de la existencia de numerosas víctimas mortales y de muchísimos heridos. Poco a poco fuimos tomando conciencia del verdadero alcance de la tragedia, ya que se habían producido unos sangrientos atentados terroristas, unos atentados a gran escala, una masacre de grandes dimensiones. Y todo había ocurrido a la misma hora, de forma casi simultánea, en muy pocos minutos habrían hecho explosión hasta diez artefactos colocados por los terroristas en cuatro trenes diferentes de la misma línea, que procedían de la estación de Alcalá de Henares y todos tenían como destino la estación de Atocha, en Madrid. Posteriormente se conocería con exactitud el lugar y la cronología de esas explosiones: A las 7,37 horas, hicieron explosión, con breves intervalos de tiempo, tres bombas en un tren que se encontraba ya parado dentro de la estación de Atocha. Un minuto después, a las 7,38 horas, dos bombas explosionaban en un tren detenido en la estación de El Pozo del Tío Raimundo. Simultáneamente, a las 7,38 horas, una bomba explosionaba en un tren que entraba en la estación de Santa Eugenia. Finalmente, a las 7,39 horas, apenas unos segundos más tarde, cuatro bombas explosionaban en un tren que transitaba por la calle de Téllez, a unos 500 metros antes de entrar en la estación de Atocha. 116
En el breve intervalo de apenas dos minutos, con una precisión macabra, diez bombas habían hecho explosión en cuatro trenes, causando numerosas víctimas. Como si fuera el fruto maligno de un plan demoníaco que hubiera sido planificado al milímetro, y con una frialdad extrema. Diez artefactos hicieron explosión casi simultáneamente: cuatro en el tren de Téllez, tres en el tren de Atocha, dos en el tren de El Pozo, uno en el tren de Santa Eugenia. Posteriormente se detectaron dos artefactos más que no llegaron a explosionar, uno en el tren de Atocha, que fue explosionado de forma controlada y otro que resultó ser una falsa alarma. «También se encontró una tercera bomba en la estación de El Pozo del Tío Raimundo, que, tras realizar, inadvertida, un periplo entre el IFEMA y varias comisarías de policía, pudo ser examinada. Contenía 10 kilogramos de explosivo plástico Goma2 ECO, metralla, un detonador y un teléfono móvil que hacía de temporizador, manipulado para que la alarma activase el detonador. Los indicios hallados en esa mochila permitieron establecer las primeras hipótesis firmes, y desencadenaron la persecución policial sobre los supuestos autores.» Resulta un hecho sumamente extraño la aparición de esta mochila, a destiempo y fuera del lugar, ya que fue detectada en la comisaría de Puente de Vallecas en la madrugada del día 12, veinte horas después de los atentados. El protocolo que siguieron los expertos de las unidades especializadas que actuaron en los trenes, fue el de revisar con la máxima precaución todos y cada uno de los bultos, mochilas, paquetes y enseres personales que se quedaron en los vagones, antes de proceder a recogerlos y enviarlos a un pabellón del IFEMA, lugar donde se centralizaron todas las acciones. De la misma forma que 117
los otros dos bultos sospechosos fueron detectados y explosionados, dicha mochila necesariamente tenía que haber sido detectada, desactivada o explosionada en el lugar de los hechos. «Según las declaraciones policiales en el juicio, tras los atentados, los TEDAX revisaron concienzudamente, de la cabeza a la cola de los trenes, cada objeto que encontraron, para asegurarse de que no quedara ningún artefacto sin explosionar.» «... los terroristas han dicho: 10 bombas para los pasajeros y las otras ahora para las Fuerzas de Seguridad, para ver si se las comen.» En las siguientes horas pudieron verse a través de las televisiones, las imágenes del desastre, algunas personas que resultaron heridas, los enormes boquetes abiertos por las explosiones entre los vagones de los trenes, al personal sanitario que trabajaba sin descanso para recuperar los cuerpos de las víctimas, y a los especialistas en desactivación de explosivos revisando cuidadosamente cada rincón de los vagones. Enseguida se hizo patente el horror causado por las explosiones, la conmoción general, las numerosas y multitudinarias manifestaciones contra el terrorismo, expresando las muestras de dolor y el rechazo por aquellos terribles atentados. Sin embargo, aquella misma tarde, se produjo una situación extraña, inesperada para muchos ciudadanos. Pronto se difundió por todos los medios de comunicación la gran polémica que se había suscitado entre los partidos políticos acerca de la autoría de aquellos atentados. Tras los primeros discursos de los principales líderes políticos, reflejando el dolor, el rechazo a la violencia, y la firme determinación de acabar con el terrorismo, siguieron las controversias acerca de la autoría de los atentados: unos 118
los atribuían a la banda terrorista ETA, mientras otros a los terroristas islamistas, incluyendo algunos suicidas que pertenecerían a la organización terrorista Al Qaeda. Resultaba en aquellos momentos tan dolorosos muy importante para los políticos que se determinara cuanto antes la autoría de aquella espantosa masacre. Unas elecciones generales se celebraban un par de días después y, al parecer, a tenor de las actuaciones protagonizadas por los políticos de uno y otro signo, ese dato podía ser determinante y resultar de gran influencia y repercusión en los resultados. Tan determinante llegó a ser, que en la mayoría de los informativos de televisión y de los diarios de prensa digital, aquella controversia se convirtió así en la noticia principal, desplazando a un segundo plano las informaciones relativas a las víctimas, a sus familiares y a la evolución del estado de los heridos. Han pasado más de 7 años ya, y la autoría intelectual de aquellos atentados todavía no ha sido determinada. Los hechos fueron investigados y juzgados, resultando condenados algunos de los autores materiales, unos por el robo y tráfico de explosivos y otros, de origen islamista, por su participación o colaboración en los mismos. Se descartó la autoría de la banda terrorista ETA. Siguen sin despejarse algunas incógnitas acerca de otros supuestos autores materiales, porque acabarían suicidándose unas semanas más tarde, en una explosión que se produjo en un piso en el que se habían escondido, situado en la localidad de Leganés, próxima a Madrid. Actualmente siguen en curso varias causas abiertas, de procedimientos judiciales, por algunas de aquellas controversias que siguen latentes en torno a la autoría, intelectual y material, originados fundamentalmente por las discrepancias sobre la naturaleza de los explosivos con los que se cometieron aquellos atentados. Dinamita, 119
Goma 2, Goma 2 Eco... Es como si cada grupo terrorista utilizara un determinado tipo de explosivo específico que les identificara, como si fuera su marca personal, su huella. Cada tipo de explosivos tiene unas características propias que, en el caso de estos atentados, los convierten en la huella, en la pista que ha de servir para identificar y detener a los asesinos, a los que idearon y cometieron aquella masacre. Incomprensiblemente, a los pocos días después de los atentados, los vagones de los trenes afectados por las explosiones se trasladaron a algún lugar donde fueron desguazados. Posteriormente, varios años después se ha sabido que la mayor parte de las numerosas muestras recogidas por los especialistas Tedax en los focos de las explosiones, al parecer se encuentran en paradero desconocido. «... a las instalaciones de los Tedax llegaron muestras de los cuatro focos de la explosiones de los atentados y en algún momento desaparecieron sin que nadie dé razón de su destino.» Habrá que seguir esperando el desarrollo de varios procedimientos judiciales que en la actualidad siguen abiertos, manteniendo la confianza en aquellos que siguen luchando por que se haga justicia, y para que finalmente todos vean claro qué es lo que realmente ocurrió. De lo que podemos estar seguros es que los autores de aquella ignominia, jamás llegarán a saldar sus cuentas con la justicia en esta vida, por las enormes deudas contraídas en la comisión de aquella horrible matanza. Y no se ha de perder la esperanza de que, en algún momento, tarde o temprano, todas aquellas víctimas se han de ver resarcidas del horrible daño que sufrieron, aunque eso hubiera de ocurrir más allá de nuestra existencia. 120
En aquella tragedia fallecieron 191 personas y 1.857 resultaron heridas de diversa consideración. «El número oficial de muertos fue de 191, y el número definitivo de heridos fue de 1.857 personas lesionadas, con lo que este atentado supone el segundo atentado más letal por el número de víctimas mortales, y el primero atendiendo al número de heridos, que había sufrido Europa hasta la fecha en tiempos de paz. Los heridos fueron trasladados a diversos hospitales de Madrid. El número de afectados fue tan grande que fue preciso instalar un hospital de campaña en las instalaciones deportivas Daoíz y Velarde, próximas a la calle Téllez, para proporcionar las primeras ayudas y planificar la evacuación a instalaciones hospitalarias.» Algunos meses después de aquella horrible masacre, me enteré de que una de las víctimas que falleció como consecuencia de las explosiones del tren de Atocha, había sido Ana Mari, una amiga nuestra de la época en que éramos jóvenes, que formaba parte de aquél grupo de chicas y chicos que fuimos amigos durante unos cuantos años, que pasábamos juntos muchos sábados y domingos en su pueblo, y en el nuestro cuando eran las fiestas. De aquél grupo de jóvenes surgieron algunas parejas que años más tarde terminaron en matrimonio. Escribo estos recuerdos que guardo de aquel trágico día en memoria de nuestra amiga Ana Mari, que formaba parte del grupo en nuestros mejores años de juventud.
