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WILFRED R. BION Bleichmar, N. M. – Lieberman de Bleichmar, C. (1997) “El psicoanálisis después de Freud” Teoria y clínica –Paidos – México
Este psicoanalista inglés pertenece al grupo que se formó alrededor de Melanie Klein, con quien se analizó. Fue presidente de la Sociedad Psicoanalítica Británica y seguramente uno de sus miembros más creativos y audaces, tanto para enfocar problemas nuevos como para inventar modelos que puedan dar cuenta de ellos. Las construcciones que hace Bion amalgaman un pensamiento de bases filosófica, matemática y humanística con hechos tomados de la observación clínica. Incursionó en el tratamiento de los grupos terapéuticos y se interesó de manera especial por el análisis de psicóticos. No podemos hacer, lamentablemente, una exposición de todas sus ideas. El lector interesado en poseer un panorama general de su obra tan profunda y estimulante, presentada en forma clara y sintética, puede recurrir al excelente libro de Grinberg, Sor y Tabak (1972) Introducción a las ideas de Bion. Donald Meltzer (1978a), a su vez, le ha dedicado uno de los tomos de The Kleinian Developments. Un primer concepto que mencionaremos de este autor es el de continente-contenido. La idea de que el terapeuta debe ser continente de las ansiedades del paciente se ha generalizado tanto que penetró en los más vastos campos, desde el análisis hasta las psicoterapias individuales y grupales, así como en los planteos institucionales. Sucede, curiosamente, que la difusión de esta idea alcanzó una envergadura tal que forma parte del vocabulario común de muchos terapeutas hasta casi hacer olvidar cuál es su origen y quién la creó. Bion describe cómo entre la madre y su bebé hay desde el inicio de la vida un vínculo emocional muy profundo. El bebé tiene necesidades corporales pero también psicológicas. Una de éstas es la de contar con un objeto externo en el cual pueda volcar sus ansiedades. Cuando la angustia es muy intensa, en especial por las fantasías persecutorias, el niño debe poder descargarlas en su madre. Ella, si tiene ciertas capacidades emocionales, podrá absorberlas, "metabolizarlas" según Bion, y regresarlas de una manera menos angustiante y, por lo tanto, más asimilable para su hijo. Es la madre que calma cuando hay una pesadilla o durante un momento de intranquilidad. Puede hacer uso de las palabras o no; lo que importa es cómo recibe la angustia y la amortigua. Para el caso de la vida adulta, todos conocemos la situación donde encontrar alguien capaz de escuchar nuestras preocupaciones tiene un efecto tranquilizador. Bion cree que si la madre se angustia mucho y en lugar de ser continente, devuelve la angustia al niño, éste puede caer en el estado que llama "terror sin nombre". Compara esta situación con una metáfora, la del shock quirúrgico; el sujeto se desangra dentro de sus propios vasos, hay una marcada dilatación de éstos y se paraliza la circulación (en nuestro caso, el funcionamiento mental). La relación continente-contenido se expresa como algo complementario entre la proyección del niño y la receptividad materna. La madre es continente de lo proyectado, lo recibe y lo procesa. Bion designa con la palabra réverie (ensoñación) al estado de receptividad materna. El bebé necesita de esta función de la mente de su madre para poder enfrentar las ansiedades intensas que tiene. Bion, en total acuerdo con Melanie Klein, cree que la ansiedad está conectada al sadismo y la pulsión de muerte. El niño expulsa, en el sentido
más concreto del término, las emociones y fantasías que no puede soportar, que lo hacen sentir en peligro de aniquilación y desintegración. Para poder pensar o tolerar cualquier emoción de cierta intensidad y que involucre un sufrimiento psicológico, es necesario que la madre haya realizado bien su función continente; por identificación con esa capacidad materna se adquiere la "pantalla interna" que permite el proceso secundario, el juicio de realidad y la demora en la descarga de los impulsos. (1) Cuando alguien no tiene esa capacidad continente interna, adquirida en el vínculo con su madre, en cualquier situación de tensión elimina proyectivamente el aspecto ansiógeno dentro de un objeto externo. En los períodos de vacaciones del análisis es común el acting-out de los pacientes. Gracias a Bion podemos entender que se produce, entre otras causas, por la pérdida de la función continente que realiza el analista. Un paciente, cuando es dejado por su analista podrá, sin advertirlo, transmitir a otro su sentimiento de abandono, por ejemplo, dejar él a otra persona. Algunas veces se toma más vacaciones que su analista y regresa después, o falta sin avisarle, para hacerlo esperar y aliviar así su sentimiento de pérdida. La idea de continente-contenido tiene consecuencias en el plano de la teoría, la clínica y la técnica psicoanalíticas. En cuanto a la teoría, explica muy bien uno de los problemas emocionales que hay entre el bebé y su madre o, para decirlo desde otra perspectiva, la relación entre conflictos internos y externos. Para Melanie Klein, el problema principal es interno. Son los impulsos y las fantasías sádicas, así como los celos y la envidia, los que generan la enfermedad. Otros autores, con un criterio ambientalista, sostienen en cambio que la falla materna es la responsable