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Antes del 11M Con precisión cronométrica se fueron sucediendo las explosiones, una tras otra, hasta diez, en el transcurso de breves minutos, en la madrugada de aquel trágico día. Diez bombas más una que no explosionó, un total de 11 artefactos, el día 11 de marzo, como si una triste ironía del destino quisiera recordar la tragedia terrorista de un 11 de septiembre todavía fresco en la memoria. O tal vez no fue el azar, sino un mensaje macabro, utilizando el 11, un número fatídico, como el símbolo de un diabólico plan, culminado en el día y la hora señalados, cuidadosamente elegidos por unas mentes asesinas, frías, diabólicas, que durante los meses que precedieron ese día, se entregaron en alma y cuerpo a la miserable tarea de planificar y preparar con todo detalle, un gran atentado terrorista, una terrible masacre que habría de provocar el horror, la destrucción, la muerte y las heridas a miles de ciudadanos inocentes. Muchos son los tristes recuerdos y las crónicas que quedaron de aquel horrible día, y serían muchos otros los acontecimientos que sucedieron con posterioridad como consecuencia de aquella masacre. 123
Sin embargo, antes del 11M tuvieron lugar varios sucesos que, en su momento, fueron noticias destacadas en los informativos de las televisiones y en las portadas de los periódicos, y que tras aquel desastre, regresaron a la memoria, surgieron del subconsciente los recuerdos de aquellos episodios, como si hubieran sido presagios del plan horrible que se estaba gestando, como si de una forma irracional hubieran sido como las señales que anticipaban algo que habría de ocurrir. Fueron cuatro sucesos que coincidieron de una forma simultánea y paralela, en el tiempo en el que un grupo de terroristas islamistas estarían preparando una terrible acción, desarrollando un macabro plan ideado por mentes sin escrúpulos, sin alma, estudiando con todo detalle, con extrema frialdad, el objetivo de cometer una espantosa matanza. En aquellos meses que precedieron a la tragedia, los terroristas estarían planificando y analizando una y otra vez, hasta los más mínimos detalles... señalar la fecha del atentado, muy cercana a unas elecciones generales... reclutar e instruir a los asesinos que lo iban a ejecutar, los expertos en explosivos... señalar los objetivos, los lugares, cada punto, cada estrategia... la financiación, los medios, la logística, alquilar pisos, locales, garajes en los que preparar y guardar los materiales necesarios... comprar o robar los explosivos, detonadores, temporizadores... los teléfonos móviles, los coches... preparar las mochilas con los explosivos, los artefactos... coordinar varios grupos de personas, marcar los itinerarios, los horarios, los tiempos... actuar con sigilo, sin despertar sospechas, sin dejar rastros... Se necesitaba disponer de financiación suficiente para la amplia logística que se precisa para poder desarrollar y ejecutar tan siniestro plan. Se necesitaba disponer de locales o garajes para las reuniones en las que instruir y coordinar a los equipos, para guardar los explosivos, para 124
preparar los artefactos, para ocultar los coches. Para obtener los explosivos habría que robarlos, o comprarlos en el mercado negro... lleno de confidentes y chivatos. Para preparar los explosivos se necesitaban expertos que se ocultan en la ilegalidad. Para colocar doce artefactos en cuatro trenes, con horarios de salida distintos, se precisan varias personas, varios coches, con varios conductores... hay que trasladar las personas y los artefactos hasta las estaciones... subir a los trenes a cara descubierta mezclados entre la gente.... colocar los explosivos disimuladamente.... bajar de los trenes en otra estación... sin levantar sospechas.... recoger a las personas en las estaciones de destino.... desaparecer sigilosamente... deshacerse de los coches... Coincidieron en el tiempo la preparación de dos planes diabólicos, gestados por dos organizaciones de terroristas que tenían el mismo propósito, con los mismos objetivos, con las mismas intenciones, cometer la misma brutalidad, segar vidas, causar estragos y producir terror. Se desarrollaron dos planes diferentes, pero de una forma paralela en el tiempo, por dos bandas de terroristas, en los que el destino pareció jugar su tenebroso papel inimaginable, haciendo que se entrecruzaran dos métodos muy similares, los mismos objetivos, los mismos medios, incluso hasta hacerlos converger en un mismo tiempo y en una misma ciudad en los que tendrían que ocurrir. Un plan se gestó en la oscuridad, en el silencio, sin despertar sospechas, aguardando el momento preciso, como una fiera sanguinaria que espera hasta saltar sobre sus presas cuando están más confiadas, indefensas y las destroza con saña. Y el momento llegó, a las 7,37 horas de la mañana del día 11 de marzo de 2004, y el plan culminó con una horrible masacre. Durante todo ese tiempo, no despertaron la mínima sospecha, no hubo indicios, ni filtraciones, ni soplos, ni confidentes, ni pistas que 125
hubieran podido servir a las fuerzas de seguridad para neutralizarlo a tiempo. Un maléfico plan ejecutado milimétricamente, como si hubiera sido desarrollado por expertos profesionales del mundo del crimen, y como si hubieran sido inspirados, asesorados y dirigidos por un diablo en persona. Mientras, simultáneamente, los terroristas de ETA desarrollaban otro plan de una forma más bien diferente, abierta, desafiante, mostrando sus amenazas, amagando sus ataques, que por sus antecedentes sería esperado, temido, y que se produciría en algún lugar, en el momento inesperado, de forma implacable, al igual que anteriores campañas electorales, con el propósito de matar para obtener el protagonismo buscado, en todos los medios de comunicación del país. Pero este plan nunca llegó a materializarse, no llegaron a cometer el atentado con el que estaban amenazando. De la existencia y desarrollo de dicho plan no cabe lugar para las dudas, ya que una serie de incidentes acaecidos con antelación dejaron constancia de sus intenciones. Al menos cuatro incidentes relevantes se produjeron con antelación al día 11 de marzo de 2004, que de forma quizás fortuita, marcaron una especie de anticipo sobre lo que habría de ocurrir aquél día de tan triste recuerdo. Revisando las hemerotecas de algunos diarios digitales, se pueden encontrar las numerosas noticias que fueron publicadas acerca de aquellos cuatro incidentes. De los contenidos de dichas noticias se extractan a continuación algunos párrafos, siguiendo un orden cronológico de fechas.
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. 25 de diciembre de 2003. ETA coloca mochilas con explosivos en un tren con destino a Madrid. «ETA FRACASA DE NUEVO EN SU INTENTO DE PERPETRAR UN ATENTADO EN LA CAPITAL EN NAVIDAD.» «SE DISPONÍAN A ESTALLAR DOS BOMBAS AYER EN LA ESTACIÓN DE CHAMARTÍN.» «LA POLICÍA FRUSTRÓ LOS PLANES DE LOS TERRORISTAS DE PERPETRAR UN ATENTADO DE GRANDES DIMENSIONES EN MADRID.» «La Policía Nacional evitó ayer que ETA provocara una masacre en Madrid. La banda terrorista tenía previsto hacer estallar 50 kilos de explosivos a primera hora de la tarde en la concurrida estación de Chamartín. Una vez más, ETA ha intentado sin éxito atentar en Navidad en la capital. La banda terrorista pretendía hacer volar por los aires un tren, el Intercity que ayer por la mañana cubría el trayecto IrúnMadrid, para emular el efecto que tiene la explosión de un coche bomba en un aparcamiento, técnica empleada en numerosas ocasiones por los terroristas con efectos a veces devastadores, caso del atentado en el Hipercor de Barcelona. El temporizador de la bomba que los terroristas lograron introducir en el tren fijaba las 15.55 horas de ayer, algo más de 30 minutos después de la hora prevista para la llegada del convoy a Chamartín. Al parecer, los etarras planearon la explosión para cuando el tren estuviera detenido en el andén de la estación.» «OPERACIÓN POLICIAL EN SAN SEBASTIÁN: Los planes de la banda se fueron al traste cuando la Policía detuvo en San Sebastián a Garikoitz Arruarte, quien portaba en un carro de equipajes una maleta que contenía 127
28 kilos de titadine, un cordón detonante, un temporizador, una pistola, una peluca y un billete para el tren San SebastiánMadrid que salía de la capital guipuzcoana a las 8.30 de la mañana y llegaba a Madrid a la 15.12 horas. Este dato hizo sospechar a la policía de que ese tren podía haber sido objetivo terrorista. Por esta razón, el convoy fue detenido a las 11.30 horas cuando circulaba cerca de Burgos.» «LA OTRA BOMBA YA ESTABA EN EL TREN: Allí se procedió a la evacuación de los pasajeros y a la localización y desactivación de un segundo paquete bomba con más de 20 kilos de titadine reforzado con un temporizador programado para estallar a las 15.55 horas, unos 40 minutos después del horario previsto de llegada del tren a la estación madrileña de Chamartín. Esta maleta había sido colocada en el portaequipajes de uno de los vagones por el otro miembro del 'comando', Gorka Loran, quien fue detenido poco después en la localidad guipuzcoana de Hernani.» «INTENTO CON MOCHILAS EN LOS TRENES: La llegada del tren a la estación de Chamartín en Madrid estaba prevista para las 15:12 horas de ese día y las bombas estaban programadas para que explotaran a las 15:55. De haberse producido la explosión, podrían haber provocado una masacre, porque, aunque se encontrara vacío a esa hora, habría estado muy próximo al hall de la estación. Este intento de atentado coincidía con la petición de ETA realizada en el "Zutabe" número 100, en el que incluía a los medios de transporte españoles como objetivos de sus atentados terroristas. El boletín interno de la banda decía literalmente que se consideraban objetivos a "medios 128
de transporte del Estado español y vías de tren, trenes, autopistas, puentes y aeropuertos".» Al repasar el contenido de aquellas noticias después de lo que ocurrió el 11‐M, resulta difícil no relacionar estos hechos por esa coincidencia trágica, de aquello que en un momento fueron tentativas preparadas por los terroristas de ETA, se convirtieron posteriormente en las realidades cometidas por otros terroristas islamistas. Parecería como si hubieran copiado lo que habían sido los prolegómenos de la masacre, los preparativos, los medios, los ensayos.... Resulta también muy llamativo, el hecho de que en aquellos intentos, los autores fueran detenidos con tanta inmediatez. No cabe por menos deducir o pensar que, o bien estaban sometidos a una estrecha vigilancia, o bien habrían sido delatados a la policía por alguien de su entorno... algún soplo o un chivatazo. . 27 de enero de 2004. Se hacen públicas unas noticias que informaban de la reunión que un destacado político había tenido con la dirección de la banda terrorista ETA. «CARODROVIRA SE ENTREVISTÓ CON TERNERA' y 'MIKEL ANTZA' EN PERPIÑÁN.»
'JOSU
«El conseller en cap de la Generalitat y líder de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), Josep Lluís CarodRovira, se entrevistó con los dirigentes del aparato político de ETA 'Josu Ternera' y 'Antza' en Perpiñán, los días 3 y 4 de enero.
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CarodRovira confirmó el lunes que se reunió con la dirección de ETA, pero que no llegó a ningún "pacto, ni ningún acuerdo ni ninguna contraprestación, porque no hablaba en nombre de ningún gobierno" con la banda terrorista. Tras la cita se elaboró un informe en el que se aboga por la defensa de "una vía pacífica y democrática a la consecución de los derechos nacionales para los pueblos del Estado español", texto que según el diario, redactó el líder republicano catalán y que "ya tiene la dirección etarra", según ha informado en su edición del martes. El objetivo de este encuentro, que, según el diario, "era buscado con insistencia desde 2001 por el líder republicano, era llegar a un acuerdo con los terroristas para que no atentaran en Cataluña, a cambio de hacer pública una declaración en la que abogaría por el derecho de autodeterminación de los 'pueblos del Estado'. CarodRovira aseguró también que fue ETA quien pidió una reunión con ERC. "Aceptamos ir a este contacto para poder oír en directo el posible anuncio de una tregua", dijo, ya que, a su juicio, había "esperanza" de que se produjera un alto el fuego. "No podía desaprovechar la ocasión de dialogar por la paz", concluyó». Todas las televisiones se hicieron eco de estos hechos, y en las primeras imágenes que se emitieron, se pudo ver a ese político cuando hizo su aparición con el rostro totalmente desencajado, propio de alguien que ha sido pillado ‘in fraganti’ en la comisión de una grave falta. Lo normal, algo que hubiera ocurrido en un país con cultura democrática desarrollada, es que en esos momentos, dicho político hubiera comunicado su dimisión de todos sus cargos políticos, públicos y de su partido. Lo normal es que ese político se hubiera presentado inmediatamente 130
ante la justicia para facilitar la información referida a esa entrevista, por si pudiera ser utilizada para la localización y detención de los dirigentes terroristas. Nada de eso ocurrió en las siguientes horas de haberse conocido la noticia. Al día siguiente, dicho político volvió a aparecer en los informativos de algunas televisiones, esta vez con un semblante pletórico, como sacando pecho, mientras hacía comentarios en los que argumentaba que el motivo de la reunión estaba plenamente justificado, pues había ido a pedir a los dirigentes de ETA que no cometieran atentados en los territorios de Cataluña. Dicho argumento que fue expresado de una forma eufórica, dio lugar a muchos comentarios considerando que sería indiferente para él, el hecho de que los terroristas fueran a cometer atentados en otros territorios de España. Naturalmente, se pueden establecer muchas hipótesis acerca de los motivos que impulsaron a un político que ostentaba un alto cargo institucional, a asumir la decisión y el riesgo de acudir en persona a una reunión ilegal y secreta con los máximos dirigentes de ETA, para tramar con ellos asuntos futuros, dado que los posicionamientos ideológicos pudieran tener aspectos coincidentes, como la territorialidad o la autodeterminación. Se puede suponer que a ese político le traicionó el subconsciente al dar explicaciones sobre aquella reunión, justificando que el motivo de la misma fue pedir a los terroristas que no cometieran un atentado, ya que era algo que podría haber realizado públicamente. El hecho de que fuera personalmente a pedir algo a los terroristas, da pie a plantear muchos interrogantes, como que, o tendría alguna información que ofrecerles, o planificar asuntos de interés común, o pactar las condiciones que le impusieran. O porque en virtud de su cargo institucional, 131
realmente disponía de datos sensibles o de información fehaciente, acerca de que se estaba preparando un gran atentado que iba a cometerse en los meses siguientes. Sea como fuere, algo tuvo que tratar o pactar, ya que como consecuencia de aquella reunión, un mes más tarde, el 19 de febrero de 2004, a punto de dar comienzo una campaña de elecciones generales, ETA anunció una tregua limitada exclusivamente a los territorios de Cataluña. «Tregua sólo para Cataluña: A un mes escaso de las elecciones generales, ETA volvía a anunciar una tregua limitada a los territorios de Cataluña. Toda una novedad histórica promovida por el entonces presidente de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) y ahora vicepresidente de la Generalitat, Josep Lluís CarodRovira, que se reunía con la cúpula etarra para cerrar el pacto: «Con el deseo de que los lazos entre nuestros pueblos se estrechen decía el comunicado en base a los principios de respeto, no injerencia y solidaridad, ETA comunica a Euskal Herría y al pueblo catalán la suspensión de su campaña de acciones armadas en Cataluña. Un saludo revolucionario a todos los independentistas catalanes» Con dicho comunicado, ETA certificaba su propósito de atentar en cualquier otro territorio de España. Había que temer entonces que, en cualquier lugar, cualquier día, en el momento más inesperado, inminente, durante la campaña electoral, ETA iba a cometer un gran atentado.
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. 29 de febrero de 2004. Furgoneta con explosivos interceptada en Cañaveras (Cuenca). «LA DETENCIÓN DE DOS ETARRAS IMPIDE UNA MASACRE EN MADRID EN PLENA CAMPAÑA ELECTORAL.» «LLEVABAN UNA FURGONETA BOMBA CON 500 KILOS DE EXPLOSIVOS: La Guardia Civil detuvo el domingo en Cuenca y en Guadalajara a Irkus Badillo Borde y Gorka Vidal Álvaro, ambos de 24 años. Viajaban a Madrid en dos furgonetas, una cargada con 536 kilos de explosivos lista para explotar y otra que servía de lanzadera. El atentado en la capital era "inminente", según Interior. Portaban un plano en que se marcaba con un círculo la zona de entrada a Madrid por la NII desde Alcalá de Henares, según fuentes de la investigación.» «Los etarras iban a hacer estallar la furgoneta bomba entre Alcalá de Henares y Madrid. La furgoneta bomba, robada en Francia el pasado mes de noviembre e interceptada en Cañaveras (Cuenca), contenía 506 kilos de cloratita, 30 de dinamita, 90 metros de cordón detonante y un temporizador. Llevaba placas de matrícula falsas. El ministro del Interior explicó el domingo que los presuntos terroristas se dirigían a Madrid, donde tenían previsto hacer estallar la furgoneta con su carga "de forma inminente, hoy, mañana o pasado". Según informaron fuentes de la investigación, los etarras portaban un plano en que se marcaba con un círculo la zona de entrada a Madrid por la NII desde Alcalá de Henares, según fuentes de la investigación. En esta zona se encuentran numerosas empresas nacionales y multinacionales, además de los periódicos 'ABC' y 'La Razón' y dos grandes hoteles. El presidente del diario 'La Razón', Luis María Anson, ha declarado a la agencia Servimedia que, según le ha 133
informado el Ministerio del Interior, uno de los etarras ha confesado que este periódico era el objetivo de los 500 kilos de explosivo. Sin embargo, Anson ha dicho que no se descarta la posibilidad de que mientan para ocultar el verdadero objeto del atentado, especialmente si hay otra furgoneta en camino. Según el ministro, las Fuerzas de Seguridad del Estado estaban preparadas ante el "riesgo" de un atentado por "la necesidad" de ETA de tener presencia en la campaña electoral y tras la tregua declarada en Cataluña. El ministro ha destacado su agradecimiento a la Guardia Civil por "haber evitado una masacre", y ha remarcado que éste "es el camino para acabar con la banda terrorista”.» Con este tercer incidente de la banda terrorista ETA, se ponían de manifiesto al menos dos cosas: el propósito de cometer un atentado en plena campaña electoral, y que sería un atentado de grandes dimensiones. Como en el caso de las mochilas en los trenes, resulta igualmente llamativo que el atentado fuera neutralizado antes de que llegara a cometerse, mientras se estaba preparando. De nuevo la extraordinaria intervención de la Guardia Civil evitó una gran tragedia. Gracias a los servicios de información... o al soplo de algún confidente... o de nuevo la providencia... Faltaban tan sólo 14 días para la celebración de las elecciones generales.
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. 10 de marzo de 2004. Octavillas con boicot a Renfe en San Sebastián. «DESCONOCIDOS ARROJARON AYER EN SAN SEBASTIÁN OCTAVILLAS QUE INSTABAN A ATACAR A RENFE.» «Dos desconocidos a cara descubierta arrojaron ayer por la tarde en la Parte Vieja de San Sebastián decenas de octavillas en las que se insta a atacar a intereses españoles y concretamente a "sabotear" a la compañía ferroviaria Renfe. Testigos presenciales aseguraron hoy que dos desconocidos arrojaron estas papeletas de pequeño tamaño en las distintas calles de la Parte Vieja como Narrika y Fermín Calbetón de San Sebastián. En los pasquines se lee textualmente: "114 de marzo. Los intereses españoles en el punto de mira. ¡¡¡Sabotea la Renfe!!! Espaniari ez! (No a España)". El lanzamiento de estos pasquines se produjo la víspera de los atentados perpetrados esta mañana en Madrid en los que han explotado distintas bombas en la línea ferroviaria de Renfe y se han registrado decenas de fallecidos y cientos de heridos.» Este último incidente parece más un asunto extraño, demasiado raro. A simple vista señalaba la posibilidad de que, desde el entorno de la banda terrorista conocieran con antelación que se iba a cometer algún atentado relacionado con la Renfe, con los trenes... parecía como si quisieran alertar a sus correligionarios, disuadirlos para que no se desplazaran en tren durante esos días... Sean cuales fueren los motivos, parece como si hubieran querido dejar constancia gráfica de aquella acción. Creo recordar haber visto las octavillas esparcidas por el suelo de alguna estación, mostradas en las imágenes que fueron emitidas por algún programa de televisión en las horas 135
que siguieron a los atentados cometidos aquella misma mañana. Pero, ¿cuáles fueron los verdaderos propósitos de aquellas octavillas?... fueron ciertas?... fueron un aviso anticipado de lo que iba a ocurrir?... un montaje?... una burla?... De aquellos cuatro incidentes tendría que deducirse, sin duda ninguna ¿....? que durante todos esos meses, la banda terrorista ETA había estado planificando un gran atentado para ser cometido durante la campaña electoral, dados los precedentes de anteriores campañas, y a de la gran cantidad de explosivos que contenía la furgoneta detenida en Cañaveras. Sin embargo, ese gran atentado finalmente no se cometió, nunca llegó a suceder. Gracias a la providencia... o quizás fue por casualidad... Mientras tanto, coincidiendo en el tiempo y de forma paralela, otros terroristas habían planeado y preparado un atentado que, en ese caso, sí que llegaría a producirse, provocando una gran masacre en el que sería el mayor atentado cometido en Europa. A la vista de lo que ocurrió aquél fatídico día, daría pie para pensar que los terroristas islamistas hubieran copiado el modus operandi utilizado por ETA, como si de una especie de guión se tratara y que aparecía en las noticias publicadas en la prensa: Cometer un atentado con artefactos explosivos en bolsas o mochilas, colocadas en unos trenes, con destino a los mismos lugares, la estación de Atocha en Madrid. Si no fuera esa la circunstancia y desde mucho tiempo antes estuvieran ya planeando y preparando ese atentado, es inconcebible la asociación de ideas que pareció existir entre dos bandas de terroristas, para llegar a coincidir en la utilización de un método casi idéntico, en cuanto se refiere a los medios y a las formas, para cometer un atentado.