directa de la enfermedad mental grave. Bion muestra la interacción de ambos fenómenos. Las posibilidades de salud mental son mejores si el bebé no tiene fuertes impulsos agresivos y la madre, a su vez, posee adecuada capacidad continente. La idea de función continente no explica todos los problemas pero sugiere que la humanización tiene como basamento una interacción de fantasías inconcientes entre la madre y su hijo. Cuando la madre no realiza el proceso de metabolizar las angustias y en lugar de disminuirlas las aumenta, el bebé no adquiere la pantalla interna para pensar y sentir, que le permite luego desarrollar bien los procesos educativos y de socialización. Para la clínica, este modelo permite entender muchos aspectos de la psicopatología, por ejemplo la ansiedad, la tolerancia a las dificultades, los procesos de evacuación de partes de la mente en los objetos (no exclusivos de la personalidad de acción sino de cualquier patología o de toda persona normal), las estructuras fronterizas y también ciertos rasgos de la psicosis. Sobre la base de este concepto, Esther Bick primero (1964) Y luego Donald Meltzer (1975) estudiaron la fenomenología clínica de algunos pacientes que, por carecer de un espacio interno donde poder establecer sus identificaciones, necesitan mantener un permanente contacto con personas de las que no pueden separarse. Llaman a este tipo de fenómeno identificación adhesiva, es el resultado de un fracaso en la función continente de la madre. Agregaremos más sobre este tema cuando hablemos de la obra de Bick y de Meltzer. En cuanto a la técnica psicoanalítica, la idea que venimos estudiando ayuda al analista para que pueda ser más receptivo frente a los estados mentales de sus pacientes. Es imprescindible que el terapeuta soporte aquellas emociones que el analizando proyecta sobre él. Si el paciente no puede tolerar la espera, hará esperar a su analista, si sufre celos organizará situaciones en que lo excluye; otras veces le proyectará sentimientos de envidia, cuestionará su narcisismo, en suma, lo pondrá a su disposición para evacuar las ansiedades insoportables que siente en su interior. Al disponer del concepto de continente-contenido, estamos más preparados teóricamente para afrontar fenómenos tan complejos. Una de las funciones del analista es la de disminuir el sufrimiento del paciente, esto se logra por su capacidad continente, por la interpretación
de los conflictos y por el insight del paciente. Muchos de nuestros errores técnicos se originan cuando no podemos soportar las emociones que produce el vínculo. El paciente puede enojar, erotizar, irritar, asustar, despertar celos y envidia o una dificultad en el acceso a entender sus problemas por diferentes procesos proyectivos. Dependiendo de la función continente, la contratransferencia operará o no en niveles útiles. Buena parte del efecto beneficioso de la psicoterapia o de otras terapias no analíticas depende de que el paciente encuentre en su terapeuta alguien que lo escuche, lo calme y soporte las proyecciones. Esto se produce también en el análisis, aunque a veces el proceso transcurre silenciosamente. Es común que se produzca una estabilidad del paciente y una disminución de los síntomas luego de empezar el tratamiento. Esto se atribuyó a la transferencia o a la fuga a la salud, pero ahora se puede agregar un factor de alivio sintomático, en el psicoanálisis y en otras terapias, producido por la función continente del terapeuta. El lector podrá, sin duda, advertir que la idea de continente-contenido está unida, indisolublemente, a la de identificación proyectiva que Melanie Klein formuló en 1946. Es subsidiaria de ésta y se aplica en un contexto interpersonal donde se estudia la participación de ambos protagonistas. Hay otras ideas de Bion que se relacionan de diferentes maneras con la noción kleiniana de identificación proyectiva. Para el caso de los pacientes psicóticos, describió el concepto de objeto bizarro. Observó que estos pacientes se mueven en el mundo rodeados por objetos bastante peculiares (por ejemplo, seres de la fantasía y entes del mundo físico que observan, hablan, espían, oyen, etc.). Un objeto bizarro puede ser una lámpara que ríe, un sofá que ahoga al enfermo o la presencia de algo siniestro. La explicación de Bion es que el psicótico realiza identificaciones proyectivas de partes de su aparato mental y de emociones intensas dentro del mundo físico que lo rodea. El conglomerado de los tres aspectos: función mental, impulso emocional y objeto físico, constituye el objeto bizarro. Préstese atención a la idea de identificación proyectiva de una función o parte de la personalidad. Supongamos, para aclarar la idea, que la función es la vista; en ese caso, el paciente podrá sentir que está ciego o que una silla lo ve sentarse y lo controla. Entre las muchas y agudas observaciones que Bion (1959) hizo durante el tratamiento de pacientes esquizofrénicos, merece recordarse el concepto de ataque al vínculo o también, en otra versión, ataque al pensamiento. La envidia, que Melanie Klein estudió en su gran trabajo de 1957, es considerada por Bion responsable de la actitud que .el psicótico puede tener hacia su pensamiento o hacia el del analista. La envidia puede tratar de destruir ambas cosas hasta tal punto que termine pareciendo un verdadero fenómeno de desmentalización