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Cabe plantear serias dudas acerca de si los terroristas islamistas tenían la intención previa de cometer un gran atentado, o tomaron esa iniciativa en el momento en que se hicieron públicas las noticias referidas a la colocación de artefactos explosivos ocultos en mochilas y colocados en trenes con destino a Madrid. Si fue en ese momento cuando tomaron la decisión y copiaron el método de ETA, tuvieron muy poco tiempo para planificar con detalle todo el entramado necesario, especialmente en lo relativo a conseguir la gran cantidad de explosivos que fueron utilizados, comprándolos o robándolos, sin despertar sospechas entre los servicios de vigilancia antiterrorista, o de las unidades policiales. A ese primer problema habría que añadir algunos muchos más, como por ejemplo, el disponer de personas con capacidad técnica para montar todas esas bombas en tan escaso margen de tiempo. Cuando se publicaron las primeras noticias sobre las mochilas bomba de ETA colocadas en los trenes, faltaban apenas dos meses y medio para la fecha de celebración de las elecciones generales. Es evidente, a tenor del método que utilizaron que llevarían planificando y preparando ese atentado con muchos meses de antelación al momento en que fueron publicadas dichas noticias. De ahí la coincidencia siniestra que concurrió en la planificación de dos atentados diferentes, ideados por dos bandas terroristas que nada tenían en común, y que llegaron a escoger un método muy similar para su ejecución. Coincidieron en casi todo. En casi todo, menos en el montaje y preparación de las mochilas, ya que solo en algunas pusieron metralla, los clavos y tornillería, entre ellas la extraña mochila que fue localizada muchas horas después de que estallaran el resto de los artefactos, debido casualmente a que no llegó a explosionar. En este caso al terrorista que la preparó, puso la metralla pero se le debió pasar por alto revisar la 137
batería del móvil colocado como temporizador, ya que estaba apagado, y además olvidó conectar algún cable, dejando desactivado el artefacto, evitando así nuevas y numerosas víctimas, ya que los estragos que hubiera causado habrían sido devastadores. La providencia quiso que aquella mochila no llegara a explosionar, pues de haberlo hecho, habría causado muchas más víctimas y heridos que otros artefactos, debido precisamente a su mortífera carga de metralla. Casualmente, se da la circunstancia de que, en relación con una de las causas judiciales que siguen abiertas, en fechas muy recientes se han publicado unas declaraciones realizadas ante la juez que lo instruye, por la directora del Instituto Anatómico Forense, quien habría testificado sobre las autopsias que fueron practicadas aquel día, confirmando que en ninguno de los cuerpos de las víctimas que fallecieron en la masacre se encontraron restos de metralla o tornillería, “ni clavos, ni tuercas, ni tornillos”. Eso vendría a significar que los diez artefactos que hicieron explosión en los cuatro trenes, ninguno llevaba carga de metralla, sólo explosivos, de lo que resulta extraño entonces, muy sorprendente, que los terroristas prepararan doce artefactos con material explosivo, y solo en uno de ellos pusieran la mortífera carga de tornillería. Sería como para imaginar, de una forma muy siniestra, que dispusieron de cantidad suficiente de clavos y tuercas solo para llenar una mochila, casualmente en la única que no llegaría a explosionar. Una mochila que apareció a destiempo y fuera del lugar. Sin embargo, la tarjeta SIM que llevaba el móvil utilizado como temporizador del explosivo, fue la pista que apuntaba hacia los terroristas islamistas, y esa fue la pista de la que tiraron para identificar y detener, con inusitada rapidez, a los autores 138
materiales del atentado, los que prepararon las mochilas y las colocaron en los trenes. «... Dentro de la mochila había un teléfono que supuestamente actuaba como iniciador del artefacto. Y tirando del hilo del propio teléfono y de la tarjeta telefónica es como se comienza a detener a presuntos islamistas relacionados con la masacre.» Y sin duda, el explosivo que contenía aquella extraña mochila habría de ser también la huella que debería conducir finalmente hasta la identificación de los autores intelectuales de aquella horrible masacre. De todos estos pensamientos subyace la extraña sensación de haber algo raro, algo que no cuadra, será porque faltan muchos más argumentos o una mejor información para llegar a encajar todo esto. Los recuerdos que quedaron de aquella terrible masacre son ya lejanos. Son recuerdos de confusión, recuerdos inquietantes. Pero algunos de los aspectos que han quedado reflejados son muy recientes y parece que todavía se han de conocer algunos más, por lo que será más prudente no hacer otras conjeturas. Quizás en un futuro se llegue a conocer lo que realmente ocurrió. Como si lo que hubiera ocurrido fue una coincidencia diabólica, de dos planes siniestros que se sucedieron paralelamente en el tiempo, en los que se entrecruzaban métodos muy similares, con los mismos fines, en los mismos lugares... cometer atentados, mochilas bomba, metralla, trenes, furgonetas, explosivos... que finalmente no llegaron a coincidir en el objetivo que ambos perseguían... unos terroristas finalmente cometieron la masacre... otros se quedaron en la amenaza y en el amago con varios intentos.... surgen numerosas incógnitas, demasiadas dudas, muchas preguntas por hacer, que nos 139
llenan de desazón al sentir que ninguna de ellas ha tenido respuesta.... Cuatro años después, el día 7 de marzo de 2008, dos días antes de la celebración de unas elecciones generales, los terroristas de ETA cometieron un atentado en plena campaña electoral, asesinando a un ex concejal socialista. «ETA IRRUMPE EN LA CAMPAÑA ELECTORAL Y ASESINA A UN EX CONCEJAL DEL PSE EN MONDRAGÓN» «ETA ha finalizado a tiros la campaña electoral. A sólo dos días del 9M, un terrorista ha asesinado al ex concejal del PSE Isaías Carrasco cuando salía del portal de su vivienda en MondragónArrasate (Guipúzcoa). El atentado se produjo hacia las 13.30 horas a la altura del número 6 de la calle Navas de Tolosa, en el barrio de San Andrés. El etarra, que al parecer llevaba una barba postiza, realizó cinco disparos contra Carrasco —uno en la cabeza, otro en el cuello, dos en el abdomen y un quinto en el brazo— cuando éste acababa de subirse a su coche para ir a trabajar. El ex edil, de 43 años y sin escolta por decisión propia, ingresó inconsciente 20 minutos después en el Hospital de Mondragón y sufrió dos paradas cardiorrespiratorias antes de que los médicos certificaran su fallecimiento a las 14.40 horas.» Este trágico asesinato dejó patente, una vez más y sin lugar a dudas, la intencionalidad de la banda terrorista ETA de mostrar su protagonismo y difundir su sangriento mensaje, mediante la comisión de un atentado durante una campaña electoral, en el proceso de unas elecciones generales.
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Negociar con terroristas Habrán pasado apenas un par de años cuando, un día que nos encontrábamos en casa de mis padres, buscaba algo para leer, y entre unos periódicos y revistas me encontré un par de hojas sueltas de un periódico antiguo, de las que me llamó la atención los titulares con los que, en enormes letras mayúsculas, encabezaba la información que contenía una de aquellas páginas, que decía: ¡JAMÁS CONSEGUIRÁN QUE EL GOBIERNO SE SIENTE A NEGOCIAR CON LOS TERRORISTAS! Con estos titulares resumían el artículo de prensa que, a toda página, informaba sobre unas declaraciones realizadas por el entonces presidente del Gobierno Felipe González, como consecuencia de una horrible masacre ocurrida en Madrid el día anterior, provocada por la explosión de un coche bomba colocado por el tristemente conocido como ‘comando Madrid’ de ETA, al paso de un autobús militar, causando la muerte de varias personas y numerosos heridos. 141
En aquellas declaraciones, el presidente expresaba el rechazo al terrorismo y además, con gran firmeza, sin ningún resquicio para la duda o la debilidad, reafirmaban la postura del Gobierno de no ceder nunca ante el chantaje de la banda, ya que se tenía la convicción inequívoca de cuáles eran los propósitos últimos que la banda terrorista perseguía con sus acciones de terror: Conseguir que un Gobierno se sentara con ellos en una mesa de negociación para hacerlo claudicar ante sus pretensiones. Ese era el objetivo fundamental y prioritario por el que esa organización terrorista llevaba ya, entonces, más de dos décadas ocasionando terribles atentados, segando la vida y causando graves heridas a numerosos seres humanos, a personas inocentes, a traición, con total cobardía. Y en aquellos momentos, tras aquella nueva masacre, estaba fuera de toda duda que su intención era la de continuar con ese tipo de acciones, y seguir durante todo el tiempo que fuera necesario hasta lograr sus propósitos. Únicamente con la indudable firmeza expresada en aquellos momentos por el presidente del Gobierno, y con el apoyo manifestado por todas las fuerzas políticas parlamentarias, se marcaba el camino que había que seguir, hasta lograr que los terroristas asumieran la inutilidad de sus horribles acciones y hacerles entender que jamás lograrían alcanzar sus objetivos. La aplicación de las leyes de un estado de derecho y la acción de las fuerzas y cuerpos de seguridad, eran la forma de poner de manifiesto aquella firmeza. Era impensable para la inmensa mayoría de los ciudadanos que ningún Gobierno pudiera llegar nunca a acceder a las pretensiones de una organización terrorista. Resultaba incomprensible solo de pensarlo. No resultaba 142
creíble siquiera pensar que en un futuro, una gran nación pudiera tener nunca un gobierno débil que claudicara, un gobierno que estaría compuesto por personas inmaduras, insuficientemente preparadas para afrontar una acción política de la envergadura de tener que enfrentarse a una organización terrorista, cediendo en el cumplimiento de las leyes, y en la defensa de las libertades y los derechos de millones de ciudadanos. Han pasado muchos años desde aquella tragedia y desde aquellas declaraciones. La banda ETA siguió durante todo ese tiempo con su estrategia de terror, de cometer atentados, accionando coches bomba con gran cantidad de explosivos, colocando bombas lapa en los bajos de vehículos, asesinando con tiros en la nuca, secuestrando a personas, extorsionando a empresarios, robando armas y explosivos, atentando contra intereses turísticos, y presionando sobre aquellos ciudadanos que no compartían sus objetivos ni sus ideologías. Por otra parte, la decidida actuación de las fuerzas de seguridad, la profesionalidad y los medios dedicados a la lucha antiterrorista, se fue acorralando paulatinamente a los asesinos, incrementando las detenciones, mermando su capacidad de maniobra, reduciendo sus recursos, limitando sus acciones, asfixiándola, llevándola hasta su agotamiento, consiguiendo con todo ello que el horizonte en el que se vislumbraba el final del terrorismo y de la violencia se viera cada vez más cercano y posible. Transcurrieron los años, hubo nuevos procesos electorales, nuevos gobiernos, nuevos presidentes, y sin embargo los asesinatos, los atentados y los intentos de atentados continuaron. Hasta que se produjo aquella horrible masacre, el mayor atentado, el más sangriento, el más macabro, una matanza. Y aquel atentado marcó una fecha para la historia de España, el 11 de marzo de 2004, 143
que precedió un inmediato cambio político parlamentario. Un nuevo presidente del gobierno resultó elegido en las elecciones generales celebradas tres días más tarde. En el preámbulo del discurso de investidura realizado en el Congreso de los Diputados, el 15 de abril de 2004, por el candidato a la Presidencia del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, en memoria de las numerosas víctimas ocasionadas por el terrible atentado ocurrido apenas un mes antes, expresó lo siguiente. «Señor Presidente, Señoras y Señores Diputados: Tras las pasadas elecciones del catorce de marzo y según lo dispuesto en nuestra Constitución, comparezco ante esta Cámara para solicitar su confianza conforme a la propuesta realizada por el Jefe del Estado. Permítanme que, en este momento, mi primer pensamiento sea para los casi cuarenta y dos millones de personas que representamos. Ellos son los que nos han traído hasta aquí. Y a ellos, a todos ellos, me debo a partir de ahora. Nos faltan, sin embargo, ciento noventa y dos. Tenían derecho a estar hoy entre nosotros. Su ausencia de hoy debe constituir presencia imborrable. Han muerto, como ha ocurrido con tantos otros españoles en los años precedentes, por obra del furor homicida de unos desalmados. No hay razón en el terrorismo; no hay sentido en el terrorismo; no hay política en el terrorismo. Sólo hay terror, muerte, chantaje. Sólo hay voluntad de someter, de sojuzgar, de destruir la moral de los hombres, de eliminar sus convicciones. Ante el terror, Madrid ha dado ejemplo de coraje, de solidaridad, de heroísmo. Y con Madrid, toda España. Gracias, en nombre de quienes, en esta Cámara, representamos a todos los españoles; gracias a todos los que ayudaron, a todos los que en todas partes han mostrado su apoyo y solidaridad. Un 144
agradecimiento que, junto con mi felicitación, hago extensivo a todas las Administraciones Públicas que, con admirable eficacia, pusieron en acción coordinada sus recursos para paliar las consecuencias de los brutales atentados. Se han dispuesto importantes medidas de atención a las víctimas y a sus familias. Anuncio ya mi propósito de reforzarlas para que quienes han sufrido esta barbarie sientan el pleno apoyo de la sociedad y del Gobierno. Todo cuanto hagamos por ellos constituye una deuda democrática. Ellos y todos los ciudadanos deben saber, en todo caso, que el Gobierno que presida tendrá como objetivo prioritario la lucha sin cuartel contra el terrorismo, contra cualquier terrorismo, contra todo terrorismo. Una lucha en la que emplearemos todos los recursos de que puede dotarse una sociedad democrática. Desde luego, y en primer lugar, unas Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado mejor equipadas, mejor coordinadas, mejor informadas. A lograrlo contribuirá mi compromiso de crear un Mando único operativo de las Fuerzas de Seguridad que evite descoordinaciones que mermen su eficacia y disminuyan, así, la seguridad de los españoles. Esta eficacia también se incrementará mediante la coordinación de todos los servicios de inteligencia e información del Estado y mediante la multiplicación de los medios contra el terrorismo internacional. Una coordinación que, mediante el diálogo y el acuerdo institucional con el Gobierno Vasco y con la Generalitat de Cataluña, quiero extender a las Fuerzas de Seguridad con que cuentan esas Comunidades. Junto a ello, estoy decidido a impulsar la más amplia cooperación internacional para lograr el éxito en esta lucha. Cooperación contra todo tipo de terrorismo: contra el que nos ha golpeado durante cuarenta años y contra el terrorismo internacional. Una 145
cooperación que, en todo caso, deberá respetar las pautas y los valores que nuestra democracia se ha esforzado en consolidar a lo largo de los años. No caeré, así, en el error de proponer, en aras de la seguridad, restricciones en nuestro sistema de libertades; como tampoco ampararé iniciativas que violen nuestra propia legalidad o la legalidad internacional. Por idénticas razones, combatiré toda forma de xenofobia que pretenda encontrar amparo en los sucesos recientes: ¿es que no han muerto, con los de nuestro país, decenas de hijos de otras naciones? Y condenaré toda utilización política del terrorismo. Porque el elemento esencial de la lucha contra el terrorismo es la unidad de los demócratas. Una unidad que se rompe cuando se trata de sacar rentabilidad política del terrorismo; que se rompe también cuando falta una solidaridad incondicional con las víctimas o cuando se contemporiza con los violentos; cuando se olvida que nadie es libre si no somos todos libres. Convencido de la necesidad de la acción unida de quienes representamos los intereses colectivos, propuse en su día el Pacto por las libertades y contra el terrorismo que suscribieron el Partido Socialista y el Partido Popular. Ese Pacto, para mí, sigue vigente. Hoy, además, es posible y necesario ir más allá y ampliar la base del acuerdo democrático contra el terrorismo. Y, por ello, me propongo convocar de inmediato a todas las fuerzas políticas parlamentarias a una reunión en la que se comparta información y se defina una estrategia común. Será la primera de las que sucesiva y periódicamente se mantendrán en la Comisión de Secretos Oficiales de ésta Cámara. Así lograremos una sociedad más segura. Y, al serlo, será también una sociedad más libre».
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En ese preámbulo quedó reflejada la voluntad y la convicción en la lucha contra el terrorismo, en la que quedaba excluido de forma patente, cualquier atisbo de negociar con terroristas. Una convicción que ya la había expresado con la misma firmeza tan sólo unos meses antes. Fue en el mes de enero de 2004, con motivo del incidente protagonizado por el conseller en cap de la Generalitat de Catalunya, Carod Rovira, por su entrevista con los dirigentes del aparato político de ETA, desde el partido socialista hicieron la siguiente declaración: "El Partido Socialista se reafirma una vez más en que no cabe negociación política alguna con la banda terrorista. La lucha antiterrorista debe ser una política de Estado enmarcada en los principios y valores recogidos en el Pacto por las Libertades y contra el terrorismo", señala el secretario general del PSOE en su escrito. Para Zapatero, el hecho de que CarodRovira haya actuado sin el conocimiento del presidente de la Generalitat "constituye un acto de deslealtad intolerable de quien ocupa un cargo de responsabilidad en el Gobierno de Cataluña", por lo que ha transmitido a Maragall la "necesidad" de que acepte la dimisión presentada por CarodRovira. Según resalta, la reunión con ETA le merece su "más firme rechazo". Apenas un año más tarde, el día 11 de mayo de 2005, el presidente realizó el siguiente anuncio en el Congreso de los Diputados: «Si se diera el caso, me comprometo formalmente a acudir ante esta Cámara para explicar los pasos a dar y para solicitar el respaldo de todos los grupos políticos al logro de la gran aspiración de poner fin al terrorismo en España». Tan sólo veinte días después, el día 31 de mayo en su comparecencia con motivo del debate del estado de la nación, volvió a expresar: 147
«Aun convencido como estoy de que existen condiciones para autorizar el inicio de los contactos con la banda ETA, entiendo que es mi obligación intentar que el apoyo que esa propuesta tiene en la Cámara, que es amplio, pueda ser mucho más amplio o al menos cuente con la máxima comprensión posible». Escasamente un año después, el 29 de junio de 2006, el presidente compareció en el vestíbulo principal del Congreso de los Diputados, para hacer una declaración institucional ante los medios de comunicación, en la que anunciaba el inicio de un diálogo con ETA, expresando en dicha declaración los siguientes argumentos: «ETA declaró el 23 de marzo pasado, por primera vez, un alto el fuego permanente, por primera vez, después de tres años sin atentados mortales y por primera vez, en situaciones de este tipo, habiendo desaparecido prácticamente la totalidad de sus acciones». «Precisamente al amparo de la resolución adoptada por el Congreso de los Diputados en mayo de 2005, quiero anunciarles que el Gobierno va a iniciar un diálogo con ETA manteniendo el principio irrenunciable de que las cuestiones políticas sólo se resuelven con los representantes legítimos de la voluntad popular». Algo tuvo que suceder en el transcurso de poco más de dos años, para que el presidente pasara de expresar con total firmeza el rechazo a cualquier negociación con la banda terrorista, a plantear oficialmente un diálogo con ETA, el Congreso de los Diputados y en el Parlamento Europeo. No resultaban comprensibles los motivos que pudieron existir para que se produjera un viraje de estas características. Sin existir un debate parlamentario... sin un debate previo dentro de su partido... sin figurar en un programa electoral... 148
Tomar una decisión de tal envergadura, solo podría entenderse desde un punto de vista estratosférico, o de quienes piensen que existen oscuros intereses, u objetivos políticos que se entrecruzan o se solapan con intereses u objetivos que persiguen los propios terroristas. Como si esos intereses u objetivos, presuntamente antagónicos, se hubieran cruzado en algún momento del pasado, en un trágico día en el que se produjo una horrible masacre que costó la vida a numerosos compatriotas. Como si esos intereses u objetivos pudieran converger de nuevo algún día, en un futuro que se aproxima inexorable. Resulta inquietante solo el hecho de pensar en que esas hipótesis pudieran tener la más mínima consistencia, por lo que será prudente pensar que tan solo son meras conjeturas. Habían transcurrido apenas seis meses desde que el presidente realizara el anuncio oficial de establecer un diálogo con ETA, cuando los terroristas cometieron un atentado contra la Terminal 4 del aeropuerto de Barajas, que fue causa para suspender todo tipo de negociaciones, a tenor de las declaraciones realizadas por el propio presidente, con motivo de dicho atentado. No obstante, al parecer los contactos con la banda continuaron, siempre rodeados de las continuas e inevitables dudas sembradas a ambos lados del camino que separa la verdad de lo falso. Durante el periodo de tiempo transcurrido desde los primeros meses del año 2006 hasta finales del año 2007, se produjeron algunos hechos relevantes que, con todas las reservas interpretativas, quedaron para el recuerdo. «22 de marzo de 2006: ETA declara el alto el fuego.» «4 de mayo de 2006: Un chivatazo policial desbarata una operación en el bar Faisán de Irún contra la trama de extorsión de ETA a empresarios vascos. Un desconocido entró en el bar y entregó a su propietario, Joseba Elosua, un 149
móvil a través del cual otra persona le advirtió de la operación policial en marcha. Con lo que no contaban sus autores es con que el propio Elosua relataría a su yerno lo que le acababa de ocurrir y de que la conversación estaba siendo grabada.» «29 de junio de 2006: El presidente Zapatero anuncia el inicio del diálogo en los pasillos del Congreso. Durante aquellos días, el presidente del Gobierno les dijo a unos diputados socialistas en los pasillos del Congreso: "Dentro de unos meses vais a ver cómo ETA se rinde ante este general" mientras se tocaba repetidamente la punta del esternón con el dedo índice.» «Septiembre de 2006: Se pone en marcha la mesa de partidos entre PSE, PNV y Batasuna, la encargada de abordar la negociación política. Los encuentros se celebran en la localidad guipuzcoana de Loyola.» «Octubre de 2006: ETA roba 350 pistolas en Francia.» «Diciembre de 2006: Se produce un encuentro GobiernoETA al que ya no acude Josu Ternera pero sí Egiguren, junto al ex ministro de Felipe González, Javier Moscoso. Los terroristas plantean sus exigencias políticas, la autodeterminación y la anexión de Navarra. Los emisarios del Ejecutivo aceptan una institución común compartida entre el País Vasco y la Comunidad Foral. “... Durante las conversaciones del Gobierno con ETA, el entonces jefe político de la banda Francisco Javier López Peña, alias Thierry, amenazó a sus interlocutores con atentar "donde queramos y como queramos" si se rompía el proceso de negociación, lo que convertiría la situación en "un Vietnam". “... Lo que yo diga va a misa. Podemos atentar donde queramos y como queramos. Si se rompe el proceso, esto va a ser Vietnam. Responderemos a las detenciones con un 150
atentado en España", señaló Thierry al presidente de los socialistas vascos, Jesús Eguiguren”. “Durante este encuentro de diciembre de 2006 en un restaurante de Oslo (Noruega), la sensación es de haber llegado a un callejón sin salida y "ambas partes se reprochan incumplimientos de compromisos pactados".... “... tras esto Eguiguren "siente que el proceso de diálogo para el fin del terrorismo está a punto de naufragar", lo que sería corroborado 19 días después cuando ETA atenta contra la Terminal 4 del aeropuerto de Barajas, matando a dos ciudadanos ecuatorianos. «29 de diciembre de 2006: Zapatero pronuncia su famosa frase "estamos mejor que hace un año y el año que viene estaremos mucho mejor". Mientras lo decía un comando de ETA colocaba el explosivo que al día siguiente destrozó el aparcamiento de la T4.» «30 de diciembre de 2006: La banda terrorista ETA coloca una bomba en una furgoneta que iba cargada con entre 200 y 500 kilos de explosivos. La furgoneta bomba, un Renault Trafic, estalló el mismo día, un sábado, 30 de diciembre de 2006 a las 9:01 en el aparcamiento de la T4 del madrileño aeropuerto de Barajas, matando a dos madrileños de nacionalidad ecuatoriana, llamados Carlos Alonso Palate y Diego Armando Estacio. El ministro de exteriores Moratinos confirmó estas muertes al gobierno de Ecuador a las pocas horas, si bien en los medios de comunicación españoles continuaron hablando de desaparecidos. Por la tarde, en una comparecencia ante la prensa, Rodríguez Zapatero informó de que había ordenado "suspender todas las iniciativas" encaminadas a establecer un diálogo con ETA después del paso "equivocado" e "inútil" que han dado los terroristas con el atentado cometido en el aeropuerto.»