o de oligofrenia. Todos hemos pasado el mal rato de interpretarle a un esquizofrénico y que él nos responda con algo que no tiene nada que ver con lo que le dijimos, sumiéndonos en el desconcierto. A veces, la interpretación es recibida por el paciente con otro sentido, convirtiéndola en lo que no es, por ejemplo una orden o un juicio de valor del analista; también puede suceder que el paciente diga que no la entiende y debamos hacer esfuerzos enormes para que la capte, la mayoría de las veces sin conseguirlo. Estas situaciones se pueden producir por un ataque al pensamiento del propio paciente y un ataque al vínculo con su analista. La idea de Bion de que esto se debe a la envidia da al analista un equipamiento muy eficaz. Recordamos a una paciente que, luego de escuchar una interpretación, seguía hablando de cualquier otro tema de una manera que desconcertaba e irritaba. Una vez que se le llamó la atención sobre la situación, ella dijo, para sorpresa nuestra, que en realidad siempre había creído que la interpretación era para que la guardase y la pensara a solas después de la sesión. El analista le interpretó que así quedaba atacada la pareja creativa que ambos podían formar para entenderse, comunicarse y desarrollar juntos el análisis. A
la sesión siguiente, contó que había soñado con su hermana embarazada, que eso le agradaba mucho pero al mismo tiempo envidiaba que la hermana pudiera procrear. Con las ideas de Bion sobre ataques al vínculo y al pensamiento se describen formas muy específicas de envidia que a veces sólo advertimos por la contratransferencia. Por ejemplo, sintiendo cefalea al atender a algún paciente o una sensación de dificultad o fastidio. En esos casos pueden estar presentes los aspectos más narcisistas del Self del analizando que no dejan que ambas mentes se pongan en contacto para producir juntas. En armonía con los trabajos de Melanie Klein (1957), en los de Bion se jerarquiza el papel de los impulsos destructivos y la envidia para explicar el origen de la psicosis. Bion sugiere que en estos procesos hay una fragmentación de la personalidad producida por una identificación proyectiva patológica. Este proceso opera de manera muy intensa y con la característica de que la escisión no se produce en términos de dos partes que en otro momento pueden integrarse, sino que ocurre en forma múltiple, cada segmento minúsculo de la personalidad adquiere cualidades de objeto bizarro, La fragmentación diminuta es típica de los procesos psicóticos. Una propuesta audaz de Bion es considerar que existe una parte psicótica de la personalidad en todo sujeto. Grinberg, Sor y Tabak sintetizan así la propuesta de Bion: "Entre los rasgos destacados de la personalidad psicótica está la intolerancia a la frustración junto con el predominio de los impulsos destructivos, que se manifiestan como un odio violento a la realidad tanto interna como externa, odio que se hace extensivo a los sentidos, a las partes de la personalidad y elementos psíquicos que sirven para el contacto con dicha realidad y su reconocimiento, a la conciencia y a todas las funciones asociadas con la misma". "La personalidad psicótica se caracteriza, además, por el temor a una aniquilación inminente, lo cual configura el tipo específico de relaciones objetales -entre ellas la transferencia analítica- que tiende a establecer; se trata de relaciones precipitadas y prematuras que, a la vez que se instalan con tenacidad, son sumamente precarias y frágiles" (1972, pág. 38). Bion considera que el diagnóstico psiquiátrico de psicosis no es el que corresponde al psicoanalista, sí uno dinámico y vinculado con su tarea clínica. Toda persona tiene una parte psicótica de la personalidad que se expresa en el análisis y fuera de él. Muchas veces es difícil de observar, pues está escondida por otras conductas y emociones que tienen mayor normalidad. Pero aparece en uno u otro momento durante el análisis y es la responsable, según este autor, de las resistencias más importantes con que tropieza el analista. El narcisismo patológico, la reacción terapéutica negativa y la reversión de la perspectiva (Bion, 1963a) son las expresiones clínicas de la parte psicótica de la personalidad. Con la presentación de unas pocas ideas de Bion sólo hemos querido sugerir algo de la riqueza que el lector puede encontrar en este pensador. Afortunadamente existen en español traducciones de casi todos sus libros, salvo los que escribió en los últimos años. El esfuerzo de difusión de su obra se debe en buena medida a León Grinberg y un grupo de analistas entre los que se destacan Darío Sor y Elizabeth Tabak, en Buenos Aires, y Marco Antonio Dupont (1988), Antonio Mendizábal y Hernán Solís (1982, 1985), en México. Por su parte, R. Horacio Etchegoyen (1986) dedicó en Los fundamentos de la técnica psicoanalítica dos capítulos enteros al concepto de reversión de la perspectiva, otra de las ideas de Bion.
(1) En la vida cotidiana, buena parte de las dificultades emocionales de las personas o de las parejas y familias pueden ser explicadas, por lo menos en algunos aspectos, por la falta de capacidad continente de la mente. Así se producen los actos impulsivos, conductas maníacas y "cortocircuitos" afectivos. Una persona que no puede soportar el dolor mental, se ve urgida a hacer cosas que "descarguen" su ansiedad dentro de un objeto.