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«Ese atentado puso punto final al proceso de diálogo con la banda que empezó a negociarse en 2005 y fue desarrollado entre junio de 2006 y mayo de 2007, y el fracaso en el diálogo "sentó las bases que dieron lugar, cuatro años después, al cese definitivo de la violencia" y al enfrentamiento de la izquierda abertzale con la banda terrorista... » «Pese a que se afirmó que "el proceso está roto" como dijo un indignado Rubalcaba en respuesta a las dudas del entonces portavoz de Justicia del PP, Ignacio Astarloa, lo cierto es que se reanudó pese a la T4. Y que se hizo con un emisario muy cercano al ya ministro del Interior, José Manuel Gómez Benítez, hoy vocal del CGPJ. A esa nueva tanda de negociaciones el Gobierno se presentó con nuevas cesiones en su hoja de servicios, principalmente dos: el traslado a un hospital de San Sebastián del etarra De Juana Chaos, tras un simulacro de huelga de hambre y la aceptación de la mitad de las listas de ANV, la nueva franquicia etarra, para las elecciones municipales de 2007. De esta forma, el brazo político de ETA pasó a gobernar cuarenta ayuntamientos y a tener más de cuatrocientos concejales en municipios vascos y navarros. Todo siguiendo la doctrina del Fiscal General, Cándido Conde Pumpido, de que las togas debían mancharse "Con el polvo del camino".» El 4 de mayo de 2006 se produjo un hecho relevante en la lucha contra el terrorismo, al hacerse pública la noticia de que se había producido una filtración sobre una operación policial. Aquella filtración, conocida después como el ‘chivatazo’ desbarató una operación policial y judicial antiterrorista, preparada y coordinada entre dos jueces de España y Francia, cuyo objetivo era la detención de los máximos responsables del aparato de extorsión y de la recaudación del impuesto revolucionario de ETA. 152
El hecho conocido como ‘caso faisán’ se produjo en el entorno de unas supuestas negociaciones que en esos momentos se mantenían con la banda terrorista, por lo que resulta difícil de imaginar que pudiera ser imputable a responsables policiales, y todo habría de apuntar a que su motivación o su origen tuvo que estar en el círculo de las personas más cercanas que rodeaban al responsable de las negociaciones. Por ser un proceso que todavía sigue en curso, ya que en la actualidad las investigaciones que se siguen por esta causa continúan en el proceso de una instrucción judicial, considero relevante dejar constancia de algunos de los datos o hechos que tienen relación con dicho caso y que aparecen reflejados en numerosas noticias de prensa. «De forma sorpresiva un desconocido entró en el bar Faisán y entregó a su propietario, Joseba Elosua, un móvil a través del cual otra persona le advirtió de la operación en marcha. Con lo que no contaban sus autores es con que el propio Elosua relataría a su yerno lo que le acababa de ocurrir y que la conversación estaba siendo grabada. Cinco años después, el entonces director general de la Policía, Víctor García Hidalgo; el jefe superior de Policía del País Vasco, Enrique Pamiés, y el inspector José María Ballesteros, están imputados como presuntos autores del chivatazo.» «Diez años de investigaciones en torno al bar Faisán, “sede” de una red de extorsión de ETA, estaban a punto de concluir con la detención de diez personas en España y Francia, una de ellas el dirigente del PNV Gorka Aguirre. Gobierno y ETA estaban entonces en pleno proceso de diálogo.» «El conocido como ‘Caso Faisán’ permaneció archivado durante casi tres años por el juez Baltasar Garzón tras las primeras pesquisas de Fernando Grande Marlaska.» 153
«El 5 de octubre de 2009 la Fiscalía de la Audiencia Nacional solicitó al juez Baltasar Garzón que archivase la investigación abierta sobre el chivatazo, ya que según su opinión, tras más de tres años de investigaciones no existían pruebas que demostrasen de forma inexorable la hipótesis de que García Hidalgo, entonces director de la Policía, estuviese detrás de la filtración.» «Después de la suspensión de Garzón como magistrado, su sustituto el juez Pablo Ruz, reanudó la investigación y llegó a procesar a tres ex altos cargos de Interior, incluido el ex director general de la Policía, Víctor García Hidalgo, hoy secretario de organización del PSE en Álava.» «En el escrito de alegaciones, presentado el 29 de octubre de 2009, la acusación popular afirmó que existían dos cortes en el vídeo de la entrada del bar Faisán, en momentos clave del presunto soplo de la operación.» «En febrero de 2011, la Guardia Civil remitió un informe al juez Ruz en el que descartaba que los cortes del vídeo de la entrada del bar Faisán fueran accidentales. Este vídeo fue filmado en el momento clave del presunto soplo y, en primera instancia, se había informado de que dichos cortes habían sido causados "por agentes externos, accidentalmente o por deterioro". Por el contrario, este segundo informe indicaba que el corte ocurrió en el momento de la grabación, al parar la cámara los agentes policiales encargados de filmar la entrada del establecimiento, reanudándola más tarde.» «El 10 de marzo de 2011, uno de los policías imputados en el caso admitió, al ser interrogado por el juez Ruz, a instancias de la Fiscalía, su presencia en el bar Faisán en el momento del "chivatazo". Dicha presencia también fue corroborada por varios informes periciales elaborados a partir de las grabaciones por la policía científica del Cuerpo Nacional de Policía, por el servicio de criminalística de la 154
Guardia Civil y por el Centro de Visión por Computador de la Universidad Autónoma de Barcelona.» «El 13 de julio de 2011, el juez Ruz procesó al ex director general de la policía, Víctor García Hidalgo, al jefe superior de policía en el País Vasco, Enrique Pamiés, y al inspector José María Ballesteros, por un presunto delito de revelación de secretos y de otro que el juez, en su resolución, califica de forma alternativa como de colaboración con banda armada o de encubrimiento.» «El 21 de septiembre de 2011 un pleno especial de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional, convocado por su presidente, Javier Gómez Bermúdez, decide por unanimidad que “aunque el chivatazo existió, no hay pruebas suficientes para acusar de él a los tres altos cargos de Interior procesados” y le pide al juez Ruz que siga investigando y vuelva a elaborar el auto.» Cuando estaba escribiendo estos recuerdos se ha publicado en la prensa una noticia, según la cual Pérez Rubalcaba, candidato socialista a las elecciones generales de 2011, se habría reunido en secreto con miembros de la dirección de Batasuna‐Eta en Navarra, en el año 1998, durante la tregua trampa de la banda terrorista, siendo entonces diputado socialista en el Congreso. Según esa noticia, en aquella reunión, «... el tema de la conversación, que tuvo lugar durante una comida casera en el hogar de Zabaleta, fue cómo debía abordarse el fin del terrorismo de ETA. En esa época, Rubalcaba era interlocutor del PSOE con el Gobierno de Aznar en materia de terrorismo.»
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Destacados periodistas han dado por hecho que las negociaciones con la banda terrorista se produjeron, durante estos años y probablemente desde muchos años antes, y entre sus opiniones vertidas acerca de dichas negociaciones han utilizado expresiones como estas: «... la negociación política, de tú a tú, entre Zapatero y la banda terrorista... » «... se negoció con Eta, lo cual era una indignidad nacional.... » Esos calificativos recogen el sentir de una parte muy importante de la opinión pública y reflejan la carga de irracionalidad que contiene ese tipo de acciones. La mayoría de los ciudadanos esperan que el fin de esa lacra, el final de la violencia y del terrorismo de ETA, llegará algún día, cuando la actuación de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, y con las acciones judiciales, terminen por acorralar y asfixiar los últimos reductos y los escasos efectivos, cada vez más debilitados, que vayan quedando de esa banda. Si algún gobierno o partido político ha estado negociando con ETA, desde luego únicamente deberían haberlo hecho sobre la entrega de las armas, una de las pocas cuestiones sobre las que cabría una negociación, cuando la banda hubiera anunciado el fin de sus acciones. Si hubieran negociado otras cuestiones y hubieran alcanzado cualquier tipo de pactos o acuerdos, lo habrían hecho con quienes no ofrecen ninguna credibilidad. Lo habrían hecho en contra de la voluntad de millones de ciudadanos de este país. Habrían alcanzado un pacto con unos terroristas y asesinos, cuya única garantía de que llegarían a cumplirlo sólo podría ser avalada por el diablo. Nunca puede ser buen negocio, negociar con quienes tienen el convencimiento de que llevar un arma en la cintura, o conocer la existencia de zulos donde se guardan 156
los explosivos, les da un plus de superioridad irracional, sobre aquellos políticos que temen la comisión de nuevos atentados, porque creen que pueden tener una influencia negativa para sus intereses electorales. «El presidente del Congreso de los Diputados, José Bono, ha asegurado este martes que la banda terrorista ETA ya no existiría si el PP y el PSOE hubieran tenido "más ganas" de derrotarla que de ganar las elecciones... » Negociar con fines electoralistas... Ese podía ser otro de los “argumentos” inconfesables, los intereses oscuros que impulsarían a un gobierno, a un partido político, a negociar con terroristas, para utilizar adecuadamente en su favor esas circunstancias en las campañas electorales. La utilización del terrorismo como baza electoral, es algo que los políticos niegan de forma insistente, para luego actuar de una forma muy diferente en la realidad, porque cuando se acercan unas elecciones, durante las campañas electorales, de una forma y otra, la banda ETA siempre hace su aparición en la campaña, o cometiendo atentados, o siendo objeto de debates y polémicas entre los políticos. En la campaña electoral que se está desarrollando en la actualidad, para las elecciones generales del mes de noviembre de 2011, en muchos medios de comunicación digitales aparecen publicados comentarios de opinión como estos: «Otra cosa es que no vayan a ocurrir aquellos desajustes democráticos que desde hace ya muchos meses se vienen denunciando en relación a ETA, esto es, su participación en campaña al servicio de los intereses socialistas. El goteo de pequeños gestos de la banda por llamarlos de algún modo que los dirigentes socialistas celebran como pasos en la dirección correcta, muestra hasta qué punto está dispuesto a claudicar el Gobierno saliente.» 157
«En su enésimo comunicado, dan valor a los mediadores internacionales o verificadores, y dicen que ahora sí que pueden lograr sus objetivos: "Una oportunidad que nunca se ha conocido en Euskal Herría". En cualquier caso, siguen sin hablar de entregar las armas. Más combustible para el PSE y PSOE en su estrategia de vender el fin de la banda terrorista ETA. Este sábado el entusiasmo en las filas socialistas y en las del entorno proetarra por el comunicado de la banda sobre Ekin era evidente. En el otro lado de la balanza, el profundo malestar de las víctimas que temen que el fin de ETA firme la rendición del Estado de derecho frente al chantaje de los asesinos.» «Que el PSOE pida el voto para su candidato porque es el mejor para asentar la paz y evitar las tentaciones de una vuelta a la violencia es, simplemente, repugnante y que se quieran aprovechar electoralmente del sufrimiento durante años de todos los españoles es, sobre todo, vergonzoso.» En los primeros días de octubre de 2011, cuando la precampaña electoral para las elecciones del 20‐N ya había comenzado, en un diario se publicó una entrevista realizada a Javier Arzalluz, ex presidente del PNV, quien vaticinaba que el final de ETA estaba muy cerca. Y entre el contenido de aquella entrevista, figuraba este comentario. «La entrevista sale a la luz en un momento en el que los nacionalistas vascos dan por hecho que el PP ganará las elecciones generales con mayoría absoluta. Con los sondeos apuntando en dicha dirección, un sector de los viejos socialistas, representado por Rubalcaba, Jáuregui, Eguiagaray, etc… parece estar pidiendo ayuda a sus viejos amigos del PNV para que impulsen la autodisolución de ETA como gran baza electoral. Con ello, el PSOE podría recortar distancias. Según fuentes consultadas por este diario, Arzalluz se ha prestado a hacerlo y figuras de su entorno han trasladado a ETA la necesidad de que dé el 158
paso, dado que con el Partido Popular en el poder será más difícil. En otras palabras, ya que el final es inevitable, mejor entregar el éxito a José Luis Rodríguez Zapatero que a Mariano Rajoy». Algunas de estas opiniones podrían reflejar el sentido final por el que un gobierno o un partido político acceden a entablar negociaciones con una organización terrorista. Un sentido cuyo objetivo se convierte en prioridad para que un partido político pueda ganar unas elecciones. O para no perderlas. O para recuperar el poder. O para no perderlo. Sin embargo, y salvando la posibilidad de que esas opiniones sean las de los periodistas que redactan estos comentarios, porque carguen en ellos los tintes personales de sus propias posiciones ideológicas que distorsionen el sentido veraz de las informaciones, sólo se puede deducir de ellas que destilan mediocridad, rozando la ruindad, impropia de políticos cuyos principios se consideran que deberían estar marcados siempre por el interés general de los ciudadanos, por encima de sus intereses de partido. Más bien parecen noticias referidas a personas que se acercan a la política para solventar con ventaja sus propios asuntos, o que se ponen al servicio incondicional de sus ideologías y de objetivos políticos que poco o nada interesan a la mayoría de los ciudadanos. Si los pasos que se han estado conociendo en la más reciente actualidad, obedecen a hojas de ruta diseñadas en pactos o acuerdos que han sido fruto de negociaciones con terroristas, motivadas principalmente por intereses electoralistas, de las que además, la opinión pública no tiene la más mínima información de los términos en que se han desarrollado, mal futuro les espera a esos políticos, porque si esa estrategia fue diseñada con vistas a obtener mejores resultados electorales, negociar con terroristas siempre será un mal negocio. 159
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Epílogo Son muchos más los recuerdos que quedan en la memoria causados por la lacra de un terrorismo que ha extendido su violencia por todo el país durante varias décadas. Son todas las noticias de sus horribles acciones, de sus asesinatos, de sus masacres, de sus secuestros, de sus extorsiones, de sus represiones, de la repercusión nefasta en el desarrollo de la sociedad, en la economía, en la política, en la vida cotidiana, durante tantos años... pero sobre todo han de permanecer en el recuerdo las víctimas que ocasionaron. Habrán de ser objeto de estudio y reflexión en el futuro, por parte de especialistas o de historiadores, las circunstancias que rodearon el fenómeno del terrorismo tan brutal, tan correoso, tan obsesivo, tan prolongado. El fanatismo, el odio, la ideología extrema, las postura tan radical, el proyecto político idealizado, la dominación del territorio, la financiación obtenida con la extorsión, la 161
facilidad para comprar o robar armas y explosivos... fueron algunos de los factores que abonaron el campo para que medrara el fenómeno de la violencia, impulsado y crecido por circunstancias que no cortaron a tiempo su rápida evolución y propiciaron su prolongado desarrollo... «... la situación política... la dictadura franquista... el periodo de transición hacia la democracia... la escasa cooperación internacional hasta 1986... la tardanza de una legislación más contundente en materia antiterrorista... (Acuerdo por las libertades y contra el terrorismo año 2000 Ley de bloqueo de financiación del terrorismo año 2003).» La desproporción entre los fines de su causa y los medios que utilizaron para justificarla... ... el fin nunca justifica los medios... pero, en cualquier caso, ¿qué o quién justificaría el fin? Desde los orígenes del proyecto terrorista, siempre existió un conflicto interno permanente en ETA, entre los partidarios de seguir con la lucha armada y los que se postulaban por la vía política. «Juan Antonio Goiburu Mendizábal, histórico de ETA Político Militar (ETApm)... ante el Tribunal de lo Criminal de París, precisó que cuando eso tuvo lugar, ETApm había declarado una tregua y él personalmente desde finales de 1980 se había pronunciado abiertamente en el debate que se llevaba a cabo en el seno de la organización por el abandono definitivo de las acciones armadas. Esa fracción escindida de ETA que finalmente se autodisolvió en septiembre de 1982... » 162
«... podría ser una forma de hablar de miembros de los "polimilis" de ETA, los que continuaron la lucha armada. Para justificarse, señaló que en ese momento había "tal batalla en el interior de ETA” por si seguían con los atentados que eso no tenía sentido.» Los debates internos que fueron protagonizados por los terroristas de ETA, entre los que abogaban por seguir con la lucha armada o los partidarios de la vía política, siempre terminaron imponiéndose los primeros, siempre se impusieron las tesis de los que razonan con la pistola en la mano o sobre la mesa... con los argumentos que utilizan quienes buscan hacerse con el liderazgo... los que desean medrar rápidamente dentro de una organización... hacerse con el poder para desafiar al poder... los que conocen que el miedo se acrecienta con la amenaza... que la posesión del arma transmite la fuerza irracional que provoca el miedo... algunos activistas pagaron con su vida el precio del desafío, del desengaño, del abandono de las armas. Siempre quedarán las dudas respecto a la posibilidad real de que llegue a producirse un final o una escisión en ETA. «... puede que, como ha sucedido en muchos finales de otros conflictos terroristas, sigan por ahí soldados perdidos luchando por esta causa ya perdida... »
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La estrategia de los terroristas parece especialmente diseñada para condicionar las acciones de los políticos que entren al trapo que les tienden con su tenebroso juego. Es la fuerza irracional la que subyace en sus planes, el imaginar que los políticos actuarán en la forma en que esperan y desean los terroristas. El desproporcionado protagonismo que les otorgaban en los medios de comunicación, especialmente durante el transcurso de campañas electorales, implementado por las actuaciones de los políticos que a su vez, de una forma ingenua o expresamente diseñada, buscaban su propio lucimiento personal con fines electoralistas. Fue esa una estrategia que utilizaron los terroristas porque se hizo evidente que terminaban conquistando parcelas de poder político a costa de otros partidos. . 5 de mayo de 2011. Se produce la legalización de Bildu, por sentencia del Tribunal Constitucional. «Esta tarde se ha dado a conocer la sentencia del Tribunal Constitucional en el que se justifica la decisión que sus miembros adoptaron el jueves pasado y en el que permitían a Bildu concurrir a las elecciones municipales.» «Según el Tribunal Constitucional, el Supremo vulneró el derecho a la participación política de la coalición Bildu, consagrado en el artículo 23 de la Constitución. Los argumentos empleados fueron similares a los que esgrimieron en su voto particular los seis magistrados que discreparon de la mayoría en el Tribunal Supremo. Según estos magistrados, el pacto soberanista que culminó en Bildu surgió de la propia Eusko Alkartasuna ya en 2003 y sólo se consumó porque la izquierda abertzale ilegalizada, 164
tras un debate de cinco meses, rechazó la violencia terrorista.» «Los cinco magistrados que discreparon del fallo del Supremo, coinciden en que el Alto Tribunal se excedió en sus competencias a la hora de revocar la decisión del Supremo y concuerdan en que la coalición soberanista es un fraude y una continuación de la ilegalizada Batasuna.» «El único magistrado de tendencia progresista que apoyó las tesis de los jueces conservadores, reprocha en su voto discrepante, de 14 folios, a sus compañeros que apoyaron la legalización de Bildu el que se hayan excedido en su función de verificar si el Supremo "ha acreditado de manera motivada y suficiente la existencia de una trama defraudatoria" y se hayan embarcado en "la valoración individualizada y singular de todas las pruebas". Ese es un papel que no le corresponde al Constitucional.» Con dicha sentencia, la coalición abertzale Bildu, rama política de ETA, pudo presentar sus candidaturas a las elecciones municipales celebradas en el mes de mayo de 2011. Con el proceso judicial para la legalización de la coalición Bildu, se pusieron de manifiesto las evidentes discrepancias políticas existentes, entre los ciudadanos, entre los partidos políticos, y entre los dos más altos Tribunales de Justicia de este país, el Tribunal Supremo y el Tribunal Constitucional, por causa de la interpretación política de la justicia.
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. 17 de octubre de 2011. Se celebra la conferencia internacional de la paz. «La conferencia internacional sobre el final del terrorismo celebrada en San Sebastián ha reclamado en sus conclusiones a ETA el cese "definitivo" de la violencia y a los gobiernos español y francés que accedan a negociar con la banda exclusivamente sobre "las consecuencias del conflicto". "Creemos que es posible terminar hoy con más de cincuenta años de violencia y alcanzar una paz justa y duradera".» Pareció la escenificación de un proceso que produjo una profunda decepción entre la opinión pública y entre las víctimas, por las conclusiones a las que se llegaron. Los conferenciantes hicieron público un comunicado en el que, por una parte, pidieron a la banda el cese de la violencia, que es exactamente lo mismo que la sociedad española y todos los partidos políticos democráticos vienen reclamándole desde hace varias décadas. Por otra parte, pidieron a los gobiernos español y francés que negocien con los terroristas, que es exactamente lo mismo que persigue la banda y por lo que lleva asesinando a personas inocentes y causando graves destrozos durante cinco décadas. Dicha conferencia pareció más bien apuntar a que se estuvieran llevando a la práctica compromisos previos adquiridos, ejecutando paso a paso el contenido en unas hojas de ruta, cuyos renglones son desconocidos por la sociedad, que recogen el guión de un desenlace que se quiere presentar como un logro, cuando en el fondo solo parecería ser la representación de una macabra farsa para escamotear el fracaso de la banda.
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«El presidente del PSE, Jesús Eguiguren, ha expresado hoy su convicción de que el Gobierno y ETA mantienen contactos "desde hace tiempo" y que la declaración de la Conferencia Internacional sobre el terrorismo celebrada en San Sebastián fue consensuada entre la izquierda abertzale y el Ejecutivo.» . 21 de octubre de 2011. ETA anuncia el cese definitivo de la violencia. «Tres encapuchados de la organización terrorista ETA, han anunciando el cese definitivo de su actividad armada en un comunicado que, simultáneamente ha sido publicado por sus medios periodísticos afines.» «ETA ha decidido el cese definitivo de su actividad armada. ETA hace un llamamiento a los gobiernos de España y Francia para abrir un proceso de diálogo directo que tenga por objetivo la resolución de las consecuencias del conflicto y, así, la superación de la confrontación armada. ETA con esta declaración histórica muestra su compromiso claro, firme y definitivo.» Tantas treguas declaradas durante tantos años y cada una de ellas finalmente resultó ser una cruel mentira, una pérfida trampa que siempre acabó causando nuevas muertes y más desolación. Se han emitido en algunas cadenas de televisión como algunos de los representantes políticos parecía como si celebraran el anuncio de la banda, con la aparente o fingida seguridad de que los terroristas, en esta ocasión, dicen la verdad, que van en serio. También fue causa de 167
asombro, casi de estupor, escuchar las declaraciones que, apenas transcurridos unos pocos días, comenzaron a hacer destacados dirigentes de algunos partidos políticos, hablando de cambios políticos que han de hacerse con inmediatez, pidiendo adelantos de elecciones, planteando que se soliciten indultos, que se produzcan cambios en la legislación, que se apliquen beneficios penitenciarios, que se deroguen algunas jurisprudencias... Al escucharlos, resulta inevitable pensar que parece como si actuaran bajo los efectos de lo que se conoce como “síndrome de Estocolmo”, como si repentinamente los terroristas, los verdugos, los secuestradores, los asesinos, se hubieran convertido en amigos y protectores. Como si de la noche a la mañana, los que violentaron durante décadas el estado de derecho, se hubieran convertido en garantes de la democracia y del cumplimiento de la justicia. . 25 de noviembre de 2011. «El Gobierno socialista en funciones ha condecorado hoy con la Gran Cruz a los jueces y magistrados del Poder Judicial y del Tribunal Constitucional, a los secretarios judiciales y a la Abogacía del Estado, así como al Cuerpo Nacional de Policía y la Guardia Civil por su labor en la lucha contra el terrorismo de ETA.»
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Todavía quedan por resolver casi 300 asesinatos, muchos de ellos cometidos por terroristas que siguen en libertad, a los que se ha de perseguir hasta su detención y poner a disposición de la justicia. Parece que, antes de celebrar nada, lo más prudente sería esperar al desarrollo de los acontecimientos, dejar que pase mucho tiempo hasta que se pueda verificar con seguridad que el fenómeno del terrorismo y la violencia por fin ha terminado en este país, o que todo lo ocurrido durante los últimos meses solo haya sido una gran farsa, un montaje teatral y que el diálogo o las negociaciones que se han mantenido tenían como objetivo final marcar nuevas estrategias para el futuro, con el principal objetivo de sus intereses electoralistas, ya que, quizás no sea por casualidad que el desenlace de toda esta representación se haya producido justo en el momento en que se acercaba una nueva campaña electoral de unas elecciones generales, en noviembre de 2011. «... con el comunicado de ETA, en lo que ya ha quedado claro era un burdo acto de campaña, no son sino otro punto ganador de la banda mafiosa al colarse, una vez más, en la campaña electoral.» En los años más recientes, cada vez que se han aproximado períodos electorales, los terroristas de ETA, los presos de la banda, o las organizaciones de su entorno, saltaron a la primera plana de los periódicos y a los principales informativos de las televisiones, haciendo que otros problemas y necesidades más trascendentes para los ciudadanos pasaran a segundo plano o al olvido. 169
No cabe duda de que habrá que esperar para saber si el horrible monstruo del terrorismo ha sido realmente destruido o únicamente ha sido escondido, guardado, para revivirlo de nuevo cuantas ocasiones les resulte oportuno, o les interese. Ese horrible monstruo, como si se asemejara a un descomunal kraken prehistórico, contra el que únicamente se ha podido luchar persiguiendo sus múltiples y larguísimos tentáculos, hasta allí donde se habían escondido y poder encadenarlos para evitar que siguieran causando terroríficas acciones. Un monstruo que únicamente podrá ser destruido por los mismos que lo crearon y que si no lo destruyen será porque lo guardarán oculto, con la intención maligna de volverlo a mostrar cuando les convenga, y si cabe más amenazante, y con mayor crueldad. Así pues, el futuro más inmediato se presenta lleno de incertidumbres, un futuro que plantea otros retos mucho más importantes y que requieren de forma imperiosa soluciones que ayuden a superar situaciones que resultan dramáticas para muchos ciudadanos. Un futuro que parece seguir condicionado por el terror que han impuesto durante décadas, unos individuos que se muestran decididos a recoger los frutos de sus horribles acciones, frutos en forma de privilegios políticos, a cambio de la destrucción, el asesinato, el secuestro, la extorsión, y el dolor, sobre todo del dolor que causaron en las víctimas, que son quienes pagaron el precio, con sus vidas o con su libertad, impuesto por la locura y la barbarie terrorista. En las semanas siguientes al anuncio del final de la violencia, en plena campaña electoral, las noticias y las opiniones se suceden, cargadas de mensajes que no presagian precisamente el optimismo.... 170
«Eta ha anunciado en Gara que mantiene todas sus posiciones, la autodeterminación, la independencia, adueñarse del poder político en el País Vasco y Navarra... Y además amenaza que si el futuro Gobierno optara por bloquear el proceso de negociación entre Eta y los estados español y francés, la banda deja bien claro que podría volver a la violencia y a las armas.... porque ETA todavía no ha dicho que desaparece, que acepta su derrota, que asume su condena y la cárcel y, sobre todo, no ha pedido perdón a las víctimas.» «”ETA no sólo no se arrepiente de su actividad criminal sino que además se jacta de que "la lucha armada ha hecho una gran aportación para llegar al momento en el que estamos". Así se manifiestan los dirigentes de la banda terrorista en la entrevista que hoy ha publicado el diario "Gara"... En Euskal Herría no hay muchos que vean un error en el nacimiento de ETA. Mediante la lucha armada, entre otras cosas, “Euskal Herría ha llegado a tener abiertas las puertas de la libertad". “... no sólo no se arrepienten ni han hecho una sola mención a pedir perdón, sino que todavía tienen la sinvergonzonería de alardear que con casi mil asesinatos y miles de heridos, mutilados, huérfanos, viudas y viudos, han conseguido sus objetivos políticos gracias al terrorismo”.» «Lo curioso es que si ETA se muestra dispuesta a "adoptar compromisos", no deja de atacar y despreciar a sus interlocutores, señalando que tanto en Madrid como en París "ambos gobiernos no han dado la talla". "Se puede prever que el Estado español, consciente de su debilidad estratégica, tratará por todos los medios de entorpecer y embarrar el proceso político", señala, volviendo a la carga con que "el Estado no será un interlocutor fiable".» 171
Habrá que esperar todavía mucho tiempo, hasta poder verificar que todo lo acontecido en estos meses de campaña electoral, no obedezca a una fría y calculada estrategia diseñada para condicionar las decisiones de los futuros gobiernos, de signos distintos a los actuales, para justificar el retorno a la violencia si no se pliegan y atienden las mismas exigencias que vienen planteando durante más de cuarenta años, mientras cometían las masacres, los asesinatos y sembraban el terror. Un retorno a la violencia tendría el propósito maligno de responsabilizar y culpar de ello a los nuevos gobiernos, a otros partidos, provocando de una forma torticera y cruel, situaciones inaceptables que podrían ser utilizadas como argumentos políticos por determinadas ideologías, para impulsar demagógicas campañas con fines políticos o electoralistas. 172
«... el propio candidato pidió el voto en un mitin en Vitoria, incluido en el último momento en la agenda, para "asegurar la paz" tras el anuncio de la banda terrorista del pasado 20 de octubre... » «... es así como cuando disfrazan su estrategia de negociación con los terroristas como ‘proceso de paz’. ¿Acaso puede alguien estar en contra de la paz?» La PAZ... Es siempre una esperanza de futuro que ha de garantizar la convivencia entre los ciudadanos. Cuando menos eso es lo que se espera y desea que ocurra en países civilizados y democráticos. Pero esa palabra tan sugerente, viene siendo utilizada con cierta profusión en los últimos años, como un argumento de intenciones en muchos de los discursos que realizan destacados líderes políticos, pero que, casi siempre aparece vinculada o viene condicionada, de forma intencionada o no, en respuestas a hechos relacionados con las acciones de los terroristas de ETA. Resulta increíble pensar o admitir planteamientos políticos por los que la paz de un territorio, país o nación, pueda llegar por una decisión tomada por unos terroristas, y que en consecuencia, venga condicionada o se pretenda hacer ver que se da o no, en mayor o menor medida, en función de las acciones o decisiones de unos terroristas, por lo que hagan o dejen de hacer unos asesinos. Ha de sobreponerse ante todo el criterio de que el abandono de la violencia, por parte de los terroristas que la han ejercido durante cinco décadas, haya sido por fin, fruto de la presión democrática, de la actuación destacada y profesional de las fuerzas de seguridad, que finalmente 173
han logrado establecer el efecto disuasorio suficiente, para hacer comprender a la banda de terroristas que su capacidad para cometer atentados es cada vez más precaria, y que los nuevos atentados que pudieran seguir cometiendo, tendrían siquiera escasos efectos marginales que vayan más allá del dolor que han de producir en nuevas víctimas inocentes, y con el consecuente rechazo de la mayoría de los ciudadanos. La paz únicamente puede darse por la voluntad inequívoca de millones de ciudadanos que la desean, y ha de estar garantizada por los miles de personas que, en su profesión, consagran su esfuerzo y dedicación a la consecución de ese fin primordial. Son las personas que componen las Fuerzas Armadas, los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad, los jueces, los fiscales, los políticos... que adquieren el compromiso de garantizar el cumplimiento de la ley, cuyo fin último ha de ser la protección de los derechos fundamentales y de las libertades de los ciudadanos. 174
Epitafio
De castel Franco sortira l’assamblée, L’Ambassadeur non plaisant fera schisme, Ceux de Riviere seront en la meslée, Et au grand Goulphre desnieront l’entrée.* NOSTRADAMUS, IX.16
*De castillo Franco saldrá la Asamblea, El embajador no agradable hará cisma, Los de Riviera estarán en la refriega, Y al gran abismo negarán la entrada.
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Con sus famosas cuartetas, Nostradamus profetizó como si fueran premoniciones, los mayores desastres y calamidades que ocurrirían en un futuro a lo largo y ancho de Europa. La mayoría de las interpretaciones apuntan a que algunas de las cuartetas estarían referidas a España, entre ellas la reseñada a modo de epitafio. Resulta muy difícil interpretar o comprender lo que Nostradamus auguraba en esa cuarteta, seguro que nada bueno, aunque parece indudable que el terrorismo que ha golpeado nuestro país durante cinco décadas, ha sido una de las peores calamidades que nos podían ocurrir. El terrorismo comenzó en época de la dictadura de Franco y se ha extendido durante todo el periodo de la transición y consolidación de la democracia. Todavía no se sabe cuándo acabará definitivamente, aunque en estos tiempos acaban de anunciar su final. Por ello, nada mejor que esa cuarteta de Nostradamus sirviera como epitafio de una tumba, en la que deseamos sea enterrado el monstruo del terrorismo, la violencia, el odio y las armas, por y para siempre, en el más profundo de los abismos. 176
Por siempre se ha de mantener en el recuerdo a las víctimas causadas por los terroristas que cercenaron brutalmente sus derechos más sagrados: la vida y la libertad.
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